Semanario Coahuila: Si fuera alcalde

P e r i o d i s m o d e i n v e s t i g a c i ó n

VANGUARDIA | lunes 19 de octubre de 2009 | no.193 | www.semanariocoahuila.com

si yo fueraalcalde EDICIÓN

ESPECIAL

2 VANGUARDIA Lunes 19 de octubre de 2009

¿Ha experimentado alguna vez la sensación de estar sentado, siquiera por un momento, en la silla lustrosa del Presidente Municipal de Saltillo?¿Qué pensaría si alguien le dijera que usted,

ciudadano de a pie, ha sido elegido por las mayorías para dirigir, unos instantes, este monstruo de ciudad? Y más aún ¿qué es lo primero que haría usted después de haber ganado las elecciones y tomado protesta como jefe de la comuna?Una silla ambulante bastó para darle el poder al pueblo por unos instantes. Semanario simuló una elección donde no hubo partidos en pugna, ni derroche en campañas, mucho menos acarreo... sólo una oficina móvil que recorrió la ciudad en busca de sus verdaderos gobernantes. ¿Alguna vez imaginó que un chavo banda mandara en la ciudad, que un taxista gobernaría Saltillo, que la politica eonómica de la entidad estuviera en manos de un ladrillero?10 ciudadanos jugaron a ser presidentes ¿Quiere saber qué soñaron?

P o r j e s ú s P e ñ af o t o s : d a n i e l b e c e r r i lv i d e o : r e g i n a l d o c h a Pa

Lunes 19 de octubre de 2009 VANGUARDIA 3

Todo listo, don Félix Acosta Pérez, 73 años y de oficio pe-penador, se prepara ya para ocupar la silla presidencial instalada delante de unos bul-

tos de basura, a las afueras de su casa, en la colonia Magueyada que se ubica frente al tiradero municipal.

Antes el hombre, delgado y de piel re-quemada, da los úlltimos toques a su saco gris a rayas e intenta aplacar con sus manos, rasposas y negras de tanto trabajar, sus in-quietos cabellos.

Por fin toma sitio en el sillón oficial, a cuyo lado derecho luce una mesa, de esas como de oficina elegante y al extremo iz-quierdo el lábaro patrio a toda asta.

Completan la escena los ladridos de sus 12 perros de razas y colores mezclados y las risas de su esposa y sus nietos, que lo ova-cionan detrás de la cámaras.

“¿Si fuera alcalde?, ayudaría a toda mi gente de abajo y no son mentiras, porque yo soy gente que tiene palabra, vendría por las orillas a ver cómo vive y de qué carece mi gente y no nada más haría por los pobres

sino por toda la ciudadanía”. Su peroración suena como un reclamo para los políticos que nunca se aparecen por la Magueyada.

A ratos, los rayos del sol parecen confun-dirse con los destellos de emoción que bro-tan de sus ojos vivarachos, y es que quién iba a pensar que don Félix, que hace 33 años vino de San Luis Potosí para habitar este pellejo de tierra sin luz ni drenaje, llegaría a ser el alcalde de la ciudad, siquiera por un instante.

No le hace, porque prometer no empo-brece y don Félix, como buen pepenador de chatarra, empezaría por:

“Limpiaría toda la carroña que hay en la ciudad, tanto malandrín que hay, tanto mal policía, quitaría a todos los malos funcio-narios, cuando llegan prometen mucho y no cumplen nada, se olvidan de uno y ya después ni lo conocen”.

Corte!!! El sueño de don Félix ha termi-nado, sus perros vienen hacia él, le mues-tran su simpatía y se trepan a la silla pre-sidencial para compartir con su amo estos últimos momentos de gloria, gloria que hoy pasará a la posteridad.

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La que está sentada en el trono pre-sidencial se llama Francisca Gua-dalupe García Briseño y es, a sus 10 años de edad, la flamante alcal-desa de esta ciudad de innumera-

bles contrastes.“Si yo fuera presidenta, daría becas para

que estudiaran los niños más necesitados, porque a veces los alcaldes no son tan justos y hacen cosas que ellos quieren y no las que se necesitan”, suelta cuando se acuerda que hace algunas semanas perdió una beca para estudiar en una escuela de computación, todo porque sus padres no tenían ni para el camión.

La entrevista con la nueva edil, que además es una de las alumnas más aplica-das del cuarto grado en la Escuela Emilia-no Zapata, transcurre en el corazón de la colonia Anáhuac, a orillas del Arroyo del Pueblo, detrás de un cinturón de vivien-das asentadas en los márgenes y a espal-das de su casa, que se halla prácticamente

en el aire, por los constantes deslaves de tierra.

