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Región de América Latina y el Caribe Documento de Trabajo No. 2 sobre Desarrollo Sostenible Serie: Programa de Paz Urbana Marco Conceptual para la Reducción de la Violencia Agosto de 1999 Caroline Moser Banco Mundial Región de América Latina y el Caribe Dirección Sectorial para el Desarrollo Social y Ecológicamente Sostenible

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Región de América Latina y el Caribe Documento de Trabajo No. 2 sobre Desarrollo Sostenible

Serie: Programa de Paz Urbana

Marco Conceptual para la Reducción de la Violencia Agosto de 1999

Caroline Moser Banco Mundial Región de América Latina y el Caribe Dirección Sectorial para el Desarrollo Social y Ecológicamente Sostenible

Documento de Trabajo No. 2 de LCR sobre Desarrollo Sostenible Serie: Programa de Paz Urbana

Marco Conceptual para la Reducción de la Violencia

Agosto de 1999

Caroline Moser

Banco Mundial Región de América Latina y el Caribe

Dirección Sectorial para el Desarrollo Social y Ecológicamente Sostenible

Las opiniones expresadas en este documento son atribuibles a sus autores, y no reflejan necesariamente la posición ni las políticas oficiales del Banco Mundial.

Esta serie de documentos de trabajo es producida por la Dirección Sectorial (SMU) para el Desarrollo Social y Ecológicamente Sostenible (con John Redwood como Director Interino) de la Oficina Regional de América Latina y el Caribe del Banco Mundial.

Se pueden obtener copias adicionales de este documento directamente con los autores o con el Asistente de Proyectos de LCSES Peter Brandriss ([email protected] o en el teléfono No. 202-473-9379).

Fotografías de la portada (de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo):

Sao Paulo, Brasil —Francis Dobbs Trujillo, Perú —Peter Brandriss Tegucigalpa, Honduras —Peter Brandriss Ciudad de Guatemala, Guatemala —Cathy McIlwaine Ciudad de Guatemala, Guatemala —Cathy McIlwaine Fondo: La Paz, Bolivia —Curt Carnemark

Contenido

Prefacio......................................................................................................................... v

1. Introducción........................................................................................................... 1

2. Importancia de un marco conceptual para la reducción de la violencia ......... 1

3. Categorización de la violencia: Distinción entre violencia política, económica y social......................................................... 2 Limitantes encontrados en la categorización de la violencia 2 Tipologías de la violencia en América Latina 4 Una nueva categorización de la violencia 4

4. Causas de la violencia: Modelo integrado de causalidad .................................. 6

5. Costos de la violencia: La erosión del capital social de la sociedad y de los activos relacionados con el mismo................................. 8 Capital físico 8 Capital humano 9 Capital social 9 Capital natural 11

6. Marco integrado de las intervenciones.............................................................. 11 Enfoques de las políticas actuales 12 Elaboración de un marco integrado de las intervenciones:

La Estrategia Nacional para la Paz y el Desarrollo de Colombia 14 Principios básicos de una Estrategia Nacional para la Paz y el Desarrollo de Colombia 14 Componentes de la Estrategia Nacional para la Paz y el Desarrollo de Colombia 15

7. Comentarios finales............................................................................................. 16

Anexo: Perspectivas de la causalidad de la violencia desde diferentes disciplinas ...17

Bibliografía ................................................................................................................ 19

Recuadros 1. Tipos de violencia identificados en Jamaica 3 2. Cuatro clases de capital y sus activos relacionados 9

Tablas 1. Categorías de violencia 5 2. Diferentes enfoques de políticas sobre intervenciones para reducir la violencia 13 3. Estrategia Nacional para la Paz y el Desarrollo de Colombia (Propuesta):

Ejemplos de diferentes intervenciones 15

Ilustraciones 1. Un modelo integrado de la causalidad de la violencia 7 2. El modelo integrado de la causalidad de la violencia aplicado a la violencia de las pandillas 7

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Prefacio

El presente trabajo forma parte de una serie de documentos producidos por el Programa de Paz Urbana de la Dirección Sectorial (SMU) para el Desarrollo Social y Ecológicamente Sostenible (LCSES), de la Región de América Latina y el Caribe. El Programa de Paz Urbana recibe una financiación conjunta del Banco Mundial y la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional (SIDA). El programa se centra en la dinámica propia de la violencia en América Latina y el Caribe, sus efectos en las comunidades pobres y el desarrollo de estrategias multisectoriales apropiadas para reducir la violencia, lo cual a su vez contribuiría a promover la paz y el desarrollo.

A lo largo y ancho de la región la violencia ha surgido como un problema significativo de índole económico, de bienestar social, de salud y de gobernabilidad. No sólo ha cobrado importancia en países que experimentan conmoción política, como Colombia y Perú, sino también en las sociedades de transición entre la guerra y la paz, como Guatemala, El Salvador y Nicaragua, en los que permanecen elevados los niveles de criminalidad y violencia. La criminalidad y la violencia desgastan el capital físico, humano, natural y social, minan el clima de las inversiones y agotan la capacidad del Estado para gobernar. A la violencia, antes considerada un problema de patología delictiva o de derechos humanos, hoy en día se le reconoce como un problema de naturaleza macroeconómica.

Estos estudios sintetizan la información generada durante una etapa de actividades del Programa de Paz Urbana. Asimismo constituyen una contribución a la creciente infraestructura de información del Sistema de Administración de Conocimientos del Banco Mundial en el área del Desarrollo Social.

Los documentos se publican a través de la serie de Documentos de Trabajo sobre Desarrollo Sostenible de LCR, producidos por LCSES. Dicha serie busca compartir los resultados del trabajo analítico y operativo, presentar los hallazgos preliminares y describir “las mejores prácticas” referentes a los asuntos más importantes relacionados con el desarrollo sostenible que enfrenta la región. Los hallazgos, interpretaciones y conclusiones expresados en estos documentos pertenecen enteramente a sus autores y no deben atribuirse al Banco Mundial ni a los miembros de su Junta Directiva ni a los países representados en ellos.

John Redwood Director Interino Dirección Sectorial para el Desarrollo Social y Ecológicamente Sostenible Región de América Latina y el Caribe Banco Mundial

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1. INTRODUCCIÓN

La violencia, en el orden mundial, ha surgido como un problema significativo de índole económica, de bienestar social, de salud y de gobernabilidad. La criminalidad y la violencia ejercen un efecto adverso en el capital físico, humano, natural y social, socavan el clima de las inversiones y agotan la capacidad de gobernar de las instituciones del sector público. A la violencia, antes considerada un problema de patología delictiva o de derechos humanos, hoy en día se le reconoce como un problema de desarrollo macroeconómico (Ayres, 1998).

