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1 Sin Patrón. Fábricas y empresas recuperadas por sus trabajadores Lavaca Agencia (Acuña, Rosemberg, Gociol, Ciancaglini) Buenos Aires, Lavaca Editora, 2004 Prólogo: De Zanón a Irak El 19 de marzo de 2003, estábamos en el techo de la fábrica de Cerámica Zanón, filmando una entrevista con Cepillo. Él nos estaba mostrando cómo los obreros habían evitado un desalojo por parte de la policía defendiendo su fábrica autogestionada usando hondas y las bolitas de cerámica normalmente usadas para moler la arcilla patagónica y convertirla en materia prima para los cerámicos. Su puntería era notable. Era el mismo día en que comenzaban los bombardeos a Bagdad. Como periodistas, debíamos preguntarnos qué estábamos haciendo allí. ¿Qué posible relevancia podía tener esta fábrica en la punta más austral de nuestro continente, con su grupo de obreros radicalizados y sus historias de David y Goliat, cuando el apocalipsis mismo estaba lloviendo sobre Irak? Pero nosotros, al igual que tantos otros, habíamos viajado a Argentina buscando experimentar de primera mano la explosión de movilización social que siguió a la crisis de 2001, un conjunto de nuevos movimientos sociales de gran dinamismo, que no sólo criticaban con fervor el modelo económico que había destruido su país, sino que estaban rápidamente construyendo alternativas locales en medio de los escombros. Las respuestas populares a la crisis fueron variadas, desde asambleas barriales y clubes de trueque al resurgimiento de partidos de izquierda y movimientos masivos de desempleados; pero nosotros pasamos la mayor parte de nuestro año en Argentina junto a trabajadores de "empresas recuperadas". Sin casi ninguna repercusión mediática, los obreros de Argentina han respondido al crecimiento desenfrenado del desempleo y la fuga de capitales ocupando las empresas tradicionales que habían quebrado y reabriéndolas bajo una gestión democrática de los trabajadores. Es una idea antigua, recuperada y actualizada para

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Sin Patrón. Fábricas y empresas recuperadas por

sus trabajadores

Lavaca Agencia

(Acuña, Rosemberg, Gociol, Ciancaglini)

Buenos Aires, Lavaca Editora, 2004

Prólogo: De Zanón a Irak

El 19 de marzo de 2003, estábamos en el techo de la fábrica de

Cerámica Zanón, filmando una entrevista con Cepillo. Él nos estaba

mostrando cómo los obreros habían evitado un desalojo por parte

de la policía defendiendo su fábrica autogestionada usando hondas y

las bolitas de cerámica normalmente usadas para moler la arcilla

patagónica y convertirla en materia prima para los cerámicos. Su

puntería era notable. Era el mismo día en que comenzaban los

bombardeos a Bagdad.

Como periodistas, debíamos preguntarnos qué estábamos haciendo

allí. ¿Qué posible relevancia podía tener esta fábrica en la punta

más austral de nuestro continente, con su grupo de obreros

radicalizados y sus historias de David y Goliat, cuando el

apocalipsis mismo estaba lloviendo sobre Irak?

Pero nosotros, al igual que tantos otros, habíamos viajado a

Argentina buscando experimentar de primera mano la explosión de

movilización social que siguió a la crisis de 2001, un conjunto de

nuevos movimientos sociales de gran dinamismo, que no sólo

criticaban con fervor el modelo económico que había destruido su

país, sino que estaban rápidamente construyendo alternativas

locales en medio de los escombros.

Las respuestas populares a la crisis fueron variadas, desde asambleas

barriales y clubes de trueque al resurgimiento de partidos de izquierda

y movimientos masivos de desempleados; pero nosotros pasamos la

mayor parte de nuestro año en Argentina junto a trabajadores de

"empresas recuperadas". Sin casi ninguna repercusión mediática, los

obreros de Argentina han respondido al crecimiento desenfrenado del

desempleo y la fuga de capitales ocupando las empresas tradicionales

que habían quebrado y reabriéndolas bajo una gestión democrática de

los trabajadores. Es una idea antigua, recuperada y actualizada para

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una era nueva y brutal. Los principios son tan simples, tan

elementalmente justos, que parecen más obvios que extremistas

cuando son expresados por uno de los obreros del libro: "Formamos la

cooperativa con el criterio de salarios iguales, tomando las decisiones

básicas en asamblea; estamos en contra de la separación del trabajo

intelectual y manual, queremos puestos rotativos y, sobre todo, el

derecho de recambiar a nuestros representantes electos".

El movimiento de empresas recuperadas no es de una escala épica, se

trata de alrededor de 170 empresas, empleando unos 10.000

trabajadores. Pero seis años más tarde, al contrario de lo que ha

ocurrido con algunos de los otros movimientos novedosos del país, ha

sobrevivido y continúa acumulando fuerzas en medio de la

"recuperación" económica profundamente desigual. Su tenacidad

proviene de su pragmatismo: se traía de un movimiento basado en la

acción, no en las palabras. Y su acción definitoria, la de resucitar los

medios de producción bajo control obrero, no se agota en su potente

simbolismo. Está alimentando familias, reconstruyendo el orgullo

magullado, y abriendo una ventana de enormes posibilidades.

Al igual que varios otros movimientos sociales emergentes alrededor

del mundo, los obreros de las empresas recuperadas están

reescribiendo la manera tradicional en la que se supone que debe

ocurrir el cambio. En lugar de seguir un plan de diez pasos para la

Revolución, los obreros están adelantándose a la teoría, yendo

directamente al momento en que recuperan sus trabajos. En

Argentina, los teóricos corren por detrás de los obreros de estas

fábricas, tratando de analizar lo que ya se encuentra en plena y ruidosa

producción.

Estas luchas han tenido un impacto enorme en la imaginación de los

militantes sociales del globo (a esta altura hay muchas más tesis de

graduación idealistas sobre el fenómeno que empresas recuperadas).

Pero también hay un interés renovado en la autogestión desde

Melbourne a Durban y Nueva Orleáns.

Una vez dicho esto, el movimiento en Argentina es tanto un producto

de la globalización de alternativas como una de sus historias más

contagiosas. Los obreros argentinos tomaron prestado el eslogan

"Ocupar, Resistir, Producir" de uno de los movimientos sociales más

grandes de Latinoamérica, el MST (Movimiento Sin Tierra), en el que

más de un millón de personas han recuperado tierra en desuso para la

producción comunitaria. Un obrero nos dijo que lo que está haciendo

el movimiento en Argentina es "MST para las ciudades". En Sudáfrica

vimos a una persona en una marcha con una remera que resumía esta

nueva impaciencia aún más brevemente: "Basta de Pedir, Empecemos

a Tomar".

Pero aun con la similitud en los sentimientos que florecen en distintas

partes del mundo por las mismas razones, hay una necesidad urgente

de compartir estas historias y herramientas de resistencia de manera i

todavía más amplia. Por esta razón, este libro que tiene entre sus

manos es de tremenda importancia: es el primer retrato comprensivo

del famoso movimiento de empresas recuperadas de Argentina.

Su autor es el Colectivo lavaca, en sí una cooperativa de trabajo tal

como las que están aquí documentadas. Mientras estuvimos en

Argentina filmando nuestro documental, La Toma, nos cruzábamos

con miembros de lavaca donde fuera que nos llevaran las luchas de

los trabajadores: los cortes, la Legislatura, las calles, las plantas de

producción. Su periodismo es del más comprometido y sofisticado

que existe hoy en el mundo.

Y este libro es típico lavaca. Eso significa que comienza con un

montaje cinematográfico, un marco teórico descaradamente poético.

Luego, pasa a una escena de acción, con la información dura: los

nombres, las cifras y el modus operandi detrás del robo armado en

que consistió la crisis argentina. Con la escena ya presentada, el libro

hace luego un primer plano de algunas historias de lucha, contadas

casi íntegramente a través de los testimonios de los mismos obreros.

Este enfoque demuestra un profundo respeto hacia las voces de los

protagonistas, pero a la vez deja amplio espacio para las

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observaciones de los autores, al mismo tiempo lúdicas y mordaces.

En esta interacción entre las cooperativas que habitan el libro y la que

lo produjo, hay una cantidad de temas que merecen ser mencionados.

Ante todo, está la cuestión de la ideología. Este movimiento es

frustrante para algunos miembros de la izquierda que sienten que no

es claramente anti capitalista, aquellos que se escandalizan ante la

comodidad con la que existe dentro de la economía de mercado y ven

a la gestión obrera como una mera forma novedosa de la auto-

explotación. Otros ven al proyecto de cooperativismo, la forma legal

elegida por la gran mayoría de las empresas recuperadas, como una

capitulación en sí misma, insistiendo con que sólo la nacionalización

por parte del Estado puede llevar a la democracia obrera hacia un

proyecto socialista más amplio.

En las palabras de los obreros, y entre líneas, se pueden percibir estas

tensiones y la compleja relación entre las distintas luchas y los

partidos de izquierda argentinos. Los obreros del movimiento son en

general muy cautos respecto a verse cooptados por los objetivos

políticos de otros, pero al mismo tiempo no pueden darse el lujo de

rechazar ningún apoyo. Pero lo más interesante por lejos es observar

cómo los obreros de este movimiento resultan politizados por la lucha,

que comienza con el imperativo más básico: los trabajadores quieren

trabajar, para alimentar a sus familias. Pueden ver en este libro cómo

algunos de los más poderos líderes obreros de Argentina de hoy

descubrieron la solidaridad a lo largo de un sendero cuyo punto de

partida era esencialmente apolítico.

Pero así se piense que la carencia de una ideología rectora es una

trágica debilidad o una fortaleza novedosa, este libro precisa la

manera en que las empresas recuperadas desafían el ideal más caro al

capitalismo: la santidad de la propiedad privada.

La argumentación legal y política a favor del control obrero en la

Argentina no descansa solamente en los salarios impagos, las

ganancias evaporadas y las jubilaciones vaciadas. Los obreros

presentan una sofisticada defensa de su derecho moral a la propiedad

–en este caso, las máquinas y las instalaciones- basada no solamente

en lo que se les debe personalmente, sino en lo que se le debe a la

sociedad. Las empresas recuperadas se postulan como un remedio

explícito a todos los subsidios, la corrupción y otras formas de

subvención pública que los dueños disfrutaron durante el proceso de

llevar sus firmas a la quiebra y sus riquezas a los paraísos fiscales,

abandonando comunidades enteras al ocaso de la exclusión

económica.

Este argumento está, por supuesto, disponible para su uso inmediato

en Estados Unidos.

Pero esta historia es más profunda que la corrupción empresarial. Y

es aquí donde la experiencia argentina realmente tiene resonancias

con la de los norteamericanos. La explicación axiomática del colapso

de Argentina en la izquierda dice que fue un resultado directo de la

ortodoxia que el FMI impuso al país con tanto entusiasmo en los

neoliberales noventa. Lo que este libro clarifica es que en Argentina,

así como en la ocupación de Irak por Estados Unidos, todo ese

discurso sobre la eficiencia del sector privado consistió simplemente

en una pantalla para justificar una explosión de saqueo a escala

masiva por parte de un pequeño grupo de élites. La privatización, la

desregulación, la flexibilidad laboral: éstas fueron las herramientas

para facilitar una transferencia masiva de riqueza pública a manos

privadas, para no mencionar las deudas privadas con el monedero

público. Como accionistas de Enron, los empresarios que asoman en

estas páginas aprendieron la primera lección del capitalismo y se

detuvieron allí: la codicia es buena, y más codicia es mejor. Como

dice un obrero en el libro: "Hay tipos que se despiertan por la mañana

pensando en cómo jorobar a la gente, y otros que piensan, ¿cómo

vamos a reconstruir a esta Argentina que han despedazado?".

