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Bandera Social Semanario Anárquico-Colectivista CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN Dn trim«str«: uní p«Mta en li Región Española; numero suelto. 5 céntimos; pa- quete da io ejamplares. uaa peseta; para Us demis Regiones, i'Jo trimestre, y paque- te i'5o pesetas. ' ^ ^ Las suscripciones le pagarán en sellos de i 5 cíntimos 6 en papel y letras dc fíeil cobro.—I^s remitidos i precios conTeneionales. Sa admiten auacripciones: en Madrid, en la Redacción y Administración de este Semanario; en Barcelona, dirigirse al Secretario del C. L. déla Federación MADRID 28 DE SEPTIEMBRE DE 1886, Año II.—IVúm. ro. SE PUBLICA TODOS LOS JUEVES ""publicación ála defensa de loa principio» anírquieo colectimt»» todos los obreros tienen derecho a la inserción de cuantos documentos tengan reta- :„ .1 , M *"* *" '""í" ^ 1"' ' '"^ cuantos abusos y Teiacionesse comew», en el taller siempre que lo iraranlicen con su Arma. Administración y Redacción Calle de San Vicente, núm 05, piso tercero, donde se dirigirá tnda la corrcsp*»- Jencia i nombre del AU.MINISTRAUOR. B . « . ^ SUSCRIPCIÓN voluntaria para socorrer á los compafieros de Barcelona. Suma anUrior.. Un anarquista YoC Gabriel Feliú (burgués).. B. C B B Aparicio Un Anarquista Un explotado Mayoralas Un explotador Un Anarquista A. Diaz Francisco Jiménez B. Sílice J. V Un obrero C. Gallego Un Anarquista petrolero. TOTAL. Ptas. Ct». 7'60 0'50 0'50 5 O'.TO 1 1 0'25 O "2.5 0'50 1 1 O'25 O'2.') 0'25 0'2r) 0'25 0% 0'2.'> 0'25 21'10 El miércoles recibimos los oficios de la capita- nía general y gobierno civil quo public irnos á con- tinuación, lo cual nos ha obligado á rolirar varios de los trabajos que teníamos confeccionados y por «"yo motivo se ha retrasado el número. Dicen así los documentos en cuestión: «Dicte usted las órdenes claras y precisas para que el periódico que usted dirige no se ocupe en absoluto de los procedimientos judiciales que 80 están siguiendo para esclarecer los hechos ocu- rridos en la noche del 19; porque hallándose siih judice las causas que se siguen, está prohibido terminantemente por las leyes ordinarias y excep- cionales, dar noticias directas ni indirectas sobro aquellas. Además evitará usted quo en absoluto se publi- quen artículos, sueltos ni noticia alguna que se relacionen con la disciplina y el orden público, y mucho menos se basen en noticias que no sean oGciales, muchas do aquellas falsas, y que sobre •lias se hagan comentariarios de ninguna clase, absteniéndose de copiar artículos y discursos re- lativos á hehos históricos que tengan conexión con la disciplina y ol orden púbUco. Espero que no se me pondrá en el caso de ver- me proci.sado.á entregar al periódico á un conse- jo de guerra, ni tampoco á suprimirlo si reinci- diera. Dios guarde á usted muchos años.—Madrid 22 septiembre 1886.-—Pavía.—Señor director del pe- riódico BANDERA SOCIAL.» * * «Gobierno de la provincia do Madrid.—Secreta- ria.—Negociado de la Prensa.—Núm. 2.—A los •fectos dol art. 11 de la ley de 26 de Julio de 18S3 sobro imprenta, prevengo á usted qne mientras dure el estado de guerra de esta capital, deberá presentar un ejemplar de su periódico en este go- bierno de provincia, y los otros dos en la capita- nía general, con las formalidades y en el tiempo y forma prevenidos eo el articulo citado. Dios guarde á usted muchos años.—Madrid 22 septiembre de 1886.— Julián Zugasti.—Señor «lirector del periódico B.^NÜERA SOCIAL.» LA SITUACIÓNJEL OBRERO Guando los trabajadores, inspirados por el sen- timiento de la propia dignidad, afirman su per- sonalidad y se organizan para hac^r que la socie- dad la reconozca, lo primero que sienten es la necesidad do hacer el inventario de su posición social; en seguida afirman su aspiración, y, como consecuencia, resulta la cuestión do conducta y do medios. Para que los medios empleados pcíí los traba- jadores sean eficaces, es de todo punto necesario que el inventario de su posición sea bien cono- cido; de otro modo so corre el riesgo do contar con recursos que pueden faltar en momentos da- dos, ó también puede suceder que dejen de re- unirse fuerzas importantes, y todo esto puede con- tribuir á la esterilidad ó inutilidad de una larga serie de esfuerzos y sacrificios. El conocimiento de las propias condiciones es él primer dato que los trabajadores toman para formar ol inventario indicado; la agrupación de los dalos individuales, formando series más ó me- nos racionales, constituyen un segundo término, y la difusión de éslos por la prensa obrera inter- nacional completan esta parte tan importante del movimiento del Proletariado moderno. Este procedimiento es natural y sencillo, pero no el único; y como para poseer un conocimiento perfecto debon aprovecharse cuantos datos se ofrezcan hasta, si os posible, agotar la materia, no podemos menos de aceptar los que nos sumi- nistra el hombre de genio é insigne pensador que puede considerarse como ol precursor dol renaci- miento proletario de nuestros días. Nos referimos á Proudhon, de cuya obra Crea- tion de l'ordre dans l'liumanitd, tomamos los Si- guientes párrafos: «Hay funcionarios que votan, otros que firman, otros quo hablan, otros que escuchan, quo se pa- sean y vigilan. Punción hay, apenas suficiente para uno solo, que ocupa diez hombres; hay fun- cionario que recibo los emolumentos de diez fun- ciones. Tenemos trabajadores expoclantes que, á su pesar, reposan; otros, sobrecargados de trabajo, que no quieren ser ayudados; trabajadores máqui- nas al lado (le otros cuya especialidad absorbería diez talentos; trabajadores jefes que echan sobre subalternos las consecuencias del vaivén comer- cial, y les hacen responsables de sus propias lo- curas; vendedores de comestibles que logiferan, usureros que juzgan á los granujas, y oficinistas, bibliotecarios, sacerdotes y artistas que apenas ser- virían para cavar. »Se trabaja: ¡pero cómoI Aquí, honor y alegría, suave comodidad, gran retribución; allá, ejercicio monótono, repugnante; acaparamiento de un lado, carencia de trabajo de otro; por doquiera trabajo mal hecho, productos incompletos, falsificadosj soüsticados, incoherencia, desorderu irresponsa- bilidad, sobreexcitación, embrutecimiento. »Eso no es trabajo organizado; eso es la confu- sión de un incendio. »En Saint-Etienne, en Molhouse y en todos los graades centros de industria, la corrupción y la barbarie del pueblo son espantosas: no es extraño si se considera que, entregados á una simple ma- niobra, ese pueblo no aprende á trabajar; si la or- ganización de la sociedad en que vive se lo prohi- be; si los que le dirigen, tan ignorantes como él y cien veces más inmundos, tienen interés en mantener este estado de cosas; si esos indignos amos son sostenidos por el poder, que ellos apo- yan á su vez... ¿merecen el nombro de trabajado- res esos desgraciados de figura humana que pasan su vida on el fondo de una mina ó en la infec- ción de una f.ibrica, repitiendo sin fin y automá- ticamente la misma partecilla de trabajo? • En esa parte del pueblo, entre las domésticas y las obreras, se recluta y propaga inevitablemen- te la prostitución. Sin contar lo ínfimo de los sa- larios, que obliga á las muchachas á trocar contra un pedazo de pan y miserables vestidos el alqui- ler do sus encantos, ¿dóuda encontrarán la ins- trucción que da, con la extensión de las ideas, la nobleza de los sentimientos, la dignidad, la deli- cadeza y el pudor/ ¡Si, en interés del mismo pla- cer, los amantes de esas criaturas les enseñasen á pensar á trabajar!... Imposible: el goce que pre- cede a la razón ahoga el germen del pensamiento; no es una mujer lo quo estrecháis cn vuestros brazos, ni siquiera es una hembra; una loba lla- maban á oso los romanos. »En Lyón y en Saint-Etienne los sultanes aca- paradores del trabajo y sus visires han perfeccio- nado la esclavitud de las mujeres: no las pagan, no las mantienen, uo las dan nada, sólo se dignan proporcionarlas trabajo. ¡Así la mujer se prosti. tuyo para trabajar, después trabaja para vivir! Vi- vir trabajando ó morir defendiéndose, pase; pero trabajar prostituyéndose, oso es demasiado. »El obrero parcelario que no tiene siquiera la inteligencia de lo que hace, quo desconoce su destino y sus antecedentes; que no sabe por qué se lo asigna tal lugar con preferencia á otro en la fábrica, esto hombre, decimos, ¿puede ser respon- sable de las torpezas en que por su ignorancia in- curre? Lo que forma al trabajador es la especiali- dad en la composición do su trabajo, el conoci- miento teórico y la práctica de ios métodos: ¿cómo imputar al trabajador parcelario una inferioridad (¡ue no procede do él... Tal es, sin embargo, la gran iniquidad social. Lo quo hace tan calami- toso ol paro de las manufacturas en Inglate- rra, es que aquellos obreros, en número de mu- chos miles, so encuentran en la imposibilidad ab- soluta de hacer otra cosa que el ejercicio minúscu- lo para el cual se les ha adiestrado como si fue- sen perros sabios. Son como pelusa desprenoida de hermoso bordado y caída en un montón de ba- sura: ¿para qué sirven? Y no obstante su comple- ta inocencia, esos desgraciados llevan el peso de' la responsabilidad pública: ellos ayunan por lo.s' lords millonarios; ellos sufren hambre, frío y des-