La globalización de la criminalidad a través de fenómenos tales como las redes delictivas internacionales ha disminuido la importancia de las fronteras entre naciones ante el problema de violencia (Castells, 1998). No obstante, los indicadores de violencia como el homicidio, la victimización criminal y la violencia doméstica, revelan que los niveles de violencia varían ampliamente entre diferentes localidades, países y regiones. La región latinoamericana y del Caribe muestra las más altas tasas de homicidio y victimización criminal del mundo —varias veces superiores a las de Asia, Europa y Oceanía (Rosenberg, 1998; UNICRI, 1995; UNCHS, 1996). En América Latina esta violencia se manifiesta no sólo en países que experimentan convulsión política, como Colombia y Perú, sino también en las sociedades de transición de la guerra a la paz, como Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Investigaciones recientes dan a entender que la creciente desigualdad en las áreas urbanas en países tales como Ecuador, Jamaica, México y Venezuela también ha aumentado los niveles de violencia juvenil, pandillera y comunitaria (Moser, 1996). Al mismo tiempo la renovada visibilidad de la violencia familiar en toda la región, indica que las tasas predominantes de maltrato doméstico se mantienen elevadas (Gómez Gómez, 1993).

Las consecuencias macroeconómicas de las altas tasas de violencia comprenden un debilitamiento de la confianza de los inversionistas, lo cual les acarrea consecuencias potencialmente graves a las ciudades que dependen de proyectar su imagen como, por ejemplo, Kingston y Río de Janeiro, además de costos crecientes en cuanto a la seguridad del sector privado en los sectores industrial y comercial. La violencia también afecta la situación de las fábricas y empresas, con implicaciones en cuanto a su planificación espacial. Hay fuentes que calculan que países como Colombia invierten hasta un 15 por ciento del PNB en medidas de seguridad; en Colombia el crimen violento como negocio genera el 7 por ciento del PNB (Kalmanovitz, 1990; Colombia, 1997). Al nivel micro, la violencia socava los recursos de los pobres, en particular la mano de obra, el capital humano, los activos productivos tales como la tierra y la vivienda, como también el capital social. En definitiva, sin embargo, la violencia afecta a todos los niveles de la sociedad en muchos países en desarrollo en los que las exigencias crecientes de participación política democrática, las ganancias económicas y la seguridad personal se ven frustradas por el incremento en los niveles de violencia.

2. IMPORTANCIA DE UN MARCO CONCEPTUAL PARA LA REDUCCIÓN DE LA VIOLENCIA

Como respuesta al dramático interés que hay, más y más creciente, en la región más violenta del mundo, la de América Latina y el Caribe, varias instituciones ha intentado abordar las manifestaciones, causas e impactos de la violencia en esta región. Dichos esfuerzos, basados en disciplinas diferentes y enfocados en sectores tales como la justicia penal, la salud, el bienestar social y el desarrollo comunitario, han tenido un grado de éxito relativo. Las definiciones deficientes de la violencia y la falta

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de una estructura integradora han demostrado ser grandes limitantes del éxito en dichos empeños. La fragmentación de los conocimientos y del entendimiento han socavado gran parte del trabajo realizado hasta ahora. Esto ha perjudicado la formulación de políticas y el diseño de programas y, en últimas, les ha hecho daño a los menos favorecidos, cuyas estrategias para enfrentar esos problemas no son suficientes para mitigar los efectos de la violencia en sus vidas.

Diferentes disciplinas académicas y profesionales han propendido por formular definiciones disímiles de la violencia y de aplicarlas operacionalmente en una variedad de formas. De esta manera, aunque hay muchas actividades relacionadas con proyectos que abordan el problema de la violencia, no hay ni bastante intercomunicación ni suficiente reconocimiento, por parte de los actores, de la contribución directa que cada uno de ellos presta al entendimiento holístico, o a la reducción global, de la violencia. La recopilación de experiencias es escasa; la información existente es fragmentada y rara vez se combina de manera que pueda suministrar información sobre políticas, investigaciones o intervenciones. Un ejemplo de lo anterior es el problema del género, que raramente sale a flote, salvo cuando se trata el tema de la violencia familiar. Tanto las agencias donantes como las instituciones dedicadas a la investigación tienden a girar alrededor de estos fundamentos históricos, con lo cual se perpetúa la desarticulación del campo de “violencia y desarrollo”.

Debido a que la violencia es un problema social, económico y político complejo, su solución exige estrategias integradas en todas las comunidades y naciones afectadas, y basadas en un marco conceptual que incluya una comprensión holística de las causas e impactos de la violencia y de las posibles intervenciones para reducirla. Este documento presenta un marco conceptual preliminar para ayudar a los forjadores de políticas, planificadores y comunidades a conceptualizar el tema de la violencia y desarrollar iniciativas sostenibles para la paz.

La sección 3 del trabajo trata de las definiciones operacionales de la violencia y presenta una forma de categorizarla. La Sección 4 propone un marco integrado de la causalidad de la violencia. La Sección 5, por su parte, examina cómo la violencia puede socavar los diferentes tipos de capital y sus recursos relacionados. La Sección 6 ofrece enfoques diferentes de las intervenciones más comúnmente utilizadas para prevenir la violencia y emplea una propuesta del Banco Mundial para la reducción de la violencia en Colombia con el fin mostrar un marco de las intervenciones y fomentar la reducción de la violencia conjuntamente con la paz y el desarrollo. La Sección 7 resume los componentes de la reducción eficaz de la violencia que se han identificado en las secciones 3 a 6.

3. CATEGORIZACIÓN DE LA VIOLENCIA: DISTINCIONES ENTRE VIOLENCIA POLITICA, ECONÓMICA Y SOCIAL

Categorizar la violencia es un primer paso crucial hacia la comprensión sistemática de la violencia y el desarrollo de iniciativas sostenibles de su reducción conjuntamente con la paz. Cualquier intento por categorizar la violencia enfrenta tres limitantes principales:

Limitantes de la categorización de la violencia

• El tema de la violencia es de una gran complejidad y además es específico dentro de un contexto particular. Por ejemplo, en un estudio participativo reciente realizado en una región urbana de Jamaica, los residentes locales mencionaron 19 tipos of violencia, que incluyen,

Marco conceptual para la reducción de la violencia 3

además de las disputas políticas, las relacionadas con drogas y pandillas, así como las económicas, interpersonales y domésticas (ver Recuadro 1).

• Las tasas de violencia percibidas el bienestar de los ciudadanos afectan en forma negativa, incluso cuando esta información no se confirma con pruebas estadísticas. Encuestas de opinión pública en Uruguay y Costa Rica, países con niveles relativamente bajos de delitos violentos, indican que los ciudadanos de estos países creen que la tasa de violencia es mucho más alta de lo que realmente lo es. Su riesgo de victimización por la violencia no es proporcional a los niveles medidos de homicidio y agresión física. Esta disparidad puede ser explicada en parte por la utilización del homicidio como medida primaria o única de la violencia y, en parte, por el hecho de que las percepciones pueden reflejar una preocupación por los robos, agresiones y disputas domésticas, tipos de violencia que por lo regular se reportan en menor proporción.

• Las prioridades de la comunidad con respecto a la importancia de las diferentes categorías de violencia pueden diferir de las prioridades de los políticos o de quienes formulan las políticas. El estudio de Jamaica, por ejemplo, mostró que el gobierno considera que la violencia política, caracterizada como la práctica de los candidatos políticos de armar a las bandas juveniles para aterrorizar a los votantes, es el problema de violencia más crítico que enfrenta la población urbana de menores recursos. No obstante, las comunidades locales resaltaron otros tipos de violencia; a través de metodologías participativas estas comunidades identificaron la violencia interpersonal, “las peleas de pickneys”, las “disputas entre amigas” y las “disputas entre inquilinos”, como el tipo de violencia más propagado, y la violencia de pandillas como el tipo de violencia con el impacto más grave en la comunidad.1 La experiencia jamaiquina muestra la urgencia de incorporar ciertas herramientas de evaluación de las necesidades de la comunidad y metodologías participativas en la priorización de la importancia de las diferentes categorías de violencia, con las implicaciones correspondientes en el plan de políticas y en las intervenciones a nivel de proyectos.