Y para responder a esta pregunta, pueden leer una poderosa historia de

transformación. Este libro toma como premisa esencial que el

capitalismo produce y distribuye no solamente bienes y servicios, sino

también identidades. Cuando el capital y sus especuladores buitres

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habían partido, lo que quedaba no era solamente empresas vacías, sino

un país entero vaciado y habitado por personas cuyas identidades –

como trabajadores- también les habían sido quitadas.

Como nos escribió uno de los organizadores del movimiento, "Se

necesita una enorme cantidad de trabajo para recuperar una empresa.

Pero el verdadero trabajo es el de recuperar al obrero, y esa es la tarea

que recién comenzamos".

El 17 de abril de 2003, estábamos en la Avenida Jujuy en Buenos

Aires, junto a las obreras de Brukman y una gran multitud de apoyo,

frente a una valla, detrás de la cual había un pequeño ejército de

policías custodiando la fábrica. Luego de un desalojo brutal, los

obreros se decidieron a volver a trabajar en sus máquinas de coser.

Ese día, en Washington DC, USAID anunció que había elegido a la

corporación Bechtel como principal contratista para la reconstrucción

de la arquitectura de Irak. El saqueo estaba por comenzar en serio,

tanto en Estados Unidos como en Irak. La crisis generada

intencionadamente estaba sirviendo de pantalla para la transferencia

de miles de millones de dólares públicos a un puñado de

corporaciones con buenos contactos políticos.

En Argentina ya habían visto esta película: el saqueo al por mayor de

los bienes públicos, la explosión del desempleo, el despedazamiento

del tejido social, las impactantes consecuencias humanas. Y 52

costureras estaban en la calle, apoyadas por otros miles, tratando de

recuperar lo que ya era suyo. Era, definitivamente, el lugar en el que

había que estar.

Avi Lewis y Naomi Klein

Trabajadores de otra clase.

Una hipótesis Durante dos largos años nos propusimos acompañar la recuperación de fábricas y empresa. A

muchos de sus trabajadores los hemos vistos desolados ante la persiana baja, desafiantes ante

la policía y eufóricos ante la expropiación. En cada uno de esos momentos observamos,

también, como eran mirados por los pocos que se acercaron: como victimas o héroes. Con su

derrota o su victoria anunciada por anticipado. Como testimonio de todo aquello que vimos,

compartimos esta hipótesis acerca de un proceso en permanente evolución.

En épocas favorables para los simuladores, la información encuentra

terreno fértil para disfrazar de opinión, intereses. El tráfico de noticias

se atora con el piquete de los lobbies y lo que se deja de ver sigue el

aritmético ritmo de la exclusión: hay más afuera que adentro de la

agenda mediática. Y lo poco que hay queda desfigurado.

Así nos pintan estos tiempos: perversos y crueles.

Y así son los medios que tenemos para comprenderlos: una píldora

para generar impotencia. Vemos todo lo que está mal. Y, cegados

por el horror, no quedan ni la energía ni la paciencia, necesarias

para la confianza.

Nomen est numen.

Nombrar es conocer.

Recuperar esta vieja máxima no se limita a repasar en voz alta los

nombres, sino también los conceptos, ópticas e historias que tejen

una realidad compleja y diversa.

Se trata entonces de no simplificarla.

Se trata de no señalar con el dedo lo que está bien o lo que está mal.

Ni siquiera de distinguir lo verdadero de lo efímero.

Se trata de nombrarlo todo, incluso lo aparentemente inútil.

Porque ése es el único poder de la información: convertir los hechos

en palabras.

Ésta es la historia de un cambio.

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Pero como todo pecado no deja una lección sino una penitencia,

eludimos los pronósticos.

El límite de toda predicción es lo que las personas somos capaces de

hacer.

No es el azar sino el coraje lo que torna el futuro impredecible.

De eso se trata esta historia y este cambio.

Producir un cambio es transformar un paradigma. Es un proceso

cuya intensidad no depende de la cantidad, sino de la constancia.

De la gota sobre la gota.

Si partimos, entonces, de entender al capitalismo no como un sistema

que produce y distribuye bienes de tal o cual manera, sino como un

productor y distribuidor de identidades, cada cambio estará marcado

por una transformación en los paradigmas que modifican las

perspectivas de esas identidades. Pero ¿cómo detectarlos?

Adam Smith1 identificó uno: la riqueza de una nación depende

exclusivamente de la destreza del trabajo y la proporción entre el

número de trabajadores, útiles e inútiles.

Marx señaló el definitorio: la propiedad de los medios de producción.

Para cualquiera de ellos, los modos de producción de una sociedad

constituyeron el principio axial de sus teorías.

Hoy son relatos históricos que nos permiten reconstruir los cimientos

del capitalismo industrial. Sin embargo, los cambios que registraron

no fueron evidentes hasta que lo fueron. Es decir, de los viejos

maestros lo primero que podemos aprender es que no hay ninguna

seguridad de que las nuevas ideas, valores o procesos sean

genuinamente decisivos en la historia social2.

Hasta que lo son.

La división clásica de la economía determinaba hasta hace

relativamente poco tiempo la existencia de tres sectores: primarios

1 Smith, Adam, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las

naciones, Perfil Libros. 2 Bell. Daniel, El advenimiento de la sociedad post-industrial, Alianza Editorial.

(agricultura y ganadería), secundarios (industrias) y terciarios

(servicios). Lo cual originaba, de acuerdo al grado de desarrollo de

cada uno, una correspondiente pirámide social, con sus diferentes

clases e identidades. El conjunto formaba un mismo cuerpo

económico y una misma organización social: el Estado-nación.

El capitalismo global rompió estos moldes y con ellos, las

implicancias políticas y culturales que de esta estructura derivaban.

Clavó la estaca en el pecho de las burguesías locales, descuartizó la

división de tareas desparramando los pedazos a lo ancho y largo del

mapa y con ello asesinó todos los sistemas teóricos de sostén y

oposición al capitalismo industrial.

Tal como describe Zygmunt Bauman3, "Henry Ford dependía de sus

trabajadores para conservar su poder y sus riquezas, tanto como

éstos lo necesitaban a él para ganarse su sustento. Esta perspectiva

les permitía percibir sus relaciones como un conflicto de intereses".

Eran los tiempos del capitalismo sólido, siguiendo la definición de

Bauman, donde el Estado-nación representaba el escenario principal

donde se librarían esos conflictos.

Hacia fines del siglo XX la escena se complicó, como en esos video

games en donde los diferentes niveles de juego imponen

dificultades cada vez mayores. "El poder normativo de los Estados-

nación fue socavado casi por completo. Las empresas (y

particularmente las grandes empresas, las que verdaderamente

importan cuando se trata de equilibrar las cuentas del Estado y

asegurar la vida de sus sujetos) apostaron, y con éxito, a

independizarse del ámbito de la soberanía estatal. Los cimientos

económicos de la supervivencia y el bienestar humanos son hoy día

políticamente extraterritoriales, como solían ser hace dos siglos, en

el umbral de la modernidad, cuando las empresas comerciales

lograron escapar de la estrecha supervisión ética de la comunidad

3 Bauman, Zygmunt, La sociedad sitiada, Fondo de Cultura Económica.

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6

local hacia una tierra de nadie, en la que el nexo del dinero era el

único lazo social y la competencia feroz la única ley"4.

El escritor uruguayo Raúl Zibechi5 lo resume así: “La razón de ser del

capitalismo es la acumulación, proceso que termina produciendo

excedentes de capital y de mano de obra. Estos excedentes impiden o

dificultan la continuidad del proceso de acumulación y sólo pueden

resolverse mediante la destrucción o degradación del trabajo y el

traslado de capital a otras áreas o regiones para evitar su devaluación.

(...) Nada de esto es nuevo. Sin embargo, como señala David Harvey

en El nuevo imperialismo, los anteriores equilibrios del capitalismo se

han roto a favor de las viejas formas de acumulación, que reaparecen

bajo nuevas modalidades a las que denomina ‘acumulación mediante

desposesión'6. Se trata de modos similares a los que Marx llamó

‘acumulación originaria' de capital y que nunca fue abandonada por

la burguesía, pero que parece ser un sello distintivo del capitalismo

en su período de decadencia".

Esto es lo que Bauman denomina modernidad líquida y significa,

nada menos, que el regreso a las más brutales y primitivas

condiciones de producción.

Para los sistemas teóricos que analizaron el capitalismo industrial, el

trabajo determinaba la clase social de pertenencia, pero también la

potencia de cambio y el calibre de los conflictos, entre otras cosas.

La globalización destruyó la interacción de estas fuerzas hasta

reducirlas a lo que esencialmente eran: meras relaciones de

explotación.

En primer lugar –y sólo para priorizar lo que nos interesa para esta

historia- el trabajo asalariado se convirtió en trabajo flexibilizado o

basura, creando así una nueva categoría social. Una no clase. No

4 Ídem.

5 Zibechi, Raúl, El nuevo imperialismo y América Latina, www.lavaca.org

6 Harvey, David, El nuevo imperialismo, Akal.

hay derechos ni posibilidad de conquistarlos cuando de lo que se

trata, día a día, es de garantizar la mera subsistencia.

La fotografía de la extinción del tradicional proletariado industrial la

escribió, palabra por palabra, Pierre Bourdieu y un equipo de

sociólogos. La llamó La miseria del mundo y en su afán por registrar

la “profunda desintegración del orden industrial y, por consiguiente,

del orden social” entrevistó a quienes estaban a punto de convertirse

en piezas del museo social. Es el relato de “toda la distancia que

separa al proletario –aun venido a menos o en decadencia, con

ingresos reducidos pero regulares, sus cuentas en regla, su futuro

pese a todo relativamente asegurado- del obrero al que la caída en la

desocupación, sin protecciones ni garantías, remite a la condición de

sub-proletariado, desamparado, desorganizado, obsesionado por la

preocupación de vivir, mal que bien, al día, entre los alquileres

impagos y las deudas impagables”7.

El desempleo –es decir, el no trabajo- se convirtió así en una nueva

categoría social, pero también en una alternativa.

El territorio de la exclusión del mercado laboral y, con ello, de las

identidades de clase, es tan ancho, profundo y vasto que se

transforma así en otro mundo.

Un universo paralelo que necesita crear, con nada, todo lo que le es

negado.

Harvey Brooks8 definió la palabra tecnología como “la utilización

del conocimiento científico para especificar las formas de hacer

cosas de manera reproducible”. Aplicando su mismo punto de

vista, los trabajadores desocupados fueron los responsables de

crear una tecnología social que aquí se trata de nombrar, sin

jerarquizar los componentes, sino la totalidad de la fórmula.

7 Bourdieu, Fierre, Lo miseria del mundo. Fondo de Cultura Económica.

8 Brooks, Harvey, Technology and the Ecological Crisis, 1971. Conferencia citada por

Daniel Bell en su libro El advenimiento de la sociedad post industrial.

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7

Se trata de la consecuencia directa de aquello que Bell tituló, en

1955, La desintegración del capitalismo y cuyo cadáver putrefacto

quedó al descubierto en Argentina hacia fines del año 2001.