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Bandera Social Semanario Anárquico-Colectivista

CONDICIONES DE LA SUSCRIPCIÓN

Dn trim«str«: u n í p«Mta en l i Región Española; numero suelto. 5 céntimos; pa­quete da io ejamplares. uaa peseta; para Us demis Regiones, i'Jo trimestre, y paque­te i'5o pesetas. ' ^ ^

Las suscripciones le pagarán en sellos de i 5 cíntimos 6 en papel y letras dc fíeil cobro.—I^s remitidos i precios conTeneionales.

Sa admiten auacripciones: en Madrid, en la Redacción y Administración de este Semanario; en Barcelona, dirigirse al Secretario del C. L. déla Federación

MADRID 28 DE SEPTIEMBRE DE 1886 , Año II.—IVúm. ro.

SE PUBLICA TODOS LOS JUEVES

""publ i cac ión ála defensa de loa principio» anírquieo colectimt»» todos los obreros tienen derecho a la inserción de cuantos documentos tengan reta-:„ .1 , M *"* *" '""í" ^ 1 " ' ' '"^ cuantos abusos y Teiacionesse comew», en el taller siempre que lo iraranlicen con su Arma.

Administración y Redacción Calle de San Vicente, núm 05 , piso tercero, donde se dirigirá tnda la corrcsp*»-

Jencia i nombre del AU.MINISTRAUOR. B . « . ^

SUSCRIPCIÓN voluntaria para socorrer á los compafieros de Barcelona.

Suma anUrior.. Un anarquista Y o C Gabriel Feliú (burgués). . B. C B B Aparicio Un Anarquista Un explotado Mayoralas Un explotador Un Anarquista A . Diaz Francisco Jiménez B. Sílice J. V Un obrero C. Gallego Un Anarquista petrolero.

T O T A L .

Ptas. Ct».

7'60 0'50 0'50 5 O'.TO

1 1 0'25 O "2.5 0'50 1 1 O'25 O'2.') 0'25 0'2r) 0'25 0 % 0'2.'> 0'25

21'10

El miércoles recibimos los oficios de la capita­nía general y gobierno civil quo public irnos á con­tinuación, lo cual nos ha obligado á rolirar varios de los trabajos que teníamos confeccionados y por «"yo motivo se ha retrasado el número.

Dicen así los documentos en cuestión: «Dicte usted las órdenes claras y precisas para

que el periódico que usted dirige no se ocupe en absoluto de los procedimientos judiciales que 80 están siguiendo para esclarecer los hechos ocu­rridos en la noche del 19; porque hallándose siih

judice las causas que se s iguen, está prohibido terminantemente por las leyes ordinarias y excep­cionales , dar noticias directas ni indirectas sobro aquellas.

Además evitará usted quo en absoluto se publi­quen artículos, sueltos ni noticia alguna que se relacionen con la disciplina y el orden público, y mucho menos se basen en noticias que no sean oGciales, muchas do aquellas falsas, y que sobre •l ias se hagan comentariarios de ninguna clase, absteniéndose de copiar artículos y discursos re­lativos á hehos históricos que tengan conexión con la disciplina y ol orden púbUco.

Espero que no se me pondrá en el caso de ver­me proci.sado.á entregar al periódico á un conse ­jo de guerra, ni tampoco á suprimirlo si reinci­diera.

Dios guarde á usted muchos años.—Madrid 22 septiembre 1886.-—Pavía.—Señor director del pe­riódico B A N D E R A S O C I A L . »

* * «Gobierno de la provincia do Madrid.—Secreta­

ria.—Negociado de la Prensa.—Núm. 2 .—A los •fectos dol art. 11 de la ley de 26 de Julio de 18S3 sobro imprenta, prevengo á usted qne mientras dure el estado de guerra de esta capital, deberá presentar un ejemplar de su periódico en este g o ­bierno de provincia, y los otros dos en la capita­nía general, con las formalidades y en el t iempo y forma prevenidos eo el articulo citado.

Dios guarde á usted muchos años.—Madrid 22 septiembre de 1886 .—Ju l ián Zugasti.—Señor

«lirector del periódico B . ^ N Ü E R A S O C I A L . »

LA SITUACIÓNJEL OBRERO

Guando los trabajadores, inspirados por el sen­timiento de la propia dignidad, afirman su per­sonalidad y se organizan para hac^r que la socie­dad la reconozca, lo primero que sienten es la necesidad do hacer el inventario de su posición social; en seguida afirman su aspiración, y, como consecuencia, resulta la cuestión do conducta y do medios .

Para que los medios empleados pcíí los traba­jadores sean eficaces, es de todo punto necesario que el inventario de su posición sea bien cono­cido; de otro modo so corre el riesgo do contar con recursos que pueden faltar en momentos da­dos, ó también puede suceder que dejen de re­unirse fuerzas importantes, y todo esto puede con­tribuir á la esterilidad ó inutilidad de una larga serie de esfuerzos y sacrificios.

El conocimiento de las propias condiciones es él primer dato que los trabajadores toman para formar ol inventario indicado; la agrupación de los dalos individuales, formando series más ó me­nos racionales, constituyen un segundo término, y la difusión de éslos por la prensa obrera inter­nacional completan esta parte tan importante del movimiento del Proletariado moderno.

Este procedimiento es natural y sencil lo, pero no el único; y como para poseer un conocimiento perfecto debon aprovecharse cuantos datos se ofrezcan hasta, si os posible, agotar la materia, no podemos menos de aceptar los que nos sumi­nistra el hombre de genio é insigne pensador que puede considerarse como ol precursor dol renaci­miento proletario de nuestros días.

