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Semana 1 Acerca del Conocimiento de Dios Sentido de la pregunta humana acerca de Dios. Entendida en toda su amplitud de factores, la cuestión sobre Dios es la cuestión más vital y más radical de toda la teología. En el quehacer teológico, cualquier otra pregunta encuentra su razón de ser precisamente es su relación con Dios, que es el centro de toda pregunta teológica. La cuestión de Dios es también la cuestión más radical de la existencia humana. En efecto, en el Dios vivo se encuentra la razón de nuestra existencia; en Él se encuentra la razón de nuestro caminar -de nuestro status viatoris--, y en Él se encuentra nuestro término. Puede decirse que la relación entre Dios y el hombre es tan estrecha que es Dios mismo el que entra a formar parte de la definición teológica del hombre. En efecto la filosofía definió al hombre como animal racional, mientras la Sagrada Escritura lo describe como “hecho a imagen y semejanza de Dios”[70], redimido por la muerte de Cristo y hecho hijo de Dios en el Hijo[71]. La razón más alta de la dignidad del hombre es su vocación a la unión con Dios[72]. En consecuencia, tratar a Dios es tratar de un tema que afecta decisiva y profundamente al hombre. Al mismo tiempo bucear en la estructura del ser humano conlleva plantearse la pregunta sobre Dios. Las cuestiones sobre Dios y las cuestiones sobre el hombre nunca son separables del todo. La pregunta sobre Dios está inscrita en el mismo corazón del hombre como una capacidad, más aún , como un deseo de infinito y, por eso, el hombre ha sido hecho capax Dei[73]. Por esta razón, la cuestión del hombre está tan implicada en la cuestión de Dios, que omitir o negar la cuestión sobre Dios equivale a negar la dimensión transcendente del hombre, dejándolo reducido a pura biología, a mero producto del azar y desconociendo las ansias de infinito de su corazón.

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Semana 1

Acerca del Conocimiento de Dios

Sentido de la pregunta humana acerca de Dios.

Entendida en toda su amplitud de factores, la cuestión sobre Dios es la cuestión más vital y más radical de toda la teología. En el quehacer teológico, cualquier otra pregunta encuentra su razón de ser precisamente es su relación con Dios, que es el centro de toda pregunta teológica.

La cuestión de Dios es también la cuestión más radical de la existencia humana. En efecto, en el Dios vivo se encuentra la razón de nuestra existencia; en Él se encuentra la razón de nuestro caminar -de nuestro status viatoris--, y en Él se encuentra nuestro término.

Puede decirse que la relación entre Dios y el hombre es tan estrecha que es Dios mismo el que entra a formar parte de la definición teológica del hombre. En efecto la filosofía definió al hombre como animal racional, mientras la Sagrada Escritura lo describe como “hecho a imagen y semejanza de Dios”[70], redimido por la muerte de Cristo y hecho hijo de Dios en el Hijo[71]. La razón más alta de la dignidad del hombre es su vocación a la unión con Dios[72].

En consecuencia, tratar a Dios es tratar de un tema que afecta decisiva y profundamente al hombre. Al mismo tiempo bucear en la estructura del ser humano conlleva plantearse la pregunta sobre Dios. Las cuestiones sobre Dios y las cuestiones sobre el hombre nunca son separables del todo.

La pregunta sobre Dios está inscrita en el mismo corazón del hombre como una capacidad, más aún , como un deseo de infinito y, por eso, el hombre ha sido hecho capax Dei[73]. Por esta razón, la cuestión del hombre está tan implicada en la cuestión de Dios, que omitir o negar la cuestión sobre Dios equivale a negar la dimensión transcendente del hombre, dejándolo reducido a pura biología, a mero producto del azar y desconociendo las ansias de infinito de su corazón.

La Respuesta dada desde la Experiencia Religiosa y desde la Filosofía.

La universalidad de lo religioso se da en el espacio y en el tiempo. Desde que el hombre, o mejor, desde que los documentos conservados permiten deducir conclusiones con algún fundamento, comprobamos la existencia de la creencia humana en la divinidad así como en la supervivencia de algo humano después de la muerte.

En todas las religiones existe una referencia a la experiencia religiosa o experiencia de Dios. La estructura de la experiencia religiosa consta de tres elementos: 1) el hombre que interviene en ella y que aparece como sujeto de la relación; 2) el misterio de Dios, realidad trascendente y al mismo tiempo presente en el centro de la persona, que es el termino de esa experiencia; 3) el tipo específico de relación del hombre con Dios, distinta de cualquier otra relación, que se manifiesta en el hombre como adoración, confianza, entrega, temor, etc.

Unos rasgos comunes de la experiencia religiosa son : el carácter experiencia de lo vivido, expresado en términos de visita, encuentro, visión, escucha, que se refieren a acontecimientos en los que el sujeto ha intervenido en primer persona. En todos los casos el termino de esa experiencia es una realidad superior al hombre, transcendente a su mundo al mismo tiempo que presente en él. En la respuesta dada desde la experiencia religiosa, la cuestión de Dios se plantea con un punto de vista existencial, personal, ya que lo que se plantea es la salvación del hombre. Dios es visto como un ser personal, providente, guía accesible a todos.

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El caminar filosófico del hombre hacia Dios encuentra su luz y su fundamento en la huella que Dios ha dejado de Sí en la creación y, en especial en el mismo hombre, creado a su imagen y semejanza. Este caminar tiene como punto de partida la contemplación del ser creado, es decir, la contemplación de la huella de Dios -Causa Primera- que existe en toda la creación, y se realiza guiado por la luz de la razón natural. En consecuencia, tiene como meta Dios en cuanto Primera Causa. Al final de esta búsqueda intelectual, Dios no es alcanzado por la razón humana en sí mismo -en la intimidad de su ser- , sino que es alcanzado exclusivamente en cuanto término de la relación de total dependencia del Universo -que es contingente- hacia el Ser Supremo, que es su creador y el único ser necesario. Se trata de un conocimiento que, aunque no alcanzar a conocer lo que Dios es, es suficiente para saber que existe.

La Negación de Dios; Características del Ateísmo Contemporáneo

La palabra ateísmo designa realidades muy diversas. Unos niegan a Dios en forma expresa. Otros afirman que nada puede decirse acerca de Dios. Otros someten la cuestión teológica a un análisis metodológico tal que reputan como inútil el mismo planteamiento de la cuestión. Muchos rebasando indebidamente los límites de la ciencia positiva, pretenden explicarlo todo sobre esta base puramente científica, o, por el contrario, rechazan sin excepción toda verdad absoluta. Hay quienes exaltan tanto al hombre que dejan sin contenido la fe en Dios, ya que les interesa más, al parecer, la afirmación del hombre que la negación de Dios[74].

Si se considera como ateos a aquellos que niegan, de manera escéptica positiva toda forma de lo divino (o al menos toda forma de conocimiento de lo divino en sí mismo), cabe la siguiente clasificación del ateísmo: Teórico o Práctico.

