SANTO EN CIERNES -...

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11. Aquel viejo motel... 02. El cronista de los techos rojos 03. Macarao: urbe, selva, refugio 07. Cuando los barrios descargaron REVISTA GRATUITA Edición número Trescientos treinta y uno. Año 07. Caracas, 7 de julio de 2019 331 — PÁG. 08 SANTO EN CIERNES

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VIERNES 10 DE AGOSTO DE 2018 EL SEMANARIO CCS|1w w w . c i u d a d c c s . i n f o

11. Aquel viejo motel...

02. El cronista de los techos rojos03. Macarao: urbe, selva, refugio07. Cuando los barrios descargaron

REVISTA GRATUITA

Edición número Trescientos treinta y uno. Año 07.Caracas, 7 de julio de 2019

331

— PÁG. 08

SANTOEN CIERNES

contenido

02. mitosUn cronista preciso

02. trota ccsResolver problemas a la carrera

03. ciudadMacarao: parroquia misteriosa y salvaje

07. música“Descarga de los barrios”, un mítico encuentro musical

07. boleros que curan el alma“Ódiame”

08. miradasJosé Gregorio Hernández: presunto santo

11. crónicaTechos rojos, pensiones y motelitos de antaño

13. librementeMirarte el ombligo como repliegue de tu conciencia sobre sí misma

13. poesía o nadaIndira Carpio

14. crucicultura

Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar”, 2014, 2015 y 2017.Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce”, 2014.

Premio de Periodismo Aníbal Nazoa, 2018.

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correctorRodolfo Castillo

loGÍsticaDaniela FernándezEdi CorderoDanielis Delmar

colaboran en esta ediciónClodovaldo Hernández, Jessica Dos Santos, Natcha Méndez, Humberto Márquez, Miguel Posani, Indira Carpio, Henry Rojas, Justo Blanco y Neptalí Segovia. Archivo Ciudad CCS. Fotografía de portada: Enrique Hernández.

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02 mitoS

un cronista precisoEn las letras venezolanas hay muchos escritores especiales, por muy diversas cualidades. Resaltan, entre ellos, los que se ocupan de temas históricos, con in-terpretaciones que alimentan lecturas y problematizaciones, como decimos aho-ra. Si nos permitimos expresar con can-cha nuestra fortuna cultural, hay exqui-siteces. Escritores depurados, de nivel internacional, que prefirieron nuestra capital y nuestra historia para visionar y precisar, como es el caso de Enrique Ber-nardo Núñez: un escritor y diplomático tan adelantado, que requeriría su esfuer-zo tratar de asimilarlo.

Es sorprendente el acierto o la premo-nición que lo postula a precursor del “realismo mágico”, incluso antes que el Gabo, con la conexión temporal que hila tiempos discontinuos, buscando explicar propiedades de estas latitudes que el po-sitivismo descarta de antemano, como en su novela Cubagua (1931).

No es poca la importancia de esta pre-monición; es que, además, incursiona en el género biográfico dejándonos dos grandes obras. El hombre de la levita gris (1941), que descifra, en múltiples anéc-

POR ARgimiRo SERnA ILUSTRACIÓN juSto bLAnCo

dotas, a uno de nuestros presidentes más emblemáticos: Cipriano Castro. En 1944 publica una nueva biografía, esta vez centrada en una figura de las artes plásti-cas: Arístides Rojas, anticuario del Nuevo Mundo. A estas obras se suman el impac-to de su ópera prima Sol interior (1918), que lo da a conocer como escritor de ta-lento para el tema amoroso, en un clima de humor muy mesurado.

Signos en el tiempo (1939), Viaje por el país de las máquinas (1954) y Bajo el samán (1963) constan de crónicas y ar-tículos compilados de sus trabajos perio-dísticos. Después de Ayacucho (1920), La galera de Tiberio (1932) y La ciudad de los techos rojos (1947) son obras emblemá-ticas, debido a que fueron las de mayor proyección internacional.

Nacido en la ciudad de Valencia, mani-fiesta su actitud periodística al fundar un diario titulado Resonancias del pasa-do. Posteriormente, se traslada a Caracas para estudiar en la Universidad Central de Venezuela, donde inicia su carrera perio-dística, estudios que alternará con cargos diplomáticos. Tras participar en revistas y periódicos, como El Imparcial (entre 1919

y 1920), deja los estudios por su vocación literaria, que demanda cada vez más aten-ción. Eran los tiempos de efervescencia política en torno a la dictadura de Juan Vicente Gómez, con la que se comprome-te a través de la palabra. Colabora con El Universal, El Heraldo y El Nuevo Diario; y revistas como Élite y Billiken. Llega a diri-gir el periódico El Heraldo de Margarita.

tRotA CCS

Alguna gente quiere trotar para despejar la mente, otros (como lo hemos visto en las entregas pasadas) se empeñan en correr y meditar y otros más dejan que la mente di-vague... y no falta quien se empeñe en correr y, a la vez, resolver problemas del trabajo, de otras actividades de su interés o hasta dile-mas existenciales.

Hace años leí un libro de un autor que era aficionado a correr y a los acertijos y juegos de habilidad mental. Cuando estaba enfras-cado en algún enigma muy complicado, se iba a correr para pensar en la solución. Y, según parece, casi siempre la encontraba.

En mi caso particular, confieso que he pen-sado, armado y hasta redactado (mental-mente, desde luego) unos cuantos textos mientras muevo los remos. No obstante, trato de evitarlo porque, así, el trote pierde su función de descansar del trabajo; pero, a veces, simplemente no puedo impedirlo porque ya el boceto del texto ha tomado su vuelo y es mejor dejarlo desarrollarse, en lu-gar de tratar de abortarlo.

Algunos individuos, sobre todo los llama-dos workaholic o trabajólicos (adictos al

POR CLodovALdo hERnándEz @CLOdOheR

ILUSTRACIÓN hEnRy RojAS

resolver problemas a la carrera

Las chicas mandan. Las publicaciones especializadas en la actividad del correr se han hecho eco de un estudio de gran rigurosidad científica, elaborado a solicitud de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, en el que se llegó a la conclusión de que las mujeres han pasado a ser mayoría entre quienes practican este deporte o, al menos, entre los que participan en carreras. Por primera vez en la historia, en 2018 hubo más mujeres que hombres en las principales competencias del planeta.

Próxima entrega: “Cambiando de tercio”

trabajo), emplean el tiempo de ejercicio en pensar sobre sus problemas laborales. Por ello, no resulta extraño que cuando colap-san (casi todos los adictos lo hacen) tam-bién terminen dejando el deporte.

