Simón, Pedro - La enseñanza pública en Barakaldo

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LA ENSEÑANZA PÚBLICA EN BARAKALDO 1857-1957 Estatu modernoaren jaiotzeari eta XVI. mendean merkataritzak izan- dako garapenari esker, eskolak eta tutore pribatuak ezarri ziren hain- bat hiri eta herritan diru gehien zutenen semeei idazten irakasteko. Ordura arte irakaskuntza gizartearen zati minimoengana iristen zen, eta soilik eliztarren irakaskuntzak hartzen zuen jende kopuru esangu- ratsua. 23 Orrialde Irekia B INTRODUCCIÓN El nacimiento del estado moderno produ- jo un incremento de la burocracia. Por otro lado, el desarrollo del comercio durante el siglo XVI generó una multiplicación de los contratos, cada vez más plasmados en pa- pel. Gracias a ambos factores, en algunas villas y pueblos se establecieron escuelas y tutores privados para instruir en la escritura a los hijos de los más adinerados. Hasta entonces la instrucción alcanzaba a una mínima parte de la sociedad, y sólo la en- señanza de los eclesiásticos ocupaba a un número significativo de personas. A su vez, como fórmula para oponerse a la extensión del protestantismo, la Iglesia católica aconsejó que en todos los pueblos se fundaran escuelas para los más pobres. El importante papel que el Concilio de Tren- to asignaba a la educación popular como instrumento de evangelización no fue cum- plido por los eclesiásticos barakaldeses ni, en general, de todo el Señorío de Vizcaya, que todavía en 1605 reclamaba, sin éxito, que enseñaran a los niños doctrina cristiana. Ante esta dejación de la Iglesia, los padres y los concejos asumieron la instrucción como obligación propia, y contrataron a medias maestros de primeras letras a partir de la segunda mitad del siglo XVII, época carac- terizada por el desastre económico. El maes- tro impartía en castellano, pese al bilingüis- mo de los habitantes: catecismo, historia sagrada, escritura, lectura y cuentas ele- mentales. Los padres pensaban que la enseñanza podía ser para sus hijos una herramienta útil en la emigración, en el ejército, etc. Por su carácter voluntario, en Barakaldo, en los momentos de apreturas del erario municipal, el salario del maestro era una de las prime- ras cargas de las que se liberaban (1716). En las mismas fechas, en algunos países europeos (Prusia, 1717), el Despotismo Ilus- trado introdujo la obligatoriedad de la ense- ñanza pública, medida no imitada por la Co- rona española. A pesar de ello, por lo dise- minado del caserío y la mejoría de las rentas municipales desde 1749 se duplicaron las infraestructuras escolares en Retuerto (Ame- zaga) y en San Vicente. Pero los resultados entre las clases populares fueron escasos. Por ejemplo, en 1777 los dos fieles regido- res solicitaban que firmaran en su nombre. Para los ilustrados los males de la socie- dad eran producto de la ignorancia, por lo tanto la generalización de la enseñanza pri- maria contribuiría eficazmente a cambiar las actitudes y valores de la sociedad española. Sus herederos liberales plasmaron estos ideales en la Constitución de 1812 y en el informe Quintana (1813). La enseñanza de- bía ser universal, pública, gratuita, uniforme y libre. Pero este ideario no pudo llevarse a cabo por la situación de enfrentamiento civil de la primera mitad del siglo XIX. LA LEY MOYANO. BARAKALDO EN ESTE CONTEXTO Terminada la primera guerra carlista, los sucesivos gobiernos pretendieron la reforma del Estado y, naturalmente, de la enseñanza con un carácter unificador y centralista. Por su trascendencia, la más importante de las leyes educativas fue la Ley General de Ins- trucción Pública o Ley Moyano de 1857, una ley de bases que unificó las diferentes regla- mentaciones de la primera mitad del siglo.

