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     publicación producen un balance constante deciertos intereses. Reflejan, entre otras cosas, lacreciente y polarizada ideologización puesta enescena recientemente y que ya había acentuado elinicio de una nueva etapa a partir del triunfo de larevolución cubana y los éxitos internacionales al-canzados por un núcleo selecto de narradores

    hispanoamericanos. Después de las abundantes páginas escritas en torno al impacto de la revolu-ción cubana sobre las relaciones culturales de Lati-noamérica -dejo de lado las directas y menosmediatizadas de la política- estaría de más reite-rar los diversos planteos. Es fundamental recor-dar, sin embargo, que mientras algunos centros deestudios insistirán en la celebración de la palabra yen el maquillaje bruñido de las glosas críticas-proponiendo ante la producción de lenguajesauto-referenciales la oportunidad de sostener pa-ráfrasis lúdicas con esos mismos andamios- otroscentros abrirán la práctica literaria a una inserción

    de lo cultural en lo social. De este modo se daráuna mayor tematización académica de las relacio-nes del intelectual y la sociedad y del papel que

    SOBRE LA CRITICA DE LA

    LITERATURA HISPANOAMERICANA:

    BALANCE   y PERSPECTIVAS

    Saúl Sosnowski

    El título de este balance y perspectiva ya anunciaciertas restricciones. La revisión de materiales noha incluido la vasta producción sobre la literatura brasileña ni sobre la literatura del Caribe no-hispa-no. Las razones no pasan por los prejuicios ni sonendémicas. Responden en parte a otras condicio-nes que sí son fundamentales en toda considera-ción de un panorama de esta índole. Existen divi-siones en los marcos académicos estadounidenses-éstas y otras graves exclusiones se dan tambiénen la mayoría de las universidades latinoamerica-nas centradas aún en la preocupación nacio-nal(ista)- que canalizan el estudio de la literatura

     brasileña al margen de su integración latinoameri-cana y que mantienen a la producción antillana dehabla inglesa y francesa, por ejemplo, casi total-mente ajena a este marco de referencias. Pautaadicional, entonces, de que la lectura que sigueincorpora un contexto específico y una prácticacentrada en la "crítica académica" dejando de lado

    el sólido comentario periodístico y las glosas oca-sionales de publicaciones no-especializadas. Se in-corporan, asimismo, las imágenes de la literaturahispanoamericana que emergen de las revistas decrítica literaria, de aquéllas que se manifiestanexplícitamente por determinada filiación ideológi-ca y de aquéllas otras que sin hacerlo anuncianindefectiblemente su pertenencia a algo que excedela generosidad de lo objetivo. Como toda libertad,también la de estas publicaciones está condicio-nada.

    Varios balances y encuestas sobre el estado de la

    crítica han sido publicados durante los últimosañosl.   Consideramos que los mismos perfiles de

    J.   "La crítica literaria, hoy",   Texto crítico,   III, No. 6 (1977), pp. 6-36..Respondieron Enrique Anderson Imbert, Antonio Cornejo Polar,José Pedro Díaz, Roberto Fernández Retamar, Margo Glantz, Do-mingo Miliani, José Miguel Oviedo y Saúl Sosnowslci.

    Mugo Achugar, "Notas para un debate sobre la crítica literarialatinoamericana",   Casa de las Américas,   XIX, No. 110 (1978), pp. 3-18.

    Jean Franco, "Trends and Priorities for Research on Latin America inthe 1980s (Latin American Literature)",   77te Wilson Center WorkingPapers,   No. III (1981), pp. 25-35. Como "Tendencias y prioridades de

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    los estudios literarios latinoamericanos", en   t.scritura,   VI, No. 1I(1981), pp. 7-20. También en   ldeologies and Uterature,   IV, No. 16(1983), pp. 107-20, en un número especial dedicado a "Problemas parala crítica socio-histórica de la literatura: Un estado de las artes". Esútil observar allí los ajustes que se presentan en miradas alternativasen "Para una redefinición culturalista de la crítica literaria latinoame-ricana", de Hernán Vidal (pp. 121-32)   Y   "Crítica de una crisis: losestudios literarios hispanoamericanos", de René Jara (pp. 330-52).

    Una revisión y puesta al día permanentes de la crítica son ofrecidas por las revistas literarias. Como lo demostrara Francine R. Masiello

     para el caso argentino, éstas sirven para registrar y medir los cambiosen la concepción y función de la tarea crítica. "Argentine LiteraryJournalism: The Production of a Critical Discourse",   Latin American Research Review,   XX, No.   I(1985), pp. 27-60.

    Diana Sorensen Goodrich ha realizado ·una síntesis analítica deenfoques teóricos que han ocupado a la crítica estadounidense yeuropea. Forzosa, inevitable y, en el mejor de los casos afonunada-mente, éstos están siendo asimilados por la reflexión latinoamericana."La crítica de la lectura: Puesta al día,   Escritura,   VI, No. II (1981), pp.21-74; "Rezéptionaesthetik: Teoría de la recepción alemana", Escritu-ra, VI, No. 12 (1981), pp. 219-46. En este mismo número TerryEagleton reseña y critica "El idealismo de la crítica norteamericana"(pp. 247-61).

    Existen, además, revisiones y anuarios bibliográficos que enumeran odan cuenta del estado de la crítica literaria en sus respectivos países.

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    desarrolla la literatura en los procesos sociales2•Discusiones éstas que tenían su raíz en el orden deldía impuesto por la dinámica de los lectores, por los propios escritores, y por su creciente funciónsocial pública.

    Al adoptar el boom   como categoría manejable en

    la ordenación de secuencias de estudio -paracentrarnos en la narrativa-, comienzan a figurar en la evaluación de los textos las condiciones"extraliterarias". El reconocimiento de una nuevaconstelación literaria que exigía que el discursoliterario formal se hiciera partícipe de discursos,

     pronunciamientos y reflexiones críticas, y que al-gunos autores ejercieran la crítica de sus propiostextos transformándose en un doble marco de(auto) referencia, también contribuyó a plasmar un circuito condicionado. Todo ello significó, a suvez, una "transferencia" de énfasis -con sus con-siguientes cargas ideológicas- de la inquisición de

    motivos que pudieron animar la redacción de unaobra literaria, a los significados múltiples que sedisputan los sentidos de un texto, al papel que éste

     juega (solo y con su autor) en el sistema. Esevidente que las transferencias son parciales y quetodas estas modalidades siguen poblando las pági-nas críticas.

    Las intervenciones de Fuentes, Cortázar y VargasLlosa, por ejemplo, sobre literatura y la función

     pública del escritor permitían la ampliación delcanon literario más allá de sus novelas y cuentos.Uno de los resultados del   boom   literario! publici-

    tario fue el paso del autor a "superestrella" marca-do por cambios en la percepción real de sus obliga-ciones con el públic03•   Se trataba de un nuevo

    2. Sin ánimo de exclusividad ni subrayados dogmáticos, dentro deEstados Unidos, para los extremos de estas líneas -y mediante lacolaboración de críticos mayoritariamente latinoamericanos- pue-den servir como ejemplos las selecciones y los énfasis otorgados a laliteratura latinoamericana por las revistas   Diacritics   (¡thaca, NewYork) e   Ideologies and literatures   (Minneapolis, Minnesota). Latransparencia de sus respectivas opciones hacia campos extralitera-rios es evidente al privilegiar definiciones radicalmente diferentes delamplio abanico que cubre toda la práctica literaria. Algunos intereses

    de   Diacritics,   de mayor amplitud en el debate teórico, pueden ser vistos en los números dedicados integramente a literatura latinoame-ricana (Winter 1974 y Winter 1978) con textos de Rolena Adornó,Roberto González Echevarría, Alicia Borinsky, Lucille Kerr, Emir Rodríguez Monegal, Irlemar Chiampi Cortez, John Deredita, EnricoMario Santi, Octavio Paz y entrevistas a Julio Cortázar y RobertoFemández Retamar.