Recuadro 1. Tipos de violencia identificados en Jamaica

Política Política Mercenarios

De drogas Drogas Cocaína

De pandillas Peleas de pandillas Reyertas por armas de fuego Cuchillos/botellas/piedra

Económica Robos de casas Hurtos/robos Contratos

Interpersonal Violaciones Maltrato verbal Maltrato físico Disputas de inquilinos Peleas de “Pickneys” Disputas entre amigas Disputas por mujeres

Doméstica Hombre-mujer Adulto-niño

Fuente: Moser y Holland, 1997.

1. Las “peleas de Pickneys” son las que se dan entre dos adultos no emparentados (por ejemplo, entre vecinos)

cuyos hijos se pelean entre sí. Por su parte, las “disputas entre amigas” corresponden a la violencia entre dos mujeres que se sienten atraídas por el mismo hombre. La “disputa de inquilinos” es la violencia que ocurre entre arrendatarios —por ejemplo, cuando compiten por el acceso al agua.

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Un primer paso importante que se debe dar con el fin de abordar estos desafíos consiste en aclarar la complejidad de la violencia, pero sin simplificar demasiado el concepto. Cualquier categorización resulta estática por su misma naturaleza. En la práctica la violencia existe a lo largo de un espectro con nexos importantes en los cuales los diferentes tipos de violencia se refuerzan entre sí. La categorización de la violencia propuesta para el marco conceptual que se presenta en este trabajo, va precedido de una breve revisión de la evolución del pensamiento acerca de las tipologías de violencia en América Latina.

Tipologías de la violencia en América Latina

Expertos colombianos, en un empeño por categorizar la violencia que azota a su país, primero distinguieron la violencia rural (la violencia del monte) de la urbana (violencia callejera) para tratar los tipos de violencia que por lo general se limitaban, en ese entonces, geográficamente (Deas, 1998). Ellos agregaron categorizaciones más especificas para distinguir la violencia que ocurre en entornos privados (como la violencia en la casa) de la violencia en el espacio público (la violencia callejera) (Jimeno y Roldán, 1996). Definieron otra dicotomía entre la violencia “política” y la “no política” (o “social”) con una tendencia a dar énfasis a la violencia política y redujeron el estudio de la violencia no política. El reconocimiento del predominio y complejidad de la violencia no política ha hecho de esta dicotomía algo demasiado simplista. Los expertos en violencia (“violentólogos”) hoy suelen distinguir entre violencia “política, delincuencial e interpersonal” (Rozenthal, 1998) o entre “violencia política, delictiva y social” (Chernick, 1998). Sin embargo, estas tipologías carecen de una congruencia conceptual y no reconocen los papeles desempeñados por los actores sociales que emplean la violencia para lograr un objetivo ni las motivaciones que los animan.

Otras categorizaciones latinoamericanas recientes de la violencia comprenden la violencia “política, económica e intrafamiliar” (Carrión, 1994), la distinción del Banco Interamericano de Desarrollo entre violencia delincuencial y social al nivel del individuo, del hogar y de la comunidad (Buvinic, Morrison y Shifter, 1998) y el reciente trabajo realizado por sociólogos brasileños sobre la violencia institucional, que se centra en el papel de los “actores sociales” que buscan perpetuar la violencia para mantener su poder (Pinheiro, 1998).

Una nueva categorización de la violencia

Con base en el trabajo de los expertos en violencia realizado en Colombia y en otros lugares, este documento propone dividir la violencia en tres categorías: política, económica y social, cada una de ellas identificada según la manera como se utilice la violencia, en forma consciente o inconsciente, para ganar o mantener el tipo de poder del caso. En la Tabla 1 se resumen algunos de los tipos comunes de violencia correspondientes a cada categoría, en términos que son deliberadamente amplios y no necesariamente excluyentes entre sí.2

2. Estas categorías no son excluyentes en cuanto a los actos violentos cometidos, porque el mismo acto violento

puede ser cometido por diferentes razones. Un grupo guerrillero puede secuestrar a un funcionario local para emitir una declaración política y el mismo grupo puede secuestrar a un hacendado acaudalado para generar ingresos. Un joven pandillero puede cometer un robo como un rito de iniciación dentro de su grupo de camaradas; otro joven puede robar por dinero y ser violento al nivel interpersonal, un hombre que golpea a su esposa o unos vecinos que se baten en una discusión hostil constituyen un problema de dominio social.

Marco conceptual para la reducción de la violencia 5

Tabla 1. Categorías de violencia

Categoría Definición Manifestación

Política La comisión de actos violentos, motivada por un deseo, consciente o inconsciente, de obtener o mantener el poder político.

Conflicto guerrillero; conflicto paramilitar; asesinatos políticos; conflicto armado entre partidos políticos.

Económica La comisión de actos violentos, motivada por un deseo, consciente o inconsciente, de obtener ganancias económicas o de mantener el poder económico..

Delitos callejeros; robo de vehículos; robos y hurtos; narcotráfico; secuestros y asaltos relacionados, perpetrados durante la comisión de delitos económicos.

Social La comisión de actos violentos, motivada por el deseo, consciente o inconsciente, de obtener ganancias sociales, o de obtener o mantener el poder social.

Violencia interpersonal, tal como la infligida a cónyuges e hijos; abuso sexual a mujeres y niños; disputas en las que se pierde el control.

Establecer una categorización que distinga entre violencia política, económica y social es sumamente útil por varias razones. Primero que todo, permite emplear enfoques integrados, tanto conceptuales como operacionales, que reconocen los nexos existentes entre las dinámicas de los diferentes tipos de violencia. Esto ayudará a quienes formulan las políticas y dirigen los proyectos a apreciar los impactos y causas de la violencia de una manera holística y, de esta manera, pasar de intervenciones individuales tendientes a reducir la violencia a estrategias integradas que buscan una paz sostenible.

En segundo término, esta categorización destaca la necesidad de utilizar enfoques dirigidos a reducir la violencia, basados en las diferentes motivaciones de los perpetradores de la misma. Por ejemplo, en Colombia la violencia de motivación política requiere de una paz negociada para abordar los motivos políticos de la guerrilla, por una parte y, por otra, la generación de empleo para los combatientes desmovilizados, teniendo en cuenta las dimensiones económicas que implica pertenecer a un grupo guerrillero. Los problemas económicos relacionados con el narcotráfico han complicado la búsqueda de la paz; a menudo la guerrilla acostumbra emplear tácticas generadoras de ingresos como la “imposición de contribuciones” a los traficantes de la droga para lograr su estabilidad financiera. Sin embargo, sin una paz negociada, los esfuerzos por eliminar la producción de cocaína no eliminarán las fuerzas guerrilleras, que encontrarán otros medios para apoyar su violencia de motivación esencialmente política. La violencia contra las mujeres es otro ejemplo cuyas causas y motivaciones esenciales deben ser tratadas. Si bien la independencia económica a través de la creación de trabajo puede ayudar a algunas mujeres vapuleadas, no ataca la causa primordial de esta violencia, cual es la subordinación del género por razones sociales. Esta disparidad explica por qué muchas mujeres maltratadas son de clases media que cuentan con empleo y educación.

