SANTIAGO, Región Capital de Chile

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Conociendo Santiago

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3Santiago. Región capital de Chile

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SantiagoRegión capital de Chile

UNA INVITACIÓN AL CONOCIMIENTO

DEL ESPACIO PROPIO

Miguel Laborde

COLECCIÓN TEMÁTICAPUBLICACIONES BICENTENARIO

PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA

SANTIAGO. REGIÓN CAPITAL DE CHILE

6 Primera edición : diciembre de 2004I.S.B.N.: 956-7892-05-9Registro de Propiedad Intelectual N° 143.881Editor: Arturo Infante ReñascoEdición de textos: Jorgelina MartínDiseño: Patricio AndradeImpresión: Andros impresores, Santiago de Chile

Ilustración de portada: Santiago, de Enrique ZamudioLa Comisión Bicentenario agradece al pintor Enrique Zamudiola cesión de los derechos para la ilustración de la portada.

Esta publicación no puede ser reproducida,en todo o en parte, ni registrada o transmitidapor sistema alguno de recuperación de informaciónen ninguna forma o medio, sea mecánico,fotoquímico, electroóptico, por fotocopia ocualquier otro, sin permiso previo, por escrito de laSecretaría Ejecutiva de la Comisión Bicentenario.

© Gobierno Regional Metropolitano de Santiago© Comisión Bicentenario, Presidencia de la RepúblicaNueva York 9, piso 17, Santiago de ChileTeléfono: (56-2) 672 9565. Fax: (56-2) 672 9623Correo electrónico: [email protected]

MIGUEL LABORDE

Santiago. Región capital de Chile / Miguel LabordeSantiago: Publicaciones del Bicentenario, 2004248 p.; 15 x 23 cm

I.S.B.N.: 956-7892-05-9

SANTIAGO (CHILE) – DESCRIPCIONES918.3

ARQUITECTURA URBANA – CHILE – SANTIAGO711.4

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PRÓLOGO de Marcelo Trivelli, Intendente de Santiago 11

LÍNEA DEL TIEMPO: 1905-2004 13

REGIÓN DINÁMICA DE AMÉRICA DEL SUR 33El intendente universal 33Tolerancia cero 37El nombre de San Tiago 39Palacios y vinos de Francia 41Da Vinci y Pedro de Valdivia 44El proyecto vasco 46Vasallos del Inka 49La ciudad-combo 55La región del Maipo 58Diego de Almagro 60Habitar una cuenca 64“Un pueblo como el Cuzco” 69Aire azulado en la región del Maipo 73

POLO PRODUCTIVO EN SUDAMÉRICA 79Somos una empresa 79Don Juan y el vino 80Maestros vascos 81El toque francés 83También líderes chilenos 85Gath y Chaves, Patronato y Ñuñoa 87El provinciano Aguirre Cerda 90Santiago 1541-1941 91Grandes casas comerciales 93La ciudad tensa 94

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El imperio del mall 97La nueva identidad 98

CONSTRUIR LA CONVIVENCIA 101No seamos idiotas 101Adelantados del Novecientos 102Mujer de América 105Católicos en la cuestión social 106Laicos consagrados 107Hermanos del Río 110Nuestra Ciudad de la Alegría 111Pobres a la vista 113Alessandri Palma y “la canalla dorada” 114Dos hermanos grandes 115Los santos católicos 116El ministro Cruz Coke 119Bendito por la Madre Teresa de Calcuta 120El Gandhi chileno 122Tener un tío bombero 126Medio país 127Unión más televisión 129¿Y la señora Juanita? 130Mirando el Bicentenario 135Cabildo: autogobierno de la comnidad 136

LA REGIÓN Y SUS LUGARES 139Melipilla y Curacaví, rurales agrarias 139Alhué, la minera 142En una colina de Colina 144Aconcagua, la vecina del Norte 145Buin y Paine, frutas y aviones 147Dos utopías: Calera de Tango y San Bernardo 148Por la Alta Cordillera 153Laguna de Aculeoa y Altos de Cantillana 157Altos del Mapocho, montañas y nieve 158

ARTE Y CULTURA 161En La Moneda 161Un Lira y un González 163Luco, Silva y Gana 165En El Hércules y La Bahía 168El poeta vertical 173Descubrir Chile 174Donoso, Edwards, Lafourcade 176De Cézanne a Miró 178

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En el Parque Forestal 179Carmen 340 180Los Ramblers, Los Jaivas, Los Prisioneros y Los Tres 182El señor de los huacos 184Arquitectos en la ciudad 186El amigo de Beethoven 188Salvar los restos del naufragio 189Combatir el gris de la vida 192Puntal del Oriente 193Rincones visuales 194El café y su cultura 195Noche de museos 196Siglo XXI 197El nuevo siglo 199Señales opuestas 200

HACER CIUDADES EN EL TERRITORIO 203El otro soñador 203La sombra del creador 205El González olvidado 207Buscar la perspectiva 210El pragmatismo de Lavín 215Las cuatro escalas 217Santiago sustentable 220Las bellezas locales 223Expandir lo expandido 226El gigante egoísta 228Tareas pendientes 232Comunicada y participativa 236El Anillo Interior 238Vivirás en un archipiélago 241

CIEN LIBROS DE LA REGIÓN 243

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11Miguel Laborde nos invita a mirar Santiago desde su historia, de unamanera comprensiva, en la que los emprendimientos, las ideas, la cul-tura, los barrios y, sobre todo, las personas son los protagonistas de laciudad.

Convivimos en una ciudad diversa, en su gente y en su geografía.Habitamos todos la misma región y la vida urbana tiene valor en lamedida que los ciudadanos nos sintamos parte de una comunidad; nosidentifiquemos y valoremos su diversidad.

Como dice el autor: una ciudad no es sólo un espacio donde en-contrar trabajo, vivir, formar una familia, labrarse un destino. Tambiénes el desafío comunitario de crear una empresa social donde unos yotros logren sobrevivir, educarse, acceder a la salud, a una calidad devida mínima.

Es así como Laborde nos plantea la importancia de transformarSantiago en nombre de la dignidad ciudadana, continuar con las ini-ciativas de involucrar a la ciudadanía en la construcción y gestión denuestra ciudad. Se nos invita a crear ciudad, a vivir la ciudad, a reco-nocer y aprovechar nuestro entorno natural.

Entendemos que uno de los desafíos que tenemos como país en elmarco de la celebración del Bicentenario de la República es proyectarnuestras ciudades y regiones. Y esto no se puede hacer sin volver sobresus historias.

Este libro es un gran aporte para comprender a las personas, insti-tuciones y territorios que conforman esta Región Metropolitana deSantiago. Es una mirada fresca y urgente para no olvidar cómo fue ycómo es nuestro Santiago; pero también para proyectar desafiando lascertezas, como lo hizo Benjamín Vicuña Mackenna y tantos otros, yaque como nos dice el autor “...la ciudad es una utopía, un futuro posible,un horizonte...”.

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Vocación internacional, creciente calidad de vida para todos loshabitantes e identidad regional son los lineamientos que tenemos pordelante para lograr una capital de clase mundial. Esto será posible en lamedida que surjan nuevos liderazgos y emprendimientos comprome-tidos cívicamente con los desafíos que tiene Santiago.

MARCELO TRIVELLI O.Intendente de Santiago

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1905 Se inician obras del Centenario: Palacio de Bellas Artes, Palaciode Tribunales y Estación Mapocho.Ejército de Chile termina Plano Topográfico de Santiago.Aumenta inmigración árabe a Santiago, la que conforma Ba-rrio PatronatoInauguración de la Plaza Brasil en nuevo barrio.Decreto encarga a Sociedad de Fomento Fabril el fomento de lainmigración industrial.Santiago cuenta con 540 vehículos de alquiler.Aparición de la Revista Zig-Zag.Huelga de la carne, cientos de obreros invaden el barrio Diecio-cho y destruyen mobiliario urbano de la Alameda; la “SemanaRoja” culmina con docenas de muertes.

1906 Fundación de la Federación de Estudiantes de la U. de Chile(FECH).Fundación de la Colonia Tolstoiana en San Bernardo.Pedro Lira funda el Salón Libre de Pintura.Promulgación de la Ley de Habitaciones Obreras.Espectáculos de Teatro Edén, calificados de inmorales.

1907 Construcción de colectores y alcantarillado.Plantación de 7.700 árboles para el futuro Parque Forestal.Inmigrantes italianos fundan Fideos Carozzi.Apertura Avenida La Paz.Inauguración en el Cerro San Cristóbal monumental esculturade la Virgen.Carlos Carvajal promueve construcción de viviendas económi-cas lineales.

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Populares combates de box en Circo Océano.Aparece revista infantil El Peneca que llegará a tener un tirajede 240 mil ejemplares semanales y circulación por Sudamérica.Inauguran Palacio Iñiguez donde se instalará Confitería Torresen planta baja.Monumento a Vicuña Mackenna, “el mejor amigo de Santiago”.

1908 Once huelgas en la capital por salarios y escasez de viviendas.Luis Orrego Luco publica Casa Grande.

1909 “Riberas del Mapocho”, óleo de Alberto Valenzuela Llanos.Amanda Labarca anuncia nuevo rol de la mujer en la sociedad.

1910 Con edificios y exposiciones se celebra el Centenario de la In-dependencia.Alberto Valenzuela Llanos obtiene Medalla de Oro en Exposi-ción del Centenario.Primera película muda, “Manuel Rodríguez”, de Adolfo Urzúa.Claudio Arrau, niño pianista de 7 años de edad se presenta enLa Moneda y da un concierto en el Congreso Nacional.Inaugurado primer tramo FF.CC. Puente Alto-El Volcán en elCajón del Maipo.Nueve de doce bancos de Santiago se ubican en la calle Huérfanos.Abre sus puertas el elegante centro comercial Gath y Chaves,con tea room.

1911 Santiago alcanza una población de 400 mil habitantes, el 10%del país.El trazado de Santiago ocupa 4.500 hectáreas.Unos 100 mil santiaguinos habitan en conventillos y “callam-pas”.Sociedad Central de Arquitectos propone Plan Urbano paraSantiago.Anarquistas detonan artefacto explosivo en el Convento de lasCarmelitas descalzas.

1912 Aparece revista Musa Joven dirigida por Vicente Huidobro.Ingeniero Carlos Carvajal proyecta plan de transformación deSantiago.Inaugurada Estación Mapocho, arquitecto Emilio Jecquier.

1913 Emilio Jecquier proyecta Edificio de la Bolsa de Comercio.Gran Casa Central de la Universidad Católica en la Alameda.

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Monumento a los Bomberos junto al Parque Forestal; tiene placacon Escudo de Santiago propuesto por Bernardo O’Higgins.Empiezan a circular los primeros trolebuses eléctricos sin rie-les, trolleys.El urbanista Coxhead propone Costanera Norte y CostaneraSur en riberas del Mapocho, anchas y con áreas verdes.FF.CC. Central une Santiago con Puerto Montt, recorrido quefigurará entre los 30 más pintorescos del mundo. (Train Jour-neys of the World, London, 1993)

1914 Gabriela Mistral es la ganadora de los Juegos Florales.Éxitos de público para obras de teatro de Nicanor de la Sota.Se inaugura Edificio Diario Ilustrado de arquitecto Manuel Ci-fuentes (actual Intendencia de Región Metropolitana).Desde Laguna Negra (Cajón del Maipo) traerán agua potable ala ciudad.

1915 Alberto Mackenna Subercaseaux promueve cambios para el“Santiago futuro”.Caja de Ahorros de EE.PP. construye población de viviendas ais-ladas en Providencia.Se instala Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones enPuente Alto.Celebración de la primera Fiesta de los Estudiantes; carros, rei-na, disfraces, velada en el Municipal, fiesta en el Parque Cousiño.

1916 Numerosas denuncias por contaminación del río Mapocho.Fundan Junta de Beneficencia Escolar que construirá coloniasde vacaciones para niños sin recursos de Santiago.Exposición Industrial de SOFOFA en Quinta Normal presenta250 pabellones.Proyecto del Intendente Alberto Mackenna de transformacióndel Cerro San Cristóbal, el que tendrá árboles, caminos, funi-cular y zoológico.

1917 Ismael Valdés Vergara publica La transformación de Santiago.Establecimiento del descanso dominical para la industria y elcomercio.Inaugurada Bolsa de Comercio, arquitecto Emil Jecquier.Circulación de los primeros autobuses (góndolas).El inmigrante vasco-francés Beltrán Ilharreborde funda indus-tria de cuero y calzado.Las empresas de familias árabes igualan capitales con las deorigen italiano.Hotel Crillón abre sus puertas.

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1918 Se construye Palacio Bruna frente Parque Forestal.Grandes fiestas por el centenario de la batalla de Maipú.Pedro León Loyola funda la Universidad Popular Lastarria, gra-tuita para obreros.Se promulga el Código Sanitario.El aviador Dagoberto Godoy despega y cruza la Cordillera delos Andes.Se inaugura en la ciudad de Santiago el elegante Club Hípico.

1919 Inicio de las obras de la basílica de los Sacramentinos.Alarma por mortal epidemia de tifus exantemático.Teresita de los Andes ingresa al convento.Consagración de la cantante Sofía del Campo en el Teatro Mu-nicipal.

1920 Santiago supera el medio millón de habitantes.Comienzan las obras de construcción de los barrios Concha yToro y París Londres.Paisajista Guillermo Renner denuncia vandalismo en parquesy plazas.Carlos Casanueva es designado rector de la Universidad Católica.Manifestaciones multitudinarias al asumir el gobierno ArturoAlessandri Palma.Promulgación de la Ley de Educación Primaria Obligatoria.

1921 Construcción del primer rascacielos chileno, Edificio Ariztía deCruz Montt y Larraín.Creación del premio al mejor conventillo higiénico para obre-ros.El joven sureño Neftalí Reyes llega a Santiago, donde se con-vertirá en Pablo Neruda.La profesora Gabriela Mistral llega de Temuco: será directoradel Liceo N° 6 de Niñas.

1922 El arquitecto austríaco Alberto Siegel proyecta la casa matrizdel Banco de Chile.Apertura del restaurante La Bahía.Congreso Panamericano de Urbanismo en Santiago. Tiene porobjetivo la transformación de las ciudades de América.Primera transmisión de radio El Mercurio.Primer club de radioaficionados, clave en emergencias.

1923 En la Alameda con Brasil se inaugura la primera plaza con jue-gos infantiles.

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1924 Primeras vespasianas públicas.Pablo Neruda publica Veinte poemas de amor y una canción desespe-rada.Una muchedumbre inunda la Alameda para despedir al suici-dado líder comunista Luis Emilio Recabarren, cuyo ataúd reco-rre la Alameda envuelto en una bandera roja.Se crea el Ministerio de Higiene y Asistencia Social.Se termina de construir el Palacio de la Biblioteca Nacional.Fernando Tupper dona a artistas una casa en Santa Rosa conTarapacá y un mausoleo.Se abre el Chez Henry en el Portal Fernández Concha.

1925 Plan para Santiago del alcalde Luis Phillips.Fiesta de la Primavera alcanza su apogeo, toda la ciudad se dis-fraza y participa.Por demolición de local el Café Santos atenderá en Calle Huérfa-nos 897.Santiago tiene zoológico y funicular en el cerro San Cristóbal.En el bar Quitapenas nace el Club Deportivo Colo Colo.Récord de producción de cine: 25 películas chilenas (mudas).Nuevo Club de la Unión, en la Alameda.

1926 En el Teatro Carrera se presenta la primera película hablada,“Melodías de Broadway”.De las 3.075 industrias nacionales, 1.045 han sido fundadaspor inmigrantes y 1.078 están ubicadas en Santiago.El Patronato Nacional de la Infancia celebra 25 años: la mortali-dad de menores de un año se ha reducido de un 33% a un 10%.

1927 Instalación de la primera planta telefónica automática.Congestión en las calles céntricas causada por las carretas.Crecimiento de la ciudad: surgimiento de nuevas comunas:Conchalí, San Miguel, Lo Espejo, Maipú y La Cisterna.Joaquín Edwards Bello inicia la publicación de sus crónicas enel diario La Nación.

1928 Primer camión de la basura reemplaza a las carretelas con ca-ballos.Se inicia servicio de correo aéreo a Europa.El shimmy y el one step son los bailes de moda en la pista delParque Forestal.Censo industrial revela que la capital concentra los dos terciosde la actividad.

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Éxito de crítica y público para joven actor Alejandro Flores.Comienza a funcionar el servicio telefónico y de radiogramasinternacionales.

1929 Se inaugura el Edificio Oberpaur, el primero moderno de Chi-le. Edificios Turri en Plaza Italia.Nace Lan Chile, vuelos Santiago-Arica.Carabineros de Chile estrena su orfeón y el uso de guantesblancos.

1930 Santiago alcanza una población de 712 mil habitantes y posee25 mil aparatos telefónicos.Canalización del tramo del Mapocho que permite la creacióndel Parque Balmaceda en Providencia.Centenario del Museo Nacional de Historia Natural, el más an-tiguo de Sudamérica en esta disciplina.Grandioso funeral de Osmán Pérez Freire, autor de “Ay, ay,ay”.Abre sus puertas al público el Hotel Ritz con Tap Room.Santiago crece más allá: se inauguran líneas FF.CC. a Providen-cia, Ñuñoa y Macul.El alcalde Eliecer Parada impulsa pavimentación “total” de San-tiago.Por orden municipal habrá “victorias” para trasladar bohemioshasta el amanecer.Santiago ocupa 8.500 hectáreas.

1931 Ordenanza General de Construcción y Urbanismo.Vicente Huidobro publica Altazor.Cesantes del salitre establecen primera población callampa enLa Legua, San Miguel.Estudiantes universitarios inician manifestaciones callejeras queculminan en la caída del gobierno del general Ibáñez del Campo.Aparece diario vespertino La Segunda.Nace la revista Topaze, humorístico “barómetro de la políticachilena”.Reforma del Código Sanitario.Familias en la miseria recorren a diario Barrio Dieciocho pi-diendo un plato de sopa.El Día del Trabajo es feriado.

1932 Publicación de Santiago la Ciudad Moderna de Karl Brunner.Moderno Barrio Cívico rodea La Moneda, propuesto por KarlBrunner y desarrollado por Carlos Vera.

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Barrio El Llano Subercaseaux será “barrio-jardín”.Inmigrantes judíos fundan la fábrica de baquelita Shyf.Grupos armados pro nazis y comunistas chocan en las calles dela capital.Primer radioteatro: “La Enemiga”.Apertura de nuevo Portal Fernández Concha en Plaza de Ar-mas.

1933 Muere Juan Francisco González, primer pintor del mundo po-pular chileno.Roberto Matta se titula de arquitecto y emigra a Europa.“Norte y Sur” de Jorge “Coke” Délano, primera película sonoray parlante de Sudamérica.Juvenal Hernández, nuevo rector de la Universidad de Chile.

1934 Primer Plan Regulador de Santiago (Brunner-Humeres).Electrificación del tramo de FF.CC. Santiago-Valparaíso.Otorgan primeros Premios Municipales de Literatura de San-tiago.Lan Chile ofrece vuelos de Santiago a Punta Arenas.Conmoción femenina en Santiago por la visita de Clark Gable.

1935 Apogeo de las Fiestas de la Primavera, el carnaval de Santiago.Publicación de la novela de Joaquín Edwards Bello, La Chica delCrillón.En Posada del Corregidor se funda Sociedad de Amigos del Arteque presentará a Pablo Neruda y Federico García Lorca.Es asesinado en Avenida Pajaritos el periodista Luis Mesa Bell,quien denunciara torturas y muertes en interrogatorios poli-ciales.Ordenanza de Santiago regulariza el modelo de ciudad jardín.Santiago tiene un vehículo cada 100 habitantes.

1936 La joven sureña Violeta Parra llega a Santiago, canta en bares yboliches.Nietos del músico italiano Palestro transforman San Miguel enbaluarte socialista.Textiles Yarur es una de las manufactureras más grandes deSudamérica.Se instala el primer teléfono público callejero.Amanda Labarca, primera catedrática de Sudamérica, organizaEscuela de Temporada de la Universidad de Chile para todopúblico.

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1938 Creación de la Sociedad Constructora de Establecimientos Edu-cacionales.Se inaugura el edificio de la Escuela de Derecho Universidad deChile, de Juan Martínez, arquitecto vasco-chileno.Es inaugurado el Estadio Nacional.Masacre de 77 jóvenes pro-nazis en el Edificio del Seguro Obrero.

1939 Trágico terremoto del Sur modifica normas de construcción entodo el país.Abre sus puertas nuevo restorán El Parrón.Graciela Contreras Barrenechea es la primera alcaldesa de San-tiago.Cientos de judíos sobrevivientes son recibidos en la capital yforman barrio en sector Nataniel Serrano.Célebre Exposición de Vivienda en la Alameda revela agudodéficit habitacional.Jorge Millas, electo presidente de la FECH. Lo celebran sus ami-gos Nicanor Parra, Luis Oyarzún y Hans Niemeyer.Fundación del Cuadro Verde de Carabineros.El actor cómico Lucho Córdoba arrienda el Teatro Imperio.

1940 Inauguración del Hotel Carrera, primero de lujo en la capital.Aparición del diario El Siglo, órgano oficial del Partido Comunista.Se instala Fanaloza en el barrio Carrascal de Santiago.Santiago mide 8.500 hectáreas.Se instala la moderna Clínica Santa María.

1941 El mayor cortejo fúnebre de la historia de la ciudad acompañael ataúd del presidente Pedro Aguirre Cerda al CementerioGeneral.La colectividad judía agradece la acogida y dona los primerossemáforos eléctricos automáticos.400 años de la Fundación de Santiago; capital con modernoBarrio Cívico y un millón de habitantes.Municipalidad de Santiago adquiere Palacio Cousiño donderecibirá a De Gaulle, Tito y Golda Meier, entre otros personajesmundiales.Tradición y Leyenda de Santiago, antología de Antonio Roco delCampo en los 400 años de la ciudad.Industrias CIC inicia fabricación de bicicletas.Creación del Fondo de Construcción de la Habitación Popular.Fundación Teatro Experimental de la Universidad de Chile.

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1942 Abre el Café Miraflores, de vascos españoles.Se publica Memorias de un inmigrante árabe, de Benedicto Chuaqui.

1943 Inauguración del edificio de la Escuela Militar, de Juan Martínez.Juventud Católica dirigida por Padre Hurtado colma el TeatroCaupolicán.Juan Martínez gana concurso para la construcción del TemploVotivo de Maipú.

1944 Se realiza el primer electroencefalograma de Sudamérica en elInstituto de Neurocirugía.Carlos Peña Otaegui publica Santiago de siglo en siglo.El padre Alberto Hurtado funda el Hogar de Cristo.

1945 Se levanta el edificio del Banco del Estado, “el más grande deSudamérica”, de Mardones Restat.Danza profesional en Santiago: Universidad de Chile presenta“Coppelia”.Manufacturas Sumar inicia producción de nylon.Fiestas del 15 de noviembre que celebran el primer Premio Nobelde Literatura para América otorgado a Gabriel Mistral.Gran éxito de público de los restoranes de la Quinta Normal,preferidos para manifestaciones de políticos e intelectuales.

1946 Se inicia el funcionamiento de la población Juan Antonio Ríos,inspirada en reconstrucción inglesa.Todo Santiago en Los Cerrillos para recibir al arzobispo JoséMaría Caro, nombrado primer cardenal chileno.Industria Sumar crea el barrio industrial en Santiago Sur.Surge la Población La Pintana.El barrio Pedro de Valdivia Norte expresa influencia urbana deEE.UU.Muertos y heridos en concentración comunista en apoyo de lacandidatura presidencial de González Videla. Entre las víctimasse encuentra Ramona Parra de 18 años.

1947 Publicación de Papelucho, primer libro de la exitosa serie deMarcela Paz.Abre sus puertas Il Bosco en Alameda 867.Circulan trolleys eléctricos.

1948 Se dicta la Ley Pereira.Clásicos universitarios con gran despliegue artístico de barrasde Universidad Católica y Universidad de Chile.

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Carabineros de Chile recibe dotación de primeras motos HarleyDavidson.Con un millón de dólares nace Fundación Salomón Sack deenseñanza industrial para hijos de obreros.Textiles Yarur tiene una planta de 6 mil obreros.

1949 Se incendia el popular Café Lucerna, de propiedad de una fami-lia vasco-francesa.Abre el restaurant, rotisería, salón de té y boite Waldorf. (PaulAnka, Bill Halley, The Platters, Doménico Modugno, SaritaMontiel se presentarán en su escenario)Carretera Panamericana recorre el país.

1950 Paros y huelgas por excesivo desvío de inversiones públicas deGonzález Videla hacia La Serena.Exposición “De Manet a nuestros días” en Museo de Bellas Arteses visitada por más de 50.000 personas.Es descubierto complot militar contra González Videla, llama-do “de las patitas de chancho” por almuerzo en San Bernardodonde fue advertido.Inauguración del Café Goyescas en Estado N° 900.

1951 El padre Hurtado crea Revista Mensaje en la que dará cuenta dela vida del mundo popular.Aparecen las rápidas “liebres” en transporte público.El músico Domingo Santa Cruz, organizador de conciertos enel Forestal, recibe el Premio Nacional de Arte.Carabineros de Chile importa furgones Ford.

1952 Censo Nacional de la Vivienda registra que solo un 58% de loshabitantes de Santiago tiene acceso a red de agua potable yalcantarillado; el 72% es arrendatario.Inmigrantes judíos fundan Marmicoc.Carlos J. Larraín publica Historia de Las Condes.Santiago supera los 1.350.000 habitantes.Pablo Neruda y Matilde Urrutia compran propiedad en BarrioBellavista donde construirán “La Chascona”.

1953 Nace la Corporación de Vivienda (CORVI) para impulsar Plan deVivienda.Se crea el Ministerio de Economía: impulsará industrias en re-giones.Se inaugura en Ñuñoa la primera Casa Municipal de la Cultura.Agregan flúor al agua de Santiago para mejorar la dentadurade sus habitantes.

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1954 Nicanor Parra publica Poemas y Antipoemas.Cabildo Abierto de pobladores de poblaciones callampas cele-bra asamblea en el Teatro Caupolicán.Inauguración del Hospital San Juan de Dios en Avenida Matu-cana.

1955 Proliferación de fuentes de soda en barrios, algunas con wurlitzer.Aparece revista juvenil Barrabases.Sociedades EMPART construyen poblaciones para empleados par-ticulares.Picaresque en Recoleta, Bim Bam Bum en Huérfanos y Humores-que en San Ignacio, boites que animan la noche santiaguina.Culmina gran Basílica de Lourdes.Apogeo de la “Cultura del Forestal” de escritores y pintores.Tira cómica “Condorito” se transforma en revista.Se construye Población Las Rejas.

1956 Primer número de revista El Pingüino.Llegan modernos buses Mitsubishi de 12 metros de largo.

1957 Edificios Universidad Técnica del Estado.18 muertos y saqueos en el centro de la ciudad por alza pasajesy crisis económica; centenares son los heridos.Obreros constituyen Central Única de Trabajadores (CUT).Familias del Zanjón de la Aguada se toman terrenos CORVI ydan origen a Población La Victoria.Nace Compañía de teatro ICTUS.Muertos y heridos en manifestación en la Alameda marcan finsegundo gobierno de Ibáñez.De 5.854 industrias nacionales, 3.151 están en Santiago.Padre Alberto Hurtado denuncia situación niños que viven bajopuentes del río Mapocho.

1958 Temporales dejan cientos de familias damnificadas en pobla-ciones callampas.Aeropuerto de Los Cerrillos, arquitecta Iris Valenzuela.

1959 Gobierno radica familias del río Mapocho y Zanjón de la Agua-da en Lo Valledor y San Gregorio.Se dicta la Ley DFL 2 para impulso construcción viviendas.Retiran los últimos tranvías de Santiago.Santiago cuenta con un aparato telefónico cada 20 habitantes.Construyen Población José María Caro, 9.300 viviendas radi-can 90 mil personas, la más grande de la capital.

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Telégrafos del Estado abre primera oficina para envíos de télex.Aumenta inmigración a la capital, récord anual de 55.000 per-sonas, un tercio de la población de Santiago nacida en provin-cias.Entrenador Luis Álamos inicia período de oro de equipo de fút-bol de la Universidad de Chile: “El Ballet Azul”.Más de 32.000 familias habitan en poblaciones “callampas”,Alessandri impulsa construcción viviendas sociales masivas.Phillips chilena fabrica máquinas de afeitar eléctricas.

1960 Plan Intercomunal de Santiago establece 21 mil hectáreas ur-banas y 17 mil suburbanas.Plan Intercomunal de Santiago promueve cordones industria-les en avenidas Vicuña Mackenna y Los Cerrillos y en Carrete-ra Panamericana Norte.Aviones “Caravelle” facilitan transporte internacional de San-tiago desde Los Cerrillos.Estreno comedia musical “La Pérgola de las Flores”, de IsidoraAguirre.Santiago tiene más de 1.900.000 habitantes.

1961 Reforma Agraria y créditos a campesinos para detener emigra-ción campo ciudad.Comités de Sin Casa organizan toma de Chacra Santa Adriana.Inicio obras Iglesia de los Benedictinos.Asume Arzobispado de Santiago Raúl Silva Henríquez.Primera edición de Guía de Santiago de Carlos Ossandón.Se inician estudios para FF.CC. subterráneo de Santiago.Ictus estrena “El cepillo de dientes” de Jorge Díaz.

1962 Terminada Unidad Vecinal Portales.Exposición “De Cezanne a Miró” en la Quinta Normal es lamás visitada en la historia de la ciudad.Alfredo Gómez Morel, ex pelusa del Mapocho y ex delincuentepublica la novela El Río.Mundial de Fútbol paraliza la ciudad y multiplica aparatos deTV; final en Estadio Nacional.Inicio obras Torres de Tajamar.Gobierno alemán dona bomba de cobalto para lucha contra elcáncer, el mal moderno.Construcción autopista urbana Avenida Kennedy.

1963 Centenario del Cuerpo de Bomberos de Santiago.Eliminada línea férrea a Puente Alto.

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1964 Muertos y heridos en Población José María Caro.Marcha de la Patria Joven reúne un millón de personas en Par-que Cousiño en proclamación de candidato Frei Montalva.Edificio Santiago centro, de Jorge Aguirre Silva et al.Abre Peña de los Parra en Carmen 340: Ángel e Isabel Parra,Patricio Manns, Rolando Alarcón y Víctor Jara.

1965 Creación Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU).Operación Sitio para remediar con urgencia el tema de la vivien-da: viviendas mínimas en sitios urbanizados o semiurbanizados.Violeta Parra inaugura carpa teatro en La Reina.Esto no es el paraíso, novela de los bajos fondos de Luis Rivano,ex carabinero.Inicio complejo vial Avenida Norte Sur.

1966 Villa La Reina, de Fernando Castillo Velasco.Primer trasplante de riñón en Hospital J. J. Aguirre.Gran éxito Feria del Parque Forestal, promotor Lorenzo Berg larepetirá en Providencia y Cerrillos.Inauguración Edificio CEPAL en Vitacura, de Emilio Duhart et al.Construcción Balneario Tupahue.

1967 Lorenzo Berg a cargo de Galería Artesanal de Cema Chile.Fundación de INACAP para la formación de técnicos y capacita-ción de obreros.Inicio de tomas en la Universidad Católica por la Reforma Uni-versitaria.Comités de Sin Casa fundan Población Hermida de la Victoria.

1968 Primer número revista infantil Mampato.Ley de Juntas de Vecinos y demás Organizaciones Comunita-rias (Centros de Madres, cooperativas, centros culturales yotros).Muere Segundo Zamora tras interpretar por última vez su cue-ca “Adiós Santiago querido”.La ciudad pendiente de pantallas de TV; Godfrey Stevens com-bate por título mundial de boxeo.Cientos de jóvenes se reúnen en concierto al aire libre en Pie-dra Roja.Remodelación San Borja, 13 torres en 22 hectáreas céntricas.Miles de pobladores fundan Población Violeta Parra en terre-nos tomados.Muerte por suicidio de Joaquín Edwards Bello y Pablo de Rokha.Inicio de Villa Frei en Ñuñoa.

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Providencia es foco de hipismo, música juvenil y modas nue-vas de Santiago.

1969 Juan Martínez Gutiérrez, primer Premio Nacional de Arquitec-tura.Intento golpista de general Viaux es abortado por general RenéSchneider, quien será asesinado un año después en represalia.Museo de Arte Colonial en claustro de Iglesia de San Francisco.Memorias de Eduardo Balmaceda Valdés sobre el Santiago del900: Un mundo que se fue...Debuta Don Francisco en Canal 13: “Sábados Alegres”.Vicerrectoría de Comunicaciones UC y Ricardo García organi-zan Primer Festival de la Nueva Canción Chilena en TeatroCaupolicán.Televisión Nacional inicia transmisiones.Operación Sitio urbaniza La Pincoya.Cine chileno invade carteleras: “El Chacal de Nahueltoro”(Littin), “Tres tristes tigres” (Raúl Ruiz), “Caliche sangriento”(Helvio Soto), “Valparaíso, mi amor (Aldo Francia), “New Love”(Covacevich) .ODEPLAN propone dividir el país en XI Regiones más una Re-gión Metropolitana.

1970 Surge Población La Bandera en La Granja.Grupo Quilapayún graba la “Cantata de Santa María de Iqui-que” de Luis Advis.Grupo Los Blops graba “Los Momentos”.Aparece diario Puro Chile, de respaldo a Salvador Allende y laUnidad Popular.Nacen Poblaciones en Lo Hermida y Lo Arrieta.Túnel Lo Prado disminuye tiempo de viaje a la costa.Campamento 26 de enero es plataforma del MIR en Gran Ave-nida.Hotel Sheraton marca nuevo estándar en la ciudad.“La niña en la palomera”, estreno teatral de obra de FernandoCuadra.

1971 Asesinado Edmundo Pérez Zujovic en barrio de Providencia.Cacerolazos en Santiago Oriente contra desabastecimiento du-rante el gobierno de Allende, el que genera largas colas paracompras en mercados.Inician donaciones para Museo de la Solidaridad que llevaránombre de Salvador Allende.Prolongada visita de Fidel Castro.

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Palomita Blanca, best seller de Enrique Lafourcade.Premio Nacional de Arquitectura a Roberto Dávila Carson, di-fusor de la arquitectura colonial chilena.

1972 Víctor Jara recoge historias en Hermida de la Victoria para suLP “La Población”.Plantaciones y construcciones renuevan Parque O’Higgins.Publicación de Crónicas del Barrio Yungay de Fidel AranedaBravo.Tomas y campamentos en cordones industriales instigadas porMIR y otros extremistas convulsionan la capital.Dr. Antonio Salas efectúa primera operación de cambio de sexo.Con UNCTAD III y Exposición Mundial de la Vivienda se inaugu-ra gran edificio y centro cultural en la Alameda (actual DiegoPortales).Implantado primer marcapasos atómico por Dr. Alberto Spoerer.Nacimiento de la Población Nueva Habana en La Florida (ac-tual Nuevo Amanecer).

1973 Chocan grupos a favor y en contra de Allende en calles cén-tricas.Bombardeo Palacio de La Moneda el 11 de septiembre iniciagobierno militar, Estadio Chile, Estadio Nacional, Villa Grimal-di son utilizados como centros de detención y tortura.Por aplicación del toque de queda cierran locales tradicionalesde la bohemia, como Il Bosco de la Alameda y El Pollo Dorado decalle Estado.

1974 Gobierno establece Área Metropolitana y el resto del país divi-dido en XII Regiones.

1975 Inaugurado Metro de Santiago.René León Echaíz publica Historia de Santiago en dos tomos.Se amplía límite intercomunal a 40 mil hectáreas.

1976 Se eleva Torre Entel.En avenida Bilbao abre sus puertas el Jumbo, primer hiper-mercado.Vicaría de la Solidaridad del Arzobispado de Santiago asumeasesoría y ayuda a familias de detenidos desaparecidos.Vuelven las tertulias literarias en Librería Nascimento.

1977 Quinta Michita, primera comunidad de viviendas Castillo Ve-lasco.

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Calle Ahumada transformada en paseo peatonal.Primera Bienal de Arquitectura.Éxito de público en Festival de Barrio Bellavista.Se instalan primeros parquímetros.Circulan primeras tarjetas de crédito, Diners Club.

1978 Primera Teletón exitosa, de periodistas a favor de niños disca-pacitados.Inicio transmisión TV en colores.Congestión y contaminación: son 5.400 los buses que recorrenla capital.Lafourcade inicia crónicas dominicales en El Mercurio.

1979 Nace grupo Los Prisioneros en Liceo 6 de San Miguel.Límite intercomunal sube de 40 a 62 mil hectáreas, solo se res-tringirá en cotas 900 y 1.000 de la precordillera.

1980 Se inauguraTeleférico del San Cristóbal.La capital, que tuviera 840 industrias en 1970 y 664 en 1977,sube a 779.Santiago dividido en 34 comunas.Inicia su funcionamiento la primera parte Centro ComercialParque Arauco.Primera operación a cráneo abierto, Dr. Juan Montedónico.Accidentes de tránsito son primera causa de muerte en adultosjóvenes.

1981 Más de 100.000 espectadores para Lautaro, obra de IsidoraAguirre.Se autoriza creación nuevas universidades, Institutos Profesio-nales y Centros de Formación Técnica.La Moneda restaurada vuelve a ser sede del Poder Ejecutivo.Santiago paralizado por final de teleserie “La Madrastra”.Construcción Avenida 11 de septiembre en Providencia.Alcalde Mekis inaugura Museo de Santiago en Casa Colorada.Alcalde Mekis y familia Larraín Echenique inauguran MuseoChileno de Arte Precolombino en antiguo Palacio de la RealAduana.Explosión inmobiliaria en La Florida, Maipú, Puente Alto y LaReina.Se establece censura al libro y se celebra Primera Feria del Li-bro en Parque Forestal: 24 pabellones.Productos importados invaden vitrinas de la ciudad.Isapres asumen gestión de salud previsional.

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1982 Población de Santiago llega a 3.873.774, el resto del país7.401.666.El 62% de la industrias nacionales está en Santiago.Abre sus puertas Museo Histórico Nacional en Palacio de la RealAudiencia.Teatro El Conventillo de Tomás Vidiella inicia foco teatral enBarrio Bellavista.Por baja en empleo y producción gobierno crea programas deemergencia PEM y POJH.Multitudinaria despedida en funeral de Eduardo Frei Montalva.Inauguran Plaza del Mulato Gil de Castro en Barrio Lastarria.Desbordes del Mapocho inundan zonas de Santiago Oriente.

1983 Inaugurado Planetario de Santiago, de la Universidad de San-tiago.Protesta Nacional termina con 31 muertos.Pueblito artesanal de Los Domínicos tendrá 27 mil metros cua-drados.

1984 Científicos advierten crisis ambiental de Santiago.

1985 Pudahuel alcanza 100 mil habitantes.Propician área urbana limitada para evitar expansión excesivade Santiago.Fuerte temblor causa graves daños en históricos barrios de San-tiago Poniente.

1986 Atentado a Augusto Pinochet en Cajón del Maipo.

1987 Se completa Línea 2 del Metro.La ciudad de fiesta por título de Miss Universo para Cecilia Bo-locco.Mensaje del Papa Juan Pablo II en Estadio Nacional: “El amores más fuerte”.

1988 Carlos Maturana “Bororo” Primer premio en concurso de pin-tura urbana con “El Centro de Santiago”.Estreno de “La Negra Ester”, dirigida por Andrés Pérez, en Puen-te Alto; cientos de miles de espectadores celebrarán su propuesta.Vicente Espinoza publica Para una historia de los pobres de la ciudad.Parque de las Esculturas en riberas del Mapocho en Providencia.Augusto Pinochet pierde plebiscito nacional.

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1989 Culmina Circunvalación Américo Vespucio.

1990 Edificio Consorcio Nacional de Seguros, de Huidobro, Cheme-tov y Browne.Edificio CTC, hito en Plaza Baquedano.Santiago área de 55 mil hectáreas.Metrotrén a Rancagua.Retorno de la democracia con apertura del Congreso Nacionalen Valparaíso.

1991 Bolsa de Valores de Santiago integra Federación Internacionalde las 40 principales del mundo.Alarma por epidemia de cólera.Armando de Ramón publica Santiago de Chile 1541-1991.

1992 Inaugurado Parque de los Reyes.Terrenos de Cervecerías Unidas ocupados por edificios “inteli-gentes”: Manhattan.

1993 Primer Festival Teatro a Mil.Comienzo de urbanizaciones en Chicureo (Colina).

1994 Ley de Bases del Medio Ambiente.Plan Regulador promueve 60 mil hectáreas como área de ex-pansión máxima para la ciudad.Controversia por ubicación de Casa del Sida.

1995 Más de 4 millones pasajeros anuales en Aeropuerto Interna-cional de Pudahuel.Bellavista es “la calle del lapislázuli”.Santiago con población de 4,8 millones de habitantes.Santiago se extiende en 65 mil hectáreas del valle del Ma-pocho.Éxito de fiestas electrónicas de Hugo Chávez.

1996 Memorial del viejo Santiago, libro de Alfonso Calderón.400 mil pasajeros en Metrotrén Santiago-Rancagua.

1997 Línea 5 del Metro une Estación Baquedano a La Florida.Ciudad Empresarial orienta desarrollo de Huechuraba.Publican El Santiago que se fue, con crónicas de Oreste Plath.Roberto Merino publica Santiago de memoria.Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental.

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1998 Aumentan restoranes en avenidas El Bosque e Isidora Goye-nechea.Marcelo Ríos a la cabeza del tenis mundial, es recibido en LaMoneda.Silvio Caiozzi filma Coronación, novela de José Donoso, en Ba-rrio Huemul.

1999 Mario Toral termina mural “Memoria Visual de una Nación”,de 1.200 metros, en Estación de Metro Universidad de Chile.Borderío será polo de restoranes en Vitacura, con parque y ga-lería de arte.Tomás Andreu, Espaciocal, Plástica Nueva, Marlborough: gale-rías de arte se instalan en Vitacura.Primera Fiesta de la Cultura Ciudadana atrae más de 300 milespectadores.

2000 Inaugurada extensión Línea 2 del Metro a Estación Santa Ana.Miguel Saavedra y otros publican Santiago Poniente. Desarrollourbano y patrimonio.Grupos económicos instalan oficinas en El Golf: Angelini, Luk-sic, Claro, Penta, Piñera...Documental de Ignacio Agüero sobre demolición de barrios:“Aquí se construye”.25 mil lectores de Condé Nast Traveller eligen Hotel Hyatt de San-tiago como el mejor de Sudamérica y el Caribe.El sueño de la historia de Jorge Edwards novela histórica de Joa-quín Toesca.Abre sus puertas Museo Mirador MIM.Primer concurso “Santiago en 100 palabras”.

2001 Abre Museo de Artes Visuales en Plaza del Mulato.Comercio de Barrio Patronato promueve productos nacionales.Amenazada subsistencia de tradicional bar La Piojera: muchacompetencia.Iniciada Autopista Central, nuevo acceso Sur a la capital.Restauraciones arquitectónicas y de esculturas en CementerioGeneral.XII Softel ocupará 10 mil metros cuadrados.

2002 Crisis en la capital: inundaciones por falta de colectores de aguaslluvias.Ingenieros de transporte respaldan Plan Transantiago.Casi 4.500 santiaguinos se desnudan en el Forestal para foto deSpencer Tunick.

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Participación Ciudadana: Campaña por “Defensa del BarrioBellavista frente a la Costanera Norte” gana premio internacio-nal “Somos Patrimonio”.

2003 Construcción Autopista Costanera Norte.Fiesta despedida Hotel Carrera, edificio será sede Ministerio deRR.EE.13.600 visitantes para “Museos de Medianoche”.Inaugurado Museo Histórico Militar en antigua Escuela Militar.Matucana 100 será gran centro cultural.Abierto al público el nuevo Museo de la Merced.Los Jaivas en Estadio Nacional celebran 40 años de trayectoria.“Luces de Modernidad” difunde archivo fotográfico Chilectradel Santiago antiguo.

2004 Inaugurada Biblioteca de Santiago en Avenida Matucana.Avanzan obras principal centro multimodal de Transporte enSantiago, Avenida Matucana esquina de Catedral.Serán 36 los países representados en Expomin 2004.Anuncian adelanto de entregas Costanera Norte y AutopistaCentral.En Santiago culmina encuentro APEC con principales manda-tarios Asia Pacífico.

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REGIÓN DINÁMICA DE AMÉRICA DEL SUR

Cuando no se sabe dónde se va,nunca hay vientos favorables.

Séneca

EL INTENDENTE UNIVERSAL

Albert Camus caminó por estas calles, estuvo en la Plaza de Armas,nos visitó con su mirada lúcida el año 1948. Aquí enumeró los tresrequisitos que le parecían vitales para enfrentar el futuro: “tratar deplantear la utopía tan correctamente como sea posible”; hacerlo “libe-rado de todo mesianismo”; y también, “emancipado de toda nostalgiadel Paraíso Terrenal”.

¿Alguien habrá hecho esta enumeración respecto de esta Región,Capital de Chile?

Hay que amar mucho el mundo o al ser humano, para cumplir esatarea. Creo que en Santiago alguien lo hizo, y ese portento fue Benja-mín Vicuña Mackenna, quien, para muchos en la época –y no sólochilenos– era “el hombre más grande de América”.

Aquí nació y creció este genio continental, el que cumplió el rol deCosme de Médicis en Florencia, o el del barón Haussman en París;alguien que no solo exploró, amó, tocó y soñó esta ciudad, sino quetambién tuvo la inteligencia y el poder como para demostrarlo y de-mostrárselo, dejando sus huellas, sus manos marcadas para siempre.Posee, además, un sello particular frente a los anteriores. Cercano alcampo tiene ojos para toda la región, explora el Cajón del Maipo, ob-serva las aguas del Mapocho, ve más allá de los límites de la ciudad.

Santiago se parecía a muchas ciudades españolas del Nuevo Mun-do, una más, con calles rectas alineadas a la vista de la Cordillera de losAndes, un barroso torrente de montaña serpenteando valle abajo porun lecho de cascajos, hasta que Vicuña Mackenna hizo de ella algoúnico. Sus cuidados la hicieron brillar, vivir un esplendor que la hizomemorable, única.

¿Cómo surgió esa relación entre el genio y su ciudad natal? VicuñaMackenna era santiaguino de nacimiento, creció en la casa paterna de

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la calle de las Agustinas, entre Morandé y Teatinos, por lo que pudohaber sentido por ella un amor a primera vista.

Con claros signos de genialidad, a los dieciocho años ya era unpersonaje en la ciudad: bachiller de la Facultad de Leyes y CienciasPolíticas, miembro de la Sociedad Literaria, autor de trabajos históri-cos, secretario de comisión del Partido Liberal, colaborador del diarioLa Tribuna... Pudo haber cambiado el país, para allá iba, pero las cama-rillas ocultas, las máquinas políticas, lo sacaron del camino que lo con-ducía directo a la Presidencia de la República.

Da lo mismo, siguió adelante entregado al servicio público, a sumanera. No fue urbanista, ni médico social ni agrónomo, pero utilizómuy bien todas estas disciplinas para cumplir su verdadera misión,autoimpuesta, de lograr el desarrollo social y cultural de los chilenos.Como los hombres universales del Renacimiento, no le bastó una solamirada: quería saberlo todo.

De joven pasó las noches leyendo acerca del mundo y luego quisoconocerlo en vivo. Viajero en barcos, trenes y diligencias, recorrió Es-tados Unidos de San Francisco a Nueva York, enamorándose de la ener-gía y fe en los recursos de esa nación que recién nacía. Tuvo, comoWalt Whitman, la suerte de asistir a su parto y, por supuesto, no olvidóese espectáculo. Vicuña Mackenna fue uno de los primeros en advertirel genio del joven inventor Edison, con el que mantendrá correspon-dencia por años.

Se instaló en París justo en los años en que la urbe francesa era lacapital del mundo. En ella caminó sus bulevares, museos y parques.Nuevamente privilegiado, asistió a la furia renovadora en tiempos deNapoleón III, precisamente cuando el barón Haussman crea la ciudadque seducirá al mundo, el modelo que inspirará a los mandatarios des-de Boston a San Petersburgo. Tampoco echó al olvido esa enseñanza,mientras crecía en su interior el sueño de un Chile nuevo. Todavía nopensaba en ciudades, pero todo le será útil.

Lo urbano le venía de su abuelo, John Mackenna, precisamente elhombre que intentó la mayor ciudad de la utopía de toda la Colonia, elirlandés que procuró crear en Osorno una urbe ilustrada que sería unaluz en el Sur del mundo, una ciudad donde convivirían los indígenashuilliches con los técnicos ingleses e irlandeses que trajo para indus-trializar la zona, además de los criollos mestizos de españoles e indias.Once años estuvo Mackenna construyendo esa utopía, y su nieto Ben-jamín la reconstruirá para rendirle un homenaje al escribir su biogra-fía. Es posible que de su abuelo, que tenía ojos territoriales, aprendierael intendente a observar la geografía completa de esta región.

Vicuña Mackenna, cada vez más, actuará como él; también soñarácon civilizar Chile mediante el trabajo, la industria, la educación. Estu-dia en el Colegio Real de Agricultura en Gloucester, Inglaterra, e inme-

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diatamente transmite sus conclusiones a El Mercurio de Valparaíso paraque los hacendados locales se modernicen. Alemania e Italia son otrasnaciones donde succiona datos e ideas para lograr “la transformación”de Chile. Su preparación, en ese momento, es una de las mejores delmundo, su destino es claro aunque él no lo conozca.

Cuando vuelve se transforma en el alma de la Sociedad de Instruc-ción Primaria. Si los niños de Chile no abren sus ojos al conocimientono habrá futuro para la nación. También es protagonista principal de laSociedad Nacional de Agricultura, mediante la cual divulga la apari-ción de nuevas máquinas y sistemas de procesos descubiertos en Euro-pa. Además, será miembro fundador del Club de la Unión, el eje queune a conservadores y liberales en torno a un programa técnico dedesarrollo nacional. Ha sufrido el exilio, las cárceles políticas y estáconvencido que con divisiones y abismos tampoco progresará el país.Así, una vez más, actúa como “hombre universal”.

Pero las autoridades se inquietan con sus manifiestos y discursos yde nuevo debe partir al destierro. Se va a deambular con el gran histo-riador Diego Barros Arana. De nuevo en las calles de París, donde ha-blan y hablan de un Chile que aman y que les duele. Entre tantosproyectos que lo desvelan, hay uno que puede realizar ahora que tieneque dejar Chile, cumpliendo tal vez con algo que comentara con Ba-rros Arana. Antes de que mueran los protagonistas parte a Lima a en-trevistar a todos cuantos conocieran a Bernardo O’Higgins, los que to-davía pueden dar una información de primera mano sobre los últimosaños del Padre de la Patria.

Entonces, Vicuña Mackenna no tiene aún treinta años de edad.Será parlamentario, agente en Estados Unidos, historiador, perio-

dista y, finalmente, Intendente de Santiago. Con este cargo tiene unatarea concreta para hacer realidad su pensamiento, toda una provin-cia, la provincia capital entre sus manos, para impulsar un polo deprogreso que encandile, seduzca e inspire al país todo.

En su sangre se mezclan los dos más antiguos pueblos de Europa,vascos y celtas, es portador de esos genes igualitarios que se fortalecie-ron al asistir en París a las revueltas liberales de 1848. Parte importantede su infancia, y de su formación, se debe a la Hacienda de Santa Rosade Colmo, cerca de la desembocadura del río Aconcagua. El trato coti-diano con otros niños, con los campesinos, que enfrentaban un futurode pobreza, analfabetismo, falta de perspectivas, marcó su visión delpaís. Quedó, en el fondo, con un profundo e íntimo rechazo a unarealidad de masas hambrientas, enfermas y sucias, casi con un sentidoestético además de social.

Está convencido de que las nuevas ideas y tecnologías serán capa-ces de cambiar esa realidad. Hay que ofrecer una imagen del futuro,que despierte al chileno de la siesta colonial, que dinamice y moderni-

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ce a la sociedad dirigente. Al igual que el Intendente Torcuato de Al-vear en Buenos Aires, o Francisco Pereira en Río de Janeiro, transfor-mará Santiago en nombre de la dignidad ciudadana.

El urbanismo es, y será, una herramienta política.Lo demuestra al darle un orden administrativo a toda la Provincia

de Santiago cuando lo nombran Intendente; concibe el Camino de Cin-tura para ordenar y embellecer la capital; habilita los mercados de SanDiego y San Pablo y favorece el rol del Consejo de Higiene para mejo-rar la salud pública. Impulsa parques y plazas para que las gentes respi-ren mejor aire. Transforma el seco peñón del Santa Lucía en un parquedonde el pueblo pasee entre esculturas, árboles y encuentre obras dearte y biblioteca. Encarga la construcción del Museo Nacional de Histo-ria Natural como foco de desarrollo de las Ciencias Naturales en el país.Crea un Teatro Popular que sirva para la educación masiva. Reinaugu-ra el Teatro Municipal que se había incendiado. Apadrina la SociedadProtectora de Animales. Excursiona en mula por la precordillera hastaencontrar agua dulce para la ciudad en Laguna Negra...

Nadie había hecho tanto por Santiago, e hizo harto más. Comoesas grandes exposiciones donde la ciudad pudo conocer su propia his-toria y también sus productos industriales, sus pioneros pintores o lasmás recientes maquinarias importadas. Ser santiaguino, desde enton-ces, será algo, tendrá un sentido.

Pero, una vez que abandone el cargo, en abril de 1875, los santia-guinos no lo seguirán. Sus obras serán un injerto en una ciudad inca-paz de expandirse con el mismo orden, la misma belleza, la mismapreocupación por la higiene. Quedará su aporte como el breve escena-rio de una sociedad afrancesada que no heredó sus utopías sociales.

¿Quién recuerda que él fue quien entusiasmó a Maximiano Errá-zuriz para construirse el palacio que hoy ocupa la Embajada de Brasil,para que así Santiago contara con una avenida noble y ceremonial, unpaseo refinado que culminara en el cerro Santa Lucía?

Era una propuesta magistral, decisiva, integral. Y es que uno de susmejores aportes fue el de establecer la escala de la ciudad. Hay unaproporción entre toda ella y su territorio, que se encuentra y construyea través de generaciones. No es fácil descubrirla, e incluso se dice queen las ciudades atlánticas, como Río de Janeiro o Bueno Aires, es demagnitudes mayores a la de los países del Pacífico.

Vicuña Mackenna no copió la de París, detectó la propia de Santia-go. Tomó de allá modelos de diseño urbano pero los escaló en funciónde ella al impulsar esa Alameda con palacios que culminaran en elSanta Lucía. Al determinar el trazado del Camino de Cintura lo hizocon ojo de águila, como observando desde lo alto la ciudad en el valle.

El santiaguino, como el depresivo bipolar, cuando amanece conenergía quiere compensar en un día lo que no hizo en un siglo. Vicuña

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Mackenna, maestro, no cometió ese error. La escala no es monumen-tal ni de grandes perspectivas, no es atlántica. Es propia de un país derincones, de nichos diversos, de infinitos cerros, innúmeras quebradas,miles de islas. Propia de una región que encierra climas, suelos y hastaaires diferentes.

Walt Whitman descubrió la escala de Estados Unidos, Vicuña Mac-kenna la de Chile y la hizo obra en Santiago, ayudado por las vistasdesde la precordillera. Allá lejos, en América Central, otro genio quedódeslumbrado: Rubén Darío. Tomó un barco y se vino a Santiago deChile, la ciudad americana donde se estaba inventando el futuro. Llegótarde para conocer a su ídolo, Vicuña Mackenna moría entretanto, perofue suficiente para que llevara la modernidad a la lengua española ydiera a luz un futuro nuevo para el mundo hispanoamericano. Por esoNeruda y García Lorca lo nombraron “Padre de América”; porque, talcomo Baudelaire, Verlaine y Rimbaud lo hicieran para el francés –sedice que por influencia de los bulevares de Haussman en París– Daríomodernizó la lengua y las letras castellanas celebrando el espectáculode ese Santiago inspirado en París.

Benjamín Vicuña Mackenna, Intendente de Santiago entre 1872 y1875, abrió el camino. La hacienda de Colmo, esa en la que plantómiles de árboles con sus propias manos, le fue expropiada a la familiapara pagar las deudas que contrajo en el cargo, y se le hará un soloreconocimiento: su esposa e hijo pueden entrar al Cerro Santa Lucíasin pagar entrada.

Rubén Darío fue el primer vástago de Vicuña Mackenna, y luegotodos los demás somos sus descendientes. Hizo de Santiago un lugarcon historia y a todos nos dejó un lugar en la historia.

TOLERANCIA CERO

Vicuña Mackenna quedará como “el Haussman chileno”, lo que nocorresponde a la realidad. No había en Santiago ni infraestructura nirecursos para una renovación similar a la del París de la segunda mitaddel siglo XIX, cuando era la ciudad más vanguardista del mundo; peroigual su modelo será francés y con ello le dio una inesperada imagen.