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LA ENSEÑANZA PÚBLICA EN BARAKALDO 1857-1957

Estatu modernoaren jaiotzeari eta XVI. mendean merkataritzak izan-dako garapenari esker, eskolak eta tutore pribatuak ezarri ziren hain-bat hiri eta herritan diru gehien zutenen semeei idazten irakasteko.Ordura arte irakaskuntza gizartearen zati minimoengana iristen zen,eta soilik eliztarren irakaskuntzak hartzen zuen jende kopuru esangu-ratsua.

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Orrialde Irekia

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INTRODUCCIÓN

El nacimiento del estado moderno produ-jo un incremento de la burocracia. Por otrolado, el desarrollo del comercio durante elsiglo XVI generó una multiplicación de loscontratos, cada vez más plasmados en pa-pel. Gracias a ambos factores, en algunasvillas y pueblos se establecieron escuelas ytutores privados para instruir en la escrituraa los hijos de los más adinerados. Hastaentonces la instrucción alcanzaba a unamínima parte de la sociedad, y sólo la en-señanza de los eclesiásticos ocupaba a unnúmero significativo de personas.

A su vez, como fórmula para oponerse ala extensión del protestantismo, la Iglesiacatólica aconsejó que en todos los pueblosse fundaran escuelas para los más pobres.El importante papel que el Concilio de Tren-to asignaba a la educación popular comoinstrumento de evangelización no fue cum-plido por los eclesiásticos barakaldeses ni,en general, de todo el Señorío de Vizcaya,que todavía en 1605 reclamaba, sin éxito,que enseñaran a los niños doctrina cristiana.Ante esta dejación de la Iglesia, los padres ylos concejos asumieron la instrucción comoobligación propia, y contrataron a mediasmaestros de primeras letras a partir de lasegunda mitad del siglo XVII, época carac-terizada por el desastre económico. El maes-tro impartía en castellano, pese al bilingüis-mo de los habitantes: catecismo, historiasagrada, escritura, lectura y cuentas ele-mentales.

Los padres pensaban que la enseñanzapodía ser para sus hijos una herramienta útilen la emigración, en el ejército, etc. Por sucarácter voluntario, en Barakaldo, en los

momentos de apreturas del erario municipal,el salario del maestro era una de las prime-ras cargas de las que se liberaban (1716).En las mismas fechas, en algunos paíseseuropeos (Prusia, 1717), el Despotismo Ilus-trado introdujo la obligatoriedad de la ense-ñanza pública, medida no imitada por la Co-rona española. A pesar de ello, por lo dise-minado del caserío y la mejoría de las rentasmunicipales desde 1749 se duplicaron lasinfraestructuras escolares en Retuerto (Ame-zaga) y en San Vicente. Pero los resultadosentre las clases populares fueron escasos.Por ejemplo, en 1777 los dos fieles regido-res solicitaban que firmaran en su nombre.

Para los ilustrados los males de la socie-dad eran producto de la ignorancia, por lotanto la generalización de la enseñanza pri-maria contribuiría eficazmente a cambiar lasactitudes y valores de la sociedad española.Sus herederos liberales plasmaron estosideales en la Constitución de 1812 y en elinforme Quintana (1813). La enseñanza de-bía ser universal, pública, gratuita, uniformey libre. Pero este ideario no pudo llevarse acabo por la situación de enfrentamiento civilde la primera mitad del siglo XIX.

LA LEY MOYANO. BARAKALDO EN ESTE CONTEXTO

Terminada la primera guerra carlista, lossucesivos gobiernos pretendieron la reformadel Estado y, naturalmente, de la enseñanzacon un carácter unificador y centralista. Porsu trascendencia, la más importante de lasleyes educativas fue la Ley General de Ins-trucción Pública o Ley Moyano de 1857, unaley de bases que unificó las diferentes regla-mentaciones de la primera mitad del siglo.

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Establecía la obligatoriedad de escolariza-ción y los niveles de estudios, diferenciandoentre primaria, secundaria y universidad; se-ñalaba la competencia municipal en la ense-ñanza primaria, el tipo de escuelas (comple-tas, incompletas, oficiales y privadas), y sunúmero según los habitantes de cada lugar.

