SíGUEME...DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura del libro del Levítico 13, 1-2. 44-46 El leproso...

2
DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura del libro del Levítico 13, 1-2. 44-46 El leproso tendrá su morada fuera del campamento Salmo responsorial 31, 1-2. 5. 11 (J.: cf. 7) Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación. Lectura de la 1ª de san Pablo a los Corintios 10, 3 1 -11, 1 Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 40-45 En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: - «Si quieres, puedes limpiarme.» Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» La lepra se le quitó inme- diatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.» Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grades ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes. Palabra de Dios. SíGUEME www.parroquiagenoves.org Publicación semanal de la Parroquia Ntra. Sra. de los Dolores de Genovés Curso 2011-2012 Nº 123 Semana del 6 al 12 de febrero Le desapareció la lepra y quedó limpio En estos domingos, el evangelista san Marcos ha ofrecido a nuestra reflexión una secuencia de varias curaciones milagrosas. Hoy nos presenta una muy singular, la de un leproso sanado, que se acercó a Jesús y, de rodillas, le suplicó: "Si quieres, puedes limpiarme". Él, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo: "Quiero: que- da limpio". Al instante se verificó la curación de aquel hombre, al que Jesús pidió que no revelara lo sucedido y se presentara a los sacerdotes para ofrecer el sacrificio pres- crito por la ley de Moisés. Aquel leproso curado, en cambio, no logró guardar silen- cio; más aún, proclamó a todos lo que le había sucedido, de modo que, como refie- re el evangelista, era cada vez mayor el número de enfermos que acudían a Jesús de todas partes, hasta el punto de obligarlo a quedarse fuera de las ciudades para que la gente no lo asediara. Jesús le dijo al leproso: "Queda limpio". Según la antigua ley judía (cf. Lv 13-14), la lepra no sólo era considerada una enfermedad, sino la más grave forma de "impureza" ritual. Correspondía a los sacerdotes diagnosticarla y declarar impuro al enfermo, el cual debía ser alejado de la comunidad y estar fuera de los poblados, hasta su posible curación bien certificada. Por eso, la lepra constituía una suerte de muerte religio- sa y civil, y su curación una especie de resurrección. En la lepra se puede vislumbrar un símbolo del pecado, que es la ver- dadera impureza del corazón, capaz de alejarnos de Dios. En efecto, no es la enfermedad física de la lepra lo que nos separa de él, como preveían las antiguas normas, sino la culpa, el mal espiritual y moral. Por eso el salmista exclama: "Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado". Y después, dirigiéndose a Dios, añade: "Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: "Confesaré al Señor mi culpa", y tú perdonaste mi culpa y mi pecado" (Sal 32, 1.5). Los pecados que cometemos nos alejan de Dios y, si no se confiesan humildemente, confiando en la misericordia divina, llegan incluso a producir la muerte del alma. Así pues, este milagro reviste un fuerte valor simbólico. Como había profetizado Isaías, Jesús es el Siervo del Señor que "cargó con nuestros sufrimientos y soportó nuestros dolores" (Is 53, 4). En su pa- sión llegó a ser como un leproso, hecho impuro por nuestros pecados, separado de Dios: todo esto lo hizo por amor, para obtenernos la reconciliación, el perdón y la salvación. En el sacramento de la Penitencia Cristo crucificado y resucitado, mediante sus ministros, nos purifica con su misericordia infinita, nos resti- tuye la comunión con el Padre celestial y con los hermanos, y nos da su amor, su alegría y su paz. Invoquemos a la Virgen María, a quien Dios preservó de toda mancha de pecado, para que nos ayude a evitar el pecado y a acudir con frecuencia al sacramento del perdón, cuyo valor e importancia para nues- tra vida cristiana hoy debemos redescubrir aún más. Te esperamos para acompañar a estos jóve- nes en su compromiso con Cristo y su Iglesia. Ellos son la esperanza de la sociedad.

Transcript of SíGUEME...DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura del libro del Levítico 13, 1-2. 44-46 El leproso...

Page 1: SíGUEME...DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura del libro del Levítico 13, 1-2. 44-46 El leproso tendrá su morada fuera del campamento Salmo responsorial 31, 1-2. 5. 11 (J.: cf.

DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura del libro del Levítico 13, 1-2. 44-46 El leproso tendrá su morada fuera del campamento

Salmo responsorial 31, 1-2. 5. 11 (J.: cf. 7) Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.

Lectura de la 1ª de san Pablo a los Corintios 10, 3 1 -11, 1 Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo

Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 40-45

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: - «Si quieres, puedes limpiarme.»

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» La lepra se le quitó inme-

diatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para

que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»

Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grades ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía

entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas

partes. Palabra de Dios.

SíGUEME w w w. p a r r o q u i a g e n o v e s . o r g

Publicación semanal de la Parroquia Ntra. Sra. de los Dolores de Genovés

Curso 2011-2012 Nº 123

Semana del 6 al 12 de febrero

Le desapareció la lepra y quedó limpio En estos domingos, el evangelista san Marcos ha ofrecido a nuestra reflexión una secuencia de varias curaciones milagrosas. Hoy nos presenta una muy singular, la de un leproso sanado, que se acercó a Jesús y, de rodillas, le suplicó: "Si quieres, puedes limpiarme". Él, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo: "Quiero: que-da limpio". Al instante se verificó la curación de aquel hombre, al que Jesús pidió que no revelara lo sucedido y se presentara a los sacerdotes para ofrecer el sacrificio pres-crito por la ley de Moisés. Aquel leproso curado, en cambio, no logró guardar silen-cio; más aún, proclamó a todos lo que le había sucedido, de modo que, como refie-re el evangelista, era cada vez mayor el número de enfermos que acudían a Jesús de todas partes, hasta el punto de obligarlo a quedarse fuera de las ciudades para que la gente no lo asediara.

Jesús le dijo al leproso: "Queda limpio". Según la antigua ley judía (cf. Lv 13-14), la lepra no sólo era considerada una enfermedad, sino la más grave forma de "impureza" ritual. Correspondía a los sacerdotes diagnosticarla y declarar impuro al enfermo, el cual debía ser alejado de la comunidad y estar fuera de los poblados, hasta su posible curación bien certificada. Por eso, la lepra constituía una suerte de muerte religio-sa y civil, y su curación una especie de resurrección.

En la lepra se puede vislumbrar un símbolo del pecado, que es la ver-dadera impureza del corazón, capaz de alejarnos de Dios. En efecto, no es la enfermedad física de la lepra lo que nos separa de él, como preveían las antiguas normas, sino la culpa, el mal espiritual y moral. Por eso el salmista exclama: "Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado". Y después, dirigiéndose a Dios, añade: "Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: "Confesaré al Señor mi culpa", y tú perdonaste mi culpa y mi pecado" (Sal 32, 1.5). Los pecados que cometemos nos alejan de Dios y, si no se confiesan humildemente, confiando en la misericordia divina, llegan incluso a producir la muerte del alma. Así pues, este milagro reviste un fuerte valor simbólico. Como había profetizado Isaías, Jesús es el Siervo del Señor que "cargó con nuestros sufrimientos y soportó nuestros dolores" (Is 53, 4). En su pa-sión llegó a ser como un leproso, hecho impuro por nuestros pecados, separado de Dios: todo esto lo hizo por amor, para obtenernos la reconciliación, el perdón y la salvación.

En el sacramento de la Penitencia Cristo crucificado y resucitado, mediante sus ministros, nos purifica con su misericordia infinita, nos resti-tuye la comunión con el Padre celestial y con los hermanos, y nos da su amor, su alegría y su paz. Invoquemos a la Virgen María, a quien Dios preservó de toda mancha de pecado, para que nos ayude a evitar el pecado y a acudir con frecuencia al sacramento del perdón, cuyo valor e importancia para nues-tra vida cristiana hoy debemos redescubrir aún más.

Te esperamos para acompañar a estos jóve-

nes en su compromiso con Cristo y su Iglesia. Ellos son la esperanza

de la sociedad.

Page 2: SíGUEME...DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO Lectura del libro del Levítico 13, 1-2. 44-46 El leproso tendrá su morada fuera del campamento Salmo responsorial 31, 1-2. 5. 11 (J.: cf.