    3. Carlos Fuentes,   La nueva novela hispanoamericana,   México,Joaquin Mortiz, 1969,y José Donoso,   Historia personal del "boom",Barcelona, Anagrama, 1972, aportan dos niveles de los cambiosocurridos en los años sesenta. Emir Rodríguez Monegal contribuye asu mayor institucionalización a través de   Mundo Nuevo  y los textosrecogidos en   El boom de la novela hispanoamericana,   Caracas,Tiempo Nuevo, 1972.Jean Franco marcó los cambios en "Narrador,autor, superestrelJa: La narrativa latinoamericana en la época de

    contrato social que se desplazaba de la intimidadde la lectura a las tarimas de las plazas y lasconferencias. Dados los destinos que se debatían adiario y violentamente en el territorio latinoameri-cano, no puede ser casual que la discusión sobre el papel que debía jugar el intelectual conciente yresponsable de su poder, pueda ser vista como unarespuesta tajante a los embelesos parciales sustraí-dos de las preocupaciones post-estructuralistas so- bre la supervivencia o muerte de la categoría de"autor". En pleno ejercicio de sus libertades otrostambién toleraban que lo ajeno al texto fueradescartado en aras de críticas ceñidas estrictamen-te al mundo ficticio. Se abrían "puertas para ir a

     jugar" pero ese juego hacía peligrar el falso aisla-miento del claustro con las posibilidades de unacalle; también estaban en juego las comodidadesde la carrera académica y sus privilegios4•

    Resulta inevitable considerar los dispositivos delmercado académico al constatar que cuantitativa-mente se sigue subrayando a los epígonos y a lasfiguras prestigiadas. Las bibliografías constatan, por ejemplo, el continuo culto a Borges cuyonombre aparece en desmesuradas encuadernacio-nes triviales y en algunos estudios meritorios5•Fenómenos similares afectan a las obras de los

    cultura de masas",   Reista Iberoamericana,  Nos. 114-115(1981), pp.129-148. Ver también: Angel Rama, "El boom en perspectiva",

     Escritura,  No. 7 (1979), pp. 3-45 y la amplia visión de Tulio HalperinDonghi, "Nueva narrativa y ciencias sociales hispanoamericanas en ladécada del sesenta",   Hispamérica,   IX, No. 27 (1980), pp. 3-18.

    A propósito del ensayo de Fuentes conviene recordar el ejercicio denarradores y poetas hispanoamericanos que mediante su obra ensa-yística han acercado las distancias entre la reflexión teórica y ladimensión práctica. Borges, Paz y Lezama Lima son excelsos ejem- plos del puente afianzado entre los múltiples estratos de la producciónliteraria.

    4. Ver Pierre Bourdieu, "Campo intelectual, campo del poder yhabitus de clase", en   Campo del poder y campo intelectual,   BuenosAires, Folios, 1983, pp. 9-35. La versión original fue publicada enScolies   en 1971. Bourdieu reformula algunas preguntas centrales acierta línea crítica para analizar las relaciones del intelectual, su producción y relación social, y cómo el espacio predispuesto para  élJolleva a adoptar una determinada posición estética o ideológica ligadasa esa posición que ocupa. Aquello que está dirigido a la comprensiónde las propiedades especificas de una clase de obras, por ejemplo, puede resultar muy útil para esbozar un bosquejo integral de las tareas

    criticas en los diferentes   habitus   ("sistema de disposiciones incons-cientes producido por la interiorización de estructuras objetivas" (p.35» señalados en este trabajo.

    5. Entre estos últimos: Jaime Rest,  El laberinto del universo: Borgesyel pensamiento nominalista,   Buenos Aires, Fausto, 1976;John Stur-rock,   Paper Tigers. The Ideal Fictions 01 Jorge Luis Borges, Oxford,Oxford University Press, 1977; Emir Rodríguez Monegal,  Jorge Luis Borges: A literary Biography,   New York, Dutton, 1978; SilviaMolloy,   Las letras de Borges,   Buenos Aires, Sudamericana, 1979;Arturo Echavarría,   Lengua y literatura de Borges,   Barcelona, Ariel,1983;la edición aumentada de Ana María Barrenechea,   La expresiónde la irrealidad en la obra de Borges,  Buenos Aires, Centro Editor deAmérica Latina, 1984. Una útil revisión panorámica de la bibliograflllen David William Foster,   Jorge Luis Borges. An Annotated Primaryand Secondary Bibliography,  New York and London, Garland,1984.

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    identificados con el   boom   y a otros que se han beneficiado de la merecida atención dirigida aAmérica Latina. En este sentido, se amplió elconocimiento de los contemporáneos y también serecuperó a figuras como Felisberto Hernández,Macedonio Fernández y Roberto Arlt como pre-cursores, pero no con las líneas que fundarían una

    tradición literaria y una continuidad histórica. Setrata nuevamente de crear autores prestigiados a partir de las lecturas actualizadas de los pilares(Cortázar sobre Felisberto y Lezama Lima, por ejemplo). Al mismo tiempo se nota cuán pocos sonlos críticos dispuestos a arriesgarse apostando aautores noveles con análisis de fondo; o a estudiar los complejos procesos de formación cultural másque a la formalidad del autor con obras completasselladas por su muerte o por un demorado silenciode otro signo. Muchas fuentes de trabajo conti-núan perpetuándose por la reiteración, por un"nuevo enfoque" (¡otro más!) que a la larga será

    una apostilla al margen de una nota; también por el artículo atento a la última publicación del con-sagrado -merezca ésta o no la siempre alertamirada del seguidor-6.   Antes que abrir el enfoquede lo ya visto y conocido y de trascender el ahinco por la concentración en las figuras estudiadasaisladamente, se agudiza más la búsqueda hastaencontrar la partícula recóndita que justifica otras páginas impresas. Pero lo justifica sólo ante lainstitución que ha montado las reglas del juego,que anima la proliferación de revistas cuya únicarazón de ser es dar cabida a tales hallazgos más que

    a irradiar el conocimiento que a su vez impulseinvestigaciones mayores y de importancia raigal.

    La política de "publicar o perecer", quizá destina-da inicialmente a promover el estudio   y su disemi-nación, sirve frecuentemente como sentencioso findel silencio impreso y cuantificado en los balancesde fin de año. Balance que podría ser más positivoal pluralizar lo leído, al considerar la heterogenei-dad como alternativa a la reincidencia y, ya en otroterreno, como acto de voluntad independiente anteel caciquismo académico que teje sus telarañas conlas tristes recompensas del reconocimiento provi-

    sorio dentro de los clanes respectivos. Respeto,admiración, emulación, identificación, pueden ser  procesos iniciáticos saludables pero no aportannuevas interpretaciones y conocimientos si se ci-ñen estrictamente a lo legado. No es necesariollegar al parricidio, al golpe instantáneo que inau-

    6. Hay pruebas abundantes en las nóminas bibliográficas anuales dePublications of the Modern Language Association of America(PMLA),   en   Hispanic American Periodicals lndex (HAPI)   y en lasselecciones bianuales comentadas en el Handbook of Latin AmericanStudies.   Estas fuentes cubren la necesidad de reiterar excesivos

    listados bibliográficos.

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    gura otra serie de opciones. A) reiterar enfoques eintereses en los mismos textos, figuras, tropos ymecanismos heredados, se va pasando por el tamizmás lento que, recubriendo, alcanza a vaciar losintersticios de cada página de cada epígono: muertelenta que agota a la literatura (y a su desafortuna-do lector profesional)   y   la hace sucumbir bajo el

     peso de voluminosas y concentradas dosis de tedio.Esta no es la tónica   general   que emerge de larevisión del estado de la crítica reciente a la litera-tura hispanoamericana, sino un peligroso y pro- bado síntoma del desperdicio en que pueden caer las prácticas que no se centran esencialmente en la prod ucción de conocimientos desde ópticas reno-vadas por la confluencia de avances teóricos y delecturas no oficializadas por olimpos académicos.Es decir, desde los aportes sustanciales y positivosque se dan en los años sesenta y setenta comoruptura frente a los análisis estilísticos tradiciona-

    les que tienen a uno de sus máximos exponentes enla línea de Amado Alonso. Distanciados, no sincierto (y justificado) temor del sociologísmo, hahabido en amplios sectores una producción mayor sobre los textos y análisis parciales o globales dedeterminadas obras, que sobre los mecanismos deesa misma producción; componente cuya perti-nencia es cuestionada dentro de los marcos forma-les del estudio literario. El estudio de la literaturafantástica y el desmesurado énfasis en el "realismomágico" y "lo real maravilloso" -con diversasnomenclaturas- como categoría genérica más que

    como descripción de un fenómeno esencialmentétemático también ha pasado a una vertiente de balances necesarios   7.

