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    SIGLO DE PLENO VERANO

    James Blish

    n todo el leo que el mundo haba proporcionado para la uncin de John Martels,octor en Ciencias, Miembro de la Real Sociedad de Astronoma, etc., haba una soosca: algo fallaba en su telescopio.artels, de treinta aos de edad y soltero, era a la vez un estadstico y un beneficiare lo que sus compatriotas ingleses llamaban amargamente la fuga de cerebros, laaptacin de las mejores mentes britnicas por los Estados Unidos, que les ofrecanayores ingresos, impuestos ms bajos y la ausencia aparente de cualquier sistemaasista. Y l no haba encontrado ningn motivo para criticarlos, ni le remorda laonciencia: sus padres haban muerto, y, en lo que a l respecta, no le deba nada aeino Unido.esde luego, las ventajas de vivir en los Estados Unidos no eran tan difanas como aban sido presentadas, pero l nunca haba esperado otra cosa. Tomemos laparente ausencia de un sistema clasista, por ejemplo: todo el mundo sabia que losegros, los Hispanoamericanos y los pobres en general eran objeto de una ferozscriminacin, y que la oposicin poltica de cualquier tipo al establishment se estabaciendo cada vez ms peligrosa. Pero lo que contaba en lo que a l respecta era qu

    o se trataba del mismo gnero de sistema clasista.acido de una familia de clase obrera en la ciudad indescriptiblemente fea deoncaster, Martels se haba visto marcado desde el primer momento con un dialectoclase obrera de los Midlands que le exclua de crculos britnicos correctos de unodo tan permanente e irrevocable como si hubiera sido un inmigrante paquistanandestino. Ninguna escuela pblica haba sido econmicamente asequible a susadres para ayudarle a corregir el horrible sonido de su propia voz, ni para ensearles idiomas clsicos que eran todava necesarios para ingresar en Oxford o enambridge.e modo que haba tenido que abrirse paso a codazos a travs de uno de los nuevoolitcnicos de ladrillo rojo. Aunque al final obtuvo la ms alta calificacin posible enstrofsica, fue con un acento tan atroz como para negarle la admisin a cualquier lualmente distinguido de Inglaterra.n los Estados Unidos, en cambio, los acentos eran considerados como puramentegionales, y la educacin de un hombre no se juzgaba por las inflexiones de su vozno por su gramtica, su vocabulario y sus conocimientos reales. Desde luego, aartels le preocupaba la condicin del negro, del hispanoamericano y del pobre; per

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    ado que no era ninguna de las tres cosas, no se senta oprimido por ello.n cuanto a la actividad poltica, era algo en lo que Martels ni siquiera poda pensar;qu era un extranjero. El solo hecho de enarbolar una pancarta, independientementee lo que hubiera escrito en ella, poda hacerle perder su pasaporte.a situacin monetaria haba funcionado casi en el mismo sentido. Aunque aqu habucho ms dinero a ganar que en Inglaterra, en lugares como Nueva York leesapareca a uno casi ms aprisa de lo que poda ganarlo; pero Martels no estaba eueva York. Despus de una breve pero moderadamente espectacular lectora comodio-astrnomo en Jodrell Bank, haba sido contratado como Director devestigaciones en la materia por una nueva y pujante Universidad del Medio Oeste

    mericano, donde el dinero era ms rentable... y donde, adems, los negros, losspanoamericanos y los pobres apenas eran visibles. Martels segua preocupado po

    us problemas, pero el hecho de no tenerlos a la vista tranquilizaba al menos suonciencia. El vuelo sin motor no era aqu tan bueno como lo fue en las Children Hillsero uno no puede tenerlo todo.

    haba existido un aliciente final: la universidad de Sockette acababa de completar lonstruccin de un radiotelescopio de diseo radicalmente nuevo, al lado del cual suredecesores parecan tan primitivos como la mquina ptica que Galileo le habarlado a Hans Lippershey. Su estructura haca posible montar un plato ms pequeoue el de Jodrell Bank, con un punto focal casi tan grande y una armazn tubular de lescopio reflectante de 65 pulgadas. Se necesitaba una asombrosa cantidad de

    nerga para hacer funcionar el aparato, pero, al menos en teora, deba penetrar loastante lejos en torno al universo como para captar el equivalente a la temperatura nuca del propio Martels.primera vista, Martels haba quedado tan complacido con el armatoste como un pa

    ue acaba de comprarle a su hijo el primer tren elctrico. Slo imaginar los grandescontecimientos que podran ser registrados por aquel instrumento resultabaaravilloso. Pareca plantear un solo problema.asta entonces, slo haba logrado captar la estacin local de rock-and-roll.artels estaba completamente seguro de que en la teora no haba ningn fallo. Elseo era lo ms perfecto posible. Y lo mismo poda decirse de los circuitos; los hab

    omprobado repetida e intensivamente. De modo que slo quedaba la posibilidad de

    llo en la construccin del telescopio, probablemente algo tan simple como un larguescentrado que distorsionaba el campo o la transmisin.ueno, haba al menos una cosa a decir en favor de una universidad de ladrillo rojo: enseaba a uno el griego ni mejoraba su ingls, pero insista en que sus fsicosesen tambin aceptables mecnicos antes de permitirles graduarse. Calentando el

    mplificador, sintonizndolo a medida que avanzaba - una maniobra que en condicioormales habra situado el campus de Sockette en el centro de la Osa Mayor nmeron racimo de galaxias a quinientos mil millones de aos-luz de distancia -, Martels tre

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    lo largo del tubo con el detector de fuerza del campo en la mano; era demasiadorande para llevarlo en un bolsillo. llegar al extrem del tubo se par a descansar unos instantes, atisbando al interio

    on los pies colgando. A continuacin tena que deslizarse lentamente hacia abajo espiral, transmitiendo a intervalos a los tcnicos las lecturas de intensidad del campoos politcnicos de ladrillo rojo insisten en que sus fsicos sean tambin mecnicos,ero no les preparan para trepar a torres, chimeneas, etc., a fin de efectuarparaciones. Martels ni siquiera llevaba casco protector. Posando un pie en lo que

    areca ser un ngulo completamente seguro entre un larguero y otro, resbal y cayabeza al interior del tubo. siquiera tuvo tiempo para gritar, y mucho menos para or los gritos de alarma de locnicos, ya que perdi el conocimiento mucho antes de chocar contra el fondo.n realidad, no lleg a chocar contra el fondo.era posible explicar de un modo exacto y comprensible lo que le ocurri a Johnartels, pero hacerlo exigira varias pginas de expresiones en el metalenguaje

    ventado por el doctor Thor Wald, un fsico terico sueco, que por desgracia no estaestinado a nacer hasta el ao 2060. Baste decir que, gracias al trabajo chapucero dn desconocido soldador, el radiotelescopio radicalmente nuevo de la universidad deockette tuvo realmente un alcance sin precedentes... aunque no en la direccin queus constructores se haban propuesto, ni podan siquiera haber concebido.

    Ennoblceme con el honor de tu atencin, inmortal Qvant.adando hacia arriba desde la negrura, Martels trat de abrir los ojos y descubri quo poda hacerlo. Sin embargo, un momento despus comprob que poda ver. Lo qo era tan absolutamente extrao para l que trat de cerrar los ojos, y descubri qumpoco poda hacerlo. Pareca estar, de hecho, completamente paralizado; ni siquie

    oda cambiar su campo de visin.e pregunte brevemente si la cada le haba roto el cuello. Pero eso no afectara a suontrol de los msculos de sus ojos... O s? Ni de sus prpados.dems, no estaba en un hospital; de esto, al menos, poda estar seguro. Lo que

    sultaba visible para l era un amplio y mal iluminado vestbulo. La escasa claridadareca proceder de la luz del sol, aunque sta no penetraba a raudales, ni muchsimenos.xperiment la sensacin de que el lugar era mohoso, pero Martels pareca habererdido el sentido del olfato. La voz que haba escuchado, as como cierto nmero dequeos e inidentificables ecos, le inform de que poda or, al menos. Trat de abroca, sin conseguirlo.parentemente, lo nico que poda hacer era captar lo poco que resultaba visible y

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    udible, y dar un sentido a los hechos que pudieran producirse. Estaba sentado ondido? Tena fro o calor? No, aquellos sentidos haban desaparecido tambin. Pemenos no experimentaba ningn dolor..., aunque no poda saber si ello significaba

    ue el sentido del dolor se haba desvanecido tambin, o que estaba drogado.ampoco tena hambre ni sed: otro ambiguo descubrimiento.n el suelo del vestbulo, dentro de su cono de visin, haba cierto nmero de extrartefactos. El hecho de que se encontraran a diversas distancias permiti a Martelsstablecer que poda cambiar an su profundidad focal. Algunos de los objetos parecstar ms deteriorados que el propio vestbulo. En algunos casos el estado de deterisultaba imposible de apreciar, debido a que los objetos parecan ser esculturas oguna otra clase de obras de arte, representando no saba qu... si es quepresentaban algo, ya que el arte figurativo era algo pasado de moda para l. Otrosn embargo, eran evidentemente mquinas; y aunque en ningn caso pudo sospechquiera las funciones a que estaban destinadas, conoca la corrosin cuando la veaquel material estaba en desuso desde haca mucho, muchsimo tiempo.

    ero algo segua funcionando. Martels pudo or unos leves y continuos zumbidos, cosonido de una lnea de 50 ciclos. Pareca proceder de alguna parte detrs de l,timamente cerca, como si algn barbero espectral estuviera aplicando a la parte

    osterior de su crneo o a su nuca un aparato de masaje destinado a la cabeza de uosquito.o crea que el lugar, o al menos la cmara en la que pareca encontrarse, fueraxcepcionalmente grande. Si la pared que era visible para l era un lado ms bien qun extremo - lo cual no estaba en condiciones de comprobar - y los ecos recordadosvoz no le confundan la cmara no poda ser mayor que una de las galeras centra

    e la Alte Pinakothek, digamos la sala de Rubens...a comparacin result reveladora. Se encontraba en algn tipo de museo. Un museesatendido y absolutamente impopular, ya que el suelo tena una espesa capa deolvo y slo haba unas cuanto huellas de pisadas - y en algunos casos ninguna - cee los objetos expuestos (suponiendo que lo fueran). Las huellas de pisadas, comproartels sin comprender, eran todas de pies descalzos.ntonces lleg de nuevo aquella voz, esta vez con cierto acento quejumbroso. Dijo:nmortal Qvant, aconsjame, te lo ruego humildemente.

    con un triple shock, Martels se oy a s mismo replicar:Puedes introducirte en mi atencin, tribual.a impresin fue triple porque, en primer lugar, Martels no haba tenido la intencin nensacin de formular la respuesta ni de pronunciarla. En segundo lugar, la voz queontest no era ciertamente la suya; era ms profunda y anormalmente estentrea,unque casi sin resonancia. Finalmente, el idioma utilizado le era completamenteesconocido, pero pareca entenderlo perfectamente.dems, mi nombre no es ni ha sido nunca Qvant. Ni siquiera tengo una inicial

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    tercalada.ero no tuvo tiempo de especular, ya que apareci a la vista, agachado de un modoue Martels encontr casi rastrero, algo vagamente definible como un ser humano. Ibesnudo y era de color moreno oscuro, con lo que Martels estim una mezcla deerencia y de curtido profundo de la piel. La desnudez le revelaba tambinscrupulosamente limpio, con los brazos cortos, las piernas largas y la pelvis estrechena el pelo muy oscuro y rizado como el de un negro, pero sus facciones eranaucsicas, a excepcin del pliegue asitico de los prpados, y a Martels le record osquimano de frica: una impresin reforzada por su pequea estatura. Su expresicontrario de su postura, era respetuosa, casi reverente, pero no asustada.