En la fecha, Barakaldo era un puebloesencialmente agrícola de 2.369 habitantes,que contaba con dos escuelas y maestros:Domingo de Convenios y José de Gorostiza.La aplicación simple de la Ley Moyano obli-gaba a crear dos plazas de maestras ocu-padas (1862) por Francisca Eguiluz y Floren-cia de San Miguel, que se hicieron cargo delas clases de niñas en Retuerto y San Vicen-te. Pero la industrialización producirá unatransformación radical desde el punto devista económico, social y demográfico. Unade las características de la situación escolarentre 1876 y 1931 será la insuficiente dota-ción de escuelas y maestros por el creci-miento imparable de la población y la inca-pacidad municipal para hacer frente a losgastos.

ESCUELAS Y MAESTROSMUNICIPALES

Uno de los motivos de rechazo de lasinstituciones vascas, diputaciones y ayunta-mientos, de las leyes educativas del Gobier-

no era la dotación de maestros por oposi-ción pública. Esta circunstancia, en teoría,mermaba la autonomía municipal, ya quedeterminaba los presupuestos dedicados ainstrucción, al mismo tiempo que impedía lapolítica caciquil y el nombramiento de per-sonas afines, su control ideológico y moral.En efecto, este tema fue conflictivo por ra-zones económicas, pero también ideológi-cas: Juan Ignacio Gorostiza tuvo que huirdel pueblo en 1873 para no ser pasado porlas armas por los carlistas.

Terminada esta contienda, los sectoresmás conservadores del liberalismo inten-taron aplacar a la Iglesia y atraerse a loscarlistas. En 1884 se aprobaron algunos de-cretos que asimilaban los títulos de las es-cuelas privadas a los de las oficiales. Desdeesa fecha la mayor parte de las escuelas ymaestros serán municipales o extraoficiales,y la recomendación y el trabajo voluntariorealizado como auxiliar se convertirán en lavía de entrada a la enseñanza. Poco teníaque ver la capacidad del magisterio con es-ta decisión, pues los maestros más recono-cidos por el propio Ayuntamiento habían si-do nombrados por oposición, es decir, eranmaestros oficiales: Juan Ignacio Gorostiza,Hilario Agapito, María López Gordo, etc.

Además de los motivos anteriormente ex-puestos, habría que señalar la influencia que

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Alumnos de las antiguas escuelas del barrio de Arnabal.

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pudo tener en la municipalización el hechode que los edificios escolares oficiales tuvie-ran que reunir unos requisitos mínimos queelevaban los presupuestos de ejecución. Lasustitución de la casa alquilada para es-cuela en Retuerto por un edificio propio en1880, por ejemplo, supuso casi 30.000 pe-setas. Por otro lado, en 1891 se construyó laescuela oficial de Rajeta que, como determi-naba la ley de construcciones escolares,contaba con aulas para sesenta alumnos,patio de recreo, jardín, biblioteca popular,aseo, acceso independiente a las casas delos maestros, etc. Pero el proyecto para elque se había solicitado la pertinente sub-vención económica del Gobierno sería mo-dificado, utilizándose también para otrosusos (ayuntamiento, juzgado, etc.), sin con-tar con el informe previo del gobernador nicon la autorización oficial para adquirir el te-rreno, por lo que se denegó la ayuda pro-metida.

Este hecho y la situación de la haciendamunicipal eran los argumentos que esgrimíael Ayuntamiento para justificar que casi to-das las nuevas escuelas fueran municipales.La mayoría de ellas no ocupaban un espaciofísico propio y fueron, en principio, unitariasmixtas, donde niños y niñas de distintasedades compartían el aula. Podían estar enel pórtico de una iglesia o una ermita aban-donada, como las de Burceña (1889) y ElRegato (1885), o compartir su uso con otrasactividades: Arnabal (1901) aprovechó la al-hóndiga del barrio; la municipal de Vilallonga(1905) albergaba en la planta baja mercado,perrera municipal, en la planta primera unsalón de cine, y en la segunda la escuela deArtes y oficios; caso excepcional es el edifi-cio escolar de Llano (1903).