Nos referimos á Proudhon, de cuya obra Crea-tion de l'ordre dans l'liumanitd, tomamos los Si­guientes párrafos:

«Hay funcionarios que votan, otros que firman, otros quo hablan, otros que escuchan, quo se pa­sean y vigilan. Punción hay, apenas suficiente para uno solo, que ocupa diez hombres; hay fun­cionario que recibo los emolumentos de diez fun­ciones. Tenemos trabajadores expoclantes que , á su pesar, reposan; otros, sobrecargados de trabajo, que no quieren ser ayudados; trabajadores máqui­nas al lado (le otros cuya especialidad absorbería diez talentos; trabajadores jefes que echan sobre subalternos las consecuencias del vaivén comer­cial, y les hacen responsables de sus propias lo ­curas; vendedores de comestibles que logiferan, usureros que juzgan á los granujas, y oficinistas, bibliotecarios, sacerdotes y artistas que apenas ser­virían para cavar.

»Se trabaja: ¡pero cómoI Aquí, honor y alegría, suave comodidad, gran retribución; allá, ejercicio monótono, repugnante; acaparamiento de un lado, carencia de trabajo de otro; por doquiera trabajo mal hecho, productos incompletos, falsificadosj soüsticados, incoherencia, desorderu irresponsa­bilidad, sobreexcitación, embrutecimiento.

»Eso no es trabajo organizado; eso es la confu­sión de un incendio.

»En Saint-Etienne, en Molhouse y en todos lo s graades centros de industria, la corrupción y la barbarie del pueblo son espantosas: no e s extraño si se considera que, entregados á una s imple ma­niobra, ese pueblo no aprende á trabajar; si la or­ganización de la sociedad en que vive se lo prohi­be; si los que le dirigen, tan ignorantes como él y cien veces más inmundos , tienen interés en mantener este estado de cosas; si esos indignos amos son sostenidos por el poder, que el los apo­yan á su vez. . . ¿merecen el nombro de trabajado­res esos desgraciados de figura humana que pasan su vida on el fondo de una mina ó en la infec­ción de una f.ibrica, repitiendo sin fin y automá­ticamente la misma partecilla de trabajo?

• En esa parte del pueblo, entre las domésticas y las obreras, se recluta y propaga inevitablemen­te la prostitución. Sin contar lo ínfimo de los sa­larios, que obliga á las muchachas á trocar contra un pedazo de pan y miserables vestidos el alqui­ler do sus encantos, ¿dóuda encontrarán la ins­trucción que da, con la extensión de las ideas , la nobleza de los sentimientos, la dignidad, la deli­cadeza y el pudor/ ¡Si, en interés del m i s m o pla­cer, los amantes de esas criaturas les enseñasen á pensar á trabajar!... Imposible: el goce que pre­cede a la razón ahoga el germen del pensamiento; no es una mujer lo quo estrecháis cn vuestros brazos, ni siquiera es una hembra; una loba lla­maban á oso los romanos.

»En Lyón y en Saint-Etienne los sultanes aca­paradores del trabajo y sus visires han perfeccio­nado la esclavitud de las mujeres: no las pagan, no las mantienen, uo las dan nada, sólo se dignan proporcionarlas trabajo. ¡Así la mujer se prosti. tuyo para trabajar, después trabaja para vivir! Vi­

vir trabajando ó morir defendiéndose, pase; pero trabajar prostituyéndose, oso es demasiado.

»El obrero parcelario que no tiene siquiera la inteligencia de lo que hace, quo desconoce su destino y s u s antecedentes; que no sabe por qué se lo asigna tal lugar con preferencia á otro en la fábrica, esto hombre, decimos, ¿puede ser respon­sable de las torpezas en que por su ignorancia in­curre? Lo que forma al trabajador es la especiali­dad en la composición do su trabajo, el conoci ­miento teórico y la práctica de ios métodos: ¿cómo imputar al trabajador parcelario una inferioridad (¡ue no procede do é l . . . Tal es , sin embargo, la gran iniquidad social. Lo quo hace tan calami­toso ol paro de las manufacturas en Inglate­rra, es que aquellos obreros, en número de m u ­chos miles, so encuentran en la imposibilidad ab­soluta de hacer otra cosa que el ejercicio minúscu­lo para el cual se les ha adiestrado como si fue­sen perros sabios. Son como pelusa desprenoida de hermoso bordado y caída en un montón de ba­sura: ¿para qué sirven? Y no obstante su comple­ta inocencia, esos desgraciados l levan el peso de' la responsabilidad pública: el los ayunan por lo.s' lords millonarios; el los sufren hambre, frío y des-

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BANDERA SOCIAL.

nudez; el los son diezmados por el hospital, la cá cel y la fuerza pública; ellos son perseguidos como alimañas cuando la propiedad y la aristocracia se creen amenazadas. jAh! no temáis que esas po­bres gentes revolucionen la Inglaterra: aun saben poco para estrujar sus sanguijuelas. Guando se apoderan de alguna ciudad, se emborrachan ocho días, y luego caen de rodillas á los pies de sus jueces.»

Estos datos de carácter particular unos y gene­ral otros, presentados con tan perfocto colorido, n o son para olvidados, y rogamos á aquellos de nuestros compañeros que se dedican al estudio de las cuestiones sociales, los tengan en cuenta para quo, con la brutal negación del derecho que su­ponen, puedan fundar, por oposición, el hraite de sus aspiraciones reivindicadoras.

La importancia y utilidud de este trabajo no se limita exclusivamente á los pensadores del Prole­tariado militante; alcanza también, y en propor­ción aún mayor, á las colectividades obreras, y por esta razón no hemos vacilado en alzar nues­tra voz desde las columnas de este periódico, ór­gano corporativo, para dirigirnos á todas aquellas corporaciones obreras quo tienen en más el pro­greso que la conservación de un organismo más ó menos defectuoso.

No olvidemos lo que somos ni lo que debemos ser, y esto nos llevará á odiar la condición á que se nos tieno reducidos, y nos dará ánimus para emanciparnos y sahr cuanto antes de e l la .—L.

( L a A s o c i a c i ó n , órging de U Sociedad de Obreros Tipógrafo» de Barcelona.)

CONFLAGRACIÓN EUROPEA

Los rumores pesimistas han adquirido durante la última década tal recrudescencia, que y.i parecía inminente un rompimiento entre lus potencias que firmaron el tan cacareado tratado de üurlin.

Este tratado que, cumo todas las obras de la diplomacia, fué una superchería, está á punto, s e ­gún se ve, do terminar su misión.

Rusia, á cuya devoción se consagró, ha venido desde entouces procurándose los inodios do ata­que, y firme en su propósito de desembarazarse de su eterna rival, Inglaterra, para poder l legará Gonslantinoiila, sueño dorado de los descendien­tes todos de Pedro el Grande, puede decirse está á punto de ganar una importantísima etapa de su

Íroyecto, si es cierta su anunciada alianza con urquía, la por ella vencida y humillada en

Plevvna. Inglaterra, por su parte, no so descuida; la agi­

tación que se ha observado en sus arsenales ha sido verdarauíente vertigiaü.sa. No sólo ha aumentado en una cifra exorbitante el número ordinario de los obreros ocupados, siuo que trata do aprovecharse de los beneficios de la luz eléctrica para que los que no puedan efectuar su trabajo por el día lo realicen por la noche, á fin de poner en condicio­nes de combate gran número de buques de cabo­taje que, unidos á los 550 de guerra de que dis­pone habitualmente, formarán uu respetable con­tingente de castillos ilutantes, dotados de innu­merables y •voluminosos cañones Amstrong.

