Sobre el oficio del escritor

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S So ob br re e e el l o of fi ic ci io o d de el l e es sc cr ri it t o or r Concurso de microrrelatos Fundación Pública Gallega Camilo José Cela

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Concurso de microrrelatos de la Fundación Pública Gallega Camilo Josñe Cela. Trabajos ganadores en la primera y segunda edición (2012 y 2013)

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Camilo José Cela

©Fundación Pública Gallega Camilo José Cela.

Edita: Fundación Pública Gallega Camilo José Cela.c/Sta. María, 22. Iria Flavia. 15917. Padrón. A Coruña.

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La Fundación Pública Gallega Camilo JoséCela tiene como objetivos fundacionales el“promover el estudio de la obra de CamiloJosé Cela y conservar su patrimonio cultural,humano y aún anecdótico, procurando exten-der el conocimiento general de dicha obra ypatrimonio, así como de todas aquellas activi-dades dirigidas al fomento de la cultura”.Desde hace dos años y teniendo en mente

estos objetivos, nos decidimos a crear el Concurso de microrrela-tos de la Fundación como homenaje a Camilo José Cela y su obra,vinculando un concurso de creación literaria en pequeño formatoa los arranques de las obras más emblemáticas de CJC.Comenzamos en el año 2011 con La colmena y en este 2013hemos continuado con La familia de Pascual Duarte. Tras esta IIedición y ante su elevada participación – se han recibido más de600 microrrelatos – apostamos por mantener este concurso enaños venideros con el objetivo de que se convierta en un referenteen el panorama de los certámenes literarios en español y comouna plataforma internacional de difusión de la figura y de la obrade Camilo José Cela.

Covadonga Rodríguez del CorralSubdirectora

(Directora-Gerente en funciones)

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PRESENTACIÓNCONCURSO DE MICRORRELATOS

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Quizás el oficio del escritor sea, como ninguno, una reiterada ypermanente expresión de humildad. De una humildad difícil demantener, por pública, dolorosa de sentir, por espectacular, y siem-pre en equilibrio sobre la cuerda floja que cruza, por los aires, lahonda sima donde todo fariseísmo anida.La humildad, cierto es, pierde su propia sustancia, su esencia másfragante, al conocerla; pero no tiene nombre y vaga por los espa-cios huérfanos, al ignorarla.Saberse humilde no es sentirse, soterradamente, soberbio, aunquesaberse soberbio y dechado de toda imperfección sea la primeramuestra y la más delicada de la humildad.El escritor hace sus números en la plazuela, como los payasos po-bres; trabaja al aire libre de todas las miradas impacientes, de todoslos recelos desatados, antes todas las buenas y las malas uvas delcaminante que se para a mirar.El escritor canta igual que canta –a la puerta del mercado, a la sa-lida de misa de doce, al oído del niño que acaban de bautizar- elpajarito retinto que tiene un violín en la garganta y las alas corta-das, y un miedo delicado que se expresa tan sólo con el mirar.Y como el pájaro retinto –el jilguero, el verderol, la calandria-, elescritor canta su propia alma, su mismo dolor, su inmensa y sobre-cogedora soledad. Todas las voces son buenas si entran a su tiempo y acarician –altiempo de la caricia- al oído. Todas las voces son buenas, bien mi-rado, si es bueno el oído que las recibe. No está el color en la paletadel artista, sino en los ojos del contemplador.Los oficios –el oficio del leñador y del vaquero, el del calafate y eldel escritor, el del pastor que chifla en su silbo de caña y el delmarinero que iza sus velas sobre la mar incierta y tenebrosa- estánhenchidos de misterio, lastrados con la arena solemne del dolor,marcados con la aguda punta de la navaja del tiempo, ese hierrocruel que no perdona.