Ateísmo teórico que a su vez puede ser:

- negativo : Ignorancia de Dios;- indiferentismo: la indiferencia o desinterés respecto al problema de Dios;- positivo: negación de la esencia y de la existencia de Dios, o de su cognoscibilidad racional;- categórico-doctrinal: pretende demostrar incondicionalmente la no existencia de Dios;- postulario: cuando la no existencia de Dios aparece como consecuencia necesaria de la exigencia de la emancipación del hombre;- escéptico: se pone en discusión la posibilidad de un conocimiento verdadero y seguro de Dios;- agnóstico: cuando, aparte de lo anterior se niega la cognoscibilidad racional de Dios.- Ateísmo práctico : comportamiento o actuar que responde a la convicción atea. Un ateísmo existencial.

En el ámbito pre-cristiano y no cristiano de la antigüedad es difícil encontrar un ateísmo radical que niegue toda forma de lo divino. En el origen de la increencia moderna confluyen elementos especulativos, históricos, sociales y culturales. Un elemento importante es el proceso seguido por la filosofía moderna que, al centrarse en la inmanencia, se va cerrando a cualquier realidad que vaya más allá del propio sujeto.

La increencia contemporánea presenta características específicas, pero tiene en su base el pensamiento de algunos autores que han pretendido formular coherentemente su postura atea. El documento Gaudium et Spes. n. 20 del Vat II explicita sobre su naturaleza: “...sabe explotar el legítimo deseo de independencia del hombre hasta hacerle sentir dificultades contra cualquier clase de dependencia respecto a Dios. Quienes profesan tal forma de ateísmo afirman que la libertad consiste en que el hombre sea de sí mismo, artífice y creador de su propia historia. Lo cual sostienen que no es compatible con la afirmación de un Señor” (ver el humanismo ateo de Feuerbach, Nietzsche y el ateo existencialista de Sartre).

Otro tipo de ateísmo es “aquel que aspira a la liberación del hombre, principalmente a su liberación económica y social; sostiene que a esta liberación se opone, por su propia naturaleza, la religión, ya que orientando la esperanza humana hacia una engañosa vida futura, podría apartarle de la edificación de la ciudad terrestre...” Gaudium et Spes, n. 20 (Este es el caso de materialismo marxista) En su concepción negativa sobre Dios y la religión actúan los postulados del materialismo dialéctico. Es la materia la que

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determina todo. A partir del materialismo dialéctico, se entiende la absolutización marxista de la economía como fuente de toda manifestación humana ( Materialismo histórico).

Semana 2

El Conocimiento Natural de Dios: su Importancia, Alcance y Sentido.

El siglo XIX está atravesado en el campo teológico por el problema de la relación entre fe y razón. Muchos autores intentan dar varias soluciones según se tengan en cuentan unos u otros autores del siglo precedente a los que se quiere responder.

En Francia, frente a los excesos de un racionalismo ilustrado, había una tendencia hacia el fideísmo. En Alemania en el esfuerzo de combatir contra el sistema del idealismo que desembocó en panteísmo hegeliano, y de rechazar el agnosticismo kantiano, algunos autores cayeron en errores (p.e. G Hermes, A Günther respectivamente).

De hecho surgieron dos posiciones extremas con respecto a la fe: un fideísmo donde la razón no vale nada para el conocimiento de la fe, y una racionalismo o semi-racionalismo, donde la razón explica todo.). Es en está situación de las cosas donde el concilio vaticano I salió al paso de los errores de la época.

Contra el hegelianismo afirma la distinción de Dios respecto del mundo[75] y que Dios creó el mundo libremente y no para alcanzar mayor perfección. Frente al Deísmo afirma también que Dios cuida y gobierna el mundo con su providencia.

El capítulo II (De revelatione) comienza con la afirmación de la cognoscibilidad natural de Dios: “Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana a partir de las cosas creadas”[76].

De este modo el concilio recoge la verdad de racionalismo y rechaza su falsedad: la razón no es la facultad perfectamente adecuada para el conocimiento en el campo religioso pero tiene una cierta capacidad de conocer en este campo. La posibilidad de conocimiento natural de Dios a través de las cosas creadas, va dirigida aquí a la justificación de la fe en Dios y en su revelación frente a los diversos agnosticismos.

En la Constitución Dogmática sobre la fe (Dei Filius), el concilio afirma que la revelación sobrenatural presupone la natural; el asentimiento de la fe a la revelación está racionalmente justificado sobre la base de argumentos extrínsecos; entre la fe y la razón hay una relación armoniosa y nunca oposición.

Si la razón natural no fuera capaz de conocer a Dios, la Revelación no hubiera sido posible, pues la revelación presupone un cierto conocimiento de Dios. Pues, para recibir una revelación, hay que creer en la existencia de Dios.

El C.V.I en el canon 1 del capítulo 2 de la Constitución dogmática sobre la fe católica (Dei Filius) define dogmática mente el tema del conocimiento natural de Dios: "Si alguien dijese que Dios vivo y verdadero, Creador y Señor nuestro, no puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana por medio de las cosas creadas, sea anatema"[77]. De las actas del Concilio se recoge que el canon 1 estaba dirigido hacia aquellos que argumentaban que la existencia de Dios no puede demostrarse (kantianos, fideístas, agnosticistas).

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El Dios Revelado; Fe y Conocimiento Teológico de Dios

La existencia de Dios es sobre todo, objeto de fe. Creemos firmemente que Dios existe. Creemos con la virtud de la fe, es decir, fiados de la autoridad de Dios que se revela. Un nivel distinto y superior del conocimiento filosófico de Dios se sitúa el caminar teológico hacia Dios. Este caminar tiene como punto de partida la revelación que Dios ha hecho de Sí mismo, de su intimidad y de su naturaleza. Se trata de un caminar que se realiza ademas a la luz de la fe. Se trata de un conocimiento cierto y oscuro: Dios sigue estando más allá de todo conocimiento que podamos alcanzar contemplando a la luz de la fe cuanto se nos ofrece en la revelación sobrenatural. Pero dentro de sus límites y de su oscuridad, la fe -y en consecuencia el pensar teológico- , sin desvelar del todo el misterio de Dios, nos llevan a un conocimiento nuevo y muy superior al que se puede alcanzar por la simple razón natural. Al mismo tiempo que Dios revela, oculta. Esto es así porque durante el caminar terreno del hombre, Dios sólo puede revelarse a él en palabras humanas y no existen palabras humanas que puedan expresar adecuadamente lo que es Dios. Él esta está siempre más allá de toda expresión, de toda palabra, de todo pensamiento creado.

El C.V.I define que hay misterios y que el hombre puede alcanzar cierto conocimiento de ellos por don de Dios, a través de la fe y de la Revelación e incluso un conocimiento por medio de analogías, que es un modo natural de conocer de la razón humana.

Tenemos, pues, que el conocimiento teológico de Dios se caracteriza por ser una reflexión sobre el misterio de Dios, la realidad revelada de Dios que tiene que ver con nosotros. Eso no sólo como algo que podemos conocer más o menos, sino como algo que me ha sido dado y por eso el estudio teológico empieza con la aceptación del misterio como misterio; es un conocimiento desde la fe. El marco en que se desarrolla es la doctrina de fe recibida en la Iglesia y el punto de partida es la propia fe personal.