Supongo que cada quien se sentirá incli-nado a aprovechar los peculiares estados mentales generados por el correr en asuntos relacionados con su ocupación. La verdad es que si resulta útil no hay razón para cam-

biar. Pero si anula el efecto recreativo de ese rato que te dedicas a ti mismo, ¿qué sentido tiene?

Si le preguntas a un corredor gregario te dirá que el remedio es muy simple: trotar acom-pañado y utilizar el tiempo para hablar, en lugar de correr solo y dedicarse a pensar.

Y los más ortodoxos te preguntarán por qué es necesario encontrar temas para pensar o

problemas que resolver durante la carrera, si puedes dedicar toda tu capacidad mental a hacer lo que estás haciendo: correr.

No sé... ¿tú qué dices?

Trabajó como diplomático en Colombia, Cuba y fue cónsul en Estados Unidos. La revista Crónicas de Caracas fue impulsada por él. En el año 1945 es nombrado Cro-nista Oficial de la ciudad de Caracas, cargo que alterna con su actividad diplomática hasta su muerte, el 1° de octubre de 1964, en la misma ciudad que inspiró su intensa actividad literaria.

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03 CuidAd

parroquiaMisteriosa y salvajeMacarao es una tierra entre linderos. geógráficaMente liMita entre

el Municipio libertador y el parque nacional Macarao. pero taMbién liMitaentre la Modernidad y los tieMpos precoloMbinos, ecosisteMa de transición

entre urbe y selva, la Más secreta de la periferia caraqueña

POR Argimiro SErnAFOtOgRaFías EnriquE hErnándEz

¿Será que algo inmanente en los ambien-tes naturales puede influir en nuestra conducta, tanto como la herencia cul-tural, el idioma, la academia y hasta los medios de comunicación?

Una sensación arrebatadora se teje entre la percepción de diversos sentidos, escu-chando el fluir del agua donde se origina nuestro río Guaire, en la confluencia de los ríos San Pedro y Macarao. Una sensa-ción propia de zonas donde las estaciones climáticas más bien parecen largas tem-poradas de abundancia, acechadas por el capricho de alguna deidad camuflada en el imaginario occidental como santa o virgen, cuando en realidad es diosa pri-migenia. Las aves, el viento, la luz brillan-

alguna vez irrigara con agua potable a todo lo largo del gran valle de Caracas, una zona tan fluvial que el mismo Guz-mán Blanco (positivista que introdujo la noción de “proyecto urbano”) construiría allí el primer acueducto en el año 1874.

Pero tales propiedades hídricas no siem-pre fueron venturosas: aunque con mu-chas menos consecuencias que en el caso de la gran vaguada de Vargas, a finales del siglo pasado, en los años 70 una crecida desplazó tantas viviendas y sembradíos en las cabeceras del río Guaire que aceleró el cambio de actividad, tradicionalmente agrícola, por una población de “toderos” (como solemos llamar aquí a los facto-tums o multioficios) que buscaron trabajo

te filtrada por el verde y esa cosa extra a punto de manifestarse convergen en sen-saciones, tanto físicas como metafísicas, o más bien espirituales.

Cuando uno busca el centro urbano de la parroquia Macarao va dejando atrás diferentes etapas del progreso y la inva-sión industrial, por llamarlas de alguna manera. Esos monumentos a la moder-nidad petrolera (los edificios) van que-dando en un primer tramo, junto a las llamadas “unidades de desarrollo” de la vecina Caricuao. La siguiente estación del Metro marca un límite con la selva, cerca de donde “el diablo perdió las cho-las” o “donde el viento se devuelve”, frases que pretenden dar cuenta de lo que un

ser urbano siente al salir de la estación Las Adjuntas y al tener que ir más allá (a menos, claro, que sea de ahí). Entonces comienza a sentirse lo que ha debido de alimentar entidades propias de la zona, ahora desconocidas pero adoradas en aquel tiempo por el imaginario cacique Macarao, acerca del cual no hay consen-so sobre documentos históricos, como sí lo hay de las tribus a las que perteneció. Los toromaimas eran una etnia del linaje o rama lingüística caribe que combatió la colonización durante los siglos de la invasión española. Se dice que Macarao combatió junto a Caricuao en contra de los ejércitos españoles por el control de la zona, cuya importancia resalta por tratarse de cabecera de río, afluente que

mACARAO

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Gonzalo Cabrera nació y se crió en la parroquia, igual que sus padres

Los estudiantes se desplazan entre una población que se cuida a sí misma

en industrias aledañas de la zona de An-tímano o en las instalaciones del Metro de Caracas, posteriormente inauguradas.

DE CAmPo A CiuDADA todo lo largo de esa vía de acceso cons-tituida solo por dos canales, acosada por talleres del subterráneo, por un lado, y por la montaña del parque nacional, por el otro, sus habitantes ofrecen diversidad de servicios. Artesanos, vendedores am-bulantes, técnicos en celulares, construc-tores, reparadores de lavadoras, mecáni-cos... Una vez que se supera el embudo vial, el ánima natural de un ambiente que sirvió como refugio, en varias y diversas ocasiones, clases y culturas se revelan majestuosos y preponderantes.

En el ascenso de la zona llamada Las Nie-ves cruzamos por El Ciprés, calle Santa Cruz, La Redoma, El Bulevar, hasta lle-gar al Casco Central, admirados de los edificios de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Según nos cuenta Jonatan Torrealba, estudiante para bombero fo-restal, nacido en la parroquia e hijo de oriundos macarenses —como todos los que entrevistamos—, esta zona generosa y sorpresiva cedió su hábitat a muchas familias desplazadas, en muchos casos, por el mismo fenómeno de inundación que alguna vez marcó la memoria de sus habitantes. “Claro que eso tuvo su impac-to social en la gente de aquí, sobre todo por la escasez de las fuentes de trabajo y también por los desórdenes de conducta que ocasiona el desplazamiento”, refiere Torrealba.

Como sucede en toda Latinoamérica, so-bre todo en el Caribe, prácticas religio-sas de europeos, en este caso portugue-ses, trajeron la celebración de la Virgen de Fátima para mezclarse con deidades autóctonas como la Curucay, que se sin-cretiza en el nombre de Nuestra Señora del Rosario para dar lugar a celebracio-nes muy asistidas por creyentes de toda la región a mediados del siglo XX.