Sobre el oficio del escritor

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Y el oficiante –el pastor y el marinero, el leñador que lleva en suhacha el perfume del sándalo herido y el vaquero que arrea ganadobravo por la cañada que no tiene fin, el escritor y el carpintero debarcos- se guarda bajo siete llaves su dolor y su misterio, y sonríecon las sonrisa humilde del mártir que duda de la fecundidad desu martirologio.Quizá nada más bello puede haber que el dar la razón al que latiene. Por ser una la razón no es patrimonio de nadie, como elcolor del cielo, o mirando las cosas desde el otro lado, es patrimo-nio de todos, igual que el agua fresca de la fuente.Profesión, gallarda y alta profesión de humildad hace el escritorque mira su propio desacierto como a un objeto familiar y coti-diano: el frasco de la tinta, la fotografía que sólo él sabe lo quesignifica, el tímido manojo de guisantes de olor que lo ven escribir–aromáticos y recoletos- desde una esquina cualquiera de la mesa.En su oficio, el oficio que él mismo eligió, entre la larga lista de losoficios, sin que nadie le empujara, sin que ninguna voz le soplaraal oído: por ahí debes marchar; sin que ninguna le asiese de lamano para enseñarle el camino.De muy poco vale, quizá de nada, incluso, creerse dueño de larazón o propietario de la verdad, cuando la razón, en una finta, enun esguince airoso, con un gracioso y desorientador mohín, nosenseña, a cada instante, una verdad tan nueva como ignorada, tandelicada y bella como incierta y misteriosa.Ha de acumularse mucho dolor, se han de desandar muchas leguasde pasos ya andados, ha de mirarse atrás mil y mil veces, para quela sonrisa vuelva a cobrar la honestidad que perdió en la adoles-cencia, en el desierto o en el jardín de la adolescencia.Y habrá de hacerse con sencilla humildad, como el caballero queentrega una limosna de rodillas al romero leproso que quiere lavarsu lepra en el último monasterio de todos los confines, para queno se rompa ese último y delgado hilo por el que la razón, todavía

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y como por elegante caridad, nos nutre.Y porque al escritor no le duelen prendas, entona, con la humildadque su oficio requiere, el mea culpa. Y escribe esta epístola sobresu oficio. Esta epístola que, a lo mejor, entiende algún amigo, qui-zás algún médico amigo, ¡quién lo sabe!

Camilo José Cela

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NO PERDAMOSLA PERSPECTIVA...

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PRIMER PREMIO 2011CONCURSO DE MICRORRELATOS

No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo. Es loúnico importante. Doña Rosa va y viene por entre las mesas delCafé. Anda despistada, chocando con las sillas, derramando elcontenido de los vasos sobre los clientes, sin importarle que seenfaden y la insulten.Pero hoy no le afectan las injurias. Es toda una mezcla de euforiay nervios; una bomba explosiva. Está que no cabe en sí de gozoy júbilo.La culpa de esta inquietud la tiene una llamada, tan ansiada comotemida. Era temprano cuando le anunciaron el regreso de su hijo.La alegría inicial dio paso a una amargura contenida. Después laincertidumbre se apoderó de su corazón.Doña Rosa tiene motivos para temer que Augusto vuelva. Se pre-gunta si habrá merecido la pena esta larga espera, las noches de in-somnio y tantas lágrimas derramadas. Quien podría asegurarle quesu hijo no la iba a decepcionar.Doña Rosa suspira y pasa el paño por el mostrador, rememorandoaquel hijo que abandonó su casa con ganas de triunfar. Aquel chi-quillo optimista con planes de futuro.–Seré arquitecto o ingeniero –prometió mientras se despedía.Al principio escribía contando su vida. Pero las cartas cesaron y elsilencio y la incertidumbre se apoderaron del corazón de la madre.Ella indagó, quiso saber acerca del paradero de su hijo y llamó amuchas puertas.Así se enteró de sus fracasos, sus noches de juerga, sus deudas yque había sido encarcelado por robar.Arturo está a punto de entrar por la puerta, ha cumplido su con-dena. Mientras ella se pregunta si conseguirá reconocer en esa per-sona al hijo que se fue.

