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SEGOVIA Y MACHAD O PO R JOSE TUDELA En marzo de 1919, vine destinado al Archivo de Haciend a de Segovia . Ya conocía esta ciudad por haberla visitado desde Madri d dos o tres veces, en rápidas visitas dominicales ; y puedo decí- ros, con sinceridad, que era y es la ciudad de España que má s me encanta por su emplazamiento . Segovia es como una escultura que se yergue sobre u n magnífico pedestal, cuyos perfiles no tienen punto muerto, todo s son bellos . Es una ciudad en muela, como Cuenca, rodeada por do s ríos que han socavado por los lados su asiento ; pero a Cuenc a le falta su remate, pues sólo le queda el festón de sus casas col- gadas sobre las hoces ; sólo es pedestal, le falta la escultura , mejor dicho, tratándose de Segovia el grupo escultórico de tre s grandes figuras que emergen altivas y señeras de su podio : l a Catedral en el centro y a los lados el Alcázar y el Acueducto . Sus hoces arboladas y las murallas, con sus puertas fortifi- cadas, recuerdan algunos aspectos de la Alhambra de Granada . Pero si Segovia es bella vista desde cualquier punto de l contorno, lo es también por dentro . Atesora la más rica serie d e iglesias románicas de España, casi todas ellas portícadas, algu- nas con dos y aún tres galerías arqueadas; y la torre de Sa n Esteban que es la reina de las del románico español . Sus calles, plazas, torreones, casonas, con restos románico s y góticos, con el bello esgrafiado segoviano y sus palacios de l Renacimiento . . . hacen de la Segovia interior otra encantador a ciudad pareja a Cáceres . La pátina de los monumentos segovianos es rosa, la de lo s de Salamanca es dorada, y la de los de Soria parece de cobre , es cálida, tostada . A falta en Segovia de una montaña al Iado para poder con - templarse así misma, como Barcelona y Alicante, tiene el cam - 251

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SEGOVIA Y MACHAD OPOR

JOSE TUDELA

En marzo de 1919, vine destinado al Archivo de Haciendade Segovia .

Ya conocía esta ciudad por haberla visitado desde Madri ddos o tres veces, en rápidas visitas dominicales; y puedo decí-ros, con sinceridad, que era y es la ciudad de España que má sme encanta por su emplazamiento .

Segovia es como una escultura que se yergue sobre u nmagnífico pedestal, cuyos perfiles no tienen punto muerto, todo sson bellos .

Es una ciudad en muela, como Cuenca, rodeada por do sríos que han socavado por los lados su asiento ; pero a Cuenc ale falta su remate, pues sólo le queda el festón de sus casas col-gadas sobre las hoces ; sólo es pedestal, le falta la escultura ,mejor dicho, tratándose de Segovia el grupo escultórico de tre sgrandes figuras que emergen altivas y señeras de su podio : laCatedral en el centro y a los lados el Alcázar y el Acueducto.

Sus hoces arboladas y las murallas, con sus puertas fortifi-cadas, recuerdan algunos aspectos de la Alhambra de Granada .

Pero si Segovia es bella vista desde cualquier punto delcontorno, lo es también por dentro . Atesora la más rica serie deiglesias románicas de España, casi todas ellas portícadas, algu-nas con dos y aún tres galerías arqueadas; y la torre de SanEsteban que es la reina de las del románico español .

Sus calles, plazas, torreones, casonas, con restos románico sy góticos, con el bello esgrafiado segoviano y sus palacios delRenacimiento . . . hacen de la Segovia interior otra encantadoraciudad pareja a Cáceres.

La pátina de los monumentos segovianos es rosa, la de lo sde Salamanca es dorada, y la de los de Soria parece de cobre ,es cálida, tostada .

A falta en Segovia de una montaña al Iado para poder con-templarse así misma, como Barcelona y Alicante, tiene el cam -

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panario de la Catedral que señorea un variado y cromáticopaisaje.