Quizá la selva —protegida como parque nacional, con el que comparte nombre y que, de hecho, constituye su frontera más extensa— ejerza su influencia en la idio-sincrasia de los pobladores. Resulta que el Parque Nacional Macarao es una selva tropical, a más de mil metros sobre el ni-vel del mar, con intensa actividad pluvial, donde se origina el río que da nombre a la parroquia, el cual pasa a solo cien me-tros de uno de los cascos centrales más antiguo de Venezuela, con una iglesia construida en 1740 sobre lo que era un cementerio colonial y, previamente, indí-gena. Iglesia que ha sido declarada patri-monio nacional.

Gonzalo Cabrera es un macarense que recuerda cómo su padre y él mismo, du-rante su juventud, sembraban hortalizas

y frutas diversas como remolacha, repollo y durazno. Por su actividad agrícola man-tenían contacto con las poblaciones de El Jarillo, Colonia Tovar, Los Teques, El Jun-quito y, especialmente, La Planicie, para el comercio de su producción y el inter-cambio por sustento y “hierros”. “Siempre trabajé en agricultura, pero una vez que los portugueses llegaron y se apropiaron de muchas tierras conseguí trabajo en la General Motors, donde estuve durante 20 años, más o menos, y después trabajé en el INOS otros 20 años. Ahora espero mi jubilación”, nos cuenta Gonzalo.

REfugio y SoLAzJosé Manuel Landaeta, cuidador de la plaza, barre la hojarasca que cae de los árboles y la reparte como abono para co-nucos de casas aledañas, así como para su propio conuco. Improvisadamente nos sirve de guía turístico y cronista cuando explica que la estatua de esa plaza es la única que representa el tamaño real de Simón Bolívar. Fervoroso creyente de la identidad bolivariana, nos informa sobre

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la finca donde Bolívar envió a su herma-na, María Antonia Bolívar Palacios, para resguardarla de posibles ataque realistas a la zona de Caracas. Así que también es posible comprenderla como tierra de re-fugio, dado que, además de la hermana del Libertador, indígenas primigenios, por un lado, e inmigrantes europeos, por el otro, encontraron aquí donde guare-cerse de tanta guerra y persecución.

Nicolás Díaz, trabajador social graduado en la UCV, llegó a los 8 años para con-vertirse en cronista e investigador de la zona. Con él pudimos refrendar la infor-mación de nuestros entrevistados y des-cubrimos que es una de las parroquias más antiguas de toda Venezuela, con 371 años, desde la fundación de su nave central, aunque a mediados de los 70 se registra en la Gaceta Oficial como parte del municipio Libertador. Considerada desde sus inicios como un oasis, donde hasta la reconocida familia mantuana Bolívar tenía propiedades, tanto en la zona alta como la baja.

Solo una creencia diseminada entre sus habitantes resultó no tener respaldo. Y es que, según cuentan, en la parte alta del pueblo hay una represa, pero lo cierto es que ese proyecto nunca se llevó a cabo por una falla geológica que la convierte en zona de alto riesgo.

Tan recurrente condición —un valle que se abre entre montañas privilegiadas, por

la antesala de una extensa región de sel-va de origen geológico misterioso, lo que implica un imaginario— puede tener su influencia, como una deidad, como un arquetipo geográfico, que eventualmente se revela en una emoción fluvial y en una actitud de resistencia o protesta contra la autoridad llegada en barcos, o contra la que después llegara en aviones, incluso contra la que se instauraría en univer-sidades. Aunque si uno sigue subiendo, más que una resistencia se siente el des-conocimiento de aparatos industriales y mentales que, cuando mucho, intentan reprimir algo incontenible que se ma-nifiesta entre elíxires estáticos; actitudes furtivas, latentes, inmanentes y decan-tadas en el quehacer cotidiano, como fuente de un imaginario, manifiesto en innumerables transgresiones del orden establecido.

La fertilidad del terreno y su tradición agrícola persisten en algunas parcelitasEn temporada de lluvia los ríos se multiplican

Primeros contactos con el río Macarao, afluente del Guaire

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La arquitectura colonial del casco central todavía resalta pese a las intervenciones

La Escuela Curucay hace honor a la tradición de la parroquia

La parroquia Macarao es un valle privilegiado de afluentes de río, clima templado, aire limpio y espacio para el hábitat

Abunda la economía informal y el tránsito peatonal es intenso en la parte baja

Única Plaza Bolívar con una representación a escala real del Libertador

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Descarga De los barriosun mítico encuentro salsero

MÚSICA

Una “especie de Venezuela All Stars” fue la forma resumida en la que Ángel Méndez, uno de los dos fundadores de Swing Lati-no, definió a La Descarga de los Barrios”, movimiento musical popular ícono de la salsa, surgido en Venezuela a finales de la década de los 70.

Esta suerte de reunión musical impulsada por diversos músicos venezolanos del gé-nero, entre ellos su promotor Pedro Vilo-ria, congregó a diversos talentos salseros de la época para llevar lo mejor de la salsa a los sectores que no tenían la posibilidad de costear la entrada costosa para entrar al Poliedro de Caracas y disfrutar de las grandes orquestas y cantantes que con su gran músculo comunicacional imponía la industria cultural del momento.

Las voces junto al sonido de los timba-les, las tumbadoras, los trombones, las trompetas, el bajo, la campana, el tres, la infaltable clave y muchos otros ins-trumentos, devolvían la salsa a su lecho inicial, a su esencia. Tal como lo escri-bió Méndez en la edición número cua-tro de la revista Swing Latino (1978): “Ese ritmo afro-negroide parece haber recobrado su vitalidad. Las letras han cambiado y expresan lo que en realidad es: una música de protesta pero bailable. La voz de la clase pobre, la descarga del barrio...”.

Y “dijo bien” como expresan los decimistas, pues justamente espacios como una cancha, una plaza o alguna calle de zonas del 23 de Enero, La Silsa, San Agustín, servían de escenario para que soneros de la talla de Orlando Watussi, Nano Grand, Alberto Coc-ca, Andy Ortega, Nelson Navas, así como agrupacio-nes de renombre como Mango y El Sonero Clásico del Caribe, dieran lo mejor de sí para conectar con un público que les retribuía de forma sincera con lo más valioso que un artista puede obtener: el respeto, la admiración y el agradecimiento eterno, guardado en la memoria de esta población, especialmente en la de los niños y adolescentes del momento, que a partir de este contacto hicieron de la salsa una compañera de vida.