En tercer lugar, este marco ayuda a explicar por qué las intervenciones para reducir un determinado tipo de violencia pueden no surtir resultados en otros tipos de violencia. La reducción en una clase de violencia puede ir acompañada de aumentos en otra. Por ejemplo, mientras que en la Ciudad de Nueva York a los programas de policía comunitaria se les ha atribuido la disminución de los delitos económicos en un 43 por ciento en las tasas de delitos económicos, los informes de brutalidad policíaca(un problema de tipo social) en la misma ciudad han aumentado en un 41 por ciento. Luego de los acuerdos de paz en El Salvador y la correspondiente reducción en la violencia política, en este país se aumentaron las tasas de

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homicidios y delitos económicos. Por ejemplo, el número de muertes violentas en 1994 fue de 9.135 y, pese a que descendieron a 8.047 en 1996, no obstante superaron el promedio anual de 6.000 muertes violentas anuales de la guerra civil (Pearce, 1998). De modo semejante, en Sudáfrica las estadísticas de la policía muestran que los crímenes violentos han aumentado sustancialmente durante la transición democrática del sistema de apartheid al nuevo, en especial a partir de 1990 y, particularmente en las cifras de asesinatos y violaciones (Louw, 1997).

4. CAUSAS DE LA VIOLENCIA: MODELO INTEGRADO DE LA CAUSALIDAD

La violencia no sólo es un tema complejo por las diferentes categorías en que se divide, sino también por su multiplicidad de causas. La evidencia empírica muestra que no todas las personas son igualmente violentas, que los niveles de conflicto violento varían entre distintas comunidades y que los grados de tolerancia hacia la violencia difiere en los diversos sectores de la sociedad. Las circunstancias relacionadas con el individuo, la familia, la comunidad y, en general, el gran contexto nacional juegan un papel importante en la consumación de los actos violentos, así como en la victimización.

Pese al cúmulo de información descriptiva que hay sobre la violencia, los análisis teóricos de sus causas específicas son limitados y fragmentarios. Las teorías acerca de sus factores determinantes tienden a reflejar la disciplina profesional que enmarca el debate y, por consiguiente, se suelen encontrar fraccionadas y desarticuladas entre sí, con lo cual se conserva el entendimiento unidimensional de este fenómeno (ver Anexo).

Sin pretender ser demasiado determinista, esta ponencia busca combinar las diversas teorías de causalidad, adoptando a un modelo integrado que identifica cuatro niveles diferentes de la causalidad de la violencia: el estructural, el institucional, el interpersonal y el individual (ver Figura 1). Este modelo reconoce el papel de mutuo refuerzo que juegan los diversos factores a diferentes niveles de causalidad. Acudiendo al “modelo ecológico” busca demostrar que, aunque no hay ningún nivel ni causa única que determine o explique enteramente la violencia, cuando se combina con una o más variables causales adicionales, puede provocar una situación en la que se presenta algún incidente de violencia.3 Las aplicaciones de este modelo no se reducen necesariamente a una sola manifestación de violencia ni deben concentrarse primordialmente en factores de incentivación o de riesgo para la victimización o la consumación de la violencia. El modelo integrado es lo bastante flexible como para identificar los aspectos predeterminantes de la violencia política, económica y social sin reducir el análisis a la evaluación de una sola causa de un solo tipo de violencia. La Figura 2 ilustra la aplicación del marco referente a la violencia de las pandillas (Moser y van Bronkhorst, 1999).

3. El “modelo ecológico”, utilizado por primera vez para explicar el desarrollo humano (Bronfenbrenner, 1977), ha

sido empleado por los investigadores del tema de la violencia para esclarecer la compleja causalidad del maltrato infantil (Belsky, 1980), el hostigamiento sexual (Brown, 1995) y la violencia doméstica (Heise, 1998). El modelo ecológico es un marco de múltiples niveles que incorpora factores tanto individuales (biofísicos, psicológicos y sociales) como externos, todos los cuales actúan sobre el individuo.

Marco conceptual para la reducción de la violencia 7

ar, las

Figura 1. Modelo integrado de la causalidad de la violencia

Individual InterpersonalEstructural Institucional

La estructura política, económica y social así como la política ambiental al nivel macro, incluidas las opiniones, creencias y normas culturalespropagadas en la sociedad

Instituciones formales e informales, junto con el capital social relacionado con ellas, en lugares de trabajo y comunidades; las redes sociales y los grupos de identidad en los que se amalgaman las relaciones interpersonales

Contexto inmediato en que el que tiene lugar la violencia; interacciones entre individuos; factores circunstanciales que involucran a la familia, el hogrelaciones íntimas o las amistades

Historia personal y constitución biofísica; factores ontogenéticos del desarrollo de un individuo, tales como su personalidad, que conforman las respuestas a aspectos generadores de tensiónes interpersonales e institucionales

Figura 2. Modelo integrado de la causalidad de la violencia, aplicado a la violencia de pandillas

Individual InterpersonalEstructural Institucional

Impunidad; racismo; legitimización de la violencia como medio de resolver conflictos

Sistema educativo deficiente; presencia de pandillas en la comunidad; falta de oportunidades de empleo; disponibilidadde armas de fuego

Miembro de la familia que pertenece a una pandilla; familia disfuncional o violenta; asociaciones de compañeros delincuentes

Baja autoestima; deseo de adquirir un estatus; codicia

8 Documento de trabajo No. 2 de LCR sobre desarrollo sostenible

5. COSTOS DE LA VIOLENCIA: LA EROSIÓN DEL CAPITAL SOCIAL DE UNA SOCIEDAD Y DE SUS ACTIVOS RELACIONADOS

Los costos económicos y sociales de la violencia constituyen una carga para todos los miembros de la sociedad. En el contexto del deterioro macroeconómico —con inflación, desempleo y déficit fiscal crecientes— así como la preocupación pública sobre la relación entre la inseguridad económica, el delito y la violencia, es importante comprender estos costos —tanto directos como indirectos— en varios niveles.

Los costos directos de la violencia, al igual que las pérdidas relacionadas con ésta, representados en muertes, invalidez y “transferencias” ocasionadas por los delitos a la propiedad, pueden medirse como porcentajes del PNB o del PIB. Esto no necesariamente implica que el PIB hubiera aumentado en la misma proporción si no hubiesen ocurrido dichas pérdidas. Sin embargo, pese a varias décadas de investigación por parte de los economistas, las pérdidas continúan siendo difíciles de medir, teniendo también en cuenta los debates que genera el tema de la precisión de las diferentes estimaciones de los costos. En lo metodológico quedan aún múltiples desafíos. En muchos contextos las valoraciones de los gastos relacionados con la policía, la justicia, el sistema penal e incluso las fuerzas armadas, se ven limitadas por serios problemas de acceso a la información.

