sobre GIL

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2 Retratista sin rostro 1 . Es la frase breve pero precisa acuñada por Luis Eduardo Wuffarden para referirse a José Gil de Castro, el artista que dio forma a las efigies de los principales héroes de la Independencia sudamericana, pero que no dejó mayores huellas de sí mismo 2 . Si alguna vez pintó un autorretrato, no ha quedado rastro de ese cuadro, como tampoco reflexiones o memorias que permitan acercarnos a esta figura decisiva en la conformación visual de las revoluciones republicanas y creador de los íconos fundacionales del imaginario político regional. Hasta hoy, su imagen se compone de escasos fragmentos documentales que se refractan a través de los rostros de los personajes que pintó. La investigación realizada como parte del proyecto colectivo que emprendimos en Buenos Aires, Lima, Trujillo y Santiago ha contribuido a sumar algunos hallazgos documentales a las escasas noticias que configuraban la escueta biografía del pintor. Cada uno de esos datos se recoge en la cronología documentada incluida en este tomo, en el marco mayor de informaciones que citan los hechos históri- cos decisivos de su época. Pero los archivos no han permitido completar la información acerca de un personaje del todo esquivo, sobre cuya extraordinaria trayectoria quedan apenas noticias. Reconstruir su biografía exige hilar finamente una diversidad de fuentes parciales y de datos incompletos; obliga además a considerar los diversos ámbitos sociales que determinaron el rango de sus posibilidades. Así lo hacen en este libro Hugo Contreras, al estudiar la comunidad de artesanos y milicianos de la que formó parte en Santiago; Roberto Amigo, quien evalúa su obra en el proceso de militarización impul- sado por la guerra; o Ricardo Kusunoki y Luis Eduardo Wuffarden, quienes exploran los alcances de su aporte a la renovación estética de su tiempo. Este ensayo, en cambio, parte de la propia obra de Gil de Castro, tomando como fuente las firmas del pintor, que abren nuevas perspectivas al estudio de su vida y obra. Ante el silencio documental, las más de ciento treinta firmas que se han podido registrar en sus propios cuadros constituyen indicios importantes para reconstruir los elementos de una biografía que hasta hace poco se veía imposible 3 . Como punto de partida, la cantidad misma puede de por sí tomarse como un elemento significativo. Gil de Castro no dejó una tela sin firmar; las pocas piezas de su mano que hoy carecen de firma parecen haberlas perdido por recortes del soporte o tras reentelados y repin- tes 4 . En el panorama de la pintura colonial y de inicios de la república, es posible decir que produjo el En busca de José Gil de Castro. Rastros de una (auto)biografía Natalia Majluf

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  • 2Retratista sin rostro1. Es la frase breve pero precisa acuada por Luis Eduardo Wuffarden para referirse a Jos Gil de Castro, el artista que dio forma a las efigies de los principales hroes de la Independencia sudamericana, pero que no dej mayores huellas de s mismo2. Si alguna vez pint un autorretrato, no ha quedado rastro de ese cuadro, como tampoco reflexiones o memorias que permitan acercarnos a esta figura decisiva en la conformacin visual de las revoluciones republicanas y creador de los conos fundacionales del imaginario poltico regional. Hasta hoy, su imagen se compone de escasos fragmentos documentales que se refractan a travs de los rostros de los personajes que pint.

    La investigacin realizada como parte del proyecto colectivo que emprendimos en Buenos Aires, Lima, Trujillo y Santiago ha contribuido a sumar algunos hallazgos documentales a las escasas noticias que configuraban la escueta biografa del pintor. Cada uno de esos datos se recoge en la cronologa documentada incluida en este tomo, en el marco mayor de informaciones que citan los hechos histricos decisivos de su poca. Pero los archivos no han permitido completar la informacin acerca de un personaje del todo esquivo, sobre cuya extraordinaria trayectoria quedan apenas noticias. Reconstruir su biografa exige hilar finamente una diversidad de fuentes parciales y de datos incompletos; obliga adems a considerar los diversos mbitos sociales que determinaron el rango de sus posibilidades. As lo hacen en este libro Hugo Contreras, al estudiar la comunidad de artesanos y milicianos de la que form parte en Santiago; Roberto Amigo, quien evala su obra en el proceso de militarizacin impulsado por la guerra; o Ricardo Kusunoki y Luis Eduardo Wuffarden, quienes exploran los alcances de su aporte a la renovacin esttica de su tiempo. Este ensayo, en cambio, parte de la propia obra de Gil de Castro, tomando como fuente las firmas del pintor, que abren nuevas perspectivas al estudio de su vida y obra.

    Ante el silencio documental, las ms de ciento treinta firmas que se han podido registrar en sus propios cuadros constituyen indicios importantes para reconstruir los elementos de una biografa que hasta hace poco se vea imposible3. Como punto de partida, la cantidad misma puede de por s tomarse como un elemento significativo. Gil de Castro no dej una tela sin firmar; las pocas piezas de su mano que hoy carecen de firma parecen haberlas perdido por recortes del soporte o tras reentelados y repintes4. En el panorama de la pintura colonial y de inicios de la repblica, es posible decir que produjo el

    En busca de Jos Gil de Castro. Rastros de una (auto)biografa

    Natalia Majluf

  • 3mayor cuerpo de autgrafos de un artista del periodo en Latinoamrica. Localmente, la prctica de fijar el nombre del creador se haba extendido a partir de mediados del XVIII, principalmente en Lima, en un momento de expansin de la idea moderna de las bellas artes5. En este contexto, las firmas del pintor suponen una clara toma de posicin, de afirmacin del propio oficio, un dato que es indispensable integrar a su biografa. Los calificativos y ttulos con que se describe en esas inscripciones, permiten conocer tanto sus aspiraciones como la imagen de s mismo que busc proyectar.

    Sus firmas no deben comprenderse, sin embargo, como la impronta caligrfica de una personalidad, o la expresin gestual de una idea moderna de subjetividad, algo que est en gran parte ausente tanto de la sensibilidad de su tiempo como del programa de su obra6. Antes que una sea indiciaria, el nombre deletreado en la inscripcin al pie o al reverso de sus pinturas no es sino un elemento ms en la secuencia mayor de un texto informativo, que relata aspectos objetivos y concretos de la trayectoria de sus retratados, as como de su propia carrera y reputacin. Es solo en ese sentido que aparecen, aunque parcial y fragmentariamente, los rastros de una subjetividad esquiva, que conforman una suerte de autorepresentacin del artista y de su lugar en el mundo. De la puesta en contrapunto de esa imagen con la informacin de su momento histrico, emerge quizs algo menos que una verdadera biografa pero sin duda algo ms que el personaje annimo que Gil de Castro ha sido por tanto tiempo. Sigue aqu un recorrido cronolgico, que describe las implicancias del nombre del artista y de su puesta en escena. Insertas en procesos sociales ms amplios, las firmas del pintor de hecho esbozan el perfil de una narrativa biogrfica que sirve de base a los ensayos que se recogen en este libro y a las entradas detalladas de cada obra que conforman el catlogo razonado de la obra.

