Sentencias Inquebrantables

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Sentencias inquebrantables Allí estaba: su frente blanco se alzaba como un gigante ante mi presencia. Aquella casa, propia de mis miedos y malos augurios, tenía un techo color azul oscuro y ventanas que daban la sensación de que alguien siempre estaba observando del otro lado. Aún asustado, me dirigí hacia la entrada. La puerta era de madera maciza y en ella estaban labradas las figuras de dos ángeles sobrevolando arriba de una nube. Ángeles, pensé, ahora sí que los necesitaba. Medité antes de entrar. Bajé la vista hacia mi ropa. Llevaba un jean, roto y desgastado, que no me pertenecía y una remera de un color grisáceo. Tenía impresa una especie de estampa con alguna banda que no supe bien si la conocía y tampoco supe pronunciar su nombre. Apestaba a un olor entre marihuana, alcohol y sudor. No había tenido tiempo de darme una ducha. Y de haberlo tenido, tampoco lo hubiera hecho. Y ahí estaba. Se alzaba ante mí. Impenetrable, imponente e inamovible. Aquella puerta que yo conocía tan bien pero que escondía lo único que era verdaderamente desconocido para mí. - ¿Te animarás?- preguntó un zumbido en mi cabeza - ¡Cállate!- dije tratando de ignorar y callar esa siniestra voz que me atormentaba. Las drogas y el alcohol me habían consumido pero, aun así, eran lo único que me mantenían con vida. Me ayudaban a olvidar el pasado. Aquel horrible pasado.

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Sentencias Inquebrantables

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Sentencias inquebrantablesAll estaba: su frente blanco se alzaba como un gigante ante mi presencia. Aquella casa, propia de mis miedos y malos augurios, tena un techo color azul oscuro y ventanas que daban la sensacin de que alguien siempre estaba observando del otro lado. An asustado, me dirig hacia la entrada. La puerta era de madera maciza y en ella estaban labradas las figuras de dos ngeles sobrevolando arriba de una nube. ngeles, pens, ahora s que los necesitaba.

Medit antes de entrar. Baj la vista hacia mi ropa. Llevaba un jean, roto y desgastado, que no me perteneca y una remera de un color grisceo. Tena impresa una especie de estampa con alguna banda que no supe bien si la conoca y tampoco supe pronunciar su nombre. Apestaba a un olor entre marihuana, alcohol y sudor. No haba tenido tiempo de darme una ducha. Y de haberlo tenido, tampoco lo hubiera hecho.

Y ah estaba. Se alzaba ante m. Impenetrable, imponente e inamovible. Aquella puerta que yo conoca tan bien pero que esconda lo nico que era verdaderamente desconocido para m.

- Te animars?- pregunt un zumbido en mi cabeza

- Cllate!- dije tratando de ignorar y callar esa siniestra voz que me atormentaba.

Las drogas y el alcohol me haban consumido pero, aun as, eran lo nico que me mantenan con vida. Me ayudaban a olvidar el pasado. Aquel horrible pasado.

Me dispona a golpear la puerta cuando advert un timbre al costado de esta. Aunque lo apret, no produjo ningn sonido. Aquello poda haber sido visto como una advertencia. Yo lo vi como una oportunidad. Empuj la puerta y est cedi ante m. Entr a la casa y cerr su entrada. Al fin y al cabo, no quera que alguno de los vecinos llamara a la polica al ver un drogadicto invadiendo un hogar. No sera la primera vez. Cuando me di la vuelta, qued boquiabierto. Ante m, se encontraba un laberinto gigante. Las paredes que lo delimitaban eran bibliotecas altsimas, todas repletas de libros y enciclopedias. Saba lo excntrica que poda llegar a ser la persona a la que iba a ver pero nunca esper aquello. Por suerte, saba lo que tena que hacer. Eleg el camino que se abra por la derecha y camin quince pasos (aunque dud que fueran diecisiete). Mir la seccin de libros que all haba y busqu el indicado. Lo encontr entre diccionarios de italiano; As habl Zaratrustra. Re para mis adentros de la irona que aquello significaba. Lo abr, en la pgina doscientos cuarenta y dos. La exactitud no estaba de ms. Mis movimientos deban ser precisos esta vez y dudaba si mi mente corrompida iba a estar a la altura del desafo. Como sospechaba, en aquel libro no estaban las lneas escritas por Friedrich Nietzsche. Una caligrafa extraa relataba prrafos que pedan ser ledos y descubiertos. Y yo les hice caso.//1992 Creo que al principio me gustaba mi trabajo. Lo disfrutaba de cierta forma inusual. Me haban otorgado una responsabilidad nica en este mundo y, gracias a esta, yo me senta tambin nica. Ahora, no puedo creer como alguna vez acept ser parte de esto.

