Ser creyentes hoy, Juan Martín Velasco

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  • 8/13/2019 Ser creyentes hoy, Juan Martn Velasco

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    SER CREYENTES

    POR UN CRISTIANISMO PERSONALIZADO

    Prof. Juan de Dios Martn Velasco

    Aula de Teologa20 de Abril de 2010

    INTRODUCCIN

    Nuestro punto de partida hoy es la situacin que describa hace una semana: Unasituacin de crisis profunda que afecta a los aspectos externos del cristianismo, peroque tambin afecta al ncleo mismo de lo cristiano, es decir, Dios y la fe en l. Unacrisis que, adems, est haciendo difcil, y en algunos casos dicen que imposible, la

    transmisin de la fe a las generaciones ms jvenes, lo que hace que muchos sepregunten con inquietud por el futuro del cristianismo en Europa. Una crisis que afectaa la masa entera de la poblacin de los pases de tradicin cristiana y que se haadentrado en la misma Iglesia, porque no depende del mundo de las ideas, sino quetiene su base sobre todo en las formas de vivir propias de la cultura en la que estamosinmersos.

    Para evaluar de alguna manera esta crisis y buscar pistas de respuesta a la misma,es para lo que hoy nos vamos a ocupar de cmo ser creyentes, tratando de mostraren qu consiste un cristianismo personalizado.

    1.MARCO TERICOEn primer lugar propongo, muy rpidamente, un marco terico que permita

    comprender en qu consiste la personalizacin del cristianismo.

    Sabemos bien que toda religin es un fenmeno complejo, como hecho social ehistrico, que consta de un conjunto de elementos externos a los que podemosllamar mediaciones, todas ellas condicionadas cultural e histricamente, algunasde las cuales son muy importantes, por ejemplo:

    - Las mediaciones racionales, es decir, las expresiones que busca el creyente

    para decirse a s mismo y comunicar a los dems, aquello en lo que cree: lascreencias, las doctrinas, las simblicas de cada religin, las teologas, los dogmas

    - Las mediaciones prcticas que consisten sobre todo en ritos, sacramentos,celebraciones y ese bloque importante de lo cristiano que llamamos lo cultual.

    - Otra es la que consiste en la expresin de la vida religiosa a travs de formasde vida con las normas que las configuran y que dan lugar a unas moralesdeterminadas, en nuestro caso, a lo que conocemos como moral cristiana.

    - Por ltimo, la mediacin que consiste en las comunidades de diferente tipo:

    Iglesias, sectas, denominaciones, cultos y otras formas que resultan del hecho deque las religiones sean siempre vividas por grupos de personas y no por personasaisladas.

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    Todo este lado visible del sistema religioso, y en nuestro caso del sistemacristiano, surge de una experiencia religiosa vivida por los sujetos.

    El ncleo fundante de toda religin es el reconocimiento del Misterio1 en laactitud religiosa fundamental que se da en todas las religiones aun con nombres

    diferentes: en el cristianismo recibe el nombre de actitud teologal; el equivalente en lareligin musulmana es islam; y la bhakti2en una corriente importante del hinduismo.

    Al describir as el sistema religioso, parecera que cada sujeto, por el hecho devivir la experiencia religiosa y vivirla de manera intensa, produce el sistema demediaciones gracias al cual expresa esa manera de vivir la relacin con Dios. Ahorabien, las cosas no son como en teora podra parecer que debieran ser; de hecho,todos los sujetos religiosos nacemos en el seno de una tradicin ya estructurada, ycomenzamos a ser religiosos en nuestro caso cristianos- asumiendo el sistema demediaciones propio de la religin en la que nacemos o a la que nos adherimos.

    2.LA PERSONALIZACIN DEL CRISTIANISMO.

    Llamamos as al proceso por el cual un sujeto, nacido en una tradicin religiosadeterminada, la hace suya, gracias a haber realizado personalmente la experienciaque dio lugar a ese sistema de mediaciones.

    Todos conocemos perfectamente, por lo que sabemos de su historia, que elcristianismo surgi de una experiencia religiosa fundamental, poderossima, que losdiscpulos hicieron de la resurreccin realizada en Jess de Nazaret y, a partir deah, de las mediaciones que la primitiva comunidad cristiana fue estableciendo.

    Comenzaron a reunirse en las casas a celebrar la Cena del Seor que fue,probablemente, la primera de las mediaciones cristianas; poco despus fueronrealizando el rito del bautismo, y ms tarde introdujeron expresiones para elcontenido de su experiencia como Jess es el Seor, Dios lo ha resucitado,Jess es el Hijo de Dios, y formas de cultivar en la prctica lo que celebrabancomo cristianos. Reunindose en comunidades dieron lugar a las distintas Iglesiasque los Apstoles fundaron y nos dejaron: las comunidades paulinas, las de lascartas pastorales, las inspiradas por Pedro, aquellas de las que surgi el evangelio deLucas, las del discpulo amado todas ellas notablemente diferentes entre s.

    Ahora entendemos que, cuando una tradicin religiosa como el cristianismoatraviesa 20 siglos de historia, las mediaciones sufren necesariamente el cambio queimponen los cambios ms importantes que se producen tanto en lo cultural comoen lo histrico. Es evidente, por ejemplo, que la figura de la Iglesia sufre unatransformacin radical con el paso de la situacin de perseguida a religin oficialdespus de Constantino y Teodosio.

    1Entiendo por Misterio lo que en nuestra tradicin cristiana llamamos Dios, pero que en otras tradicionesrecibe otros nombres.