Si bien las medidas exactas de los costos de la violencia son un aspecto crucial, la evaluación de los impactos de la violencia en el capital de un país, es decir, en su cúmulo de activos, también puede facilitar una mejor comprensión del verdadero precio de la violencia. Al identificar los costos de los altos niveles de violencia sostenidos en una sociedad, conviene considerar los eslabones que hay entre la vulnerabilidad y la propiedad de los recursos. Mientras más recursos puedan adquirir los individuos, hogares y comunidades, de mejor manera éstos los manejarán y quedarán menos sujetos a la vulnerabilidad. Por el contrario, mientras más erosionados se encuentren sus recursos, mayor será su inseguridad y, por consiguiente, su grado de pobreza. Este documento distingue cuatro tipos de capital: físico, humano, social y natural, cada uno de ellos con diversos recursos relacionados (Recuadro 2).4 Es conveniente destacar algunas de las formas principales como la violencia socava estos tipos de capital.

Capital físico

• Los sectores de la banca y el tesoro nacional se pueden ver afectados —así sea en forma indirecta— por la violencia ilegal vinculada, por ejemplo, a la industria de las drogas. Las bandas de traficantes de estupefacientes generan enormes cantidades de dinero en efectivo que, para ser utilizado, debe pasar por la banca internacional o los canales comerciales legales.

• Los costos económicos con frecuencia están relacionados con ataques violentos a la infraestructura —por ejemplo, a las instalaciones eléctricas, vías, aeropuertos e instalaciones petroleras.

• Cuando las instituciones policiales y judiciales son débiles, la seguridad privada es un fenómeno creciente en las zonas tanto urbanas como rurales que incrementan los costos de producción del sector privado.

4. Esta parte se basa en trabajos recientes sobre el desarrollo sostenible en lo económico, ambiental y social

(Serageldin y Steer, 1994; Serageldin, 1996) así como en el marco de la vulnerabilidad de los recursos (Moser, 1996, 1998).

Marco conceptual para la reducción de la violencia 9

Recuadro 2. Las cuatro clases de capital y sus activos relacionados

El capital físico (también conocido como capital producido o capital elaborado por el hombre) comprende todos los recursos productivos tales como fábricas, equipos e infraestructura, entre otros, de propiedad de personas individuales, del sector empresarial o del país mismo. El capital físico incluye aquellos activos que por lo general forman parte del rubro financiero y económico en la contabilidad.

El capital humano comprende la inversión en educación, salud y nutrición de la población. La mano de obra es uno de los aspectos relacionados más importantes de la inversión en capital humano; el estado de salud determina la capacidad de las personas para trabajar, de la misma forma como las habilidades y el grado de educación determinan las utilidades que se derivan de su trabajo.

Como capital social se define el conjunto de reglas, normas, obligaciones, reciprocidad y confianza que está inmerso en las relaciones y estructuras sociales, así como en las disposiciones institucionales de las sociedades, que les permiten a sus miembros alcanzar sus objetivos tanto individuales como comunitarios. El capital social está sumido en las instituciones sociales al nivel microinstitucional —comunidades y hogares— y se refiere asimismo a las normas y reglas que rigen las institucionales formales del mercado, el sistema político y la sociedad civil.

El capital natural incluye las existencias de activos proporcionados por el entorno, tales como el suelo, la atmósfera, los bosques, minerales, aguas y humedales. En las comunidades rurales la tierra es un activo productivo esencial para los pobres, mientras que en las zonas urbanas la tierra para la vivienda también constituye un activo productivo de crucial magnitud.

Fuente: Moser, 1996, 1998; Narayan, 1997; North, 1990; Olson, 1982; Serageldin, 1996.

Capital humano

• La violencia reduce el acceso a la educación y a los servicios de salud, así como la calidad de éstos. Los docentes o trabajadores de la salud son amenazados, atacados e incluso muertos —lo cual ocasiona el abandono de las escuelas y puestos de salud.

• Las tasas de deserción escolar pueden aumentar por causa de la violencia en los barrios —que puede ser el resultado de los conflictos o escándalos familiares, la presencia de pandillas, el uso de drogas y la prostitución. Las tasas de deserción también están relacionadas con la violencia o el maltrato domésticos (así como con el alcohol o el uso de drogas en la familia).

• Las tasas de deserción en la educación nocturna van en aumento debido al temor de los delitos cometidos en la calle o en el transporte público.

• La violencia le crea una carga adicional al sector de la salubridad, debido a que la atención a los casos de traumatismo consumen una porción considerable de los recursos de la salud. La atención a los traumatismos comprende no sólo el tratamiento de las lesiones físicas y la atención a los inválidos producto de la violencia, sino también el tratamiento de los traumas psicológicos que les causa a los adultos el ser objeto o testigo de actos violentos —desde la tensión emocional hasta las afecciones de tensión postraumática.

Capital social

El capital social es importante por su reconocida contribución al desarrollo sostenible y debido tanto al tamaño como a la densidad de las redes e instituciones sociales, así como a que la naturaleza de las interacciones interpersonales afecta de manera significativa la eficacia y sostenibilidad de los procesos de desarrollo (Putnam, 1993). La violencia erosiona el capital social cuando reduce la confianza y la

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cooperación de las organizaciones sociales formales e informales, así como entre sus miembros, lo cual es crucial para el funcionamiento de una sociedad (Moser, 1998; Moser y Holland, 1997).

El capital social en las instituciones sociales formales

• La violencia a menudo erosiona la confianza de la gente en la aplicabilidad y gobernabilidad de muchas instituciones sociales, en los contextos donde se presentan violaciones de los derechos humanos y un alto grado de impunidad. Cuando las instituciones judiciales, educativas, sanitarias, periodísticas y de seguridad pierden su capacidad de funcionar en forma adecuada y transparente, a la democracia como institución en sí misma se le somete a una dura prueba.

• Lo más grave de todo es que la industria de las drogas, tan marcada por la violencia, erosiona al Estado puesto que corrompe las instituciones y divide a la población. El narcotráfico corrompe el sistema judicial cuando el narcoterrorismo—tanto las amenazas como los actos de secuestro y asesinato —inciden en la administración de la justicia y ocasionan cambios en el código penal que benefician a los narcotraficantes. Las amenazas sistemáticas que estos hacen y los ataques a los medios de comunicación en efecto callan “la voz” de las instituciones de la sociedad civil de participar efectiva y pacíficamente en las decisiones políticas a niveles comunitario y nacional.

El capital social en las instituciones comunitarias informales

• La capacidad de funcionamiento de las organizaciones al nivel comunitario depende de los niveles de cohesión interior y de la capacidad de congregar a sus miembros a nivel local—aspecto que gira alrededor de la seguridad personal. La violencia sostenida suele reducir sistemáticamente la confianza mutua de los vecinos y las comunidades. Se suelen presentar mayores niveles de participación en los grupos de acción comunitaria de las zonas menos violentas, y menores niveles, en las más violentas.

• En muchas ciudades, hay estudios epidemiológicos y estadísticas de las fuerzas de policía que muestran que el asesinato y la violencia a menudo se conjugan en zonas de delincuencia específicas con altas concentraciones de prostitución, delitos callejeros y distribución de drogas, viviendas de estrato bajo, desempleo, familias en las que falta uno de los padres y deserción escolar. Estos factores contribuyen a crear un clima cultural en el que la violencia y la delincuencia se constituyen en norma.