La argumentación de Bell era la siguiente:

Primero, el capitalismo tenía que ser entendido no sólo como un

sistema económico, sino como un sistema social, enlazado por

medio de la empresa, que suministraba el aglutinante social del

sistema al crear a la vez una comunidad y una continuidad de

intereses. Luego, se produce la fragmentación del capitalismo

familiar, en parle por la intervención de los bancos o fondos de

inversión, cuya implicancia más significativa es la mutación de la

clase social dirigente: de la burguesía nacional a los gerentes

corporativos o CEO. Esto significó, entre otras cosas, que el poder

ya no estaría en manos de un grupo social específico, con sus

correspondientes intereses, adversarios y conflictos, sino en una

clase técnica, que de la misma manera que ocupaba un s i l lón en

el directorio de una corporación, saltaba al sillón de un directorio

político. Por último, las consecuencias. Dijo Bell: “Se están

produciendo revoluciones silenciosas en la relación entre el poder y

la clase social”.

Estas revoluciones incluían, para Bell, un cambio que desarrolló en

un artículo publicado en la revista Fortune, donde analizó la

composición de las fuerzas laborales a nivel global. Eran los años

50 y Naomi Klein ni siquiera había nacido, pero su magistral

teoría del cambio en la producción capitalista desarrollada en No

logo ya encontraba en Bell un ADN poderoso. Al capitalismo cada

vez más le importaba menos fabricar objetos y se concentraba en

dar vuelta la fórmula: la creación de culturas (entendida ésta como

distribución de identidades), el control de los artefactos políticos y

la tercerización de las tareas pesadas, como la producción

económica. Parodiando la famosa frase de Bill Clinton, la

economía, para los estúpidos.

Ralf Dahrendorf también había advertido que lo que cuenta en la

sociedad industrial no es la propiedad sino la autoridad, y que con la

desaparición del propietario se produce una separación entre los

órdenes políticos y económicos. “La posición de clase ya no determina

la posición de autoridad en la clase política"9.

El pobre Bell llamó a su nueva teoría La sociedad post industrial. “Un

término que significa que la sociedad occidental se halla a mitad de

camino de un amplio cambio histórico, en el que las viejas relaciones

sociales (que se asentaban sobre la propiedad), las estructuras de poder

existentes (centradas en las élites) y la cultura burguesa (basada en las

nociones de represión) se están desgastando rápidamente (...) No está

completamente claro a qué se asemejarán esas nuevas formas sociales.

No es probable que consigan la unidad del sistema económico y la

estructura de la civilización capitalista desde mediados del siglo 18 a

mediados del siglo 20. El prefijo post indica, así, que estamos viviendo

en una época intersticial”.

De hecho, obnubilado por sus predicciones sobre el rol de la tecnología

y el conocimiento en los años futuros, Bell había retrocedido un

casillero. Estaba describiendo algo a lo que ya le había puesto nombre:

la desintegración de un sistema.

De lo que sucedió con sus migas es de lo que trata esta historia.

El capitalismo industrial no murió de muerte natural. Mucho

menos en América Latina.

En primer lugar, porque “según todos los análisis con los que

contamos, aun desde diferentes perspectivas, el Estado benefactor

fue la institución que permitió regular la sociedad de la producción

en masa, caracterizada por la división taylorista del trabajo, la cadena

de montaje fordisia y la centralidad del obrero especializado. Fue la

9 Dahrendorf, Ralf, Class and Class Conflict in an Industrial, Society Stanford.

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8

rebelión obrera y de los sectores populares del Tercer Mundo, la que

derribó todo el entramado construido luego de la crisis de 1929"10

.

En segundo lugar, porque estas rebeliones sembraron oleadas de

conquistas y pérdidas de derechos absolutas. Sin medias tintas, la

Argentina pasó de ser un país con una legislación laboral modelo a

un modelo de precarización laboral y desocupación sin precedentes.

El punto de inflexión entre uno y otro fue la dictadura militar.

Fue el escritor Rodolfo Walsh el primero en denunciarlo en la carta

que escribió días antes de ser secuestrado y desaparecido por

militares argentinos. En esa carta denunció torturas, secuestros y

muertes, al cumplirse el primer año del golpe, pero también que “en

la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la

explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a

millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Miseria planificada11

. ¿A qué se refería Walsh?

Veamos: reducción salarial masiva, redistribución de ingresos y

concentración brutal de la riqueza, desocupación récord, derrumbe

del consumo, éxodo de profesionales por la racionalización de la

economía, endeudamiento externo histórico, atrofia de todas las

funciones creadoras y protectoras del Estado, obediencia ciega a las

recetas del FMI, reinado de los monopolios y de lo que llamó “nueva

oligarquía especuladora".

Hay más: desnacionalización de la banca, dominio extranjero del

ahorro interno y el crédito, premio a las empresas que estafaron al

Estado.

10

Zibechi, Raúl, La imposible reconstrucción del Estado benefactor,

www.lavaca.org . 11

Miseria planificada es el titulo del artículo escrito por Sergio Ciancaglini y

publicado por el diario El País, de España y en el Herald Tribune. Fue recopilado en

el libro Argentina, país desperdiciado, editado por Aguilar. Las ideas principales

son las que se desarrollan aquí.

Para Walsh el crimen mayor délos militares no eran las atrocidades

cometidas hora a hora, sino el plan económico que fue, en muchos

sentidos, una premonición de esa práctica llamada neoliberalismo.

Un mercado absoluto, intemporal y metafísico.

Argentina abrió indiscriminadamente su economía, comenzó la

destrucción de su industria, e inauguró lo que se ha dado en llamar

el “Estado Hood Robín", Robín Hood al revés, que le quita a los

pobres para darles a los ricos, según lo siguen reflejando las

estadísticas sobre la creciente desigualdad económica.

El proceso militar cayó tras la borrachera de la guerra de las

Malvinas y la democracia nació débil, en una sociedad que no la

reconquistó sino gracias a la ineptitud militar.

El gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) fue una mezcla dubitativa

de víctima y cómplice de esa economía reconcentrada en pocas

manos. No concluyó su mandato. Llegó entonces Carlos Menem

para culminar el trabajo sucio. Aquel plan que Walsh denunciaba

en su carta, Menem lo llevó a cabo entre 1989 y 1999 corregido,

aumentado, y en democracia: Argentina había entrado en la era del

pensamiento único. Ya no hacía falta el terrorismo de Estado para

aplicarlo. La estrategia de la represión cambió por la del desempleo

y la exclusión social: la desaparición económica de las personas. En

treinta años, la ocupación industrial declinó cerca de un 50 por

ciento, lo cual representó, entre otras cosas, la pérdida de más de

600.000 puestos de trabajo12

. Para fines de 2000, según un trabajo

realizado por el Ministerio de Economía, entre los diez mayores

empleadores del país había cuatro supermercados, una cadena de

comida basura y una empresa de seguridad privada. Es decir,

empleos de baja calidad y poca estabilidad. El sector industrial, a

excepción de los casos del ingenio Ledesma y la alimenticia Arcor, no

figuraba en el grupo de las primeras treinta empresas generadoras de

12

Entrevista al sociólogo Martín Schor, www.lavaca.org .

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empleo. Un ejemplo: Mc-Donalds contrataba el doble de empleados

que la petrolera Repsol-YPF13

.

Así, la clase media comenzó a caer masivamente bajo la línea de

pobreza.

Y los pobres, bajo la línea de indigencia.

Luego llegó Fernando de la Rúa para caricaturizar lo peor de Alfonsín y lo

peor de Menem. Terminó decretando el estado de s i t io y escuchó el trueno

de cacerolas14

.

En síntesis: Argentina tenía en 1974 una distribución de la riqueza similar a

la de muchos países desarrollados. La diferencia entre el escalón más pobre

y el más alto era de 12 veces. Las cifras de 2003 indican que la distancia

entre el sector más rico y el más pobre es ahora cincuenta veces mayor.

Esto representa, según la explicación del especialista Artemio López15

, que

“el grueso de la población transfirió a la cima el equivalente anual a 1.5 mil

millones de dólares."

Con el grito de “que se vayan todos" como música de fondo y la

escenografía de un país reducido a escombros institucionales, podemos

comenzar a ponerle nombres a esta historia.

Escuchemos el primero: Juan Navarro.

En la década del 90 fue señalado como paradigma del éxito. Lo

consagraron empresario del año en 1997, usando tres adjetivos: exitoso,

13

Este estudio también puntualiza cuáles fueron las empresas que más despidos

habían efectivizado en el quinquenio 1995-1999. el ranking encabezan Telefónica y

Telecom, le siguen Edesur. Metrovias y Edenor. Y por supuesto YPF, que redujo

ese quinquenio casi un tercio de su personal. Las seis empresas formaron parte de

la privatización de los servicios y recursos públicos argentinos. 14

Una encuesta realizada por la consultora Hugo Jaime y Asociados, que entrevistó a

100 personas en Capital y Gran Buenos Aires registró lo siguiente: "Uno de cada tres

habitantes de la Capital federal y el Gran Buenos Aires dice que participó de

cacerolazos o asambleas barriales. Es una cifra altísima. Significa, en concreto, que

alrededor do dos millones y medio de personas participaron o participan de la protesta,

la mayoría golpeando una cacerola en el balcón o en la puerta". Diario Página/12, 10-

03-02. 15

Consultora Equis, informe junio 2004, en base a cifras del Indec. Diario Clarín,

28 de junio de 2001.

ambicioso y audaz. También se lo llamaba gurú, talento financiero y

ejecutivo brillante. Se decía que estaba creando una nueva cultura

empresaria. Su imperio: el Exxel Group, un fondo de inversión que

manejó el destino de 73 empresas y 40.000 empleados.

“Sin fortuna propia ni heredada, se puede decir que construyó con la

velocidad de un rayo el tercer grupo económico privado más poderoso de

la Argentina, con ventas por 3.800 millones de dólares, a fines del 99",

sintetizan los periodistas Silvia Naishtat y Pablo Maas en El cazador, la

biografía que escribieron sobre Navarro.

La fábula cuenta que el 17 de marzo de 1992 Juan Navarro convenció a la

banca Oppenheimer & Co de que lo ayudara a construir un fondo de

inversión. A los pocos meses le enviaron 47 millones. Gastó 22 en la

compra de las empresas Ciabasa, Poett (en la provincia de San Juan) y la

división de aerosoles de la estatal petrolífera YPF. En menos de sesenta

días, vendió esas empresas a la multinacional Clorox por 95 millones.

Para su segundo fondo recaudó 155 millones. Compró empresas de

medicina prepaga y compañías eléctricas del interior. Para los fondos

subsiguientes, prescindió de Oppenheimer. Desde entonces, ya nunca

estuvo claro de dónde-provenía el dinero. “Cuando la Comisión Anti-

lavado preguntó a los fondos norteamericanos que Navarro había

presentado como sus inversores si efectivamente eran socios de Exxel, la

mayoría lo desmintió u optó por el silencio" aseguró la entonces diputada

Graciela Ocaña, integrante de esa comisión legislativa.

Un dato para tener en cuenta: del equipo de dirección del Exxel Group

participó el ex embajador norteamericano en Argentina, Terence Todman.

Pregunta:

¿Cómo compraba el Exxel tantas empresas?

Respuesta:

Por el sistema de apalancamiento.

Explicación:

"Las empresas tomaban créditos excesivos, aprovechando las bajas

tasas de Estados Unidos. Eran créditos puentes para pagar su propia

compra. Una vez en el poder de la empresa, la compañía lanzaba

Page 10: sin patrón

10

bonos garantizados con los bienes de la firma. Con la venta de los

bonos, cancelaba los créditos"16

.

¿Qué significaba esto?