RESUMEN

1.- La pregunta humana acerca de Dios es la pregunta más fundamental de la teología y de la persona humana. Es una pregunta íntimamente ligada al hombre. La vida humana no tiene sentido sin Dios .

2.- Desde la experiencia religiosa, se ve que ateísmo no es algo originario. Todos los pueblos siempre han tenido una experiencia o idea de lo divino. Desde la correcta filosofía, es posible demostrar la existencia de Dios con la luz de la razón partiendo de la naturaleza y del hombre mismo. Sin embargo esas pruebas de la teología natural, exigen una capacidad de análisis metafísico y una competencia que no son comunes.

3.- La negación de Dios es un fenómeno reciente en la historia humana. La génesis de ateísmo tiene muchas causas entre las cuales es la reacción critica contra las religiones y en algunas zonas sobre todo la religión cristiana. El ateísmo moderno presenta con frecuencia una apariencia de sistema. Algunos planteamientos de la filosofía moderna llevados a sus conclusiones lógicas han desembocado en ateísmo.

4.- El concilio Vaticano I define dogmática mente el tema del conocimiento natural de Dios: "Si alguien dijese que Dios vivo y verdadero, Creador y Señor nuestro, no puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana por medio de las cosas creadas, sea anatema"[78]. Con esta definición corrige los errores del racionalismo y fideísmo.

5.- Dios se ha revelado en dos maneras básicas: a través de la creación y por revelación sobrenatural de su vida íntima y de sus designios salvíficos para los hombres y la historia. Por la fe ayudada por la gracia de Dios asentimos a la revelación sobrenatural que Dios ha hecho de sí mismo por la autoridad misma de Dios que se revela. El estudio teológico empieza con la aceptación del misterio como misterio; es un conocimiento desde la fe. Para profundiza en conocimiento teológico la utilización de analogía es inapreciable. El conocimiento teológico de Dios es verdadero, pero al mismo tiempo Dios está encima de cualquier conocimiento que podemos tener de Él.

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En el CONOCIMIENTO NATURAL DE DIOS (o teología natural) hay que distinguir entre el conocimiento de su existencia (an sit) y el de su esencia (quid sit).

Tres son las tesis fundamentales que hay que mantener acerca del conocimiento natural de la existencia:

1.- La existencia de Dios puede ser conocida con certeza a la luz de la razón natural por medio de las cosas creadas (S. Th. 1 q. 12, a. 12).2.- La existencia de Dios puede ser demostrada con certeza a la luz de la razón natural por medio de las cosas creadas (S. Th. 1 q. 2, a. 2 y 3).3.- La existencia de Dios es conocida también, y sobre todo, a la luz de la fe sobrenatural (S. Th. 1 q. 1, a. 1; 1 q. 12, a. 13).

Conocimiento Teológico de Dios

Es, en frase de San Anselmo, fides quaerens intellectum, la fe que busca entender. Parte, por tanto, del dato de fe. Creemos en virtud de la fe que viene de lo alto, es decir, fiados de la autoridad de Dios que revela. Creer en Dios es una adhesión firmísima que implica al hombre entero en relación con Dios. Todos los Símbolos de la Iglesia empiezan con esta primera y fundamental afirmación: Creo en un solo Dios.

Fe y razón se adhieren al mismo Dios; la razón llega hasta Él a través del raciocinio con la observación y “contemplación” de las cosas creadas tanto externas como internas al mismo hombre. La fe llega hasta Dios por su adhesión a la persona de Cristo; el término de la fe es el Dios trinitario. La fe no sólo enseña sobre la esencia y los atributos divinos, sino sobre todo su modo de ser personal y sobre sus intervenciones salvíficas en la historia. Se trata de un conocimiento más cierto y profundo que el racional.

El teocentrismo de la virtud de la fe está perfectamente expresado por una brillante fórmula triple de S. Agustín:

Credere Deodesigna el motivo de la fe: creer apoyado en la autoridad de Dios que revela.

Credere Deumdesigna el objeto central de la fe: creer lo que Dios ha dicho de sí mismo.

Credere in Deumdesigna la entrega total a Dios, como quien es nuestro principio y nuestro último fin, que se realiza en el acto de fe.

El acto de fe implica, por tanto, creer a Dios, creer en Dios y entregarse a Dios. Implica, pues, a la persona entera y la introduce en la intimidad de Dios.

Sin embargo, pese a su grandeza y profundidad, el conocimiento de fe es todavía muy limitado, pues sus conceptos tampoco son suficientes para expresar el misterio de Dios. Dios no deja de ser misterioso al hombre por el hecho de revelarse. Y es que también el discurso de la fe es necesariamente analógico. Precisamente porque no existe palabra humana alguna que pueda expresar adecuadamente el misterio de Dios, incluso cuando Nuestro Señor habla de Dios se ve forzado a utilizar un lenguaje analógico, el único lenguaje posible para hablar del misterio. SÓLO la Palabra eterna de Dios expresa perfectamente qué y quién es Dios, porque es el mismo Dios. Así pues, es en la contemplación del VERBO como conocemos a Dios, en ese ir y venir de la fe a la razón: credo ut intelligam et intelligo ut credam. Ese es el proceso del conocimiento teológico de Dios.

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Semana 3Conocimiento 1

A. Revelación

I. Concepto y clases de Revelación

1. Concepto

Etimológicamente, revelación significa manifestar algo oculto. Proviene del verbo latino «re-velare», quitar el velo que oculta algo, descubrir.Revelación, en sentido estricto, es la manifestación de alguna verdad hecha por Dios al hombre, descubriéndole su propio Ser o su Nombre y sus designios de salvación.

2. Clases Se llama revelación natural a la manifestación de Dios por la obra de la creación. A través de las criaturas se llega a un conocimiento real y verdadero de Dios, aunque no exhaustivo ni perfecto.Se llama revelación sobrenatural a la manifestación que libremente hace Dios de sí mismo a la criatura racional y para su salvación. A lo largo de nuestro estudio nos referiremos siempre a la revelación sobrenatural, a la que llamaremos habitualmente Revelación.

Conocimiento 2II. La Revelación sobrenatural

1. La religión cristiana se funda en la Revelación sobrenatural histórica

El cristianismo, junto con el judaísmo, justifica su existencia acudiendo a su origen revelado por Dios.Para demostrar el hecho de la existencia de la Revelación sobrenatural que da origen al cristianismo, en primer lugar, habremos de exponer en qué consiste o qué elementos constituyen la Revelación, su posibilidad, su necesidad y conveniencia.Después expondremos como la Revelación sobrenatural de Dios, se ha dado de hecho en la historia de los hombres, primero en el pueblo de Israel y finalmente a todos los hombres por Jesucristo. La Revelación judeo-cristiana se encuentra contenida en la Sagrada Escritura o Biblia - y en la Tradición, para los cristianos -, de las cuales explicaremos sus características más importantes.Finalmente, estudiaremos las críticas - y las réplicas - al carácter revelado del cristianismo.De todo ello, podremos concluir que la existencia de la Revelación sobrenatural es una realidad histórica, conocible por todos los hombres y creíble con fe sobrenatural para los creyentes.