Christian Espadas Ruiz

El regreso

INFA

NTIL

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SEGUNDO PREMIO 2011CONCURSO DE MICRORRELATOS

No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es loúnico importante. Doña Rosa va y viene por entre las mesas delCafé aburrida y enfadada, como toda la ciudad.Una niña y su panda de amigos y amigas no sabían qué hacer, puescada vez la gente discutía más. Cansados de tanta discusión, hi-cieron una pócima de un color azul celeste; Claudia, que así se lla-maba la niña, se la dio a un señor y al instante estaba ayudando acruzar la calle a una anciana. Hicieron lo mismo con toda la ciudady así, ésta, ya no volvió a ser un temor para pueblos y localidadescercanas.

Adriana Torija Palacios

Felicidad envasada

INFA

NTIL

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No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es loúnico importante. Doña Rosa va y viene por entre las mesas delCafé Gavilán, esperando a Don Pablo. Ambos están preocupadospor su hija, Carla, que este trimestre no ha sacado más que suspen-sos. Lo único que hace es preocuparse por la ropa. Y es que antesCarla no era así, se centraba en sus estudios. Ahora está entrandoen la adolescencia… aunque ese no es motivo. Doña Rosa le dicea su marido: -Hoy Carla me ha respondido de una forma que meha dejado sin palabras. Le pregunté por qué no se centraba en losestudios, y me responde: “Mamá, si no vistes bien en el institutono eres nadie. Hay que estar a la moda, lo demás no importa.” Poreso te he llamado. Me parece que Carla no sabe a lo que se va alinstituto. Voy a hablar con ella.- Y eso hizo. Carla se queda pen-sando, y sin poder evitarlo unas lágrimas le resbalan por las meji-llas: -Al principio yo me centraba, pero algunas niñas me teníanapartada. Ellas hablaban de ropa, y no se preocupaban por los es-tudios… por eso las empecé a imitar- Doña Rosa le dijo: -Hija,no te preocupes por lo que digan los demás. Cuando tú hayas es-tudiado una carrera ellas no tendrán futuro, si el aprendizaje no lesimporta. Y encontrarás a tus verdaderas amigas. Confía en mí.-Carla le hizo caso. Y a partir de ese momento, las cosas le empe-zaron a ir bien. Yo soy Carla. Ahora tengo un gran futuro y sé quenunca debemos perder la perspectiva.

Estela Santiago Ferreiro

La importante eres tú

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TERCER PREMIO 2011CONCURSO DE MICRORRELATOS

INFA

NTIL

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No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es loúnico importante. Doña Rosa va y viene por entre las mesas delCafé. Se callan. Al cabo de un rato continúan la conversación porel camino adecuado. Entre gritos y golpes, en la mesa se llega a unacuerdo. Está planeado, todo debe salir perfecto, sin complicacio-nes, sin el más mínimo fallo. Si no todos los años de pruebas ytácticas se irían al traste. Mientras conversaban y planeaban cadadetalle, un hombre alto, con la cara arrugada, cuya expresión nopodía ser más atenta y perspicaz, escuchaba; tenía unas grandesgafas de pasta y el pelo perfectamente peinado hacia atrás, se sen-taba desde hacía algún tiempo en la mesa más cercana a la suya.Tomaba un café y hacía que leía el periódico, aunque todo su serprestaba la más absoluta atención a la conversación de la mesa ve-cina. En un pequeño cuaderno, escondido, iba escribiendo cuida-dosamente cada detalle, hasta el más mínimo, de aquel, sin lugara duda, peligroso y maquiavélico plan. ¿Hasta qué punto estaríaimplicada Doña Rosa en aquel dramático asunto? Pensó. Cuandoterminaron, una delicada e inteligente sonrisa se dibujó en su sal-vaje rostro. Él lo sabía; era el único que podía impedir esa catás-trofe. Él, solo él y nadie más. Estaba feliz, lo haría, ya lo creo quelo haría, salvaría a su amado país, a su querida tierra, los salvaría ysería un héroe, a mí entender, tal vez un genio.

