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separata LOS BAOBABS, ACUARELA DE ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY Antoine de Saint-Exupéry, el gran príncipe EL MAGAZÍN Lo anterior es un fragmento del minúsculo pero enor- me cuento del aviador francés Antoine de Saint-Exu- péry, El principito, publicado en 1943 y escrito mien- tras se hospedaba en un hotel de Nueva York. En un comienzo muchos pensaron que era una historia in- fantil, pero al leerlo dos y más veces se dieron cuenta de que es algo esencial en la vida de los hombres, pues habla de la vida, del amor, y especialmente de la amis- tad. Allí, él se imagina perdido en el desierto del Sa- hara, después de que su avión tuviera un percance. Es entonces cuando se le aparece un pequeño prín- cipe extraterrestre, quien le habla de tantas cosas be- llas que el aviador termina diciendo que los hombres somos realmente estúpidos y frágiles, y al llegar a adultos no entendemos la sabiduría de los ni- ños. El pequeño príncipe vive en el asteroide B612, en donde hay algunos volcanes y una rosa, y todos los días arranca los árboles baobabs, pues si los dejara crecer par- tirían su territorio en miles de peda- zos. A veces visita otros planetas y se encuentra con un rey que cree que gobierna bien las estrellas, pero la verdad es que se trata de un político ambicioso; hay un va- nidoso insoportable y envidioso, un borracho que bebe porque no tiene la voluntad de dejar de hacerlo; la avaricia y la ambición están retratadas en el hombre de negocios que quiere com- prar más y más estrellas; el geó- grafo sólo vive dibujando mapas, pero su pasión laboral no le per- mite ir a otros lugares a descubrir nuevos rincones, y menos aceptar que en un mapa se incluya una rosa, la del pequeño príncipe. El farolero es el más positivo de ellos, pues represen- ta la disciplina, la lealtad y la responsa- bilidad de encender y apagar todos los días un farol. Cuando el pequeño va a la Tierra descubre que hay miles de rosas y se deprime, pero alguien le dice que lo importante de su rosa es que él la ama. Pide dibujar un carnero y el narrador le traza una boa que se ha tragado un elefante; otros dicen que sim- plemente es un sombrero. En el desierto, el principi- to conoce una serpiente que tiene el poder de devol- verlo a su planeta. Después de pensarlo, el pequeño se despide emotivamente del narrador y deja que la serpiente lo muerda. El principito queda blanco como la nieve, y cuando el narrador busca su cuerpo, al día siguiente, ya no está... «¡Ninguna persona mayor com- prenderá jamás que esto sea verdaderamente impor- tante!», reflexiona el escritor. Dicen que Saint-Exupéry murió en un vuelo de reconocimiento, el 31 de julio de 1944. Había nacido en Lyon en 1900, y siempre quiso pertenecer a la ar- mada, pero se cambió a la aviación mientras presta- ba el servicio militar en 1921. Fue muy activo en Áfri- ca y en América del Sur. Sus dos primeros libros le dieron fama mundial: Correo del sur y Vuelo noctur- no, en donde hablaba de la fascinación de volar. Lue- go publicó Tierra de los hombres, en donde pregonó la necesidad de ser solidarios y dejar a un lado el odio. Durante la II Guerra Mundial luchó con la aviación francesa y en medio del fragor escribió Piloto de gue- rra, una bella reflexión de vida. Al caer Francia viajó a América, y en 1943 se unió a las Fuerzas Francesas en África del Norte. La aviación y la literatura estuvieron inextricable- mente ligadas en su vida, y a ambas incorporó un excepcional sentido de entrega. Lejos de escribir sim- ples memorias o novelas de aventuras, trató de des- cribir la sobrecogedora impresión que le producía volar; según él, lo aproximaba al corazón del miste- rio de la existencia. Volando encontró la satisfacción y el sentido de la dignidad humana; descubrió la exis- tencia de una noble fraternidad entre hombres des- interesados y valientes, unidos en un esfuerzo común. Por eso, en Correo del sur evoca los pensamientos y sentimientos de un piloto. En Vuelo nocturno, obra injustamente desconoci- da, mezcla una acción escueta, pero dramática, con profundas reflexiones morales sobre el tema de la felicidad, que se encuentra no en la libertad ni en el amor humano, sino en la aceptación del deber y en la entrega a la misión individual. LA EDICIÓN EN FRANCÉS DE EL PRINCIPITO, LIBRO QUE THOMAS MANN DECÍA TENER SIEMPRE EN LA CABECERA DE SU CAMA. Por Jorge Consuegra A. de S. E. No se ve bien sino con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos. S é que en algún lugar del mundo existe una rosa única, distinta de todas las demás rosas, una cuya delicadeza, candor e inocencia harán despertar de su letargo a mi alma, mi corazón y mis riñones. A esa rosa, donde quiera que esté, dedico este traba- jo con la esperanza de hallarla algún día, o de dejarme hallar por ella. Existe [...] rodeada de amapolas multicolores, filtran- do todo lo bello a través de sus ojos aperlados, cristalinos y absolutamente hermosos [...].