Avisos Martes, 19:30 h. IDR Amparo Martes, 22 h. IDR Consue Jueves, 19:30 h Grupo Oración Jueves, 21:30 h. Cineforum Viernes, Oración de Jóvenes con el Sr. Arzobispo en Xátiva Sábado, 21:30 h. IDR Carmen Domingo, 19h.CONFIRMACIONES

Gracias, Señor, por los que sanan Gracias por los que soñaron en mí antes de ser,

por mis padres, hermanos y maestros. Gracias por tantos que trabajaron para que yo

fuera cubriendo mis necesidades vitales. Gracias por quien jugó, rió, cantó y rezó a mi lado,

acompañando mi ser y mi vivir. Gracias por las personas que me amaron,

y además me lo supieron decir y demostrar, con abrazos, besos y ternuras

que alimentaron mi corazón y mi saber amar. Gracias por los que supieron corregirme, enseñándome el proceso de cumplirme.

Gracias por quien me eligió como amigo, porque influyó en mi seguridad y me ilusionó.

Gracias por el que se atreve a recordarme un error, porque me da la posibilidad de mejorarme.

Gracias por los que viven y trabajan a mi lado, pues su compañía cotidiana me hace ser yo.

Gracias por los familiares y cercanos que se interesan por mi salud y mis dificultades.

Gracias por los que se dejan cuidar por mí, pues hacen brotar mi mejor yo.

Gracias por los que perdonan mis errores, pues me enseñan a ser humano y disculpador.

Gracias por los que se dejan ayudar por mí, pues me hacen sentir válido e importante.

Gracias por todos los seres humanos pues me hacen sentirme fraterno.

Gracias por cada aprendizaje y descubrimiento porque me vuelven sencillo y sabio a la vez.

Gracias por cada vida entretejida con la mía, pues hacen que mi historia sea un cántico agradecido. Amén.

Jueves 21:30 h.

CINEFORUM

“Como Dios” es una película que nos

ayudará a reflexionar so-

bre la oración, algo esen-

cial en la vida espiritual.

Si partimos de la convic-

ción de que Dios respeta

la libertad del hombre que

ha creado, ¿cómo entendemos nuestra oración? Es

necesario descubrir otro modelo de oración que

no sea solamente la de petición. La alabanza, la

acción de gracias, la contemplación… son oracio-

nes “más puras” (si se permite la expresión) y

menos intencionadas. Al final, Dios hace una se-

rie de preguntas que las dejamos para el debate:

¿desde cuándo la gente sabe lo que quiere?; ¿qué

es un milagro?. Género: comedia.

10 de febrero, 22h.

PARROQUIA

DEL CARMEN

Con el Sr. Arzobispo

y jóvenes del Arciprestazgo.

www.red joven.org

Ya están a la venta los ti-

ckets de la Rifa y de la Cena contra el Hambre, que será el viernes 17.

En el Sígueme próximo viene tendréis más información.

Gracias por participar.

La Confirmación Hoy es especialmente importante redescu-brir el sacramento de la Confirmación y reencontrar su valor para nuestro crecimiento espiritual. Quien ha recibido los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, recuerde que se ha convertido en «templo del Espíritu»: Dios habita en él. Que sea siempre consciente de ello y haga que el tesoro que lleva dentro produzca frutos de santidad. La Confirmación nos da una fuerza especial

para testimoniar y glorificar a Dios con toda nuestra vida (cf. Rm 12, 1); nos hace íntimamente conscientes de nuestra perte-nencia a la Iglesia, «Cuerpo de Cristo», del cual todos somos miembros vivos, solidarios los unos con los otros (cf. 1 Co 12, 12-25). Todo bautizado, dejándose guiar por el Espíritu, puede dar su propia aportación a la edificación de la Iglesia gracias a los carismas que Él nos da, porque «en cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común» (1 Co 12, 7). Y cuando el Espíri-tu actúa produce en el alma sus frutos que son «amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedum-bre, dominio de sí» (Ga 5, 22). A cuantos, jóvenes como voso-tros, no han recibido la Confirmación, les invito cordialmente a prepararse a recibir este sacramento, pidiendo la ayuda de sus sacerdotes. Es una especial ocasión de gracia que el Señor os ofrece: ¡no la dejéis escapar! Benedicto XVI