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4ª. SESIÓN. I. GENERALIDADES SOBRE SEGURIDAD SOCIAL Y MEDICINA SOCIAL. LEY E IMSS. 1 Enrique Cárdenas de la Peña. Asumamos resueltamente y sin egoísmos los deberes que nos impone la solidaridad, plenamente consiente de que el Seguro Social que anhelamos establecer, es una institución universal que en otros países cobija a millones de trabajadores, que surgió con el progreso para combatir el dolor, el peligro y la muerte; que crece al calor de la cooperación social y se realiza en altísimo servicio para lo humanidad”. Ignacio García Téllez 1 Cárdenas de la Peña, E. “Capítulo I” pp. 1-40. Servicios Médicos del IMSS. Doctrina e Historia. IMSS. México. 1973. 547 pp. + ilustraciones.

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4ª. SESIÓN.

I. GENERALIDADES SOBRE SEGURIDAD SOCIAL Y MEDICINA SOCIAL. LEY E IMSS.1

Enrique Cárdenas de la Peña.

Asumamos resueltamente y sin egoísmos los deberes que nos impone la solidaridad, plenamente consiente de que el Seguro Social que anhelamos establecer, es una institución universal que en otros países cobija a millones de trabajadores, que surgió con el progreso para combatir el dolor, el peligro y la muerte; que crece al calor de la cooperación social y se realiza en altísimo servicio para lo humanidad”.

Ignacio García Téllez

1 Cárdenas de la Peña, E. “Capítulo I” pp. 1-40. Servicios Médicos del IMSS. Doctrina e Historia. IMSS. México. 1973. 547 pp. + ilustraciones.

El hombre, en instante ignorado y critico de su historia, se da cuenta de que es. El ser le representa, a la vez que un cúmulo de necesidades todavía impalpables como responsabilidades, una enorme incertidumbre: la de su propia vida, que advierte y desea proseguir. Inicia su existencia sin propia voluntad, y entre el nacer y el morir acaece el terrible y asimismo alentador tramo en que las exigencias se suceden. El nacimiento es un comenzar a morir y la muerte es simplemente un desnacer. Si prólogo y epilogo acontecen sin la intervención de la susodicha voluntad, la inseguridad asoma en el preciso momento en que la satisfacción de las necesidades primarias de la persona mengua o se extingue ante algún hecho ajeno a su albedrío. Gracias a su mente, el hombre atrapa la calidad efímera de la vida, la impenetrable seguridad de la muerte, lo incierto de la subsistencia, la adversidad en diversas esferas, la insuficiencia de cualquier acción compensatoria: de ahí la inseguridad, que emana como condición fundamental de su substrato. El ser humano “no sólo es consciente de la finitud de su tiempo, de su vida,

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sino de la rumiante inminencia de su fin; no sólo no esta seguro de que tiene que morir, sino que está persuadido de que la muerte puede sobrevenir, sobrecogerlo en todo momento, en el inmediato, y si constantemente le amenaza la muerte, lo que tiene que hacer no sólo tiene que hacerlo en vida, sino que tiene que hacerlo con urgencia”2. Por su calidad racional, la especie condiciona distintivamente la inseguridad; en consecuencia, el esfuerzo individual coordina en forma consciente sus actos y compele su primitiva acción hacia el logro de la seguridad. La agrupación adecuada e inteligente, la suma de ímpetus personales para enfrentarse a las acechanzas del medio y a los riesgos de la misma vida conducen, a través de una serie de escarceos que la historia registra -intentos fallidos, proyectos y titubeos en ocasiones frustrados y en otras parcialmente acertadas- a la presupuesta civilización donde la solidaridad, y el empleo combinado de la razón y el empeño, condicionan la seguridad y el consecuente bienestar. En su devenir singular, el hombre y la humanidad entera hallanse siempre en

2 José Gaos. “Exclusivas del hombre. La mano y el tiempo”, p. 162.

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la senda soñada de una realización cada vez más completa.

Cierto es que en la humanidad existe un progresivo aumento de conciencia, escalonado sobre diversos niveles evolutivos, Del arcaico o primitivo, ínfimo, y del mágico3 -ligado íntimamente a los acontecimientos naturales, pero sin captación de tiempo y espacio, el hombre asciende al mítico, temporal pero aespacial, y al mental después: mora entonces la percepción del yo junto al desarrollo vivencial de ambas dimensiones. Cuando el propio hombre se experimenta a él mismo como persona, se racionaliza en grado automático y alcanza el punto culminante en la creación de la perspectiva, que es también fundamento del desarrollo técnico. Y cuando posee o consigue la libertad de pensamiento y de acción, en sus tendencias se vuelca hacia la seguridad. Preciso es que la sociedad y el Estado reconozcan la libertad de pensamiento y de acción para que la seguridad se cimiente. Al despertar de la responsabilidad que el hombre adquiere frente a su 3 Vale recordar que el pensamiento mágico es protección, hechicería, magia

positiva, cuando produce un acontecimiento favorecedor, o prohibición, tabú, magia negativa cuando evita un suceso que se teme mediante un acto destructor.

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propia vida, percatase de que en mayor medida ella depende de su entorno, de las capacidades de su educación y de las direcciones de conducta de los otros hombres frente a él. O sea, realiza súbitamente que todos conllevamos la vida de todos. De otra manera: concibe que la sociedad es el fin último al cual se subordina la persona.

La conducta moral, realización y meta del destino personal al mismo tiempo que factor de ordenamiento e interdependencia social, muestra luego que, mientras tenemos deberes para con nuestro prójimo, los demás tienen deberes para con nosotros. Ya Ortega y Gasset explica con extrema claridad: “… la realidad que llamamos compañía o sociedad sólo puede existir entre dos cosas que canjean mutuamente su ser... yo te acompaño o estoy en sociedad contigo en la medida que tú sientas que existes para mi, que estás en mi, que llenas una parte de mi ser: en suma yo te acompaño, convivo o estoy en sociedad contigo en la medida en que yo sea tú..”4, Vista más de lejos, in sociedad -quizá la expresión “comunidad” encaje 4 José Ortega y Gasset. “Esquema de la crisis”, p. 21.

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con mayor exactitud en nuestra explicación-, entendida como el conjunto de personas que tienen las mismas necesidades vitales y están comprometidas en el mismo destino, es tan indispensable al hombre como su libertad, y debe:

permitir a cada persona su pleno desenvolvimiento y el cumplimiento de su fin personal superior.

basarse en los sentimientos de amor, de respeto y de justicia hacia la persona humana.

incorporar material y moralmente a todos sus miembros.

integrarlos en un haz de interacción e intercambio.

regirse por seres libremente consentidos5.La experiencia muestra que mediante el esfuerzo

común, los miembros de cualquier sector progresan juntos: estimulada por el espíritu y por la voluntad de cada ser, la colectividad se convierte en una fuente de inspiración.

Durante milenios, el hombre pretende acercarse a la seguridad por sí solo o a partir de sus comunidades. Alelado, practica el ahorro individual,

5 Henri Johannot. “El individuo y el grupo”, p. 133.

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insuficiente las más de las veces, carente de ese sentido práctico de funcionalidad en el instante en que tal vez pudiera representar una utilidad; ligado a otros semejantes, desenvuelve prácticas que resaltan improcedentes o no valederas. A las colegios o corporaciones de la Roma imperial y a las diaconías, sociedades de socorros mutuos que se impulsan hacia la solidaridad durante los albores cristianos, sucédese la caridad, procedimiento impropio que lesiona la dignidad humana, acompañada del propiciamiento de asilos y hospitales de beneficencia, amén del reparto de limosnas. La dádiva se ejercita también en los hospicios para viajeros y enfermos, donde se aplica en cierta modo el mutualismo a partir de instituciones privadas. Las gildas, scholae, cofradías, gremios y montepíos reglamentan y organizan los oficios, crean hermandades de afecto, otorgan pensiones de supervivencia. El seguro6 primitivo aparece cuando el riesgo -posibilidad de que surja un daño a la realización de un peligro- se cuantifica. Al emerger las naciones como unidades de espíritu y 6 La palabra “aseguramentum” se emplea por vez primera en 1309, en un

decreto dictado por el Duce de Génova

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de propósitos proyectados hacia el porvenir, el Estado llega a ser concebido como institución en servicio de la utilidad común: la beneficencia y la asistencia nacen al parejo. Los albergues de pobres se multiplican, sobre todo en España, donde las doctrinas de Juan Luis Vives y Juan de Mariana abren nuevos horizontes al desvalido, al ignorante, al militar inválido. La fe quimérica de Tomás Moro desembarca en América en las plantas de Vasco de Quiroga, y se aplica mucho más allá de lo esperado gracias al régimen de bienes comunales y a la implantación de los hospitales-pueblos. Como supremo valor espiritual, el hombre concibe la soberanía nacional y la otorga al pueblo cuando hacen acto de presencia -mucho tiempo después las filosofías de Juan Jacobo Rousseau y Montesquieu, antes de que la Revolución Francesa se enaltezca con la Declaración de los Derechos del Hombre, aun cuando sea verdad que en ella no se especifiquen los deberes7. En las colonias españolas, ansiosas de emancipación y de horizontes claros, José Maria

7 Henry E. Sigerist, con justicia, objeta a la Revolución Francesa el que proclame los derechos sin enmarcar o enlistar los deberes. “On the Sociology of Medicine”. p. 24.

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Morelos habla de la ley superior a todo hombre “… que obligue a la constancia y patriotismo, modere la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto…”, en tanto Bolívar asienta que “el sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política”. La revolución industrial del siglo XIX, en combinación con la adopción irrestricta de los principios del liberalismo económico, incorpora a grandes sectores de la población a los procesos de la modernidad, convirtiéndolos a la ver en meros instrumentos del progreso, sin concederles siquiera un mínimo de bienestar y seguridad que les permita ser agentes eficaces de la producción: la vida del obrero transcurre como un lento proceso en el que se desgastan la capacidad personal y la fuerza física. Cuando la inconformidad creciente conduce a teorías reformistas combativas, repelidas al principio, Bismark contrarresta al terrorismo repetido mediante un tipo distinto de política

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expresada en la frase: “un hombre que tiene asegurado su porvenir, su vejez tranquila, el bienestar de sus familiares, no es un anarquista ni atenta contra la vida del emperador; démosles ahora a los pobres aquello a lo que tienen derecho antes de que nos lo arrebaten por la fuerza”8. Despunta el Seguro Social9.