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LOS BAOBABS, ACUARELA DE ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY

Antoine de Saint-Exupéry,el gran príncipe

EL MAGAZÍNLo anterior es un fragmento del minúsculo pero enor-me cuento del aviador francés Antoine de Saint-Exu-péry, El principito, publicado en 1943 y escrito mien-tras se hospedaba en un hotel de Nueva York. En uncomienzo muchos pensaron que era una historia in-fantil, pero al leerlo dos y más veces se dieron cuentade que es algo esencial en la vida de los hombres, pueshabla de la vida, del amor, y especialmente de la amis-tad. Allí, él se imagina perdido en el desierto del Sa-hara, después de que su avión tuviera un percance.Es entonces cuando se le aparece un pequeño prín-cipe extraterrestre, quien le habla de tantas cosas be-

llas que el aviador termina diciendo que los hombressomos realmente estúpidos y frágiles, y al llegar a

adultos no entendemos la sabiduría de los ni-ños. El pequeño príncipe vive en el asteroide

B612, en donde hay algunos volcanes y unarosa, y todos los días arranca los árboles

baobabs, pues si los dejara crecer par-tirían su territorio en miles de peda-zos. A veces visita otros planetas y

se encuentra con un rey que creeque gobierna bien las estrellas,pero la verdad es que se trata deun político ambicioso; hay un va-nidoso insoportable y envidioso,un borracho que bebe porqueno tiene la voluntad de dejar dehacerlo; la avaricia y la ambiciónestán retratadas en el hombrede negocios que quiere com-prar más y más estrellas; el geó-grafo sólo vive dibujando mapas,pero su pasión laboral no le per-mite ir a otros lugares a descubrir

nuevos rincones, y menos aceptarque en un mapa se incluya una rosa,

la del pequeño príncipe. El farolero esel más positivo de ellos, pues represen-

ta la disciplina, la lealtad y la responsa-bilidad de encender y apagar todos los

días un farol.Cuando el pequeño va a la Tierra descubre que

hay miles de rosas y se deprime, pero alguien ledice que lo importante de su rosa es que él la ama.

Pide dibujar un carnero y el narrador le traza una boaque se ha tragado un elefante; otros dicen que sim-plemente es un sombrero. En el desierto, el principi-to conoce una serpiente que tiene el poder de devol-verlo a su planeta. Después de pensarlo, el pequeñose despide emotivamente del narrador y deja que laserpiente lo muerda. El principito queda blanco comola nieve, y cuando el narrador busca su cuerpo, al díasiguiente, ya no está... «¡Ninguna persona mayor com-prenderá jamás que esto sea verdaderamente impor-tante!», reflexiona el escritor.

Dicen que Saint-Exupéry murió en un vuelo dereconocimiento, el 31 de julio de 1944. Había nacidoen Lyon en 1900, y siempre quiso pertenecer a la ar-mada, pero se cambió a la aviación mientras presta-ba el servicio militar en 1921. Fue muy activo en Áfri-ca y en América del Sur. Sus dos primeros libros ledieron fama mundial: Correo del sur y Vuelo noctur-no, en donde hablaba de la fascinación de volar. Lue-go publicó Tierra de los hombres, en donde pregonóla necesidad de ser solidarios y dejar a un lado el odio.Durante la II Guerra Mundial luchó con la aviaciónfrancesa y en medio del fragor escribió Piloto de gue-rra, una bella reflexión de vida. Al caer Francia viajóa América, y en 1943 se unió a las Fuerzas Francesasen África del Norte.

La aviación y la literatura estuvieron inextricable-mente ligadas en su vida, y a ambas incorporó unexcepcional sentido de entrega. Lejos de escribir sim-ples memorias o novelas de aventuras, trató de des-cribir la sobrecogedora impresión que le producíavolar; según él, lo aproximaba al corazón del miste-rio de la existencia. Volando encontró la satisfaccióny el sentido de la dignidad humana; descubrió la exis-tencia de una noble fraternidad entre hombres des-interesados y valientes, unidos en un esfuerzo común.Por eso, en Correo del sur evoca los pensamientos ysentimientos de un piloto.

En Vuelo nocturno, obra injustamente desconoci-da, mezcla una acción escueta, pero dramática, conprofundas reflexiones morales sobre el tema de lafelicidad, que se encuentra no en la libertad ni en elamor humano, sino en la aceptación del deber y en laentrega a la misión individual.

LA EDICIÓN EN FRANCÉS DE EL PRINCIPITO, LIBRO QUE THOMAS

MANN DECÍA TENER SIEMPRE EN LA CABECERA DE SU CAMA.Por Jorge Consuegra

A. de S. E.

No se ve bien sino con el corazón;lo esencial es invisible para los ojos.

Sé que en algún lugar del mundo existe una rosaúnica, distinta de todas las demás rosas, una cuyadelicadeza, candor e inocencia harán despertar de

su letargo a mi alma, mi corazón y mis riñones. A esa rosa, donde quiera que esté, dedico este traba-

jo con la esperanza de hallarla algún día, o de dejarmehallar por ella.

Existe [...] rodeada de amapolas multicolores, filtran-do todo lo bello a través de sus ojos aperlados, cristalinosy absolutamente hermosos [...].

