SOBRE ALGUNOS ASPECTOS INNOVADORES DEL DECAMERÓN

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MEDlEVAUA20 (agosto 1995) SOBRE ALGUNOS ASPECTOS INNOVADORES DEL DECAMERÓN El Decamerón de Giovanni Boccaccio ha sus- citado controversias desde los primeros años de su difusión, y basta echar un vistazo sobre su crítica para advertir de inmediato el descon- cierto que aún hoy sigue pm vocando. El debate gira principalmente en torno de la cuestión de cómo se inserta en el conjunto de la producción del Trescientos italiano, pues nos encontramos ante un texto heterogéneo, que tanto presenta gestos de rebeldía frente a la norma literaria del Medioevo como se afirma en sus tradiciones retóricas más consagradas. Al respecto, afirma Vittore Branca en su edición del Decamerón: "La crítica, hasta bien entrado este siglo, tomó al Decamerón como una negación de la visión del mundo medieval, sin compromiso moral y sin posibilidades dramáticas ni heroicas", y concluye, tras demostrar cómo en sus procedi- mientos sigue de cerca las fuentes y los dictá- menes poéticos comunes en su momento, ex- presando que Boccaccio renueva sin por eso no estar impregnado de la cultura de la edad de Dante (p. 25). También sabemos que, contrariamente a lo que ocurrió con otras producciones de este autor, el Decamerón fue recibido con indife- rencia en los círculos literarios de su época María Cristina Balestrini Universidad de Buenos Aires y en los ambientes más cultos, actitud que se prolongó por varias generaciones. I Así, por citar un caso, el Marqués de Santillana elogia ostensiblemente a Boccaccio en su Comedieta de Ponza,2 pero sólo por su obra doctrinal. Agreguemos que en su madurez el escritor italiano se confiesa arrepentido de haber dado tal libro al mundo (Curtius, Literatura euro- pea, 340). Despertó, en cambio, verdadero entusiasmo entre los lectores pertenecientes a la poderosa burguesía mercantil toscana, lo cual queda testimoniado por la conservación de un sinnú- mero de códices que por su grafía, anotaciones, o incluso por rastros de cuentas de transaccio- nes comerciales en los márgenes, delatan su pertenencia a ese ámbito; faltan, en cambio, I En efecto, no es sino hasta 1467 que podemos encontrar una copia cuidada de indudable procedencia aristocráti- ca y culta. 2 Transcribimos dos de los pasajes más elocuentes al res- pecto: e non se ignoraua la su perfec~ion ca de verde lauro era coronado (estrofa X) ¿Eres tu, Boca~io. aquel que tracto de tantas materias. ca yo non entiendo que otro poeta a ty se egualo? (estrofa XI)

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SOBRE ALGUNOS ASPECTOS INNOVADORES DELDECAMERÓN

El Decamerón de Giovanni Boccaccio ha sus-

citado controversias desde losprimeros añosdesu difusión, y basta echar un vistazo sobre sucrítica para advertir de inmediato el descon-cierto que aún hoy sigue pmvocando.El debategira principalmente en torno de la cuestión decómo se inserta en el conjunto de laproduccióndel Trescientos italiano, pues nos encontramosante un texto heterogéneo, que tanto presentagestos de rebeldía frente a la norma literaria delMedioevo como se afirma en sus tradicionesretóricas más consagradas. Al respecto, afirmaVittore Branca en su edición del Decamerón:

"La crítica, hasta bien entrado este siglo, tomóal Decamerón como una negación de la visióndel mundo medieval, sin compromiso moral ysin posibilidades dramáticas ni heroicas", yconcluye, tras demostrar cómo en sus procedi-mientos sigue de cerca las fuentes y los dictá-menes poéticos comunes en su momento, ex-presando que Boccaccio renueva sinpor eso noestar impregnado de la cultura de la edad deDante (p. 25).

