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SíGUEME www.parroquiagenoves.org Publicación semanal de la Parroquia Ntra. Sra. de los Dolores de Genovés Curso 2013-2014 Nº 203 Semana del 17 al 23 febrero DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura del libro del Levítico 19, 1-2.17-18 Amarás a tu prójimo como a ti mismo Salmo responsorial 102,1-2.3-4.8 y 10. 12-13 El Señor es compasivo y misericordioso. De la primera de san Pablo a Corintios 3, 16-23 Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios + Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 38-48 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, pre- séntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas. Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué pre- mio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué ha- céis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.» Palabra de Dios. SED PERFECTOS Jesús nos invita a ser mejores que los letrados y los fariseos. Ellos se conformaban con cumplir la ley, Jesús nos invita a ir más allá. De esta forma en el llamado Sermón de la Montaña (Mt 5–7) Jesús nos recuer- da una serie de enunciados de la Ley de Moisés, sobre los cuales nos propone una radicalización. Una de las radicalizaciones de la Ley de Moisés que nos presenta Jesús hace referencia a la llamada ley del talión (cf. Lev 17). Ésta pretendía establecer un límite al deseo natural de venganza; es decir, debe haber una proporcionalidad entre el daño y la pena que éste merece. Pero tal como está formulada, la ley del talión, parece que incita a aquello que quiere limitar: la venganza. Jesús anula este precepto del Antiguo Tes- tamento, e incluso lo radicaliza. Frente al daño, el perdón; es más, no sólo el perdón sino incluso la generosi- dad: “si uno te abofetea un la mejilla derecha, preséntale la otra… al que te requiera para caminar una milla, acompáñalo dos”. Y esa generosidad vale, no sólo ante la injuria, sino también frente a la simple solicitud: “a quien te pide, dale; y al que te pide prestado, no lo rehúyas”. Una segunda radicalización de la Ley de Moisés, en boca de Jesús. En el libro del Levítico se dice: “No te vengarás de los hijos de tu pueblo, no les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mis- mo”. Unido al texto de Deuteronomio: “Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” es afirmado por Cristo como la síntesis de toda la Torah y los Profetas. Sin embargo el odio a los enemigos, que hemos escuchado citado por Jesús, no aparece en todo el Antiguo Testamento; es posible que Jesús cite, en este caso, algún dicho popular de su época. En el Antiguo Testamento y en época de Je- sús se entiende por prójimo al que vive próximo a mí, es decir, a mis vecinos, y, por extensión, a los de mi propio pueblo o nación. La novedad que introduce Jesús en este texto del evangelio es el alcance universalis- ta que da al término prójimo. Mi prójimo son todas las personas, hombre y mujeres, con las que me encuentro en mi camino: cono nos señala Lucas en la parábola del Buen Samaritano. Es más, ese universalismo es ab- soluto: abarca también a los que nos aborrecen y perjudican, propiamente a los enemigos; y no sólo a los que me hacen el bien, o incluso a los indiferentes hacia mi persona. De hecho Jesús nos impulsa a hacer el bien a los que nos hacen el mal, en palabras de san Pablo. El referente de conducta es el Padre que manda el sol y la lluvia sobre malos y buenos, sobre justos e injustos, a to- dos por igual. De esta manera nuestro modelo no es lo que hacen los demás, porque entonces nos hacemos como ellos; nuestro modelo es el Padre, en él el amor alcanza su perfec- ción. Nos dirá san Juan que “tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito…”. Y Jesús nos da ejemplo: él fue ge- neroso con todos; y a todos amó hasta el extremo. También nosotros estamos llamados a seguir al maestro por el camino de un perdón y de una generosidad sin límites. ¿Qué me está proponiendo Jesús con esta palabra de vida? Amad Amad a vuestros a vuestros enemigos, enemigos, y rezad y rezad por los que por los que os persiguen. os persiguen.

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SíGUEME w w w. p a r r o q u i a g e n o ve s . o r g

Publicación semanal de la Parroquia Ntra. Sra. de los Dolores de Genovés

Curso 2013-2014 Nº 203

Semana del 17 al 23 febrero

DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura del libro del Levítico 19, 1-2.17-18 Amarás a tu prójimo como a ti mismo

Salmo responsorial 102,1-2.3-4.8 y 10. 12-13 El Señor es compasivo y misericordioso.