    Qu quieres de m ahora, tribual? - inquiri la nueva voz de Martels.nmortal Qvant, busco un rito para proteger de los Pjaros nuestras ceremonias deadurez. Han penetrado el antiguo, ya que este ao muchos de nuestros nuevosvenes han perdido sus ojos por ellos, y algunos incluso sus vidas. Mis antecesorescen que un rito semejante era conocido en Renacimiento Tres, y es mejor que los

    uestros, pero no pueden darme los detalles.S, existe - dijo la otra voz de Martels -. Y os servir quiz de dos a cinco aos. Perfinal, los Pjaros lo penetrarn tambin. Al final, os veris obligados a abandonar l

    eremonias.Hacer esto sera rendir tambin la vida futura!

    Eso es indudablemente cierto, pero, sera necesariamente una gran rendicin?ecesitis a vuestros jvenes aqu y ahora, para cazar, procrear y combatir a losjaros. Tengo vedado todo conocimiento de la vida futura; pero, qu seguridaduedes tener de que es agradable? Qu satisfacciones pueden quedar para todassas almas apiadas?e algn modo indefinible, Martels supo por el tratamiento de Qvant que Pjaros sscriba con mayscula; no haba captado nada de esto en las palabras del peticionauya expresin se haba transformado ahora en otra de sumiso horror. Observ tambue Qvant hablaba al presunto salvaje como alguien dirigindose a un igual enducacin, y que el hombre desnudo hablaba del mismo modo. Pero, qu utilidadna la informacin? Y a propsito, qu era Martels, presumiblemente un hombreponindose milagrosamente de un grave accidente, en un museo enmohecido,

    scuchando una absurda conversacin con un tribual desnudo que formulabauestiones como un estudiante medieval dirigindose a santo Toms de Aquino?No lo s, inmortal Qvant - deca el peticionario -. Pero sin las ceremonias nondremos nuevas generaciones de antecesores, y en la vida futura la memoria se

    esvanece rpidamente. Al final, quin quedar para aconsejarnos, sino t mismo?Quin, en realidad?or el leve tono de irona de su voz, Qvant haba pretendido probablemente que laregunta fuera retrica, pero en cualquier caso Martels haba agotado su paciencia.

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    ealizando un supremo esfuerzo, logr decir:Ser alguien tan amable como para decirme qu diablos est pasando aqu?a pregunta surgi, y en su propia voz, aunque sin ninguna sensacin fsica de hablaen aquel mismo idioma desconocido, tambin.espus de que los ecos se apagaron sigui un momento de completo silencio, duracual Martels experiment una sensacin de shock que estaba convencido de que

    ra suya. Luego, el peticionario profiri una exclamacin de asombro y ech a corrersta vez, los ojos de Martels siguieron, aunque no por su propia volicin, al hombre qua hasta que desapareci a travs de un portal bajo e iluminado por la luz del sol,s all del cual haba lo que pareca ser un espeso bosque o selva. Sus clculoscerca del tamao y forma del vestbulo quedaron as confirmados, y ahora supombin que se encontraba al nivel del suelo. Luego sus ojos volvieron a la aburrida

    ontemplacin de la pared de enfrente y de los descuidados y desconocidos artefactQuin eres t? - dijo la voz - Qvant -. Y cmo has invadido mi cerebro?Tu cerebro?

    Este es mi cerebro, y yo soy su legitimo ocupante: la valiosa personalidad de unspritu superior, embalsamado y atesorado para vida ms all de la vida. Me consers desde el final de Renacimiento Tres, de cuya poca ests viendo el museo. Losombres Renacimiento Cuatro me consideran como un casi-dios, y obran cuerdamenhacerlo as. - La amenaza implcita en aquella ltima era inconfundible -. Repito,

    quin eres y cmo has llegado aqu?Me llamo John Martels, y no tengo la menor idea de cmo he cado aqu. Y nada deue he visto u odo tiene el menor sentido para m. Me hallaba a un par de segundosna muerte segura y luego, sbitamente, me encontr aqu. Es lo nico que s.Te aconsejo que digas la verdad - le advirti Qvant -. En caso contrario dispondr dy entonces morirs dentro de un par de segundos... o irs a la vida futura, lo cual

    ene a ser lo mismo.Martels se sinti inclinado a la cautela. A pesar del hecho de que los dos parecanompartir el mismo cerebro, era evidente que aquel ser no poda leer la mente deartels, y tal vez pudiera obtener alguna ventaja reservndose la escasa informacinue posea. Despus de todo, no tena ninguna garanta de que Qvant no dispondre l de todos modos, una vez satisfecha la curiosidad del Casi-dios. Martels dijo,

    on una desesperacin que no era del todo fingida.gnoro qu es lo que quieres saber.Cunto tiempo has estado acechando aqu?No lo s.Cul es tu primer recuerdo?El de mirar fijamente esa pared.Durante cunto tiempo? - dijo Qvant implacablemente.No lo s. No creo haber contado los das. No recuerdo que ocurriera nada, hasta qu

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    peticionario habl.Y qu has odo de mis pensamientos durante ese tiempo?Nada que pudiera entender - dijo Martels mostrndose sumamente cuidadoso en noacilar despus de nada. Por extrao que faltara encontrarse a s mismo hablandoparentemente consigo mismo como una personalidad dual, resultaba todava msxtrao aprobar que ninguna de las psiques poda leer la mente de la otra... y, algoumamente importante, que la suposicin de Qvant en sentido contrario no deba sectificada.

    Eso no es sorprendente. Pero yo capto una anomala en ti. Tienes la mente de unombre joven, pero en torno a ella hay un aura que sugiere paradjicamente que escluso ms vieja que la ma. A qu Renacimiento perteneces?Lo siento, pero la pregunta carece de significado para m.En que ao naciste, entonces? - dijo Qvant, con visible sorpresa.En mil novecientos cincuenta y cinco.Pero, en qu estilo de computacin?

    Estilo? Tampoco entiendo eso. Nosotros lo llamamos A.D., anno Domini, despusacimiento de Cristo. Sin que pueda asegurarse de un modo categrico, naci unosecisiete mil aos despus de que la raza humana inventara la escritura.gui un largo silencio. Martels se pregunt qu estaba pensando Qvant. Y al mismo

    empo se pregunt qu estaba pensando l; fuera lo que fuese, no era nada til. Erana personalidad extraa en el cerebro de otro ser, y ese otro ser le estaba diciendoosas absurdas. Alguien de quien era prisionero, y que tambin pareca ser unrisionero, aunque al mismo tiempo pretenda ser una especie de dios, y Martels habsto que le consultaban como si lo fuera.Comprendo - dijo Qvant sbitamente -. Sin la computadora central no puedo serxacto, pero la precisin no parece necesaria en este caso. De acuerdo con tu sistemao actual es el veinticinco mil despus de Cristo.artels no pudo encajar esta ltima impresin. Su mente, re-encarnada de un modoestable, estremecida an por la tremenda impresin de haber escapado de la muerombardeada con hechos que carecan de significado, ahora bajo una nueva amenae muerte cuya naturaleza no poda llegar a comprender, empez a hundirse de nuen el abismo.

    en el mismo instante, su mente fue asaltada con una fra y silenciosa ferocidad.vant estaba expulsndole.asta entonces, nunca haba soado siquiera en la posibilidad de que un hombre fuexpulsado de su propia mente por otro ser... y sta no era siquiera su propia mente;qu, l era el intruso. No pareca existir ningn medio de resistir, nada a lo que pudieerrarse: incluso si hubiese estado habitando en su propio cerebro, no hubiera sabidejor que cualquier otro hombre de su poca en qu parte de su psique resida. Qvasaba, con toda evidencia, y le estaba presionando con la implacabilidad de un

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    royectil dirigido; y la terrible presin era enteramente emocional, sin la menor pistaemntica que pudiera ayudar a Martels a defenderse.a deteriorada pared oscil y desapareci. Una vez ms, Martels se encontr sin visn odo. Por puro instinto excav en... algo... y se agarr a ello, como una garrapatasistindose a ser expulsada del lomo de un chacal.

    a terrible presin sigui en aumento. Al final no le qued nada a qu agarrarse que era un pensamiento, un solo pensamiento:o soy yo. Yo soy yo. Yo soy yo.entonces, lenta, milagrosamente, el ataque empez a remitir. Como antes, primero

    olvi el sonido, los leves y ambiguos ecos del museo; y luego, la vista, la visin de lisma extensin de pared y suelo, los mismos extraos artefactos de algn lejanoasado en el futuro ms lejano de Martels.Parece ser que no puedo librarme de ti, todava - dijo Qvant. El tono de su voz

    mplificada pareca oscilar entre la rabia y la diversin -. Muy bien, conversaremos to. Ser un cambio, despus de tanto tiempo de servir de orculo a los tribuales. Pe

    rde o temprano, Martels-del-pasado, tarde o temprano te expulsar, y entoncesonocers la cosa ms importante que yo desconozco: cmo es la vida futura. Tardemprano, Martels..., tarde o temprano...artels se dio cuenta a tiempo de que las repeticiones eran el hipntico preludio de uuevo ataque. Excavando en lo que antes le haba salvado, aquel substratoesconocido de la. parte de esta mente conjunta que le perteneca slo a l, dijo conisma frialdad:Es posible. T tienes mucho que ensearme, si quieres, y yo escuchar. Y tal vezmbin yo pueda ensearte algo a ti. Pero creo que tambin puedo hacer que teentas sumamente incmodo, Qvant. Acabas de mostrarme dos modos distintos deonseguirlo. De manera que ser mejor que cuides tus modales y grabes en tu cerebidea de que, sea lo que fuere lo que los tribuales ven en ti, para m ests muy lejos

    er un dios.or toda respuesta, Qvant se limit a impedir que Martels pronunciara otra palabra.entamente, el sol se ocult, y las formas del vestbulo quedaron sumidas en unascuridad contra la cual Martels ni siquiera pudo cerrar unos ojos que no eran suyos

    artels estaba vivo, todava, lo cual era algo muy de agradecer, aunque distaba muce ser una victoria. Qvant no haba podido expulsarle - todava no -, pero Martels nona ningn control sobre sus ojos, salvo el mnimo de cambiar la profundidad focal;parecer tampoco Qvant poda cerrar los ojos, o no se molestaba en hacerlo. Siemp

    xcepto cuando el raro peticionario entraba en el museo, contemplaban aquella mismaldita pared y los objetos dispersos delante de ella.