En una de sus acepciones el Seguro Social puede entenderse como “la protección al salario de los trabajadores contra las contingencias que amenazan disminuirlo o anularlo por la aplicación sistemática de medidas que deben basarse en estudios matemático-actuariales, fundarse en una Ley y establecerse y controlarse por el Estado”. Su organización y práctica resultan imposibles si no se conjugan situaciones especiales, entre ellas:

que grupos sociales de consideración se encuentren sujetos a y resientan los mismos daños.

8 Enrique Cárdenas de la Peña y Gonzalo Peimbert. “Evolución de la Seguridad Social Mexicana”, pp. 23-24.

9 La Ley del seguro obligatorio de enfermedades se decreta en Alemania el 13 de junio de 1883; la del seguro sobre accidentes de trabajo de los obreros y empleados de lasa empresas industriales, el 6 de julio de 1884; la del seguro obligatorio de invalidez y vejez el 22 de junio de 1889.

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que se entienda el concepto de riesgo como peligro de realización posible y que tal posibilidad permita expresarse en forma matemática.

que se cuente con los instrumentos de cálculo de probabilidades y de captación estadística, para así determinar la frecuencia de realización de los riesgos.

que se concentren trabajadores en gran número y no cuenten con más elementos para satisfacer sus necesidades vitales que su propio trabajo amenazado de continuo.

que se tome en consideración el fracaso de los intentos anteriores -caridad, asistencia, mutualidad, ahorro- para resolver integralmente el problema de la inseguridad social, y en contraste se comprueben los beneficios parciales obtenidos aunque sea en casos aislados por la aplicación de estas técnicas primarias.10

Cabe considerar al Seguro Social como “la protección contra la realización eventual de ciertos riesgos en un grupo”. En nuestro siglo da paso a un consorcio de movimientos, ideas e instituciones sociales que procuran contrarrestar la injusticia y la desigualdad crecientes que la civilización genera en

10 El término Seguridad Social aparece por vez primera en forma aplicada en un texto jurídico de la ley americana de 1935, el “Social Security Act”. Trece años después será incluido en el artículo 22 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, el 10 de diciembre de 1948, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas.

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favor de determinados grupos, en detrimento de la mayoría. A partir de un giro se proyecta hacia principios más sublimes, de mayor alcance, y se trastoca en Seguridad Social”. El interés que el mundo deposita entonces en su desarrollo deriva de las amargas experiencias volcadas sobre la Segunda Guerra Mundial: nuestras sociedades, inmaduras hasta el grado de exponerse a su desaparición, han de evaluarse de allí en adelante por el progreso social que demuestren. El concepto que Winston Churchill emite en la Cámara de los Comunes en 1906 todavía es valedero: ningún proyecto de sociedad puede considerarse completo si no comprende entre sus finalidades tanto la organización colectiva como el incentivo individual; toda tendencia de la civilización se dirige, empero, a la multiplicación de las funciones colectivas de la sociedad…”.En Inglaterra el empeño cristaliza gracias al Plan Beveridge y la Ley sobre el Seguro Nacional La repercusión en los Estados Unidos queda de manifiesto mediante el mensaje que el presidente Roosevelt rinde; las llamadas cuatro libertades esenciales del hombre se relatan como:

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libertad de palabra y de expresión en todas partes del mundo.

libertad para adorar a Dios a su manera en cualquier lugar y nación.

libertad para subsistir y asegurarse una vida saludable en tiempos de paz.

libertad para vivir sin temor gracias a la reducción mundial de los armamentos a tal grado y de modo tan completo que ninguna nación esté en posición de cometer un acto de agresión física.11

Santiago de Chile, Buenos Aires y México actúan como sedes sucesivas de congresos que se entregan al estudio y proclamación da los altos ideales da la Seguridad Social12, una vez que la Declaración Universal de los Derechos del Hombre concede pleno reconocimiento a la Seguridad Social y a los derechos del trabajo.13 Los regímenes, de allí en 11 William Beveridge asume la dirección de la Comisión Interparlamentaria

encargada del estudio de los Seguros Sociales y los servicios relacionados con ellos el 1º de junio de 1941; el informe conduce a la publicación de los Libros Blancos durante 1944 y 1946, respectivamente, el 5 de julio de 1948 se promulgan en el Reino Unido cinco leyes esenciales que tratan del Seguro Nacional, los Accidentes en el Trabajo, el Seguro Nacional de Sanidad, el Cuidado de la Infancia, y un Plan Nacional para Desvalidos. Roosevelt habla ante el Congreso de los E. U. A., el 6 de marzo de 1941.

12 La Declaración de Santiago de Chile sella el momento inaugural de la Primera Conferencia Interamericana de Seguridad Social, celebrada del 10 al 16 de septiembre de 1942; la Carta de Buenos Aires es resultado de la Tercera Conferencia Interamericana, acaecida en tal ciudad del 12 al 31 de marzo de 1951, la Declaración de México surge de la Sexta Conferencia Interamericana, efectuada del 14 al 27 de septiembre de 1960 en nuestra capital.

13 En tal Declaración, el artículo 22 relata: “toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la Seguridad Social, y a obtener, mediante el

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adelante y hasta el presente, se multiplican y crecen, como una contribución ejemplar a la estabilidad de nuestros países y al incremento de sus aptitudes naturales para el desarrollo.

Ninguna definición sobre Seguridad Social satisface14. Más allá de ser el conjunto de normas jurídicas dirigidas a tutelar la situación personal y familiar de los trabajadores y necesitados mediante medidas de protección económica, a la vez que vela por el hombre -cualquiera que éste sea-, sustituye conscientemente la responsabilidad individual por una responsabilidad de grupo o colectiva. Altmeyer15

la enuncia como “el deseo universal de todos los

esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”; el 23 señala: “1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo. 2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual. 3. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social. 4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses”.

14 Tantas y tan variadas resultan ser las definiciones emitidas sobre Seguridad Social, que la Secretaría General de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social las recoge en el Cuaderno Nº 3 que publica en Ginebra en diciembre de 1951; connotadas personalidades registran su opinión al respecto.

15 Arthur J. Altmeyer. “International cooperation in achieving social security”. Inter-American Committee on Social Security, Bullletin nº 3. Montreal, Aug. 1943, p. 26.

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seres por una vida mejor; comprendiendo la liberación de la miseria, la salud, la educación, las condiciones de vida y, principalmente, el trabajo adecuado y seguro; en su sentido más especifico se traduce en el esfuerzo adoptado por los ciudadanos a través de sus gobiernos para asegurar la liberación de la miseria física y del temor a la indigencia, mediante la seguridad de un ingreso continuo que proporcione alimentación, vivienda, vestido y servicios de salud y asistencia médica adecuados”. García Cruz la explica de manera-extensa pero sugestiva: “es el derecho público de observancia obligatoria y aplicación universal para el logro solidario de una economía auténtica y racional de los recursos y valores humanos, que asegura a toda la población una vida mejor, con ingresos o medios económicos suficientes para una subsistencia decorosa, libre de miseria, temor, enfermedad, ignorancia y desocupación, con el fin de que en todos las países se establezca, mantenga y acreciente el valor intelectual, moral y filosófico de su población activa, se prepare el camino a las generaciones venideras y se sostenga a los

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incapacitados, eliminados de la vida productiva”. Hemos externado con anterioridad una concepción, la más simplista, que la abarca: “la protección permanente que asegura la satisfacción de las necesidades vitales de cualquier sujeto”, y aclarado que, en un dictado más amplio, como finalidades básicas entraña la atención de las necesidades del ser humano frente a las múltiples contingencias de su vida individual y familiar, contribuyendo -mediante servicios y prestaciones a elevar los niveles de vida social, económica y cultural y proporcionando -a través de la aplicación de sus técnicas- mayores recursos a la población trabajadora, por lo que permite una mejor distribución del ingreso nacional, una derrama de bienestar a la población, un marco de tranquilidad social y estabilidad política16. Poulizac insiste en que acapara una doble meta: “proteger al hombre contra los riesgos de incapacidad, que lo colocan en condiciones de vida y de trabajo incompatibles con sus exigencias biológicas, y promover al propio

16 Enrique Cárdenas de la Peña. “Vasco de Quiroga, precursor de la Seguridad Social”. p. 119; concepto de Henri Poulizac en “La economía social, base de la Seguridad Social”. “Revista Médica del IMSS”, Vol. IV, Nº 3, 1965.

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hombre, cuya seguridad no depende solamente de una protección económica, sino también de sus propias capacidades de trabajo, de su calificación, de su educación sanitaria y social, y de su nivel cultural”17. Dupeyroux, por su parte, la abrevia como “conjunto de esfuerzos de una colectividad que no sólo asegura el bienestar: económico de las individuos, sino que logra también su desarrollo completo en todos los planos”18

La Seguridad Social concibe al hombre de tal suerte que éste “no se reduce a una reacción frente al lugar donde nace y ama, sufre, piensa y desaparece; ni es, tampoco, una pasiva entidad subordinada al rigor de la biología… contestación vulnerable, y en ocasiones imprevisible, a las exigencias del medio que lo circunda y al llamado de su linaje, es el hombre también hipótesis sin descanso, invención sin tregua, creación perenne y descubrimiento incesante de los enigmas que le propone su propia esfinge en la ondulación -

17 Ibíd.

18 J. J. Dupeyroux. “Consideraciones sobre la Seguridad Social”. Cuadernos Técnicos del CIESS, Nº 3.

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luminosa y sombría- del Universo”19, humanista par excelencia, no obtiene o persigue otro móvil y otro fin que el propio hombre, “ese hombre a quien hay que procurarle bienestar dentro de un marco de dignidad; ese hombre a quien hay que preservar de las agresiones biológicas; ese hombre a quien hay que proteger en el rendimiento de su trabajo; ese hombre con quien la solidaridad de sus congéneres alcanza la excelsitud de una nobleza espiritual selecta”20.