    2Bhakti: devotio o entrega amorosa en manos de la divinidad

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    Cuando los cambios culturales son muy rpidos -tal como ha sucedido estosltimos siglos en Europa- y las mediaciones religiosas siguen intactas, se produceun distanciamiento entre la cultura que las personas viven y las mediaciones creadasen una situacin anterior, lo que da lugar, con mucha frecuencia, a dificultades y

    verdaderas crisis. Quin no se queja hoy da de que, por ejemplo, los ritoscristianos nos resultan a veces difcilmente inteligibles? A los jvenes se lo omosmil veces: La misa no me dice nada Quin, cuando escucha que, para decirque el Seor est presente en la celebracin de la Eucarista, lo que se ha producidoes la transustanciacin, no sufre una especie de choque mental, porque esta palabrahoy ya no nos dice nada ya que las categoras de sustancia y accidente handesaparecido de nuestro modo de pensar..

    En la actualidad, uno de los factores determinantes de la crisis del cristianismoest en la inadecuacin de las mediaciones a la situacin en la que estamos. Por

    supuesto que no es el nico; el otro da comentaba que la transformacin de lasformas de vida hace difcil el ejercicio de la misma actitud teologal.

    Cuando se produce una crisis del estilo y alcance de sta, se pueden tomar doscaminos:

    - Uno, que es el que estamos tentados de seguir muchas veces, es el de adaptar atoda prisa las mediaciones: desde principio del siglo XX los catlicos venimosintentando adaptar el lenguaje sin demasiado xito; ver si la liturgia responde mejora la simblica del hombre de nuestro tiempo; ver si la comunidad catlica, porejemplo, en un mundo en el que todas las comunidades viven democrticamente,

    da con una forma de organizacin que no sea tan distante de la organizacindemocrtica de las sociedades contemporneas, lo que choca de una manerapoderosa a muchos cristianos.

    Por supuesto, no estoy pidiendo que la Iglesia se democratice, porque la Iglesiatiene un principio democratizador ms importante en lo que es su manera deorganizarse, que es la fraternidad: Vosotros, todos, sois hermanos(Mt 23). Bastara conque nos comportramos como tales para que desapareciese esa distancia entre laforma excesivamente jerarquizada de organizarse la Iglesia y la forma participativaen la que se organizan las sociedades actuales.

    - Los mejores maestros de la vida cristiana nos dicen que el camino msimportante para responder a la crisis es otro. Y nos lo dicen, no pensando en lascircunstancias actuales, sino en lo que ha sido el cristianismo desde el principio. Elcaptulo 17 del evangelio de Juan lo dice de manera expresa: En esto consiste la vidaeterna, en que te conozcan a Ti, nico Dios verdadero y a quien enviaste, Jesucristo.Es como sidijese que la esencia de lo cristiano es conocer al nico Dios verdadero, entrar encontacto personal con l y con Jesucristo, en quien se nos ha revelado.

    Si la esencia est ah, lo importante no es tanto la calidad de las mediaciones,sino que, cuando se ha producido una crisis tan profunda que afecta a la misma feen Dios, la respuesta slo puede estar a la altura de la crisis si nosotros, loscristianos del siglo XXI, llegamos a reconocer al nico Dios verdadero revelado en

    Jesucristo.

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    El cristianismo comenz a existir cuando, tras el escndalo de la cruz, elresucitado fue saliendo al paso de los suyos y stos fueron reconocindole como elSeor. Este reconocimiento es una experiencia personal, es el surgimiento de la fecristiana en el Seor, el Hijo de Dios, el Verbo encarnado o las distintas

    expresiones que van empleando las distintas comunidades de los primeros tiemposdel cristianismo.

    Como deca antes, los maestros de la vida cristiana nos vienen proponiendo,desde hace mucho tiempo, que lo importante para dar una respuesta a la crisis en laque vivimos, es recuperar el centro mismo de la vida cristiana. Lo hemos dichomuchas veces con la frase del Padre Rahner: El cristiano de maana, ser mstico o noser cristiano.El Cardenal Newman lo haba dicho antes que l, a finales del sigloXIX: Una fe heredada y pasiva, inercial, tenida, ms que ejercida diramos nopersonalizada- llevar a las personas cultas a la indiferencia y a las sencillas, a la supersticin.

    Vemos que hoy se est cumpliendo literalmente esa profeca.Hay testimonios abundantes, quizs el mejor acuado de todos es el que ha

    propuesto el telogo Juan Bautista Metz: A la crisis de Dios que padecemos, slo seresponder con la pasin de Dios o la pasin por Dios.

    Sin embargo, lo curioso es que venimos buscando la solucin por este camino yescuchando este tipo de mensajes, no slo de los grandes maestros espirituales, sinotambin de los episcopados de todos los pases, del Papa en todas susintervenciones, pero no parece que demos con el camino que nos lleve a larecuperacin de la experiencia personal de Dios.

    Yo creo que hay muchas razones por las cuales tenemos tantas dificultades paraconseguirlo:

    - Una primera puede ser la dificultad que supone la cultura en que vivimosinmersos para llegar a tomar conciencia de Dios y su presencia y responder a ella.

    - Otra puede ser la dificultad para adoptar las predisposiciones indispensablespara llegar al encuentro con Dios. Dicho con una frase de San Juan de la Cruz: Elencuentro con Dios se produce del alma en el ms profundo centro. Si nosotros

    vivimos superficialmente, va a ser muy difcil que nos encontremos con Dios y que

    demos con lo que es la raz del sistema cristiano.- Otras veces puede estar la razn en que la accin pastoral va por otro camino,

    se orienta preferentemente a otras cosas. En este sentido, los que estamos comoanimadores de comunidades cristianas tendramos que hacer un examen deconciencia muy sincero. Al parecer, la preocupacin de la pastoral oficial de laIglesia est en seguir ofreciendo los servicios religiosos, de culto, que el pueblocristiano demanda.

    En la Iglesia no faltan telogos, ni canonistas; sin embargo, en el cristianismoactual cada vez se hacen ms raros los verdaderos maestros espirituales. Pocas son

    las comunidades en las que se orienta la pastoral, fundamentalmente, al cultivo, alfomento de la experiencia de Dios.