//1993

Al parecer, ellos prefieren odiarme. Me culpan de todos sus problemas, sus fobias y fracasos. Ser yo la tristeza universal? S que no debera pero cada vez me afecta ms.

//1994

Quizs si me hubiesen librado de los pensamientos y la conciencia Quizs as, ahora no estara martirizndome, pensando en todos aquellos rostros que entregu. Los quiero tanto Los envidio.

//1995

Pasan los aos y yo slo los siento como minutos. Sigo dndole vueltas a la misma idea de siempre: renunciar de una vez por todas. En sus culturas tienen dioses diferentes. Algunos son elefantes, otros son azules y hay uno que se dice que muri para salvarlos. No se dan cuenta. Los idolatran y no notan la farsa que aquellos dioses proponen. Deseo que se den cuenta, que me adoren slo a m. En cambio, ellos deciden despreciarme.//1996

Ansan redencin. Quiero drselas pero slo les puedo ofrecer oscuridad.//1997

Me sorprende cunto quieren ser eternos cuando nunca lo fueron. Si realmente supieran el sabor que tiene la inmortalidad, agradeceran lo que hago. Pero no lo saben, su ignorancia los gobierna y me condenan por ello.//1998

No puedo ms. Necesito un descanso. Slo puedo pensar en mis hijos. Tristan y Sasha. Ellos lo son todo. Ranse pero yo tambin s amar.Las fechas estaban borradas, slo haban dejado los aos. Los diferentes fragmentos haban sido cortados y pegados en una nueva hoja que, dudosamente, estaba rota en el final. Como si alguien hubiese arrancado una parte del texto.

Levant mi vista y con el libro en la mano empec a caminar. Segu por el pasillo en el que me encontraba, dobl a la derecha luego a la izquierda y as, recordando las indicaciones que me haban dado, sal de aquel entramado de bibliotecas. Un jardn me recibi como premio de haber escapado del laberinto. Su pasto estaba bien recortado y era de un verde casi fluorescente. En el medio haba una fuente blanca, toda hecha de mrmol. El sol caa sobre ella, reflectando la pureza misma. Al lado estaba ella: Phaedra. Haba robado el nombre de la mitologa griega, slo por diversin. Pareca una nia, sus labios carnosos disimulaban dientes pequeos y sus lentes oscuros escondan ojos grandes. Vesta un impermeable rojo que ocultaba su corta estatura. S, pareca una nia pero yo saba que no lo era.

No deberas estar aqu. dijo Phaedra, con su voz infantil. Dnde est?- dije, ignorando su sonrisa sarcstica. Oh veo que has encontrado aquella cosilla.- levant su dedo ndice y seal el libro.- Quin fue el pajarito que te lo cont? No, espera, no me digas. Amo las adivinanzas!- su mirada escondida detrs de aquellos lentes me incomodaba. Aunque no la pudiese ver, imaginaba sus ojos blancos como la nieve juzgndome.- Fue tu hermanito, no es cierto? Aunque sean gemelos los dos no se parecen en mucho no lo crees? Te pregunt algo. - respond exasperado. - Dnde est?

Que tierno. Ella se va, los abandona y yo soy la que recibe sus quejas. Ahora la entiendo ms que nunca para serte franca.

Todo en ella desde su vocabulario elevado, sus gestos, su picarda, s, ella era la reina suprema de la manipulacin. Poda hacer que creas que un tornado era slo una leve lluvia, que una pastilla con veneno era el ms hermoso dulce y que el fin era slo una simple eleccin terminal. Ella enmascaraba todo y haca posible nuestro trabajo. No puedo seguir haciendo esto, yo Renuncio.- dije, en mi ms sincero intento de sonar convincente. Vos cres que este es un trabajo al que uno puede dejar sin repercusiones?-respondi, con los brazos cruzados, su postura desinteresada. Ellos lo hicieron y la nica consecuencia de ello, al parecer, soy yo. Ellos eran dbiles.- su voz era decidida, sus dientes apretados marcaban la lnea de su mandbula. Quizs yo tambin lo sea. Quizs yo tambin quiera escapar de esto.Phaedra se acerc, con un gesto me pidi que me arrodillara y me pusiera a su altura. Me agach quedando muy cerca de ella, su cara sobre la ma. Pude ver, por momentos, pequeas arrugas que navegaban en su rostro y luego desaparecan en un juego intermitente. Sac algo del bolsillo de su impermeable y me lo entreg. Era un papel doblado con el mismo trazo que estaba en la hoja que haba ledo minutos antes.