Con convicción afirmamos que ninguna otra rama del saber enaltece y dignifica tanto al hombre en el inmenso valor que es la vida de cada uno de los seres humanos como la Seguridad Social.21

Amparada en sus expertos, la Organización Internacional del Trabajo líricamente la coteja como “una nueva expresión para un antiguo anhelo”22.19 Jaime Torres Bodet. “Discurso de inauguración del Nuevo Museo Nacional de

Antropología”, 17 de septiembre de 1964.20 Francisco Padrón Puyou. Discurso en las Sextas Jornadas Médicas Regionales

del IMSS”, 1967.21 Enrique Cárdenas de la Peña y Gonzalo Peimbert. “Evolución de la Seguridad

Social Mexicana”, pp. 322-323.22 Miguel Huerta Maldonado. “Breves comentarios sobre el comercio y panorama

de la Seguridad Social”. En: “Estudios sociológicos, Sociología de la Seguridad Social”, Decimocuarto Congreso Nacional de Sociología, 1963, p. 53. una definición más al canto, la del propio profesor Huerta Maldonado: “La

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Las finalidades y proyección de la Seguridad Social, sus metas, pueden concretarse en:

no se inspira ni se basa en las moldes del seguro privado.

protege al hombre frente al conjunto de riesgos tradicionales proporcionándole prestaciones en especie o en dinero y servicios sociales, de acuerdo con las necesidades y apremios de cada sector, que tienden a mejorar sus niveles de vida.

constituye un medio eficaz para una más justa distribución de la riqueza creada por y con el trabajo del hombre. crea, a través de los servicios médicos y sociales que imparte, nuevas necesidades materiales y espirituales entre los sectores mayoritarios de la población, permitiendo un mayor desarrollo económico-social.

plantea un nuevo ordenamiento de la convivencia humana y representa una manifestación siempre activa de la solidaridad que anima como principal exponente, el progreso social de un pueblo.23

Seguridad Social es un deber social que corresponde a un derecho social, es una garantía individual y colectiva en contra de la miseria; es un conjunto de medios técnicos que garantizan la eficacia de la protección frente a las contingencias. Es, en suma, una doctrina y una técnica. Como doctrina es el derecho universal al goce solidario de los bienes materiales y culturales que confieren dignidad a la vida humana, y como técnica el conjunto de medios que adopta la sociedad, el Estado, como parte de la política social, para garantizar el pleno ejercicio de ese derecho, fórmula básica dela justicia social”.

23 Benito Coquet. “La Seguridad Social en México”, tomo I, p. 21.

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En concordancia con su principio de protección adecuada del hombre, la Seguridad Social amerita que su régimen sea:

universal, de tal suerte que abarque la totalidad de hombres, preservando así la integridad biológica de la persona y sus capacidades creadoras.

unitario, para que absorba la totalidad de riesgos inherentes a la existencia misma y al desempeño del trabajo: las prestaciones deben abarcar las distintas ramas de cobertura.

obligatorio, con el propósito de que se convierta en un servicio común; en este aspecto, si en la sociedad capitalista se constituye como una forma de cooperación obligada que reduce el desequilibrio del nivel de vida entre las clases sociales y restaura las deficiencias y el desamparo en que la organización del trabajo coloca a los miembros más débiles, si en la sociedad socialista funciona como una conducta solidaria porque los recursos de la comunidad pertenecen a todos sus miembros y el todo social ampara a sus integrantes, en ambos casos a fin de cuentas se comporte “como instrumento agregado que la inteligencia del hombre ha creado para ayudarse a realizar en forma

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colectiva lo que no puede lograr individualmente”24.

solidario, puesto que expresa la interdependencia de los hombres, manifiesta lo mismo en la lucha y el sufrimiento que en la colaboración y la armonía.

subsidiario, “en ayuda de arriba hacia abajo”, al ser motivación del Estado, que encauza la renta nacional en beneficio de los menos aptos y mayormente necesitados.

integral, ya que no ha de limitar su acción a proteger al trabajador o a sus familiares en las horas de la adversidad o del infortunio, en la enfermedad o en la vejez, sino que ha de extenderse en actuales y múltiples servicios que permitan a la población alcanzar los más altos niveles de bienestar individual, social y cultural.

Con tales bases firmes -universalidad, unidad, obligatoriedad, solidaridad, subsidiaridad, integralidad-, la Seguridad Social cabal “pretende liberar al hombre del miedo que se deriva de la incertidumbre ante el futuro: le proporciona una vida más genuina y más creadora, más feliz, y le brinda -

24 Beryl Frank. “Extensión de la Seguridad Social a las áreas rurales”. En: “Estudios sociológicos, Sociología de la Seguridad Social”, Decimocuarto Congreso Nacional de Sociología, 1963, p. 321.

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en suma- la oportunidad de desarrollar una existencia digna de especial disfrute”25.

En todas formas, la Seguridad Social concuerda con el humanismo social, cuyo fundamento radica en la justicia. Por medio de instituciones políticas, económicas y sociales, tal humanismo nos induce a proveer de esa vida digna y un mínimo de bienestar a todos los grupos, las comunidades y los hombres en sí.26 Descubrimos que no importa tanto nuestra actitud exclusiva frente a cada hombre cuanto la que emprendemos frente a la totalidad comunal y que, si bien es cierto que el hombre es él y necesario le resulta en ocasiones permanecer solo analizando su propio pensamiento, si bien también el grupo se consolida cuando cada uno de sus miembros dice “nosotros” y no “yo” o “vosotros”, las interrelaciones persona-grupo benefician y complementan a ambos componentes. La persona sólo es suficientemente feliz en el grupo al contribuir al esfuerzo colectivo, y el grupo es la suma de las capacidades y atributos de quienes lo conforman.

25 Benito Coquet. “La Seguridad Social en México”, tomo I, p.147.26 Ignacio Morones Prieto.”Tesis Mexicanas de Seguridad Social”, p. 37.

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Vale bien entender que, a partir de la Seguridad Social, “la sociedad ansía favorecer: en la humanidad, la cabal expresión del hombre, y en el hombre, al concepto integral de la humanidad”27. Y que, en síntesis, la Seguridad Social ofrece, del hombre, comprensión y trabajo para el grupo, y del grupo, protección y respeto para el hombre mediante la libertad, la solidaridad y la paz.28

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La Medicina es tan antigua como el hombre mismo, dinámica, evolutiva. Sacerdotal para los egipcios, filosófica para los griegos, pragmática para los romanos, religiosa para el señor y el siervo en los feudos medioevales, humanista en el renacimiento. De la superstición y el empirismo donde se refugia en sus orígenes, el avance y la rotación del pensamiento la conducen al ordenamiento científico donde la experimentación y el método tienen cabida. El saber exacto aparece en lugar de las

27 Jaime Torres Bodet. “Discurso de inauguración del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara”,8 de septiembre de 1964.

28 Enrique Cárdenas de la Peña. “La Seguridad Social como factor de integración y progreso nacionales”, p. 19.

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representaciones mágico-míticas gracias al empleo de la investigación y a la transferencia de conocimientos y nociones físico-químicas a la vida. Especialmente hacia las postrimerías del siglo XIX el conocimiento médico se acumula, y en el actual la cosecha resulta todavía más vasta. La imagen del médico cobra prestigio, y su actividad profesional queda enmarcada dentro del mundo económico y social del liberalismo. La relación directa médico-paciente se establece en aquellas minorías que disfrutan el privilegio del goce de la atención: menos de un 10% tiene acceso o la prestación médica.

El progreso sorprendente de la Medicina no compagina con el concepto sociológico que se proyecta sobre ella misma hasta que la Seguridad Social aparece Las servicios públicos de beneficencia resultan insuficientes e incongruentes, la liberalidad de la Medicina ejecuta grave discriminación sobre grandes sectores de población: el Estado, en acción directa, busca y encuentra en los sistemas de Seguridad Social el medio idóneo para alcanzar con plenitud la misión de aquélla. La Medicina Social surge -Poulizac afirma que más bien

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la Medicina se reorienta-29 como esfuerzo consciente, deliberado, para adaptar el conocimiento y la acción a los enormes problemas de nuestro tiempo, quizá como respuesta unánime a la angustia del hombre ante la enfermedad, la miseria y la inseguridad. Medicina Social y Seguridad Social no sólo se complementan, sino se hermanan, en especial cuando el proceso de institucionalización de los servicios hace posible el desarrollo de la investigación científica, el aprendizaje y el ejercicio de la Medicina al más alto nivel. La intensidad lograda en el conocimiento y el desinterés por brindarlo ocasionan un progreso más real, un ennoblecimiento a su demostración. Dentro de la Medicina que ha dado en llamarse institucional30

armonizan los aspectos científicos y sociales de la profesión.

29 Henri Poulizac en “La economía social, base de la Seguridad Social”. “Revista Médica del IMSS”, Vol. IV, Nº 3, 1965. Parece que el término Medicina Social es creado por Guerin en 1848.

30 Según Leopoldo Aguilar García, Medicina Institucional es aquella que se aplica y practica dentro de una institución oficial y que persigue como fin la salud dela comunidad, al poner al alcance de todas las cases sociales la prevención, la curación y la rehabilitación. “Medicina Social y Medicina Institucional en México”, p. 111.

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El concepto da Medicina Social no puede ajustarse al hombre que no se considera parte y esencia de la comunidad: muchas veces se piensa todavía en el médico “envuelto en el manto del brujo, del taumaturgo o del patriarca, del adivino o del vidente31. Sin embargo, es preciso identificarla como el más alto grado de la Medicina en sí, romo conciencia natural y obligada del progreso en su base científica, al reconocer como imprescindible el trabajo en equipo de los profesionales que la ejercen. Siempre bajo el entendido de que el trabajo a ejecutar nunca se efectúe como mero automatismo, sino que lleve impreso el calor humano que lo sublima. En última instancia, la Medicina Social no es sino la entrega de la Medicina tradicional -clásica pudiéramos decir- al servicio del hombre, considerado éste como persona y como ser social.32 Revestida, a voces del carácter institucional 31 Sergio Novelo. “La Medicina Institucional en los regímenes de Seguridad

Social”. En: “Estudios sociológicos, Sociología de la Seguridad Social”, Decimocuarto Congreso Nacional de Sociología, 1963, p.510.