No fue su intención directa. Aspiraba a lograr que la ciudad y loscampos circunvecinos fueran seguros, que estuvieran aseados los ca-minos y mercados, que hubiera bulevares espaciosos para el espec-táculo cívico y el paseo ciudadano.

Su labor se parece mucho a la de La Reynie en el París del sigloXVII, más que a la de Haussman. La seguridad era pésima en la capitalfrancesa de 1666, ciudad oscura y peligrosa, lo que lleva a Luis XIV,joven e impulsivo rey de veintiocho años, y a su ministro Colbert, acrear el cargo de Prefecto de París. Buscaron entonces un hombre de

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toga y espada, culto pero ejecutivo, capaz de planificar reformas en laseguridad pero también de reaccionar frente a inundaciones y pestes.La elección de Nicolás de La Reynie fue muy acertada porque en trein-ta años transformó París en una ciudad modelo ante el resto de Euro-pa, lo que nunca había sido hasta entonces.

Hombre brillante, La Reynie determinará que su primer enemigoes la suciedad, el desorden. Que es imposible manejar una ciudad don-de las calles son barriales, en la que la gente arroja la basura por lasventanas, en donde las calzadas son un caos que impide el tránsito decarruajes y jinetes. Por lo tanto, censó cada casa determinando su ubi-cación con exactitud, creó una comisión por barrio para mantener ac-tualizada esa información, estableció la obligación de los habitantes delavar y barrer la vía pública frente a sus casas, aplicó un impuesto terri-torial para cada propiedad y estableció el pago de multas para quienesarrojaran basura o no limpiaran la vía pública. Con esos recursos pudocomenzar a pavimentar las calles, lo que de inmediato cambió la ima-gen de la ciudad. El caos del tráfico céntrico también se prestaba paradesórdenes y robos, para lo cual se preocupó de crear puentes sobre elSena que facilitaran el flujo de los vehículos.

En el proceso se dio cuenta de que las casas se ubicaban de cual-quier manera junto a las calles, generando rincones oscuros y focos desuciedad, por lo que estableció la alineación de las construcciones.

Mucho antes de que Rudolph Giuliani, en Nueva York, ahora enlos 90 de fines del siglo XX, advirtiera que cuando se permite lo poco setermina avalando lo mucho, incluidos homicidios y robos armados, LaReynie pensó de la misma manera. Mientras el alcalde de Nueva Yorkaplica la “tolerancia cero”, persiguiendo a quienes rayen los muros,pidan monedas en los semáforos a cambio de limpiar los vidrios de losautos, “cuiden” vehículos por dinero, el Prefecto de París, contando yacon recursos, vía impuestos y multas, determina que una causa impor-tante de la inseguridad y un problema mayor que los ladrones adultos,eran los niños y jóvenes rateros que pululaban en calles y mercados apleno día, para lo cual fundó hospicios y hospitales que los recibieran yatendieran integrándolos a la sociedad. Así disminuiría la delincuenciaa corto, mediano y largo plazo.

También aumentó la dotación policial y sus patrullajes, convencidode que es más barato desincentivar desmanes que enfrentar desórde-nes ya en proceso, por lo cual creó un cuerpo de espías e informantescapaces de detectar posibles sediciones, asaltos o lo que fuera, para locual reguló el funcionamiento de las casas de juegos y de los prostíbu-los como lugares donde podían generarse desórdenes, sistema de con-trol que rigió la vida nocturna de París hasta 1946, fecha muy reciente.

Es imposible detallar aquí todas las medidas preventivas, pero, porejemplo, estableció la obligatoriedad del permiso para celebrar asam-

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bleas, el control de pesos y medidas en los mercados, el del precio delos alimentos, todas situaciones que a diario generaban reyertas.

Su medida más célebre, la que deslumbró a Europa, fue la instala-ción de dos mil setecientas treinta y seis luminarias en 1667, lo quecelebró Luis XIV con una moneda conmemorativa con la frase Securitaset nitro –Seguridad y luz. Testimonio del efecto tranquilizador que pro-dujo su aparición, es que al año siguiente esta medida es imitada enLondres, al subsiguiente en Amsterdam y así sucesivamente en otrascapitales europeas. En treinta años, transformó París en la ciudad me-jor administrada de Europa y en ese lapso esta llegó a adquirir el apela-tivo de Ciudad Luz.

Muy similar es lo que hizo Vicuña Mackenna en Santiago, y muyparecido el rol que cumplió al querer hacer de Santiago “el París ame-ricano”, una ciudad de las luces en América –nocturnas pero tambiénintelectuales, como observó Darío.

EL NOMBRE DE SAN TIAGO

Una ciudad también necesita abrir las puertas al mito, requiere de unasomo de misterio, delirio, locura, cualquier forma o expresión de algoque vaya más allá de lo funcional y lo racional. Chile padece de excesi-vo control, y es por eso que el primer tomo de la Historia de Chile deAlfredo Jocelyn Holt es una obra que perdurará, al inscribir nuestrosorígenes en una trama mítica.

¿Qué sería de los orígenes de Roma sin la leyenda de Rómulo, Remoy la loba que los amamantó?

Nuestro origen mítico está en el Apóstol Santiago, cuya fiesta era laprincipal de la ciudad en los siglos coloniales. Desde ya, como diría elescritor Alberto Fuguet en una entrevista, tener una ciudad con nom-bre de persona no es cualquier cosa: “Eso es fuerte”.

Jacob era su nombre, nos deberíamos llamar jacobeos, pero el SanJacobo de los siglos medievales, tiempos antisemitas, lo transformaronen Yaco, en Yago –como el que aviva los celos de Otelo en el personajede Shakespeare–, y luego Tiago. Además de Sant Yaco, Sant Iago, SanTiago y Santiago.

Todo en él es misterioso. Para algunos cultos Jacob era hermano deJeshua, de Jesús, y aseguran que su sepulcro apareció en Judea conesta inscripción: Ya’akov bar Yosef akhui di Yeshua; es decir, Jacob hijo deJosé, hermano de Jesús.

En todo caso fue hermano de Juan y estos dos hermanos estuvie-ron entre los más cercanos a Jesús, siempre, desde el inicio hasta elHuerto de los Olivos. Hijo del trueno, le decía Jesús, y en los pueblosandinos hasta hoy se realizan ceremonias que entroncan con ritos pa-ganos al dios del trueno.

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Santiago el Mayor, de acuerdo a la tradición y no a la arqueología,será quien lleve los mensajes de Cristo hasta Europa, la tierra de losbárbaros, de los paganos que adoran la Luna y los árboles. Será dura sutarea, la peor. En el Oriente, al menos tenían grandes templos, sacer-dotes, religiones.

Jacob –Santiago– la sufre en la dura Península Ibérica, no le hacencaso. Está poseído por su mensaje pero ni aún así soporta tamaña indi-ferencia. Cuenta la historia –¿leyenda, mito?– que se le apareció lamadre de Jesús, María, sobre un pilar para infundirle renovadas fuer-zas. De ahí, por esa aparición, la devoción a la Virgen del Pilar e inclusoel nombre Pilar.

Bueno, Santiago hizo lo suyo según la tradición e Iberia se fue cris-tianizando. El apóstol volvió al Asia Menor, a Jerusalén, donde Hero-des Agripa, nieto del otro Herodes, el protegido de Calígula, lo hizotorturar, decapitar y abandonar para que no tuviera tumba siquiera. Elprimer mártir, el primer apóstol que muere, el primero en subir al reen-cuentro con Jesús.

Este otro Herodes prohibió incluso que su cuerpo fuera enterrado,pero no faltaron los amigos, hermanos en la fe, que huyeron con élhacia la costa, y allí, siempre según la tradición, había una nave sintripulantes pero lista para zarpar. Partirán con su cadáver –¿con aromade santidad o hedor de muerto?– hacia la verde Galicia de los celtas,allí donde predicara al final, en el borde del mundo conocido, la FinisTerrae, a enterrarlo en un bosque junto a la ciudad romana de IriaFlavia. Vienen las peregrinaciones, los bárbaros, todo se olvida.

Es el año 813 cuando, según el relato oral, un eremita, Pelayo, viouna luz en un bosque deshabitado. Oyó cantos también. El obispo ha-bría hecho investigar el suceso encontrándose el arco de mármol don-de fuera enterrado el Apóstol Santiago. Por la luz el lugar se llamóCampo de la Estrella o Campus Stellae, y de ahí Santiago de Compostela.Reyes y príncipes, santos y campesinos vendrían de toda Europa a San-tiago, trazando los Caminos de Santiago a cuya vera va emergiendo lacristiandad europea, el arte románico, iglesias, capillas y santuarios quecristianizan la geografía de Europa Occidental. Todos a Santiago, a sen-tir la cercanía del apóstol cercano a Jesús.

Por entonces los españoles están replegados en el Norte de la His-pania, todo el resto está en manos árabes, pero en la batalla de Clavijoal fin logran una victoria importante, derrotan al ejército de Abderra-mán II, gracias a la ayuda de un jinete en blanco caballo, venido de loscielos, el Apóstol Santiago.

Santiago será Ciudad Santa como Jerusalén y Roma, así lo declarael Papa Alejandro III. Crecen las obras monumentales en ella, ademásde su gran catedral. En los siglos XII y XIII alcanza su esplendor.

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Es el Patrono de las armas cristianas, es su nombre el que invocanlos guerreros cristianos, ¡Santiago y a ellos! gritan, Santiago Matamo-ros lo apodan, será el Patrono de la Reconquista para los Reyes Católi-cos, la figura tutelar en la tarea de recuperar España.

Y de nuevo, de inmediato, el Patrono de la Conquista cuando sedescubra que la Finis Terrae no era en realidad Galicia, que el verdade-ro fin de la Tierra estaba mucho más allá, en un Nuevo Mundo, al finaldel mundo y en el Sur del mundo. Habrá que fundar una nueva San-tiago para el Patrono de la Finis Terrae, será Santiago del Nuevo Extre-mo y la misión la cumple Pedro de Valdivia luego de salir del Cuzco encuya catedral se encomendó al Apóstol antes de emprender la Con-quista de Chile.

Aquí estamos, y la fiesta del Apóstol San Tiago fue la más brillantede la ciudad en los largos siglos coloniales, fiesta organizada y pagadapor el Cabildo, todos siguiendo al Gobernador en procesión, por lascalles y hasta la Plaza de Armas caminando tras el más hermoso caba-llo blanco que se hubiese encontrado en La Dehesa del Rey, símbolodel equino mítico que montaba el Apóstol en sus apariciones.

Todavía en la Santiago de Galicia llegan los peregrinos cada 25 dejulio, día del Apóstol, y son miles cuando cae domingo porque ahí lasliturgias, los castillos pirotécnicos, la muchedumbre en una de las másbellas plazas de Europa, la Plaza del Obradoiro, es inolvidable. Su cultose extendió a Francia, bajo el nombre de Saint Jacques y a Inglaterracon el de Saint James.

Ya tenemos una figura fundacional, Pedro de Valdivia; una extraor-dinaria y legendaria, Benjamín Vicuña Mackenna; una mítica paraencomendar los destinos de la ciudad principal de la región, el ApóstolSantiago.

PALACIOS Y VINOS DE FRANCIA

También hay que tener una Edad de Oro, para remitirnos a ella connostalgia. Como decía el historiador de la arquitectura Ramón Gutié-rrez, argentino: en América Latina siempre se habla del esplendorosopasado y del brillante porvenir, pero nunca nos explican, entonces,“este miserable presente”.

Tuvimos esa piedra primera, ese esplendor. Si uno se asoma al San-tiago de los palacios, el de Vicuña Mackenna, ¡qué cantidad de perso-najes en una ciudad tan pequeña!

Don Melchor de Santiago Concha y Toro Zambrano es uno de ellos,el Marqués de Casa Concha quien fuera rico en plata, linajes y viñe-dos. Era un ejemplar perfecto de la más alta sociedad santiaguina, tan-to por los Santiago Concha –oidores de la Real Audiencia– como porlos Toro Zambrano, arraigados aquí desde el siglo XVI, siempre dueños

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de la Hacienda Alhué y sus minas de oro. Su historia entronca con dosáreas opuestas de la actual Región Metropolitana.

Extraño es el apellido Santiago Concha, pero se remonta al Apóstoly al siglo IX, cuando el blanco jinete auxilió a los cristianos. Un guerre-ro, extraordinario según el mito, habría de recibir título y armas enreconocimiento, e incluso ese apellido que recuerda la concha del os-tión, símbolo del Apóstol Santiago, tal como se observa en los murosde su Catedral en Galicia y tal como se conserva en el escudo de losConcha y Toro y en algunas etiquetas de la Viña del mismo nombre.

La torva tradición local, aserruchadora de pisos, pinta un cuadroharto infeliz para describir tales familias; como si hubieran permaneci-do en sus casonas de adobe y tejas, tras los gruesos portones clavetea-dos, sin hacer más que contar piezas metálicas. Pero eso es desconocera Mateo de Toro Zambrano, el abuelo paterno del otro don Melchor,irrigando el valle de Cachapoal; o a sus descendientes explotando elcobre de la precordillera hasta que se lo vendieron a William Braden; oa su hermano Enrique de Concha y Toro y la fundición de minerales deEl Arrayán –donde ahora está la Municipalidad de Lo Barnechea– parabeneficiar los metales de la cordillera de Las Condes. En Chile, más queen otras regiones de riquezas más fáciles, los señores tuvieron que apren-der a ser prácticos; todavía lo siguen siendo...

Don Melchor, quien acortó sus apellidos dejándolos en Concha yToro, no solo fundó la célebre viña sino también la Sociedad MineraHuanchaca con varios socios y cuya fundición, en las afueras de Anto-fagasta, se quiere restaurar para el Bicentenario; es el principal monu-mento de esta ciudad. Muchos fueron los esfuerzos para conducir, dela cordillera al mar, las aguas del río Silala hasta hacer de Huanchaca elprincipal centro metalúrgico de toda América del Sur.

Don Melchor, quien junto a dos amigos impulsó la Población LeónXIII para obreros católicos, en el barrio Bellavista, calificada de “la pri-mera población de Chile”; abogado y ministro de Hacienda del presi-dente Pérez Mascayano; con mansión en Bandera con Agustinas, siem-pre abierta en tertulias; autor de textos jurídicos y uno de los hombresmás ricos de Chile; impulsor de la Sociedad Nacional de Agricultura ypromotor de nuevos cultivos... Es una de las figuras brillantes del San-tiago palaciego.

Su hijo Juan Enrique heredó el interés por las viviendas obreras, porlas cooperativas de alimentos para los barrios populares. Este es el alcal-de de 1903, el que pavimenta las calles de Santiago, el que construye laiglesia de Santa Filomena, el que refuerza la Fundación León XIII comocentro de discusión de soluciones; allí asiste durante cinco años un jo-ven, Alberto Hurtado Cruchaga, allí se nutre de ideas el futuro santo.

Fueron demolidos los palacios y mansiones de la familia, incluso elde sus padres –obra del francés Brunet, el mismo arquitecto del Teatro

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Municipal– y el de su hermano Enrique donde se construyó el BarrioConcha y Toro. Es una suerte que la viña haya adquirido y restauradoel palacio de don Melchor en Pirque, tan chileno en su austera planta ycorredores –a pesar de su impronta neoclásica– junto con el serenoparque de veintidós hectáreas que diseñara el gran Guillermo Rennercon especies europeas y locales. Más de doscientas personas al día seacercan al lugar, casi todos extranjeros, en buses que hacen fila. DonMelchor Concha y Toro, aunque no lo sepamos, es para muchos deellos la imagen de un señor de Santiago. Nos representa.

La región necesita de millonarios, hombres sabios, grandes artistas,mujeres bellísimas y elegantes, protagonistas de sus calles. Santiago ysus alrededores los tuvieron en ese momento, en especial con los gran-des mineros que, tras hacer fortuna en el Norte, vinieron a la capital yal valle del Maipo a gastarla en hacer palacios, traer paisajistas euro-peos para sus parques, viajar a París y Londres a encargar mobiliario,vajilla, obras de arte, lámparas y alfombras.

Por ellos la ciudad tiene un aura dorada. Entre quienes mejorcorresponden a este ideal –renacentista, de los condottieri, de los Mé-dicis– son Luis Cousiño y su esposa Isidora Goyenechea –llevados alcine en Sub Terra–; Melchor Concha y Toro casado con Emiliana Su-bercaseaux; Francisco Subercaseaux con su inmenso palacio en la CalleAhumada –otra calle Ahumada era entonces– y Domingo FernándezConcha, casado con Amelia Bascuñán Valledor, los conservadoresabuelos del poeta Vicente Huidobro, casi todos con mansiones juntoal río Maipo.

Hay una danza de millones en torno a estos empresarios empren-dedores y visionarios; mineros en el caso de los Cousiño Goyenechea yen los Concha Subercaseaux, y de las finanzas y la agricultura en Fer-nández Concha (este es el que dona la hermosa ermita gótica del CerroSanta Lucía, construida con piedras de Pelequén, y quien dona tam-bién una mansión en calle Compañía para fundar el Club FernándezConcha donde se formará la juventud del Partido Conservador).

Pero las familias están unidas por otros rasgos: construyen pala-cios, el francés Guillermo Renner les hace parques, impulsan la vitivi-nicultura de Chile llevando el nombre del país a todos los confines delmundo; Melchor Concha y Toro, Ramón Subercaseaux, Luis Cousiño,Domingo Fernández Concha –y fundando grandes empresas hasta hoyexportadoras de millones de botellas anuales. Por sus dotes privilegia-das fueron varias las viñas que nacerían en el valle del Maipo, que semantienen y que, para muchos extranjeros, son de los mejores atribu-tos de Santiago: Cousiño Macul, Tarapacá, Santa Carolina, Santa Rita,Undurraga, Cánepa y Concha y Toro.

No hay fausto más espectacular en Chile que el de estas familiaspropietarias de viñedos, cultura del rubro más vistoso de la agricultura,

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tradicional y rancio en historia y entorno. Si Bernardo O’Higgins eli-minó los títulos de nobleza, los viñateros crearán una realeza nueva, eincluso, en sus etiquetas, desempolvarán sus viejos títulos: Marqués deCasa Concha, Marqués de Casa Real...

Y todo ese brillo es fruto del enorme esfuerzo por traer agua del ríoMaipo al valle de Santiago, agua que de paso irrigará más de quince milhectáreas en medio, con obras de regadío que permiten cultivar los vi-ñedos con modernas tecnologías de origen ferroviario para abrir grandescanales, y a la apertura del país gracias a la libertad de comercio instau-rada por los patriotas –que abrirá mercados como los de California yAustralia–, los que aseguran la rentabilidad de la inversión. En San Juande Pirque crece, hijo de Alberto Mackenna y Carmela Subercaseaux, enmansión pintada por artistas italianos, Alberto Mackenna Subercaseaux,el líder del Santiago del Centenario; el que trajo las copias de esculturasgriegas y romanas para el Museo de Bellas Artes, el creador del ParqueMetropolitano, el que heredó de su tío Benjamín Vicuña Mackenna lamisión de darle lustre y brillo al Santiago del Nuevo Extremo.

Vicuña Mackenna era de la calle Agustinas, entre Morandé y Teati-nos, en la misma calle y muy cerca de donde crecieran los hermanosCarrera, casi al frente de esa casa en realidad; Manuel Rodríguez igual,en Agustinas N° 27, esquina de Teatinos; Melchor Concha y Toro yEmiliana Subercaseaux asimismo vivían a un paso, en Agustinas es-quina Bandera.

Toda ciudad tiene que tener, también, un barrio, una cuadra, unaesquina donde la historia viva. Así tenemos un guerrero en Valdivia,un líder en Vicuña Mackenna, un santo en el Apóstol Santiago, unaépoca dorada de palacios y viñas y un lugar en la calle Agustinas.

DA VINCI Y PEDRO DE VALDIVIA

A estas alturas podemos preguntarnos si la suma de los factores alcan-za para decir si Santiago tiene o no una identidad. La discusión asom-bra a los extranjeros quienes, a los diez minutos de conocerla, ya tie-nen la respuesta.

Ricardo Astaburuaga escribió que la agricultura chilena nació alinterior de Santiago, en los solares de este valle del Mapocho, lejos delos ataques indígenas; aquí vieron asombrados, los españoles venidosde tierras duras, la calidad notable de los productos que entregaban lasviñas, los árboles frutales, las chacras. La feliz “casa huerto” chilenanació en Santiago y cuando los chilenos nos dimos cuenta de que está-bamos ocupando las mejores tierras con ciudades estábamos, también,maleándonos. Nos mal acostumbramos y así avanzamos cada vez máslejos del casco histórico de Santiago hasta un presente en el que, prác-ticamente, habitamos toda la Región.

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Astaburuaga comenzó a estudiar nuestras ciudades en los años cua-renta del siglo XX, cuando le importaban a muy pocos, casi a nadie.Becado por el Instituto de Cultura Hispánica pudo partir a España don-de sí había cátedras relacionadas. Allá se encontró, estudiando traza-dos, que las ciudades de Chile eran las únicas con acequias que corríanpor el medio de las manzanas, no por las calles.

¿Por qué?Pedro de Valdivia había combatido en los sitios de Milán, ciudad

cuyo nombre recuerda que está en medio de una llanura, la del río Po.Allá vio y supo que poco antes un italiano, Leonardo da Vinci, sitiado,había hecho correr el río por el medio de las manzanas debido a que elasedio afectaba a la población, la cual moría de pestes, contagios, insa-lubridad, más que por la propia guerra. Valdivia, recordando esta lec-ción, la aplicó en la ciudad a la que él bautizó con el nombre del Após-tol Santiago. Él que era un guerrero, combatiente en Flandes, Italia,Perú, había vivido con su nombre en los labios.

Don Ricardo podía enumerar rasgos propios de Santiago, uno trasotro, algunos de los cuales alcanzó a publicar poco antes de morir enun pequeño libro llamado Morfología de Chile y sus ciudades (2002). Te-nía un hijo al que llamó Santiago, nombre tan poco común en Chile.Este hijo podía andar por la ciudad de su mismo nombre con los ojosvendados y sabía siempre, por el olfato, en qué barrio estaba.

Un día estando yo solo en Madrid, en un bar de la Plaza del Sol, deesos con la barra en forma de U en los que uno se queda mirando lascaras de los que están al frente, vi sentado un caballero con algo deAstaburuaga. Lo que no indicaba nada porque era un tipo que podíaser vasco pero también italiano, portugués, francés, o de cualquier par-te de España. Lo miré con atención y supe que tenía ojos de santiagui-no. Fui a hablarle, era de Santiago de Chile.

¿Qué dice la mirada del santiaguino, qué tiene de imborrable? Loprimero que aparece, al principio, es algo duro, desconfiado, receloso.Bueno, vaya que no; los fundadores de Santiago, así como los de Méxi-co, Bogotá, Cuzco tenían docenas de personas a su servicio, sin contarobreros en las minas o las haciendas, aquí se encontraron con dos sor-presas: ¡había que trabajar! ¡Y con las manos!

Era algo que entonces no se hacía, algo indecente para un pobrehidalgo y nada que decir si era algo más. Como que cuando Carlos IIIpromovía la industriosa cultura de la Ilustración, y en consejo de gabi-nete preguntó qué hacer con el problema de los recursos humanos, elprimer consejo que recibió fue el de llevar obreros católicos...

Había que importarlos. Aquí “los de Santiago” tuvieron que traba-jar, y parece que la experiencia fue inolvidable e imborrable porquetodavía se lleva en la mirada. Como una queja, una sorpresa, el extra-ño sentimiento de que alguien nos engañó al ubicarnos aquí cuando

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todo indicaba que nacíamos mereciendo un destino menos duro y másplacentero. Hay ciertos males síquicos, cierta pulsión hacia el alcoho-lismo o la droga, cierta simpatía por toda clase de inadaptados, queparecen venir de esa misma impresión, de ese desconcierto: ¿yo aquí?...

Muchos no se adaptan nunca, viven quejándose, pero también sonmuy santiaguinos en eso; pueden quejarse de lo que quieran pero novayan a decirles que la ciudad no tiene identidad. Eso sí, nadie lo dis-cute de la Región.

El español se encontró con ciudades indígenas más al Norte, algu-nas mucho más grandes, pobladas y limpias que las europeas, comoTenochtitlán. Aquí en Santiago no había ciudad y los indígenas, paracolmo, incendiaron la primera que alzaron los españoles. Y de ahí enadelante, hacer adobes de nuevo y con las armas al lado y con la mal-dita sensación de que en cualquier segundo zumba el aire y antes deatinar a nada estás tumbado en el suelo mientras corre tu tibia sangrey en el cielo aparece la primera estrella de la tarde que no es la queveías en tu pueblo de España.

Y te mueres. Pero no todo se muere porque hay un rancherío ríoarriba, más cerca de la esa hosca masa de montañas de los Andes, don-de tuviste relación carnal con una india y ella está embarazada y suhijo llevará tu sangre y será, de los primeros, un mestizo tratando derebuscárselas de alguna forma, uno de los primeros santiaguinos, yeres más “padre de la patria” o “padre de la ciudad” en este caso, quecualquier celebridad.

No podían volverse, cuando aquí les informaban, con cierto placerirónico, algo sádico, que en estas tierras habitaban los indígenas másbelicosos de todas las Américas. Ya habían cruzado el desierto infinito,“el montón de montones amontonados” que eran los cerros de la Cor-dillera de los Andes, en palabra del padre Diego de Rosales, y no habíacaso de volver a jugarse la vida en el regreso.

Era mejor quedarse en esta suerte de isla geográfica, aguantar, irtirando. Sin saberlo, estaba así dibujándose la identidad del santiagui-no con tinta indeleble.

Nunca hemos dejado de trabajar, aquí todo cuesta, como le escri-biera Pedro de Valdivia al emperador; en esta provincia cada peso deoro se obtiene con “cien gotas de sangre y doscientas de sudor”.

EL PROYECTO VASCO

Los cronistas, primeros en dejar constanccia de una “imagen país” deChile, pioneros del marketing local, no pueden dejar de reconocer queaquí las batallas no fueron para apoderarse de una rica ciudad sino deuna cosecha de papas, cebollas, maíz. Para comer algo, subsistir, ir vi-viendo en medio de muchos “trabajos, cansancios, hambres y fríos”,

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como escribe uno. Y cuando al fin se había reunido algo de oro, llega-ban los piratas, los corsarios que tenían a Chile en su sueños y nuncadejaron de acosarlo.

Bueno, la gracia es que ese mestizo de español e indio sabrá hu-manizar el desbocado territorio, regar las quebradas abruptas, pescaren uno de los océanos más inclementes del planeta, exportar cuerosy charquis a través de la alta Cordillera de los Andes. A diferencia deCiudad de México, construida sobre las ruinas de Tenochtitlán, o deCuzco en la que se usaron los muros incásicos para alzar iglesias enla misma capital diseñada por Pachacútec con su real arquitectoApahualpa, Santiago de Chile es una ciudad mestiza desde sus mismosorígenes.

Y lo seguirá siendo porque en los primeros siglos no hubo riquezaspara europeizarla. Todos compartieronn la tarea de hacer país y hacerciudad, castellanos e indígenas de servicio, esclavos y algunos conquis-tadores no hispánicos como el alemán Blumen o el griego Candia. Co-mieron en la misma cerámica de greda local, se abrigaron con las mis-mas mantas, padecieron los mismos sismos –el terremoto de 1647destruye democráticamente todas las viviendas– así como las inunda-ciones del díscolo río Mapocho. Es lo que hay, parece ser el lema de lossiglos XVI y XVII. No deja de ser notable que el fundador de la ciudad lotuviera tan claro desde el principio; supiera que no había llegado a unimperio de palacios y cortes enjoyadas, sino a un escenario natural, unnotable paisaje que con trabajo podía llegar a ser “el mejor pedazo detierra que hay en el mundo”. Por el trabajo.

Luego del duro siglo de la Conquista viene el XVII en que todosigue igual; por suerte llegan los jesuitas, muchos de ellos vascos oalemanes bávaros de culturas industriosas, quienes, con su lema de“Contemplativos en Acción”, educarán a criollos blancos y a criollosmestizos en la misma actitud de trabajo que ellos traen y que les per-mite llegar a administrar la gran agricultura chilena de la época, lasprimeras faenas propiamente industriales y las explotaciones mineras.

Después será la numerosa inmigración vasca del siglo XVIII, con laemblemática figura del Corregidor Zañartu y sus obras de transforma-ción de Santiago, la que también prolongue y ahonde el espíritu deesfuerzo. Ahí despierta el comercio, indigno para los castellanos, eracosa de portugueses o judíos, prejuicio del que carecen vascos y catala-nes. Sin gran competencia llegarán a controlar gran parte del país y,por supuesto, la ciudad capital, Cabildo incluido; lo que no dejará dedarle otro rasgo de identidad a Santiago. Mientras en el resto de Amé-rica los mercados populares con sus indígenas son el corazón vivo de laciudad, los inmigrantes logran aquí que el Cabildo persiga y controle elcomercio callejero, lo que le dará a Santiago una imagen más europeo-nórdica que arábigo-andaluza, propia de su historia.

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Y fueron, los habitantes de Navarra, Guipuzcoa y demás territoriosvascos de España los principales inmigrantes de fines de la Colonia, losque, como se dice, organizaron la República: en cifras de Luis ThayerOjeda, “sobre poco más de mil peninsulares llegados a Chile, desdefines del siglo XVII hasta los primeros años del siglo XIX, establecimosla proporción siguiente para las provincias que se indican: Navarra(16%); Vizcaya (15%); Guipúzcoa (12%); Santander (10%); Burgos(8%); Galicia (4%); Asturias (3%); Alava (2%)”. Casi la mitad.

Hacia 1780 gobernaba el país el navarro Agustín de Jáuregui y Al-decoa, del valle del Baztán; era Corregidor de Santiago el guipuzcoanoLuis Manuel de Zañartu, de Oñate. El líder espiritual e intelectual de laciudad, vástago de guipuzcoanos de Vergara, era el obispo Manuel deAlday y Aspeé y el principal filántropo era Juan Nicolás de Aguirre yBarrenechea, de familia vizcaína. Llega por entonces el arquitecto ro-mano Joaquín Toesca y su principal discípulo, primero de los arquitec-tos criollos, es Juan José de Goycoolea y Zañartu, de origen guipuzcoa-no de Deva, cuna de los Irarrázabal. El Contador General del país eraTomás de Echevers, navarro de Arizcún, a quien sucedió Juan de Oyar-zábal; en la Superintendencia de la Casa de Moneda está Estanislao deLandazuri, cargo que pronto asumiría Bernardino de Altolaguirre. LaSuperintendencia de Correos la ejercería Fernando Urízar, mientrasque la de Aduanas la ocuparía el vizcaíno Ramón Antonio del Pedre-gal. El Secretario de la Presidencia será Ignacio de Andía Varela; elEnsayador Mayor de la Casa de Moneda el vizcaíno Domingo de Eyza-guirre, padre de los célebres Eyzaguirre Arechavala ...

A partir de 1820 nos encontramos con aportes vascos tanto y másdecisivos que en el ciclo fundacional anterior: se trata de la organiza-ción de la llamada “República en Forma”; el regadío del Valle Central,que permitirá la expansión de la agricultura chilena; el ingreso de lossueños liberales de educación y progreso que harán de Chile la llama-da “Atenas de América”; la creación de la célebre vitivinicultura chile-na; la industrialización del país de fines del siglo XIX. Sus nombresquedarán ligados a todas las provincias de la actual Región Metropoli-tana.

Varios llegan muy al final de la Colonia o francamente a la Repú-blica, pero sus apellidos también serán, rápidamente, locales: Alzérre-ca, Amesti, Arrate, Astaburuaga, Achurra, Baquedano, Cruchaga, Eche-verría, Goñi, Goyenechea, Guilisasti, Gazmuri, Gumucio, Llona,Necochea, Ochagavía, Olavarrieta, Vildósola y Urmeneta.

Si en un sentido espiritual Santiago de Chile tuvo en Santiago deCompostela una ciudad hermana, por sangre va a ser Bilbao su puertode llegada a Europa.

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VASALLOS DEL INKA

El santiaguino posee raíces picunches, incásicas y africanas, que sontambién constitutivas de su identidad, rasgos tanto o igual de olvida-dos que las raíces vascas: ¿cuándo hubo negros? pregunta extrañado.Son pocos los indios, afirmaba hasta hace poco. Los incas ¿no andabanen el Norte?, vuelve a sorprenderse.

Es notable la cultura de Aconcagua, que luego de un milenio dedesarrollo, hacia el año 0 alcanza un completo perfeccionamiento agro-alfarero. Va a ser el germen que seguirá su destino por quince siglos,hasta la llegada de los incas, adaptándose al medio –más que modifi-cándolo–, humanizando el territorio con sus viviendas, los primeroscanales y los cultivos en las riberas.

La Cultura Aconcagua recibirá influencias de la cultura diaguita:las pequeñas aldeas de barro, madera y paja; las técnicas agrícolas ytextiles; la ganadería auquénida y los instrumentos musicales; en tantoque de los mapuches asimilará la lengua y ciertos ritos, todo ello proce-sado con carácter propio para luego irradiarlo en los valles del Mapo-cho, el Maipo y el Cachapoal.

Este es el espacio cultural que crece en la Región Metropolitanaentre diaguitas y mapuches, la identidad del Centro Sur de Chile, cons-truida por esta etnia braquicéfala de escasa altura (1,50 a 1,60), quehomogeneiza buena parte del Chile Central con sus chacras agrícolas ydispersas, vivienda y caza en la precordillera, recolección de mariscos yalgas en la costa, con excelente alfarería de motivos negros trazadossobre un fondo color salmón. Se caracteriza por símbolo del trinacrio,un círculo del que salen tres brazos quebrados que terminan en uncuadrado, eventualmente reflejo de una cosmovisión tripartita: ¿cie-los, tierra y submundo?

Entonces, los incas interrumpieron su crecimiento. No fue fácil lavida del décimo de ellos, Tupac Yupanqui. Su padre, Pachacútec, habíacreado un imperio enorme, su nombre era repetido en lejanas monta-ñas, selvas y a través de los desiertos, millares eran sus soldados, loveneraban los sabios por sus sentencias filosóficas, le temían por surápida inteligencia, lo admiraban por su alta misión de crear un ordenpara todo lo que alguna vez, siglos después, se llamaría Perú, Bolivia yEcuador, atravesando sus territorios por los Caminos del Inca, sem-brándolos de santuarios solares, dándoles más terrazas de cultivos, ca-nales de regadío, palacios para sus gobernadores.

A Pachacútec se atribuye el trazado de Cuzco y también el de Sacsa-huamán, esa fortaleza, arsenal y santuario construida a 200 metrossobre la ciudad que protege. Es una imagen inolvidable, un poder quese presenta inalterable ante la eternidad, el poder de Pachacútec talla-do en piedra. A los pies del barrio aristocrático de Cuzco está la Amaru

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Cancha, la Gran Plaza rodeada de palacios donde se celebraban los sols-ticios, esas grandes festividades a las que eran invitadas las autoridadesde todo el imperio, espacio de gran área para percibir, vivir, atemori-zarse ante el poder del incario. La plaza rectangular apuntaba al Orien-te, al Templo del Sol de precisos muros, jardines colgantes y un grandisco de oro engastado con piedras preciosas y elevado en un torreón,brillante como el poder de los incas.

Pachacútec sería llamado “el más grande hombre que ha produci-do la raza aborigen de América”, el creador de un imperio de dos mi-llones de kilómetros cuadrados, el fundador del mayor imperio de laAmérica precolombina, el Julio César del Nuevo Mundo.

Genio político, creó fortalezas estratégicas, ciudadelas fortificadas opucarás en los que se refugiaban los habitantes en caso de ataques. Losincas proveían de alimentos a la población a cambio de trabajo paraconstruir esas ciudades con sus fortalezas. Cada ciudad, y para ello re-quería productos almacenados, era un activo centro ritual que recor-daba y promovía la pertenencia de los habitantes al imperio, la con-ciencia de ser súbditos de la capital, Cuzco.

Para donde uno mirara, en esos días grises cuando Pachacútec aban-donó el mando, nuevas ciudades se alzaban con los mismos rasgos, conlas mismas piedras inmortales que darían larga vida al imperio. Vallesenteros, como el de Cochabamba, se administraban como enormes la-tifundios centralizados, con colonos de distintas etnias; el ejército,multirracial, incluía miles de hombres de raza y atuendos variados,como los cañaris de Ecuador, excelentes guerreros.

Tupac Yupanqui, como hijo, podía estar muy orgulloso de su pa-dre. Pero ahora, en ese año de 1481 en que asume el poder, debe ini-ciar su propia historia. Es un general hábil, y muchas de las conquistasque se atribuyen a Pachacútec se lograron gracias a su brillante desem-peño en docenas de batallas a las que sobrevivió mientras su padrepermanecía en Cuzco. Pero no sirve eso ahora, debe conquistar nuevastierras, ganarse el respeto de una nobleza que lo eligió a él, hijo terce-ro, en lugar del hijo mayor. El peso de un subcontinente recae en sushombros.

Las selvas amazónicas son la tarea pendiente, inconclusa, esas tri-bus salvajes que impiden la paz en las tierras orientales del imperio,antropófagos desnudos que parecen estar aliados con las fieras, las ser-pientes, los insectos, los peces carnívoros que una y otra vez atajaranlos ejércitos incásicos de Pachacútec. Él, Tupac Yupanqui, ganará esaestrella para el imperio.

Son diez mil soldados los que se embarcan en el gran río Amaru,acompañados de médicos herbolarios, bien provistos de yerbas antído-tos de picaduras y mordeduras; él va a la cabeza. Pero las cascadas, lospantanos, las trampas que los esperan, mientras resuenan hostiles tam-

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bores día y noche, destruyen a un tercio del ejército y debe ordenar,humillado, el regreso. Hambrientos, afiebrados, regresan los derrota-dos a Cuzco, con la cabeza baja.

Los aimaras, en el Lago Titicaca, celebran la noticia y se alzan enarmas para derrotar al derrotado hijo de Pachacútec; pero el ejércitoincásico, ahora en tierras conocidas, asciende cuatro mil metros y enpocos días impone el orden.

Tupac Yupanqui tendrá que buscar otro escenario para recuperarsu imagen. Las regiones de Tarapacá y Antofagasta, muy especialmen-te su altiplano, ya habían sido influenciadas por el antiguo Imperio deTiahuanaco; someterlas no sería mayor honra. Tendrá que atravesar todoel desierto de Atacama, la barrera hostil y mítica que no conoce el aguaen leguas y leguas, para volverse inmortal; su padre solo había llegado asu costa. El Sur está por descubrirse, explorarse, conquistarse.

Penetra con su ejército en el Valle de Copayapu, o Copiapó, y loslocales derrotan a los incas. Su furia será ahora conocida, su voluntadimplacable, probado su genio militar. Envía entonces a miles de hom-bres al mando del veterano general Sinchirruca, héroe admirado porlos soldados, con geógrafos, ingenieros y arquitectos, para planificar yorganizar la conquista de todo el territorio, ahora sí. Y finalmente triun-fan los Hijos del Sol.

Comienzan a avanzar los Caminos del Inca, el imperio crece másallá de los límites de Pachacútec, Tupac Yupanqui entra a la historia.Van cayendo los valles, Elqui, Limarí, Choapa, Aconcagua, Mapocho,Maipo, Cachapoal..., hasta que los detienen los ejércitos mapuche, quelos derrotan. El río Maule será el límite.

Muere en 1493, sin saber que hombres de otras tierras han asoma-do en este continente, el imperio de su padre ya tiene los días conta-dos. Entre sus hijos escoge al nuevo Inca, será Huaina Cápac. De voca-ción mediática, este recorrerá todas las provincias dándose a conoceren todos los rincones. Luego de avanzar por las alturas andinas, some-tiendo grupos díscolos, también avanza hacia el Sur. Desde el Maule,donde se instala ordenando territorios, envía fuerzas al otro lado de losAndes, planifica la conquista del centro de la futura Argentina. Unextraño hombre, de piel blanca, de nombre Alejo García, encabeza alos indios chiriguanas; pero el general Yáskar, al frente del ejército in-cásico, lo derrota. Inquietos, vuelven a Cuzco.

Huayna Cápac, el colonizador de Chile, fue llamado el Ordenadordel Mundo. Su gobierno de cuarenta años fue el apogeo del ImperioIncaico; esta región, Chile, en su tiempo fue provincia de una de lasCuatro Partes del Mundo, el Tawantinsuyo. En el censo imperial apa-recen Melipilla, Puangue, Pirque, Curacaví...

Con mejores técnicas de irrigación, el hombre pudo llevar canalesmás lejos, y establecerse más distante de los cursos naturales del agua.

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Los incas, ritualmente, necesitaron un santuario andino. Lo establecie-ron en el Cerro que domina el valle del Mapocho, el cerro cuyas nievesgeneran las aguas del río: El Plomo. El altar exterior se hizo orientadoal Sol naciente, en la posición que sale el día del solsticio de verano,hacia el 24 de diciembre. En el cerro de Chena levantaron un fuerte dedoble muro, con vista al valle, un fuerte de vanos girados para quepenetrara por ellos el mismo Sol naciente apenas saliera detrás de ElPlomo. Este pukará, hito de la arquitectura inca regional, es levantadohacia 1490, en los años finales del imperio.

Los incas ordenaron el territorio, con el recorrido del Camino delInca marcado por tambos y posadas a distancias regulares; pukarás queevocan la fortaleza de Sacsahuamán, santuarios de altura que recuer-dan Machu Picchu. El camino unirá los valles del Maipo y el Mapochocon las ciudades del Norte –en seis días llegarán los mensajeros a elCuzco–, y también atravesará los Andes hacia la Argentina actual.

Los incas habían establecido colonias en el valle del Mapocho; enLampa, Colina, Maipo y Talagante, siendo Colina lugar principal. Al-gunos de los tambos, o posadas, subsistirán por años, como el de Meli-pilla frente a la quebrada de Antelul y Poangue. Para alimentos al pasose construirán bodegas en Colina, y pucarás o fortalezas en Talagante yChena. Levantan sólidos fuertes de piedra en Colina, Lampa y Vitacu-ra. Había un puente en Pirque, una colonia en Apoquindo. Junto al ríoMapocho, donde los españoles fundarán una ciudad, levantan un TamboMayor que, poco después, aprovechándose de su visibilidad y de latierra apisonada y limpia, será la plaza de armas de la urbe futura.

Docenas, miles de hombres, trabajaron en las minas de oro, desdeel valle de Copayapu, en el Norte, hasta el Sur, cerca de la frontera conlos mapuche. Cientos de hombres cultivaron terrazas en el Norte, yvalles en el Centro, para alimentar mineros, chasquis, funcionarios,soldados, además de los cientos de pastores que les proveían de carne.La instalación incásica obligó a traer especialistas y también colonosquechuas y aimaras. Dividieron los incas el país en cuatro provincias,la más austral del río Maipo al Claro. Hubo dos jefes máximos, Quili-canta, en el valle de Aconcagua, muy relacionado con la administra-ción de Cuzco, y Vitacura aquí, en el valle del Mapocho.

Caminos, puentes, hornos metalúrgicos y santuarios marcaron esteterritorio, tan querido por Tupac Yupanqui y Huaina Cápac, la provin-cia del Sur –llamada Collasuyo– que ellos agregaron al fastuoso impe-rio de Pachacútec. Admiraron sus valles cada vez más anchos y fértilesen tanto penetraban hacia el Sur, desde Copiapó al Maule, tanto mássuaves que los de las alturas andinas. Aunque la educación de un prín-cipe no es la mejor para suceder a un gran emperador, habían sidodignos sucesores, uno como hijo y otro como nieto, y sus ojos vierontierras, aves y estrellas que el venerado Pachacútec no pudo imaginar

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jamás. Tal vez él se habría conformado con que administraran con sen-satez las tierras del imperio, pero ellos lo habían ampliado en miles dekilómetros de la larga tierra de Chile.

Trayendo cientos de colonos también dejaron su sangre quechuaen lugares de esta tierra, así como la de otras etnias. Hay lugares –comoTuri en las quebradas de Atacama– donde todavía se habla quechua, yel país utiliza palabras que ellos trajeron: callampa, cancha, cocaví, con-cho, chacra, chala, chancar, chasca, chasquilla, chicha, chaya, choclo,chuchoca, chuño, chupalla, chupe, guano, guata, guacho, huasca, huin-cha, papa, zapallo y muchas más.

Hay festividades del imperio que aún se celebran, ritos que se repi-ten, leyendas que se recuerdan, lugares sagrados que se veneran, hom-bres que todavía esperan la resurrección de Atahualpa, el último Inca,para que el imperio renazca del olvido y para que el sagrado Hijo delSol vuelva a indicar dónde se encuentran los tesoros de las minas deoro –“las lágrimas del Sol” – , dónde están las tierras más fértiles de laPachamama, dónde deben trazarse los caminos nuevos, dónde debenalzarse los santuarios, en qué tutelares montañas, para que los diosesaumenten sus bendiciones sobre los súbditos del Tahuantinsuyo.

Los incas no alcanzan a fundar ciudades aquí. Ellos no partían fun-dándolas, sino estableciendo una estructura administrativa que orga-nizara la productividad agrícola y social, proceso que habría de culmi-nar, al final, en lo urbano. Estaban listos para ello, cuando llegaron aCuzco los hombres blancos y barbudos.

Junto al río Maule, en la célebre batalla de las Lunas, en la quecombatieron los incas contra los mapuche, se habría decidido el límitedel avance incásico. Esta guerra favorecería grandemente a los españo-les porque, entre incásicos y araucanos, murieron miles de guerreros.Muchos jóvenes, muchos veteranos, muchos hombres. Huayna Cápactuvo cuarenta hijos, y ningún sucesor claro; el imperio pagaría consangre la confusión que produjo su muerte el año 1525. ¿Quién debíaser, Huáscar, Atahualpa, algún otro? En Ambato y Tumetamba, no le-jos de Quito, chocaron las fuerzas de Huáscar con las de su medio her-mano Atahualpa, muriendo más de sesenta mil guerreros; luego seenfrentaron junto al río Apurímac, pereciendo otros miles. Huáscarsería derrotado finalmente cerca de Cuzco, siendo masacrada la flor ynata de los ejércitos imperiales cuzqueños, después toda su familia,cerca de ochenta hijos, concubinas, generales.

Atahualpa tendrá que enfrentar la historia. Por esos días, justo en-tonces, cuando el imperio vive la peor crisis interna desde su naci-miento, a fines de 1532, un grupo de españoles desembarca en Tumbesy avanza hacia el centro. Atahualpa está en unos baños termales, cercade Cajamarca, descansando de la feroz guerra. Los célebres Caminosdel Inca, por donde tantas veces corrieran los chasquis para informar

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de triunfos y conquistas, ahora parecen servir, solamente, para traernoticias inquietantes. O para que avancen los invasores con más rapi-dez.

Los jefes de Aconcagua se dividirán ante la llegada de Pedro deValdivia; Quilicanta, el incásico, jefe del valle desde Quillota a los lava-deros de oro en la costa, colaborará con sus hombres en la construc-ción de Santiago; Michimalonco, local –el único que fuera invitado aconocer Cuzco– será quien encabece la resistencia y organice la des-trucción de la ciudad el 11 de septiembre de 1541.

La Región Metropolitana tendrá que hacerse cargo de estos testi-monios, en especial de la momia de El Plomo y de los pukarás de Che-na y Paine, deberá invertir en forma importante en sus entornos, enexcavaciones arqueológicas, en el desarrollo de museos adjuntos sobreel Collasuyo o provincia austral del Imperio de los Incas.

Si las conquistas del Imperio azteca y del Imperio Inca están en-sombrecidas por traiciones y matanzas que no dan brillo a España, elchoque con los mapuche ennoblece a ambos pueblos. Nutre la epope-ya de Alonso de Ercilla, quien dará a los hispanos un lugar en la histo-ria épica con La Araucana, tal como la Canción de Rolando de los france-ses o Las Lusíadas de Camoens de los portugueses.

A La Araucana, obra decisiva en la cultura de España, se refierentodos los grandes literatos españoles: Miguel de Cervantes, Lope deVega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Quevedo... Quevedo sitúasu sociedad utópica en Chile y dice a los mapuche que “vosotros solosos mantenéis en libertad hereditaria y en vuestro coraje se defiende ala esclavitud la generación americana”; Lope de Vega escribe una obradonde sitúa la Pasión en la Araucanía, simbolizando a Juan Bautista enColo Colo y a Jesucristo en Caupolicán.

Frente a esos fastos se olvida el gran contingente pikunche, decisi-vo en la construcción de la sociedad mestiza chilena de los siglos XVI yXVII, logro multiétnico, mestizo, criollo, local. Los llamados “indiosamigos”, y muchos de ellos, participarán en combates contra los ma-puche. Han sido también olvidados en su perfil histórico; son protago-nistas en la Guerra de Arauco, combatiendo junto a los españoles enlas batallas, según lo detallan Diego de Rosales y Santiago de Tesillo, ennúmero que superaba de tres a ocho veces el de los hispanos. Tambiénhubo contingentes mapuches amigos, con asentamientos numerososen Santa Bárbara, Santa Juana, Talcamávida, Nacimiento, Yumbel,Arauco, Hualqui, Isla Mocha.

La verdad es que los españoles llegados aquí fueron pocos y elmestizaje será intenso, valle tras valle avanzan los jinetes y a su pasonacerán meses más tarde los mestizos, en Copiapó, Huasco, Elqui, Li-marí, Choapa, Petorca, Aconcagua y finalmente el Mapocho y el Mai-po. Alrededor de un 85% de los chilenos somos mestizos, cerca de un

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8% es indígena, otro 8% europeo y el resto de otras razas. País mesti-zo, región mestiza.

La ciudad atrajo indios desde el principio, en ella se aceleró el pro-ceso, incluso hoy día son miles los recién llegados, en estos últimosveinticinco años, mapuches en Pudahuel, en La Florida, que no se sien-ten partícipes de los espacios públicos y se concentran en puntos “pro-pios” como la Quinta Normal o el Cerro Blanco, indígenas de etniaslocales que no tienen museos importantes que los representen, indíge-nas escasamente estudiados todavía o recién incorporados con la Re-forma. La Universidad de La Frontera y el PNUD analizaron su Índice deDesarrollo Humano en distintas regiones y los de la Metropolitana sonlos de más alto índice, sus ingresos duplican a los de la Araucanía,también su nivel educacional... Esta es la región de las oportunidades,también para ellos, y la acogida debe ser visible de aquí al Bicentena-rio, es una tarea del Bicentenario recuperar las hebras del tejido social,el ADN de nuestra sangre, el retrato de la diversidad que corre por nues-tras venas.

LA CIUDAD-COMBO

Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda han sido ejemplos de cómo sussociedades han sabido crear una mística del futuro, en naciones que notienen gran historia ni grandes patrimonios, pero dándole al pasado unlugar relevante y común. Mal que mal, por ser naciones de inmigran-tes, las raíces y el territorio son lo que las hermana a la hora de em-prender la construcción de ese futuro.

Chile lo ha negado y eso se lee, más que en cualquier otro lugar delpaís, en Santiago. Claramente no hay huellas indígenas y está pen-diente el desarrollo del Cerro Blanco como espacio de encuentro, áreaverde, museo de sitio, que sea el gran centro cultural indígena de laRegión Metropolitana; la controvertida escultura de la Plaza de Armas,incorporada el año 1992, es un muy limitado homenaje.

Ya se sabe que tras la Independencia los patriotas de la ciudad rom-pieron lazos con España, en un proceso sistemático y demoledor; San-tiago no se ve hispana, como La Habana, Quito, La Paz o Lima, se borróla Colonia, se perdió esa identidad. No hay que olvidar que, a media-dos del siglo XX, por obras en la Alameda y en el centro, se quiso demo-ler la Iglesia de San Francisco –al final la avenida hizo la curva queconocemos– y la Casa Colorada, dos de los principales y escasos hitosde esos siglos.

La ciudad se afrancesó. Con arquitectos especialmente contratadospara modificar la ciudad, maquillarla, enmascararla, hacerla otra. Eli-minada la de los siglos XVI al XVIII, salvo un puñado de casas y otro deiglesias, surge un nuevo Santiago; es la aventura de convertirla en el

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“París americano”. Palacio del Congreso Nacional, Teatro Municipal,Palacio de los Tribunales de Justicia, además de mansiones privadas o“palacios” que, en conjunto, lograrán que un viajero se encuentre aquícon “un trozo de París incrustado en una aldea de indios”. Esto serásuficiente para deslumbrar a los caciques provincianos, o a los jóvenesmás ambiciosos del Norte y del Sur, los que comenzarán, cada vez más,a abandonar su lugar de origen para radicarse y así “triunfar” en lacapital.

Hay que ver lo que costó afrancesarse, cómo hubo que aprender ano reírse a carcajadas –ver los trabajos de Maximiliano Salinas– apren-der a caminar con distinción, cultivar los modales precisos y la palabraperfecta. Esto lo hará la clase alta y también los de clase media queaspiren a ser recibidos en las mejores casas de la ciudad. El ambienteentre indígena y andaluz, ese jolgorio nocturno de Santiago a fines dela Colonia, corridas de toros incluidas, que se apoderaba de la Plaza deArmas todas las noches y de todas las calles cercanas, es perseguido a lolargo del siglo XIX hasta alcanzar el discreto encanto, de murmullos yrumores, asociado con París.

Los que no aprendían debían instalarse fuera del centro, en lasquintas de recreo de Bellavista, o más abajo en La Chimba, o allá porSan Pablo saliendo hacia Valparaíso; en los bordes y periferias, en losmárgenes de la ciudad o fuera de ella, dejando el centro como símbolode un nuevo modelo de vida. Y eso siguió en el siglo XX, casi hasta1930, con los palacios del Centenario de 1910, con la Estación Mapo-cho y el Palacio de la Bolsa o el Palacio de la Biblioteca Nacional o el delClub de la Unión.

En ese año de 1930 Smith Solar y Smith Miller ya tienen avanza-dos los planos del Barrio Cívico, moderno y también riguroso. Pero esotra seriedad, otra gravedad. Nótese que a su lado lo francés, con suscapiteles corintios, fierros forjados con curvas elegantes, cornisas ymolduras ornamentales, parecerá algo alegre y juguetón al lado delpeso, casi fascista, en su implacable alineación militar, de las masascúbicas del Barrio Cívico que anuncia a América del Sur –a nadie leimporta más allá– que Santiago tiene una tercera identidad visual, unatercera imagen.

Como sabemos, la nueva cultura, la nueva sociedad, a partir de1930, deja morir o simplemente demuele el Santiago afrancesado, elParís americano trabajosamente construido a lo largo del siglo que vade 1830 a 1930, el siglo fundacional de la República de Chile. No es ellugar para llorar el Palacio Urmeneta, el Palacio Arrieta frente al Muni-cipal, el Subercaseaux en Ahumada, el Concha Cazotte en la Alameda,toda esa constelación de monumentales obras que habían redefinido elCentro, el Centro Poniente de Brasil y Yungay, el Centro Sur Ponientede Ejército, República y Dieciocho, y que, de la Plaza Italia a la Esta-

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ción Central y, entre la Alameda y el Mapocho, con algunos hitos muyimportantes en la ribera Norte, habían plasmado el primer sueño de laRepública de Chile, la capital soñada por los patriotas.

En esta ciudad volcada al futuro, a partir de 1930 se suceden lasmodernidades diferentes, primero las de origen europeo y luego las deEstados Unidos hasta llegar al mix contemporáneo, a esta Ciudad-Com-bo que en un solo paquete ofrece varias ciudades, tres en una.

El cambio permanente, la experimentación constante, esa es nues-tra identidad. Del mismo modo se absorben y suceden las doctrinaspolíticas, las modas, las costumbres. Nuestro consumo de diarios y re-vistas es excepcional en América, hay que estar al día con el cambio,no perder el compás, saber siempre si hay alguna variación en las re-glas del juego. Para no equivocarse.

Esto le hace bien a los servicios, Santiago descollará en la regióngracias a este rasgo de su identidad. Por la fascinación tecnológica, a loscuatro años de inventar Edison la ampolleta eléctrica ya teníamos ilu-minado el Portal Fernández Concha. Salazar y Zegers leen en un diarioque se han descubierto unos rayos X para ver los huesos y a los cuatromeses –luego de inventar además ampolletas capaces de generar flujoscatódicos– toman la primera radiografía de todas las Américas; esto en1896, en una ciudad sin red eléctrica y con un revelado en quinceminutos en lugar de la media hora de los Roentgen. Es lo mismo con latransmisión telefónica, la fabricación de una grabadora en 1878 ape-nas un año del invento norteamericano...

