Sobre la centralización – Castoriadis

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  • 7/30/2019 Sobre la centralizacin Castoriadis

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    Proletariado y organizacin, 1959,

    Sociali smo o Barb ar ie, Castor iad is

    Centralizacin no significa Comit Central. Centralizacin significa

    que el conjunto de la organizacin funciona aplicando decisiones

    generales a las materias de inters general. Significa que cada

    militante o cada clula no definen de forma independiente su poltica

    de cabo a rabo, sino que los puntos esenciales de esa poltica los

    decide la organizacin en su conjunto. Cosa que, desde luego, no nos

    dice todava nada sobre la manera en que se toman tales decisiones.

    En una organizacin burocrtica, poltica o sindical, al igual que en

    una empresa capitalista, las toma la alta direccin, la cumbre formada

    por jerarcas inamovibles. En una organizacin revolucionaria, como

    un Soviet o un Consejo de empresa, han de ser tomadas por elconjunto de los participantes (democracia directa) y cuando eso no sea

    materialmente posible, por sus delegados elegidos y revocables. Pero

    una Asamblea general que vota, un Consejo de empresa, son

    centralizacin: deciden por todos y sus decisiones son obligatorias

    para la minora.

    El rechazo de la centralizacin pura y simple comprende pues tanto

    el rechazo de la democracia directa como de la democracia del

    Soviet; comprende igualmente el rechazo del principio mayoritario.

    Si en una agrupacin acta cada uno como quiere, sean cuales fueren

    las decisiones de la mayora, es absolutamente intil y estril llamar

    organizacin a esa agrupacin. Una organizacin, como un hombre, se

    define por sus actos; si esos actos no son homogneos habr tantas

    organizaciones como tendencias u opiniones puedan presentarse

    sobre la cuestin debatida, es decir, que equivale a la inexistencia de la

    organizacin. En efecto, si unos militantes se agrupan no es por

    intercambiar argumentaciones; el intercambio de argumentos les sirve

    en cuanto permite llegar a decisiones mejor fundamentadas. Los

    militantes se agrupan para actuar conjuntamente, porque se dancuenta de que slo la accin colectiva es eficaz; y tambin porque

    reconocen un valor prctico a la opinin de los otros. Negar el

    principio de la mayora no es simplemente pulverizar la eficacia de la

    accin colectiva; es dar prueba de un individualismo que desprecia el

    juicio de aquellos con los que se pretende tener, por otra parte, los

    mismos puntos de vista fundamentales; es crear una contradiccin

    insuperable entre lo que se dice de la organizacin revolucionaria y lo

    que se dice de una sociedad proletaria.

    Sin duda, una agrupacin as podra, a falta de otra cosa, ser til en

    cuanto medio para el intercambio de opiniones. Pero sera intil

    esperar de ella que realizase las tareas esenciales de una organizacin

    revolucionaria.

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    Tomemos, por ejemplo, una organizacin que comporte un millar de

    miembros repartidos en diversas empresas y localidades, y que trate

    de publicar un peridico. Cmo y quin tomar las decisiones sobre

    los problemas que estarn presentndose constantemente durante la

    actividad: temas a tratar, orientacin, interpretacin de los

    acontecimientos, eleccin de artculos, colocacin de los mismos,espacio, etc.? Presentar esa decisiones como decisiones

    tcnicas y pretender confiarlas a una secretara de ese

    nombre sera enmascarar los problemas ms graves; no

    sera sino disimular a los ojos de la organizacin la instancia

    que de hecho estara dirigiendo, y se creara un centro

    oculto, incontrolado e irresponsable con la excusa de

    eliminar cualquier centro. Por otra parte es imposible concebir la

    publicacin de un peridico como una actividad absolutamente

    descentralizada; sin duda alguna, slo puede llevarse a cabo con la

    colaboracin ms amplia posible del conjunto de la organizacin; se

    podra lograr la descentralizacin parcial de la redaccin (secciones

    confiadas a grupos locales o de empresa) pero un peridico no es una

    simple suma de secciones que se desinteresan unas de las otras.

    Incluso en un caso tan elemental sera absolutamente necesaria una

    centralizacin, y no habra ms modo de garantizarla que un comit

    de delegados elegidos y revocables de los grupos que constituyen la

    organizacin.

