Servando Rocha- La Faccion Canibal. Historia Del Vandalismo Ilustrado- Frag

La Faccion Canibal septiembre 2012_Maquetacin 1 29/09/2012 19:58 Pgina 1

Historia del Vandalismo Ilustrado

Servando Rocha

L A F A C C I N C A N B A L


:: PRIMERA EDICIN: Septiembre, 2012.

:: CONTACTO CON LAEDITORIAL:

Calle Montera 34, 5,3, 28013, Madrid, [email protected]

www.lafelguera.net*Si deseas contactar con el autor,

puedes hacerlo escribiendo a la direccin de la Editorial o a travs de su web oficial:

www.servandorocha.com:: Cubierta: Ignacio Fernndez.

:: Ilustracin de la cubierta: Retrato perteneciente a la ficha policial

de Myra Hindley.

ISBN: 978-84-937467-7-3 Depsito Legal: M-30480-2012

:: Imprime: Kadmos.Impreso en Espaa.

El contenido de esta obra puede ser distribuido, copiadoy comunicado libremente, siempre y cuando su uso no seacomercial. Se prohibe la obra derivada. Para cualquier otrouso o finalidad, se requerir expresa autorizacin de laeditorial.


ndice

Nota Preliminar: Contraseas 19

Introduccin 21

LIBRO PRIMERO: TERROR, SIEMPRE FUE TERROR

1. Los hombres que solo aparecan al caer la noche 27

Johanna Southcott y el final de los tiempos - Nuestro hombre yla turba de Gordon - William Blake - Las bandas - Un espantosocambio - Swedenborg, el profeta - Blake y las Puertas de laMuerte

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n1: El viejo tocadiscos de Andreas Baader 39

London is burning - El tedio es como un zoom despiadado - Thegreat rock and roll swindle - Nobody - La Nacin de la Mugre -Inglaterra ensangrentada - Burke, el ruido y la furia - Conoce tusderechos

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n2: Bailando en las calles 48

Moby Dick - Disturbios que son bailes - Dancing in the streets -Un jesuita disfrazado

2. Burke y los jacobinos 59

Por qu Burke? - Los aeronautas de Francia - La libertad demo-naca - Puos americanos

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n3: La casa en llamas 64


Swell Maps - Joseph Priestley - Agit prop - La multitud porcina -Lord George Gordon, el rabino protestante

3. La llegada del Terror 73

Los agentes franceses estn por todas partes - Indagacin: lafuente del horror - Terror y terrorismo

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n4: Las ejecuciones son tan bellas 76

Un catlogo de fenmenos bellos y sublimes - El horror bello

4. La horrible vista agrada 83

Las races de lo sublime - Ese raro bienestar - Andy Warhol y elespectculo de los accidentes de coche

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n5: El criminal es el artista 89

Thomas De Quincey y Sobre el asesinato considerado como una delas bellas artes - Una defensa del asesinato como experienciaesttica - El veneno de una avispa - Simpata por el crimen - 1789y el hroe moderno - Richard Hell - Esto no es rock and roll!Esto es un genocidio! - Sex Pistols - Oliver Twist Manifest - El aode los libros catastrficos - Era una jodida granada - CharlesDickens - Despojos subculturales

5. La Faccin Canbal 103

La llegada de la Revolucin - Preparando el asalto - La toma deLa Bastilla - Launay y los mtodos de muerte - Septiembrizados- La Faccin Canbal entra en accin - Robespierre - La decapi-tacin de Feraud - El Club de la Turba - Burke y el miedo canbal- Vampiros

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n6: Nosotros, los canbales 122

Dad y el Manifiesto Canbal - Queremos la revolucin canbal -


La antropofagia que vino de Brasil - Andr Breton y el festncanbal

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n7: El cadver de Elvis 128

X-Ray Spex - Mark Chapman - La metfora canbal y Elvis Presley- Sid Vicious devorado

6. Una conjura literaria 133

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n8: Los Vengadores 133

Reglas para aquellos que deben ocultarse - Marat el vengador -Sociedades secretas - Frankenstein - El Club Jacobino

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n9: Un puado de asesinatos ejemplares 141

Mensaje en una botella - El crimen real no tiene glamour -Quincey y las Sociedades de Amigos del Crimen - John Wi-lliams, maestro del asesinato - Prehistoria del terrorismo: la sectade Los Asesinos - Lacenaire

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n10: El final de los tiempos 152

Rolling Stones, sus satnicas majestades - Jan Zizka - Milena-rismo - La Diosa Razn

7. El Club del Fuego Infernal 159

El Club del Fuego Infernal - Orgenes del hooligan - Los Mo-hocks - La llegada de las bandas - el duque de Wharton - Sir Fran-cis Dashwood

8. Los nuevos higienistas 171

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n11: Enamorado de Jacques Derrida 171


Palabras para un funeral - El terrorismo: mtodo de saludpblica - Scritti Politti - 1789 y los nuevos higienistas - Pars - Unaproximidad enloquecedora - Un perfume llamado Guillotina

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n12: Un buen mtodo 181

La masacre de La Vende - El final de Robespierre - Regenerarhigienizando - 1793 - La Santa Guillotina

LIBRO SEGUNDO: EL SIGLO DE LA MUERTE

1. Siguiendo la pista de Majorana 195

Una misteriosa desaparicin - Alemania, 1933 - La sombra deHiroshima

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n13: Un hallazgo envenenado 201

Little boy - Van por mal camino

2. La guerra como higiene del mundo 211

Mussolini y la construccin de un nuevo ser humano - Dndediablos est Majorana? - La higienizacin jacobina - Marinetti yla guerra bella

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n14: Jabn y Fuego 219

La guerra era sublime - El club de la lucha - Higienizar e higieni-zarse - Los ingleses y la piromana - Un rayo invisible

3. Los bohemios armados 227

Lo siniestro y lo bello - Hitler y sus bohemios armados - Fin delos misterios - Goebbels y su sublime responsabilidad


LIBRO TERCERO: ARTE, TERROR Y CRIMEN

1. Jack el Destripador o Sobre el asesinato considerado comouna de las bellas artes 237

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n15: Construya usted mismo una situacin sin porve-nir 238

Like A MotherFuckers - Richard Hell y Robert Desnos - La Ligade los Mendigos - Joseph Vacher, el Destripador francs - Laexpulsin de Desnos - Fantmas - Sueo con Jack - Landru

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n16: El Abismo 250

Whitechapel - Burke y Hare - Renwick Williams - Jack y la psico-geografa - Somos asesinos

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n17: Un falso Santa Claus 260

King Mob - Jack el Nudista - Christie lives! - El crimen es la msalta expresin de sensibilidad

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n18: La Calle de la Desolacin 263

2. La vanguardia y el terror 269

2.1. Dad y el lanzallamas: un trabajo negativo y destructivopor hacer 269

Obsesin por Jack - Peter Krten - Zrich y el Cabaret Voltaire

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n19: Barrer, limpiar 276

Ernst Jnger - Selfcleptomane - Los hombres de 1914 no eran de-masiado sensibles


Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n20: Las Leyes del Terror 280

Los surrealistas y la dictadura - Dad y el Terror

2.2. Surrealismo, terror y crimen 287

El rifle de Mesens y la escopeta de Kim Gordon - Que importanlas vctimas si el gesto es bello? - El suicidio no es la solucin

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n21: Los terroristas delicados 291

Camus, Breton y El hombre rebelde - George Bataille y Sade -Surrealismo y crimen

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n22: Las hermanas Papin 296

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n23: Germaine Berton 304

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n24: Violette Nozire 312

2.3. Saint-Just in a black leather jacket: aquellos jacobinos dela rive gauche 317

Letrismo y terrorismo literario - Jugando a toda costa - Joven yhermoso - Saint-Just - Vagabundeando - Los situacionistas y elarcngel del terror - La filosofa del cowboy

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n25: Joven y hermoso 328

3. 1789, terrorismo pop y la gran estafa del rock and roll 345

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n26: El maldito tiempo 346

Destruyendo los relojes - McLaren no pierdas el tiempo! - OxfordStreet Film - Let it Rock - El Increble Hulk - Dtournement -Terrorismo chic


Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n27: La muerte no es el fin 357

1888 - 1988 - La muerte no es el fin

4. Quin usa una rueda para aplastar a una mariposa? 367

5. Dios salve a Myra Hindley 375

6. Lluvia, mugre y cuero negro 389

El accionismo viens - El erotismo de la crueldad - La NuevaIzquierda y el Terror - Charles Manson, el ltimo hroe - COUMTransmissions y el escndalo del ICA - Crime

Escenas para una Historia del Vandalismo IlustradoEscena n28: Helter Skelter 393

7. Todo se vuelve sangre, excepto la jukebox 407

Tarntula - Una sencilla peluca para Jack el Destripador - Shake,Rattle and Roll - La tos del diablo

Mapas Canbales 415

Eplogo 423

Un viaje a Londres - La tumba de Blake - Un curioso hallazgo -El rbol de Tyburn - La mirada de McLaren y el violador deCambridge - Radicales chic - Una Historia del Vandalismo Ilus-trado - El regreso de la Faccin Canbal

*Apndice 437

*Banda sonora 495

*Agradecimientos 497

*Index 499


Servando Rocha

LA FACCIN CANBAL

HISTORIA DEL VANDALISMO ILUSTRADO

LA FELGUERA | EDITORES

COLECCIN MEMORIAS DEL SUBSUELO


Vandalismo.

1. m. Devastacin propia de los antiguos vndalos.2. m. Espritu de destruccin que no respeta cosa alguna,

sagrada ni profana.

Diccionario de la lengua espaola. Real Academia Espaola, 21 edicin. Espasa Calpe. 2001.

Es una muchacha recia y con un rostro que llama la atencin;nariz recta y delicada, labios finos y curvados,

mandbula fuerte, ojos azules. En general casi puede decirse que es una belleza.