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    Es cierto que no hay una comunidad cristiana que no tenga su pequea escuelao grupo de oracin, de lectura de la Escritura; todo esto puede ayudar pero, en miopinin, este tipo de recursos llega slo a grupos pequeos, mientras para la masade los cristianos, la prctica cristiana se reduce a la asistencia a Misa, para el

    cumplimiento de un precepto.- Otra razn importante, y en sta me voy a detener un poco ms, es que existe

    un nmero importante de malentendidos sobre la naturaleza de la experiencia deDios. Hay todava muchas personas que, con esa expresin, entienden unmomento psicolgicamente muy intenso de sentimiento de la presencia de Dios.Quizs se deba a que la experiencia de Dios ha sido estudiada en el siglo XX msque en ningn otro siglo; pero empez a ser estudiada por psiclogos -comenzandopor el gran libro de Williams James, Las variedades de la experiencia religiosa-y stos sefijan en el aspecto psquico de la experiencia. Tanto se ha insistido en este sentido

    que, incluso los telogos, cuando comenzaron a estudiar este tema, daban porsentado que la experiencia tena su centro en esa vivencia psquica de la fe, que lospsiclogos llamaban la experiencia religiosa.

    Naturalmente, a partir de esa manera de identificar la experiencia de Dios, eramuy frecuente que sta se entendiese como algo alternativo a la fe, es decir, como sihubiese dos caminos para llegar a Dios: Uno, la fe en Dios y otro, la experienciareservada a unos pocos privilegiados como Abraham, Moiss, los profetas, losprimeros discpulos y los grandes msticos

    Es la consecuencia de leer mal el clebre texto del evangelio de Juan: Porque has

    visto has credo-le dice Jess a Toms- bienaventurados los que creen sin ver.As se dabapor sentado que un camino era el de los que ven y otro el de los que, no viendo, setienen que contentar con creer. Cuando, por una parte, nadie ha visto a Dioscomodice expresamente el prlogo del evangelio de Juan- o, no puede ver el hombre a Dios yseguir en vida -libro del xodo-, de lo cual se deduce que los discpulos no vieron alSeor con los ojos corporales; y por otra, si por creer entendemos, no esa fe de laque hablbamos el ltimo da: creer lo que no vimos, sino lo que por elloentienden los textos del NT, es decir, realizar un encuentro personal con Dios atravs de la confianza absoluta en l, creer supone realizar una verdadera

    experiencia; la fe deca el P. de Lubac, tiene vocacin de experiencia.Pero ya sabemos que no es lo mismo conocer que Dios existe y creer enDios, que es de lo que se trata; y si no caemos en la cuenta de ello, nos parecerque, con decir S a las verdades reveladas, ya somos creyentes, aunque esa fe nocomporte ningn tipo de experiencia. Por todo ello, se necesita una ciertaclarificacin de lo que significa la experiencia de Dios.

    3.HACIA UNA DESCRIPCIN DE LA ACTITUD TEOLOGAL

    La base de la actitud teologal cristiana, es decir, su presupuesto ontolgico, su

    razn de ser, es la previa presencia de Dios en el fondo de la realidad y en el centromismo de las personas.

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    Sin esta presencia de Dios en nosotros, ni podramos imaginar a Dios, ni se noshubiera ocurrido nunca pensar en l. Los humanos somos seres mundanos,corporales, finitos por todos los costados de nuestro ser, y Dios es, para todas lastradiciones religiosas, el ser absolutamente trascendente. Cmo bamos a imaginar

    siquiera la existencia de ese ser, si no fuera porque l ha dado siempre el pasoprevio de comunicarse con nosotros?

    Presencia previa de Dios en nosotros que, adems, se corresponde con lo quetodas las religiones entienden cuando hablan del conocimiento de Dios, amorde Dios, deseo de Dios.Porque en todas estas expresiones el genitivo de Dioses un genitivo subjetivo, es decir, conocimiento que procede de Dios. El deseode Dios no es un deseo mo de Dios objeto de ese deseo, sino que es el deseo queDios ha imprimido en el fondo de m mismo y que me hace tender a lpermanentemente.

    Pascal lo dijo muy bien: No me buscarais si no me hubieseis encontrado. Cualquierbsqueda de Dios tiene como punto de partida un encuentro previo con l, que lha producido en nosotros con esa presencia suya en el fondo del corazn humano.

    En la Historia de las religiones hay expresiones que reflejan esta mismaconcepcin de la relacin con Dios. Por ejemplo, Tu grito: Allah, contienemuchos: heme aqu de mi parte, le hace decir a su Dios un mstico musulmn.

    Y la expresin ms hermosa que yo conozco es la de una mujer muy sencilla,perteneciente a un grupo de mujeres mayores sin mucha formacin, a la que habaninstruido los catequistas para recibir el bautismo. Cuando el sacerdote-misionero

    llega para bautizarla, le pregunta: Dnde est Dios? La buena mujer se queda sinresponder y l insiste:No te ha hablado nunca el catequista del cielo?Finalmente ellale dice:Sabe lo que le digo, Padre? Que yo no s dnde est Dios, pero l s sabe dnde estoy

    yo!

    Esta previa presencia de Dios no es una gracia especial dada a unos pocos;todos los humanos somos agraciados con ella, porque todos somos criaturas suyas,a su imagen y semejanza. Por tanto, no tenemos que estar esperando que se nosconceda esa presencia de Dios en un momento privilegiado; estamos dotados deella desde el comienzo mismo de nuestra existencia.