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    dems, Qvant nunca dorma, y en consecuencia tampoco dorma Martels. Cualquieue fuese el mecanismo que mantena el cerebro en marcha, pareca hacer innecesasueo, lo cual era quizs una suerte, dado que Martels no tena ninguna confianza

    u capacidad para resistir otro de los ataques de Qvant estando inconsciente.ste era simplemente uno de los numerosos aspectos de su existencia conjunta queartels no comprenda. Evidentemente, algn tipo de bomba de perfusin - aquelersistente y leve zumbido en su nuca, como una especie de zumbar de odos - poduministrar continuamente oxgeno y glucosa, eliminar cido lctico, anular la fatiga.ero Martels recordaba nebulosamente que el dormir era imprescindible: los sueosor ejemplo, eran esenciales para limpiar la computadora analgica que era el cerebe los programas del da anterior. Quiz la simple evolucin haba eliminado aquellaecesidad de la raza, aunque 25.000 aos pareca un tiempo prohibitivamente cortoara un cambio tan importante.uera cual fuese la respuesta, no poda impedir el aburrimiento, al cual Qvant parecer completamente inmune. Evidentemente, posea vastos recursos interiores,

    cumulados durante siglos, con los cuales distraerse a s mismo a travs de losterminables das y noches; pero Martels no tena acceso a ellos. Martels ocultaba eecho lo mejor que poda, ya que cada vez le pareca ms importante estimular la

    mpresin de Qvant de que Martels poda captar algunos de sus pensamientos; puesesar de todo su poder y de su conocimiento acumulado, Qvant no pareca sospechaabsoluto de la barrera mente-cerebro que se alzaba entre ellos.vant no permita que Martels hablara excepto cuando estaban solos, y no siempre. ctitud era de indiferencia, o de preocupacin, o de ambas cosas a la vez; y entre uneticionario y otro transcurran meses enteros. Entre las raras apariciones de losorenos salvajes, las pocas cosas nuevas que Martels poda aprender eranrincipalmente negativas e intiles.staba indefenso, y a menudo se descubra a s mismo casi deseando que estaemencial pesadilla terminara con el terrible impacto de su propia cabeza sin protegeobre el centro del plato del radiotelescopio, como aquella cruel historia que Ambroseerce haba escrito acerca de un incidente en el Puente de Owl Creek.ero ocasionalmente llegaban los peticionarios, y durante sus visitas Martels escuchaprenda, un poco. Con menos frecuencia an, Qvant tena sbitos estallidos de

    cuacidad, los cuales resultaban ms productivos desde el punto de vista informativunque siempre decepcionantes al final. Durante uno de ellos, Martels se encontr cue le era permitido preguntar:Qu asunto era el del primer tribual que vi..., el que deseaba un rito protector?Estabas realmente dispuesto a darle alguna especie de galimatas?Lo estaba, y no hubiera sido un galimatas - dijo Qvant -. Hubiera sido un complejo agramas y danzas enteramente funcional. Regresar a buscarlo a su debido tiempoPero, cmo poda funcionar?

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    Entre dos acontecimientos cualesquiera en el universo, topolgicamente idnticos,xiste una afinidad o repulsin naturales, que pueden ser expresadas en formaagramtica. La relacin es dinmica, y en consecuencia debe ser representada el q

    e produzca atraccin o repulsin depende enteramente de las acciones. Esa es lancin de las danzas.Pero, eso es magia..., supersticin.Todo lo contrario - dijo Qvant -. Es ley natural, y fue practicada con xito duranteuchos siglos antes de que se formularan los principios basados en ella. Los tribualecomprenden muy bien, aunque no lo describiran en los mismos trminos que yo. E

    mplemente una parte funcional de sus vidas. Crees que seguiran consultndomeescubrieran que el consejo que les doy no da resultado? Son salvajes, pero no estcos. en otra de aquellas ocasiones, Martels dijo:

    Pareces aceptar la creencia de los tribuales de que existe realmente una vida despe la muerte. Por qu?

    La acepto basndome en la evidencia; los tribuales se comunican regular yicazmente con sus antepasados inmediatos. No tengo ninguna experiencia personn este campo, pero existe tambin una base terica plausible para ella.Cul es? - inquiri Martels.El mismo principio que permite que t y yo habitemos el mismo cerebro. Laersonalidad es un campo electromagntico semiestable; para que permanezcategrada, requiere el aparato computador suplementario de un cerebro, as como unente de energa tal como un cuerpo, o esta caja en la que vivimos, para mantenerla

    n su estado caracterstico de entropa negativa. Una vez el campo queda liberado pmuerte, pierde toda capacidad de calcular y, queda sujeto a las prdidas de entrop

    ormales. En consecuencia, lenta pero inevitablemente, se desvanece.Pero, por qu no tienes ninguna experiencia personal en ese sentido? Yo lo hubieedo as originalmente.El descubrimiento - dijo Qvant, con una voz sbitamente remota - es relativamenteciente. Semejante comunicacin slo es posible a lo largo de la lnea ancestralrecta, y mis donantes, quienquiera que fuesen, desperdiciaron siglos enteros antesue se conociera la simple posibilidad.

    Qu edad tienes ahora, exactamente? - inquiri Martels.ero Qvant no dijo nada ms.n embargo, aquella conversacin permiti a Martels ahondar un poco ms en el

    arcter de los tribuales y trazar, uniendo otros detalles dispersos, un vago cuadrostrico. Varias referencias a Renacimiento le haban permitido suponer que lavilizacin haba sido destruida y reconstruida cuatro veces desde su propio perodoero haba resurgido cada vez muy cambiada, y cada vez menos viable. Al parecer,enacimiento II haba sino aniquilado por una congelacin a escala mundial;

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    evitablemente, Renacimiento III haba asumido la forma de una culturaermticamente organizada sobre una pequea base de poblacin.hora, sin embargo, toda la tierra, a excepcin de los polos, estaba en la cspide dena fase tropical. Parte del conocimiento tecnolgico de Renacimiento III se hallaba qu, en el museo en el cual Martels estaba indudablemente encarcelado, con unaaccin intacta y otra fraccin mas bien grande no excesivamente deteriorada comoara resultar irrecuperable. Pero los tribuales de Renacimiento IV no tenan ningunaplicacin para l. No slo no lo comprendan, sino que crean que no vala la penaomprenderlo ni rescatarlo. El hecho de que obtuvieran con relativa facilidad losimentos que precisaban para subsistir haca innecesaria para ellos la maquinaria, y

    us leyendas acerca de lo que haba sido Renacimiento III contribuan a hacerlesborrecer las mquinas. Su economa de tipo primitivo les satisfaca por completo.ero haba algo ms. Su perspectiva haba experimentado un cambio racial que slooda ser atribuido al descubrimiento de la existencia real de los fantasmas de susntepasados. Se haba convertido en mstica, ritualista y, en un sentido profundo,

    sctica: es decir, estaban orientados hacia la muerte u orientados hacia la vida futusto explicaba, tambin, la ambigedad de su actitud hacia Qvant. Respetaban lorofundo de su conocimiento, de hecho se sentan abrumados por l, y ocasionalmecurran a l para la solucin de problemas que estaban ms all de su capacidad d

    omprensin: tan lejos de su alcance como para hacerles superar su orgullosodividualismo, pero no caba ni pensar siquiera en que le adorasen. Aproximndosen ente que no tena ninguna relacin con sus antepasados, que ni una sola vez habxperimentado semejante relacin, y que pareca destinado a no tener nunca una vidtura propia, nicamente podan sentir lstima.casionalmente, sin duda, a unos cuantos de ellos se les ocurra que incluso laparentemente indestructible caja-cerebro poda no ser inmune a un verdaderoesastre, tal como el nacimiento de un volcn debajo del museo. Pero Qvant habastado all, en la medida que sus propias leyendas podan atestiguar, desde siempreus propias vidas eran cortas. La muerte de Qvant no figuraba en el futuro a cortoazo, en el cual estaban acostumbrados a pensar.a mayor parte de la conversacin de Qvant, sin embargo, era mucho menosveladora. Pareca estar casi permanentemente en una especie de estado Zen,

    onsciente de su superioridad y al mismo tiempo desprecindola. Muchas de susspuestas a los peticionarios consistan nicamente en una frase que no pareca tennguna relacin con la pregunta que haban formulado. Ocasionalmente, tambin,

    ontestaba con una especie de parbola que no resultaba ms comprensible por elecho de ser ms larga. Por ejemplo:nmortal Qvant, algunos de nuestros antepasados nos dicen ahora que debemos

    mpiar parte de la selva y empezar a sembrar. Otros nos dicen que debemos continuomo hasta ahora. Cmo debemos resolver este conflicto?

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    Cuando Qvant era un hombre, doce estudiantes se reunieron en la cima de uncantilado para escucharle. El les pregunt qu poda decirles que ellos no oyeran dus propias bocas. Todos contestaron al mismo tiempo de modo que no pudo orse uola respuesta. Qvant dijo: Tenis demasiadas cabezas para un solo cuerpo, arrojnce de ellos por el acantilado.umillantemente para Martels, en tales situaciones los tribuales siempre parecanomprender en seguida el significado oculto de las palabras de Qvant y se marchabaatisfechos. En aquella ocasin particular, sin embargo, Martels haba logrado exprena suposicin inspirada:Es evidente que en esas condiciones no puede pensarse en reanimar la agriculturaEs evidente - admiti Qvant -. Pero, a qu condiciones particulares te refieres?A ninguna. No conozco absolutamente nada acerca de ellos. De hecho, entre lascologas selvticas la agricultura era bastante corriente en mi poca. Pero me haarecido captar que ese era el sentido de tus palabras.vant no hizo ningn comentario, pero Martels pudo percibir, aunque de un modo va

    u confusin. Otro ladrillo fantasma haba sido aadido al edificio de la creencia devant en el sentido de que no poda ocultar del todo sus pensamientos a Martels.esde luego por la naturaleza y la fraseologa de la mayora de las preguntas deartels, Qvant haba deducido inmediatamente que Martels haba sido el equivalentefinitamente primitivo de un cientfico y, adems, que lo que Martels escuchaba no e

    uficiente para permitirle profundizar en el acervo de conocimientos cientficos delropio Qvant. A veces, Qvant pareca experimentar un placer perverso contestando as preguntas de Martels en aquel terreno con aparente candor y al mismo tiempo ens trminos ms intiles que le era posible:Qvant, siempre dices que nunca morirs. Salvo accidentes, desde luego. Peroeguramente que la fuente de energa para este aparato caja-cerebro debe tener unaedia-vida, no importa cun larga sea, algn da el rendimiento descender por debael nivel mnimo necesario.La fuente no es radiactiva y no tiene media-vida. Procede del Vaco: el origen, enrminos de trigonometra esfrica, del espacio interior.No comprendo los trminos. O acaso quieres decir que produce una creacinontinua? Se ha demostrado su posibilidad?

    trmino result a su vez incomprensible para Qvant, el cual se decidi a escuchar xplicacin que Martels le dio de la teora del estado invariable de Fred Hoyle.No, eso es absurdo - dijo finalmente Qvant -. La creacin es al mismo tiempo nicaclica. El origen del espacio interior se encuentra en otra parte, y slo es explicable rminos de apareamiento general: la psicologa del ondculo.El ondculo? Slo existe uno?Solamente uno, aunque tiene mil aspectos.Y piensa? - inquiri Martels, asombrado.