Por eso Guadalupe dice que de ser alcal-desa de Saltillo, llevaría más puentes a estos arroyos y dotaría de viviendas económicas, pero dignas, a las personas que viven allí con el riesgo de morir cuando llega la creciente.

“Me gustaría que cuando lloviera este arroyo se viera bonito, con el agua clara, que la gente no tirara basura, porque eso es lo que desgració este río. Han construido co-sas hermosas, pero también han destruido la ciudad ”, dice mientras posa para la foto oficial.

Hoy no vino vestida de gala, tampoco se puso un traje de ejecutiva. Playera, pantalón de mezclilla y tenis, es todo lo que necesita para presentarse ante su comunidad.

“A los niños pobres les daría dinero, refu-gio, alimento y vacunas...”, declara.

En eso Francisca vuelve a la realidad, cuando mira a su padre llegar del trabajo. Es hora de hacer la tarea.


Pardea la tarde en las faldas del Ce-rro de Pueblo y José Antonio Quin-tero Sandoval, alias el “El Chino” e integrante de la banda “Los Pelo-nes” de la colonia Mirador, se pre-

para para dar su mensaje como nuevo alcalde de Saltillo.

“Hay que cuidar la ciudad, pos ni modo de echarla a perder, soy el presidente, pero hay que apoyarnos todos, se trata de todos, no nomás el presidente es el bueno, es toda la ciudadanía”, advierte.

Playera holgada, pantalón bombacho, go-rra y gafas oscuras, El Chino toma posesión de su cargo, se sienta con aplomo en su silla forrada de pana y molduras de madera relu-ciente.

No cree que de un rato para otro haya pa-sado de ser un humilde lavacohes a un jefe de Ayuntamiento.

“Para empezar, aquí tumbaría algo de ce-rro para poner unas canchas, no sé, algo para entrenar, para divertirnos, unos juegos para

los niños, se necesita”, será por eso que lleva en la mano derecha un frasco que antes con-tenía Fanta y que ahora luce lleno de resistol amarillo.

Y parece que los efectos del solvente lo hacen subir el tono de sus promesas.

“Si estuviera en mis manos, hacer que se legalicen las drogas, que se legalice la ma-riguana, que es lo que más necesitamos los drogadictos, que vendan más resistol porque ya casi no se vende”, explica mientras una comitiva de chiquillos asistentes al simula-cro ríen a carcajadas.

Luego El Chino se acomoda en su asiento, se acomoda las gafas y antes de continuar da un leve respiro.

Bajo su pie derecho sostiene un balón de fútbol pintado de hectágonos rojos.

“Levantar a la gente que vive en casitas de madera, ponerles un cuartito, dos”, dice.

Entretanto asoma la noche y El Chino se despoja de su atuendo. Doblando la esquina, lo aguarda la banda para echar cotorreo.

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“¡Ay como los tengo a todos!”, suel-ta Luisa María Guadalupe Sustái-ta Muñiz mientras paladea, como cuando joven, las mieles de ser el centro de todas la miradas.

Y no precisamente por ese ligero vesti-do color negro, que deja ver más allá de sus senos y sus piernas morenas de 49 años.

Esta vez no se encuentra sentada en una de esas sillas redondas frente a la barra de algún bar, sino en el trono en que acaba de tomar posesión como la nueva alcalde de la ciudad.

La escena se desarrolla en la entrada de la Zona Roja, su lugar de trabajo, en medio de las rechiflas y abucheos de sus compa-ñeras de batalla.

“Lo primero que haría, siendo Presi-denta Municipal, sería arreglar el camino de aquí y conseguir medicamentos para las mujeres”, jura y si no que el gremio se lo demande.

“¡Un saludo desde la Zona!”, los gritos interrumpen a ratos la alocución de Luisa María, pero ella no se detiene.

“Daría desayunos para los niños de las escuelas, trabajo y alimentos para la gente pobre, combatiría el pandillerismo y los asaltos, ya ves que últimamente ocurren a plena luz”.

La rechifla vuelva sonar con más fuer-za por las calles agrestes de la Zona Roja y hay luego un carraspeo de gargantas cuan-do el reportero pregunta a la jefa de la co-muna a quién elegirá por gabinete

“¡Ah pos eso todavía no lo sé!”, res-ponde Luisa María, quien se despoja de su ajuar de alcaldesa para ir en busca de algún cliente.

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Lo encontramos una mañana ardiente atajádonse el sol bajo de un techo de lámina, mientras cocía ladrillo en un gran un horno de tierra colorada, que a ratos escupía espesas bocanadas de

humo negro con olor a llanta chamuscada.“¿Alcalde? No...díganle al patrón, ese sí le

sabe”, se resistía una y otra vez don Mario Hinojosa Hernández, 46 años y de oficio la-drillero, al tiempo que daba largos sorbos a la caguama sudorosa que tenía en un lado.