Por todo esto, que muy bien recordaba, mi destino a Sego-via después de dos años de excedencia, fué acogido por mí conilusión y alegría, para poder gozar pausadamente de todos su sencantos, antes tan sólo entrevistos y adivinados .

Tuvo también otro encanto más este nuevo destino : el d evivir en una ciudad pareja a mi Soria, en la capital de la pro-vincia más afin a la mía por su geografía, su historia, su etno-logía y su economía.

Soria tiene la sierra al norte, Segovia al sur. Tienen las do sanálogas riquezas pinariegas de pinos albares y negrales; tie-rras de pan llevar y de año y vez, vegas frondosas y áridos bal-díos . Las dos tienen vivas su riqueza forestal mancomunada : la« Universidad y Tierra de Segovia» y la =Mancomunidad y Tie-rra de Soria» .

Las dos provincias, con sus carreterías, formaron parte deja Cabaña Real de Carreteros, secular antecedente de los trene sde mercancía para el transporte de las pesadas; y Segovia ySoria formaron dos de las cuatro cuadrillas del Honrado Con -cejo de la blesta con las otras dos de León y Cuenca .

Sus Santuarios y concordias forman, como en otras provin-cias castellanas de la Vieja Castilla, lo que yo he llamado la slurisdicciones piadosas, pues cada Santuario dedicado a l aVirgen o al Crucificado, tiene sus romerías y rogativas que le sdedican los pueblos de sus respectivas concordias .

Sus costumbres, sus cantos, bailes, trajes, el carácter de lcampesino y su folklore, son similares también a los de Burgos ,Avila y Soria .

Por todo esto vine ilusionado a vivir aquí, a descubrir n osólo los detalles y rincones desconocidos de la ciudad, sino s uvida misma, sus gentes, sus cotidianos hábitos . . . Y como enton-ces no conocía a nadie en Segovia, fué para mí un deporte e ldescubrir su vida urbana, meterme en ella, como uno cualquier ade sus habitantes, lo que constituyó una pequeña aventura .

Formé el propósito de estar unos días aislado en ella, d emero espectador, para encajarme luego en el hueco que m ecorrespondiera en la seriedad segoviana ,

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Me alojé en el Hotel Victoria, en la Plaza . En mis primero spaseos solitarios, me entretuve en observar a las gentes y com oentonces leía yo las novelas policiacas de Conan Doyle, jugu éun poco a hacer de Sherloc Holmes, a averiguar qué serían la sgentes que veía y con las que me cruzaba por la calle_ Tuve al-gunos aciertos y también equivocaciones .

Como era marzo, enseguida me hice socio del Casino de l aUnión, similar al Casino de Numancia de mi Soria ; y allí ví, enel salón, cuatro tertulias : una de gente de curia, magistrados ,jueces, abogados. . . como la que en Soria llamábamos la Acade-mía de Jurisprudencia ; otra de ingenieros y altos funcionariosdel Estado y la provincia ; otra de oficiales y jefes de Artillería ,y una cuarta de gente jovial discutidora, presidida por un seño rcorpulento, que a pesar de su edad y gravedad era el que reíade mejor gana . Enseguida comprendí que en esta tertulia tení ayo que encajar; que allí estaba mí hueco esperándome .

Y allí caí. Los componentes de esta tertulia fueron despuéslos amigos de don Antonio Machado, los que enumeró y descri-bió Manolo Cardenal en el número extraordinario que «Cuader-nos Hispanoamericanos» dedicó en 1949 a don Antonio . Nocolaboré entonces en él porque estaba embarcado en unas opo-siciones a una cátedra universitaria .