2. Los elementos constitutivos de la Revelación sobrenatural

En la Revelación intervienen varios elementos que la constituyen como tal.a) Dios que se revela libremente, porque quiere y sin ninguna clase de necesidad.b) El hombre que recibe la Revelación.El hombre es el sujeto pasivo de la Revelación. Sólo el hombre, ser espiritual-racional, es capaz de recibir la Revelación divina, porque para entender a otro - en este caso a Dios- es necesario tener una cierta semejanza con el que habla; semejanza que viene dada por la razón humana.Pero el hombre es, además, sujeto dinámico y existencial de la Revelación; porque, por ella, Dios le invita a aceptar y a vivir de acuerdo con el mensaje revelado. Dios pide al hombre una actitud de fe, sin la cual la Revelación queda sin producir su efecto salvador.c) Los contenidos intelectuales y objetivos de la Revelación. Cuando Dios habla o se manifiesta siempre comunica algo, una verdad, una promesa, un mensaje. Ahora bien, los contenidos o el objeto de la verdad revelada son dobles: - Dios revela verdades naturales, es decir, verdades que el hombre puede conocer por sí mismo, con la luz natural de la razón y sin la ayuda de Dios. Por ejemplo: su existencia, su sabiduría, su providencia, etc.

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- Dios revela verdades sobrenaturales que superan la comprensión humana. Verdades sobrenaturales o misterios, es decir, verdades que pertenecen al propio ser y obrar de Dios, y que, aún después de reveladas, no alcanzamos a comprender su razón íntima de ser.

3. Posibilidad de la Revelación

La imposibilidad o dificultad de la existencia de la Revelación sólo puede originarse en Dios que revela, en el hombre que recibe la Revelación o por los contenidos del mensaje revelado.a) Por parte de Dios no parece que pueda haber ninguna imposibilidad, si tenemos un recto concepto de Dios. Si entendemos que Dios es el Ser Supremo omnipotente, que puede hacer todo, lógicamente concluiremos que también puede revelar .Ahora bien, si negamos su existencia (ateísmo), o su cognoscibilidad (agnosticismo) o su relación con el mundo (deísmo) no hay posibilidad de admitir la Revelación sobrenatural.b) Por parte del hombre que recibe la Revelación, tampoco aparece ninguna dificultad, puesto que el hombre es capaz de conocer la verdad y, como la Revelación es manifestación de verdades divinas, expresadas en forma de conceptos humanos, el hombre puede conocerlas y entenderlas.Una falsa concepción antropológica, pesimismo luterano, autonomía radical del liberalismo, etc., llevan a rechazar la posibilidad de la Revelación sobrenatural por innecesaria o porque atenta a la autonomía ilimitada de la razón.c) Por parte de los contenidos u objeto de la Revelación. Cabe distinguir entre: - Las verdades naturales, en las que no se encuentra ninguna razón para que no puedan ser reafirmadas también por la Revelación sobrenatural.- Las verdades sobrenaturales o misterios, que presentan inicialmente cierta dificultad. Vamos a exponerlo:Los misterios son distintos a los problemas. El problema, una vez comprendido sus términos, se resuelve. El misterio no es así. Es una verdad, que se presenta al entendimiento humano de tal forma, que sólo puede ser entendido parcial y progresivamente. Así, por ejemplo, la Iglesia es un misterio de salvación; y, de ella podemos decir que es jerárquica, o que es carismática, o que es el pueblo de Dios o que es el reino de Dios en su fase terrestre, etc. Todo es verdad y cada una de estas verdades no se opone a las otras, sino que las completa y todas juntas, y otras más en las que cabe profundizar, son el misterio de la Iglesia.Por todo lo dicho, vemos que tampoco se escapa a la comprensión del entendimiento humano el contenido del misterio. Aunque la verdad, en este caso, se presenta al hombre de tal forma que nunca es absoluta y completamente abarcable o cognoscible.En definitiva, la solución a la dificultad de conocer los misterios viene dada por estas dos razones. Primera, los misterios no se conocen por evidencia, sino por testimonio, que es uno de los modos ordinarios del conocimiento humano. Testimonio dado en la Revelación por el mismo Dios - que no se engaña ni quiere engañamos- y no por un simple hombre - como en el conocimiento humano- que puede equivocarse y engañarnos. Segunda, la Revelación de los misterios, se hace no con palabras propias de Dios, sino con palabras humanas analógicas. Es decir, Dios habla el lenguaje de los hombres, y no con un lenguaje exclusivamente divino, que sería incomprensible. Es evidente que este lenguaje humano utilizado en la Revelación es comprensible para los hombres, aunque no alcance a manifestar total y perfectamente la verdad que Dios comunica.Por tanto, ni por parte de Dios, ni del hombre, ni de los contenidos hay una auténtica imposibilidad para que se produzca la Revelación.Hay analogía, cuando una palabra indica, al mismo tiempo, cosas o realidades que son. al mismo tiempo, desiguales e iguales entre sí. Por ejemplo, comida sana y hombre sano. La salud, aquí en este ejemplo, es un término analógico. No es lo mismo la salud del hombre que la de los alimentos; pero sin ser iguales, se parecen.

4. Necesidad y conveniencia de la revelación

a) La Revelación sobrenatural, dada la presente condición del hombre, es moralmente necesaria para que las verdadesreligiosas de orden natural puedan ser conocidas por todos los hombres con facilidad, con firmeza y sin mezcla de errores graves.

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Es evidente que los racionalistas, al sobrevalorar la razón y al negar apriorísticamente el orden sobrenatural, niegan que sea necesaria la Revelación. Según sus tesis, el hombre puede conocer por sí mismo todo lo que es propio de su naturaleza y de su fin y, por tanto, el mensaje revelado que supera su capacidad natural es perfectamente inútil cuando no nocivo, porque le condiciona externamente e impide su perfecta realización humana.Por el contrario, los deistas, fideístas y tradicionalistas niegan que el hombre, en su estado actual, pueda conocer las verdades religiosas naturales, incluso la existencia de Dios. Por tanto, el conocimiento de dichas verdades, cuando se da, proviene única y exclusivamente de una Revelación divina.La expresión necesidad moral indica que la Revelación de las verdades naturales no es de necesidad absoluta, pues no se excluye que algunos hombres lleguen por sí solos al conocimiento de las verdades religiosas naturales. Pero la Revelación continúa siendo necesaria moralmente para una gran parte de los hombres, que por carecer de talento, tiempo, formación o por hallarse dominados por los intereses temporales u otros motivos, como influencias culturales, no llegarían por sí mismos al conocimiento de las verdades religiosas naturales.b) La Revelación sobrenatural es absolutamente necesaria para conocer las verdades de orden sobrenatural.Si creemos que lo sobrenatural es lo que excede, por definición, las fuerzas y exigencias de la naturaleza, esta proposición es evidente por sí misma. Y, además, es universal, porque todos los hombres necesitan de la Revelación sobrenatural para conocer dichas verdades. 5. Existencia de la Revelación sobrenatural