Que Navarro obtenía un giro o adelanto bancario millonario para

comprar las empresas. Apenas adquiridas, ese adelanto se convertía

en un crédito que las empresas compradas eran forzadas a adquirir,

ofreciendo sus activos como garantía. De esta manera, empresas

sanas comenzaban una nueva administración con una flamante deuda

millonaria. E impagable.

Así se describió la operatoria del Exxel Group en el informe

parlamentario de la Comisión Investigadora de Lavado de Dinero:

“Cuando el Exxel se dispone a comprar una empresa, se asegura dos

cosas: conseguir inversionistas del exterior que aporten capital y que

algún banco le adelante una parte del precio de compra, en forma de

crédito a corto plazo. Una vez con la compañía en su poder, el Exxel

emite bonos a nombre de la empresa por una cantidad sustancial (la

super-endeuda) e hipoteca todos sus bienes como garantía del pago

del bono. En síntesis, compran una empresa –en gran parte- con el

propio dinero de ella".

Cuentan que Navarro detestaba el manejo empresarial familiar, casi

artesanal, de las empresas que compró. Por eso, su primera medida

era desarticular el organigrama. Sentaba arriba de la pirámide a

jóvenes y agresivos ejecutivos, que en ningún caso –decía- debían

durar más de tres años en el puesto. Por eso, les pagaba más.

“Mucha gente se pregunta de dónde viene el dinero del Exxel. Sobre

el origen de los fondos se han tejido las más diversas especulaciones:

desde que es el continuador del imperio económico de Yabrán17

hasta

16

Naishtat, Silvia y Maas, Pablo, El cazador, Editorial Planeta. 17

Alfredo Yabrán, empresario postal sospechado de negocios turbios y muy

comprometido en el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas. Su final fue

igualmente oscuro. Se suicidó en 1998 cuando estaba prófugo de la justicia.

Semanas antes, entrevistado por el diario Clarín, había dicho: "El poder es

impunidad."

que maneja dinero del ex presidente Carlos Menem. En esta

investigación no se pudo comprobar ninguna de estas conjeturas.

Pero una cosa es segura: al menos una parte sale del bolsillo de los

contribuyentes (...) Las empresas que son adquiridas por los fondos,

que luego las endeudan e hipotecan sus bienes, dejan de pagar el

impuesto a las ganancias gracias a que las leyes impositivas permiten

deducir los pagos de intereses. El costo fiscal de estas deducciones, es

decir, la pérdida de ingresos al Tesoro Nacional por la menor

recaudación, es soportado, de este modo, por el total de los

contribuyentes, que no gozan de una ventaja similar. Los intereses que

pagan los créditos hipotecarios, por ejemplo, no son deducibles del

impuesto a las ganancias. Pero los intereses que toman los fondos

como el Exxel para pagar las empresas que compran sí lo son”18

.

En el año 2000 el Exxel Group acumuló activos por 4.500 millones de

dólares.

Dos años después, el valor de su canasta de empresas apenas

alcanzaba los 300 millones.

A fines de 2003, el estado de sus principales empresas era el

siguiente:

Supermercados Norte: en 1996, el Exxel Group compró Norte en

440 millones de dólares a su fundador, Alberto Guil. La pago

básicamente con deudas bancarias y con bonos que colocó en

mercados internacionales. Dos años más tarde, la cadena francesa

Promodés le compró al fondo que encabeza Navarro el 49 por

ciento de Norte por 420 millones de dólares. Promodés tenía un

reducido número de ejecutivos en la Argentina, que estaban

ocupados en expandir su tienda de descuentos Día en Capital y el

Conurbano, de modo que Norte .siguió gerenciada por el Exxel. Un

año más larde, Norte compró la cadena Tía a la familia De Narváez

y al Deutsche, en 630 millones de dólares. Norte-Tía pasó a liderar

el ranking, con una facturación que rondaba los 2.000 millones

18

Naishtat, Silvia y Pablo Maas, El cazador, Editorial Planeta.

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11

anuales. Cuando la cadena de supermercados fue vendida en abril

de 2001 a la francesa Carrefour acumulaba pasivos por 2.000

millones de dólares y una deuda financiera de 350 millones.

Interbaires (empresa operadora de free-shops en los aeropuertos):

hasta diciembre de 1997 formaba parte –junto con OCA, Ocasa y

Edcadassa- del imperio que se le atribuía al fallecido Alfredo Yabrán.

En una operación polémica, el Exxel Group pagó 120 millones de

dólares por el 80 por ciento de la operadora de los locales del duty

free. En noviembre de 2002 pasó a manos de su principal acreedor,

el Deutsche Bank, por la imposibilidad de hacer frente a sus deudas,

calculadas en 40 millones de dólares. London Supply, una sociedad

formada por las familias Taratuty y Monteiro Branca (esta última de

origen brasileño), la compró en marzo de 2003 por 20 millones de

dólares.

Fargo (empresa alimenticia): fundada por Carlos Preiti, concentraba

el 60 por ciento del mercado al momento de ser vendida en 140

millones de dólares. En febrero de 2003, el propio Preiti regresó a su

antigua empresa, convocado por el fondo fiduciario que armaron los

acreedores de la compañía, encabezados por el Deutsche Bank. La

empresa había acumulado deudas por 150 millones de dólares.

Havanna (la fábrica de los mejores alfajores argentinos): fue

adquirida por el Exxel Group en marzo de 1998. Las familias

fundadoras recibieron 85 millones de dólares por una empresa que

en esos momentos facturaba 15 millones de dólares, una ganancia

anual de ocho millones y no tenía deudas. Cuatro años más tarde,

sumaba un pasivo de 32 millones de dólares. Sus acreedores: un

grupo de bancos, encabezados por el Deutsche, el Citi y el Río. En

octubre de 2003, Guillermo Stanley, Carlos Giovanelli (ex directivos

del banco Citi) y Chrystian Colombo (ex jefe de gabinete de la

presidencia De la Rúa), socios en Desarrollo y Gestión, compraron

Havanna al Exxel Group con una parte en efectivo de 5,5 millones

de dólares y otra en créditos bancarios refinanciados, por 12

millones.

Musimundo (locales de venta de CD y video): en mayo de 1998, el

Exxel le ofertó a la familia que encabeza Natalio Garber 230 millones

de dólares. Cuando solicitó un concurso de acreedores, a fines de

2001, debía 206 millones de dólares. Sus principales acreedores:

los bancos Citibank y Galicia (aproximadamente 70 millones dólares

entre los dos), el brasileño Bozano y el Surpervielle. Estos bancos

se quedaron con las acciones en caución

OCA (empresa postal): fue adquirida por el Exxel Group en

diciembre de 1997 en 450 millones de dólares y, asfixiada por las

deudas, pasó a manos de un sindicato de bancos liderado por el

Deutsche y el Citi. En febrero de 2004, por 32 millones de dólares

cash y el compromiso de afrontar la deuda de 280 millones de dólares,

el fondo de inversión norteamericano Advent se quedó con OCA, la

empresa de correo privado que fue la nave insignia del grupo Yabrán.

Mastercard (tarjeta de crédito): perdió la licencia para Argentina.

IBG (comercio de ropa de marcas concesionadas: Lacoste, Polo Ralph

Lauren, Paula Cahen D'Anvers, Coniglio, Kenzo): cuando entró en

convocatoria de acreedores, la deuda sumaba 90 millones de dólares.

Al cierre de 2003, el Exxel llegó a un acuerdo con sus acreedores.

Logró una quita del 50 por ciento y obtuvo un plazo de 15 años y tres

de gracia. Sus principales acreedores eran los bancos. En esa fecha,

Coniglio, la única marca que no entró en el concurso, fue vendida a un

grupo de productores de soja, encabezado por la familia Hinz y el

constructor Jorge Greco. Cuando Exxel la compró tenía 6o locales.

Cuando la vendió, tres.

Pero de todas las empresas que compró el Exxel Group, la que nos

interesa en esta historia es la más pequeña: la heladería Freddo.

Fundada por un inmigrante italiano, Freddo acumulaba una historia de

cincuenta años liderando el mercado ofreciendo productos de calidad

a través de seis sucursales. Sus cincos socios recibieron del Exxel

Group una oferta imposible de rechazar: 82 millones de dólares.

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12

La primera medida de la administración Navarro fue remodelar todos

los locales.

La segunda, bajar la calidad de sus materias primas.

La tercera, subir los precios.

No hubo cuarta: ya estaba quebrada.

Así fue como en la primavera de 2001 la heladería pasó a formar parte

de los activos del Banco Galicia, como forma de capitalizar los 30

millones de dólares que había acumulado en deudas. El banco

convocó al antiguo propietario, Juan José Guarracino, para que la

rescatara e inauguró con esta fórmula una modalidad que se repitió

luego en varias empresas quebradas y apropiadas por los bancos. Los

buitres financieros la llaman el “modelo Freddo”.

El veloz rayo de Navarro arrastró, en su efecto dominó, a una de las

proveedoras de materias primas de las heladerías Freddo. Los ajustes

de costos de la nueva administración dejaron a la firma Ghelco, del

barrio de Barracas, sin uno de sus clientes. Tiempo después, acosada

por la recesión y la especulación financiera, terminó en la quiebra.

Para los cuarenta obreros de Ghelco la maniobra significó primero un

racionamiento de salarios; luego, meses sin cobrar un peso y por

último, el cierre definitivo, que los dejó en la calle y sin posibilidad de

reclamo: la ley de quiebras había sido modificada en tiempos de

Carlos Menem y los trabajadores ya no eran considerados los

acreedores privilegiados.

Primero estaban los bancos.

Por entonces, en la calle la desocupación se cotizaba a un 22 por

ciento.

Y todos allí sabían qué les esperaba: tenían un promedio de 40 años,

eran obreros especializados, con familias, deudas y necesidades

impostergables.

No tenían ningún lugar a dónde ir y con esa convicción, se quedaron.

Una carpa verde, de camping, los albergó durante meses en la puerta

de la fábrica cerrada. Dos patrulleros y una docena de uniformados

los custodiaron.

Fue un policía, precisamente, quien les comentó que unos meses antes

habían tenido que desalojar a palos a los obreros de una fábrica cercana.

“Pero volvieron”, les dijo. “Formaron una cooperativa y entraron”.

Los obreros de Ghelco fueron ese mismo día a conocer a los otros

obreros –de Lavalán- quienes, a su vez, los llevaron a conocer a un

abogado –Luis Caro- que ahí mismo les copió los 84 artículos del

estatuto de una cooperativa de trabajo: Vieytes, la llamaron.

La historia termina así:

La fábrica fue expropiada.

Los obreros, organizados en la Cooperativa de Trabajo Vieytes, se

hicieron cargo de la reapertura*.

De Navarro ya nadie habla.

Hoy, los obreros de la ex Ghelco ganan el doble de salario. “El día que

entramos no teníamos ni para pagar una bolsa de azúcar. Los

* Sin comentarios: El Defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, envió

en mayo de 2003 a diferentes organismos de la Administración Pública Nacional

pedidos de informes sobre la actividad que estuviesen desplegando alrededor de las

fábricas recuperadas. Las conclusiones de las respuestas son las siguientes: "El

Estado nacional no había atendido esta problemática y en algunos casos desconocía

la existencia misma de esta realidad. El único organismo público que parece haber

tomado nota es el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES),

pero también es el que más críticas ha recibido por parte de las cooperativas en

cuanto a su funcionamiento y tardanza en el otorgamiento de las matrículas

habilitantes." El informe de Mondino transcribe, como .ejemplo, dos respuestas.