    Si el asunto en cuestin son las firmas del pintor, entonces es necesario empezar por su nombre. En efecto, en el marco de la sociedad colonial, en que el nacimiento fijaba los grandes rasgos del destino individual, el punto inevitable de partida para su biografa son sus ascendentes. Si bien hoy es extendido conocerlo, sobre todo en el mbito chileno, como el mulato Gil, es claro que el propio artista no habra usado ese trmino para referirse a s mismo, como tampoco parecen haberlo hecho sus contemporneos. Las fuentes mencionan acaso la denominacin pardo libre para designar su estatuto racial, una categora que, sin embargo, es citada por nica vez en su informacin matrimonial. Fuera de esa escueta referencia, sabemos de su origen principalmente a travs de la partida de casamiento de sus padres, en que se nombra a Mariano Carbajal Castro como pardo libre y a Mara Leocadia Morales como negra y esclava. Aunque su madre habra obtenido su libertad poco tiempo antes del nacimiento de Gil, su hermano mayor, Juan Jos, pas su infancia y adolescencia como esclavo. Haba nacido hacia 1776, cuando Mara Leocadia era an de propiedad de Nicolasa Santibez Alzugaray y qued con la familia cuando su madre fue vendida en fecha que desconocemos, antes de 17827. El nio, de apenas seis aos, pas en herencia a Juan Jos Santibez Alzugaray, contador del Tribunal y Audiencia Real de Cuentas, quien a su vez lo hered a su hermana soltera Rosa Mara, con la prevencin de que se le otorgara libertad al momento de su fallecimiento, ocurrido despus de 17918. Era ya libre cuando se cas en 1799 con Paula Cullar, esclava que tambin obtendra su libertad antes del nacimiento de la hija de ambos en 1807. As, aunque nacido libre y con el

  • 4aura de legitimidad que le otorgaba el matrimonio de sus padres, la esclavitud era an un estigma familiar del que Gil de Castro no podra escapar del todo. Los pocos datos que se han podido recoger de su biografa confirman su voluntad de superar y sublimar sus orgenes a travs de un esfuerzo permanente por el reconocimiento social y profesional.

    El deseo de elevar su posicin se revela desde la forma misma de designarse. El pintor se identificar indistintamente utilizando a veces sus nombres de pila Jos Gil y otras su nombre completo Jos Gil de Castro 9. Su familia no parece haber utilizado el primer apellido del padre, que era Carbajal, sino que, por razones que desconocemos, opt por el segundo10. Pero es interesante que, a diferencia de sus familiares, Gil haya introducido la preposicin de antes del apellido, sin duda una estrategia para otorgarse mayor importancia. Fuentes contemporneas refieren ese uso como una afectacin extranjera, para denotar lo distinguido de su alcurnia, sealando precisamente como ejemplo que al llamado Antonio Lpez, cuando pobre y oscuro, se denomine Antonio de Lpez, si llega a juntar algn caudal u obtener un buen empleo11.

    Desde el nombre mismo, entonces, se impone la bsqueda de distincin, que un oficio como el de pintor sin duda ofreca a quienes, como Gil de Castro, intentaban surgir de un entorno familiar an parcialmente sumido en la esclavitud. Todava nio debi ingresar a algn taller limeo, con toda probabilidad, como ha sugerido Luis Eduardo Wuffarden, al de Pedro Daz (act. 17701815)12, destacado pintor y retratista cercano a la corte virreinal, a quien debi asistir por varios aos siguiendo el rgimen regular de enseanza de los oficios. Entre las artes manuales todava conside radas mecnicas, la pintura era probablemente una de las que mayor prestigio alcanzaba en el imaginario colonial, una prctica atractiva para quienes, como Gil de Castro, buscaban en esa pro fesin no solo un medio de subsistencia sino una va para el ascenso social.

    En ese contexto debi aprender tambin a leer y a escribir, un conocimiento que, en el trnsito al siglo XIX, segua siendo el privilegio de unos pocos13. Es posible distinguir en Gil de Castro un afecto particular por la palabra escrita, que se refleja en su vocacin por la caligrafa, aplicada a todo tipo de inscripciones y firmas. En sus obras tempranas esos textos cuidadosamente delineados figuran casi siempre expuestos de forma visible en el anverso. Y aunque en sus obras tardas las inscripciones tienden a pasar al reverso de la tela, como para no perturbar el efecto de ilusin espacial que cobra cada vez mayor importancia en su obra, se hacen entonces incluso ms conspicuas, extensas y cuidadas. Es posible entender ese despliegue textual como algo ms que un alarde de destreza grfica, e incluso pensarlo como una afirmacin de la participacin del pintor en la cultura letrada, parte de un esfuerzo persistente a lo largo de su carrera por aproximarse a mbitos sociales e intelectuales ms elevados.

    En sus obras tempranas, una de las principales formas de forjar esa asociacin fue el uso del latn, el idioma culto del poder colonial, de la Iglesia, la ciencia y la enseanza universitaria. En efecto, en su primera firma conocida, al reverso del Santiago el Menor, del Museo Histrico Nacional de Buenos Aires, obra fechada en 1811, el pintor imprime su nombre en latn: Faciebat Josephus Gil Anno milessimo Octingentesimo desimo primero (fig. 1)14. La frmula lo enlaza con el uso de los pin

  • tores limeos con los que se haba formado o el de sus propios contemporneos, como Pedro Daz o Mariano Carrillo (figs. 23). Si bien tanto la manera de latinizar el nombre como el uso del fecit o faciebat era comn entre los artistas limeos de su generacin15, la escritura del ao en latn era una prctica mucho menos frecuente, una en la que Gil de Castro insistir de forma recurrente a lo largo de la dcada de 1810. Los latinismos eran una forma evidente de asociar a los pintores con las artes liberales, parte de una vieja lucha que libraron para elevar el estatuto de su prctica por encima de los oficios.

    Pero la idea acerca de la liberalidad de la pintura encontraba obstculos insalvables en los prejuicios en que se fundaban las jerarquas estamentales de la sociedad colonial. En una carta publicada en el Mercurio Peruano en 1794, en que precisamente se esbozaba una reflexin acerca de la divisin tnica del pas, Francisco de Paula de la Mata Linares sealaba el estigma que an implicaba el trabajo manual, prejuicio que tena la conseqencia tan perjudicial de haber hecho despreciables las Artes, de tal modo que raro Europeo, y menos Criollos honrados, son los que se determinan a seguir ninguna de estas profesiones estimables. Y cerraba el argumento aclarando que, como ellas son precisas, se desempean por la plebe...16. En efecto, todo indica que, al igual que Gil de Castro, la mayor parte de los pintores importantes activos en Lima en este periodo fueron de origen negro o indgena. Julin Jayo (act. 17701811) proceda de una familia de caciques indgenas de Lurn y Pachacamac en las afueras de Lima17 y el trujillano Jos Joaqun Bermejo era de ascendencia afroperuana, como tambin pudiera haberlo sido Pedro Daz. En esto Lima se diferenciaba claramente de Mxico, donde la mayor

    Fig. 1Reflectografa infrarroja del reverso de Santiago el Menor tomada en el IIPCUNSAM, Buenos Aires (n. 1)Imagen: Daniel Saulino

    Fig. 2Pedro DazAmbrosio OHiggins, virrey del Per, detalle de la firmaLima, 1798leo sobre tela, 215 x 135 cm.Museo Nacional de Arqueologa, Antropologa e Historia del Per

    Fig. 3Mariano CarrilloMatas de Querejazu, detalle de la firmaLima, 1814leo sobre tela, 206 x 130 cm.Casa de Ejercicios de Santa Rosa de Lima, Lima

  • 6parte de los pintores ms destacados eran espaoles o pasaban por serlo18. Hacia la dcada de 1790, sin embargo, el arribo de los artistas peninsulares Matas Maestro y Jos del Pozo vendra a transformar el ambiente artstico de la capital peruana. Como portadores de un lenguaje cosmopolita elaborado en clara relacin con las elites, ambos ocuparon un lugar privilegiado, llegando a desplazar, al menos simblicamente, a los pintores locales19. Quizs no se haya recalcado lo suficiente las implicancias sociales que pudo tener esa esttica en el contexto limeo. Es indudable, tanto por el hecho excepcional de tratarse de pintores espaoles, como por su clara vinculacin con los crculos ilustrados de la capital, que su presencia demarcaba, por oposicin, un espacio aristocrtico frente a los pintores procedentes de la plebe.

