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Colegio L A P RESENTACIÓN Villava Multilingual School – Centro Plurilingüe Las Piedrecitas Azules Había una vez dos piedrecitas que vivían entre muchas otras en medio del torrente de un río. Ellas dos destacaban entre todas porque eran de un intenso azul. Cuando les daba el sol brillaban como dos pedacitos de cielo caídos en el agua. Conversaban casi todo el tiempo sobre lo que serían cuando alguien las descubriera. “¡Ya verás!, seguro que acabaremos en la corona de una reina”, se decían con entusiasmo la una a la otra. Un día, por fin, fueron recogidas por la mano de un hombre. Estuvieron varios días sofocándose en una caja hasta que alguien las cogió y las metió en una pared junto con muchas otras. Las llenaron de cemento por todos los lados y no se podían mover. Lloraron, suplicaron, insultaron, amenazaron, pero no sirvió de nada. Al final, dos golpes de martillo las hundieron definitivamente en la pared. A partir de entonces sólo pensaron en huir. ¡Ellas querían regresar a su río! Pasado el tiempo trabaron amistad con un hilo de agua que de vez en cuando se filtraba por allí y les recordaba a su antiguo hogar en el torrente. Siempre que le veían le decían: “Oye, ¿por qué no te metes entre nosotras para que podamos salir de esta maltita pared?” Y… eso es lo que hizo el hilo de agua. Siempre que pasaba por su lado se metía entre ellas con toda la fuerza que tenía, que no era mucha. Así, al cabo de unos meses, las piedrecitas ya se podían mover un poco. Cada vez más y más hasta que, finalmente, después de mucho esfuerzo, en una noche de mucha humedad, las dos piedrecitas se soltaron y se tiraron de la pared. Ya en el suelo, miraron hacia arriba para ver cuál había sido su prisión y, mientras miraban, los primeros rayos del sol iluminaron un espléndido mosaico. Miles de piedrecitas de oro y de multitud de colores formaban la figura de un hombre. Pero en su rostro había algo raro… ¡Estaba ciego! Cuando las piedrecitas se estaban dando cuenta de lo que había pasado, el sacristán de la iglesia las recogió con la escoba distraídamente mientras barría, como todas las mañanas, justo debajo del mosaico que representaba a Jesús, ahora sin pupilas. _________________________________ Ayer a primera hora de la mañana todos nosotros, alumnos y profesores, iniciamos “oficialmente” el curso celebrando la eucaristía. Nos dimos cuenta de que, como las herramientas en una carpintería, todos somos diferentes pero si nos ponemos en manos del maestro carpintero formamos un gran equipo. No olvidemos nunca que cada uno de nosotros somos capaces de hacer cosas increíbles si nos ponemos en manos de Dios. Como nos enseña la historia de hoy, el cemento y el martillo pueden representar las dificultades de este curso pero… en manos del “carpintero” el éxito está asegurado. ¡¡ TENEMOS ALGO BUENO QUE CONTAR !! Martes, 23 de septiembre de 2014

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Las Piedrecitas Azules  Había  una  vez  dos  piedrecitas  que  vivían  entre  muchas  otras  en  medio  del  torrente   de   un   río.   Ellas   dos   destacaban   entre   todas   porque   eran   de   un  intenso  azul.  Cuando   les  daba  el   sol  brillaban  como  dos  pedacitos  de  cielo  caídos   en   el   agua.   Conversaban   casi   todo   el   tiempo   sobre   lo   que   serían  cuando  alguien  las  descubriera.  

“¡Ya  verás!,   seguro  que  acabaremos  en   la  corona  de  una   reina”,  se  decían  con  entusiasmo  la  una  a  la  otra.  

Un   día,   por   fin,   fueron   recogidas   por   la   mano   de   un   hombre.   Estuvieron  varios  días  sofocándose  en  una  caja  hasta  que  alguien  las  cogió  y  las  metió  en   una   pared   junto   con  muchas   otras.   Las   llenaron   de   cemento   por   todos   los   lados   y   no   se   podían  mover.   Lloraron,   suplicaron,   insultaron,   amenazaron,   pero   no   sirvió   de   nada.   Al   final,   dos   golpes   de  martillo   las  hundieron  definitivamente  en  la  pared.  A  partir  de  entonces  sólo  pensaron  en  huir.  ¡Ellas  querían  regresar  a  su  río!  