    Como parte del contexto internacional, a partir delos años sesenta también se ha producido en lacrítica latinoamericana una creciente,   y   muchasveces sana, reflexión teórica sobre los textos desdelos fundamentos asentados por el psicoanálisis, elestructuralismo, la semiótica, el deconstruccionis-mo y sus proyecciones; componentes que aún otroshan tomado con una perspectiva marxista paragenerar un análisis cultural más amplio de la pro-

    ducción intelectual. Pero, como en todos los casos,también aquí se han dado los fenómenos de lamoda. Con rigurosa seriedad8,   o con la no menos

    7. Un aporte significativo al tema: Irlemar Chiampi, O  realismomaravilhoso. Forma e ideologia no romance hispano-americano,   SaoPaulo, Perspectiva, 1980. Es importante la lectura que propone AlexisMárquez Rodríguez en  Lo barroco  y   lo rea/-máravil/oso en la obra de

     Alejo Carpentier,   México, Siglo XXI, 1982.

    8. Tres singulares ejemplos que documentan las lecciones bien asi-miladas e integradas de tres aproximaciones fundamentalmente dife-rentes: Germán Leopoldo García,  Macedonio Fernández: La escritu-ra en objeto,  Buenos Aires, Siglo XXI, 1975;Josefina Ludmer,  Onetti:

     Los procesos de construcción del relato,   Buenos Aires, Sudamerica-

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    notoria inclinación por lo lúdico o lo superficial, se publicaron numerosos estudios en que abunda- ban, según los vertiginosos años, las notas a pie de página citando a Barthes o Genette o Greimas oKristeva o Todorov o Lacan o, más recientemente,Bajtine o Jameson, sin que la referencia impactara

    centralmente el análisis del texto pero que sirviera,sin embargo, como llamado de atención sobre elsaber de la actualidad. Pero esas son las páginasque importan menos y que ceden el espacio que lescorresponde a las lecturas críticas que   sí  utilizan elacceso teórico como vía hacia la descripción, eldesmantelamiento y posterior recomposición efec-tiva de los textos literarios hispanoamericanos. Yes en éstos donde se reconoce el ansia por adquirir validez científica en las apreciaciones, por estar central y estratégicamente ubicado en la vanguar-dia de   LA   literatura, abandonando el constreñi-miento de la especificidad latinoamericana. Ha-

    ciéndolo, además, mediante una máxima concen-tración en la narrativa -resultado parcial siquierade las obras mayores del   "boom"    que ingresaronrápidamente al dominio de occidente- más que enla poesía -cuya época de vanguardia adelantó loslineamientos experimentales acusados décadasmás tarde en la ficción- y que sostenía su residen-cia en la lengua castellana. Asimilando, además, enel discurso crítico los argumentos de los propiosnarradores sobre la renovación de las formas, enun aparente amago vanguardista (que con un actode fe en su progreso se distancia de la vanguardia

     poética) que quiere homologar el progreso históri-co con el literario. Al entrar al diálogo de laslenguas se pretendía pasar paulatinamente a launiversalidad de los códigos en que la manifesta-ción de lo literario va cediendo terreno a interro-gantes genésicos previos a toda territorialidad. Enel discurso ahistórico son evidentes las opcionesideológicas en la práctica de la crítica y la docencialiterarias, como también lo son en la otra serie deopciones que se afinca en las ciencias sociales, aligual que en los ensayos que desde las referenciasheterogéneas e híbridas intentan formular lecturasque den cuenta simultáneamente de la especifici-dad literaria y de su encuadre particular. En casosideales, ese diálogo adoptaría la posibilidad de(re)integrarse a la tierra primaria, es decir, a laconsideración de lo específicamente latinoameri-cano.

    Las publicaciones periódicas dedicadas a la litera-tura hispanoamericana cubren una vasta gama deopciones teóricas y críticas que reflejan, tácita o

    na, 1977; George Yudice,   Vicente Huidobro   y   la motivación dellenguaje,  Buenos Aires, Galerna, 1978. Hay, por supuesto, excelentes

    articulos que desarrollan cada una de estas líneas; sólo cito tres libros parciales para no abundar.

    explícitamente, sus propias preferencias e insercio-nes ideológicas. Estas se manifiestan tanto a travésde sus declaraciones de principios como en laselección del material. Sin ánimo alguno de impug-nación y sin pretender que la mención de  algunasrevistas agote el arco que compagina su lectura,

    cabe trazar algunas líneas. Desde   Dispositio   (AnnArbor, Michigan) y   Lexis   (Lima), por ejemplo,con su clara preferencia por análisis semióticos yenfoques teóricos, hasta   Ideologies and Literaturecuyo título también define un programa de acción,y las revistas en las que se privilegia el estudio de lasrelaciones literatura-sociedad, como   Revista decrítica literaria latinoamericana   (Lima),   Hispamé-rica   (Gaithersburg, Maryland),   Escritura   (Cara-cas) y   Texto crítico   (Xalapa, Veracruz), sin queello cancele aportes de otras modalidades del aná-lisis literario, o la revista de política cultural   Puntode vista   (Buenos Aires). Resulta evidente que revis-tas oficiales como   Casa de las Américas, Conjuntoo   Unión   (La Habana) y   Nicaráuac   (Managua),responden a las líneas imperantes en sus marcoseditoriales. Múltiples publicaciones académicas sedefinen como espacios abiertos, la   Revista Ibero-americana   (Pittsburgh, Pennsylvania), entre ellas,si bien hay ciertos énfasis que le otorgan un acentoespecial dentro de esa apertura. Proyectos de am- plia difusión cultural, como   Cuadernos Hispano-americanos   (Madrid), sirven un amplio abanicoinformativo. De otro tenor es una publicacióncomo   Review   (New York) que tiene como meta

    central la difusión de las traducciones de autoreslatinoamericanos al inglés y que se inscribe en losmecanismos de internacionalización de una deter-minada vertiente literaria que parte con los autoresdel   boom   y deriva mayoritariamente hacia aque-llos herederos que pueden suscitar interés en elmercado local. Tendencias similares en la predilec-ción por los reconocidos y por problemáticas quese quieren centralmente textuales, se registran tam- bién en las revistas que no están dedicadas exclusi-vamente a la literatura hispanoamericana, como Books Abroad- World Literature Today   (Norman,Oklahoma),   Modern Languaje Notes   (Baltimore,Maryland),   Hispanic Review   (Philadelphia, Penn-sylvania), o la escasa presencia en   PMLA   (NewYork). En la medida en que se hacen númerosmonográficos dedicados a autores determinados,la selección suele recaer en Borges, Cortázar, Fuen-tes, Rulfo, Paz, entre otros pocos, o sea, en aqué-llos que garantizan la ineludible y aparentementeinagotable atención del profesorad09•   Afortuna-damente, entre otras, las publicaciones de los Se-

    9. La reciente publicación de Hugo Verani,  Octavio Paz: Bibliografia

    crítica,  México, UNAM, 1983, con más de dos mil asientos, es unclaro indicio de esta tendencia.

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    minarios de Poitiers han abierto este registro alestudio meticuloso de las obras de Felisberto Her-nández, Roberto Arlt, Carlos Droguett y AugustoRoa Bastos. Síntoma, de todos modos, de la labor 

     pendiente para rescatar todo lo que precedió aestos nuevos énfasis y para adjudicarles el lugar que les corresponde en la incesante construcción

    de una tradición literaria.

    Tanto los que abogan por la contextualización dela literatura hecha premisa al considerarla comoexpresión de un estado social determinado, comolos que exigen la ausencia de todo lo ajeno a lainternalización del texto, tienen sus propios cana-les de difusión (revistas, voceros privilegiados ysuplentes, encuentros y simposios) a través de loscuales se dirimen las propiedades de los sentidos dela literatura y el papel que ésta ocupa (o no) en elsistema. Resulta particularmente interesante notar que los enfrentamientos se siguen dando a partir deinterpretaciones de las figuras estelares, rotandoen estos casos la focalización y el encuadre generalde cada caso. En última instancia se debate laapropiación de los autores, la significación de lalectura de determinados textos y, a través de ellos yen algunos sectores, lo que esas mismas lecturashacen a la comprensión más amplia del mundo alque remiten. Es decir que las reflexiones teórica ycrítica presuponen una revisión del canon literarioacadémico que ideologiza el mapa latinoamerica-no como actividad que se realiza de este lado detodo enunciado literario. Y es ahora, precisamente

    en estas instancias, que la práctica abandona (¿de- be abandonar?) todo dejo de divertimento casual para ubicar aun el encuentro estético y el regocijode lo lúdico en el espacio del que emerge como tal. No se trata de desplazar ni mucho menos decancelar el placer de la lectura, sino también de ver desde la profesionalización de la actividad críticael sentido del juego, de la risa, de la caricia que sedesborda por las páginas.