O la electrometalurgia, novedad en 1917 cuando se inaugura Elec-metal en la Avenida Vicuña Mackenna, con campesinos reclutados comoobreros, los que miran con horror los hornos, sus rayos azules y relám-pagos, luminosidades infernales y demoníacas frente a las cuales sepersignan... Pero algo los atrae, fascina, como los ojos de una serpien-te. No se van, aprenden a ser obreros más rápido que en otras regionesdel subcontinente.

No hemos cambiado, la fascinación por la radio, la TV, los celulares,los artefactos caseros nuevos que de inmediato arregla cualquier maes-tro de pueblo sin tener una capacitación adecuada, constituyen un fe-nómeno de nuestra identidad, como decíamos al principio. No hacemucho las principales compañías de aviación de EE.UU. escogieron porsu nivel tecnológico al aeropuerto de Pudahuel, como punto de salidade América del Sur porque, alarmados tras los ataques de las TorresGemelas, les brinda una seguridad muy superior. Sus redes informáti-cas y equipos les permiten detectar delincuentes, drogas, alimentos.

Algo así como la capital tecnológica de América del Sur, eficiente,equipada, donde todo funciona. La pregunta es la que se hizo la revistaAmérica Economía al destacar el protagonismo de Santiago en la región,celebrando sus sistemas de comunicación y otros, sus atributos como

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ciudad ideal para hacer negocios, sus ventajas para que las grandestransnacionales establezcan aquí sus casas matrices de la región: ¿paraqué?

LA REGIÓN DEL MAIPO

¿Porqué vivimos aquí, en esta Región Metropolitana, hacinados enunas hectáreas que apenas corresponden al 0,75% de la superficie delterritorio nacional? ¿Y además, concentrados más del 40% de todoslos habitantes del país en torno a una ciudad febril que acapara más del60% de la actividad económica y más del 80% del movimiento finan-ciero? ¿Qué tiene esta RM que a todos nos seduce?

Está claro que este Cono Sur de América, poblado por tanto inmi-grante europeo, no contó con una matriz gestadora de ciudades preco-lombinas como sí ocurrió en México, Guatemala, Colombia, Ecuador,Perú o Bolivia, con tal equilibrio regional que tenían, además, unanutrida y dispersa red de aldeas.

Pero en 1865 era Chile uno de los países más urbanizados de laregión, con un 21%. El español y el criollo aprendieron aquí a vivirpuertas adentro, la eterna Guerra de Arauco les enseñó a construircasonas de gruesos muros y tremendos portones claveteados. Todavíahoy, es el Cono Sur el que encabeza la lista de los países urbanizados,primero Chile con un 82%, luego Argentina y a continuación Uru-guay. Todavía hoy el mundo rural, incluso el de la misma Región, másparece un telón de fondo, un marco de operaciones, que un ámbitopropio con sus propias leyes.

Los habitantes urbanos quedamos segregados del entorno, cada vezmás, mientras las ciudades crecían en población y extensión: ciudadesplanas, de casas con jardines, parrones, huertos, gallineros. Es tiempode mirar la Región Metropolitana. Es tiempo de pensar en la RM.

El medio canta en esta ciudad: la Cordillera de los Andes la dominacon sus cumbres, la cadena penetra en la ciudad culminando en elsólido cerro San Cristóbal, el centro rodea a otro, el Santa Lucía y susárboles. A pesar de todo la identidad visual de la ciudad enraíza en lanaturaleza y no en la obra humana, el medioambiente penetra y domi-na, destaca la geografía más que lo urbano.

¿Somos entonces hombres de la naturaleza los santiaguinos, mon-tañeses, excursionistas, andinistas o esquiadores?

Apenas algunos, a pesar del paisaje soberbio. Más bien, atávico,parece subsistir el temor a resbalar de las montañas al mar, que lasmontañas revienten una vez más cubriendo nuevamente el valle contoneladas de piedras y lava, que la tierra se estremezca otra vez por suubicación en el Cinturón de Fuego del Pacífico –el cinturón de placasque chocan, rozan, se estremecen... El santiaguino se encierra en su

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casa, hace vida entre cuatro paredes, olvida. Llegan los inmigranteseuropeos, suben montañas, acampan en los valles de la precordillera,sus hijos quedan deslumbrados –campean los apellidos extranjeros entrezoólogos, ornitólogos, esquiadores–, pero en la tercera generación yaestamos domesticados y nos rendimos ante una naturaleza que avasa-lla, abruma.

Le Corbusier, con su ojo siempre lúcido, lo denunció: “con tal pai-saje, esta ciudad está condenada a ser una nota a pie de estos dos ce-rros...”.

En Buenos Aires reina la ciudad sobre la pampa monótona. EnSantiago reina la montaña sobre una ciudad que todavía no aprende adialogar con formas de una escala tan monumental, escala de diosesmás que de hombres.

¿Quién podría culparnos de enmudecer frente a esos dioses tutela-res de los indígenas atemorizados? ¿Quién podría culparnos de no sa-ber amaestrar tales oponentes? Recién ahora estamos descubriendo elvalor de la sumisión, de la adaptación, el camino asiático para dialogarcon la naturaleza inclinándose ante su fuerza, y no como el europeoque la doblega.

Más encima la mancha de la ciudad es atravesada por el curso flu-vial del Mapocho que, de tanto en tanto, arrastra masas pétreas, are-nas, sedimentos, sube de nivel y divide la urbe. Para no olvidar la mon-taña, que así penetra, de piedra en piedra, por el cauce. O lo hacíahasta que la Costanera Norte, modelo europeo para doblegar la natu-raleza, ingeniería italiana, transformó el río en una gran canaleta arti-ficial.

No nos adaptamos todavía. Por el encierro, la vida puertas adentro,desconocemos el nombre de los árboles, el vuelo de las aves, el perfilde los cerros... El santiaguino no se encuentra con la naturaleza, toda-vía. Desconocemos el medio ambiente, que se cuida solo o se descuida.Melipilla, Talagante, Curacaví, Tiltil, San José de Maipo parecen perte-necer a otro espacio-tiempo.

Es la ciudad como útero, la visión egipcia, el lugar cálido y seguro,protegido, frente a lo incontrolable de la naturaleza. Pero no se puedeolvidar este entorno que se cuela por los ojos en las mañanas, en lossueños de noche; cómo no se va a padecer de melancolía, de caídasconstantes en el alcohol, de desesperanza, falta de planes a largo plazo.

Primero necesitó el hombre encontrar su lugar. A falta de arraigo ypertenencia se identificó con el héroe del no lugar: el patiperro. A faltade centro se identificó con el margen, la periferia: el derrotado. A faltade grandeza en la mirada renunció al monumento, a la amplia pers-pectiva, se refugió en lo opuesto: el rincón.

Chileno: patiperro, derrotado, arrinconado. Era la norma, la iden-tidad, y la ciudad se hizo a su imagen y semejanza. Léase El roto (1920),

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El Ñato Eloy (1957), Vidas mínimas (1923), Juana Lucero (1902), La viu-da del conventillo (1930)1, y verá que en ese dolor, en medio de todo esedolor, la naturaleza careció de seres fuertes que la protegieran –los quehubo carecieron de seguidores o les aserrucharon el piso– o de aman-tes que la cuidaran –extranjeros casi todos, extravagantes para el ojolocal, solitarios. Así se contaminó la tierra, el aire, el suelo, el agua, labasura se acumuló en todos los rincones.

Solo ahora, en estos últimos treinta años, estamos aprendiendo amirar. Solo ahora es tiempo de pasar, recién, de la ciudad anarquista,sin gobierno y acostumbrada a no tenerlo, a la ciudad como proyecto ytarea. La ciudad región que se inserta, incorpora el territorio de la Regiónpara que su futuro sea sustentable. Requería un Gobierno Regional...

DIEGO DE ALMAGRO

Escribió Flaubert que “cuando los dioses ya no existían y Cristo nohabía aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón hastaMarco Aurelio, en que solo estuvo el hombre”. Ese mismo espacio detiempo se vivirá en América cuando la llegada de los europeos derribelos viejos dioses americanos y, antes de implantar su obra los misione-ros, solo existieron los hombres. Fue la hora de los conquistadores, lade Cortés, Almagro y Pizarro.

Hernán Cortés, conquistador del imperio mexica, era de tierra seca ydura; la Extremadura. En el Sur de España sus ancestros también debie-ron endurecerse, por siglos de dominio árabe. Cortés es uno de los des-lumbrados por el oro de las Indias y la riqueza de su flora y fauna.

Está listo, pero poco antes de zarpar, trepando el muro de una es-posa infiel, cae la pared y con ella, la pierna herida. Zarpará un añodespués, en 1504. Se enrola en una expedición a Panamá, tierra deoro, pero una enfermedad sexual, por sus relaciones con mujeres indí-genas ya contagiadas por españoles, lo deja en cama. Oye que otros deExtremadura están haciendo historia, como Vasco Núñez de Balboa,que acaba de descubrir el Mar del Sur, el Océano Pacífico. TambiénFrancisco Pizarro que lo secunda. En 1519 zarpa hacia México conquinientos ocho soldados, cien marineros, dieciséis caballos y diez ca-ñones de bronce. Tiene treinta y cuatro años de edad. Corre el mes defebrero, en el de noviembre ya estará contemplando la capital azteca,Tenochtitlán, la ciudad del lago, surcada de canales, colmada de jardi-nes, la más grande y hermosa que han contemplado sus ojos. Caído

1 Estas novelas fueron escritas por los siguientes escritores chilenos: El roto, JoaquínEdwards Bello (1887-1968); El ñato Eloy, Carlos Droguet (1912-1996); Vidas míni-mas, José Santos González Vera (1897-1970); Juana Lucero, Augusto D’Halmar(1882-1950) y La viuda del conventillo, Alberto Romero (1896-1981).

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Moctezuma, herido de muerte por un mexica que se siente traicionadopor la actitud vacilante del emperador ante los extraños, Cortés inicia-rá la guerra de conquista.

La conquista del Imperio de los incas se planificó en Panamá, entreDiego de Almagro, Francisco Pizarro y el fraile Hernando de Luque,acordando dividir sus riquezas en tercios iguales. La empresa se llamóCompañía del Sur y se fundó en 1524. No había mapas entonces yescasos los informes de los exploradores, pero la riqueza del “Pirú” eracélebre. Los dos socios civiles, demasiado diferentes ostentan igualesgrados de capitanes generales; pero Almagro cuenta con el respaldodel gobernador de Panamá, situación que Pizarro no soporta. Tres via-jes costeros y casi diez años tarda la empresa, mientras se acrecientanlas tensiones.

Pizarro es violento, cruel, intrigante. Es quien ha dejado, como unaroja estela, el mayor caudal para alimentar “la leyenda negra” de laconquista española. No así Almagro, recio castellano nacido, como elQuijote, en un lugar de La Mancha. Este lugar de Castilla, suerte deembudo geográfico que los árabes debían atravesar para sus incursio-nes hacia el Norte, fue escenario de cientos de choques entre cristianosy musulmanes. Los castellanos también, como los extremeños, debie-ron aprender a vivir combatiendo, a endurecerse tanto como su secameseta volcánica, y de ahí que Miguel de Cervantes lo eligiera parahacer nacer al Quijote. Tiene resonancias heroicas, era un lugar demilagros, y de ahí la aldea que se llamó Al-Milagro, o Almagro, quetiene una de las plazas más hermosas de España entre sus calles deblancas casas.

Allí nació Diego de Almagro, en 1479. Creció en el abandono, se-gún algunos historiadores, por ser hijo de un fraile, Hernando de Lu-que, el que más tarde sería su socio en la conquista de América del Sur.Pero no guardó mal recuerdo, allí haría construir un bellísimo templo,el de la Madre de Dios. Cuando decidió huir, su madre le dio unospesos y unos pedazos de pan; para que no volviera.

En 1514 zarpó al Nuevo Mundo, llegó a Panamá, a las playas blan-cas de aguas tibias, donde se bañaría todos los días, extasiado. Ahí seforjó su sociedad con Pizarro. Almagro es resuelto, vital, inteligente,animoso; Pizarro, desconfiado y taciturno, decide hacer uso de ese ca-rácter del que carecía su socio. También los une el hecho de ser bastar-dos y de los españoles más pobres del lugar. Algo quedará por descu-brir y conquistar, algo que les compense la mala partida, el destino deperdedores que parecen tener. Los dos son valientes.

Oyen hablar del Océano Pacífico, de que navegando al Sur hayotras tierras, ricas en oro. Almagro se deslumbra con una belleza local,princesa hija de cacique, la hace su amante y con ella tiene a su hijoDiego el Mozo; dicen que esto a Pizarro le dio mucha envidia. Los años

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de Panamá les sirvieron para hacer fortuna, conocer el Nuevo Mundo,prepararse para un mejor futuro.

El año 1524, cuando Almagro tiene cuarenta y cinco años, estálisto. Parten los socios hacia el Sur, en barcos separados. No se encon-trarán, Pizarro pasa peligros, hambres, hasta que retorna; Almagro tam-bién. El primero propone desistir, ya se siente viejo; pero, Almagro,como siempre, confía. Por lo mismo es nombrado Capitán General dela segunda expedición, lo que irrita a Pizarro. Almagro lo calma, leconfía la mitad de las fuerzas: el fraile Luque divide, en la misa dedespedida, una hostia en tres partes y comulgan en conjunto. Pero elrencoroso Pizarro no olvidará, resiente ir de segundón.

Nuevamente asediado por fieras, insectos, indígenas y hambre, Al-magro retorna a Panamá en busca de recursos y ordena al piloto Barto-lomé Ruiz seguir al Sur; este cruza la línea del Ecuador, es el primero,y observa en el cielo estrellas hasta entonces desconocidas; se encuen-tra con una nave indígena, gran balsa con velamen de mercaderes,con caracolas rojas, mantas coloridas, cántaros y también oro y plata.Uno de sus indios, bautizado Felipillo, será el célebre traidor de Ata-hualpa y también de Almagro. Les habla de Cuzco, de un imperio enlas montañas.

Almagro se queda en Panamá para conseguir hombres –restandoce...–, armas y dinero. Pizarro sigue al Sur donde llegará a la ciudadde Tumbes, al fin una gran ciudad del Imperio de los incas. Regresa aPanamá con esas noticias. Faltos de fondos deciden que Pizarro vuelvaa España, donde traiciona finalmente a Almagro.

Obtiene del rey los cargos de Gobernador, Justicia Mayor y CapitánGeneral del Perú si lo conquistaba, además del título de Caballero de laOrden de Santiago y un sueldo mensual. Para Almagro, el miserablecargo de Gobernador de Tumbes y medio salario. Pizarro viene concuatro hermanos, encabeza una secta. El gobernador, para hacer algode justicia, promete obtener para Almagro el título de Gobernador delterritorio que quedaba más al Sur del Perú.

Carlos V, sobrecogido con las riquezas de aquel territorio, confirmaa Pizarro como Gobernador del Perú y a Almagro, con igual rango, delas tierras que seguían por doscientas leguas al Sur, la “Nueva Toledo”.Pero, la ciudad límite entre ambos, Cuzco, ¿a quién pertenecía? Casiestalla la guerra civil. Almagro, hombre de acción, caudillo de soldadosy poco dado a las contiendas políticas, parte a conocer su gobernación;tal vez encontrará otro Cuzco.

Ya tiene merced de hidalgo, título de mariscal, merced de adelanta-do, una vasta gobernación. Es riquísimo y gasta en la empresa la fabu-losa suma de un millón y medio de pesos oro, más que el tesoro deAtahualpa. La conquista de Chile es la expedición más lujosa en lahistoria de América del Sur.

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Cabalga junto a una bellísima negra “de alta grupa”, Malgarida, laprimera mujer no india que pisa tierra de Chile. También lo acompañanel Sumo Sacerdote del Sol y un miembro de la familia real, Paullo, quese encargarán de que sea bien recibido en el Sur del imperio incásico.Viene con quinientos europeos, miles de indígenas, trescientos caballos.

Pero la suerte, que siempre jugó a su favor, ahora lo abandona. Elviaje fue largo y mortal, por altas montañas y desiertos y, aunque orohabía, y Almagro planeó quedarse en el valle de Aconcagua, sus hom-bres se decepcionaron por la falta de tesoros. Transitan por Copiapó,los valles de Elqui y Aconcagua, Lampa y Quilicura, Tobalaba y Pomai-re, Rapel y Quinchamalí... Envía hombres para que se asomen más alSur, planea fundar dos ciudades, bautiza Valparaíso levantando vivien-das en sus cercanías.

Los incas, al ver profanados sus templos, robados sus tesoros y vio-ladas las vírgenes del Sol, se alzaron. Sitian Cuzco por meses, murien-do uno de los hermanos Pizarro. Almagro, advertido, regresa y ataca alejército inca por su retaguardia, logra la liberación de Cuzco. Pero sereinicia la contienda entre Almagro y los Pizarro. Estos, con más hom-bres, lo derrotan en la batalla de Las Salinas, en 1538, sentenciándoloa muerte. Uno de los hermanos Pizarro, Hernando, lo estranguló conuna cuerda. Tres años después, el joven hijo de Almagro, Diego el Mozo,se encarga de cobrar venganza. Con seguidores, apuñala a FranciscoPizarro.

De haberse quedado Almagro en Chile, muy posiblemente la capi-tal estaría en el valle de Aconcagua, en las cercanías de San Felipedonde confluyen tres valles. Hijo de la dura tierra castellana se habíaenamorado del cielo del lugar, de las anchas riberas y llanuras de esterío. Un clima dulce, sin los insectos ni fieras de las tierras que ya cruza-ra en el continente; una agricultura próspera y extensos canales deregadío; cercanas minas de oro y la soberbia vista de la Cordillera de losAndes con sus cumbres de seis mil metros. Era una tierra soñada. Tie-ne cincuenta y siete años cuando deja Chile, un viejo para la época, ysabe que en Cuzco se jugará la vida. Como Moisés verá la Tierra Pro-metida pero no le será dado afincarse en ella; no regresará a Chile. Ensu retina maravillada quedarán el valle de Aconcagua, la bahía de Val-paraíso y la que hoy ocupa San Antonio, el río y el valle del Maipo, lasricas tierras que lo impresionan en la zona de Melipilla, el valle delMapocho donde cruzó el lugar que hoy ocupa la ciudad para subir aColina, Chacabuco y regresar al Norte.

Hablará bien de Chile en Cuzco, dejará un reguero esperanzado enmuchos, los que luego vendrán con Valdivia. Como Pizarro se ha que-dado con un millón de pesos oro que le corresponden, se los deja enherencia... al rey. Este, paciente, lo cobrará. Los Pizarro le han quitadola gloria, lo han borrado de la conquista del Perú, le impidieron ser el

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conquistador de Chile por regresar a defender Cuzco, lo dejaron casifuera de la historia pero tendrán que pagar donde más les duele, en oro.

Diego de Almagro, esforzado bastardo, es el primer protagonistaeuropeo en esta región.

HABITAR UNA CUENCA

El 10% de la población mundial vive en el entorno de volcanes; de ahísomos. Enormes piedras nos sorprenden en medio del llano, nos re-cuerdan su origen, están listas para seguir retumbando con el próximosismo. Las más pequeñas, con paciencia, son apiladas por el campesinoen pircas que humanizan el paisaje al igual que los álamos.

Piedritas y árboles ordenados contra el paisaje inmenso.El brutal desnivel de seis mil metros entre cordillera y mar nos deja

atónitos, en medio de un choque geológico. Habitantes de un valletajeado y erosionado por la montaña y sus ríos, somos casi un obstácu-lo. Pisamos sobre cuatrocientos metros de relleno, arriba y muy lejosde la roca madre, del piso originario que quedó cubierto allá abajohace millones de años. Alguna vez el océano golpeó incesante los ce-rros del Arrayán, nuestro valle era submarino. Por suerte fue cubiertopor las erupciones, una y otra vez. Así el agua pudo reptar más alto,sortear la cordillera de la costa, llegar al mar. Si no, habría quedado elllano del Mapocho transformado en un gran lago.

Casi fuimos fondo de mar, casi fondo de lago. Habitamos entoncesen el reino de lo transitorio, de lo provisorio, “lo que agobia a aquellosque quieren la quietud”, reflexiona Astaburuaga, irónico, en su últimolibro: Morfología de Chile y sus ciudades.

Cada solar urbano creó su pequeña agricultura. La casa-huertoimpera hasta hoy, afinca la ciudad en el valle agrícola, le consume hec-táreas extensas, crea un modo de vivir que fusiona viviendas y planta-ciones; no pueden separarse todavía.

Europa y Estados Unidos se desarrollaron a costa de graves dañosa su medio ambiente, en especial entre 1850 y 1950. El desafío queenfrentan los países en desarrollo es mucho mayor. Por una parte so-mos actores de una época más consciente de las contaminaciones delmedio; por otra, la economía global nos presiona y exige producir deacuerdo a estándares mucho más exigentes que los que ellos vivieronen su época de maduración. Tal fue la “ventaja” de esas economíasque, para algunos autores, la distancia es insalvable. Jamás, con lanueva cultura ambientalista, nuestros países podrían alcanzar a losdel “primer mundo”.

La máxima presión sobre el ambiente se alcanza en economías quelogran llegar a una renta per cápita de cinco mil dólares anuales; esospaíses alcanzaron esa meta antes de imponerse las restricciones. Chile

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lo ha alcanzado, dificultosamente, en estas décadas de auge de las exi-gencias.

La pobreza contamina y Santiago contaba en 1985 con cientos demiles de pobres; la pobreza tala árboles y arbustos para obtener energíay Santiago carecía en gran parte del siglo XX de redes suficientes deelectricidad y gas; los vehículos antiguos y baratos contaminan y laciudad estaba copada de ellos, tanto particulares como del transportepúblico; la pobreza impide contratar suficientes fiscalizadores y así laciudad padeció y padece de agresiones a suelos, aguas y aire sin quepuedan ser sancionados los responsables...

Siempre hubo núcleos y vanguardias atentos a la destrucción delmedio ambiente. La denunciaron en el siglo XIX cuando la minería talólas regiones III y IV casi completas, y también cuando la colonizacióndel Sur incendió intencionalmente millones de hectáreas de bosquesnativos. La sociedad, en cambio, ha sido lenta en su formación am-biental y ahora esta le llega desde fuera, como presión, tanto y másrápido, que por evolución del país. Y de mano de la utopía ecológica,aspirante al control total de las emisiones y descargas, el reencanta-miento por la naturaleza, incluso amenazador por la visión de unainminente catástrofe si el mundo no modifica el rumbo.

Hoy tenemos más conciencia; enfrentamos el desafío de habitar lacuenca de Santiago, la primera viniendo desde los desiertos del Norte,del fértil Valle Central de Chile. Una cuenca que, cerrada hacia el Nortepor los cerros de Chacabuco, extendida entre la Cordillera de los Andesy la Cordillera de la Costa, avanza hacia el Sur hasta Angostura entrelos cerros de Paine. Ahí, como lo viera Pedro de Valdivia, continúa elValle Central por miles de kilómetros, uno de los tres mejores ambien-tes humanos en torno al Océano Pacífico.

Dos ríos determinaron el asentamiento: el Mapocho y el Maipo.Al Oriente es espectacular la altura de la Cordillera de los Andes,

uno de los tramos más altos de toda Sudamérica, la que aquí se elevamás de seis mil metros en el Tupungato. El volcán Maipo y el San Josérecuerdan el origen volcánico de sus suelos, de cuando la cuenca fuecubierta por erupciones hace ciento ochenta millones de años quedan-do a la vista apenas el cono de altas cumbres: Manquehue y Tupahue,Huelén y Chena.

La cordillera se vive en Farellones y La Disputada, la precordilleraen el Cajón del Maipo, El Arrayán, los nuevos barrios: Santiago es unacapital andina.

Todos los ambientes se encuentran en la cuenca de Santiago; elseco Norte desértico habla en Batuco y Peldehue, Lampa y Polpaico,Til-Til y Rungue; la fertilidad soleada del Chile central se encuentrahacia la costa por Curacaví y hasta Melipilla pasando por Malloco, Pe-ñaflor y Pomaire, antiguos poblados de casonas coloniales que se de-

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fienden con arboledas y flores de la pluma en su largo verano; la re-gión dialoga con el paisaje del Sur en Buin, Nos, Maipo y Linderos,Paine y Hospital hasta llegar a la Angostura de Paine.

La Metropolitana es una región universal, diversa.Precipitaciones, inundaciones, aluviones y sequías, los agentes más

diversos se encuentran aquí inquietando a sus habitantes cuando apa-recen, pero a los pocos días olvidándolo todo.

¿Subsistirán las tierras agrícolas, o toda la cuenca de Santiago serála Gran Ciudad? ¿Cuidaremos las tierras del Poniente y el Sur, habi-tando el Oriente y el Norte? ¿Viviremos, por tren rápido, en la QuintaRegión, Viña y Cartagena o, en la precordillera miraremos desde terra-zas los cultivos del valle? ¿Tendremos parques ribereños y aguas puri-ficadas, y torres residenciales con vista al Mapocho y al Canal San Car-los que lo une al río Maipo?

Millones de años fueron necesarios para definir los valles, sus cuen-cas, que los ríos lograran cruzar la Cordillera de la Costa sobre lo queantes fuera fondo marino. Violento fue el movimiento de las placashasta conformar este territorio, acción que nos transformó en hijos delCinturón de Fuego del Pacífico, franja geológica que nos une, sísmica-mente, a Lima, Quito, Santafé de Bogotá, Antigua en Guatemala, SanFrancisco de California, todas ciudades que, golpe a golpe, aprenderíana construir viviendas cada vez más sólidas. Esta es una historia viva,siempre presente por la presión de la placa marina que siglo en siglo sereacomoda y nos remece.

El nacimiento de la Cordillera de los Andes no solo formó el paisa-je; los suelos resultantes, tan determinantes de la agricultura y de laubicación de los centros urbanos, también fueron causa del nacimien-to de centros mineros como San José de Maipo, Til-Til o Lampa, im-portantes por su riqueza durante la Colonia. La sección Norte de lacuenca es más baja y menos fértil porque no recibió el material volcá-nico que cubrió la privilegiada sección Sur. Glaciares y ríos rellenaronen parte la depresión, elevando su suelo.

El agua también es un personaje. Su manejo determina el dóndevivieron los pikunches, la llegada de ingenieros hidráulicos incásicospermitió crear centros urbanos más distantes de los cursos de agua, losespañoles expandieron una canalización aún mayor aumentando lassuperficies de los cultivos. No hay reconocimiento, se nos olvida el rolde las altas cumbres que allá almacenan nieves que nos riegan en vera-no; el volcán Maipo alimenta al Maipo, el cerro El Plomo al Mapocho,el Tupungato al río Colorado. De no ser tan elevadas las montañas enverano no tendríamos agua, solo la acumulada en las lagunas.

La Región Metropolitana es una región andina. Está enmarcadapor la Cordillera de los Andes, por dos brazos de la misma cordillera–cordón de Chacabuco por el Norte, cerros de Paine por el Sur– y por

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la Cordillera de la Costa. Son cordilleras y cerros explorados desde siem-pre porque en ellos se acumulan de preferencia los yacimientos mine-rales de Chile. También aquí se han encontrado. Los Andes son la espi-na dorsal del continente americano, la Cordillera de los Andes nos unea América. En cambio, la Cordillera de la Costa es chilena, no se pro-longa más allá de Arica.

Habitamos la Depresión Intermedia, espacio y concavidad que quedóen medio de las dos cordilleras y que, en distintas edades, surgió delfondo del mar. Vivimos entre cordilleras. Las cordilleras son la estruc-tura de nuestro espacio, ahora último se han habilitado senderos depenetración para que los habitantes conozcamos, finalmente, la matrizde nuestra Región.

En los días transparentes el aire sobre la cordillera produce una luzfría, precisa, pulida por los vientos, la que impresiona a los pintorescontemporáneos. En el valle, con menos vientos y lluvias, con polvoen suspensión, la luz se hace más amarilla y sólida, una presencia en elespacio, la que deslumbró a los pintores de principios del siglo XX, losprimeros del paisaje regional.

Vivimos en la cuenca de Santiago, valle de clima privilegiado entrelos valles del mundo. Con un clima templado protegido de los vientos,una estación seca prolongada, un invierno poco lluvioso que llega conlas nubes del trópico que aseguran una vegetación permanente en lasquebradas y laderas sombrías que miran al Sur.

Las aguas del río Maipo dan albergue, riego y sustento a San Joséde Maipo, Pirque, Buin, Puente Alto, Paine y Melipilla, rosario de ciu-dades de excelente calidad de vida, de buenas tierras y frondosa vege-tación. Por su parte, el Mapocho permite el nacimiento de centros his-tóricos relevantes en sus riberas, de óptima calidad ambiental, comoPeñaflor o Talagante.

Hay un sistema fluvial natural, también cuencas lacustres y, ade-más, obras de regadío trazadas con esfuerzo a lo largo de los siglos,para concluir con las grandes centrales hidroeléctricas que aprovechanla unión de la pendiente de las montañas con el agua que baja de ellapara generar energía.

La cuenca de Santiago, entre las cuencas del Aconcagua y del Ca-chapoal, debiera llamarse la cuenca del Maipo, su río principal. Vivi-mos en la hoya hidrográfica del río Maipo, del que el Mapocho es soloun brazo afluente. Maipo arriba se encajonaron valles, con morrenasglaciares, y se formaron lagunas como la Negra que hasta hoy es prin-cipal fuente natural de agua potable de la cuenca.

Los habitantes de la Región Metropolitana pisamos sedimentos gla-ciales y bebemos agua de nieve. Después del estallido de la cordillera,hace millones de años, los ríos Maipo y Mapocho debieron luchar mi-lenios para abrirse camino entre toneladas de material volcánico. Avan-

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zan, caen, se precipitan los cursos de agua erosionando riberas, arras-trando piedras, barro.

Por su velocidad, y como el suelo es un plano inclinado hacia elmar, el limo vegetal, valioso, tiende a ser arrastrado hacia el océano. Elagua debe ser administrada, cautelada.

Durante los siglos de hielos, la selva valdiviana, con sus grandesárboles, avanzó hacia el Norte dominando la cuenca de Santiago y aúnmás allá, hasta el Norte Chico; luego comenzó a retroceder y desde elNorte avanzó el matorral mediterráneo. La vegetación fue creciendoen las laderas de los cerros, se hizo espesa en sus quebradas, se alineó alo largo de los ríos.

En la cuenca de Santiago conviven el Norte y el Sur, la sequedad yla humedad, la flora mediterránea y la flora austral. En la precordilleraandina deambuló el puma, más arriba el guanaco, el huemul, aún másarriba el pesado cóndor. Al otro lado, al poniente costino, el zorro cul-peo es el protagonista.

El habitante de la Región no sabe lo que era el espectáculo de laceja precordillerana toda arbolada, antes de que la tala para leña, losrebaños de cabras y los carboneros desnudaran los cerros. Como tam-poco sabe que los fértiles jardines de Santiago al Sur son de obra hu-mana, que ahí el español solo encontró pedregales y polvaredas. Elhombre ha ido tejiendo una historia vegetacional, de logros y pérdidas;ahora se proyecta reforestar los cerros a partir de la cota 1.000 y trazarahí una carretera de circunvalación de piedemonte sobre el valle, conmiradores turísticos; otro proyecto, el Sendero de Chile, para cami-nantes, jinetes, ciclistas, permitirá un paseo a media altura de los ce-rros, entre arboledas y con la vista completa de las cuencas del Mapo-cho y del Maipo, sendero que está atravesando toda la región de Nortea Sur y que ya tiene tramos habilitados.

Un clima mediterráneo: temperatura media, lluvias y nieves. Talcomo en torno al antiguo Mediterráneo, en el “nuevo” Océano Pacífi-co hay zonas óptimas de clima equilibrado, para la vida humana: elvalle de California, el Sur de Australia, y el Valle Central de Chile.

Por la Cordillera de la Costa, biombo climático, barrera natural frentea los vientos marinos, el clima interior de las cuencas es más seco ycálido que junto al mar. Las lluvias invernales permiten una primaverade pastos verdes y continuos y la aparición de flores por miles en diver-sos colores: el verano las seca, el paisaje se hace amarillo contra losverdes árboles, y el otoño toma el color de la tierra.

Es lo que admiró el hombre que llegó hace 12.000 años, el cazadorde caballos, de cérvidos, de camélidos, de zorros, de fauna de piel grue-sa formada en la Edad de los Hielos. Y de patos, torcazas, perdices.

Llegaron aquí los sobrevivientes de la emigración milenaria de Asia,aquí hasta el fondo del continente; a refugiarse en aleros de la precor-

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dillera, en “abrigos” de altura, siguiendo la fauna. Encontró este hom-bre un Norte de la región áspero, de pedregales, cubierto de espinos,algarrobos y pimientos; encontró cipreses en los cerros de la precordi-llera; también quebradas sombrías de canelos y maitenes y laderas Surcubiertas de árboles crecidos; encontró palquis y pataguas en el Cajóndel Maipo y, más arriba, el olivillo soportando el viento.

“UN PUEBLO COMO EL CUZCO”

Habitar esta región es una empresa marcada por un desafío ético. Pe-dro de Valdivia ya lo establece en sus cartas al explicar que, frente a larealidad local, lo importante es el esfuerzo sin desmayo, la inventivaante la falta de recursos, la resistencia ante la adversidad. Las dificulta-des del territorio humanizan la conquista de Chile.

Jerónimo de Vivar, el segundo autor de una “imagen país”, el pri-mero en hacer marketing para atraer pobladores, no ofrece oro ni for-tuna; es él quien reconoce que aquí las batallas no son para apoderarsede ricas ciudades y sus tesoros, sino por una cosecha de papas, cebollas,maíz. Él mismo no ensalza a Valdivia como estratega, sino por su soli-daridad hacia los más débiles, y es por ello que escribe que aquí hacenfalta hombres de “la estatura y valía moral de Valdivia”.

González Marmolejo, en su pionera historia de Chile, también en-fatiza este aspecto, destacando a quienes están a la altura de ese desa-fío, como Rodrigo de Quiroga, y criticando a los advenedizos viciososque degradan la misión.

Por entonces, de los mapuche se dice lo mismo que se espera de losconquistadores: sacrificados, sobrios, voluntariosos, capaces de esfuer-zos heroicos, patriotas, serenos ante el desastre, con sentido del orden,respeto por el derecho, acatamiento de la jerarquía...

Para muchos autores, estos adjetivos son signo de toda la historiade Chile, y de la cultura chilena; es lo que Gabriela Mistral llamará la“voluntad de ser”.

El desafío es transformar con las manos la naturaleza chilena, la“mal infamada” tierra de Chile, para –en la visión de Valdivia– hacer deella el mejor pedazo de tierra que hay en el mundo. Esta hazaña való-rica, escribe Lucía Invernizzi, que tan tempranamente perfila la histo-ria de Chile, se ha negado o disminuido para dar relieve a los hechos delas guerras, dándose énfasis al choque de las armas, a la diferencia, yno a la temprana gesta común de signo moral.

A este país se vino a trabajar, no a recoger oro ni prebendas. Es unescenario de esfuerzos para crear una comunidad, lo que muy dificul-tosamente se hace en los siglos XVI y XVII. Tales son las dificultades parael español que el hambre, por ejemplo, hace que muchos, clandestina-mente, intercambien con los indígenas armas por comida. Ni los centi-

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nelas se salvan de esta costumbre que fortaleció a las tropas mapuche ypikunche.

Valdivia, como Almagro, era hombre de acción. A la hora de orga-nizar el territorio fundando ciudades tuvo claro el principio fundamen-tal: había que crear rápidamente una ruta rápida y directa hacia Espa-ña –un fast track–, saltándose la burocracia limeña y sus poderes, losimpuestos que incluso encarecerían las importaciones. Para tener vidapropia y ser territorio independiente en lo administrativo debía avanzarhacia el Sur, hasta el Estrecho, manejarlo, controlar el paso entre los dosgrandes océanos, el Atlántico y el Pacífico, crear una ruta propia paranavegar a Europa. Por lo tanto, hay que jalonar el territorio con ciuda-des en esa dirección, hacia el Sur. Será una nación austral... Le escribe, alrey Felipe en 1552, que allá en el Estrecho de Magallanes construirá unafortaleza “para que ningún adversario entre ni salga sin licencia”.

Como dice Jaime Garretón en El urbanismo en Chile, ”queda claroque el triángulo comprendido entre las ciudades de La Imperial, Villa-rrica y Valdivia era el territorio que el gobernador había decidido esco-ger como la base del país”. Allá estaría su núcleo, su corazón, así comoAlmagro lo viera en el valle de Aconcagua.

Dijo que venía a “dejar memoria”, es decir, a fundar ciudades, de-jar imágenes perdurables. No será fácil, por la topografía. Como calculael historiador Encina en esos años se tardaba, de Concepción a Santia-go, ocho a treinta días por tierra; de La Serena a Santiago diez días; deConcepción a La Imperial cinco días; de La Imperial a Osorno tres días;de Valparaíso a Santiago, dos días.

Chile nace como Gobernación de Nueva Extremadura, y con lími-tes en el valle del Copiapó, paralelo 27, por el Norte; al Sur en el paralelo41 en el Lago Llanquihue, y seiscientos kilómetros desde el Océano Pa-cífico hacia el Oeste, penetrando ampliamente más allá de la Cordillerade los Andes, lo que confirma Carlos V el 31 de mayo de 1552.

Pedro de Valdivia solicita, con su intuición, en carta donde “muyhumillante suplico”, quedarse con derechos hasta el Estrecho, forman-do un Cono Sur, lo que el emperador le acepta en 1554 para que seextienda hasta el Estrecho de Magallanes, quitándole tierra a Franciscode Camargo, quien había recibido la “Gobernación del Estrecho”. Másal Sur estará la Gobernación de Terra Australis concedida a Pero San-cho de la Hoz en 1539.

Nadie respetará mucho los límites al explorar, desde el principio.Diego de Almagro debía bajar sólo hasta Taltal, pero avanza muchomás al Sur en la Gobernación de Nueva Andalucía asignada a Pedro deMendoza; este, al otro lado, funda el puerto de Santa María de BuenosAires en la zona de Almagro (que iba desde el grado 14.03 al 25.31).

Valdivia entra por La Serena, Ovalle, Combarbalá, Illapel, Salaman-ca, Petorca, Putaendo, San Felipe, Chacabuco, Independencia, Vitacu-

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ra. Venía a “poblar un pueblo como El Cuzco a las riberas del río Mapo-cho”, anota Jerónimo de Bibar. Un pueblo como el Cuzco, esa es otraciudad hermana de Santiago, fue la imagen del fundador, de allí partióla empresa, en su catedral se encomendó Valdivia al Apóstol Santiago,patrono de la ciudad del Mapocho, tal como lo era de Cuzco.

Ya venía con la idea fundacional, entonces. Y encuentra muchaspalmas, oro, tierras llanas, buena madera. Más que en sí, le interesarácomo ejemplo para exhibir una civilización y así interesar a los aborí-genes, una operación de marketing: Santiago nace como un cebo, unamaqueta de 1:1 del mundo europeo para seducir a los eventuales clien-tes, una gran vitrina para asomarse a los brillos de la civilización.

Vivían en el valle unos cincuenta mil hombres, una buena masaconsumidora; justificaba levantar un mall de la época, hacer de estevalle un emporio de intercambio comercial. Así fue localizada la ciu-dad, en valles de muchos habitantes, donde había indígenas, más quepor el aire sano o la fértil tierra del Mapocho.

En América la ciudad era cuna de la nueva civilización. Ella habríade inducir al indio a unirse a la sociedad española, se debe construir“de forma que cuando los indios la vean les cause admiración”.

Pero en el siglo XVI Santiago fue apenas una aldea. Según consignael padre Gabriel Guarda en su estudio de la arquitectura rural en elValle Central, “mientras la zona austral veía crecer y multiplicarse elradio de influencia de ricas fundaciones –Concepción, Angol, Imperial,Villarrica, Valdivia, Osorno, Castro, Santa Cruz de Óñez– repartidas sustierras e indios en poderosos hacendados y encomenderos, en todo elresto del Valle Central, sólo Santiago y una fundación entonces opaca,San Bartolomé de Gamboa –Chillán–, contemplaban nostálgicas el de-sarrollo de sus congéneres sureñas, promisorios emporios agrícolas,mineros, comerciales e industriales, a un tiempo espectadoras, actorasy, próximamente, víctimas del movido drama de la guerra de Arauco”.

Las ciudades de aquí, encerradas, opresivas, serán símbolo para elnativo de pérdida de libertad; en contraste con la riqueza natural, lavida tranquila del campo, la belleza de los entornos, nada admirables.

Amante del lujo y del buen vestir, Valdivia soñó con ciudades quetuvieran majestad pero el medio no se lo permitió: ¿no era todo Chileun territorio de borde, de frontera, sin valor en sí, mantenido por losespañoles para alejar a piratas ingleses, franceses y holandeses de lasriquezas del Perú? ¿No es una especie de muro con foso como dijoalguien?

El chileno vivirá en prácticas ciudades-fuertes defensivas, en esta-do de alerta, durmiendo con un ojo abierto ante la amenaza siemprelatente de un ataque indígena precedido por escalofriantes aullidos.Puertas adentro.

Hay algo ritual en cada fundación de ciudad. Como una cruz, la ciu-dad marca un territorio consagrándolo, genera un espacio sagrado –ensu interior– para la Iglesia, que es Casa de Dios, pero también sacraliza

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toda la ciudad por extensión: ciudad cristiana que reconoce a Dios,Ciudad de Dios. El que los indios ataquen una ciudad es una herejía,un desacato mayor, imperdonable. Una ciudad –y no una villa– teníaalarife, asesor letrado, fiel ejecutor, administrador de hospital, prego-nero público...

Pedro de Valdivia quiso tener un título de nobleza. El que lo teníapodía oponerse al rey, ya no era un simple vasallo. Esto se respaldabacon tierras y Valdivia se quedó con el valle de Coquimbo –que luegocede a Francisco de Aguirre–, el valle de Aconcagua oriente que ven-derá a Francisco de Riberos, Quillota que dona a los indígenas y luegose retracta, Puangue, el valle de Lampa, el de Cachapoal, Arauco, deTalcahuano a Purén, y en Santiago con las de Conchalí –que cederá aInés de Suárez en 1548– y Vitacura que quedara libre por la caída delos incas.

Tanto ataque indígena atentó contra la expansión y belleza de lasciudades. Incluso, al ver el talante tan belicoso del mapuche, se discu-tió trasladarlos a todos a Brasil o venderlos como esclavos en Europa...Valdivia pensó, en cambio, en un Estado de Arauco y Tucapel.

La capital de Chile, según algunos, quiso ubicarla en La Imperial–Carahue– como centro de gravedad de su gobernación, equidistantede Atacama y el Estrecho, bien centrada en el Cono Sur de América.Entusiasmado con el territorio, descuida lo militar y cae muerto.

Muere con él una visión, la de un país propio, diferente, autóno-mo, extendido hasta un Estrecho de Magallanes que le abriría un marde posibilidades. Con La Serena para cubrirse las espaldas y Santiagocomo primer escalón. Concepción como puerta de entrada, centro enLa Imperial, Villarrica proveyendo riqueza y puerta al Oriente paracruzar la cordillera, Valdivia de apoyo y control de los barcos que en-tran al mar... Francisco de Aguirre, Riberos, irán fundando ciudades alotro lado, todo el Sur, toda la Patagonia, para así ser anchos hacia elOriente, incluyendo ciudades como Tucumán, Mendoza, Santiago delEstero. El país austral cubriría todo el Cono Sur, en equilibrio con laGran Colombia del Norte.

El indígena detendrá ese sueño, sueño que se irá olvidando parasiempre a medida que se pierda el Chile oriental y casi toda la Patago-nia. Es en 1778 cuando se separa Cuyo de Chile y se entrega al Virrei-nato del Río de la Plata. Muchos santiaguinos quedarán con parientesen Mendoza, al otro lado.

Ante la belicosidad indígena en Chile se construyen más fortifica-ciones que en ninguna otra posesión americana. Juan de Cárdenas, elsecretario de Pedro de Valdivia, trajo un opúsculo de Santo Tomás deAquino sobre el arte defensivo, texto inspirado en el romano FlavioRenato Vegecio. Valdivia levantará tres Casas Fuertes: Arauco, Tucapely Purén. Hurtado de Mendoza agregará Lebu. Destruidos y levantados

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hasta catorce veces. El más famoso es el de San Ildefonso de Arauco,una silueta medieval, cuadrada, de dos pisos con “dos torreones capa-ces de contener dos piezas de artillería cada uno y veinte hombres parasu manejo y defensa”. Primero de adobe, luego será de piedra can-teada. Para dos mil hombres, con templo jesuita y tres magníficas puertasaltas, que arriba en el friso de piedra lucen esculpidas las armas reales.

Hasta catorce plazas llegará a tener la frontera Norte, la que impideel paso de los araucanos hacia el Maipo y el Mapocho. Materiales, do-taciones militares y armamento, armadas para apoyar los fuertes marí-timos, todo el marco de acción de la vida chilena. Un esfuerzo humanoy material enorme y constante. Sin esta inversión, ese gasto, escribiránostálgico el padre Alonso de Ovalle más tarde, el país habría estadoentre los más “opulentos de las Indias”.

Su capital habría estado en la Araucanía, de Temuco a la costa, yhabría sido una grandiosa ciudad de tipo español.

Todo ha sido distinto. Porque en el territorio habitaban los indíge-nas más belicosos de la América Hispana, los que destruyeron las ciu-dades del Sur empujando a los españoles hasta aquí. Porque la Guerrade Arauco consumió el 40% de los recursos públicos de la Coloniaimpidiendo invertir en palacios y templos monumentales. Porque lospiratas y corsarios no cesaron de atacar el país, apoderándose de susriquezas en los puertos o ya embarcadas. Porque el terremoto de 1647destruyó Santiago y las villas cercanas desapareciendo la ciudad de losconquistadores. Porque el terremoto de 1730 destruyó toda la ciudad yvillas cercanas desapareciendo la segunda ciudad, harto más sólida yde ciertas pretensiones.

Se acostumbró la ciudad, nos acostumbramos todos, a reconstruir,partir de nuevo, soportar, aguantar, ir tirando.

AIRE AZULADO EN LA REGIÓN DEL MAIPO

El cielo del Hemisferio Sur es privilegiado. Deja ver el centro de nues-tra galaxia. Desde tiempos prehistóricos se observaron los astros, sedibujaron en cántaros rituales, se adoraron como fuerzas tutelares. Esotro protagonista de esta región, más vigente en las provincias.

También el español y el criollo tuvieron conciencia del “puro, Chi-le, es tu cielo azulado” según se le rinde homenaje en el Himno Nacio-nal. Luego serían los extranjeros del Hemisferio Norte sus admirado-res. Apenas se desarrolló la astronomía profesional en el siglo XIX surgióla idea de instalar observatorios australes que dejaran ver el centro dela Vía Láctea. Evaluados los territorios del Sur, y sus ciudades, se esco-gió a Santiago de Chile.

Un teniente de la Marina de Estados Unidos, James Gillis, fue elprimer afortunado observador de estos cielos desde el telescopio insta-

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lado en 1849 en el Cerro Santa Lucía. El célebre Alexander von Hum-boldt se admiró con los resultados: “En Santiago de Chile es el cielo tanpuro durante ocho meses, la atmósfera tan transparente, que el te-niente Gillis distinguió perfectamente la sexta estrella del trapecio deOrión”.

Ignacio Domeyko, el sabio polaco radicado en Santiago, propusoque jóvenes chilenos participaran en el trabajo y que el gobierno com-prara las instalaciones. Según el teniente Gillis, ello era “otra pruebade que Chile manifiesta continuar siendo lo que siempre ha sido, lanación más protectora de las ciencias y las artes entre las repúblicassudamericanas”. Así nació el Observatorio Astronómico Nacional y setrasladó el telescopio a la Quinta Normal, donde quedó en una hermo-sa cúpula de pino Oregón recubierta de cobre. Años después, con tre-nes por Matucana que lo hacían vibrar, se trasladó a Lo Espejo y final-mente al Cerro Calán donde permanece.

A fines del siglo XIX el astrónomo William Campbell, también deEstados Unidos, propuso instalar en el Hemisferio Sur un observatoriodel mismo nivel de los mejores del mundo, un gemelo del Observato-rio Lick de California. Nuevamente se escogió a Santiago de Chile, peroahora en la segunda cima de la cadena que culmina en el San Cristó-bal. El año 1903 zarpó la carga de San Francisco para instalar un grantelescopio que se beneficiara del cielo de la capital chilena.

Beta Crucis, una de las estrellas de la Cruz del Sur, fue una de lasprimeras observadas. Aunque el plan se cumplió en tres años tales fue-ron los hallazgos que se quedaron un cuarto de siglo. Al abandonar elpaís en 1928, un ex alumno de la Universidad Católica, Manuel FosterRecabarren, decidió adquirirlo y donarlo como “pago parcial” a la ins-titución donde se formara gracias a una beca. Tal era la calidad deltelescopio que el Congreso Mundial de Astronomía, hacia 1940, le confióel plan de observaciones estelares del Hemisferio Sur. Pero llegó el es-mog... Quedó de patrimonio histórico científico, testigo de una época.

La Universidad Católica instalará otro, próximamente, en la ha-cienda Santa Martina de La Dehesa, sobre la cota 1.000 y la capa deinversión térmica. Detrás de los cerros, donde el aire es todavía trans-parente.

Los suelos agrícolas que la ciudad cubre, el aire de la región que lacontaminación oscurece, las aguas andinas que las servidas contami-nan, la vegetación que los humanos talan o la fauna destruye, la faunaque sobrevive en santuarios, quebradas y alturas precordilleranas sonpatrimonios naturales de la Región Metropolitana.

Santiago se ve y se siente distinto desde que existen las regiones.Antes, en el tiempo de las provincias, la de Santiago era una más entreellas, aunque fuera la más importante, la capital, la cabeza del país.Además, como lo quisiera Pedro de Valdivia, contaba con la herman-

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dad de Valparaíso para tener salida al mar al igual que las demás. Peroese orden, que unía este territorio de la cordillera al mar, siguiendo lashoyas del Mapocho y especialmente del Maipo, se acabó con la regio-nalización.

Este aporte del gobierno de Frei Montalva (1964-1970) tenía mu-cha lógica. Eran demasiadas las provincias, veinticinco, no alcanzabana perfilarse como polos de desarrollo, era necesario disminuir su nú-mero, su burocracia extensa, crear unidades autónomas que tuvieranvida propia. La nueva división administrativa es muy sabia. Incluso, siuno sobrepone las regiones bioclimáticas, o los territorios de las diver-sas etnias indígenas, calzan bastante bien. Fue una división bastante“natural”, no pretendió inventar nada, y así fue como la heredó y laaplicó prácticamente idéntica el gobierno militar y de ahí en adelantehasta hoy.

Pero se filtró esto de la región “metropolitana”. Es decir, hay doceregiones “normales” de cordillera a mar y una que escapa a ese orden,una que pertenece a otro género de territorio. Ni siquiera recibió unnúmero y un nombre propio como las demás, sino solo este apellido“metropolitano”. Para colmo, esta palabra arroja un manto de urbani-zación próxima, de amenaza de tragarse toda la ruralidad cercana, so-bre su maravilloso y diverso entorno que, desde entonces, no ha deja-do de temblar ante la expansión acelerada del monstruo. Talagante, ElMonte, Melipilla, Calera de Tango, Buin, Pomaire, Lo Espejo, Curaca-ví, Alhué, San José de Maipo, Til Til, San Bernardo, toda una maravi-llosa constelación de enclaves tradicionales, de gran calidad escénica yde vida, a los que también les cayó encima el pesado apellido de “me-tropolitanos”. Y cada uno tiene su propia historia, su presente y sufuturo en construcción.

Tienen razón de atemorizarse. Varios se han transformado, vía au-topistas, en parcelas de agrado o viviendas sociales, en ciudades dormi-torios que han perdido vocación agrícola o agroindustrial para adap-tarse a las necesidades de la capital.

Ojalá se le devolviera a la región su relación con el mar, que volvie-ra a tener costa abierta... y que tuviera nombre, un nombre de acuer-do, como en casi todas las demás, funcional con su cuenca hidrográficaprincipal, en este caso Región del Maipo. No es casual que los mejoresasentamientos están a lo largo del Maipo, como Melipilla, Pomaire, ElMonte, Maipo, Buin, San Bernardo, Puente Alto y San José de Maipo,en tanto solo Santiago y Curacaví están a la vera del Mapocho.

Como región capital su ubicación es óptima. Mediterránea, su cen-tralidad en Santiago está a poco más de una hora de los puertos deValparaíso y San Antonio, los dos principales del país, lo que le asegurauna salida y embarque fácil a sus productos, así como el desembarquede sus incontables importaciones, tiempo similar para llegar a varias de

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sus principales playas turísticas comenzando por las de Viña del Mar.Menos de una hora la separan de los valles nevados de la Cordillera delos Andes y sus centros de esquí.

Si esas son las coordenadas Oeste y Este, también son propicias lasNorte y Sur, respectivamente. Santiago está a una hora del fértil y so-leado valle del Aconcagua, el más celebrado por los exploradores incá-sicos, más allá del cual los ríos decrecen en aguas y se anuncia la apari-ción del desierto, mientras que hacia el Sur, también a una hora,emergen los viñedos y frutales de exportación, los excelentes suelosagrícolas del privilegiado Valle Central de Chile.

Así, la región capital está ubicada en el epicentro de la geografíanacional, articulada con el océano y los Andes, el desierto nortino y laagricultura y bosques del Sur, con un clima moderado, intermedio, nitan seco ni tan lluvioso. La región, por esta misma cualidad, era una delas más pobladas de indígenas al llegar Pedro de Valdivia.

La Región, detrás de Santiago, todavía oculta un universo. Tala-gante, por ejemplo, fue crucial a la llegada de los incas, con su temidocacique y chamán. Uno de los alemanes que vino con Pedro de Valdi-via, Bartolomé Blumen le tomó cautivo a un hijo, pero ante el dolordel cacique se lo cambió por tres nietas; con una de las cuales el ale-mán convivió, Elvira, quien fue machi y mujer sabida y también temi-da; y de este enlace vendrá una futura nieta, la Quintrala. Tierra ricaen machis y yerbateros, aquí se producían pócimas y elixires famososen toda la Colonia. Cuando murió la Quintrala su hacienda pasó aIgnacio de la Carrera e Iturgoyen, el abuelo de los hermanos Carrera.También es de interés porque en ella se encuentra el Mapocho con elMaipo, y porque las casas de los Carrera llegarán hasta hoy, hermosas,con el nombre de Santa Ana de las Palmas.

Hay que leerse el Cuando era muchacho de José Santos GonzálezVera para descubrir que su magia se mantuvo viva hasta el siglo XX,intacto el paisaje, las tradiciones, la calidad espontánea de los payado-res, las huertas frutales, los hornos que vienen calentando masas porlos siglos de los siglos, de cuando la única sombra que oscurecía latransparencia del cielo era la del humo de la tostaduría de cebada juntoa la cancha de carreras. Más allá el Mapocho, desmadejado en variosesteros, alguno con truchas que pescaban los muchachos del lugar;medían el tiempo los bebedores de vino y chicha, sentados junto a lapuerta del almacén que los expendía.

Es una zona rica en calidad escénica, en suelos, en historia, en si-glos de alfarería de sus famosas “loceras de Talagante”, en famosas fies-tas de Cuasimodo. ¿Tiene algún sentido pensar en Talagante? ¿O enAlhué? ¿O en San José de Maipo?

Parecieran destinadas a ser devoradas por el monstruo urbano, víc-timas pasivas que solo pueden esperar la hora de su muerte y nada

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más. Sin embargo, en esos lugares late la raíz de la Región Metropolita-na, esa que dio sustento y significado a Santiago de Chile, raíz que searrancó del suelo sin guardar rastros. No son solo satélites.

Pero caminamos por Talagante y respiramos un aire que nos perte-nece. Uno puede imaginar otro pueblo, Harpenden cerca de Londres,igualmente rural, también de árboles y caballos, casas de campo y huer-tos, pero su signo es esencialmente otro. Talagante nos pertenece, no-sotros pertenecemos a Talagante, en torno a Talagante podemos re-unirnos todos, sentir que somos parte de un “nosotros”, que tenemosuna historia común, lo que nos sucede en muy pocos rincones de San-tiago.

Cada uno de estos enclaves metropolitanos es un lujo. Y no solopara instalar hosterías donde los agobiados habitantes de la gran urbepuedan recuperarse en el fin de semana, al compás de sus vientos,brisas, soles y tierra, no solo para trasladar industrias o conjuntos devivienda social. En sus calles pensadas para el caminar, en la conversa-ción de los vecinos en la plaza y de las vecinas en el almacén o a lasalida de la iglesia, o de los jóvenes en una esquina cualquiera, vivenuestra historia común. En esas veredas y plazas y atrios, en esos espa-cios públicos que han prohijado la existencia de la cultura grecorroma-na, de Atenas a Talagante, del Pireo a San José de Maipo, están nues-tras raíces. El indígena y el hacendado, el campesino pobre y el cientistasocial urbano, todos caminan por el mismo Talagante, todos se sientendueños del lugar.