Pasado  el  tiempo  trabaron  amistad  con  un  hilo  de  agua  que  de  vez  en  cuando  se  filtraba  por  allí  y  les  recordaba   a   su   antiguo   hogar   en   el   torrente.   Siempre   que   le   veían   le   decían:   “Oye,   ¿por   qué   no   te  metes  entre  nosotras  para  que  podamos  salir  de  esta  maltita  pared?”  

Y…  eso  es  lo  que  hizo  el  hilo  de  agua.  Siempre  que  pasaba  por  su  lado  se  metía  entre  ellas  con  toda  la  fuerza  que  tenía,  que  no  era  mucha.  Así,  al  cabo  de  unos  meses,  las  piedrecitas  ya  se  podían  mover  un  poco.  Cada  vez  más  y  más  hasta  que,  finalmente,  después  de  mucho  esfuerzo,  en  una  noche  de  mucha  humedad,  las  dos  piedrecitas  se  soltaron  y  se  tiraron  de  la  pared.  

Ya   en   el   suelo,   miraron   hacia   arriba   para   ver   cuál   había   sido   su   prisión   y,   mientras   miraban,   los  primeros  rayos  del  sol  iluminaron  un  espléndido  mosaico.  Miles  de  piedrecitas  de  oro  y  de  multitud  de  colores  formaban  la  figura  de  un  hombre.  Pero  en  su  rostro  había  algo  raro…  ¡Estaba  ciego!  

Cuando   las  piedrecitas  se  estaban  dando  cuenta  de   lo  que  había  pasado,  el  sacristán  de   la   iglesia   las  recogió   con   la   escoba   distraídamente   mientras   barría,   como   todas   las   mañanas,   justo     debajo   del  mosaico  que  representaba  a  Jesús,  ahora  sin  pupilas.  

_________________________________  

Ayer  a  primera  hora  de   la  mañana  todos  nosotros,  alumnos  y  profesores,   iniciamos  “oficialmente”  el  curso  celebrando   la  eucaristía.  Nos  dimos  cuenta  de  que,  como   las  herramientas  en  una  carpintería,  todos   somos   diferentes   pero   si   nos   ponemos   en  manos   del   maestro   carpintero   formamos   un   gran  equipo.  

No   olvidemos   nunca   que   cada   uno   de   nosotros   somos   capaces   de   hacer   cosas   increíbles   si   nos  ponemos   en  manos   de   Dios.   Como   nos   enseña   la   historia   de   hoy,   el   cemento   y   el  martillo   pueden  representar  las  dificultades  de  este  curso  pero…  en  manos  del  “carpintero”  el  éxito  está  asegurado.  

¡¡  TENEMOS  ALGO  BUENO  QUE  CONTAR  !!  

Martes,  23  de  septiembre  de  2014  

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¡ Un olvido importante ! Cuentan   que   un   experimentado   conferenciante   distribuyó   unas   hojas   de  papel   a   los   miembros   de   su   auditorio   y   les   pidió   que   escribieran   sus  preguntas  a  fin  de  poder  luego  discutirlas  y  comentarlas.  

El  procedimiento  funcionó  muy  bien  hasta  que  abrió  una  de  las  hojas  que  le  habían   dado   y   observó   que   en   el   papel   plegado   sólo   había   escrita   una  palabra:  ¡¡IDIOTA!!  

La  leyó,  sin  inmutarse,  en  voz  alta  y  se  dirigió  a  su  público  con  estas  mismas  palabras:  

Damas   y   caballeros:   en   las  múltiples   conferencias   que   llevo  dando   desde   hace   años   muchas  personas  han  escrito  su  pregunta  y   han   olvidado   firmar   con   su  nombre.   He   de   decirles   que   ésta  es   la   primera   vez   que   alguien  firma   con   su   nombre   y   olvida  escribir  la  pregunta.  

 

No  hace  daño  aquel  que  quiere  sino  aquel  al  que  le  dejamos.    

¡¡Qué  importante  es  que  tengamos  esto  siempre  presente!!  

Hace   poco   que   hemos   comenzado   el   curso   y   es   bueno   que  comencemos  todos/as  con  buen  pie,  sin  insultos,  recelos  ni  malos  rollos.  “Ilusionémonos  con   la  vida,  con  el  curso  y,  sobre  todo,  con  la  gente  que  vive  a  nuestro  lado”.  