    Hasta ahora se han señalado básicamente extre-mos de una actividad que centra su mirada en lostextos literarios como mediatización, filtro o trans-

     parencia de lo referencial, y aquella otra .que en laopacidad de esos textos descubre el sentIdo plenode la producción literaria   10. No resulta difícil de-

    lO. Altos grados de experimentación narrativa han suscitado laatención de numerosos estudiosos de la página literaria recortada a su

     propia medida. Véanse, por ejemplo, las nóminas de trabajos sobreJosé Lezama Lima para citar un altísimo logro literario. Tal línea deanálisis no se cohibe por cierto, ante textos que sugieren lecturasadicionales como se comprueba, por ejemplo, con ocasionales reduc-ciones de Roberto Arlt a sintéticas combinaciones formulaicas. Unejemplo de sólida crítica que acerca/aúna/sugiere/sintetiza diversasetapas de la producción literaria prescindiendo de obvios anaqueles,

    en Saúl Yurkievich,   A través de la trama,   Barcelona,   1984.

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    tectar que entre ambos -y quizá no sean estos los polos absolutos- hay una gama de lecturas prefe-renciales a todo lo largo de este continuo, algunasde las cuales intentan la formulación de organiza-ciones heterogéneas capaces de dar cuenta de lacomplejidad de todo texto literario. Para ello re-sulta particularmente útil partir de formas litera-

    rias avanzadas, no tanto porque la mayor moder-nización teórica sea especialmente apta para lalectura de lo más moderno -prurito éste de la"vanguardia cosmopolita" asumida como actitudo pose- sino porque permite plantear en un pre-sente inmediato los múltiples sentidos de esasavanzadas y de su tecnificaciónll•   Y es nuevamentela historia la que en este caso impone sus condi-ciones.

    La correlación entre el auge de la literatura latino-americana y su aceptación en EE. UU. y Europa en

    los circuitos más amplios de sus respectivas intelec-tualidades ya ha sido amplia y reiteradamentedemostrada. Sin entrar a discutir nuevamente elsentido del   boom   y sus posibles definiciones, sí se

     puede dar por cierto que las vicisitudes de losdebates en torno a Cuba, desde los inicios primave-rales a los cuestiona miento s que surgieron en tor-no al "caso Padilla" y a la desvinculación dealgunos escritores de primera línea del procesorevolucionariol2,   han tenido un impacto notableen este proceso. El exilio de un alto porcentaje decubanos de las capas medias y su incorporación almundo académico estadounidense también ha te-nido vastas repercusiones entre las cuales se hallala nómina misma de los autores estudiados, máxi-me en lo que se refiere a autores cubanos. En estesentido, el arribo de nuevos escritores exiliadosamplía este radio a la vez que reduce a canalessumamente estrechos la información amplia sobrela producción cultural de la isla. El énfasis propor-cionalmente desmesurado en los epígonos de losexiliados -notablemente en Cabrera Infante ySarduy- refleja, al margen de sus indiscutiblesméritos literarios, una opción política que reverbe-ra aun en los análisis de Carpentier (en otro orden

    en los de Lezama Lima) y, por supuesto, en los quecontinúan participando en el proceso revolucio-nario.

    11.   Dos aproximaciones diferentes en Carlos Rincón,  Elcambio en lanoción de literatura,   Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura,   1978;Angel Rama, "La tecnificación narrativa",   Hispamérica,   X,   No.   30(1981),   pp.   29-82.  El creciente interés por Hans Robert Jauss, Wolf-gang Iser   y   la teoría de la recepción es otro indicio de necesidades plurales.

    12.   La discusión del "Caso Padilla" fue publicada en el primer número de la revista  Libre  (París) dirigida por Juan Goytisolo,  (1971),

     pp.  95-145.

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    Que en años recientes el fascismo desatado en elCono Sur haya causado renovados estudios ydebates sobre literatura y exilio, no autoriza lafácil y tendenciosa equiparación de los exilios nilos pronunciamientos de que el exilio se ha trans-formado en tropo literario o en condición reflexiva

    sobre la literatura misma. Si algún fenómeno re-ciente se presta directamente a un análisis del cualno se puede despojar la participación e interven-ción directa de los procesos históricos, es la pro-ducción que surge a partir de condiciones de exilio.Yen esos casos, con una atención pormenorizada alos signos de cada uno de esos exilios y de lascondiciones específicas de las cuales deriva la pági-na literaria. Que el exilio haya servido de tópico para corroborar las apariencias de amplitudes de-mocráticas de algunas publicaciones no significaque éste pueda ser transformado en categoría lite-

    raria ni en etiqueta definitoria de una produccióndeterminada, máxime cuando su pertenencia es ydebe ser remitida a los marcos propios de una

    .eratura nacional.

    Subsiste la problemática que surge al ceñirse es-trechamente a una definición de lo nacional. Estase agudiza aún más al examinar las relaciones dealgunas obras producidas fuera de las fronterascon el   corpus   interno. Esto incluye en condicionesmuy especiales, la producción chicana en sus rela-ciones con la latinoamericana13 ;   en otras, por ejem- plo, la complejidad de la literatura puertorriqueña

    insular y continental ampliamente demostrada enensayos sobre la nacionalidad y en sólidas mues-tras antológicas de poesía y narrativa. Y todo ello bajo las dimensiones de fuerzas hegemónicas queintentan limar (y minar) la diversidad de manifes-taciones culturales particulares y propias de deter-minadas regiones. Que para la creciente oleada deescritores ambientados a los aeropuertos los tras-lados intercontinentales sólo representen saltoscosmopolitas, no cancela su coexistencia con otrasrealidades que siguen amarradas a resabios prehis- pánicos y a la defensa de las voces vencidas. Esta

    heterogeneidad plurivalente también desafía a lacrítica que, a la zaga de un instrumental neutro, seaproxima a cualquier manifestación cultural conigual desenfado descartando la especificidad delobjeto estudiado para obtener resultados inevita- blemente similares. Tal situación subraya la nece-sidad de adecuar con precisión aquellas propuestasteóricas a la especificidad de lo observado, aun

    13. Un manual reciente establece un mapa de la literatura chicanaremitiendo el uso del término a 1848   y   fijando la renovación de sutradición literaria a mediados de los años sesenta. Julio A. Martínez

    and Francisco A. Lomelí. eds.,   Chicano Uterature: A Re(erenceGuide.   Westport. Conn., Greenwood Press. 1985.

    corriendo el riesgo de caer bajo el régimen de laasimilación de propuestas internas al texto y desucumbir a meras iteraciones simpáticas.

    Al hacer una revisión panorámica de los autores ytemas estudiados por la crítica -especialmente la

    que surge de EE.UU., menos preocupada desde sucentralidad por las particularidades nacionales-salta a la vista por contraste una tendencia a laconcentración desmesurada en autores que hancontribuido a la internacionalización de la literatu-ra hispanoamericana. Cuantitativamente hay osci-laciones, pero entre "los contemporáneos" lasobras de Borges, Cortázar, Onetti, Donoso, Var-gas Llosa, García Márquez, Rulfo, Fuentes, Paz,Carpentier, Cabrera Infante, recientemente RoaBastos, siguen encabezando esas nóminas, si bienya es abundante la bibliografía sobre otros autores

    como Puig, Arguedas, Sarduy que desde distintasópticas también han aportado componentes cen-trales a una literatura global que resiste todo inten-to de definición por homogeneidades. La tenden-cia a las grandes figuras y a aquellas que estánindiscutiblemente categorizadas en el canon aca-démico -Martí y Darío, Vallejo, Huidobro y Neruda, para apelar a otra serie literaria- sigueconstante, pero éstas no son vistas globalmentecomo generadoras de modalidades posteriores, a pesar, por ejemplo, de importantes balances críti-cos del modernismo. Ello responde en gran medidaa un reconocimiento de su centralidad literaria, pero también, y ello es particularmente cierto en elestudio de autores recientes, a los aspectos deorganización y politización académica ya nombra-dos al comienzo que derivan en la selección de laslecturas obligatorias, es decir, en la difusión delconocimiento particularizado y frecuentementefragmentario o livianamente unitario. El mapacontinental que surgiría de la cuantificación deestudios distorsionaría la geografía de las cordille-ras y los ríos con países como Argentina, Chile,México y Cuba.