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El cuerpo de la patria a Pablo Neruda

Esta es Colombia, Pablo, con su espuma y su piedracurvada dulcemente sobre el cielo de América.Aún lentas carabelas en el Océano Atlánticode blancura y de norte hacen su itinerario,y si Colón volviese de su último viajebahías de sus tierras diera para su naves.Las aguas que copiaron el rostro de Balboaaún son mansas, y tiembla el cielo entre sus olas.Son el futuro rumbo: el presagio y el algaentre su limo crecen, buscando la mañana.

Oye su caracol. Pon tu espalda en la tierraque hombre y mar son iguales tendidos en la arena.Suelta tu ronca voz, por riscos de sus Andesque Colombia te escucha creciendo entre sus árboles.¡Y mira el Tequendama de cantera y de plumadesplomar fragoroso sus líquidas columnas!El suelo con su gusto de pan en sus arcillascoronando está de oro la sien de la espigas;y un vaho maternal como húmedo fuegoconduce la semilla del arado a los bieldos.Mira las mariposas de Muzo bajo el díapalpitar como gotas de una esmeralda líquiday la orquídea de aroma y de entreabierto sexomecerse entre los árboles como un ave del cielo.[...]Y esta que ves y tiene su cimiento en el almaes Bogotá que ignora la medusa y la esponja,mas tiene ala de puerto, e inmensidad que azotael momentáneo sitio donde se posa el águilay en azúcar resuelve su escudo la granada.Recostada en su lecho de cuaternaria estirpe,pequeños ríos la rondan y el monte que la inscribeen la cierta planicie deja caer sus losasde castigada piedra no en peso sino en sombra.¡Tal es la patria, Pablo! Durezas y blandurassaben de su materia. Está su entraña húmedade tan profunda sangre, que llegar a sus valleses atender el pulso deshecho de los padres.[...]El amor va creciendo con la tierra y sus signos,tiene norte y limita con rocas y con playas,y mi amada que habita su parcela de lágrimasse suma sometida al concierto terrestrepor su calor, su paso, y ese germen de muerteque transita la incierta materia de las cosas.Ella integra la patria; vecina de la rosa,la lluvia, el árbol solo, el berilo y la espuma.

No es verdad. El viaje no termina jamás. Sólolos viajeros terminan.

Y también ellos pueden subsistir en memoria,en recuerdo, en narración.

El objetivo de un viaje es sólo elinicio de otro viaje.

José Saramago, Viaje a Portugal

La Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, en el marco de Bogotá Capital Mundial del Li- bro, continúa realzando los encuentros litera-

rios del programa Elogio de la Lectura, con un invita-do de lujo: José Saramago. El escritor portugués daráuna charla el próximo 9 de julio en el teatro JorgeEliécer Gaitán, cuyo tema central será el libro comoinstrumento de paz. La moderadora de la conferen-cia será la autora colombiana Laura Restrepo.

Los abuelos maternos de José Saramago erananalfabetos. Criaban cerdos incluso a veces en losinviernos, dormían con los animales más flacos paradarles calor. De sus abuelos, de sus vivencias en uncaserío portugués, de esos personajes de provinciaque conciben la vida de otra manera, madrugan aordeñar unas pocas vacas, trabajan la tierra, sabencon exactitud cuándo va a llover y por lo generalmueren más viejos que los hombres de corbata quetrabajan en la ciudad, de todo eso se ha nutrido la li-teratura del Nobel portugués.

Saramago: Bemvindo à Bogotá, Capital Mundial do Livro*

Después de escribir su primera novela, Terra do pe-cado, Saramago duró 19 años sin escribir ningunaobra. Sobre esta larga pausa en su oficio el autor afir-mó: «Sencillamente no tenía nada que decir y cuan-do no se tiene nada que decir lo mejor es callar».Desde que publicó su primer libro, los textos del es-critor, con su prosa fluida, su capacidad descriptiva yun marcado contenido político, se han convertido enclásicos de las letras universales.

Hoy en día, a sus 85 años, Saramago sigue siendono sólo un sobresaliente escritor sino un reconocidocomentarista. Cuando dos aviones destrozaron lasTorres Gemelas, en uno de los golpes más fuertes alsistema político estadounidense, Saramago escribióun impresionante ensayo acerca de las matanzas ennombre de Dios, titulado «El factor dios». Éste es unfragmento:

Los dioses, pienso yo, sólo existen en el cerebro hu-mano, prosperan y se deterioran dentro del mismo uni-verso que los ha inventado, pero el «factor dios», ése,está presente en la vida como si efectivamente fuesedueño y señor de ella. No es un dios, sino el «factor dios»el que se exhibe en los billetes de dólar, y se muestra enlos carteles que piden para América (la de Estados Uni-dos, no la otra…) la bendición divina.

Durante la dictadura de Salazar, en Portugal, elescritor fue perseguido y censurado. Años después,cuando se publicó su memorable obra El evangeliosegún Jesucristo, a Saramago se le prohibió asistir alPremio Literario Nacional alegando que su libro ofen-día a los católicos. El autor se instaló entonces en laisla de Lanzarote, en Canarias.