“No yo no”, dijo y se levantó para echar un ojo al horno de ladrillos.

Minutos después se hallaba sentado en la silla presidencial, mal peinado, pero vestido de saco y con la bandera mexicana ondeando a su derecha, detrás del cocedor humeante.

Cual político de alto vuelo, don Mario di-sertó sobre el tema de los dineros públicos, se pronunció, primero, en favor de la elimi-nación del presupuesto destinado a los parti-dos políticos y exigió, después, la reducción del número de diputados, como una medida de ahorro para el país.

“Lo justo sería que ellos pagaran sus pro-pias campañas, ¿no? y no con el dinero del pueblo, que podría servir para ayudar a colo-nias marginadas. También para qué quieres tanto diputado y senador, nomás se están pe-

leando y gastando el dinero del pueblo”.Y ya que andaba por ahí, habló de los po-

bres de la ciudad:“No ayudarlos dándoles qué comer, darles

trabajo, como dice el dicho ‘no me des el pes-cado, enséñame a pescar’”,

Pero justo cuando abordaba el tema del medio ambiente, una gigantesca nube de humo que brotó del cocedor ennegreció el panorama.

“Pos ahorita estamos bien, porque en cualquier colonia se siembran árboles, ya ves que hacen una colonia y van sembrando sus arbolitos. Lo que haría es nomás cuidar esos árboles, no destruirlos, tú sabes que los árboles atraen el agua”’.

Y hablando del agua propuso :“Ya nos quitamos un día a los españoles

en la Independencia ¿y luego los estás tra-yendo otra vez para que se apropien de los negocios? Estamos festejando el Bicentena-rio de la Independencia, ¿todavía vas y los traes para que sigan robando al país? Si ya te los quitaste hace 200 años y luego los estás invitando a pasar a la casa, como que no”.

De haber sido porque don Mario recordó que había que atizar el horno, se sigue de largo...

“¿Qué, ya es todo?”.


Toma 1: Si yo fuera alcalde ¡Acción! Karen Avendaño Flores, 17 años y estudiante de Ciencias de la Co-municación del Tecnológico de Monterrey, campus Saltillo, apa-

rece en el escenario.“Queridos habitantes del municipio de Salti-

llo: ¡Yo!, como la nueva alcaldesa, quiero decir-les que mi objetivo principal es...es... ”

¡Corte! Karen está muy nerviosa y pide, por favor, que se repita la escena, pues ser Presi-denta Municipal de la ciudad no es cosa de to-dos los días.

Adelante, se graba: Karen Avendaño Flores, Presidente Municipal de Saltillo: “Queridos ha-bitantes...”

Corte, Karen está sudando frío a 35 grados de temperatura ambiente y pide unos minutos

para descansar y aprovecha para hacer una ob-servación sobre la utilería:

“¡Ay oiga!, este saco está cochino”.La grabación se reanuda sólo hasta que

Karen se da valor para decir que si ella fuera alcaldesa de la ciudad, apoyaría a los jóve-nes recién graduados de las universidades y al talento emprendedor para que hubiera más empleo y por ende más seguridad en la ciudad.

“Yo creo que cambiaría y capacitaría a los policías porque son ellos los que están mas cercanos a los problemas”.

– En el tema de ecología, ¿qué harías?–“Mmmm... ya no sé”– ¿En cuanto al problema del agua potable?–“Ay no, espera...”.¡Corte!

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Es el exterior de la caseta de la ruta 3A en la colonia Chamizal. Esta vez la silla presidencial se ha instalado frente a un viejo camión y en mitad de una calle que a ojo de buen cum-

biero parece poco transitada.Pero hasta ahora se ve que a ninguno de los

cuatro o cinco operadores que aguardan salida en esta base les interesa, ni de broma, ser alcal-de de la ciudad.

“¿Es para el periódico? No, ¡imagínate!, me ve mi vieja y va a decir que estoy de güevón aquí en la esquina”, profiere sin asomo de ver-güenza uno de los choferes.

“Ahorita llega el 147, ese cabrón sí es bien pi-cudo”, se explaya otro.

Y todos se niegan a ocupar la silla, como te-miendo una maldición.

Todos a excepción de Enrique Velázquez Güitrón, también chofer, quien a base de mu-chos pujidos, logra meterse en su saco de nue-vo alcalde.

“Yo daría apoyo a las personas de la tercera edad que ya somos demasiados o que ya vamos

muchos para allá; trabajo para las gentes mayo-res de 40 años porque ya somos muchos y no tenemos empleo”, dice.

Más allá sus camaradas han formado una especie de mitin recargados en la pared grafi-teada de la caseta.