    A nadie deja el Misterio sin noticias de s, dice San Pablo en un discurso que leatribuye Lucas en los Hechos de los Apstoles, porque en l vivimos, nos movemos yexistimos.Con lo cual sita la relacin con Dios en sus verdaderos trminos. No esque l est dentro de nosotros, escondido en lo ms profundo de nosotrosmismos, sino que nosotros estamos en l. No cabe intimidad mayor.

    Los msticos han ofrecido testimonios incontables de esto, por ejemplo, S. Juande la Cruz dice queDios en todas las almas mora, secreto y encubierto en la sustancia de ellas,

    porque si esto no fuere, no podran durar. Santa Teresa, en un lenguaje es ms sencillo,habla en Las Moradas del alma como paraso dondel Dios- tiene sus deleites,cielo empreo que debemos tener en el interior de nuestras almas.

    Y en ese delicioso libro Camino de Perfeccin de instruccin en la oracin a sushermanas, habla del cielo pequeo de nuestra alma, donde est Dios.

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    Cuando se habla de esta presencia de Dios en nosotros, aunque se citen autores,como yo acabo de hacer, surge en personas no muy familiarizadas con el tema unacuestin y un deseo: si lograses demostrar eso, todo estara resuelto; ya no cabradudar de Dios, puesto que estaramos seguros de que le llevamos dentro No

    caen en la cuenta quienes piden una demostracin, que no podemos demostrar loque es la raz misma de nuestro propio ser humano. Si podemos pensar es gracias ala luz de Dios en nosotros, y eso es, naturalmente, indemostrable. No quiere estodecir que tengamos que aceptar los testimonios de la Escritura y de los msticos aciegas, y sin ninguna razn por nuestra parte, porque la condicin humana, porproceder de las manos de Dios, est impregnada de las huellas de sus manos; lacondicin humana est llena de indicios de esa presencia de Dios. No se trata slode que esos indicios sean numerosos, sino que es el alma, toda ella, la que es huellade Dios y, por tanto, todo lo que el hombre vive, cuando lo hace a nivel suficientede profundidad, est dando muestras de esa presencia de Dios.

    Se pueden ofrecer muchas indicaciones en este sentido. Nuestra manera deconocer est diciendo que, siendo finitos, como somos nosotros, estamos abiertosal ser en toda plenitud, abiertos al infinito. De dnde nos puede venir esta aperturaal infinito a travs de nuestro conocimiento, cuando nuestra razn es finita, sino esde la presencia del Infinito en nosotros?

    Quien dice la razn puede decir tambin el deseo humano, y aqu se percibemucho mejor todava. Los humanos deseamos muchas cosas: son los muchos deseosque todos tenemos de aquellas cosas de las que todos necesitamos para satisfacer nuestras

    necesidades, deca San Juan de la Cruz, quien aada tambin:por debajo de muchos de tusdeseos est lo que desea tu corazn, que es tanto como decir: el deseo que eres tmismo, no el deseo que tienes.

    O, como deca muy felizmente un autor contemporneo, Jos Antonio Marina:El deseo humano es el deseo de lo mejor.Es verdad, deseamos una perfeccin y no hemoshecho ms que adquirirla cuando estamos mirando ya otra perfeccin mayor;tenemos un bien y, en cuanto lo hemos adquirido, buscamos un bien mayor, y nose detiene nuestro deseo en ninguno de los bienes que vienen a acallarlo; por eso sehabla con toda razn del deseo de lo mejor.Ese deseo de lo mejor es el vaciado de infinito

    en nosotros,dice tambin J. A. Marina; un deseo que no tengo yo, sujeto, y que tengaa Dios por objeto, es el deseo de Dios que Dios ha puesto en nosotros, gracias alcual estamos constantemente tendiendo hacia l y orientados hacia l con unaespecie de tropismo natural, como esas plantas que se orientan al sol.

    San Agustn lo deca con otra imagen muy grfica: amor meus, pondus meum. Ponduses la fuerza de gravedad; la presencia de Dios en m es la fuerza de gravedad queme hace tender hacia lo alto y no slo hacia el mundo, que es el objeto donde sedesarrolla mi vida.

    De ah que cuando, no ya los telogos, sino los filsofos ofrecen una

    descripcin de la condicin humana, todos insisten en que lo propio de ella es loque podramos llamar una especie de desproporcin interior entre lo que somos ylo que aspiramos a ser, el ideal de ser que nos habita; lo que somos, y la infinita

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    capacidad de ser ms que nos habita en todo lo que somos. San Agustn lo resumiperfectamente:Nos hiciste, Seor, para Ti, y nuestro corazn est inquieto hasta que descanseen Ti.

    Una de las mejores definiciones del ser humano la ofrece Pascal en sus

    Pensamientos, cuando dice que el hombre supera infinitamente al hombre, es decir, quesomos finitos pero nos superamos infinitamente en nuestra finitud, gracias a laatraccin que el infinito ejerce sobre nosotros. Otro excelente creyente y filsofocristiano del siglo XIX, Kierkegaard, habla del hombre como sntesis activa de finitud einfinitud, de lo temporal y lo eterno, de libertad y necesidad.

    Es curioso que expresiones de este estilo se encuentren incluso en personas quese declaran no creyentes. Me parece una perfecta expresin la que utiliza unfilsofo francs contemporneo, Emile Cioran, cuyas obras dan una sensacin denihilismo en muchas de sus pginas pero que, de vez en cuando, tiene expresiones

    como sta: Yo no aguantara dice l- una temporada en el paraso, ni siquiera un da.Cmo explicar entonces la nostalgia que tengo del paraso? No la explico, vive en m desdesiempre, estaba en m antes que yo. Es una manera de decir que el hombre es la nostalgiade algo ms que l mismo, y que est en l antes que l mismo. Por eso puedeofrecer esta esplndida descripcin del ser humano:Jams sers ms que lo que no eres

    y la tristeza de ser lo que eres.