32 La Medicina Social, a pesar de acaparar la atención recientemente, a parece según Poulizac en tres etapas previas y una que ahora se inicia. Las precedentes serían: la hipocrática –método empírico e incertidumbre de acción resultante de la imprecisión del conocimiento-; la epidemiológica –comprensión de la salud como una responsabilidad colectiva y una obra de solidaridad-; la de la medicina preventiva –interés en el descubrimiento precoz y sistemático-; la que se inicia, decisiva, no es otra que la de protección social,

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que le imprime mayor empuje. Dentro de la Medicina Social el hombre -ese recurso insustituible de perfiles polifacéticos- llega a ser un valor esencial no solamente en sí mismo, sino sobre todo como miembro activo de la comunidad: no solamente su valor productivo es entonces el que cuenta, sino su actividad social toda que es condición de su dignidad y de su equilibrio. Para la Medicina Social todo fenómeno de salud o enfermedad se convierte en fenómeno médico-social, pues está acorde en que “toda existencia es fundamentalmente existencial”33. La unidad de la persona y de la sociedad hacen que la Medicina Social se transforme en imperativo categórico: ella se desliza, en evolución presente, hacia una “socialización” en la cual la persona y la colectividad se solidarizan nada vez más, donde positivamente se libera al hombre de la enfermedad, la necesidad y el temor. Si la aplicación se limita a ser individual y no comunal, la atención profesional es imperfecta, dado que ignora

con organización de las técnicas de la salud y de la Medicina de conjuntos, organización concretada en la prevención de la incapacidad y de la inadaptación. Cabe añadir que, lógicamente, los progresos de la protección social han de depender de aquellos que la Medicina Social invoque y consiga.

33 Principio elaborado por Hesnard. Cita en Henri Poulizac. “Fenómenos médico-sociales y Seguridad Social”. Cuadernos Técnicos del CIESS, Nº 9.

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la interdependencia entre el condicionamiento exterior -medio, seres convivientes- y el comportamiento personal; en cuando el médico ve que detrás de su enfermo se perfila una colectividad tutelar, la Medicina es Social. A través de tal Medicina Social el hombre se ve considerado a la vez como valor económico y como valor espiritual, y la salud, noción biosocial, representa un equilibrio entre el ser y su medio de vida: se concibe que no pueda haber cultura o civilización que no tome en cuenta la unidad y la personalidad del hombre frente a sus condiciones de existencia, y que no las ligue al seno de su familia, el taller donde labora, a la ciudad donde radica. La Medicina Social tiene vida y escapa a todo marco rígido, no se congela en fórmulas estancadas, va en búsqueda de soluciones prácticas que requieren los problemas planteados constantemente por el vivir.34 Como medio para re-considerar el concepto da enfermedad, la Medicina Social la reintroduce en la esfera biopsicosocial y

34 Jacques Parisot. Cita en Henri Poulizac. “Fenómenos médico-sociales y Seguridad Social”. Cuadernos Técnicos del CIESS, Nº 9. René Sand ajusta el concepto que pueda tenerse de la Medicina Social al describirla como “el arte de prevenir y de curar, considerado en sus bases científicas así como en sus aplicaciones individuales y colectivas, desde el punto de vista de las relaciones recíprocas que unen la salud de los hombres a su condición”.

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reconstituye la unidad del hombre, que sólo puede ser definido por referencia hacia un terreno, un medio de vida y de acción individual y comunal, una realidad en el grupo35. Sin limitaciones, la Medicina Social nace para servicio del pueblo.

Divisiones varias fragmentan a la Medicina antes del advenimiento de su sentido social: general y especial, urbana y rural, preventiva, curativa y de rehabilitación, La más reciente de Arthur Jores la secciona en académica o universitaria, clínica u hospitalaria, y del médico practicante.36 Ninguna parece efectiva, Si bien los enormes adelantos científicos no permiten abarcar el complejo fenómeno del conocimiento integral, si bien además el radio de la técnica ha ido ampliándose de tal numera que imposibilita al médico para por sí mismo adquirir cuanto equipo o instrumental útil o significativo aparece en el mercado, y ello obliga a mirar a la especialización como una parte indispensable del conjunto, no debe olvidarse que existe el peligro, ante tal fraccionamiento, de

35 Henri Poulizac. Ibíd.,

36 Arthur Jores. “La medicina en la crisis de nuestro tiempo”, p. 41.

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considerar al todo por la parte, mucho más cuando en el organismo humano -biológicamente hablando- la suma de las partes no es igual al todo, puesto que el todo está animado de un aliento especial que se expresa en una determinada personalidad. Para José Ingenieros el especialista, encerrado en su círculo estrecho, “carece de ideas claras aceres del universo que contiene al enfermo, la vida que vive, la sociedad en que actúa, las ideas que piensa: le falta lo más intimo, la interpretación psicológica, y lo más amplio, la síntesis, que es la antorcha del genio”. Ignacio Chávez añade con talento: “Cierto es que la especialización trae en su interior una enorme fuerza expansiva de progreso responsable en buena parte del avance espectacular que estemos presenciando; pero también contiene el germen de una regresión en el orden intelectual y espiritual. Especialización quiere decir fragmentación, visión parcial, limitación de nuestro horizonte. La que se gana en hondura se pierde en extensión, Para dominar un campo del conocimiento, se tiene que abandonar el resto; el hombre se confina así en un punto y sacrifica la visión integral de su ciencia y la

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visión universal de su mundo. Sufre con ello su cultura general, que se ve obligado a soltar, como se suelta un lastre; sufre después su formación científica, porque deja de mirar la ciencia como un todo, para quedarse con una pobre pequeña rama entre las manos; sufre, por último, su mundo moral, porque el sacrificio de la cultura constituye un sacrificio de los valores que debieran fijar las normas de su vida. Y en este drama del hombre de ciencia actual se perfila un riesgo inminente: la deshumanización de la Medicina y la deshumanización del médico”37. El especialista es más beneficioso para la ciencia, pero el clínico general es más útil a la comunidad, Sir John Parkinson asienta que “en todo hospital de categoría -podríamos decir «en todo centro de aplicación médica«-, junto a los hombres de ciencia debe guardarse un lugar de honor pan los clínicos superiores, los que no son más que eso, clínicos de saber y de experiencia, en cuyas manos se prolongan las más bellas tradiciones y descansan la confianza y la seguridad de los enfermos; ellos viven 37 Enrique Cárdenas de la Peña. “Panorama de la Medicina” Editorial en:

“Revista de Neumologái y Cirugía de Tórax”, Vol. 23(2), 1962, p. 80.

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también su ciencia especial, que hace vivir: saben que con una cierta dosis de ciencia y una de experiencia está salvado un hombre …”38 En otra esfera, y aun cuando las condiciones del ejercicio profesional difieren en los centros urbanos y el medio rural, aun cuando la aplicación de la Medicina está sometida a ciertas variantes dependientes del terreno en que se practica, no concebimos tal división. La clasificación de Jores es más simbólica que real. Desde el punto de vista didáctico más significativa aparece aquélla que segmento a la Medicina en preventiva, curativa y de rehabilitación, sobre todo si se le agrega la promoción de la salud como una cuarta variante; empero, y sin que por ello dejemos de examinar a su debido tiempo cada uno de los territorios señalados, las ramas se entrelazan entre el y conforman un todo.

De retornar al principio básico que considera al hombre como un todo, se concluye que la Medicina que lo aborde debe ser integral. El microcosmos individual sobre el cual el médico ha de actuar es una unidad biológica y psíquica, determinada 38 Ibíd.

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además por condicionantes sociales. Profesionalmente, la conducta con orientaciones sanitaria, preventiva, curante y educacional no debe cesar. La tarea médica, por estar al servicio directo del hombre -muy estrechamente ligada al nivel del conocimiento científico de cada tiempo y lugar-, se ejecuta en función del pensamiento y la realidad social de cada época. Resulta pues indispensable tener plana conciencia de que la Medicina de hoy no puede contemplarse sólo en su dimensión técnica, sino bajo el desarrollo de su dimensión social, con la postura de una dimensión humana.

La Medicina torna cauces sorprendentes. Ante el concepto actual de que todo ser humano tiene derecho a la salud39, de que la enfermedad es un mal social y asimismo es una obligación pública combatirla, ante el prodigioso incremento científico y la extensión del campo médico, ante el aumento

39 Dice la Declaración Universal de los Derechos del Hombre: “toda persona tiene derecho a un nivel adecuado que le asegure, así como a toda su familia, la salud, el bienestar y en espacial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”. Y el artículo 29 de la Carta de la O. E. A. en su Novena Conferencia: “todos los seres humanos, sin distinción de raza, nacionalidad, sexo, credo o condición social, tienen el derecho de alcanzar su bienestar material y su desarrollo espiritual en condiciones de libertad, dignidad, igualdad de oportunidades y seguridad económica.”