Lo que interesa es probar el hecho histórico de que ha existido una Revelación sobrenatural. Hemos de responder a las preguntas: 1 a,si Dios ha hablado a los hombres, ¿ cómo podemos conocer que existe una Revelación sobrenatural? 2a, ¿ qué criterios utilizaremos para distinguirla de otras pretendidas revelaciones? 3ª, la Revelación, ¿ dónde se encuentra?La demostración de la existencia real de la Revelación sobrenatural, como es patente, presenta sus dificultades. Si todos los hombres creyeran en Dios no existiría ninguna dificultad en admitir y convencerse de que Dios puede manifestarse a los hombres y, de ahí, sería relativamente fácil concluir y aceptar que se ha manifestado de hecho, pues hay religiones que se proclaman reveladas.Desde el punto de vista de la fe, la cuestión, por tanto, no presenta ninguna dificultad. La Iglesia enseña la verdad de la Revelación sobrenatural como una verdad de fe, y afirma que está contenida en la Sagrada Escritura y en la Tradición.La cuestión se presenta con toda su seriedad y dificultad para aquellos que no admiten la autoridad divina de la Escritura y de la Tradición ni el Magisterio de la Iglesia y desean conocer si se puede probar históricamente o científicamente la existencia de una religión revelada y obligatoria para todos los hombres.Para la solución del problema es indispensable plantearlo en su verdadera dimensión. Se trata de que la Revelación sobrenatural es un hecho sobrenatural y, al mismo tiempo histórico. Y, así, en su doble vertiente debe de ser estudiado. Sería ilógico querer someterlo sólo a las leyes históricas o sólo a las premisas de la fe.Cada objeto pide el método adecuado para ser estudiado y captado por el entendimiento humano. Sería inútil querer demostrar de modo directo, por métodos históricos, la acción de Dios en su aspecto transcendente; esto es el objeto de la fe. Por consiguiente sólo podemos probar la posibilidad de la Revelación sobrenatural, porque no contradice ninguno de los presupuestos que la constituyen, como ya hemos hecho.Pero, además, la Revelación sobrenatural, si se da, es un hecho histórico y entonces sí será posible probar su existencia por argumentos históricos. Se podrá demostrar que históricamente hay una Revelación, que tiene todas las garantías, dadas por el método histórico, de que es sobrenatural. Pero partiendo de esta demostración, no podrá darse el salto de que además se haga necesariamente el acto de fe. A lo sumo, después de haber demostrado la posibilidad histórica de la Revelación sobrenatural, se podrá probar metafísicamente la conveniencia de esa Revelación y su contenido.Está claro, pues, que con el método histórico no se puede demostrar que la Revelación es creíble, es decir, que puede ser creída y que lo más razonable es aceptar esta Revelación. Ahora bien, para pasar de esta certeza objetiva a la certeza subjetiva, o sea, para creer hace falta la ayuda sobrenatural de la fe. Es decir, para dar el paso entre «lo que he visto parece que es verdad, pero yo no me lo creo» al «yo me lo creo», que es como percibir de un modo claro e inequívoco la voz de Dios en nosotros, es necesario el don gratuito de la fe dado por Dios.

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La demostración del hecho de la Revelación se refiere a la revelación pública e histórica. Para el cristianismo esta Revelación se funda y centra en la persona y obra de Jesucristo. Por consiguiente, la demostración del hecho de la Revelación sobrenatural para los cristianos coincide con la del origen sobrenatural del cristianismo, que está - según la fe cristiana- en perfecta continuidad con la Revelación hecha a los israelitas en el Antiguo Testamento.Por tanto, la pregunta que cabe hacerse es la siguiente: la afirmación de que Dios se ha revelado por Jesucristo y que continúa manifestándose, de modo diverso, en la Iglesia, ¿ es un hecho real o es la creación de la fe de algunos hombres ilusos?Antes de responder largamente a esta pregunta es necesario que nos detengamos para exponer algunas cuestiones previas.Ya que los cristianos afirman que la revelación se encuentra contenida en la Sagrada Escritura o Biblia y en la Tradición, ¿qué son la Biblia y la Tradición?

Semana 4

B. Sagrada Escritura o Biblia

I. Introducción general

1. Nociones generales

Llamamos Biblia o Sagrada Escritura a la colección de libros que escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales libros inspirados han sido entregados a la Iglesia.La existencia de unos libros inspirados es de fe para la Iglesia. De un modo paralelo, también el pueblo hebreo, ya desde varios siglos antes de Jesucristo, tenía la misma convicción de poseer esas Sagradas Escrituras.

2. Nombres de la Biblia

El nombre castellano de Biblia es singular y traduce el término griego «Biblia», los libros, en plural, que derivaba de «Biblos», papiro, hoja escrita, libro.En hebreo es «séfer», documento escrito, libro.También se le llama Sagrada Escritura, Antiguo y Nuevo Testamento.

3. Divisiones y partes de la Biblia

La Biblia consta de 74 libros: 47 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento.Los hebreos dividieron el Antiguo Testamento en tres partes: 1) Thorah o Ley, o Pentateuco; 2) Nehim o Profetas; 3) Kethubin o Hagiógrafos.

- Pentateuco. (Penta significa cinco) Se llama Pentateuco a los cinco primeros libros de la Biblia. En estos libros se narra la historia de la creación del universo, del hombre, el diluvio universal. También se explica la historia del origen del pueblo, de su cautividad en Egipto y su salida o éxodo hacia la tierra prometida, Palestina. El Pentateuco recoge también las instrucciones del culto a Dios que dan los judíos: como deben construir el Arca de la Alianza, las vestiduras de los sacerdotes, fiestas, ceremonias y el modo de realizarlas, etc. Además, se reglamentan aspectos de la vida civil: impuestos, jueces, autoridades, comidas, compra y venta de propiedades, recolección de los campos. y otras muchas leyes.Por exponer normas de conducta son los libros de la Ley y por narrar hechos históricos se llaman libros históricos. - Profetas (Nehim). Los libros de los profetas contienen principalmente enseñanzas doctrinales, morales, de costumbres sociales. Los profetas aparecen de vez en cuando en la historia de Israel. Su misión es recordar al pueblo judío las cosas que Dios ha mandado a través de Moisés y otros gobernantes y que ellos han olvidado. Las han olvidado con el paso del tiempo porque se han introducido costumbres, modos de hacer, contrarias a las que deben vivir. Por ejemplo: prestar dinero a otro judío con usura, con altos intereses.