Aída María Bahamonde García

Un momento

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PRIMER PREMIO 2011CONCURSO DE MICRORRELATOS

JUVE

NIL

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No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es loúnico importante. Doña Rosa va y viene por entre las mesas delcafé ofreciendo a unos y a otros una segunda taza. Nunca fue lamejor cafetería de la ciudad, pero siempre nos hicieron sentircomo de la familia, y en estos momentos de indecisión realmentenecesitábamos sentirnos seguros. Nunca habíamos estado en estasituación, no estábamos acostumbrados al peligro ni a tomar de-cisiones tan importantes, sin embargo, teníamos que tomar unadecisión en ese mismo momento.¿Nos arrepentiremos toda la vida de no haber elegido otra ruta,otra hora o de no habernos quedado en casa pero, cómo podía-mos saber que presenciaríamos un asesinato?La impotencia del momento nos llevó al descuido, a la estupidezde quedarnos observando y lo peor de todo, a ver al asesino ydejar que él nos viera.Todavía temblamos con el recuerdo de su mirada, con la sangre ensus manos… Pero lo que más nos atormentaría sería el recuerdode ver esa vida apagándose, con sus ojos llenos de lágrimas y unaexpresión de no entender el porqué de la situación.Se nos presentaba el dilema de hacer lo correcto e ir a la policía odejarlo pasar y seguir con nuestras vidas. Los actos nobles calmanconciencias, aunque no siempre salvan vidas, y nosotros tememospor las nuestras. A veces no puedes decidir, no cuando te encuen-tras esa misma mirada asesina al otro lado de la cafetería.

Lucía Rodríguez Dopico

Lugar equivocado, destino oculto

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SEGUNDO PREMIO 2011CONCURSO DE MICRORRELATOS

JUVE

NIL

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No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es loúnico importante. Doña Rosa va y viene por entre las mesas delcafé. “La quietud del silencio que vemos no es equiparable a la dela mar más calmada”, rezaba un letrero. Sobrecogido por la impre-sión, avanzaba serpenteando, rememorando a dosa Rosa.Efectivamente, la perspectiva había sido perdida, aunque estaba,sin embargo, en su momento de mayor claridad. El claroscuro erasu color favorito, junto con el malva. Comparar la vida con algoes despotricar contra aquello que está en el otro extremo. Hasta elmás innoble de los pensamientos gana la partida. Y aquí estoy yo,vivo, el ser más pútrido del mundo. ¿Quién, en su infinita bondad,permitiría que su creación fuese infectada por algo, alguien comoyo? ¿Señor, por qué acoges en tu seno a quienes pecan y dejasvagar libremente a quienes sufren? ¿Es suficiente la promesa de lafelicidad eterna para soportar el ser uno mismo? Invito al tiempoa que prosiga con celeridad, ya que su inexorable avance prolongami agonía y retrasa mi muerte, que ni alcanzo a vislumbrar allá alo lejos. Anhelo el fin, pues lo que el otro lado me depara no puedesuperar el horror de esta existencia. Adiós mundo, hola abismo.Una vez leí: “Si al sacar el agua de la piscina aún flota, es un ángel.”Supongo que me recordó a aquel hombre del otro día, que noflotó cuando saltó.

Marco Sacido Lechap

Jump

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TERCER PREMIO 2011CONCURSO DE MICRORRELATOS

JUVE

NIL

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No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es loúnico importante. Doña Rosa va y viene por entre las mesas delCafé Oriental murmurando la frase una y otra vez. Se detienejunto a la mesa y te mira con los ojos inyectados en sangre, con esamirada tan suya, mitad locura y mitad amenaza, a la vez que ex-tiende la temblorosa mano. Cada uno de los presentes allí le daalgo, todos rebuscamos unas monedas en el fondo del bolsillo; yhasta el padre Aurelio, tan poco amigo de gastar en nada que nosea él mismo o su parroquia, busca con celeridad el par de mone-das bajo la sotana. No se confundan, nadie allí lo hace por caridadni por ayudar a la vieja, ni siquiera el párroco. Lo que nadie quierees que la vieja comience a gritar la frase que murmura y nosarruine la tranquilidad del café de la mañana.