Como que, dada la perfidia con que proceden las cancillerías alemana, rusa y austríaca uo pue­de asegurarse de una manera definitiva cuáles son los aliados y cuales los enemigos hasta el momen­to preciso que estalle el conflicto, si estalla, pon­dremos al corriente á los compañeros del número de infelices víctimas quo están destinadas al sa­crificio por satisfacer las necias ambiciones y los bastardos planes de esos energúmenos , ludibrio y oprobio de la especio humana.

Rusia dispone de un ejército de 3.000.000 de hombres y 370 buques de guerra.

Inglaterra, ademas de sus 600 buques de g u e ­rra, cuenta con un ejército de 670.156 hombres.

Austria, 1.000.000 de soldados y 70 buques. Turquía, 600.000 hombres . Y como el conflicto os fácil envuelva velis nolis

á Francia é Italia, completaremos esta estadística con las fuerzas que pueden poner en pie de g u e ­rra estas dos naciones.

Francia, 1.800.000 hombres; 360 buques. Italia, 2 .000.000 de hombres y 70 buques . Es decir, que concretándonos á Rusia, Inglate­

rra, Alemania, Austria, Turquía, Francia é Italia, resulta que hay dispuestos al sacrificio 10.576.156 hombres , que no tienen el más leve odio entre sí, ni van k obtener otra ventaja que derramar su san­gre ó verter la de su hermano.

Horroriza el pensar el sinnúmero de infeUces que regarían con su sangre los campos donde tu­viera lugar una batalla eu que entrara en fuego una parte de este considerable todo.

¡Y lus que de es i suerte y con esa sangre fría, son capaces de conducir á la catástrofe mas impía y cruel que reg¡>^lra la historia a once millones de seres humanos se llaman representantes de Dios en la tierra, protectores de la sociedad y de la fa­milia, amparadores del derecho, s ímbolo de la justicial . . .

¡Valía la pena arrancarles la lengua para que no blasfemaran!

¡Ü imposibilitarles dol todo para quo no hicie­ran perder la vida á tanto desgraciado hijo del pueblo!

¡Trabajadores todos, si el momento llega, si el choque se produce, formemos una cadena podero­sa donde vengan á estrellarse las absurdas preten­siones de los que dilapidan nuestro sudor y nos hacen derramar nuestra sangre!

Que nuesta-o santo y seña en la paz como en la guerra, sea éste:

¡Abajo las fronteras! ¡Viva la Emancipación Social!

EL HAIWBRE EN EL LABRADOR

Apenas debíamos afligirnos sobre lo que ocurre on et continente si tuviéramos on cuenta que han muerto de hambre y de frío 1.500 individuos en una posesión inglesa.

¡Mil (¡uiuientos individuos! ¡Y qué es eso! Cid á Mr. Digby, miembro del Parlamento inglés y ex­comisario general de las Indias, que, en un hbro publicado recieutemeute, se expresa así:

• Las exacciones á que está sometido el cultiva­dor indio son tan numerosas, (|ue en tiempo de abundancia apenas si le es dable vivir, y, como es cuiisiguionte, no pudiendo realizar ninguna eco­nomía, muere de hambre cuando las cosechas se malogran.

«Desde 1802 a 1879 (es decir, en el espacio do setenta y siete años) han muerto de inanición Ck-TOUCI'; MILLONES DE INDIOS, en tanto quo la guerra solo ha causado 4.000.000 de víctimas en el mundo civilizado...»

La aparición del libro do Mr. Digby, libro que se guardará bien de leer el pueblo amante de las novelas, no ha conmovido á nadie ni en el conti­nente ni e 1 las altas esforis do la Gity.

Débese es lo , preciso es decirlo, á que este libro anunciaba al mundo financiero que la renta india so elevaba al 5 por 100.

Esta renta ha alcanzado esta linda tasa en tanto que la deuda pública india, que en 1840 era de 8 0 7 . l 2 i . 9 2 5 francos, lenía ol buen humor do s u ­bir ou 1881 ^cuarenta años después) á la cifra fan­tástica de 2 .934.721.975 francos.

¡Y en setenta y siete años catorce mil lones de indios han muerto de inanición, esto es , un poco más do 181.000 por año!

Indignaos ahora, buenos continentales y h o m ­bres del pueblo de todos los países.

El inundo do los rentistas y John Bulle de la City se burlan do vuestra indignación como del Labrador.

¡Rejiarten al 5 por 100! V eso es lo priuciital.

(Le Cfiainte Clair.)

M i s c e l á n e a s Lo que sigue es de nuestro estimado colega

Al-mogkreb Al-aksa: «A la consulta que hicieron los señores repre­

sentantes á sus gobiernos respectivos, referente á la supresión de la prensa, propuesta por el minis ­tro de Negocios extranjeros del sultán, cediendo á las sugestiones de algunos de aquellos mismos señores, ha contestado el gobierno de la repúbli­ca de los Estados Unidos que aprueba en todo la actitud y conducta de su representante sobre este particular.

Ahora bien, la respuesta que éste dió al m i n i s ­tro de Negocios extranjeros del sultán, fué que como representante del gobierno de un país c iv i ­lizado no podía aprobar el proyecto de supresión, y que defendería y sostendría siempre la libertad de la prensa en todos los casos que correspondan á su jurisdicción.

No nos extraña, pues , la guerra sorda quo a l ­gunos señores hacen al cónsul general de los Es -

•nas tados Unidos y el apoyo que los mismos prestan L'j"" á l o s quo conspiran contra ose digno funcionario.

Lo que sí es extraño que la primera réplica qu» \ haya llegado, do todos los gobiernos consul tados , sea la del de la nación que creímos fuese l i ú l t i ­ma, por lo mismo que se encuentra á mayor d i s ­tancia.»

En tanto que los obreros mueren sumidos e a la mayor miseria, ho aquí los gastos presupues ­tados para el ejército y la marina en las mismas naciones donde esto acontece, según una estadís­tica publicada por La France:

PRESUPUESTO DK GUSHRA

Inglaterra 900 Rusia 800 Francia 750 Alemania 650 Austria 530 Italia 300 España 200 Turquía 150

lia

ani 1

pas ase

1 (car Ibrt

Total Guerra 4 .200 —

PRESUPUESTO DE MARINA

Inglaterra 200 Francia 200 Rusia 120 Alemania 50 Italia > 50 España 30 Holanda 25 Austria 20

Total Marina.

millones-

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ó sean 5.075 mil lones, que, sumados á las fabu­losas cifras que disfrutan clero, magistrados y e m ­pleados inútiles de todas clases, serían suficiente» á transformar en pocos años el modo de ser d» toda la sociedad, produciendo uua verdatlora r e ­volución en las ciencias, la industria y las artes.

Crónica religiosa: «Hace nochfi«—esto OH copiado du un periódico católico—

•e introdujeron en Murcia sin adeudar dereclios do consu-moa, varios pellejos do aceite, qua eran coaducidoi en u n * tartana.

Los matuteros, para engañar á los empleados de las puerLis, .simularon perfectamente una proeaslón del Viáti­co, á cuyo efecto ol que guiaba la tartana llevaba campa­nilla y farol, y detrás del veliiculo marchaban iníinidadd» mujeres, hombre.s y chiquillos con velas encendidas.

Los empleados, al ver acercarse el cortejo, su arrodilla­ron respetuosamente y dejaron pasar tranquilos á los ma­tuteros.

Además del aceite que iba en el carro, todo el acompa­ñamiento llevaba entre las ropas grandes cantidades d« géneros sujetos al adeudo de consumos.»

• * * Suma y s igue: Pues Ps el caso que en Segovia se ha celebrado

la semana pasada la procesión para trasladar á la virgen de la Fuencisla á un santuario situado fue­ra de la ciudad.

A esla procesión tienen la costumbre de asistir todas las mangas de las parroquias l imítrofes.