El hombre jovial y corpulento, el decano de esta tertulia ,era don Blas Zambrano, regente o maestro de las Escuelas Gra-duadas de Segovia, a quien luego le hizo Emiliano Barral u nbusto al que tituló «El Arquitecto del Acueducto» . En su torn ose reunían los jóvenes tertulianos : Julián Otero, cuya «Guí aSentimental de Segovia» ya me había yo sorbido la primera no-c 1 e e mi llegada allí ; Mariano Quintanilla, luego catedrátic ode Filosofía, culto, agudo, irónico, cuya reciente muerte todoshemos profundamente lamentado ; Ignacio Carral, buen perio-dista, que falleció hace ya muchos años en la tribuna de l aPrensa del Congreso de un ataque cardiaco ; Eugenio Torreage-ro, pintor; el alférez de Artillería, Antonio Medina, que muri óen 1921 en Anual; Alvarez Cerón que acaba de morir, hace tansólo unas semanas ; los funcionarios de Hacienda Mosteiro ySeva. . . Menos asiduos también acudían a esta tertulia el inge-niero Luis Carretero, autor de un notable libro sobre el «Regio -

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nalismo Castellano» ; Agustín Moreno, médico y catedrático . . . ymás esporádicamente llegaba de Sepúlveda, bullicioso, gesticu-lante y apasionado, el gran escultor Emiliano Barral .

En este grupo me encontré como el pez en el agua ; pues erauna tertulia muy afín, en formación y gustos, a la que en Soriateníamos en el Casino de Numancia .

No desaprovecharon la coyuntura de tener en Segovia ungrupo de gentes aficionadas a las letras, dispuestas a arrimar elhombro a cualquier noble empresa, dos personas maduras qu ehacía tiempo proyectaban fundar un periódico más moderno ,movido y ameno que el prestigioso «Adelantado de Segovia» .

Por iniciativa y por la financiación de don Fe'.iciano Bur-gos, abogado segoviano, seguramente asesorado por una gra npersonalidad segovíana, el doctor don Segundo Gila, se fundó ,bajo la dirección de Burgos, un precioso periódico en el qu ecolaboramos casi todos los contertulios además de otros que n olo fueron. El periódico se llamó «Tierra de Segovia», y don Bla sZambrano fué el redactor jefe .

Allí dí mis primeros pasos en el periodismo ; pues aunquecolaboraba, de cuando en cuando en la Prensa soriana, no ha-bía pisado ni una redacción ni una imprenta .

Tres años más tarde en Soria, la tertulia que teníamos en e lCasino de Numancia, fundó otro periódico semejante al sego -viano, «La Voz de Soria», del que fué director Mariano Grana-dos y yo redactor jefe . Para este periódico le pedí colabaracióna don Antonio Machado, entonces en Baeza, quien me mand oparte de los «Complementarios», que se publicaron por primer avez en nuestra «Voz» ; y sobre lo cual conservo dos cartas suyas .

Sobre el verano de 1919, hicimos un número extraordinariode «Tierra de Segovia», en el que colaboraron todos los escrito -res y principales políticos de esta ciudad . Este número fué u nhomenaje a la Infanta Isabel que visitaba Segovia todos lo saños. En él colaboró el Marqués de Lozoya, entonces muy ata-reado en sus estudios y oposiciones ; por esto lo traté poc oentonces, aunque luego he tenido con él gran relación y hast acomunes empresas, colaborando en el «Legado de España aAmérica» y en la adquisición del Códice del Museo de América .Juntos los dos, como catedrático él y yo encargado de

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Curso de la Sección de América de la Facultad de Filosofía yLetras de Madrid, capitaneamos un grupo de alumnos con lo sque fuimos a Roma . Allí fuimos recibidos por S . S . Pío XII, envisita particular y especial para nuestro pequeño grupo.

Como este ciclo de conferencias en San Quirce, al que h esido invitado, tiene por objeto celebrar el Cincuentenario de laUniversidad Popular (hecho insólito en España donde esta sempresas culturales privadas, son flor de un día), he de recorda rla visita que hice a esta iglesia en ruinas, acompañando a lMarqués de Lozoya y al arquitecto don Javier Cabello, que pro-yectaban restaurarla y hacer de ella la sede de esta Universidad .