¿No es eso lo que queremos en Santiago? ¿No está ahí la clave de lapertenencia para los barrios? ¿Algo común, de todos, compartido?

Bueno, si Santiago crecía el doble que el resto de las ciudades na-cionales, y el triple que el campo, no es de extrañar que atrajera, enmedio de crisis y desempleos, mucha población urgida de trabajo, vi-vienda, educación, una mejor vida. Y que terminara como capital pri-mada, urbe mayor, a la cabeza de una Región Metropolitana que, depaso, también está marcando el presente y el futuro de las RegionesQuinta y Sexta.

Habrá que construir identidad dentro de la complejidad crecientede la región, cautelar los signos naturales o construidos de la historia,para salvar la siquis de habitantes cada vez con menos referentes. Es loque aprendieron Australia y Nueva Zelanda.

¿Por qué Argentina, Chile y Uruguay en América?Cantidades importantes de inmigrantes europeos que optaron por

una vida más urbana al radicarse, el valor social de la educación y lacultura privilegiaron la vida urbana sobre la de campo, la ciudad comotestigo y ambiente de la innovación y el cambio, la ciudad como puntode contacto con Europa y Estados Unidos, la ciudad generadora deempleo... Crecieron grandes ciudades, inmensas, sin ciudades inter-

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medias importantes, sin red urbana, rasgo muy característico de Amé-rica Latina, rasgo de la identidad de América Latina: o la megalópolis oel pueblo, sin escalas.

Cerca del 80% de la producción industrial de Brasil se genera enlas zonas metropolitanas de São Paulo, Río y Belo Horizonte; en Cara-cas el 40% de la de Venezuela; Buenos Aires y Rosario dos tercios de lade Argentina... No somos diferentes en Chile, con esta tremenda natu-raleza instalados casi todos en la megalópolis. Habrá que aprender ahabitar la Región, no solo la ciudad.

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79SOMOS UNA EMPRESA

Nacimos a la historia bajo el signo de una empresa, una compañía consocios, capital, garantías... Primero cuando Diego de Almagro, Francis-co Pizarro y el fraile Luque fundan en Panamá la Compañía del Sur, laque fue posible gracias al aporte de veinte mil pesos oro del religioso,lo que se sumó a los indios, tierras, animales y herramientas que entre-gan los otros dos, inversión que culmina con la conquista del Imperiode los incas que les permitirá recuperar y multiplicar el capital inicialcientos de veces. Segundo, en 1535, cuando Diego de Almagro em-prende por su cuenta la empresa de Chile, la mayor hasta esa fecha entoda América, a un costo fabuloso de un millón y medio de pesos oro ycon el mejor ejército expedicionario, por lo mismo llamado el de “laflor de las Indias”, y en el que, a pesar de la alta inversión y el escasotiempo del viaje, recuperará todo. Tercero, la empresa conquistadorade Pedro de Valdivia, financiada por Francisco Martínez de Vergaracon quien se iría en medias según lo que aquí encontrara al conquistarChile.

¿Por qué se oculta, olvida este origen? Las compañías de la India,las de África, Oceanía, todas las colonias en general tienen este signo,marca de origen. Nueva York en su inicio fue un negocio holandés,Barcelona un puesto comercial de Cartago y luego de Roma... Mejor esasumirlo para entender el perfil de nuestra historia, que Pedro de Val-divia necesitó de un inversionista como Vergara y que este se encargóde contratar dos cateadores expertos, Delgado y Herrera, que vinierona “tasar” el país. No teníamos Cabildo entonces, pero ya nos estabanauscultando, evaluando: ¿cuánto valíamos?

El trabajo –valor central como épica de la conquista de América delNorte– también lo es aquí en Chile. Lo reflejan las Cartas de Valdiviaque más que a acciones de guerra se refieren a trabajo; lo sigue Geróni-

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mo de Vivar en el mismo sentido y también González Marmolejo. Eltrabajo es el valor central en el siglo de la conquista. A este país seviene a trabajar, no a recoger oro y prebendas en luminosos imperios,la de aquí es otra historia. Este es un escenario de esfuerzo y tesón,gesta no muy heroica pero sí admirable de crear una comunidad. Es lapóetica de la vida cotidiana en medio de una naturaleza heroica. Lanaturaleza es la heroína, aquella cuya presencia y acciones sobreco-gen, ante la cual se rendirán los poetas desde entonces y hasta hoy.

DON JUAN Y EL VINO

Lo que aquí se produjo de inmediato, además de oro, fue vino. Nosvenía de lejos esa cultura, de la Grecia que llevó la vid a sus coloniasgalas e íberas, de Roma, y así es como el vino se hizo bebida y alimentofundamental de los hombres del Mediterráneo.

Esas cepas, a su vez, pasaron a América. Y los españoles, andandoel continente, encontraron condiciones óptimas en la cuenca del Mai-po. La alta Cordillera, tan alta en esta zona de Chile, es una masa queenfría la tierra cada noche, dándole cuerpo al grano de uva; los vera-nos son secos y tibios y la Cordillera de la Costa deja pasar los vientosmarinos justos, escasos, para refrescar las noches de esa estación; elagua de los deshielos riega las vides y las nutre de una alta cantidad deminerales andinos; el agua del Maipo tiene cal entre sus componentes,lo que da a sus vinos un toque ahumado característico e interesante,en torno al Maipo hay suelos arcillosos más secos y pedregosos, másfáciles de calentar por el sol y de fácil drenaje por su porosidad...

Estaba claro, había que producir vino y no sólo para celebrar laMisa. El cabildo reclamaba por esta dificultad, hacia 1555, y es ahí dondeemerge la figura de Juan Jufré de Loayza y Montesa, “el padre del vinochileno”.

Es un personaje notable, olvidado pero de los más brillantes de laconquista. De inmediato se puso a producir, a trabajar, una vez quePedro de Valdivia le concedió las tierras de Ñuñoa y Macul –de lasmejores del país y de las más codiciadas por estar tan cerca de Santiagoy tan lejos de los indios– logrando estar orgulloso de la extensión desus viñedos.

Además, tal vez aprovechando instalaciones incásicas, desarrollaun obraje que producirá, cerca del Mataquito en el Sur, cientos de fra-zadas y otras prendas de telas y tejidos. En ese lugar, Peteroa, llegó aconcentrar docenas de indígenas, lugar que atacó Lautaro matandouna sesentena de estos. Finalmente, ahí murió Lautaro.

Don Juan –que no era mujeriego, incluso se casó con una hija deFrancisco de Aguirre sin conocerla–, transformado en el primer pro-ductor local de vinos y paños, advirtió que nada se sacaba con producir

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si no había mercados que consumieran. Como la población era escasa,recorre la costa en busca de una bahía con grandes árboles cercanospara fundar un astillero; lo hará en la desembocadura del Maule, es elprimer fundador de esa ciudad donde se radicarán los vascos de la NuevaBilbao y que ahora se llama Constitución.

Productor y exportador del Chile del siglo XVI, y cuyas armas os-tenta la Municipalidad de Ñuñoa, junto a Valdivia y Quiroga, inaugurael país mestizo y laborioso que crecerá en la Colonia.

En San Juan (Argentina) lo recuerdan más que en Chile, es el fun-dador de esa ciudad, la que localizó y pobló mientras andaba en buscadel mejor de los negocios, confirmar si era cierta la existencia de unaciudad austral riquísima, plena de oro y plata. Jufré no sólo se asomóal oriente del país, cordilleras mediante. Con sus propios barcos delMaule se lanzó a los mares, envió productos hacia el Norte y, luego deoír datos ciertos de islas oceánicas, planeó fundar ciudades en el Pacífi-co Sur, establecer colonias, ampliar el territorio en esa dirección. Pordesgracia fracasó en su intento de contratar al gran Juan Fernández, ala sazón fondeado en un subterráneo de Lima acusado por el tribunalde la Inquisición de trajinar con pócimas para seducir doncellas.

Pero don Juan se movía por América como si la conociera de siem-pre, como si tuviera mapas. Armará un navío que se lanza océano aden-tro y llega hasta.... Tal vez no lo sabremos nunca. Las descripciones,más que de islas polinésicas, parecen corresponder a Australia o NuevaZelandia.

La Sociedad de Fomento Fabril reconoce en Jufré de Loayza al “pa-dre de la industria chilena”, es el colmo que no lo tengamos en laspáginas de los textos de estudio. El chileno emprendedor, el de losviajes australes, o de las exploraciones del desierto, el que asciende alos valles de la Cordillera en busca de cobre, el que se adentra en laCorriente de Humboldt tras la pesca, el que ahora exporta a Japón,Corea, China, todos ellos tienen un mentor, un patrono, en Jufré deLoayza.

MAESTROS VASCOS

Los vascos de la Compañía de Jesús, además de administrar cincuentay cinco grandes haciendas de un modo mucho más eficiente que elutilizado en las demás –fueron los principales propietarios de tierras detodo el país en la Colonia– dejaron con ellas un modelo agroindustrialque será muy imitado y que permitirá generar excedentes de exporta-ción que se embarcaban hacia el Callao, por orden real, donde los je-suitas tenían agentes operadores.

Pero los jesuitas dejaron algo más que una agricultura eficiente. Lahacienda bien trabajada, con casas y parque, capilla y escuela, alame-

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das y bodegas, fiestas rurales y religiosas, romances y payas, llega aconfigurar un modo de vida, una pequeña patria donde germina y cre-ce una cultura mestiza y popular, una vida que vale la pena vivirse, ypor la cual vale la pena morir.

Más que en la ciudad, la chilenidad crece en esa hacienda. En Me-lipilla, El Monte, Pomaire, Puangue, Talagante, con sus noble casasentejadas y encaladas, ocultas por enredaderas floridas, escoltadas deparrones breves e higueras anchas.

En la ciudad, a cargo de la educación, los jesuitas estarán creandootro modelo. Tuvimos la suerte de que los dominicos fundaran la Uni-versidad de Santiago, muy solemnemente, el año 1622, solicitada porFelipe III y autorizada por el Papa Paulo V, por lo que hubo dos centrosde estudios superiores en el siglo XVII; pioneros de las Américas.

Jesuitas como Diego de Rosales fueron rectores de la Universidadde la Compañía; Rosales es el autor de una Historia General del Reino deChile que el intendente Vicuña Mackenna se encargará de publicar comoobra pionera para pensar Chile, al que llama “El Flandes indiano” porsu sino que lo obliga a combatir, sin desmayo y por siglos, contra indí-genas y corsarios.

Más influyente que ese centro, generalista y abstracto, es el Cole-gio de Francisco Javier, también de los jesuitas en el mismo siglo XVII,abierto a laicos y en el que se educaron los hijos de las familias másinfluyentes del país; a quienes les enseñaron a pensar críticamente y avalorar el trabajo.

Cuando Unamuno escribe que los vascos han creado dos institu-ciones, la Compañía de Jesús y la República de Chile, podemos antici-par que aquí se funden ambas en los maestros que están formando alos criollos que encabezarán el país independiente. Ahí germina unacultura, un régimen intelectual, una disciplina que ennoblece y orde-na la vida pública chilena un siglo y medio después. En la calle Bande-ra esquina de Compañía, donde ahora está el Museo Chileno de ArtePrecolombino, comenzó a incubarse la disciplina pública de la futuraRepública de Chile.

Además de la universidad y del colegio los jesuitas fundan ese cen-tro tecnológico que serán los Talleres de Calera de Tango. Atónitos alver el precio de las manufacturas importadas y la nula producción lo-cal, importan cuarenta y cinco coadjutores alemanes que llegan aquícargados de herramientas, libros, clavos, dispuestos a enseñar a traba-jar. Y eso hicieron en esa hacienda vecina a las aguas del Maipo y queafortunadamente conserva algunos de sus espacios y patios; donde tam-bién se forjó parte de la identidad local.

Algo milagroso sucedía en ese vasto complejo de talleres que sealienaban organizados alrededor de once patios, los principales de cin-cuenta metros por lado. Fundiciones, muebles, relojes, órganos –como

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el enorme de la Catedral de Santiago–, hilandería, piezas de plata on-dulantes por la moda del rococó germano, herramientas agrícolas y decarpintería, surgen bajo la conducción de los jesuitas de Baviera y Re-nania especialmente seleccionados por sus talentos industriosos. Losvecinos cerros de cal permitirán blanquear todo, tenerlo reluciente, enespecial la iglesia que, inaugurada en 1760, es el volumen principal.

Será una escuela de criollos, allí surgirán artistas, artesanos, fami-lias de manos productivas que se prolongan hasta hoy. En Catedralabajo, Barrio Yungay, uno puede ver talleres de imágenes religiosasque siguen esas huellas luego de tres siglos. Vale el llamado telefónicopara ir a Calera de Tango, hay tres patios con sus construcciones aleda-ñas en pie, la iglesia con su campanario, y entre casonas agrícolas, vi-ñas con bodegas y la silueta cercana del cerro de Chena es un notablepatrimonio declarado Monumento Nacional. Está a sólo quince kiló-metros de la ciudad, tomando hacia el surponiente en dirección a lasricas tierras de Lonquén, Buin.

Esas tierras, una vez expulsados los jesuitas en el siglo XVIII, pasa-rán muchas a otros vascos que conservarán el régimen administrativo,puente en el que destacan los hermanos Domingo y Agustín Eyzagui-rre Arechavala, respectivamente el fundador de San Bernardo y el al-calde de Santiago de 1810. El primero planificará la primera ciudadrepublicana, el sueño patriota, con un espíritu claramente industrioso;habría talleres de muebles y telares de modo que cada familia produje-ra sus propios bienes.

Agustín de Llona y Beláustegui, inmigrante vasco de última hora,será el principal propietario de tierras en la región del Mapocho al co-menzar el siglo XX, un personaje como para novelarlo, un patrón comolos de su descendiente, Isabel Allende Llona, en sus primeras obras.

EL TOQUE FRANCÉS

Tal como Valparaíso puso sus ojos en Londres –favorecido el puertocuando la navegación a vapor lo dejó a sólo 100 días de Liverpool–Santiago de Chile miró hacia París. Si primero llegaron oficiales deNapoleón, como el gran Beauchef –que el público insiste en rusificarcomo Beaucheff–, veterano de las batallas de Austria, Polonia, España,quien funda la Academia Militar, más tarde serán los arquitectos losprotagonistas principales, encargados de que la ciudad se vaya pare-ciendo a la capital gala: Brunet des Baines, Doyere, Henault, los encar-gados del Congreso Nacional, el Teatro Municipal, un primer Club dela Unión, la Universidad de Chile, los símbolos mayores de la nacienteRepública de Chile.

Luego hay que comenzar a producir, y también ahí tenemos fran-ceses pioneros. Es el caso de los Muzard con su fábrica de muebles,

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Joaquín Morel, quien, en tiempos de Diego Portales, trae maquinariatextil para que los santiaguinos dejen de vestirse con los mismos bata-nes que hacían los jesuitas medio siglo antes y que funda la CompañíaNacional de Tejidos El Salto, al Norte del Mapocho; o Tadeo Tiffou quieninstala la primera curtiembre a gran escala en 1841, destronando alMarqués de Pica que manejaba el rubro, o Francisco Lavigne quiencomienza a producir en Ñuñoa azúcar de betarraga.

Algunos vinieron por la campaña que emprendió el presidenteManuel Bulnes, en 1845, para traer extranjeros pero siempre que “ejer-ciesen algún oficio o industria”. Fueron importantes estos francesesque, sumados a algunos alemanes, italianos, yugoslavos, españoles,ingleses, vendrán a formar una burguesía industrial que asume esatarea que muchos locales miraban con recelo y distancia. De la mismaépoca es la Escuela de Artes y Oficios que, vanamente, intentará entu-siasmar a jóvenes santiaguinos con esta actividad productiva.

Con sus edificios, muebles, prendas de vestir, los franceses colabo-raron para que Santiago se alzara sobre las provincias con una imagenmás urbana, que los palacios con parques europeos impresionaran atodo el país como el paradigma a imitar. Además, estaba el comercioque, copando las mejores ubicaciones del centro, competirá por ofre-cer las más recientes novedades de París. Restoranes, peluqueros, pro-fesores, pintores, todos contribuyen para fortalecer esta imagen que,por supuesto, sólo es dominante en el casco histórico de la ciudadque, por lo mismo, en pocos años perdió para siempre su imagen es-pañola.

Y es que Francia era libertad, cultura, estilo, ciencia, progreso. Des-de las familias más antiguas, hasta los jóvenes más vanguardistas, comoLastarria, Arcos, Bilbao y especialmente Vicuña Mackenna, todos cola-boran de una manera u otra en la construcción de este muy pequeño“París americano”.

Más allá de las imágenes, está la formación de familias francesasque traen una escuela de esfuerzo, trabajo y también un estilo de vida queincluye el mundo de la cultura: Aninat, Lafourcade, Magnere, Labbé,Bertrand, Ballacey, Muzard, Devés, Brunet, Dagorret, Durand, Soublette,Allamand...

El célebre College de Santiago con su docena de maestros galos–como el sabio Claudio Gay– el amplio e influyente colegio de los Pa-dres Franceses en la Alameda, los muchos profesores de ese origen enesas décadas del Instituto Nacional, la Escuela de Artes y Oficios, dirigi-da por el matemático Jules Jariez, contribuirán a que el modelo enraí-ce en Santiago definitivamente, o, al menos, por más de un siglo.

Hacia 1850 comienza la emigración de provincianos adinerados aSantiago, familias anhelantes de vivir algo que se pareciera al futuro yque brillara más que el paisaje polvoriento del campo. Y es justo desta-

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car que muchos de ellos participarán en el proceso de modernizaciónque vive la capital en el siglo XIX.

Los mismos campesinos aportaron una mano de obra disciplinadaque los industriales celebraron. El caso más célebre es el de Ferrocarri-les del Estado, la primera gran empresa estatal de Chile que, con direc-tivos franceses, será una escuela para cientos de familias que vivirán, aveces por generaciones, en torno a “la Empresa”. Sin pestañear, y elsalto no es fácil, fueron capaces de pasar, en muy pocos años, del aradoal estruendo humeante de las máquinas de hierro.

Otros se incorporan a la Compañía de Alumbrado a Gas que inicia-ra sus actividades en 1856, al Matadero Público Municipal de 1868...Santiago proveía de empleos, también, y no sólo trozos de Europa in-crustados en las riberas del Mapocho.

Los franceses dominaban aún más en el comercio que en la indus-tria, al grado que, en tiempos de Vicuña Mackenna, el 40% del comer-cio detallista les pertenecía. Armadores de Burdeos y Nantes se lanza-ron al Atlántico, cargados apenas. Ya en 1826 habrá en Santiago unprimer Inspector General del Comercio Francés. Al avanzar el siglo,especialmente en la calle de Ahumada, existirán grandes almacenesque importan todo lo necesario de París para vivir en Santiago con losmismos bustos de mármol, porcelanas, cómodas laqueadas, colgadurasde seda. Están en la Casa Francesa, en Muzard, donde los Pra, los Bur-galat, en A la Ville de Paris, en La Parisienne, en los grandes almacenesAu Printemps...

Al decir del historiador Jean Blancpain, Chile era hacia fin de siglo“el país americano mejor informado acerca de la ‘vie parisienne’ y elmás deseoso de participar en ella...”. La Guía de la colectividad de 1903indica que el tercio de los galos en Chile está instalado en Santiago, son1.053 familias, una cifra alta para la escasa población de la época, loque los hace muy visibles en las calles y notorios los letreros de suslocales en las cuadras más elegantes de la ciudad. En medio estará elalemán Otto Becker que importa los célebres pianos Steinway, el granalmacén chino Wing ong Chong con sus finísimos tés vendidos en de-licadas cajitas de madera... Eran, por supuesto, casas de importacionesdonde no entraba el producto nacional... a menos que llevara etiquetaimportada.

TAMBIÉN LÍDERES CHILENOS

Tuvimos la enorme suerte de contar, a lo largo de ese siglo XIX y co-menzando por Bernardo O’Higgins, con autoridades interesadas en laindustria y el comercio, en sentar las bases para un desarrollo econó-mico que, aun cuando favoreció más a Santiago, también implicó elauge de la minería en el Norte o la radicación de colonos en el Sur.

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En 1883 nacen las dos instituciones principales: la Sociedad de Fo-mento Fabril y la Agencia General de Colonización e Inmigración. Ysus cabezas serán brillantes: Agustín Edwards Ross, Vicente Pérez Ro-sales, Benjamín Dávila Larraín, los que apuntalan una suerte de Revo-lución Industrial en Chile.

Edwards, el primer presidente, fundador del Banco de Valparaísoque abriera sucursales en Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, en-tre otros países, a quien The Times en Londres calificara de “el principalcomerciante de cobre del mundo”, llegó a ser la imagen del industrialen el país. Pérez Rosales más que industrial fue industrioso, un tipo depersonaje, muy de la época, que cree en el progreso, los beneficios dela libertad, la independencia, principios que traslada a la vida práctica.Inquieto, autor del clásico Recuerdos del pasado, su vida novelesca pasapor la producción de aguardiente, la búsqueda de oro en California,instalar un comercio, probar suerte en la ganadería y escribir un ma-nual del tema con los últimos adelantos tecnológicos, introducir elcultivo de la grosella en Chile, ser artista pintor y actor, siempre coningenio y sin desmayo. Hombre de mundo será miembro de la socie-dad prusiana para la Moralización y Fomento de la Clase Obrera, de laImperial Geográfica de Rusia y de la de Historia Natural de Nurem-berg. Su labor para atender a los colonos alemanes en el Sur, o enEuropa para atraer inmigrantes, culmina en 1880 al ser elegido presi-dente de la Sociedad de Fomento Fabril. Es el arquetipo del chilenonuevo del siglo XIX, que recela de la burocracia, de la dependencia deun empleo.

Dávila Larraín también es típico, quien fue capaz de interesarse enlas finanzas y el comercio además de la modernización del agro. Abo-gado de Santiago, director de la famosa Revista Chilena, director en 1869de la pionera Exposición Internacional de Santiago, fundador de laEscuela Agrícola de Santiago, ministro de Industria y de Obras Públi-cas, presidente de la Sociedad de fomento de las Razas Caballares, su-perintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago, promotor de fran-quicias para construir viviendas obreras, miembro de la Academia deBellas Artes, su interés en la enseñanza técnica –que lo deslumbra enSuiza– lo llevará a presidir la Liga de Estudiantes Pobres y, desde la SFF,a impulsar le enseñanza industrial y comercial.

Estos directivos, con sus exposiciones en la Quinta Normal visita-das por toda la ciudad, con premios a la calidad por rubro, dieron unpaso más hacia la dignificación de las fábricas y talleres, al impulso delespíritu emprendedor. Efectivamente, al terminar el siglo, de las cientosesenta y cuatro fábricas y talleres que se presentaron en la Quinta,más de la mitad eran de fundación reciente, creadas entre 1891 y 1894.Los cinco primeros presidentes andan por ahí todavía recordados enliceos industriales: Agustín Edwards en San Joaquín, Vicente Pérez

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Rosales en Quinta Normal, Barros Luco en La Cisterna, Domingo Matteen Maipú y Benjamín Dávila en Renca.

Más de la mitad de las industrias nacieron en Santiago, atraídas porla ciudad creciente: al año 1895 eran ciento cincuenta y dos en la capi-tal contra cuatrocientos dicisiete de Valparaíso, doscientos diecinueveen Talca y Concepción con ciento treinta y cuatro, entre las primeras.

Era tan grande el prestigio de las industrias inglesa, francesa, ale-mana, que muchos productores locales mentían en sus etiquetas. Re-cién en 1916, cuando el país quedó aislado de Europa por la PrimeraGuerra Mundial, no quedó otra que revelar el engaño. Todos esos ja-bones finos que se vendían en Ahumada y Huérfanos, los licores quepresumían de origen francés, los tejidos y casimires, lámparas y mue-bles, máquinas incluso, eran de aquí: Hecho en Chile.

GATH Y CHAVES, PATRONATO Y ÑUÑOA

La Calle del Estado llegará a contener, en su corta extensión, dos yhasta tres comercios legendarios: el Edificio Comercial Edwards de 1898en el remate de la calle frente a la Plaza de Armas, visible hasta hoycon su metálica estructura; Gath y Chaves de varios pisos en la esquinade Huérfanos que ocupa en la actualidad el Edificio España, abierto parael Centenario de 1910 y, finalmente, el Oberpauer en la esquina surpo-niente de Huérfanos que fue el primero con escala mecánica, segúnmodelo alemán –Edificio Schocken de Sttutgart– inaugurado en 1929.

El de Gath y Chaves fue el más célebre con su moderna estructura deconcreto armado, maniquíes de un realismo desconocido hasta enton-ces, vitrinas de maderas nobles y cristales biselados, salón de té y res-torán de gran prestigio con música en vivo y, lo más sorprendente, lailuminación intensa, como de día, en sus interiores. Para casi todas lassantiaguinas de 1910, su inauguración fue lo mejor del año, de todoslos barrios y pueblos cercanos llegaron a recorrer sus encerados pisos.

Desde el 1900 hay triciclos para reparto de mercadería que caracte-rizarán las calles de Santiago por más de medio siglo; la ciudad crece,ya no es peatonal, comienzan a surgir negocios en todas direcciones.Árabes e italianos serán protagonistas del comercio de barrio. Los pri-meros llegaron un poco después que los demás inmigrantes, envueltosen el misterio de las tierras bíblicas. Venían huyendo del imperio turco,con documentos con esos timbres, y así quedaron con el nombre po-pular de “turcos”, a pesar de que fueron sus enemigos por quinientosaños y ellos sus víctimas. Venían de las aldeas de Guaya y Chiah en elLíbano, de Belén y Bet Yala en Palestina, de la ciudad de Homs en Siria,en busca de su destino, un destino libre de opresión.

Desde el principio apostaron al comercio de los barrios populares,en San Pablo, San Diego, la Estación Central, siguiendo su vocación

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atávica de mercaderes conversadores, fantasiosos, discutidores. No selimitaron a la ciudad, se aventuraron por toda la región a veces conpeligro de sus vidas y más de una vez, efectivamente, asesinados acuchillo por quienes ansiaban apoderarse de sus carromatos cargadosde productos. Los más perseverantes tendrán éxito, accederán a loca-les santiaguinos al Sur del Mapocho: 21 de Mayo, Rosas, Puente, otrospor voluntad se quedarán al Norte del río, en Recoleta (“Turcoleta”),Patronato, barrios que llegan a colonizar y que se identifican hasta hoycon ellos.

Su imagen es inolvidable; ellos fueron decisivos para la nacienteindustria nacional cuando el comercio céntrico no aceptaba el produc-to local; chaquetas, pantalones, corbatas, zapatos, jabones, perfumesllegarán hasta Talagante, Melipilla o Buin.

En ese mundo de los barrios también hubo paqueterías y almace-nes fundadas por italianos, como la célebre de César Rossetti de finesdel siglo XIX, característica aunque él fuera hijo de inmigrante. Fueronuna institución, en cada barrio había “el bachicha” con su local de es-quina. Excepcional fue este Rossetti quien al cerrar el local de calleCatedral abajo, en el Barrio Yungay, lo transformaba en aromática tertu-lia a la que asistían, entre otros, Eusebio Lillo, el militar y futuro generalDel Canto, Paulino Alfonso, el parlamentario Juan Agustín Barriga, DubléAlmeida, Alfredo Irarrázaval –el amigo de Rubén Darío–, el libertarioMalaquías Concha. Sentados en cajones, de nueve de la noche a dos dela mañana, la calidez y cordialidad del anfitrión italiano estimulaban latertulia de varios de los personeros más destacados del país en esa épo-ca; con gran amor al Barrio Yungay. Antes de morir entregó al sacerdo-te y escritor, vecino además, Fidel Araneda, sus escritos sobre la fiestadel Roto Chileno según fue cambiando entre 1888 (a sus once años deedad) y 1962 que sería el año de su muerte.

El empuje de los árabes los llevará más allá del comercio, los hizoinvertir en fábricas que lograron aumentar en las primeras décadas delsiglo XX hasta igualar el número de industrias de la colonia italiana.Una realidad muy lejana a la visión de un Joaquín Edwards Bello quese quejaba amargamente de que íbamos caminos de convertirnos enun “guirigay de tipo oriental”, porque “en Chile entran miles de sirios,árabes, turcos y chinos, razas que se dedican al baratillo y ninguno deellos produce un poroto en Chile”. Por último, en abril de 1935, encrónica en La Nación se quejará de que “el chileno de hace treinta añosno era tan moreno como ahora...”.

La verdad, habían demostrado ser más industriosos que los chile-nos. El arte textil, de origen oriental, milenario en Bagdad, Damasco,El Cairo, llegará a ser su fuerte; los apellidos Sumar, Hirmas, Yarur, Co-mandari, serán sinónimo de imperios en los que trabajarán unos diezmil chilenos de la Región Metropolitana. Inventaban barrios propios,

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como Yarur Hermanos que, con ramal ferroviario directo, cincuenta ycinco mil metros cuadrados de terrenos, amplias áreas verdes, clínica,estadio, población, llegó a ser una de las manufactureras más impor-tantes de América del Sur.

También se destaca el tamaño de la industria de Hasbún Hermanosubicada en Diez de Julio 536, Valech Hermanos en Ñuñoa, Readi congran edificio en San Nicolás 1081, Kettlun Chuaqui en Ñuñoa, JorgeKassis Aguad en Macul, Abogabir en Santa Filomena, Miguel Labán yCía., Nazar, Musalem y Saffie en calle Vásquez, Manzur Hermanos encalle Montevideo, Jorge Halabí en Recoleta, Pedro Andonie en SanMiguel, sederías Macul de Halabí y Facuse, Saleh en Ñuñoa, Luis Lamaen Recoleta, Sabaj y Cía. en Avenida Irarrázaval, los hermanos Musa-lem en Dominica, Lolas Hermanos en Irarrázaval, manufacturas de al-godón de José Sabat, medias de Valech y Cía. en Ñuñoa (1936), EmilioReady en Macul, Teófilo, Juan y Elías Selman en Macul... Podríamosseguir, pero es suficiente. Todos esos apellidos son hoy santiaguinos,pertenecen a la ciudad, y su aporte a la industrialización es insoslaya-ble. Y eso que no agregamos otros rubros como jabones y perfumes, delos Schain, que por décadas dieron un toque oriental a los cuerposlocales con sus jabones “Flores de Pravia”.

Más tarde, 1945, llega Salomón Sumar, un palestino nacido en Belénque fundará en San Miguel una industria que se extenderá en treinta ytres hectáreas. Será un filántropo importante en la época al igual queJuan Yarur.

La colectividad judía tuvo un patriarca claro y definido en Salo-món Sack, el fundador de una gigantesca barraca de fierros para lametalurgia y la metalmecánica, quien impulsó todas las actividades dela colonia, promovió la enseñanza técnica, fue filántropo de diversasinstituciones. Aunque estuvieron más diversificados en rubros, no pue-den dejar de mencionarse las baldosas y cerámicas de Benjamín Bud-nik y el Laboratorio Recalcine de Nicolás Weinstein.

Con vocación científico tecnológica, hay industriales judíos pione-ros de ciertos rubros, como Wolf, Hoffmann y Phaiffer en la climatiza-ción artificial y los Schwarz con los plásticos Shyf que maravillaron atoda una generación. Otro pionero fue Leopoldo Dannenbaum, el pri-mero en producir cierres éclair; filántropo creador de la fundación queabrió el primer colegio de Santiago para niños con síndrome de Down.Las ollas Marmimoc de los hermanos Alcalay también marcaron a másde una generación de dueñas de casa santiaguinas, o las virutillas Viru-tex de la familia Munzer o las estufas Factomet de tres socios israelitaso las muebles de Fernando Meyer que abrió sus puertas el año 1939para perseverar por décadas con creciente prestigio en mobiliario deoficina. José Weinstein a la cabeza del primer ministerio de Cultura enChile, y Clara Budnik a la cabeza de la Dirección de Bibliotecas, Archi-

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vos y Museos del país, son testimonio de la nacionalización de estasfamilias del Mediterráneo oriental.

EL PROVINCIANO AGUIRRE CERDA

En Pocuro nació Pedro Aguirre Cerda, valle del Aconcagua. Será quienfunde las grandes empresas del Estado, el de la Corporación de Fomen-to de la Producción (CORFO), Presidente de Chile de 1938 a 1941, tiempoen el que nacerán ENDESA, INSA, IANSA, ENAP, CAP...

Tenía claro su proyecto. Joven ministro de los años veinte con Ales-sandri Palma, exiliado en Europa a su caída, estudioso como el quemás, aprovechará la permanencia en París para estudiar un plan inte-gral de industrialización para Chile, aunque tarde más de diez años enllegar al gobierno. El desastre económico de 1929, esa depresión globalen que según informes norteamericanos Chile fue el país más perjudi-cado, terminaron de convencerlo de que el país estaba perdido si noplanificaba una estrategia propia de desarrollo: infraestructura, electri-ficación, mejoramiento de puertos, creación de industrias estratégicas,investigación de tecnología aplicada a los recursos naturales...

En los años siguientes la capital de Chile vio a miles de familias conhambre. Albergues improvisados, campañas de solidaridad, nada fuesuficiente para enfrentar tanta miseria; cesantes llegados de las salitre-ras cerradas en el Norte, o de pueblos y ciudades destruidas por el te-rremoto de 1939, sufriendo pestes por hacinamiento, con sus hijas pros-tituidas por falta de todo futuro. El país reaccionará de inmediato conla construcción de grandes obras públicas –como el Barrio Cívico y elParque Providencia– y, a partir de 1939, durante el mandato de Agui-rre Cerda, con industrias nuevas que les dieron empleo.

Una vez más, Santiago –que por entonces, 1941, cumplía cuatro-cientos años de fundada– resultó favorecido, o tal vez desfavorecido,con un nuevo aumento en la inversión, ahora estatal; fábricas de neu-máticos, colorantes, películas de cine, hilanderías de lino, artículos eléc-tricos, planchas de cobre, se instalaron en la capital. El millón de habi-tantes comienza a aumentar, el área de la ciudad a crecer.

Pero Aguirre Cerda no era sólo un paladín de las industrias. Profe-sor, culto, amigo de la poesía tal como lo demostró al ser el primerpadrino de la obra de la Mistral, era también un protector de la culturay eso se notó en las calles. Tolerante, considerándose a sí mismo unhombre de transición de un Chile oligárquico a otro gobernado por laizquierda, en su propia casa daba ejemplos de pluralismo; su mujer,doña Juanita, era profundamente católica. Por su misma apertura a losrefugiados españoles, del Winnipeg, del Formosa y de tantos que llega-ron por su cuenta, el comercio asociado de restoranes y bares alcanzóun desarrollo nunca antes conocido.

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Desde el café Iris en la Alameda con San Antonio hasta el caféHércules en San Pablo a la altura de Bandera, la cuadrícula históricaconoció una bohemia artística e intelectual que recorría la Posada delCorregidor donde eran parroquianos los de la Alianza de Intelectualesque fundara Neruda, el café Miraflores de famoso cocinero vasco dondese reunían los refugiados españoles, la Taberna Capri de los Remente-ría, La Guindalera y la Fuente Iris con asiduos como Marmaduke Grove,Rossetti y Víctor Domingo Silva... Por el poniente la animación alcan-zaba a los restoranes de la Quinta Normal, preferidos en los fines desemana.

Del siglo XIX se mantenían librerías céntricas como Zamorano yCaperán de 1873, Salvat o Nascimento de 1876, la que ofrecía unatertulia semanal que también congregaba a artistas e intelectuales enel centro. Los propios refugiados abrirían otras, como Cruz del Sur yOrbe, que aumentarán la oferta de libros europeos contemporáneos.

Era una ciudad ya madura, con cuatro siglos a cuestas.

SANTIAGO 1541-1941

Habría que reeditar los libros de Santiago en sus cuatrocientos años.Es otro Chile, no copado por políticos y militares; un país y una ciudadcon industriales y obreros, ingenieros y arquitectos.

Se advierte el empuje de los inmigrantes; el de los chilenos que –uni-versidades mediante– ya se han sintonizado con la modernización delpaís; el del Estado que planifica a partir de los recursos y que inicia unapolítica energética –eléctrica y petrolera– a largo plazo; el de la ciudadque es capaz de construir un Barrio Cívico en medio de la peor depre-sión económica de su historia; el de una ciudadanía que tiene una orgu-llosa y variada vida de barrio que se extiende con casas de calidad desdela Avenida Perú por el Norte, hasta San Miguel, y desde El Golf por elOriente, hasta la Avenida Brasil por el Sur; con autoridades locales quemantienen los parques; ciudadanía que no vandaliza la propiedad pú-blica ni privada...

Fue un punto de equilibrio que no aparece ni antes ni después.No había temor al crecimiento del Estado ni rencor al industrial

extranjero exitoso. Es más, muchas industrias calificadas de estratégi-cas en los estudios no serán creadas por el gobierno; serán particulares,invitados por el Estado y favorecidos con créditos de estímulo, los que,por ejemplo, fabriquen los motores –con licencia Westinghouse– queserán necesarios para la electrificación del país.

El mapa santiaguino se marca con instalaciones inmensas, produc-tivas. Chile Films por el Oriente; Instituto Bacteriológico en Ñuñoa contoda su maquinaria traída de Estados Unidos. En Renca la fábrica deexplosivos Harseim y Cía. que atenderá a toda la minería del Norte; la

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Sociedad Anónima Radios de Chile que con licencia RCA Víctor produ-cirá y exportará en todos los países americanos ribereños del océanoPacífico. Llopis Hermanos producirá proyectores de cine –apoyada porun gran crédito– para Chile, Perú y Bolivia. La industria de neumáticosINSA en Maipú junto a la línea férrea y la carretera a Valparaíso, típicasustitución de importaciones ya que el país estaba consumiendo e im-portando unos cien mil neumáticos anuales...

Si uno toma el Cuatro siglos de la historia de Santiago, el gran home-naje de varios autores prologado por Leopoldo Castedo, publicado cuan-do la capital cumplió ese aniversario en 1941 –y en que el historiadorespañol se explaya detallando las bases de la economía local durante laColonia–, sorprende ver el orgullo y el rol cultural que detentaba elempresariado en la capital.

En ese momento ya se habían consolidado “linajes” industrialesextranjeros y chilenos que aparecen representados en el directorio dela SFF al año 1941: Heiremans y Simonetti en metalmecánica, Dago-rret en calzado, Joaquín Aguirre Luco en paños de lana, Pérez Cotaposen los molinos, Martín Pascual en los madereros, Maiza en las cur-tiembres...

Se analiza en ese libro el aporte del salitre, lo que tributó entre1880 a 1930: seis millones de pesos que financiaron la infraestructuradel país; entre tantas obras –puentes metálicos, hospitales, liceos– mu-chas de las cuales tuvieron impacto directo en el embellecimiento deSantiago hacia el Centenario de 1910. Hay conciencia y agradecimien-to a la industria salitrera...

La propia Caja de Previsión para Empleados del Salitre, gracias asus recursos, financia modernos edificios como el de su propia sede enTeatinos con Agustinas –esquina protagónica frente a la Plaza de laConstitución, lo que refleja su peso en la imagen pública–, y el moder-no cine Santa Lucía frente al cerro, el cine Alcázar en la Plaza Brasil, yla población de empleados de Ñuñoa... Nótese que el Barrio Brasil yÑuñoa estaban en plena expansión en ese momento; el salitre actuabaen la vanguardia de la ciudad.

Se reconoce y rinde homenaje a lo que aportaba el cobre al país ypor ende a la ciudad; la siderurgia con sus grandes talleres de la empre-sa Lamifun de calle Bío Bío, en torno a la cual vivirán doscientas fami-lias, la primera que importó hornos Siemens para el proceso. Los pa-ños, cuatro millones de metros anuales que, al margen de los de Toméy Viña del Mar, estaban representados en Santiago por las compañía deEl Salto y la de Maino y Orlandini; la derivada industria textil de lossirios y palestinos; las cubiertas de construcción de Pizarreño; los teji-dos de Arón Fliman y los hermanos Subelman; las sedas del palestinoMiguel Abogabir en el barrio Recoleta. La industria de la construcción,con personajes del estilo de Francisco García Arjona, que elevara ras-

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cacielos como el de Merced con Monjitas por lo cual se le califica de“colaborador del progreso urbanístico de Santiago”. La “industrializa-ción del agua y de la montaña” emprendida por el ingeniero italianoErnesto Boso Pezza que levanta el Embalse Punta del Águila en LaDehesa para cuatro millones de metros cúbicos, quien además cons-truye y proyecta el funicular del San Cristóbal, el tranque Orozco enCasablanca y especialmente una gran planta hidroeléctrica para toda laindustria de Santiago y Valparaíso ubicada en la desembocadura delMaipo, idea que lo llevó a promover la creación del balneario de SantoDomingo...

Los ingenieros como sostén de ese desarrollo también son enton-ces protagonistas de Santiago. Así se rendía homenaje a Ramón Sali-nas y Raúl Fabres, socios de la empresa constructora del Estadio Nacio-nal –“uno de los mejores de América del Sur”– y de la Clínica SantaMaría; la constructora de Marcel Duhaut responsable del teatro Metro,el teatro Continental del Barrio Cívico, el sanatorio El Peral, la pobla-ción obrera Pedro Montt de casi quinientas casas y el estadio Francésde Tobalaba.

Los arquitectos también son promotores de progreso: Jorge Agui-rre Silva, Francisco Brugnoli y Guillermo Acuña; los socios Tomás Re-yes Vicuña, Pedro Mira y Rafael González, autores del Seminario dePadre Hurtado y de la Municipalidad de Las Condes (Palacio Consisto-rial); Gustavo Monckeberg y José Aracena, creadores de muchos cole-gios y liceos, además del colegio y la iglesia de los Padres Franceses enla Alameda y la iglesia de San Lázaro en Ejército o el edificio de la Cajade EE.PP. y Periodistas en la Alameda; Samuel Eyzaguirre y Juan Raucon sus casas en Providencia y Ñuñoa; Fernando Fonck, Pedro PradoJaramillo y Ezequiel Fontecilla en El Golf y Providencia, y Viterbo Cas-tro Martel sindicado de autor de “uno de los edificios más importantesde América Latina”, el enorme Instituto Bacteriológico ubicado enÑuñoa.

Estamos tan acostumbrados a la segmentación social y espacial deSantiago, que cuesta entender esa lógica unificadora.

GRANDES CASAS COMERCIALES

También a mediados del siglo se vive un auge de los españoles en elcomercio, el que reemplaza al francés de principios de siglo. Aunqueson muchos los que se instalan por entonces, la mayoría hijos de inmi-grantes, los principales serán de familias que ya llevaban años en elrubro, casi todos en telas. Es el caso de “La Gran Vía” de dos sociosgallegos, Longueira y Hernández; “La Andaluza” en el Portal Bulnes,“La Camelia” en el Portal MacClure; “La Soriana” de dos riojanos; la“Casa Flaño” en Ahumada y luego en Huérfanos. Librerías importan-

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tes también como la “Cruz del Sur” de Arturo Soria, “Orbe”, “Salvat”,y en rubro especial la tienda de los hermanos Zapatero, la longeva“Casa Amarilla” que fue la primera en editar música...

La “Casa García” es una de las principales entre las grandes tiendasde departamentos, de los hermanos de ese apellido, castellanos, en laAlameda esquina de Avenida España, esquina suroriente donde toda-vía existe (DUOC) y que dejará otro aporte con la mansión de Severia-no García en la esquina de Pedro de Valdivia con Diego de Velázquez,lamentablemente demolida. Los mismos fundaron la famosa multitienda“Los Gobelinos”, que se traslada a su moderno edificio frente a la Plazade Armas en 1935, el que ahí permanece también. Otra importante fuela “Casa Peñalba”, de Lueje y Casanueva.

La más perseverante será la de los “Grandes Almacenes París” de1908, fundada por el vasco Venancio Landea y el mallorquín Guiller-mo Gálmez en cuya descendencia Gálmez Couso se expandiera en es-tos últimos veinte años como tienda ancla de centros comerciales.

Si “Almacenes París”, “Peñalba”, “Casa García”, “Los Gobelinos” y“Casa Flaño” marcan toda una época de Santiago, y todas de españo-les, la lista no puede estar completa sin los italianos Falabella con susedificios de Ahumada y también con su mansión de Avenida Pedro deValdivia que hoy ocupa el municipio como Palacio Consistorial. Fun-dada como “la primera gran sastrería de Chile” por Salvatore Falabella,se expande desde 1937, al incorporarse su yerno Alberto Solari, conventa de vestuario. A partir de 1958 ya es gran tienda con departa-mentos con productos para el hogar y seguirá carrera paralela con “Al-macenes París” al ser tienda ancla de centros comerciales.

LA CIUDAD TENSA

Es muy distinta la cultura posterior. En principio, la competencia ex-tranjera se introduce en la producción desde el segundo gobierno deIbáñez del Campo, quien en 1953 suscribe el DFL 375 que favorece alas industrias que se instalen fuera del Departamento de Santiago queya aparecía saturado. Otro decreto, el DFL 437, es el que atrae la inver-sión extranjera que instalará plantas de camiones Fiat, antibióticos Pfei-zer, detergentes de Unilever, piezas para máquinas de escribir SmithCorona, pernos American Screw. Son noventa y una las solicitudesaprobadas que, al coincidir con la posguerra y la expansión de EstadosUnidos, tendrán ese país como origen en su mayoría. Así es como semultiplican los Ford y los Chevrolet en nuestras calles mientras la in-dustria propiamente nacional apenas aporta las bicicletas Centenariofundadas casi al tiempo.

La Ley de Defensa de la Democracia de González Videla introduceun factor de antagonismo nuevo, que tensiona la sociedad a fines de

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los años ’40 y no deja de crecer en las dos décadas siguientes. Cuandoel año 1960 se aprueba el Plan Intercomunal del Gran Santiago la nue-va realidad queda a la vista. Por una parte, persistía la concentraciónindustrial en Santiago con la mitad de todos los establecimientos delpaís, incluso ubicados preferentemente en las comunas más centralesdel área metropolitana. Es más, el 60% de la gran empresa estaba en lacapital.

Había que descongestionar, desahogar el centro. El plan determi-nó, razonablemente, que debían localizarse junto a los ejes de acceso ala ciudad: Vicuña Mackenna, Cerrillos, Panamericana Norte. Lo que nose consideró fue que la sociedad fraccionada también sufriría una seg-mentación espacial derivada de la ubicación de esas industrias y, porconsiguiente, de poblaciones obreras en sus inmediaciones. Nacen “loscordones industriales” que catalizarían el descontento popular de los ’60,por lo mismo serán los núcleos más inquietantes para quienes prepara-ron el golpe militar de 1973, y en donde se esperaba mayor resistencia.

Ser industrial ya no será prestigioso. Mientras aparecen estudiosque revelan una fuerte desigualdad en los ingresos –una distribuciónparticularmente mala al compararla con otros países–, para los parti-dos políticos de izquierda y de centro, así como en su prensa, serán losindustriales nacionales los que figurarán como culpables, aún más que“el imperialismo yanqui”.

Viven sus peores años. Leches Delicias y Soprole, Helados Savory,conservas Watt, molinos La Estampa y San Cristóbal, Arrocera Tuca-pel, Fideos Luchetti, Pan Ideal, Chocolates Serrano, Licores Mitjans oMartini y Rossi, Textiles Yarur, Hirmas, Sumar y Caupolicán, tejidosCaffarena, Chiteco, Labán y Pollak, confecciones Burger, Calderón,Abumohor y McGregor (de Hirmas); curtiembres Ilharreborde, Dago-rret, Caussade; calzados Fluxá, Rodillo y Legarreta, Edrobal; mueblesCIC, Mayer, Montero...

Y la Papelera en Puente Alto, pinturas Soquina, Ceresita, Blundelly El Adarga; Laboratorios Recalcine y Bayer, y Farmoquímica del Pací-fico; los jabones y cosméticos de Indus Lever, Davis y Laboratorios Gar-cía; los plásticos de Shyf e Implatex; la loza de Fanaloza, los vidrios deCristalerías de Chile y Vidrios Planos Cerrillos, las arcillas y ladrillos dePrincesa...

Eran empresas que había costado fundar, que se iniciaron sin per-sonal preparado, importando repuestos, capacitando en el camino, yque habían logrado crecer en los años 30 y 40. Eran nombres grabadosen la memoria colectiva, Cementos Polpaico, tubos Grau, Yeso El Vol-cán, productos de hormigón de Ready Mix, de acero de Compac, mue-bles metálicos de CIC y Mademsa, metálicos estructurales de Socome-tal o Cintac, metálicos domésticos de Mademsa, Ferriloza, Cimet yFantuzzi...

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Ahora estaban todos en la mira y fueron años de lucha sindical,huelgas ásperas, tomas. Esas fábricas de equipos domésticos como Fen-sa, Mademsa, Sindelen, Famasol, Siam di Tella; las radios Philips y RCA,los artículos fotográficos u ópticos de Rotter y Krauss, Losada, que añosdespués serán recordados con cierta nostalgia como símbolos del “Chi-le de antes”, afrontaron una tensión creciente que culminó en los go-biernos de la Unidad Popular y la Junta Militar. Si en la primera hubotomas a granel –a julio de 1971, iniciando el gobierno, eran ya 339–,las importaciones también a granel de los militares terminarán por ofre-cer un panorama desolador de la industria manufacturera de la capital,antes tan poderosa. El sector industrial se redujo en un 27% entre losaños 1973 y 1976, guarismo que fue mucho mayor, hasta de un 70%,en ciertos rubros.

La recesión de 1982, 1983 obligará a crear programas extraordina-rios de empleo mínimo; ya no había tantas industrias para absorbermano de obra, el panorama de la economía global incentivaba pocasempresas grandes y concentradas, capaces de abrirse al mundo y ex-portar en los rubros en que Chile tenía ventajas. Por supuesto, ubica-das en función de aeropuertos, puertos y carreteras.

La capital vivió una suerte de parálisis. Perdió su identidad y surazón de ser. En el nuevo Chile brilló la gran minería del Norte, losviñedos del Norte Chico, las viñas del Maipo, Colchagua, Curicó oMaule, las agroindustrias del Valle Central a partir de Rancagua, lasforestales de las regiones VIII y IX, las salmoneras de más al Sur, en la Xy la XI.

Ya no se trató de sustituir importaciones, sino, como en el sudesteasiático de los años 60, de facilitar el ingreso de capitales extranjerospara impulsar el desarrollo del sector exportador, panorama donde sólopodrían sobrevivir los empresarios capaces de organizar grupos econó-micos, como efectivamente sucedió.

La gran burocracia, cuna de otra parte de la clase media, tambiéndecreció con el gobierno militar. En la política de disminuir el tamañodel Estado y de privatizar al máximo las empresas estatales, el sectorpúblico dejó de proteger a cientos y miles de familias que, práctica-mente desde su llegada de la provincia a la capital, habían subsistidopor su vinculación al sector. Las reingenierías fueron otro golpe degracia. Las nuevas empresas, o las sobrevivientes, por la neo culturaapostaron a disminuir su planta de personal. Las Pymes y las Mpymespasaron a ser más relevantes para el empleo, esas medianas o peque-ñas empresas que sobrevivirían en nichos, intersticios, resquicios de lagran industria. Por razones de empleo, de política social, se han trans-formado en protagonistas de la ciudad y muchos programas se orien-tan a su conservación; es el patrimonio restante, sobreviviente, delpasado esplendor de la industria manufacturera de Chile.

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EL IMPERIO DEL MALL

Pero si la industria vivía una crisis profunda, el comercio se multiplicómás que nunca. Primero fue en Providencia, donde –salvo el pioneroCaracol de Los Leones de los 60– a partir de los años 80 se multiplicanpequeños centros comerciales intermedios: Dos Caracoles, Plaza Lyon,Dos Providencias, Portal Lyon. Nuevos locales, importaciones, vitrinasdecoradas por profesionales, un despliegue que hace de esa arteria y suscalles inmediatas un segundo núcleo comercial además del céntrico.

Al mismo tiempo aparecerán las tarjetas de crédito, Diners Club yVisa, que comienzan a circular en 1981, las que también modifican elsistema de pago y favorecen el consumo por pagos mínimos.

Las Condes participará, ese mismo año de 1981, con la apertura deun centro comercial mayor, un mall, el Apumanque de cuarenta milmetros cuadrados, setecientos estacionamientos, cuatro plazuelas, ochocalles interiores, ocho escaleras mecánicas.

Le seguirán el Parque Arauco en la misma comuna, el Centro Co-mercial Lo Castillo y el Pueblo del Inglés en Vitacura, el Alto Las Con-des, e incluso el modelo ingresará a la ciudad histórica con la inaugu-ración del Mall del Centro. Luego el fenómeno se extiende a los barriosnuevos de Maipú, La Florida... El Plaza Vespucio Town Center asumeya una vocación de subcentro de la ciudad, polo de desarrollo urbanoque, junto con el comercio, incluye exposiciones y sala de espectácu-los, tendencia que se incrementa con el de Huechuraba y que influiráen los antiguos, como el Parque Arauco, que en 2003 construirá unaampliación para tener un bulevar abierto, una plazuela con restoranesy librería además de galería de arte.

Fue un shock cultural el que produjo su aparición; la calle comer-cial, de siglos, era reemplazada por un trozo artificial de ciudad. Elmall, heredero del mercado de la plaza medieval, que reitera sus mis-mos comercios, patios de comidas, espectáculos y saltimbanquis en unaversión contemporánea, fue resistido en un principio como un signode empobrecimiento de la ciudad con sus espacios públicos.

Pero su fuerza es incontrolable y ha asumido el rol de lugar deencuentro social, cada vez más. Con la expansión de la ciudad aparece-rá otro género de comercio, las multitiendas ancla de esos centros co-merciales, Falabella, Almacenes París, Ripley –que logra ascender des-de San Diego–, mientras Hites, La Polar y Din continúan expandiéndosepero dentro de la ciudad, sin modificar la trama urbana, con eje en lacalle San Diego.

El modelo, originario de Estados Unidos, por la expansión del usodel automóvil, incluye otros rubros. Supermercados como Almac –lue-go de un tímido origen el año 1957 en la Avenida Providencia–, Unico-op (luego Unimarc) y Agas; los hipermercados Jumbo –partiendo por

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el de Avenida Bilbao–, Líder y Ekono que se multiplicarán también enlos sectores nuevos de la ciudad.

Y continúa con la versión siglo XXI de las ferreterías, los Homecen-ter e Easy, los Home Depot de artículos para el hogar, el Movicenter delautomóvil, una concentración del comercio en grandes cadenas a cos-ta de los pequeños comercios de barrio y sus muchos propietarios.

Es la economía globalizada, el mundo de las cadenas. También in-cluye a las hoteleras que abren hoteles de cinco y cuatro estrellas, deestándares internacionales, llegando en 1998 a constituir el 38% de laoferta de la ciudad en esa categoría, concentrados en Santiago, Provi-dencia, Las Condes y Vitacura. El Hotel Carrera, local, será una de susvíctimas.

Llegan las cadenas de comida rápida, McDonald, Pizza Hut, BurgerKing, que también modifican el rubro por su oferta rápida, de costosmás bajos, locales impecables en su presentación. Y las cadenas de cine,en 1998 con sesenta y ocho multisalas repartidas por la RM, todos per-tenecientes a sólo tres cadenas multinacionales.

Para el urbanista Jordi Borja, la productividad de una ciudad de-pende de si cuenta o no con un ambiente urbano animado de cafés,restoranes, actividades culturales, porque es en ellos donde se transa lamercancía más relevante de una sociedad: la comunicación. El nuevoescenario aportó movimiento, incorporó grupos socioeconómicos a unconsumo con el que antes no contaban. No es la ciudad de los años 40,casi peatonal en su núcleo de manzanas céntricas que ofrecían todaclase de servicios; es la ciudad del automóvil cuyo imperio culmina conla construcción de la Autopista Costanera Norte.

Para la nostalgia, el Barrio Brasil, el Barrio Yungay, el Barrio Bella-vista se han especializado en esa oferta de remansos urbanos, plazue-las, rincones, calles arboladas. En torno al Museo de Bellas Artes seexpande un sector animado de numerosos restoranes y, recientemen-te, también de cafés, luego que reinara casi único El Bombón Orientaldesde 1967. Trozos de la otra ciudad.

LA NUEVA IDENTIDAD

Por mercado, el pasado no volverá. En el nuevo orden el país, y muyen especial su capital, ha tomado un rumbo nuevo: reemplazar la pro-ducción por una identidad asociada a la plataforma de negocios. Califi-cados como excepcionalmente seguros para las inversiones el país y laregión, encabezando ránkings regionales e incluso superando a paísesemergentes del sudeste asiático, están logrando una de las tasas de in-versión extranjera más altas del continente.