• En algunos casos la violencia contribuye a crear una especie de capital social “perverso”. Un ejemplo notorio de esta clase de capital social es la participación en las pandillas, en la que algunos jóvenes, privados de familias integradas y del apoyo de la comunidad, forman grupos que se refuerzan mutuamente. En muchos vecindarios pobres las pandillas forman el principal polo de socialización para los niños, quienes ingresan a ellas incluso desde los 12 o 13 años de edad. A menudo las bandas pueden estar en guerra con grupos rivales involucrados en robos, hurtos, distribución o consumo de drogas y atracos. En algunas comunidades las pandillas protegen a los vecinos, cometiendo sus delitos en otras localidades; en otras, sin embargo, hacen blanco de sus fechorías a sus propios vecinos, y generan un clima de temor entre éstos.

El capital social en las relaciones de hogar

• La violencia erosiona las relaciones de hogar, como activo social, al reducir la capacidad de los hogares de funcionar en forma efectiva como una unidad consolidada. La vida familiar se ve seriamente afectada por el alto grado de tensión que se vive en las zonas de conflicto, por ejemplo, en aquellas donde muchos varones ingresan a los grupos guerrilleros o paramilitares.

Marco conceptual para la reducción de la violencia 11

• En las comunidades urbanas pobres, muchas mujeres reconocen que hay un vínculo directo entre el desempleo masculino, el abuso de bebidas embriagantes y el aumento de la violencia doméstica.

• Los miembros de la familia —tanto hombres como mujeres— están sometidos a una posición vulnerable cuando las comunidades son desplazadas por la violencia. Por lo general las mujeres son más vulnerables que los hombres en el momento de los lanzamientos de sus viviendas, al verse expuestas a la evasión y a la separación de sus hogares. Los hombres parecen estar mejor adaptados para enfrentarse a dichas situaciones, pero ocurre exactamente lo contrario cuando las familias desplazadas vuelven a reestructurar su vid, pues entonces el impacto es mayor para los hombres, quienes se ven afectados por el desempleo y experimentan una pérdida de su calidad de procuradores del sustento familiar al igual que una ruptura de su sentimiento de masculinidad. En cambio, las mujeres parecen estar mejor preparadas para desarrollar redes de apoyo que les permitan continuar sus rutinas de supervivencia diaria y encontrar nuevas formas de obtener su sustento, de crear un capital social, no con otras mujeres de origen común, sino con aquellas con quienes comparten la misma experiencia del desplazamiento.5

Capital natural

• El terrorismo puede ocasionar derrames de petróleo, cuyos impactos ambientales a largo plazo son incalculables

• Algunos cultivos ilícitos son fumigados desde el aire con productos químicos que contaminan la capa vegetal, el agua y los humedales, con lo cual la tierra queda inutilizable por muchos años. Las tasas de deforestación aumentan cuando los campesinos, desplazados de sus tierras luego de la fumigación, arrasan los bosques aledaños para iniciar cultivos indiscriminadamente.

• Las poblaciones desplazadas que huyen de la violencia suelen migrar hacia las zonas urbanas, lo cual agrava ciertos problemas ambientales, tales como la disposición de los desechos sólidos y la contaminación del agua.

• El uso inapropiado y la degradación de la tierra por lo general se agravan cuando los campesinos son evacuados, a la fuerza o voluntariamente, de sus tierras para escapar de la violencia.

6. MARCO INTEGRADO DE LAS INTERVENCIONES

En décadas recientes se han llevado a cabo intervenciones extensas y muy innovadoras tendientes a abordar y reducir la violencia. Sin embargo, como es el caso en gran parte de los análisis de la violencia en sí, las intervenciones para reducirla normalmente han sido dominadas por el enfoque de una política específica junto con su propia disciplina profesional relacionada (tales como la criminología o la epidemiología). De esta manera las intervenciones han tendido a darle mayor prioridad a un tipo particular de violencia y a centrarse en un nivel específico de causalidad. Incluso cuando las iniciativas han tratado de abordar más de un tipo de violencia o múltiples niveles de causalidad, la falta de evaluación del impacto o del análisis costo-beneficio a menudo ha impedido identificar “las mejores prácticas” y reducido las oportunidades de repetir intervenciones exitosas.

5. Ver Meertens y Segura Escobar (1996).

12 Documento de trabajo No. 2 de LCR sobre desarrollo sostenible

Enfoques de las políticas actuales

Para ofrecer un marco integrado de la intervención, es importante clasificar los enfoques dominantes de las políticas en este campo, no sólo en cuanto a las categorías de violencia que abordan sino en cuanto a los factores causales en los que se concentran. En general se ha presentado un gran cambio entre los enfoques centrados en el control de la violencia y los que se centran en la prevención, y a perspectivas más recientes que apuntan a la reconstrucción del capital social.

A los siguientes tipos de enfoques, descritos en la Tabla 2, se les debe considerar como “ideales”. Se puede utilizar más de uno de ellos de manera simultánea, pero lo que sucede con frecuencia es que se combinan unos enfoques bien establecidos con otros más innovadores.

• El de la justicia penal es uno de los enfoques más ampliamente consolidados. Se centra en el desestímulo y control de la violencia por medio de mayores tasas de detenciones, condenas y castigos, facilitados por las reformas judiciales, policiales y penales. Su éxito ha radicado más en reducir los delitos económicos que en disminuir la violencia social y política. Este enfoque, aplicado de arriba hacia abajo, es popular entre los políticos que buscan soluciones de corto plazo a los síntomas de la violencia.

• El enfoque de la salud pública —igualmente bien consolidado— está dirigido a la violencia económica y social en los planos individual e interpersonal. Pretende prevenir la violencia reduciendo los factores de riesgo individual. Hace uso del monitoreo epidemiológico —en especial, el de las tasas de homicidios— y de la identificación de factores de riesgo, desarrollando estrategias para modificar tanto el comportamiento individual como el entorno social y físico, o ambos.

• El enfoque de la transformación de conflictos es una perspectiva menos consolidada que procura reconstruir el tejido social. Inicialmente bajo la influencia de actores internacionales tales como Naciones Unidas, aborda la violencia política y, en menor grado, la social, mediante negociaciones no violentas entre las partes enfrentadas —a menudo apoyándose en la mediación de terceros. Si bien las negociaciones se pueden canalizar a través de organizaciones internacionales al nivel estructural e institucional, también son importantes al nivel interpersonal, utilizando el arbitraje formal e informal y la capacitación de la comunidad en destrezas de comunicación.

• El enfoque de los derechos humanos, conocido como el “enfoque basado en los derechos” para reducir la violencia, se centra en el papel que desempeña el Estado en la salvaguardia de los derechos de los ciudadanos a estar libres de las amenazas de la victimización y de la violencia. Con base en la documentación existente sobre las violaciones a las garantías consagradas en las convenciones internacionales de derechos humanos, este enfoque busca responder a la violencia política y social, principalmente en los planos individual y estructural. Si bien el empleo inicial de esta perspectiva se centró en los gobiernos que violaban los derechos humanos, las fórmulas más recientes apuntan a todos los actores sociales que les niegan los derechos a sus congéneres o los atropellan. En particular, esta perspectiva se aplica a los grupos actualmente excluidos, tales como las mujeres, los niños y los pueblos indígenas, así como a las futuras generaciones que puedan ver afectada la base de este recurso natural suyo.