    No sera improbable que el impacto de los nuevos actores y las diferencias sociales que pusieron en evidencia hayan generado en Gil de Castro la percepcin de que existan en Lima claras limitaciones para el desarrollo de su carrera, lo que posiblemente afect su decisin de dejar el Per. Podra incluso especularse si acaso la resolucin arriesgada de pasar a un territorio en guerra como era Chile en 1813 no haya tenido que ver con alguna expectativa respecto de las posibilidades que el nuevo rgimen republicano pudiera quizs abrirle20. Lo cierto es que no debi encontrar en Santiago un sistema demasiado distinto al que haba conocido en Lima, salvo por el hecho de que all, ante la ausencia de retratistas de igual importancia, s podra ocupar el lugar privilegiado de primer pintor de la ciudad21.

    Su rpido ascenso y la gran cantidad de encargos que recibi al llegar a Chile es el mejor indicio del vaco que vena a llenar. Es gracias al prestigio que alcanz tempranamente en Santiago, que en noviembre de 1816 fue llamado como perito por parte de Juana Martnez Jaraquemada, viuda del oidor Francisco Cisternas, para que diera opinin respecto de un retrato de su marido, sobre el cual se haba generado una disputa con la viuda del pintor Joaqun Mesas. Es significativo que la solicitante exigiera que proceda a la tasacin, sin admitirle escusa ni pretesto, por la notoria carencia de peritos en esta facultad. Si bien Gil de Castro se exime de opinar por no tener elementos de juicio sobre el asunto en cuestin que era el parecido del retrato, no deja de sealar que la comitente fall al no haverse puesto en un facultativo del arte pintoresco22. En la rebuscada forma de referirse a su oficio es posible vislumbrar tanto el aura de exclusividad como el halo intelectual que Gil intentaba asignar a la prctica de la pintura.

    En este documento, por lo dems uno de los pocos manuscritos que conocemos de su mano, el pintor se identifica como D.n Jos Gil natural de la Ciudad de los Reyes, Capitn de Milicias disciplinadas de la Ciudad de Trujillo, y agregado al Cuerpo de Yngenieros; Retratista, Pintor (fig. 4). Si bien haca tiempo que el uso del don se haba generalizado ms all de las elites, formalmente permaneca como una prerrogativa de las clases altas, tanto que el derecho a usarlo fue materia de una autorizacin expresa acordada en marzo de 1814 por el gobierno revolucionario como distincin a los artesanos pardos que integraban el batalln de Infantes de la Patria23. El que preceda aqu el nombre del pintor solo confirma la consideracin que esperaba merecer. El ttulo de capitn miliciano no ha podido verificarse ante la falta de documentacin, por lo que no podemos saber si, en efecto,

  • 7 Fig. 4Informe de Jos Gil de Castro en la causa seguida por Mara Josefa Rondn, viuda del maestro Joaqun Mesas, con doa Juana Martnez Jaraquemada por el cobro de pesos

    1816ANH, fondo Capitana General, vol. 58, f. 104.

  • 8antes de su paso a Chile alcanz a vivir un tiempo en Trujillo, de donde proceda su padre24. Cierta o no, la apelacin al cargo de capitn evoca el prestigio que se asociaba a esos cuerpos y las prerrogativas legales y simblicas como el fuero militar y el derecho a uso del uniforme, que otorgaban a los afrodescendientes25. La mencin a la ciudad nortea es tambin significativa, pues por entonces acoga una activa comunidad de artistas de origen pardo plenamente integrada a la ciudad letrada colonial. Figuras como el msico Jos Onofre de la Cadena o el alarife Evaristo Noriega, han dejado evidencia de una activa participacin en debates tericos informados por las ideas estticas ms recientes26.

    Su identificacin en este documento fija as dos de los elementos recurrentes de la imagen que Gil proyecta de s mismo: el cargo militar y el arte de retratista, incluso antes que el de pintor. En este sentido, es interesante que en 1814, al poco tiempo de establecerse en Santiago, firmara una pequea pintura religiosa (n. 13) a devocin de Juan Francisco Cifuentes, identificndose como el Retratista Jos Gil de Castro (fig. 5). Tambin usar esa denominacin en otras pinturas devocionales por la misma poca, sin duda porque ese nfasis permita elevarlo por encima de los modestos pintores de imgenes populares para acercarlo, por asociacin, a las clases ms altas de la sociedad de su tiempo. Desde la perspectiva de la tradicin limea, de la que proceda, el retrato era efectivamente un gnero ostentoso y de gran aparato, producido para el entorno de la corte virreinal y los crculos aristocr ticos de la capital. Desde la mirada chilena, era tambin un gnero que Gil de Castro estaba por entonces contribuyendo a imponer en una ciudad como Santiago, que buscaba afianzar su posicin emergente mirando hacia los modelos impuestos en Lima. No es casual que figure como Limeo, retratista en la lista del gremio de pintores de la capital chilena en mayo de 1817, una designacin que seala claramente lo excepcional que poda resultar su especializacin27. A diferencia de Europa, en que el retrato haba ocupado un lugar secundario frente a la pintura de historia28, en el rea andina parece haber alcanzado un prestigio especial, probablemente porque era el gnero pictrico ms ntimamente relacionado con el concepto de mimesis, que a fines del siglo XVIII no solo constitua la mxima aspiracin de los pintores locales en busca de renovacin, sino que empezaba a convertirse en un tpico reiterado de la cultura letrada29. Es claramente en torno a estas diversas asociaciones del gnero que Gil de Castro proyectar su identidad de pintor y cifrar, adems, sus aspiraciones de ascenso social.

    En efecto, en el corto pero intenso periodo de la Reconquista espaola, entre fines de 1814 e inicios de 1817, Gil de Castro haba ganado preeminencia como el pintor de eleccin de las familias identificadas con las ideas monrquicas. Sus retratos de Fernando VII, de la aristocracia chilena y de algunos de los ms conspicuos funcionarios realistas, sealan no tanto una posicin personal como la causa a la que, inevitablemente y de diversas formas, debi servir en ese momento poltico. Sus firmas por esos aos, todas revestidas de un aura de antiguo rgimen, reafirman la preferencia por los latinismos faciebat Josephus Gil (n. 1); fecit me Jos Gil de Castro (n. 2); Me faciebat Josephus Gil (n. 14) o incluso Me pingebat Jos Gil (n. 11), que se extienden a las fechas de los cuadros, tambin escritas, junto a la firma, en latn (fig. 6).

  • La victoria patriota en Chacabuco en febrero de 1817 sellara el final definitivo del viejo orden y abrira una nueva etapa en el proceso revolucionario de la regin. Santiago sera, en los aos si guientes, el centro efectivo a donde confluiran las principales fuerzas de la causa de la Independencia. Con las tropas de Jos de San Martn se estableceran entonces en Santiago los altos oficiales procedentes del Ro de la Plata, un grupo significativo de corsarios y militares britnicos y franceses, as como diplomticos, comerciantes y polticos de distintos puntos. As, el mismo ao en que firmaba su ltimo retrato de Fernando VII, Gil de Castro empezaba la gran serie lienzos dedicados a San Martn, su crculo ms cercano y, poco despus, a las figuras preeminentes del nuevo Estado independiente de Chile.