Santiago es reconocido como lugar propicio para desarrollar servi-cios financieros de largo plazo y de alcance internacional, por lo que

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numerosos conglomerados la han escogido para instalar su casa matrizy operar desde aquí hacia el resto de América Latina.

Potencial nodo de los negocios en la aldea global, suscribiendo losprimeros acuerdos comerciales con Estados Unidos, Europa, Corea delSur y otros países asiáticos, la economía de la Región Metropolitana yapagó los elevados costos de su transformación, de su reciclaje, y losbeneficios están a la vista para quienes hicieron más rápida su recon-versión.

Le ayuda su infraestructura, telefonía, redes informáticas, toda labase tecnológica que Santiago de Chile adopta para convertirse en unade las capitales sudamericanas más rápidas en entrar en la moderni-dad.

El rol del Gobierno Regional es decisivo para salvaguardar la sub-sistencia de sectores de Pymes y Mpymes. Si la nueva economía asumetasas importantes de “cesantía estructural”, sus logros y desarrollo de-ben permitir apoyar estratégicamente un sector cada vez más importan-te en la generación de empleo. La reciente iniciativa –de las autoridadesregionales– de coordinar a varias de estas empresas metalmecánicas paraubicar algún nicho europeo en que pudieran ser eficientes y competiti-vas, lo que se logra exitosamente, muestra un camino. Aunque con pro-ductos menos complejos –estos están ocupados por Alemania, la Repú-blica Checa y similares–, la detección de productos de base para esasmismas industrias o armadoras de muebles y similares permitió, al me-nos por un plazo mediano, asegurar su vigencia.

Como sucede en países desarrollados, el Gobierno Regional, me-diante un Departamento de Estudios, tendrá que ser un colaboradorde la empresa privada; tal como lo fue el gobierno de Aguirre Cerda,ejemplarmente, hacia 1940, en ese equilibrio en torno a los cuatro-cientos años de Santiago. Especialmente en esta transformación de re-gión productora en región centrada en la oferta de servicios.

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CONSTRUIR LA CONVIVENCIA

Todas las normas que rigen una sociedad solo buscanhacer posible la ciudad, la comunidad, la convivencia.

ORTEGA Y GASSET

NO SEAMOS IDIOTAS

Tenemos paisajes, un clima privilegiado, una tierra que produce vinosy quesos, cereales y aceites de calidad, cordilleras y árboles, muchascosas tenemos como diría el indígena, pero todavía no está claro si losque aquí estamos seremos capaces de ser “nosotros”.

Los griegos son los primeros en distinguir entre ilotas e idiotas;entre quienes no tienen derechos porque son de otros (situación de losesclavizados siervos de la tierra pero también de mujeres y niños), yquienes tienen derechos pero no los ocupan, los idiotas a quienes sólodesvela lo idios (lo propio, privado, personal). No se interesan por lacomunidad, la ciudad, lo colectivo, lo que pertenece a todos.

Si somos uno de los países con peor distribución de ingresos de laregión, no es casualidad. Algo hay que no estamos haciendo bien, enalgún punto del camino nos desviamos.

En Chile hay pioneros de excepción, en eso de convivir los unos ylos otros, de construir una sociedad. Como el patriota Santiago Buerasquien, por crecer en zona minera del Norte Chico, entre negros y mu-latos, fue un promotor de su libertad y derechos. El héroe de la guerra,de casi dos metros de altura y capaz de tumbar un toro, fue un impul-sor importante de esa eliminación de la esclavitud de 1823 que tantoenorgulleció a Chile al ser uno de los cinco primeros países del mundoen hacerlo. Y no es que no los hubiera, eran cientos en la minería... ytambién en los valles agrícolas del Azapa al Choapa.

Es esa una noble inauguración de la cultura republicana y mereceser justipreciada porque, como lo ha dicho la ONU, la esclavitud no sólono ha desaparecido sino que tiende a aumentar con la economía glo-bal. Niños o mujeres de remotas aldeas trabajan para empresas ubica-das a miles de kilómetros en condiciones de esclavos; mujeres jóvenessecuestradas o engañadas para la esclavitud sexual también son cada

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día más como lo ha comprobado la Anti-Slavery International. El Mo-vimiento Internacional Católico ha denunciado las condiciones de loscampesinos latinos del Estado de Florida, recolectores de tomates parael gigante de la comida rápida Taco’s Bell. Honor a Bueras entonces,héroe popular de la Independencia.

Hay otro hecho fundacional entre los patriotas, la voluntad de crearuna sociedad justa y solidaria con premios anuales por aportes a lamoralidad pública. En esa cultura, del deber cívico de configurar unademocracia integradora de todos los ciudadanos, destaca Mariano Ega-ña, alma de la Hermandad de los Dolores. Los dolores de unos, desdeahí en adelante, serían de todos.

La idea nació entre los relegados de la Reconquista, los líderes pa-triotas confinados en Juan Fernández. Chilenos sentados en las playasde la isla, al crepúsculo en torno a una fogata, imaginaron Chile, pen-saron Chile, planificaron una sociedad ideal y también una ciudad ideal.Egaña fue quien dividió Santiago en nueve cuadrantes una vez con-quistada la Independencia, con inspectores en cada uno para que na-die quedara olvidado; él mismo, así como varios otros líderes, al atar-decer caminaría por las barriadas para comprobar en persona cómovivían los pobres y atender sus necesidades. Merece recordarse esahermandad, una de las más nobles del mundo en esa época.

También a Paula Jaraquemada, se le conoce la patada que le dio albrasero, para que el oficial español buscara a los patriotas ocultos siquería, mujer hermosa y de agallas. Pero es, especialmente, una pio-nera mundial de la creación de talleres en asilos y cárceles, al tiempo yantes que en muchos países europeos. Los reos eran parte del “noso-tros”. Su casa ha sido restaurada por la viña Santa Rita, y se visita en laRuta del Vino regional.

Buckminster Fuller, pionero de la computación, escribió que la Tie-rra es una nave espacial y nosotros su tripulación. Hay recursos en lasbodegas pero no son infinitos; hay que escribir un manual antes deque sea tarde, aprender a vivir en comunidad y de manera sustentable.Esto significa que mujeres, niños, discapacitados, hombres de todas lasrazas, deben ser considerados: si todos están a bordo, si pueden despla-zarse, si participan en la experiencia de mirar por las ventanillas paraver dónde vamos, si son oídos al momento de cambiar de rumbo ydecidir dónde queremos ir. Sí, todos entramos en el juego.

ADELANTADOS DEL NOVECIENTOS

El doctor Augusto Orrego Luco, el Presidente Barros Luco y el arzobis-po González son tres personajes que aportan a la convivencia, a losque se agregan otros como el doctor Manuel Camilo Vial y el ingenieroIsmael Valdés Valdés. Tener una educación superior o fortuna era ra-

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zón moral suficiente para obligarse a contribuir. Todos estarán en lomismo hacia 1910, para el Centenario, por lo que al menos duró unsiglo la cultura cívica de 1810.

El doctor Augusto Orrego Luco fue conocido popularmente como“El Brujo de la Cañadilla” por sus diagnósticos. Notables son esos her-manos que crecieron junto a las playas de Viña del Mar, leyendo arribade un árbol y que hicieron época en Santiago. Luis fue el célebre líderdel Partido Radical y novelista crítico de una sociedad que se afrance-saba cada año más dándole la espalda a los problemas reales del país;Casa Grande fue la obra que lo inmortalizó. Roberto, médico, estudióen Berlín y París para luego consagrarse a la docencia en la Universi-dad de Chile, donde varias veces fue reelegido decano hasta que re-nunció durante la dictadura de Ibáñez en protesta por la injerencia delgobierno, dejando un plantel de maestros en todas las especialidades.Excepcional en Sudamérica.

Augusto tuvo dos vocaciones, la de médico y la de escritor. Ocupa-rá el sillón diecisiete de la Academia Chilena de la Lengua –lo sucedióArturo Alessandri–, publicará biografías de eminentes como Lastarriay Amunátegui, una historia de la medicina en Chile, docenas de ar-tículos en la prensa sobre todo tipo de temas. Algunos de sus textos soncoetáneos a los de Freud y Charcot, por lo que, además de introducir laneuropsiquiatría en Chile, aportó a la disciplina mundial adelantándo-se en el conocimiento del inconsciente y la histeria. Desde joven secomprometió con la vida pública. A los veinticuatro años, en la épocadel Intendente Vicuña Mackenna, y todavía estudiante, es tal su dedi-cación a los enfermos de una epidemia de viruela que azotaba Santia-go, pernoctando en improvisados lazaretos, que se le confiere la Meda-lla de Oro. Ese mismo año funda la Revista de Santiago con Fanor Velasco,donde dará a conocer las inquietudes de esa generación. Médico de laCasa de Orates apenas titulado, autor de artículos costumbristas en laRevista Chilena, en 1879 pionero mundial de las circunvoluciones cere-brales que le dan prestigio mundial, diputado liberal y ministro de Edu-cación en dos gobiernos, es uno de “los santos laicos”: vivió en acto deservicio.

Atendía gratis en su oficina de la Escuela de Medicina, salía a reco-rrer el barrio para atender a otros, lo llamaron “El Brujo de la Cañadi-lla” en La Chimba donde se le atribuían milagros. Ennobleció el cargode “médico de la ciudad” –era deber estatal proveerlo– entre 1881 y1890 y cumplió con una profesión que, según escribiera, “es un arte dehumanidad y de amor a los hombres”.

Ramón Barros Luco, el cazurro –conocido como “el más chileno delos mandatarios”– en su período de 1910 a 1915, luego de retirarse a sucasa de Mac Iver esquina de Santo Domingo, donde ahora está la Pri-mera Comisaría de Carabineros, se consagra al hospital que se estaba

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construyendo en Santiago Sur, al cual aportó trescientos mil pesos. Suesposa, con lo que le dejó, pudo agregar un millón de pesos más; es poreso que el gran establecimiento de salud de San Miguel lleva el nom-bre de Hospital Barros Luco. Esta ilustre familia incluye a Matilde, her-mana del mandatario, que aportó al mismo establecimiento familiartrescientos mil pesos, cuatrocientos mil a la Casa de Huérfanos y cientocinco mil al Hospital de San Vicente, estando así entre las principalesbenefactoras en la historia de la ciudad. Para dar una idea de estosmontos, los egresos totales del San Vicente, el más completo de la épo-ca, fueron de setecientos mil pesos el año 1909.

Otro personaje que reacciona rápido frente a la crítica situaciónsocial es Juan Ignacio González, el cuarto arzobispo de Santiago. De-signado en 1908 se consagra a materializar las sugerencias de la célebreencíclica Rerum Novarum. Creador de las Semanas Sociales, de EscuelasNocturnas para obreros, de las Casas del Pueblo, del Día del TrabajoCristiano, padrino de varios de los primeros sindicatos del país, puso ala Iglesia Católica chilena a la vanguardia en Sudamérica logrando ali-near a empresarios en sus proyectos, así como a esposas de magnatespara sus obras.

Siempre había sido así, desde joven, en una familia muy cristiana ydonde Fray Andresito era visita frecuente. A nadie le extrañó que to-mara los hábitos, pero comenzó a distinguirse al ser ordenado sacerdo-te de la Iglesia de San Saturnino del Barrio Yungay, donde se orienta alauxilio de los más pobres.

Moderno e informado promoverá el Salario Familiar, monto sufi-ciente para que un núcleo obrero viviera al menos con dignidad, eincluso dirá que más allá de los contratos si el salario era insuficienteatentaba contra los principios de la justicia natural que implica “dar loque es necesario para sustentar la vida de los seres racionales”. El Cen-tenario de 1910 le servirá de plataforma para celebrar el Primer Con-greso Católico Social de Chile desde donde se dirige a los empresarios.El apoyo logrado le sirve para abrir escuelas gratuitas para obreros, tresde ellas en barrios populares, y los Patronatos de Sagrado Corazón, SanIsidro y Santa Filomena. Consciente de la necesidad de dar a conocer alos jóvenes esa tarea, de lograr un mejoramiento en la situación delobrero y nuevas medidas sociales, así como de obtener fondos para lasobras sociales de la Iglesia, funda la Asociación Nacional de Estudian-tes Católicos. La Sociedad de Instrucción y Habitaciones para Obreroses otra notable creación del arzobispo González, la cual, entre sus apor-tes, financiará becas para hijos de obreros destacados en su educación.También velará por los indígenas del país y es quien impulsa el Con-greso Araucanista: convivencia de los unos y los otros.

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MUJER DE AMÉRICA

Dicen que por eso de andar los hombres en la guerra de La Fronteraen el Sur, o en alguna mina escondida en los valles de Petorca, Choapa,Huasco, Illapel, o navegando en las aguas del Pacífico, la mujer chilenase acostumbró a ser independiente. Y de ahí que son varias las figurasfemeninas del siglo XIX que se destacan en una centuria en la cual lamujer sudamericana tenía muy escasos espacios.

La primera en cursar estudios universitarios, Dolores Egaña, es unejemplo. Javiera Carrera, que corrió con colores propios en los días dela Independencia, promoviendo la lengua mapuche y el uso de unamoda relacionada, es otro. También Paula Jaraquemada con sus presosy pobres o, en la guerra del 79, Irene Morales. Lo mismo en los iniciosde la literatura, Rosario Orrego.

Eloísa Díaz es la primera mujer sudamericana en obtener el títuloprofesional de médico, en 1886. Su trayectoria es excepcional, y nosólo por su condición de mujer; fue una personalidad. Tuvo, tal vez porla expectación que provocaba su inesperada presencia, un estímuloadicional en su carrera de ginecóloga pero, genial y generosa, enorgu-lleció al país completo y de paso abrió el camino a sus congéneres. Hayque precisar la visión de sus padres, que le escogieron como escuela lade Isabel Lebrun de Pinochet donde la enseñanza femenina era la másrigurosa de la ciudad. Muestra de su carácter es la calidad de la comi-sión que debió enfrentar al graduarse en ese establecimiento: DiegoBarros Arana, Miguel Luis Amunátegui, Abdón Cifuentes, Rodulfo A.Philippi... Para completar su formación y ser bachiller en humanidadesse matriculó en el célebre Instituto de Chile que dirigía Clodomiro Al-meyda, donde se graduará con honores en una sala atestada de públi-co. La universidad fue sólo una más entre las pruebas que sorteó, en supromoción obtuvo las mejores calificaciones en Clínica Interna y Obs-tetricia.

Como médico de la Escuela Normal de Preceptoras comenzó a in-teresarse en la salud de los escolares y en la higiene y salubridad de losestablecimientos educacionales, aspecto que no estaba en la agenda denadie hasta que ella lo denunció. Se la designa médico de las escuelasde Santiago, enorme responsabilidad y muy decisiva ya que el hogarsantiaguino era, por ignorancia, fuente de muchas enfermedades; laescuela podía ser el espacio para cambiar hábitos. Crea servicios denta-les debido a la mala calidad de la dentadura de la mayoría. Instaura latradición de los paseos escolares; funda jardines infantiles donde losniños son controlados en sus dietas alimenticias; promueve las colo-nias escolares como medio de recuperación física de niños mal alimen-tados y sedentarios. Crea los policlínicos para niños de escasos recur-sos; comienza con la vacunación masiva de los escolares... En un

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congreso médico celebrado en Buenos Aires, el año 1910, cuando am-bos países celebraban sus centenarios pasando revista a sus logros, Elo-ísa Díaz es elegida Mujer Ilustre de América. Esta niña, nacida en unhogar santiaguino de la propia Alameda, la casa de los Díaz Insunza,alcanzó así proyección internacional, de las primeras de todo el conti-nente. En los congresos científicos, que se venían celebrando desde elaño 1901, sus propuestas se fueron divulgando y serán varios países losque irán implementando políticas relacionadas; era mujer de América.

Al año siguiente asume la dirección del flamante Servicio MédicoEscolar de Chile, institución nacida al amparo de sus ideas y con supropio dinero impulsa el desayuno escolar obligatorio hasta volverloun hábito.

CATÓLICOS EN LA CUESTIÓN SOCIAL

El ingeniero Francisco Hunneus Gana es uno de los jóvenes católicosque reacciona con las encíclicas sociales y ofrece su formación profe-sional al servicio de problemas concretos. Tras denunciar los interesesque cobraban las agencias de empeño, y contrastarlos con los que pa-gaban las Cajas de Ahorros, promueve la fundación de la Caja de Cré-dito Popular que evitará la usura contra los pobres. Será su presidentepor muchos años.

También estudia la vivienda obrera, estadísticas y condiciones ma-teriales, tras lo cual impulsa la legislación de las habitaciones popula-res. Será administrador de la Sociedad Protectora de la Infancia porcatorce años, del Consejo Nacional del Niño durante siete, filántropode varias instituciones. Entre sus hijos destaca una figura justamenteasociada a los niños de Chile, Marcela Paz: Ester Huneeus Salas.

En el colegio San Ignacio se formó el niño Carlos Casanueva Opa-zo, quien también reacciona ante la realidad social. Alentado por sudirector espiritual participa en las Conferencias de San Vicente de Paul,en las de San Luis Gonzaga y en el Patronato de Santa Filomena al quejuró solemnemente no descuidar jamás, junto con sus amigos que sehabían incorporado contagiados por su entusiasmo. Aunque estudióLeyes en la Universidad de Chile, donde también reclutó colaborado-res del Patronato, un curso que siguió en la Católica le marcó la vida, elde Economía Social que impartía Francisco de Borja Echeverría paradifundir las encíclicas sociales del Papa León XIII. Apenas titulado im-partirá esa misma cátedra e ingresará al seminario para ser sacerdote.Volvió entonces a Santa Filomena, como capellán de ese templo y pá-rroco del Barrio Bellavista, con la colaboración económica de su amigomillonario Juan Enrique Concha Subercaseaux, uno de los herederosde la Viña Concha y Toro. A cargo del Diario Popular promueve el idea-rio social en un público amplio. Es rector de la Universidad Católica a

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partir de 1920 –donde deja su impronta definitiva y su infraestructura.También logró a través de esos medios promover las inquietudes socia-les, los valores cristianos de convivencia solidaria.

El padre jesuita Fernando Vives, su principal discípulo, será el nue-vo gran divulgador de la doctrina social de la Iglesia Católica y precur-sor del social cristianismo en el país. En 1912 comenzará a denunciarel panorama social, ruidosamente, por lo que lo mandarán a Argenti-na. Pero su postura tenía apoyo: Concha y Toro, Miguel Claro y elarzobispo González. De vuelta, será impulsor de sindicatos y difusor deideas social cristianas entre los alumnos del San Ignacio, fundará círcu-los de estudios y oficinas sociales al otro lado del Mapocho. Vuelve aser perseguido y trasladado. Pasan catorce años antes de que puedavolver. Cuando lo hace encuentra un clima más propicio para fundarla Liga Social Chilena y forma jóvenes y obreros en ese ideario, ahoracon más aliados como el Padre Hurtado y Clotario Blest.

Juan Enrique Concha Subercaseaux fue decisivo. De familias vine-ras –hijo de don Melchor Concha y Toro– heredó de su padre las in-quietudes sociales. Su memoria de abogado la dedica a “Las cuestionesobreras”. Es uno de los fundadores del Patronato de Santa Filomenacon el que colaborará por treinta años. De su bolsillo financia la capillay también varias obras de la Fundación León XIII que, orientada a lahabitación obrera, se iniciará liderada por su padre con la PoblaciónLeón XIII en Bellavista.

Creador de las primeras cooperativas de alimentos en barrios po-pulares, consejero de los célebres Talleres de San Vicente de Paul, Con-cha está en todas las obras sociales de la Iglesia Católica de la época.Alcalde de Santiago a principios del siglo XX es el que asfalta las callescéntricas. Como parlamentario, impulsa una legislación del trabajo queno llega a aplicarse. Es profesor de Economía Social en la UniversidadCatólica, sus “Conferencias de Economía Social” electrizan a toda unageneración de jóvenes. Senador de la República (1918-1924), muchasleyes sociales de esos años se debieron a sus iniciativas.

LAICOS CONSAGRADOS

Siendo estudiante todavía, Ismael Valdés Valdés fue uno de los funda-dores de las escuelas “Lincoln” y “Franklin” para obreros. Desde en-tonces no deja de pensar en el país con su lúcida y sistemática inteli-gencia. Todos los escenarios los ocupará; bombero por setenta y tresaños llega a ser Superintendente, la máxima autoridad; liberal toda lavida será presidente del Partido, de la Cámara de Diputados y del Sena-do, respetado por todos los sectores por su tolerante valoración de lasintenciones de cada una de las doctrinas; un maestro de la convivenciasocial.

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El 1900 Santiago batió un pavoroso récord mundial, era la ciudadcon la más alta tasa de mortalidad infantil del mundo, 502 x 1.000. Lacifra estremeció al ingeniero Valdés Valdés, lo hizo mirar los barriospobres de la ciudad, la periferia donde cientos de mujeres morían len-tamente de hambre porque lo que ganaban desempeñándose comolavanderas, costureras o en el mercado no era suficiente para alimen-tar a sus hijos. Al año siguiente funda el Patronato Nacional de la In-fancia con Ramón Barros Luco, promueve la Gota de Leche en los ba-rrios más pobres y comienza a estudiar las causas de la situación..

Llega a la conclusión de que el país debe dividirse en ocho provin-cias poderosas, eficientes y productivas, suerte de programa de gobier-no nacional. Promueve la creación equitativa de plazas repartidas portoda la ciudad donde los niños puedan jugar y hacer deportes paramejorar su salud. Impulsa la alimentación selectiva de las madres em-barazadas cuyos vientres son portadores de “los hijos de la patria”, loshijos de todos.

Observa que las ciudades deben ser reformadas según modelos adap-tados al entorno. Valora en mucho la silueta del Santa Lucía, la masadel San Cristóbal, el sinuoso recorrido del Mapocho –dice que él salvala ciudad de la monotonía de tantas calles rectas–, el fondo andino dela ciudad hacia el Oriente, la vegetación plantada. Con sólidas razonespropone que las calles nuevas deben correr de Nordeste a Sudoeste yde Noroeste a Sudeste para así mejorar su asoleamiento y la salubridadde los barrios. En 1914 da una conferencia en la Biblioteca Nacional y,describiendo los avances de Buenos Aires y Río, pregunta: ¿qué hahecho Chile respecto de Santiago? En 1919 será precandidato presi-dencial, superado por Alessandri Palma.

Parte a París en busca de respuestas. Ve funcionar el transporteintegral y se admira de la total coordinación de recorridos y horariosentre tranvías, microbuses e incluso vapores del Sena, ahorrándosemiles de horas hombre anuales. Pero los políticos chilenos no quisie-ron correr el riesgo de entrar en conflicto con los choferes y propieta-rios de líneas.

Se aleja de la política para dedicarse a los niños, autoridad america-na reconocida cuando se le nombra consultor de la Sociedad de lasNaciones. Asume la dirección del Hospital Arriarán. Es presidente delPatronato Nacional de la Infancia, de 1913 a 1926. Preside la filantró-pica Junta de Beneficencia de Santiago y luego la nacional, organiza-ciones que promueve en toda Sudamérica. Es fundador y primer presi-dente del Instituto de Ingenieros para que su profesión aborde losproblemas del país; apoya la educación obrera a través de una Junta deEnseñanza Técnica...

En el Teatro Municipal, cuando se conmemoran los veinticinco añosdel Patronato de la Infancia, se celebra que la mortalidad haya bajado

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del 30 ó 40%, al 10%. Muere en paz, ya viudo y sin hijos, dejando todasu fortuna a la Beneficencia Pública.

El Dr. Corbalán Melgarejo destaca como propulsor de múltiples ini-ciativas similares desde el Partido Radical. Primer Director de Sanidad,institución que inaugura la coordinación de la salud del país en manosde médicos, la organiza en cuatro entidades: Instituto de Higiene, Ofici-na de Vacunas, Inspección de Boticas y Oficina de Desinfección. Los doc-tores Manuel Barros Borgoño, Manuel José Barrenechea y FranciscoPuelma Tupper abogarán por impulsar y aprobar la nueva salud públicay también la enseñanza agrícola e industrial que permitiría a las clasespopulares mejorar su calidad de vida sin depender de la filantropía.

El Partido Radical será así una matriz de proyectos país para mejo-rar las condiciones de vida y la convivencia social, en esa época denotables líderes. El patriarca Enrique MacIver les daba conferencias enel “Ateneo” de Santiago para incitar a buscar respuestas específicas,Samuel Lillo y Diego Doblé Urrutia, poetas radicales, eran los organi-zadores y el liberal Arturo Alessandri Palma, joven, su secretario. Esti-man que la situación social es intolerable, que el resentimiento au-menta, que el país avanza hacia una espiral revolucionaria si no seatienden las justas demandas populares.

Notable era la inteligencia radical. Valentín Letelier, rector de laUniversidad de Chile; Juan Nepomuceno Espejo, rector del InstitutoNacional; Paulino Alfonso, padrino de nacimiento del Museo de BellasArtes y apóstol de la cruzada nacional contra el alcoholismo; RamónCorbalán Melgarejo, pionero de la Salud Pública y autor con el mismoPaulino Alfonso del Código Sanitario; Darío Salas, director de Enseñan-za Primaria y futuro ministro de Educación; Luis Orrego Luco, novelis-ta y sociólogo que también ocuparía la cartera de Educación; ArmandoQuezada Acharán, futuro rector de la Universidad de Chile; BenjamínVicuña Subercaseaux, el hijo del gran Intendente, autor de El Socialis-mo Revolucionario y la Cuestión Social en Europa y Chile...

En 1920 les tocó celebrar cuando triunfa Alessandri Palma. El pre-sidente del partido y de la Asociación Nacional de Profesores, PedroAguirre Cerda, abogado y pedagogo, será el nuevo ministro del Inte-rior. Era un fiel creyente en el ideario radical, un convencido en lainteligencia aplicada a los problemas como camino de mejoramientosocial. Especializado en Derecho Administrativo y Financiero en LaSorbona, visitante de centros educacionales de Bélgica, Inglaterra eItalia, estudioso en Estados Unidos de sus sistemas de enseñanza in-dustrial, es uno de los sudamericanos más integrales en su visión de “lacuestión social”. Por dos décadas hará aportes decisivos en cuanto acómo impulsar la industrialización, la agricultura, la economía en ge-neral para que mejoraran las pobres condiciones de vida de las mayo-rías. El desarrollo era una tarea social.

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HERMANOS DEL RÍO

Los hijos de Cástor del Río Arriarán cambiaron Santiago. Roberto,apenas titulado médico, se hizo cargo por ocho años de la Casa de Huér-fanos de Santiago; los niños de la ciudad serán su misión y apostoladopor el resto de su vida. Con la generosa colaboración de un tío millona-rio, Manuel Arriarán, no descansa hasta lograr que la capital cuentecon su Hospital de Niños; el mismo que después se conocerá por sunombre, el Roberto del Río. Vicepresidente del Patronato de la Infan-cia, miembro del Consejo de Protección de la Infancia, autoridad pe-diátrica continental, en el Santiago del Centenario era uno de los per-sonajes más queridos de la ciudad. Al morir el tío, en 1907, dejarácuatrocientos mil pesos para construir otro hospital de niños, el “Ma-nuel Arriarán”.

Otro pariente, Francisco Arriarán del Río, también millonario, seráel padrino del vetusto Hospital San Borja y de su Hospicio para indi-gentes, también del Asilo del Salvador y de la Hermandad de los Dolo-res, esa que concibieran los patriotas relegados en la isla de Juan Fer-nández.

La mortalidad infantil los había estremecido, cientos de niños mo-rían antes de cumplir un año de edad, lo que era mucho peor en losranchos de la periferia y en los conventillos de la ciudad. También seformó un grupo de “damas de sociedad” que financia la construcción yatención de un centro de acogida en Matucana, junto a la Hospederíade San Rafael. Otras mujeres reaccionan en 1914 al llamado de la CruzRoja internacional y crearán una filial chilena, asesoradas por médi-cos, en la Avenida Independencia esquina de Lastra; para 1920 ya se-rán quinientas las voluntarias orientadas a la población de menoresrecursos. También se funda una Asociación de Señoras contra la Tuber-culosis, de doscientas dos “distinguidas damas de nuestra sociedad”según la prensa de la época, que sólo en 1906 ya había atendido a cercade cinco mil enfermos. Del asociacionismo femenino católico es unejemplo doña Adela Edwards de Salas, quien, incluso, es elegida con-cejal por Santiago.

Pero no era suficiente. Un hermano de Roberto del Río, Alejandro,impulsará la acción del gobierno en una campaña que incluye a losdoctores Corbalán Melgarejo, Pedro Lautaro Ferrer, Octavio Maira. Hoyson apenas nombres de calles cuando su apostolado era con riesgo devida y, efectivamente, muchos facultativos murieron contagiados porlos males de la época. Formado en Europa, Alejandro del Río harávisible la obligación del Estado frente a la pésima salubridad ambiental,lo que lo lleva a promover desde el alcantarillado hasta la higiene enlos mercados. Por su visión integral fue el presidente de la V Conferen-cia Sanitaria Americana, celebrada en Santiago el año 1911.

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Cuesta creer que un solo individuo impulsara el Instituto de Higie-ne al que dirigirá personalmente. Funde, además, la Asistencia Pública–al comprar un terreno a los jesuitas– y también dirija dieciocho años,la que ahora lleva su nombre, la Escuela de Servicio Social orientada amadres en desgracia y a niños y la Escuela de Enfermeras de la Benefi-cencia Pública. Que cree asimismo el Desinfectorio Público y funde elBoletín de Higiene y Demografía. En este tiempo también se promulga elCódigo Sanitario que prepararan el doctor Corbalán Melgarejo y PaulinoAlfonso y se crea, nada menos, que el Ministerio de Higiene, Asistenciay Previsión Social del cual será su primer ministro. Miles de santiagui-nos caminan hoy por las calles de esta ciudad sin saber que, indirecta-mente, le deben la vida.

Tiene sentido que dos calles vecinas al Parque Forestal lleven losnombres de Corbalán Melgarejo y Paulino Alfonso, el médico y el abo-gado que unieron sus saberes para redactar el Código Sanitario. Ellos mis-mos impulsaron la creación del Parque Forestal cuando se quería llenartodo ese espacio con edificios públicos. La gente necesita respirar, argu-yeron, y era mejor que lo hiciera junto a las brisas de la ventilada caja delrío. Los ricos tenían sus parques, sus mansiones aisladas; los pobres, ha-cinados en ranchos o conventillos, necesitaban un espacio público.

Dos grandes benefactores se unieron, dos gigantes de la época, elpropio doctor Alejandro del Río y el ingeniero Ismael Valdés Valdés,para fundar la Revista de la Beneficencia Pública con el fin de motivar yeducar a la población. Teatros, colegios, iglesias, tranvías y barberías,sin una cultura de aseo y ventilación eran verdaderos focos de enfer-medades. El Intendente Alberto Mackenna Subercaseaux, como presi-dente del Consejo Superior de Habitaciones para Obreros, crea el pre-mio al conventillo más higiénico en 1921, el que señala con una placade bronce para incentivar a los dueños a preocuparse de su salubridad.

Poco antes, en 1918, la epidemia de tifus exantemático había barri-do con familias enteras cuyos cadáveres, rociados con sulfatos de cobrey cinc y acompañados de todas sus prendas, eventualmente contagio-sas, ardían en piras en la vía pública tal como en la Edad Media. Fue-ron más de ciento cincuenta los muertos de cada día... Para 1927, gra-cias a estos médicos y a sus amigos adinerados, encabezados por losArriarán del Río, Santiago ya contaba con diez hospitales públicos paraatender en todas las especialidades médicas y quirúrgicas con tres milcamas. La mortalidad infantil, los muertos por pestes, comenzarán adisminuir.

NUESTRA CIUDAD DE LA ALEGRÍA

El best seller de Dominique Lapierre sobre un barrio de Calcuta, Laciudad de la alegría, espantable a la distancia por la ausencia de vivien-

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das definitivas, agua potable, alcantarillado, todo servicio y que, sinembargo, era escenario de amores, dolores y entusiasmos que en nadase diferencian a los de otros sectores, bien pudo haberse inspirado en elSantiago del novecientos.

Desde esa realidad, a lo largo del siglo XX, se fue dando espacio aviviendas sociales que hoy cubren cientos de hectáreas donde –contasas excepcionales en Sudamérica– funcionarán los servicios aunquepermanezcan “bolsones de pobreza” que se buscarán sanear de aquí alBicentenario.

Hubo que construir, primero, una cultura. Entre cristianos de dife-rentes confesiones, anarquistas y radicales, comunistas y socialistas,filántropos judíos y árabes, se fue dando forma a una idea. Que unaciudad no es sólo un espacio donde encontrar trabajo, vivir, formaruna familia, labrarse un destino. También es el desafío comunitario, decrear una empresa social donde unos y otros logren sobrevivir, educar-se, acceder a la salud, a una calidad de vida mínima.

La ciudad abre la posibilidad de decir “nosotros” cuando la comu-nidad que la habita descubre su propia manera de ser plural. La ciudadgriega, la medieval cristiana, la laica de la revolución francesa, fueroncreciendo en parámetros cada vez más amplios de libertad, dignidad yfraternidad. Ese camino ha llevado a determinar derechos y deberesdel ciudadano: al desplazamiento por el territorio, al espacio público ya la monumentalidad, a la belleza, a la identidad colectiva, a la protec-ción por parte del gobierno, a la seguridad ciudadana, a la calidad devida en el medioambiente, a la privacidad...

América Latina ha sido lenta en descubrirlo. Su literatura, desdeAlejo Carpentier a Gabriel García Márquez, pasando por Ciro Alegría yNeruda, endiosa la naturaleza como la matriz de lo nuestro. La tonaday el bolero acompañaron al campesino que en el siglo XX debió aban-donar la tierra para buscar trabajo en la ciudad, un hombre que llorasu nostalgia luego de perder el paraíso que lo unía, a través de volcanestutelares y relámpagos divinos, a sus ancestros indígenas. El siglo ten-drá que ir avanzando, año a año, hasta dejar a la vista que la comuni-dad, y no sólo el Estado, es responsable de los postergados, de los quesobreviven apenas en las periferias insalubres.

Y comenzarán a expandirse los policlínicos, las poblaciones socia-les, pero luego de las primeras y notables, no tendrán diseño urbanosino la monótona regularidad de los corrales y los pabellones para avesde corral. Salvo excepciones, sólo al fin del siglo se descubrirá el valor dela vida urbana con su riqueza de plazas, cafés, teatros, correos, que su-man una calidad de vida que ayuda a encontrarle un sentido a la exis-tencia y que entrega el sentimiento de pertenencia a una comunidad.

Fue muy lento, tanto que la pobreza llegó a ser una marca cons-tante, un sello internacional, un signo de identidad de América Latina.

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No hace mucho, la Harvard Review of Latin America, en la edición delinvierno de 2003 dedicada a nuestras ciudades, gira en torno a nuestrapobreza urbana, la corrupción de los gobiernos, la aguda estratifica-ción social y los conflictos de clase. Como si todavía, enmascarados,reinaran los sumos sacerdotes en lo alto de las pirámides, habitantes depalacios y a sus pies se extendiera aún la masa sumisa, anónima.

Nosotros hemos sido cómplices de esa imagen. El arte y la política,el cine y la economía, las revoluciones y las muertes, han estado tren-zados en torno a la pobreza. Pero creo que nos confunden en Harvard;si es tan obsesiva esta presencia es porque hemos aprendido a mirarlay porque no la soportamos. Lento ha sido, en el siglo XX, el caminopara acoger a los millones de habitantes pobres de las ciudades deAmérica Latina.

POBRES A LA VISTA

La vivienda social se inicia con proyectos desde 1906, con la Ley deHabitaciones Obreras, la primera iniciativa social del siglo para enfren-tar “la cuestión social”; no muy posterior a las pioneras de Europa, labelga de 1889 y la inglesa de 1890. En el Congreso de La Haya de 1913el país puede enviar un representante a dar cuenta de los avances.Tuvo ese honor el gobierno gestor de Germán Riesco, de 1901 a 1906,y al que poco se recuerda...

Hay conjuntos habitacionales de una calidad emblemática como elBarrio Huemul o la Población León XIII. Es un patrimonio excepcionalde Santiago, que debiéramos conocer y mostrar al turista, reflejo de untemprano despertar social cuando los barrios pobres de Barcelona,Nueva York, eran igualmente miserables. Hay que ver y leer a VicenteEspinoza en Para una historia de los pobres de la ciudad; o la obra de Mar-co Antonio León, En torno a una ‘pequeña ciudad de pobres; o, de IsabelTorres Dujisin, Los conventillos en Santiago (1900-1930) y, más reciente(2004) El mundo de las poblaciones, de varios autores, Editorial Lom. Esnuestra historia, es lo que comenzaron a construir nuestros ancestros,nos pertenece.

El centro fue creciendo, expulsando a los pobres más allá, a las pe-riferias, dejando solamente algunos instersticios que demoraban en sererradicados. Por otra parte, otros –los que podían pagar algún arriendo–se moverían desde la periferia hacia el centro abandonado; cruzándosecon los grupos más poderosos. Evocaron y repitieron sin saberlo el pro-ceso que dio origen al término conventillo, de cuando un conventoreligioso (conventus: congregación, reunión) era abandonado y se usabapara albergar a familias pobres. El convento devenía conventillo.

Aunque Vicuña Mackenna quiso separar la ciudad europea del “po-trero de la muerte”, pasarán décadas en las que la convivencia fue supe-

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rior a la esperada. Y es que muchas mansiones nuevas tenían una plantabaja para arriendo a artesanos y pequeños comerciantes, mientras suspropietarios habitaban los alto; en una misma casa se daba la mezclasocial. El Camino de Cintura estaba condenado al fracaso en cuanto apretender separar a unos y otros con un ancho cordón verde, su clarageometría escondió rincones al interior del círculo de las avenidas Vicu-ña Mackenna, Matta-Blanco, Exposición, el Mapocho. La mansión y elconventillo convivían en la misma manzana, e incluso los rancheríosespontáneos como hasta hoy en Caracas. Esto permitió que líderes so-ciales reaccionaran más rápido ante una realidad que veían a diario.

Familias hacinadas en piezas de tres metros por cuatro, muchasveces carentes de toda ventilación, sin alumbrado ni agua potable; casirozaban los muros de un palacio de gruesos cortinajes, esculturas, altosárboles, y del que surgía el sonido de un piano. Los médicos fueron delos primeros en denunciar las condiciones de vida tan frágiles ante pes-tes e infecciones, tan poco higiénicas y de hacinamientos propicios aincestos y violaciones.

Para los escritores de la época, este “desecho de la ciudad y la na-ción” fue un tema obligado; la ciudad aparece de Edwards Bello a Ma-nuel Rojas pasando por González Vera, Alberto Romero, SepúlvedaLeyton, Danke... La mayoría intentará que la sociedad no sólo vea su-ciedad, pestilencia, insalubridad, rostros amenazantes, sino tambiénseres humanos plenos como en la gran novela Los hombres oscuros deNicomedes Guzmán.

ALESSANDRI PALMA Y “LA CANALLA DORADA”

Durante la Primera Guerra Mundial estallan en Chile varias deman-das sociales, inquietud que culmina al llegar al gobierno, en 1920, elliberal Arturo Alessandri Palma, abogado que se titulará con una tesissobre “Habitaciones para obreros” y que, justamente, enarbolará en sucandidatura las banderas de la democracia social.

Su triunfo sorprendió a toda Sudamérica. Fue inesperado pero sevenía gestando desde el 1900, cuando el viejo caudillo radical EnriqueMacIver, comenzó a usar la plataforma del Ateneo para denunciar “lacuestión social”.

Aunque sin respaldo para un candidato presidencial propio, losradicales estarán presentes en las contiendas dando su apoyo a los libe-rales de avanzada, Agustín Edwards MacClure en 1910, Eliodoro Yá-ñez en 1915 y finalmente Alessandri en 1920, cuando salen vencedo-res. Pedro Aguirre Cerda asume el Ministerio del Interior, creyente dela necesidad de ampliar la cobertura educacional como medio de pro-moción social de las masas postergadas, lo que comparte con su amigay protegida Gabriela Mistral.

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Alessandri Palma, parlamentario y ministro liberal de los Presiden-tes de la época parlamentaria, había contribuido decisivamente a apo-yar las leyes y decretos que fueron creando la legislación de la medici-na social, de la higiene y sanidad estatal. Fue el Presidente de Chile quedurante la primera mitad del siglo XX más influyó en la mejora de lasituación económica social del pueblo chileno. Su mano firmó las gran-des leyes médico-sociales, desde el Código Sanitario en 1918 hasta laMedicina Preventiva en 1938.

Entre el gobierno de Alessandri Palma y la dictadura de Ibáñez delCampo hubo un interregno, encabezado por una junta militar que tomael poder en septiembre de 1924, la que promulga varias de las leyessociales preparadas en tiempos de Alessandri como las de Contrato deTrabajo, Seguro Obrero y Accidentes de Trabajo, Sociedades Coopera-tivas y la de la Caja de Empleados Particulares. Ellas dejaron al país enla vanguardia de Latinoamérica en legislación social y de esta maneraquedó formalmente establecida la doctrina del Estado Benefactor.

DOS HERMANOS GRANDES

En la difusión de la doctrina del Estado Benefactor fueron significati-vos, según viéramos, médicos como Ramón Corbalán Melgarejo, Octa-vio Maira, Alejandro del Río, Manuel José Barrenechea, Francisco Puel-ma Tupper, Lucio Córdoba y Pedro Lautaro Ferrer, apoyadosjurídicamente por el abogado Paulino Alfonso.

El accionar del grupo se concentra en Santiago, la ciudad de lasmasas obreras y la que experimenta mayormente los impactos de larevolución Industrial. La ley del Seguro Obrero, la célebre 4.054 con-tra riesgos de enfermedad, invalidez y muerte para todos los asalaria-dos menores de 65 años –con su Caja de Seguro Obrero Obligatorio–,tiene como autor en la Cámara de Diputados al doctor Exequiel Gon-zález Cortés, el que, formado en Alemania y Francia a principios delsiglo XX, regresará impresionado por el seguro social de enfermedadgermano. Será presidente de la Sociedad Médica y de la Comisión deHigiene del Senado, lo que le permite impulsar con fuerza sus postu-ras, transformándose en un personaje social decisivo en el país. En1929 recibe un reconocimiento internacional en las Conferencias delTrabajo en Ginebra, donde se debatía la obligatoriedad del Seguro Obrerode Enfermedad e Invalidez, por ser uno de sus impulsores. Su nombrequeda inmortalizado en el Hospital de Niños Exequiel González Cor-tés, ubicado en la Comuna de San Miguel, el que hoy atiende a más dequinientos mil niños de Santiago Sur.

Su hermano arquitecto, Ricardo, es quien le da forma visible alpoder y a las esperanzas en el Seguro Obrero, el emblemático edificioque se alza en Morandé con Moneda y que es un verdadero monu-

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mento a la legislación social chilena, un palacio para el obrero chilenoen la mentalidad de la época, simbólicamente frente al propio Palaciode la Moneda, hoy ocupado por el Ministerio de Justicia.

El año 1941 González Cortés fue gran impulsor de la celebracióndel IV Centenario de Santiago, convencido de que era posible y necesa-ria la reforma urbana, pero a partir de los profesionales y no de lospolíticos, quienes eran, casi siempre, a su juicio, “connotados caudilloso aventureros locales”. Su postura tendrá respaldo sucesivo en los go-biernos de Ibáñez, Alessandri Palma, Aguirre Cerda y Ríos, los queefectivamente optan por modernizar el país mediante procesos lidera-dos por profesionales. Para él “las grandes reformas urbanas requierenel apoyo y la colaboración de todos: la lenta formación de un espíritucívico”. En torno a ellas se podría construir la ciudadanía.

Ricardo González Cortés también, como su hermano, se impresio-na con los servicios sociales del mundo germano. Trae de Austria yAlemania el sueño de multiplicar la edificación barata, los conjuntosde baja altura o bloques de viviendas de cuatro a seis pisos, la idea delos programas masivos financiados con recursos fiscales que efectiva-mente se emprenden en esos años.

Los hermanos González Cortés, el médico y el arquitecto, son elmejor testimonio de ese fenómeno; con Alessandri Palma se imponeun modelo profesional de gobierno, de proyectos generados por espe-cialistas universitarios. Los gobiernos siguientes compartirán esta polí-tica que permitió emprender y perseverar en planes mayores de me-diano y largo plazo, más allá de los cambios políticos.

Aguirre Cerda, abogado gratuito de pobres en su oficina del PasajeImperio cuando volvió de Europa –allá estudia y luego publica sus in-vestigaciones sobre la agricultura y la industria en Chile– crea en 1933los Talleres de Industrias Nacionales para paliar la cesantía mediante laenseñanza industrial. Preside en 1934 el Congreso de Fomento Indus-trial y ese mismo año, en la Universidad de Chile, funda la Facultad deComercio y Economía industrial.

Sus Talleres de Industrias Nacionales realizan estudios médicos dealimentación popular y propulsan cocinas populares en barrios obre-ros. Vivía en MacIver con Esmeralda pero deberá vender la casa parapagar su candidatura presidencial en tanto otra deuda es asumida porla viña familiar de Conchalí. El mandato le servirá para impulsar laeducación y la industria como herramientas de mejoramiento de lavida de las grandes masas.

LOS SANTOS CATÓLICOS

La línea católica culmina en el padre Alberto Hurtado Cruchaga y suamigo Manuel Larraín Errázuriz, compañeros de juegos en la Plaza

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Brasil hacia 1910, en el Colegio San Ignacio, en Leyes de la Universi-dad Católica y, finalmente, en el sacerdocio. Aunque la obra pública deHurtado tiene un brillo sin igual, Larraín es otro gigante de la época.Sus textos La Iglesia ante el problema social (1941), Mensaje social católico(1946), su guía de la Acción Católica –la dirigirá a nivel continental–,su apoyo a la Falange Nacional cuando el Arzobispado de Santiagoquiso disolver este partido político, su histórica propuesta de un Comi-té Episcopal Latinoamericano (CELAM) el año 1955 en el Congreso Eu-carístico que preside en Río de Janeiro –inmediatamente aceptada–, suinfluyente libro América Latina. Problemas, peligros, soluciones (1960) ysu promoción de la Reforma Agraria en 1962, dando el primer ejemploal entregar el fundo “Los Silos” de Pirque a los campesinos, más susaportes al Concilio Vaticano II y su visión continental tan explícita enDesarrollo. Éxito o fracaso en América Latina, lo convirtieron en protago-nista de la agitada década de los años sesenta en la que el rol de loscatólicos se vio comprometido en posturas muy diferentes.

De Alberto Hurtado Cruchaga se ha dicho mucho, aunque no se hadestacado la importancia de sus maestros y guías. Traía una sensibili-dad dispuesta, casi desde niño, a los catorce años, cuando reemplazalos juegos en la Plaza Brasil y los primeros cigarrillos en el Santa Lucía,lugares placenteros, por la pobreza extrema de las callampas de losalrededores de la capital, cambio en el que alguna influencia tendría sudirector espiritual, el padre Francisco Vives, el difusor de las encíclicassociales y director de un Patronato que tenía biblioteca, centro obrero,escuela, una ONG de la época en la que el estudiante Hurtado serásecretario por cinco años. Al mismo tiempo asiste a retiros de veranoen Las Cruces, conducido por otro gran inquieto social, el padre CarlosCasanueva.

En los años siguientes lo veremos cruzar el Mapocho en direcciónal Barrio Bellavista; allá, donde los millonarios Concha y Toro impulsa-ran un barrio obrero católico, el León XIII, donde el heredero ConchaSubercaseux promovía las reformas sociales europeas y los jesuitas Vi-ves y Fernández Pradel las encíclicas del Papa León XIII. Allí el jovenHurtado madura su vocación y compromiso y la Acción Católica y laEscuela Nocturna obrera de los jesuitas en la calle Lord Cochrane re-dondearán el camino escogido.

Luego comenzará su acción. Casi al mismo tiempo los jóvenes desu generación se hacen presentes con discursos nuevos. Son los añosdel Frente Popular, de la Guerra Civil en España, de fascismos y nazis-mos que radicalizan a todo el mundo occidental. Eduardo Frei publicaChile desconocido en 1937, Salvador Allende La realidad médico-social deChile en 1940 y al año siguiente el padre Alberto Hurtado su célebrelibro ¿Es Chile un país católico? Fecundos fueron esos años fundacionalesde los signos del siglo XX chileno, los que culminan hacia 1941 cuando

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la ciudad de Santiago cumple sus cuatrocientos años de historia. Fuetiempo de cambios.

Serán esos ensayistas, los tres, protagonistas de las décadas siguien-tes; la revolución en libertad de Frei Montalva, la vía chilena hacia elsocialismo de Allende y las numerosas obras que funda el padre Hurta-do marcan presencia en una sociedad ajena a la realidad de los pobres.El Hogar de Cristo nace el 21 de diciembre de 1944 en la calle Bernaldel Mercado del Barrio Estación Central; le seguirá el Hogar para NiñosVagos en la calle López; el Hogar para Mujeres Indigentes de calle To-cornal; la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH) que le costóuna expulsión del país... Nadie como él para hacer ver el rol social delhombre rico, el deber de quien tiene talentos: utilizarlos para crear yadministrar riquezas y también compartirlas “hasta que duela”.

El cientista político Patricio Valdivieso ha revelado que el PadreHurtado planteó y desarrolló un completo pensamiento sobre el serciudadano, consciente de que “la cuestión social” no era solucionablesin la participación constante y sistemática de todos los ciudadanos.Como varios jóvenes chilenos, se había ido a formar a la UniversidadCatólica de Lovaina, el principal centro mundial académico de avanza-da en el pensamiento social católico. Allá, en sus estudios de doctora-do, se convenció –siguiendo al filósofo norteamericano John Dewey–de que había que “educar para la democracia”. La educación chilenadebía ser reformada para incluir la dimensión social.

El alumno debía formarse como persona integral, conocer los pro-blemas reales de su entorno; así se fortalecerían la sociedad y la demo-cracia. De paso, al relacionar a la persona con su ambiente, estimulán-dola a indagar en las razones de lo que observa, a elaborar hipótesis, laeducación se haría menos abstracta e involucraría –emocionalmentediríamos ahora– al educando. Sea cual sea la vocación avanzaría elalumno por un camino, una línea de acción propia, pero también ha-cia la participación activa y constructiva en la vida social y política delpaís. El cristiano, por definición, debía ser un agente del bien común.

Aumentar la cobertura educacional y levantar el nivel cultural delpaís eran tareas básicas, mínimas, para comenzar a enfrentar los desa-fíos de “la cuestión social”. Con formación cívica, política, los jóvenesse integrarían a esa tarea de construir un mejor país: “La nación, másque por sus fronteras, se define por la misión que tiene que cumplir”escribe en un texto sobre el sentido del “Humanismo Social”.

Al margen de la acción política propiamente tal, el municipio apa-rece como el mejor contexto para la acción cívica: “Obras como la dehabitaciones obreras, lucha contra el alcoholismo y la tuberculosis, CruzRoja, moralidad pública, educación popular, instituciones recreativaspara después del trabajo, excursionismo, campos de deportes, coloniasde vacaciones”, son todas actividades donde católicos y “personas de

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buena voluntad” pueden sumarse para acortar distancias sociales, es-cribe y sueña el Padre Hurtado. En otras palabras, el uso de la libertadpara cultivar la fraternidad y, gracias a esta, acercar la igualdad.

Pero los años cuarenta ya estaban disgregando a la sociedad chile-na, como algunos temían y otros deseaban. El fortalecimiento del Esta-do alejará a los filántropos y las demandas sociales dejarán a la vista,depresivamente, que las posibilidades del Estado de Chile son insufi-cientes para aportar los mínimos en salud, vivienda y educación. Hacefalta una reingeniería del propio gobierno, una revolución que modifi-que todo... La búsqueda quebrantará al país.

EL MINISTRO CRUZ COKE

La historia pudo haber sido diferente si en 1946 hubiese ganado laelección presidencial el doctor Eduardo Cruz Coke. Pero triunfó Ga-briel González Videla con el apoyo comunista, luego los sacó del go-bierno y comenzó su persecución. Se puso fin a una convivencia de-mocrática que sólo se había interrumpido por asonadas o gobiernosmilitares. El sistema político quedó en jaque.

Cruz Coke fue el último político conservador con ideario social cris-tiano, un médico en la línea del doctor Ezequiel González Cortés. Máscarismático que ninguna otra figura de la derecha en el medio siglo, asu sensibilidad social unía una moderna formación científica.

“El iluminado”, como lo llamaban los caricaturistas por su recono-cida y excepcional inteligencia, no era de Santiago sino del puerto. Porsu educación llegó joven a la capital, de pensionista en la Iglesia de laEstampa de la Avenida Independencia, Santiago Norte. En ese entornoy también por las prácticas médicas conocerá de cerca el mundo popu-lar y comenzará a pensar en proyectos país. Pronto da señales de lide-razgo al fundar con un amigo la Asociación Nacional de EstudiantesCatólicos para difundir la doctrina social de la Iglesia, institución quepresidirá y, a los veintitrés años, ya médico, creará el Instituto Sanitaspara la fabricación de importantes fármacos caros y escasos en Chile.

Su excepcional formación la completa en los mejores centros de Fran-cia, Inglaterra, Alemania y España, trabando amistad con científicos deexcepción –varios premios Nobel futuros– y también con intelectuales opoetas como Federico García Lorca. Dueño de una energía también pri-vilegiada, a su regreso será un maestro, un líder, un investigador contrabajos de vanguardia mundial hasta que su amigo el doctor HernánAlessandri le sugerirá a su padre, el presidente Alessandri Palma, que lonombre en la cartera de Salud. Cruz Coke aprovecha para proponer a unjoven amigo, también conservador social cristiano, Bernardo Leighton,en la del Trabajo. Dos ministerios relacionados en el mismo edificio, orien-tados hacia el mundo popular, ocupados por dos jóvenes muy capaces.

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Científico, parte por investigar los males principales: desnutricióninfantil, escasez de alimentos proteicos, alcoholismo, falta de fósforo ycalcio. Un Consejo Nacional de Alimentación, mediante el cual fusti-gará a los agricultores por la falta de gestión y tecnologías que permi-tan aumentar la producción; inicio de la medicina preventiva exami-nándose a trescientos cincuenta mil chilenos en dos años;enriquecimiento del pan con vitaminas B y de la sal con fósforo parafortalecer huesos y dientes; promoción de la autoconstrucción ante laescasez de viviendas sociales; presencia pública en conferencias sanita-rias para explicar las consecuencias del desaseo, la desnutrición, lanutrición concentrada en masas, llegando hasta las salitreras con suscampañas... Se transforma en personaje nacional. La Ley de MedicinaPreventiva, revolucionaria en un país subdesarrollado, será su princi-pal herencia cuando renuncie al ministerio tras la matanza del SeguroObrero, en 1938.

Como Senador por Santiago cumplirá destacadas misiones inter-nacionales. Viaja en 1942 a Estados Unidos a comunicar el apoyo deChile a la causa aliada en la Segunda Guerra Mundial y, a su término,en 1945, participa en la redacción de la carta constitutiva de NacionesUnidas donde quedarán incorporadas algunas de sus propuestas.

Su candidatura presidencial, apoyada por conservadores y falan-gistas, pero rechazada por los liberales que llevarán candidato propio,divide al electorado y será derrotada por la radical comunista de Gon-zález Videla. Para estudiosos de su trayectoria, como Carlos Hunneus yMaría Paz Lamas, su campaña recorriendo el país con un ideario socialcristiano –con Radomiro Tomic de jefe operativo– da a conocer masi-vamente esta doctrina y muchos de sus oyentes serán años despuésvotantes de la Falange y de la Democracia Cristiana. Pero deberá vol-ver a su departamento de siempre, en la Alameda 1315, esquina deTeatinos, a pasos de La Moneda, sin entrar a ella. En 1951, en Santia-go, al celebrarse el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas, esquien propone la fundación de un banco interamericano de fomentoque respalde los proyectos nacionales de desarrollo de América Latina.

BENDITO POR LA MADRE TERESA DE CALCUTA

Las poblaciones callampas crecían a su antojo en la periferia, tierra denadie y de todos, mundo ajeno y distante. Esta realidad recién asoma-ba en las universidades y es así como el alumno de arquitectura CarlosMartner García, de la Universidad de Chile –el mismo que hará el Bal-neario Tupahue– estudió los “Tipos de Poblaciones Callampas” para suseminario de título. Encontró dos que, a pesar de ser tomas ilegales, sehabían planificado con calles, manzanas y servicios, Los Nogales y LaLegua. Esta era la primera de Santiago, de 1931, cuando los cesantes

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del salitre invadieron la capital y no hubo capacidad para albergarlos atodos; algunos se instalaron en San Miguel y comenzaron a construirla.