Sólo fiiltaba una. Todo era inquietud y conjeturas. Los concurrentes corrían desalados do uno á

otro lado, mientras que la manga, deleiiida por un hereje de consumos , descansaba eu el fíeiato, donde la estaban descargando del peso de una arroba de garbanzos que entraba de matute.

Nos figuramos el gesto que pondría el aprove­chado sacristán.

Ea lo quo le faltaba á los reverendos: meterse á matuteros; porque lo demás ya lo son todo.

En lo sucesivo se declarará precisa la as i s ten­cia á ciertas funciones religiosas de a lgunos em­pleados de consumos .

Como sucede con las diligencias y correos que entran en las ciudades.

Sólo que en este caso tendrán que ir los de consumos aibal le íos do algún reverendo.

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Frailes en puerta.. . bandidos, toros, ignorancia, miseria y . . . pedreas á la vuelta.

Se había perdido la estúpida costumbre de ape­drearse, así por pasatiempo, los chicos y los gran­des de uno y otro barrio.

Pero, afortunadamente, ya se ba reanudado, y para honra do nuestra bravura y coraje, no se m emplea sólo la piedra, sino la navaja, la pistola y e l revólver. pi

Esto niarcha; sólo falta que Eddisón perfeccione la luz eléctrica para que puedan darse corridas de toros por la noche, so abran unas cuantas taber-

y

ti,

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BANDERA SOCIAL

ñas más, se edifiquen otros pocos conventos , s e derriben las pocas escuelas que quedan. . .

lY vivan las caenas.' Vaya, que aún vamos á gastar moño y redeci­

lla los españoles de bogaño.

Esta miscelánea no tiene que ver nada con las anteriores.

El juzgado de guardia ba intervenido la semana pasada en una larga serio de suicidios, robos y asesinatos.

Nuestra enhorabuena á los tribunales y fabri­cantes do navajas, (¡ue, á pesar do ser sept iem­bre continúan haciendo su agosto.

¡Cada vez somos más sanguíneos!

Errata importante. Leemos en El Liberal:

I «Por error material resultó mal un terceto de la revista Ue toros de ayer, que debe leerse así:

Y le pasó las mismas asaduras de un de nuestros primeros golletazos, etc., etc.»

No S a b e m o s como tuvo el colega calma para esperar al día siguiente á deshacer un error tan Ira.-^condeiital.

En estos casos está justiflcado un extraordi-

Inario. , V después formar causa á todos los operarios •do la improntii.

Pues, ahí es nada lo del ojo . . . Eslro[)oar un terceto de un do nuestros escri­

tores taurómacos ó taurófilos. ¡Cuerno!

A las tres de la madrugada del 21 se publicó en Madrid la ley marcial.

Según los periódicos burgueses, esta sólo regi­rá con cuanto se relaciona con los delitos de re­belión y sedición.

Alia veremos.

S e c c i ó n Bib l iográf i ca Sumario del número 5 de La Tribune des Peuples: L)e la utilización de las grandes fuerzas de la Na-

^rale^a, Cassius.—La resurrección de los muertos, "osseili.—La agitación en Q/4rmenia, Un armenio. ---Influencia del medio económico en la duración de la existencia, D. Descamps.—Cana de los Estados Unidos.—Congreso internacional del librepensa­miento.—Movimiento social internccional (Europa, Asia, África, América del Norle, Occeania.)—Revista ft'lbi.oyrAtica internacional.

* # Suplemento de La Tribune des Peuples.—Z,' Ave­

nir de nos enfants (El porvenir de nuestros bijosi.— Esta página elocuente del gran pensador socialista Ely.sée Reclus es una dc las más bellas que se han escrito en favor do la emancipación de la infancia.

El mañana de la humanidad dependerá siempre del estado en que evolucionen las generaciones de la víspera.

El pensamiento del autor se resume en el siguien­te párrafo: «Sepamos educarlos de modo que puedan desarrollarse en la salud física y moral más perfecta.»

B O S Q U E J O S H ISTÓRICOS

E S P A R T A C O

Los conquistadores del mundo, estragados de Ijanta inmoralidad, acabaron por desvanecer sus sen-[*'dos á fuerza de groserías y excesos lúbricos y deci­dieron buscar alguna emoción fuerte que les librara de aquella especie de nostalgia.

No contentos aquellos tiranos con el depravado sé­quito dc vicios enumerados, que aún debió parecer-Íes poco, dieron rienda suelta á su imaginación é in­ventaron el medio por el cual los esclavos, para so­lazarles un rato y matar el splin, debían matarse unos á otros.

El asesinato se convirtió, pues, por este medio en espectáculo público.

Enseñáronles á combatir, para colmo de infamia, 6 fin de que se destrozasen en el circo unos á otros, 6 se los echaban á las fieras ante una multitud que se «atisfacía tanto más cuanto mayor era el número de ^dáveres inmolados.

» • * Poco tardó en generalizarse esta odiosa costumbre,

y en toda Italia fundáronse escuelas de gladiadores, donde millares de esclavos eran alimentados y somc-údos á los más rudos ejercicios para que adquirieran gran desarrollo muscular y dieran esplendor á aqüe-||<*s representaciones dc la ferocidad á que les sujeta-

la omnímoda voluntad de sus dueños. l^e una de estas escuelas de gladiadores salió Es­

partaco. Reto Espartaco era un hombre digno.

. Sintió en sí la plenitud de su ser, y antes que mo-''r envilecido en la arena del circo, distrayendo á

Este trabajo es digno dc leerse por todos los que se ocupan de las cuestiones sociales y parucularmentc dc la enseñanza. , _^

Se halla dc venta en la Librairie des "Deux Mon­des, París, 1 7 , ruc dc Loos, al precio de lo cenumos, franco. * * *

El conocido y reputado impresor-editor de Barce­lona D. Evaristo Ullastres ha tenido la bondad, que ie agradecemos, de remitirnos un ejemplar de Las crisis monetarias, bnrsdtiles, mercantiles é industria­les, conferencias dadas en el Ateneo Barcelonés por Juan Tutan, ampliadas con notas y apéndices y pre«-cedidas de un extenso prólogo de D. Francisco Pí y Margall.

Las plumas que suscriben el libro son una garan­tía que éste ha de tratar con lucidez los complejos problemas á cuya resolución se aplica. ¿Lo consigue? Esto es lo que con más despacio, pues el tiempo nos escasea, hemos de examinar.

Algo hemos visto en el prólogo que, si está bien escrito como todo lo que sale de la pluma del señor Pi y Margall, revela bastante descuido en cuanto á las deducciones y juicios emitidos sobre el Colecti­vismo.

Aplazamos, pues, para más propicio momento nuestra opinión sobre toda la obra, y terminamos hoy felicitando al impresor Sr. Ullastres por el incondi­cional esmero y gusto tipográfico que se observa en cuantos trabajos salen de su establecimiento.

» * Nuestro estimado y activo corresponsal de México

nos ha remitido, además de casi todos los periódicos que se publican en aquella república, un interesante folleto titulado &migraciones españolas, por José Gándara de Velasco.

Siempre nos ha llamado la atención el por qué la república de México conservaba la x originaria.

La lectura de los periódicos, las cartas del querido compañero, y, sobre iodo, los datos prácticos que contiene el folleto citado, acusan que México es la república X, en cuanto se refiere á progreso, respe­to a la libertad y seguridad individual.

Comparada con Turquía, quizá aún resultara pá­lido el parangón.

En México brillan en total eclipse la moralidad, la juslicia, el pudor, las más rudimentarias nociones de los principios que caracterizan la cultura de un pue­blo libre.