Obras como El ensayo sobre la ceguera, El año dela muerte de Ricardo Reis, Cuadernos de Lanzarote,entre muchas otras, componen la extensa produc-ción de Saramago, un auténtico defensor de la liber-tad y la dignidad humana.

El autor se suma a la celebración de Bogotá Capi-tal Mundial del Libro y al Elogio de la Lectura, queempezó sus actividades el pasado mes de junio y,hasta abril de 2008, tiene una variada programaciónen la que diversos autores hablarán, desde distintasópticas, acerca del libro y la lectura.

Bienvenido pues José Saramago a la capital deColombia. Lo invitamos a dar un paseo por esta ciu-dad incrustada en los Andes, donde una tarde de solse puede convertir, súbitamente, en un sonoro agua-cero. Bienvenido a la ciudad del calor y el frío, delladrillo rojizo y la montaña, de los atardeceres ana-ranjados y los buses verdes y rojos. Bienvenido a laciudad con mayor número de celadores por kilóme-tro cuadrado, donde al café se le llama tinto, y her-mano o hermanito a cualquier parroquiano.

*Saramago: Bienvenido a Bogotá, Capital Mundial del Libro.

JOSÉ SARAMAGO POR EL GRAN

CARICATURISTA BRASILEÑO, CÁSSIO LOREDANO.CORTESÍA DE LA REVISTA EL MALPENSANTE

Dos nobeles

Cuando otro gran Nobel,

Pablo Neruda, iba a venir a

Colombia, nuestro poeta

piedracielista Jorge Rojas le

dedicó un poema-guía del

que ahora usamos algunos

fragmentos para recibir a

José Saramago, otro

grande.

¡Bienvenido, maestro!

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Desde que la Imprenta Nacional se modernizó e inau-guró su nueva y lujosa sede, insólita y funcionalmentediseñada como una prisión —paradójicamente en laAvenida de la Esperanza—, murió el Museo de ArtesGráficas, el único con el que contaba el país. De ma-nera que hacer hoy un libro de arte, o saber cómo sehacía, ya no es posible, salvo en el Taller Arte Dos Grá-fico, una vieja casona en la ciudad de Bogotá, con unjardín de esculturas en la entrada, un bosque de anti-guas prensas salvadas del progreso, y Sextante, unamuy activa galería de arte, que en estos días debe es-tar cumpliendo más de veinte años.

En 1983 hicieron su primer libro de artista, Neru-da y la alegría del mundo, al que invitaron a partici-par a 21 artistas iberoamericanos. «Desde ese momen-to hasta ahora —dicen Luis Ángel Parra y MaríaEugenia Niño— hemos editado más de 60 títulos. Losartistas se han apropiado de los talleres: el taller de li-tografía, de grabado, de serigrafía, de alto relieve, detipografía, el taller de papel, el de encuadernación, lacarpintería y la marquetería, el taller de fotografía y elde nuevos medios». Antonio Samudio, Leonel Góngo-ra, Fabián Rendón, Gustavo Zalamea, José AntonioSuárez, Juan Antonio Roda, Carlos Santa y GermánLondoño son algunos de los artistas colombianos consendos libros en esta colección, tan mal llamada en lasbibliotecas públicas «libros raros y curiosos».

Pero en nuestro medio lo son, como son tambiénlos únicos con todos los derechos para llamase libros,no sólo por el enorme trabajo que contienen, por lafinura de sus papeles y acabados, o por estar cosidoscon hilo, sino por el decidido propósito de rescatarla imagen, de no ser desechables y de aspirar a unahumana permanencia. Basta ver los grabados deSamudio en los libros hechos con el poeta Juan Ma-nuel Roca, o las traducciones de los sonetos deWilliam Shakespeare, o los talismanes nocturnos deFernando de Szyszlo para darse cuenta de que el pro-yecto es algo muy serio, de que éste es uno de los po-quísimos talleres editoriales que bien vale la pena co-

nocer, pues además es la única casa editorialabierta al público, y la única donde es po-

sible aprender algo, porque allí se tra-baja con admiración contagiosa por

el oficio. Y esto, hoy en día, es unarareza.

«Ver lo que nuestro espíritucorrompido por los medios

de comunicación no lograpercibir», dice Beatriz

González de los gra-bados de José An-

tonio Suárez, pu-blicados por elTaller. Se diceque los librosilustrados na-cieron para los«lectores» queno sabían leer,lo cual es exac-to para nues-traépoca, puesel llamado Si-

glo de la Imagen no ha sido capaz de producir ni unasola imagen perdurable (salvo la de la bomba atómi-ca); es un fluido irreflexivo, que no sólo destruye laimagen sino también la realidad, pues destruye nues-tra percepción. Un flujo violento, sin forma ni ros-tro, insignificante e imparable. «Un movimiento enel cual ya no existe ninguna forma de permanencia»,como dice Hannah Arendt. O como dice Claudio Ma-gris, más político, o visionario: «El totalitarismo no seconfía ya a las fallidas ideologías fuertes, sino a las ge-latinosas ideologías débiles, promovidas por el po-der de las comunicaciones». En otro de los libros delTaller, dice Beatriz González: «Los medios le han idoarrebatando [a la imagen] los valores estéticos, éti-cos y testimoniales, y la conducen a un mundo frío yperecedero. Los artistas la retoman para devolverleesos valores, darle calidez y algo de perpetuidad».