    Ese radical cambio de suerte en la poltica regional no tendra un efecto inmediato en la obra del pintor. Sus firmas, al menos, mantienen las formas precedentes. En 1819, aludiendo al momento poltico, bajo el nombre de Isabel Riquelme, madre de Bernardo OHiggins, agregara Anno Lib[ert]atis 1819 (n. 67). Luego, en un claro alarde de erudicin y de patriotismo, un ao ms tarde firma los retratos de cuerpo entero de Bernardo OHiggins y de Ramn Freire, sin duda sus obras ms ambiciosas hasta esa fecha, con la frase Fecit Josef Gil, in Civit.e St.i Jacobi Chilenensi / Anno Domini 1820 (ns. 7374)30. El cambio se hace sentir solo en 1821, ao que parece marcar un punto de quiebre en la trayectoria de Gil. Es el momento en que abandona definitivamente los latinismos para adoptar el castellano, una decisin que sin duda lo afilia a las ideas modernizadoras en auge desde fines del siglo XVIII, que haban promovido el uso de las lenguas vernculas31. Es tambin el ao en que su firma pasa del simple faciebat o fecit trminos que reducen la firma a la verificacin de autora, a frmulas ms narrativas, que remiten a la figura del artista, como si el pintor hubiese adquirido la preeminencia de sus retratados. Gil parece tomar entonces conciencia del lugar que cobraba el retrato en esta nueva coyuntura, as como de su propio papel en la construccin de la memoria del proceso de la Inde pendencia y de la formacin nacional. Es interesante que una de las primeras obras en que se define el cambio sea el pequeo retrato de OHiggins (n. 89), que lleva al pie una nueva frmula

    Fig. 5Virgen del Carmen con el Nio, detalle del reverso (n. 13)Santiago, 1814leo sobre tela, 59,5 x 44,5 cm.Coleccin particular, Santiago

    Fig. 6Jos Raymundo Nepomuceno de Figueroa y Araoz, detalle de la firma (n. 27)Santiago, 1816leo sobre tela, 135,5 x 100,5 cm.Coleccin particular, Santiago

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    autogrfica, casi tan extensa como la relacin de mritos del retratado: Lo retrat fielm.te el Cap.n de exto Jos Gil, 2. Cosmografo, miembro de la mesa Topographica, y Antigrafista del Supremo Director: Ao de 1821 (fig. 7).

    Entre todos estos cargos, el nico que ha podido ser documentado es el de capitn de fusileros que le haba sido acordado en Santiago a fines de 1817 en el batalln de Infantes de la Patria, cuerpo compuesto por pardos libres que, como ha sealado Hugo Contreras, oscil entre fuerza miliciana y fija hasta su gradual disolucin en los primeros aos republicanos. En el momento en que firmaba el retrato de OHiggins, el batalln pareca an mantener la promesa de inclusin para los afrodescendientes chilenos32, pero ofreca tambin acercar a los artesanos pardos de Santiago a la esfera discursiva de la nacin, que surga claramente envuelta en trminos castrenses33. Es posible imaginar en este punto a Gil de Castro vestido de uniforme, como emulando a los oficiales que le haba correspondido retratar. El traje militar, que haba sido un elemento de distincin entre los milicianos coloniales, debi adquirir en estos tiempos de guerra un sentido adicional de prestigio y de lealtad patritica, con los que Gil de Castro escoge en adelante fijar reiteradamente a travs de sus firmas su propia imagen.

    Los ttulos de cosmgrafo y miembro de la mesa topogrfica que figuran en la firma del retrato de OHiggins parecen, en cambio, no tener otro sustento que las declaraciones del propio artista. Si bien el cosmgrafo mayor era una figura rectora del campo cientfico en el Per y tena una clara presencia pblica a travs de los almanaques que aparecan bajo su nombre, no hay registro de que el cargo haya existido en Chile colonial, o incluso en los primeros aos republicanos34. Tampoco se constituy una mesa topogrfica antes de los intentos por elaborar una cartografa del territorio chileno hacia 1823, cuando Gil de Castro se encontraba ya establecido en Lima35. El cuerpo de ingenieros militares que form Joseph Bacler dAlbe por encargo de Jos de San Martn entre 1818 y 1824 desarroll sus trabajos siguiendo la ruta de diversas comisiones entre Santa Fe, Quillota, Lima y otros puntos, por lo que es poco probable que haya tenido contacto sostenido con el pintor, residente por entonces entre Santiago y Lima36. De otro lado, el depsito topogrfico integrado por Clemente Althaus y Santiago Ballarna, que OHiggins incorpor al Estado Mayor del ejrcito en 1820, era un cuerpo de oficiales, que Gil de Castro podra haber integrado nicamente desde alguna posicin asistencial37. Esa posibilidad se vera confirmada por un comentario del franciscano Jos Mara Bazaguchiasca, profesor en la Academia de San Luis y uno de los tempranos promotores de los estudios geogrficos en

    Fig. 7Bernardo OHiggins, detalle de la cartela (n. 89)Santiago, 1821leo sobre madera, 44 x 34,6 cm.Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago

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    Chile, quien, como veremos, asigna tambin esos ttulos a Gil38. Su testimonio es clave ante la falta de otros indicios que permitan confirmar la participacin del pintor en trabajos cartogrficos39 que, al igual que la ingeniera otra disciplina a la que el pintor apela recurrentemente, era un conocimiento asociado a la astronoma y las matemticas, estudios que Gil de Castro no pudo emprender al margen de una carrera universitaria40. De cualquier forma, el que esos ttulos se consignen al pie de una figura de autoridad como OHiggins implica que contaban con aval oficial o, ms probablemente, con la condescendencia personal del presidente.

    Cierta cercana entre ambos queda insinuada en el gesto de firmar como Antigrafista del Supremo Director, un ttulo crucial para comprender tanto las aspiraciones de Gil de Castro como las ideas estticas de su tiempo. El trmino no es comn en la literatura de la poca, aunque tuviera cierta pre sencia como sinnimo de diseo en algunos tratados europeos del siglo XVI. En castellano se relaciona ms bien a la paleografa y a la transcripcin de manuscritos, lo que corresponde a la pericia caligrfica de Gil41. Pero su uso parece haber estado ligado en realidad de forma ms amplia a la nocin de copia. Antonio de Nebrija defini al antigraphus como el que dibuja sacando de otra cosa42, lo que lo asocia a la transcripcin e imitacin. Esa definicin abarca, por extensin, tambin al retrato, un gnero que, tanto en la tradicin europea como en los rastros que quedan del discurso artstico colonial, lleg a ser el paradigma de la veracidad y de la mimesis. El propio Gil recurre insistentemente a las frmulas lo retrat fielmente o lo deline fielmente, un uso que busca afirmar el mrito del pintor sobre la perfeccin de la semblanza (fig. 8).

