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Amaro, A., et. al. (2009). El derecho a la alimentación y la soberanía alimentaria (el caso mexicano). México: CEDIP. NEPAL, BOLIVIA Y VENEZUELA.

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Conceptos e historia

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Amaro, A., et. al. (2009). El derecho a la alimentación y la soberanía alimentaria (el caso mexicano). México: CEDIP.

NEPAL, BOLIVIA Y VENEZUELA.

Cruz, A. (2012, 19 de enero). México, a punto de perder la soberanía alimentaria . [En línea]. Crónica. Recuperado el 08 de septiembre de 2015 de: http://www.cronica.com.mx/notas/2012/629555.html

A su vez, el investigador James Fraser Muir, profesor emérito de la Universidad de Stirling, en Escocia, vaticinó que en el año 2050 el mundo enfrentará una “tormenta perfecta” en materia de

alimentación porque se estima que la demanda de alimentos crece a un ritmo de 1.34% anual, mientras que la producción de éstos crece a un promedio de 0.84%.ALIMENTOS IMPORTADOS. Según los datos presentados ayer por los ponentes en la AMC, México sólo es autosuficiente en la producción de huevo, pues en casi todos los demás alimentos de alta demanda se apoya en las importaciones.

México importa 67.9% del arroz que consume su población; también importa el 42.8% del trigo, 31.9% del maíz y 8.2% del frijol, según datos del especialista de INIFAP. En lo que concierne a las importaciones de ganado, se importa 40% de la leche que consumimos, 53% de la carne de aves, 68% de la carne de res y 78% de carne de cerdo, según los datos de IICA.

Flores, J., Vázquez, B.P. & Quintero, M.L.FLORES Pérez, Janet, Brenda Pamela Vázquez Ortiz y Ma. Luisa Quintero Soto"¿Soberanía, seguridad, autosuficiencia o crisis alimentaria? Caso de México y la región Este de África. Problema básico en salud y calidad de vida ” Revista Digital Universitaria [en línea]. 1 de agosto de 2012, Vol. 13, No.8 [Consultada: 2 de agosto de 2012]. Disponible en Internet: [http://www.revista.unam.mx/vol.13/num8/art71/index.html] ISSN: 1607-6079.

La soberanía alimentaria, concebida como el derecho de los pueblos a contar con alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y el derecho a definir sus propias políticas agrícolas, pesqueras, etcétera, y de gestión tanto de la tierra como de los recursos hídricos, semillas y biodiversidad, constituye el más amplio marco para la vigencia del derecho a la alimentación. A la vez, la interrelación con modos de vida, opciones de desarrollo, miradas geopolíticas y visiones del futuro, abarca un espectro del reordenamiento socio económico que, además del asunto alimentario, alude al futuro de las sociedades y la propia supervivencia planetaria (León, 2007).

Crisis alimentaria

Si se reconoce que la crisis alimentaria surge en el momento en que se presenta un desequilibrio entre lo que se produce y se consume, se puede entender que esta situación está presente desde hace muchos años. Sin embargo, ahora esta condición de falta de producción de alimentos se convierte en una preocupación nacional, ya que a nivel mundial se presentan precios altos en granos y en algunas partes, como en el norte del país, específicamente con los Tarahumaras, existe el desabasto de los mismos, que imposibilita la compra en el mercado interno, por lo que se tiene que acudir al mercado internacional para subsanar las deficiencias en la producción.La crisis económica, según Acuña y Meza (2010), ha tenido múltiples manifestaciones. La crisis alimentaria, provocada por el incremento dramático de los precios de los alimentos, ha afectado el derecho a la alimentación, uno de los derechos humanos más importantes, y ha perjudicado a una sexta parte de la población mundial. La situación, ya de por sí dramática, se puede agravar, pues varias de las causas que provocaron el aumento de los precios son estructurales y pueden generar nuevas alzas en el futuro inmediato. Por eso, en el marco de la gran crisis del sistema capitalista, la alimentaria es la más importante y, por lo mismo, requiere de acciones y respuestas rápidas.La grave situación alimentaria que hemos vivido mostró su fase más crítica en el primer semestre de 2008 y se ha demostrado una vez más que el mercado por sí solo no resolverá el problema. Se requiere un cambio de paradigma: pasar de la “seguridad alimentaria” a la “soberanía alimentaria”, y en este cambio de paradigma es fundamental poner atención

nuevamente al sector agropecuario y a la agricultura tradicional, que ha tenido tres décadas de abandono; impulsar la participación de los pequeños productores de alimentos, y reorientar las funciones del Estado (FAO, 2007).