En cambio existe un repugnante caciquismo y un exceso de clero que son las sanguijuelas que chupan la sangre del pueblo mexicano, sumido en su mayor parte en l:( ignorancia más crasa y en embrutecimien­to más desconsolador.

Una cuestión importantísima trata el folleto, la que se refiere á la emigración.

Con exuberancia de datos pone de manifiesto los inicuos y reprobados medios de que se valen los ne­greros de carne blanca para reclutar incautos en las demás naciones, particularmente en el Norte de la nuestra, y cuan canallas son aquellos burgueses me­xicanos una vez que han conseguido tener bajo su poder á los inmigrantes seducidos.

Por lo que interesa el asunto á nuestros compañe­ros galaicos, vascos, etc., que se ven impelidos por la miseria á buscar país más hospitalario, publicare­mos en breve los párrafos más interesantes á este o b ­jeto consagrados en dicho folleto.

S e c c i ó n V a r i a

sus Uranos, prefirió la muerte e n el c a m p o de bata l la .

Mas no adelantemos los sucesos, y terminemos de bosquejar cuál era el estado de barbarie de aquel pueblo, á quien estuvo á punto de re.limir Espartaco.

La popularidad de estas luchas de gladiadores se extendió tanto por Italia como cierta fiesta nacional en nuestros días.

Casi todas las ciudades de alguna importancia te­nían sus escuelas de gladiadores y su circo, donde con cualquierpreiexto se improvisaba una ficstade este jaez, á la que asistía un numeroso público que voci­feraba, aplaudía ó denostaba como si aque los infe­lices gladiadores no pertenecieran ¿ la raza humana y fueran por tanto sus semejantes.

• * * Copiemos, pues, lo que á este propósito dice la

Historia de ¡os crímenes del despotismo: «La sangre de los esclavos era una especie de sa­

crificio universal; vertíase para dar gracias de una victoria á los dioses; para implorarlos después de una derrota; para hacer que cl pueblo se distrajera de los horrores de una epidemia ó de un hambre.

Con las luchas de gladiadores divertían y seducían los aspirantes á dictaduras y mandos á aquel pueblo, que llegó á ser tan cobarde é indigno de la libertad como cruel. Con la lucha de esclavos en el circo le hacían olvidar los tiranos la perdida libertad.

Los progresos de esta inhumana costumbre, que llegó á convertirse en institución púbhca, fueron proporcionales á los del despotismo.

Los gladiadores se dividían en categorías: habíales bestiarios, ó combatidores de fieras; mirmiilones, 6 armados á lo galo; rediarios, ó que llevaban una red, única dcfcn.'ta con la que debían envolver á sus con­trarios, armados de espadas; seductores, destinados

CARTA DE BARCELONA

L O S B U R G U E S E S D I N A M I T E R O S

¿Os extraña el título dc esta mi correspondencia, no es cieno? Pues es el título m i s justo que puedo darle. Hemos adelantado mucho; tiempo atrás sólo usaban de la dinamita, según los burgueses, los anar­quistas; hoy ya usan de ella los burgueses y no para barrenos, sino para ver si pueden enviar alguien por el camino más directo, por algún recado, no se cual, para la Providencia.

Mas, dejémonos de preámbulos y al hecho, que vale la pena de ser conocido.

La SocieJad de .\lbañilesdc esta localidad, en una reunión que celebró el domingo próximo pasado á la que asisiieron más de i.3oo, acordó que desde cl siguiente día, lunes, sólo querrían trabajar ocho ho­ras diarias y que por consecuencia se dirigían lodos i la hora señalada á las obras en construcción. Como es natural, toda la idiosincrasia de todo explotador, se rebelaron y declaróse la huelga.

La cosa parecía ir viento en popa los dos primeros días, pues cogieron de sorpresa a b)S exploladores que no habían tenido liempo ni de poiierse de acuerdo. Pronto entraron en reacción y convocaron reunión deburgueses albañiles para la larde de hoy miércoles.

Mientras tanto la policía se entretení.i defendiendo las obras, digo, la libertad de los trabajadores que en ellas trabajan y que no habían querido secundar cl movimiento de sus compañeros, haciendo ló ó 17 prisiones de huelguistas.

La reunión fué convocada en el local del Fomento déla Producción Española y se celebró en el salón dc juntas, previo apuntamiento del nombre, apell do y domicilio del burgués asistente á ella, según se dice de boca en boca en el momento en que escribo esta.

Dícese también de boca en boca que al principio de la sesión nadie allí se entendía, hast 1 el extremo que tuvieron que levantarla por cinco minutos. Reanu­dada nuevamente, pusiéronse de acuerdo y acor­daron la resistencia; estando dispuestos á abrir las obras, sí, pero trabajando las nueve horas como has­ta ahora.

Mientras firmaban este acuerdo, y ahí viene la jusü-ficación de mi título, estalla un cartucho, hiriendo, según dicen, á siete de los burgueses asistentes, algu­nos gravemente.

Tal es el acto, y yo sólo puedo deciros que aún no he salido de mi asombro; ¿á qué panto hemos llega­do que en esa reunión en donde sólo asisten burgue­ses y se loman nomljics y apellidos de todos los asis­tentes para no ser engañados, estallan Ci'riuchos? ¡La sociedad se desquicia! ¡Estamos perdidos! ¡Esto se vat No puedo menos de exclamar.

Que el obrero, que se le explota hasta la quinta e.encia, que no puede atender á sus apremiantes ne­cesidades, que ve morir á su esposa é hijos lenlamen-leá falta de alimento, y que aún se ve escarnecido y burlado por los satisfechos, por los que mueren dc plétora, por los que sólo emplean suacii:ud en vicios no sólo perjudiciales para la humanidad, que es lo más importante, sino perjudiciales tambié.i á su or­ganismo, que es lo que nos tiene sin cuida lo; que el obrero, repito, que se halla constantemente envuelto de circunstancias tales, se valga de la dinamita, no me

á ocupar el puesto de los que ya habían perecido; todos llevaban vestidos y armas magníficas y brillan­tes, lo que daba al espectáculo y á los que morían ua aspecto grandioso é imponente: el mismo circo, en el que cabían más de cisn md espectadores, aumen­taba el efecto de aquellas luchas sangrientas.

El público no se retiraba del circo sin que antes hubiera corrido sangre: no quería perder el día, Julio César, en el apogeo de su poder, pudo un día perdonarla con gran dificultad.

¡Desgraciada la víctima que no mostraba valor é intrepidez en el lance supremo!

En pie la multitud, con la mano cerrada, y el pul­gar dirigido hacia él, pedía á grandes voces su muer­te,* y forzaba así al vencedor á darle el úhimo golpe.

Por el contrario, si la víctima estaba á punto de i sucumbir con gracia y dignidad, cl pueblo pedía j obtenía, en caso de que curara de sus heridas, su emancipación.

Decimos que obtenía su emancipación y hay que hacer una excepción, pues cuand > el dueño del es­clavo, al llevarlo al circo, le habla condenado & muerte, en uso de su derecho de amo, por una causa cualquiera, entonces la gracia solicitada por el pue­blo no tenía lugar.

* « Más de seiscientos años duraron en el impeno ro­

mano, es decir, en el mundo civilizado de aquella época, estos espectáculos.

¿Quién era más feroz, los tigres y leones arrojados hambrientos al circo para que devoraran á los escla­vos, ó el público que se gozaba en aquellas horribles carnicerías?

Y no se crea que las víctimas inmoladas en estos espectáculos eran por cientos; contábanse por miles.

* * Por ser poco conocidos vamos á dar algunos por-

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extraña; creo más , tales efecios son hijos de tales cau­sas; pero que los burgueses hagan uso de ella, ya l o he dicho, no lo comprendo, y lo repilo nuevamenie: jEso se va! ¡Eso se desquicia! ¡Lloremos todos!