Daniel Campos Márquez

Caridad

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PRIMER PREMIO 2011CONCURSO DE MICRORRELATOS

ADULT

OS

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No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es loúnico importante. Doña Rosa va y viene por entre las mesas delCafé ajena a su infortunio y al hecho de que la crisis -el único temade conversación entre la clientela- será la causa de su trágico falle-cimiento.Las fatales casualidades comenzaron cuando despidieron a Javier,el albañil del tercero. El hombre, aficionado a su independencia,se encontró de golpe y porrazo, de vuelta al hogar materno con unsubsidio por desempleo y su amada compañera Carlota.Lamentablemente, las dos mujeres de su vida no congeniaron. Sumadre no soportaba los gustos culinarios de Carlota y esta detes-taba su olor a lejía. La tensión entre ambas fue creciendo comoleche hirviendo y tiempo después, el desdichado Javier se topócon el previsible y temido: o ella, o yo. Obviamente, ganó la madre.Su pensión fue la carta ganadora y frente a ello, nada pudo hacerel amor. Así que, apenado y desganado, Javier buscó un nuevohogar a Carlota. La puntilla se la dio un burócrata que obstaculizósus deseos con un montón de papeleo del que no entendía nada,añadiendo un nuevo ingrediente al drama, pues al truncarse la op-ción del zoo, a Javier sólo se ocurrió devolver a Carlota a la vidasalvaje en el parque de enfrente.Por su puesto, a Carlota el cambio no le gustó y despechada cualranchera, deambuló sin rumbo ni dirección por los alrededoreshasta terminar en el Café, donde accidentalmente la pisó DoñaRosa. En un puro acto reflejo de rabia, Carlota, la mordió. Resul-tado: muerte rápida por mordedura de serpiente en crisis.

Rosa Lina Diego Güemes

Amores en crisis

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SEGUNDO PREMIO 2011CONCURSO DE MICRORRELATOS

ADULT

OS

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No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es loúnico importante. Doña Rosa va y viene por entre las mesas delCafé con la mirada bañada en recuerdos que ya no recuerda. Susmanos temblorosas y arrugadas sujetan con dificultad el periódicoque ya no lee mientras se sienta junto al gran ventanal para podercontemplar el ir y venir de la gente. Un aire melancólico la en-vuelve, un pasar de los años que endurece sus ojos, que dobla supiel como un papel arrugado, que colorea un gris en su pelo quecontrasta con sus labios rojos mal pintados.Hoy ya no sabe ni su nombre ni conoce quién es el joven quesiempre la acompaña y le sujeta el bolso de lentejuelas mientras ellamira la calle y toma su café con leche. Hoy ya no se acuerda de quela vida ha sido su peor enemiga.Doña Rosa cada viernes desde hace diez años llega al Café conun ramito de flores violetas y blancas que le regala Juanita, la dueñade la floristería de la esquina. Sonríe, las mira con dulzura y las su-jeta como si fueran de cristal. Termina su café más rápido de lonormal, se engancha del brazo de su nieto y, nerviosa, camina conbrío por la plaza.Llueva a mares o luzca un sol de justicia, a los pies de una lápidagris descansan miles de flores violetas y blancas que se marchitany se renuevan cada viernes bajo un grabado que dice: “No existiráel tiempo que me obligue a olvidarte, amor”.

Elena Refojo Alvariño

No existe el tiempo

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TERCER PREMIO 2011CONCURSO DE MICRORRELATOS

ADULT

OS

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YO, SEÑOR, NO SOY MALO...