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Los judíos, lógicamente, influenciados por las culturas de los pueblos vecinos de su tiempo, van adquiriendo modos de vivir que no están de acuerdo con lo que les enseña su religión. En ciertas épocas de su historia adoran a Dios en las montañas (los lugares altos) en vez de hacerlo a Dios en su Templo de Jerusalén, etc.Los profetas vuelven a enseñar a los judíos como deben portarse para ser buenos ciudadanos y, al mismo tiempo, piadosos y fieles a Yahvé.

Aunque pueda parecer extraño por el nombre de profetas que tienen, sólo en ocasiones hablan de hechos futuros. Además, al hablar de esos hechos, lo hacen habitualmente refiriéndose a sucesos que han acontecido o están sucediendo. Son los maestros de la ley, los mismos profetas y otros escritores de la Biblia, los que interpretan estas expresiones, y ven en ellas sucesos de futuro que se refieren al Mesías, que deberá nacer, o a hechos que sucederán. No olvidemos que los judíos, profundamente religiosos y, por qué no decirlo, ayudados por Dios, comprendían más allá de las simples palabras escritas. Para las personas que tienen fe no es nada difícil aceptar que Dios ayuda a los hombres.

Por otro lado, muchas veces son los mismos profetas los que dicen claramente que lo que escriben «sucederá» «se verá»... Es decir utilizan el futuro; hablan de algo que pasará después, más allá del momento presente histórico en que ellos viven, y, entonces, las profecías son totalmente evidentes y las entienden todos los judíos.

Hagiógrafos (Kethubin). Los hagiógrafos son libros que contienen fundamentalmente enseñanzas espirituales. Hagiógrafo en griego significa santo.En ellos se expone como hacer el bien, el amor, la amistad, el significado de la vida, la muerte, como evitar hacer el mal, la felicidad de los hombres, de las familias, de los ciudadanos. También, el mejor modo de tratar a Dios, hacer lo que a El le gusta, etc. Son enseñanzas sobre todas las realidades de la vida humana.

Como las enseñanzas de estos libros son propias de hombres sabios, se les llaman libros sapienciales o propios de la sabiduría (sapientia, en latín significa sabiduria). Porque la verdadera sabiduría, así lo afirman los hagiógrafos y todos los hombres verdaderamente sabios, filósofos, pensadores, personas de fe, es vivir en este mundo con paz, serenidad, alegría, cultivando cordialmente la amistad, con una vida familiar estable, con un trabajo que sirva a los hombres, socialmente justos, fraternales, etc. Y, para los que tienen fe, los libros sapienciales enseñan como ser amigos de Dios en esta vida y luego gozar de El en la otra vida. En los libros sapienciales queda claro que la felicidad bien entendida es el fin del hombre: ahora en la tierra y luego en el cielo. Por el contrario, enseñan que la felicidad mal entendida es material e incluso grosera, ya que se basa solamente en cosas terrenales que se dejan al morir: tener mas bienes, sexo y otras por el estilo que no van más allá de su posesión inmediata y que no llevan al cultivo del espíritu. Estas cosas son buenas y aun necesarias si sirven como medios para cultivarse como hombres, en lo que es propiamente humano: la inteligencia, la voluntad, los buenos sentimientos, etc.

La Iglesia, con algunas matizaciones, utiliza la misma clasificación: libros históricos, proféticos y sapienciales.

En el Nuevo Testamento son libros históricos los 4 Evangelios compuestos por San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan, y los Hechos de los Apóstoles, de San Lucas. Libros proféticos, el Apocalipsis de San Juan. Son libros didácticos o sapienciales las epístolas de San Pablo y las epístolas católicas de los demás Apóstoles.

La división de la Biblia en capítulos y versículos la iniciaron los israelitas, en el Antiguo Testamento, en la versión de los «masoretas» del siglo VI-VIII, d. de J.C. Para el Nuevo Testamento fue Estephan Laugton en París, el año 1214, y la concluyó Pagnini en Lyon, el año 1528.

Los libros de la Biblia se citan utilizando las primeras letras del nombre de cada libro. Cada idioma utiliza las letras del correspondiente nombre, que en los idiomas occidentales - latín, castellano, catalán, inglés, francés, italiano, alemán, etc.- son prácticamente iguales. A modo de ejemplo, el libro del Génesis, el primero de la Biblia, se cita en latín Gen, y de la misma forma en los otros idiomas.

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Los cuatro evangelistas del Nuevo Testamento, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, se citan en la mayoría de los diferentes idiomas con muy pocas variaciones Mat o Mt; Mac o Mc; Luc o Lc; Ju o Jn. Los Hechos o Actos de los Apóstoles: Hech o Act. Yasí todos los otros libros de la Biblia. Las variaciones son mínimas y las comprende todo el mundo que conozca los nombres de los autores sagrados de la Escritura.

Además al citar un libro de la Biblia se ponen los números del capítulo y del versículo, que es una frase o un par de frases de la Escritura. Por ejemplo, Dan 5,11 significa el profeta Daniel capítulo 5 y versículo II. Con este sistema de citar se encuentra enseguida y muy fácilmente cualquier frase de la Sagrada Escritura.

4. Inspiración y verdad de la Sagrada Escritura

La inspiración bíblica es una ayuda sobrenatural dada por Dios a ciertos hombres en el seno del pueblo de Dios del Antiguo y Nuevo Testamento, para consignar por escrito, con validez general y pública, aquellos misterios de Dios y de su intervención en la historia, que Dios ha querido que los hombres conocieran para su salvación. Resultando, así, que Dios es el autor principal del libro y el hombre es el autor secundario e instrumental. (Cfr. Concilio Vaticano II, Constitución Dei Verbum, 11).

5. Canon bíblico

a) Noción. Etimológicamente, la palabra canon significa caña o vara. De ahí derivó la idea de instrumento para medir, regla o medida.Metafóricamente es todo aquello que sirve como norma o regla para hacer algo.En sentido propio, canon es el catálogo o la lista oficial de libros inspirados.

b) División de los libros canónicos. Libro canónico es aquel que la Iglesia tiene como regla de fe y costumbre, porque está inspirado por Dios.

- Libros protocanónicos. Son aquellos de cuya canonicidad no se ha dudado nunca y en ninguna Iglesia.- Libros deuterocanónicos. Son aquellos sobre cuya inspiración se tuvieron ciertas dudas hasta el siglo V, pero conviene advertir que estos libros discutidos fueron recibidos desde el principio en el canon de la Iglesia Católica.c) ¿Cuáles son los libros deuterocanónicos? Son 7 para el Antiguo Testamento: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruch, los dos Macabeos y algunas partes de Ester y Daniel. Estos libros son los que no aceptan los protestantes y los judíos.

En el Nuevo Testamento hay otros 7 libros deuterocanónicos: Epístola a los Hebreos, Santiago, 2a carta de San Pedro, 2a y 3a de San Juan, San Judas y el Apocalipsis. A veces, los protestantes rechazan esos libros deuterocanónicos del Nuevo Testamento.

Conviene saber que existen unos libros llamados apócrifos (falsos, fabulosos) que son aquellos cuyo contenido y título son parecidos a los del Antiguo y Nuevo Testamento, pero que no han sido reconocidos por la Iglesia como inspirados y están excluidos del canon.