En aquella entrevista del 78, Viloria explicó que una de las principales intenciones de esta iniciativa era “influir en los muchachos que habitan las barriadas caraqueñas” y de esta manera sembrar en ellos el interés por la músi-ca y por este camino que los aleja de los vicios y la delin-cuencia. De allí que esta actividad también era acompa-ñada con jornadas deportivas, una manera acertada de mostrar opciones sanas para ocupar el tiempo de ocio.

En la historia dE la salsa vEnEzolana EstE capítulo, quE sE Escribió a finalEs dE la década dE los 70, marcó un hito En los músicos y sEguidorEs dE Esta ExprEsión dEl puEblo

POR nAtChAIEvIng MÉndEz ⁄ FOTOGRAFÍAs fErSAn-ArChIvo SwIng LAtIno

De los boleros nacidos de poemas este no lo es, sino que, en principio, es un vals peruano con ver-sos del soneto “Último ruego” (1903) de Federico Barreto, y fue su compatriota Rafael Otero López quien le dio ritmo. Sin embargo, hay cronistas que atribuyen parte de los versos al colombiano Gui-llermo Valencia.

Por eso, y por otros aderezos, podemos decir que esta pieza es de las más polémicas que se han en-contrado. Según los cronistas, “El odio” sería la versión inicial: un pasillo ecuatoriano de autor desconocido y musicalizada en Ecuador hacia 1908. Lo que deja muy mal parado a Rafael Otero, por haber nacido en julio de 1921 y haberla regis-trado a su nombre en 1965, a pesar de estar musi-calizada en Perú desde los años 30, según diversas investigaciones. Lo que abre la otra duda acerca de si el vals ¿es peruano, ecuatoriano o colombiano? y, más allá, si ¿es vals o pasillo?

Como para echarle leña al fuego, el tema se habría compuesto en 1946, y con esa fecha se aviva la en-redada querella intelectual, solo para investigado-res acuciosos —que no es el caso de estas breves líneas. Pero, para no quedarnos atrás y contribuir a la madre de todas las polémicas, debo decir que, más allá de Julio Jaramillo, la versión más emble-mática, tal vez, es la de Olimpo Cárdenas, Oscar Agudelo y Alci Acosta, en trío casual; o la de Los Panchos, en trío sostenido; o la arrabalera de José Feliciano; y hasta la moderna de Enrique Bunbury en su curioso disco Licenciado Cantinas. Para mí, la mejor versión es la de nuestra querida Hindú Anderi, que no la pela cada vez que la invito a mi programa de radio. Jajajá.

“Ódiame”, junto a “Te odio y te quiero”, es de los cantos más rudos al desamor. Por eso me parece gracioso un comentarista de Youtube que hace contemporáneo este clamor: “Bloquéame por pie-dad yo te lo pido, bloquéame sin medida ni cle-mencia. Pero ten presente que, de acuerdo a la ex-periencia, tan solo se bloquea lo querido”. Jajajá.

bolEros quE curan El alma

“ÓDiame”Swing Latino

Una movida acompañada por el periodista Ángel Méndez (último der.)

En el 23 de Enero también hubo descarga

Lo más interesante de esta movida salsera es que no surgió de ningún ente gubernamental, característica que le dio más autenticidad, pues fueron los mismos músicos quienes promovían estos encuentros con su pueblo.

Varios años duró La Descarga de los Barrios y aún el público melómano venezolano lo recuerda con la emoción de la época pese a que, a diferencia de Fa-nia All Stars, no se grabó ningún disco que registrara este encuentro. No es la única iniciativa de este esti-lo; El Afinque de Marín, las fiestas con motivo de las celebraciones locales, fuera de Caracas La Guataca de Madera 15 y otras experiencias incluso reseñadas en este espacio son parte de la espontaneidad que la salsa en sí misma provoca y exige. Quizás son los orígenes humildes de esta expresión musical los que generan este efecto; esta génesis que nada tiene que ver con las grandes tarimas, reflectores y amplificadores de soni-dos con las que algunos la relacionan. La salsa es del y para el pueblo, el de a pie, el humilde de corazón y esto perdura eternamente, por ello son muchas las descargas que aún retumban y que faltan por sonar en los barrios caraqueños y del resto del país. Más na... ¡Saravá!

POR huMbErto MárquEzILUsTRACIÓN forAStEro LPA

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08 CIUDAD

JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ: PRESUNTO SANTO

Una de las pocas certezas de la VenezUela qUe transcUrre, es qUe todo el mUndo lo admira y casi todos lo tienen por santo. a cien años de sU extraVagante partida, crecen las esperanzas de sU beatificación definitiVa gracias a Un milagro reciente,

qUe parece inobjetable. mientras, segÚn el Vaticano, sUs milagros se presUmen

POR MArLon ZAMbrAno • @maRlOnzambRanO

FOtOgRaFías jESúS CAStILLo / EnrIqUE hErnánDEZ

Por ahora, lo que ha girado en torno a José Gregorio Hernández y su currículo pia-doso es una retahíla de 100 años de “pre-suntos” milagros. Por eso, todavía no es santo. En cambio, a la madre Carmen Rendiles de las Hermanas Siervas de Je-sús de Los Palos Grandes, tras un auxilio

el tiempo; y que la invocación haya sido únicamente al santo en cuestión. A la fe-ligresía caraqueña le resulta increíble que luego de 70 años de esfuerzos desde que la iglesia católica en Venezuela inició en 1949 el proceso de beatificación y canoni-zación de José Gregorio Hernández, aún

consumado en el año 2003 sobre la doc-tora Trinette Durán de Branger, luego de que una descarga eléctrica casi le hiciera perder un brazo, se le abrieron pronta-mente los caminos del reino de Dios para su canonización, y ya en 2018 era beata. Pero no hay contradicción, supuesta-

mente, sino que los caminos del Señor —como se sabe— son inescrutables.

Para que deje de ser “presunto”, según las normas del Vaticano, el milagro debe te-ner propiedades de hecho sobrenatural, sin explicación científica; duradero en

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Los actos de fe son una constante en la Plaza La Candelaria

La imaginería de José Gregorio Hernández está inscrita en la cultura popular

no se haya confirmado un milagro que re-sulte incuestionable para ingresar al dream team del panteón católico.

Mientras tanto es el “santo informal” de los enfermos, adorado por los caraqueños y caraqueñas creyentes con un fervor infi-nito, sin que medien las reglas burocráti-cas de la alta jerarquía eclesiástica.