    Esta intuicin se ve confirmada por un texto clave, el extenso comentario que Bazagu chiasca, patriota decidido desde los primeros tiempos de la Patria Vieja, dedica en 1820 a la efigie de Antonio Esquivel pintada pstumamente por Gil de Castro y hoy perdida43. El franciscano inicia su explicacin evocando el decreto por el que se le requiere un informe acerca de la historia de este antigraphio44, refirindose precisamente a la obra de Gil, lo que fija claramente la expresin como sinnimo de retrato y aclara el uso que de l hace el pintor. Todo indica que no solo ese trmino, sino incluso la frmula misma de la firma al pie del pequeo retrato de OHiggins, estn inspiradas en Bazaguchiasca, quien se refiere a Gil de Castro precisamente como Capitan, segundo Cosmographo, y miembro de la mesa Topographica de este Estado, insigne antigraphista en grande, autor de admirables obras, que tenemos suyas, fuera de las que han caminado la Europa, entre las quales se merezen singulares elogios los retratos de nuestro nclito General el Seor San Martn, el Reconquistador, el Libertador de Chile 45. La plena coincidencia en los ttulos y designaciones con la firma de Gil, permite entonces comprender el cambio en la autorrepresentacin del pintor como efecto directo del texto de Bazaguchiasca, quizs el nico elogio escrito y pblico que haya merecido en vida. De diversas formas, el reconocimiento que significaba la discusin de su obra en el marco de un libro erudito tena claras implicancias sociales para un pintor que buscaba trascender los lmites de su oficio como prctica artesanal.

    Pero, a diferencia de los reclamos en torno a la nobleza de la pintura en los crculos ilustrados limeos, que la relacionaban con la retrica y con las artes liberales, parece imponerse aqu una voca

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    cin distinta, que la acerca ms bien al aura de la tcnica y de las ciencias. La educacin prctica fue, en efecto, un eje central de las ideas educativas de la ilustracin espaola y la que mayor impacto ejerci en la renovacin ideolgica de Chile46. Las artes mecnicas, volcadas a la produccin, haban formado la base de la Academia de San Luis, establecida en Santiago en 1797 bajo el impulso de Manuel de Salas, institucin que introdujo una nueva idea utilitaria del dibujo a una propuesta curricular bsicamente fundada en la enseanza de materias como la aritmtica y la geometra47. La misma frmula sustentara el proyecto ms amplio del Instituto Nacional, que encarn la propuesta educativa del gobierno revolucionario al momento en que Gil de Castro llegaba a Chile. El aula de dibujo, entonces regentada por el calgrafo Jos Gutirrez quien se haba formado con Martn de Petris en la Academia de San Luis48, se incorporaba as a una nueva concepcin de la educacin superior que no tena antecedentes precisos en el contexto conservador del que proceda el pintor49. Como ha sealado Claudio Gutirrez, esa educacin prctica estuvo, adems, marcada por una vocacin democrtica e inclusiva, que pudo engarzar fcilmente con las ideas que acom paaron la renovacin ideolgica en el proceso de la Independencia50. As, la asociacin con las ciencias tiles permita a Gil de Castro insertar la prctica de la pintura en la esfera discursiva del pensamiento republicano.

    Si ciertos indicios parecen sealar una mirada al futuro poltico, otros tienen claras reminiscencias de antiguo rgimen. El uso del prefijo proto o protho para calificar sus ttulos de antigrafista o retratista, buscaba ubicarlo en un lugar principal del campo artstico. El trmino deriva sin duda del ttulo de protomdico, que era otorgado a quienes integraban el prestigioso Tribunal del Proto medicato, formado por examinadores que calificaban a quienes aspiraban a ejercer la medicina. Es muy posible adems que, a travs de este recurso, Gil de Castro haya buscado tambin asociarse de alguna forma al reconocimiento alcanzado por uno de los afroperuanos de mayor prestigio cientfico y social en la capital peruana, el mdico y escritor Jos Manuel Valds (17671843), quien a inicios de siglo ya haba merecido el ttulo de doctor por la Universidad de San Marcos y la admisin a la Real Academia de Medicina de Madrid, logros sin precedentes en la historia colonial, que debieron tener gran impacto entre la poblacin afrodescendiente de Lima. As, el mrito del pintor se convierte en un ttulo, que remite a la ideologa corporativa que rega la sociedad colonial, antes incluso que a una nocin moderna de vala y superacin personal. Al momento de dejar el Per debi parecer difcil afirmar su supremaca frente a la intensa competencia de su ciudad natal; una dcada despus, el reconocimiento alcanzado en su patria adoptiva le permita imaginarse, no sin cierta arrogancia, como el primer pintor de Chile, el artista preeminente del pas, y el fundador de la pintura republicana.

    Es con esos ttulos que emprende el regreso a Lima en 1822, siguiendo el camino abierto por San Martn y la Expedicin Libertadora. Poco antes de su partida, el 28 de febrero, firmaba en Santiago el retrato del comerciante espaol Manuel de Tablas con el ttulo de Cosmgrapho, y Protho-Antigraphista del Per, la primera vez que sus firmas hacen referencia a su pas (n. 97), sin duda una seal de que haba tomado ya la decisin de volver. Sus estrechos vnculos con San Martn, entonces Protector del Per, le permitieron acceder rpidamente a los crculos patriotas de la capital. En julio

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    de ese ao, precisamente, firmaba con nuevos ttulos el retrato de cuerpo entero de Micaela Echevarra, esposa de Jos Bernardo de Tagle, quien ejerca en ausencia de San Martn el cargo de Supremo Delegado: Prof. Jos Gil Cap.an de Ynfantera de exto. Miembro de la mesa Topographica y Proto Retra-tista de la Repblica de Chile (n. 99)51.

    La identificacin con Chile se reitera en adelante en muchos de los cuadros que firma en el Per, como una forma de remarcar entre sus compatriotas el xito alcanzado en Santiago, lo que sin duda contribuy a que se le conociera en ciertos crculos como el chileno, tanto por su procedencia reciente, como tambin por sus vnculos con los altos mandos de la Expedicin Libertadora52. Es importante sealar, sin embargo, que esas identificaciones no pueden interpretarse como seas de identidad nacional, un concepto que por entonces apenas empezaba a definirse. Cuando pas a Chile en 1813 Gil de Castro se haba trasladado de una unidad administrativa del imperio espaol a otra; a su regreso al Per en 1822, en cambio, pasaba de una nacin independiente a un territorio que se proyectaba hacia la formacin nacional, pero cuyo futuro poltico era an incierto. En esa transicin entre regmenes polticos y formas administrativas, la idea de nacin era todava un concepto ligado a bases contractuales, y no a las consideraciones tnicas o culturales que el romanticismo introducira al discurso nacionalista dcadas despus53. Es probable entonces que el apego que Gil de Castro tena a su ciudad natal o a su patria adoptiva no haya supuesto en este momento un sentido tan ntido de lealtad con imaginarios ms amplios, lo cual explica la facilidad con que altern hasta el final las seas de su pertenencia entre Chile y Per.

    En el marco de esas naciones emergentes, el pintor adopta otros trminos de identificacin, como el de ciudadano, que asume para s por la misma poca, al firmar el retrato de Tagle como: El Ciudadano Jos Gil, C[ap].n de Exto. Cosmographo, y Protho Antigraphista (n. 98). Es significativo que haya aparecido primero precisamente en el retrato de Jos Mara de Rozas que Gil firma como el Ciudadano Jos Gil, Cap.n de exto, y Protho-Antigraphista, & el ao de 1821. y 3. la Yndependencia del Estado (n. 90), uno de los autores de la Constitucin chilena de 1818, que consagraba los principios democrticos y cvicos de la nueva repblica. La expresin se haba extendido rpidamente en el discurso poltico en el proceso de la Independencia, al asociarse tanto a la nueva comunidad imaginada formada por la nacin, como al concepto moderno de libertad poltica, que la haca contraria a la idea de vasallaje. Las nociones de chileno o peruano no eran entonces necesariamente sinnimas de ciudadano, dado que ese trmino implicaba un estatuto diferenciado e incluso superior. En efecto, la constitucin chilena de 1822 impona lmites a la ciudadana como lo hara la del Per de 1823, que defina al ciudadano como peruano, casado o mayor de veinticinco aos, alfabeto, profesional, propietario, u ocupado en alguna industria til, sin sujecin a otro en clase de sirviente o jornalero. Si bien el concepto se imbricaba en el nuevo ideal igualitario, defina al mismo tiempo elementos de distincin, que separaban al ciudadano de los sectores ms bajos de la sociedad54. En tiempos en que la independencia peruana an no estaba asegurada, su uso implicaba una clara toma de partido por los ideales republicanos, aunque no sera contradictorio que, en el nuevo espacio poltico, un artista de la procedencia de Gil de Castro pudiera al mismo tiempo asumirlo como un sello de honor y posicin.