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    No, no piensa. Pero tiene voluntad, y acta consecuentemente. Si se comprende suoluntad, se es el dueo de su conducta.Entonces, cmo acta ese poder?Por meditacin, inicialmente. Despus, no puede perderse.No, yo me refera a la mquina...lencio.artels estaba aprendiendo, pero nada de lo que haba aprendido pareca conducirlenguna parte. Luego, un ao, un peticionario formul otra pregunta acerca de losjaros; y cuando ms tarde, con la mayor inocencia, Martels pregunt: Qu sonsos Pjaros?, el impacto del odio y desesperacin que la mente de Qvant proyectn la suya le revel en un instante que al fin haba dado con algo crucial.lo tena que descubrir el modo de utilizarlo.

    an evidente fue la profundidad de las emociones de Qvant, a las cuales se mezclabras inidentificables para Martels, que ste no esperaba ninguna respuesta. Peroespus de una pausa no mucho ms del doble de duracin que de costumbre, Qvajo:Los Pjaros son la ruina de la humanidad..., de la ma y de la tuya. Y tambin,ventualmente, mi inesperado e indeseable husped. Crees que la evolucin hauedado interrumpida durante ms de veintitrs mil aos... incluso sin tener en cuentdesastre radiactivo que precedi a Renacimiento Uno?

    No, desde luego que no, Qvant. Los tribuales son evidentemente una mezcla gentesconocida en mi poca, y, naturalmente, supongo que tambin se habrn producidutaciones.Slo ves las superficies - dijo Qvant con acerado desdn -. Ellos muestran muchaseales de avances y cambios evolutivos que estn ms all de tu capacidad debservacin. As, como ejemplo sencillo, al principio de Renacimiento Cuatro, cuandelva ocupaba casi todo el mundo, el hombre era todava un animal que tena queracticar los principios de nutricin conscientemente, y los tribuales de aquella pocaosean el conocimiento. Como resultado de ello, por mucho que comieran, y entonc

    o haba nunca escasez, ni siquiera de protenas, moran de una enfermedad tpica ds poblaciones de la selva cuyo nombre no significara nada para ti, pero que podraer descrita como desnutricin maligna.Esa enfermedad era perfectamente conocida en mi poca, y no slo en poblacionee la selva. Nosotros la llambamos marasmo, pero haba montones de nombrescales: kwashiorkor, sukha...Ninguna de esas palabras, desde luego, ha sobrevivido. En cualquier caso, pocoespus se produjo una mutacin en virtud de la cual la nutricin adecuada se convi

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    n un instinto hereditario, como ha ocurrido siempre con los animales salvajes, y comcurra presumiblemente cuando el hombre era un animal salvaje.Otro cambio, igualmente radical y quiz similar en su origen, se produjo a finales deenacimiento Tres. Entonces se descubri que el cerebro humano posea unonsiderable poder hipntico y de proyeccin, utilizable sin intervencin de ningn ritrehipntico. La teora mostraba cmo poda hacerse esto fiablemente, pero el podeaba existido quiz desde siempre en estado latente, o tal vez era el resultado de unutacin. Nadie est seguro, ni creo que la cuestin tenga ahora la menor importancEn m, esos poderes son masivos, debido a que fui criado especialmente paraesarrollarlos en su grado mximo, entre otros muchos, pero su accin entre losbuales es completamente opuesta en el sentido de que su relacin con sus

    ntecesores les hace peculiarmente susceptibles a tal hipnosis ms bien que engentes.Tambin los animales han cambiado... y en especial los pjaros. Los pjaros fueronempre minuciosos ritualistas, y en el aura de ceremonial penetrante caracterstico d

    enacimiento Cuatro, han evolucionado peligrosamente. Ahora son individuosensibles, inteligentes, seguros de s mismos, y poseen una elaborada culturaostprimitiva. Consideran al hombre como su rival nmero uno, y su objetivo principas el de exterminarle.Y lo conseguirn. Su impulso principal va dirigido hacia la supervivencia en el aqu-hora; los tribuales, en cambio, estn demasiado interesados en la muerte en s combjetivo para resultar antagonistas eficaces para ellos, con independencia del hecho ue su nivel intelectual sea todava muy inferior al del hombre.Eso me resulta difcil de creer - dijo Martels -. Nosotros tenamos humanos en esa fe civilizacin en mi poca: los esquimales, los aborgenes australianos, lososquimanos de frica del Sur. Ninguno de ellos era tan agresivo como t sugieres qon los Pjaros, pero, aunque lo hubiesen sido, no hubieran tenido ninguna posibilidaontra los intelectuales pragmticos de la poca. De hecho, cuando yo me marchstaban al borde de la extincin.El tribual moderno no es ni intelectual ni pragmtico - dijo Qvant desdeosamente -o utiliza mquinas, excepto para sencillas armas de caza; sus nicas defensas

    mportantes son los ritos, en los cuales los Pjaros son instintivamente expertos, y lo

    on ms a cada da que pasa. Cuando se hagan intelectualmente expertos, el finalstar a la vuelta de la esquina.Y ser tambin nuestro final. Tengo detallados motivos, tericos y tcnicos, para crue una vez que la poblacin humana caiga por debajo de un determinado nivel, lanerga que mantiene esta caja-cerebro nuestra empezar a fallar, y poco despus laropia caja quedar destruida. Incluso si no ocurriera esto, los Pjaros, si ganan, coms seguro, tendrn milenios para esperar a que se destruya por s misma, lo cual no

    mposible. Entonces destrozarn el cerebro a picotazos, y seremos aniquilados los d

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    n la voz de Qvant pareca reflejarse cierta lgubre y al mismo tiempo salvajeatisfaccin ante aquella idea. Martels dijo cautelosamente:Pero, por qu? T no representas ninguna amenaza para ellos, que yo sepa. Inclus tribuales te consultan muy de cuando en cuando, y nunca acerca de armas eficacPor qu no habran de ignorarte los Pjaros?Porque - dijo Qvant lentamente - son simbolistas..., y me odian y temen por encimados los entes del universo como a un smbolo primordial del poder humano del

    asado.Cmo es posible eso?Cmo es posible que no lo hayas adivinado? - replic Qvant -. Yo era el Supremoutarca reinante al final de Renacimiento Tres, criado para la tarea y encargado de laonservacin de todo lo que Renacimiento Tres haba aprendido, pasara lo que pasan acceso a la computadora, soy incapaz de cumplir con toda esa obligacin..., perola le debo mi actual encarcelamiento inmortal. Y mi ruina, y la tuya, bajo los picos ds Pjaros.

    No puedes evitarlo? Por ejemplo, hipnotizando a los tribuales para que emprendaguna accin positiva contra los Pjaros... O acaso tu control es demasiado limitadPodra ejercer un control absoluto sobre un tribual, si lo deseara - dijo Qvant -. Y te emostrar con el prximo que venga para disipar todas tus dudas. Pero los tribualeue vienen a consultarme distan mucho de ser las figuras importantes en la cultura denacimiento Cuatro, e incluso si fueran grandes hroes y caudillos, los cuales niquiera existen en esta cultura, no podra cambiar la situacin cultural, por muchosambios que introdujera en el modo de pensar de unos individuos. Los tiempos sonomo son; y el final est prximo.Cunto falta para ese final?Cinco aos, quiz, como mximo.bitamente, Martels se sinti asaltado por una furia personal.Me haces sentir avergonzado de mi condicin de ser humano! - exclam,

    bligadamente en la voz de Qvant -. En mi poca, la gente luchaba! Y ahora, aqustn tus tribuales, presumiblemente inteligentes y, sin embargo, negndose a utilizas medidas ms elementales para protegerse a s mismos! Y aqu ests t, sin dudente humana ms inteligente y con ms recursos de toda la historia humana, capaz

    e asumir el mando y de ayudar a todas las dems, esperando pasivamente serestrozado a picotazos por una simple bandada de pjaros!ientras la pasin de Martels iba en aumento, se sinti bruscamente posedo por un

    magen de su temprana juventud. Haba encontrado un petirrojo cado en el patio de asa de Doncaster, arrojado del nido antes de que hubiese aprendido a volar, y estaerido: probablemente por uno de los numerosos gatos hambrientos de la vecindad.sperando auxiliarle, lo haba recogido, pero haba muerto en sus manos. Y cuando ej de nuevo en el suelo, sus manos estaban llenas de diminutos gorgojos negros,