De la primera de san Pablo a Corintios 3, 16-23 Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 38-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en

cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, pre-

séntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para

caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas. Habéis oído

que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros

enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir

su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué pre-

mio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué ha-

céis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre

celestial es perfecto.» Palabra de Dios.

SED PERFECTOS Jesús nos invita a ser mejores que los letrados y los fariseos. Ellos se conformaban con cumplir la ley,

Jesús nos invita a ir más allá. De esta forma en el llamado Sermón de la Montaña (Mt 5–7) Jesús nos recuer-da una serie de enunciados de la Ley de Moisés, sobre los cuales nos propone una radicalización.

Una de las radicalizaciones de la Ley de Moisés que nos presenta Jesús hace referencia a la llamada ley del talión (cf. Lev 17). Ésta pretendía establecer un límite al deseo natural de venganza; es decir, debe haber una proporcionalidad entre el daño y la pena que éste merece. Pero tal como está formulada, la ley del talión, parece que incita a aquello que quiere limitar: la venganza. Jesús anula este precepto del Antiguo Tes-tamento, e incluso lo radicaliza. Frente al daño, el perdón; es más, no sólo el perdón sino incluso la generosi-dad: “si uno te abofetea un la mejilla derecha, preséntale la otra… al que te requiera para caminar una milla, acompáñalo dos”. Y esa generosidad vale, no sólo ante la injuria, sino también frente a la simple solicitud: “a quien te pide, dale; y al que te pide prestado, no lo rehúyas”.

Una segunda radicalización de la Ley de Moisés, en boca de Jesús. En el libro del Levítico se dice: “No te vengarás de los hijos de tu pueblo, no les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mis-mo”. Unido al texto de Deuteronomio: “Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” es afirmado por Cristo como la síntesis de toda la Torah y los Profetas. Sin embargo el odio a los enemigos, que hemos escuchado citado por Jesús, no aparece en todo el Antiguo Testamento; es posible que Jesús cite, en este caso, algún dicho popular de su época. En el Antiguo Testamento y en época de Je-sús se entiende por prójimo al que vive próximo a mí, es decir, a mis vecinos, y, por extensión, a los de mi propio pueblo o nación. La novedad que introduce Jesús en este texto del evangelio es el alcance universalis-ta que da al término prójimo. Mi prójimo son todas las personas, hombre y mujeres, con las que me encuentro en mi camino: cono nos señala Lucas en la parábola del Buen Samaritano. Es más, ese universalismo es ab-soluto: abarca también a los que nos aborrecen y perjudican, propiamente a los enemigos; y no sólo a los que me hacen el bien, o incluso a los indiferentes hacia mi persona. De hecho Jesús nos impulsa a hacer el bien a los que nos hacen el mal, en palabras de san Pablo.

El referente de conducta es el Padre que manda el sol y la lluvia sobre malos y buenos, sobre justos e injustos, a to-dos por igual. De esta manera nuestro modelo no es lo que hacen los demás, porque entonces nos hacemos como ellos; nuestro modelo es el Padre, en él el amor alcanza su perfec-ción. Nos dirá san Juan que “tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito…”. Y Jesús nos da ejemplo: él fue ge-neroso con todos; y a todos amó hasta el extremo. También nosotros estamos llamados a seguir al maestro por el camino de un perdón y de una generosidad sin límites. ¿Qué me está proponiendo Jesús con esta palabra de vida?

Amad Amad a vuestros a vuestros enemigos, enemigos,

y rezad y rezad por los que por los que

os persiguen.os persiguen.

Avisos Lunes, 18 h. Cáritas Interparroquial

Martes, 19:30h. Pastoral Salud

Miércoles, 15:30h.ESCUELA PADRES

Jueves, 19:30 h. Grupo de Oración

Jueves, 22 h. Cinefórum

Sábado, 10 h., Encuentro de Cate-

quistas de las Vicarías V y VI

Sábado, 21:30 h. IDR Pascual T4

Domingo, 18 h. IDR Tere T4

Quien celebra la Eucaristía, no lo hace porque sea mejor que los demás, sino porque se reconoce

necesitado de la misericordia de Dios. Audiencia del Papa del miércoles 12 de febrero