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Yo, señor, no soy malo. Soy el lobo del cuento de Caperucita Roja.No sé por qué me han encasillado de esa manera. Vale que mecomí a la abuelita de Caperucita, pero el hambre me pudo. Esta-mos en crisis, no tengo qué comer. Y claro, una oportunidad comoaquella no se puede desperdiciar. No me digáis que no fui astuto.Mi ardid fue perfecto. Funcionó. Mira que estaba sabrosa laabuela… Pero luego llegó la niña gritona y lo estropeó todo. Mal-dita niña.

Alejandra Riveiro Delgado.

La versión del lobo

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PRIMER PREMIO 2013CONCURSO DE MICRORRELATOS

INFA

NTIL

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Yo, señor, no soy malo -dijo el juez- eso fue lo que me dijo.El periodista preguntó entre risas.- Lo ha metido en la cárcel??- No -contestó el juez- ha ido de cabeza al confesionario.Al acabar la entrevista el periodista pensó.“Pobre sacerdote”.

Javier González Feria

Qué mentiroso

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SEGUNDO PREMIO 2013CONCURSO DE MICRORRELATOS

INFA

NTIL

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Yo, señor, no soy malo pero ahora que estoy en el paro hago al-gunas cosillas que no se deben hacer como comer donuts dentrodel supermercado y marcharme sin pagarlos, conectarme al Canal+ del vecino o meterme dentro del aseo del tren cuando pasa elrevisor para no pagar billete.Y es que la crisis es muy dura.

Andrea Intriago Lemos

En el paro estoy

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TERCER PREMIO 2013CONCURSO DE MICRORRELATOS

INFA

NTIL

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-Yo, señor, no soy malo.- Se apresuró a decir aquel chiquillo mi-rándome asustado en un inglés que difícilmente conseguí enten-der.Miré sus delgados brazos, que apenas conseguían sostener aquellamedia docena de frutas que acababa de sacar de mi mochila. Di unpaso hacia él y el niño retrocedió temeroso. No debía tener másde ocho o nueve años aunque la extrema delgadez de su cuerpo lehacía parecer menor.-Ya lo sé pequeño.- Dije acuclillándome para ponerme a su altura.El niño abrió y cerró sus enormes ojos negros una y otra vezmientras me miraba con curiosidad. Era evidente que no entendíael castellano.Estuvimos así, mirándonos uno a otro sin decir nada por espaciode casi un minuto hasta que una mujer yemení de mediana edadsalió de una casa y llamó al niño en árabe.Este volvió la cabeza hacia su madre dubitativo y luego extendióhacia mí los brazos con las frutas. La expresión arrepentida de surostro me hizo reaccionar.-No…- Dije gesticulando exageradamente.-Para ti.En la cara del pequeño se dibujó una sonrisa llena de dientes blan-quísimos, la sonrisa más sincera y bonita que he visto en toda mivida. Asintió con la cabeza feliz repetidamente antes de echar acorrer hacia su madre sin mirar atrás.En aquel momento, entre los escombros de aquella ciudad yemenídestrozada por la guerra, agradecí más que nunca estar de corres-ponsal allí; poder contar al mundo qué era lo que estaba ocu-rriendo pues, estaba seguro, aún había esperanza.

Elba García Penas

El niño de la guerra

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PRIMER PREMIO 2013CONCURSO DE MICRORRELATOS

JUVE

NIL

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Yo, señor, no soy malo, y sin embargo ahí está usted amordazadoen esta lúgubre estancia y aquí estoy yo, esperando órdenes. Sepreguntará por qué a usted, qué ha hecho para verse en esta situa-ción. Desconozco la respuesta a esa pregunta, no es de mi incum-bencia. Sin embargo sí puedo decirle que no es una cuestión debuenos y malos, sólo de intereses. A mi jefe le interesa que usteddesaparezca y a mí me interesa que mis hijos coman, lo que lo co-loca en una posición de la que veo difícil que salga bien parado. Metemo que está usted a una llamada de vivir o morir, considere ésteun buen momento para ponerse en paz con el Señor. Le ruegoque no me guarde rencor, imagino sabrá lo que es ser el últimomono vista la descuidada forma en que ha llegado hasta aquí, noparece que importe usted mucho, y aún así su vida vale lo sufi-ciente para algunos como para ensuciar mis manos una vez más;paradójico ¿no cree?El vil metal, camarada, aquellos ante los que respondo poseen elpoder de corromperme hasta donde no alcanza a imaginar. Porsu culpa yo estoy aquí, y también por su culpa tal vez muera ustedesta noche, c’est la vie. El teléfono suena, rece lo que sepa.(…)Parece que va a acabar su sufrimiento amigo mío…