CIEN AÑOS DE MILAGROSEl sábado pasado, 29 de junio, día de San Pedro y San Pablo, se conmemoró el cen-tenario de la infausta tarde en que por intentar esquivar un vehículo que se des-plazaba entre las esquinas de Guanábano y Amadores de La Pastora, Hernández resbalara y fuera a atestar su cabeza sobre el filo de una acera, muriendo pocas ho-ras después en el Hospital Vargas.

Desde entonces, su eminente figura de médico mártir empezó a zurcir el tejido intachable de leyenda milagrosa, con-vertido tras su muerte en compañero infaltable de la plegaria suplicante por la sanidad de los enfermos. Prontamente su austero rostro, estampa de médico im-poluto o de ciudadano trajeado de negro con sombrero modelo “fedora”, no solo se apiñó junto a sus arcanos mayores como la Virgen de la Coromoto o San Judas Tadeo, sino que entró en los laberintos de la devoción popular y se asimiló a las ánimas que acompañan los altares de la Corte Médica del espiritismo, con capa-cidad incluso de “bajar” a misionar sobre “materias” que asumen su adusta postu-ra de sabio enjuto en rituales de tabaco y yerbas.

Algunos piensan que esa expresión de-vocional ha sido piedra de tranca para su beatificación. “Eso no influye en lo absolu-to” nos advierte Monseñor Tulio Ramírez, Obispo Auxiliar de Caracas y vicepostula-dor de la causa. Hay que cumplir los pasos de rigor y hasta ahora, al parecer, con José Gregorio no ha habido suerte. Según el prelado el también llamado “médico de los pobres” siempre estuvo en contra de prác-ticas supersticiosas. “Nunca recomendó a sus pacientes que fueran a que les prepara-ran bebedizos o les leyeran las cartas, y hay documentos que atestiguan la historicidad de eso. Por el contrario, siempre fue un hombre muy científico”.

A PUNTO DE SANTIDADLa Congregación para la Causa de los San-tos del Vaticano tiene el expediente para su santidad y en estos momentos, por fin, se está haciendo una minuciosa experti-cia sobre un caso que parece definitivo y casi se mantiene en secreto. Se trata —se-gún rumores— de una niña merideña (o guanareña) que al parecer, tras recibir un disparo en la cabeza perdió una porción mortal de masa encefálica. La sorpresa del médico fue tan dramática que hasta se desmayó cuando a pocos días —12, se-gún los comentarios de pasillo— la niña asistió a su consulta intacta llevada por su padre. El caso está recibiendo el trato correspondiente por siete médicos ateos convocados por la instancia eclesiástica para verificar que la ciencia no tuvo nada que ver con el prodigio. La prudencia de la iglesia estriba en que no quieren gene-rar una peregrinación que afecte a la fa-milia involucrada en el hecho.

Puede ser, según la esperanza de la feli-gresía y los cálculos oficiales, que este sea el milagro que verdaderamente catapulte a Hernández a la condición oficial de san-to. Pero el proceso aún es engorroso, pues aún debe esperar su turno de entre más de 700 causas en cola. “Eso va a ir, Dios mediante, y tenemos toda la ilusión y la fe de que se dé, porque la iglesia hace todo lo posible para que sea posible, pero aho-ra lo que queda es hacer la oración y no crear falsas expectativas, porque lo bello de José Gregorio es que lo quieren todos: los cuatro millones de habitantes que se han ido de Venezuela, y los que perma-necen aquí”, remata monseñor.

LA ORACIÓN CONSTANTEA Elisa Ramos le importa poco lo que piensen los curas o lo que concluyan los científicos. Hace 27 años entró con prin-cipio de preeclampsia a trabajos de parto a la Policlínica Méndez Gimón de la aveni-da Andrés Bello, donde le dieron a firmar un documento que exculpaba a los médicos de un desenlace fatal tanto para ella como para el neonato. Al marido, un gallego, le dieron a escoger entre la esposa o el hijo, a lo que respondió: “Si me deja al chaval o me deja a la mujer, ¿quién va a cuidar a quién?”, por lo tanto, no firmó. Ella, casi agonizante,

suscribió el documento y le encomendó a su marido: “Quédate con él, es una vida nueva. Ya yo viví”.

El hombre reservó nicho en el cementerio, apartó fecha en la funeraria, se vistió de ne-gro y convocó a familiares y amigos, pues las posibilidades de sobrevivir para ambos no llegaban al 8%. La suegra se presentó con una estampita de José Gregorio y les pidió encomendarse al último recurso de la oración. Elisa rezó con la postrera dosis de aliento que pudo exhalar su desfallecido cuerpo, y prometió que cada año hasta sus últimos días sería su devota, “pero no quie-ro quedarme sin mi primer hijo, por favor te lo pido”. Se salvaron los dos. Francisco Ja-vier, su chamo, ingeniero de 27 años, es un tarajallo de casi dos metros que lo más gra-ve que sufre de salud es de ciertas alergias, y el sábado pasado permanecieron erguidos como dos cirios pascuales, orando en la an-tesala de la iglesia Nuestra Señora de la Can-delaria, cada uno con una imagen de José Gregorio de cuerpo entero en sus manos.

Desde la noche anterior, los devotos de la capital asistieron a los actos litúrgicos que tuvieron como escenario el templo a donde reposan los restos del médico fallecido, que permanecieron en el Cementerio General

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del Sur hasta 1975, cuando se decidió su traslado en vista de los problemas de inse-guridad y abandono del camposanto. Desde entonces, la tumba ubicada en un anexo de la nave derecha de la edificación coronada por un inmenso cuadro con la estampa de galeno del “Venerable”, es motivo de pere-grinación obligatoria entre creyentes ve-nezolanos y extranjeros, que se desplazan desde los más inverosímiles parajes, como Rusia y Estados Unidos, y donde cada miér-

coles, a las 3 de la tarde, se hace el sacramen-to de la unción de los enfermos.