Una, del Ministerio de Justicia: "No existe ningún programa o proyecto que

contemple la organización y coordinación con otros organismos de gobierno de

planes respecto a las empresas recuperadas, sus trabajadores y sus núcleos

familiares". Otra, de la Jefatura de Gabinete: "No surgen antecedentes vinculados

a la cuestión". Del Ministerio de Salud recibió, en cambio, una pregunta: "¿El

Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) está reconocido

oficialmente? Y si es así ¿cómo funciona?".

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13

muchachos de otra cooperativa –Unión y Fuerza- nos prestaron para

comprar la materia prima y pagar la luz y así empezamos. Con el

primer cobro, lo primero que hicimos fue devolverles la plata. No

teníamos ni para comer, pero las deudas están primero y estábamos

orgullosos de poder pagarlas."

Aquí es donde otra historia comienza.

Si uno ingresa ahora a la cooperativa Ghelco, en la sala de máquinas

puede ver el siguiente escenario:

En rueda, alineadas contra la pared, están las mezcladoras y

moledoras funcionando a pleno.

En el centro, acomodados en tres filas, hay cuarenta pupitres escolares.

“Son para las asambleas. Nos decían que no podíamos resolver todo

por asamblea porque si no parábamos el trabajo. Entonces a uno se

le ocurrió que lo mejor era reunimos en la sala de máquinas, para

que los que los que estuvieran de turno trabajaran, opinaran y

votaran”.

Los obreros muestran orgullosos su obra: máquinas y democracia

directa. Sonríen, se los ve relajados, seguros, conformes, plenos.

Ése es el cambio.

La historia de Ghelco viene a cuento para ilustrar uno de los

movimientos más interesantes que han surgido al calor de la crisis

argentina, porque sintetiza lo más importante para comprenderlo: sin

Navarro no hay cooperativa Vieytes.

Sin dinero sucio, impune y fugaz, no hay fábricas recuperadas.

Navarro es el alias detrás del cual se esconde el capital anónimo, que a

golpe de laptop puede trasladar inversiones de un lado a otro sin

necesidad de dar siquiera explicaciones ni mucho menos sufrir las

consecuencias de sus acciones. Es el poder tal y cual se encarna hoy:

no ya en un lugar, sino en una capacidad para "la huida, el

escurrimiento, el rechazo concreto a cualquier confinamiento territorial

y de sus engorrosos corolarios de construcción y mantenimiento de un

orden, de la responsabilidad por sus consecuencias y de la necesidad

de afrontar sus costos"19

.

En mayo de 2002, durante una sesión en la Cámara, un diputado

sintetizó este estado de las cosas con la siguiente intervención:

"Hemos visto cómo un fondo común de inversión que fabrica deuda,

toma las empresas con créditos a corto plazo y manda al bombo a

firmas como Pan Fargo, Alfajores Havanna, Supermercados Norte o

Heladerías Freddo. ¿Qué ley contempla todo esto? Con todo respeto

tengo que responder que hay que estudiar un poco más de economía

moderna. Porque los delitos económicos ya no son un cheque sin

fondos o un balance falso, sino los delitos de la electrónica, los delitos

complejos de transferencias de miles de millones de divisas, que son los

que están contribuyendo a que grandes masas indeterminadas de dinero

vacíen países o hagan ricas a determinadas personas. (...) ¿Cuál es la

tarea del Congreso? La que observamos en el Senado de Estados

Unidos, cuando sentaron a los principales banqueros del país para

advertirles que existían manejos de dinero en negro proveniente de la

droga, del comercio de armas, del terrorismo, del juego, y que había que

modificar la legislación. Esto es lo que deberá hacer este Congreso

después de la emisión del informe de la Comisión Investigadora del

Lavado de Dinero. Es decir, modificar la legislación para evitar estos

conflictos"20.

La cita es reproducida aquí con un propósito: ilustrar el conocimiento

del Parlamento argentino de estas maniobras y las consecuencias

prácticas de este saber.

Ese día la Cámara no sancionó ninguna nueva norma.

Derogó, sí, la Ley de Subversión Económica por expreso pedido del

FMI.

19

Bauman, Zygmunt, Modernidad Líquida, Fondo de Cultura Económica 20

Intervención de Gustavo Eduardo Gutiérrez, diputado del Pálido Demócrata por

Mendoza. Sesión ordinaria de la Cámara de Diputados, celebrada el 23/5/2002.

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14

Es este poder respaldado por la asociación ilícita entre un capitalismo

global especulador, gerenciado por los organismos internacionales de

crédito; un Estado cómplice y una burguesía nacional corrupta; es ese

cóctel feroz y decadente el que produce el enorme vacío, el agujero

adonde van a caer aquellos que, sabiendo que nadie ni nada va

rescatarlos, deciden inventar la única manera de condenarlo.

Repitámoslo: el poder no es ya un lugar, sino una capacidad.

Bauman la define así:

"Es el lápiz que separa lo legítimo de lo ilegítimo. El derecho a trazar el

límite entre la coerción legítima (admisible) y la ilegítima (inadmisible)

es el primer objetivo de toda lucha por el poder"21

.

Los protagonistas de esta historia han sabido arrebatar el lápiz y escribir

sus propias condiciones de legitimidad, debiendo leerse esta frase

literalmente.

Ésta es la tensión que no se diluye y que, en la mayoría de los casos,

continúa presente.

En principio, está expresada en la propia situación legal de cada fábrica

recuperada. Sólo muy pocas lo han resuelto mediante algún tipo de

compensación a los antiguos dueños, logrando así regularizar la

titularidad de la propiedad de la empresa. Pero la gran mayoría

permanece en un-verdadero limbo legal, como el caso Zanón, que ha

conseguido frenar varias veces su desalojo debido al gran apoyo

recibido por parte de la comunidad en donde está instalada. En otros,

como Brukman, luego de tres desalojos y una dura resistencia, el juez

que intervino en la quiebra dictó el procesamiento de sus antiguos

propietarios y la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires decretó la

expropiación, luego de analizar el plan de reactivación presentado por

los obreros. En unos pocos casos, la presión combinada del

movimiento y de algunos legisladores ha conseguido soluciones

21

Bauman, Zygmunt, La sociedad sillada, Fondo de Cultura Económica.

transitorias, como la expropiación de inmuebles y máquinas por el

plazo de dos años.

Los procesos legales son muy dinámicos y cambiantes. Por lo

general, los obreros comienzan el trámite legal ofertando el alquiler

de la fábrica. La lectura pormenorizada de la Ley de Quiebras les

permitió este recurso, ya que establece que deben agotarse todas las

instancias para garantizar el pago de los acreedores. Luego solicitan

la expropiación de máquinas y, por último, tramitan la expropiación

de la propiedad, que solo puede realizarse con la sanción de una ley

específica y, por lo tanto, ya no depende del juzgado actuante sino de

las legislaturas locales, donde los trabajadores presionan de manera

directa, llegando incluso a acampar frente al despacho de los

legisladores, vestidos con overoles y rodeados de sus familias.

Hasta el momento, la mayoría de las fábricas ha sido entregada de

manera provisoria. Y hasta tanto no exista la voluntad política de

modificar la Ley de Quiebras y crear de esa manera una herramienta

eficiente, abarcadora y permanente, la batalla se libra round por

round, fábrica por fábrica y trámite por trámite.

El poder no está dispuesto a soltar el lápiz.

Para las débiles instituciones de la inconstante democracia argentina,

estas fábricas representan un dilema político y social para el que no

tienen respuesta. Las que dieron han sido provisorias y arrancadas

por la tenacidad de las luchas, la validez de los reclamos, la flagrante

ilegalidad de las situaciones que las originaron y la orfandad de

medidas para la creación genuina de empleo. No fueron, entonces,

ni los funcionarios ni los jueces ni los expertos quienes les

enseñaron a estos trabajadores a plantear con claridad sus reclamos

ni a presentar las soluciones para calmarlos. Fue la propia

experiencia acumulada la que les fue dictando las salidas de los

atascos*.

* El quiebre legal: El artículo 191 de la Ley de Quiebras estipula que "la autorización

para continuar con la actividad de la empresa será dada por el juez sólo en caso de que

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15

El origen, quizá, puede rastrearse en la primera empresa expropiada, el

frigorífico Yaguané, propiedad de Alberto Samid, un hombre cercano

al menemismo y procesado por sus millonarias estafas al fisco. Este

frigorífico llegó a liderar el ranking de facturación de exportación de

carnes, pero sus obreros apenas si cobraban para comer. El error: al

traspasarse legalmente la titularidad de la empresa, también

heredaron sus millonadas deudas, que estaban obligados a pagar

puntualmente.

Para evitar este tipo de herencias los trabajadores crearon una

fórmula: agruparse en cooperativas de trabajo.

¿Por qué una cooperativa de trabajo? Por varias e inmejorables razones.

En primer lugar, porque de esa manera se aseguran legalmente que

quede en claro que las deudas, delitos y penas corresponden a los

antiguos propietarios y no a la nueva sociedad que se hace cargo de

la recuperación de la producción.

También, porque son sociedades que reconocen el trabajo como

capital suficiente para iniciar una empresa.

Sin embargo, en el origen el verdadero motivo fue práctico: constituir

una sociedad en Argentina tiene un costo mínimo de 300 dólares.

Darle forma legal a una cooperativa de trabajo requiere, en cambio,

45. Sólo hace falta que seis-integrantes aporten el 10 por ciento del

salario mínimo, vital y móvil establecido por el gobierno.

de su interrupción pudiera manar una grave disminución del valor de realización o se

interrumpiera un ciclo de producción que puede concluirse". Los jueces han

interpretado este artículo con mayor o menor amplitud, pero incluso en los casos

resueltos en favor de los trabajadores la interpretación ha sido forzada por las

dramáticas circunstancias: desempleo, fraudes patronales, millonarias obligaciones

laborales impagas. El reclamo es la modificación de la ley concursal para alentar la

continuidad de la fuente laboral. Dijo el Defensor del Pueblo de la Nación al respecto:

"¿Cómo es posible que todos los actores –trabajadores, jueces y legisladores- transiten

cotidianamente entre las fronteras de la legalidad y la ilegalidad sin que se haga algo

para remediar semejante situación?".

La pregunta sigue sin responderse.

El trámite de inscripción de este tipo de sociedades también es diferente.

Deben acreditarse ante el Instituto Nacional de Asociativismo y

Economía Social (INARS), un órgano oficial que casi no tenía actividad

hasta la llegada de estas cooperativas, que encontraron así una manera

do eludir otra institución mucho más burocrática (y cara): el Instituto

Nacional de Cooperativas, al que el ministro de la dictadura José

Martínez de Hoz transformó en un museo, a fuerza de tantas

normativas restrictivas.

Con el tiempo y las batallas por el reconocimiento consiguieron

transformarlas, además, en un refugio impositivo, ya que están exentas

del impuesto a las ganancias y en muchos distritos, de tasas

municipales.

La huella de ese lápiz arrebatado al poder puede encontrarse,

además, en los estatutos con los que fueron creadas. En especial,

en dos cláusulas. La primera está relacionada con las ganancias.

Ya no se habla de salarios sino de reparto. En general, hay una

tendencia a repartir los ingresos en forma igualitaria, aunque en

algunos casos establecen escalas de acuerdo con las

responsabilidades. Sin embargo, en la práctica y en especial en los

primeros meses de funcionamiento –donde los ingresos son más

escasos- contemplan la necesidad de algunos de los miembros y

reparten el dinero de acuerdo a un orden de prioridades: número

de hijos, posibilidades de subsistir con otros ingresos, edad, años

de antigüedad en la empresa, entre otros factores.