También sabemos que, contrariamente a loque ocurrió con otras producciones de esteautor, el Decamerón fue recibido con indife-rencia en los círculos literarios de su época

María Cristina BalestriniUniversidad de Buenos Aires

y en los ambientes más cultos, actitud que seprolongó por varias generaciones. I Así, porcitar un caso, el Marqués de Santillana elogiaostensiblemente a Boccaccio en su Comedieta

de Ponza,2 pero sólo por su obra doctrinal.Agreguemos que en su madurez el escritoritaliano se confiesa arrepentido de haber dadotal libro al mundo (Curtius, Literatura euro-pea, 340).

Despertó, en cambio, verdadero entusiasmoentre los lectores pertenecientes a la poderosaburguesía mercantil toscana, lo cual quedatestimoniado por la conservación de un sinnú-mero de códices quepor sugrafía, anotaciones,o incluso por rastros de cuentas de transaccio-nes comerciales en los márgenes, delatan supertenencia a ese ámbito; faltan, en cambio,

I En efecto, no es sino hasta 1467 que podemos encontraruna copia cuidada de indudable procedencia aristocráti-ca y culta.

2 Transcribimos dos de los pasajes más elocuentes al res-pecto:

e non se ignoraua la su perfec~ionca de verde lauro era coronado

(estrofa X)

¿Eres tu, Boca~io. aquel que tractode tantas materias. ca yo non entiendo

que otro poeta a ty se egualo?(estrofa XI)

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ejemplares que denoten haber formado parte debibliotecas ilustres.

¿A qué se debe esa frialdad de los círculoscultos hacia la que ahora consideramos la obraboccacciana por excelencia?

En primer lugar, el Decamerón se aparta dela cultura clásica exaltada por el humanismotoscano, y se inserta "en la producción narrati-vade carácter burgués y populachero" (Branca,"Introducción", Decamerón, 36), ya que daforma literaria a una materia que en gran partecirculaba oralmente, como los cantari, loslamenti, las canzoni a bailo, etcétera, todosellos géneros de raigambre popular; notamostambién la presencia de temas y de motivosprovenientes de losfabliaux, de 'los proverbiay de lanarrativa breve provenzal. Sin embargo,tal modo de trabajar no es exclusivo deBoccaccio, ya que muchos autores de coleccio-nes de cuentos y de exempla abrevaron en esasmismas fuentes, sin que ello representara unobstáculo para su aceptación como portadoresde buenos consejos y de enseñanzas útiles.Tampoco la abundancia de episodios de conte-nido erótico y de temas "picantes" explican elrechazo, pues su presencia no está reñida con labuena doctrina para la mentalidad medieval,también presente. Boccaccio zanja el problemade un modo que nos recuerda lo dicho nodemasiados años antes por Juan Ruiz en Espa-ña:

En general a todos fabla la escriptura:los cuerdos con buen seso entendrán la cor-

dura;

los man~ebos livianos guárdense de locura:escoja lo mejor el de buena ventura.

(Libro de buen amor, 67)

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En definitiva, se apela a la libertad de elec-ción del receptor, del cual depende finalmenteel buen o el mal sentido que pueda encontrar enel relato:

Le quali, chenti che elle si sieno, e nuocere egiovar possono, SIcome possono tutte l' altrecose, avendo riguardo all'ascoltare (Deca-merón,91O).

La situación tensa en la que se encuentrael Decamerón respecto. de la norma literariavigente en su tiempo se manifiesta claramenteen el Proemio, en la Introducción a la JornadaIV y en la Conclusión del Autor. Si bien losprólogos son una presencia reiterada en lostextos de la Edad Media y .constituyen untópico, encontramos aquí una voz que pole-miza, un sujeto que argumenta, ataca y sedefiende a fin de autorizar sus ficciones; nodeja de ser llamativa tal irrupción del planoextradiegético (o sea, de aquél en el cual sesit:ía el acto narrativo productor del relato, deacuerdo con Genette, Figures l/l, 238), enespecial aquélla que nos desvía del desarrollolineal del plan de contar cien novelas al ini-ciarse el cuarto día, como si se necesitarasubrayar reiteradamente que el lector está altanto de la posición y de los problemas queafectan a la instancia de la voz para que elhilo del relato pueda seguir su curso.