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    Esa preocupacin permanente por su estatuto social se verifica en el ttulo de profesor, que Gil esgrime por primera vez en el retrato de Micaela Echevarra de Tagle y que continuar usando a lo largo de su carrera. Haba sido empleado desde fines del XVIII por los artistas hispanoamericanos para remarcar sus pretensiones acerca de la dignidad del oficio de pintor, incluso en lugares como el Per, en que no exista ni atisbo de un contexto acadmico que justificara su uso55. Paula Mues ha demostrado que desde mediados del XVIII los artistas mexicanos fueron abandonando la designacin de maestro a favor de la de profesor, como parte de una apuesta por distanciarse de la actividad gremial en pos del estatuto acadmico56. Es significativo que, de la misma forma, Gil de Castro nunca se haya referido a s mismo como maestro, y que el trmino figure asociado a su nombre en muy escasas ocasiones, como en las cuentas de la cofrada de la Virgen de Chiquinquir de Lima. Su autodesignacin como profesor, sin embargo, parece tener nicamente un sentido honorfico, dado que no hay evidencia alguna que permita asociarlo a la enseanza. Al momento de su regreso al Per solo exista en Lima un aula de dibujo en la Academia de San Fernando, que fue regentada desde su fundacin en 1818 por el pintor e ilustrador quiteo Francisco Javier Corts, hasta el momento de su fallecimiento en 1839.

    No sera el nico ttulo que Gil de Castro se asignara gratuitamente. Es posible que tampoco haya tenido mayor sustento su afirmacin de pertenecer a la Legin de Mrito de Chile, ttulo reservado por lo general a los oficiales del ms alto rango, que figura por nica vez al pie del retrato de Jos Mara Egsquiza y Aristizbal, firmado como Cap.n de exto. Mienbro de la mesa Topographica, Mienbro de la Legin de Mrito y Protho-Retratista de la Repblica de Chile, & (n. 103). Es significativo que su propia afirmacin sea el nico indicio de que hubiera merecido esa distincin, como tambin lo es que figure al pie de un retrato pintado en Lima hacia 1823, cuando se encontraba ya lejos de los crculos oficiales chilenos57.

    En Lima asume tambin otro cargo improbable al firmar el retrato del teniente coronel Francisco de Paula Echage y Anda (n. 107) como el Ciudadano Jos Gil, Cap.n de Yngenieros del Per, y Pro -tho-Antigraphista, &&& (fig. 8). Es fcil comprobar que no figura en ninguna de las listas de revista del cuerpo de ingenieros del Per entre 1823 y 1825, como sera de esperar de quien no form parte del ejrcito veterano58. Aunque en realidad no es del todo improbable que haya jugado algn papel

    Fig. 8Francisco de Paula Echage y Anda, reverso (n. 107)Santiago, ca.18231824leo sobre tela, 111 x 84 cm.Coleccin particular, Santiago

    Fig. 9Charles Turner, grabador, segn Jos Gil de CastroSimn Bolvar, detalleLondres, 1 de mayo de 1827Mezzotinta, 58 x 34 cm. Fundacin Boulton, Caracas

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    asistencial en los trabajos de ingeniera que por entonces lideraron Clemente Althaus ingeniero que bien pudo conocer en Chile y Jos Ignacio de Molina, lo cierto es que solo usa esa designacin en un cuadro pintado en Santiago, lejos del Per y de quienes lo pudieran haber impugnado. En el mismo sentido, resulta revelador que el ttulo cambie luego al de Yndividuo del Cuerpo de Yngenieros y Proto-Retratista de la Republica de Chile. &.a, con que firma en 1826 el retrato de Jos Jernimo Rodrguez Nez (n. 122), en momentos en que se encontraba ya establecido en el Per y no era probable que el ttulo asumido pudiera ser cuestionado59.

    El retorno definitivo a Lima hacia inicios de 1825 ubicara a Gil de Castro en una situacin por dems compleja frente a un escenario poltico que se haca drsticamente distinto tras las victorias de Junn y Ayacucho. Para quien alcanz fama como retratista bajo la proteccin del crculo de San Martn, el ascenso de Bolvar implicaba un tablero de juego completamente nuevo y posiblemente adverso. No sorprende entonces que en 1825 firme el retrato de Mariano Necochea haciendo alarde precisamente de su relacin con Bolvar: En Lima por Jos Gil 1 Ret.a de S. E. el Libert.r 1825 (n. 119). Evoca aqu la idea del pintor de cmara, ya presente en su identificacin con OHiggins, que luego habra de reiterar en varios retratos de inicios de la dcada de 1830, que firma de forma genrica como Primer Retratista de Cmara (n. 127) o, alternativamente, Primer Retratista de Cmara de la Rep-blica de Chile (n. 131). Dems est decir que se trata de un cargo inexistente en la estructura administrativa del Estado republicano, y que su uso remite ms bien a la figura del pintor cortesano de antiguo rgimen, en que el artista se prestigia por asociacin con las figuras del poder (figs. 11, 13).

    Es as que, en el momento en que la fama de Bolvar alcanzaba su punto culminante, Gil de Castro pona una de sus firmas ms sucintas y abreviadas En Lima. Por Gil. precisamente al pie del gran retrato de cuerpo entero del Libertador. Se trata solo de una aparente discrecin. En realidad, es de por s interesante que esa firma figure en el anverso del cuadro en un momento en que sola colocar la firma y dems inscripciones al reverso de sus telas. Su nombre, adems, sobresale en el marco de una composicin en extremo austera y despojada. La propia ubicacin sobre el borde inferior izquierdo recuerda la usual posicin del crdito del creador al pie de los grabados, como de hecho figurara de idntica forma Painted by En Lima: Por Gil en la estampa del cuadro burilada en Londres poco despus por el famoso grabador britnico Charles Turner, responsable de algunas

    Fig. 10Simn Bolvar, detalle del reverso (n. 111)Lima, ca. setiembre de 1823 octubre de 1825leo sobre tela, 65,5 x 51 cm.Museo de Arte de Lima2006.13.1

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    de las imgenes emblemticas de grandes hroes como Lord Nelson y Napolen (fig. 9). Es como si el pintor prefigurara la reproduccin de su obra a travs del grabado y buscara asegurar por ese medio la difusin de su propio nombre. Exista el precedente de los grabados de San Martn y de OHiggins mandados hacer en 1821 a Robert Cooper en Londres por Antonio lvarez Condarco sobre la base de los retratos de Gil60. Frente a una figura como Bolvar, el pintor poda suponer con certeza que su obra sera copiada y multiplicada y as, tambin su nombre, mucho ms all de las fronteras de Chile o del Per.