La segunda cláusula tiene que ver con la finalización de la sociedad.

Los miembros que se retiran no tienen derecho al reclamo

indemnizatorio. Como el valor de constitución es el trabajo, al dejar

de trabajar no se gana nada. Si, incluso, la sociedad entera se

disolviera, debe dejar constancia en su Estatuto del destino de los

fondos que origine su liquidación, que está obligada a donar.

El INAES establece que toda cooperativa de trabajo debe designar un

Consejo Directivo compuesto por un presidente, un vice y un

tesorero. Sin embargo, en la mayoría de los casos el Estatuto fue

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16

escrito de manera tal que prevé que esos puestos no tengan plazo y

sean automáticamente revocables por la sola decisión de la

asamblea. La asamblea queda así consagrada como máximo órgano

de dirección. Y puede ser convocada en cualquier momento. En

muchas, es costumbre que no haya siquiera temario previo:

cualquiera puede plantear un tema y los demás deben escucharlo.

Los obreros debaten así las estrategias y acuerdos, los balances y las

tácticas legales. Si es necesario, llaman a asesores (abogados,

ingenieros, contadores) para que expliquen las cuestiones técnicas,

pero luego toman las decisiones por consenso o por mano alzada,

según los casos.

Si bien es cierto que la mayoría de estas empresas se ha asumido

como cooperativas de trabajo, en el momento de-mayor fervor del

movimiento algunas reclamaron la estatización con control obrero,

una propuesta que se alentó mucho más fuera que adentro del

movimiento, ya que la estatización resultó de muy utópica

materialización con un Estado que, en el mejor de los casos, las

desprecia. Hasta el momento, se registran dos antecedentes.

Uno es el de la Clínica de Salud Medrano, que pasó en diciembre de

2003 a manos de la Ciudad de Buenos Aires, luego de dos años de

ocupación de la clínica y de mantenerla en perfecto estado. El

gobierno porteño aceptó hacerse cargo y luego de varios meses de

inacción, decidió que los trabajadores fueran repartidos en diferentes

instituciones del estado porteño. La clínica continúa cerrada, pese al

compromiso de inaugurar allí un centro de atención a jubilados.

El otro es el del Hotel Nogaró, en la provincia de San Juan. Durante

casi dos años su explotación estuvo a cargo de una cooperativa de

trabajo hasta que el gobierno provincial decidió intervenirlo.

Contrató a los cooperativistas por seis meses y luego decidió llamar a

una licitación para entregarlo en concesión.

La viabilidad económica de las cooperativas de trabajo es una

cuestión a analizar caso por caso. En principio, depende de la

situación de la que parten. Para muchas, se limita al trabajo a facon,

una modalidad que consiste en que el cliente adelante el capital

necesario para que la cooperativa adquiera la materia prima para

elaborar el pedido. Es la propuesta que inventaron para vencer las

limitaciones que les imponen la falta de crédito y financiación.

Así han logrado poner a producir estas empresas, con el propio

esfuerzo, incluso en el difícil contexto de falta de capacitación en

áreas administrativas o comerciales, desconfianza de los antiguos

clientes y hostigamiento policial-judicial. Con el tiempo, hay

empresas que han logrado exportar o liderar el mercado y otras que

siguen en el mismo punto en que arrancaron.

En cualquier caso, a partir de la experiencia de la gestión obrera, los

trabajadores han podido identificar las verdaderas causas de las

quiebras de sus empresas. Y llegaron a una conclusión: lo que las

funde es el costo patronal.

Costo patronal no sólo refiere a la gran tajada que se llevan los

patrones, sino también a toda la serie de gastos que debe amortizarla

producción: los altos sueldos y prebendas gerenciales, las comisiones,

los viáticos, viajes, chóferes y el pago a consultoras para realizar ajustes

que, inevitablemente, señalan al costo laboral como el responsable del

déficit.

Este nuevo concepto acuñado por los trabajadores –y que describe

una realidad de la que la ciencia económica tiene pocas noticias-

coloca la responsabilidad en el otro extremo. La idea de costo

patronal deja al descubierto esas erogaciones que se hacen

innecesarias bajo control obrero, ubicando la culpa de la quiebra

claramente en la gestión empresaria. Lo curioso es que hoy en día

varias de estas fábricas están siendo analizadas por expertos en

management, con el interés de reformular los conceptos de gestión

que la década del 90 impuso como manual incuestionable.

Toda fábrica recuperada sabe que su subsistencia depende de la

legitimidad y los lazos sociales que sepa construir. Su defensa está

basada en la convicción de sus trabajadores, pero también en el

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apoyo que logren cosechar entre vecinos, asambleas barriales,

organismos de derechos humanos y partidos políticos, en ese orden.

Incluso, una vez, recuperadas y debido a su constante precariedad

legal, algunas fábricas recogieron la experiencia de la pionera IMPA

para instalar en los espacios vacíos un centro cultural destinado a la

comunidad. IMPA lo hizo como forma de autodefensa: ante la

amenaza de un desalojo violento, abrió sus puertas para actividades

tales como, teatro, video, cursos, apoyo escolar y charlas, la

mayoría gratuitas y llevadas adelante por estudiantes universitarios

o integrantes de asambleas barriales. Garantizaron así que en los

horarios considerados más vulnerables –las noches y los fines de

semana- hubiese gente adentro de la fábrica. En la actualidad, y

debido a la presión que ejercieron sobre el Estado, lograron que se

instalen también escuelas reconocidas oficialmente, con

orientaciones relacionarlas con el establecimiento productivo.

El lápiz ha tachado, así, cuestiones que el poder consagra como

verdades inapelables:

1. La supremacía de la propiedad privada, a cualquier costo.

2. El Estado como único escenario posible donde dirimir los

conflictos sociales.

3. La necesidad de contar con una clase gerencial para organizar la

producción.

La comprobación de que ninguna de estas proposiciones es inevitable

está presente cada vez que los obreros relatan su experiencia. En la

fábrica Grissinopoli, por caso, uno de los obreros recuerda que lo que

más le costó no fue resistir en la calle, ni soportar el hambre, ni

desafiar a la policía, ni discutir con el juez ni conmover a los ediles.

Lo que más le costó fue convencer a sus compañeros de que ellos

estaban perfectamente capacitados para poner la fábrica a producir:

“Creían que estaba loco”. Finalmente, cuando llegó el día en que las

máquinas comenzaron nuevamente a funcionar, lloraron. Y lo

abrazaron.

Ser sus propios patrones les devolvió otra imagen de sí mismos.

Supieron, entonces, que nunca más volverían a ser los mismos.

Que no les había cambiado la vida, sino el destino.

En un antiguo libro de Derecho Laboral, el especialista francés Alain

Supiot asegura que la primera acepción de la palabra trabajo se refiere

al agobio de la mujer durante el parto. Alude, fundamentalmente, a

ese acto que mezcla dolor y creación y que encierra, nada menos, que

el misterio mismo del destino humano22

.

Se podría decir que el destino de los obreros de las casi 170 fábricas

recuperadas en Argentina ya fue escrito:

"La división de la sociedad en una reducida clase fabulosamente rica y

una enorme clase que no posee nada hace que, esta sociedad se asfixie

en su propia abundancia. Cada día que pasa, este estado de las cosas

va haciéndose más absurdo y más innecesario. Debe eliminarse y

puede eliminarse". Así habló Federico Engels el 30 de abril de

189123

.

Ciento trece años después, los obreros de Zanón, en el sur de

Argentina, eliminaron algo. Bautizaron su creación con un nombre de

ensueño: Fábrica Sin Patrón. De ellos y de otros como ellos es esta

historia y este cambio.

Las páginas que siguen son el resultado de dos largos años de

recorrida por esa otra realidad que crece de espaldas a los medios e,

incluso, a pesar de ellos. Intenta dejar testimonio de su riqueza,

diversidad y contradicciones. Y devolver algo de lo mucho que

aprendimos en el camino. A esta historia y a estos obreros les

debemos, entre otras cosas, la forma legal que tenemos, pero sobre

todo, los interrogantes sobre cómo sobrevivir y hasta las dudas sobre

cómo crecer. Y hasta si es necesario hacerlo.

Les debemos, finalmente, leer la siguiente frase:

22

Mecía, Dominique, El trabajo, Gedisa Editorial. 23

Introducción de Federico Engels al ensayo de Carlos Marx Trabajo asalariado y

capital, Editorial Ateneo.

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18

“Más allá de nuestra: diversas creencias, a menudo tan distintas, y a

veces encarnizadamente enfrentadas, todos deseamos vivir con

dignidad y sin miedo, que no nos humillen y que se nos permita

buscar la felicidad. Esto constituye un terreno común lo

suficientemente firme y amplio sobre el cual comenzar a construir la

solidaridad de acción y concepción”24

.

Y comprenderla.

Con energía, paciencia y confianza.

24

Bauman, Zygmunt, La sociedad sitiada, Fondo de Cultura Económica.

“Las fábricas recuperadas urbanizaron

la propuesta de los Sin Tierra”

Conversación con Naomi Klein y Avi Lewis

Naomi Klein es una bella hija de norteamericanos que huyeron de su

país hacia Canadá, huyendo también de la guerra de Vietnam y del

consumismo. Estudió, amó ir a bailes y a centros comerciales como

tantas otras amigas, trabajó como vendedora de ropa, pero su cabeza,

cambió cuando ocurrió una matanza universitaria (14 chicas asesinadas

por un psicópata que odiaba a las feministas) que le hizo pensar que el

mundo es un lugar denso, y que la publicidad le mentía cuando le

garantizaba la felicidad.

Comenzó a investigar, se transformó en activista, y saltó al mundo con

un excepcional ensayo con forma de crónica llamado No Logo. El lugar

común etiqueta a ese libro como “una biblia antiglobalización",

definición atendible si se piensa en el Apocalipsis (o al menos en lo

apocalíptico que resultó el modelo neoliberal para la mayor parte de los

habitantes del planeta).

Avi Lewis fue una precoz estrella de la televisión canadiense, condujo

shows musicales, pero su pasión apuntaba también a zonas más calientes y

menos cómodas: orientó su fama hacia la denuncia, la investigación y la

intervención en una realidad que no suele ser excesivamente melodiosa.

Naomi Klein es periodista y escritora. En 1999 publicó su ensayo No-logo

contemporáneo de las protestas de Seattle donde por primera vez se hizo notar la

resistencia a la globalización en el territorio del propio imperio. Avi Lewis es

periodista televisivo y director del documental que, junto a Naomi, realizaron sobre las

fábricas recuperadas. Para realizar La toma esta pareja de canadienses, comprometida

con la reflexión y difusión de movimientos de resistencia globales, convivieron seis

meses con la Argentina.

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19

Se conocieron, se enamoraron, y formaron una sociedad de

información que los lleva de aquí para allá, a los lugares donde

perciben señales de un mundo de más libertad y justicia que intenta

nacer, frente a un .mundo crecientemente desigual y embrutecido que no

se quiere morir.

Así viajaron a Argentina, después del 19 y 20 de diciembre de 2001.

Recorrieron, preguntaron, convivieron. Estuvieron con las asambleas

barriales, con los movimientos de desocupados, con piqueteros e

intelectuales de toda laya, políticos, economistas, militantes, sociólogos,

utopistas, resignados, pobres, ricos y llegaron a la conclusión de que

querían hacer una película.

Al intentarlo, terminaron enfocando aquel aspecto que les pareció el

más descriptivo de tanta complejidad criolla: las fábricas recuperadas.