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de los costos y la complejidad de los servicios, han asomado cada vez más las dificultades de la Medicina individualista ejercida con criterio liberal, y el cumplimiento pleno de sus finalidades es más embarazoso. Imprescindible es buscar nuevas soluciones a esta conjunto de problemas de orden social, económico, científico y técnico, que sólo por medio de una organización institucional pueden resolverse adecuadamente. La Medicina cultivada en un régimen de Seguridad Social representa una de las soluciones, la mejor por su carácter institucional y porque permite utilizar las enormes posibilidades de la ciencia, contribuyendo al bienestar y mejoramiento de todas las personas y, por consiguiente, al de las sociedades humanas.40

40 Bernardo Sepúlveda. “La Medicina y la Seguridad Social”. En “Revista Médica del IMSS”, suplemento I, pp. 7 y 9. Indica allí los objetivos más importantes que se han fijado a la Medicina de los regímenes de la Seguridad Social: 1º. Impartir las prestaciones médicas a la mayoría o a la totalidad de la población, sin tomar en cuenta la situación económica o la posición social de los individuos. 2º. Proporcionar servicios de la más alta calidad posible, lo cual exige hacer llegar a la población los beneficios derivados de los avances de la Medicina, impartir atención médica eficiente y oportuna, y dar un trato cortés, cordial y humano a los pacientes y a sus familiares. 3º. Organizar los servicios médicos sobre una base institucional, necesaria para coordinar metódicamente y en toda la extensión geográfica del sistema, los esfuerzos hacia la promoción de la salud, la prevención y el tratamiento de la enfermedad y la rehabilitación del inválido. 4º. Impulsar el avance científico de la Medicina por todos los medios, incluyendo la enseñanza y la investigación. 5º. Procurar las mejores condiciones posibles de trabajo para todo el personal y establecer los estímulos adecuados para su progreso económico y profesional. 6º. Vigilar constantemente el equilibrio financiero en la operación de todo el sistema. 7º. Coordinar las actividades con las dependencias

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La sentencia de Hipócrates “el arte es largo y la vida breve, la experiencia engañosa, el juicio difícil y la ocasión fugaz” priva todavía. Una sola persona no puede alcanzar madurez inobjetable; ni su discernimiento ni la depuración de los elementos que debe discernir son perfectos: la Medicina ineludiblemente ha de ser institucional. En el entendido de que la institución representa un conjunto de fuerzas unidas destinadas a un mismo fin, resultado del esfuerzo y la actividad del hombre, la Medicina institucional -apuntalada por la cultura, la tecnología, los movimientos sociales do la época, los factores económicos del momento- pugna por la procuración de la salud, dado que la enfermedad, aun cuando ataca a personas concretar, disminuye la productividad, lesiona a la célula familiar, restringe a la colectividad. La ciencia ha de conceder conocimientos que más tarde deben trastocarse en valores morales; la actividad humana debe crecer en un marco institucional, inteligente y adecuado. Objetivos de la Medicina institucional: lograr juicio, auténtica sabiduría -no erudición-, esa sabiduría que

encargadas de la salubridad pública.

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nos proporcione la capacidad exacta para discernir cuanto es bueno, lo que es justo, cuanto es bello, lo que es noble, y que evite nuestra precipitación ante el hallazgo que a veces puede resultar inoportuno si todavía no poseemos el sensato equilibrio emocional para contenemos, de tal suerte que, asumiendo siempre la responsabilidad que entraña la vida misma, preparemos un mundo mejor, más amable, para las generaciones venideras41.

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La salud, considerada como valor y derecho humanos, representa la facilidad infinita para poder disfrutar o aprovechar b libertad, la alegría, la aventura, la proeza y la creación. Como factor dinámico por excelencia, más allá de un simple equilibrio hombre medio, resulta ser “la capacidad para enfrentarse a las contingencias de la vida con el mínimo de sufrimiento y desajuste”42. Al modularse también como estado de bienestar general que permite afrontar las exigencias del

41 Luis Méndez. “Desarrollo y metas de la Medicina institucional” En “Revista Médica del IMSS”, 1967 (3), pp. 173-174.

42 Definición de René Dubos, del Instituto Rockefeller.

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trabajo y encarar lo éxitos o los fracasos que vida diaria nos depara, figura como eje o centro, motivo de desenvolvimiento en la aplicación de Medicina. La de hoy es una Medicina para la salud, no para la enfermedad. Medicina profunda es la que se anticipa al mal, al daño. Más hemos de interesamos en la salud que en la propia enfermedad”43.

Distante de la Medicina del posado o “arte de curar”, la Medicina actual o contemporánea, considerada como “la ciencia de la vida aplicada tanto a la promoción de la salud cuanto al mejoramiento de la especie humana en lo individual y en lo colectivo”, trasciende hacia la del futuro, “acción que asegure la supervivencia y la evolución de la especia gracias al logro de un equilibrio entre los valores del hombre y las fuerzas del Universo”44

De aceptarse que cada momento vivido lanza proyecciones al porvenir, más arranca de hechos precedentes, dentro de la Medicina presente la Social ha de catalogarse como “el estudio de le

43 Henry H. Sigerist. “On the Sociology of Medicine” p. 26.44 Luis Méndez. “Medicina del pasado, contemporánea y del futuro”. En: Revista

Médica del IMSS”, 1966,(4) p. 230.

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procesos de entrenamiento a les agresiones físicas y mentales del medio, y el conocimiento de los limites individuales de tolerancia”; en ella, la adaptación es una construcción permanente sobre bases de adquisiciones anteriores, mientras que la inadaptación se resume en un desbordamiento de las defensas, traducido precozmente en desequilibrio funcional. Tal Medicina -la Social, que como las otras constituye un todo y sólo se aparte con fines convencionales- cuenta muy cerca de la Seguridad Social misma, se liga íntimamente a ella, porque el peso de los riesgos en conjunto depende del alcance de los fenómenos de inadaptación. Y es que, en efecto, el riesgo -dentro de la realidad dinámica- en el devenir puede motivar la incapacidad, y en la relación persona-medio la susodicha inadaptación.45

La esencia misma de la Medicina Social y de la Seguridad Social es el beneficio del hombre; ambas significan la destrucción o impedimento de cualquier privilegio en el campo de la salud humana, puesto

45 Enrique Cárdenas de la Peña. “Vasco de Quiroga, precursor de la Seguridad Social”, p. 127.

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que pretenden el ajuste del hombre a sus semejantes y a su ambiente, en actitud creadora y con inteligencia alerta, amén de la aceptación halagüeña a las reglas de convivencia. Esta Medicina que hemos denominado Social, Medicina aunada a la Seguridad Social, precisamente se basa en un principio de igualdad, o sea, en la potencialidad del ser para desarrollarse y llegar a los más altos niveles intelectuales, culturales y morales, siempre que se le otorguen oportunidades semejantes y se encuentren circunstancias favorables. Si la riqueza o recurso más importante es el hombre mismo, cabe resumir el manejo médico en condición única: Medicina integral y humanista; surge como remedio eficaz cuando se percibe al hombre -persona y ser social- por encima de la materia, de la máquina, del poder o del dinero, de las teorías o los sistemas. Como el amor es responsabilidad, y respeto, y entrega al prójimo, cultivo de lo que une o identifica, y toda persona es inapreciable para la comunidad, ha de tratarse con amor precisamente. En el caso de la Medicina, la humanista reúne las características del amor.

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Mediante la Medicina humanista el médico, que en su diaria labor se encuentra con la enfermedad, el dolor o la alegría del ser humano, se identifica con el mismo hombre a quien atiende. El interés por la persona -sana o enferma- debe significar la ambición primordial del profesional médico, “Humanismo quiere decir cultura, comprensión del hombre en sus aspiraciones y miserias; valoración de lo que es bueno, lo que es bello y lo que es justo en la vida; fijación de normas que rigen nuestro mundo interior; afán de superación que nos lleva a igualar con la vida el pensamiento”46: él, en el orden intelectual, nos lanza a la búsqueda de la verdad, interrogando a la naturaleza misma; en el aspecto artístico nos inculca el amor a la belleza, libre del pecado; en el orden espiritual nos infunde la aspiración de ser hombres universales; en el orden moral reivindica nuestra dignidad superior de hombres.47 Quien respeta al hombre no lo puede tomar como instrumento: la visión humana no puede ni debe perderse como centro de interés de la Medicina, En 46 Ignacio Chávez. “Grandeza y miseria de la especialización médica”. En:

“Cuadernos Americanos”, Año XVII (1), p. 16.47 Ibíd., pp. 16-17.

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el dicho respeto y en el conocimiento del hombre se entrega un algo de fe y un mucho de seguridad a la persona. El aporte de la Medicina en función de la Seguridad Social no debe tender únicamente a la reinstalación física, a la recuperación económica la readaptación social, sino que ha de procurar entendimiento psicológico del ser a través de la comprensión: Dícese: lo importante no es saber, sino comprender al hombre, comprender al mundo, comprender su posición en la vida; el médico ha de ser un hombre que se asome a otro hombre en un afán de asistir, ofreciendo lo que tiene: un poco de ciencia y un mucho de comprensión y simpatía; su humanismo la ayudará a inclinarse con humildad ante la inmensidad de lo que ignora”48. Vale recordar que, considerada la Medicina como ciencia, técnica, humanismo y arte, cultivo y cuidado de todas las facultados del hombre que en equilibrio constituyen la salud, ha de aplicarse a propiciar tal salud, la que queremos para todos, sin barreras, sin distingos, con una sola meta: la felicidad del hombre, nutrido de cuerpo y nutrido de espíritu, con mente clara y fe en

48 Ibíd., pp. 20 y 22.

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los destinos de la humanidad.49 Ningún desprecio del hombre por el hombre mismo: que se respete la dignidad y se pronuncie la justicia. Como meollo de la Medicina humanista e integral, el conocimiento absoluto del hombre -de ahí el empeño para que ciertas disciplinas fundamentales se pulsen en las universidades médicas y al estudiarse estimulen los procesos conducentes a una mayor maduración psicológica- con el fin de servida mejor. Hay que aunar a la ciencia el calor humano que la persona precisa para alcanzar o gozar una salud integral. En una práctica tal de la Medicina, el médico equilibra “su dimensión de vida al anhelo de servir”, y el hombre enriquece -gracias al humanismo- cuando no le falta esperanza, salud, confianza y tranquilidad. La Medicina humanista logra una solidaridad humana en beneficio del hombre”50.49 Efrén C. Del Pozo. “Ciencia, Humanismo y Medicina”. En: “Problemas del

ejercicio profesional del médico en México”, p. 15.50 José Manuel Sains Janini. “Objetivos humanistas en Medicina y en la seguridad

social”, p. 5. La frase de José Martí viene al caso: “No hay mas que un modo de perdurar, y es servir”. También es de referir el sentido que Miguel de Unamuno le imprime al concepto de «servicio», la hondura del pensamiento que se esconde tras el sutil humorismo de su ejemplo; dice: “Porque mientras andan algunos por acá buscando y no sé qué deberes y responsabilidades ideales, esto es, ficticios, ellos mismos no ponen su alma toda en aquel menester inmediato y concreto de que viven, y los demás, la inmensa mayoría, no cumplen con su oficio sino para eso que se lama vulgarmente cumplir -«para cumplir», frase terriblemente inmoral-, para salir del paso, para hacer que se hace, para dar pretexto y no justicia al emolumento, sea de dinero o de otra