Insultos  y  zancadillas  son  cosa  del  pasado,  ¿verdad?  

¡¡  TENEMOS  ALGO  BUENO  QUE  CONTAR  !!  

Miércoles,  24  de  septiembre  de  2014  

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Cielo o Infierno, tú escoges Se  dice  que  un  guerrero  samuray  fue  a  ver  al  maestro  zen  Hakuin  y  le  preguntó:  

- ¿Existe  el  infierno?  ¿Existe  el  cielo?  ¿Dónde  se  hallan  las  puertas  que  me  llevarán  a  ellos?  ¿Dónde  está  la  entrada?  

Era  un  guerrero  sencillo.  Los  guerreros  siempre  son  sencillos.  Sólo  conocen  dos  cosas:   la  vida  y   la  muerte.  Él  no  había   ido  allí   a  aprender  ninguna  doctrina,   tan   sólo  quería   saber  dónde   estaban   las   puertas   para   evitar   el   infierno   y   poder   entrar   en   el   cielo.   Hakuin   le  respondió  de  la  forma  en  que  sólo  un  guerrero  podía  haberle  entendido.  

- ¿Quién  eres?  –preguntó  Hakuin.  

- Soy   un   guerrero   samuray   –respondió   el   guerrero–,   incluso   el   emperador   me  respeta.  

Hakuin  se  rió  de  él  diciendo:  

- ¿Un  samuray,  tú?  ¡Pero  si  pareces  un  pordiosero!  

El   samuray  se  sintió  herido  en  su  orgullo  y  olvidó   lo  que  había   ido  a  hacer.  Con  furia  desenvainó  su  espada  y  se  dispuso  a  matar  al  maestro  Hakuin.  Éste  le  dijo  entonces:  

- Ésta  es   la  puerta  del   infierno.   Esta  espada,   esta   ira,   este  ego,  son  las  llaves  que  la  abren.  

El  samurái  entendió  inmediatamente.  Entonces  colocó  nuevamente  su  espada  en  la  funda.  Es  entonces  cuando  Hakuin  le  dijo:  

- Así  es  como  se  abren  las  puertas  del  cielo.  

Recuerda  siempre  esto  durante  el  curso:  

Se  cazan  más  moscas  con  una  gota  de  miel  que  con  un  barril  de  vinagre.  

SÉ  SIEMPRE  AMABLE  Y  GENEROSO  CON  TODOS  

¡¡  TENEMOS  ALGO  BUENO  QUE  CONTAR  !!  

Jueves,  25  de  septiembre  de  2014  

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Saber Jugar

Estamos  en  un  parque.  En  un  banco  hay  dos   mujeres   observando   a   dos   niños  pequeños   mientras   juegan   y   hablan  tranquilos,   aparentemente   alegres.   De  repente,  oyen  que  uno  dice  a  otro:  

- Tonto,   ¡no   quiero   volver   a   jugar  nunca  más  contigo!  

Durante  dos  o  tres  minutos  cada  uno  de  los   niños   juega   por   su   cuenta,   prescindiendo   totalmente   del  compañero.  Se  ignoran  completamente.  

Al   poco   tiempo,   las   mujeres   se   dan   cuenta   de   cómo   los   dos   niños  vuelven  a  jugar  juntos.  Entonces  una  de  las  mujeres  le  dice  a  la  otra:  

- ¿Cómo   pueden   hacer   esto   los   niños?   Pasan   de   estar   furiosos   y  pelearse,  a  volver  a  jugar  como  si  nada  hubiera  ocurrido.  

- Es  fácil  –comenta  la  otra  mujer–  prefieren  la  felicidad  y  la  alegría  de  compartir,  a  la  intransigencia  y  la  soledad.    

 

 

Una  bonita  lección  al  comienzo  de  este  nuevo  curso,  ¿no  te  parece?    

Desterremos   de   nuestro   colegio   la   intransigencia   y   la   soledad.  Acojamos  a  todos  y  estemos  siempre  dispuestos  a  compartir  y  ayudar  a  los  compañeros  y  compañeras  que  más  lo  necesitan.    

Ya  sabes…  TENEMOS  ALGO  BUENO  QUE  CONTAR    

Viernes,  26  de  septiembre  de  2014