El oficio de rescatar la imagen

Por eso me parece un caso extraño de sensatez unaeditorial que se escapa de esta corriente —que huyehacia el vacío y la publicidad— para detenerse en elarte del grabado y en el libro verdadero; un trabajodigno de convertirse en oficio, para toda la vida, quepretende rescatar el rostro humano de la imagen, esoque en la universidad llaman en jerga inadmisible «elnivel facial del individuo». Sí, éste es un caso raro ycurioso, un caso raro de madurez en una generaciónque no maduró y que, aunque en su juventud buscódesesperadamente sus vocaciones, abrió la puerta ala entrega y al desencanto, a la frustración, al vacío yal cinismo, que hoy conducen la carreta de este Malllamado progreso. Sí, este taller es una rareza, quenavega serena contra la corriente.

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Por Santiago Mutis Durán

Hoy, cuando en Colombia crece la industriaeditorial y languidece la cultura, cuando elEstado ha renunciado radical y brutalmente

a sus excelentes fondos editoriales de antaño, cuan-do las revistas pululan convertidas en medio de co-municación semiporno y en vistosos catálogos deventa de automóviles y relojes, perfumes, lencería yteléfonos celulares, es una verdadera rareza ver ma-durar un proyecto independiente que respeta el li-bro de arte y los viejos procesos de impresión pararealizarlo.

Los medios le han ido arrebatando [a la imagen] los valoresmundo frío y perecedero. Los artistas la retoman para devol

Ésta es una pequeña muestra

de los muchos trabajos que

diferentes artistas, usando

distintas técnicas, han creado

en el Taller Arte Dos Gráfico.

FERNANDO DE SZYSZLO, SIN TÍTULO (DEL LIBRO DE ARTIMANUEL HERNÁNDEZ, SIGNO SER (PORTAFOLIO ARTE Y DIVERSIDAD).LITOGRAFÍA Y SERIGRAFÍA

EDUARDO RAMÍREZ VILLAMIZAR, SIN TÍTULO. SERIGRAFÍA

GUSTAVO ZALAMEA, EL TIEMPO. SERIGRAFIA

ores estéticos, éticos y testimoniales, y la conducen a unvolverle esos valores, darle calidez y algo de perpetuidad.

Maestra Beatriz GonzálezEn un libro del Taller Arte Dos Gráfico

RO DE ARTISTA ESTATUA VIVA). LITOGRAFÍA SOBRE PIEDRA

JUAN MANUEL LUGO,SIN TÍTULO,

(LIBRO DE ARTISTA NERUDA

Y LA ALEGRÍA DEL MUNDO).LITOGRAFÍA

AUGUSTO RIVERA, VUELTA A CASA DE JONÁS. SERIGRAFÍA

JOSÉ ANTONIO SUÁREZ

ALFONSO QUIJANO, PAISAJE. XILOGRAFÍA

LEONEL GÓNGORA

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Por Eduardo García Aguilar

Jineth Ardila, Santiago Mutis Durán yJuan Manuel Roca, quienes siempre

están listos para emprender con gene-rosidad los proyectos más utópicos enfavor del arte y la poesía, lograron ha-cer realidad el libro más bello y necesa-rio. Se trata de El libro de las celebracio-nes, editado por la Fundación DomingoAtrasado, y en el que los tres curadoresdel proyecto convocan a más de cin-cuenta autores colombianos para escri-bir un homenaje personal a su figuraquerida del arte, las letras o el pensa-miento de Colombia en el siglo XX.

En un país tan terrible como el nues-tro, donde la ley es el olvido y el ostracis-mo para la gente que dedica su vida aejercer el arte, a enseñar, a amar, a can-tar, a cuidar la naturaleza, y donde por elcontrario se encumbra y se premia a lospillos y asesinos, rescatar a esos hombresy mujeres buenos —en el buen sentidode la palabra «bueno»— era necesariopara que, desde el más allá o el más acá,nos den energía renovadora para vivir enestos tiempos difíciles.

Muchos de ellos brillaron al mismotiempo que llevaban una vida modestacomo maestros u oficinistas, sorteandolos dramas del exilio, la pobreza, la en-fermedad, el olvido o la incomprensión.Algunos publicaron sus obras en edicio-nes modestas, emprendieron proyectosde revistas efímeras que hacían con lasuñas, dieron clase con pasión a alum-nos que los recuerdan, o lucharon con-tra la injusticia del país como se lucha

El libro de las celebraciones (de 56 personajes)

contra un monstruo invencible de milcabezas. Sus voces se escuchan todavíaen cafés como El Pasaje, el Saint Moritzo El Colonial de Bogotá. Esos viejosnuestros caminan aún fantasmales porla Séptima, del brazo de sus amigos osacudiéndose de la lluvia del siglo XX—todavía por armar— con paraguas ysombrero Stetson.