Situación Alimentaria en México

Pese a su sobresaliente dotación de recursos naturales y diversidad ecológica, la producción de productos agropecuarios en México no ha sido suficiente para atender las demandas de la población. El relativo estancamiento del campo mexicano y la aplicación de un modelo de desarrollo agropecuario, reproducido durante casi cinco décadas, han llevado al país a tener un déficit en la producción de alimentos. Los primeros efectos de la pérdida de la suficiencia alimentaria se registran a partir de 1970, por la contracción de la inversión privada, la desaceleración económica, crecientes niveles inflacionarios, devaluación y crisis económica (Díaz, 2008).Más adelante la pérdida de la autosuficiencia alimentaria se convirtió en la desaparición de la soberanía alimentaria, debido a las crisis económicas recurrentes (1976, 1982-1988 y 1994), que implicaron falta de recursos públicos para el campo, como producto de los programas de ajuste y estabilización recomendados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (Díaz, 2008).La debacle productiva del campo mexicano también es resultado de un modelo de producción agropecuaria, que no fue modificado sustancialmente, pese a la reforma agraria de 2991-1992. La reproducción de este modelo trajo consigo la segmentación del campo mexicano en dos tipos de agricultura: la comercial de exportación con acceso al mercado y la de subsistencia o de autoconsumo. Aunado a lo anterior, operó el desmantelamiento de la parte reguladora del Estado, al ser desincorporadas más de 200 entidades públicas que de alguna forma regulaban la actividad productiva, industrial y comercial agropecuaria (Díaz, 2008).De acuerdo con Celaya y González (2004) las cifras disponibles de importaciones de alimentos, en cuanto a la balanza comercial de productos agropecuarios, son aleccionadoras. En el periodo 1994-1998, las importaciones de granos básicos aumentaron en forma significativa, tanto en volumen como en valor. El promedio de importaciones en dicho periodo ascendió a 10.7 millones de toneladas, lo que significó un incremento de 19% con respecto al periodo 1992-1993, de 34% con el periodo de 1989-1981 y de 152.1% con respecto a 1986-1988. En 1996 se realizaron importaciones por 13.5 millones de toneladas, marcando un precedente histórico, que correspondió a casi 6 millones de toneladas de maíz. Las cifras anteriores muestran la clara dependencia alimentaria de México, el desaliento de la economía campesina y el incumplimiento del supuesto abaratamiento del abasto alimentario a partir de las importaciones.Para el periodo enero-octubre de 2011, las importaciones del sector agroalimentario ascendieron a 22,483 millones de dólares (mdd). Dichas importaciones se conforman por compras agropecuarias y pesqueras por 8,060 mdd y 9,477 mdd, respectivamente, correspondientes a productos agroindustriales. El origen de las importaciones agroalimentarias se concentra, en más del 77%, en las compras provenientes de la región TLCAN. Durante el mismo periodo destacan las compras provenientes de Sudáfrica de maíz blanco (SAGARPA, 2011).También destaca la participación de Nueva Zelanda y Chile, cuyas ventas a nuestro país crecieron 43% y 18.9%, respectivamente. Asimismo, la importación de productos provenientes de China y España, registraron incrementos superiores al 18%, al compararlos con el mismo periodo de 2010 (SAGARPA, 2011).En octubre de 2011, las importaciones agroalimentarias clasificadas por subsectores de acuerdo

al Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte (SCIAN), mantienen una estructura con clara tendencia en los subsectores de la “industria alimentaria” y “agricultura”, los cuales participan del total importado, con el 47% y 41%, respectivamente. Resalta el incremento de más del 43% del subsector “agricultura”, aunque con un menor dinamismo le siguen en importancia los subsectores “cría y explotación de animales” y la “industria alimentaria”, con incrementos con respecto al mismo mes de 2010, de 39%, 28% y 21%, respectivamente. Esta situación es más acentuada en algunos granos. Indica que el volumen importado se ha mantenido relativamente constante, pero los precios de compra se han venido incrementando. Para el caso del maíz, dicho incremento ha sido de más del 63%. Las principales importaciones agroalimentarias hasta octubre de 2011, son: maíz, 9.8%; soya, 9.7%; desperdicios de la industria alimentaria, 6.2%, y trigo, 4.7% (SAGARPA, 2011).Esta comparación con los valores y volúmenes de importación que registran algunos productos del sector agroalimentario, se puede reiterar que el incremento en los valores de importación está fuertemente determinado por el encarecimiento de los restantes seis: carne de ave, carne de bovino, semilla de nabo, carne de porcino, leche concentrada y algodón, que apenas alcanzaron un nivel de participación menor al 4% cada uno (SAGARA, 2011).Por su parte, el Secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Francisco Mayorga Castañeda, alertó sobre el riesgo de desabasto de alimentos en el país a consecuencia de la sequía que se registra en entidades del norte, donde dijo que se han perdido más de un millón de hectáreas de cultivo. La sequía, añadió, ha generado la pérdida de más de un millón de hectáreas de cultivos básicos, y de al menos 20 mil millones de pesos en el sector agropecuario, así como cosechas importantes siniestradas, como la del fríjol. Ante las afectaciones registradas en el campo en 21 estados, pero principalmente en San Luis Potosí, Zacatecas, Durango y Chihuahua, se pone en riesgo la autosuficiencia alimentaria en el país y la capacidad de atender la demanda en algunas regiones de México. Uno de los granos más afectados por este fenómeno natural ha sido el frijol, así como el cártamo y el sorgo. Ha sido un año difícil 2011 para el campo mexicano, debido a las complicaciones por las heladas y la sequía, pues ya se ha contabilizado un millón de hectáreas de cultivos dañados. 1 Las pérdidas por la sequía suman ya los 12 mil millones de pesos, derivadas de la descapitalización del campo y la producción.Bruno Ferrari, Secretario de Economía, indicó que las importaciones mexicanas de maíz blanco rozarían 1.1 millones de toneladas en el 2012, según estimaciones del gobierno federal. Aseguró que con ellas estaba garantizado el consumo humano. Mientras que Carlos Anaya, director de Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, calculó que las de maíz amarillo serían de 8.4 millones de toneladas para este año. 2