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El universo de la Seguridad Social no es un universo cerrado: se expande en vértigo desde sus albores. Acapara la atención de los Estados, se infiltra en las esferas gubernamentales, afina sus horizontes y convence a sus detractores, Breves anotaciones bastan para puntualizar, retrocediendo en el tiempo, los peldaños estrictamente imprescindibles que desenvuelven la idea social, hasta hacerla fructificar en nuestro país mediante el decreto de la Ley original del Seguro Social. Antes de que la Seguridad Social nazca en México, antes de que la Revolución en sus instituciones sociales nos entreguen la mejor herencia de nuestra historia y su fruto más promisor, unos cuantos chispazos iluminan el pasado. La igualdad, la propiedad, el reparto de tierras se mencionan de cuando en ver

cosa. Aquí tenéis un zapatero que vive de hacer zapatos, y que los hace con el esmero preciso para conservar la clientela y no perderla; ese otro zapatero vive en un plano espiritual algo más elevado, pues que tiene el amor propio del oficio, y por pique o pundonor se esfuerza en pasar por el mejor zapatero de la ciudad o del reino, aunque esto no le dé ni más clientela ni más ganancia, y sí sólo más renombre y prestigio; pero hay otro grado aún mayor de perfeccionamiento moral en el oficio de zapatería, y es tender a hacerse para con sus parroquianos el zapatero único e insustituible, el que de tal modo haga el calzado que tengan que echarle de menos cuando se les muera –«se les muera», y no sólo «se muera»- y piensan ellos, sus parroquianos, que no debía haberse muerto, y esto así porque les hizo calzado pensando en ahorrarles toda molestia y que no fuese el cuidado de los pies lo que les impidiera vagar a la contemplación de las más altas verdades; les hizo el calzado por amor a ellos…”

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desde la “guerra de independencia”51. Dentro del mundo liberal se formulan conclusiones-antecedentes a un Seguro Social propiamente dicho.52 Las más destacados reformistas proclaman el que la propiedad quede supeditada al bien social, abogan por la emancipación del jornalero, exigen que al trabajo humano se le considere como un capital, proponen la participación de las clases laborantes en los beneficios de las empresas.53 Los destellos existentes durante el porfiriato no son valederos casi, porque el régimen dictatorial responde con grave indiferencia a los problemas sociales de las mayorías.54 El programa del Partido Liberal Mexicano propugna por la limitación efectiva de la propiedad individual y por la reglamentación

51 José María Morelos es paladín y visionario en Chilpancingo y Apatzingán.52 José J. González opina en 27 y 28 de diciembre de 1856: “Que el gobierno

debe dictar leyes humanitarias que mejoren la suerte de la clase trabajadora, aún cuando sea imponiendo algunos gravámenes a las clases acomodadas y ricas”. “Que es preciso convencerse de que la República Mexicana necesita no sólo de reformas políticas, sino sociales; no sólo relativas a su gobierno y constitución, sino al bienestar de todas las clases…”.

53 Los postulados de Ignacio L. Vallarta, José María Castillo Velasco, Ponciano Arriaga e Ignacio Ramírez deben considerarse como antecedentes de la ideología revolucionaria de 1917 y la implantación del régimen de Seguridad Social que ésta propicia.

54 José Vicente Villada en 1904 reglamenta el riesgo por accidente ene l Estado de México; Bernardo Reyes en 1906 lo secunda en Nuevo León, ampliando los conceptos.

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de la Ley laboral. En la lucha a partir de 1910, los planes político-sociales se suceden: todos ellos en común confirman la necesidad de implantar cambios radicales a las posturas gubernamentales precedentes, para mejorar las condiciones de trabajo y los niveles de vida de las clases obrera y campesina.55 La Constitución de 1917 no es sino la culminación del pensamiento rebelde y sincero que la Revolución exhibe, sustancia viva donde se vuelcan los principios sociales -augustos y sensatos- que la estructuran y le confieren su verdadero sentido: como cuerpo de doctrina y de legislación conforma el marco jurídico del sistema mexicano de Seguridad Social.56 La integración obrera resulta

55 Pascual Orozco, Luis Cabrera, Eulalio Gutiérrez, Emiliano Zapata, Francisco Villa, Venustiano Carranza, Salvador Alvarado y muchos más plantean mejoras de justicia social durante el segundo decenio de nuestro siglo [XX].

56 Vale recordar que el 28 de diciembre de 19116 José Natividad Macías presenta un proyecto del Ejecutivo, y el 13 de enero de 1917 la Comisión integrada por Pastor Rouaix, Victorio E. Góngora, Esteban B. Calderón, Luis Manuel Rojo, Dionisio Zavala, Rafael de los Ríos, Silvestre Dorador y José dela Torre proyecta las reformas. Será la Primera Comisión de Puntos Constitucionales formada por Francisco J. Múgica, Enrique Recio, Enrique Colunga, Alberto Román y Luis G. Monzón la que presente el 23 de enero de 1917 como capítulo VI constitucional el “Del Trabajo y de la Previsión Social”, leído y aprobado en la misma fecha. Allí se establecen las fracciones XIV, XXV y XXIX del artículo 123 constitucional que son las que se relacionan con los Seguros Sociales. La XXIX en especial, “considera de utilidad social: el establecimiento de cajas de seguros populares, de invalidez, de vida, de cesación involuntaria de trabajo, de accidentes y de otros fines análogos, por lo cual, tanto el Gobierno Federal como el de cada Estado, deberán fomentar la organización de instituciones de esta índole, para infundir e inculcar la previsión social”.

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cada vez más coherente: las proyectos de Ley precisan el propósito fundamental de estructurar un régimen de Seguridad Social capaz de proteger a quien disfruta de un salario.57 La Ley es cúspide de un largo proceso de reivindicaciones proletarias, “cancelación de un régimen secular que por la pobreza nacional México ha tenido que vivir”.58

El 19 de enero de 1943 el Diario Oficial de la Federación publica la Ley del Seguro Social Su

57 Álvaro Obregón en 1921 realiza un intento iniciadle implantación del Seguro Social y propone reformas al artículo 123; Emilio Portes Gil en 1929 en período extraordinario de sesiones modifica la fracción XXIX, misma que se redacta: Se considera de utilidad pública la expedición de la Ley del Seguro Social y ella comprenderá seguros de invalidez, de vida, de cesación involuntaria del trabajo, de enfermedades y accidentes y otras con fines análogos”, de tal suerte que el seguro potestativo se convierte en seguro social con carácter obligatorio. El primer Plan Sexenal del gobierno que debe regir a partir de 1934 acepta la implantación del Seguro Social obligatorio con participación tripartita: Estado, asalariados y patronos. La comisión encargada de elaborar la Ley en 1934 establece bases generales para normar el proyecto, determina por vez primera los riesgos y acepta la organización del Seguro sin fines de lucro y con administración y financiamiento tripartitos. La Ley Federal del Trabajo de 1935 reglamenta el artículo 123. Lázaro Cárdenas pugna por implantar el régimen en este mismo año de 1935, en 1938 y en 1940. El Segundo Plan Sexenal estipula que durante el primer año de su vigencia “se expedirá la Ley del Seguro Social que debe cubrir los riesgos profesionales y sociales más importantes, debiendo aportar el capital necesario para ello la clase patronal y el Estado, y en cuya organización y administración debe intervenir la clase obrera organizada”. El Departamento de Seguros Sociales se crea en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social bajo las órdenes del licenciado Ignacio García Téllez, y la Comisión Técnica Redactora de la Ley del Seguro Social, originada por acuerdo presidencial del 2 de junio de 1941, inicia sus trabajos el 1º de julio de tal año. El anteproyecto de Ley merece la aprobación y el aliento de la Primera Conferencia Interamericana de Seguridad Social efectuada en Santiago de Chile en 1942. El proyecto de Ley es aprobado por las Cámaras de Diputados y De senadores en 23 y 29 de diciembre de 1942, respectivamente.

58 Palabras del presidente Manuel Ávila Camacho en su proclama del 1º de diciembre de 1940.

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carácter obligatorio y el constituir un servicio público que conserva su personalidad moral propia causan expectación. Los riesgos que ampara son los derivados de accidentes en el trabajo y enfermedades profesionales, dolencias no profesionales y maternidad, invalides, vejez, muerte y cesantía en edad avanzada; la población que asegura, todos cuantos prestan a otra persona un servicio en virtud de un contrato de trabajo o estén vinculados en una relación laboral, los miembros de sociedades cooperativas -al considerar como patronos a las cooperativas de producción-, y los aprendices; el patrimonio del que depende su funcionamiento, las aportaciones de los trabajadores asegurados, de los patronos y del Estado mismo, en la proporción establecida por la misma Ley, salvo en la rama de accidentes en el trabajo y enfermedades profesionales en que, siguiendo el criterio universalmente aceptado y estatuido en la fracción XIV del artículo 223 constitucional, la empresa lo cubre por entero, Claro esta que el salario que percibe el trabajador es el regulador de las cuotas que deben pagarse por el aseguramiento, así como

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el determinante de las prestaciones en dinero, las subsidios y las pensiones.59 Con la Ley, la Revolución mexicana, creadora por excelencia, abre cauces a innumerables fuerzas sociales reprimidas, como prueba irrecusable del desarrollo creciente y la madures inicial del país. En la valedera secuencio revolucionaria, la dignidad personal y la soberanía popular se afirman radicalmente al principio; después se procede a transformar las estructuras del poder y de la economía que vedan el camino a nuestro autentico progreso; y más tarde se establece un sistema de solidaridad social dentro de la doctrina de unidad nacional, cuyo propósito es la aceptación común del pasado, la cancelación de los odios y la cooperación de todos para el progreso de México dentro de un marro de justicia.60

Bella y explicativa la exposición de motivos de la Ley original, que transcribimos fragmentariamente: “Siendo el salario la única fuente de la que los trabajadores obtienen los recursos indispensables 59 Enrique Cárdenas de la Peña y Gonzalo Peimbert. “Evolución de la Seguridad

Social Mexicana”. pp. 121-122. Quien desee conocer a fondo los prolegómenos de nuestra Seguridad Social puede consultar el texto “Antecedentes de la Ley del Seguro Social”, editado por el propio Instituto.