Los de la generacin victoriana la hubieran admirado.

Maurice Richardson, del peridico The Observer, describiendo a la asesina Myra Hindley.


19

NOTA PRELIMINAR: CONTRASEAS

DURANTE GRAN PARTE DE SU VIDA Walter Benjamin trabaj enLa obra de los pasajes, un titnico e inconcluso proyecto en tornoa Pars. No se fij en los grandes personajes y lugares de la ciu-dad, sino en sus ruinas, construyendo una historia de Pars apartir de rebeliones pasadas, relatos acerca de tipos pintorescoso locos, asesinatos, encuentros azarosos, citas o antiguas pinta-das. Durante sus frecuentes paseos sinti como si sus casas noestuvieran hechas para ser habitadas sino para contemplarlas ypasearse entre ellas. Pero lo que ms le interes fueron los nu-merosos pasajes que, como testigos de otro tiempo, sobrevivanen diversos puntos de la ciudad. Al atravesarlos, el paseantepoda ir de un punto a otro, de una poca pasada a otra posteriory de un concreto momento emocional a otro distinto. Benjaminescribi centenares de pginas. Se senta pletrico: haba dadocon un mtodo.

El trabajo de Benjamin en torno a Pars tena que vercon la navegacin, donde los barcos son desviados por el polonorte magntico. Su objetivo no era otro que encontrar esepolo magntico, pero para lograrlo primero deba perderse:Aquello que para los otros son desviaciones, para m son losdatos que determinan mi curso, confes.

Cada poca suea con la siguiente. Nada desaparece. La figura del escritor, tal y como hasta el momento la

hemos entendido, ha muerto. Es el paseante y solo l quienposee la capacidad para narrar su viaje.


Walter Benjamin en la Biblioteca Nacional de Pars (1939). Gisele Freund.


INTRODUCCIN

-Hace ya algn tiempo que tengo lasensacin de que tanto novelistascomo terroristas se encuentran in-mersos en un juego de habilidad.-Interesante. En qu sentido?-Lo que ganan los ltimos, lo pierdenlos primeros. El grado de influenciaque logran sobre la conciencia de lasmasas depende de nuestra decaden-cia como modeladores del pensa-miento y la sensibilidad. El peligroque representan equivale a nuestropropio fracaso a la hora de resultarpeligrosos.-Y cuanto ms claramente vemos elterror, tanto menor impacto nos pro-duce el arte.

Don DeLillo, Mao II.

Hamburgo, 17 de septiembre de 2001.

El clebre compositor alemn Stockhausen est ofre-ciendo una rueda de prensa ante una concurrida audiencia. Hapasado justo una semana del atentado terrorista contra las To-rres Gemelas de Nueva York. De pronto, uno de los periodistasle pregunta sus impresiones acerca del terrible suceso. Stockhau-sen, posiblemente sin ser consciente del escndalo que estaba apunto de producir, comienza a hablar: Lo que ocurri all fuela mayor obra de arte que jams haya existido. Que unos espri-

21


tus hayan conseguido realizar, en un solo acto, algo con lo queen la msica ni siquiera podemos soar; que unas personas en-sayen como locos durante diez aos, totalmente fanatizados,para dar un solo concierto y morir luego, es la mayor obra dearte del universo. Alguien contiene la respiracin, para segui-damente hacer correr a toda velocidad su lpiz por la superficiede la libreta de notas. A la maana siguiente las declaracionesdel compositor aparecen recogidas en grandes titulares. Pocodespus, Stockhausen se vio obligado a precisar sus comentarios:Es un crimen, por supuesto que lo sabis, porque las personasque han muerto no estaban de acuerdo. Ellos no venan a eseconcierto, desde luego. Y tampoco nadie les haba advertido quepodan ser asesinados durante su transcurso. Sin embargo, yaera tarde. Varios de sus conciertos fueron suspendidos e inclusosu hija, pianista, declar que jams tocara bajo el apellido desu padre.

Hay quien cuenta una curiosa historia. Mientras las gi-gantescas moles de hormign se venan abajo, se encontrabanreunidos varios arquitectos de prestigio. Inmediatamente, al-guien encendi la televisin. Los rostros de los arquitectos, alpresenciar aquel colosal derrumbe, no reflejaban pavor: estabancompletamente fascinados. Toda fascinacin conlleva necesaria-mente una parte de deleite. Muchos artistas suean con alcanzarese efecto en el espectador, pero el terror es capaz de lograrlo enun abrir y cerrar de ojos.

Stockhausen no fue el nico que realiz una interpreta-cin esttica del atentado. El filsofo Jean Baudrillard tampocodud en afirmar que se piense lo que se piense de su cualidadesttica, las Torres Gemelas fueron una performance absoluta,y su destruccin fue tambin una performance absoluta. Al ele-var aquel brutal atentado a la categora de arte, lo que Stockhau-sen vino a sealar fue, precisamente, que lo demonaco, deformey horroroso puede ser al mismo tiempo bello. Sus polmicas de-claraciones recogan una determinada tradicin en torno al arte,el crimen y el terror, que se remontaba casi trescientos aosatrs, justamente en los aos que precedieron a la RevolucinFrancesa, por lo que, de alguna manera, lo que hizo fue ponerlenombre a esa esttica del asesinato en pleno siglo XXI.

Pero lo mejor ser que empecemos por el principio

22


LIBRO PRIMERO

TERROR, SIEMPRE FUE TERROR


La barricada de Saint-Antoine era eltumulto de los truenos; la barricadadel Temple era el silencio. Entreambos reductos exista la diferenciade lo formidable y de lo siniestro.Una semejaba unas fauces, la otra,una mscara. Admitiendo que la gi-gantesca y tenebrosa insurreccin dejunio hubiese estado compuesta deuna clera y de un enigma, se notabaal dragn en la primera barricada y,detrs de la segunda, a la esfinge.

Victor Hugo, Los miserables.


CAPTULO 1. LOS HOMBRES QUE SOLO APARECANAL CAER LA NOCHE

EN AQUEL TIEMPO, Johanna Southcott, una criada casi analfa-beta, entregaba a sus seguidores un sello especial que, aseguraba,les garantizara un lugar a la derecha del Padre. Un profeta habadicho que cuando aquella mujer cumpliera veinticinco aos, laciudad de Londres sera destruida por la ira de Dios. En 1793,mientras en Francia se declaraba el Terror, Johanna dijo tenersueos premonitorios. En uno de estos, afirm haber visto des-cender de los cielos a unos hombres montados a caballo y ya enla tierra comenzar una cruenta batalla. Estaba convencida deque los formidables sucesos de Francia eran el anuncio del se-gundo advenimiento del Mesas y de la llegada del anticristo.Hay quien afirma que incluso augur malas cosechas y que pre-dijo el fallecimiento de un obispo en Exeter. El final de los tiem-pos estaba cerca.

27

Johanna Southcott y su libro de las profecas.


28

***

NUESTRO HOMBRE

est intentando protegerse de una turba formada por miles depersonas, mayoritariamente chusma venida de los peores barriosde Londres y de las afueras de la ciudad. Son tipos sin miedo al-guno, rufianes, gente acostumbrada a la caresta y al hambre alos que Lord George Gordon, aristcrata escocs y flamante Pre-sidente de la Asociacin Protestante de Inglaterra, ha dado alas.Gordon es el apstol de una masa de improvisados partisanos,muchos de ellos chavales con poco ms de quince aos. Saqueany matan, pero tambin ren, mientras avanzan imparables bajouna pancarta que reza No al papismo, devastando a su pasoiglesias y puestos de polica. Estn muy cerca; puede verlos calleabajo como si se tratase de un desordenado ejrcito de desha-rrapados, gritando y exhibiendo todo tipo de atroces instrumen-tos de muerte y tortura, toscos objetos reconvertidos enpunzantes armas homicidas. Las distancias se reducen. Una zan-cada les lleva hasta la otra punta de la ciudad, mientras se cruzancon grupos de personas cubiertas de mugre a los que saludan ycon los que intercambian mensajes.

Alguien ha congelado esta imagen. Te fijas en algo apa-rentemente sin importancia: un rostro annimo, utensilios decocina doblados que sirven tanto para rozar una pared comopara amenazar a un transente, o aquel humo negro que se vis-lumbra a lo lejos, en lo alto de aquella torre. Multitudes. Encada movimiento intentas descubrir algo cercano y tambintuyo. Las escenas de guerra y odio se suceden. El gesto de aga-charse y golpear un pavimento que no resiste, la desolacin delpaisaje urbano tras cruzar Theobalds Road hasta Drake Street,los ltimos vistazos en direccin a la calle por parte de unos asus-tados moradores que no dormirn esta noche ni tampoco la si-guiente.

Entonces, los alborotadores desfilaban con sus rostrosdescubiertos.

Los escasos carruajes avanzan por la ciudad a gran velo-cidad. En su interior hay tipos apesadumbrados que huyen delParlamento, o catlicos que ocultan su atuendo. Tu nico pen-samiento vlido -un alivio momentneo, el comienzo de un planpara restablecer el orden y luego ajusticiar a los culpables- es ver


en toda esta locura la mano negra de agentes franceses o ameri-canos, que habran armado a la multitud y mezclado entre losmanifestantes a decenas de provocadores. Como un gesto auto-mtico, tuerces la cabeza en direccin al cielo, puedes sentir elfuerte olor de los incendios, el papel quemado de bibliotecas yarchivos -deben desaparecer los nombres y las anotaciones deimpuestos, las condenas y los antecedentes, porque todo crimenaspira a ser perfecto- junto a la estructura de madera de una re-sidencia privada. Las capillas de Sardinia y Bavaria son saquea-das y sus archivos esparcidos por la calle. Los soldados handesaparecido -muchos desertan y un par de caones han sidorobados a la altura de Newgate- y los guardias abandonan suspuestos de vigilancia, sonriendo con disimulo al paso de las ban-das callejeras. Son objetivos muchas veces improvisados, aunquehay quien dice que circulan pequeas listas con direcciones demonasterios y casas de catlicos. En Westminster, poco tiempoantes Gordon inicia su intervencin dirigindose al Primer Mi-nistro: Lord North, te llama la turba.