Mas, ¡ya caigo en ello! Dicen, la Providencia es íumameu te bondadosa, protege al desvalido, se apia­da del débil , castiga á los malos, etc., etc. , y ¿no po­dría ser que ella, indignada al ver que los burgueses n o querían acceder á petición tan justa c o m o la hecha por sus obreros, sc hubiera valido de semejant» medio?

Y o d igo imitando á aquel aventurero: «Ni quito ni pongo rey», pero raciocinio de esta manera.

Las autoridades no tleben raciocinar de la m i s m a manera, por algo debemos dis t inguirnos, pues uno de mis compañeros me comunica haber visto poner

f)re50sá dos de nuestros compañeros. ¡Que activa es a policía; á la reunión sólo asisten burgueses, en

cambio las prisiones se han de efectuar de obreros! Veremos el cariz que lomará la cosa y os lo comu­

nicaré.—&l corresponsal. Barcelona I . 'Sept iembre 1886.

R e v i s t a In ternac iona l República federal de México.

Compañeros del Consejo de Redacción de la B a n d e r a S o c i a l .

¿México 12 de agosto de 1886. Queridos compañeros, hermanos de infortunio; sa­

lud y Revolución Social: Después de saludaros revolucionariamente os diré

que olvidé por un momento los tormentos y miserias que pasamos en este desventurado país, al leer los niímeros 65, 67 y 69 de vuestro valiente periódico, que tuvisteis la humani tar ia idea de mandarme, pues no había leído cosa buena desde que deje de recibir la "Revista Social.

Mucho desearía suscribirme al periódico que tanto honra á quien tan buena conciencia tiene, pero como hará luego un año que no tengo t rab ; t jo , sólo me quedan los buenos deseos. Sin embaigo, si os fuera posible seguirme mandando el n ú m e r o , prometo por mí convicción de revolucionario español, pa­gar el importe tan pronto no haya tanto hambre y ten^^a trabajo.

Debo deciros que recibí el núm. .I4 de la disocia­ción, órgano de los tipógrafos de Barcelona, á los que agradezco infinito su amable regalo.

Mucho habría de agradecer á los compañeros que me dieran algunas noticias de los compañeros de New York y la Habana, pues no sé por qué molivo dejé de tener correspondencia hace más de un año, cerca de dos, habiendo escrito muchas cartas á dichos compañeros .

Creo no estará de más pongamos al desprecio un t -•ersal á ciertos tipos que seguidamente reseñaré del mejor modo que pueda, y es como si^ue: unos seño­res Antonio Í*ontón y compañía y Toribio Ibrain, m u y amigos de los Albaiteros y compañía, me dieron trabajo para arreglar dos pares de muías de la Jerté; esto fué en Calpulalpam, Estado de Tlaxcala, y á treinta leguas de aquí . Fui incondicionalmeute ó sea por la comida, pues hasta la camisa tenía que lavar­me si quería llevarla limpia, pues ni dinero me daban.

Llegó un día que vieron algunas cartas que yo ten­go en mi baúl de esa Comisión Federal de cuando estaba en la Isla de Cuba, y se propusieron azo­tarme como si hubiera comeiido uno de los mayores crímenes de lesa humanidad; dijéronme que si no quemaba aquellos papeles .me quemarían vivo, pues que los socialistas son un azote del Averno, dignos dc las hogueras del santo oficio y del exterminio y m a ­tanza, que todos los gobiernos debían llevar á cabo cuanto antes, para bien de la Humanidad , ayudán­doles en su empresa de epítetos é insultos el secreta­rio del jefe político señor La Pórtela.

Me insultaron tanto y me dijeron que n o tenía san­gre para batirme como hombre , que les dije lo si­guiente: Que yo n o acostumbraba á batirme con los que tienen recursos para instruirse e n el arte de e x ­terminar á sus semejantes, pero que si se proponían asesinarme á m;insalva, m e batiría con dos de ellos á ia vez mientras fuese á pistola, pero con la condición de que regalaba mi cabeza á la Federoción Regional Española.

Me vine á México y hasta la fecha n o me contesta­ron nada los burgueses Pontón y compañía; pero si lo sostienen estoy dispuesto á salir de penas.

Hay os mando un folleto para que os forméis una idea de cómo estamos por acá.

Recibid todos u n fraternal abrazo del que o s desea salud y pronta Emancipación Social Universal .—El Corresponsal.

Repúbüca ledgr^q «le IQB C&í».49». U n i 4 o « .

N e w Y o r k agosto de 1886 . Compañeros del C. dc R. dc la B a n d e r a .

Después de t í o años dc república federal, y de nombrar por medio de las urnas electorales á los je ­fes del Estado, los obreros americanos acabati dc hacer el descubrimiento más portentoso que registra la historia de los descubrimientos; lomad resue­llo, porque la noticia merece la pena de conside­ra r la , comentarla y estudiarla: ¿estáis ya preparados

á recibirla, sin que haya temor de que caigáis de es­paldas? ¿si? pues ahí va eso:

Los obreros de la gran república americana fede-, deral, etc., etc., han descubierto que jamás han he­cho uso antes de las urnas en favor de los intere­ses de los trabajadores; han descubierto que durante l i o años han estado eligiendo para que los gobier­nen á políticos de oficio; han descubierto que sus elegidos legislan en favor de la clase capitalista; hay aún más: se sabe positivamente que los gobernado­res y representantes que elige el pueblo se venden descaradamente, defraudan el Tesoro y cometen actos propios de bandidos y rateros de la más baja esfera.

Cualquier obrero que piense creerá, después de ver esto, que los americanos se preparan á destruir y cas­tigar á los que compran gobernadores y representan­tes; creerá que piensan ó intentan vengarse de esa clase en favor de cuyos intereses legislan los hom­bres que ellos eligen; pero los que tal crean se equi­vocan, porque los obreros, después de haber descu» bierto iodo eso, han resuelto que en lo sucesivo los que legislen en favor del capitalista, y los que se ven­den y roben descaradamente, no sean políticos de oficio, capitalistas ni abogados, sino obreros de pura raza .

¿Qué tal? ¿es portentoso y nuevo el descubrimiento ó no? y ¿no es verdad que la decisión, resolución ó acuerdo que han tomado es de lo más prudente , so­lidario y humani tar io que podían encontrar?

Porque no hay que darle vueltas al asunto; no , que sólo á un anarquista, demagogo, renegado y des­engañado, como es el corresponsal de los anarquistas dc esa Región, se le ocurre pensar que el mal no está en los hombres sino en el sistema económico que ri­ge; sí, sólo á mí se me ocurre creer que los obreros son de carne y hueso como cualquier otro prójimo y que tienen los mismos vicios é igual ambición, y que lo primero que harán cuando hayan subido la cucaña del poder será preguntar quién es el que paga más, cuánto acostumbran á pagar á los que venden su voto para que pase tal ó cual ley favorable á los intereses del capitalista, etc., etc.

Por otro lado, creo que la decisión es prudente, so­lidaria y humanitar ia , como ya he dicho, y trataré de explicar por qué creo así: es prudente porquo hay mu­cha diferencia entre la violencia y la templaza; la pri­mera se concibe en pueblosdonde m hay sufragio uni­versal, pero no aquí, el país más libre del mundo , don­de votan todos (menos los chinos;; cierto es que los capitalistas compran á los gobiernos, pero eso ha ve­nido sucediendo porque no eran obreros los gober­nadores; ahora tendremos gobernadores de nuestra clase, y ya se verá cómo pueden acabarse nuestros males sin disparar un liro; esto, como se ve. es pru-dciiic y cómodo, y no cuesta sacrihcio y ni aun si­quiera es necesurio romperse mucho la cabeza bus­cando siempre soluciones á problema tan compli­cado.