Cuando por fin me llegó el libro aParís, me senté a devorarlo en el caféSarah Bernhardt, en la Plaza de Châte-let, junto al río Sena y con los torreonespuntiagudos del Palacio de Justicia alfrente, mientras ardía el sol de junio.Desde lejos y en ese lugar privilegiadolas palabras de la tierra me llegabanmucho más dulces o más amargas, ybrotaban de las páginas con peligrosaefectividad, como puñetazos de boxea-dor o revelaciones angustiosas de eseinmenso rompecabezas cultural que esel siglo XX en Colombia.

Pasar revista a esas figuras entrañablesy verlas salir desde la humareda del de-sastre renueva hasta al más escéptico.Ahí están los retratos de quienes nosdejaron hace tiempo, como Ciro Men-día, Fernando González, León de Greiff,Luis Vidales, Aurelio Arturo, Jorge Zala-mea, Leo Matiz, Alejandro Obregón,Fernando Charry Lara, Manuel ZapataOlivella, Jorge Gaitán Durán, HéctorRojas Herazo, Pedro Gómez Valderra-ma, Enrique Buenaventura, HernandoValencia Goelkel, René Rebetez, FelizaBursztyn, Estanislao Zuleta, IgnacioChávez, R. H. Moreno Durán, Miguel deFrancisco, Jorge García Usta, César Pé-rez y Andrés Caicedo, para mencionarsólo a algunos.

Cada retrato es un mundo: ahí estáel viejo loco Fernando González foto-grafiado y contado por Guillermo An-gulo, muy real, lejos del mito y la leyen-da. Volvemos a ver ese personaje lleno

de luz que era Leo Matiz, convertidoahora en celebridad mundial del artefotográfico, y además el hombre másmodesto y sencillo. Jaime Echeverri noscuenta un instante en la vida de un ofi-cinista discreto que tomaba tinto en ElPasaje y se llamaba Aurelio Arturo. JuanManuel Roca nos habla de AlejandroObregón, ese otro generoso a flor de piely amigo que iluminaba todo a su alre-dedor con afecto y whisky.

Nicolás Suescún nos presenta a Her-nando Valencia Goelkel, figura pondera-da que dijo lo que tenía que decir y esejemplo de rigor y ética intelectuales. Li-sandro Duque nos cuenta, con la maes-tría narrativa y la vena humorística quelo caracteriza, la vida de su amigo el ci-neasta español José María Arzuaga, quienvino a Colombia por loco y se quedó, ma-logrando tal vez una gran carrera cine-matográfica. Y volvemos a ver a IgnacioChávez, el hombre abierto y tolerante querecibió la estocada del infame régimenactual como pago por una vida de en-trega a la palabra y a la amistad.

Entre los vivos Gustavo Álvarez Gar-deazábal nos presenta a Otto MoralesBenítez, una fuerza proteica que debióser presidente. Joe Broderick nos trae alsorprendente Fernando Oramas, IgnacioRamírez a Antonio Samudio, y hay sem-blanzas de Germán Espinosa y TeresitaGómez, de Andrea Echeverri y EfraimMedina, dos necesarios niños terribles dela cultura colombiana en movimiento.

Pero el texto que más me conmovió,por su belleza romántica, gótica y eróti-ca, y sin duda uno de los más logradosdel libro, es el de Patricia Restrepo, quiennos entrega en carne viva los últimos díasy horas de Andrés Caicedo, ese ídolo deleyenda que conquistó la eternidad porsu gesto de rebelión total, al suicidarse elmismo día en que salió su primera no-vela, Que viva la música, clásico de la li-teratura colombiana.

Minuto a minuto vemos a esos dosmuchachos enamorados, iconos de unageneración desbocada cuyo fulgor enlos años setenta está por revisar, contary reactivar. Los tenis rojos de Patricia enel sepelio son el símbolo de la más ab-soluta soledad de la generación de losnacidos en los años cincuenta, quienesse quedaron para sobrevivir, encanecer,envejecer, engordar, cuando habían so-ñado con hacer explotar el mundo conarte, cine, poesía, rumba, sexo y ron.

Los jeans que Patricia se quita en elestoico nido de amor, sus cuerpos des-

EN EL LIBRO DE LAS CELEBRACIONES

SÓLO APARECE UNA FOTO:EL RETRATO DE FERNANDO GONZÁLEZ,

HECHO POR NUESTRO DIRECTOR,GUILLERMO ANGULO.

Curadores y editores:Jineth Ardila, Santiago Mutis Durány Juan Manuel RocaFundación Domingo AtrasadoBogotá, 2007278 páginas

libros

j u l i o d e 2 0 0 7 | p á g i n a v i i

Por Germán Izquierdo Manrique

En este libro está la ciudad enana decalles de piedra, de capillas, de se-

ñoras rezanderas, de comida y cena ypostre de papayuela, y zaguanes y ca-sonas de tres patios, seis cuartos, sala,comedor y un solo baño. Pero tambiénse encuentra una capital más grandeque terminaba en la calle 26, y la Bogo-tá que ya se había tragado a Chapineroy finalizaba en la calle 72. Se describe ladesbaratada ciudad de los años setentay ochenta, de tiendas amarillas, busesechando un humo negro y taxis negros.