Cerca de all, el poeta William Blake camina por GreatQueen Street. Sin duda, ha elegido el peor de los das para ir avisitar el pequeo taller de su antiguo maestro Basire. En su ca-mino se encuentra con decenas de personas que van y vienenen busca de algo impreciso. De pronto, ya no estamos ante elhombre sino frente al poeta. Y entonces suea: Camino portodas las calles con fuero / junto al lugar donde fluyen los pri-vilegios del Tmesis / y observo en todas las caras que veo / sig-nos de debilidad, signos de congoja / En cada lamento de cadahombre / en el grito de miedo de cada nio / en cada voz, encada pregn / escucho los grilletes forjados por el pensamiento/ Cmo en el lamento del deshollinador / desmaya cada Iglesiaoscurecida / y el suspiro del soldado desdichado / corre comosangre cayendo de los muros de Palacio. No se siente un solohombre, ahora se cree parte de un ente colectivo, una pieza msde ese rugido catico producido por cientos de rostros ennegre-cidos dispuestos a lo que sea. Blake se suma a aquel dialecto ex-trao, de frases incompletas y de felicidad, pensando que tal vezeste es el lugar donde todo parece empezar. En los abismos delinfierno, un espantoso cambio amenaz a la Tierra, dir variosaos despus.

Londres ha adquirido la apariencia de un rompecabezas.Las calles ya no son calles, sino laberintos en los que una malaeleccin te puede conducir a la peor de las muertes. Blake avanza

29


en primera fila junto a la muchedumbre empapndose de susconsignas, mientras toman el edificio que alberga la prisin deNewgate. Una vez reducidos los guardias, grupos de alborotado-res suben hasta el tejado. Sus dos pisos de altura facilitan su r-pida destruccin. Al abrirse las puertas, una hilera desordenadade personas annimas se funde en abrazos y vtores con los asal-tantes. Algunos se unen a ellos, pero otros corren hasta desapa-recer entre las callejuelas. Las llamas ya estn haciendo sutrabajo. Newgate es un edificio vencido. Tres aos despus, al-guien volver a colocar piedra sobre piedra y las ideas propuestaspor el arquitecto Jacques Blondel convertirn la prisin en unejemplo de lo que l mismo denomin arquitectura terrible.Su amenazante aspecto exterior, sin casi ventanas y con cadenastalladas en su entrada, cumplir una doble funcin: persuadirde escapar a sus confinados y aterrorizar a los transentes.

En 1780 William Blake tena veintids aos y aunquegozaba ya de cierto nombre en el ambiente artstico, era ms co-nocido por su personalidad explosiva y sus opiniones provoca-doras. Haba finalizado su aprendizaje como grabador y escasosmeses antes lograba ingresar en la Real Academia Inglesa. Aque-

30

El incendio de Newgate.


llos sucesos, en su opinin, eran el primer episodio de una Re-velacin Divina que deba desembocar en el Juicio Final y elApocalipsis. Uno de sus poemas ms conocidos, El matrimoniodel cielo y el infierno, escrito al calor de la Revolucin Francesa,es un texto premonitorio: Nubes hambrientas vagan en las pro-fundidades []. Ahora la reptante sierpe camina con tmidahumildad. Y el hombre justo se enfurece en los bosques por losque vaga el Len. Su obra est salpicada de esta experiencia. Elguardin de Albin era, en realidad, la imagen que Blake atribuaal rey Jorge III y los ngeles representaban a sus partidarios. Laslminas de su poema Amrica, una profeca, aunque pueda pare-cer que hablan de la revolucin americana -autntica fuente deinspiracin para los revolucionarios ingleses- en realidad reflejansus recuerdos durante los das en que Londres fue sacudida porlos airados hijos de Inglaterra. Blake saludaba a esos tiempos sal-vajes, a ese recin nacido terror.

La Revolucin era, por otro lado, una revolucin espe-rada y deseada por gente como Blake. La Revolucin simboli-zaba a Rintrah, que en la mitologa de Blake representaba laclera proftica. Y muy posiblemente, la ltima vez que Blakepudo ver el rostro humano de Rintrah fue mientras mar-chaba junto a la muchedumbre y observaba las enormes llamasdestruyendo la prisin de Newgate. A esta poca pertenecen losgrabados Alegre da y La danza de Albin.

Albin, dir Blake, haba por fin bailado la danza de lamuerte eterna.

Meses despus de los disturbios de Gordon, fue dete-nido acusado de trabajar para el enemigo como espa a sueldode Francia mientras realizaba, junto a varios amigos, esbozos alnatural de la flota inglesa, la cual se preparaba para partir hacialas colonias americanas. Tras permanecer arrestado varias horas,fue puesto en libertad gracias a las presiones de la Real Acade-mia. A raz de esta experiencia escribi varios versos como loscontenidos en Cancin de guerra de un hombre ingls, que luego re-cogi en Esbozos poticos: Los ngeles de la muerte se aprestanen los cielos que ya descienden! []. Preparaos soldados, nuestracausa es la causa del cielo!.

El incendio de Newgate fue solo un instante de una pa-normica ms amplia. Vista a lo lejos, Londres se vena abajo(Nunca, hasta anoche, haba visto Londres y Southwark en lla-mas!, exclam un asustado catlico, que ms tarde comparaquellos disturbios con el inmenso incendio que azot Londres

31


en 1666 y que destruy casi por completo el centro de la ciudad).Grandes columnas de humo se levantaban en distintos barriosde la ciudad, sirviendo de advertencia de lo que suceda en suscalles. El primer da los soldados, armados con bayonetas, logra-ron detener a trece hombres que fueron conducidos hasta la pri-sin de Newgate. En las calles ya se vean a miembros de lamtica Queens Light Dragoons, una fuerza especial del ejrcitocreada un siglo antes durante la revolucin americana. Decenasde bandas procedentes de las afueras, que semanas antes habanido reclutando voluntarios entre los campesinos, se repartanpor la ciudad. Muchos haban venido desde muy lejos, desde al-deas remotas gobernadas por terratenientes (el antiguo seorfeudal haba desaparecido desde haca ya tiempo). Todos elloseran trabajadores sin tierra, nuevos habitantes de la vieja aldeamedieval, gente sin derechos polticos a los que solo les quedabala revuelta y la violencia para hacerse escuchar.

El fuego de Gordon conservaba el eco de un pasado nomuy lejano. Los ms viejos an podan recordar cmo en 1746,tanto en Sunderland como en Liverpool, las capillas catlicashaban sido derribadas. Esta forma de protesta se presentabacomo religiosa, pero planteaba problemas mayores. De algunamanera, los alborotadores deseaban, aunque solo fuese momen-tneamente, ajustar las cuentas con los ricos. La escasez de ali-mentos o la subida de los precios casi siempre provocaban lasprotestas ms grandes y por esta razn las autoridades de Lon-dres eran muy precavidas a la hora de asegurarse de que los mer-cados estuviesen bien surtidos o de que se respetasen los preciosde los alimentos. Lo sucedido en el pasado, presentado comouna revuelta del hambre, mantena a las fuerzas del orden ex-pectantes ante el primer atisbo de conflicto. Otras veces, los al-tercados se producan como consecuencia del espritu xenfobohacia los irlandeses, que con frecuencia eran contratados por sa-larios muy inferiores al de los ingleses. Los viejos hroes se invo-caban en los numerosos clubs repartidos por la geografa deLondres, como la Robin Hood Society, donde pagando seis pe-niques se poda hablar del tema que se quisiera durante cincominutos. El peridico reaccionario Gentlemans Magazine adver-ta de que si la legislatura no se apresura a usar algn mtodoeficaz para suprimir el actual espritu de revuelta que se ha tor-nado general en las capas inferiores de la poblacin no habrproteccin contra la turba dedicada al pillaje La turba debeser derrotada!. Las bandas al frente de los disturbios estaban

32


dirigidas por gente conocida en sus barrios y pueblos, general-mente tenderos, artesanos o pequeos comerciantes, como Tho-mas Chaplin, un maestro cochero que durante la revuelta seencarg de recaudar dinero para la turba. El carisma, una mezclade empata e intereses comunes, les haca ser respetados comola nica autoridad real.

Dirigan a las bandas y las bandas obedecan.

HAY QUIEN DICE

que la participacin de Blake en la destruccin de Newgate sur-gi casi por casualidad al encontrarse de frente con la muche-dumbre que ya marchaba dispuesta a asaltar la prisin. O puedeque no, quizs todo formase parte de un plan; un plan quetomaba forma poco a poco y cuyo significado total entoncesBlake ignoraba, porque en el fondo, en lo ms secreto de smismo, en sus versos, entre ese amasijo de maldad y abyeccin,de trascendencia y lrica de guerra, ya habitaba lo que las huestesde Gordon depararan. El espantoso cambio estaba en mar-cha: el Gran Salto Adelante, primero la Revolucin Americanay luego la Francesa. Y tambin las multitudes, como aquellasque incendiaron Newgate,y que parecan no estar en Londres,sino lejos de all, en Amrica, porque la guerra comenz enAmrica. Todos sus horrores siniestros pasaron ante mis ojosatravesando el Atlntico hasta Francia. Entonces comenz la Re-volucin Francesa entre espesos nubarrones. A travs de estosnubarrones los ojos de Blake pueden ver ms all, mucho msall de los gruesos muros de Newgate convertidos ahora en es-combros, mucho ms all de las fronteras inglesas y del viejo im-perio. Blake est viendo el rostro de Pars y de los futurosjacobinos, entonces reunidos en crculos literarios, sin que nadiepudiera sospechar lo que iba a suceder en poco menos de unadcada. Concretamente, nueve aos despus.