Marco conceptual para la reducción de la violencia 13

• El enfoque del capital social se encuentra aún en proceso de formulación. De todas las perspectivas disponibles ésta se centra de manera más directa en la reconstrucción del capital social a través de instituciones formales e informales tales como la familia, las organizaciones comunitarias y el poder judicial. Por medio de procesos participativos de abajo hacia arriba, este enfoque crea un clima de confianza con base en la identificación que haga la comunidad de sus propias necesidades, y se centra en las fortalezas y activos de las comunidades afectadas por la violencia. Asimismo, permite que las necesidades comunitarias se conviertan en objeto de acción de las intervenciones del sector público.

Tabla 2. Diferentes enfoques de políticas sobre intervenciones para reducir la violencia Enfoque

Objetivo

Categoría

de violencia

Nivel(es) causales tratadas

Intervención por medio de políticas o planificación

Limitantes

Justicia penal

Desestímulo y control de la violencia aumentando la tasa de detenciones, condenas y castigos severos

Económica Individual

Institucional

Fortalecimiento de arriba hacia abajo de los sistemas judicial, penal y policial así como de las instituciones relacionadas

Se puede aplicar sólo en forma parcial a la violencia política y social. Su éxito depende en gran medida de que se aplique la ley

Salud pública

La prevención de la violencia mediante la reducción de los factores de riesgo individual

Económica

Social

Individual

Interpersonal

Monitoreo de arriba hacia abajo; identificación de factores de riesgo; modificación de conductas relacionadas; imitación de intervenciones exitosas

Énfasis casi exclusivo en los individuos; a menudo se impone de arriba hacia abajo; muy sensible a la calidad de los datos de monitoreo; limitaciones en los indicadores

Transforma-ción del conflicto

La resolución no violenta de conflictos por medio de negociaciones entre las partes enfrentadas

Política

Social

Interpersonal

Institucional

Estructural

Negociaciones para asegurar la reducción del conflicto entre diferentes actores sociales —a menudo con la mediación de terceros. Puede ser de arriba hacia abajo o viceversa

A menudo su impacto es a largo plazo; con frecuencia constituye un reto lograr que todas las partes se sienten a desarrollar el proceso y que se medie en el conflicto

Derechos humanos

La aplicación de las leyes relacionadas con derechos humanos, y la documentación de los abusos de los Estados y de otros actores sociales

Política

Social

Individual

Estructural

Aplicación de arriba hacia abajo de la ley, reforzada por un sistema de abajo hacia arriba basado en la participación popular y el cabildeo de las ONG

Un marco legalista a menudo difícil de aplicar en un contexto de anarquía, corrupción e impunidad; la obtención de la documentación de los abusos es a veces peligrosa

Capital social

La acumulación de capital social para reducir la violencia en las instituciones sociales tanto formales como informales, tales como las familias, las organizaciones comunales y el poder judicial.

Política

Económica

Social

Interpersonal

Institucional

Estructural

Evaluación participativa de abajo hacia arriba de la violencia; coordinación institucional para atacar los problemas; participación de la comunidad en las medidas tendientes a reducir la violencia.

Menos articulado que los otros enfoques; se han desarrollado menos indicadores en este campo

14 Documento de trabajo No. 2 de LCR sobre desarrollo sostenible

Elaboración de un marco integrado de las intervenciones: La Estrategia Nacional para la Paz y el Desarrollo de Colombia

Dados los diversos niveles en que operan las intervenciones y el énfasis de sus políticas en diferentes enfoques, tal y como se exponía anteriormente, es necesario desarrollar un marco de intervenciones integrado. Este marco les debe permitir a quienes formulan las políticas correspondientes crear un cambio para pasar de la práctica de elaborar listas de verificación a modo de menús dirigidos a un solo sector, a un enfoque interdisciplinario que reconozca la violencia como una gama amplia y que acometa en forma simultánea la reducción de las diferentes categorías de violencia. Esto facilitará la sinergía entre intervenciones realizadas a distintos niveles, y entre intervenciones concebidas con el fin de reducir los diferentes tipos de violencia. Este marco integrado pretende incorporar las intervenciones que prevengan y reduzcan la violencia, al igual que las que buscan reconstruir el capital social.

Dado que, en definitiva, las causas y manifestaciones de la violencia pertenecen a un contexto específico, se requiere adaptar los detalles particulares de los marcos integrados de las intervenciones a la medida de los requerimientos propios de las diferentes situaciones. Un marco propuesto por el Banco Mundial en 1999 sobre la reducción de la violencia, la paz y el desarrollo en Colombia es un ejemplo del esfuerzo por operacionalizar muchos de los asuntos esbozados en las secciones anteriores de este documento.

Principios básicos de una Estrategia Nacional para la Paz y el Desarrollo de Colombia

En la propuesta de una estrategia nacional para la paz y el desarrollo en Colombia, inicialmente se identificó una serie de principios, entre los cuales se incluyen los siguientes:

• Elaborar una política fiscal para sufragar la paz. Una estrategia de paz requiere no solamente de voluntad política, sino también de un presupuesto adecuado para su implementación. Entre las posibles medidas que le pueden ayudar a Colombia a alcanzar esta meta se encuentran los bonos de paz, los impuestos y la asistencia externa.

• Crear alianzas para la paz y el desarrollo sostenibles. Si bien es responsabilidad del gobierno el brindarles seguridad a sus ciudadanos, para cumplir con esta obligación también se necesita la colaboración de ciertos actores sociales clave. Dicha colaboración cobra especial importancia en momentos en que la capacidad institucional del Estado es débil de por sí. En Colombia el sector empresarial privado, la sociedad civil y la comunidad internacional ya están contribuyendo al proceso de paz y desarrollo.

• Fomentar el debate participativo acerca de las causas y soluciones a la violencia en el plano local. La paz y el desarrollo sostenibles no se lograrán a menos que se inicie un debate abierto entre todos los actores sociales sobre las causas de la violencia y las soluciones para acabar con ésta. En estos procesos participativos se pueden también identificar soluciones al nivel local para reconstruir el capital social y el sentimiento cívico, así como para atender las necesidades de los grupos objetivo prioritarios.

• Adoptar un enfoque coordinado para la reducción de la violencia. En el pasado decenio los sectores gubernamental, privado y no gubernamental implementaron un impresionante repertorio de iniciativas, que se han visto limitadas por diversos factores, entre otros: la falta de una política cohesionada que integre los diferentes objetivos e instrumentos para la reducción de la violencia;

Marco conceptual para la reducción de la violencia 15

la adopción de enfoques fragmentarios para abordar la reducción de la violencia con programas independientes que se limitan a un solo campo de trabajo; una proliferación de intervenciones centradas en lograr avances a corto plazo, más que en el cambio estructural a largo plazo, y las deficiencias en las evaluaciones y análisis de costos—lo cual reduce la posibilidad de tomar decisiones bien informadas sobre políticas relacionadas con las rentas fiscales de los diferentes programas.

Componentes de la Estrategia Nacional para la Paz y el Desarrollo de Colombia

Utilizando la gran cantidad de iniciativas ya puestas en práctica por los colombianos, la estrategia propuesta procura controlar los síntomas de la violencia, introducir medidas preventivas y reconstruir el tejido social —haciendo especial hincapié en el fortalecimiento del capital social. En algunos casos las intervenciones individuales pueden responder simultáneamente a diferentes tipos de violencia; en otros, varias de ellas se deberán ejecutar en conjunto para reducir la violencia. La estrategia consta de tres componentes básicos para responder al espectro de la violencia a los niveles nacional, sectorial y municipal. El plan para cada nivel específico cuenta con una serie de componentes detallados (Tabla 3).