60 Ignacio Morones Prieto. “Tesis Mexicanas de Seguridad Social”, pp. 28-29.

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para la subsistencia de ellos y la de sus familiares, todo hecho que implica pérdida o disminución del mismo causa a todos ellos perjuicios trascendentales.

En el desempeño de sus labores el obrero se halla constantemente amenazado por multitud de riesgos objetivamente creados por el equipo mecánico que maneja o por las condiciones del medio en que actúa, y cuando tales amenazas se realizan, causando accidentes o enfermedades, fatalmente acarrean la destrucción de la base económica de la familia. Lo mismo ocurre con otros riesgos no considerados como profesionales, tales como las enfermedades generales, la invalides, la vejez o la muerte prematura, que sí bien a todo ser humano amenazan, es entre los trabajadores donde mayores estragos causan cuando se realizan, por cuanto a que para el hombre que no tiene otro ingreso que lo retribución del esfuerzo personal que desarrolla, todo acontecimiento que paralice su actividad aniquila sus posibilidades de adquisición..

“Si es cierto que no existe una forma capaz de impedir de un modo general y absoluto las

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consecuencias de los riesgos, sí existe, en cambio, un medio para proteger el salario que coloca a la economía familiar al cubierto de las disminuciones que sufre como reflejo de las contingencias de la vida del trabajador Ese medio es el Seguro Social que al proteger al jornal aminora las penalidades…

“Si desde el punto de vista del interés particular del obrero es legitima la implantación de un sistema como el Seguro Social, que está destinado o proteger su economía familiar, también desde el más amplio punto de vista de los intereses de la sociedad, tal medida halla una pleno justificación, porque con la misma se tiende a evitar que la miseria y la angustia azoten a grandes sectores de la población nacional.

“Desde una perspectiva amplia y certera no se puedo considerar el salario sólo como el precio del trabajo, sino como un hecho social, como el único ingreso del obrero y la fuente exclusiva para la satisfacción de todas sus necesidades, y no puede desdeñarse la imperativa exigencia humana y justa de que este ingreso único tenga la amplitud

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suficiente para que el trabajador pueda obtener todo aquello que le es imprescindible.

“El régimen del Seguro Social representa un complemento del salario en la medida en que otorga prestaciones que el obrero tendría que obtener de su único ingreso, por lo cual constituye un excelente vehículo para estabilizar el tipo de vida de la capa económicamente débil de la población, estabilización a la que debe aspirarse, tanto porque su logro vendría a satisfacer nobles aspiraciones de la convivencia humana, cuanto porque al elevar las condiciones de vida del sector mayoritario de la nación, automáticamente se operaría un crecimiento vigoroso de la economía general del país…”61.

El Seguro Social integra un servicio público nacional que se establece con carácter obligatorio en los términos que la Ley y sus reglamentos estipulan.62 Por desgracia, el régimen no es 61 “La Ley del Seguro Social y sus reformas”. Recopilación del profesor Miguel

Huerta Maldonado, 5ª edición, pp. 7-8.62 Tras el preámbulo, la Ley comprende 142 artículos y 15 transitorios ordenados

en XI capítulos, a saber: I Disposiciones generales; II De los salarios y las cuotas; III Del seguro de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales; IV Del seguro de enfermedades no profesionales y de maternidad; V De los seguros de invalidez, vejez, cesantía y muerte; VI De la continuación voluntaria del seguro obligatorio; VII Del seguro facultativo y de los seguros adicionales; VIII De la organización del Instituto Mexicano del Seguro Social; IX De la

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susceptible de aplicarse do inmediato de un modo general o indeterminado a todos los individuos de la sociedad, sino al sector de trabajadores que perciben un salario o sueldo, pero entraña una función de interés público y por ello determina la ingerencia del Estado, organismo que dentro de sus múltiples capacidades desempeña como una de las más importantes la de proteger la salud y la vida de los individuos que no cuentan con recursos para resguardarlas por sí mismos ni tienen lo preparación suficiente para prevenir las contingencias del futuro. Al Estado compete encauzar el Seguro Social encomendándolo a un Instituto descentralizado que, con una aportación tripartita -gubernamental, de los trabajadores y de los patrones- cumpla con la responsabilidad económica que nace de la solidaridad nacional Paro garantizar la estabilidad y la permanencia del sistema y extenderlo también al mayor número posible de personas, el Seguro Social se estatuye con obligatoriedad; ha de procurar cuidar el patrimonio humano, que es la riqueza por excelencia del país. No desconoce el que las capas

inversión de las reservas; X Del procedimiento para dirimir controversias, XI De las responsabilidades y sanciones.

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pobres de la población vivan en condiciones permanentes de insatisfacción al grado de que resultan víctimas de la alimentación insuficiente, la vivienda antihigiénica, la insalubridad, motivos que aminoran sobremanera la productividad de las mismas, y que la medida de carácter central para contrarrestar esos factores de prejuicio social no es otra que la de elevar el poder adquisitivo de tales sectores. Por tal razón, el Seguro Social represento una cuestión de interés primordial al colocar al obrero en posibilidad, mediante su sistema, de recibir diversos servicios y prestaciones en los riesgos que por ley natural amenazan al hombre, y capacitarlo para adquirir alimentos sanos o más abundantes, alojarse en viviendas cómodas e higiénicas y educarse física e intelectualmente. La cotización patronal no es más que un complemento del salario devengado por el obrero, elemento que ayuda a aumentar la riqueza de las empresas. La obligación de cotizar que el trabajador adquiere se basa en el principio de solidaridad social y en el deber de conservar y cuidar las energías humanas para evitar derroches innecesarios en el ejercicio

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normal de las actividades productivas: hace comprender al asalariado que el Seguro Social no es, de ninguna manera, una forma de dispensar gratuitamente la asistencia pública, de tal suerte que su dignidad no se mira maltrecha.63

En resumen, cuando lo Ley se promulga, “el Seguro Social concretamente representa uno de los más altos propósitos de la Revolución Mexicana, tendiente a proteger a las trabajadores y a asegurar su existencia, su salario, su capacidad productiva y la tranquilidad de la familia obrera, y contribuye al cumplimiento de un deber legal, de compromisos exteriores y de promesas gubernamentales”64. Con el tiempo, la Seguridad Social no estará hecha de

63 Esta Ley original, evolutiva en el tiempo, ha sufrido reformas que no nos compete analizar con detalle. Baste anotar que el profesor Miguel Huerta Maldonado capta modificaciones directas o indirectas en 20 oportunidades. Las primeras, 10 en total, corresponden a 6 decretos sancionados por el H. Congreso de la Unión, a tres decretos presidenciales en uso de facultades extraordinarias, a la promulgación de una ley complementaria; las segundas, en idéntico número global, ocurren por expedición de leyes o disposiciones especiales que han variado, de hecho y de derecho, la estructura jurídica del régimen. Las sancionadas por el H. Congreso de la Unión, consideradas como las más importantes, corresponden a los años 1947, 1949, 1956, 1959, 1965, 1970. Véase “La Ley del Seguro Social y sus reformas”, conferencia dictada por el profesor Miguel Huerta Maldonado en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 1971.

64 Preámbulo de la Ley, 1943.

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palabras sino de obras, de realidades y de acción fecunda en beneficio de los mexicanos.65

Para cumplir con el servicio público66 del Seguro Social implantado, la Ley crea una institución descentralizada, con personalidad jurídica67 propia y libre disposición de patrimonio, conocida bajo el rubro de Instituto Mexicano del Seguro Social. Se señala que el cargo de gestor beneficia porque:

logra una mayor preparación técnica en sus elementos directivos, anta la especialización del trabajo,

democratiza efectivamente la organización, pues permite a los directamente interesados en el funcionamiento intervenir en su manejo,

atrae posibles donativos particulares, inspira mayor confianza a los individuos

objetos del servicio,

65 Palabras del licenciado Adolfo López Mateos.66 Entiéndese por servicio público toda actividad indispensable para la

realización y desenvolvimiento de la interdependencia social, cuyo cumplimiento debe ser regulado, asegurado y controlado por el Estado.

67 Toda persona jurídica quiere y obra, tiene voluntad y la endereza a u fin; como la persona física manifiesta su querer y obrar, su voluntad en acción, por medio de los órganos corporales, así la personalidad moral realiza su voluntad por medio de hombres de carne y hueso. “México y la Seguridad Social”, tomo II, volumen II, p. 227. No se desconocen, como centros impartidores de Seguridad Social, otros que no son materia de nuestro tema: en 1959 nace el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado –ISSSTE-; en 1962 se expide la Ley de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas.

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y que los fines principales de la institución se dirigen a:

administrar las diversas ramas del Seguro Social.

recaudar las cuotas y demás recursos del IMSS.

satisfacer las prestaciones que ordena la Ley del Seguro Social.

invertir los fondos de acuerdo con lo mismo Ley.

establecer farmacias, centros de recuperación y de reposo.

organizar sus dependencias y fijar la estructura y funcionamiento de las mismas.

difundir conocimientos y prácticas de previsión social.68

Considérase que el Instituto “personifica el servicio público obligatorio nacional de aseguramiento social y por ende cumple las prestaciones en lo Ley otorgadas y percibe los aportes consiguientes, como tasa o precio justo por dichas prestaciones, previstos. Es un gestor y administrador, obediente a la Ley misma. No tiene poder discrecional o libertad de acción: no es un órgano del Estado. Sus facultades están 68 Aclárase que el Instituto está facultado para inspeccionar los centros de

trabajo y goza de exención de impuestos

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estrictamente regladas, es un organismo paraestatal; no tiene por sí autoridad. Tampoco es técnicamente un organismo autónomo, sino autárquico, ya que dicta órdenes ajustadas a la Ley que le han dado a cumplir y hacer cumplir”.69 Sus órganos son:

la Asamblea General. el Consejo Técnico. la Comisión de Vigilancia. el Director General;70

A través de ellos se dictan las disposiciones fundamentales de gobierno y administración.71

El Instituto concuerda con los requisitos estipulados para los regímenes de Seguridad Social por la OIT:72

69 “México y la Seguridad Social”, tomo II, volumen II, p. 227.70 La autoridad suprema del Instituto, la Asamblea General, está integrada por

30 miembros, designados: 10 por el Ejecutivo Federal, 10 por las organizaciones patronales, 10 por las organizaciones de trabajadores. El Consejo Técnico es el representante legal y el administrador del Instituto: está integrado por 7 miembros, más el Director General, quien es su presidente, en un principio; luego por 9 más el propio Director General. La Comisión de Vigilancia -compuesta por 3 y más tarde por 6 miembros- es designada por la Asamblea General. El Director General es nombrado directamente por el ejecutivo.