Durante los llamados disturbios de Gordon -los ma-yores en la historia de Inglaterra- se destruyeron ms de un cen-tenar de viviendas pertenecientes a la aristocracia y la iglesia,adems de media docena de prisiones, que ardieron por com-pleto siendo sus presos liberados. El Banco de Inglaterra tam-poco se libr de la destruccin. La estampa urbana era sinnimode horror y caos.

33


Varios cuerpos colgados frente a Temple Bar. Una fiesta improvisada en el London Bridge. Bibliotecas quemadas. Almacenes vacos. Todo es de todos.

Muchos manifestantes cayeron por las balas del ejrcito.Tambin hubo bajas entre los soldados. En total se contaronms de doscientos muertos. Otros tantos centenares de partici-pantes fueron detenidos y veinticinco de ellos colgados como es-carnio para el resto. Alguien dijo que las imitaciones siempreson malas (ya saben, con frecuencia los fans emulan a sus dolos,radicalizando torpemente ese mensaje heredado y, como Marxdijo, un buen da conjuran temerosos los espritus del pasado,toman prestados sus nombres, sus consignas, sus valores). Y allestn ellos; esos, en palabras de nuestro hombre, elementos in-feriores, artesanos que ejercan profesiones subalternas y oficiosmecnicos, invocando la destruccin del tiempo, del dinero ydel poder de la Iglesia.

En 1801 Johanna Southcott public, costeado por ellamisma, un panfleto con sus profecas que no tard en captaradeptos por todo el pas. Al ao siguiente, un grupo de adinera-dos simpatizantes la llev a Londres, alquilando una capilla paraque pudiera difundir el mensaje del final de los tiempos. Muypronto se hizo increblemente famosa y sus fieles se contaronpor millares. Sin embargo, en 1814 sus seguidores empezaron adisminuir. Entonces, mediante un magistral golpe de efecto,anunci encontrarse embarazada y que aquel hijo sera Shiloh,el Hijo de Dios. Johanna tena 64 aos. A pesar de ello, la vi-dente mostraba todos los signos de embarazo y de los veintinmdicos que la vieron, diecisiete confirmaron la noticia. Nonaci ningn nio y su salud empez a deteriorarse. Falleci dosmeses despus de la fecha en que se esperaba el parto divino. Laautopsia que se le practic no revel ningn signo de haber es-tado embarazada. A finales del siglo XIX an quedaba un pu-ado de fieles que seguan esperando un nuevo advenimiento.La propia Johanna, aunque sin xito, intent atraer a Blakehasta su secta. No era, ni mucho menos, la nica iluminada dela ciudad de Londres que estaba metida de lleno en una cre-ciente fiebre apocalptica. El pensamiento de Blake se movaentre las filas del protestantismo radical y en toda una tradicinque se remontaba a varios siglos antes, con los anabaptistas, laHermandad del Espritu Libre, los famosos Diggers y los Ran-

34


ters, entre tantos otros. Todo tipo de sectas y grupos, calificadospor sus contemporneos como herejes, pretendan realizar elreino de Dios en la tierra, una nueva Jerusaln. No dejar mimente de luchar ni dormir la espada entre mis manos hastaque fundemos Jerusaln sobre la verde tierra inglesa, rezaba elpoema de Blake De Milton (1804).

Aquel primitivo anarquismo mesinico y comunitariofue tambin el de Blake. Haba muchos hroes a los que seguir,y el alemn Jakob Boheme, uno de ellos, ejerci en Blake unaenorme influencia. A los dieciocho aos Jakob anunci habertenido una visin que haba durado una semana entera. Asegurhaber vivido durante aquel tiempo rodeado de la divina luz.Aquellas visiones, que continuaron en el tiempo, fueron recogi-das en su obra Aurora. Debido a la persecucin a la que fue so-metido por parte del poder catlico, se vio obligado a difundirsus panfletos de forma clandestina gracias a pequeas imprentasy a redes secretas de simpatizantes con su causa. En 1624 Jakobfalleci, pero para entonces ya contaba con una gran legin deseguidores. La oposicin de Blake a la Iglesia Catlica, al Estadoy al poder de los hombres, se fundaba en estos movimientos pro-testantes, pero tambin en tipos como Joaqun De Fiore. El pen-samiento de De Fiore, llamado tambin a ser un profeta, dividala historia en tres etapas. La primera, la edad del Padre, era lapoca anterior al cristianismo; la segunda, la edad del Hijo,era el mundo cristiano; la tercera y ltima sera la del EsprituSanto. As pues, la Iglesia (considerada como la ramera de Ba-bilonia y su papa el anticristo) sera barrida de la faz de la tierray sustituda por una Iglesia del Espritu sobre la base de la igual-dad. De Fiore afirm que la era cristiana haba terminado entorno a 1260 con la llegada del anticristo, porque la edad utpicaestaba por llegar.

Pero aquellas experiencias pertenecan al siglo pasado.Blake, entre la multitud de sectas, se fij en un hombre al queno lleg a conocer en vida y cuyos seguidores eran bastante c-lebres. Se trataba de Emanuel Swedenborg. En aquella poca,los swedenborgianos gozaban de una gran fama y vean en Swe-denborg al autntico y ltimo profeta. Un enviado de Dios.

Swedenborg haba nacido en 1688 en Estocolmo. Du-rante toda su vida desempe un sinfn de puestos de gran rele-vancia, aunque muy pronto se decant por la cosmologa y lafilosofa. En torno a 1744 comenz a experimentar sueos y vi-siones que luego reflej en varios diarios. Al mismo tiempo, em-

35


pez a estudiar la Biblia con mayor intensidad y un ao despusasegur que, mientras se encontraba cenando en Londres, la ha-bitacin se haba oscurecido misteriosamente y que se le habaaparecido un espritu, el cual le confes que Dios lo haba ele-gido a l para que el conocimiento bblico fuese nuevamente re-velado a los hombres. Swedenborg crea ser un mensajero de lapalabra divina. Segn estas supuestas revelaciones, todo lo queexiste en la tierra tambin existe en el cielo, pero de una formams compleja e intensa; nadie es juzgado y enviado al cielo o alinfierno, sino que durante la vida el hombre se va preparandopara uno de esos dos destinos. Al morir, uno se dirige a un te-rritorio intermedio donde recibe la visita de desconocidos, sinque sepa si se trata de ngeles o demonios. Solo la experienciay el desarrollo que ha vivido en la tierra le permitir discernir aunos de otros, de modo que quien ha vivido en pecado sentirms simpata por los demonios, pero cada uno elige su destino.

Tras aquella visin public Arcana coelestia, un volumi-noso libro de ms de siete mil pginas cuyo subttulo asegurabarevelar algunas de las cosas maravillosas que han sido vistas porel autor en el Mundo de los Espritus y en el Cielo de los nge-les. En 1759 parece ser que adivin que en esos mismos instan-tes, a cientos de kilmetros del lugar en el que se encontraba, sehaba declarado un incendio junto a su casa. El mismo Kant, altener noticia de los aparentes poderes sobrenaturales de Swe-denborg, mantuvo correspondencia con l, pero termin deni-grndolo por medio de un escrito titulado precisamente Lossueos de un visionario, comentados por los sueos de la metafsica.Kant calific a Swedenborg de delirante y desequilibrado, acu-sndolo adems de ser el ms extravagante de los extravagan-tes. A sus visiones las llam figuras brbaras e indeciblementeestpidas que nuestro delirante cree ver con plena claridad.Debido al cariz que tomaron sus escritos y su figura, el gobiernoingls decidi prohibir la circulacin de todas sus obras acusn-dolas de tratarse de textos herticos y blasfemos. Swedenborg,que sola vestir con un traje negro de terciopelo, muri el 29 demarzo de 1772 prediciendo, al parecer, la fecha exacta de sumuerte. Sus seguidores se organizaron y el swedenborgianismose extendi por toda Inglaterra e incluso Estados Unidos.

En torno a 1788 Blake comenz a frecuentar la recinconstituida Nueva Iglesia de Swedenborg, aunque no lleg a re-gistrarse formalmente en ella. Sin embargo, tanto l como su es-posa Catherine pueden identificarse claramente con los W. y

36


37

Vietas de Christopher Hasler y John Kaczmarczyk sobre la vida y obrade Emanuel Swedenborg incluidas en el cmic The angels called him thestrange one (The General Conference of the New Church, 1982).


C. Blake que asistieron a la primera conferencia de la Iglesia.Algunos de sus amigos, como los artistas Flaxman o WilliamSharp, se convirtieron en fieles seguidores de la precursora So-ciedad Teosfica, surgida en 1784. Blake, decepcionado, se fueapartando de la Iglesia, llegando incluso a dudar de la capacidadvisionaria y proftica de Swedenborg, al mismo tiempo que lanzcontra l varios ataques satricos recogidos en El matrimonio delcielo y el infierno. De alguna manera, la firme oposicin de Blakeal mundo de la naturaleza -y por tanto tambin a todas sus ins-tituciones terrenales- as como su creencia de que el genio po-tico y la imaginacin eran el instrumento verdadero para larevelacin del conocimiento divino, hicieron que simpatizaracon la secta swedenborgiana, pero es evidente que Blake no en-cajaba en ningn grupo organizado. Por otro lado, a Swedenborgno le interes el arte: el sentido literal de la Biblia era accesibleal hombre, pero su sentido espiritual estaba necesariamenteoculto. La oscuridad de la Biblia, segn l, era deliberada, y suobjetivo era que aquellos que pervirtieran las enseanzas no pu-dieran, en cambio, destruir el espritu que permaneca ocultotras la letra. Para Blake, el arte poda ser un instrumento de re-velacin.