REQUISITOS PARA UNA BEATIFICACIÓNJaneth Pérez, de la Cooperativa de Artesa-nos Religiosos de la Plaza Candelaria, que se instaló el mismo año 75, nos cuenta que ha visto de todo en torno a la devoción del “Siervo de Dios”. Desde promeseros histó-ricos que se han hecho amigos entrañables,

La peregrinación a su tumba en la Iglesia de La Candelaria comenzó en 1975

Roland Yoyote prometió personificar al venerable

hasta visitantes extranjeros con quienes se entiende por señas (o machucando el in-glés) en la transacción de una vela blanca para alumbrar los caminos del “doctorcito”. Recuerda a una margariteña que hace mu-chos años le compró unos ojos de “milagri-tos”, para que José Gregorio le devolviera la visión a su muchacho, un bebé de ape-nas 4 meses. Al año regresó con su chamo mirando más que nadie, y desde entonces, hace doce años, desfila arrodillada des-

de la plaza hasta la sepultura como agradecimiento. “El problema es que hay muchos testimonios que la gente no los dice por temor, pena, desco-nocimiento. José Gregorio Hernández es el doctor de los pobres y todos los que creemos en él tenemos fe porque lo hemos visto. Aquí no es que te echan cuentos. Aquí lo ves todo: amigos con cáncer, gente muriendo, grave, que se salva”. La gente busca siempre lo más económicos, pero los milagritos, que son pequeñas réplicas de partes del cuerpo humano labradas en metal, se despachan a mansalva. Durante los apagones eléctricos de marzo de este año, las velas, reservadas para la ora-ción, se despacharon o regalaron a los vecinos que necesitaron medios artifi-ciales para iluminarse en la penumbra. Cuentan que todo el mundo, a los días, las pagó o devolvió como muestra del compromiso devocional.

A un costado de la Iglesia la Candela-ria está la oficina donde se reciben los presuntos milagros de José Gregorio. Es una casita pequeña sin arrojos glo-riosos ni místicos. María Teresas Bor-jas, del apostolado Los Amigos de José Gregorio, encargados de evangelizar en torno a su devoción, tiene fe de que este año finalmente se va a beatificar. Es testigo de miles de milagros de sa-nación total, pero cuenta más o menos lo mismo: muy poca gente entrega los requisitos como debe ser. Para apoyar la causa de José Gregorio, el “curado” debe preguntar por la señora Laura Zambrano y aportar unos documentos sencillos: testimonio de la enfermedad, antes, durante y después. El diagnósti-co médico, los resultados de la sanación y hasta las recetas. “El Vaticano exige mucho” reflexiona.

Los “milagritos” se le encomiendan con devoción

Es un santo popular y milagroso, adorado por la feligresía

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Techos rojos, pensiones y moTeliTos de anTaño

POR JESSICA DOS SANTOS • @jessidossantos / FotograFías mIChAEL mATA

Uno de los edificios más famosos de Ca-racas fue el Hotel Klindt. Esta estructu-ra contó con dos historias. Primero, fue una casa ubicada entre las esquinas de Madrices y Marrón, justo al lado de la zapatería de Rodríguez Cabrera (donde se calzaba la élite masculina caraqueña de antaño) y la Lotería de Beneficencia Pública.

Pero, luego, en la segunda década del siglo XX, se trasladó a una edificación ubicada en uno de los lugares más pres-tigiosos de Caracas: frente a la Plaza Bo-lívar y diagonal a la torre de la Catedral.

El edificio de estilo europeo era propie-dad de don Pedro Salas y fue arrendado por su cuñado Pedro Klindt.

Según las crónicas de la época, el Hotel Klindt era el único edificio de tres pisos que existía en la ciudad y su arquitectura le daba “un aire de buen gusto” a los alrededores de la Plaza Mayor. Por eso, rápidamente se convirtió en el favorito de la élite caraqueña.

“Era lo más famoso para la época, el mejor hotel de Caracas, con sirvientes de impecable blanco y botones de plata (casi todos eran trinitarios). Para en-tonces era caro, pues se pagaban 12 bo-lívares por las tres comidas y el cuarto”, relata el cronista de origen mantuano José García de la Concha.

De la Concha, quien conoció las dos sedes, afirma que “en el piso superior siempre solían alojarse artistas, toreros

en la CaraCas de ayer existían hotelitos de la más variada reputaCión. también muChas pensiones: desde las senCillas hasta las aristoCrátiCas (manejadas por damas de la alta

soCiedad). ¿haCemos un reCorrido habitaCión por habitaCión?

CRÓNICA

y gente adinerada, que venía a Caracas por turismo o negocios”.

LA POLÉmICA ObSCENA No obstante, este reconocido hotel se vio “empañado” por una curiosa anécdota.

Una mañana, una multitud desfilaba por la avenida norte de la Plaza Bolívar en medio de una gran aglomeración reli-giosa, cuando, de repente, una mujer se asomó desde un balcón del Hotel Klindt.

“Era una mujer extranjera, y bella, mi-raba con ojos distraídos de pájaro re-cién metido en la jaula el denso hor-miguero humano que se agitaba a sus pies. Y a pesar de lo ceremonioso de la solemnidad de aquel día, algunas de

las cabezas que iban en la procesión por momentos se alzaban para mirarla con curiosidad. ¿Por ser extranjera? ¿Por ser bella? ¿Por el interés natural que inspi-ran siempre las cosas nuevas? No. Todo aquel mirar disimulado obedecía a que la mujer del balcón estaba vestida con una simple pijama”, escribió el perio-dista Rafael Silva, mejor conocido por su pseudónimo de Lino Sutil.

En aquella época ninguna mujer se aso-maba en su casa en piyama, menos a un balcón, y precisamente en la Plaza Bolívar.

LOS DEL mEDIOHablando de reputación, en Caracas tam-bién existieron otros hotelitos buenos, pero mucho más baratos.

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Por ejemplo: por esos días en el Gran Hotel, una casa de dos pisos ubicada en la esquina de Mercaderes, se pagaban 10 bolívares por una cómoda habitación.

Mientras tanto, el denominado Hotel Pen-silvania, en la esquina de Pajaritos, también era “decente” y muy frecuentado.

Por su parte, el Hotel Santamán (ubicado donde hoy está el Banco Venezolano de Crédito, en La Hoyada), también contaba con sus adeptos.

Asimismo, ya existía el León de Oro en la esquina de Traposos, donde se alojó el gene-ral Joaquín Crespo antes de ser presidente. En estos tres se ofrecía un cuarto y las tres comidas por solo 8 bolívares.

No obstante, entre los hoteles económicos el más concurrido era el Hotel Barcelonés, de Torre a Madrices. Su fama se debía al buen trato que ofrecía su dueño (don José Roura), su cercanía con la Plaza Bolívar y la calidad de su comida criolla.

Por aquel entonces era muy común escu-char “esta noche comí en el hotel tal” o “ma-ñana estoy invitado a almorzar en el hotel cual”, según apunta el libro Reminiscencias: vida y costumbres de la vieja Caracas.