Fué este año de 1919 un año de acontecimientos culturale sen Segovia: nace «Tierra de Segovia», que seguramente en sutiempo, fué el mejor periódico de provincias de tercero y aún d esegundo orden ; se funda la Universidad Popular Segoviana ,cuyos fines culturales, en distinta forma, no se han interrumpi-do, llegando ahora a celebrar llena de vida, su Cincuentenario ya Segovia arriba en este año de catedrático a su Institut odon Antonio Machado .

Segovia tenía entonces al frente de su clero y de sus mili-cias, dos altas personalidades : el obispo don Remigio Gandáse-gui y Gorrochátegui y el coronel don Juan Arzadum .

Don Remigio era un espíritu abierto, generoso, caritativo ,restaurador de templos y capillas, por lo cual el ingenioso pue-blo segoviano le llamó por sus dos apellidos algo cambiados :llamándole el obispo Gastásegui y Derrochátegui .

Don Juan Arzadum, director de la Academia de Artillería,hizo compatible las armas y las letras, pues era poeta, orador ,erudito e investigador del reinado de Fernando VIL Le conoc ípersonalmente en Madrid en la tertulia de «El Gato Negro», ala que concurrió alguna vez, cuando a ella acudía Unamuno ,con quien le unía una fraternal amistad desde la infancia y h asido la única persona que oí tutear a don Miguel .

Otra gran personalidad que había entonces en Segovia eradon Daniel Zuloaga, amigo mío, a quien dediqué a su muert euna sentida nota necrológica que se publicó en «Tierra d eSegovia» .

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También conocí a sus hijos, a Juan y a su sobrino Ignacio ,el gran pintor, pero no aquí, sino en Soria y en Madrid .

Segovia ha sido una de las ciudades que ha atraído a má s

pintores ; pudiera apellidarse «Segovia la bien pintada» ; pues lofué por Ignacio y Daniel Zuloaga, por los hermanos Zubiaurre ,por los Vaquero padre e hilo, por García Lesmes . . . Así como m iciudad natal ha sido llamada «Soria, la bien cantada», porqu eBecquer, Antonio Machado, Gerardo Diego y otros, la ungiero ncon el crisma de sus poesías .

Puesto a recordar estampas y acontecimientos segovianospor mí presenciados y aún vívidos, he de mencionar la visita a linterior de los conventos, cuya clausura era abierta a las perso-nas reales, en la visita que la Infanta Isabel hacía todos lo saños a sus monjitas segovianas y, con ella, entrábamos en lo sconventos cuantos visitantes espontáneos acompañábamos ala Infanta .

Unas pocas excursiones enriquecieron mis recuerdos sego-víanos: a Turégano, Sepúlveda y La Granja .

Se unen aquí, con estos recuerdos, los que tengo de Emilia-no Barra', que habiéndole conocido en Segovia fué en Soria yluego en Madrid, donde más le traté .

En Soria en el verano de 1920, porque lo pasó allí con s utío Blas, también marmolista . Entonces nos hizo a mí, y a lavez, a la entonces mi novia, Cecilia Herrero, sendos retratos es-cultóricos; el mío lo pasó a una bella piedra rojiza el mism oEmiliano y el de Cecilia lo pasó de puntos a una piedra blanc ade fino grano su hermano Pedro, también excelente escultor, ylos bustos honran hoy nuestro hogar. Pueden incluirse nuestro sdos retratos con los de sus amigos segovianos : los de Otero,Zambrano, Torreagero . . . y con el mejor de todos: el de don An-tonio, a pesar de sus dificultades técnicas .

Hora ya de hablar de don Antonio Machado en relación co nSegovia, aunque sean pocos los recuerdos que tengo sobre esto ,por dos motivos : por ser desmemoriado y por haber convivid oen Segovia con don Antonio dos meses escasos .

En noviembre de 1919, fué destinado don Antonio del Ins-tituto de Baeza al de Segovia, y como yo era ya aquí archiverode Hacienda, desde marzo de aquel año, en cuanto conocí este

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traslado, fui un domingo a Madrid al Café Varela donde tení aentonces su tertulia, para ponerme a su disposición en lo que d eSegovia pudiera necesitar .