Pero el desencanto de Blake lleg, sobre todo, cuandocomprob que aquella Nueva Iglesia que alistaba a la crecienteheterodoxia cristiana, empezaba a parecerse demasiado a la ViejaIglesia que tanto abominaba. Su colega Flaxman debi persua-dirle para que no se alejase de la Iglesia, pero Blake decidi con-tinuar a su aire, poniendo todava mayor nfasis en la llegadadel Apocalipsis y de Orc, aquella imagen que en la terminolo-ga blakeiana significaba la energa y el espritu de la revolucin.Al mismo tiempo, su otro amigo William Sharp se convirti enun fantico seguidor de Johanna Southcott, que por entoncestodava no haba tenido la gran ocurrencia de fingir un emba-razo divino.

La creencia de Blake en el mundo de los espritus semantuvo hasta su muerte, acontecida el 4 de agosto de 1827.Meses antes, escribi una carta a un amigo en la que deca lo si-guiente:

He estado muy cerca de las Puertas de la Muerte y he vuelto muyfatigado y un Hombre viejo, dbil y tambaleante, ms no as en elEspritu y en la Vida, no en el Hombre Verdadero. La Imaginacinvive eternamente. En eso me vuelvo ms y ms fuerte mientras que

38


este estpido cuerpo decae Flaxman ha partido y todos hemosde seguirle, cada uno a su propia Casa Eterna, abandonando a laengaosa Diosa naturaleza y sus Leyes para alcanzar la Liberacinde todas las leyes de los Miembros y de la Mente, la Liberacin atravs de la cual cada uno se convierte en Rey y Sacerdote en supropia Casa. Hgase la voluntad de Dios as en la Tierra como enel Cielo.

ESCENAS PARA UNA HISTORIA DEL VANDALISMO ILUSTRADOESCENA N1: EL VIEJO TOCADISCOS DE ANDREAS BAADER

Ahora alguien coloca un viejo vinilo en el tocadiscos, yla aguja se desliza torpemente dando pequeos saltitos a causadel polvo acumulado. Todo fluye con los primeros acordes y alllegar al estribillo la historia vuelve a su forma spera y original,como si fuese Herclito quien cantase. El fuego es un agente

39

William Blake, La danza de Albin (obra tambin conocida como Alegreda). Su primera versin es de 1780, fecha de los disturbios de Gordon.El resultado final est fechado en 1794. San Marino, California. BibliotecaHungtington.


de transformacin, pues todas las cosas nacen del fuego y a lvuelven. Sin embargo, no es l quien lo hace sino The Clashen su cancin London is burning. La escrib despus de unpaseo por Londres -confes Joe Strummer, arrastrando su estri-billo hasta el infinito: London is buuuurning- donde no habanada que hacer. La televisin terminaba a las once de la nochey entonces solo podas caminar por la calle a esas horas para en-tretenerte. Pero, y entonces qu otra cosa se poda hacer enaquel Londres sino destruir, transgredir, quemar?

Observamos los recuerdos de todo esto en forma de car-teles, manifiestos, canciones, pinturas o fotografas. Existe unsentimiento impreciso, algo que tiene que ver con la nostalgia,una sensacin de desubicacin y de presenciar los vestigios deuna poca perdida, aunque al mismo tiempo sabemos que nadadesaparece completamente. El ltimo gran truco de magia, olo-res de hogueras apagadas y sonidos de un pasado cercano. Trasla tormenta del tiempo lo que quedaron fueron los restos deaquellas vivencias que bien podran expresarse en la forma deun tocadiscos desvencijado y vencido, tal y como mostraba laobra que el artista Gerhard Richter hizo a partir de una fotogra-fa del tocadiscos de Andreas Baader, militante de la Faccin delEjrcito Rojo (RAF), tras su muerte en la prisin de Stammheimen octubre de 1977. Richter desenfoc la fotografa inicial, paraluego tratarla al leo. La imagen haba sido tomada de los archi-vos policiales. Al parecer, la polica asegur que Baader habaescondido en el interior del tocadiscos el arma con la que se sui-cidara. Es un objeto muerto, incapaz de emitir sonido alguno.Aos despus, en Cool memories -una autobiografa construida abase de aforismos- Jean Baudrillard describi aquel sentimientoque subyaca en la cancin de The Clash: El tedio es como unzoom despiadado sobre la epidermis del tiempo, cada instantese dilata y aumenta como los poros del rostro.

Cruzas una ciudad y juegas con ella. Las calles son comoun mapa que debe descodificarse. Un campo de batalla entoncescubierto de nieve. Las palabras adecuadas se lanzan al vaco re-velando viejas contraseas. Basta con conjurar los viejos fantas-mas (un zoom despiadado) y los rostros reaparecen, aunqueal hacerlo se muestren desfigurados, al mismo tiempo que la his-toria se transmite de generacin en generacin, como regalo ytambin como mito, hasta saltar a la gran pantalla, a los maga-zines, el cine o la literatura. La pelcula The great rock and roll swin-dle -un extrao film sobre los Sex Pistols realizado por Julian

40


Temple, en el que tambin colabor Russ Meyer- se abre conuna escena extrada de los sucesos de Gordon: un grupo de per-sonas pretende colgar a varios muecos -que imitan a cada unode los miembros de Sex Pistols- del rbol de Tyburn, la clebrehorca utilizada durante las ejecuciones. Hacer un viaje aTyburn significaba acudir al ahorcamiento de uno mismo; ElSeor del Feudo de Tyburn se refera al verdugo y Bailar alcomps de Tyburn aluda al proceso de ser colgado. Eran es-pectculos populares donde haba que abrirse paso a codazos siuno quera ver algo.

Multitudes. La pelcula hablaba realmente de multitudes (las de toda

revolucin y tambin las provocadas por la industria musical).Era el ao 1980, pero ya las contraseas se haban difundido,entremezclndose con nuevos lemas e ideas que fluan desde elmismo centro de la cultura popular. Entonces, los turistas ya po-dan desplazarse de aqu a all y visitar todos y cada uno de lospuntos calientes atacados por la turba. El recorrido se vendacomo turismo alternativo y los visitantes, colocando sus manosen el lugar exacto en que un monasterio fue incendiado, pare-

41

Plattenspieler (Tocadiscos), de Gerhard Richte, incluida en su obra October 18, 1977.


can invocar ese pasado. Los guas, con voz ronca y profunda,narraban lo sucedido y en su sobreactuacin resida tambinuna parte de todo este teatro. Pero toda reconstruccin es disfrazy quimera (se levantan los viejos decorados, pero lo que se ve escartn piedra y los humos son siempre artificiales).

Nobody, el estupendo personaje indio de la pelculade Jim Jarmusch Dead man, le pregunta a Johnny Depp: Cmote llamas?, a lo que este responde: William Blake. Nobodyse estremece cuando piensa que Blake, el poeta y pintor, estfrente a l, sin importarle que hubiese muerto un siglo antes.He ledo todos tus poemas, reconoce. Benjamin nos ha pro-porcionado la clave (la historia es un collage, un montaje casi li-terario y un hecho te lleva a otro). La Revolucin Francesa citabaa la antigua Roma. Los sublevados de Gordon, los jacobinos ytambin los punkrockers, a pesar de habitar pocas distintas,compartieron este secreto; estaban hechos de la misma pasta y,al igual que el escritor japons Yukio Mishima, hubieran sido

42

The great rock and roll swindle (Julian Temple, 1980).


capaces de confesar que no puede negarse la tendencia de micorazn hacia la Muerte, la Noche y la Sangre. Odio y guerra.Este es el mensaje, siempre lo fue. El ritmo seco y duro con elque arrancaba London is burning tena la capacidad de ima-ginar Londres como si fuera una ciudad fantasma. Pura ruina.La escena relatada no solo acababa con la incineracin de aque-llas figuras que simulaban ser un grupo de catlicos. Tras enviar-las al fuego, segua la quema de guitarras y discos. No era algogratuito, en absoluto, pues obedeca lo recomendado en la Lec-cin Nmero Cuatro que apareca en la pelcula de Julian Tem-ple y que adverta: No toques. En 1968, un grupo de chavaleshizo circular de mano en mano unos rudimentarios panfletosen los que se lea Msicos, destrozad vuestros instrumentos.

Bienvenidos a la modernidad.

EL VIEJO EDIFICIO DEL CATOLICISMO SE TAMBALEABA

y la ciudad, a los ojos de la poblacin catlica, era una Sodomaen manos de los franceses. Para curas y monrquicos, la ciudadestaba infectada de conspiraciones y complots. Los protestantes,con su discurso de construir el Reino de Dios aqu, en la Tierra,aterraban a ms de uno. Sus hroes, fanticos religiosos y ladro-nes, formaban parte de un impreciso mundo. La imagen de unBenjamin Peret, en camisa de asillas e insultando cara a cara aun cura, pareca reproducirse en cada esquina. Gordon era lavoz, pero no el rostro de aquella gente. Bajo Westminster, conlas bayonetas y el ejrcito vigilando sus fronteras, exista otra na-cin, un pueblo obligado a la invisibilidad, sin lazos de clase ycon un mismo destino: engrosar la Nacin de la Mugre. Gordonno era Robin Hood, sino su smbolo, y su discurso anticatlicotena aquello capaz de conectar un pasado con un presentecomn. La historia avanzaba a paso de gigante sin importarlequ bando contaba las vctimas.

Pero nuestro hombre, que en nuestro relato corre enbusca de ayuda, desconoce cul va a ser la importancia de aque-llos hechos y su trascendencia en la historia Nuestro hombrees Edmund Burke (el hombre, el pensador, el poltico, el inte-lectual), y huye de una turba que ya le pisa los talones, conju-rando sus ms profundos temores. Lo persiguen a pocos metros,gritndole todo tipo de frases amenazantes. En un momento

43


dado se gira, topndose con el exaltado rostro de un chaval casiadolescente que enciende an ms los nimos del resto: Mirad,es un jesuita disfrazado!, exclama. No se detendr. Sus pasosson ahora zancadas. En una ocasin, hasta tiene que desenvainarsu anquilosada espada y blandirla. Pide auxilio, alguien lo soco-rre ofrecindole refugio, y entonces se desploma. A salvo, puedeobservar como sus perseguidores continan en otra direccin,y suea, suea con alcanzar su casa situada en Charles II Street.