Además, es necesario distinguir la distinta terminología utilizada por los protestantes, porque a los libros deuterocanónicos los llaman apócrifos, y, a los que conocemos como apócrifos los titulan Seudoepígrafos (con falso título).

Los libros apócrifos, propiamente dichos, se escribieron en los primeros siglos del cristianismo. Fueron escritos por autores piadosos que querían animar a los cristianos a ser mejores. El contenido de estos libros apócrifos son historias inventadas de la vida de Jesús. Generalmente tratan de completar la biografía del Señor. Narran falsas escenas de su vida de niño, de joven, añaden detalles a la verdadera historia, etc. A modo de ejemplo, explican que las palmeras se inclinaban para dar sombra a Jesús, María y José cuando huyeron a Egipto perseguidos por el rey Herodes, que hizo matar a todos los niños de menos de dos años de Belén - donde nació Jesús- y sus alrededores. De esta narración es falso lo de las palmeras y es histórico todo lo demás. Otros ejemplos son que el niño Jesús hacía pajaritos de barro y les daba la vida para que

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volaran; que alargaba milagrosamente, los tablones de madera de su padre San J osé cuando estos se quedaban cortos, etc. Claramente estas narraciones son falsas, producto de la fantasía de los autores de los libros apócrifos.

Además estos autores, llevados por su deseo de ayudar a ser más piadosos a los cristianos, decían que sus libros estaban escritos por los Apóstoles o los primeros cristianos. Y así, se dice que están escritos por Santo Tomás, San Bartolomé u otro cristiano de los primeros tiempos.

La Iglesia nunca creyó en ellos y tampoco los cristianos. Tanto es así que, desde siempre, se les llama el Pseudo-Tomás, Pseudo-Bemabé, etc. La palabra pseudo significa falso. Y así es como se les conoce como libros falsos o apócrifos.

Estos libros apócrifos sólo tienen un cierto valor histórico o sociológico porque, como están escritos en los primeros siglos del cristianismo en tiempo del Imperio Romano y son lo que hoy día llamaríamos novelas, reflejan las costumbres, el ambiente, la forma de vivir y trabajar de su época. Por ello, a través de estas novelas es posible hacerse una idea de como era la sociedad en aquella época, prácticamente la misma de Jesucristo.

d) El canon católico ha quedado definitivamente fijado en el Concilio de Trento.

Los 73 libros de la Biblia inspirados por Dios son:ANTIGUO TESTAMENTO (46 libros) 21 LIBROS HISTÓRICOS1. Génesis Gen2. Éxodo Ex3. Levítico Lev4. Números Num5. Deuteronomio Dt[El conjunto de los cinco: Pentateuco ]6. Josué Jos7. Jueces Jue8. Ruth Rut9. I Samuel 1 Sam10. II Samuel 2 Sam11. I Reyes 1 Re12. II Reyes 2 Re13. I Crónicas (Paralipómenos) 1 Cro 1 Par14. II Crónicas (Paralipómenos) 2 Cro 2 Par15. Esdrás Esd16. Nehemías Neh17. Tobías Tob18. Judit Jdt19. Ester Est20. 1 Macabeos 1 Mac21. 2 Macabeos 2 Mac7 LIBROS DIDÁCTICOS O SAPIENCIALES (algunos son llamados también POETICOS)22. Job Job 23. Salmos Sal24. Proverbios Prov25. Eclesiastés (Qohelet) Ecl

26. Cantar de los Cantares Cant27. Sabiduría Sab28. Eclesiástico (Sirácida) Eclo 18 LIBROS PROFETICOS29. Isaías Is 30. Jeremías Jer31. Lamentaciones Lam32. Baruc Bar33. Ezequiel Ez 34. Daniel Dan 35. Oseas Os36. Joel Jl 37. Amós Am 38. Abdías Abd 39. Jonás Jon 40. Miqueas Miq 41. Nahum Nah 42. Habacuc Hab 43. Sofonías Sof 44. Ageo Ag 45. Zacarías Zac 46. Malaquías Mal

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Explicación de algunos nombres:1. El nombre de Pentateuco es del siglo n d. JC., y significa 5 libros. Este título procede del griego: pente = cinco y teuqos = estuche donde se guardaban los rollos o libros sagrados. Ya hemos dicho, que los judíos llaman a estos cinco primeros libros de la Biblia la Torá o Ley, para distinguirlos de los Nebüm o Profetas y de los Ketubim o Escritos.2. Los libros Crónicas, en los manuscritos griegos de las versiones de los LXX llevan el título de Paraleipómena (Paralipómenos),que significa «cosas omitidas», en el sentido de que el autor de Crónicas quiso completar los libros de Samuel y Reyes.3. Al Eclesiastés también se le conoce con el título de Qohelet, es el mismo autor del libro el que se llama a sí mismo. Fue la versión de los LXX la que introdujo el nombre de EKKlesiastés (Eclesiastés). Qohelet significa en hebreo el que convoca y habla en una asamble», «el orador».4. El título más antiguo con el que se designó el Eclesiástico se tomó del mismo autor: «El libro de la Sabiduría de Ben Sirac».Hoy día, se vuelve a titular de modo semejante. Se le llama Sir ácida y, también, Libro de Jesús, Ben Sirac o hijo de Sirac, ya que Ben significa en hebreo hijo.

NUEVO TESTAMENTO (27 libros) 4 EVANGELIOS1. Evangelio según Mateo Mt2. " " Marcos Mc3. " " Lucas Lc4. " " Juan Ju5. HECHOS DE LOS APOSTOLES Act Hech14 CARTAS DE SAN PABLO (o Epístolas)6. Carta a los Romanos Rom7. Carta 1 a los Corintios 1 Cor8. Carta 2 a los Corintios 2 Cor9. Carta a los Gálatas Gal10. Carta a los Efesios Ef11. Carta a los Filipenses Flp12. Carta a los Colosenses CIs13. Carta 1 a los Tesalonicenses 1 Tes14. Carta 2 a los Tesalonecenses 2 Tes15. Carta 1 a Timoteo 1 Tim16. Carta 2 a Timoteo 2 Tim17. Carta a Tito Tit18. Carta a Filemón Flm19. Carta a los Hebreos Heb7 CARTAS CATÓLICAS (o Epístolas)20. Carta de Santiago Sant21. Carta 1 de Pedro 1 Pe22. Carta 2 de Pedro 2 Pe23. Carta 1 de Juan 1 Jn24. Carta 2 de Juan 2 Jn25. Carta 3 de Juan 3 Jn26. Carta de Judas Jds27. APOCALIPSIS Ap II. Cómo hay que interpretar la Sagrada EscrituraLa interpretación y exégesis bíblica tienen como misión hallar y exponer el verdadero sentido de los libros sagrados.