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    omo millares de motas mviles de pimienta negra. Y seran los pjaros los queuplantaran al hombre? Nunca, por Dios!No tienes ningn conocimiento acerca de lo que ests hablando - dijo Qvant con suoz ms remota -. Ahora cllate.racias a la decepcin, Martels conoci las profundidades de su propia ignoranciaejor incluso que Qvant. Pero, al contrario de Qvant, la pasividad no estaba en suaturaleza; haba luchado contra las circunstancias durante toda su vida, y no iba aambiar ahora. Qvant era inmensamente su superior, en todos los aspectos

    maginables, pero no estaba dispuesto a compartir la ruina de Qvant, y luchara paravitarlo como haba luchado en el pasado.o lo expres, ni lo hubiera expresado aunque Qvant le hubiese permitido seguirablando. Lo que deseaba, principalmente, era no slo salir del cerebro de Qvant - aue Qvant tambin estaba deseando, evidentemente -, sino regresar a su siglo natallo en tcnicas humanas poda esperar una posible ayuda en esa direccin. Un fallon un radiotelescopio le haba enviado aqu, y aqul haba sido un instrumento huma

    espus del tiempo transcurrido, tena que existir algn medio ms sencillo de invertecto.vant se haba mostrado incapaz de librarse de Martels como una simple molestia poca actual, y no caba esperar que pudiera enviarle hacia atrs; e incluso si

    onociera el modo de hacerlo, la cosa resultara mucho ms complicada que el simpercicio de arrojar a Martels al triste y apagado dominio de la vida futura: un ejercicioue Qvant haba querido realizar, fracasando en el intento.o, era urgentemente necesaria ms ayuda humana, y slo podra buscarla en losbuales. Estos eran, sin duda, cientficamente innocuos, pero ciertamente preferibles Pjaros; y, adems, posean recursos de los que Qvant careca. La mayora dequellos recursos - tales como su contacto con sus antepasados - eran misteriosos yroblemticos, pero por la misma razn quedaban fuera del vasto campo deonocimiento de Qvant y podan ser aplicables al problema principal.no eran salvajes. Martels lo haba deducido ya de los escasos peticionarios que hasto. Si aquellos tribuales no eran los mejores ejemplares de los hombres deenacimiento IV, cmo seran los mejores? Resultaba esencial descubrirlo, al marge la opinin de Qvant en la materia. Qvant no les haba visto nunca en su propio

    ntorno; todo su conocimiento de sus costumbres, conducta y capacidades procedastimonios, poco dignos de confianza en el mejor de los casos, de un muestreo queismo consideraba poco representativo, y de sus deducciones. Por otra parte, Qvanerteneca a este Renacimiento; poda ser congnitamente incapaz de comprenderlodems, desde su perspectiva, basada en el oscuro pasado, Martels crea haber visosas en los peticionarios que Qvant era incapaz de ver. Sus intelectos eran todavaperativos, a un nivel que Qvant no perciba; mas para Martels poda ser altamentegnificativo por s mismo. Incluso un hombre moreno que le impresionaba inicialmen

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    omo el mayor de los salvajes, revelaba en el minuto siguiente algn talento casiobrenatural, o al menos algn fragmento de conocimiento que pareca representar eominio de algn campo cientfico que los contemporneos de Martels ni siquieraaban que existiera. Aquello poda ser utilizado. Tena que ser utilizado.ero, cmo? Supongamos que Martels estuviera completamente a cargo del cerebue funcionaba bajo el nombre de Qvant; cmo poda formular suficientes preguntas peticionarios para descubrir lo que necesitaba saber sin despertar inmediatament

    ospechas? Despus de todo, los peticionarios estaban acostumbrados a ser ellosuienes formulasen las preguntas. E incluso si consegua hacerlo, usurpando con xs funciones de Qvant, qu poda decirles a los tribuales que pudiera provocar alguccin contra los Pjaros, y cmo poda aconsejarles acerca del modo de llevarla aabo?n el mejor de los casos, slo provocara desconcierto y huida. Lo que realmenteecesitaba era salir de aqu y acceder al mundo, con algn tipo de cuerpo, pero noaba ni pensar en ello. Su nica opcin era procurar algn medio para cambiar de

    poca, y esperar que la nueva poca descubriera algn medio para rescatarle.anteado as, todo el proyecto pareca imposiblemente estpido. Pero, exista acasra manera de plantearlo?ecesariamente, continu como antes, esperando, escuchando, formulndolereguntas a Qvant cuando ste lo permita, y obteniendo ocasionales respuestas. Aeces, obtena un hecho nuevo al que poda extraer algn sentido; pero estascasiones eran la excepcin. Y empez a sentir, tambin, que el insomnio y la privace todos sus sentidos menos la vista y el odo erosionaban cada vez ms su razn, aesar del dudoso y precario acceso a las masivas facilidades razonadoras del cerebe Qvant. Incluso aquellas facilidades estaban limitadas en un sentido que no podaomprender: Qvant haba mencionado varias veces que haba quedado privado de uonexin con una computadora que le habra permitido funcionar mucho mejor. Seallaba la computadora en el museo, y la desconexin de Qvant se deba a una simpvera que era incapaz de reparar? O resida lejos en el pasado, al final deenacimiento III? Martels se lo pregunt a Qvant, pero ste no contest.entretanto, durante la mayor parte del tiempo, Martels tenia mirar fijamente el mism

    unto de la lejana pared y escuchar los mismos ecos desprovistos de significado.

    siglo de pleno verano transcurra lentamente. Pas un ao. Los peticionarios eranada vez ms escasos. Incluso Qvant pareca sufrir algn tipo de erosin, a pesar deus recursos interiores; en realidad estaba sumido en una especie de ensoacinonambulstica completamente distinta de su anterior estado de continua especulaciterior. Martels no poda captar ms que antes los pensamientos de Qvant, pero suno haba cambiado; al principio, haba existido una impresin de ociosa, de hecho

    asi sibartica, pero constate meditacin y especulacin, pero ahora lo nico queegaba era una especie de zumbido, como un sueo obtuso y reiterativo que no pod

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    s all de un punto determinado, y del cual era imposible despertar. propio Martels haba tenido aquella clase de sueos; haba llegado a reconocerlos

    omo una seal de que estaba a punto de despertar, probablemente a una hora del ds tarda de lo que haba deseado; eran el equivalente mental de un ronquido con eue uno se despertaba a s mismo. Qvant, en cambio, pareca hundirse cada vez mrofundamente en ellos, lo cual privaba al siempre despierto Martels incluso de lanigmtica conversacin de Qvant. Haba sido una vida lnguida en todo momento,qu en 25.000 despus de Cristo. El aburrimiento incrustado ahora en ella estabacanzando profundidades que Martels nunca hubiera credo posibles, y pareca noaber llegado an lo peor. No se dio cuenta de lo mucho que iba a empeorar hasta ea en que lleg un peticionario y Qvant no contest a su pregunta, y ni siquiera pare

    aberla odo.artels no supo aprovechar la ocasin. Haba perdido del todo el hbito de pensar copidez. Pero cuando, quiz seis meses ms tarde, apareci el siguiente peticionarioedio camino de los cinco aos que Qvant haba predicho que terminaran con el

    unfo de los Pjaros -, Martels estaba preparado.nmortal Qvant, suplico el beneficio de tu atencin.vant no contest. Sigui resonando el zumbido de su reiterativo sueo diurno, Martusurr:Puedes introducirte en mi atencin.vant continu sin intervenir. El tribual se hizo visible.nmortal Qvant, soy Amra, de la tribu de Owlshield. Despus de muchas generacionvolcn situado al oeste de nuestro territorio empieza a dar seales de que est

    espertando de su sueo. Despertar del todo? Y si lo hace, qu haremos nosotroo que Qvant pudiera saber de la geologa de la zona de la cual proceda Amra era,omo de costumbre, inaccesible para Martels. De todos modos, pareca algo deemental sentido comn no permanecer en la vecindad de un volcn largo tiempoormido que estar ha mostrando nuevas seales de actividad. De modo que Martelsjo:La erupcin se producir a su debido tiempo. No puedo predecir cun violento serrimer estallido, pero sera prudente cambiar de territorio con la mayor rapidez posibnmortal Qvant, es posible que no tengas noticias recientes de la situacin de nuest

    obre tribu. No podemos emigrar. No podras proporcionarnos algn rito propiciatorResulta imposible propiciar a un volcn - dijo Martels, aunque con mucha menosonviccin ntima de la que en otro tiempo hubiera sentido -. Tambin es cierto que hcibido pocas noticias de tu zona en los ltimos tiempos. Explcame por qu no pod

    migrar.ens que estaba empezando a captar muy bien el estilo oratorio de Qvant, y de hectribual no daba muestras de sospechar nada. Amra dijo pacientemente:

    Al norte se encuentra el territorio de la tribu de Zhar-Pitzha, a travs del cual he

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    asado en mi camino hacia tu templo. Naturalmente, no podemos invadirlo. Al sur sencuentran el hielo eterno y los diablos de Terminus. Y al este, desde luego, estnempre y siempre los Pjarossta, sbitamente, fue la oportunidad que Martels esperaba.Entonces, tribual Amra, debis establecer una alianza con la tribu de Zhar-Pitzha y,on las armas que os dar, declararis la guerra a los Pjaros. rostro de Amra se convirti en un poema de desesperacin, pero gradualmente su

    xpresin se endureci hasta hacerse ilegible. Dijo:El inmortal Qvant se complace en mofarse de nuestra desesperacin. No volveremcomparecer en su presencia.mra se inclin rpidamente y desapareci del invariable campo visual. Cuando loscos de sus pasos se apagaron del todo en el vestbulo, Martels descubri que Qvancunto tiempo haba estado? - haba recuperado el control de la voz de la caja, conna risa fra y lejana.ero lo nico que el ex Supremo Autarca de Renacimiento III dijo, fue:

    Comprendes ahora?, Martels tema haber comprendido.

    n embargo, Martels haba captado algo que era nuevo, y ahora Qvant prestaba deuevo atencin - durase lo que durase - Martels poda intentar sonsacarle acerca delo. Dijo:Pens que vala la pena intentarlo. Me ensearon a no aceptar afirmacin como unecho hasta haberla comprobado por m mismo.Lo mismo que yo. Pero eso no provoca en m ninguna simpata, los peticionarios soi ltimo contacto con la raza humana, exceptundote a ti, y t eres peor que unnacronismo, t eres un fsil viviente, y no permitir que asustes a uno de ellos y leejes de m para siempre.Te agradezco el cumplido en lo que vale, y no cre que lo permitieras - dijo Martels amento de veras haberle asustado. Pero dato curiosidad acerca de algunas de lasuestiones. Por sus referencias al volcn y al hielo eterno deduzco que su tribu se

    ncuentra al borde de la Antrtida, en una regin que nosotros llambamos Tierra deuego.Exacto.Pero, a qu se refera al hablar de los diablos de Terminus?Hay una pequea colonia de hombres viviendo en las montaas polo. Sur - dijo Qvaon una especie de odio en su voz -. Son, deberan ser, supervivientes deenacimiento Tres, aleccionados para mantener una pequea comunidad encargadae alimentar, atender y conservar la computadora destinada a complementar mi

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    ncin. Los tribuales de la regin les llaman diablos porque prohben rgidamente lantrada a todo el resto del mundo, tal como se les instruy que hicieran. Pero, como he dicho, he dejado de tener acceso a aquella computadora; y no s si se debe a q

    ombres de Terminus han degenerado y han dejado que se estropeara, o si hanterrumpido deliberadamente mi acceso a ella.

    De modo que la cultura selvtica y el museo en ruinas no eran el final del camino!Por qu no lo averiguas? - pregunt Martels.Cmo crees que podra hacerlo?Asumiendo el control del prximo peticionario, y encaminndole haca all para echana ojeada.mposible. En primer lugar, porque el camino me llevara a de la regin de los Pjarn segundo lugar, porque no puedo permitir que el cerebro permanezca inactivourante el largo perodo que invertira en el viaje; cuando regresara, si es quegresaba, los peticionarios me habran abandonado definitivamente.