    Pero su fama no parece haberse extendido a partir de este punto tanto como las imgenes que cre, si bien queda registro acerca de la conciencia que tuvo de su lugar en las grandes transformaciones del periodo. En 1833 firma el retrato de Josefa Mayo de Montani como Profesor, Jos Gil 1 Retratista de la Repblica (n. 129), una frmula que sugiere en simultneo tanto la prioridad esttica de Gil frente a los pintores de su tiempo como su papel fundador como el primer pintor republicano. Sin embargo, es evidente que a lo largo de la dcada de 1830 no solo disminuy su produccin sino tambin la visibilidad pblica de sus encargos. De cierta forma, ese retraimiento se deja ver en la ubicacin de su autgrafo a partir de 1824, momento en que pasa con mayor frecuencia al reverso (figs. 1114). Firma entonces sus retratos burgueses sin ms ttulos que su propio nombre, reducido a la frmula abreviada de Jos Gil (n. 123). En lo que posiblemente sea el ltimo cuadro que ejecuta, su nombre se reduce an ms, limitndose a las iniciales P. J. G. con que firma el retrato de Jos de la Cruz Palma en 1837 (fig. 14). Esa brevedad podra interpretarse alternativamente como una sea del amplio reconocimiento que haba alcanzado su nombre o como la mejor prueba de que el pintor haba perdido ya la conviccin de pasar a la historia, de trascender las limitaciones impuestas por las rgidas jerarquas que, contra el discurso igualitario que voceaba, la sociedad republicana haba heredado del antiguo rgimen61.

    En retrospectiva, es en efecto posible interpretar tambin esa firma como un anuncio del anonimato en que caera el pintor. Todo indica que en los ltimos aos de su vida habra empezado a quedar relegado frente al surgimiento de una nueva sensibilidad esttica, surgida con la llegada de artistas y obras europeas. Ricardo Kusunoki ha dado cuenta de esa transformacin del campo artstico, del que quedaran definitivamente marginados los pintores locales62. El modelo cosmopolita se instal en las esferas ms altas de la sociedad criolla y la pintura dej de ser en adelante y hasta hoy una profesin plebeya63. Basta comprobar los ascendentes de Francisco Laso, Ignacio Merino, Luis Montero y Federico Torrico, por mencionar algunos nombres, o sealar el hecho de que no exista registro de un solo pintor afrodescendiente o indgena reconocido en Chile ni en Per en las dcadas que siguieron a la muerte de Gil64. Desde esa distancia social entre generaciones y lenguajes estticos, era imposible concebir cualquier sugerencia de filiacin que permitiera vindicar las tradiciones artsticas coloniales.

    Es necesario detenerse en este punto para reflexionar acerca de la relacin entre el pintor y sus comitentes. La proximidad fsica la intimidad incluso que exige el acto de retratar parecera establecer para el pintor posibilidades importantes de dilogo y relacionamiento con las clases sociales y polticas ms elevadas. No es un dato menor el que hayan posado directamente para Gil de Castro los diri

  • Fig. 11Manuel Larenas, reverso (n. 127)Lima, 1829leo sobre tela, 83 x 63 cm.Museo Histrico Nacional, Santiago3186

    Fig. 12Cosme Pacheco, reverso (n. 135)Lima, setiembre de 1831leo sobre tela, 73,2 x 61 cm.Coleccin particular, Lima

    Fig. 13Jos Braulio del Camporredondo, detalle del reverso (n. 132)Lima, 18311833leo sobre tela, 107,3 x 83 cm.Museo Nacional de Arqueologa, Antropologa e Historia del Per, Lima

    Fig. 14Jos de la Cruz Palma, reverso (n. 155)Lima, 1837leo sobre tela, 60,2 x 43,5 cm.Familia Arias Ponce, Lima

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    gentes, presidentes y altos rangos militares de al menos cuatro de las nuevas naciones de Amrica del Sur. Su historia pstuma revela, sin embargo, que esas relaciones tenan lmites claros. Susan DeansSmith ha sealado la posicin profundamente ambigua de los pintores mexicanos de fines del XVIII, quienes rara vez alcanzaban a formar plenamente parte del mundo de sus comitentes65. Es un hecho que el retrato era en este periodo en s mismo una prerrogativa de las elites. Sera posible imaginar entonces al retratista como una figura privilegiada en el marco de una relacin de servicio, en que la intimidad no alcanza a borrar las jerarquas y distancias que separan a los diversos estamentos sociales.

    Es sintomtico que el fallecimiento del principal pintor de los hroes de la Independencia sudamericana no haya merecido un obituario o siquiera una simple mencin en los peridicos, ni que sea posible hallar referencia alguna a su nombre en las dcadas siguientes. La fortuna crtica de Gil, que Laura Malosetti recorre en su ensayo en esta publicacin, refiere la historia de un olvido casi sistemtico a lo largo del siglo XIX, que sera parcialmente revertido desde una mirada historicista y erudita medio siglo despus de su fallecimiento. Resulta evidente que, en el campo de la pintura, como en tantos otros, la promesa igualitaria que anunciaba el rgimen republicano no se llegara a cumplir. Muchas de las ms tempranas referencias al pintor, en efecto, dejan traslucir la evidencia de viejos prejuicios. Benjamn Vicua Mackenna no dud en calificar un error en una de las inscripciones del pintor el de declarar reino a la ciudad de Santiago como cosa de negros66. Luego, la alusin a la tintura de dibujo del negro Jil, como lo llam Manuel Blanco Cuartn en 1887, equiparara la supuesta pobreza de su calidad pictrica con el color de su piel67. El que an hoy sea usual referirse al artista como el mulato Gil dice de la discriminacin que rigi en la sociedad de su tiempo y que ti el imaginario de las generaciones siguientes68.

    Su estatuto racial, silenciado y rara vez mencionado en las fuentes es, al final de cuentas, el asunto que contribuye a comprender la forma en que sus firmas perfilan no tanto lo que fue, sino lo que quiso y no alcanz a ser. Son precisamente esos autgrafos los que le permiten afirmar su identidad en los trminos abstractos de la inscripcin textual, una opcin que elude el autorretrato propiamente, un gnero que supona poner en imagen precisamente aquello que cancelaba sus aspiraciones: su apariencia fsica, el color de su piel69. Pintarse a s mismo, nos recuerda Joseph Leo Koerner, supone ubicarse tanto como un sujeto que observa como el que es observado70. En una sociedad marcada por el racismo, en que la mirada se concibe como un instrumento activo en la definicin de categoras tnicas, el autorretrato de un pintor pardo se convierte en un gnero particularmente sensible71. Por ello, en su neutralidad, la enumeracin textual de ttulos y mritos en sus pinturas asegura la memoria de su nombre en el plano hipottico de una sociedad sin diferencias, ese ideal democrtico que las revoluciones de la Independencia quizs no lograron realizar, pero que sin duda permitieron primero imaginar.

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    1 Wuffarden 1988.

    2 Maritegui (1981, 5758) pens encontrar un autorretrato del pintor en la figura de uno de los ngeles que rodea a Nuestra Seora de los Dolores (n. 18), aunque no hay elementos que sustenten esa hiptesis.

    3 Maritegui elabor una primera, aunque necesariamente incompleta, lista de autgrafos del pintor. Ibd., 5455.

    4 Maritegui anot lo mismo, sugiriendo que los cuadros que no tenan firma la habran perdido. Ibd., 54.

    5 Para una breve discusin de firmas de artistas cuzqueos vase Mesa y Gisbert 1982, I, 261; II, s.p. Sobre la problemtica de las firmas vase el nmero especial de Revue de lArt 26 (1974); para Amrica vase Wilmerding 2003 y Bargellini 2006.