Convinimos en ír juntos al día siguiente lunes a Segovia, yasí lo hicimos. Comió conmigo en el Hotel Victoria y antes ydespués de comer, recorrimos la ciudad .

Don Antonio tampoco conocía a nadie aquí, así que, en est edía, faí su único acompañante y después su introductor en la stertulias del Casino de La Unión y del periódico «Tierra de Se-govía». En este periódico hice una sentida nota de salutación asu llegada .

La carta que me escribió con motivo de esta visita, es l asiguiente :

«Señor D. José Tudel a

Segovia

Querido Tudela : Míl gracias por su amable carta . Sientono estar en su casa por lo pronto, y espero que tal vez pue-da ser para después de Pascua, aunque sospecho que lo sprecies de ese hotelero han de exceder algo a mis recursos .Cosco V. conoce tantos rincones de Segovia, le ruego, y per-done esta molestia, que vea si es posible algún pupilaje rela-tivamente económico—aunque sea en la Posada del Toro —para mi vuelta a esa, que será el lunes. Una pensión de5 pesetas con habitación independiente, aunque modesta ,resolvería el problema por de pronto .

En fin yo le buscaré a V. a mi vuelta a esa. Perdonetanta impertinencia y reciba un fuerte abrazo de su buenamigo

Antonio Machado

Madrid, 28 de noviembre de 1919. »

El hotel era entonces más bien una fonda donde se conser-vaba la mesa redonda para los huéspedes permanentes y otra s

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pequeñas para los eventuales ; era un alojamiento modesto, perodon Antonio aún lo quería de mayor modestia .

La Posada del Toro a que se refiere en su carta, estaba e nuna calleja que arrancaba de los soportales de la Plaza Mayory era una casa del tiempo de los Reyes Católicos, en la que año smás tarde se estableció una carbonería .

Por fin encontré ese alojamiento definitivo en la casit adonde vivió, en la calle de los Desamparados, convertida ho yen Museo de Machado .

Al final de una conferencia que dí en París en la BibliotecaHispánica sobre «Machado en Soria y en Segovia», invitado po rJoaquín Pérez Villanueva, entregué a éste, con destino a est eMuseo, la carta autógrafa que os acabo de leer y que hoy form aparte de archivo de este Museo .

Aquí, en Segovia, entabló enseguida relación con el grup odel Casino y del periódico .

Como se acercaban las vacaciones de Navidad, realmentehasta enero no comenzó a normalizar su vida segoviana con su sclases, las tertulias, los paseos y su reclusión en casa para ela-borar, rodeado de silencio, sus producciones literarias .

Yo le presenté a Ramón Seva, modesto funcionario de Ha-cienda, gastador de la buena poesía y de la música selecta, a lque alude Manuel Cardenal en el artículo citado .

Seva y yo, en el poco tiempo que alcancé a don Antonio e nSegovia, éramos sus silenciosos acompañantes en nuestros pa-seos en torno a la ciudad . El preferido era el de la carretera d eZamarramala y también el del Parral y el de la Fuencísla .

A don Antonio le agradaba nuestra amable y respetuos acompañía, pues no interrumpíamos el íntimo vagar de su pen-samiento, entonces preocupado por el teatro poético que haci acon su hermano Manuel .

No era un silencio pasivo ni el de don Antonio ni el nues-tro . Le acompañábamos con la misma devoción que acompaña -ría fray Junípero al Seráfico Santo, con el que tenía nuestr opoeta tanta semejanza, por su ingente y humilde bondad y porsu universal amor a las cosas .

Maeterlinck en su precioso libro « Tesoro de los Humildes» ,dice que: «La palabra es de plata y el silencio de oro» . Se rafe-

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ría, claro está, al fecundo silencio de concentración de los filó-sofos y poetas ; pues así debía forjar sus poesías don Antonio ,andando y pensando, apoyado también en la silenciosa compa-ñía de sus dos fervorosos hermanos legos, como éramos Sev ay yo. Al irme a Soria, quedó sólo don Antonio con Seva com oúnico acompañante .