1 Martínez Regina (2012), Soberanía Alimentaria en Riesgo, Advierte Sagarpa, en proceso.com.mx, consultada el 9 de marzo de 2011.2 Morales Roberto (2012), La ganadería la más golpeada por la sequía: Sargarpa, en el economista.mx, consultada el 9 de marzo de 2012.

Acuña Rodarte O. y Meza Castillo M. (2010), “La crisis alimentaria y las alternativas de los productores de granos básicos en México”, Revista Argumento, Vol. 23. núm. 63, mayo- agosto, 2010, pp. 189-209 Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco México.Celaya F.R y González G.J (2004), “Los procesos de desarrollo agrícolas en China y México.Estudio Comparativo en el periodo 1980-2000”, Cuadernos de Investigación 2, Universidad de Colima.Díaz Santos Oscar Enrique (2008), Gasto Público, Multifuncionalidad y Desarrollo Rural en México, Tesis De Doctorado en Economía. Facultad de Economía UNAM.FAO-WFP (2010), El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo. La inseguridad alimentaria, en crisis prolongadas. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación,

Roma.León Irene (2007), “Soberanía Alimentaria: por un futuro sin hambre”, en América Latina en Movimiento. Publicación Internacional de la Agencia Latinoamericana de Información, año XXI, II Época. Quito Ecuador.

Fuentes electrónicas

FAO (2003), Producción agrícola, seguridad alimentaria, Departamento de Desarrollo Sostenible, FAO. Italia.FAO (2007), “Food and Agriculture Organization” http://www.fao.org/index_es.htm Consultado el 4 de mayo de 2011FAO 2010, “Programa Espacial para la Seguridad Alimentaria”, http://www.rlc.fao.org/es/prioridades/seguridad/pesa/mexico.htm consultada el 4 de abril del 2011

Carrasco, H. & Tejada, S. (2008). Soberanía alimentaria: la libertad de elegir para asegurar nuestra alimentación. Lima: Soluciones prácticas.

Gordillo, G & Méndez, O. (2013). Seguridad y soberanía alimentarias (Documento base para discusión). FAO.

De acuerdo con The Six Pillars of Food Sovereignty, developed at Nyéléni, 2007 (Food Secure Canada, 2012), la soberanía alimentaria descansa sobre seis pilares:

1. Se centra en alimentos para los pueblos: a) Pone la necesidad de alimentación de las personas en el centro de las políticas. b) Insiste en que la comida es algo más que una mercancía.

2. Pone en valor a los proveedores de alimentos: a) Apoya modos de vida sostenibles. b) Respeta el trabajo de todos los proveedores de alimentos.

3. Localiza los sistemas alimentarios: a) Reduce la distancia entre proveedores y consumidores de alimentos. b) Rechaza el dumping y la asistencia alimentaria inapropiada. c) Resiste la dependencia de corporaciones remotas e irresponsables.

4. Sitúa el control a nivel local: a) Lugares de control están en manos de proveedores locales de alimentos. b) Reconoce la necesidad de habitar y compartir territorios. c) Rechaza la privatización de los recursos naturales.

5. Promueve el conocimiento y las habilidades: a) Se basa en los conocimientos tradicionales. b) Utiliza la investigación para apoyar y transmitir este conocimiento a generaciones futuras. c) Rechaza las tecnologías que atentan contra los sistemas alimentarios locales.

6. Es compatible con la naturaleza: a) Maximiza las contribuciones de los ecosistemas. b) mejora la capacidad de recuperación. c) Rechaza el uso intensivo de energías de monocultivo industrializado y demás métodos destructivos.