Pero el componente ideológico, y no só-lo económico, de esta opción queda de ma-nifiesto cuando se subvenciona de formaimportante una escuela de religiosos sa-lesianos (1898) antes que cumplir con la le-gislación estatal. Como su financiación ymantenimiento corrió a cargo del municipiodurante muchos años –contó también condonativos de particulares y empresas–, sepodría decir que funcionó como escuela pú-blica, aunque por su titularidad fuera priva-da. Y, como en las oficiales y públicas, elAyuntamiento controlaba los exámenes desus alumnos, lo que no sucedía con el restode las privadas.

Además, a partir de 1901 el municipio só-lo pagaba lo consignado en los presupues-tos de aquel año por todas las oficiales. Es-ta cantidad era ingresada en las arcas de laDiputación que se hacía cargo del pago delos maestros. En diciembre de 1912, las di-putaciones vascas llegaron a un acuerdocon el Gobierno, a quien, desde entonces,competirá fijar las necesidades de la ense-ñanza. Gracias a este traspaso de compe-tencias, en octubre de 1913 se crearon seisplazas (4 nuevas secciones de Rajeta y dosjubilaciones) de maestros oficiales, lo quesuponía a las arcas locales tan sólo 1.800pesetas anuales (300 pesetas cada maestropor vivienda). Pero las autoridades localesprefirieron la municipalización, en vez deacudir al Estado. En 1915, por ejemplo, secreaba un parvulario municipal en la escue-la oficial de Retuerto.

ESCUELAS NACIONALES EN LADICTADURA DE PRIMO DE RIVERA

Durante más de una década los proyec-tos para ampliar o crear nuevos centros nopudieron realizarse. Los salarios reales delos trabajadores habían bajado durante laépoca de la Gran Guerra (1914/18), así co-mo su capacidad de ahorro y gasto, y la cri-sis económica (1920/23) que la sucedió tra-jo consigo un agravamiento de la situación.Si en los momentos de expansión económi-ca los presupuestos de instrucción habíansido bajos, mucho más lo serán en épocasde crisis.

Pero de los 25.000 habitantes de 1919 sehabía pasado a las 30.000 almas de 1926. Eldescenso de la mortalidad infantil y la am-pliación de la escolarización obligatoria has-ta los 14 años en 1923 incrementaron la de-manda de plazas escolares. Desde las pági-nas del semanario El Galindo (1924), variosmaestros desarrollaron una campaña deconcienciación ciudadana a favor de la crea-ción de escuelas nacionales. Segundo Mu-ñoz, colaborador habitual del semanario, se-ñalaba cómo la política municipal era uno delos problemas más graves de la enseñanza:

Locales inhabitables, maestros mal pa-gados, enorme exceso en las matrículas,muchos niños sin escuelas adonde acu-dir, esto es a grandes rasgos el mal queurge remediar a todo trance. Nada queagradecer, sí mucho que censurar, tieneel pueblo respecto a la gestión de los 25

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concejales actuales y de las mayorías quehasta la fecha han regido tan deplorable-mente los destinos municipales (EG 16-3-1925).La elaboración del proyecto de Urbaniza-

ción, Reforma y Extensión de Baracaldo(1925), que preveía un vasto programa deobras públicas (plaza de mercado, traída deaguas y, sobre todo, escuelas) se puso enmarcha a partir de 1927 con los fondos delInstituto Nacional de Previsión, administra-dos por la Caja de Ahorros Vizcaína, a laque el Ayuntamiento solicitó un importantecrédito.