El estatuto de los dos planos, el de la repre-sentación extradiegética y el de la diégesispropiamente dicha, está remarcado en el texto:el pasaje de uno a otro da lugar a cambios depersona gramatical(deprimera a tercera, acom-pañando el paso del recuerdo de los tiempos deepidemia a la ficción de lahuida alcampo de lospersonajes), o a declaraciones expresas de la

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voz que conduce el relato, como cuando en laIntroducción a la Cuarta Jornada afirma:

...mi piace in favor di me raccontare, nonuna novella intem, aedo che non paia che iovoglia le mie novelle con quelle di cosílaudevole compagnia, quale fue quella chedimostrata v'ho, mescolar~, ma parte d'una,aedo che il suo difetto stesso sé mostri non

esser di quelle. (Decamerón, 330).

y luego:

Ma da ritomare e, per cio che assai vagatisiamo, o belle donne, la onde dipartimmoel'ordine cominciato seguire. (Decamerón, 336).

De las tres oportunidades en que se focalizala situación extradiegética (como ya hemosdicho, Proemio, Jornada IV y Conclusión delAutor), podemos extraer un sistema de ideasque toma forma por oposición a algunos de lospostulados que reglamentan la labor del escri-tor del siglo XIV,y que aquí aparecen bajo elropaje de acusaciones formuladas por críticosenvidiosos o por mojigatas "para las que pesanmás las palabras que los hechos y prefierenparecer buenas a serio".3 Los desacuerdos seoriginan en dos núcleos de problemas queintentaremos describir a continuación.

El primero de ellos nos remite a la situaciónpersonal del sujeto de la escritura: su edad, queno se contradice con su interés por las mujeres;su indiferencia hacia las Musas; la necesidadde ganarseel pan.Lasrespuestasacadaunodelos reproches constituyen una defensa de lasmujeres y una ratificación del propósito enun-ciado en el Proemio: "proporcion~ algún ali-

3 ...le quali puú le parole pesan che' fatti e piii d'apparers'ingegnan che d'esser buone. (Decamer6n, 910).

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vio... a cambio del que yo recibí",4 intentandoenmendar las injusticias de la Fortuna haciasus destinatarias privilegiadas.

El otro núcleo de críticas, que es también elmás interesante y polémico, se relaciona con elDecamerón como propuesta literaria. En pri-mer término, es atacado por no seguir de cercalas fuentes y por atentar contra la verdad de lashistorias, a lo cual se replica, no sin ironía:

Quegli che queste cose COSInon essere statedicono, avrei molto caro che essi recasserogli originali: li quali se aquel che io scrivodiscordanti fossero, giusta direi la lor ripren-sione e d'amendar me stesso m'ingegnerei;ma infino che altro che parole non apparisce,io gli lascero con la loro oppinione, segui-tando la mio, di loro dicendo quello che essidi me dicono. (Decamerón, 335).

Recordemos que el novelar no era una prác-tica merecedora de estima (como sí lo era lapoesía lírica), y que debido a ello los autores,con el fin de dar un fundamento autorizado a

sus relatos, tendían a otorgarles una aparienciade fidelidad histórica, emparentando sus obrashasta cierto punto con ese gran productor deverdad que es el discurso de la crónica. Talvínculo se ve reforzado por el funcionamientode exigencias como la de atenerse a las fuenteso por la necesidad de apelar a la figura deltestigo confiable que pueda certificar directa-mente el hecho que se transmite. Frente a estaconvención, y pese a algunas concesiones,Boccaccio manifiesta que no se ceñirá sólo aasuntos verídicos y comprobados, dejando en-

· ...per non parere ingrato ho meco stesso proposto divolere, in cambio quel poco che per me si puo, in cam-bio di do che io ricevetti. (Decamer6n, 6).

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trar con igual validez fábulas, parábolas e his-torias, mezcla que representa una novedad yuna reivindicación del derecho a la ficción(Pabst, La novela, 62-63).