Don Miguel de Unamuno, su admirado maestro, como l ellamaba don Antonio en sus cartas, era todo lo contrario . Tam-bién le traté en la tertulia «que en El Gato Negro regía con manohábil, don José María Soltura», gran amigo y paisano suyo, u ngran diletante al que admiraban y respetaban por su talento ycultura, tanto don Miguel como don José Ortega y GTasset .

Alguna tarde acompañé a don Miguel desde la tertulia d e«El Gato Negro» después de comer, a la de la «Revista de Occi-dente» antes de cenar, paseando además por el Retiro y acom-pañándole a media tarde a otra tertulia en el Ateneo .

Entonces pude comprobar que don Miguel repetía y corre-gía verbalmente el tema que entonces le preocupaba en cada un ade las tertulias, en lugar de corregirlo en las cuartillas lo corre-gía hablando sin dejar meter baza a otro interlocutor .

Don Antonio era enormemente tímido y esa timidez explic amuchas cosas de su vida, desde el nacimiento de su amor aLeonor hasta su salida de España y su misma muerte .

Hablando con Mariano Quintanilla, que era el más afín amis pensamientos y sentimientos de todos mis amigos segovia-nos, de la timidez de don Antonio, me contó una expresiv aanécdota .

En un mitin que dió el año 1931 la Agrupación al Servici ode la República en Segovia, habló don Antonio teniendo en lamano un cuadernito con pasta negra de hule, al que no dejó d emirar mientras habló; y al desear Mariano copiar el guión quesuponía escrito en el cuaderno por don Antonio . éste se le mos-tró y era . . . ¿el cuaderno con la lista de los alumnos de sus cla-sesl y él mismo le confesó que así, con la vista fija en el cua-derno, hablaba con más tranquilidad y seguridad que mirand oal público .

Esta misma timidez se revela en una carta que me escribi ódon Antonio a Soria y que es casi inédita, pues sólo se ha pu-

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Micado hace diecisiete años con otras cuatro que él me escribió ,en la Revista soriana «Celtiberia», similar a vuestros ESTU-DIOS SEGOVIANOS .

Intentaron unos buenos amigos de don Antonio, en Soria ,poner, en la casa donde murió Leonor, una lápida conmemora-tiva de este crucial acontecimiento de su vida ; pero yo, oficiosa -mente y por mí propia iniciativa, logré derivar el homenaje ha-cia algo más de acuerdo con su manera de ser ; por esto os voya leer la carta que me escribió y que revela su íntimo sentir qu eyo bien conocía ;

«Querido Tudela :

Recibí su amable carta tan llena de bondad y de inteli-gencia; nada tiene usted que agradecer, sino yo a usted po rla cariñosa acogida a mis «Nuevas canciones » simple mis-celánea de lírica dispersa por diarios y revistas, en la cua lno creo haber añadido mucho esencial a mi obra .

En efecto, supe, aunque con algún retraso, el homenaj epropuesto por «El Porvenir Castellano» . Reconozco la bon-dad y pureza de la intención y esto me coloca en una acti-tud dolorosa y difícil, porque mi primer deber es agradecerl o—yo quisiera que así lo hiciera usted presente a esos bue-nos amigos—pero, al mismo tiempo, pienso como usted, e simposible dar proporciones de homenaje público a esos im-pulsos de íntima cordialidad sin que el mismo delicadosentimiento que inicia el acto, quede totalmente disvirtuadopor la solemne teatralidad que habría, por necesidad, d erevestir en lo externo. Porque usted ha comprendido est otambién como yo y, en consecuencia, con su buen tacto h aenmendado el error : su carta fué para mí de gran consuelo .Sólo le queda a Vd . para completar su buena obra, conven-cer a esos buenos amigos de que yo se bien la santidad d esu propósito y que, en el fondo de mi corazón, les pago co nel mismo amor .