Una verdadera guía literaria de unaciudad como Bogotá debe tener mu-chas perspectivas, diversas visiones,personajes, episodios memorables. LaGuía literaria de Bogotá, editada porAguilar, la Alcaldía Mayor de Bogotá yBogotá Capital Mundial del Libro estáconformada por una gran cantidad detextos escritos por José Asunción Silva,Antonio Caballero, León de Greiff, Ri-cardo Silva, Alberto Lleras, Luis Fayady García Márquez, entre otros.

El libro tiene cuatro rutas temáticas:atmósferas, andares, personajes y epi-sodios. En «atmósferas» se encuentran,por ejemplo, los cerros de Monserratey Guadalupe descritos por Laura Res-trepo en su novela Delirio, la Sabana de

Guía literaria de Bogotá

bocados en un lecho de piedra, la for-ma peculiar y excéntrica de bailar lasalsa, las cartas de amor, las pataletas delos enamorados, salen de esas pocaspáginas para quitarnos la respiración yrevelarnos el desastre generacional desobrevivir y envejecer en el caos de lasuperboba patria.

En fin, en este primer volumen de Ellibro de las celebraciones aparecen másde cincuenta personajes que debemosabrir y explorar para entender un pocoel hecho de ser colombianos y no mo-rir en el intento. Es un libro necesariopara tratar de entender la cultura co-lombiana del siglo XX, con sus aristas,sombras, destellos y desfallecimientos.Ese siglo que en su crepúsculo nos diola sorpresiva voz mítica de Andrea Eche-verri, leyenda viva cuyo retrato, escritopor su homónima Andrea Echeverri Ja-ramillo, abre puentes entre dos genera-ciones rebeldes. Este penúltimo textonos hace visitar la creativa Colombiaunderground, donde vibra la fuerza ar-

JORGE ZALAMEA Y SU ESPOSA YIRINA, EN BOGOTÁ. FOTO © GUILLERMO ANGULO

Bogotá según William Ospina, las ins-trucciones para lanzarse del Salto del Te-quendama de Daniel Samper Pizano.

En la ruta «andares» se describen lacarrera séptima, la peregrinación de unviaje en tranvía según Lucas Caballero,la caótica carrera décima vívidamentecontada por Luis Fayad en Los parien-tes de Ester. En un escrito tomado de lanovela Sin remedio, Antonio Caballerocuenta: «La carrera trece es un corre-dor de agonía, un encajonamiento deluces de neón surcado por los buses quepasaban iluminados como altares en lasemana santa».

Los personajes son muchos y muyvariados. Están desde el chicharrone-ro (matador de cerdos) y el barbero le-chuga, peluquero de los virreyes, has-ta Camilo Torres y el Che Guevara.También los episodios memorablescomo el 9 de Abril, narrado en el librodesde el testimonio del entonces es-tudiante Gabriel García Márquez, o elmaravilloso relato de Alfredo Iriartesobre una insólita partida de ajedrezjugada entre bogotanos y antioqueños.Cuenta Iriarte: «[…] la condición eraque ninguno de los dos equipos viaja-ría. Las partidas se jugarían por telé-grafo».

tística que pasa de generación en gene-ración y se transmuta en el inmensodragón sediento de futuro.En las nuevas entregas aparecerán sinduda muchos más personajes que estánpor contar, como Danilo Cruz Vélez,Darío Mesa, Maruja Vieira, Meira delMar, Jaime García Maffla, Harold Alva-rado Tenorio, Fernando Denis y RamónIllán Bacca, entre muchos otros que nosacompañan, y eso sin contar decenas ydecenas de los que se fueron y aún nonos han revelado todos sus secretos.

Colombia arde en estas primeras278 páginas de sorpresas inolvidables,mostrándonos que el dragón de lacultura colombiana está vivo: León deGreiff, Fernando Charry Lara, AndrésCaicedo, Alejandro Obregón y EnriqueBuenaventura, desde el firmamento,nos incitan a seguir su camino para con-jurar la mansedumbre de estos tiemposdominados por los peores asesinos ybandidos disfrazados de padres de lapatria.

j u l i o d e 2 0 0 7 | p á g i n a v i i i

Por Mauricio Laurens

El tristemente célebre Campo Elías Delgado, lla-mado Eliseo en la película Satanás, desbordasus pasiones enfermizas e instintos criminales

en un clima de ensañamiento colectivo. Fuerza dañi-na traducida cuadro a cuadro en rencores, neurosis,amarguras, enconamientos e indisposiciones que ha-cen mella en el espectador. No sólo los rasgos inter-pretados por Damián Alcázar, sino también su corro-sivo entorno, conforman lo mejor de este recientelargometraje colombiano dirigido por Andrés Baiz.

Campo Elías prepara sus atroces crímenes y eje-cuta certeras acciones en una racha precipitada queconcluye en la masacre de Pozzetto, durante los últi-mos quince minutos de cinta. Variaciones temáticasy atmosféricas en torno al mal enriquecen su trama,con sufrimientos liberados mediante muertes direc-tas e implacables. Mario Mendoza, escritor e investi-gador, habla de ciertas tensiones palpadas: «El racis-mo, la segregación, la violencia intrafamiliar, eldesempleo, el estrés laboral, el clasismo, la arrogan-cia, la pedantería y el desprecio… Son miles las for-mas de microviolencia que nuestra sociedad practi-ca día a día sin el menor reparo…».