Así nació La Toma.

¿Por qué eligieron las fábricas recuperadas como tema de la película?

NK: Porque creo que las fábricas son la alternativa más concreta de

algo nuevo. Teníamos planes muy ambiciosos de poder mostrar un

espectro muy amplio sobre los piqueteros, las asambleas, las fábricas,

pero empezamos a enfocar más la visión porque queríamos contar una

buena historia. Y que esa historia abarcara muchos temas que están

en discusión, como democracia directa, democracia participativa, el

derecho al trabajo y las microempresas como respuesta a la

globalización. Allí fue que sentimos que las historias de las fábricas

recuperadas eran las que mejor combinaban todo eso.

El objetivo de la película desde el principio era centrarse en

alternativas. Mostrar que hay respuestas, que hay otras formas de

manejar una economía. Y eso significa hablar de producción. No es

suficiente plantear teorías. Hay que empezar a ver los ejemplos de

producción de una economía alternativa.

Además de la producción material, ustedes parecen percibir allí la

producción de una nueva forma de política.

NK: Ocurre que uno encuentra esa combinación de democracia directa

en el proceso de decisiones asamblearias, con el espíritu, el derecho a

tomar medidas para satisfacer las necesidades de supervivencia. Y

son los dos temas que unen lo que llamaríamos nuevas formas

políticas alrededor del mundo.

La Toma entonces se refiere a la toma de fábricas, pero también a la

toma de decisiones sobre la propia vida.

NK: Sí, creo que hay muchos significados distintos. Tomar

decisiones, medidas, tomar lo que nos corresponde y es nuestro.

Recuperar activos públicos. Redefinir incluso lo que es público y lo

que es privado. Pero también se trata del espíritu que atraviesa al

nuevo activismo alrededor del mundo. Vi en Sudáfrica, en una

protesta durante la cumbre mundial sobre desarrollo sustentable y

contra la privatización del agua, un cartel muy simple y mal escrito

que decía: “No pidas. Tómalo”. “Dont ask, take”. Es un desafío a la

forma tradicional de hacer política en ese país, en mi país, y acá

también. Hace mucho que ese modelo de presión no funciona. Lo

que vemos alrededor el mundo, con el Movimiento Sin Tierra en

Brasil, las fábricas aquí, es que la gente ya no pide, sino que toma-lo

que es suyo. Hay un conflicto –incluso legal- entre el derecho a la

propiedad y estos otros derechos. En Brasil, por ejemplo, hay leyes

que dicen que la tierra no productiva puede ser ocupada y puesta a

producir. En mi país, se dice que la gente tiene derecho a la vivienda,

aunque no tenga casa. En Sudáfrica la Constitución dice que todos

tienen derecho al agua. Pero en la práctica estos derechos no se

respetan y lo que se aplica es el derecho a la propiedad privada con

pleno apoyo del poder estatal. Entonces plantear “No pidas, tómalo”,

no significa robar, sino tomar lo que es nuestro pero se nos esta

negando.

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20

El derecho al trabajo, por ejemplo. Algo llamativo es que quienes

han protagonizado esta recuperación de fábricas en Argentina no son

obreros “concientizados” al estilo de lo que suele reclamar la

izquierda.

NK: Es que este proceso desafía la idea misma de quién es y qué es la

izquierda. Hay gente que reclama para sí ese cartel, esa marca, pero

creo que cada vez más ese cartel y esa marca no son coherentes con

las personas que realmente están tomando las medidas que están

cambiando las vidas, cambiando al mundo y creando precedentes para

cosas nuevas.

En realidad no sé siquiera cómo hablar de esto sin meterme en

problemas (se ríe).

Pero creo que el debate sobre la izquierda ya es irrelevante, porque

lo principal para alguien a quien le importe la justicia social es

entender la diferencia entre los que sólo hablan y los que hacen.

Lo interesante es que hay teoría que está creándose desde estos

nuevos movimientos sociales. Pero es un tipo de teoría que

primero está testeada en una acción concreta. Si funciona en la

práctica, sobrevive como teoría. Entonces, si la democracia

directa es una manera efectiva de manejar una fábrica, sobrevive

como teoría.

Todo puede empezar con una necesidad práctica de un grupo de

personas de salvar su empleo. Pero ese acto luego genera la

necesidad de otra serie de actos, incluyendo el cambio de las

leyes, y de una nueva relación con el poder.

Si consideramos a Brasil y la reforma agraria, creo que el

movimiento de fábricas recuperadas ha urbanizado la propuesta

del MST (Movimiento Sin Tierra). Uno de los movimientos usa

El modelo brasileño: La primera experiencia de recuperación de empresas en

quiebra en Brasil fue en 1991, con la fábrica de calzados Makerli que cerró sus

puertas dejando en la calle a 482 trabajadores. En 1994 fue fundada la Asociación

Nacional de Trabajadores de Empresas Autogestionadas (ANTEAG) para coordinar

el misino eslogan: ocupar, resistir y producir. Son la versión

urbana de lo que postulan los Sin Tierra. Ahí es muy claro que al

ocupar la tierra y ponerla a producir, se empiezan a satisfacer las

necesidades básicas de tu famil ia , pero eso tiene que ir de la

mano con la lucha por la reforma agraria. Y creo que lo mismo es

cierto aquí.

Tiene que haber cambios radicales en las definiciones de

propiedad privada, de quiebre, en la relación con las

corporaciones multinacionales, para que esto crezca y sea

sustentable.

Otra vez la paradoja. La recuperación de empresas es vista con

hostilidad por la derecha, pero también por los partidos de izquierda

que rechazan el modelo de las cooperativas.

NK: Realmente son pequeños grupos de personas protegiendo su

propio poder, su propia relevancia, y su auto-percepción como

sujetos importantes con respecto a la evolución de la clase

trabajadora. Hay mucha gente acostumbrada a hablar a favor de la

clase trabajadora. Es una larga historia de gente de clase media

hablando desvergonzadamente sobre los trabajadores y las masas.

Pero cuando la clase trabajadora empieza a hablar y a actuar por sí

misma, desarrollando sus propias ideas y sus propias teorías, se

convierte en una amenaza enorme para los que creen que la mejor

los diversos emprendimientos que surgían a causa de la crisis de la industria. Hoy

cuentan con oficinas en seis estados que se ocupan de apoyar todo emprendimiento

autogestionario. Hay 160 proyectos que la ANTEAG propicia junto con gobiernos

estatales y comunales, involucran a unos 30 mil trabajadores. La tarea de ANTEAG

no es solo coordinar y brindar asistencia técnica, sino estudiar las dificultades que en

estos modelos operan los hábitos culturales, Una filosofía muy ligada a la

educación popular, de la cual es hija todo este tipo de prácticas y creación de

políticas. Dice ANTEAG: “la autogestión es también un proyecto de vida que exige la

consolidación de un colectivo humano que empieza a hacerse cargo de su propio

destino en un proceso reeducativo que busca nuevo sentido al trabajo y que potencie

todas las capacidades de los individuos rompiendo una tradición histórica de

dependencia”.

Page 21: sin patrón

21

forma de respetar la historia de la izquierda es nunca tener una

nueva idea, (Se ríe) Otra vez estoy entrando en problemas.

¿Qué cambios notaron en los obreros con los que estuvieron en contacto

durante todo este tiempo?

NK: Vimos cambios muy grandes desde el día de la ocupación. La

primera transformación tuvo que ver con la confianza y la

dignidad. Había mucha vergüenza en varios de los hombres

porque estaban sin empleo, o haciendo trabajos precarios e

informales, como cartoneros. Tenían incomodidad en admitirlo,

en hablar al respecto. Hay una escena de la película que me

impresionó mucho: cuando ganan la Ley de Expropiación, y sin

embargo lloran.

Fue un momento muy extraño al filmarlo. Esa escena la dirigí yo

porque Avi estaba en Neuquén. Yo esperaba que la gente estuviera

contenta. Pero no. Todos lloraron. No eran lágrimas de alegría.

Luego comprendí que habían estado conteniéndose tanto tiempo en

su rol corno jefes de familia, tratando de ser valientes y duros, que

cuando finalmente ocurrió algo bueno, eso les dio permiso para

desmoronarse. Finalmente tuvieron un poquito de espacio para sentir

cuánto habían estado sufriendo. Cambiaron ellos, y cambiamos

nosotros. Y después de esa victoria, la gente empezó a sentirse con

mucha más confianza para hablar.

Otra transformación muy fuerte, al vivir todo lo que vivieron, es que

lograron evitar que hubiera nuevos jefes, nuevas jerarquías entre

ellos. Asumieron una democracia directa, en asamblea.

Me gustaría agregar algo sobre esto. El momento más triste al

observar la evolución de cualquier movimiento político o social es

ver cómo estos movimientos nacientes que están tratando de

encontrar su propia voz, nuevas formas de relaciones y de poder,

dispersando al poder concentrado y creando nuevas oportunidades,

se ven interrumpidos y saboteados por gente que no tiene interés en

la democracia.

Lo hemos visto en las asambleas vecinales donde había un hermoso

proceso. La gente se reunía hablando con su propia voz,

experimentando, sin dogmatismo, y luego los partidos políticos

entraron y una vez más centralizaron el poder, usando esa apertura

para sus propios propósitos.

Todos vimos como coparon las asambleas vecinales. Es gente que

haría lo mismo con las fábricas ocupadas, y que están interfiriendo

con las posibilidades de la democracia que se están erigiendo, y las

ven como una base política. Creo que las fábricas están resistiendo

ese proceso, pero es una lucha difícil porque también necesitan

mucho apoyo. Por lo tanto hay cambios, algunos positivos, y algunos

retrocesos. Creo que sería un poco ingenuo decir que todo es

maravilloso.

AL: Yo iría más lejos. Diría que éste es un momento totalmente

crítico para el movimiento de fábricas recuperadas. Porque llegó a

cierto nivel, hay mucha gente trabajando, hay gente haciendo

dinero, y ahí aparecen los que quieren usarlo como base política.

La dificultad para los obreros es que ellos simplemente quieren

trabajar. Y si hay un salvador que viene a utilizar sus contactos

políticos para ayudarlos a recuperar sus fábricas, para que logren

contratos, o para evitar la represión, por supuesto van a estar

tentados de ir con él.

Pero el espíritu de la democracia queda bajo una profunda sombra

en este caso. Yo no pretendo hacer creer que éstas son cuestiones

sencillas. La gente necesita trabajar. Y éste es un movimiento

pragmático, que tuvo éxito sin atarse a ninguna ideología. Ha sido

flexible para elegir los senderos más convenientes. Es un

movimiento nuevo, con nuevas tácticas. Y siempre encuentran

nuevos caminos. Eso es fantástico, y muy inspirador.

Pero hay también amenazas a la democracia del movimiento.

NK: Y esa democracia directa es lo que hace: que el movimiento sea

distinto. Las fábricas ocupadas no son nuevas. En la película

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22

decimos que ha habido fábricas ocupadas en Rusia o Cuba. Lo

nuevo es que no son manejadas por burócratas estatales.

AL: O caudillos.

NK: Esto las diferencia de un Estado socialista fracasado.

AL: Es un fenómeno del nuevo autonomismo. La verdadera

democracia de los obreros en cada fábrica, eso es lo más alentador

para la gente alrededor del mundo. Eso es lo más radical, y lo más

revolucionario.