    Lo han dicho los poetas, creyentes y no creyentes, de mil maneras. Por ejemplo,Unamuno dice dirigindose a Dios:

    Solo perdido en ti es como me encuentro.No me poseo, sino aqu, en tu abismo;que, envolvindome todo, eres mi centro.Pues eres t, ms yo que soy yo mismo.

    Y Jos Mara Pemn:

    Te conozco, Seor, por lo que siento,que me sobra en deseo y en afn:

    Porque el vaco de mi descontento,tiene la hondura de tu inmensidad.

    Quiere decir que, basta con que el hombre entre en el fondo de s mismo, paraque tenga algn contacto con la presencia de Dios en l.

    El hombre es un ser con un Misterio en su corazn, que es mayor que l mismo, resumeVon Balthasar, excelente telogo del siglo pasado.

    Por eso, cuando tratamos de dar los primeros pasos hacia Dios, stos no nosllevan hacia fuera y hacia lo alto, hacia el cielo, sino que tienen que encaminarse,fundamentalmente, hacia lo ms ntimo de nosotros mismos. No quieras salir de ti

    mismodeca San Agustn- entra dentro de ti , porque en el hombre interior habita la verdad.El camino hacia la fe tiene su primer paso en ese intento por llegar al fondo de

    nosotros mismos. El Padre Teilhard de Chardin tiene una pgina preciosa en El

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    Medio Divino, en la que dice: Esta maana me he puesto a meditar, he ido perdiendo pie amedida que entraba ms en m mismo, hasta que, al final, he llegado a descubrir, el manantial delque mana el arroyo que es mi vida. En definitiva, se trata de llegar al fondo de unomismo y confesar como el salmo: Todas mis fuentes estn en Ti.

    Quien no hace este esfuerzo por llegar al fondo de s mismo, difcilmente puedeentrar en contacto con Dios. Puede incluso leer el Evangelio y conocer a Jess,pero, si no ha descubierto este fondo de s mismo, ver en l a un maestro, unprofeta, un hombre de talla extraordinaria, pero no podr descubrir el Misterio quese esconde en Jess; slo quien llega al fondo de s mismo tiene ojossuficientemente profundos para descubrir el Misterio all donde ste se manifiesta.;uno mira la naturaleza con ojos de cientfico, y se encuentra con problemas yelementos importantes que es impensable conocer; pero si uno mira la naturalezadesde el previo reconocimiento de la presencia de Dios en s, dir, como San

    Francisco: Hermano sol, hermana luna, hermano fuego, hermana agua de ti llevan lasignificacin.

    Todo lleva la significacin de ese Dios con el que se ha entrado en contactocuando se ha hecho la experiencia del fondo de s mismo. Pero sucede -y ste meparece un punto muy importante para entrar un poco ms en lo que estamosdiciendo- que esta presencia de Dios en nosotros es una presencia enteramenteoriginal. En primer lugar, se trata de una presencia originante, es decir, no es unapresencia que, una vez que yo existo, viene a m, a mi propia naturaleza, sino que esla presencia misma la que hace posible este ser extraordinario que somos cada uno

    de los humanos; es la fuente de la que procede el curso de agua de mi vida.En segundo lugar, no es una presencia dada, es una presencia dante. Por ser

    algo que me precede, no es una presencia objetiva; cuando entro en el fondo de mmismo, yo no puedo verla, pensarla, descubrirla por mis propios medios, porquecualquier acto mo la supone; por eso decimos que es una presencia inobjetiva, esdecir, que no se me da nunca como objeto de ningn acto mo.

    Aqu es donde surge en el hombre la necesidad de otro recurso que la propiainterioridad en la cual tenemos esa presencia que se nos muestra, se nos da notengamos miedo a las palabras- se nos revela, permanentemente; pero que no

    podemos poner delante de nosotros como un objeto.

    4. IDENTIFICACIN POR EL SUJETO DE LA PRESENCIA CON LA QUE ESTHABITADO

    El hombre, que es objetivo por naturaleza, que todo lo que conoce lo conoceproyectndolo hacia la realidad exterior, necesita darse de esa presencia algunapalabra, alguna imagen.

    El primer recurso es la misma palabra Dios. Cuando los primeros humanos

    hemos sido religiosos desde el principio de nuestra historia- comenzaron autilizarla, Dios era la palabra con la que ellos queran expresar, hacer perceptible,

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    esa realidad que sentan en su interior, de la que tenan una especie de nostalgiantima, pero que eran incapaces de percibir.

    Un indicio de ello: Una posible etimologa de la palabra Dios en las lenguasindoeropeas, remite a la raz, div o deiv,que significa brillar o el brillante, la raz

    con la que se designaba el firmamento, el cielo. No ser entonces esa palabra laexpresin de la experiencia simblica vivida por esos hombres en relacin con elfirmamento que los acompaaba en todos sus desplazamientos, del que no podansalir, porque estaban envueltos por l, pero sin poder alcanzarlo, que losacompaaba siempre sin dejarse alcanzar objetivamente por ninguno de ellos?

    De ah la necesidad, para el que vive el descubrimiento de la presencia de Diosen su interior, de recurrir a imgenes para tomar conciencia de ella. Algo que puedeparecer peligroso, y lo es, pero tambin indispensable. En la Biblia, uno de losprimeros mandamientos dice que no hay que hacerse imgenes de Dios, pero el

    hombre no puede entrar en contacto con l sin hacerse imgenes suyas. Ahorabien, se las tiene que hacer a la altura del Dios al que esas imgenes se refieren; poreso, al mismo tiempo que se reconocen como necesarias, hay que cuidar cmo sehacen.