En segundo lugar encontramos el tema dedisenso que da lugar a loque, desde miperspec-tiva, representa el punto de convergencia de lastensiones presentes y asimismo la propuestamás audaz del texto; me refiero al problema delaclase de lectura defendida por elDecamerón.

Sabemos que el período que nos ocupa tien-de a imbuir de significación cada uno de loshechos y de las prácticas que conforman sucultura. Jurij Lotman observa al respecto: "...era una sociedad con un alto grado de signici-dad, es decir, que la separación de la esenciareal de los fenómenos de su esencia sígnica eraen lo que se basaba su concepción del mundo"("El problema del signo", 46).

Cualquier actividad, para tener un valor so-cial, debía cargarse de significado y convertir-se, en cierto modo, en un ritual. En este contex-to, la lectura adquiere un carácter sacro, eincluso el libro suscita reverencia en cuanto tal.

Leer es profundizar, penetrar continuamenteen laestructura de un texto. Además, ¿qué es eltexto sino la expresión de un contenido yaestablecido,unsímbolodelmundocreadocomopalabra en el cual "al principio fue el Verbo"?

En los manuales de retórica y en las precep-tivas medievales tal orientación sacra se tradu-ce, entre otras cosas, en el conocido postuladoque establece que la literatura debe ser útil,pues está cumpliendo con un papel en el plandivino, y el placer que puede y debe comportarno es sino un modo de asegurarse la atención yla fijación de la enseñanza yacente bajo unabella o entretenida apariencia. El poeta theo-

logus, del cual tanto se trata en la época, tieneuna misión plenamente responsable dentro dela jerarquía de los creadores.

En el Decamerón encontramos ecos de este

precepto: en el Proemio se dice que quieneslean las novelas "podrán recibir gusto y solaz,así como útiles consejos para saber lo que hayque evitar y lo que pueden imitar".5Sin embar-go,estas protestasde moralidad parecen másunrecurso para moverse mejor en un ambienteadverso que verdaderas convicciones progra-máticas,pues es la lecturaamena,aquella que secentra en el deleite, la más enfáticamente ex-puesta y defendida por Boccacci<J:ante todo, elnarraresaquíunplaceryunadistracción(Kromer,Formas, 115).

Los relatos no se destinan a un público deeruditos, sino que su narratario dilecto son lasmujeres ociosas, en especial las que buscanconsuelo para sus sufrimientos de amor. Cite-mos un párrafo de la Conclusión.

...non m'e percio uscito di mente me averequesto mio affano offerto all'oziose e nonall'altre: e a chi per tempo passar legge,niuna cosa puote esser lunga... Le cosebrievi se convengon molto megtio agti stu-dianti, ti quali non per passare ma per u-tilmente adoperare el tempo faticano. (De-camerón, 912).

El plano diegético refuerza esta tesis. Pam-pinea, en la Introducción a la Primera Jornada,propone a los nuevejóvenes que la acompañan"...contemos cuentos (con loque hablando uno,

~ ...parimente diletto delle sollazzevoli cose in quellemostrate e utile consiglio potranno pigliare, in quantopotranno cognoscere quello che sia da fuggire eche siasimilmente da seguitare (Decamer6n, 7).

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a todala compañíadeleita)".6 Fiammetta,en laquinta novela de la Novena Jornada, asegura"para divertimos y para entretenemos y no porotra cosa estamos".7 El intercambio de rélatos

de los personajes siempre produce ese efectoplacentero y, tras escuchar las historias, puedehaber comentarios, risas o llantos, pero nuncahay interpretaciones moralizantes ni por partede los personajes ni del narrador. Tal estado decosas tiene su legitimación en el marco narrati-vo, centrado en loscambios notoriosque sufrenla viday las relaciones socialesdurante lapeste,que sirve también al sujeto-autor en el curso desu argumentación en favor de sus historias:

...assai ben si pub cognoscere queste cosenon nella chiesa... ; né ancora nella scuolede' filosofanti...dette sono;né tra chericinétra filosofi in alcun luogoma ne' giardini,inluogodi sollazzo,tra personagiovanibenchémature e non pieghevoli per novelle, intempo nel quale andar con le brachein capoper iscampo di sé era alli piu onesti nondisdicevole,dette sono. (Decamerón,910).