    Problemas de este tipo se presentan ya a escala de treinta individuos;

    los encontramos a cada paso cuando tenemos un centenar; si son ms,

    su solucin es cuestin de vida o muerte para la organizacin. No

    formularlos claramente, no tratar de darles una respuesta tanto real

    como conforme a los principios que dice hacer suyos, significa

    simplemente que no se est planteando seriamente el problema de laorganizacin. Y como de hecho no hay solucin de continuidad en la

    estructura lgica de esos problemas tal y como se presentan ante una

    organizacin revolucionaria y tal y como se presentarn a una

    sociedad socialista, vemos que la actitud comentada, ante la ms

    decisiva de todas las cuestiones, es estril.

    Constatemos solamente que la situacin del movimiento

    revolucionario sera desesperada si se viese reducido a tener que elegirentre la cooperacin espontnea y los aparatos de direccin. Eso

    significara, en efecto, que la burocracia es inevitable en todos los

    terrenos en que la cooperacin espontnea es fsicamente imposible a

    causa de las dimensiones o de la articulacin, en el tiempo o el

    espacio, de las actividades de que se trate.

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    En realidad, el problema fundamental de una organizacin de tipo

    socialista ya se trate de la organizacin de la sociedad, ya de una

    minora de militantes revolucionarios bajo el rgimen de explotacin

    es efectuar el paso de la cooperacin dentro de un taller o una clula

    a la coordinacin de las actividades de conjuntos ms amplios y que

    sobrepasen fatalmente el medio inmediato y la cooperacinelemental. El problema no es simplemente oponer la cooperacin

    espontnea de los obreros al formalismo de las reglas y la inanidad

    de los aparatos de direccin. La misin del proletariado es organizar

    la sociedad de forma socialista all donde por definicin no puede

    existir la cooperacin espontnea. Ese es el terreno en el que vencer

    o fracasar la revolucin socialista. Nuestra tarea, en cuanto

    revolucionarios, es mostrar que es posible una organizacin socialista

    no slo del equipo o del taller, si no de la economa, de la sociedad en

    su conjunto. Y tambin, demostrarlo en la prctica, resolviendo el

    problema de una organizacin que supere el marco del grupo

    elemental y no negndolo.

    Cuando se da a entender que fuera de la cooperacin espontnea no

    existe nada ms que el formalismo de las reglas y la inanidad de los

    aparatos de direccin, se puede creer que se ha llegado al summum

    de la visin revolucionaria, cuando precisamente se ha optado, de

    hecho, por la concepcin ms profundamente burguesa posible.

    Porque, como nadie podra pensar ni por un segundo que lacoordinacin del conjunto de las actividades sociales puede realizarse

    mediante la cooperacin espontnea de cuarenta millones de

    individuos, la nica solucin es precisamente la construccin de un

    aparato burocrtico de direccin. Podra criticarse su inutilidad, o

    deplorar su existencia; pero en ambos casos seran lamentaciones sin

    ningn contenido objetivo. Porque la inevitabilidad de un aparato

    burocrtico de direccin deriva de la manera misma en que se plantea

    el problema, salvo que se pretenda regresar al estado de naturaleza y

    decretar la descomposicin de las sociedades modernas en tribus,

    dentro de las cuales la cooperacin espontnea bastara para resolver

    los problemas.

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    La concepcin socialista es precisamente la opuesta: considera que los

    trabajadores pueden crear, apoyandose en su organizacin elemental

    espontnea y yendo ms all de ella, una estructura que englobe el

    conjunto de la sociedad y sea capaz de dirigirla, una estructura que sea

    precisamente algo distinto de un aparato de direccin separado. Si eso

    no fuera cierto, toda crtica de la burocracia sera mera charlataneramoralizante. Es triste tener que recordar a unos socilogos que toda

    discusin sobre la sociedad presupone que la sociedad existe de

    manera distinta a una yuxtaposicin de grupos elementales y una

    milagrosa coincidencia de cooperaciones espontneas. Es triste tener

    que recordar a unos marxistas que la concepcin socialista consiste

    precisamente en rechazar el dilema tpicamente burgus entre la

    cooperacin espontnea y los aparatos de direccin.

    Ser socialista significa, quizas antes que cualquier otra cosa, rechazar

    la idea de que existe un maleficio en la sociedad y la organizacin

    como tales; rechazar la falsa alternativa de los Molochs burocratizados

    y despersonaliados y las verdaderas relaciones humanas reducidas a

    una decena de personas; creer que est dentro de las posibilidades

    humanas crear instituciones que puedan comprender y dominar, a

    escala de la sociedad entera y la de una organizacin poltica.