    Tonteras - dijo Martels, en tono deliberadamente desdeoso -. La prdida de conta

    on la computadora te incapacita considerablemente, como t mismo me has dicho. bjetivo primordial sera establecer contacto con ella, si existe dicha posibilidad. Y siudieras hacerlo, lo haras. El actual callejn sin salida sugiere que no posees losoderes hipnticos o de proyeccin necesarios para cambiar el curso de un insecto..enos el de un ser humano.orprendentemente, Qvant no pareci enojarse, ante la decepcin de Martels.En realidad no los poseo - dijo, ms sorprendentemente an -, si por yo te refierecampo jugomagntico ms bien frgil que es mi personalidad, ego, psique, o como

    uieras llamarlo. De no ser as, los casos de almas recin muertas tomando posesistantnea de otro cuerpo viviente seran el pan nuestro de cada da. De hecho, slxisten rumores dispersos y sin confirmar de unas cuantas de tales posesiones. Esooderes son una funcin del cerebro, del rgano en s... y prominentemente de esteerebro. Para utilizarlos se requieren un substrato fsico y una fuente de energa.Como te promet, te har una demostracin de ellos en la prxima oportunidad, noorque me interese lo ms mnimo desvanecer tus dudas, sino nicamente parabrarme de las molestias que me producen tus torpes experimentos. Desde luego, noostrar cmo hay que utilizarlos. Ahora, silencio.

    e impuso el silencio; pero Qvant haba sido ya suficientemente locuaz, y aqulla noaba sido la primera ocasin en que Martels se senta agradecido por ello. Tal vezmbin Qvant senta ocasionalmente la presin de la soledad o del aburrimiento. O

    uizs ocurra que, no estando limitado por la necesidad de respirar, nada le impedalvanar una frase tan larga como deseaba, y aquellos perodos inmensos llegaban a

    onvertirse en discursos, sin que Qvant se diera cuenta.ahora Martels tena un nuevo programa: llegar a Terminus, a toda costa. Estaba

    eguro de que incluso unos restos de Renacimiento III, con energa y tecnologa a su

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    sposicin, ofrecan ms ayuda para su peculiar problema de la que podan prestarldos los tribuales de Renacimiento IV.

    a ltima observacin de Qvant deba ser interpretada como significando que Qvantospechaba ya que Martels haba elaborado exactamente aquel programa. Sin dudavant no le enseara a Martels a utilizar los poderes hipnticos y de proyeccin,mplemente para que no provocara a los tribuales a desencadenar una campaaontra los Pjaros; pero Martels haba anunciado tambin que si estuviera en el puese Qvant tratara de llegar a Terminus, anuncio ante el cual un intelecto incluso msbil que el de Qvant se pondra en guardia. Y en su calidad de ex Autarca sabaucho mejor que Martels lo poco rentable que resulta subestimar a un adversario.cluso en la poca del propio Martels, un supuesto fundamental de la teora de losegos era el de que el prximo movimiento ms probable del enemigo seraosiblemente el mejor.ontra esto, Martels no tena ms recurso que su capacidad de ocultar susensamientos a su cerebro-consorte, y elaborar sus planes lo mejor que pudiera;

    arajar de nuevo sus cartas, revisar su posicin, proyectar acciones alternativas y reuevos datos. Vista a esta luz, la colocacin de los objetos expuestos en el museoentro de su cono de visin adquira un nuevo significado: sbitamente se habavelado importante apreciar sus tamaos y formas, si desmontados o haban cado,

    staban intactos o dislocados, y distancias exactas de unos a otros. Los que quedabera del cono no importaban, excepto los de mayor tamao entre la caja-cerebro y la

    ntrada al vestbulo, y aquellos los fij lo ms exactamente posible en su memoria.parte de esto, como siempre, slo poda esperar al siguiente peticionario, pero estaez no le importaba que su llegada se demorase. Cuanto ms largo fuera el intervalos tiempo tendra para considerar todas las posibilidades de fracaso de su plan, quras opciones le quedaran si fallaba su primera tentativa, etc. Nunca se habateresado por la estrategia ni por la tctica, pero si haba en l algn talento enotencia para el generalato, ahora era el momento de desarrollarlo, y lo mspidamente posible. siguiente peticionario se present slo seis meses despus, un periodo de tiempolativo, desde luego, ya que llevar un calendario mental de los das invariablessultaba imposible, y en la falta de estaciones de aquel siglo de pleno verano Marte

    staba seguro de que perda meses enteros. Pero el momento era oportuno, puestoue Martels haba alcanzado ya un punto en el que se quedaba sin alternativas nifinamientos, y sospechaba que su proyecto principal se converta de un plan de

    ccin en una especie de sueo-diurno.vant se mostr inmediatamente alerta, lo cual no sorprendi a Martels. Tras el salula respuesta rituales de costumbre, el visitante se hizo visible y se identific a sismo como Tlam, de la tribu de Hawkburrow. Sbitamente, los ojos del tribual sedriaron, su cuerpo adquiri una extraa rigidez y ninguna otra palabra sali de sus

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    bios. Al mismo tiempo, Martels sinti una extraa ligereza, una falta de presin, casn vaco, como si Qvant ya no estuviera presente. Martels trat de hablar, y descubrue poda hacerloQvant, eres t el que hace eso?S - dijo el tribual, en una burlesca imitacin de la voz de Qvant mezclada con la suyartels descubri que lo ms raro de todo era or hablar a Qvant sin la habitualsonancia del amplificador -. Fjate bien. tribual dio media vuelta y empez a andar de un lado para otro entre losonumentos, haciendo ocasionalmente un gesto desprovisto de significado delante guno de ellos. Martels descubri que tambin poda mover sus ojos para seguirquellos movimientos. Dijo:Sabe lo que ocurre?No - dijo el tribual, haciendo una pirueta absurdamente solemne -. Podra hacer queera cuenta, pero prefiero no alarmarle. Le devolver a la misma posicin de la quearti, y cuando el episodio termine, el tiempo no habr transcurrido para l.

    Deduzco, entonces, que esto es proyeccin ms bien que hipnosis.Deduces bien. Sin embargo, no extraigas conclusiones apresuradas. T ests falto nerga, y si realizas el menor intento para aprovecharte de tu actual posicin estarontigo en el cerebro inmediatamente... y har que te sientas ms miserable de lo quuedas haberte sentido en toda tu vida.artels dud de que Qvant pudiera aumentar las miserias una infancia en Doncasterero estaba ms interesado en observar que la afirmacin y la amenaza seontradecan mutuamente. Sin embargo, no hizo ningn comentario. Las andanzas dbual posedo haban producido ya ms huellas de pisadas en el polvo que las que

    aban dejado incalculables decenas de visitantes anteriores, y Martels estaba ocupaacindolas encajar con la estatura y la longitud de paso del tribual en la armazntrica de su mapa. Ahora pareca del todo improbable que Qvant tuviera la menor ie la cantidad de nueva informacin que estaba proporcionando con su jactanciosaemostracin.Bueno - dijo Martels -, no parece demasiado distinto de los efectos de la hipnosisonocida en mi poca, excepto que aqu no existe ninguna rutina preliminar. Crea qu

    seguiras residiendo aqu, por as decirlo, y que la proyeccin consista nicament

    n el uso de algn tipo de microonda emitida para anular las ondas cerebrales delropio individuo.Es posible, desde luego, pero primitivo y perjudicial - elijo el tribual -. Dentro de unostantes te mostrar la diferencia.vant llev al tribual a su exacta posicin original. Sin ninguna clase de preparacin e transicin, Martels se encontr mirando la caja-cerebro desde fuera.al como haba sospechado, era transparente, y el cerebro que haba en su interior en grande como el de un delfn; pero Martels haba pasado muchos meses

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    reparndose a s mismo para no desperdiciar ni un solo segundo estudiando elspecto de la caja-cerebro. Manteniendo su nuevo cuerpo rgido e inexpresivo comostado de shock, cambi el foco de sus nuevos ojos para buscar el tubo, o la maraabos, que tenan que conducir a la bomba de perfusin. Estaba all: un tubo, y parecvestido de una slida proteccin. Martels tambin haba esperado eso.altando un paso atrs y tres a la derecha, recogi del suelo el objeto metlico en foe maza que haba escogido haca mucho tiempo, y lo descarg directamente sobreunto de unin del tubo y la caja.os msculos del tribual, adiestrados en la caza y su rapidez de reflejos resultaronucho mejores de lo que Martels poda anticipar. pesado proyectil no rompi nada, pero un fantasma de dolor grit en la mente del

    ropio Martels ante el impacto.os saltos hacia la entrada, otro objeto recogido del suelo, un salto atrs hacia la cajientras Martels haca girar el nuevo y ms pesado objeto por encima de su cabezaot la mente de Qvant tratando frenticamente de agarrar su propia espalda, pero la

    ueva maza - en otro tiempo una barra de autobs, un brazo de mecedora o quin sau - estaba ya descendiendo con toda la fuerza que Martels poda exigir de los brazla espalda de Tlam. Golpe el borde superior de la caja-cerebro con un ruidoemejante a un disparo de revlver.a caja ni siquiera se aboll, pero todos los rastros de la poderosa psique de Qvant sesvanecieron. Tlam/Martels corra ya hacia la entrada... y Tlam demostr que eraapaz de correr como un gamo. Juntos salieron a la gloriosa luz del sol, y Martels relmediatamente todo control. Posedo de un lgico y predecible terror, Tlam se hundn la selva, dando vueltas a lo largo de senderos que Martels nunca hubieraospechado que estuvieran all; y ni siquiera el creciente agotamiento le detuvo hastaue casi haba cado la noche.ara Martels, la carrera fue tan bella como el nico viaje en tren que haba realizado avs del Paso del Brenero. Al fin poda percibir la humedad del bosque, el olor de laegetacin y el vago perfume de las flores, sentir el calor sobre su piel, el resonar dees descalzos sobre la tierra y la gil flexin de los msculos. Gozaba incluso con lotigazos de las ramas y las lianas mientras ellos corran por la selva.hora Tlam estaba examinando la densa maleza a su alrededor con rpida pero inte

    encin, sorteando peligros que slo l poda conocer. Luego se dej caer sobre suanos y rodillas, se arrastr debajo de una espesura de algo con hojas en forma demo y racimos de bayas blancas, suspir un par de veces, se enrosc como una bo

    e qued dormido.aba funcionado. Haba funcionado perfectamente..., sin un solo fallo. Martels habascapado.ero, por cunto tiempo? No haba modo de saberlo. Los riesgos eran todava gravmismo desde el pasado que en el futuro. Aunque haba deducido, de lo que l