Y en cuanto a homenaje al poeta . . . yo me pregunto s í

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en realidad los merezco. Mi amor a Soria es grande ; y e ltiempo lejos de amenguarlo, lo depura y acrecienta . Pero enello no hay nada que Soria tenga que agradecerme . ¿Quiénen mí caso no llevaría a esa tierra en el alma? Por lo demá susted sabe bien que ni fiesta ni solemnidad alguna tiene npara mí el valor de ese buen cariño de ustedes del que yono dudo y al que no menos sinceramente correspondo .

Mis sentimientos hacía esa tierra son de tal índole, ta najenos a cuanto se relaciona con el amor propio, que qui-siera conservarlos puros de toda mezcla con las satisfaccio-nes y halagos de la vanidad literaria .

Pero ¿para qué predicar a un convencido? En efecto ,usted ha penetrado en lo más hondo de mi sentir : para quevuelva yo a vivir entre ustedes—y éste es sin duda mí últi-mo anhelo—huelgan estatuas, lápidas y escenarios; que en-cuentre ¿si fuera posible! esa amada tierra y esa diminut aciudad tal corno fué para mí cuando viví en ella . Y si estoya no puede ser, lo que más se le acerque .

Recibí una cariñosa carta de nuestro poeta GerardoDiego. Me dice que irá a Soria este verano . Sí está conustedes abrácelo en mi nombre, y que le escribiré cuand osepa su paradero. También tendrán ustedes, de paso, a lgran Ortega, con algunos amigos de «Occidente» .

Creo que antes que termine el verano, para septiembre ,podré ír a Soria a pasar unos días con ustedes y con la fa-milia que, por cierto, me tiene algo olvidado . También le sescribiré uno de estos días .

Reciba el cordial afecto de su viejo amig o

Antonio Machado

Madrid, 23 de julio de 1924

El homenaje se redujo a reunirnos una tarde de agosto, ungrupo de amigos y admiradores de don Antonio, junto a l a

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tumba de Leonor a depositar allí unas flores y a unos momen-tos de recogimiento y oración .

Una última relación tuve con don Antonio en Segovia ; lavisita con un grupo de jóvenes poetas residentes en Madrid, l ehizo a don Antonio en mayo de 1923, y de cuya visita publiqu éen «La Voz de Soria» la siguiente crónica :

«VISITA A MACHADO» 20-V-1923

Días pasados se organizó en Madrid un sencillo homenajeen honor del gran poeta Antonio Machado .

Este homenaje consistió en una visita que sus admiradore sde la Corte le hicieron a Segovia, donde Machado tiene s uresidencia .

Un grupo de escritores y artistas, todos jóvenes—pues entr ela juventud están los más devotos admiradores del poeta—, lleg óa la bella ciudad castellana para pasar unas horas en su amablecompañía .

Como embajador improvisado de la ciudad hermana y d elos amigos de Soria, figuré con gozo en esta visita, donde fu étodo cordialidad y sencilla efusión .

Juntos los amigos viajeros y los amigos segovianos, comí-mos en el Pinaritlo frente a la ingente y elegante mole de laCatedral, presididos por la bondad del poeta amigo .

Una comida sin brindis ni discursos . Unas cuantas adhesio-nes de hombres ilustres y para remate de aquel amistoso ágape ,la ofrenda y el regalo de una maravillosa poesía leída po rMachado y escuchada por todos con el mayor recogimiento .

Después un breve y delicioso paseo por las calles y plazue-las de Segovia ; un paseo reposado y tranquilo ; al paso lento delpoeta . Después la despedida cordial en la estación y la vuelta aMadrid, cruzando la sierra de Guadarrama entre pinares oloro-sos y jaras y retamas florecidas.