    Con frecuencia, uno de los peligros mayores para los sujetos religiosos es que,habitados por esa presencia, se la representen desde ellos mismos, con su afn depoder, de felicidad inmediata y a toda costa; o, llenos de temores ; y se imaginen aDios como un ser poderossimo que puede hacer lo que le place, dispone de todo asu antojo, castiga a quien no le obedece, es terrible y la causa de sus miedosDe

    ah vienen las imgenes enormemente distorsionadas de Dios que tantas vecesencontramos en no pocos sujetos.

    Pero la verdad es que los sujetos religiosos han comenzado a serlo en el interiorde una religin y han comenzado por nombrar a Dios y representrselo con lasimgenes y los nombres de que esa tradicin dispona. As lo hemos hecho y lohacemos tambin los cristianos.

    Dios para nosotros es, en primer lugar El Dios de los padres, es decir, el diosrepresentado en el Antiguo Testamento, Quin, leyendo el precioso relato dexodo 6, la zarza ardiente que no se consume, no se ha sentido deseoso de sercomo Moiss, ver la llamarada, escuchar la voz de Dios, y descalzarse para entrar encontacto con Dios? Y quin, leyendo la historia de Abraham, no ha sentido lomismo y ha deseado tener la confianza incondicional que el patriarca ha mostrado,y que le ha llevado a mostrarse dispuesto a sacrificar a su hijo?

    En el AT, que es nuestra primera fuente para encontrar las imgenes de Diosque nos sirvan para reconocer su presencia, hay una promesa permanente: Yo servuestro Dios; mi espritu se derramar sobre toda carne; profetizarn vuestros hijos y vuestrashijasTodo el AT est orientado al momento en el que esas promesas se haganrealidad.

    5.LOS CRISTIANOS IDENTIFICAMOS LA PRESENCIA DE LA TRASCENDENCIA ENLA REVELACIN DE DIOS ENJESUCRISTO

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    Ese Dios que acompaa toda la historia de su pueblo, se convierte en el Dios connosotros, y en Jesucristo culmina toda la historia veterotestamentaria de la revelacinde Dios. Los cristianos tenemos en Jesucristo el recurso por excelencia para elencuentro con Dios, hasta el punto de que, cuando no pasamos por la persona de

    Jesucristo, no llegamos verdadera y efectivamente al encuentro con el Dios de loscristianos.

    Y para llegar a identificar y reconocer el Dios revelado en Jesucristonecesitamos poner en relacin la presencia de Dios con la que estamos dotados conel Dios que nos sale al encuentro en Jesucristo. Ahondados nuestros ojos por lapresencia de Dios en nuestro interior descubrimos en Jess, Palabra de Dios,imagen del Dios invisible, ese rostro que llevamos dibujado en nuestro interior peroque somos incapaces de ver directamente. As se hace realidad lo que Jess dice enel Evangelio segn san Juan: quien me ve a m ve al Padre y Jesucristo se convierte

    para nosotros en el sacramento, el lugar, para el encuentro con Dios.Jesucristo opera una verdadera revolucin en la manera de representarse a Dios.

    A ninguno de nosotros se nos habra ocurrido pensar en el nacimiento de Dios enel mundo en los trminos en que lo cuentan los evangelios de la infancia; ni se noshabra ocurrido pensar en la salvacin de los hombres por Dios pasando por lacruz. En Jesucristo Dios se revela de una forma totalmente inaudita.

    Jess comienza hablando del Reino de Dios, y sus parbolas del Reino son unamuestra preciosa para ayudarnos a captar quin es ese Dios en el que creemos y quehabita en nosotros; ese Dios con el que queremos encontrarnos. Una de las ms

    hermosas es la que compara el Reino de Dios con una perla preciosa, con un tesoroescondido; Dios es, segn esa parbola, para el que se encuentra con l, lo ms

    valioso, aquello que vale tanto que, por conquistarlo, el hombre entrega todo lo quetiene con alegra. Otras parbolas completan ms esa figura de Dios, al identificarlocon el padre bondadoso que acoge al hijo prdigo y celebra una fiesta a su retorno.l Dios aparece en Jess como misericordioso que se ocupa de aquellos de los queno se ocupa nadie. Pero Jess ensea sobre Dios, no slo con sus palabras, sinosobre todo con su propia vida y con su persona.

    Jess vive en su bautismo una verdadera experiencia radical de Dios, que marca

    su toma de conciencia de quin es l mismo. Ah Jess no se identifica a s mismo,sino que, en un momento de experiencia religiosa intensa, vivida en la oracin, sesiente identificado por Dios: T eres mi hijo, el amado; a partir de ah, Jess se dirigira Dios como un Padre, incluso en esa forma, Abba,que tiene rasgos especiales deconfianza y de cario. En definitiva, Jess nos revela a Dios en su propio destino yen su propia vida.

    Al final, el culmen de la revelacin de Dios en Jess es la cruz misma. As lorepresenta sobre todo el evangelio de Juan: tanto am Dios al mundo que entreg a suHijo nico para que, el que cree en l no se pierda, sino que se salve. La cruz de Jess nos

    revela el amor infinito, insondable, sin fondo, de Dios hacia los humanos.Jesucristo nos revela a Dios fundamentalmente como un Dios que ama a todos y acada uno de nosotros. Por eso la relacin del hombre con Dios se resume en

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    SER CREYENTES.POR UN CRISTIANISMO PERSONALIZADOProf. J de Dios Martn Velasco

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    amarlo de todo corazn, sobre todas las cosas. Incluyendo en la relacin quemantenemos con l a los hermanos, a los que debemos amar como a nosotrosmismos e incluso como Jess mismo nos ama a nosotros, de forma que Jess tomacomo hecho a l mismo lo que hagamos a los dems: tuve hambre y me disteis de comer,

    tuve sed y me disteis de beberPara describir en qu puede consistir nuestra experiencia de Dios y cmo

    podemos llegar a ella, es til seguir el camino que siguieron los discpulos parallegar a ella.