Tabla 3. Estrategia Nacional para la Paz y el Desarrollo de Colombia (Propuesta): Ejemplos de diferentes intervenciones

Intervenciones políticas

Principales tipos de violencia a los

que se refiere

Grupos objetivo prioritarios

A nivel nacional—Programa de Paz • Apoyo a proyectos de preacuerdo • Desmovilización; reintegración de ex combatientes • Medidas para la reconstrucción • Programas para los desplazados

Política Grupos guerrilleros, comunidades afectadas por la violencia; ex combatientes; desplazados

Al nivel sectorial—Integración de la reducción de la violencia en las políticas y programas de los sectores prioritarios

Educación • Revisión del pénsum • Programas de resolución de conflictos • Cronograma de la reestructuración • Programa de remisiones para jóvenes “de alto riesgo” • Protección a la seguridad de los docentes

Económica Social

Jóvenes “de alto riesgo” incluidos los miembros de pandillas; futuras generaciones

Poder judicial • Programas de resolución de conflictos a nivel de la

comunidad • Tribunales comunales • Reducción de la congestión judicial • Fortalecimiento de la capacidad de gestión para

reducir la violencia

Económica Social

Comunidades pobres rurales y urbanas; personas detenidas en forma ilegal; personas afectadas por la impunidad

Medio ambiente • Medidas para garantizar la protección adecuada de

regiones ambientalmente frágiles, en especial aquellas ricas en recursos naturales

Política Económica

Campesinos y grupos indígenas que habitan zonas remotas y ambientalmente delicadas

(continúa en la página siguiente) Tabla 3 (continuación)

16 Documento de trabajo No. 2 de LCR sobre desarrollo sostenible

Sustento y generación de empleo • Servicios de crédito para zonas rurales • Préstamos para microempresas • Alianzas con el sector privado para crear empleo

Política Económica

Social

Campesinos y grupos indígenas sin acceso a la tierra ni a formas de ganarse el sustento; poblaciones urbanas pobres

Al nivel municipal—Proyectos de capital social • Planes estratégicos para la paz y la reconstrucción • Evaluaciones a nivel de comunidades • Proyectos para construir el capital social • Mecanismos para ampliar la escala de las soluciones

locales

Política Económica

Social

Comunidades urbanas y rurales afectadas por la violencia, principalmente las situadas en las regiones más golpeadas por el conflicto

7. COMENTARIOS FINALES

Aunque la violencia no constituye ningún problema nuevo en el ámbito del desarrollo, sólo últimamente ha recibido atención debido a que se ha extendido ampliamente y a que se reconocen sus costos económico, político y social. El marco conceptual presentado en este documento se encuentra aún en un formato preliminar, y debe complementarse con una cantidad de trabajo analítico considerable. Sin embargo, sí identifica varios componentes importantes para reducir violencia en forma eficaz.

• Aunque la categorización de la violencia puede tener muchas variaciones, el concepto de violencia política, económica y social como todo un espectro tiende a combinar las distinciones un tanto fragmentadas que se encuentran en otras fuentes de estudios.

• Los factores causantes de la violencia se pueden analizar a diferentes niveles: individual, interpersonal, institucional y estructural.

• Es conveniente analizar en qué forma la violencia puede socavar el capital físico, humano, social y natural así como los activos relacionados con dicho capital.

• La descripción de las diferentes intervenciones para reducir la violencia muestra cómo se puede enfocar las intervenciones no sólo desde la óptica de diferentes disciplinas sino desde las perspectivas centradas en el control, prevención y reducción de la violencia mediante la reconstrucción del capital social.

• En lo referente a las intervenciones potenciales concretas, la propuesta para la reducción de la violencia en Colombia ilustra la importancia de elaborar medidas simultáneas para la reducción de la violencia en los planos nacional, sectorial y local.

Marco conceptual para la reducción de la violencia 17

Anexo: Perspectivas de la causalidad de la violencia desde diferentes disciplinas

Las Ciencias biomédicas exploran la función de los factores biológicos —los mecanismos endocrinólogicos, neurotransmisores y receptores, la nutrición y los procesos de envejecimiento— para explicar, por ejemplo, el predominio de la perpetuación de la violencia entre los hombres y los jóvenes.

La Criminología se dedica al desestímulo como medio principal para controlar el comportamiento violento. El castigo —incluyendo la humillación, el encarcelamiento o la ejecución— son mecanismos de control primarios: es discutible concebir que los efectos demostrativos de las tasas de condenas y encarcelamiento sean tan importantes como los efectos directos del castigo a los infractores.

La Economía se basa en la teoría de la elección racional, según la cual las decisiones de dedicarse a la las actividades delincuenciales se basan en consideraciones de costos (posibles) y beneficios (por lo general, representados en una ganancia financiera). Una persona comete un delito porque cree que el resultado de ello le produce un mayor valor que el de otras actividades en las que podría invertir tiempo y recursos. Ciertas personas realizan asaltos no porque sus motivaciones sean diferentes de las de demás, sino porque su percepción de los beneficios y costos difiere de la de otras personas.

La Epidemiología recalca la prevención de la violencia mediante la identificación de los factores de riesgo individual y los factores de protección, que indican qué personas son más propensas a ser agresoras o víctimas de la violencia. Como base de este enfoque actúa la premisa de que la modificación del comportamiento y/o la manipulación del medio ambiente pueden mitigar los factores de riesgo y aumentar los factores de protección.

Las Ciencias políticas se centran en las explicaciones estructurales de la violencia, que identifican causas de amplio espectro de índole social, político y económico —tales como la pobreza o la falta de oportunidades— que funcionan independientes de la percepción humana. Según esta perspectiva, la violencia y otros comportamientos “ilegítimos” se dan cuando a las personas se les despoja de los medios y recursos “legítimos” para lograr las metas que son culturalmente valiosas para ellas.

La Sicología hace énfasis en dos explicaciones principales del comportamiento violento. La primera de éstas es la teoría del desarrollo, en la cual se cree que la violencia es el resultado de la falta de una relación amorosa entre padres e hijos, de experiencias de maltrato o de castigos excesivos en la infancia como también de una escasez de experiencias que refuercen las relaciones del niño, mitiguen las frustraciones y fomenten la aplicación de controles internos flexibles. La segunda explicación es la teoría del aprendizaje social, el cual postula que la conducta, incluso la violenta, se aprende a través de la imitación de modelos, y se refuerza con premios y castigos recibidos al interactuar con los demás.

La Sociología interpreta la conducta violenta como un subproducto de las normas y valores que se transmiten de generación en generación. Ciertos subgrupos muestran mayores tasas de violencia que otros, debido a que participan de una subcultura que se rige por normas más violentas. Dentro de esta disciplina el enfoque interactivo estudia la secuencia de acciones que permite que un conflicto llegue a derivar en violencia y el proceso por medio del cual ocurre la violencia de la agresión.

18 Documento de trabajo No. 2 de LCR sobre desarrollo sostenible

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