    Lo anterior deviene en varios datos que convieneresumir: se sigue leyendo una literatura de epígo-nos; se plantean cortes temáticos transversales; se

     periodiza con la arbitrariedad de los números y lasedades las generaciones literarias, y se fundanversiones parciales de la producción literaria quetienden a desconocer un factor central: que losrelojes culturales de las diversas regiones y áreaslatinoamericanas no están sincronizados, que és-tos marchan con velocidades diferentes y que la

     producción literaria que se lee de esa marcha es laque corresponde a sus respectivos estadios de desa-

    rrollo. Al optar, por ejemplo, por la experimenta-ción literaria como criterio de selección, quedan

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    fuera vastas regiones cuya respuesta literaria estáadecuadamente servida por las tendencias. que fue-ron abandonadas en zonas cosmopolitas hace va-rias décadas. Al concentrar la lectura en la produc-ción urbana (segmento por cierto válido) se presu- pone una serie de interrogantes sobre el sentido deesa producción desde su grado de diferencia con un

     balance de los textos que constituyen su base local.En la medida en que toda selección supone lacapacidad de ese texto de representar un segmentoque puede excederlo, concentrarse sistemática-mente en sólo algunas de las variantes de la litera-tura hispanoamericana -el embate experimental,

     por ejemplo- contribuye no sólo a una distorsióndel amplio texto literario sino también del mundodel cual surgen esas páginas.

    En términos generales, una opción contraria incor- pora a toda la literatura bajo el rigor ordenador,no del todo inflexible, de la periodización. Si bien

    ésta puede constituir un significativo aporte a unasistematización, igualmente corre el riesgo· de es-quematizar, una vez abordados los puntos de iden-tificación, roce y coincidencia general de los múlti- ples estratos que organizan toda historia, al con-centrarse en las heterogeneidades que configuranun continente que dista de ser unánime. Esquemaque ya debe ser sometido a otros cuestionamientosal comparar, por ejemplo. el estadio de la narrativaen los años 20 y 30 con los avances de la poesía deesos mismos años y, aún más, al alterarse esarelación en las décadas más recientes. Todo lo cual

    subraya la necesidad de dar cuenta de los desfasa- jes de las series literarias y de incorporar unahistoria literaria sólida y orgánica al predio de lacrítica literaria.

    Un afán ordenador de las letras americanas quediera cuenta de sus múltiples facetas produjo va-rios ensayos generacionales. El loable y valiosoe~uerzo de Pedro Henríquez Ureña fue seguidocon otros ajustes por, entre otros, José JuanArrom y Cedomil Goic 14. La necesidad de incorpo-

    14. P~ro Henriq\IICzUreña,   Uterary Currents in Hispank America.Cambridge, MA, Harvard University Press, 1945  (Las corrientesliterarias en la América Hispdnica,   México, FCE, 1949). En otroorden ya había expresado una definitoria coherencia intelectual enSeis ensayos en busca de nuestra expresión,   Buenos Aires, Babel,1928. José Juan Arrom,  Esquema generacional   de las letras hispano-amerkQl1as, 2a ed. rev., Bogotá, Caro y Cuervo, 1977;Cedomil Goie, Historia de ltl noveltl hispanomnericantl,   Valparaíso, Ediciones Uni-versitarias de Valparaíso, 1972. En ~Critica hispanoamericana: Lacuestión del método generacional", M.A. Giella, P. Roster y L.Urbina obtuvieron comentarios y críticas de Goic, Arrom, EnriqueAnderson Imbert, Luis Leal, José Olivio Jiménez, Luis MarioSchneider y Jaime Concha.   Hispamérica,  IX, No. 27 (1980), pp. 47-67(incJiuye bibliografias). Otro intellto de apretada organización enJohn   S o   BrushwoOO, The Spanish American Novel. A Twentieth

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    rar la lectura literaria a un análisis crítico de los procesos históricos de los cuales emergía esa pro-ducción, llevó a Alejandro Losada a plantear es-trategias de investigación que posibilitaran un mo-delo general de periodización de los procesos lite-rarios en América Latina  15.   Para hacerlo resultanecesaria una aproximación interdisciplinaria in-

    tegral ajena a todo tipo de esquematismo quearticule en niveles generales, y luego pormenoriza-dos, la correlación de las formaciones socialescomo condicionantes de toda manifestación litera-ria. Si bien tal aproximación quizá logre dar cuen-ta, por ejemplo, de lineamientos generales frente ala respuesta literaria a la transición que va delestado colonial al surgimiento de las repúblicasliberales, también deberá considerar las variantesen torno al séntido y logro de la modernidad endiferentes regiones y procesos políticos del conti-nente.

    El riesgo de la generalización siempre está presenteen toda apertura y el equilibrio deberá ser estable-cido entre la globalización de los procesos y la precisa puntualización sobre las manifestacionesliterarias que tienden a ser vistas como epifenóme-nos dentro de los someros cuadros nacionales oregionales. Un ejemplo sería el estudio del carácter fundacional del modernismo, no ya en su frag-mentación aislada sino como componente integralde la serie literaria y de la tradición literaria queinaugura.

    Un equilibrio entre estas posibilidades de análisises lo que caracterizó a muchas de las propuestas deAngel Rama en torno al sistema literario y a laejemplificación de algunas propuestas concretas,como lo hiciera al analizar textos de Martí y aDarío dentro de las fuerzas que otorgaron unsentido singular al modernismo, o al perfilar eldebate constante entre internacionalismo y regio-nalismo. El ejemplo no es único, pero sísignificati-vo por la voluntad de integrar los avances de lateoría literaria con una reflexión a fondo sobre lahistoricidad del fenómeno literario; por la tenden-cia abarcadora y la puntualización en determina-

    Century Survey, Austin, University of Texas Press, 1975(La noveltlhispanoamericana del siglo   XX.   Una vista panordmica,   México,FCE, 1984). Apuntes diferentes caracterizan a Carlos Monsiváis,"Proyecto de periodización de historia cultural de México",   Textocrítico,  1, No. 2 (1975), pp. 91-102.

    15. Alejandro Losada, "Bases para un proyecto de una historia socialde la literatura en América Latina (1780-1970)", Revista Iberoameri·cana,   Nos. 114-115(1980), pp. 167-88;~Articulación, periodización ydiferenciación de los procesos literarios en América Latina",   Revistade   crítka literaria latinoamt.>ricana,IX, No. 17 (1983), pp. 7-37(incluye bibliografias. Número monográfico dirigido por Losadasobre "Sociedad y literatura en América latina).

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    dos textos sin escatimar juicios de valor; por lamayor flexibilidad que ofrecía ante posturas in-manentes, por un lado, y ante formulaciones rígi-damente ortodoxas por otrol6•   yque, también esforzoso decirlo en algún momento, por elgenerosocriterio desplegado en la formulación del proyecto

    de la Biblioteca Ayacucho.La pormenorización de numerosos análisis, lascondiciones sociales e históricas fluctuantes o dra-máticamente transformadas, requieren planteosque enfrenten el estudio de la literatura con elinstrumental crítico que la analiza. Se ha mencio-nado antes la apelación de un núcleo de críticos alas propuestas de las diversas variantes del estruc-turalismo y el post-estructuralismo, particular-mente mediante lecturas que prescinden de todomarco de referencia ajeno al lenguaje del texto. Eldiscreto encanto de ciertos modelos de análisistambién radica en su universalidad. Y es precisa-mente ésta la que motiva otro tipo de apuestas enlos ensayos de Fernández Retamar, por ejemplo,cuando aboga por una crítica propia a la literaturalatinoamericana, o en los estudios de FrancoisePérus que proponen un modelo crítico, de valor demostrativo, desde la perspectiva materialistaque sistematiza sus lecturas y que, paradójicamen-te, proponen otro modelo de abstracción al cualintentan responder algunas propuestas de HernánVida}l7.