Queridos hermanos y hermanas En la última catequesis subrayé que la Eucaristía nos introduce

en la comunión real con Jesús y su misterio pascual, renovando para nosotros, como fuente inagotable, todo el amor y la gracia que bro-tan de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Ahora podemos plantearnos algunas preguntas respecto a la relación entre la Eucaristía que celebramos y nuestra vida, como Iglesia y como cristianos a nivel individual. …. Nos preguntamos: ¿Cómo vivimos la Eucaristía? ¿Qué es para nosotros? ¿Es sólo un momento de fiesta, una tradición consolidada, una ocasión para encontrarnos o para sentirnos bien, o algo más? Hacer memoria de cuánto el Señor nos ha amado y dejarnos nutrir por Él – por su Palabra y por su Cuerpo – ¿toca realmente nuestro corazón, nuestra existencia, nos hace más similares a Él, o bien supone un paréntesis, un momento en sí que no nos implica y no nos cambia?

Hay señales concretas para comprender cómo vivimos todo esto. La primera señal es nuestra manera de mirar y de considerar a los demás. En la Eucaristía Cristo realiza siempre de nuevo el don de sí que hizo en la Cruz. Toda su vida es un acto de total don de sí por amor; por ello Él quería estar con los discípulos y con las personas que conocía. Esto significaba para Él compartir sus deseos, sus problemas, lo que agitaba sus al-mas y sus vidas. Ahora nosotros, cuando participamos en la Santa Misa, nos encontramos con hombres y mu-jeres de todo tipo: jóvenes, ancianos, niños; pobres y gente acomodada; nativos y forasteros; acompañados de sus familiares y solos… Pero la Eucaristía que celebro, ¿me lleva a sentirlos a todos, de verdad, como herma-nos y hermanas? ¿Hace crecer en mí la capacidad de alegrarme con el que se alegra y de llorar con el que llora? ¿Me empuja a ir hacia los pobres, los enfermos, los marginados? ¿Me ayuda a reconocer en ellos el rostro de Jesús?

Un segundo indicio, muy importante, es la gracia de sentirnos perdonados y dispuestos a perdo-nar. A veces alguno pregunta: ¿Para qué se debería ir a la iglesia, dado que los que participan habitualmente en la Santa Misa es pecador como los demás?” En realidad, quien celebra la Eucaristía no lo hace porque se considera o quiere parecer mejor que los demás, sino precisamente porque se reconoce siempre necesitado de ser acogido y regenerado por la misericordia de Dios, hecha carne en Jesucristo. Ese “Yo confieso” que de-cimos al principio no es un “pro forma”, ¡es un verdadero acto de penitencia! No debemos nunca olvidar que la Ultima Cena de Jesús tuvo lugar “en la noche en que iba a ser entregado” (1 Cor 11,23). En ese pan y en ese vino que ofrecemos y en torno al cual nos reunimos se renueva cada vez el don del cuerpo y de la sangre de Cristo para la remisión de nuestros pecados. Esto resume de la mejor forma el sentido más profundo del sacri-ficio del Señor Jesús y ensancha a su vez nuestro corazón al perdón de los hermanos y a la reconciliación.

Un ultimo indicio se nos ofrece en la relación entre la celebración eucarística y la vida de nues-tras comunidades cristianas. Es necesario tener siempre presente que la Eucaristía no es algo que hacemos nosotros; no es una especie de conmemoración de lo que Jesús dijo e hizo. No. ¡Es una acción de Cristo! Es un don de Cristo, el cual se hace presente y nos reúne en torno a sí, para nutrirnos de su Palabra y de su misma vida. Esto significa que la misión y la identidad misma de la Iglesia surgen de allí, de la Eucaristía, y allí toman siempre forma. Entonces debemos poner atención: una celebración puede resultar impecable desde el punto de vista exterior, pero si no nos conduce al encuentro con Jesús, corre el riesgo de no traer ningún alimento a nuestro corazón y a nuestra vida. A través de la Eucaristía, en cambio, Cristo quiere entrar en nuestra existen-cia y permearla de su gracia, para que en cada comunidad cristiana haya coherencia entre liturgia y vida.

Cineforum, Ciclo 2014 Comedia

Días de Fútbol Recién salido de la cárcel, Anto-nio (Ernesto Alterio) nota que sus amigos treintañeros tienen la vi-da estancada. Es necesario que sientan que ganan algo. Y eso no es tanto afrontar el futuro como volver al ayer, a los 15 años, cuando fueron campeones del torneo de fútbol del barrio.