Sin culpa

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“Sin culpa…” Las exigencias protocolares de la fe de Roberta Requena Alegría profunda serena y silente fue lo que me produjo encontrarme frente a frente con la muestra escultórica de Roberta Requena.. Sin culpa… hay sin duda un tratamiento en cada obra que la hace independiente y parte de la muestra completa… en la primera aquella pila bautismal dura pesada por su elemento constituyente y asimismo circular desde la mirada de la altura, me presentó la culpa… esa pesada carga que se nos impone en nuestro primer paso, (que generalmente no damos por nosotros mismos) en la pila bautismal… ese peso, que nos hace una sociedad culposa de nuestras experiencias y aprendizajes pero igualmente, nos aglutina en un círculo del cual quién ose salir, será por supuesto, considerado herético - paria social. Luego de este cachetón… que me puso los pies en tierra con tan potente imagen, me llamó una suerte de cascada blanca e inmaculada de piedras en rosario para la purga lógica que conlleva la liberación de esta culpa inicial y el lavado de manos… aquí está sin duda, este doble discurso que nos domina en esta nuestra sociedad tan heredera de la cultura occidental judeo-cristiana … pecamos y nos lavamos para luego seguir pecando. Pero este rito interno, bebido del pecho materno. no se queda en el ámbito particular… se encuentra presente ratificando ese mandato originario, con las ánimas y animitas que encontramos en nuestros propios caminos, lejos de los monumentos religiosos que nos recuerdan cuán culpables somos y la necesidad de lavar

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Crítica a la exposición de Roberta Requena, escultora chilena. Sin culpa una propuesta acerca del rol de la mujer en la sociedad postmoderna.

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Sin culpaLas exigencias protocolares de la fedeRoberta Requena

Alegra profunda serena y silente fue lo que me produjo encontrarme frente a frente con la muestra escultrica de Roberta Requena.. Sin culpa hay sin duda un tratamiento en cada obra que la hace independiente y parte de la muestra completa en la primera aquella pila bautismal dura pesada por su elemento constituyente y asimismo circular desde la mirada de la altura, me present la culpa esa pesada carga que se nos impone en nuestro primer paso, (que generalmente no damos por nosotros mismos) en la pila bautismal ese peso, que nos hace una sociedad culposa de nuestras experiencias y aprendizajes pero igualmente, nos aglutina en un crculo del cual quin ose salir, ser por supuesto, considerado hertico - paria social.

Luego de este cachetn que me puso los pies en tierra con tan potente imagen, me llam una suerte de cascada blanca e inmaculada de piedras en rosario para la purga lgica que conlleva la liberacin de esta culpa inicial y el lavado de manos aqu est sin duda, este doble discurso que nos domina en esta nuestra sociedad tan heredera de la cultura occidental judeo-cristiana pecamos y nos lavamos para luego seguir pecando.

Pero este rito interno, bebido del pecho materno. no se queda en el mbito particular se encuentra presente ratificando ese mandato originario, con las nimas y animitas que encontramos en nuestros propios caminos, lejos de los monumentos religiosos que nos recuerdan cun culpables somos y la necesidad de lavar nuestras culpas. El camino negro de miles de gracias me dej una sensacin dual entre rabia y libertad.

Al levantar el rostro del piso me encuentro con una puerta trasparente hombre o mujer enfrentados y marcados por el mea culpa necesario para la subsistencia en esta sociedad que deambula entre el mundo mediatizado y la necesidad de esta cuna religiosa.

Parte de sus ritos son la penitencia aquella es la base de la hegemona poltica que nos maneja desde las estructuras religiosas arrodillarme en la maraa de virutilla me llev al silicio carmelitano, a la penitencia patrstica semejante a los emparedados de los siglos V y VI de la era cristiana.

De pronto levantando la vista me encuentro en el presente en mi da a da, con aquel artefacto fro, elevado en el que subyacen todos los roles que se nos han impuesto en esta sociedad nuestra la alacena, los vveres, el vacio, el alimento, el cuidado. Est en nuestras manos, como si furamos seres omnipotentes y en este siglo XXI seguimos aceptando tan injusta responsabilidad?

La resultante sin duda y necesariamente, es la crucifixin del corazn humano, especficamente, del corazn femenino. Los femicidios, la violencia instalada gracias esta estructura de ideas, tan potente que nos pone de rodillas en medio de las agujas de tejer que nos obliga a elaborar chalecos y botines para el cuidado de la prole de las que seramos las nicas responsables o no?

Apartado especial tienen las urnas en las que se encuentran los mediadores, embajadores y representantes de los rituales que conseguirn el perdn de la divinidad. Los santos, vrgenes, beatos o templos y dems intermediarios, cumplen un rol fundamental: necesitamos el lobby poltico para obtener la aprobacin de la divinidad lase de las castas pudientes y hegemnicas de nuestra sociedad.

Sin culpa es la liberacin y manifestacin de la no aceptacin y revelacin frente a este rol impuesto desde las distintas estructuras sociales polticas religiosas sera un acto comunista o anti catlico hace 40 aos atrs sin embargo hoy es la revelacin de una verdad que las mujeres estamos comenzando a comprender e implementar en nuestras vidas.

Vittoria NattoEscritora Poeta EducadoraSantiago, Dic 2012