Pero requiere una cantidad de coraje increíble enfrentarse no

solamente al Estado, a los dueños, a la policía, a los jueces y

legisladores, sino también a cualquiera que quiere entrar a una fábrica,

dividir a la gente y decirles qué es lo que deben hacer. Sea basado en

un partido político, o que estén tratando de construir su propio poder a

partir de las fábricas. Eso es lo más triste que hemos visto al regresar.

Ustedes cuentan que cuando los acusaban en Canadá y Estados Unidos

de no tener propuestas alternativas que mostrar, se pusieron a buscar y

encontraron el movimiento de recuperación de fábricas. ¿Creen

realmente que son una alternativa frente al actual modelo?

NK: Sí. Representan un cambio muy simple en la manera que

pensamos. No es fácil de hacer, pero la idea es tremendamente

poderosa por su simplicidad y por su versatilidad. No pidamos:

tomemos. Recupera lo que es tuyo. No es solamente con respecto a

las fábricas. Y creo que ya está ocurriendo en varios países.

AL: Primero, que la idea se está diseminando. Empieza a verse en

oíros lugares de Latinoamérica. Pero esto tiene mucho más potencial

que simplemente la táctica de tomar empresas y manejarlas

colectivamente. Ese potencial está en la manera en que este

movimiento propone un desafío: ¿quién es el dueño de la capacidad

productiva de una sociedad?

Éste es el argumento de la propiedad moral. Estamos en un momento

de ganancias record de las corporaciones en todo el mundo, y

tremendas reducciones y achiques en países industrializados y en

desarrollo. Cada vez hay más subsidios e incentivos para atraer

inversores, porque todos los países tienen que competir, y existe

además un daño ambiental sin precedentes. Todo eso es sufrido por la

comunidad.

Entonces el argumento es que la gente tiene un derecho legal a

beneficiarse de las empresas de su comunidad, que ellos han pagado

muchas veces a través del Estado, de los subsidios y de las enormes

ganancias que tienen esas empresas, que a su vez muchas veces sólo

causan perjuicios a la comunidad.

La gente tiene derecho a retomar esas empresas que les han quitado

tanto y que les han devuelto tan poco.

Esa idea puede ser aplicada en muchos contextos. No sólo con

respecto a las fábricas recuperadas.

¿Por ejemplo?

NK: Creo que vamos a verlo más y más con respecto a los servicios,

cuando se reviertan las privatizaciones que han sido semejante

desastre en todo el mundo, no sólo aquí. Hay empresas estatales

vendidas muy baratas a empresas privadas que todavía siguen siendo

subsidiadas. Ocurre con aerolíneas, con trenes, y la gente se está

hartando de tener que ayudar a mantener a flote a estas empresas. Me

parece que vamos hacia un proceso de re-nacionalización. Pero la

cuestión es: ¿se puede re-nacionalizar de manera democrática?

Lograr que las empresas sean verdaderamente públicas.

AL: El secreto está en la participación de los empleados y de los

usuarios.

NK: Estamos pensando en esto hasta en Rusia. Algunas de las

primeras privatizaciones que fueron tan corruptas, ahora están siendo

cuestionadas por Putin, que también es un corrupto, pero se dio

cuenta de que la gente se está enojando mucho.

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23

La paradoja es que esos servicios podrían ser más eficientes en manos

de los trabajadores, que en manos de los que hablan de eficiencia.

NK: La gente que habla de eficiencia ya tuvo su década. Tenemos

un prontuario sobre ellos. Yo estuve en Irak, donde están tratando de

imponer, allí también, este modelo. Irak ha estado muy aislado

durante 35 años bajo Hussein, y tienen muy poca información sobre

privatizaciones, pero aun así cuando los norteamericanos llevaron a

los rusos para convencerlos sobre qué gran idea era vender todos sus

activos estatales empezando por el petróleo, los iraquíes les

contestaron que se fueran al carajo.

Además de las amenazas externas, ustedes observan una situación de

peligro interno para las fábricas si son utilizadas políticamente. ¿Se

refieren a la cooptación por parte del Estado? ¿Y cómo se combate?

AL: Después de ocupar, resistir y producir, hay que volver a resistir

otra vez. Los procesos de resistencia deben continuar. Un obrero nos

dijo que es difícil recuperar una fábrica, pero más difícil aún es

recuperar a la gente que trabaja allí. El objetivo no es sólo recuperar

una 'empresa, sino la acción colectiva. Y el objetivo es también superar

generaciones de un individualismo que sólo garantiza que

permanezcamos divididos. Pero no quiero volverme muy abstracto.

En la práctica, una fábrica ocupada significa que debe tener una

asamblea abierta, que es ahí donde deben tomarse las decisiones, y

tiene que ser verdaderamente democrática.

Quiere decir que debería haber debate, debería haber discusión, y

todo eso debería ocurrir abiertamente.

Aquí en Argentina mucha gente recuerda lo que ocurrió en la

resistencia a la dictadura, cuando todo tuvo que ser secreto. Tenemos

amigos con los que hemos hablado mucho, que cuentan que cuando

el proceso de decisión es secreto y clandestino, es más corruptible.

Cuando las discusiones son a cielo abierto, es más difícil que exista

corrupción o manipulación. Puede ser menos eficiente actuar así,

más agotador. A veces desmoralizador, a veces euforizante. Pero es

real. Y es la única esperanza. Lo que vimos en Zanón, aunque hay

contactos con partidos políticos y líderes que pertenecen a partidos

políticos, es que las asambleas son las que les dicen a los dirigentes

lo que tienen que hacer. Los dirigentes ganan unas y pierden otras.

NK: Pero están más comprometidos con la democracia que con su

ideología particular. Creo que Zanón es uno de los ejemplos más

estimulantes en estas luchas entre partidos políticos, intelectuales

que opinan y gente que hace el trabajo. Surgen problemas, pero es

una comunidad pequeña, y tal cosa influye. En una ciudad enorme

alguien puede hacer de cuenta que nunca va a volver a ver en su

vida a la persona con la que está hablando. Se puede decir cualquier

cosa. La gente puede comportarse de maneras muy destructivas,

porque existe la ilusión de que uno puede perderse en la multitud.

Y hay mucho más espacio para volverte cerrado en tu facción. Pero

hay algo en el tamaño de Neuquén. No importa que la gente sea

del MTD, trotskista o peronista: saben que se van a cruzar con todos

en el supermercado más tarde. Entonces todos se comportan

sabiendo eso. Creo que tiene que ver con la civilidad. O la

convivencia.

Ustedes conocen los movimientos sociales argentinos, donde a veces se

nota un ambiente un poco melancólico; sin embargo, muchos

extranjeros se entusiasman al percibir signos de vitalidad y potencia

transformadora. ¿Ustedes dónde se ubican?

AL: No quiero ser centrista, pero sentimos una mezcla de ambas

cosas. Aquí nos dirán siempre que somos unos ingenuos, que no

sabemos de qué hablamos, que no comprendemos la historia, y que

somos imperialistas culturales que no tenemos derecho a contarles a

ustedes cuál es su realidad. Pero la película es una expresión de

nuestro permanente asombro, la motivación y la esperanza que nos

genera lo que está ocurriendo aquí

Videoteca: Documentales realizados por colectivos argentinos:

Page 24: sin patrón

24

Al viajar por tantos países podemos comprobar que aquí hay nuevas

formas de organización, nuevas maneras de mirar el mundo, que

están emergiendo y que tienen que ser compartidas con el resto del

mundo, más a l l á de que creas que su destino puede ser trágico.

Eso no significa que no nos impregne el tango cuando venimos, nos

ponemos tristes cuando vemos las dificultades que hay para emerger.

Pero creo que estos momentos, tales como el 19 y 20 de diciembre,

momentos como estos años de crecimiento del movimiento de

fábricas recuperadas, cambian a la gente. Cambian su idea de lo que

es posible. Y ésa puede ser la idea más radical que uno pueda

imaginar. Lo que ocurre con las fábricas, lo que ocurrió el 19 y 20,

es lo que todavía puede ocurrir todos los días en Argentina.

Lo que muestran ustedes entonces es a las fábricas como una cuestión de

poder; no como lugar de privilegio y dominio, sino como capacidad de

hacer cosas y transformar la realidad.

Brukman y su fuerza de lucha, Elipsis; Control obrero, los trabajadores de

Brukman, Boedo Films / Contraimagen; Obreras en lucha (Brukman), Alavío;

Obreras sin patrón, Kino, Nuestra Lucha, La Fábrica es nuestra (Brukman), Boedo

Films / Contraimagen; Brukman Confecciones, el segundo desalojo, Alavío;

Empresas autogestionadas por sus trabajadores. San Juan: cuatro experiencias.

Imágenes de la frontera; Fábrica tomada, Alejandro Virginillo; Grissinópoli, la

nueva esperanza, Ojo obrero; Grissinópoli, el país de los grisines, Darío Doria;

Charlone 55. Fábrica Abierta, Mauricio Carmena; Noticias de ayer (Zanón),

Alavío; Nueve días de huelga en cerámicas Zanón, Contraimagen; Cerámica Zanón,

Contraimagen; Zanón (construyendo resistencia), Alavío; Zanón, escuela de

planificación, Contraimagen; Laburantes: crónicas del trabajo recuperado, Luz de

giro; La cooperativa dijo si (frigorífico Yaguané), Luz de giro; Maderera Córdoba,

Alavío; Marcha por la expropiación definitiva de todas las empresas recuperadas,

14 de Septiembre; Murales (por la expropiación definitiva de todas las empresas

recuperadas), Alavio; IMPA. Lucha trabajo y Cultura, Juan Facundo Borzone;

IMPA, metalúrgica y cultural, Carlos Mamud; Recuperando nuestro trabajo,

Alavío; Sasetru Obrera, Ojo obrero; Recuperadas en Córdoba, Mario Bomheker;

Obreros sin patrones, Contextos; Historias recuperados, Alejandro Bárdenlos;

Bauen Coop. de trabajo, Alavio; Chilavert Recupera, Alavío; Clínica Junín, Cuarto

Patio; Mate y arcilla, Alavío.

AL: Claro, se trata exactamente de una palabra que ustedes usan:

protagonismo. No existe con un sentido equivalente en inglés. Pero

es una idea muy fuerte en el corazón de la lucha de las fábricas. Los

protagonistas son los trabajadores. Son ellos los que van a cambiar

su futuro.

Esa idea de que pequeños grupos de personas tienen poder para

cambiar sus circunstancias en la esfera en que trabajan y viven, sin

esperar a un caudillo o a un salvador, y que toman poder para

compart i r lo entre ellos, esa es una noción muy distinta del poder, y

una cosa muy importante en esta época.

Ustedes planteaban que éste es un momento crítico para las fábricas.

¿Cuál es ese riesgo?

AL: Yo veo el riesgo en que en el movimiento hay facciones. Me

hablan de las fábricas “del PTS” (Partido de Trabajadores Socialistas

al que pertenece, por ejemplo Raúl Godoy, de Zanón), o de fábricas

“de Murúa” o “de Caro” (presidentes de los dos movimientos que

más empresas y fábricas recuperadas congregan). ¿Es así? ¿En qué

sentido una fábrica es de uno de ellos? Si las fábricas son de

alguien, o de un partido, entonces tenemos problemas.

NK: Cuando hablamos con los obreros, ellos se identifican con los

obreros de otras fábricas recuperadas, y están en contra de cualquier

intento de mantenerlos divididos. Matilde, de Brukman, dijo:

"Cuando vi en la película que los muchachos también lloraban

entendí que somos parte de la misma lucha".

Las fábricas tienen diferencias, pero lo más importante que tienen

son sus semejanzas…