    6.LA TRANSFIGURACIN DE LA IMAGEN DE DIOS ENJESUCRISTO ORIGINA UNATRANSFORMACIN SEMEJANTE EN LA RESPUESTA QUE CONSTITUYE LA FE EN

    L

    Los discpulos tuvieron un largo contacto con Jess, le fueron conociendo y, sinduda, fueron entablando con l una relacin de amor: os he llamado amigos. Plespareci un ments de parte de Dios a Jess y su mensaje. Tras su muerte en la cruzaparecen no esperando ya nada. Vueltos a su trabajos de antes a la pesca de la quelos haba sacado la llamada de Jess. Slo cuando comprendieron el significado dela cruz: convena que el Mesas pasase por la muerte y as entrase en su gloria, se les abrieronlos ojos y pudieron reconocer en Jess al Resucitado.

    En el encuentro de los discpulos con el resucitado tenemos el paradigma, poras decir, de lo que es la realizacin de la experiencia de la fe por los creyentes. Noes cuestin de detenernos mucho, pero s de ver algunos aspectos que muestran losrelatos de la resurreccin.

    Lo primero de todo es que ah la fe no tiene nada que ver con la afirmacin deverdades relativas a Dios, a Jesucristo o a la vida despus de la muerte. La fe es elencuentro personal con el resucitado; es el paso de creer que lo de Jess se habaacabado a decir: Seor mo y Dos mo, cuando se les hace presente; es tanto comoreconocer esa presencia con la que todo sujeto est habitado, realizada fsica yhumanamente en Jess crucificado y resucitado.

    Naturalmente, el encuentro con el Resucitado no parte de la iniciativa de losdiscpulos; es Jess quien les sale al encuentro; como dicen literalmente los textos:

    se les da a conocer.Es Jess el que se les muestra y, para que se vea el alcance de loque esto significa, Pablo dice: Cuando Dios tuvo a bien revelar a su Hijo en mEs Diosel que les revela a Jess para que en l descubran el Misterio de Dios y puedan en

    Jess encontrarse con Dios.

    En este encuentro con Dios hay algo que me parece el culmen de la experienciacristiana. No es que el sujeto conozca a Dios, sepa cosas sobre l, sienta o tengadeterminados sentimientos en relacin con Dios, sino que Dios se hace, en

    Jesucristo, trmino de un encuentro personal con l. San Pablo, en una frase de lacarta a los Filipenses, hablando de su encuentro con el Seor lo describe en estos

    trminos: No es que haya conseguido ya la meta; ando buscndola para ver si laconquisto comoyo fui conquistado por l.

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    En el encuentro, Jess conquist a Pablo y ste se sinti conquistado por elSeor, que es tanto como decir que la relacin fundamental es una relacininterpersonal que se realiza en trminos fundamentalmente amorosos.

    Cuando se produce un encuentro as con el Dios revelado en Jesucristo, ser

    creyente supone, naturalmente, una transformacin radical del sujeto; cambia, no yala forma de comportarse, sino la forma de ser. Podramos decir que lo que sucedecuando el creyente se encuentra con el Seor es que comienza a existir de otramanera; antes exista desde s mismo, l era el centro de todo, todo lo organizaba entorno a su propio bien pero, a partir del momento en que se ha encontrado con elSeor, es conquistado por l, se encuentra con alguien que sehace para l el centrode su vida. En vez de vivir como el hijo prdigo dame lo que me corresponde, deseo deautonoma completa- se vive con l, para l, desde l, sabiendo que todo lo delPadre es nuestro; se vive desde esa relacin que Pablo expresa en los trminos de

    ser conquistado.Para ver hasta qu punto esa transformacin es grande, creo que tenemos una

    analoga fcil al ver qu sucede en una persona cuando el amor aparece en la vidade una persona.El amor es la sal de la vida, han dicho algunos con una metfora muyexpresiva; es la luz que ilumina una vida que, hasta que se ama, est oscura; por eso,saberse amado por Dios y responderle, transforma la vida por completo.

    Un autor francs que conoce muy bien la historia del cristianismo primitivo y lacultura en la que se desarrolla, se refiere a la revolucin que se produce en elmundo antiguo cuando el buen cargador del puerto de Corinto, la prostituta de esa

    ciudad cosmopolita que, haban odo hablar de los dioses, como seres poderosos enel Olimpo pero que, de ninguna manera eran capaces de ocuparse de los hombres,escuchan a Pablo que Dios ama a cada una de las personas, a cada uno de ellos, y la

    vida de esas personas sufre una verdadera revolucin interior se ve totalmentetransformada.

    Un poeta de Puerto Rico, ngel Daro expresa muy bien en un precioso haikuelcambio al que nos referimos: Y cuando todo era nada, apareciste t y ya, nada era nada.Uno puede estar en una situacin en la que todo es nada nihilismo perfecto-, perocuando entra el amor de Dios en su vida, entonces ya nada es nada, ya la vida, la

    persona, los otros, todo adquiere un valor definitivo.Desde esa transformacin radical se produce tambin la transformacin de los

    hbitos del corazn, es decir, de las disposiciones fundamentales. Cmo no va aconfiar en la vida quien se sabe puesto en ella por un Dios que le amaincondicionalmente? Cmo va a preocuparse de lo que le pueda pasar? Vivircomo los lirios del campo, como las aves del cielo como dice el Sermn de laMontaa.

    El ser creyente nos introduce en un orden de ser enteramente distinto; loexpresan muy bien los textos del NT, ledos desde esta perspectiva. Recordemos laescena preciosa de la anunciacin, cuando el ngel anuncia a Mara que va a tener aun hijo y ella le preguntacmo puede ser esto? El ngel le responde: Espritu de Dios

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    vendr sobre ti mira a tu prima Isabely le aade: porque para Dios nada hayimposible.