    Las directrices que se pueden delinear entre nú-cleos o tendencias críticas que se pronuncian por un mayor ahinco teórico y otros cuya predilecciónes historizante siguen siendo provisorias. Sin em- bargo, como lo planteara anteriormente, y subra-

    16. Angel Rama, "Indagación de la ideología en la poesía (Losdípticos seriados de  Versos sencillos  de José Martí)",   Revista Ibero-americana,   Nos. 1l2-IB (1980), pp. 353-400;   Rubén Dario y elmodernismo (Circunstancia socio-económica de un arte americano),Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1970 y su prólogo aPoesias,   Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1977; muy especialmenteTranscultwación narrativa en América Latina,   México, Siglo XXI,1982. En un diálogo lamentablemente trunco, Alejandro Losadasugirió áreas contestatarias en su "La contribución de Angel Rama ala historia social de la literatura latinoamericana",   Casade lasAméri-cas, No. ISO(1985), pp. 44-57.

    17. Roberto Fernández Retamar,   Para una teoría de la literaturahispanoamericana y otras aproximaciones,   La Habana, CuadernosCasa, No. 16, 1975,especialmente, pp. 53-93; Francoise Pérus,   Litera-tura y sociedad en América Latina: El modernismo,  La Habana, Casade las Américas, 1976; Hernán Vidal,   Literatura hispanoamericana eideología liberal: Surgimiento y crisis (Una problemática sobre ladependencia en tomo a lanarrativa del boom),   Buenos Aires, Hispa-mérica, 1976,y Sentido y práctica de la critica literaria socio-histórica:Panfleto para la proposición de una arqueología acotada,   Minnea-

     polis, MN, Institute for the Study of Ideologies and Literature, 1984.En torno a estas lineas son útiles las consideraciones de Rafael

    Gutiérrez Girardot, "Literatura y sociedad",   Texto crítico,  111,No. 8(1977), pp. 3-26.

    yando importantes diferencias en cada uno deestos campos, es factible plantear las diferentesversiones de una misma literatura que puedensurgir desde estas discrepancias. Las fragmenta-ciones responden, siquiera enuna importante di-mensión, a la parcialización de los estudios litera-

    rios y a una especialización excesiva en autores oliteraturas nacionales que dificultan o impiden unavisión de conjunto. Esto se agrava, además, alseleccionar temas aislados y marginales sin incor-

     porarlos al corpus analítico general para otorgar-les desde allí su verdadero sentido. (Dejamos delado, evidentemente, las aún frecuentes páginasque ven a la literatura como estado de ánimo ya lacrítica como representación argumental o mostra-ción de fragmentaciones descriptivas.) En el mejor de los casos, los lectores podrán compaginar esasversiones en una lectura más integral ya que, como

    algunos lo han demostrado, en la medida en quedeterminadas ideologías no intercedan para blo-quear cualquier acceso al texto, una primera ape-lación al instrumental semiótico, por ejemplo, noinvalida una segunda etapa contextual e historicis-taque a su vez explique el funcionamiento de losmecanismos internos a todo texto18•   Tarea éstasumamente difícil para el practicante fiel a laortodoxia, pero factible para los legatarios hetero-dOXOS19.

    Esta compaginación también se halla en análisistemáticos, como lo ha demostrado la renovadaatención al dictador a partir de novelas de GarcíaMárquez, Carpentier y Roa Bastos, entre otros,

     junto a la proliferación de dictaduras reales en losúltimos años. Y también en la revisión de proble-

    18. Puntos de partida que se dan entre otros en: Walter Mignolo,"Semantización de la ficción literaria",   Dispositio,  V-VI, Nos. 15-16(1980-1981), pp. 85-127; Enrique BaUónAguirre, "La escritura poeto-lógica: César Vallejo, cronista",   Lexis,  VI, No. I (1982), pp. 57-98(más que en su  Vallejo como paradigma: Un caso especial de escritura,Lima, Instituto Nacional de Cultura,. 1974);en las variadas lecturas deAna Maria Barrenechea,   Textos hispanoamericanos. De Sarmiento aSarduy,   Caracas, Monte Avila, 1978; en el útil manual de DesiderioBlanco y Raúl Bueno,   Metodologia de análisis semiótico,   Lima,Universidad de Lima, 1980. Una sólida mostración de la confluenciade aproximaciones artificialmente divergentes en Nelson Osorio T.,"Lenguaje narrativo y estructura significativa de  El señor presidentede Asturias",   Escritura,   No. 5-6 (1978), pp. 99-156. Ver tambiénJosefina Ludmer,   "Tres tristes tigres".  Ordenes literarios yjerarqulassociales,   Revista Iberoamericana,   Nos. 108-109(1979), pp. 493-512.

    19. Quizá corresponda situar en esta misma linea, dados sus múltiplesensayos, a Noé Jitrik. Véanse, por ejemplo: El fuego de la especie,Buenos Aires, Siglo XXI, 1971; El no existente caballero (la idea del

     personaje y su evolución en la narrativa latinoamericana),   BuenosAires, Megápolis, 1975; "Entre el Dinero y el Ser. Lectura de El

     juguete rabioso de Roberto Arlt",  Escritura,  1,No. 1(1976), pp. 3-39,incorporada al valioso   La memoria compartida,   Xalapa, UniversidadVeracruzana, 1982. Es otra la "heterodoxia" que caracteriza la tareacritica de David Viñas; también la que muestran criticamente Carlos

    Altamirano y Beatriz Sarlo en  Literatura/Sociedad,   Buenos Aires,Hachette, 1983.

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    mas relacionados con el indigenismo en la zonaandina20   y el bilingüismo en regiones quechua-hablantes yen el Paraguay. Este tema también seremonta a los problemas más recientes de la pro-ducción en exilios no hispanohablantes y aun en países latinoamericanos que reproducen otrosecos. Consideración que va más allá del enfrenta-

    miento con una lengua para anclarse en lasmanifestaciones pluriculturales de productos noheredados en los países originarios. Esta percep-ción promueve, a su vez, nuevas miradas sobre los procesos inmigratorios del siglo XIX frente a losviajes del "gentleman" liberal decimonónico y alexcluido en las décadas recientes por ser un lastreindeseable. Todo lo cual, y sin magia alguna,recoge nuevamente la necesidad de enfoques pluri-valentes para dar cuenta de los complejos procesosque rechazan una sola interpretación y un solocanal de recepción.

    Un proceso no del todo disímil se está dando con lacreciente y merecida atención otorgada al análisisde algunas escritoras hispanoamericanas. De la primera etapa de identificación se ha pasado alcanon de la crítica feminista en rápido decanta-miento y eficaz formación en estos últimos años21•Cambios sociales y la implementación de teoríasadecuadas comienzan a dar cuenta de la especifici-dad de la aún debatida identificación de una "escri-tura femenina". La discusión encuadrada en otrasliteraturas nacionales está siendo trasladada al

    contexto latinoamericano mediante congresos yrevistas especializadas. El énfasis no es meramentecoyuntural; responde a cambios de percepción y ala toma de conciencia del espacio que ocupa lamujer en sus múltiples funciones sociales.

    Otra m~dida de las transformaciones literariasnada coyunturales destinadas a integrar una lectu-ra específica a las exigencias de la historia y del público, se obtiene mediante la consideración de la"liveratura testimonio" -vista antes en un conti-nuo más específicamente político- tal como lo

    20. Antonio Cornejo Polar ha publicado textos medulares sobre estetema. Ver, por ejemplo, "El indigenismo y las literaturas heterogé-neas. Su doble estatuto socio-eultural", en su Sobre literatttraycríticalatinoamericanas,   Caracas, Universidad Central de Venezuela,  1982.La utilísima primera parte de esta colección intenta diseñar el corpussobre el que debería dar razón la crítica literaria latinoamericana. Losotros trabajos sobre indigenismo aquí reunidos complementan   Lanovela peruana: Siete ensayos,   Lima, Horizonte,   1977.   Otra revisiónnacional en Agustín Cueva, "En pos de la historicidad perdida(contribución al debate sobre la literatura indigenista del Ecuador)", Revista de crítica literaria latinoamericana,   Nos. 7-8 (1978),   pp. 23-38.