Escuelita tenía, incluso, una pequeña construcción de tres salas paracuatrociento cincuenta niños. También parroquia pero el padre RafaelMaroto no sabía cómo cumplir su misión cuando docenas de niñosmorían cada verano de diarrea y cada invierno de bronconeumonía.La atención de salud se reducía a una modesta vivienda, un espacioúnico, en la que cumplían turnos estudiantes de medicina. A uno deestos, Fernando Monckeberg, de la Universidad Católica, el párrocodemandó auxilio.

El joven recorrió la población, vio los niños muriendo de hambre,el abandono, los ojos absortos de los desnutridos. Le sorprendió suactitud y, casi por intuición, llevó una grabadora para registrar las con-versaciones madre-hijo, día tras día. Luego, con santa paciencia, contólas palabras utilizadas. Pocas, no eran más allá de ciento ochenta. Lasmujeres también estaban desnutridas, apenas vivían el día, no teníanun pasado que relatar, añorar, recordar, o un futuro que desear y so-ñar; se les había perdido el habla. Apenas existía el presente, un estre-cho presente de ciento ochenta palabras. Como los médicos de princi-pios de siglo, Monckeberg llegó a la conclusión de que el problema eramaterno infantil, que la desnutrición se iniciaba en el vientre materno.

No bastaba la caridad aislada, se hacía necesario un programa siste-mático, masivo, preventivo en madres y niños de hasta tres años deedad, el período en que se forman el cerebro y el sistema nerviosocentral que, sin apoyo, sufren un daño irreversible.

Monckeberg parte a Estados Unidos y, comprometido con el mun-do infantil, se especializa en pediatría con tal éxito que a los dos añosera profesor asociado de la célebre Universidad de Harvard. Pero va avolver. Allá recordará, alguna vez, la población, se agitará su concien-cia de que, por acción u omisión, todos somos culpables de las injusti-cias sociales; de una mortalidad infantil que en ese momento en Chileera del doscientos por mil, una de las peores de la región. Su padre eraun muy destacado arquitecto, Gustavo Monckeberg, autor de la Iglesiade los Padres Franceses de la Alameda, coautor de la Iglesia de SanLázaro de la Avenida Ejército y, también, curiosamente, uno de losprimeros en preocuparse de la arquitectura para escolares; coautor dela notable Escuela Hermanos Matte, de 1938, en la esquina de NatanielCox con Placer.

Hogar acomodado el del doctor Monckeberg, gran formación uni-versitaria, futuro resuelto en Harvard. Pero “sabía demasiado”. Milesde niños seguirían muriendo en las poblaciones cada año, miles que-darían vivos pero intelectualmente limitados para enfrentar el mundolaboral, urgía el diagnóstico precoz para alcanzar a rescatarlos, que lasmadres se capacitaran en nutrición y en la estimulación intelectual

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temprana. Si la principal riqueza de un país es su capital humano, Chi-le jamás sería un país desarrollado. No hay problema de salud públicamás grave que la desnutrición infantil.

Aquí se incorpora a la Sociedad Chilena de Nutrición, Bromatolo-gía y Toxicología, fundada en 1943 por un destacado grupo de acadé-micos de la Facultad de Química y Farmacia de la Universidad de Chi-le, de la que llegará a ser su principal personero; funda y dirige elInstituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) que desa-rrolla la investigación relacionada; funda y dirige la Corporación parala Nutrición Infantil (CONIN) cuyos centros de atención han salvadomiles de niños y cuyo modelo se expande a Argentina, Paraguay, en elque se formaron especialistas de toda América, como el doctor OscarParada que lideraría el mismo proceso en Bolivia. En 1969 preside laSociedad Latinoamericana de Nutrición; desarrolla investigaciones agro-pecuarias y marinas relacionadas con la nutrición en Chile y las pro-yecciones económicas de su desarrollo; el uso de cocinas solares enhogares de escasos recursos en el Norte y de huertos familiares autosu-ficientes para familias de escasos recursos en Chile Central...

En los años 70, luego del 73, cuando se suspenda la actividad políticay se restrinja la pública, su misión será un faro social, un excepcionalespacio de colaboración y consenso. En 1979 se le otorga el Premio Abra-ham Horvitz destinado a un profesional cuya contribución haya sidorelevante en la vida y salud de los pueblos de América Latina y el Caribe.

Estamos en 2004 y el gobierno considera suspender su apoyo aCONIN, el que debería cerrar sus puertas. La desnutrición infantil casiha desaparecido en Chile, del doscientos por mil en 1952 al ocho pormil este año. La experiencia local es ahora promovida por FAO/OMS enpaíses subdesarrollados y el mensaje central de Monckeberg es ya unpatrimonio social: los males sociales no son un problema del Estado,no son mera ocupación de los funcionarios, no es responsabilidad delas autoridades de turno.

Es, por acción u omisión, algo que concierne a todos. Y un simplecivil, un particular, puede marcar una enorme diferencia. Chile, sinesperar el desarrollo, con la focalización de políticas, llega a tener índicesde nutrición y expectativas de vida muy superiores a lo que le corres-ponde por su Producto Interno Bruto. Apostó a la inversa; una pobla-ción alimentada y con cobertura de salud, para construir el desarrollo.La Madre Teresa de Calcuta le mandó sus bendiciones.

EL GANDHI CHILENO

La convivencia parecía rota a comienzos de los años cuarenta, conmedio mundo en guerra mundial y una violenta confrontación en queunos y otros se calificaban de comunistas o fascistas. En ese escenario

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imposible surgirá una voz tolerante, pacifista, capaz de aglutinar anar-quistas, socialdemócratas, socialcristianos, socialistas y comunistas, ladel líder que fundó en 1953 la Central Única de Trabajadores –la CUT,Clotario Blest.

Traía de su hogar, como nieto de un gran médico, el interés en lasalubridad y, también, por su origen irlandés, un catolicismo profundoy militante. Atleta y hombre de elevada estatura, a pesar de la pobreza,una vez que queda huérfano, no le falta la energía para trabajar comofuncionario público y, en largos trasnoches, participar en grupos cató-licos de orientación social.

Como tantos líderes chilenos del siglo XX es otro de los irradiadospor el jesuita Fernando Vives, el gran divulgador de la doctrina socialde la Iglesia Católica y precursor del social cristianismo en el país. En1912 había comenzado Vives a denunciar el panorama social chileno,hasta ser expulsado a Argentina, a pesar de las solidaridades de JuanEnrique Concha, el obispo Miguel Claro y el arzobispo González. Devuelta, es impulsor de sindicatos, difusor de ideas social cristianas yfundador de círculos de estudios y oficinas sociales al otro lado delMapocho. Uno de sus aliados es el joven Clotario Blest, quien ya habíafundado la Unión Central de la Juventud Cristiana. Cuando Vives muereen 1935, deja su crucifijo a Clotario Blest.

Este tomará, por más de medio siglo, la misma senda hasta su muer-te en 1990. Secretario de la Liga Social del padre Vives, como la activi-dad sindical estaba restringida Blest recurre a su condición de granatleta para fundar el Club Deportivo de la Tesorería General de la Re-pública y promover entidades similares en otras instituciones que cul-minarán en una gran Asociación Deportiva de Instituciones Públicas.Van a ser el germen de la Federación de Trabajadores del Estado queen 1943 se transformará en la poderosa ANEF, la Agrupación de Em-pleados Fiscales.

El paso siguiente es más amplio y le permite crear la instituciónsindical más significativa del país, la CUT. Será la principal figura delsindicalismo chileno, sin perder nunca, a pesar de huelgas, represio-nes, núcleos violentistas y períodos en las cárceles, su capacidad dediálogo y fe en el pacifismo como medio de transformación social.

Su matriz espiritual se nutría de la imagen de un Jesús resucitado yvivo en el mundo, un Jesús pacífico ante las fuerzas de la guerra y de lamuerte, un Jesús como real modelo de la humanidad. En palabras desu biógrafo Maximiliano Salinas, “Jesús era el fundamento religioso dela igualdad, la justicia y la fraternidad de todos los seres vivientes, latrilogía sagrada que gustó de proclamar en su ancianidad”.

Su casa fue allanada poco después del golpe militar de 1973, ahíperdió sus gastadas y releídas encíclicas sociales, pero no quiso acogerla invitación de ninguna de las cinco embajadas que le ofrecieron asilo

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ni ser apadrinado por la Iglesia Católica. Como siempre prefirió ser unavoz abierta, pluralista, con un mensaje donde todos tuvieran espacio,cristianos o no.

Cuando la represión fue en aumento sin señales de decrecer, pidióel auxilio del ex mandatario Jorge Alessandri, quien le respondió:

Querido amigo:He recibido su carta el 5 del mes en curso. Ud. sabe cuánto lo aprecio por-

que lo considero uno de los pocos luchadores políticos sinceros y honrados y queno han buscado, en la vida pública, ningún beneficio ni satisfacción personal.

Lamenta Alessandri no poder ayudarlo porque las solicitudes que Ud.me formula no encontrarían ninguna acogida por ser incompatibles con el régi-men de excepción que estamos viviendo, el que le recordaba la dictadura delgeneral Ibáñez del Campo en los años veinte cuya persecución sufrierasu familia y que, por lo mismo, lo habían llevado a ser majadero paraadvertir lo que fatalmente debía ocurrir si no se enmendaban rumbos en nues-tra vida pública.

Efectivamente, los moderados como Alessandri y Blest habían sidosobrepasados por una agitación creciente, de antagonismos cada vezmás violentos, tanto de quienes no creían ya en la democracia burgue-sa, considerada sobrepasada en su lento reformismo –funcional al “im-perialismo yanqui”– , como de quienes no estaban dispuestos a que lasituación llevara a una “dictadura del proletariado.”

Alessandri se reconoce sobrepasado, pero sus archivos, escribe aBlest, registraban todos los esfuerzos realizados por encargo de parientes dedesaparecidos. Pocos días después, el 10 de diciembre de 1978, Blest seráuno de los fundadores de la Comisión Chilena de Derechos Humanosen un acto en que proclamó: “Va a llegar el momento de la resurrec-ción. Ya hemos sido crucificados, ahora falta la resurrección”.

Cuando encabezó la marcha de mil quinientas personas que se di-rigieron a los hornos de Lonquén, donde se encontraran restos huma-nos, no llamó a la venganza: “No busquen entre los muertos a los queestán vivos. Levanten su mirada a los cielos e invoquen al Dios queacoge y hace justicia”. Y comenzó a rezar el Padre Nuestro en voz alta.

Para él, Chile vivía una autocracia similar a la que instaurara el Par-tido Comunista en la Unión Soviética. Y él estaba en contra de aquella;como escribiera al poeta Ernesto Cardenal al caer del gobierno de Somo-za, “sólo Jesús podrá asegurar una sociedad distinta a las establecidas”.

Indomable, frente a la violencia de unos y otros, en una entrevistade la revista Análisis, de mayo de 1978, afirmó que “la experiencia nosha enseñado que los sistemas de no-violencia son mucho más eficacespara ganar las batallas por la libertad, la justicia y la fraternidad... Ma-hatma Gandhi venció al todopoderoso imperio británico de su época

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aplicando su teoría de la no violencia. Nuestro gran maestro Cristovenció al imperio romano con su gran mandato del amor fraterno”.

Recordará que Jesús ni siquiera reaccionó con violencia ante elsoldado que cortara de un espadazo la oreja de un discípulo. Por en-tonces, 1980, el gobierno y el parlamento alemanes se unieron en unapropuesta para que se le concediera el Premio Nobel de la Paz.

Lo movía la trascendencia y por eso, explicaba, no era marxista.Creía que si la sociedad lograba renacer sería desde lo religioso, reco-giendo el misterio de la vida y del universo, misterio que lo sorpren-diera desde niño y que así describió a la revista La Bicicleta en abril de1983: “La higuera se alimenta de la tierra con sus raíces y escoge de latierra la química necesaria para fabricar aquella fruta tan exquisita, elhigo, la breva. Las raíces tienen inteligencia si escogen bien para ali-mentarse, tal vez superior al cerebro humano. ¿Qué hombre duranteestos miles de años ha podido fabricar una pera?”

A muchos parecía un mensaje marginal ante la realidad del país.Pero llegó a Chile el Papa Juan Pablo II y ante toda la nación el pontíficeinsistió, en ese año de 1987: “La fe en Cristo nos enseña que vale la penatrabajar por una sociedad más justa, que vale la pena defender al ino-cente, al oprimido, al pobre”... Y llama a resistir el egoísmo y luchar porlos sectores populares que “soportan difíciles y hasta dramáticas condi-ciones de vida en situaciones de miseria, de marginación, de opresión”.

Clotario Blest, con su barba blanca y espigada figura, quijotesca, nose preocupaba de su cuerpo. El año 1989, en estado de desnutriciónextrema es llevado a la hospedería de la Recoleta Franciscana y pocodespués fue aceptado en la Orden como seglar del antiguo Conventode San Francisco en la Alameda. Siempre se había sentido cerca de eseespíritu, cuando era encarcelado partía con un ejemplar del libro Elpobre de Asís de Nikos Katzanzakis para reconfortarse en su mensaje deamor y pobreza material.

En sus últimos días alcanzó a compartir el pan de los franciscanoscon los pobres del Mapocho, los mismos a los que acercara medio sigloantes con el padre Fernando Vives, el que le había pedido, recordaba,“que buscara a Jesús”.

Jesús había llamado a la unidad de los hombres y, decía Blest, “sinella no hay salvación para el país”.

Costaría reconstituir la unidad nacional, curar las heridas, recobrarla convivencia rota a mediados de los años sesenta, o más atrás, en1948 cuando el Presidente Gabriel González Videla rompió con sus alia-dos comunistas, borró de los registros electorales a cuarenta mil ciuda-danos y creó los campos de detención del Norte del país donde fueronllevados cientos de perseguidos políticos. Medio siglo de sectarismos ydivisiones que separaron al país en tres tercios y, luego de 1973, en dosmitades.

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TENER UN TÍO BOMBERO

El 11 de septiembre de 1973, cuando se paralizó la actividad normaldel país, la única institución que continuó con su misión fue la de losbomberos. Pocas hay más “chilenas” y, en ese momento, más que nun-ca, será valorada por su carácter convivencial, solidario, abierto. Al-guien dirá, uno de los presos de La Moneda, que fue golpeado e insul-tado por un bombero. Es posible, en todo grupo humano, pero no mellala enorme labor desplegada por todos los demás en esos días.

Los bomberos de Chile, en su peculiar organización voluntaria yno remunerada, como en casi todo el resto del mundo, son el testimo-nio vivo más antiguo del espíritu de la Independencia. Por lo mismo,en septiembre de 1973, tenían el derecho histórico y moral de ser losúnicos autorizados a circular en la vía pública.

El sistema nació entre los patriotas de Estados Unidos. A la hora deorganizar un país libre, sin privilegios de sangre como en Inglaterra,acordaron que todos los bomberos serían iguales. Podían acceder a losmás altos cargos, pero al día siguiente de dejarlos eran simples volun-tarios a las órdenes de un joven teniente o capitán. Es por eso queBenjamín Vicuña Mackenna, habiendo sido el Intendente de Santiago,aparece después en siniestros como simple voluntario.

El modelo ingresó al país a través de Valparaíso, puerto donde resi-día la mayor colonia de norteamericanos en Chile y donde se fundó elprimer cuerpo nacional. Testimonio de ese origen es que la primeracompañía porteña se llama “La Americana”, e incluso su escudo fuelistado y con estrellas al igual que la bandera de ese país.

El de Santiago lo adoptó al fundarse en 1863, tras el pavoroso in-cendio de la Iglesia de la Compañía donde murieron cerca de dos milsantiaguinos –se dijo que toda familia perdió algún pariente ese día–,hecho que movió a José Luis Claro a publicar un corto de prensa invi-tando a los hombres de la ciudad a una reunión constitutiva de unainstitución salvadora de personas y guardiana de propiedades: los ca-balleros del fuego.

En una ciudad socialmente dividida se inscribieron más de dos-cientos jóvenes de distintos orígenes, recursos y educación; los cuarte-les de los bomberos se transformaron en una escuela de sociabilidad enSantiago, un espacio democrático y de encuentro en torno a una causaservicial. También norteamericano fue el autor del programa tecnológi-co, el célebre empresario de los ferrocarriles Henry Meiggs, quien selec-cionó la primera bomba de vapor de América Latina. El Estado de Chilecontribuyó con un terreno en la, por entonces, principal manzana cívicadel país, la del Norte de la Plaza de Armas, esa donde se refugiaran losespañoles el 11 de septiembre de 1541 cuando los indígenas la sitiarondispuestos a incendiarla y terminar con el asentamiento invasor.

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Desde la creación de la primera no dejaron de aumentar las com-pañías, una tras otra, de santiaguinos, de inmigrantes europeos, deartesanos, de vecinos en cada barrio. Tal fue su éxito, incluso entreprovincianos que llegarían directamente a vivir en los cuarteles, quesu sociabilidad fue un aporte a la convivencia ciudadana y desde en-tonces jamás modificó su carácter voluntario. Mientras muchas ciuda-des del mundo, que comenzaron de manera similar, se reformabanpara funcionar con bomberos remunerados, como la policía, aquí hanlogrado mantener un nivel profesional reconocido gracias a jóvenesuniversitarios que se especializan en las más diversas necesidades, in-cluyendo siniestros petroleros o de fábricas donde se ocupan explosi-vos en sus materias primas.

Incontables son las situaciones de riesgo desde entonces, algunascon mártires caídos. Imborrable es el incendio del Cuartel de Artille-ría de 1880, lugar repleto de municiones, indispensables para la Gue-rra del Pacífico, un polvorín, así como el reciente sismo de 1985 cuandose declararon cuatro incendios violentos y simultáneos, ocasión enque ochocientos cincuenta voluntarios abandonaron a sus familiasen medio del caos de la ciudad, para acudir en auxilio de las familiasde otros.

El 11 de septiembre de 1973, en medio de balaceras tan céntricascomo la de las torres de la Remodelación San Borja y con riesgo defrancotiradores apostados sobre los edificios del Barrio Cívico, acudie-ron a La Moneda, a Tomás Moro y a la sede del Partido Socialista. Elreconocimiento público de su aporte permite que parte importante desu financiamiento, un 45%, provenga de la ciudadanía ya que el apor-te estatal no es suficiente.

MEDIO PAÍS

La mitad de Chile respiró aliviada en septiembre de 1973 cuando unaJunta Militar asumió el gobierno. Depuesto Allende, cuyo suicidio enel bombardeado Palacio de la Moneda arrojó una sombra de larga du-ración sobre el antiguo edificio colonial, para muchos terminaba unperíodo de fracasos económicos, tomas de industrias y campos, incerti-dumbre en el futuro, largas filas para adquirir productos básicos, liber-tad de educación amagada, caos.

Vendría la normalidad con las Fuerzas Armadas y de Orden. Co-mer era lo urgente, restaurar la economía, cuya mala gestión, paramuchos civiles aliados de los militares, era la culpable de la pobreza y,de paso, de la agitación social. Y de una gestión estatista que no selimitaba a la del gobierno de Allende sino que se remontaba a décadasde controles, subsidios y protecciones que impedían el normal desarro-llo y crecimiento de las fuerzas del mercado.

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Había que recobrar las condiciones para que se generaran empre-sas competitivas en el mercado internacional, exportaciones para laeconomía global, con lo que aumentaría el empleo. Chile ya no viviríaen defensa cerrada de su pobre producción sino de los reales ingresos,crecientes, que obtendría al colocar sus productos en otras naciones.Los graves problemas de salud, de vivienda, de educación se irían sub-sanando con el crecimiento natural de la nueva economía.

Pero el país vivió otra realidad a lo largo de una década, 1974-1984, antes de que las políticas adoptadas surtieran algún efecto. Laconvivencia siguió quebrantada por desapariciones y muertes, e inclu-so por medidas de seguridad y orden que buscaban controlar la propiaciudad. En esa década fueron erradicadas veintiséis mil ochocientasfamilias de la Región Metropolitana, la mayoría desde Santiago Orien-te, lo que aumentó la segmentación social de Santiago.

La pobreza resistente, en una economía devastada, se expresó encesantía y solidarias ollas comunes. La situación fue paliada con pro-gramas de empleo mínimo, el PEM y el POJH, plan de empleo para jefesde hogar, que no fueron suficientes. Algunas reacciones, y las patrullasmilitares en las poblaciones de noche, mantuvieron un clima socialtenso que no disminuía. Las detenciones y subsecuentes desaparicio-nes, frente a lo cual se crea la Vicaría de la Solidaridad en 1976, man-tenían vivo el recuerdo de 1973: un año que no terminaba nunca.

Sólo a mediados de los años ochenta, cuando las reformas econó-micas comenzaron a presentar cifras positivas, coincidentes con unadisminución de las acciones contra los perseguidos políticos, la atmós-fera comenzó a cambiar. Las protestas, en su fase inicial de 1983 a1985, fueron el inicio del diálogo social por extraño que fuera el proce-dimiento y el mensaje. Era un medio de expresión popular, de comu-nicación cuando no había otro.

El arte dará cuenta de ese nuevo mundo en que penetraba Chile.Es el caso de Diamela Eltit, integrante del Grupo CADA, que usará lacalle como escenario, y que en su libro Lumpérica se aleja del centro delescenario para buscar la nación, su identidad, en los resquicios, en loindefinible... en algún otro lugar. Su obra El padre mío de 1989 tambiénsucede en el espacio público, un loco en una plaza de Santiago. Erauna realidad que, sin experiencias sociales, colectivas, sino sólo de in-dividuos aislados, está copada por el tener trabajo, comer, seguir ade-lante sin saber cómo ni dónde. Lo que lleva al artista visual GonzaloDíaz a trabajar con cajas de detergente Klenzo, de fósforos Los Andes,de vino Santa Carolina. Las cosas del día a día, la vida cotidiana comocentro y destino de una sociedad que había perdido el rumbo y seguíafragmentada y trunca, incapacitada de diálogos y consensos.

La mejoría económica a partir de 1985 no sofocó la resistenciasocial. Por el contrario, trajo un alivio, una recuperación de la ener-

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gía vital, una disminución de la anemia o anomia social que aplastaraal país por una larga y oscura década. Los avances alentaron el deseode la recuperación de una vida social normal. En casas privadas, ter-tulias donde José Piñera Carvallo, donde Willy Arthur, comenzarán adialogar uniformados, sacerdotes y civiles. A los cuatros años, ante elestupor mundial, el general Pinochet convocará a un plebiscito; ha-brá una oposición formal constituida por trece entidades agrupadasen una Concertación de Partidos por la Democracia, una organiza-ción sindical presidida por Manuel Bustos, fin de estado de emergen-cia, fin del exilio en septiembre, franja electoral en televisión con lasdos posturas, Sí o No a la continuación del régimen militar y, final-mente, el triunfo de la oposición. Se recordará, para la historia, quelos cardenales Silva Henríquez y Fresno fueron protagonistas del pro-ceso, desde las primeras invitaciones al diálogo – el cardenal Silva ensu propia casa–, hasta su término luego de mil dificultades, avances yretrocesos.

Los que habían creído que el plebiscito era un simulacro, que nun-ca un dictador se había retirado por un proceso eleccionario convoca-do por él mismo, y que, por lo tanto, habían llamado a no votar, seequivocaron. El próximo año habría elecciones libres y llegaría a su finel gobierno militar.

UNIÓN MÁS TELEVISIÓN

La pérdida de vida en las calles, por estado de sitio, toque de quedavarios años, prohibición de actos, favoreció enormemente a la televi-sión; pasó a ser el punto de encuentro, el punto en común. Dentro desu controvertida oferta el mayor aporte a la convivencia lo produjo laTelevisión más unión, o Teletón, impulsada por Mario KreutzbergerBlumenfeld, un hijo de refugiados judíos nacido en Talca quien, yamuy popular en 1978 por su programa Sábados Gigantes, decidió adap-tar a Chile una campaña creada en Estados Unidos por el equipo crea-tivo de Jerry Lewis.

Trabajando en una localidad remota del Norte de Chile, para suprograma, se había acercado a una casa que, adyacente, tenía un árboly a él amarrado alguien, como un perro. Al acercarse vio que era unniño lisiado. A su regreso a Santiago se reunió con el directorio de laSociedad Pro Ayuda del Niño Lisiado, institución creada por un grupode médicos del Hospital Luis Calvo Mackenna y que, gracias a algunascasas donadas, atendía a dos mil niños. En Chile había muchos más ylos equipos son y eran de alto costo. Luego de viajar a Estados Unidosa coordinarse con Jerry Lewis, interesó a los canales chilenos de televi-sión y llamó a la primera Teletón que, en esa oportunidad, tuvo comoeslogan “Logremos el milagro”.

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Las llamadas “Veintisiete horas de amor” sentaron a todo el paísfrente a las pantallas. Pueblos remotos, grandes ciudades, casas de cam-po, y en cada lugar un caso, doloroso y emotivo, de un niño lisiado querequería tratamiento, rehabilitación, muletas, silla de ruedas. Cantan-tes, artistas diversos, se presentaron sin cobrar en el programa de vein-tisiete horas, llamando a colaborar. Y se logró la meta... Dos metas por-que la unión por la televisión produjo, por primera vez desde 1973, unsentimiento colectivo, la sensación de una sociedad, de una nación,cada vez que desde una ciudad se indicaba cuánto se había reunidopara la campaña. Lograron el milagro el animador y los artistas.

Él mismo, conocido desde joven como Don Francisco, funda enSantiago la ORITEL, entidad que promueve la iniciativa que ya está di-fundida en Brasil, México, Colombia, Perú, once países latinoameri-canos. Incluso tendrá su propio Teatro Teletón en la calle Mario Kreu-tzberger N° 1531 –primer chileno que recibe ese homenaje en vida, elnombre de una calle– en el que, ubicado en Santiago Centro, se reali-zan más de cien diversos eventos al año. El lugar colabora con la Fun-dación Teletón que, de campaña en campaña, de los dos mil niños ini-ciales de 1978 pasó a dar atención, con centros construidos a lo largodel país, a más de cincuenta mil.

Así, aunque la actividad política estuviera en suspenso, la actividadcívica no se detuvo; incluso, aumentó. Más de trescientas entidades deacción solidaria, muchas de ellas nuevas o que multiplican sus proyec-tos, canalizaron esa vocación de cientos de miles, literalmente, de ha-bitantes de la Región Metropolitana. CONIN; COANIQUEM, Un Techopara Chile, El Canelo de Nos, Fundación Regazo, Fundación Solidari-dad Trabajo para un Hermano, Ejército de Salvación, Trabajos de Vera-no universitarios, Paz Ciudadana, Fundación Talleres Calera de Tango,Escuela Agrícola de Pirque, Pequeño Cottolengo, aumento de adopcio-nes y padrinazgos externos, programas de utilidad pública en televi-sión, la Cena de Pan y Vino, la Fundación para la Superación de laPobreza, Fundación Niño y Patria, Paternitas, Fundación Arturo LópezPérez, Fundación Alter Ego, Fundación Ciudad del Niño, FundaciónEducacional Barnechea, Fundación Futuro, los centros del SIDA delPadre Baldo Santi, la Fundación Integra, la Fundación Las Rosas, Fun-dación Leopoldo Donnenbaum, Fundación Marcial Rivera...

Docenas de particulares entregarán tiempo y recursos logrando unnivel de gestión profesional, como no se veía desde comienzos del siglopasado. La sociedad no perdió la salud. La actividad cívica sustituyó ala política.

¿Y LA SEÑORA JUANITA?

El esfuerzo señalado no es suficiente en un país de poco más de cincomil dólares per cápita. Pan, techo y abrigo, la trilogía del siglo XX, sigue

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siendo necesaria para miles de familias metropolitanas. Los adelantosse dejan caer desde los ministerios con escasa injerencia municipal ynula participación ciudadana. La vivienda social se aleja a la periferia,lo que significa enormes gastos en infraestructura y la condena de sushabitantes a pasar muchas horas al día en el transporte público. Sonescasos los recursos para renovar las viviendas en los barrios consoli-dados, no hay subsidios adecuados para mejorar y ampliar las econó-micas ya existentes. No se orientan suficientemente los recursos enáreas verdes y equipamiento deportivo para sectores modestos.

Salvo excepciones, los barrios no están en la mira de la políticamunicipal. Las comunas no están en la estrategia regional y las regio-nes son débiles frente a los planes ministeriales nacionales. El poder seconcentra en lo alto y la convivencia no encuentra espacios para desa-rrollarse... La urgencia de proveer viviendas sociales, con el propósitode terminar el proceso para el Bicentenario, absorbe las energías cen-trales.

Hace años que los expertos plantean “habitar la Región”, en lugarde extender la ciudad, con altísimos costos de infraestructura; favore-cer, en cambio, el transporte interurbano a Talagante, Melipilla, Til Til,donde existe una trama urbana, posibilidades de expansión planifica-das, un rol de ciudades dormitorio que ofrecería mejor calidad de viday que, orientando la localización industrial en las cercanías de esosenclaves, disminuirían los tiempos de transporte de sus trabajadores.

Posteriormente, la ubicación preferencial en Puente Alto, Pudahuel,Cerro Navia y Maipú, de familias que ya tenían un entorno modestopero urbano en Independencia, Quinta Normal, La Pintana, San Mi-guel, San Joaquín, migrando cientos de miles de santiaguinos, les sig-nificó una pérdida de sus ambientes históricos y un aumento de tiem-pos de transporte; un desarraigo que los ha dejado sin “su ciudad”.

El caso de Peñalolén se hizo célebre cuando familias pobladoras seresistieron a perder su comuna, su historia. Fueron ochocientas cin-cuenta familias allegadas las que acordaron buscar una solución contodos y para todos para no trasladarse. En una cultura nacional nueva,de emprendedores produciendo para nichos de exportación, aprendien-do a transar en países asiáticos que poco antes ni sabían de su existen-cia, estos pobladores también aprendieron a navegar en los nuevostiempos. En el Campamento Esperanza Andina la señora Juanita sellamaba señora Olga, Olga Leiva. Ella partió con un grupito de Lo Her-mida, sólo veinticinco familias. Ni en los partidos políticos ni en el Mi-nisterio de Vivienda supieron cómo tomarlas. La idea era nueva, nopedir vivienda –se las daban en otra comuna– sino comprar un terrenoen la misma comuna de Peñalolén entre todos y apoyarse en el Minis-terio para construir con préstamos SERVIU. Con cincuenta mil pesos enla libreta de ahorro podían partir, inscribirse.

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La señora Olga anduvo con un megáfono, por los pasajes de tierra,citando a reunión. Fue una aventura de nueve años, con marchas porel centro, reportajes en televisión, divisiones internas, una empresaque los fue transformando y que culminó en una toma, porque no sellegaba a acuerdo, en que fueron capaces de “hacer ciudad” en un te-rreno eriazo. Con muchos maestros de construcción entre los inscritos,podrían trazar, tender líneas, crear servicios, escuela básica, guarde-rías, pero especialmente construir una mística que les permitió aguan-tar esos largos años con sus inviernos precordilleranos. Mística capazde generar campañas propias contra las drogas, el alcoholismo, la de-lincuencia, la violencia intrafamiliar. La dueña de los terrenos cambia-ba el precio, se arrepentía; ellos se hundían en el desánimo y, luego,modificaban su estrategia. Dentro del núcleo dirigente, la señora Olga,Juan, José Luis, Miguel Ángel se dividirán las funciones y llegarán atener especialistas que, tras horas en bibliotecas, podrán dialogar sobrealternativas con los funcionarios públicos.

Dentro del mundo popular harán historia y habrá entidades ex-tranjeras, de Alemania, Noruega, que irán sumando apoyos: se gana-ron el respeto, finalmente, de políticos de todo el espectro. Ante laprensa, ante la opinión pública –reunirán un millón de firmas de apo-yo– , ante el Parlamento tras una marcha al Congreso Nacional enValparaíso, fueron creciendo en dignidad, capacidad de gestión, espíri-tu empresarial, sin perder nunca su objetivo y su independencia.

Desde la toma, en pleno invierno de 1992, 19 de junio, a su insta-lación en la feliz primavera de 1998, escribieron un capítulo nuevo enla historia de la Región. De paso, se creó una normativa para permitirla misma modalidad en otros casos. Por último, se quedaron en Peña-lolén, su comuna.

No quisieron irse a una periferia en construcción, ajena y lejana.Las erradicaciones de poblaciones y “bolsones de pobreza” desde losbarrios jardín tienden a provocar, ellos lo habían visto, desintegraciónsocial: deserción escolar, drogadicción, embarazo adolescente, tasas másaltas de hechos delictivos.

Santiago requiere un pensamiento en el marco de la Región, alnivel de la escala del territorio para que sea ambientalmente sustenta-ble. También lo necesita a nivel del Área Metropolitana para ser social-mente sustentable. Expandida incluso en esos sectores nuevos, y asu-mida su expansión, la sana convivencia exige e implica subcentros dondevuelva a ser posible, el encuentro, la sociabilidad sin largas horas detransporte; “urbanizar” la expansión con centros que vivifiquen susmonótonas extensiones de suburbios, de poblaciones.

Las ciudades europeas, como Londres, también expresan desigual-dades económicas en su territorio, también tienen barrios identificadospor nivel económico. Lo mismo choca en América Latina porque aquí

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retratan una mayor desigualdad, una mayor diferencia en los ingresos,quedando sectores de Santiago Oriente con excelente infraestructura,equipamiento, frente a una comuna de La Pintana donde incluso losservicios son casi inexistentes y sus habitantes literalmente fuera de laciudad aunque formalmente pertenezcan a ella.

Al ser Santiago una ciudad particularmente extensa quedan ricos ypobres separados por muchos kilómetros. No hay otro camino que unamenor desigualdad en los ingresos, entre personas, entre comunas.Cuando se quiere resolver el problema como en Londres, por un purogesto de voluntad política, de la autoridad urbana, construyendo enuna época viviendas subsidiadas en cada comuna, a mediano plazo sefracasa. Esa vivienda se deteriora porque un sueldo no permite su man-tención, o porque el usuario si prospera se cambia y es reemplazadopor una familia que vivirá el deterioro de la misma. Es “Machuca”, unmodelo forzado.

La inseguridad del santiaguino no disminuye ante la segmenta-ción, no se calma por vivir entre iguales y lejos de los sospechosos. Apesar de sus tasas de delincuencia, normales o mejores en comparacióna las demás urbes de Sudamérica, tal como lo demuestran los estudiosdel sociólogo Enrique Oviedo, el santiaguino vive con temor. Y esto noes bueno para la convivencia y además deprime acciones cívicas.

Los mejores estándares de los últimos veinte años están acompa-ñados de la aparición de rejas, alarmas residenciales, guardias priva-dos, desconfianza, desde los mejores a los más pobres barrios, alcan-zando su apogeo en La Cisterna, El Bosque y San Joaquín. La pocavitalidad del espacio público, principal herramienta de control urbano,es una causa; y, a lo largo del siglo XX, se perdieron importantes espa-cios de interacción social. El “otro” se volvió un desconocido, enemigopotencial. Incluso, los mismos espacios se han segmentado generacio-nalmente, sin convivencia de ancianos con jóvenes, de jóvenes conniños. La cultura del espacio público, aplicada finalmente en los nue-vos conjuntos sociales básicos, tiene mucho por delante. Espacios deinteracción seguros, áreas verdes, centros de la comunidad, horariosamplios, diseños funcionales a la seguridad, alumbrado público estra-tégico...

Los casos de comunas mixtas, escasos, como Peñalolén, Huechura-ba o La Florida, al no ir acompañados de una cultura social arraigadano parecen ofrecer un horizonte muy positivo sino otro de crecienteexclusión, de triunfo de un sector sobre otro. Son innumerables loscasos extranjeros como Toronto o Chicago, promovidos estos por laFundación Paz Ciudadana, que demuestran la necesidad de la cons-tancia para avanzar en esta dirección, la que finalmente ofrece unaseguridad real; una disminución de la inseguridad y el temor gracias ala gestión participativa de autoridades locales y vecinos en la creación

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de espacios, así como de conductas que favorezcan la convivencia delos diferentes y no su aislamiento.

El Plan Cuadrante de Carabineros de Chile ha acelerado la veloci-dad de respuesta, si al año 2000 la reacción promedio era de treintaminutos, aproximadamente, al 2003 ha bajado a alrededor de 12 mi-nutos, aunque sin el aporte esperado de la ciudadanía, la cual siguecolaborando escasamente, por lo que la institución iniciará una cam-paña en esta dirección.

¿Será posible la integración social urbana? La calle ciudadana, ates-tada de gente y actividades, sigue siendo un desorden que moviliza alos turistas hacia donde hay ferias, mercados callejeros. La teoría delcaos de Prigogine y Stengers para el mundo natural, puede ahora apli-carse a las ciencias sociales.

En los Cabildos Culturales de 1999 la ciudadanía planteó, para laRM: medios de comunicación para la difusión de espacios culturales,redes de intercambio, comunicación cultural local, apertura de espa-cios públicos de fomento y desarrollo cultural (colegios y liceos, plazas,locales de juntas de vecinos, parques, terrenos baldíos...). También lacreación de Casas de la Cultura, corporaciones culturales autónomas omunicipales, definición del rol del Departamento de Cultura Munici-pal, institucionalización cultural. Destinación de fondos concursablescomunales, presupuesto para gestores y grupos locales. Creación, re-modelación o habilitación de Centros Culturales multidisciplinarios,construcción de infraestructuras para el adulto mayor, los jóvenes, losdiscapacitados. Fortalecimiento de la organización de una red CulturalComunal, Consejo o Asociación que contribuya a la implementaciónde políticas y toma de decisiones. En Cultura y Educación la creaciónde Escuelas Experimentales Artísticas, el mejoramiento de la calidadeducativa a través de la acción cultural, la creación de institutos y se-des universitarias. En Medioambiente la integración de las unidadesvecinales a las campañas de higiene ambiental y reforestación. Reali-zación de los Cabildos Culturales anualmente para diagnóstico y eva-luación. En el ámbito del Patrimonio e Identidad Local, creación demuseos de patrimonio histórico, difusión de la cultura de las etniasoriginarias, fortalecimiento de la identidad cultural local. En Capacita-ción y Equipamiento, formación de agentes locales en talleres gratui-tos. Fomento de Bibliotecas municipales. En Desarrollo Comunitario,creación de oportunidades de estudio y laborales, instalación de servi-cios de urgencia con personal idóneo, solucionar localización de torresde alta tensión. En Auspicios, comprometer a las empresas locales enel financiamiento de actividades culturales. En Actividades y Eventos,realización de Festivales, Fiesta de la Primavera, Semana Cultural. EnProgramas Especiales, fomento del deporte, del turismo. En Cultura yPrevención, organización de talleres para drogadicción y alcoholismo.

CONSTRUIR LA CONVIVENCIA

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Seguridad Ciudadana, ir generando instancias valóricas y de mayorresguardo policial.

Plantearon “hacer ciudad”.

MIRANDO AL BICENTENARIO

En 2000, en el marco de una Estrategia de Desarrollo 2000–2005, elGobierno Regional Metropolitano celebró un seminario público-priva-do y elaboró un material sobre “Santiago Región, mirando al Bicente-nario”, en el que se plantearon Cinco Sueños para Santiago Región, losque apuntan a líneas de trabajo que corresponden a carencias:• Ciudadanía; de habitantes a ciudadanos. Equidad, calidad de vida e

integración social; Región y Ciudad de oportunidades; Región yCiudad de Barrios; participación ciudadana y consolidación demo-crática.

• Sustentabilidad ambiental territorial. Territorio ambientalmente sus-tentable; hacer Ciudad, construir Región; Región y Ciudad Capital;equidad territorial y ciudadana; Santiago maneja su futuro.

• Competitividad: Santiago, al servicio del país. Economía regional, pla-taforma y aporte a la competitividad del país; Santiago, Ciudad yRegión integrada en la economía global; alianza estratégica entresector público y privado.

• Modernización Regional de la Gestión Pública; el compromiso ciudadanode Santiago Región. Gobernabilidad y responsabilidad social; geren-cia pública como práctica, estilo e identidad regional; gobierno re-gional visible y accesible; el Proyecto Político de Santiago Región.

• Identidad y Cultura Regional: Santiago Histórico, Ciudadano y Cosmopoli-ta. Fortalecimiento de la convivencia ciudadana; calidad de vida,oportunidades para el desarrollo de las personas; representaciónsimbólica y cultural de la identidad republicana; espacio de culturae integración, fomento de la heterogeneidad y aceptación de la di-versidad.

El Gobierno Regional espera para fines de 2004 las conclusiones dela Actualización de la Estrategia de Desarrollo de la Región Metropoli-tana, con el fin de focalizar y jerarquizar mejor sus proyectos, estudioque por concurso público quedó a cargo de un equipo interdisciplina-rio de la Universidad Católica.

“El barrio es un bien escaso” como ha dicho el mexicano AlfredoHernández, pero tiene demanda y cada vez más a la hora de fortalecerla ciudadanía, potenciar identidades y modernizar y democratizar lagestión de la Región, la Ciudad y la Comuna.

Un aporte 2001 en esta dirección, fruto de un convenio de la In-tendencia Metropolitana con la Región de l’Île de France, es la rehabi-

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litación integral de Cités y Pasajes de la Comuna de Santiago, en losque habita el 20% de los residentes de esa comuna (cuarenta y seis milhabitantes en 1995). Con densidad de baja altura, escala residencial,espacios públicos, obra de arquitectos notables como Alberto CruzMontt, Julio Bertrand y Luciano Kulczewski, son un valor histórico ydistintivo de la ciudad. Sus habitantes, modestos, no tienen entoncesque emigrar como aquellos que han sido desplazados por nuevas to-rres residenciales que no pueden costear. Inspirados en las cités ouvrièresde Francia, habían solucionado la crisis habitacional de Santiago hacia1930, en el apogeo de las migraciones del campo y de las salitreras,manteniendo la trama de las manzanas tradicionales, ocupando su in-terior e incorporando más condiciones de ventilación, asoleamiento ehigiene que los modelos anteriores, sin monotonía en su diseño. Sonun valor histórico de la ciudad y su rescate es un avance hacia la con-vivencia social de grupos de ingresos diferentes en un mismo entorno.

Son iniciativas puntuales, tal como las que se llevan a cabo en va-rias ciudades de la región en cuanto a sus propios patrimonios, pero seinscriben en una vida diaria más inmediata mientras la Región com-pleta busca posicionarse como plataforma de negocios, ciudad de estu-dios superiores avanzados, con vocación internacional y más receptivaal turismo. Lo puntual determina el día a día de los habitantes, sinperjuicio de las estrategias de desarrollo regional y, tal vez, es necesariopara generar participación ciudadana en el desarrollo.

CABILDO: AUTOGOBIERNO DE LA COMUNIDAD

El cabildo es una notable tradición de las ciudades de América Latina,una de las mejores herencias que dejara España en gran parte del NuevoMundo. En torno a él, muy tempranamente en España, adelantándo-se a casi todo el resto de los países, surgió un español capaz de decir“Yo” y enarbolar sus derechos, incluso de exigir al rey su respeto a losfueros pactados. Luego de siglos de poder concentrado en los nobles,el Cabildo fue el medio de abrir la sociedad a los hombres libres comu-nes. Y eso sucedió a lo largo de la Reconquista; el español medio, alpasar de campesino a ciudadano, conquistó fueros en cada trozo ibéri-co que se recuperaba de los árabes, Castilla la Vieja y las costas deGalicia, León y, valle a valle, los trozos de la meseta de Castilla, Sala-manca, Ávila, Cuenca...

Junto a las del rey, o del conde, aparecen las tierras de la comuni-dad de los hombres, de los soldados que arriesgaran su vida. Ellos aca-tarán al rey en el gran gobierno –las estrategias de desarrollo– peroahora elegirán a sus propias autoridades; en una asamblea o concejoescogerán a su Alcalde. El poder local es de la comunidad y para lacomunidad.

CONSTRUIR LA CONVIVENCIA

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Los ciudadanos tendrán domicilio inviolable, los ciudadanos seránlibres e iguales ante la ley, los ciudadanos tendrán derecho de propie-dad, derecho a la seguridad personal, derecho a ser juzgado por jueces.

No era cualquier cosa ser un ciudadano. En el presente falta unasimilar cultura capaz de enseñarnos que tenemos el derecho a tenerderechos, que somos sujetos de derecho, que somos soberanos, que losfuncionarios públicos son servidores públicos y no los dueños o con-troladores de los derechos.

Eso estaba claro en Cabildos y Concejos poderosos. Crearán, poco apoco, una forma de gobierno local. A veces inspirada en la de los reyes,pero también por iniciativa intelectual independiente, fueron nacien-do, junto al alcalde, los regidores, jurados, alguaciles, escribanos, ofi-ciales, veedores, alarifes, el alférez real, los fieles (inspectores de mer-cados y comercios)... Una gobernancia propia.

Tendrán su propia economía para solventar esa estructura, no sólolas dehesas, pastizales, montes para el corte de leña, todo lo que cabríaesperar, sino también torres o castillos donde refugiarse en caso deataques y graneros públicos para años de escasez o familias en desgra-cia: en los Cabildos se construyó ciudadanía.

Ellos mismos estudiarán dónde fundar una aldea nueva y para cuán-tos habitantes, con qué ciudad hermanarse para emprender una cam-paña –antibandidaje, por ejemplo– o financiar un puente o camino opuerto. Reyes hubo, y varios, que conservaron su poder en momentosde crisis, frente a nobles alzados, gracias al apoyo de Cabildos.

En el siglo XII, antes que en el resto de Europa, tienen represen-tantes en las Cortes del Rey, se sientan junto a la nobleza y el clero;condes, magnates, prelados y caballeros ven ingresar a estos burguesesdesconcertados; tienen un poder que ya nadie puede negar. En la ciu-dad de Santiago de Chile habrá un rollo en la Plaza de Armas, posteque hace visible el poder soberano del Cabildo de la ciudad; en otrasurbes de América el rollo se ubicará en las puertas.

Los cabildos alcanzan su mayor apogeo en el siglo XIII según JulioAlemparte, historiador chileno que estudia la institución y publicara ElCabildo en Chile colonial (Orígenes municipales de las repúblicas hispanoame-ricanas).

Pero después servirán para aumentar el absolutismo en España,para incrementar el poder central. Los funcionarios sesionarán en ca-bildos cerrados, los ciudadanos poderosos se eternizarán en los cargos,los manejarán entre ellos, los nobles ingresarán a las ciudades con lacomplicidad de los reyes. El rey creará el cargo de Corregidor para en-trometerse en el gobierno local. Los reyes centralizarán todas las for-mas de poder, aumentarán los cargos municipales y los venderán almejor postor para financiar guerras y aventuras, los fondos municipa-les se irán en sueldos, atuendos pomposos, fiestas públicas...

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Afortunadamente, esa pecha de las ciudades no llega a las villas yaldeas, la participación ciudadana sobrevive en los lugares recónditosde la Península Ibérica... y de ahí vienen, más que de las urbes impor-tantes, los conquistadores de América. Con ellos cruzará la instituciónel Atlántico, gracias a ellos sobrevivirá en el Nuevo Mundo, ese Cabil-do que allá iba perdiendo las prerrogativas que lo vio nacer.

A veces sorprende el denuedo español a la hora de defender unaaldea nueva, apenas unos terrenos y calles trazados a cordel, una ilu-sión. Y es que, en ella, por modesta que fuera su condición material,veían un espacio de libertad, la posibilidad de, reunidos en una asam-blea o Concejo, decidir su futuro, construir un espacio de libertad, ha-cer real su ciudadanía.

Recuérdese la frialdad con que Santiago recibió a Alonso de Riberacomo gobernador, cuando aquí se pensaba que era Alonso García Ra-món, conocedor de la Guerra de Chile, el hombre indicado; o el desinte-rés de la ciudad cuando el gobernador Luis Merlo intentó reclutar unejército para ir en socorro de Concepción; o la franca desobediencia delos santiaguinos cuando el gobernador Ulloa y Lemos intentó abolir elservicio personal de los indígenas; tuvo que retirar su decreto ya dictado.

Cabildo Abierto hubo en 1639 para pedir al virrey que se eximieraa Chile de las alcabalas (las alcabalas son un impuesto), lo que sirvió almenos para reducirlas. No se olvide que hubo varios gobernadores,como Ribera y Mujica, que según se cree, fueron envenenados, lo queda una idea del poder de los locales. Meneses, alias Barrabás, al serdestituido huirá al Sur pero los santiaguinos lo capturarán trayéndoloen una mula; a la vista de los ciudadanos, quienes lo insultaran a gus-to. Permanentes fueron los choques del gobernador Ibáñez con la ciu-dadanía y al llegar el año 1700 no prestó el juramento ante el Cabildo.

Así, en los siglos XVI, XVII, XVIII crece poderoso, al grado de, ini-ciándose el siglo XIX, reunirse sus miembros y encabezar la Indepen-dencia a través de los Cabildos Abiertos. Desde entonces, así como enEuropa se recuperó el poder local en el siglo XX, en América todavíaestá en retroceso, sofocado por el poder central, los partidos políticos,el control financiero... recién retorna la gestión municipal participati-va, en Bolivia, Brasil y Colombia, es la escala más real de la comuni-dad, la mejor escuela de la convivencia cívica y la mejor instancia paraforjar las bases de otras formas de convivencia política, en las que losciudadanos actúen frente a los desafíos del diseño urbano, salud y sa-lubridad, educación.

Cabe decir lo mismo que en la Independencia, ahora para el Bicen-tenario: ¡Cabildo queremos!

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LA REGIÓN Y SUS LUGARES

MELIPILLA Y CURACAVÍ, RURALES AGRARIAS

Tuvo siempre una ubicación estratégica la ciudad de Melipilla. Desdeahí partió el Camino al Sur, ese que recorría los valles agrícolas coste-ros, el ambiente más trabajado en la Colonia. Su agricultura, favoreci-da por su cercanía al Maipo, le permitió ser puntal de la economíacolonial, valle coronado por esa ciudad importante en funcionarios eiglesias. Su auge temprano tuvo mucho que ver con las pestes queempobrecieron los campos peruanos hacia el 1700, lo que hizo im-prescindible impulsar los chilenos y, especialmente, las tierras cercanasa la capital. Además, está en el camino al mar. Como las carretas nopodían pasar por La Dormida se habilitó un camino que salía de San-tiago por Chuchunco, cruzaba por Melipilla y de ahí a Valparaíso. To-dos los caminos llegaban a ella.

Conservadora, mantuvo las corridas de toros, los telares primitivosde buena calidad, la elaboración de ponchos y loza de greda negra oroja, las canciones y bailes propios que, olvidados en otras ciudades,hasta hoy permiten asomarse desde allí al Chile colonial.

Así defiende su rango de gran ciudad, orgullosa, del siglo XVIII, decuando los jesuitas eran dueños de la Hacienda San José de Melipilla,una de las más prósperas del país. La Ordenanza de Intendencias divi-dió la región en dos subdelegaciones, Melipilla y Santiago, mano a mano.

Lo transmite en la nobleza de su plaza, la histórica iglesia vecina yel museo parroquial que recuerda el tiempo de los dominicos y jesuitasdueños de casi todo este cuadrado valle; produciendo jabones, cal, li-cores, velas, además de frutas y hortalizas que se llevaban a los merca-dos de Santiago cada semana. En el censo de la época, 1778, todavíaencontramos un equilibrio regional; una ciudad de Santiago de veinti-cuatro mil trescientos dieciocho frente a un total de sesenta y cuatromil en el Partido de Santiago.

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Aunque el turista se acerca en fines de semana, la ciudad real, poloagrícola y ganadero, se aprecia mejor en los días hábiles. Ahí es cuandoexhibe su vitalidad, la que en parte se puede conocer en la feria deremate de animales del día domingo.

El almuerzo en el Restorán Las Lilas de Bollenar con su ambientecampesino y su tradición de costillares en hornos de barro, la ruta delos quesos –recomiendan a Don Camilo a la salida, por el camino aRapel, lugar tradicional que tiene degustación de empanadas de quesoy venta de manjar casero–, ofrece un ambiente que mucho se celebraen otoño o primavera, con el agregado de una visita al vivero El Copi-hue que tiene cuatrocientas variedades de plantas, árboles, flores.

Es la tierra fértil la que acoge y habla, y las casonas de haciendasson su patrimonio más rico. Un ambiente más campesino que urbano,funcional a las necesidades de la capital más que a las propias, sin mo-numentos de su propia historia. Por su ubicación Melipilla es una ciu-dad que espera llegar a serlo. Pronto se integrará al mundo urbano yojalá pueda realizarlo sin perder la nobleza ilustrada y productiva delsiglo XVIII, una de las ciudades progresistas de la Ilustración en Ibero-américa. Es raíz del Chile agrícola que escogiera Eduardo Barrios paranovelar el campo chileno en Gran señor y rajadiablos.

En la misma zona están Peñaflor y Talagante, asentamientos chile-nos tradicionales que, en sus cercanías, ofrecen otros parques notablesjunto a casonas clásicas del campo chileno, especialmente dos asocia-das a los hermanos Carrera: Santa Ana de las Palmas y San Miguel delMonte.

Un rincón de la zona, el valle de Mallarauco de treinta kilómetrosde largo, es otro enclave hijo del esfuerzo del ser humano, en este casode Patricio Larraín Gandarillas que es uno de los grandes benefactoresdel paisaje chileno gracias a la importación de las primeras abejas. EnItalia compró unas colmenas pero luego del largo viaje por el Cabo deHornos ninguna llegó viva. En la segunda operación se salvaron tresfamilias que son las progenitoras, tanto de las chilenas como de lasargentinas. Flores y frutas, con su ayuda, se multiplicaron en todo elpaís enriqueciendo el paisaje, produciendo miel que pronto comenzó aexportarse y, finalmente, preparando las condiciones para hacer de Chileun país exportador de frutas.

Larraín Gandarillas es autor de otra iniciativa fundamental. Al co-nocer el túnel de San Gotardo que cruza bajo los Alpes uniendo Italiacon Suiza, decidió importar una perforadora similar con el propósitode conducir agua del Mapocho hasta su hacienda de Peñaflor. De cua-renta kilómetros de largo, incluyendo un túnel de tres mil quinientosmetros y en una faena gigantesca que demoró veinte años, logró regarcerca de cinco mil cuadras de terrenos de secano que de inmediatocomenzaron a transformarse al recibir el vital elemento. Los fundos,

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Mallarauco, Mallarauquito y Pahuilmo llegaron a estar entre los másproductivos del país. El último es protagonista de la Ruta del Quesoque, reflejo de una de las producciones agrícolas más importantes de lazona, también es una de las atracciones del turismo rural de la Región.

Desde Melipilla surgen tres rutas, Codigua-Culiprán (diez kilóme-tros al Sur de la ciudad), Mallarauco-Bollenar (veinte kilómetros al Nor-te) y Puangue (ocho kilómetros al Poniente), lugares para conocer pro-cesos de producción y actividades relacionadas con el campo del ValleCentral: granjas educativas, chicherías, viveros, casas patronales...

A lo largo del camino que pasa por Malloco y El Monte, un peque-ño desvío accede al enclave artesanal de Pomaire, pueblo encerrado enun hermoso valle de la Cordillera de la Costa, el más célebre en alfare-ría de greda y cuyas picadas criollas han forjado una sólida tradición.Desde 1583, de origen indígena, son más de cuatro siglos de familiasfieles a una cultura que surge por la abundante materia prima, la gre-da, en los cerros que lo rodean. Incluso el nombre del curaca Pomaireperduró en el Domingo Pomaire del siglo XVII y el Tomás Pomaire en elsiglo XVIII, también autoridad principal del lugar en su época. Milesson los visitantes de mayo a la semana pomairina, donde la chicha y elchancho son los protagonistas principales. La chicha, tradición de Cu-racaví y Melipilla, fermentada por técnicas artesanales, se expende elaño completo en las chicherías locales.

El turismo rural crece al mismo tiempo que se expande Santiago,especialmente en función de niños que no conocen el campo más queen las pantallas de televisión. Así han surgido lugares como Granja ElMolino, cerca de Melipilla, con toda clase de animales de corral, patosde variadas especies y aves exóticas como faisanes y pavos reales.

La Viña Undurraga, ubicada en esta zona, se cuenta entre las pio-neras de la industria vitivinícola chilena. Fundada en 1880, su casapatronal, bodegas de guarda y noble parque del siglo XIX están abiertosal público y han sido, por generaciones, lugar de recepción oficial devisitas ilustres del país. Mandatarios y otras personalidades han encon-trado ahí, cerca de la capital, un acercamiento al mundo rural y vitivi-nícola chileno.

En otro valle paralelo hacia la costa, la tierra hoy igualmente fértilde Curacaví, esa que se abre al viajero entre los túneles Zapata y LoPrado, no tenía agua cuando llegaron los españoles; es obra humana elverdor que hoy día ofrece. El primero fue el italiano Juan BautistaPastene, el célebre marino, quien canalizó el río Puangue para sembrarcáñamo y lino e instalar la primera fábrica del lugar; una de frazadas yjarcias. Pero no será suficiente, muchos de sus obreros, tras la partidadel marino, emigrarán a Pomaire.