    Y los sinpticos aadirn que Todo es posible para el que cree. A partir deah, el futuro del hombre creyente no es ya el futuro imperfecto, el que l mismo

    puede procurarse, que en todo caso va a chocar siempre con el muro de la muerte.El futuro del hombre que cree, es Dios, es el futuro absoluto; por eso la fe es, al

    mismo tiempo, esperanza. Naturalmente que, quien da ese paso, ya no es que tengafe, es que, como dice Pablo en la carta a los Glatas, citando a un profeta: vive de la

    fe.Cuando el creyente da el paso de serlo, la fe se convierte en la fuente de la quemana su vida, como hemos dicho antes con otra imagen; la fe se convierte en elorigen mismo de una nueva vida para nosotros, y cuando esto sucede, el hombreencuentra en ese ser creyente, el eje en torno al cual se organiza toda su vida. Diosse ha convertido para l en lo nico necesario y puede decir con Santa Teresa:

    Quien a Dios tiene, nada le falta. Slo Dios basta.Esto es lo que Bonhoeffer deca en una preciosa imagen: la fe se convierte para

    el creyente en elcantus firmus del coral de su vida. Es la meloda sencilla, que a vecescanta un coro de nios, pero que mantenida con fidelidad otorga la libertad paradesarrollar todos los aspectos de su vida, sin que se pierda la armona.

    La experiencia de Dios produce algo que hemos perdido de vista muchas veceslos creyentes: la alegra de la que habla el evangelio: Bienaventurada t que has credo.Porque antes de las ocho bienaventuranzas, est la bienaventuranza fundamentalque es la de creer. La primera Carta de Pedro dice as: Por lo cual rebosis de alegra,aunque sea preciso que todava por algn tiempo seis afligidos con diversas pruebas, a fin de quesea probada la calidad de vuestra fe y se convierta en vosotros en alabanza, gloria y honor,revelacin de Jesucristo, a quien amis sin haberlo visto, en quien creis aunque no lo veis y osalegris con un gozo inefable y glorioso hasta llegar a la meta de vuestra salvacin.

    El creyente tiene una capacidad de alegra que slo la fe da, y produce un gozoque penetra enteramente la vida de los creyentes. Por otra parte, es una alegra queno depende de que se reciban determinados bienes, y que por eso puede darseincluso cuando todava se tiene que sufrir. Los apstoles salieron llenos de alegraporque haban sufrido del Sanedrn afrentas por Jess.. Y Pablo dice: me gozo en mistribulaciones.Se trata de una alegra completamente nueva de la que se hace eco eltema frecuente en las vidas de los santos bajo la forma de la alegra verdadera,perfecta, de la que habla, por ejemplo el captulo VIII de las Florecillas de sanFrancisco

    Me he pasado mucho de tiempo y me queda por desarrollar el paso de la fe ala experiencia de la fe, que lo trataremos el prximo martes.

    Muchas gracias

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    SER CREYENTES.POR UN CRISTIANISMO PERSONALIZADOProf. J de Dios Martn Velasco

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    DILOGO

    P. Lo primero de todo, darle las gracias por la exposicin que para m me ha resultado de altamstica. Observo que nos faltan testigos. Si una persona necesita ayuda busca a un psiquiatra y noa un sacerdote.

    R. Vd. se ha adelantado muy oportunamente a lo que tenemos que decir elprximo da, porque, despus de ser creyente, nos vamos a preocupar de cmo sertestigos. Yo tambin he dicho antes que en la Iglesia faltan maestros, Vd. los llamatestigos, y cualquiera de las dos palabras vale. Lo que ha dicho de alta mstica mesuena un poco raro, porque parece que es cosa de unos poquitos privilegiados;cuando la realidad es que todo cristiano est llamado a ser mstico, porque sermstico no es otra cosa que hacer la experiencia de Dios. Sin hacer esta experienciano somos verdaderamente cristianos; seremos gente que practica o tienedeterminadas creencias pero, ser cristiano es encontrarse personalmente con el

    Seor y en ese sentido, la mstica es para todos.

    Hago un breve comentario sobre los tres ltimos libros de la Bibliografa:

    En relacin con las imgenes de Dios, que es un tema muy importante, el aopasado se public un libro pstumo de Jos M Mardones,Matar a nuestros dioses.UnDios para un creyente adulto. Es un libro escrito con claridad y amenidad, que presentaun buen elenco de imgenes de Dios que habra que superar y desterrar.

    Con la misma orientacin, es el libro de Torres Queiruga, Del terror de Isaac alDios de Jess. Tambin va en la lnea de superacin de imgenes de Dios que, enlugar de facilitar, se interponen entre Dios y los hombres y dificultan el encuentrocon l.

    Tambin sera til un libro de un autor alemn, Manfred Ltz, editado en SalTerrae: Dios, breve historia del eterno. Tiene la ventaja de que est hermosa yamenamente escrito y con un fundamento slido.

    NOTA BIBLIOGRFICA:

    H. U. von Baltasar, La oracin contemplativa, Encuentro, Madrid, 1985.H. de Lubac, Por los caminos de Dios, Encuentro, Madrid, 1993.

    J. Martn Velasco, La experiencia cristiana de Dios,Trotta, Madrid, 2007Id.,El fenmeno mstico, Trotta, Madrid, 2009.K. Rahner, Palabras de Ignacio de Loyola a un jesuita de hoy, Sal Terrae, Santander, 1990.

    J. Schlosser,El Dios de Jess, Sgueme, Salamanca, 1995.Jos Mara Mardones,Matar a nuestros dioses. Un Dios para un creyente adulto,P.P.C. 2006.Andrs Torres Queiruga, Del terror de Isaac al Abb de Jess. Verbo Divino, 2000.

    Manfred Lutz, Dios una breve historia del eterno, Sal Terrae 2009.