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La interpretación y la exégesis son dos cosas diferentes. La interpretación o hermenéutica es el arte de interpretar los textos sagrados de la Biblia. A la hermenéutica corresponde establecer las leyes que la ciencia exegética aplica para hallar el verdadero sentido del texto y la exégesis es la explicación o interpretación espiritual de la Sagrada Escritura.No olvidemos que: «Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano; por lo tanto, el intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicamos, debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y lo que Dios quería dar a conocer con dichas palabras» (Concilio Vaticano II, Constitución, Dei Verbum, 12).Los principales criterios o reglas que deben seguirse en la interpretación y exégesis bíblica se deducen de la naturaleza de los libros de la Biblia y de que han sido inspirados por Dios. Por tanto, hay dos criterios de interpretación.

Primero. Los criterios comunes a toda obra escrita. La Biblia, vista como un libro escrito por hombres, está sometida a las reglas y métodos de interpretación racional, literaria e histórica.Segundo. La Biblia, como libro inspirado por Dios a personas singulares, que forman parte de un pueblo elegido por EI-Israel y la Iglesia-, tiene unos criterios propios de una obra tan singular.

1. Criterios literarios comunesEs legítimo aplicar al estudio de la Biblia todos los recursos de los que se vale la ciencia humana para intentar conocer con hondura el pensamiento expresado por el autor: estudio de las características propias del lenguaje, consideración del contexto histórico, situación vital en la que está escrita, análisis gramatical, comparaciones con el contexto, etc. De ahí, se deduce que para el estudio de la Biblia es necesario aplicar:a) Crítica textual, para conseguir el texto original más correcto posible.b) Crítica literaria, que permite comparar los textos de la Biblia entre sí y con las literaturas profanas del Medio Oriente (mesopotámicas, babilónicas, egipcias, etc.).

Hay que destacar que«Para descubrir la intención del autor, hay que tener en cuenta, entre otras cosas, los géneros literarios. Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios. El intérprete indagará lo que el autor sagrado dice e intenta decir, según su tiempo y cultura, por medio de los géneros literarios propios de su época. Para comprender exactamente lo que el autor propone en sus escritos, hay que tener muy en cuenta el modo de pensar, de expresarse, de narrar que se usaba en tiempo del escritor, y también las expresiones que entonces más se usaban en la conversación ordinaria» (Concilio Vaticano 11, Constitución Dei Verbum, 12).

Por ejemplo, encontramos que los autores de la Biblia han utilizado diversos procedimientos al escribir: recursos de la oratoria, juegos de palabras, números simbólicos, diálogos, discursos, poesía, cánticos, etc.

Es evidente que el valor histórico depende del género literario que se utiliza. Así, un libro histórico de la Biblia tiene la misma categoría que cualquier otro libro histórico de la misma época. Pero, un cántico - como el de María hermana de Moisés después de atravesar el Mar Rojo- tiene una consideración diferente: a través del canto, María expone directamente sus sentimientos de alegría y agradecimiento por haberse librado de la esclavitud de Egipto e indirectamente se refiere al hecho histórico del paso del Mar Rojo ya la liberación del pecado.

Los cantos, himnos, poesías, etc. reflejan las emociones interiores de sus autores, que se pueden fundar en hechos que han vivido. Igual pasa hoy día con los mismos géneros literarios: un poeta expresa lo que siente. Y lo que le lleva a hacer poesía es algo que le ha conmovido, que ha vivido especialmente.

Por eso, al interpretar la Biblia hay que tener en cuenta el género literario. De la misma manera que sucede actualmente con los autores modernos. Si un poeta exclama que tiene el corazón partido, se entiende que está lleno de dolor y no que realmente se le haya roto el corazón.c) Crítica histórica, que examina en el contexto de la historia profana los libros históricos de la Escritura.

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En la Biblia hay muchos datos históricos sobre personas, imperios, batallas, costumbres, etc. que se encuentran en otros libros históricos de la época. Este es uno de los motivos que da seguridad sobre la verdad de la Biblia, pues lo que narra se comprueba por otros documentos profanos del mismo tiempo. En la Biblia aparecen el Imperio Asirio, Persia, Egipto, Roma; personas como Alejandro Magno, los Antíocos; lugares como Tarsis (Andalucía), las Islas (Inglaterra e Irlanda), etc.

2. Criterios propios de la BibliaYa hemos señalado que al ser la Biblia un libro revelado, deberán utilizarse para su correcta interpretación no sólo los criterios propios de toda obra escrita humana, sino los criterios que se derivan del hecho capital de su inspiración divina. Como recuerda el Concilio Vaticano n:«La Escritura se ha de leer con el mismo espíritu con que fue escrita: por tanto, para descubrir el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en cuenta el contenido y la unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de toda la Iglesia, la analogía de la fe. A los exégetas toca aplicar estas normas en su trabajo para ir penetrando y exponiendo el sentido de la Sagrada Escritura, de modo que con dicho estudio pueda madurar el juicio de la Iglesia. Todo lo dicho sobre la interpretación de la Escritura queda sometido a juicio definitivo de la Iglesia, que recibió de Dios el encargo y el oficio de conservar e interpretar la palabra de Dios.» (Concilio Vaticano n, Constitución Dei Verbum, 12).

Resumiendo, estos criterios son:a) La unidad de la Sagrada Escritura. Los libros de la Biblia, aunque hayan sido escritos a lo largo de muchos siglos, constituyen un todo único, cuyo hilo conductor es la Revelación de Dios. Por tanto, para captar los textos más antiguos es necesario acudir a los textos posteriores, que iluminan y explican los más primitivos.b) La Tradición y el Magisterio eclesiástico. Los libros de la Biblia nacen en el interior de un pueblo elegido por Dios, Israel en el Antiguo Testamento y la Iglesia en el Nuevo Testamento.Y en este sentido, es posible afirmar que existe una Tradición oral anterior a los libros escritos, y también que la misma tradición oral acompaña y sigue a los libros escritos. Por tanto, y con criterios históricos, no es posible afirmar que cuando los libros fueron escritos anularon la tradición oral o no fueron consecuentes con ella; por tanto, se deberá tener en cuenta la Tradición.Así, pues, afirmamos que existe una Tradición oral, junto con los libros escritos. Por ejemplo, los judíos, después de la destrucción de Jerusalén, tienen recogidas en el Talmud las más primitivas costumbres, gyhk{´+}}}}}}}}}}´¿doctrinas, enseñanzas, etc., de su pueblo, y este libro les guía con sus enseñanzas -magisterio- a una mejor interpretación de su fe religiosa.La Iglesia, por la Tradición y el Magisterio, decidirá en ocasiones la interpretación de un texto escriturístico o excluirá, como falsas, algunas interpretaciones que pueden darse.c) La analogía de la fe implica la armonía o acuerdo que existe entre todas las verdades reveladas, que no pueden estar en contradicción unas con otras y que forman un todo único.La analogía de la fe influye negativamente en la exégesis bíblica, porque lleva a rechazar toda interpretación que esté en contra de las demás verdades reveladas, y positivamente porque ayuda a interpretar correctamente el sentido de los textos, orienta la investigación en la dirección adecuada y pone de relieve matices que de otra forma se percibirían más difícilmente, etc.