La gran epopeya, la que logra desviar aguas del Mapocho y hacer-las cruzar a través de túneles los cerros de lo Prado, una de las mayores

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empresas de Sudamérica en el siglo XIX, fue iniciada por dos personajesde la época, el presidente Manuel Montt y el creador del Banco Mattey del Pasaje Matte, Domingo Matte Mesías, padre de Claudio, el crea-dor del célebre Silabario Matte. Fueron ciento veinte kilómetros canali-zados para trasladar sesenta mil litros por segundo, sorteando los ce-rros con tres túneles y el río Puangue por medio de un gran acueductode setecientos metros de largo. Iniciada en 1854 la obra tardará casitres décadas, hasta 1880, año de la muerte de Montt, pero llegará atener otro socio presidencial: José Manuel Balmaceda.

Ahí comenzará el milagro que irrigará no sólo los tres fundos delos gestores sino también los valles completos de Lo Prado, Lo Busta-mante y Curacaví, miles de cuadras más para la agricultura metropo-litana.

El valle era cruzado por el camino a Valparaíso, otra obra notabledebida a un mandatario, Ambrosio O’Higgins, en la que trabajaron dosingenieros sucesivos: Pedro Rico y Agustín Cavallero, además del ar-quitecto Joaquín Toesca. Las postas, donde los viajeros se detenían acomer y a veces a dormir, serán otra fuente de ingresos. La CuestaZapata fue bautizada por el francés Amadeo Frezier en relación a laHacienda del Hato de Zapata que le llamó la atención por ser de unnegro de ese nombre, Antón Zapata, para quien trabajaban unos vein-te indios con sus familias. Con camino y agua, el valle de Curacaví setransformó en uno de los mejores ambientes de la Región. Ahora a laespera de un metrotrén que aumente su población y conectividad

ALHUÉ, LA MINERA

La Villa Alhué, en cambio, es un asentamiento de origen minero, tannotorio entre los indígenas que de inmediato supo de él Pedro de Val-divia y lo asignó a la mujer que lo siguiera, Inés de Suárez. Desde en-tonces rodaron las piedras de los trapiches, por siglos. Se encuentranen sus inmediaciones, en el camino a Hijuelas de Polulo, unas muycuriosas construcciones de adobe y madera que no corresponden alarquetipo hispánico; es un modelo más efímero, una arquitectura sinarquitectos, muy típica de los siglos XVI y XVII. Entrar a Alhué es unviaje a un Chile aún más antiguo que el de Melipilla, el de las tierrasásperas y la búsqueda de oro del siglo XVI. La Región tuvo su apogeominero como informa Juan Egaña en su célebre inventario de 1803:“En todos los tramos que comprenden sus cordilleras, desde el primerrincón, se han reconocido varias minas metálicas principalmente deplata, y lo mismo en los ramos más cercanos a la costa y aun en loma-jes casi llanos. Tal ha sido en estos días las célebres minas de Rungue,donde se ha sacado la plata casi en masa, o con muy poca mineraliza-ción, bien que no en vetas constantes. El Torio y otros minerales inme-

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diatos a Lampa han sido sumamente apreciables. Igualmente ha sidofértil en oro, y las minas de Tiltil, La Dormida y de Caleu, sus ricos lava-deros, siempre fecundos, son una muestra constante de que Santiago,en oro y plata, poco tiene que envidiar a las más ricas provincias”. ParaMelipilla indica los asientos de Colliguai y Curacaví como “los más nota-bles” en metales finos, así como el nitro con base calcárea que abundaen Melipilla y podría abastecer la fábrica de pólvora del Reino.

En Alhué son más numerosas las faenas, en el cerro los Chinces, enel de las Ánimas, en la quebrada de Agua Fría, en los Quillayes, en elcerro La Reina, en Alto del Retamo, en Las Cortaderas, San Antonio.En el panorama chileno las zonas de mayor producción eran las deCopiapó, Huasco y dos de la Región, Alhué y San José de Maipo. LaReal Casa de Moneda en Chile, concedida a Francisco García Huidobroen 1743, fue una institución muy celebrada en la zona: no tendríanque seguir enviando el oro y la plata a acuñarse en la Casa de Monedade Lima, con todo el riesgo de los viajes en la época.

La minería llevó a poblar muy temprano los puntos extremos de laRegión: la plata se escondía en la Cordillera de los Andes (encerrada enel Cajón del Maipo) y el oro en la Cordillera de la Costa (enclaustradaen Alhué). Los metales finos estaban lejos de las ciudades.

Alhué, aislado y silencioso, totalmente encerrado entre cerros, detrazado y casas céntricas absolutamente tradicionales –Zona Típica,Vittorio di Girólamo lo escogió para filmar una película de época– es elrincón más clásico de la Región Metropolitana a pesar de las gravesconsecuencias del terremoto de 1985.

Rico en oro durante la Colonia, sus vetas son trabajadas hasta hoy–cuatro minas. Luego de una interrupción a mediados del siglo XX; secomenzó después a trabajar en vetas más profundas, nunca laboradaspor falta de recursos. Dicen ahí que el oro es mucho todavía, que elproblema es tecnológico. Lo confirma Carlos Palacios del Departamen-to de Geología de la Universidad de Chile, quien no descarta una nue-va fiebre de oro que, una vez más, atraiga una población numerosa. Entodo caso, el sector es relevante para que Chile se mantenga entre losdoce países de mayor producción de oro. En las cercanías, la cuenca degranito del estero Alhué aflora en unos gigantescos bloques, en cantidadque ocupa más de media hectárea en una ladera, “el cementerio de laspiedras”, según se le conoce y que califica para los geólogos como unexcepcional “mar de bloques”. Áspero, es el único mar de la Región.

Como se conducen los riles del mineral de El Teniente hasta estacuenca, CODELCO firmó recientemente un acuerdo para crear una Ha-cienda ecológica de veinte mil hectáreas en el Embalse de Loncha. Algenerar humedad artificial y rehabilitar la fauna nativa se creará unpolo de turismo ecológico orientado a la observación de aguiluchos,picaflores gigantes, carpinteros, lechuzas, tórtolas, faisanes y codorni-

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ces, así como aves acuáticas vinculadas a la plantación de cañaverales,especialmente flamencos traídos del cercano santuario costero de El Yali.

Si se sube de Alhué hacia la Cordillera de la Costa hay unos cerrosintactos, de vegetación nativa, en Altos de Cantillana. Es uno de lospuntos más altos de esa conformación y entrega una de las mejoresvistas de toda la región: la Cordillera de los Andes al Oriente y la costade San Antonio al Poniente.

EN UNA COLINA DE COLINA

Movimientos sísmicos definieron una región muy variada, radical-mente más seca en su zona Norte. En esa dirección se fue a vivir LuisPeña, “el señor de los insectos”. En los alto de una colina, con vista atodo ese panorama que se despliega hasta los cerros del cordón de Cha-cabuco, todo el paisaje Norte de la Región. Los mismos alrededores desu casa, como mostraba a sus muchos visitantes, eran ricos en sorpre-sas de fauna y flora si se sabía cómo descubrirlos.

Codo a codo trabajó con el arquitecto Miguel Eyquem que le hizouna casa como él quería; sin ángulos rectos, igual que un insecto. Es unacasa mirador donde las ventanas están alineadas en dirección a los ce-rros principales. Hasta ahí llegaba Peña en marzo, cargado de “bichos”,ansioso por estudiar y clasificar lo recolectado en sus largos viajes deexploración del país. Dormía poco, apenas, obsesionado por ese mundo.

Su educación formal fue mínima, se aburrió en cuanto colegio lomatricularon y no terminó la secundaria. Comenzó a recolectar a lossiete años; cuando no podía clasificar algún bicho lo enviaba cuidado-samente a un experto para saber su nombre. Muchas veces era unanovedad, una especie desconocida, por lo que existen hoy día más decuatrocientos ejemplares que llevan su nombre latinizado.

Temía por el futuro del planeta. Nacido en 1921 en Santiago, letocó ser testigo de la transformación de la Amazonía, el Sur de Chile yla propia cuenca del Mapocho. Muchos de sus parientes –”mi familiason los bichos”, decía– desaparecieron ante el avance de las ciudades yla expansión de la agricultura.

Gran comunicador, para que la humanidad reaccionara, fue un pio-nero mundial de la ecología, colaborador de la BBC y de las revistasLife y National Geographic, asesor de la Universidad de Yale y de variosmuseos de Estados Unidos. También será uno de los fundadores en1974 de la célebre revista Expedición a Chile que, de fascículo en fascícu-lo, dio cuenta de expediciones en las que además de Peña viajabanbotánicos, ornitólogos, geólogos, fotógrafos, dibujantes... Cada revistaofrecía un panorama completo y científico de un rincón de Chile.

A sus trabajos, Mariposas de Chile, Matapiojos de Chile, Atlas de coleóp-teros de Chile, entre muchos otros, se agregaron los que hizo del resto de

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Sudamérica, que le permitieron afinar el ojo frente a lo característicodel país. Lo interesante de los insectos chilenos, que no tienen ni eltamaño ni el colorido de los tropicales, es su originalidad. Son endémi-cos, sólo se encuentran en Chile. Y los parientes hay que buscarloslejos: en Australia y Nueva Zelandia.

Contagió con su vocación a muchos jóvenes, algunos tan destaca-dos como el científico Jürgen Rottmann y el popular doctor Pedro Vi-dal, “el cirujano plástico de las estrellas”, quien también comenzó deniño a recolectar insectos en el fundo familiar de Melipilla y en el desus tíos García Huidobro –la Viña Santa Rita en el Maipo–, llegando asía conocer bien los insectos de la Región.

La notable casa de Luis Peña es una de las creaciones más repre-sentativas de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica deValparaíso, de su peculiar postura reflejada en Ritoque y que se estudiaen centros académicos de varios países. La construcción, de materiali-dad sólida y diseño original, obra de Miguel Eyquem, tiene alto valorpatrimonial y a su condición de mirador del Norte de la Región sumasus colecciones de insectos. De lograr apoyo para su gestión, su apertu-ra al público sería un gran aporte. Aunque gran parte se vendió almuseo de Chicago, permanecen muestras tan extensas como la que seexhibió recientemente en el Parque Arauco, visitada por miles de fa-milias que conocieron por primera vez un panorama global de especieslocales. La casa podría ser un portal de la Provincia de Chacabuco.

ACONCAGUA, LA VECINA DEL NORTE

La Región Metropolitana tiene vecinos notables. Varios son aprove-chados masivamente por los habitantes de la Región, como Valparaísoy Viña del Mar al Oeste, Mendoza (Argentina) al Este, y el valle deCachapoal por el Sur; son otros tantos “atributos” de la Región Metro-politana de fácil acceso para sus habitantes o para el turismo extranje-ro que, desde Santiago, puede acceder a ellos con rapidez. Tener buenbarrio es una clara ventaja y conste que el santiaguino anduvo siempreentrando y saliendo por su geografía, dijeran lo que dijeran los límitesadministrativos. Menos visitado es el valle de Aconcagua aunque haysantiaguinos viviendo en él, especialmente en parcelas cercanas a LosAndes y San Felipe, gracias a la nueva vialidad que les permite trabajaren Santiago.

Tan cerca, es otro mundo. Precursora entre los santiaguinos aman-tes del valle de Aconcagua fue la escritora y periodista Inés EcheverríaBello, la gran publicista de Arturo Alessandri Palma, capitalina quegozó de los atributos de Ocoa –hacienda de parientes–, toda su vida.

Bisnieta de Andrés Bello, era nieta de Rosario Reyes de Bello –cuyatertulia santiaguina, literaria y política, fue, en el siglo XIX, más podero-

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sa que un partido político–, prima de la escultora Rebeca Matte Bello,del escritor Joaquín Edwards Bello y del jurista Ricardo Montaner Bello.

Brillante y respetada, gracias a su entusiasmo se conocerá Ocoa enla capital. Primera mujer de Iberoamérica en incorporarse a una Facul-tad de Filosofía y Humanidades, pensadora feminista consagrada, pro-pulsora del voto femenino, muchos artistas e intelectuales, así comopolíticos liberales y radicales, se movían en torno a ella. Autora delibros en los que intentó dar cuenta de Chile y de sus personajes –asícomo de los europeos que visitaba en sus viajes–, su paraíso y su des-canso estaban en Ocoa. Con Fernando Santiván intentará crear ahíuna Colonia Tolstoiana, para que un grupo de creadores viviera en eselugar, proyecto que no llega a materializarse por los malos caminos deentonces que mantenían la zona en condición de rincón remoto. Peroaquí llegarán algunos santiaguinos, por ejemplo, Onofre Jarpa a pintarlas grandes palmas chilenas y los manantiales del lugar. Para ella, “elmurmullo de las palmeras al atardecer hace pensar y soñar”; así loharía hasta su muerte.

Es un lugar privilegiado por sus palmares majestuosos y abundan-tes, bosques de peumos y boldos, el canto de tordos y queltehues, lossonoros cursos de agua. También porque en Ocoa está el cerro LaCampana, de vegetación tan extraordinaria que sorprendió al mismoDarwin en 1842, el que lo ascenderá entre helechos, palmas a cuatromil quinientos pies de altura, mariposas, variedades de flores y avesdesconocidas. Desde lo alto pudo admirar el valle de Ocoa y contar losveleros surtos en la bahía de Valparaíso. Del costado Norte de este ce-rro, cuya altura se cubre de nieve en invierno, fluyen los arroyos quedesembocan en el río Aconcagua.

Los cocos, altamente nutritivos, fueron un maná caído del cielopara los indígenas y un producto temprano de exportación –tambiéndesde toda la zona Norte de la Región Metropolitana– hacia el Perú:Chile fue la tierra de las palmas y el cobre. Hasta muy tarde en la Colo-nia las casas se cubrían con las hojas de las palmas, con ellas se elabo-raban canastos y escobas, de la savia se extraía el endulzante más po-pular, la miel de palma, hasta que comenzó la producción de azúcar.

Fue plantada en los grandes parques de Europa y América en elsiglo XIX, por su altura soberbia y su longevidad de cuatrocientos años,encabezando la especie junto a la palmera real y la molino de China.La altura de las palmas y su columnar presencia conforman un espaciocatedralicio, solemne, uno de los más sobrecogedores del mundo.

Los extranjeros visitan el lugar, más que los habitantes metropoli-tanos. El follaje rojo de los robles en la altura, el brotar de los comesti-bles hongos digüeñes luego de las lluvias, las quebradas cubiertas dehelechos, la presencia de loros y la suavidad del clima, todo habla delos misterios del Pacífico Sur.

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Tal como de los Altos de Cantillana cerca de Alhué, desde su alturase observa la costa al Poniente y al Oriente la Cordillera de los Andes; yen esta la altura mayor de América, el Aconcagua, cuya cima se con-funde con las nubes, techo del mundo.

Antiguamente la palma local se extendía entre las cuencas del Li-marí y del Maule, pero ahora son Ocoa en la V Región y Cocalán en laVI las únicas concentraciones importantes; basta visitar una de ellaspara justificar la necesidad de recobrar ese espectacular paisaje de laRegión. Si el bosque esclerófilo está representado en Altos de Cantilla-na, si hay una Reserva Nacional Río Clarillo en Pirque y un Monu-mento Natural precordillerano en El Morado de San José de Maipo,falta un área representativa de los palmares.

BUIN Y PAINE, FRUTAS Y AVIONES

La zona Sur de la región ofrece una riquísima agricultura alimentadapor las aguas del Maipo, donde los campos se suceden uno tras otro entorno a centros poblados como Paine, Buin, Linderos, zona de exce-lentes frutas y mermeladas caseras. Cientos de capitalinos se desplazanhacia su estimulante fertilidad los fines de semana para hacer picnics–como en el pintoresco camino de veinte kilómetros que une Buin conChampa, bordeado de jardines y viveros a ambos lados–, o para almor-zar con música de rancheras en parrilladas de emprendedores que acer-taron en su oferta de grandes espacios, comida abundante, canto yguitarras populares. Basta atravesar el río para que surjan los restora-nes de Buin, Linderos y Paine.

A diferencia del curso del Maipo Alto –el de Pirque y Puente Alto–, aquí en el llano el clima es más cálido y mayor el asoleamiento, lo quefavorece el desarrollo de viñedos como el de Santa Rita en Jahuel,donde también, en la restaurada casona colonial de doña Paula Jara-quemada, se cultiva una gastronomía chilena de selección que atrae alturismo. Tiene mucho de jardín este sector de la Región, por lo quecada vez se multiplican más las parcelas de agrado de quienes han op-tado por habitar en ese entorno y viajar por la autopista cada día.

Tiene su propio zoológico, “El Parque de Asís” en homenaje a SanFrancisco y que incluso simula un pueblo con sus calles para recordarmejor al santo italiano. Fue un veterinario, el doctor Ignacio Idalsoaga,quien tuvo la inspiración; como le llevaban animales heridos, de extre-midades quebradas e inhabilitados de volver a su vida normal, comen-zó a acondicionar, por etapas, un terreno de seis hectáreas donde tieneahora cincuenta y cuatro especies de distintas partes del mundo, inclu-so nativas en riesgo de extinción como el cóndor, el pudú y la chinchi-lla. En espacios que incluyen árboles y vegetación baja, el efecto deencierro es menor. Este mundo animal se completa en los alrededores

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con numerosos criaderos de trece razas de perros, que estacionalmenteorganizan exhibiciones y concursos, y un hotel canino.

Pero este pródigo jardín con su flora y su fauna, ese privilegiadosector del curso medio del río Maipo, algunos de cuyos productos seofrecen en puestos al paso a los viajeros, es también la base económi-ca de muchas grandes, medianas y pequeñas empresas agrícolas, lasque sintieron el lugar amenazado por el proyecto de construir unaeródromo en el sector de Alto Jahuel, a seis kilómetros al Sudeste deBuin.

Una “Agrupación Pro Defensa del valle del Maipo” llevó sus pro-testas hasta la Alameda. Treinta y cinco mil vuelos previstos en el pri-mer año de operaciones les hacen temer un nivel de ruido y contami-nación de aire y suelos que empobrecería la calidad internacional desus productos. Cinco grandes viñas también se sumaron, así como or-ganizaciones ambientales. Se denunció la cercanía de las estacioneseléctricas que son un punto neurálgico del Sistema InterconectadoCentral y del abastecimiento de la Región Metropolitana, el que podríacaerse en caso de un accidente.

Su impulsor no ha cejado. Max Marambio, logró su aprobación el2004. El tema no interesa a la Fuerza Aérea ya que el lugar no cumplecon las condiciones de un aeropuerto militar, el que quieren cerca dela ciudad tal como el de Los Cerrillos –cuyo cierre ha provocado todosestos proyectos– para reaccionar con rapidez en caso de atentado alugares relevantes de la capital.

La zona tiene siglo y medio de fecundidad, de cuando a mediadosdel siglo XIX mineros afortunados financiaron la canalización de sustierras, secas entonces, para plantar frutales y viñedos y hacer de lazona “el primer vergel agrícola de Chile”, impulso que el presidenteManuel Bulnes reconoció al fundar Buin por entonces, en 1884. Efec-tivamente, se transformó en uno de los parajes más benignos del país yde allí la válida inquietud por su futuro.

DOS UTOPÍAS: CALERA DE TANGO Y SAN BERNARDO

Los jesuitas, Orden emprendedora como la que más –“Contemplati-vos en acción”– no se resignaron ante el atraso productivo del país enel siglo XVII al comprobar que hasta el objeto más básico era caro eimportado. Padres de la agroindustria chilena en el siglo siguiente, irri-garán la zona de Tango y, además de extraer la cal que le da su nombrea Calera de Tango, e iniciar los cultivos con dos mil trescientos olivosplantados con fines aceiteros, instalarán un complejo de talleres acargo de cuarenta y cinco coadjutores alemanes. Su director, CarlosHaymbhausen, figura en la historia chilena como “el forjador del pri-mer desarrollo industrial de Chile”. No sólo campanas y cálices se pro-

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ducirán ahí, o altares con elegantes bajorrelieves, sino además los pri-meros relojes y órganos del país.

En las cincuenta y cinco haciendas jesuitas se cimenta el mestizajecultural chileno, una forma de habitar el país tan satisfactoria que iráen desmedro del desarrollo urbano. Calera de Tango fue la segunda enimportancia y, por lo tanto, una de las más beneficiadas con el modelopatronal de casonas con bodegas, talleres, fraguas, pesebreras, llaveríasy pulperías, “las casas”, donde procesiones y misiones, fiestas religiosasy campesinas, payas a lo humano y lo divino, se van sumando a lasmantas, estribos y sombreros de huaso que dan cuenta de un hombrede campo en paz con su tierra y el mundo; afincado en un terruño quesiente propio y al que siente pertenecer.

En torno a siete patios se construirán los grandes espacios de vida ytrabajo, veinticuatro mil metros cuadrados en torno a una iglesia delestilo que promovieron en América, el barroco, ambientes que se man-tienen en la mitad de los originales.

La agricultura chilena es un triunfo excepcional del hombre sobreel medio, una lucha áspera que se desarrolla entre los ríos Aconcagua yBiobío, gesta poco reconocida por la historia. Al final del período his-pánico, Ambrosio O’Higgins, la gran figura del urbanismo colonial des-pués de Pedro de Valdivia, se preocupó seriamente del Canal San Car-los para mejorar la habitabilidad del valle del Mapocho; finalmente,será su hijo quien llegue a la meta.

San Bernardo, así llamada en homenaje a Bernardo O Higgins, esinteresante en más de un sentido. Por una parte, se instala literalmen-te en la vecindad del Camino del Inca, por otra, obedece al imperativodel agua, en la proximidad del gran río de la cuenca del Maipo-Mapo-cho. Las ciudades chilenas de la Colonia se ubicaban cerca del río ma-dre –normalmente de caudal muy cambiante y rápido, régimen de to-rrente estacional más que de río–, y justamente cerca de un vado parapoder cruzar en los meses de los deshielos y las lluvias, cultura que semantiene.

San Bernardo es la utopía del romanticismo del 1800, hija de unespíritu rebelde que con un fuerza emotiva reacciona frente al racio-nalismo de la cultura ilustrada. Es un movimiento fundacional de laAmérica Latina mestiza, ya inserta en el realismo mágico, que reaccio-na frente a la razón europea de los conquistadores. Al igual que elMacondo de García Márquez tiene mucho más de utopía, de ensueño,de aventura romántica nacida entre patriotas idealistas, que de empre-sa urbana planificada. Las razones prácticas no bastan para compren-der esta ciudad; es, en buena medida, una obra de arte. Y esto es cen-tral en la cultura de América Latina, un sentido existencial que aspira ala plenitud del vivir, que está dispuesta al fracaso, a la derrota, a lamelancolía, incluso a la pobreza –como el gaucho Martín Fierro– con

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tal de no perderse el amor, la ebriedad, la música, los amigos, la noche,el sabor del existir.

Como se ha dicho más de una vez, el pensar latinoamericano estámás en la novela que en la filosofía, en las letras de los boleros y, aúncuando sus logros materiales sean inferiores a los de los pueblos prag-máticos del Hemisferio Norte –y en esto se emparenta con El Quijote ylo español– no renuncia a este camino.

San Bernardo tiene ese resplandor, ese sello. Un puñado de jóve-nes ha encabezado la guerra de la Independencia y, todavía al calor delas últimas batallas, decide fundar una ciudad soñada. Tendrá telarescomunitarios en cada barrio para que la gente elabore sus propias ves-timentas, un teatro para que los granjeros eleven su espíritu a la horadel crepúsculo, una plaza de encuentro de la comunidad. Es hacer ciu-dad en el más noble sentido de la palabra, la búsqueda de un lugar parael mejor vivir, un espacio de realización, un ámbito donde ser mejoreshombres, una empresa moral.

Sus fundadores hablan de moralidad, que no es sinónimo de censu-ra de costumbres ajenas sino búsqueda colectiva de la felicidad. Junto alMaipo, la ciudad nueva habrá de ser el modelo opuesto de Santiago que,junto al Mapocho, es la ciudad vieja. Esta, ante el espectáculo que habráde presenciar a pocos kilómetros de distancia, tendrá que deslumbrarse,regenerarse. Como la capital es el corazón de la República, a Santiagoseguirán las demás. San Bernardo será la palanca para que la libertad,obtenida por las armas, comience a penetrar en los espíritus. El futurode la república latirá desde San Bernardo al resto de la nación.

La ruta está amenazada por la mediocridad, la desidia, la corrup-ción, el fracaso –tal como la propia Conquista de América– pero su altopropósito transformará, íntimamente, a sus protagonistas. Es un pasode acercamiento al misterio de la vida, la búsqueda de su sentido, y ensu construcción habrá de encontrarse, día a día, el significado.

Los obstáculos no importan, alimentan el coraje. Como escribe elromántico Bernardo O Higgins a Carmen Cruz de Claro en 1832, cuan-do ya ha conocido el fracaso, “ya no es sólo el acíbar nuestro alimento,mas también el luto, el llanto; pero hay otra patria más justa y eterna”.Hizo lo posible, como dice al general José María de la Cruz en carta de1840: “... con el ejemplo de mi respetable padre ante mis ojos, no tre-pido en decir que sería indigno de ser llamado su hijo si no trabajaramientras dure mi vida en beneficio de la América del Sur, y muy espe-cialmente de mi tierra nativa”... En otras cartas que cita Luis ValenciaAvaria en El pensamiento de O’Higgins1 , se trasunta ese ideario que loanima, el impulso ético que, finalmente, en Perú se expresará en un

1 Editorial del Pacífico, Santiago, 1974.

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culto popular donde el inspirador de San Bernardo será invocado jun-to a santos cristianos.

Mal que mal, antes de entregarse a la causa patriota era un hacen-dado de extensas tierras e inmensa fortuna: diez mil doscientos vacu-nos, dos mil caballares, cinco mil ovejas, cinco mil cabras, gran man-sión de setenta y dos metros de fondo, un personal de cuatrocientosinquilinos... Abandonar todo a los treinta y cinco años, ya hombre,permite calificarlo de romántico. Alto de miras, es capaz de escribirleal Papa Gregorio XVI abogando por la aceptación del matrimonio paralos sacerdotes y la unión de las iglesias griega, anglicana y latina; deleer textos de mineralogía, agronomía y sistemas de educación paradesarrollar el país; de estudiar la factibilidad de un muelle para Valpa-raíso... Es interesante la carta que el diplomático colombiano JoaquínMosquera, en 1822, escribe a su canciller sobre la idea de O’Higginsde unir toda América, hecho muy anterior al famoso Congreso dePanamá.

La historia no le asegura el lugar que se merece. Es San Bernardodonde se explaya toda su utopía, a la vera del Maipo y no lejos dedonde poco antes, en 1792, su padre fundara San José de Maipo.

Las tierras del sector eran en gran parte de los descendientes dePedro Gutiérrez de Espejo (de ahí Lo Espejo), los que vendieron a Pe-dro del Villar, el famoso cubano pionero en fabricar chicha, cuyas viñasdemostraron que la fertilidad de los suelos era óptima si por ella sehacía correr agua; dejó sus tierras a los pobres, en especial al HospitalSan Juan de Dios.

O Higgins había designado a Domingo de Eyzaguirre al frente de laobra del canal San Carlos, la que llevaba siglos sin terminarse y cuyainauguración permitió el milagro. En 1828 corren las aguas que trans-formarán la Región Metropolitana y permitirán el auge de los viñedos,luego de las haciendas lecheras y, finalmente, la masiva plantación defrutales de principios del siglo XX. Se extraerán sesenta y dos canalesque nutrirán todo el sector y también la capital: Las Condes, Apoquin-do, La Dehesa, Manquehue, Lo Castillo...

Es entonces cuando Fernando Errázuriz compra cuatro mil cua-dras de la Hacienda Lo Espejo y el resto, que se lotea y subasta, parachacras agrícolas. El lugar era muy apropiado para ejemplificar las bon-dades del progreso. Todo el llano de Maipo al Sur de Santiago habíapermanecido por siglos como un áspero cascajal, seco e improductivo,deprimente a los ojos de todo aquel que se acercara desde el Sur haciala capital. Para este efecto, “el Llano de Maipo fue dividido en hijuelasde diez cuadras por lado; y cada una de estas hijuelas se dividió, a suvez, en lotes de cinco cuadras por lado. A cada lote se le asignaronderechos de aguas del canal San Carlos en construcción. Rematados

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los lotes, sus propietarios quedaron obligados a cercarlos por sus cua-tro costados y a construir en ellos habitaciones cubiertas con tejas”2.

En ese nuevo escenario, verde y productivo, capaz de aportar fru-tas y hortalizas a la capital, que incluso modificó el clima de Santiago alrefrescar al viento Sur que antes producía un excesivo calor veraniego,se dieron las condiciones para crear una villa modelo.

Con la aprobación del Senado, en 1821 se reservan al centro de lasgranjas treinta y seis cuadras para villa, luego se le agregaron otrascien, dándose prioridad a las familias más patriotas. San Bernardo per-mite que no se aplique “el pago de Chile” a quienes se sacrificaron enla guerra, a los militares patriotas en retiro se les asignan solares gra-tuitos y también se favorece a los militares vivos y a las viudas de loscaídos. El espíritu patriótico cimenta la nueva ciudad.

Domingo de Eyzaguirre, bajo la directa supervisión de O’Higgins, esel encargado del trazado con amplias calles bordeadas de álamos, prime-ro en La Granja, al Noroeste de la actualidad, y luego en el actual sitio.Para la iglesia Católica y para una escuela básica se reservaron sitios cen-trales. San Bernardo sería proveedor de servicios a su rico entorno agrí-cola mientras en el interior crecían los cultivos de sus huertas propias.Aunque el poblamiento fue lento, a partir de 1828, cuando corrieron lasaguas, la llegada de interesados se aceleró, destacando varios extranjerosque prestaran servicios a la naciente república. La fundación oficial sehizo el 28 de septiembre de 1830 y el 12 de marzo de 1868, demostradaya su pujanza, se le reconoció la condición de ciudad.

El Canal San Carlos fue, como se ha dicho, decisivo: “... con sus 30km de longitud y 30 m/s de capacidad, es una obra de infraestructurabásica con la cual se riegan aproximadamente 15.500 hás a través deuna red de canales de alrededor de 200 km de longitud, constituyendopor este solo motivo un gran eje de desarrollo y de servicio, tanto paralos accionistas de la Sociedad del Canal de Maipo, como para el país, porcuanto las fértiles tierras que él sirve producen toda clase de bienes paraSantiago y otras ciudades y, además su funcionamiento permite el desa-rrollo de importantes agroindustrias que exportan sus productos a di-versos países del mundo”3. Al morir Domingo de Eyzaguirre, en 1854,el futuro presidente Federico Errázuriz Zañartu escribió sobre su dedi-cación por cerca de medio siglo a la obra “más antigua tal vez de las quellevan el nombre de públicas”, anunciando que la Sociedad del Canalde Maipo le levantaría una estatua de homenaje. Esto se cumplió en1884, de bronce y dos metros y media de altura, diseñada por NicanorPlaza, y en la que aparece con un rollo de papel que lleva el plano de laciudad de San Bernardo y un “pie de cabra” que simboliza las obras delCanal San Carlos. Para entonces, los viñedos del Maipo, hijos de esta

2 León Echaíz, René, Historia de Santiago, Imprenta Ricardo Neupert, 1975.3 Peralta, Orlando, Sociedad del Canal de Maipo, 170 años, 1997.

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iniciativa estaban ya exportando sus vinos al Viejo Mundo; en 1877,uno de los viñateros principales del sector, Macario Ossa de la Viña San-ta Teresa, vástago de una de las familias mineras que invirtió en la for-mación de la agricultura del Valle Central, fue el primero.

POR LA ALTA CORDILLERA

Al final del verano, cuando los soles ya han derretido la nieve de lasmontañas, se puede montar una mula o un caballo y cruzar la Cordi-llera de los Andes hacia Argentina; incluso en una cabalgata de fin desemana. Por viaje lo hacían más de una vez en la vida muchos santia-guinos de la Colonia, aunque jamás entraran a las aguas del Pacífico.

Alonso de Ovalle, el gran testigo, dejó escritas sus impresiones an-dinas: “Vamos por aquellos montes pisando nubes,(...) tendiendo lavista hacia abajo, miraba que llovía con gran fuerza, y al mismo tiempoque estaba contemplando de lejos tempestades deshechas y copiososaguaceros en la profundidad de los valles y quebradas, levantando losojos al cielo, admiraba la serenidad que en él todo se veía (...)”.

Se maravilló con los saltos de agua que. “desbaratándose en el ca-mino en menudas gotas, hacen en la bajada una hermosísima vistacomo de aljófar derramado o perlas desatadas”. Se lamenta porque “noes posible decirlo todo, ni por más que se pinte jamás se podrá arribara la verdad de todo lo que allí se ve”.

Al cronista Felipe Gómez de Vidaurre, más que el paisaje le impre-sionan los pasos y senderos hollados por el hombre hace miles de años,de apenas treinta centímetros de ancho y muchas veces bordeandoacantilados: “...los Andes sirven de una muralla impenetrable para aquelreino, pues aun cuando las nieves no impidan el paso, los pasos queella ofrece son tan estrechos, que un solo hombre bien armado es sufi-ciente para impedir la entrada de un ejército enemigo”.

Charles Darwin fue elocuente: “...el Maipo prosigue su curso furio-so sobre grandes fragmentos redondeados, dejando oír un rugido se-mejante al del mar. En medio del estruendo de las aguas que se rom-pen, se percibe distintamente, aún a gran distancia, el ruido de laspiedras que chocan unas con otras, y eso día y noche, en todo el reco-rrido del torrente impetuoso”.

Agrega:“Llegados a la cumbre nos volvemos a mirar hacia atrás, y el espec-

táculo más magnífico se ofrece a nuestra vista. La atmósfera límpida, elcielo azul oscuro, los profundos valles, los picos desnudos de formasextrañas, las ruinas amontonadas durante tantos siglos, los peñascosde brillantes colores, que contrastan tan vivamente con la blancura dela nieve, todo lo que me rodea, constituye una escena indescriptible.Ni plantas ni aves, salvo algunos cóndores, cerniéndose por encima de

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los más elevados picos, distraen mi atención de las masas inanimadas.Me siento dichoso de hallarme solo; experimento todo cuanto se expe-rimenta cuando se presencia una terrible tempestad o se oye un corodel Mesías a gran orquesta...”

Al fondo del Cajón del Maipo, tras abandonar las cálidas Termasdel Plomo, se asciende a esa vista en cinco horas, nada más. El límiteoriental de la Región ofrece, literalmente, un espectáculo a las puertasde la ciudad; en uno de los últimos reductos vírgenes del planeta.

Caballos salvajes galopan sin dueños en los valles de la montaña.El escultor Francisco Gazitúa cabalga en primavera para encontrarlos.Habitante de los Morros de Pirque, en una altura que le entrega unancho macizo cordillerano y la vista del Maipo reptando a sus pies,dice que Suiza está allá adentro; en esa montañas de caballos y cóndo-res donde apenas cruza el hombre. Es un territorio de hombres demontaña, casi virgen, para las futuras generaciones.

La acción de los hielos y el agua golpea rocas y talla los cursospedregosos del río y sus afluentes, traslada rocas en cada deshielo, vive.Es la vida de las rocas, que nunca se detiene, milenaria. Los agentesmás activos que dan forma al planeta, se presentan juntos aquí en elCajón del Maipo: hielo, agua, vulcanismo y viento.

En la Zona Central del país (de la cuenca del Aconcagua a la del ríoPetrohué) se han inventariado mil quinientos catorce glaciares, y aun-que la mayoría esté en retroceso, hay cuatro que avanzan, tres de ellosen la cuenca del río Maipo: Juncal Sur, Museo y Colina. Entre los vol-canes están activos el San José, que presentó fumarolas los años 1931y 1941, el Tupungatito que las tiene permanentes, y el Maipo, tresalturas limítrofes con Argentina.

El silencio, el sonido del viento y del agua, conforman su marco.Aquí se avistan algunas de las cumbres mayores del mundo, el volcánTupungato (6.800 m), el Piuquenes (6.019), el volcán San José (6.070)y el volcán Maipo (5.290). Y glaciares hechos de nieve densa y com-pacta, residuo de la glaciación que cubrió la Cordillera en el Cuaterna-rio, testimonios vivos de la Edad de los Hielos.

El ambiente es el típico de montaña: menos oxígeno, vientos másrápidos, menor humedad, más exposición a la radiación solar, bruscasdiferencias térmicas entre el día y la noche y entre los suelos expuestosal sol o a la sombra. El mundo vegetal es frágil porque los deshielosarrasan con gran parte de la tierra, obligan a las plantas a vivir aferra-das a rocas, a extender sus raíces entre las grietas. La fauna, expuesta ala sequedad, falta de alimentos, víctima de aludes y vientos, ha debidodesarrollar adaptaciones a través de los millones de años de historiacordillerana.

Lo Valdés, oasis de montaña, ofrece una inesperada mancha verdeen medio del entorno áspero y rocoso. Situado junto a las aguas del río

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Colina –otro afluente del Maipo–, posee una poza natural. Cercano estáel Valle de los Fósiles, testimonio del origen marino de la Cordillera.

Constantemente se acercaron visitantes a este lugar donde se cons-truyó el Refugio Alemán Andino a comienzos del siglo XX, como pun-to de partida de excursiones y excepcional mirador de la montaña. Suorigen extranjero no es casualidad; serían inmigrantes germanos, o deFrancia, Austria e Italia, los que por sus culturas de origen –aficionadasa la montaña– se acercaron a construir albergues desde los cuales em-prender el ascenso a las cumbres circundantes. Desaparecido el anti-guo refugio por una avalancha y un incendio, el actual data de 1932 yestá enriquecido por una laguna poblada por cisnes de cuello negro yblanco.

San Gabriel, Laguna Negra, el Embalse El Yeso, Baños Morales,Parque Nacional El Morado y Baños de Colina, están todos en las in-mediaciones de Lo Valdés. San Gabriel atrae escaladores de montañaque ascienden las cercanas alturas de Boyenar y pescadores que acce-den al Estero El Manzanillo y a la Laguna Negra. Incluso hasta aquísuben aficionados al rafting, aunque sólo los expertos ya que el descen-so del tramo San Gabriel-San Alfonso presenta cierta dificultad por lapendiente y velocidad de los rápidos. Aquí se han encontrado restos delos más antiguos habitantes sedentarios del valle del Maipo. Adentrán-dose en la Cordillera se encuentran termas como Baños Morales, condos piscinas de aguas ricas en yodo, cloro, sodio y potasio, buscadaspor sus propiedades medicinales contra el reumatismo, el lumbago y laartritis. Más arriba los Baños de Colina, rústicos y de aguas cálidas queconservan 60° en sus tres piscinas naturales de aguas ricas en minera-les, ofrecen una acción benéfica para los males reumáticos, cualidadque se advirtió hace siglos y les dio temprana popularidad. Aquí estátambién al Parque Nacional El Morado, espectacular en primavera cuan-do florecen las riberas del arroyo que lo cruza. Penetrando por el ca-ñón del Morado –Cajón de Morales– se encuentran un glaciar, unalaguna y montañas tan notables como Mesón Alto (5.300 metros).

El Embalse El Yeso es otro hito en las honduras de la Cordillera. Sellega avanzando junto a las aguas transparentes del río Yeso entre abrup-tos acantilados, hasta encontrar el sorprendente espectáculo de sus aguasde color turquesa retenidas por una represa levantada el año 1964. Eslugar de pesca de especies salmonídeas, lo que atrae pescadores todo elaño.

Quienes cruzaban la Cordillera por el paso cercano –Los Piuque-nes– podían contemplar la vista espectacular del macizo andino. Poraquí habrían entrado algunos de los primeros habitantes del país haceunos doce mil años cuando, cazadores de fauna ya extinguida –milo-dón, caballo– avanzaron por la alta montaña hacia el Sur del continen-te, de una laguna andina en otra, cruzando sierras y quebradas. Debie-

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ron habituarse al cambio de dieta como recolectores, e iniciaron mu-cho más tarde una primera agricultura, de la que hay testimonios enChocayes, al interior del valle, donde se encontraron veinte tumbas detiempos de Cristo. Los testimonios de ocupación humana “restos deleña y carbón, utensilios de cobre, puntas de flechas y hasta pequeñasesculturas, atestiguan la predilección de los indios prehistóricos por laascensión de las cumbres”, escribió el pionero Francisco José de SanRomán en 1896.

Finalmente, está el volcán Maipo, de 5.264 metros de altura, alOeste de la laguna Diamante. Se asciende orillando el río Maipo y de-ben cruzarse varios afluentes como el río Claro, el Yesillo y el EsteroDiablo, así como el punto de encuentro del río Blanco con el Maipo.Luego aparece el río Barroso desde donde el Maipo se encañona entreacantilados hasta llegar a los pozones Puente de Tierra de aguas terma-les que tiñen de fuerte color amarillo las piedras cercanas. Más allá seremonta el río Alvarado y, tras dejar atrás la laguna Alvarado –la quemantiene un entorno verde llamativo–, comienza el ascenso al volcán.

Aquí, en sus faldeos occidentales está el origen y nacimiento del ríoMaipo, nuestro gran río.

A sus pies se forjó una sólida cultura de montaña heredera de sabi-durías indígenas centenarias, de arrieros –muchos de ellos descendien-tes de indígenas– que se aventuraban hacia los cajones interiores al-canzando un preciso conocimiento de pasos, vados, veranadas y aleros,de los que dependía muchas veces su vida. A ellos se agregarían loshuaqueros cuando se fueran descubriendo cementerios incásicos enSan José de Maipo, El Canelo y El Manzano, algunos de ellos ricos enajuares de oro y plata. Cantores y payadores irían a su vez, ya en lossiglos de la Colonia, rescatando leyendas y supersticiones del Cajón delMaipo, transmitidas en las fogatas de la montaña. Estos Hombres de lasTierras Altas, capaces de enfrentar la nieve y los pumas, conocedoresde los nidos de cóndores, hábiles en la cría de burros y mulas, “baquea-nos” de la montaña, únicos capaces de encontrar pastos verdes en losveranos secos para llevar allí el ganado, se transformarían, a su vez, entemas de relatos legendarios.

A ellos se sumaron los mineros que, conocedores de datos de fae-nas indígenas en el sector, comienzan a explorar esta zona hasta en-contrar valiosos minerales de plata, lo que dio inicio a la llegada dedocenas de cateadores que se fueron instalando de modo espontáneo.Sus descubrimientos darán origen a varias propiedades mineras y, fi-nalmente, a la fundación de San José de Maipo.

La cultura de montaña se expresa hasta hoy en innumerables acti-vidades recreativas y deportivas. En el Cajón tienen sede dos clubes deandinistas, Cumbres Andinas y el Andino Chiquillán, los que realizanactividades casi todo el año. Hay campings como el Parque Los Héroes,

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Parque del Río, Isla Pata del Diablo, Coyanco y Sauce y Los Nogales deRoan, que ofrecen cabalgatas, descensos en balsa y escuelas de kayacspara bajar rápidos.

LAGUNA DE ACULEO Y ALTOS DE CANTILLANA

La Región tiene montañas, ríos, termas, bosques y también una lagunaencerrada entre cerros, la de Aculeo, que con la vialidad del siglo XX sevolvió lugar de deportes y recreación. Con clubes de velerismo, windsurfy esquí acuático, zonas de camping y cabañas, cada vez más verde a me-dida que nuevos propietarios aportan sus jardines ribereños, es uno delos rincones más visitados de la Región. El viaje era muy largo en lossiglos coloniales pero se justificaba en verano; era el balneario más cer-cano a la capital. Todavía quedan algunas casonas patronales que fuerontestigo de la llegada de carretas, algunas con su parque y capilla.

Al fondo, en la Cordillera de la Costa, los Altos de Cantillana sonotro patrimonio arbóreo: grandiosos robledales antiguos a cuya som-bra crece un sotobosque espeso y variado, hogar de cientos de lagartos,trozo de selva fría incrustado y sobreviviente en la Región.

También aquí hubo un transformador, un gestor humano de lamodificación de un medio antes seco y polvoriento, Miguel Letelier Es-pínola, cuya familia paterna poseyera por generaciones la Hacienda Acu-leo. Ingeniero titulado de la Universidad de Lovaina (Bélgica) el año1905, diputado por Rancagua, Cachapoal y Maipo donde hizo oír su vozen proyectos de industrialización y modernización de la agricultura, de-cano de la Facultad de Matemáticas de la Universidad Católica, autor deun texto sobre Estabilidad de Construcciones editado en España y usado eninstituciones de muchos países con suelos sísmicos, él fue quien, comoingeniero y propietario, realizó y financió el proyecto de construcción deuna central eléctrica y de regadío con turbinas elevadoras de aguas de lalaguna, terminadas en 1911 y que iniciaron la total modificación delseco paisaje. Nuevos cultivos, introducción de maquinaria agrícola, in-corporación de más suelos, todo ello atrajo población campesina y mo-vimiento a un rincón hasta entonces casi deshabitado.

Ministro de Industria, Obras Públicas y Ferrocarriles en tiempos deAlessandri Palma, promovió desde esa posición la modernización delagro chileno. Derrotado en su candidatura a senador por Santiago, conJosé de la Taille impulsará la Compañía Electro Siderúrgica de Valdivia,los Altos Hornos de Corral que producirían acero para Sudamérica.

Hombre de campo, con su hermano José fundará el criadero decaballos chilenos Aculeo que llegará a ser uno de los más prestigiadosdel país; uno de sus ejemplares, “Arfil”, será escogido como el ejemplarmás perfecto de la raza local. La familia, siglo tras siglo, permanece enel lugar.

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ALTOS DEL MAPOCHO, MONTAÑAS Y NIEVE

El afluente inicial nace en un pequeño lago a 32°40 de latitud. Allícomienza el curso mayor, se inicia el mapu cho, o “río que se pierde enla tierra”, el que avanza en diagonal de Noreste a Sudoeste. Luego decincuenta kilómetros, aumentado con diversos cursos, cruza la ciudad,acentúa su dirección Sudoeste, se filtra a la altura de Pudahuel y aligual que muchos otros ríos chilenos reaparece más al Poniente. Unbrazo se filtraba al final de La Cañada desapareciendo en Chuchunco,voz indígena desconcertada: “¿qué se hizo el agua?”.

Se forma por cursos de agua en angostos valles de montaña, muyencajonados y de fuertes pendientes, donde nieves y aguas lluvias sesuman para formar ocasionales torrentes muy erosivos. La tectónicadel lugar, con fallas, quiebres, fracturas, fragmenta material y le agregapartículas a los torrentes; la cubierta vegetal es nula arriba de los 2.300metros, donde corre libremente con sus cargas. Si aumentan las tem-peraturas en épocas de deshielos se agrega la carga niveal produciendoincrementos violentos del caudal. Bajan normalmente miles de tone-ladas anuales de material fragmentado.

Es un escenario muy diferente al de los ríos europeos, de cursolento y constante, sin partículas; el de aquí es estacional, llegando enocasiones a niveles muy exiguos. Tiene además sedimentos finos ar-cillosos que le dan una turbiedad permanente; es un torrente de mon-taña.

Frente a la propuesta del Mapocho navegable, que debería sortearla carga material constante, las correntadas ocasionales, la turbiedad,el proyecto deberá considerar el aumentar artificialmente su caudal enperíodos exiguos. En esta discusión pública se propuso en 1991 unproyecto de rescate funcional a su identidad montañesa; limpiar susaguas de residuos; respetar su cauce; recuperar sus riberas; no dificul-tar su escurrimiento; generar condiciones ecológicas para la recupera-ción de flora y fauna y así tener un paisaje urbano natural en la ciudad,un largo corredor vivencial y unificador de Santiago. La idea del Ma-pocho navegable de Sebastián Piñera y Cristián Boza plantea aportarcien hectáreas ribereñas de uso público, en zonas de ninguna relaciónactual con el río, aspecto válido para cualquier propuesta futura.

Afluentes principales son el río Molina, el estero Yerba Loca, el ríoSan Francisco y el estero Arrayán; más abajo se agrega el estero de LasHualtatas que cruza La Dehesa, de veintidós kilómetros de largo y com-promete con sus inundaciones un tercio de ese valle, formándose así elMapocho que sigue hasta Pudahuel donde incorpora el río de Lampa.Genera una cuenca de casi mil kilómetros cuadrados. Aparece parcial-mente más abajo, pero sólo emerge por completo cerca de El Montedesde donde va a unirse al Maipo.

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En torno al Mapocho creció Santiago y también la literatura cos-tumbrista local, desde el día en que el padre de la literatura chilena,José Victorino Lastarria, se paró en su ribera para inspirarse e inaugu-rar desde ahí la poesía local; pasando entre muchos otros libros por ElRío de los años 60, con sus submundos bajo los puentes, o Arenas delMapocho de Ricardo Puelma, crónica de un hombre común de esos mis-mos años cuyas andanzas siempre tienen este eje.

Hay un mirador en la precordillera, notable, del valle de Santiago yjusto donde se reúnen los afluentes. Allí subieron, como era costum-bre desde la Colonia al llegar la primavera, Pedro Fernández Concha ysus familiares, los dueños de la Hacienda de Las Condes; era el mes deseptiembre de 1885.

Frente al cerro Come Tierra, al que rodean dos cursos que se unenen su faldeo, cerro matriz del Mapocho, hizo alzar una cruz pensandoen la Virgen del Rosario. Al término de la jornada, ya de regreso, unpuente se desmoronó apenas lo cruzaron; el invierno lo había derrota-do. Convencido de una intervención divina mandó a construir unaglorieta y encargó una imagen de la Virgen del Rosario que instaló alterminar el verano en compañía de ochocientas personas, casi todoslos habitantes de los campos al Oriente de la ciudad. Rezando el rosa-rio, con detenciones en cada etapa, llegaron al mirador donde ya esta-ba instalada la imagen sobre piedras de cobre y de plata, andinas, parala Señora de la Montaña.

Ese día se celebró una primera misa y se inauguró el Libro de Visi-tas que firmarían tanto el Presidente Riesco como Walker Martínez yotros personajes de la época que subieron a descubrir el Mapocho y lavista del valle. Esta romería fue la primera de muchas, según el diarioEl Chileno, del 20 de marzo de 1902: “Era hermoso ver los huasos acaballo con sus estandartes, las carretas adornadas con banderitas yarcos de arrayanes, coches y carretelas llenas de gente de toda condi-ción, viejos, jóvenes y niños, y pobres i ricos, que ora cantando, orarezando, iban presurosos a rendir homenaje de su acendrada fe a laVirgen de la Ermita”.

Manuel María Fernández, hijo de don Pedro, agregó la capilla quese inauguró el 20 de mayo de 1907 con una misa celebrada en “laatmósfera pura y limpia que reina a esas alturas que es símbolo de lapureza de los cielos”. En esta y otras romerías participó la orquesta delos Huérfanos de la Providencia con los cuatro cieguitos del mismolugar, músicos.

En 1946, finalizadas las misiones de la Hacienda de San José de laSierra, durante las cuales se organizaban las romerías, la familia Fer-nández Lecaros donó el sector a una fundación que lleva el nombre delcélebre médico Marcial Rivera; la creó su hijo Edmundo, profesor dereligión, quien luego de ver morir a una alumna de tuberculosis inició

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una gran campaña contra este mal, creó la fundación y aquí construyóuna sólida casona para atender enfermos pulmonares de escasos recur-sos, la que posteriormente se dedicó a vacaciones para niños sin me-dios, en tanto el resto del año se ocupó en retiros que aportan visitan-tes a la ermita. Ahora es un lugar privado que se arrienda en ocasiones.Esta se conserva al lado de la sencilla capilla, la que depende de laParroquia de Lo Barnechea, siempre junto a un viejo quillay y un tor-tuoso litre que soportan los fuertes vientos de la precordillera.

Lugar poco visitado por los santiaguinos, se espera que con el Sen-dero de Chile, que cruza la quebrada del Mapocho cerca de su unióncon la quebrada del Arrayán, aumenten los romeros y los visitantes delexcepcional mirador.

Los excursionistas y montañistas penetran, hace más de un siglo,por los cajones de la Cordillera de los Andes. En la curva 15 del Cami-no a Farellones, no lejos de la Virgen de la Ermita se ingresa al Santua-rio de Yerba Loca que, de treinta y nueve mil hectáreas, es un enormeescenario a sólo veinticinco kilómetros de la ciudad. Desde la Villa Pau-lina se camina o cabalga a lo largo del estero Yerba Loca, de aguas colorturquesa, con la vista del cordón El Plomo-La Parva hacia el Este. Ver-tientes y caídas de agua alimentan sonoros el caudal del estero, peucosy cernícalos cruzan el espacio; más arriba son cóndores y águilas alacercarse a los glaciares de La Paloma y El Altar.

Los andinistas los ascienden, por estos cajones o por los del ríoMaipo, encontrando alturas soberbias de distinto grado de dificultad:volcán San José de 5.600 metros, el Marmolejo de 6.100, el Tupungatode 6.650... Uno de los más populares es el cerro El Plomo, conquistadopor primera vez en 1898 en tiempos modernos– lugar de un santuarioincásico escogido porque entrega, completa, la visión de todo el valle.

La Región posee el complejo de esquí más extenso del HemisferioSur, el que forman las canchas interconectadas de La Parva-El Colora-do Farellones y Valle Nevado; este último, el más grande, nuevo ymoderno del país, tiene nueve mil hectáreas esquiables, treinta y doscanchas, nueve andariveles, varios hoteles (tres de cinco estrellas) ysiete restoranes a sólo sesenta kilómetros de Santiago, lo que ha fo-mentado el desarrollo interno de este deporte que, por muchos años,atrajo más extranjeros que nacionales. El Hotel Posada de Farellones,de los años cuarenta, es testimonio de esa época pionera que fue supe-rada a partir del Campeonato Mundial de esquí de 1966. Lagunillas enel Cajón del Maipo, enclave del Club Andino pequeño y familiar, fuetambién uno de los lugares fundacionales de este deporte obligado enun país que tiene una Cordillera de los Andes que se extiende por másde cuatro mil kilómetros de largo, el ambiente y escenario más notabletambién aquí en la Región Metropolitana.

ARTE Y CULTURA

161EN LA MONEDA

El gran poeta de Nicaragua, ese que Pablo Neruda y Federico GarcíaLorca bautizaran con el metálico título de “Padre de América”, encar-nó como nadie la profunda esquizofrenia de poetas, pintores y arqui-tectos en la América Latina de fines del siglo XIX. Por un lado, descu-brió América; cordilleras, pampas y desiertos que, abiertos a todas lasrazas del mundo sin excepción, permitirían crear naciones libres, sinprejuicios sociales ni religiosos. Por otro, se enamoró del Santiagoafrancesado, del ambiente europeizante del Santiago del novecien-tos, sintiendo que sólo aquí se asomaba el futuro. Muchos padeceránel mismo mal.

En el invierno de 1886 aparece en Chile, llega a la estación de fe-rrocarril donde no será reconocido por Eduardo Mac Clure para quienescribiría en La Época. El propio Darío reconocerá después que su cha-quecito de Nicaragua, pantalones estrechos, problemáticos zapatos ypobre valija no podían causar buena impresión en la afrancesada ciu-dad. Al aclararse el decepcionante reconocimiento no lo mandan alHotel Inglés de la Plaza de Armas, como tenían planeado, sino al mo-desto “Ambos Mundos”.

El diario La Época también intimida al centroamericano por su fríaelegancia, salón con mármoles y cuadros de Watteau y Chardin, todotan europeo. Alfredo Irarrázaval lo envía de inmediato donde su sas-tre; tendrá que vivir comiendo arenques con cerveza en una residen-cial –por Nataniel Cox hacia el Sur– para pagarse una indumentariaque no avergonzara a sus simpatizantes. Se deslumbra con el Paseo delSanta Lucía y en el Parque Cousiño, goza en el Palacio de La Monedacon sus tertulias cultas y revistas francesas que lo acercan a la poesíamoderna. París se veía más cerca desde Santiago que desde su AméricaCentral.

ARTE Y CULTURA

La tarea central de los alcaldes quizá debería consistiren fomentar la leyenda, el patrimonio intangible de las ciudades,

el mito, esa nada que es todo.

JORGE EDWARDS

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El “modernismo” nació con esa confusión. Por algo, en uno de suspoemas escribió: “Cuando quiero llorar, no lloro,/ y a veces lloro sinquerer”... No tuvo buena suerte, vino a Chile a conocer a Vicuña Mac-kenna, por considerarlo la mejor inteligencia de América, y este semurió el mismo día de su llegada.

Se aficionó a la elegancia local, los trajes hechos por Pinaud, lascorbatas de Doucet. Sintonizó con el ambiente bohemio joven, dondedestacaban Luis Orrego Luco, Pedro Lira, Valenzuela Puelma y JorgeHunneus Gana, los santiaguinos que se las arreglan –al menos de no-che– para sentirse en París. Especialmente al sentarse en un reservadodel restaurant de Papá Gage de calle Huérfanos, frente al Pasaje Matte,donde los sabores y vinos favorecían la ilusión. O al visitar a Pedro Bal-maceda, el hijo del Presidente, quien transformara un sector del Palaciode La Moneda según la última moda de París: el refinado Art Nouveau,reacción sensual y colorida ante el lenguaje frío y técnico de la Revolu-ción Industrial. Santiago no tenía industrias pero eso era un detalle.