Tras Newgate, fue asaltada la nueva prisin de Clerken-well y liberados sus presos, aunque sin llegar a ser incendiada.En los das siguientes, bandas de voluntarios recorrieron las ca-lles en busca de los criminales huidos. La multitud, fundida enun gran bloque, lleg hasta la Destilera de Holborn, propiedaddel catlico Mr. Langdale. Pronto, sus puertas fueron forzadas yse saque todo lo que se encontr, quedando el edificio como

44

Benjamin Peret insulta a un cura. Fotografa publicada en el primernmero de La Revolucin Surrealista con un pie de foto que deca lo si-guiente: Nuestro colaborador Benjamin Peret insultando a un cura.


un esqueleto inservible, un almacn fantasma. Bermondsey,Southwark y St. Georges Fields eran zonas liberadas. Cadapuerta y ventana permaneci cerrada y el que poda, armadocon una pistola o un pual, esperaba la llegada de los intrusos.

Es viernes y an queda un intenso fin de semana. Ellunes la muchedumbre intent atacar la residencia de Burke, de-fendida por una veintena de soldados. En el interior de la casaBurke, cautivo y aterrorizado, piensa en su mujer Jane. Los ru-mores de un ataque se extienden rpidamente tras el saqueo dela residencia de Sir George Saville. Sus colegas intentan persua-dir a Burke para que no permanezca en su casa, pero es intil.Es un hombre con una misin: Si mi libertad ha desaparecidoy no puedo caminar con tranquilidad por las calles de esta ciu-dad -confes emocionado en una carta-, entonces no me sientoen condiciones para ejercer aquellas funciones por las cualessiento deseos de vivir. Apresuradamente, Burke puso a salvosus incontables manuscritos, anotaciones y libretas.

Al da siguiente la prensa amaneci con titulares en losque se lea: Inglaterra ensangrentada (El sordo rumor pre-sente siempre en el fondo de nuestra experiencia onrica -escri-bi el filsofo Adorno- sigue arrullndonos, ya despiertos, desdelos titulares de los peridicos.). A Lord Amherst, jefe de lafuerza militar, se le amontonaban las cartas y solicitudes de unaintervencin militar a gran escala con el objetivo de frenar losincendios y los robos. El mapa de Londres empezaba a estar pla-gado de objetivos, de puntos cardinales en manos de las huestesde Gordon. Y las imgenes vuelan a travs del tiempo. Su resi-dencia estaba ubicada en Grosvenor Square, justo en el puntoexacto en que, dos siglos despus, se levant la sede de la Emba-jada de los Estados Unidos. Era un mismo furor, una idnticaira la que uni a los seguidores de Gordon con la marea humanaque en 1968 empujaba con sus cuerpos la barrera policial, so-portando la lluvia de golpes mientras cerraban los ojos espe-rando que al abrirlos todo hubiera pasado. Y daba igual. Dabaigual si dentro se refugiaba el embajador americano o un asus-tado lord. La chusma de Gordon y todos aquellos hippies per-seguan un sueo imposible (derrocar el poder delcatolicismo/detener la guerra de Vietnam) porque lo que real-mente pretendan era dar caza a la vieja y temida gran ballenablanca. Gordon era el furibundo capitn Ahab, aunque sin patade palo, un viejo de canosa cabeza persiguiendo con maldicio-nes a una maldita ballena por el mundo entero, al frente de una

45


tripulacin compuesta principalmente de canallas, parias y ca-nbales. Sabemos ya quin es ahora Ahab y su radiante sonrisade humor brbaro. Su figura controla el centro de Londres,pero no est solo; su tripulacin son todos esos manifestantessin control alguno, y que a buen seguro no solo aparecen en-trada la noche.

La causa de todo aquello haba sido un decreto de ayudaa los catlicos, promulgado un par de aos antes, que los prote-ga y reformaba la ley penal. Lo que Gordon sospechaba, y nosin razn, era que tras la promulgacin del decreto se escondael intento del poder poltico ingls por ganarse las simpatas delcatolicismo internacional, y en especial de su faccin canadiense.Si los ingleses se ganaban el apoyo firme de sus colegas canadien-ses, el control sobre los rebeldes podra estar asegurado. Gordon,con el propsito de anular el decreto y acabar con los privilegioscatlicos, consigui sesenta mil firmas y el viernes 2 de junio de1780, en torno a las diez de la maana, cientos de sus seguidoresse desplazaron hasta Georges Field. Tras pronunciar Gordonun corto discurso, una columna de hombres procedentes de Es-cocia inici la marcha hacia el Parlamento. A su paso, se les unie-ron otras columnas y al llegar al Puente de Londres eran ya unaconstelacin de rostros. La Nacin de la Mugre. Poco a poco co-menzaron a sumarse rufianes, prostitutas y delincuentes que sa-lan de entre los callejones oscuros del centro y de los barriosms miserables. Hubo quien los cifr en sesenta mil seguidores.

Aquella hez proveniente de los peores barrios de Lon-dres, como algunos historiadores la describieron, portando sustoscos abrigos, exhibiendo su escasez y pobreza, sus malos modosy su incorregible falta de paciencia, tras tomar las calles cercanasa la Cmara hicieron casi imposible la entrada a muchos lords.El panorama que se encontrara un despistado transente, si lohubiera, sera este: carruajes destrozados en las inmediaciones,aglomeraciones en torno al edificio, soldados amenazando concargar sobre la multitud. Alguno de estos lords, intentandoabrirse paso a empujones para lograr entrar en Westminster, ter-min por no distinguirse de los seguidores de Gordon, y susropas radas y gesto de espanto los confundi con el resto. El Se-cretario de Estado, Lord Stormont, fue zarandeado despus deque su carruaje fuese hecho aicos, mientras que el Arzobispode York logr escapar escondindose en las inmediaciones delTmesis.

46


Los das de la revuelta de Gordon haban concluido conms de veinte condenados a muerte. Burke, haciendo de voz pia-dosa entre la clase poltica del pas, pidi que tan solo se ejecu-tase a una pequea minora... Afirm que seis hombresasesinados seran suficiente escarnio. Es como si dos siglos des-pus Joe Strummer hubiera silbado para aquellos seis hombressu cancin Know your rights: Conoce tus derechos / Los tresque tienes / Nmero uno: tienes derecho a que no te maten /El asesinato es un crimen / a no ser que lo cometa un polica oun aristcrata / Nmero dos: tienes derecho a comida y dinero/ siempre que no te importe un poco de humillacin, investiga-cin y, cruzando los dedos, rehabilitacin / Nmero tres: tienesderecho a la libertad de expresin / siempre que no seas lo bas-tante tonto como para intentarlo. Rebelarse era malo.

Junio de 1780 fue una fecha nefasta para los seguidoresdel papa Po VI y los aristcratas ingleses, si bien el Parlamento

47

Edmund Burke.


rechaz la peticin de anular el decreto. En los disturbios deGordon, la violencia adquiri un aspecto fantasmal. Un informesobre la procedencia e identidad de los revoltosos arroj el si-guiente resultado: doscientos destructores de casas portandoherramientas, quinientos cincuenta ladrones, seis mil hombresde toda clase. Y, por si fuera poco, un dato que conclua el es-cueto documento y que sonaba an ms perturbador: cin-cuenta hombres a los que les ordenan lo que deben hacer. Estossolo aparecen de noche.

ESCENAS PARA UNA HISTORIA DEL VANDALISMO ILUSTRADOESCENA N2: BAILANDO EN LAS CALLES

La historia comparte esos seuelos y lemas. Son heren-cias malditas alojadas en un tiempo para luego volar hasta otroy que tarde o temprano terminan por saltar justo delante denuestras narices. Moby Dick era inalcanzable. La evidencia nosdice que es imposible revivir la historia, que tras los aconteci-mientos la poca ha quedado ya marcada con el reconocible selloque la desfigura para siempre. Lo que nos queda es su espritu,sus proclamas y estilo. Y aunque ya no era lo mismo, aquel refu-gio que a finales del siglo XVIII recibi el ataque de los furiosos

48

Inglaterra ensangrentada, noticia publicada en The Thunderer exigiendo el final de la revuelta.


protestantes era el mismo que alberg la embajada americanadurante la dcada de los sesenta del siglo pasado. Se repeta elmismo e inconfundible sonido de la protesta, algo as como va-ciar con fuerza una gran bolsa llena de basura y luego pegar elodo al asfalto. Moby Dick estaba all dentro y la tripulacin delPequod fuera, en la calle, soportando los porrazos. Los manifes-tantes, tanto en 1780 como en 1968, junto a la lluvia de piedraso los ccteles molotov dejaban claro que aquello era lo ms pa-recido a una fiesta. Eso era lo siniestro: los mismos rostros defelicidad en los linchamientos de los lords o en la imagen de unagente enviado a pasar unas vacaciones al hospital.

SEIS AOS ANTES

de que los seguidores de Gordon arrasasen Londres, una decenade hombres y mujeres cruza el mar. Das antes, el barco ha zar-pado desde la costa de Inglaterra y se dispone llegar a EstadosUnidos, concretamente a Nueva York. La larga travesa es exte-nuante y peligrosa (en aquella poca los barcos zarpaban carga-dos de viajeros, pero no todos llegaban a puerto y el trayectoestaba lleno de misterios, cuentos e historias de terror). Entre elgrupo de viajeros destaca una mujer llamada Ann Lee, a la quetodos llaman Madre Ann.