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CONSTRUCCIONES ESCOLARES ENTRE 1927 Y 1931

Escuela Carácter Mixtas Niños Niñas Párvulos

Lasesarre Municipal 2Arteagabeitia Nacional 3 3 3San Vicente Nacional 4 4 4Castrejana Provincial 1 1 1Careaga Nacional 1 1 1

TOTAL 2 9 9 9

Por primera vez, y gracias a la conjunciónde estos factores, se aprobó la creación deescuelas con la subvención del Estado y elpréstamo de la CAV, aunque por lo compli-cado de la tramitación las obras no conclui-rán hasta el período republicano. En apenascuatro años se duplicaron las aulas exis-tentes (29), y se avanzó en la graduación dela enseñanza: Arteagabeitia, San Vicente–recién construidas– y Rajeta y las munici-pales de Vilallonga.

LAS REALIZACIONES EN EL PERÍODO REPUBLICANO

Con el advenimiento de la II República seintentará la reforma del sistema educativo,heredado de la vieja Ley Moyano. Pero to-davía no estaba solucionado el problema dela escolarización. Pese a lo mucho realizadoen los últimos años, la mayoría de las es-cuelas se hallaban abarrotadas. Y la posi-bilidad de que los centros regentados porreligiosos (ley de Confesiones y Congrega-ciones religiosas) tuvieran que cerrar, incre-mentaría de forma substancial la matrícula.

Por otro lado, la limitación legal republi-cana de que sólo hubiera 50 alumnos por

Fuente: Elaboración propia

aula hacía imprescindible continuar la políti-ca de construcciones, pese a la crisis eco-nómica, e intentar eliminar definitivamente eldéficit de plazas. Se construyeron con pre-supuestos municipales extraordinarios y laayuda de los fondos gubernamentales lasescuelas de Vitoricha (8 aulas), de Bagaza (9 aulas) y Arbuyo (3 aulas); se ampliaron al-gunas de las existentes, Vilallonga (3 aulas)y Lasesarre (1 aula) y se completaron condos aulas las secciones de párvulos de San Vicente y Arteagabeitia. Y de forma pro-visional se crearon escuelas municipales enZaballa, Ibarra, Av. de Euzkadi, etc.

La educación pública era para republica-nos y socialistas una función ineludible delEstado. Por acuerdo municipal de tres deagosto de 1931 se aprobó solicitar la nacio-nalización de varias escuelas que se realizóen un breve espacio de tiempo: Arteagabei-tia, San Vicente, Llano, El Regato, Rájeta,Lasesarre y Vilallonga, etc. Esta política sólofue seguida en Vizcaya por los municipiosgobernados por la izquierda: la zona minera,Portugalete, Basauri, Bilbao y Barakaldo. En1936, una vez concluido el proceso, la si-tuación era la siguiente: 81 escuelas (aulas)nacionales, 10 escuelas (aulas) municipalesy 3 escuelas (aulas) dependientes de la Dipu-tación.

La medida nacionalizadora permitiríaahorrarse más de 200.000 pesetas anuales.Sin embargo, no fue el ahorro el principalobjetivo, y los presupuestos se mantuvierondurante todo el período republicano. Con eldinero ahorrado se intentará conseguir elviejo ideal de la igualdad de oportunidadesen el acceso a la enseñanza. Se promoveránactividades circunescolares de marcado carácter social: patronato escolar (colonias,ropero, cantinas), enseñanzas especiales

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(artes y oficios, euskera, música), institucio-nes culturales (biblioteca, subvenciones) ybecas. En esta último apartado, en 1936,por ejemplo, se destinaron más de 50.000pesetas para el sostenimiento de 28 becaspara alumnos de primaria y varias para es-tudios de Bellas Artes.

Pero sin lugar a dudas, el mayor éxito enel camino para hacer efectiva la igualdad deoportunidades fue la aprobación (1933) deun centro de enseñanza secundaria: “Ha-ciéndose cargo de la importancia de Bara-caldo, pueblo eminentemente fabril y obrerodonde muchas aptitudes se malogran porsu falta de medios pecuniarios…”.

EL FRANQUISMO: LA PRIVATIZACIÓNDE LA ENSEÑANZA

Con la entrada de las tropas nacionalesen Barakaldo, desde el Ayuntamiento se se-guirán fielmente las directrices del NuevoEstado. Pese a que los conservadores sehabían mostrado contrarios a la nacionaliza-ción de las escuelas, el alcalde carlista, JoséMaría Llaneza, se mostró conforme “porconsiderar que su centralización de funcio-nes marcha más en consonancia con losprincipios de unidad y vigilancia que el Es-tado debe observar en esta materia de edu-cación ciudadana”.