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    onsideraba una buena evidencia, que el alcance de los poderes hipnticos y deroyeccin de Qvant no poda ser largo, no sabia exactamente cun largos eran, ni au distancia del museo se encontraba ahora. Haba aturdido a Qvant, esto eravidente, pero no saba por cunto tiempo. Ni saba cun amplio seria el divorcio entpersonalidad de Qvant y la suya propia independientemente de la distancia que

    ubiera entre ellos. La dudosa evidencia de la telepata en su propio siglo habaugerido que no sufra ninguna disminucin con la distancia.n el supuesto - por improbable que pareciera - de que su ataque hubiera producidoalmente algn dao en la caja-cerebro, o en la bomba de perfusin..., un dao

    uficiente para que el cerebro muriera eventualmente... Qu le pasara a Martels sivant mora?na vez ms, lo ignoraba. Tendra que ejercer una vigilancia absoluta contra la msve de las tentativas de Qvant. Lo nico de lo que poda estar seguro en aquelomento era de que por fin tena un cuerpo. No poda ser descrito exactamente com

    uyo, pero al menos le haba devuelto cierta libertad de movimiento.

    gilancia absoluta... Pero lo que l tena era un cuerpo, no una bomba de perfusinerfecta, y tambin l estaba sujeto a sus agotamientos... Vigilancia absoluta...artels se qued dormido.

    artels tuvo extraos sueos de caer por un tubo interminable cubierto de pas enrma de colmillos, terminando por fin con la vaga y temible expectativa de que cuan

    briera los ojos lo nico que vera sera un suelo polvoriento, masas de estatuas y unared no muy lejana. Pero mientras luchaba hacia el despertar, penetr en sus fosasasales el olor a tierra hmeda y a vegetacin, y en sus odos los rumores de una sesupo que aquella parte de la pesadilla, al menos, haba terminado. principio le sorprendi descubrir que sus msculos no le dolan despus de haber

    ormido en el suelo, pero luego se dio cuenta de que no eran, al fin y al cabo, sussculos, y que Tlam tena que haber dormido de aquel modo centenares de veces rgo de su vida. Dado que el tribual no pareca estar despierto an, Martels demor brir los ojos, y en vez de ello rebusc en su propia mente por si descubra la presen

    e Qvant. Caer dormido haba sido un criminal descuido; pero, cmo evitarlo? Enualquier caso, haba tenido suerte, al parecer. No pudo encontrar ningn rastro del eutarca.Qu hara a continuacin? Qvant haba dicho que el camino a la Antrtida y Terminnia que pasar a travs de la regin de los Pjaros, pero era posible que se refirieseruta ms directa - la que le permitira regresar a su caja-cerebro en el tiempo ms

    orto posible -, ya que Amra, el peticionario que haba aparecido inmediatamente ante Tlam, haba llegado de un territorio fronterizo de la Antrtida y haba alcanzado el

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    useo sin tener que pasar por la regin de los Pjaros. Esto sugera que el territorio mra no poda encontrarse excesivamente lejos del museo, ya que era seguro que lobuales no tenan medios ni deseos de cruzar continentes enteros, y mucho menos

    canos, para obtener los dudosos beneficios de los enigmticos consejos de Qvantoco frecuente de sus visitas demostraba que no concedan demasiado valor a lo quvant les deca, y que los consejos de este ltimo les ayudaban muy poco su lucha cmundo en el que tenan que vivir.vant haba confirmado tambin la sospecha de Martels de que el territorio de Amraallaba en alguna parte cercana a lo que reciba el nombre de Tierra del Fuego, lo cugnificaba a su vez que el museo estaba situado en alguna parte de lo que haba sidmrica del Sur... y que all haba ahora un puente de tierra, o al menos una extensie agua fcilmente navegable, entre la cadena de islas y el continente helado. Enonsecuencia, el primer paso consista en permitir pasivamente que Tlam regresara u propia tribu. Aunque sta se hallara al norte del museo, Martels ignoraba tan porompleto la geografa de la regin, que para l no exista otro medio para descubrir

    nde caa el sur. Y, lo que era ms importante, dnde caa el este, que por elstimonio de Amra saba ya que era la regin de los Pjaros.odra haber tambin mucho que aprender a lo largo del camino... aunque estoanteaba otro problema. Ahora, Martels tena no slo un cuerpo, sino un cerebro; pejuzgar por su experiencia mientras semivivi con Qvant, Martels no tendra acceso

    onocimiento especializado del interior de aquel cerebro sin darse a conocer a suropietario, y luego solamente con el consentimiento de aquel propietario.asta entonces, al parecer, Tlam no saba que estaba posedo; haba ido a formularlna pregunta a Qvant, sencillamente, haba cometido una serie de inexplicables actoe violencia contra el semidis, y haba huido tan asustado de s mismo como delrculo. Martels, al revelarse a s mismo, podra hacerse pasar por un antepasado, ocluso por Qvant; y saba ya que podra reasumir el control del cuerpo de Tlam siemue fuera preciso.o, aquello no funcionara. Confundira a Tlam, suponiendo que no volviera a llenarlee pnico, y probablemente haba lo mismo a aprender continuando el viaje en lasismas condiciones que hasta entonces. Era preferible dejar que Tlam utilizara suropio cerebro el mayor tiempo posible. El momento en que Martels tendra que

    epararse de l llegara probablemente demasiado pronto, de todos modos.am se removi y sus ojos se abrieron, captando un primer plano de tallos,nredaderas, hongos y cosas que parecan cipreses miniatura. El tribual pareciespertar casi instantneamente. En lugar de desperezarse, flexion todo su cuerpon sinuosamente que no sacudi una sola hoja, y luego atisb a travs de la maleza

    arecer no vio nada alarmante, ya que se puso en pie sin tratar de ocultar susovimientos y busc su desayuno en los racimos de bayas blancas. Su saborcordaba el de la smola de maz hervida y conservada durante diez aos en vino

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    anco salado y bixido de azufre, pero haca tanto tiempo que Martels no habaaboreado nada que le parecieron deliciosas. Unos metros ms all, Tlam encontr unorme cliz azul de una flor que estaba lleno de roco o de agua de lluvia, caliente ygeramente dulce, que mitigaba la sed. Luego, una vez ms, Tlam empez a correr. tribual se mantuvo en movimiento todo el resto del da. Su marcha era como la de

    aballo campo a travs: al galope, al trote, al paso; al galope, al trote, al paso; al galotrote, al paso, con interrupciones de diez minutos cada hora para descansar, bebe

    omer una fruta pegajosa o un hongo picante. Aunque su ruta era necesariamente merpenteante, al caer la tarde Martels pudo observar que la filtrada luz verde-dorada ol iba desvanecindose hacia la izquierda. Un tanto a favor! Marchaban en direccinorte, al menos aproximativamente.

    oco antes de que oscureciera llegaron a un inmenso y espumeante torrente de ro qlos ojos de Martels pareca completamente imposible de cruzar, pero a Tlam noareci preocuparle el problema. Se limit a encaramarse a los rboles que formabanel encima del ro. No habiendo visto nunca un bosque tropical ni habiendo ledo n

    cerca de ellos, Martels qued asombrado al descubrir que las copas de los rboles,ntretejidas con millares de lianas, formaban un mundo separado y continuo, como serra hubiese, adquirido una segunda superficie, o alguna visin primitiva del cielo

    ubiese descendido hasta ponerse al alcance de los vivientes. Era un cielo en el cuas serpientes se disfrazaban de enredaderas, las ranas vivan y procreaban en las

    harcas formadas por las corolas de inmensas flores, animales simiescos casi tanequeos como ratas lanzaban nueces con una fuerza y una puntera asombrosas, yos verdes en cuyas profundidades acechaba la locura atisbaban a veces desde unscuridad ms propia de una caverna que del aire. Pero Tlam se mova sobre aquelluperficie con tanta facilidad como si lo hiciera sobre el suelo de la selva; y cuandoescendi, el ro haba quedado tan atrs que ni siquiera poda ser odo.asaron aquella noche sobre una especie de plataforma natural que por la maanasult ser un rbol tan retorcido como un manzano, pero con unos frutos semejantes nueces. Tlam los abra aplastndolos con una mano de dos en dos, recordndolecongruentemente a Martels un chiste picante italiano con ms de veintitrs mil aose antigedad. Despus de aquel desayuno, Tlam descendi al suelo y reanud suaje: aunque ahora ya no corra; pareca encontrarse en territorio familiar y

    cercndose a su punto de destino. de pronto, haban llegado. Delante de los ojos de Martels se extenda lo que tenaue ser una aldea, aunque no se pareca a ninguna que hubiera visto antes, ni siquien pelculas. Aunque el claro que ocupaba era bastante amplio, un tresbolillo de viejorboles haba sido dejado en pie en l, de modo que quedaba cubierto an por el dencho del bosque. Situados regularmente sobre el suelo despejado, haba unos

    esados escudos de madera, cada uno de ellos de unos quince pies de dimetro, bobajo y con los bordes sostenidos a no ms de seis pulgadas del suelo por unas rec

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    uas de madera que haban sido clavadas a travs de los bordes de los escudos yego slidamente en la tierra. Los bordes eran circulares, pero la curvatura de losscudos, segn observ de un modo maquinal la parte matemtica de la mente deartels, era casi plana, hasta el punto de que si se hubiese intentado derivar su valoara pi de la convexidad de uno de ellos, el valor hubiera sido probablemente tres coero, tal como los babilonios lo hubiesen medido.nredaderas y lianas haban sido tejidas sobre aquellas superficies muy ligeramentebultadas, y cada una de ellas dejaba asomar unos pinchos que alcanzaban hasta ue de longitud. Todo estaba dispuesto, evidentemente, como una defensa contra unaque desde el aire. Si Martels hubiese tenido alguna duda, habra quedado disipadmediatamente por los pjaros - una especie de halcones, de diversos tamaos -mpalados en el pincho central de cada escudo, y por las manchas en las puntas dedos los pinchos ms largos, algunas de las cuales eran evidentemente sangre sec

    ero la mayora de colores distintos sugeran que haban sido pintados con veneno.onsiderando lo que todo aquello implicaba acerca de los Pjaros. Martels se sinti

    bitamente menos seguro, y pens si no hubiese sido ms feliz en la caja-cerebro. comentario de Qvant de que los Pjaros eran peligrosamente inteligentes haba sidolamente una abstraccin. Aqu haba una prueba evidente de que la tribu deawkburrow de Tlam esperaba en cualquier momento una tentativa concertada dejaros de todos los tamaos - y no slo halcones -, y ser descascarados como unameja, o descorchados como una botella de cerveza.o pareca haber nadie por all, pero Tlam se detuvo en el borde del claro y profiri uonoro grito. Transcurridos unos instantes que parecieron largusimos, se oy un sonptante, un borde de la choza ms prxima se alz cautelosamente y un rostro mir

    acia arriba.Bienvenido con vida, Tlam - dijo el rostro con voz chillona, frunciendo sus ojos contluz, aunque la cabeza calva permaneca an en la sombra. cuerpo que perteneca a la cabeza rept hasta salir al claro y se puso en pie. El

    abitante result ser una robusta joven, tambin desnuda, pero tambin limpia.videntemente, los suelos de las madrigueras no eran de tierra, sino que estabanubiertos.am dijo:

    Tengo que ver a los Ancianos inmediatamente.a muchacha vacil.Estn durmiendo despus de una noche de cacera. Tan grave es la respuesta devant que no admite espera? Qvant. De modo que era un ttulo. El descubrimiento no pareca ser de ningunailidad... aunque no haba modo de saberlo.El asunto es muy grave y no puede esperar. Despirtalos.Muy bien.