Y al dejar en Segovia al amigo bueno y paternal, al maes-teo humilde y venerable en su juventud, al excelso poeta, sentía ,más que nunca, su ausencia de esta otra ciudad mía, la Soria d e

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sus amores y de sus dolores, ungida para siempre con e lsagrado crisma de su emoción poética .

Con un poco de egoísmo, de sano egoísmo, lamentaba a ldespedirme de él su ausencia de entre nosotros ; pues AntonioMachado hubiera sido hoy en Soria, sin él quererlo, ni preten-derlo, la norma y la guía de un grupo de jóvenes que hoy año -ramos el manso amparo de su bondad y de su comprensión, elconsuelo de su paz, un tanto melancólica y el gozo de su charl apausada, ingeniosa y cordial .

Machado el poeta admirado y predilecto, el amigo fiel y pa-ternal, hubiera sido además para nosotros, inconscientemente ,un gran maestro, pues su corazón y su inteligencia tienen la alt ay profunda intuición del universo y, por lo tanto, la virtud pro-lífera de hacer fecunda para el bien y la belleza a las almas qu ereciben los dones de su alto espíritu .»—JOSE TUDELA

Los poetas que acudieron de Madrid, fueron : Bacarisse ,Chavas, Llovet, Ardavín . . .

Y para terminar esta serie de recuerdos, voy a referiros alg oque seguramente no conocéis y es el proyecto de monumento alos dos hermanos Machado—Antonio y Manuel—, que tiene al-guna relación con Segovia, porque su parte principal, que erala escultóríca, se reducía a los dos retratos de los dos hermanospor Emiliano Barral : el de Antonio ya estaba hecho, pero el d eManuel estaba por hacer. Estos dos bustos, como dos hermes,uno frente a otro, enmarcarían una fuente y todo ello iría rodea-do de cipreses . Este proyecto fué hecho por el pintor y jardi-nero Winthuissen .

Para hacer este monumento nombraron los autores del pro-yecto, de acuerdo con los dos poetas, una Comisión que presi-día el doctor Jiménez Encina, que vivía en la calle del Barquillo ,frente a la plaza del Rey. Formábamos la Comisión, como vo-cales, sus buenos y viejos amigos Zayas, Duque de Amalfi, elactor Ricardo Calvo, Luis Santullano, Manuel Alcanda, yo . . . y¡José Antonio Primo de Rivera y don Fernando de los Ríos'

He puesto los últimos estos dos nombres, porque será un asorpresa nana muchos . aun que explicable y razonable so ron;-

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bramiento para los pocos que conocíamos la manera de pensa ry de sentir de los dos poetas y de tan destacados vocales .

Esta Junta o Comisión se reunió una sola vez en abril omayo de 1936, en el entresuelo de la casa número 9 de la call ePeligros, en el despacho del empresario teatral Paco Torres ;pero no asistieron ninguno de estos dos ilustres vocales, ni Jos éAntonio, que ya estaba preso en Alicante, ni don Fernando queera entonces ministro de Instrucción Pública .

Conocida es la amistad y la admiración que con MiguelPrimo de Rivera tenían los dos hermanos Machado y acas omuchos recordarán su retrato flan queado entre los dos herma-nos Machado, a toda plana en «Ahora», a raíz del estreno de l amagnífica comedia en verso «La Lo':a se va a los puertos» .

También es bien conocida la vinculación de la familia Ma-chado con la Institución Libre de Enseñanza, en la que se edu-caron los hermanos Machado y la de don Fernando de los Río scon esta Institución .

Estos son los mal hilvanados recuerdos que con Segovia ,con Machado y con los fundadores de la Universidad Popular ,os he podido ofrecer.

Pero antes de terminar quiero enviar, desde aquí, mi entra-ñable saludo al más antiguo y más ilustre de mis amigos sego-vianos, miembro correspondiente hoy de esta Academia, a quie nconocí en Madrid dos años antes de mi destino en Segovia, e ldoctor don Teófilo Hernando, Patriarca de la Medicina española ,cuya vida guarde Dios muchos años .