Ramón Maceiras Castillo

Últimas palabras

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SEGUNDO PREMIO 2013CONCURSO DE MICRORRELATOS

JUVE

NIL

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Yo, señor, no soy malo…Aún recuerdo aquellas palabras a medio susurrar. Las recuerdotan bien, que parecen hacer eco en mi cabeza. Como la conscien-cia que no tuve, aquella leve voz en mi mente que nunca escuchemientras pude. Ahora mis extremidades flaquean y cada vez cuestamás respirar. Aunque parezca raro siempre imaginé este momento.Cuando la vida se va en cada suspiro, los parpados se entrecierrany tus últimas palabras serán las más bondadosas que hayas dichodurante la vida. Esa vida que pasa por delante de tus narices; vidaque ya no podrás atrapar y que se escapa entre tus dedos cual ne-blina de enero. Mi cuerpo baja de temperatura. Hasta helarse.Mientras mi reloj marca con su “tic, tac” cada lágrima al caer demis ojos. Quizá debí pensarlo antes de hacerlo, pues ahora la im-potencia me corroe un instante más, uniendo fuerzas con la rabia,intentando sacar una última llamada de socorro que queda en undesesperado sollozo de dolor. Supongo que añorar en tus últimasel cálido abrazo de un ser querido no es tan extraño, mas cuestaesperar un abrazo de alguien a quien yo mismo di muerte. Teañoro papá. Aún no sé qué me llevo a hacer tal crueldad con al-guien que me lo dio todo. Por eso ahora abrázame y perdóname,pues ahora me reuniré contigo y espero que no guardes rencor aaquella frase que oíste antes de aquel “click” del gatillo: Yo, señor,no soy malo...

Álvaro Viejo Cano

Tic, tac

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TERCER PREMIO 2013CONCURSO DE MICRORRELATOS

JUVE

NIL

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Yo, señor, no soy malo… esas fueron sus últimas palabras antesde ser conducido al cadalso. En el fondo de sus ojos un miedoirrefrenable parecía señalar a gritos que todo era un error. Habíaescuchado tantas veces cosas similares que ya no trataba de des-cifrar cuando mentían y cuando decían la verdad. Él se limitaba allevar a cabo su labor con la mayor dignidad posible. Pero en aque-lla ocasión él sabía que el condenado era inocente, todo había sidofruto de la mala suerte y de los ojos demasiado curiosos de una ve-cina. No obstante, le ayudó a sentarse y colocó el aro metálico al-rededor de su cuello. Tras atornillar el mecanismo le colocó lacapucha sobre la cabeza y accionó la manivela hasta que el trágicochasquido le indicó que su trabajo allí había terminado. Al llegara casa vio a su hija acurrucada en el sofá, aún dolida por los mo-ratones en el cuerpo y en el alma, con la cara empapada de lágri-mas. Ya está hecho –le dijo– sé que no dirás nada, nunca lo hashecho. Mañana mismo nos vamos de este pueblo.