    21.   Las dimensiones de este proceso se notan en elcaudal informativoy analítico en Lynn Cortina,   Spanish-American Women Writers: A Bibliographical Research Checklist,   New York and London, Gar-

    land,   1983;   caudal que ha arreciado desde esa fecha.

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    desarrollaran de diferentes modos escritores tandisímiles como Rodolfo Walsh y Miguel Barnet ycuyas dimensiones subyacen, por ejemplo, a unade las vertientes de la obra de ElenaPoniatowska.La crítica recién ha iniciado la tarea de interpretar 

     procesos de producción que atraviesan varias cate-gorías formales moldeándolas a su propia necesi-

    dad y semejanza, y de estudiar la alternativa queofrecen estos textos a los rubros oficiales de losgéneros literarios. Se suma a ello la posibilidad dehilvanar esta producción con la transparente inme-diatez que caracteriza a las crónicas de la Colonia:ineludibles apuestas, quizás, a la intervención lite-raria en la organización de mundos que exceden ala palabra.

    La ingerencia de las transformaciones sociales enlos análisis contemporáneos también se registra enla enseñanza del teatro como texto escrito. Es

    necesario subrayar que éste constituye una zonacrítica relativamente "nueva" y que ello condicionaciertas apreciaciones22•   Si bien el teatro parece ser el que menos ha absorbido los planteos teóricosque frecuentan las lecturas de la narrativa y la poesía, las opciones que surgen al enfrentar elteatro burgués y, por ejemplo, el teatro de creacióncolectiva, ya refuerzan los argumentos que abogan por una mayor exploración del instrumental críti-co utilizado hasta la fecha. La oscilación constanteentre representación y lectura obliga a la interac-ción del texto con las condiciones sociales, espe-

    cialmente en casos recientes en que la censura y larepresión se transformaron en partícipes de lacotidianidad teatral ("Teatro abierto" en la Ar-gentina es un caso excepcional).

    La mera enumeración de los múltiples temas y ellistado de autores tratados en los últimos añosescasamente ofrecería un cuadro completo delestado de nuestra disciplina, tareas que ya cum- plen, además, publicaciones especializadas. Si por un lado el volumen de páginas vertidas no garanti-za de por sí un mayor aporte al conocimiento denuestras literaturas, por otro lado corresponde

    señalarlo como indicio de la creciente profesionali-zación de esta tarea. Indudablemente hay páginasfácilmente descartables, pero existe un   corpus   muysignificativo de estudios que atraviesa todo seg-mento de la historia literaria y que se impone comomaterial de consulta obligatoria. Frente a prácti-cas reiterativas y, como se ha señalado, a la insis-

    22. El índice de  Latin American Theater Review  (Lawerence, Kansas) permite constatar estos intentos. Las publicaciones de Girol Books(Ottawa, On1., Canada) ya han comenzado a responder a las exigen-cias académicas.   Conjunto  (La Habana) ya suple un nutrido material

    de información allegado a la política cultural cubana.

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    tencia en un número relativamente reducido deautores, también se han publicado en los últimosaños importantes estudios sobre literatura colo-nial, desde el descubrimiento y constancia de mate-riales abandonados hasta análisis exhaustivos dealgunos cronistas y de selectas figuras insignes del barroc023•   Es difícil determinar si el renovadointerés por la colonia parte de algunas afinidadescon modalidades narrativas contemporáneas -o precisamente de su agotamiento- o si constituyeuna toma de conciencia de la necesidad de explorar meticulosa   y científicamente los orígenes america-nos. Preguntas similares podrían ser formuladas--cabe reconocerlo- en torno a los renovadosdebates sobre las literaturas nacionales; sobre lasculturas mestizas; sobre la ideología que sustenta-ron los intelectuales que participaron en la forma-ción de las repúblicas liberales y en proyectos deformación nacional posteriores; sobre los experi-mentos de la vanguardia poética en sí y  su repercu-sión más reciente; sobre la poesía como ruptura

    23. El interés en Sor Juana se mantiene incesante. A los múltiplesartículos que analizan segmentos parciales de su producción. corres- ponde agregar -para marcar sólo dos Iíneas- la tarea bibliográficade Francisco de la Maza, comp.,   Sor Juana Inés de la Cruz ante lahistoria: Biografías antiguas: La Fama de 1700: noticias de 1667 a

    18Y2,   México, UNAM, 1980; y la monumental y discutida lectura deOctavio Paz.   Sor Juana Inés de la Cruz   o   las trampas de la fe,Barcelona, Seíx Barral. 1982.

    Huamán Poma de Ayala ha sido motivo de un inusitado y sostenidointerés con excelentes resultados en, entre otros, Mercedes López-

    Baralt, "Guamán Poma de Ayala y el arte de la memoria en unacrónica ilustrada del siglo XVII",   Cuadernos Americanos,   No. 224(1979), pp. 119-51. Volúmenes colectivos y números especiales derevistas han contribuido a la difusión de textos que aún aguardananálisis adicionales y al bosquejo de un mapa jurisdiccional proviso-rio. Ver, por ejemplo, Rolena Adorno, ed.,   From Oralto Wrillen Expression: Native Andean Chronic/es ofthe Early Colonial Period,

    Syracuse, NY, Syracuse University Press, 1982; Raquel Chang-Ro-dríguez   et al .. Prosa hispanoamericana virreinal,   Barcelona, Borrás,1978; las memorias del   Congreso Internacional de literatura ibero-

    americana.   Madrid, Centro Iberoamericano de Cooperación, 1978,3vols., dedicado al barroco americano; los Nos. 104-105 de la   Revista

     Iberoamericana   (1978), dedicado a Irving A. Leonard. Es especial-mente loable y útil la publicación de meticulosas ediciones críticascomo la realizada por John V. Murra y Rolena Adorno de FelipeHuamán Poma de Ayala, El primer Nueva corónica y buen Gobierno,

    México, Siglo XXI, 1980,3 vols.

    Es meritoriamente reconocida la contribución de la Biblioteca Ayacu-cho a esta amplia franja de la cultura americana con la publicación devolúmenes dedicados, por orden de publicación, al Inca Garcilaso dela Vega (por Aurelio Miró Quesada); a la literatura del México anti-guo (por Miguel León Portilla); a Juan de Miramontes y Zuázola(por Rodrigo Miró), a la literatura maya (por Mercedes de la Garza);a Francisco López de Gómara (por Jorge Gurria Lacroix); a literaturaguaraní (por Rubén Bareiro Saguier); a la edición de Franklin Peasede Nueva Crónica y Buen Gobierno; a literatura quechua (por Edmundo Bendezú Aybar); a Fray Bernardino de Sahagún (por JoséLuis Martínez); a Juan de Velasco (por Alfredo Pareja Diezcanseco);a Juan Ruiz de Alarcón (por Margit Frenk); a Juan de EspinosaMedrano (por Augusto Tamayo Vargas); a Carlos de Sigüenza yGóngora (por Irving A. Leonard); a Juan del Valle y Caviedes (por Daniel R. Reedy) ya Fray Bartolomé de las Casas (por André Saint-Lu).

    constante ante sí misma; sobre la dispersión de lasvoces   y   los textos a partir de situaciones límitefrente a otras experiencias represivas en las comu-nidades negras, mestizas e indias de diferentesregiones del continente,   y   los más recientes deva-neos sobre la identidad de las comunidades deorigen hispano en Estados Unidos; sobre los calle-

     jones sin salida de ciertos experimentos y sobre losdesfases de la historia y la literatura. La insistenciaen planteos teóricos y en los diversos caminos de lacrítica también indican un sondeo de las gamas delconocimiento que pueden aportar la lingüística, lasemiótica, el deconstruccionismo o la teoría de larecepción, por ejemplo, a la vez que se hace igual-mente insistente la imperiosa necesidad de descar-tarlos clichés del momento que en ciertos tecladosson meros ecos de modas más o menos pasajeras.