Se imaginan bestias marinas acechndolos. Barcos car-gados de piratas que los asaltarn y asesinarn.

Cantan al amanecer. Rezan a todas horas.Ann Lee, analfabeta e hija de un herrero de Manchester,

ha tenido una importante revelacin divina: no es necesario es-perar la llegada del Apocalipsis porque este ya ha llegado. Enesta visin ella aparece como el mismo Cristo, aunque bajo laforma de una mujer. A diferencia de Johanna Soutcott, no pre-dica un prximo final de los tiempos. Segn Ann Lee, el Se-gundo Advenimiento, tan esperado por numerosos lderes degrupos religiosos, sectas y sociedades secretas, ya se habra pro-ducido. La Buena Nueva, al anunciar que ella era la Salvadora,le hara encabezar un movimiento comunal mstico, cuyos se-guidores, surgidos en el seno de los cuqueros, recibieron elnombre de Shakers (oficialmente se denominaban SociedadUnida de Creyentes en el Segundo Advenimiento de Cristo) ocomo vulgarmente se les conoca, los Shaking Quakers (Los cu-queros que se agitan).

49


La vida en tierras americanas no fue fcil. Mientras enLondres los protestantes quemaban y destruan iglesias o mo-nasterios, los Shakers fueron perseguidos con dureza nada msllegar a Nueva York, donde abrieron su primer templo y comen-zaron a extender el culto. Si los reaccionarios ingleses sospecha-ban que tras Gordon estaba la mano de espas franceses,interesados en conspirar para extender la revuelta y la sedicin,los Shakers sufrieron una desconfianza similar, siendo acusadosde ser espas britnicos. No ayud que se declarasen firmementepacifistas, porque eso les vali el odio durante la Guerra de laIndependencia. Adems, estaba el hecho, nada ms y nadamenos, de que se enfrentaban al mismo Cristo hecho mujer. Lahostilidad aument. Durante sus giras, padecieron frecuentesataques a manos de los habitantes de pueblos pobres y misera-bles, que tambin quemaron sus carretas. En 1784, exhausta yconvertida en una deidad viviente, Ann Lee falleci tras una deestas agresiones, pero el culto ya se haba extendido y sumadomiles de fieles, todos ellos deseosos de seguir las enseanzas desu mrtir y de vivir el fantstico Apocalipsis terrenal.

Un verano eterno.

Los Shakers en pleno baile ritual.


Los Shakers, tanto en Inglaterra como en Estados Uni-dos, vivan aislados del resto de sus vecinos en enormes granjascomunales. La secta creci enormemente, llegando a contar conseis mil miembros repartidos en una veintena de comunas per-fectamente organizadas. El culto crea en la dualidad de Dios,formada por un elemento masculino y otro femenino, siendoAnn Lee la segunda aparicin de Dios. Tambin cumpla un ri-guroso celibato, crea en la igualdad entre el hombre y la mujer,as como practicaba el comunismo respecto a la propiedad pri-vada.

Los adeptos conectaban con la divinidad por medio deciertos rituales. Unas veces, recitaban rtmica y velozmente citasbblicas, que les provocaban convulsiones, durante las cuales ase-guraban que el cuerpo expulsaba las enfermedades que le ase-diaban. Pero otras veces, se entregaban al acto ms importanteen su vida comunal: la Danza Circular, durante la cual la divini-dad se manifestaba a travs del baile.

La Danza Circular se desarrollaba siguiendo un concretoy calculado ritual. Se formaban cuatro filas compuestas por hom-bres y mujeres que bailaban frenticamente alrededor del crculosacudiendo brazos y piernas. Los potentes cnticos, que se core-aban y gritaban al unsono con frases como Apalea al Diablo!o Tiembla! Cristo est contigo!, atronaban en el interior dela estancia. El frenes desembocaba en violentas convulsiones.Los participantes rodaban por el suelo, arrancndose la ropa.Otras veces ladraban, chillando como si estuvieran posedos eimitando gestos de animales. Eran pruebas de que el demoniose manifestaba e intentaba hacerse con el cuerpo del Shaker. Elritual lograba expulsar al diablo.

La herencia de los cnticos y las composiciones de losShakers se mantuvo a lo largo de los siglos. Las canciones se re-copilaron en hermosos volmenes bellamente encuadernados ylos guardianes de la tradicin oral americana consideraron todoaquello como un valioso ejemplo de la vida de los pioneros. Acomienzos del siglo XX, algunas de aquellas canciones fueronadaptadas e interpretadas por cantantes negros. Luego lleg elrock and roll en medio de una sociedad que lo consideraba unainspiracin del demonio. Durante aquellos primeros conciertos,muchos jvenes fanticos de la nueva msica empezaron a haceralgo parecido a la Danza Circular shaker: sus cuerpos se movancomo llevados por la locura y algunos se convulsionaban. Chicosy chicas se miraban a los ojos y comenzaban a bailar. Frecuente-

51


mente los participantes se distribuan de forma circular por lapista de baile. Los dueos de cines y teatros, incapaces de en-tender todo aquello, interrumpieron numerosos pases de pel-culas o conciertos al creer que aquella conducta (una especie deritual shaker actualizado) era un acto de violencia.

Shake, rattle and roll, el clsico tema de rock and rollescrito en 1954 por Jesse Stone y originalmente grabado por BigJoe Turner, no se populariz hasta que lleg a las manos de BillHalley y, posteriormente, Elvis Presley. Y todos juntos iremosa bailar el rock / Yeah, esta noche / Uuuhhh, esta noche, gri-taba la letra. Agitarse hasta el infinito, en cada calle de cada ciu-dad, en cualquier pas.

El legado shaker continu y se amplific. Se editaron dis-cos y se publicaron estudios sobre el culto. Patty Smith, creyendoser la reencarnacin de la propia Ann Lee (Cristo hecho mujer),vener aquella tradicin musical. No fue la nica. En 1987, labanda R.E.M compuso una cancin titulada Fireplace, in-cluida en su disco Document. Uno de los pasajes de la letra de lacancin, inspirado en Ann Lee, deca: Limpia la pista de baile/ Sacude la alfombra en la chimenea. Y aos despus, Weezerhicieron lo mismo en su cancin The greatest man that everlived (variations on a shaker hymn).

El lenguaje religioso serva de pasadizo histrico. Los violentos choques entre protestantes y catlicos du-

rante los disturbios de Gordon tenan una raz religiosa, perotambin social. La religin, como expresin del poder terrenal,impona un tipo de vida y unos valores a imitar. Oponerse sig-nificaba tener que pelear.

Resulta curioso que uno de los primeros y ms clebresxitos del rock and roll lleve por ttulo esa invocacin a sacu-dir. Existe una grabacin de 1957, justo cuando el rock and rolldaba sus primeros pasos, donde se escucha hablar a Sam Phi-llips, dueo del mtico sello y estudio de grabacin Sun Records,con Jerry Lee Lewis. Phillips parece representar el papel de ilu-sionista: intenta hacer ver a Jerry la fuerza y el poder de la nuevamsica. Jerry estaba absorto, intentando adaptar una cancinreligiosa y apocalptica (Great balls of fire, esto es, Grandiosasbolas de fuego) a un ritmo enloquecido, un gspel reconvertidoen himno generacional. Y entonces, entre los acordes y la trepi-dante msica, se inicia una extraa discusin entre ambos:

52


Sam Phillips: No puedo creerlo.Jerry Lee Lewis: Dios santsimo, grandiosas bolas de fuego!Billy Lee Riley: As es!S.P: No puedo creerlo. J.L.L: Dice Despierta, Por la gracia de Dios! Solo eso! Perocuando se convierte en msica mundana eso es rock and roll.S.P: Lo he estudiado mil veces y mil veces y mil veces y, Jerry, Jerry,si piensas que no puedes hacer el bien, si eres un exponente delrock and rollJ.L.L: Usted puede hacer el bien, seor Phillips, no me malinter-preteS.P: Pero espera, espera y escucha, cuando digo hacer el bienJ.L.L: Usted puede tener un corazn bondadoso!S.P: No quiero decir no digo solo queJ.L.L: Usted puede ayudar a la gente!S.P: T puedes salvar almas!J.L.L: No, no, no!S.P: S!J.L.L: Cmo podra el Diablo salvar almas? De qu est hablando?Llevo al Diablo dentro! Si no fuera as, sera cristiano!S.P: Bueno, puede ser que lo tengasJ.L.L: Jess! Salva a este hombre! l expuls al Diablo y el Diablodice: A dnde puedo ir?. Dice: Puedo entrar en ese cerdo?.Dice: S, entra en l. Qu no entr en l?.S.P: Bueno. Mira, Jerry, la conviccin religiosa no tiene nada quever con el extremismo. Tratas de decirme que vas a tomar la Biblia,que vas a tomar la palabra de Dios y que vas a revolucionar elmundo entero? Escchame bien! Jesucristo fue enviado aqu porDios Todopoderoso. Convenci a toda la gente del mundo, lasalv? Jerry, lo que estoy tratando de decirte es que, si crees en loque ests cantando no tienes ninguna alternativa, adems de Es-cucha!, deJ.L.L: Seor Phillips, no me importa! No es lo que usted cree, eslo que est escrito en la Biblia!

Ah, en ese importantsimo momento en que el rockand roll irrumpa en la cultura de masas, Jerry parece preocu-parse por la suerte de su alma. Johnny Cash, testigo privilegiadode su paso por Sun Records, lo recuerda de esta manera: Jerrydesde luego que se tomaba las cosas en serio. Acababa de dejarla escuela bblica cuando lleg a Sun y tenamos que escucharsus sermones en el camerino. Mayormente trataban de cmo el

53


rock and roll nos arrastraba, a nosotros y a nuestro pblico, alpecado y a la condena eterna. Su contradiccin interna (dese-aba ser un riguroso cristiano y termin convertido en smbolode los gamberros fans del rock and roll) debi quemarlo por den-tro, al menos en apariencia. Lo que Sam Phillips le deca, consu insistencia en interpretar la Biblia, era que el rock and rollpodra ser una poderosa arma para extender la dicha entre losjvenes. Pero Jerry se senta como un traidor a s mismo y, peoran, ante los ojos de Dios. El Diablo en el cuerpo.