    6 Sobre la firma en el sistema esttico modernista vase el captulo Gesture and Signature: Semiurgy in Contemporary Art, en Baudrillard 1981, 102ss.

    7 Las fuentes de esta informacin estn consignadas en la cronologa que se incluye en esta publicacin.

    8 Testamento de Juan Jos Santibaez y Alzugaray, Lima, 20 de mayo de 1791. AGN, Lima, Protocolos Notariales, Pablo Saavedra, n. 937, 17891793, ff. 255v256r; testamento de Rosa Mara Santibaez y Alzugaray, Lima, 4 de noviembre de 1791. Ibd., ff. 336r338r.

    9 Usa los dos nombres por igual, incluso en el mismo ao.

    10 La partida de defuncin de su madre, Mara Leocadia Morales, se refiere a ella como viuda de Mariano Cantos [sic]. Vase AAL, Santa Ana, Defunciones, 18251838, f. 212v.

    11 Salv 1839, 256.

    12 Vanse Wuffarden 2006 y Wuffarden, Eisner y Marte 2012, 21ss.

    13 Segn Macera menos del 20% de los nios en Lima reciban instruccin primaria. Vase Noticias sobre la enseanza elemental en el Per durante el coloniaje, en Macera 1977, II, 258.

    14 Aunque la pintura pueda llegar a ser una atribucin problemtica, la firma es incuestionablemente de su mano. Vase Amigo y Barrio 2012 y la entrada de Wuffarden en este catlogo (n. 1).

    15 La diferencia de tiempos entre las dos frmulas debi ser para esta poca una convencin, que haba perdido ya significacin. Sobre la distincin y sus orgenes en Plinio vase Juen 1974, 2730.

    16 Mata Linares 1794, 264265.

    17 Adanaqu 1993.

    18 DeansSmith 2009, 47.

    19 Kusunoki 2006a.

    20 Adems del generalizado discurso igualitario, el bando patriota hizo promesas a los esclavos que casi siempre quedaran incumplidas. Vanse Meisel 2005 y Contreras 2011, 72.

    21 Son pocas las obras que han podido ser atribuidas hasta el momento a artistas contemporneos activos en Santiago como Jos Gutirrez, Jos Mena o Joaqun Mesas. Rodrguez 1989 recoge importantes noticias acerca de los artistas activos en Chile en este periodo.

    22 Vase la transcripcin de este documento al final de este tomo.

    23 Contreras 2011, 71. Vase tambin su ensayo en esta publicacin.

    24 La investigacin realizada en el Archivo Departamental de La Libertad no permiti ubicar informacin relacionada con el pintor. No pudimos investigar en los archivos eclesisticos por falta de autorizacin.

    25 Contreras 2011; Solano 2012; Solano y Flrez 2012. Ziga (2006, 124ss.), citando el caso de Gil de Castro, seala los lmites que los prejuicios tnicos imponan a las milicias de pardos.

    26 Estenssoro 2001.

    27 Vase la cronologa de la vida del artista incluida en este tomo.

    28 Vase el estudio acerca de las teoras europeas del retrato en Pommier 1998.

    29 Kusunoki 2010.

    30 Fuera de esas dos obras solo vuelve a firmar as el retrato doble de los esposos OvalleUrriola (ns. 7778).

    31 Vase Lenguaje y modernismo peruano del siglo XVIII en Macera 1977, II, 977.

    32 Contreras 2011.

    33 Valenzuela 2011.

    34 Carlos A. Lozier, llegado a Chile a fines de 1822 (tras la partida de Gil de Castro), figura al ao siguiente como cosmgrafo de Chile en el departamento de artes del Instituto Nacional. Vase Egaa 1823, 109.

    35 Egaa 1823, 104; Rosenblitt y Sanhueza 2010, xv.

    36 Puigmal 2005, 2122.

    37 Varas 1870, 8889.

    38 Roberto Lagos, cit. en Iturriaga 2010, 97.

    39 De hecho no ha sido posible hasta el momento identificar su mano en ningn plano de la poca.

    40 Cmara 2005.

    41 Alonso 1958, I, 386.

    42 Aparece as en Nebrija 1560 y Nebrija 1792, 26. Figura tambin la voz antigra-phia como dibujo sacado de otra cosa.

    43 Vase en este libro la entrada sobre el retrato de Esquivel por Ricardo Kusunoki (n. 161).

    44 Bazaguchiasca 1820, 185.

    45 Ibd., 187.

    46 Es evidente la circulacin de textos como el Discurso sobre la educacin popular de los artesanos y su fomento, de Pedro Rodrguez de Campomanes (1775), que ponan particular nfasis en esas materias.

    47 Pereira 1965, 179ss.

    48 Pereira 1965, 325; Rodrguez 1989, 366.

    49 Silva 1953.

    50 Gutirrez 2011, 2122.

    51 Si bien es evidente que esa firma ha sido retocada, no hay razn para dudar de que responde al tenor del texto original.

    52 Vase la carta del coronel Juan Jos Santana al general Toms de Heres, Chuquisaca, 19 de noviembre de 1825. Documento citado por Malosetti en la ficha sobre los retratos de Bolvar (ns. 116117).

    53 Chiaramonte 2004.

    54 Aljovn 2009.

    55 Wuffarden 2006, 122, cita el expediente presentado en 1789 por un grupo de

    pintores de Lima para solicitar exclusividad para la tasacin de obras de arte. Sobre el uso de este ttulo entre los pintores novohispanos vase Mues 2002, 39, 288; DeansSmith 2009, 49.

    56 Mues 2008, 27, 266ss.

    57 El pintor no figura en el detallado listado de personas que integraron la Legin de Mrito incluido en Egaa 1823, 117ss. Vase una evaluacin distinta de este asunto en Contreras, en este tomo.

    58 Vase CDIP 1972, VI, vol. 6, 235239; 339.

    59 De hecho firma tambin en Lima como Cap.n del Cuerpo de Yngenieros de la Republica de Chile el retrato de Jos Braulio del Camporredondo en 1831 (n. 132).

    60 Carril 1971, 54.

    61 Aunque la esclavitud fue abolida formalmente en Chile en 1823, en el Per no sera sino hasta 1854 que quedara finalmente proscrita. Pero incluso despus de la abolicin de la esclavitud persistieron los antiguos prejuicios. Sobre este tema vanse las visiones historiogrficas contrastadas de Feli 1973 y Aguirre 1993.

    62 Kusunoki 2009.

    63 Majluf 1995, I, 70ss.

    64 Sera posible sealar solo a Pancho Fierro, pero su trabajo como acuarelista se asociaba a los gneros menores, en nada comparables con el prestigio de la pintura.

    65 DeansSmith 2009, 48.

    66 Vicua 1873, 32.

    67 Blanco 1887, [3]. Vase tambin el ensayo de Malosetti en esta publicacin.

    68 Ziga 2006, 126.

    69 Podra incluso especularse que este factor explique la virtual ausencia de retratos de pintores en el mbito sudamericano, a diferencia de Mxico, donde el gnero parece haber alcanzado cierta difusin por la misma poca. Vase Mues 2008, 32ss.

    70 Koerner 1993, 9.

    71 La enorme literatura sobre la mirada en la construccin racial, en gran parte rastreable a los escritos fundamentales de Franz Fanon, resulta demasiado extensa como para referirla en una breve nota.