    La necesidad de ampliar la definición de literatura,

    o por lo menos de aquéllo que se considera bajo lacompetencia del campo literario, sostenida por unnúcleo importante de críticos, apunta a la escisiónya practicada entre formas literarias "superiores"aceptadas tradicional y estéticamente como tales,   yla literatura popular. También del convencimientode que "superior" y "popular" integran una zonade la cultura que abarca expresiones no-literarias yque permite el acceso a los factores que confirmanque ningún texto es "un ente incomunicado". Elanuario   Studies in Latin American Popular Cul-ture   (Morris, Minnesota - Las Cruces, New Mexi-

    co) ha iniciado la mostración empírica preliminar y, a la vez, ha patrocinado la reflexión teórica a partir de ella24•   La incorporación al ámbito litera-rio del espacio de la cotidianidad puede haber resultado de un enfoque que, siguiendo en losmejores casos a Foucault, opta por estudiar lahistoria intelectual   y   las transformaciones de lasformas de relación intelectuales más que ceñirse ala especificidad del texto literario. Tal opción con-lleva, evidentemente, una carga ideológica a la queno es ajena la interacción   y   alteración mutua del

     producto intelectual y el contexto social. Ello im-

     plica, a su vez, la incorporación definitiva yexplí-cita de la crítica literaria a campos ideológicos delos que ya es parte. La expansión del conceptorestringido de "lo literario", por lo tanto, tambiéndebería constituir un tema de debate sobre estética.Correspondería, además, ubicar el debate junto alanálisis de las relaciones ideológicas entre clasessociales para así precisar las riesgosas ilaciones de

    24. En los tres primeros números (1982-84) se nota un marcadoénfasis en la amplitud abarcada por "lo popular" (fotonovelas y otrasrevistas, cine, afiches, tiras cómicas, música y bailes populares, etc.) yel papel que cumplen estas manifestaciones dentro, y como interpre-tación de, sus respectivas sociedades.

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    los efectos   y   las causas que gobiernan a esos pro-ductos ampliamente literarios.

    Al entrar en crisis la delimitación de los génerostradicionales, al reducir (o será: ¿al ampliar?) elalcance de los productos literarios a un gran textocompaginado por la tradición que define la super-

    vivencia de las páginas clásicas, es posible quetambién se produjera una apertura en otra direc-ción. Cuando se inaugura "Dios   y  Golem, Inc.", aldecir de Wiener; cuando los artefactos literarioscomulgan con otras expresiones de una cibernéticaestelar; cuando las categorías comienzan a ceder sus aristas   y   se ubican bajo el rubro de la "comuni-cación",   y   los experimentos sobre la página ansíanllegar a otras escrituras   y otras lecturas que puedan prescindir de toda tipografía, parece inevitable quetambién se expanda el discurso crítico para mante-ner siquiera una puesta al día aproximada. Cuan-

    do las radionovelas, y las tiras cómicas y los héroesde otros medios incursionan en la "formalidadliteraria", le corresponde al lector pegar el saltohacia los materiales originales, y entonces ya nosólo como tributarios de la "literatura superior"sino como manifestaciones escritas para un públi-co latinoamericano mayoritario.

    Esta actividad puede ser llevada a cabo sin elasti·-zar el canon literario predominante hacia las mani-festaciones de la literatura y de la cultura popular,y sin que este canon deba ser visto necesariamentecomo invariable. Para ello, sin embargo, corres-

     ponden algunas etapas previas y que aun no hanmerecido su debida atención. Entre ellas estíÍ lanecesaria incorporación de literaturas nacionales, particularmente de Centroamérica, cuyo conoci-miento sigue relegado en gran parte a su propiaregión. Si bien las obras de Ernesto Cardenal,Pablo Antonio Cuadra y Sergio Ramírez -paratomar tres ejemplos nicaragüenses-, son conside-radas con mayor detenimiento, los diversos linea-mientos que componen· una literatura étnica ysocialmente diversificada sigue siendo patrimoniode unos pocos fuera del alcance logrado por algu-

    nas publicaciones periódicas25•   Esto reduce, ade-más, la necesidad de interrogar las causas que hanacercado a la narrativa y la poesía en casos como el

    25. Es evidente que razones políticas han incrementado la recienteatención del exterior sobre la literatura centroamericana. Dentro de laregión, sin embargo, persistía desde antes un interés primordial por irradiar un mayor conocimiento de lo propio como definición de lonacional y latinoamericano que se nota en la proliferación de mues-tras antológicas y en trabajos críticos. Dos ejemplos disímiles (tam- bién en sus alientos y anhelos): Jorge Eduardo Arellano,   Panorama dela literatura nicaragüense,   Managua, Nueva Nicaragua, 1982 (la. ed.,1966); Ramón Luis Acevedo,   La novela centroamericana (Desde elPopol- Vuh hasta los umbrales de la novela actual),   Río Piedras,

    Puerto Rico, Editorial Universitaria, 1982.

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    de Nicaragua y Cuba en sus recientes etapas nacio-nales, fenómeno disímil al producido en otrasregiones con proyectos liberales decimonónicos.Tema entre otros, que evidentemente requiere una particularización de los estudios pero siempre den-tro de percepciones latinoamericanas globales queno descartan los diálogos constantes con otras

    culturas.

    Es indiscutible, cabe resumir, que parte del proble-ma radica en los mecanismos propios del merca-deo y la distribución, pero otra parte también seinstala en las opciones de los lectores potencialesque pormenorizan segmentos de "literaturas me-tropolitanas" dentro de América Latina. Sin igno-rar las limitaciones que afectan las tareas críticas,se puede anticipar un mayor desplazamiento haciaautores más recientes, cuya muerte no debe ser elfin anhelado para que sean aceptados como mate-ria de estudio, y hacia aquéllos que sin haber integrado las recientes constelaciones internacio-nales hacen a la significación y al debate interno desus respectivos países y zonas culturales. Compar-to con lean Franco el reconocimiento de la emer-gente crítica feminista basada no sólo en la primeraidentificación de las escritoras, sino también en elanálisis de su producción sobre la base que susten-tan la sociocrítica, el sicoanálisis y los mecanismosque operan dentro de la ideología de los textos,mecanismos que, por cierto, toca analizar en todaescritura. Faltará también hacer aquello que tam- poco está hecho en   estas   páginas: integrar la pro-ducción hispanoamericana con las literaturas delresto de Latinoamérica.

    Indudablemente persistirán las divisiones, las di-cotomías, las lecturas negadas, la firmeza de la fedel creyente, los discursos tautológicos: la miradaen el espejo que pretende ver a otro ante su cara.Resulta difícil, sin embargo, instalarse en los extre-mos. Sin pasar a ver la literatura   sólo   como filtro otransparencia, corresponde verla como mediatiza-ción artística que   también   lleva -más allá de lasfunciones propias del re-conocimiento y el goce

    del texto- a otras miradas sobre lo que alientamás allá y al margen de su presencia literaria. Eneste sentido, la materia que elaboramos es uncaleidoscopio que reorganiza constantemente suscomponentes bajo el signo de la identificación delas partes, con la participación del azar   y  de la vozque lo sostiene, participando en la maravilla (o elterror) de verlo todo desde adentro y saber quetambién puede ser así. Partiendo de los extremostambién es factible la búsqueda de un equilibrio, deun balance entre el análisis propio del texto y susreferentes sin confundir planos ni optar por sólo

    uno de ellos, pues entonces, por un lado se desvir-

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    túa su sentido más abarcador y, por el otro, se hacede la lectura crítica un ejercicío cuyo placer serepliega sobre la misma mano que entreteje arabes-cos, o que apunta hacia la dulce arquitectura de un palacio deshabitado.

    * * *La secta de los monótonos fue motivo de polémi-cas incendiarias y justificación de un duelo invisi- b.le que reconocía a sus contrincantes. Sólo en el paraíso y ante la mente divina Juan de Panonia yAurelíano pudieron comprender que "(el ortodoxoy el hereje, el aborrecedor y el aborrecido, elacusador y la víctima) formaban una sola perso-na". La referencia a "Los teólogos" de Borges2~ noquiere ser sanguinaria, particularmente luego deepisodios de delación y silencios que también con-tribuyeron a otras hogueras. Alude más bien a quedentro ge los espacios que excluyen manifestacio-nes fanáticas y seguras de una verdad única, existela capacidad del diálogo y de búsquedas conjuntas,de opciones en que lo disímil puede servir como plataforma de lanzamiento hacia interpretacionesque, en última instancia, deben barajar un mismo propósito: una mayor y mejor comprensión delsentido total de los textos y una mejor capacidadde aceptación de las reglas que rigen esos sistemasy que, al igual que toda página literaria, debentolerar múltiples y legítimas lecturas.

    26. El aleph,  Buenos Aires, Emecé, 1968, p.   45.

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