Lo sorprendente es esta comunin entre eso demonacoy la msica, o entre la nueva msica y el fervor religioso. El re-gistro es idntico. El rock and roll entra disfrazado. Se habla deun renacimiento, del final de los tiempos en forma de convul-siones y locura. Los intrpretes del rock -escribe el crtico mu-sical Dan Graham- liberan elctricamente las energas anrquicasy provocan que el pblico masivo entre en un trance ritual e hip-ntico, sobre todo cuando tanto los msicos como el pblicoestn bajo la influencia de drogas psicodlicas. Espectculoscomo esos hacen pensar en el xtasis de las reuniones de los Sha-kers y en su bsqueda deliberada del Diablo con el fin de purifi-carse a s mismos y asegurar su comunin con Dios. LosShakers, al bailar juntos siguiendo el comps de la msica y loscnticos, alcanzaban un estado ntimo y secreto de comunidad,compartiendo un saber reservado a unos pocos. Conocan lallave, el modo en que ciertas puertas terminan por abrirse. Es-tallaban salvajemente cuando todo aquello comenzaba a funcio-nar. Esas grandes bolas de fuego eran parte de las visiones detodos los cultos de diversa ndole, que vaticinaban un final fatalque no sera tal: cuando las bolas de fuego se apagasen, res-plandecera un nuevo mundo y los sinsabores pasados seranvagos recuerdos.

Tanto los Shakers, con sus calculados rituales de baile co-lectivo, como los seguidores de Gordon, con su manera gozosade disfrutar de la guerrilla callejera y sanguinaria, eran defenso-res del baile como purgacin y liberacin. Las numerosas alu-siones que testigos, prensa y autoridades hicieron dedeterminados episodios durante 1780 o en disturbios ms con-temporneos, como las revueltas raciales de Watts o Newark,son ejemplos de que el baile ya era otra cosa, que adquira unanueva dimensin. Quizs fue la misma mutacin que la experi-mentada por la generacin del jazz posterior a la Segunda Gue-rra Mundial y que tena su base de operaciones en Harlem. En

54


aquellos tiempos, si el famoso bop era un tipo de baile frenticosurgido a partir del swing, en la jerga pandillera decir bop ser-va para designar una pelea callejera.

Pelear era como bailar. Si observamos los grabados y dibujos que relatan lo su-

cedido en 1780, la escena no parece trgica ni amarga, sino todolo contrario. Los alborotadores haban creado, casi por arte demagia, un curioso juego alqumico. Vistos as, apelotonados, co-rriendo calle abajo, riendo y burlndose, parecan estar viviendoun gran baile colectivo, un gozoso ejercicio de unin y comuni-dad, algo que escasamente se vuelve a reproducir en otros ritua-les (y los disturbios lo son). La atmsfera carnavalesca setransmita entre los participantes, algunos de ellos ataviados conropas robadas a sacerdotes o aristcratas. Bailaban. Las multi-tudes llevaban la escarpela azul, la insignia de la insurreccin,reunindose nuevamente fuera del Parlamento con colores, m-sica, sables y porras. Era una danza desprendida y catica, comosi su banda sonora fuese Dancing in the streets, aquel xitodel grupo de soul Martha and the Vandellas.

Gritando por todo el mundoEstis preparados para un nuevo ritmo?El verano ha llegado y es el momentoDe bailar en calleTambin abajo, en Nueva Orleans,Y arriba, en Nueva YorkSolo necesitamos msica, msica dulceHabr msica en todas partesHabr ritmo, movimiento y discos sonandoBailando en la calle

Oh, no importa lo que lleves puestoSiempre y cuando ests allAs que vamos, agarra a una chica En todos los rincones del mundoHabr baileBailando en la calle

Es una invitacin a toda la nacin Una invitacin para que los amigos se renanHabr risas, canciones y ritmoBailando en la calle

55


Filadelfia, PA Baltimore y DC ahora No podemos olvidar a la Ciudad del Motor Todo lo que necesitamos es msica, msica dulce Habr msica en todas partesHabr swing, bailes, discos sonandoBailando en la calle

Oh, no importa lo que lleves puestoSiempre y cuando ests allAs que vamos, agarra a una chica En todos los rincones del mundo

BailarBailando en la calle Camino de Los ngeles Todos los das.

56

Martha and the Vandellas y su single Dancing in the streets.


La cancin, escrita por Marvin Gaye y editada en 1964,se convirti en el himno de la revuelta de Watts que estall tansolo un ao despus en Los ngeles. Muchos aos despus,David Bowie hizo una versin de aquella cancin, pero incluyalgunos puntos calientes del mapa mundial. Junto a las ciudadesamericanas, apareca la Unin Sovitica o China. Hasta all,pens Bowie, se deba llevar el baile salvaje y la llamada a unainsurreccin total.

Dancing in the streets sonaba en los aparatos de radiode todo el pas y aquel conjunto de chicas negras se coloc a lacabeza de las listas de ventas. De pronto, los negros compren-dieron de qu iba aquella cancin, porque lo que no deca laletra era quizs lo ms importante; no hablaba de bailar hastadesfallecer, sino de tomar, sentir, solidarizarse, hablar de locomn y de lo colectivo. Reclamaban su derecho a existir. Loschicos sugirieron que habra baile en la calle Avalon con la 116[]. El sonido rompedor de Martha and the Vandellas reventlas calles, confes un testigo de la revuelta de Watts. Aquel sen-timiento tambin pudo verse durante el histrico festival Watts-tax, celebrado en Los ngeles en 1972. Ms de cien milpersonas, muchas de las cuales entraron gratis al saltar las vallas,se concentraron para escuchar a decenas de bandas afroameri-canas, incluido un discurso del reverendo Jesse Jackson.

El lema elegido era evidente. Watts solo poda rememo-rarse bailando. Era como volver a casa, al origen de todo. Peroen realidad se bailaba dos veces (una durante la revuelta y otraen su rememoracin) y los frenticos bailes de miles de negrosal ritmo de Rufus Thomas -aquel antiguo humorista y disc-joc-key- y su Do The Funky Chicken as lo atestiguan. Los msicosno solo deban ser msicos y los disc-jockeys tampoco podanser solo disc-jockeys. En el tema de Martha and the VandellasHeatwave el deejay se vea obligado a hablar sin cesar a la au-diencia porque al comenzar sonaban dieciocho compases en queMartha Reeves no cantaba. Los vacos se llenaban y las ondastransmitan un puado de palabras y sentimientos que viajabanhasta el gueto, al interior de las casas miserables y hasta de losmismos cuerpos de quienes las habitaban.

El baile era un aviso, el primer movimiento de una piezams larga. Las autoridades, desde finales de los cincuenta,cuando los chicos comenzaban a bailar levantndose de susasientos, obligaban a desconectar los amplificadores. La existen-cia de barreras incitaba a los fans a transgredirlas, ya fuese la pro-

57


hibicin de levantarse de las butacas o saltar la valla del escena-rio. El control tena que ser total y el disturbio lo opuesto a esecontrol. Durante un concierto de los Rolling Stones en Vancou-ver, por ejemplo, la polica exigi tener el control absoluto sobrela iluminacin, el volumen o el decorado. Fue la primera vezque se vio a operarios de luz y sonido como agentes del orden.El jefe de polica desaprovech una magnfica oportunidad parapresentarse ante los oyentes como un hombre culto y no comoun censor del nuevo sonido (la peligrosidad del baile se remon-taba mucho tiempo atrs, como mnimo al ao 1278, cuandoen la ciudad de Utrecht doscientas personas empezaron a bailarsobre el puente del ro Mosela hasta que este se desplom, aho-gndolos a todos). Ningn blanco podra seguir los pasos debaile que desprenda el bueno de Rufus Thomas y su Do TheFunky Chicken. Ningn blanco se encontraba conectado a eso.Los fans blancos de gente como Elvis o Jerry Lee Lewis movan,giraban y meneaban sus culitos muertos -dira el dirigente blackpanther Eldridge Cleaver- como zombis petrificados que intenta-sen recuperar el calor de la vida, reavivar los miembros muertos,el culo fro, el corazn de piedra, las articulaciones tiesas, mec-nicas y en desuso, con la chispa de la vida.

En los disturbios siempre hay algo carnavalesco y pro-fano. Hemos dicho que los seguidores de Gordon paseaban dis-frazados de curas, pero quien pareca estar disfrazado era elpropio Burke y no sus perseguidores. Con aquel amenazanteMirad, un jesuita disfrazado! comprendi que tena un dobleproblema. La solucin a ese problema era igual de trgica: si loreconocan, a buen seguro que los manifestantes lo lincharan,y en caso de que no lo hicieran, pensaran que se trataba real-mente de un jesuita, por lo que tambin sera linchado. Quizsnos hallemos ante la ltima burla del ejecutor frente a su vc-tima, que se sabe perdida y vulnerable. Sea como fuere, lo nicoque poda hacer Burke era correr y correr. En el acto de correrpor la calle hay una expresin de espanto. Es la precipitacinque imita el gesto de la vctima de sortear el precipicio. La pos-tura de la cabeza, que quiere mantenerse arriba, es la del que seahoga, y el rostro crispado imita la mueca del tormento, nosdice Adorno.

Esta fue la imagen de Burke.

58


Servando Rocha- La Faccion Canibal. Historia Del Vandalismo Ilustrado- Frag

Documents

Transcript of Servando Rocha- La Faccion Canibal. Historia Del Vandalismo Ilustrado- Frag