“Hay que bajarle el salario a los funciona-rios”, la propuesta levanta una ola de aplausos y al puro estilo de los políticos mexicanos, En-rique aprovecha para llevar agua a su molino:

“Para los choferes que hubiera mejores prestaciones, salarios, seguro, todo. Darles cursos, aunque ya hemos recibido muchos y seguimos igual, lo que pasa es que la gente es medio diantre, muchos veces sale a la ca-lle enojada y es de que ‘ya se me hizo tarde, no pues el chofer tiene la culpa’, que ‘esto o lo otro, los choferes tienen la culpa’, pero noso-tros nomás prestamos un servicio”.

Sus compañeros estallan en largos aplau-sos. En medio de aclamaciones Enrique deja la silla, sube a su camión y se pierde por ese laberinto polvoriento y sombrío que es la Guayulera.

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Rafael Adolfo Guzmán Guevara, 22 años y estudiante del noveno semestre en la Facultad de Cien-cias Químicas, demuestra en el campo de juego que con volun-

tad y entrega se puede ser alcalde de grandes ligas.

Por eso es que ha aceptado el reto de sentarse en el trono presidencial, colo-cado a espaldas del Estadio Jorge Castro Medina, para planear, entre silbatazos y tacleadas, los destinos de la ciudad.

“Siendo alcalde aprovecharía más el presupuesto en la educación de niños

y jóvenes. Tú sabes que las mejores es-cuelas son privadas, las escuelas públi-ca tienen el nivel, pero no los recursos”, propone.

Y como deportista de la liga mayor del equipo Lobos de la Universidad Autóno-ma de Coahuila, entiende el valor de la disciplina.

“¿Si fuera alcalde? pues impulsar el de-porte local, hay talento y sólo es cuestión de incentivarlo, quizá otorgando becas deportivas para estudiantes ”, diserta.

Pero el tiempo es corto y tras bambalinas lo espera otra tarde de entrenamiento.

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para

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ucac

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Si Rafael Peña Fernández, empresario de-dicado a la fabricación de bolas de acero para la industria minera, fuera el alcalde de la ciudad, otro gallo nos cantara.

Les llegaría la hora –advierte– a los malos servidores públicos y a los funcionarios transas.

“Buscaría formas de erradicar la corrupción porque es un costo muy grande el que paga la so-ciedad y ese ahorro lo canalizaría a educación...”.

Rafael sacaría del pozo a las Pymes de la región creando los mejores vínculos con los empresarios para promover el desarrollo de este importante, pero atrasado sector de la economía.

“Creo que hay una confianza perdida tanto del gobierno hacia los empresarios, como de los em-presarios hacia el gobierno y esa confianza debe afianzarse para crecer, para poder dar pasos fir-mes y buscar un bien común, creo que los dos nos necesitamos...”.

Porque si Rafael Peña fuera el alcalde de Sal-tillo aterrizaría todos los programas destinados para el impulso de las Pymes en la entidad.

“Apoyar a las Pymes y dejarlas trabajar en lo que saben hacer y lo saben hacer bien y a su vez que las Pymes apoyaran al gobierno en todo lo que tenga que ver con calidad de vida de la gente”.

Si Rafael fuera alcalde...

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Para don José de Jesús Lara, taxista de oficio, no tiene chiste ser alcalde de la ciudad, basta solamente que el hombre elegi-do por su pueblo cumpla lo que

ha prometido.“Sí, yo sí cumpliría lo que estoy pro-

metiendo, por eso te digo que ser alcalde, cualquiera...”.

Será por eso que don Jesús no titubeó a la hora de sentarse en su silla de Presiden-te Municipal, de frente a la ciudadanía y expuesto al trajín voraz de la metrópoli.

“Pos hay muchas cosas qué hacer, como repavimentar las calles que ya están en pé-simas condiciones; preparar mejor a nues-tros policías, ya ves que la gente se queja de que roban mucho y que infracccionan por cualquier cosa.

“Para los pobres de la ciudad, empleos. Está pendiente además la cuestión de los puentes peatonales y el problema de los arroyos”.

Don Jesús asegura que siendo alcalde destinaría también una partida del presu-puesto al combate del rezago social en las colonias marginadas de Saltillo.

Ah, pero eso sí, que quede bien claro, él no aceptará mordidas, sobornos, embutes, cochupos ni dádivas de ninguna especie y esto –dice en prueba de honestidad– va para sus compañeros del gremio.

“Estamos atravesando por una situa-ción muy pesada, hay más de siete mil concesiones y yo en caso de que me pi-dieran que les pasara algunas les diría que no, no se puede, está muy saturado ahorita”, remata el alcalde Lara.

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