71 Quien desee informarse sobre la estructura departamental del Instituto puede recurrir a las gráficas de organización existentes, variables según la época de que se trate.

72 Según encuesta realizada por tal organismo internacional en 1952, publicada en 1955.

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que el sistema o servicio tenga por objeto proporcionar asistencia médica, curativa o preventiva, o bien garantizar los medios de subsistencia en caso de pérdida involuntario de las ganancias o de una parte importante de éstas, o también proporcionar un ingreso suplementario a las personas que tengan cargas familiares.

que el sistema o servicio esté instituido por un acto legislativo que atribuya derechos individuales determinados, o bien imponga obligaciones definidas o un organismo público paraestatal o autónomo.

que el sistema o servicio sea administrado por un organismo público, semipúblico o autónomo.

Con base en los mandamientos legales que lo rigen, el régimen de cumplimiento a través del Instituto a las diversos prestaciones que otorga o imparte, prestaciones en especie o en dinero que se agrupan en tres grandes ramas: médicas, económicas, sociales. Recordemos, sin entrar en detalles, que las médicos preservan, restablecen o rehabilitan a través de la Medicina moderna; comprenden:

enfermedades no profesionales. maternidad. enfermedades profesionales.

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accidentes en el trabajo.Los económicos, que ante la incapacidad para el

trabajo por enfermedad o accidente rescatan aunque sea parcialmente la seguridad monetaria del asalariado a través del subsidio o lo pensión, abarcan:

aquellas que se otorgan en cualquier momento al presentarse una necesidad o una incapacidad.

subsidio por enfermedad. subsidio por maternidad y canastilla. ayuda para lactancia. subsidio o pensión por enfermedad profesional o accidente en el trabajo. ayuda para matrimonio. ayuda para funerales.

aquellas que se entregan después de transcurrido determinado tiempo, llamadas diferidas:

pensión por invalidez. pensión por viudedad y orfandad. pensión por vejez o cesantía

Las sociales, que promueven el bienestar del grupo social, la adaptación de los individuos a su medio y la máxima armonía de la comunidad, incluyen:

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centros para el bienestar familiar, centros juveniles y talleres de capacitación. unidades de habitación. guarderías infantiles. bolsas de trabajo. centros vacacionales.

Hemos de concluir que a partir de dichas prestaciones el Instituto propende a:

proteger al hombre frente a todos los riesgos tradicionales, proporcionándole en especie, en dinero o en servicios sociales una mejoría de su nivel de vida.

constituir un medio más eficaz de previsión para disminuir los altos coeficientes de morbilidad, mortalidad y mendicidad.

reducir el desajuste económico derivado de los siniestros a que esta expuesto el trabajador, auxiliándolo en la invalides, vejez, cesantía, enfermedad y muerte.

establecer un medio poderoso para elevar el nivel social de la población obrera, incrementando su índice de paz y bienestar social, en defensa de la riqueza humano del país.

crear nuevas necesidades entre los sectores mayoritarios, con el objeto de permitir un mejor desarrollo social y económico de la comunidad.

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determinar un ordenamiento justo de la convivencia humana, al impulso de la solidaridad.

adoptar medidos novedosas para lograr lo seguridad de los medios de vida, mediante la extensión y unificación de los sistemas y la eliminación de anomalías injustas.73

Le interacción de dos de las ramas de las prestaciones es usual: al tiempo que se realiza la recuperación de orden biofisiológico el subsidio económico nivela el desajuste de ingresos; al tiempo que la prevención abate la morbilidad, el saneamiento del medio y la educación social impiden el incremento de casos epidémicos; mediante el aporte económico-social asciende el poder adquisitivo del derechohabiente y aminora la inseguridad. La acción integral, triordinal, programa la preservación, mantenimiento y desarrollo de la salud física, mental y social de la persona y la comunidad, y a través de sus métodos consigue la disminución de los riesgos, el abatimiento de los costos de los servicios, el incremento de capacidad

73 Aurora Arrayales. “Las prestaciones sociales, ruta de la Seguridad Social”, pp. 39-40. Más en concreto, puede decirse que el Instituto cubre riesgos y contingencias, concede servicios, ampara al trabajador y a su familia, protege ya a un gran número de mexicanos derechohabientes y aspira a constituir un sistema integral.

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de cotización de los trabajadores, una mejor proyección de la aplicación de la Seguridad Social en el tiempo y en el espacio.74 Como complejo integrado por principios y normas que regulan un régimen sistemático de servicios que beneficien al hombre, puede decirse que la Seguridad Social, así, influye sobre su esfera biológica en cuento compete o la salud, sobre la afectiva gracias al equilibrio emocional que determina en la familia, sobre la profesional porque prolonga e intensifica el ámbito de desarrollo, y sobre lo social porque logra relaciones humanas mejores, más exactas, más finas y puras. En consecuencia, toda consolidación o extensión del régimen acelera el progreso social del país, porque redistribuye en forma más justa parte del producto nacional y destierra proporcionalmente la pobreza, actuando sobre el recurso primordial que es el hombre, a quien se le otorgan nuevas oportunidades para enfrentarse a la vida.

La importancia del IMSS resalta si se considera, pues, que el factor humano es y debe ser el fundamento, el fin y el sujeto de todas las 74 Ibíd., p. 62.

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instituciones en que se expresa y actúa la vida social, porque el hombre es, de los recursos existentes, el único que tiene autodominio de participación y de crecimiento interno. De la mística institucional que procure mejorar la calidad del hombre, su fuerza moral y su preparación, depende el universo de cada ser que brilla con sus propias luces y sus propias sombras, y el interés por los otros -el resto de la comunidad- que para todos ha de representar un ideal. La personalidad no es estática, y en sus dos ámbitos75 debe guardar equilibrio para conseguir un balance interno que le proporcione estabilidad, y un balance externo que lo mantenga en convivencia adecuada al medio ambiente El manejo apropiado del Instituto ha de redundar en el asentamiento de cada trabajador: de llegar a alcanzar satisfactoriamente la fusión de la personalidad individual con la personalidad 75 Según Isaac Guzmán Valdivia “cada individuo tiene dos personalidades, una

metafísica y otra social. La primera es una personalidad substancial, íntima, intransferible, única, exclusiva de cada quién… es el centro de nuestra vida… el foco donde surgen nuestras ideas y sentimientos… el centro esencial de cuanto tenemos y somos… el sostén de la personalidad social. Esta es accidental, periférica, superficial, externa, común o cuando menos muy semejante a la de otros y en cierta manera fungible dentro del ambiente social; es una personalidad que se va haciendo por virtud de nuestras relaciones con los demás hombres con quienes convivimos, y está superpuesta a la personalidad metafísica”. Isaac Guzmán Valdivia. “La sociología de la empresa”, p. 23.

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institucional a través de relaciones humanas correctas, es factible la obtención del necesario «espíritu de cuerpo» que requiere la entidad para el desarrollo de sus planes y actividades. El «espíritu de cuerpo» es el que logra la solidaridad, y la solidaridad apremia el incremento de los valores morales y espirituales; es una fuente de vigor, creación de una energía colectiva que emerge de un grupo de hombres cuando unen sus esfuerzos para lograr un propósito social común, en un medio de integridad, nobleza y justicia humanas. El hombre, a través de tal «espíritu de cuerpo», siente como propias las necesidades ajenas y hace a los demás participes de los recursos personales, morales y materiales: gracias a él pone en práctica la lealtad, virtud dependiente de la identificación, la participación y el conocimiento. Como gestor de la Seguridad Social, el Instituto debe valorar en su justa interpretación al hombre; de tal postura éste ha de corresponder a las grandes expectativas o esperanzas que en él se han cifrado.

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El Instituto, naturalmente, es motor de un desarrollo integral76 dispensa mayor nivel a los sistemas de distribución y de bienestar común. El desarrollo integral -ni duda cabe- tiene como meta liberar en cada uno de los componentes de la sociedad la fuerza interna que posee todo ser de ser alguien, un universo distinto al de los demás, ese universo que hace actuar con absoluta libertad para fijar el propio destino y encauzar las actividades de cada cual hacia el resto. Le Seguridad Social, y el Instituto que la interpreta, como factores coadyuvantes que propician con ahínco el desarrollo integral, absoluto, encauzan al hombre a actuar en su verdadera dignidad y a no ser elemento marginado dentro de la sociedad. En síntesis y esencia, el Instituto representa la acción vivificadora a la cual todos pueden dar su concurso, esa acción que en un haz de esfuerzos reúne los de cada uno de quienes, células de él, deben propiciar el cambio implícito en el proceso acelerado del desarrollo:

76 Por desarrollo integral entiéndese la suma del mejoramiento cualitativo y cuantitativo de los aspectos culturales, políticos, económicos y sociales del pueblo, mediante el uso racional de los recursos que el país posee y de los que puede canalizar hacia sí, a través de la promoción estatal y de la iniciativa privada. Wilburg Jiménez Castro. “El cambio de actitud humana y las reformas institucionales para el desarrollo integral”, p. 29.

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educativo, político, económico y social, dentro de un marco democrático y eficiente de gobierno.

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