María Almudena Cortés Cortés

El verdugo

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PRIMER PREMIO 2013CONCURSO DE MICRORRELATOS

ADULT

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Yo, señor, no soy malo, acabé en esta situación no por mi malacabeza, sino por mi mala suerte. Cuando era pequeño me desper-taba cada día a las 7 de la mañana para ir a un lugar donde ense-ñaban a desenvolverte en la vida. Al cumplir los doce años, di unpaso más y me adentré en un mundo de injusticias y popularidad.Tiempo después, cuando logré esquivar lo anterior y organizarmebien, pasé a un nivel superior donde dejé atrás todo rasgo de in-madurez y me adentré en una especialización, allí te asegurabanque si te esforzabas mucho obtendrías las herramientas necesariaspara conseguir todo aquello que habías soñado siempre. Y no es-taban nada desencaminados, tras cinco interminables años en elmejor de los casos, logras encontrar un lugar donde utilizar esasherramientas, y a cambio de ese duro esfuerzo diario, recibes unarecompensa que te da la libertad para poseer ciertos bienes muypreciados, y poder poco a poco ampliarlos y cuidarlos.Pero después de seis años madrugando, otros seis esquivando,cinco más especializándote, y unos veinte trabajando, llega un díaen el que sin saber ni cómo, ni cuándo, ni por qué surge ese puntode inflexión en el que pasas a verte sin nada, sin haberte duchadoen al menos una semana y con una ropa que no te pertenece, sen-tado en un tren junto a un hombre que no conoces de nada y es-perando que éste te entregue unas monedas a cambio de contarletu vida.

Alberto Arroba Malpica.

Un punto de inflexión

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SEGUNDO PREMIO 2013CONCURSO DE MICRORRELATOS

ADULT

OS

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Yo, señor, no soy malo… Si me sopla en la cara, sonrío, mientrasque si me toca la nariz, me asusto y tuerzo la boca. No intente quellore, porque yo sólo sé cantar cuando estoy triste. Y quiero quesepa, señor, que he aprendido a comer yo solo, siempre que ustedme sujete la cuchara. Y prometo que haré pis en la taza si me sientadespués de desayunar. No se enfade, señor, si le agarro del jersey,porque me pongo nervioso cuando veo gente nueva. Gracias porvenir, señor, verá que no soy malo, sólo necesito que me conozca.Mire, puede ponerse delante de mí, sonreírme y ofrecerme sumano para que la acaricie. Podemos trabajar juntos a sentir lasmanos, tocar y escuchar, conocer los olores… pero si grito, notenga reparo en sacarme fuera, sin castigarme, sólo déjeme apar-tado hasta que me calme. Verá, señor, que me gusta que me denbesos, aunque yo no sé darlos, y no se asuste por mi baba, acér-queme su cara por favor, que me gusta intentarlo. Pero señor,¿cómo puedo decirle todo esto? Si le veo delante de mí, parado, yyo no me puedo comunicar y usted no se atreve a tocarme. Sólole pido señor, que no me hable como a un niño, que ya me crecenlas canas, y aparte esa pena que veo de sus ojos, que yo sólo quieroque me abrace, le prometo que mi madre no se pondrá celosa.Venga, señor, tenemos mucho trabajo que hacer juntos.

Ana Valenciano Alarilla

Instrucciones para un voluntario novato

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TERCER PREMIO 2013CONCURSO DE MICRORRELATOS

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Infantil:El regreso. Christian Espadas Ruiz.Felicidad envasada. Adriana Torija Palacios.La importante eres tú. Estela Santiago Ferreiro.

Juvenil:Un momento. Aída María Bahamonde García.Lugar equivocado, destino oculto. Lucía Rodríguez Dopico.Jump. Marco Sacido Lechap.

Adultos:Caridad. Daniel Campos Márquez.Amores en crisis. Rosa Lina Diego Güemes.No existe el tiempo. Elena Refojo Alvariño.

2011

Infantil:La versión del lobo. Alejandra Riveiro Delgado.Qué mentiroso. Javier González Feria.En el paro estoy. Andrea Intriago Lemos.

Juvenil:El niño de la guerra. Elba García Penas.Últimas palabras. Ramón Maceiras Castillo.Tic Tac. Álvaro Viejo Cano.

Adultos:El verdugo. María Almudena Cortés Cortés.Un punto de inflexión. Alberto Arroba Malpica.Instrucciones para un voluntario novato. Ana Valenciano Alarilla.

2013

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PREMIADOSCONCURSO DE MICRORRELATOS