No supongo que haya quién niegue solidaridad á la medida que han tomado; nada hay lan justo, á mi entender, como ayuaarnos mutuamente; y si yo creo que es más cómodo un puesto, aunque sea de policía en el Central Park, que seguir trabajando en el taller, no hay razón que disculpe á mis compañeros si no me ayudan. El os deben procurar que yo deje de ser el compañero infatigable delensor de la emancipación del trabajador, convin iéndome en un dos por tres en policía ú otra cosa por el estilo.

Es humanitar io , sí, que nada hay lan misericor­dioso, según me ensenó mi abuela, como dar de co­mer al hambriento y dar de beber al sediento; y ¿quién duda que hay innumerables obreros que tie­nen sed y hambre de poder á fin de emanciparse ellos solos? y si nosotros podemos satisfacer sus de­seos, ¿no es humanitario?

Teniendo en cuenta todo esto, cl dí.i 5 de este mes se reunieron 400 delegados en representación de 42.000 obreros á fin de resolver qué camino sería mejor seguir en las próximas campañas electorales; y yo , encomendándome al Diablo (santo de mi de­voción) y rogándole que me perdonara el crimen de asisdr, me personé cn el lugar del siniestro, como di­cen los gacetilleros cuando hay fuego. Busqué un lugar en donde hubiera fresco, encendí un puro que me había regalado un compañero de la Unión de Torcedores; y, entre una bocanada de h u m o y un recuerdo á los buenos que hoy gimen en las prisio­nes de Chicago y New York, me dispuse á ser tes­tigo de las evoluciones de trapezio que hacían estos nuevos saltimbanquis dc la causa del trabajo.

Entre averiguar quiénes debían actuar como pre­sidente y secretario se pasó algún t iempo: en fin, al cabo de mucha discusión y escrtiiinio aparecieron en la plataforma dos mozos que debían ser los directo­res del Circo.

Depués de abierta la función, según las solemnida­des del caso, lomó la palabra un delegado, no re­cuerdo de qué Trade Unión, y dijo «que creía mu­cho más cuerdo apoyar el candidato de los dos par­tidos políticos que ofreciera más garantías á los tra­bajadores, porque él tenía la seguridad de que ningu­no que no hubiera estudiado la ciencia política podía gobernar.» Aquí fué Troya,—el que más y e que menos de los que estaban allí (excepto unos cuantos, y entre estos yo) creía lener bastante ciencia para gobernar el mundo—faltó poco para arrojar de sa­lón al pobre hombre ; se restableció el orden y por mayoría de votos se decidió convocar á una Conven­ción, á la que no pienso asistir; ¿sabéis porqué? por­

que prefiero el burgués más tirano al obrero trepado y corrompido, y no quiero ni aun por curiosidad! asistir á sus funciones.

Aquí concluyo la primera parte, y prometo que contra la costumbre, será mucho mejor la segunda

II A esa larga lista de héroes, que con su generosa

sangre han dado color á la bandera del proletario habrá que agregar dentro de poco siete nombres más

Fischer, L íngg , Spies, Engel , Parsons, Fielden 5 Schwab pagarán con sus vidas el crimen de haber aconsejado á los obreros que resistan con las armas.

Un jurado compuesto de parásitos falló el día 20 del corriente en contra de los compañeros de Chica­go—á los siete primeros se les halló culpables de ase­sinos en primer grado y á Osear Neebe de asesino, segúu la forma indicada por el juez, y por tanto le sentenciarán á quince años de presidio.—Puede des-' de luego asegurarse que el día 20 de agosto se hai dado comienzo á la lucha entre el Estado y la Anar­quía; lucha en la que cl primero, como siempre, sc manifiesta á la altura de su misión. ¡Malditos sean los eternos enemigos de la Humanidad!!

La prensa periódica celebró con muestras de júbi ­lo el fallo del jurado; «la vieja y flaca hacanci cn que cabalgan las inteligencias estériles, vomitando des­atinos y pervirtiendo la opinión», no podía menos que celebrar el fallo burgués.

Vosotros, con más calma tal vez que yo, haréis los comentarios á que se presta el desenlace del drama que empezó el i . ' de mayo, porque yo sé sino la­mentar que no esté más cerca el día de las represa-lías/—£•/ Corresponsal.

M o v i m i e n t o Obrero Valencia.— En la i . ' sección de los ferrocarriles del

burgués Campos,-y en la estación de Játiva, existe un lacayo de la burguesía titulado inspector del movi­miento y secundado por otro satélite jefe dc la mis­ma estación, que en cuanto á déspotas y tiranos nada les tendrían que envidiar los más infames capataces de ingenio, según se nos afirma en esta carta.

Dichos entes pretenden organizar una sociedad de socorros mutuos , con el objeto de abolir cierta cos­tumbre que tiene la empresa de proteger á las fami­lias de los esclavos sacrificados en holocausto de su ambición.

Como quiera que algunos de los esclavos de los tre­nes (ó sea mozos de tren) han comprendido que dichas sociedades en nada resuelven nuestra miserable situa­ción y ade;nás todos hemos sido eng jñ idos en otra sociedad de la mismi índole, y la présenle prcitn-den que se rija por un reclámenlo muy autoritat que tan sólo nos deja disfrutar del derecho ctul y taleo mientras á los socios de menos categoría n e.xigen todos los deberes de la misma, ó sea pagai, callar y no intervenir en nada, no nos hemos presta-] do otra vez á servir de comparsa en ese juego, ni mucho menos á menguar nuestro ya esquilmado sa­lario.

En vir tud, pues, de los vcngadvos sentimientos que poseen esos raquíticos seres que tan bien se pres­tan á secundar los planes de la gran bestia burguesa, se nos ha dado una orden verbal prohibiéndoiiosen­trar en un bodegón á proveernos de comida, bajo la pena de ser despedidos del trabajo.

De modo , que , el ser honrado , el cumplir estricta­mente la obligación que ellos mismos nos imponen, y por un salario que apenas nos basta para un m il comer, no son méritos suficientes para conservar el negro pan-que te arrojan al suelo para mantener tus fuerzas y poder explotarte al día siguieute; os necesa­rio abdicar de toda idea de dignidad ejecutando cie­gamente lo que ellos ordenen.' . . . .

Tenéis razón, corazones dc roca; sois más fuenca porque somos más ignorantes; apretad bien, más fuerte; esta es la vuestra ¡hay de vosotros cuando el obrero se entienda! entonces ya liquidaremos; mien­tras tanto ¿no os da vergüenza, compañeros, que un puñado de burgueses nos robe el sudor de nuestra frente, el pan de nuestros hijos y la honra dc nues­tras compañeras?. . . . Busquemos la unión , asociémo­nos, ese es el camino para poner á raya á esa pandi­lla de explotadores de nuestro producto y dc nuestra conciencia.

Allí está la gran Federación dc Trabajadores espe­rándonos con ¡os brazos abiertos; allí están nuestros hermanos anarquistas dispuestos á ayudarnos y en­señarnos el camino de la verdad; si no buscamos el remedio, si despreciamos la unión , no tendremos de­recho á quejarnos de nuestra suerte y tal vez no^j maldigan las generaciones futuras por nuestra cobar­día ó tolerancia.—"ün anarquista.

S e c c i ó n de A n u n c i o s AGRACIA (Revista sociológica).—Se publica men­

sualmente , constando de ocho ó más páginas al precio de una peseta semestre, más el exceso de franqueo para otras regiones.—Los pedidos á nom­bre de Bienvenido Rius , San Olegario, 2, prin­cipal, Barcelona, y á la Administración de este S c manar lo .

Madrid 1S86.—ImpriQt* d« Jot< Cil 7 Narirro, Stnti Kofricii, 7.