LecturasTanto Mario Mendoza, autor de la novela en la que sebasa la película, como el psiquiatra Luis Carlos Res-trepo aseveran que no es el peso de Vietnam lo quedesató tales asesinatos, sino la lectura del clásico deterror El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde.Su hilo narrativo destaca los pasos impredecibles deun monstruo amante de los libros y enemigo de supropia madre, que da clases particulares y frecuentabibliotecas como únicos alicientes; esa misma perso-na que siente asco en un prostíbulo y llora en unaiglesia sin ser creyente…

En la eterna dualidad del bien y el mal, dramati-zada por Robert Louis Stevenson, una persona ho-norable y virtuosa como Jekyll súbitamente se trans-forma en Hyde, monstruo complacido en hacerledaño a sus semejantes. Nadie puede ignorar la pre-sencia reprimida u oculta de sentimientos torpes yescurridizos sobrepuestos a circunstancias particu-lares. No es usual ver en la nueva novela urbana, nien el incipiente cine de autor a la colombiana, unarecreación tan personal y universal de algo que noscorroe…

Itinerario sangrientoHacia las 2:00 de la tarde apuñaleó a madre e hija enun apartamento del barrio La Alambra. En el edificiodonde vivía mató a su mamá de un tiro en la nuca yluego la incineró, y a seis mujeres más también lasasesinó —la mayoría de ellas estudiantes— para fi-nalmente masacrar a una veintena de comensales enun restaurante de comida italiana en Chapinero, Po-zzetto, al que ingresó a las 7:15 de la noche, iniciandouna hora después el abaleo. A las 9:30 yacían en elprimer piso los cuerpos de cinco mujeres y nuevehombres. Seis personas más murieron en hospitalesvecinos.

Escribió con sangre: «Yo soy legión», y observó dete-nidamente un afiche de Bodas de sangre, que por esosdías se montaba en el teatro El Local de Chapinero.«Nadie me debe ver la cara, ustedes no me han vistonunca», era su frase reiterativa. Horas antes habíaretirado de una oficina bancaria el saldo de su cuentacorriente, $48.896.93, con los cuales compró 500 pro-yectiles para un revólver calibre 38.

A partir de la matanza de Pozzetto muchos se haninteresado en tratar de dilucidar lo que allí pasó, en-tre ellos el psiquiatra Luis Carlos Restrepo, hoy altocomisionado de Paz, autor de El derecho a la ternura.

Campo Elías Delgado, Satanás en la ficciónun asesino en serie y en serio

TERESA GUTIÉRREZ Y EL DIRECTOR DE SATANÁS, ANDY BAIZ

MARCELA MAR EN UNA ESCENA DE SATANÁS

PerfilCampo Elías nació en Chinácota (Norte de Santan-der) en 1934, y a los seis años vivió el suicidio de supapá. Estudió medicina, viajó por primera vez a Viet-nam como voluntario en 1970. Fue boina verde e hizoparte de las Fuerzas Especiales del Ejército America-no. En Bogotá hizo estudios superiores en la Javeria-na —educación con énfasis en literatura— y dabaclases privadas de inglés. Sus actos macabros culmi-nan el 4 de diciembre de 1986, cuando mató a 29 per-sonas en tres lugares distintos.

En la triste categoría de asesinos en serie, estepsicópata bogotano lleva consigo el récord mundialdel mayor número individual de víctimas en el mis-mo día y ciudad. «Su método era arrinconar a las víc-timas, dispararles a quemarropa en la cabeza y con-tinuar con la siguiente persona», contó una jovensobreviviente. ¿Se suicidó o fue acribillado por lapolicía? No se sabe.

AntecedentesAntecedentesAntecedentesAntecedentesAntecedentesEl tema era tan atractivo que antes de Satanás

hubo varios intentos de utilizar de maneracinematográfica la historia de Pozzetto: El gatoescaldado le teme a la piel fría, guión escritocomo tesis de grado por tres comunicadoras

sociales de la Javeriana, contemplaba laposibilidad de filmar un mediometraje con ÁlvaroRodríguez en el papel de Campo Elías. El principal

inversionista del proyecto fue el conocidoproductor Dago García, quien afirmó: «A pesar de

haber sido una tragedia tan sangrienta, ellaslograron construir un buen personaje. Era unahistoria tan buena que merecía contar muchas

cosas más».El documental En el fondo del pozo, de Jorge

Andrés Forero, cineasta egresado de laUniversidad Nacional, analiza tres aspectos: larelación con su madre, la doble experiencia en

Vietnam y las lecturas de El extraño caso deldoctor Jekyll y míster Hyde. Incluye tres

testimonios: el del psiquiatra Luis Carlos Restrepo,el de su compañero de estudios literarios, Mario

Mendoza, autor de la novela Satanás, y el delperiodista Juan Gossaín, quien dijo: «En un país

donde una masacre empuja a la otra no haytiempo de hacer los duelos».