SEMINARIO DESMESURAS DEL AMOR

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UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Lic. en Administración de Empresas Seminario I de Filosofía Sinopsis de “Las desmesuras del amor: Yerma y Rut” Profesora: Felix, Viviana Laura Alumnas: ● Matera, Rocío ● Prado, Rocío del Pilar ● Witt, Delfina Cátedra: 1º FM Fecha de entrega: 17 de Noviembre del 2014 1

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UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

Lic. en Administración de Empresas

Seminario I de Filosofía Sinopsis de “Las desmesuras del amor:

Yerma y Rut”

Profesora: Felix, Viviana Laura

Alumnas:

● Matera, Rocío

● Prado, Rocío del Pilar

● Witt, Delfina

Cátedra: 1º FM

Fecha de entrega: 17 de Noviembre del 2014

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“LAS DESMESURAS DEL AMOR: YERMA Y RUT”

En este capítulo del libro Las desmesuras del amor: ensayos sobre el poder de la vida personal, la autora Marisa Mosto utiliza como ejemplo dos obras para explicar la fecundidad de la vida que moviliza a las dos mujeres protagonistas (Yerma y Noemí), como deseo natural y como un mandato cultural.

Como introducción, el capítulo comienza con una frase de El banquete de Platón que Sócrates relata a los demás comensales del banquete, que ha escuchado de una sacerdotisa llamada Diotima: “....llegada la edad desea ya procrear y engendrar, entonces busca también él, creo yo, en su entorno la belleza en la que pueda engendrar”. Eros aparece allí “encarnado” en un daimon, es una divinidad menor y su objeto es “engendrar en la belleza” El deseo de la fecundidad vital lo moviliza, lo cual alcanzará su plenitud suprema en la contemplación de la belleza en sí: hay desmesura allí porque el deseo aparece como una fuerza divina que a su vez impulsa hacia lo divino y encuentra en ello su consumación.

En primer lugar la autora hace referencia a Yerma, la protagonista de la obra teatral (de mismo nombre) de García Lorca, que ya lleva cinco años de matrimonio con Juan y el hijo que desea no llega. Para Yerma el sentido de su vida es tener un hijo y este se le escapa por el paso del tiempo. Además su deseo natural de fecundidad se ve exacerbado por el mandato de la cultura y es tan importante que no se detiene para poder satisfacer el llamado de su naturaleza, la demanda de su traición, la honra de su familia.

Según pasan los años Yerma y Juan se alejan uno del otro cada vez más. Mientras Yerma piensa en su esterilidad, Juan tiene la cabeza y el alma puestas en su trabajo en el campo. En el último cuadro de la obra Juan le confiesa lo que piensa: “Muchas mujeres serían felices de llevar tu vida. Sin hijos es la vida más dulce. Yo soy feliz no teniéndolos.” Luego de escuchar esto Yerma se vuelve loca por el hecho de que a su marido no le importe no poder tener un hijo, por lo que le aprieta la garganta hasta matarlo. Y dice: “No os acerquéis, porque he matado a mi hijo. ¡Yo misma he matado a mi hijo!”. Según Mosto: “La fuerza de su deseo impotente e inextinguible termina aniquilándose al matar la única posibilidad de su cumplimiento. Si la posibilidad de engendrar un hijo no se halla bajo su control, la desespera, tornándose insoportable, ocurre lo que sí se halla bajo su control: acabar con todo”

Como Yerma de García Lorca, todos los hombres estamos obsesionados por lo que pensamos sea el objeto del deseo que empuja nuestras vidas e impotentes por identificar cuál sea el objeto que les pudiera dar su sentido. Estamos distraídos del mundo y concentrados en nosotros mismos.

En segundo lugar, la autora toma como referencia el libro de Rut de los Libros Históricos de la Biblia. En ese libro se narra la historia de la familia de Elimélec (nombre que significa mi Dios es rey) que dejó Belén huyendo del hambre y fue a residir a la tierra de Moab: su esposa Noemí (ternura) y sus dos hijos Majlón (debilidad) y Quilión (enfermedad). Elimélec muere allí, dejando sola a su esposa con sus hijos, que se

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casan más tarde con dos moabitas: Orfá (nuca) y Rut (abrevar, saciarse). Permanecen allí diez años más y mueren también los hijos sin dejar descendencia. Noemí decide volver a Belén ya que había perdido todo: marido e hijos y les aconseja a sus nueras que regresen a sus casas de origen. Orfá decide volver con los suyos, dándole la espalda a Noemí (mostrar su nuca) Sin embargo, Rut permanece con su suegra, acompañándola en la desgracia y le promete: “Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios”. Según la autora: “A Rut la mueve el amor fiel y sin condiciones, cuando amamos a alguien el destino de esa persona y el nuestro se entretejen de tal modo que nosotros no podemos estar bien si esa persona no lo está”.

Al llegar a Belén, Rut se encuentra con Booz (en él está la fuerza),un pariente de Elimélec, cuando la ve espigando en sus campos para tener algo que comer. Booz la trata con delicada consideración y respeto y al enterarse de esto, Noemí empieza a pensar cómo obtener ventaja de esta situación y manipularlos, indicándole a Rut que vaya a seducirlo. Rut le expresa abiertamente a Booz su voluntad de que la tome por esposa, pasan la noche juntos, sin mentiras, con alegría y respeto mutuo. Finalmente se casan, tienen un hijo, Obed y de su linaje procederá el rey David. De este modo, gracias a Rut y a Booz, se soluciona el problema de Noemí y del ser humano todo. Rut y Booz abren la puerta a la posibilidad de la fecundidad de la vida del género humano.

En conclusión, Yerma es incapaz de correrse de su obsesión: se siente seca, marchita y Noemí se “queda vacía” pero a ella la salva la desmesura y la locura (amor incondicional y fidelidad más allá de lo razonable) de Rut y Booz. Se presenta en las obras la tendencia a la “desmesura” en el deseo humano pero hay una que destruye (centrífuga) y otra que sana (centrípeta). Una desmesura que parece estar en tono con las necesidades de la vida y otra que trabaja a contramano. Además, aparece también una negación: en Yerma es destructiva y acaba con la muerte y lo posible mientras que Rut en cierta medida se niega a sí misma (hay un olvido de sí o un no pensar primero en sí).

También la autora escribe que según Josef Pieper “la templanza es posible desde una búsqueda “desprendida” de la “autoconservación”” y que nuestra capacidad de compasión es la que hace posible salir de uno mismo y ser capaz de entrar en relación con el entorno. La capacidad de compasión es el modo que tiene de señalarnos nuestra naturaleza que somos parte de una vida que necesita de nosotros y nos excede a la vez.

Por último, la autora relaciona el libro de Rut como la historia de unos pocos que afecta a muchos con el concepto de figura de Cortázar: “Quisiera llegar a escribir un relato capaz de mostrar cómo esas figuras constituyen una ruptura y un desmentido de la realidad individual, muchas veces sin que los personajes tengan la menor conciencia de ello.” ( entrevista de Luis Harss, “Julio Cortázar o la cachetada metafísica”, revista Ñ, sábado 12 de marzo del 2011). Desde esta mirada el hombre es protagonista activo de su historia personal y a la vez de una historia que lo excede y desconoce. El concepto de figura excede a la persona pero se vale de su libertad.

Mosto, Marisa; “Las desmesuras del amor: Yerma y Rut”; Las desmesuras del amor: ensayos sobre el poder de la vida personal; Buenos Aires, Argentina; Ediciones Sabiduría Cristiana; 2012.

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