MáS AbAjoEste mismo material da luces sobre la exis-tencia de hotelitos más baratos, donde los “tabiques” (paredes delgadas, que no sopor-tan cargas y se usan para dividir el espacio de las habitaciones) estaban forrados con papel de periódico y en los baños apenas había “aguamaniles de tres patas” (jarrones destinados a lavarse las manos).

Estos espacios también eran administrados por sus dueños y por tan solo 3 o 4 bolívares “te daban todo”.

Sin embargo, en todos los hoteles de la ciu-dad se pagaba por día. Por eso algunos via-jeros, o nuevos residentes, preferían llegar

a una “pensión”, donde podían pagar una mensualidad.

En este sentido, en Caracas existían muchas pensiones: desde las sencillas hasta las aris-tocráticas (estas últimas solían ser maneja-das por damas de la alta sociedad).

Por ejemplo: de Balconcito a Salas estaba la pensión de Lola Ibarra. Se trataba de una bonita y cómoda casa donde los diplomá-ticos y viajeros ilustres vivían como en su propia residencia. De hecho, el lugar conta-ba con un amplio salón de recibo y un buen comedor.

La principal competencia para Lola era la pensión de la señora Domínguez (una casa más abajo), pues en el lugar se solían realizar fiestas donde concu-rría “lo mejor de Caracas”.

Otra casa más abajo estaba la posada de Lina Pécchio, donde solían hospedarse los extranjeros más distinguidos.

Un poquito más lejos, entre las esquinas de San Vicente y Medina, en La Pastora, la señora Doucharne, de París, y sus dos hijas tenían una pensión muy famosa por sus menús.

“En aquella época, de hecho, se solía ver muy temprano en la mañana a todas estas dueñas de pensión escogiendo la buena car-ne, el pescado más fresco, los tomates más grandes y rojos, las más sazonadas frutas, discutiendo con sus marchantes (comer-ciante, vendedor ambulante) sobre timbales y embutidos”, explica De la Concha.

EL Punto En CoMúnNo obstante, tanto en los días patrios (o cualquiera otra solemnidad) como en las reuniones del Congreso, todos los hoteles, baratos o caros, diarios o mensuales, se lle-naban. Por eso, en Caracas, las reuniones del Congreso eran esperadas con ansias, in-dependientemente de los temas a tratar por los políticos de turno.

En realidad, lo realmente importante era que cada congresista recibía 75 bolívares diarios (sin contar los viáticos) para su es-tadía en Caracas. Además, junto a ellos lle-gaban sus esposas, los cocheros, los sastres, entre otros.

LEjoS dE Ahí...Mientras tanto, en la Alta Florida un edi-ficio de dos pisos, una terraza y un sótano generó una enorme polémica: el Hotel Flo-ra. Gagliardi, su constructor, se lo vendió en 700.000 bolívares a Luis Felliciani. Este úl-timo decidió instalar allí nada más y nada menos que un cabaret.

Además, los amantes de la fiesta podían pa-sar sus automóviles hacía el patio interior. Mientras, una orquesta tocaba las piezas de moda hasta las 5 de la mañana en el sótano.

Para los desprevenidos transeúntes, el dis-creto edificio era simplemente el Hotel Flo-ra, pero los vecinos no se comían ese cuento. Entonces, la familia Aranguren, habitantes de la zona, lucharon para que este cabaret fuera clausurado, y en 1955 sus clamores fueron escuchados.

Aún MáS ALLá...A la par, otros hoteles se fueron constru-yendo a las afueras de la ciudad.

Algunos se convirtieron en los espacios idóneos para “echar una canita al aire” sin ser descubierto.

Otros, en cambio, adquirieron gran prestigio. Por ejemplo: el Hotel Mira-mar, en Macuto.

Esta edificación fue mandada a cons-truir por el general Juan Vicente Gómez, a quien le gustaba pasar mucho tiempo en Macuto, donde solía ingerir el len-guado, un pescado tan preciado como escaso.

De hecho, era el veterano deportista y pescador Manuel Castillo Peña quien se encargaba de conseguírselos.

Por cierto que, el día de la inauguración de ese hotel, se cuenta que el Beneméri-to estuvo a punto de ser asesinado. ¡Tal parece que, históricamente, algunos ho-telitos te salvan; pero otros no tanto!.

El Hotel Miramar, en Macuto, aún se tiene en pie

Hotel Klindt, primera edificación en contar con tres pisos en la ciudad

Hospedajes que encierran historias íntimas

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Se puede decir, sin pecar de extremista, que nuestros pensamientos configuran nuestra vida.

No desde la perspectiva metafísica del “piensa en positivo”, sino, más bien, partiendo de que los prejuicios condicionan nuestro comporta-miento cotidiano y se hace necesario revisar-los para ser más libres o que, al menos, en las situaciones importantes de la vida no decidan nuestros miedos y prejuicios negativos.

Los prejuicios condicionan la comprensión y la importancia que damos a los eventos. De-bemos ser conscientes de esto. Todo prejuicio influye, inevitablemente, en mí, determinando mis intuiciones y hasta el sentido y la com-prensión de los eventos que me suceden en la vida cotidiana.

El prejuicio funciona inconscientemente.

Pero resulta que tenemos la capacidad, poco desarrollada (porque al poder no le interesa que la desarrolles), de replegar nuestra con-ciencia sobre sí misma; tenemos la capacidad de observar nuestros pensamientos, juicios y sentimientos. Eso que hablan los monjes tibe-tanos y yoguis de mirarse al ombligo.

La capacidad de tomar distancia de nosotros mismos, así como la de suspender los juicios valorativos para examinarlos, desmenuzarlos, preguntarnos de dónde vienen o por qué le damos tanta autoridad sobre nosotros. Esto lo que quiere decir es que tenemos la oportu-nidad de no repetirnos en nuestras creencias negativas toda una vida, que podemos cambiar nuestras creencias haciéndolas menos tortu-rantes, menos culpabilizantes y alienantes,

LIBREMENTE

Mirarte el oMbligo coMo repliegue de tu conciencia sobre sí MisMaPOR MIguEL PoSANI • @MPOSANI ILUSTRACIÓN FoRASTERo LPA

dando espacio a una reestructuración de ellas a partir de nosotros mismos y no impuestas por un sistema sociocultural, siempre castrante.