//1999

Me llaman la Muerte, la arrebatadora de vidas, la que destruye familias, la que no tiene sentimientos, la cruel llamada. No saben que alguna vez tuve un nombre: Astala. No conocen la historia de la ms fiel discpula que alguna vez tuvo el universo y que sacrific su existencia para permitir que otros la tuviesen. Ellos prefieren inventar sus propias historias.//2000

Tristan y Sasha:

Mi ltima vez con ustedes. Crecen tan rpido que no me dan tiempo a seguirles el ritmo. Intent esconderles mi trabajo pero su ta es mejor en eso que yo. Phaedra siempre supo ocultarse en las sombras mientras a m me iluminaban con fama. Me siento culpable al abandonarlos y dejarles esta tarea pero creo que harn un gran trabajo. Quiero que sepan que los amo, que siempre llevar una parte de ustedes conmigo pero tengo que retirarme del juego. Dos mil aos ya han sido suficientes, es hora de irme. Nunca piensen que son asesinos a sueldo cuya paga es una perpetua existencia de culpabilidad. Ustedes van a ser ms que eso. Van a permitir que la gente ame y sepa con seguridad que ha amado. Van a ser capaces de otorgarles la verdadera libertad que necesitan: el saber que ellos no son los nicos en el mundo, que su egocentrismo es slo un instante y que su arrogancia puede ser eliminada con amor. El ms desinteresado amor que hay. Pens que ellos entenderan mi presencia pero no lo hicieron. Quizs ustedes s sean capaces de hacerlos comprender. Los amo y espero que en algn momento dejen de odiarme. Incluyo estas pginas de mi diario ntimo y se las doy a la nica persona que s, con seguridad, que las vigilar y se las entregar cuando algn da pidan comprender. Cuando se sientan como yo estos ltimos aos y se identifiquen en mis palabras, necesito que sean ms fuertes de lo que yo fui y permanezcan en su puesto. La humanidad y todos los seres de este mundo los necesitan. Sin ustedes no habra vida. Recuerden esto siempre.

Adis.Mam.Mis lgrimas cayeron sobre el papel, expandiendo la tinta de las palabras que haba escrito mi madre. Phaedra me rode con sus bracitos cortos. El abrazo dur slo unos segundos antes de que ella se apartase. En aquel jardn, llor todas mis dudas e inseguridades, por mi madre, por mi hermano. Sufr porque yo tendra que ser todo lo que ellos no fueron. Yo tambin los extrao.- rompi el silencio ella.- Pero ya ves, nosotros no tenemos la opcin de renunciar. Debemos convertirnos en la inflexin de su fragilidad. Slo quedamos nosotros dos y te pido que no me dejes sola en esto.A duras penas sonre, intentando darle la respuesta que necesitaba. Haba entrado a aquella casa, esperando encontrar certezas para mis preguntas. Tendra que encontrar un modo de ser capaz de cumplir mi trabajo, sin importar lo que eso costase. Me convenc de ello. Me levant del suelo y me acerqu a la fuente. ngeles tallados en mrmol escupan agua por sus bocas. Saqu un faso del bolsillo y lo encend. Aspir su humo lentamente, dejando que se llevase la ansiedad de mis venas. Observ como la fuente iba perdiendo su blancura excepcional que me haba sorprendido al llegar. El musgo suba por el mrmol, los dedos de los ngeles empezaban a desaparecer, el agua a secarse. Tir el libro y la carta que todava tena debajo de mi brazo. Fum otra pitada. El jardn dejaba de parecer uno, las malezas empezaron a cubrir los muros y un pastizal apareci, cubrindome las rodillas. Me di la vuelta, sin rastros de mi ta Phaedra. Apagu el cigarro y lo guard en mi bolsillo. Me dirig a la salida para rehacer mis pasos pero ya no haba ningn laberinto, ningn libro, ninguna fuente. Del esplendor al que haba entrado, slo quedaba una casa vaca y abandonada. Una vez afuera, lo comprend todo y el mundo me supo ms gris que nunca. El silencio inundaba las calles, ya no haba bocinas sonando o peatones insultando. Una carcajada incontrolable sali de m. La reina del camuflaje haba renunciado y yo qued solo, rindome como un loco, engaado por su obra maestra. Anah Leiva

07/04/2014