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    a muchacha se dej caer sobre sus manos y rodillas y se desliz de nuevo al interioe la choza, no sin una exhibicin que le hizo recordar a Martels que tena un cuerpoque siempre haba tenido muy mala suerte con las mujeres. Oblig a susensamientos a concentrarse en el tema principal. La inmediata obediencia de lauchacha sugera que Tlam tena algn peso aqu..., incluso poda ser una especie fe. Esto podra resultar til. A no ser que los tribuales tuvieran esclavos. Esto era aue nunca haba sido mencionado, y pareca sumamente improbable; la selva haraemasiado fcil la fuga.ientras Tlam esperaba, aparentemente tranquilo, Martels se interrog tambin acere la cacera nocturna. La idea de deslizarse por la noche a travs de la selva, sinoder ver a cualquier Pjaro en acecho, resultaba poco plausible; y Tlam se habauesto siempre cuidadosamente a cubierto en cuanto anocheca, durante su viaje.esde luego, casi todos los pjaros de su propia poca que l conoca dorman por loche, aunque haba tambin rapaces nocturnas; y uno de los peticionarios de Qvanel Qvant) haba mencionado lechuzas. Lo que poda ser una lechuza del siglo CCL

    ra una idea agradable. Pero el hecho de que Tlam no supiese que los Ancianosstaban durmiendo sugera que la cacera nocturna era slo un acontecimientocasional y quiz raro.a muchacha apareci de nuevo. Sin salir, hizo una sea y volvi a desaparecer. Tlae agach y se desliz a travs de la puerta. hueco debajo del escudo result ser sorprendentemente profundo y espacioso, y

    omo Martels haba sospechado, estaba alfombrado con pieles cosidas unas a otrasstaban bien curtidas, ya que el nico olor que se perciba era el de un leve y recienudor humano. No haba ninguna luz, pero la claridad del da se filtraba por debajo dscudo, haciendo que la iluminacin resultara algo mortecina, pero en ningn casogubre.ete hombres estaban formando un crculo, sentados en una postura que recordaba

    osicin loto del yoga. A pesar de su ttulo colectivo, no parecan ser mucho ms viejue el propio Tlam, lo cual podra interpretarse que la vida de aquellas personas era orta duracin. A pesar de que acababan de ser arrancados del sueo, los sietearecan hallarse en estado de alerta, aunque varios de ellos tenan tambin un aspenfurruado.

    am se situ en el centro del crculo y se sent a su vez. En aquella posicin, todos ncianos parecan sobresalir por encima de l. Jefe o no, Tlam pareci aceptarlo combsolutamente normal.Cul fue la respuesta del Qvant, jefe Tlam? - dijo uno de ellos, sin prembulo -, y pu es tan urgente?No hubo ninguna respuesta, Ancianos, y ni siquiera formul la pregunta. En elomento mismo en que me fue permitido introducirme en la atencin del Qvant, mencontr a m mismo atacndole.

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    rot un murmullo de asombro.Atacndole? - dijo el que haba hablado en primer lugar - Imposible! Cmo?Con dos objetos del suelo del museo, que utilic como mazas.Pero, por qu? - inquiri otro de los Ancianos.No lo s. Ocurri simplemente, como si estuviera posedo.Eso no es ninguna disculpa. Nadie es posedo contra su voluntad. Tom represaliQvant?

    No - dijo Tlam -. Ni le caus ningn dao, desde luego. En cuanto me di cuenta de ue estaba ocurriendo, ech a correr... y l no hizo nada para evitarlo.Desde luego que no causaste ningn dao al Qvant - dijo el segundo de los Ancianue haba hablado, en tono indignado -. Pero el dao que has causado a la tribu pueer irrevocable. No sabes lo que nos suceder, si el Qvant enva sus poderes o suspritu contra nosotros! Y aunque no lo haga, no podremos volver a formularlenguna peticin mientras t vivas!Esto es lo que creo yo tambin - dijo Tlam con una asombrosa serenidad, y Martels

    cord cun orientada a la muerte estaba aquella gente -. Por eso me he apresuradometerme a vuestra sentencia.am inclin la cabeza, y despus de aquello se produjo un silencio que se prolongterminablemente. Martels haba previsto algn tipo de discusin entre los Ancianosero no fue pronunciada mi una sola palabra. Estaban comunicando con susntepasados. Pareca ser la nica respuesta plausible. A Martels le hubiera gustadoirar a su alrededor en busca de la muchacha, pero, evidentemente, habaermanecido junto a la puerta. De todos modos no caba esperar ninguna ayuda de elo haba sido un impulso: Martels estaba orientado a la vida.nalmente, el primero de los Ancianos dijo, con una voz remota y cantarina:Jefe Tlam, querrs espada o Pjaro, ejecucin o exilio?ra una pregunta puramente ritual, y en esta cultura slo poda haber una respuestamediatamente, Martels entr en accin y suprimi a Tlam. No intent dictar otraspuesta, sino que se limit a paralizar del todo el centro del lenguaje de Tlam, comvant haba hecho tan a menudo con el de Martels. Pudo captar el shock de Tlam,ientras los tribuales le sentan posedo de nuevo por algo desconocido y extrao enn momento crucial.

    e produjo otro largo silencio, aunque no tan largo como el primero. Finalmente, elrimer Anciano dijo, con una voz que rezumaba desprecio:Cmo pudimos equivocarnos hasta el punto de convertirte en un jefe? Nuestrosntepasados se debilitan y nuestro criterio tambin. Tu coraje es inferior al de un niea el exilio, entonces..., y recuerda, mientras los Pjaros te destrocen, que has sidorimero de nuestra tribu en temer la clemencia de la espada. El castigo es mucho mrave que el delito... pero t mismo lo escogiste.n un momento de piedad que saba que poda ser temerario, Martels se apresur a

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    berar a Tlam para ver si el depuesto jefe; alegaba algo en su descargo. Pero Tlamstaba demasiado impresionado, humillado y confuso para decir nada, aunque hubieeseado hacerlo. Se arrastr silenciosamente hacia el exterior. Cuando cruzaba lauerta de la madriguera, la muchacha le escupi en la nuca.na vez fuera, se puso en pie y mir a su alrededor parpadeando, tenso inseguro. Evidente que la situacin no tena precedente: era algo en lo que ni siquiera habaensado en toda su vida bajo aquellas costumbres, ninguna otra tribu le aceptara; noda vivir mucho tiempo dependiendo de sus solas fuerzas. Inexplicablemente, habptado por el exilio... y no tenia ningn lugar a donde ir.Deba Martels tomar posesin ahora de l? Martels necesitara el conocimientostintivo del tribual, y su experiencia de cmo vivir en la selva; por otra parte, dada sentalidad y sus actitudes, Tlam poda hacerse el hara-kiri, o en el mejor de los caso

    umirse en una apata suicida. Era la eleccin de Hobson. propio Tlam decidi en contra de permanecer all por ms tiempo y enfrentarse al

    esprecio de toda la aldea. Se encamin, lentamente hacia el bosque. Y entonces fu

    uando Martels le oblig a marchar hacia el sur, hacia Terminus y la regin de losjaros.or fin haba empezado el verdadero viaje.

    ientras avanzaban hacia el sur, Tlam pareci hacerse gradualmente ms fatalista, dodo que Martels fue advertido por un sbito aunque leve incremento del tonouscular del tribual cuando penetraron en lo que Tlam consideraba que era la regins Pjaros. Pero durante varios das no vieron ningn pjaro; la pauta de andar,cultarse, dormir y andar de nuevo volvi a convertirse en una rutina, que Martels lectaba a Tlam. Nadie que observara al tribual desde el exterior podra haber

    ospechado la tensin dialctica entre la ofuscada desesperacin de Tlam y el creciepremio de Martels que constitua el hecho central de su vida interior.uego vieron un pjaro. Era un animalito de color pardo, semejante a un gorrin, peroerlo Tlam qued como helado, como un conejo a la vista de una serpiente. El pjarou vez movi la cabeza arriba y abajo, con las garras engarfiadas al extremo de una

    ma muy baja. Su mirada pareca virtualmente inexpresiva, y al cabo de unos instanej or un trino indiferente y sali disparado hacia el interior del bosque, como unroyectil con plumas.esultaba difcil creer que semejante animalito poda ser peligroso... pero los virus dencer llegan tambin en pequeos paquetes. Tlam permaneci inmvil durante variinutos despus de que el pjaro se hubiera marchado, y cuando reanud la marchazo adoptando mayores precauciones y mirando continuamente a uno y otro lado. N

    e equivocaba; ya que al da siguiente vieron otros tres pjaros semejantes a gorrion

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    IGLO DE PLENO VERANO

    al otro da, cinco. A la maana del da siguiente, cuando salieron de la madriguera que haban dormido, encontraron a un animal de color negro humo, semejante a u

    norme cuervo, mirndoles fijamente, con la cabeza inclinada, su cuello extendidoomo una serpiente, los ojos vidriados y sin parpadear.ecuerdos de Macbeth y de Edgar Allan Poe hubieran hecho estremecer a Martels subiese estado en su propio cuerpo, pero Tlam estaba an nominalmente a cargo deuyo, y volvi a quedar helado. Por motivos muy diversos, ninguna de las dos menteued sorprendida cuando el pico del pjaro se abri, su garganta se frunci y lati, jo con voz estridente, parecida a las uas rascando sobre una pizarra:Mrchate a tu casa.Ya no tengo casa - dijo Tlam tristemente -. Me han echado de mi tribu y de todas labus de hombres.Mrchate a tu casa - repiti el pjaro -. Me apetecen tus ojos. Y el Rey me los harometido si no te marchas.uriosamente, esto no pareci asustar ms a Tlam. Quizs era una amenaza tpica.

    uiz, si no haba estado nunca aqu, haba alcanzado ya los limites de su terror.artels record una frase de la ciudad de la noche terrible, de James Thompson:uando no hay esperanza, no puede haber miedo. El tribual se limit a decir:No puedo.El Rey te oye.No me importa.Mrchate a tu casa.No puedo.quel intercambio amenazaba con convertirse en un rito, y