EjERCICIoSUn ejercicio saludable es preguntarte cuáles son tus creencias, por ejemplo, sobre la familia, mis relaciones humanas, el trabajo, la vida, et-cétera. Prueba hacer una lista de cada área im-portante de tu vida y divide estas creencias en negativas y positivas.

Otra forma es darte cuenta de todas esas afir-maciones mentales, que son también parte del pensamiento común y que repetimos sin dar-nos cuenta.

Pongamos un ejemplo: “Los viejos son inútiles”.

¿Qué significa viejo para ti? ¿Qué entiendes por inútil? ¿Todos los viejos son inútiles? ¿Qué sientes con esta afirmación-creencia estúpi-da? Hacerte estas preguntas significa observar nuestras creencias y una forma de repliegue de nuestra conciencia sobre sí misma.

Otro ejercicio es el tratar de suspender el jui-cio sobre las cosas, personas o eventos que nos sucedan y tratar de observarlos yo mismo. Ob-servando mis prejuicios puede ser una buena forma de cambiar y estar menos alienado.

VERSo A VERSo

@indira_carpiopor indira carpioPoesía

o Nada

Las patas de una tara palo me caminan poco más arriba de la rodilla. No logro moverme, manotearla. Estoy debajo del azul del álamo. Los álamos cre-cen cerca del agua, crecen en medio de la lágrima, tercer ojo. Sus patas son pestañas y me guiñan la entrepierna. Las hojas se estremecen y cantan incluso más fuerte que los carboneros. No quiero moverme. Pretendo contemplar a la mula del diablo subir a mi pubis, desenvainar su lengua en mi carpelo. Ha sido Mariapalito un fuste lar-go y recto de la sombra. Se ha ido de mí como se larga la luz que atraviesa el árbol y me deja deseosa de estrellarla contra mi vulva. No conozco su tierra y su cuerpo magnético me siembra. La soledad no tiene olor. Nunca estuve más sola. Nunca sola en álamo.

---Hay una gota minúscula de sa-liva petrificada sobre la corteza del dedo anular. Es una gota que barre con la carne de su lengua, que se hace parte del cielo de la boca, que succiona y vuelve a colocar, yema por yema. Soy flor a la que se le chupa de ma-nera definitiva, seca flor de agua fosilizada.---

Tenía 12 años y piel de porce-lana. No había ido nunca al mar. Mamá le temía. Era de piel marmórea. Entonces crecían pelos como me crecía una voz, mi voz peluda me nombraba en las piernas. Las piernas hin-chaban. Si hubiese sabido lo que Rudyard Kipling entonces no hubiese odiado mis piernas. Porque según Kipling, las pier-nas de los elefantes inauguraron la vida. La selva donde pisaban convertían en lagunas, por don-de avanzaban nacían caminos. No supe esto sino hasta ahora y aun así sigo odiando mis pier-nas pentélicas y velludas, grue-sas y flácidas. Son piernas que no me sostienen, al contrario me revelan tambaleante, ino-perante. Y han sido las mismas piernas que me traen y llevan, que ante el amor se abren tije-ras, espasmódicas. Si me pusie-ra de cabeza mis piernas serían el mango pelícano de algún jue-go maravilla. Las subo hacia la pared, contengo queriendo al-canzar una posición invertida, para cambiar de paradigma y la sangre se me viene a la nariz y con ella fundo selvas, inauguro caminos y es entonces mi cabe-za la pata de esta mujer elefante que se odia por instantes mien-tras bufa el viento y resopla el agua del cielo a la tierra.

FOTO ENRIQUE HERNÁNDEZ

“No TE CREAS ToDoLo QuE DICES”

Groucho Marx

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14 CRUCICULTURA

POR NePtalí SegOvia

1. Estado independiente. 5. Diente de un peine. 7. Siglas de universidad venezolana. 11. El Viejo Continente. 13. Paso de dentro hacia afuera. 15. Pipí, pis, micción. 17. Un mamífero paquidermo. 18. Tierra de..., sitio donde Dios expulsó a Caín. 19. Cosecha de la caña de azúcar. 22. Ganso doméstico. 23. Pieza del juego de ajedrez. 25. Hipocorístico de Timoteo.

26. Siglas del trinitrotolueno. 27. Cuarta voz de la escala musical. 28. Letra del abecedario español. 30. Código FIFA de Suiza. 32. Percibí un sonido. 34. Bóvido salvaje extinto. 35. Cifra romana que vale mil. 36. Símbolo del actinio. 38. Prefijo con significado de nuevo. 40. Animal plantígrado. 41. Dominio de internet de Arabia Saudita. 42. Primer número natural.

44. Cincuenta y seis en números romanos. 46. Código COI de Nicaragua. 48. Una minoría étnica china. 49. Personaje bíblico, esposo de Betsabé (inv.). 51. Toro celeste asirio-babilónico. 53. Falsa deidad. 55. Cólera, ira exaltada. 57. Cavidad donde se aloja el ojo. 59. Rodaja frita de plátano verde. 60. Gas epónimo de avisos luminosos (inv.). 61. La hermana de los padres. 62. Fuente natural de agua.

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1. Soldado de a pie. 2. Nombre romano de Eos. 3. Lirio hediondo. 4. Unidad de medida de la sonoridad. 5. Apócope de papá. 6. Naipe que lleva el número uno. 7. Siglas de universidad venezolana. 8. Sinónimo de japonés. 9. Decreto, ley, mandato. 10. Hermana y esposa de Abraham. 12. La..., estación del Metro de Caracas. 14. Amarra, impide el movimiento. 16. Helados..., marca de helados de Venezuela. 20. Diosa griega de la fatalidad. 21. Gorro militar turco. 24. El marido de las hijas.26. Lanza o pértiga del carro. 27. Antiestética, desagradable, deforme. 29. Padre de Sem. 31. Plural de vocal. 33. Enarbola la bandera en el asta. 37. Armazón de una bicicleta. 39. Oleaje, maretazo, oleada. 40. Percibir un sonido. 41. Bar típico del oeste de los Estados Unidos. 43. Reina de Tebas, hija de Tántalo. 45. Planta que da la uva. 47. Cada naipe de una baraja. 48. Celine..., vocalista canadiense. 49. Estornudo, expectoración, catarro (inv.). 50. Siglas en inglés del ovni. 52. Ataúd, féretro, sarcófago. 54. Símbolos del litio y del nitrógeno. 56. Siglas de universidad venezolana. 58. Símbolo @, en inglés. 59. Símbolo del tántalo.

Michael Mata

pARQUE LOS CAOBOSMunicipio Libertador