Las primeras medidas tomadas por elGobierno, además de la depuración del ma-gisterio y reposición de símbolos religiososen las escuelas, irán encaminadas a suprimirlas conquistas republicanas, sobre todo, lasque avanzaban en la igualdad de oportuni-dades: Instituto de Enseñanza Media y, pau-latinamente, las becas y ayudas a estudian-tes pobres.

El sistema consideraba que la enseñanzaera una cuestión propia de cada familia, yque los beneficios de la inversión realizadarevertían exclusivamente en el estudiante ysu familia que, por lo tanto, debían ser quie-nes la sufragaran. En consecuencia, el Go-bierno apenas intervendrá en la educación,dejando el predominio educativo a la Iglesia.Hasta 1957, a pesar de que casi se habíaduplicado la población de 1936, ni el Ayun-tamiento ni el Estado construyeron ningúnedificio escolar. No es casual, sino conse-cuencia directa de un consciente abandono.Esto explicaría el deficiente equipamientoeducativo estatal, único que debía propor-cionar formación gratuita. Además, se inten-tará la sustitución de escuelas públicas porprivadas, y que en todos los barrios hubieraun colegio religioso.

Los efectos de esta política no se hicie-ron esperar (Dominicas en Burceña, 1938), 27

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Antigua escuela de Vitoricha.

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pero la mayoría de las órdenes especializa-das en la enseñanza: maristas, escolapios ojesuitas preferían instalarse, por razoneseconómicas, en las ciudades y no en lospueblos obreros. Fueron las órdenes religio-sas asentadas antes de la Guerra civil lasque se hicieron cargo de ella en Barakaldo.Mientras se cerraban escuelas públicas, lasHijas de la Cruz en el colegio del SagradoCorazón de Jesús (1938 y 1945), Salesianosen Burceña (1943), Paúles en El Desierto(1944), Hermanos de la Salle en el colegiode Nuestra Señora del Carmen (1947), Sale-sianas en Los Fueros (1947), inauguraban oampliaban sus instalaciones.

A partir de los años cincuenta el aumen-to de la población es espectacular. Es desuponer que las necesidades de escolariza-ción crecieran igualmente, pero todavía sedejará su solución a la iniciativa privada: lasHijas de la Caridad en la Fundación Miranda(1956), El Pilar (1956). Consecuencia directade esta política fue el incremento de alum-nos en los centros privados, mientras dismi-nuía en los públicos. El propio alcalde reco-nocía en 1955 que las escuelas públicasestaban saturadas y en algunas “no pueden

admitirse ya los aspirantes en turno por fal-ta de capacidad”.

Con anterioridad a 1948 ya se había plan-teado la necesidad de substituir los gruposescolares de Rajeta (10 aulas en 1936), de Vi-lallonga (9 aulas en 1936) y varias provisiona-les por un nuevo centro en Larrea. Pese a lasgestiones del ministro barakaldés, IturmendiBañales, ante su compañero del Ministeriode Educación no se construirá hasta 1957, yLarrea apenas compensaba las escuelas ce-rradas durante el proceso de tramitación.

Significativamente, la política municipalconsiguió el reconocimiento del Régimen.Nada extraño, pues, como se exponía en elIII Pleno del Consejo Económico y Sindicalcelebrado en Bilbao en 1962, la situación dela enseñanza en España era desconsola-dora. Podían servir como disculpa las enor-mes necesidades presupuestarias de re-construcción tras la Guerra civil, pero mien-tras España dedicaba en 1946 menos del 5por ciento del presupuesto nacional a edu-cación, Inglaterra, que acababa de terminar-la, invertía en los mismos menesteres el 20por ciento.

Pedro Simón

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Alumnas de la escuela de San Vicente.