Encontramos, entonces, que la orientaciónhacia un contenido moral, exigido por el modode leer de la Edad Media, se halla visiblementecuestionada desde la voz que representa lainstancia de la escritura y también desde ladiégesis. En este sentido, los críticos de estesiglo señalan como rasgo característico delDecamerón una "primacía de lo estético"(Kromer, Formas, 119),o un "acento que se hatrasladado desde el tema hacia la expresión"

6 ...novellando (il che pub porgere, dicendo uno, a tutta lacompagnia che ascolta diletto) (Decamerón, 31).

7 ...noí siamo qui, che per ayer festa e buon tempo e nonper altro ci siamo. (Decamerón, 766).

...

(Pabst, La novela, 75); en todo caso, es fácilapreciar cómo la propuesta boccacciana chocacon la lectura valorada por los círculos litera-rios en los que se mueve, para los cuales,además, lanovela equivalía a lusus debido a sufalta de objetivos dogmático-morales.

Nos queda aún por destacar otro aspectorelacionado con la lectura: la insistencia per-manente en el destinatario femenino, la mujerociosa que es el receptor modelo desde laapelación "Graciosísimas señoras" que abre elProemio hasta el "Amables señoras" que cie-rra la Conclusión; ya mencionamos, en unacita hecha más arriba, que Boccaccio recortaesta franja de público de la otra compuesta porlos estudiosos, a quienes no intenta conquistarpara su causa en ningún momento. Los moti-vos de esta elección son claros: se dirige aquienes, por su situación al margen de la obli-gación de emplear el tiempo útilmente, autori-zaría sin demasiadas vacilaciones su propues-ta; en ello, desde luego, vemos un gesto afavor de la legitimación de una obra. que sepropone, simplemente, entretener. Al llegar ala Conclusión, las mujeres están tan firmes ensu posición de receptoras que algunas de ellasasumen el papel de críticos; pero las mismasresultan excluidas del público ideal: son las"beatas" y las "gazmoñas" incapaces de parti-cipar del grato juego que sugiere el texto, yque se limitan a exigirle una moralidad que noincumbe a sus reglas. El tratamiento que reci-ben de parte del sujeto de la escritura puedehomologarse con el que se les da a ciertosrepresentantes del mundo masculino en losrelatos (celosos, mojigatos), personajes inva-riablemente degradados, sobre los cuales lajusticia poética actúa con dureza.

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Bien sabemos que el hecho de recurrir a lasdamas como destinatario ideal de la narración

no representa novedad alguna; en cambio, sí esinnovadora la clase de uso del texto que se lespropone, pues se resalta por sobre todo otrovalor: el del solaz y de la diversión que puedanproporcionar los casos expuestos. La utilidadmoral, normalmente privilegiada en los relatosdirigidos a mujeres, queda relegada; el consue-lo del que son merecedoras brinda la excusapara hacerlo. Además, la honestidad y el buensentidode la audienciaestán convenientementeremarcados (no son, de ninguna manera, los"man~ebos livianos" que preocupan a JuanRuiz), pudiendo permitirse el pasatiempo deleer o de escuchar historias carentes de

ejemplaridad sin que ello represente un peligropara sus almas.

Para terminar,destaquemosque a fin de com-prender el estado de tensión en el que elDecamerón se encuentra dentro de la literatura

desuépoca,nonosbastaconenfocarúnicamentelos aspectos poéticos del texto, sino que esnecesario tomar en cuenta una nueva clase de

relación con el lector, al cual ya no se le exigeque busque su perfeccionamientomoral, sino suesparcimiento.

Podemos ver,entonces, en la apariciónde lassituaciones extradiegéticas queescanden nues-tra lectura, el despliegue de una estrategiatendiente a autorizar las novelas, es decir, po-sibilitar su inserción en el campo de los fenó-menos significativos, reconocidos como váli-

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dos dentro del sistema cultural en el cudl se

producen.

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