Darío sueña con caimanes en las frías noches de Santiago, añoralas selvas tropicales y el grito de los guacamayos al pasear en la Alame-da. Pero sus pasos lo conducen y arrastran hacia el Parque Cousiñodonde puede admirar las jóvenes distinguidas que se visten según cá-nones europeos. Al menos se sentía, en ese lugar, pisando las huellasde su amado Vicuña Mackenna.

Abajo el arte viejo, viva el Art Nouveau. Pero llega al éxtasis cami-nando frente a las tradicionales mansiones del Barrio del Ejército, ser-viles de una Europa que allá desaparecía frente al avance burgués delmundo industrial. Su propia poesía es un injerto del espíritu francéssobre el lecho ibérico con imágenes del Nuevo Mundo. Mestizo de pieloscura, parlante en castellano, enamorado de la Galia, en su interior seagitan todas las contradicciones venideras de América Latina. Por esoserá el “Padre de América”.

En La Moneda, ala derecha, todo parece en orden. Es el sector delhijo del Presidente donde las tertulias hacen olvidar el silencio noctur-no de la Casa de Gobierno. Rodeado de muros que ostentan pinturasde los jóvenes asistentes –Pedro Lira, Valenzuela Puelma, Alberto OrregoLuco– Darío conoce las obras de Mallarmé, Verlaine, Oscar Wilde, Ed-gar Allan Poe, las que le permitirán hacer su revolución de la poesía enlengua castellana. Esta nació espiritualmente ahí, en ese palacio. Delos pebeteros de plata subía lento un humo azul, recordaba Luis Orre-go Luco. Y “la luna filtraba su luz al través de los altos ventanales dehierro de los enrejados, mezcla de palacio y cárcel”.

Pedro Balmaceda le costeó a Darío la publicación de los primerosversos de Abrojos, su poesía nueva; Alfredo Yrarrázaval le presentó susastre; Eduardo de la Barra lo salvó del hambre varias veces en Valparaí-so; José Victorino Lastarria lo presentó en La Nación de Buenos Aires y

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así lo conocieron en Argentina... Entre mil penurias los escritores deChile sustentaron el nacimiento de la poesía nueva en castellano, hastaque Darío cruzó el Atlántico –la ruta inversa de Colón– invitado por losreyes de España al Puerto de Palos. A celebrar los cuatrocientos años deldescubrimiento de América junto al peruano Ricardo Palma, el urugua-yo Zorrilla de San Martín y el chileno Luis Orrego Luco, el mismo que lollevara a La Moneda por primera vez. A este le recordó esos días, agrade-cido, porque aquí inició el camino que lo llevaría a conmover, “con elfavor de Dios, a la juventud intelectual de dos continentes”.

Neruda, la Mistral, Huidobro, todos comenzarán escribiendo en esatónica, a lo Darío, el poeta que aquí dio un significado nuevo a la pala-bra América: un territorio nuevo para construir sociedades libres.

UN LIRA Y UN GONZÁLEZ

Vicuña Mackenna, en más de un sentido, puso fin a la Colonia en1872 propiciando una contundente serie de reformas, construccionesy eventos. Todo se remeció en ese momento, y algo sólido quedó vi-brando hasta el Centenario de 1910. La lucha entre liberales y conser-vadores, laicos y católicos, francófilos y anglófilos, oreros y papelerostambién provocó debates, revistas, contiendas propias ya de un país enforma.

El arte y la cultura recién se aceleran, ese mundo que hasta enton-ces vivía en Europa; había que viajar a comprarlo o adquirir obras a susimportadores. Pero en ese año de 1872, con la Exposición Nacionalque organizó el gran intendente para inaugurar el Mercado Central yel nuevo tren a Santiago, aterrizaron dos ideas fuerza liberales, la hi-giene pública en la venta de alimentos y la extensión del ferrocarrilque, se decía, restaba votos a los conservadores al penetrar en los cam-pos llevando nuevas ideas. La religión del progreso tomaba forma.

Tal como el pintor Alberto Orrego Luco, quien se presentó en esaExposición Nacional, creía Vicuña Mackenna que el arte también re-presentaba a una sociedad y revelaba el desarrollo intelectual de unpaís, por lo que era justo exhibirlo junto a máquinas, productos nacio-nales y demás índices de progreso. El problema se presentó con losdesnudos; la prensa tomó parte, a favor o en contra, por la libertad o ladecencia, con un clima adverso a los artistas. Incluso, se dijo, más alláde atentar contra la pureza de los jóvenes su exhibición era un acto decrueldad para con los caballeros, al mostrarles el cuerpo desnudo deuna joven bien formada. Al acercarse el Centenario mejoró el ambien-te, pero no mucho.

Algo parecido sucedía en la música según escribe Ramón Suberca-seaux en sus Recuerdos de 50 años, el mismo clima de recelos y descon-fianzas; al aficionado “por poco le trataban de maricón y ocioso”.

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Aunque “la época no era la de un Pericles”, al decir del propioSubercaseaux, que también era pintor, Pedro Lira, Onofre Jarpa, Orre-go Luco y Valenzuela Puelma, entre otros, ya habían dado los primerospasos para que se les tomara en serio. Claro, tenían medios y un entor-no protector de familias influyentes.

Un artista de origen modesto como José Miguel Blanco la teníamás difícil. Descubierto por un pintor mapuche –Pedro Churi– su pa-dre lo llevó a trabajar con los artesanos quiteños del Portal Tagle cercade la Plaza de Armas, esos que tallaban santos. Por su gran talentoconseguirá padrinos y se formará en Europa, pero de regreso apenassobrevivirá. Crea una Academia Nocturna de Dibujo y, como promotorprincipal del Museo de Bellas Artes, aboga para que se lo construyaadonde ahora está la Plazuela Vicuña Mackenna. Le habría quedado alfrente de su taller de Alameda esquina de Lira...

Pero el alcalde de entonces, enemigo de la idea, creó la pequeñaplaza en una noche y el Bellas Artes se fue al Forestal, lugar donde,según el intendente Alberto Mackenna, se confundían “los perros va-gos y los puercos en busca de desperdicios”.

Blanco, semiparalítico y con derrame cerebral, fue operado por eldoctor Orrego Luco –hermano del pintor– que le trepana el cerebro sinresultado; termina en París, de indigente. Similar fue la historia de va-rios, como el también escultor Canut de Bon que juntaba velas de ani-mitas en las calles para alumbrar su taller. Grandes promesas comoMoya, Bustamante y Bertrix morirán jóvenes y hambreados. Valen-zuela Puelma tuvo más suerte: lo nombran administrador del TeatroVictoria de Valparaíso. Buen pianista, hábil y peligroso con un estoqueen la mano, firmaba con el seudónimo de Pedrolera por sus rivalidadesartísticas con Pedro Lira. En Santiago vivía en la esquina de Bellavistacon Mallinkrodt, pionero del ambiente artístico de ese barrio.

Lira, aunque pintor y masón tenía relaciones para ser respetado ymedios para llevar a sus alumnos a pintar –en carroza– a la QuintaNormal, el San Cristóbal, Ñuñoa o Lo Contador. Casado con una de lasOrrego Luco –la familia más artística y cultural de la ciudad– participaen sus tertulias así como antes en las de Pedro Balmaceda Toro en LaMoneda. Su padre, Santos Lira, presidente del Senado y terratenienteen Colchagua, lo obligó a estudiar Derecho antes de aceptar su voca-ción; mucho gastó el artista viviendo en París –allá partió con su cuña-do Alberto Orrego Luco y en la célebre Exposición Universal de 1889expuso “La Fundación de Santiago”, su tela más célebre–; pero a suregreso de Francia también debió aprender a vender, ganarse la vida.Decía que en las exposiciones de entonces “el público no comprabapintura, esperaba un obsequio”.

Ejecutivo y dominante logra cambiar el ambiente local. Instaladoen la calle Merced al lado de la casa de Manuel Montt, en 1872 organi-

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za con Vicuña Mackenna la mentada Exposición de 1872 y en 1884,con suculentos aportes de su padre, encabeza la construcción de “elPartenón” de la Quinta Normal. Inventó concursos y premios, becas aEuropa, fungiendo de verdadero “padre de la pintura chilena” hastaque al heredar se hizo rico y llevó un tren de vida tan lujoso, que no selo perdonaron los cófrades... Se gastó todo y terminó arruinado, vi-viendo en la casa de los Orrego Luco en calle Duarte, actual Lord Co-chrane. Aunque clasicista en su expresión, al final de sus días demos-tró su renovación con “En la Quinta Normal”. El arte local ya estabacaminando.

El caso de Enrique Matte Eyzaguirre es otro testimonio de las sos-pechas sociales hacia este mundo. Muerto el joven pintor su padrecreó un buen premio que fue muy apetecido por varios años; perohabía que pintar escenas de felicidad hogareña, “lo que a ella contribu-ye una casa cómoda, higiénica, alegre, un mobiliario conveniente, unhermoso jardín”. O escenas de minas, de industrias, del mundo deltrabajo. Los artistas debían aprender a respetar la familia y el trabajo,los dos pilares fundamentales de la sociedad.

En 1918, como eco del Centenario –que mucho animó el ambiente–Juan Francisco González crea la Sociedad Nacional de Bellas Artes. Fueun acto de madurez, un logro local. A punto de morirse, delirante, Gon-zález se soñó rico; comenzó a hacer una lista de los pintores y escultoresde la ciudad, porque a todos los invitaría a conocer España, Francia, sepasearían por Europa... Él tenía mejor situación, de familia de clase me-dia en la calle Buenos Aires de Recoleta –otro pionero de Bellavista–,pero fue Pedro Lira el que le abrió las puertas de la Academia. Naciona-lista –tuvo hijos llamados Arauco y Huelén– fue el pintor de los caminosde campo, los dorados nogales del otoño, las flores de los almendros, lasviejas tapias de adobe encalado, los racimos enormes de uva, los rostrosde la gente de Chile. Ambicioso, original y sensual, abierto a sus emocio-nes y dispuesto a embriagarse con el color y las formas, fue una fuerzade la naturaleza, el primer “maestro” chileno de categoría. Es quien aban-dona la imitación de la naturaleza y se deja llevar por lo que siente anteella, inventa un Chile nuevo, marca un rumbo.

Debió haberlo conocido Vicuña Mackenna, que tanto se decepcio-nó en la Exposición de 1882 por la “absoluta carencia de carácter na-cional”, por ser “absolutamente nula como encarnación de la época”.En González ya están su época y su lugar representados. Y el público sedio cuenta.

LUCO, SILVA Y GANA

Hay una generación puente entre Darío y los grandes poetas del si-glo XX, y también un lugar que lo hizo posible. Es ese “Papá Gage”, el

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restorán de la calle Huérfanos ubicado tan cerca del diario La Épocaen el que escribieron Rubén Darío y sus amigos chilenos. Un lugar deconstrucción de Chile para hablar, pensar, cantar y anunciar el paísfuturo.

Luis Orrego Luco, el protector de Darío, es uno de sus asiduos.Todo le interesa y a nadie extraña que Agustín Edwards, el dueño deldiario El Mercurio, le confíe la dirección de la mejor revista de arte ycultura de la época, Selecta, que se venderá en todos los puertos hispa-nos de América.

Educado en Europa, Orrego Luco quedó muy impresionado desdesu primera venida ante el abisal contraste entre ricos y pobres, lo quedetermina su condición de impulsor de la sociología en Chile y su mi-litancia en el Partido Radical. Casa Grande, su lúcida novela de crítica ala sociedad afrancesada, la que publica poco antes del Centenario –1908–lo entroniza como intelectual. Casado con María Vicuña Subercaseauxy yerno de Benjamín Vicuña Mackenna –se le considera su herederoespiritual–, encontró en Santiago un grupo de espíritus afines que, luegode ser promotores de Rubén Darío, coparon más de dos décadas devanguardia americanista.

Algunos vivían obsesionados por el modernismo puro, de sello fran-cés, pero en el Ateneo de Santiago y en el Partido Radical que lo im-pulsa encontrará voluntades más pragmáticas de cambio social. En eseentorno inicia Orrego Luco su carrera política que lo llevará a ser In-tendente de Colchagua, Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Di-rector del Museo Nacional de Bellas Artes, protagonista del arte y lacultura nacientes en Chile.

El motor del Ateneo era Samuel Lillo, sobrino de don Eusebio –elautor de la letra del Himno Nacional– y hermano del Baldomero de lasnovelas Sub-Sole y Sub-Terra, las de la miseria de los mineros del car-bón. Samuel fue el paladín del mundo indígena, un vocero de gran vozy versos dramáticos en los que denuncia cómo les roban las tierras a losindios corriendo cercos o con subterfugios legales. Su Cancionero de Arau-co fue popular en las reservaciones indígenas, memorizado por los len-guaraces del mapudungún y él será distinguido como hijo honorariode la raza a pesar de ser un “huinca”. Su secretario en el Ateneo era unjoven, Arturo Alessandri Palma, el que absorbe tanto el fuego de suoratoria como sus inquietudes sociales.

Son los años del teatro civil, la poesía civil, la prensa militante,todo al servicio de la causa. Federico Gana, un elegante de familia adi-nerada, es distinto. Figura escéptica de una clase que ve desaparecer suentorno, heredero de una hacienda en Linares donde encontró los per-sonajes que lo transforman en “el padre del cuento chileno”, no sienteque advenga ningún futuro esplendoroso. Juan Francisco González loretrata, también Valenzuela Puelma y varios otros, por su porte noble

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y su mirada pálida. Gana dio a conocer a Iván Turgueniev, a los autoresrusos que, como Tolstoi, sentían que la pureza únicamente subsistíaentre los campesinos. El resto era corrupción, miseria obrera, esa quepadecían cien mil santiaguinos entonces, un gigantesco cuarto de lapoblación. Por esta vía llegará aquí el influjo ruso que la Mistral y Nerudaharán propio.

Lo acusaron de haber traído desde Europa el ajenjo que minabasu voluntad. Recién casado con una belleza distinguida, Blanca Su-bercaseaux, apenas le llegan dineros del fundo de Linares organizabanquetes inolvidables. Especialmente para Baldomero Lillo que, depuro hambreado, salía a los cerros de Chena a cazar codornices. Elcélebre Grupo de los Diez, de artistas, intelectuales y arquitectos aso-ciados en la búsqueda de espacios para el arte en Chile, estrenó sueditorial con los notables cuentos de Gana por ser textos fundaciona-les de “lo chileno”.

Víctor Domingo Silva era un carácter opuesto a Gana; le faltabatiempo para tanto proyecto. Ambicioso a gran escala quería –el Alejan-dro Dumas chileno– novelar toda nuestra historia. Pionero en el usode la dramaturgia teatral como arma política, cívica y educativa, Nues-tras Víctimas –para algunos primera piedra del teatro nacional– tuvo taléxito, que le abrieron las puertas del europeizante Teatro Municipal.Antonio Acevedo Hernández, Carlos Mondaca y Max Jara se sumarána la tarea de dramatizar una nueva historia de Chile, diferente a laoficial, donde las masas serán las protagonistas.

Orador incendiario, hábil para manejar las emociones del públicogracias a su talento poético, se reunían cientos de obreros allí dondellegara. Tal fue el sentimiento que se acumuló en el Norte cuando de-nunció la situación de miseria en las salitreras, la que vino a plantearen la Cámara de Diputados, que se le bautiza con el apodo de “León deTarapacá” en 1913, título que regalaría al candidato a senador ArturoAlessandri Palma dos años después. El Partido Radical designó a dospoetas, Víctor Domingo Silva y Julio César Barrenechea, oradores re-lampagueantes, para que apoyaran al aspirante al Senado.

La noche del 22 de diciembre de 1914 fue el mismo Silva, con sugran voz, el que leyó en público los versos ganadores de los JuegosFlorales de ese año, los Sonetos de la muerte de una poeta del valle delElqui, Gabriela Mistral. El mismo Silva era el fundador de la Sociedadde Artistas y Escritores de Chile, la entidad organizadora de esos Jue-gos Florales, otra de sus creaciones funcionales a la causa. Tras eltriunfo del senador Alessandri se fue a recorrer Argentina y Uruguay,estrenando piezas teatrales que escribía al paso en los hoteles y pen-siones del camino; era tiempo de encender la América toda, apurar elfuturo.

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EN EL HÉRCULES Y LA BAHÍA

El bar Hércules, en ese barrio popular que tiene su centro en Banderacon San Pablo y se extiende hasta la orilla del Mapocho, fue un epicen-tro de la Generación del 38, avanzado el siglo. Parroquiano asiduo eraAntonio Roco del Campo, autor de Panorama y Color de Chile y uno delos principales impulsores de los festejos para los cuatrocientos años deSantiago el año 1941. Siempre hambriento y escaso de fondos andabade bar en bar hasta ver cerrar el último; se iba entonces a dormir a laPlaza de Armas, pero de ahí lo echaban los carabineros. Finalmente seestableció en el blando pasto del edificio de la Biblioteca Nacional.

Otros asiduos eran el poeta Max Jara, futuro Premio Nacional; Ra-món Fehrmann, arquitecto de la fachada del Correo Central, y MiguelFernández Solar –hermano de la futura sor Teresita de los Andes–, queobtuvo el Premio Municipal de Poesía por su libro Campesinas, Intimas yOtros Poemas. También escaso de fondos se sentaba en cualquier mesa ypreguntaba: “¿Quién me robó mi vaso?”... El rector de la Chile, Juve-nal Hernández, le asignó un cargo administrativo, pero el favorecido nise asomaba. Hernández le anunció que a la primera ausencia tendríaque despedirlo y de inmediato reaccionó Fernández: “¡A la segunda,don Juvenal!”

Era generoso. A quien quisiera invitaba, al final de la noche, a dor-mir en la pieza que arrendaba en la calle Alonso Ovalle. Allí se acumu-laban los diarios que eran la única decoración del lugar; servían decolchones y frazadas que entregaba según la tendencia política del alo-jado, El Mercurio para los liberales, El Diario Ilustrado para los conserva-dores, El Siglo para los comunistas. Joaquín Edwards Bello era otrocliente frecuente.

En una misma mesa se instalaban los poetas Neruda y Julio Barre-nechea con Julio Ortiz de Zárate, Orlando Oyarzún y Tomás Lago. To-dos altos, de un metro ochenta para arriba, menos Luis Cerda que eramoreno, flaco, pequeño, huesudo; Neruda le decía “El Poeta Barata”.Con Alberto Rojas Jiménez partió a la Guerra del Chaco, pero este seentusiasmó con Antofagasta donde el poeta Andrés Sabella era rey dela alegría y la noche; “El Poeta Barata” siguió adelante, su participa-ción en la guerra entró al reino de los mitos. También parroquiano debares cercanos al cementerio, a veces se venía de allá un estudiante demedicina, Salvador Allende.

En el mismo Hércules se homenajeó al español Ramón Gómez de laSerna, de célebre agudeza, por lo que llovieron los discursos de losingeniosos de la ciudad: Julio Barrenechea, Rosamel del Valle, Pablode Rokha, Juan Marín, Tomás Lago, Rubén Azócar.

La Bahía era de mejor cocina, excelente, y sus dueños catalanes,presentes y acogedores, sabían a quién fiarle. El vasco Juan Martínez,

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arquitecto de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile y mástarde de la Escuela Militar y del Templo Votivo de Maipú, de físico tanimponente como sus obras y que tomaba su pisco sour en grandes va-sos cerveceros, no necesitaba crédito; mantenía mesa fija, invitaba, seunía a la orquesta, animador de la noche.

Los poetas jóvenes asistían con poco entusiasmo a la Escuela deDerecho, preferían La Bahía. Julio Barrenechea, elegido presidente dela FECH con René Frías Ojeda de vicepresidente, renovó la Fiesta de losEstudiantes que, luego de su apogeo como Fiesta de la Primavera en laque participaba toda la ciudad –”el carnaval de Santiago”–, había de-caído por desmanes en un banquete final en el Club Hípico. La reinano sería elegida por un jurado de señores de sociedad –entre sus hijas–sino por el voto de los estudiantes, en democracia. Habría una feriaartística anual en el Museo de Bellas Artes, inaugurándose la primeracon un concierto de ochenta organilleros chilenos que tocaron al mis-mo tiempo; también festival de teatro universitario, tradición que tomógran vuelo con participación de todas las facultades.

Alberto Rojas Jiménez fue poeta muy querido, personaje de la no-che santiaguina. Enorme fue la conmoción cuando murió al ser expul-sado, sin chaqueta en una noche de invierno, de la Posada del Corregi-dor. En el cementerio se reunió un pequeño grupo de grandes del artelocal: Julio Barrenechea –que le hizo la despedida con su célebre ora-toria–, Diego Muñoz, Homero Arce, Vicente Huidobro, Antonio Rocodel Campo, el pintor “Lalo” Paschín Bustamante y Tomás Lago. Neru-da estaba en Barcelona, pero bautizaría después el bar de su casa deIsla Negra con el nombre del que consideraban el más vanguardista detodos: Alberto Rojas Jiménez.

El diario La Hora era otro punto de encuentro en esos años. Allí seencontraban colaboradores de la generación anterior como JoaquínEdwards Bello, Emilio Rodríguez Mendoza –el amigo de Rubén Darío–y Augusto D’Halmar con Salvador Reyes, Barrenechea, Juan de Luigi yManuel Eduardo Hübner de la nueva generación.

Entre los refugiados peruanos, varios de ellos personalidades cul-turales, llegó Luis Alberto Sánchez al caserón de la Editorial Ercilla,calle Monjitas cerca del Forestal. Sociable y siempre bien informado,creó ahí otro lugar de encuentro y difusión de los escritores locales, algrado de publicar un libro diario.

Propiedad de Ismael Edwards Matte, quien apostó a los autoreslocales sabiendo que vendían mucho menos que cualquier europeo,editó entre otros a Vicente Huidobro, Mariano Latorre, Neruda, EdwardsBello, D’Halmar, Subercaseaux, Barrenechea, Hernán del Solar, LuisEnrique Délano, Salvador Reyes, Fernando Santiván y Raúl Silva Cas-tro. Los años 1936 y 1937 fueron de apogeo, con tirajes importantes yun creciente número de lectores. Por primera vez, en cada casa con

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ciertos recursos había libros chilenos de autores contemporáneos, augeque se tradujo en la aparición de secciones literarias en cada diario yrevista.

El Premio Municipal de Santiago era un estímulo consagratorio.Por entonces, 1936, el de novela lo obtuvo Mariano Latorre; el de poe-sía, Julio Barrenechea; el de teatro, Armando Moock, todos nombresimportantes. Se multiplicaron los salones literarios, los recitales, el Ate-neo de Santiago cobró nueva vida, la Sociedad de Escritores era unainstitución de prestigio nacional, los clubes de señoras invitaban poe-tas a sus tertulias y varias mujeres alcanzaron un sorprendente prota-gonismo de género: Inés Echeverría, Gabriela Mistral, Marta Brunet,María Monvel, Blanca Errázuriz, Rebeca Subercaseaux, la primera al-caldesa de Santiago Graciela Contreras (esposa de Oscar Schnake), al-gunas con tertulias en sus casas como Inés Echeverría y María Monvelque se transformaron en talleres literarios.

La Guerra Civil Española reforzó los lazos con la cultura de esepaís. Tres tandas diarias de zarzuela llegaron a montarse en el TeatroSantiago, desde la de la tarde familiar hasta la de trasnoche para losbohemios. También se acercó Chile a México, el país que con su orgu-llo ancestral parecía encabezar un proceso de creación artística y cultu-ral de interés para toda la América Latina. Las universidades locales,con alumnos de Colombia, Venezuela, Ecuador, entre ellos varios queserían presidentes de sus países, daban vida a una Iberoamérica quetrenzaba lazos y se expandía con una identidad fuerte expresada enlibros, revistas, giras de conferencistas, congresos y actos de adhesión alos republicanos españoles.

Varios jóvenes socialistas llegaron por entonces al parlamento, pro-tagonistas o cercanos a la naciente cultura común hablada en español:Manuel Eduardo Hübner, Ricardo Latcham, Julio Barrenechea... Im-pulsan la creación de la Orquesta Sinfónica Nacional que tuvo apoyotransversal y también enemigos, los que sólo querían estímulos para elfolclor, las tonadas, la música tradicional.

La Guerra Civil Española cambió el ambiente. Gabriela Mistral de-nunció desde Europa el control comunista de los movimientos antifas-cistas libertarios, pero ello no impidió que se avanzara en Chile haciaun “frente popular y democrático, antifascista y pluralista”. Se dividióácidamente el mundo cultural y en las noches aparecieron bandas conlaques y cadenas, dispuestas a romper cabezas.

La llegada de Neruda, ahora comunista, alentó la causa. Con susamigos fundó un diario con ese nombre, Frente Popular, y también unaAlianza de Intelectuales, similar a las que ya existían en Europa conmiembros como Picasso, Romain Rolland, Tristan Tzara, Thomas Mann,Malraux y Jacques Maritain: los creadores unidos contra el fascismo.También se fundó una revista, la Aurora de Chile, con un Consejo Edito-

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rial integrado por Neruda, Barrenechea, Alberto Romero –autor de LaViuda del Conventillo–, Gerardo Seguel –estudioso de la literatura colo-nial–, Diego Muñoz, Rubén Azócar y Luis Enrique Délano.

Délano partió de representante a Europa y se le despidió en la ca-sona que tenía Julio Walton en Teatinos esquina de Agustinas, la quetambién era editorial, librería y tertulia, un lugar muy animado y có-modo por estar entre el centro y el barrio Brasil. La fiesta también fueuna despedida del lugar porque estaba próximo a demolerse para cons-truir allí un hotel elegante, el Carrera.

La filial chilena democrática y antifascista –con mayoría de radica-les– abrió su sede en una casona de Santo Domingo. El Mercurio lesabrió espacio para difundir sus actividades gracias a que Roberto Aldu-nate, Mariano Latorre y Luis Durand, los maestros del criollismo na-cional, se habían integrado. La Alianza se instaló al principio en LaPosada del Corregidor, con la ventaja de tener ahí mismo cantoras quetocaban guitarra e interpretaban cuecas y tonadas de campo; no cerra-ba sus puertas a ninguna hora. Ahí llegaron Romero y Neruda, TomásLago, Juvencio Valle, Guzmán Cruchaga, Hernán del Solar, Pedro Sien-na, Matilde Ladrón de Guevara, Antonio Acevedo Hernández, Anto-nio Roco del Campo, Luis Vargas, María Tupper...

El triunfo de Pedro Aguirre Cerda, hombre ilustrado, fue favorablea la cultura. Publicación de obras literarias chilenas y extranjeras sobreChile; edición de obras folclóricas para niños; apoyo oficial a las arte-sanías de Doñihue, Peine, Chonchi, Quinchamalí y Pomaire; creaciónde la Primera Exposición Internacional de Arte Popular... En un encuen-tro de comisiones culturales americanas se destacó el ejemplo de Chile,cuyos institutos binacionales de cultura eran puertas abiertas al mundoy permitían que docenas de chilenos se perfeccionaran en Europa.

Al año siguiente un grupo de parlamentarios intelectuales propicióla creación de Premios Nacionales para fomento de las artes. Después,ante el Ministerio de Relaciones Exteriores, el grupo planteó e impulsóla creación de Agregados Culturales en las embajadas de mayor rela-ción con Chile.

Vascos y catalanes, muchos seleccionados intencionadamente porNeruda como cónsul en España, abrieron nuevos horizontes. Los nacio-nalistas vascos escogieron al chileno Agustín Edwards MacClure, el fun-dador de El Mercurio de Santiago, como su representante ante Francoquien tenía tres mil prisioneros de esa raza. Así, dos chilenos quedaronen primera línea en el País Vasco, Neruda y Edwards, y ello favoreció lainmigración. También Gabriela Mistral asumió un rol activo al ayudar ahuir profesores de España mediante el Instituto de Cooperación, y tam-bién colaboró donando los derechos de Tala para los niños vascos.

La Alianza de Intelectuales recogía alimentos, ropa y medicinas porlas calles mientras los refugiados se reunían cada noche en el Café Mira-

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flores, lugar a cargo de un cocinero vasco, Joaquín Berasaluce. Variosde ellos serían protagonistas de la cultura en Chile: Antonio RodríguezRomera, Vicente Mengod, los Tarragó, Germán Rodríguez Arias el ar-quitecto de “La Chascona” y decorador del café Miraflores–; luegovendrán el escenógrafo Santiago Ontañón, el poeta Antonio Apari-cio –revelación joven en España–, el arquitecto Fernando Echeverría,Arturo Soria...

Mauricio Amster renovará la tipografía en Chile; “el Toesca de loslibros” fue quien compuso, entre docenas de libros, el Resumen de laHistoria de Chile, de Leopoldo Castedo, otro viajero del Winnipeg. Ro-dríguez Romera escribe la Historia de la Pintura Chilena y será el presi-dente del Círculo de Críticos de Arte de Chile; Vicente Salas Viú publi-ca La Creación Musical en Chile y dirige el Instituto de Extensión Musicalde la Universidad de Chile; Castedo comienza con la Historia Ejemplarde Santiago de Chile y sigue con el citado Resumen, culminando con susFundamentos Culturales de la Integración Latinoamericana y una inmensalabor en torno al arte latinoamericano con vastos registros fotográficosy cinematográficos entre los que destaca La Respuesta, el histórico do-cumental del maremoto de Valdivia.

En el Miraflores se reunirían con los refugiados algunos chilenos,Neruda, Barrenechea, Camilo Mori, Vicente Huidobro, Acario Cota-pos, el cineasta Patricio Kaulen, Lily Garafulic, Inés Puyó, el argentinoGodofredo Iommi. A sus mesas se sentarían extranjeros tan célebrescomo León Felipe, Dámaso Alonso, Rafael Alberti y Américo Castro.Los De Rementería fundan el célebre Capri, uno de los centros máselegantes y animados de la noche santiaguina.

Con recursos de los inmigrantes nace la editorial “Cruz del Sur”que se estrenó, por agradecimiento a su nueva patria, con una Colec-ción de Autores Chilenos inaugurada con Alhué de José Santos Gonzá-lez Vera. Además, fundaron más tarde un Archivo de la Palabra que seinaugura en 1947 con Neruda leyendo “Alturas de Machu Picchu”.Varios fueron decisivos a la hora de crear el Teatro Experimental de laUniversidad de Chile, inspirado en el teatro La Barraca de Federico Gar-cía Lorca, y cuyos primeros ensayos se hicieron en el local de la Alianzade Intelectuales. El mismo origen tuvo el Teatro de Ensayo de la Uni-versidad Católica, con la pasajera Montserrat Julio, del Winnipeg.

El poeta Barrenechea, elegido presidente del Comité Pro Refugia-dos Españoles e integrante del Instituto de Ayuda a los Refugiados Es-pañoles y Judíos, viajará a México y Estados Unidos, en busca de másespacios de acogida para los perseguidos del Viejo Mundo, tarea en laque los poetas chilenos se granjearon el reconocimiento de la intelec-tualidad europea.

A fines del año 1941 murió sorpresivamente Aguirre Cerda. Losucede Juan Antonio Ríos a quien correspondió, en noviembre de 1942,

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firmar el decreto creador del Premio Nacional de Literatura. Tampocoterminará vivo su gobierno, el apogeo radical llegaba a su fin.

EL POETA VERTICAL

Neftalí Reyes vino a dar a la capital, anduvo pateando las piedras de lapobreza, se transformó en Pablo Neruda –alquimia urbana– y se fue alLejano Oriente. Después vuelve, sale, se va una y otra vez. Al final laciudad de Santiago, con tantos amigos, se le fue enredando y le fuecreciendo: con Michoacán en La Reina, La Chascona en Bellavista y elterreno de Lo Curro que compró tan temprano; es uno de los primerospropietarios de ese paraje que loteó la familia Rabat.

A Ramiro Insunza Figueroa, hijo de amigos cercanos, le encargóeste proyecto de La Manquel, la casa del manque, del cóndor, porqueasí quiso sentirse en esa estribación de la cordillera. Él, que tanto an-duviera por las veredas frías, aterido –calle Maruri 513, calle GarcíaReyes 23–, finalmente desplegará las alas al sol. Lo notable, aunque nodebería impresionarnos por su notable ojo geográfico, topográfico ehidrológico, es que haya comprado un terreno tan espectacularmenteubicado para contemplar toda la cuenca del Mapocho con una vista dedoscientos cincuenta grados. Al Nororiente el valle de La Dehesa y lasalturas del cerro La Paloma, Vitacura al frente, el San Cristóbal y elSanta Lucía al Poniente, un pleno dominio visual de la región. De allídebió mirar Pedro de Valdivia la región en 1540, cuando esos eran lostres espacios del valle, con el cacique Huara Huara, Mapocho arriba, elcuraca Vitacura en la zona que lleva su nombre y Huelén Huara dondefundaría la ciudad.

Ahí en la Vía Azul N° 4640 encontró Neruda el punto de la mejorperspectiva. ¿No es eso el Canto General, el hallazgo de un mirador parareescribir toda la historia de América?

Siempre, en el Instituto Pedagógico con las tertulias de amigos, enla Alianza de Intelectuales, la Sociedad de Escritores, el poeta fue undinamizador de Santiago y sus instituciones culturales. Los testimo-nios están. En una ciudad donde todo el mundo pasa sin dejar huella,La Chascona vive a los pies del San Cristóbal, cerca de una quebradapoblada de pájaros; casa llena de campanas, copas y esculturas, verda-dero santuario de la poesía nacional, suerte de eco de su cerro Ñielol deTemuco y entonces con un rumor de agua al fondo del terreno, el Ca-nal de Santo Domingo: “La casa chascona con agua que corre escri-biendo en su idioma”... En ella se recluirá con Matilde Urrutia, la queconociera ahí cerca en un concierto en el Parque Forestal. Necesita lanaturaleza, la misma que siente y que Luis Oyarzún le explica –poetasabio de floras y faunas– cada vez que salen hacia Buin, Curacaví oMelipilla.

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La ciudad no era la misma cuando Neruda, rodeado de su numero-sa corte, anima la noche. Porque no se sometió a la brutal monotoníade las calles rectas, al deambular amargo y sin destino. Hombre deacción, a esas horizontales opuso el poder de lo vertical. Y se sumergióen lo más genital de lo terrestre, en el abismo donde la materia se hacea sí misma, búsqueda esencial, y luego ascendió a las cumbres andinascargado de voces que recogió en las profundidades. Para ofrecerlas almundo.

Santiago, lejos de todo, se posiciona en el planeta de un modo po-deroso gracias a ese audaz escamoteo geométrico. En una ciudad depersonajes congelados establece Neruda un drama intenso de actoresinmortales: Manuel Rodríguez, Diego Portales, José Manuel Balmaceda,Luis Emilio Recabarren; los extrajo de la piedra, los resucitó para ofrecerun futuro distinto, menos horizontal, hecho de abismos y cumbres.

Insatisfecho con el presente se hunde en las raíces y el pasado enbusca de los signos perdidos, la inocencia olvidada. De allí emerge unasuerte de Ciudad de los Césares, pero más real, obra de la historia y nosólo de mitos: “La ciudad como un vaso se levantó en sus manos”...

El escenario geográfico, desgastado por el criollismo, reaparece ensus palabras y con él también su habitante: “El hombre tierra fue, vasi-ja, párpado/ del barro trémulo, forma de la arcilla”...

Todo se transforma gracias al verbo:“Luego tierra y océanos, ciudades/naves y libros, conocéis la histo-

ria/ que desde el territorio huraño/ como una piedra sacudida/ llenóde pétalos azules/ las profundidades del tiempo...”

Su terreno, con su casa casi terminada en Lo Curro, debiera ser unmirador del valle del Mapocho, un notable espacio público con museo.

DESCUBRIR CHILE

Geógrafos, arqueólogos, antropólogos, genealogistas, lingüistas, innu-merables cultores de Ciencias Sociales y Ciencias Naturales han edifi-cado el país. Por la escasez de recursos abundan entre ellos los apósto-les laicos tocados por la llama del conocer; el conocer para ser más, sermás para vivir, vivir más. Alcanzar a estar vivo antes de morir dejandode regalo una nueva imagen del país, el territorio, la ciudad, la socie-dad en que vivimos.

No es casualidad que la Sociedad Chilena de Historia y Geografíahaya nacido al calor del Centenario, marcada por un deseo de pensarChile que es también una voluntad de construirlo. Al alero de la socie-dad se multiplicarán los cultores, surgirán una revista fundada en 1911que no cesa de aparecer hasta hoy y entidades como la Academia Chi-lena de la Historia.

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Tal como Neruda buscó una mirada propia desde donde descubrirAmérica Latina en la poesía, lo mismo hizo el historiador Eugenio Pe-reira Salas, también nacido en 1904 e igualmente formado en el Insti-tuto Pedagógico de la Universidad de Chile. Vidas paralelas.

De familia más acomodada el historiador podrá perfeccionarse enla Universidad de París, en Alemania y Estados Unidos. En sus investi-gaciones, por los rincones no oficiales de la historia, comienza a en-contrar otra América: en la gastronomía local, el folclor, los juegos co-loniales, la arquitectura, la música, el teatro, la pintura, ámbitos dondevio un mestizaje ausente en los textos oficiales que parecían no reco-nocer ni las culturas aborígenes ni la importancia creativa de la Colo-nia como tiempo de fusión original.

Ante los escépticos, que por los brillos aztecas e incásicos dabanvuelta la hoja de las etnias precolombinas chilenas, y ante el esplendorde los grandes virreinatos menospreciaban la Colonia en Chile, apos-tando todo al siglo XIX republicano como primer período de interés,comenzó a desplegar un mapa artístico y cultural diferente, de raícesvivas que explican procesos contemporáneos.

Maestro reconocido en todo el continente, fundador del Institutode Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Londres, profesoren las universidades de Chicago y Berkeley, formador de discípulosdestacados que proseguirían su obra reveladora, demostró que Chiletenía mucho más que un siglo y medio de historia. Como Neruda en elCanto General, sacó a la luz un pasado vasto y complejo, un Chile anti-guo inscrito en una América milenaria: “llenó de pétalos azules lasprofundidades del tiempo”.

Un poco más joven, nacido en 1915, Mario Góngora acometió otratarea fundamental. Mejor alumno de Derecho en su promoción de laUniversidad Católica y además formado en Historia y Geografía en laUniversidad de Chile, sus trabajos sobre los encomenderos e inquilinosde Chile central harán emerger los rasgos de la sociedad chilena connuevas luces. Maestro en las dos universidades que lo formaron, susestudios sobre historia de las ideas en Chile, el rol del Estado en Chile,la sociedad chilena, fueron fundamentales para una serie de estudiosposteriores que revelaron la originalidad de la historia nacional; la na-ción chilena fue obra de un Estado que, fundamentalmente a través dela educación, forjó la unidad nacional y también una clase media dis-tintiva. Con sus liceos de excelencia, con diversidad social, política yreligiosa, el Estado hizo país y dio sustento a la democracia.

Pereira Salas fue el primer Premio Nacional de Historia, Góngoradel Campo, el segundo.

Un tercer coetáneo es el historiador Jaime Eyzaguirre. Abogado dela Universidad Católica como Góngora, como él se interesó en el so-cialcristianismo difundido en Chile por el jesuita Fernando Vives. Pero

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el tema religioso será más central en su obra, se alineará con la intelec-tualidad católica; líder incansable fundará una tras otra varias revistasen la Universidad Católica y luego asumirá el Boletín de la AcademiaChilena de la Historia. Vivió con pasión la historia, marcando territoriosy arriesgando –a diferencia de los dos anteriores– toda clase de conflic-tos y contiendas por su acentuado hispanismo.

La ausencia del sentido de la historia era su dolor de Chile, a subsa-narla fueron sus esfuerzos y libros: Ventura de Pedro de Valdivia, O’Higgins,Fisonomía Histórica de Chile, Hispanoamérica del dolor, primer tomo de unaHistoria de Chile... Chile no podría ser Chile sin recuperar su pasadohispano. Negarlo, ningunearlo, ignorarlo, impedía la construcción dela nación; era, como el período romano de Inglaterra, un proceso fun-dacional insoslayable. Olvidarlo, como lo hicieran y hacían tantos crí-ticos de España y de la Iglesia Católica, bloqueaba el desarrollo culturalchileno dejando el país indefenso ante cada nueva moda intelectual oartística de las metrópolis, sin una base propia desde donde rechazar oasimilar lo externo.

Cada generación requiere una relectura de su pasado desde su pre-sente; estos tres santiaguinos, nacidos en torno a 1910, avales de lossiglos indígenas, españoles y mestizos, redondearon esa misión.

DONOSO, EDWARDS, LAFOURCADE

La generación siguiente, del 50, tuvo en Il Bosco un restorán emble-mático donde confluirían José Donoso, Enrique Lihn, María ElenaGertner, Enrique Lafourcade, Claudio Giaconi y tantos otros. Cerca dela Biblioteca Nacional, de donde emergían algunos con los ojos opacosluego de estar tardes enteras leyendo. Partirán después a “picás” popu-lares, submundos con bailongos y mujeres como el del bar El Triunfo, elCafé Cerdeña, lo que alimenta novelas y cuentos de esos barrios pobreso de mansiones descuidadas, trozos de una ciudad que alguna vez fuey que ahora se desmentía con ventanas tapiadas, habitaciones clausu-radas, jardines invadidos de malezas.

La ciudad estalla en la segunda mitad del siglo XX. Queda muyatrás el orden del Barrio Cívico, imagen de Estado poderoso, controla-dor, benefactor, omnipotente. Se fragmenta el país políticamente, sefragmenta la sociedad y se fragmenta finalmente la ciudad que es suretrato: en el paso del ciudadano a la masa urbana latinoamericanaquedan millones de huérfanos sin padre estatal, ahora entregados a supersonal búsqueda de alimento, compañía y calor.

Llega a Santiago el siglo XX y nadie cree ya en el criollismo, lotelúrico, lo chileno “esencial” de las salitreras, puertos y estepas maga-llánicas. Es el existencialismo escéptico, el nihilismo individualista deun hombre contemporáneo y urbano que apenas respira por su propia

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angustia. Mal puede subirse al estrado para anunciar una buena nue-va, un futuro radiante. Con Sartre, Joyce, Kafka, Mann, el universointerior del hombre, su densidad sicológica, parecen más que suficien-tes a la hora de explorar una realidad en la que se sufre de aislamientoy falta de certidumbres. Como dice Jorge Edwards citando a Borges,“mi patrimonio es el universo.”

El hombre civilizado, el del modelo europeo, ha degollado a suhermano en los campos de batalla. Son millones los muertos, billones,y los caminos recorridos parecen todos inservibles.

Hay que mirarse al espejo, dentro de los ojos. José Donoso arrien-da un taller en Bellavista 64 y ni siquiera la paz de ese barrio le resultasuficiente; se va a El Canelo, en el Cajón del Maipo a escribir su novelaCoronación (1957). Como en otros coetáneos de su pluma emerge unmundo patético, deforme, estúpido, dominado por una alta sociedaddecadente e incapaz de enfrentar el escenario nuevo. Es una sociedadque es la de siempre, la de los encomenderos y hacendados, que estápróxima a perder, con la Reforma Agraria, sus últimos refugios. Uncaserón en Santiago, invadido por el polvo, la locura, las pasiones re-primidas, será su escenario. Dios está tan lejos, la fe antigua. El pecadoes lo humano y cercano.

Jorge Iván Hübner los azota desde El Diario Ilustrado, el 10 de mar-zo de 1959: “filosofía subyacente o manifiesta desesperanza; ambientepagano, materialista, a veces de abyecta sordidez; predilección por lasmiserias humanas (ebrios, delincuentes, meretrices, afeminados), yafán realista que se solaza en las escenas chocantes y las palabras pro-caces”.

Las insolencias de la difícil juventud darán paso a las búsquedasindividuales, en ese proceso irán descubriendo que el Chile anteriorescondía numerosas claves disfrazadas debajo de las modas de época.Más acá de Rimbaud o Breton habrá un Lafourcade construyendo unamitología de los años treinta, coleccionista de rincones de las bohemiasanteriores, teatros de barrio, pobrezas y locuras de poetas ya muertos;en ese avanzar de crónica en crónica en las páginas de El Mercurio setransforma en un puente insoslayable con el pasado: el cultor de lamemoria viva.

Edwards también vuelve sus ojos atrás en busca de claves, tras sutío Joaquín o siguiendo las huellas de Joaquín Toesca para escribir Elsueño de la historia, una novela con epicentro en la Plaza de Armas afines de la Colonia; ahí encuentra un momento, de arte ilustrado eincomprendido, que vuelve a asomar en los años de Pinochet y en lamisma plaza cuando la condición de artista volvió a ser, una vez más,causal de sospechas. También se rearma Edwards a sí mismo en torno aun miembro de generaciones anteriores, Neruda, que será su palancapara mover el mundo. Le lloverán honores y premios como a su padri-

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no, será rostro de la cultura chilena en los palacios españoles y france-ses, imagen de Chile.

Y Donoso con sus numerosos discípulos y su presencia en el boomlatinoamericano, otro rostro de alcance continental con cátedras enEstados Unidos dedicadas a su obra, donde seguirá más vigente que enChile. Mirándose a sí mismos, Lafourcade, Edwards y Donoso reen-contraron el país, la historia, la ciudad con sus calles y rincones, suspropios barrios. Los jóvenes rebeldes terminan nutriendo la tradiciónlocal, devinieron figuras clásicas.

DE CÉZANNE A MIRÓ

A las artes visuales también les llega el siglo XX. A ellas desde antes,pero siempre puertas adentro, lejos del público. Tuvo que venir algo defuera, como la gran exposición “De Manet a nuestros días” que presen-tó el Museo de Bellas Artes en 1950, con cuarenta mil espectadores,para que el público lo aceptara; pero especialmente con la “De Cézan-ne a Miró” que fue un verdadero fenómeno de masas, el primero, enque con medio siglo de atraso el arte del siglo XX es reconocido engloria y majestad en el país.

Gracias a la dirección del Museo de Arte Contemporáneo a cargodel escultor Federico Assler, quien consiguiera el apoyo de empresasprivadas; el MOMA de Nueva York prestó originales de Manet, Picasso,Braque, Manet...

El país se volcó a la Quinta Normal en esos días. Un colegial deConcepción vino como muchos, en viaje de curso, y su vocación seplasmó al recorrer esa muestra. Guillermo Muñoz Vera terminó ha-ciendo una carrera descollante en España donde su Fundación Araucomantiene a cien alumnos en formación artística. Desconocido en elpaís, sólo será descubierto con su enorme díptico instalado en La Mo-neda; en un cuadro Salvador Allende saludando desde un balcón delpalacio, en el otro exactamente el mismo lugar pero con el hueco deja-do por las bombas lanzadas por los Hawker Hunter el 11 de septiembrede 1973, contraste resaltado por el hiperrealismo de Muñoz Vera.

Ahora con la misión de pintar la Estación La Moneda del Metro,dieciséis cuadros, su presencia en la ciudad será insoslayable. Y no haolvidado nunca que todo comenzó con ese paseo de curso a Santiago,con la experiencia de ver originales de grandes maestros en vivo y endirecto, la emoción palpable que irradia una obra y ninguna reproduc-ción logra transmitir.

Al gran instigador de la exposición, Federico Assler, la ciudad no lepagó con la misma moneda. Años después presentó una muestra desus esculturas de hormigón en la terraza del Instituto Cultural de Pro-videncia. Los vándalos fueron informados y provistos de martillos enla misma noche inaugural hicieron polvo todas sus obras.

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No todo fue pérdida: quedó la indignación. Germán Bannen, ar-quitecto municipal, propuso a la alcaldesa Carmen Grez crear un Par-que de las Esculturas junto al Mapocho, donde la ciudadanía podríaeducarse en la contemplación de obras de los principales escultoreschilenos contemporáneos. Así se hizo y hoy la ciudad cuenta con unespacio público, controlado, para ellos. Las históricas exposiciones abrie-ron el camino para que emergieran, al fin, galerías de arte visitadas porpúblicos masivos.

EN EL PARQUE FORESTAL

A José María Peña, el notable creador del Museo de la Ciudad deBuenos Aires y de su artístico Barrio Santelmo, le preguntaron cómosurgió su vocación; dijo que de visitar a un primo chileno, Carlos PeñaOtaegui, el autor de Santiago de siglo en siglo, un enamorado de su ciu-dad con el que asistía a las Ferias de Bellas Artes del Parque Forestal deSantiago.

Ahí se preguntó, y Buenos Aires por qué no. Eran los años cin-cuenta y Germán Gassmann, Lorenzo Berg, Tomás Lago, amigos delarte y las artesanías, habían creado una tradición de primavera junto alRío Mapocho. Los escritores sentados bajos los árboles y firmando suslibros, los pintores con atriles, los artesanos, ofrecían sus creaciones.Así surgen las primeras ferias del libro, en ese lugar y con ese ejemplo,y también, desde 1974 asumida por la Universidad Católica y a cargodel mismo Lorenzo Berg, la Feria Tradicional del Parque Bustamante.

Con unas y otras los parques se inundaban de público. Los mim-bres de Manzanito, maestro de maestros; los tapices de Herrera y lasarpilleras de Violeta Parra encontraron un lugar. Las piedras de Chile,ágatas de Casablanca, turquesas y combarbalitas del Norte, el lapislá-zuli y el ónice –notables en las creaciones de Juan Reyes y Alicia Cáce-res–, además del cobre y las maderas de los bosques de Chile, ascendie-ron al mundo de los creadores. Quedó en la memoria colectiva,indeleble, ese origen en el Parque Forestal y junto al río, las tardes deprimavera cuando artesanos e intelectuales, vecinos en idénticos y sen-cillos puestos de postes y paja, lograron un contacto con el público queno tuvieran nunca antes.

En esas riberas donde los arqueólogos encontrarían oscuras y be-llas cerámicas de trescientos años antes de Cristo, rojo y salmón, blan-co y negro, decoradas con incisos o con hierro, también una fina ydelicada cerámica roja englobada, de hombres que vieron pasar lasmismas aguas andinas oscurecidas de fragmentos y polvos mineralesde la cordillera cuando aún las aves marinas y las gaviotas remontabansu curso hasta este lugar. Muchos hombres arcaicos se irían instalando,clanes, a lo largo del generoso río. Tantos que según algunos Mapocho

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viene de Mapuche, nombre posterior derivado de la vital presencia desus aguas: La Tierra de la Gente.

CARMEN 340

Neville Blanc ha estado juntando material en torno a un lugar que fueepicentro de los años sesenta, la casa de Carmen 340 donde se instalóla Peña de los Parra, lugar de una tertulia espontánea y casi permanen-te de músicos y artistas plásticos que se transformó en “peña”, un díacualquiera cobrando entradas, ofreciendo un vaso de vino con unaempanada y pebre, mate a discreción. Esta suerte de café concert crio-llo se multiplicaría por todo el país y, con sus propias leyes, fue gravi-tante en el triunfo de Allende en 1970. Por su poética, mística y capa-cidad de ofrecer imágenes de futuro.

Cinco fueron los años de su apogeo, desde que se transformó enpeña ese día de 1965. Carmen 340 era –lo es todavía– casi una postalde la típica casa chilena urbana. Un piso, muros blancos, mampara enel ingreso, patio de luz de pequeñas dimensiones, un parrón más am-plio al fondo. Ángel e Isabel Parra, los autores, colocaron redes de pes-cador en las paredes, volantines en el techo, conchas de locos en lasmesas, velas, un brasero, tomaron la guitarra y en un muy pequeñoescenario, un entarimado como los de las casas coloniales, empezarona cantar. Lugar vivo, muchos músicos amigos también subían y pre-sentaban sus canciones; el público coreaba los temas que se fueronhaciendo populares y al poco tiempo el lugar fue un laboratorio artísti-co con venta de discos y artesanía. Nacía, sin ese nombre todavía, “laNueva Canción Chilena”. Sin ser folclórica tampoco, porque acogióinfluencias del folk, del soul, de los trovadores franceses, aunque inclu-yera instrumentos, formas y timbres folclóricos.

Dicen que la primera en jugar con las tradiciones, libre, fue VioletaParra. En París estaba el año 1962, con sus arpilleras que le exhibiera elLouvre –después de no lograr buenas críticas en la Feria de Artes Plásti-cas que se hacía en el Parque Forestal...–, cuando le llegó la noticia de lamatanza en la población José María Caro donde se habían llevado presoa su hermano Roberto. Lo supo por correo y ahí compuso “La Carta”que fue Carta Fundamental; una composición que marca a Ángel e Isa-bel y a varios otros. Bajo esa intuición surgió la Peña de los Parra.

Víctor Jara, los Quilapayún, Patricio Manns, Rolando Alarcón, LosCuracas, Sergio Ortega, Tito Fernández, toda una generación dotada ycreativa se puso a componer. No era un mundo aislado ni ensimisma-do. La trova francesa de Georges Brassens y Jacques Brel; los urugua-yos Daniel Viglietti y Alfredo Zitarrosa; los argentinos Atahualpa Yu-panqui, Mercedes Sosa y Jorge Cafrune; el cubano Carlos Puebla, elbrasileño Chico Buarque de Holanda, Bob Dylan y Joan Báez de Esta-

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dos Unidos, incluso lo que estaban haciendo Los Beatles en Inglaterrafueron parte de una misma corriente de energía experimental. Unanueva cultura: la contracultura.

Incluso en Chile, con tendencias variadas, hubo búsquedas simul-táneas que también influyeron para masificar las búsquedas musicaleslocales: Los Jaivas, Inti Illimani –más andino, altiplánico–, Aparcoa,Los Blops, Congreso, Congregación, contribuyen a que miles de chile-nos jóvenes se transformen en público de peñas, compradores de losdiscos de DICAP (Discoteca del Cantar Popular), auditores del programaradial de René Largo Farías, lo que permitió que los músicos pudieranhacer giras, tener varios escenarios, cobrar derechos de autor, ser artis-tas. La misma estética de los afiches y portadas de los discos, de loshermanos Antonio y Vicente Larrea, o de René Olivares para Los Jai-vas, contribuyeron a llevar las búsquedas a lo visual e incluso a lasvestimentas con ponchos sureños, fajas indígenas, bolsos andinos.

Casas como la de Carmen 340 se volvieron solicitadas, se descu-brieron para vivir, tener talleres, en esos espacios que eran los mismosde la nueva narrativa latinoamericana. Era el futuro, internacional ylibertario, portador de un signo que recorría todo el mundo occidentaly que estremecía las universidades, un movimiento que parecía inexo-rable y que aquí surgía con colores propios. La Vicerrectoría de Comu-nicaciones de la Universidad Católica, en sus Festivales de la NuevaCanción Chilena, con Ricardo García de organizador, les dio un nom-bre y los consagró oficialmente al presentarlos en el gimnasio de laUniversidad y con evento final en un Estadio Chile lleno de gente des-de la primera versión, cuando se dio a conocer “La Plegaria del Labra-dor” de Víctor Jara, la que presentó junto con los Quilapayún.

Por la Peña de los Parra, de renombre ya internacional, pasaráneuropeos como Paco Ibáñez y Regis Debray; músicos americanos en lalínea de Joan Báez, Atahualpa Yupanqui y Daniel Viglietti, la mayoríade las figuras latinoamericanas de la época; la misma Violeta Parramuchas veces. Pero los años setenta apagan la explosión. El propioFestival de la Nueva Canción Chilena, asumido por la Secretaría Cul-tural de la Presidencia de la República al llegar Allende al poder, tuvoescaso público en 1971.

Juan Capra fue el mejor testimonio de los cambios de los tiempos. Élvivía desde antes en Carmen 340, pintor y músico admirado y solicitado,Él hizo de esa casa un lugar de encuentro permanente, él se la traspasó alos Parra cuando se fue a París donde grabó con los Quilapayún un LP en1968, el año de la revuelta estudiantil en la que participó.

De regreso en 1970, tras el triunfo de Allende, con su misma ima-gen física de artista, los vientos ya corrían en otra dirección; era unhippie y no se le abrieron las puertas. Detenido el 11 de septiembre,instalado en Nueva York gracias a gestiones de Carlos Martínez Soto-

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mayor, con una obra plástica que se vende bien, allá vive el desarraigo,la sensación del futuro desaparecido hasta volver, muchos años des-pués, a un Chile que no lo reconoció. En silla de ruedas, instalado enlas mañanas en el Paseo Ahumada donde ofrecía retratos frente al CaféHaití –era excelente en ellos–, y muchas tardes en la esquina de Lasta-rria con Villavicencio, no tenía ni los medios para entrar al Café delBiógrafo, lugar nuevo donde se reunían artistas e intelectuales tal comoen su casa en otros tiempos. De aspecto sospechoso para la policía,murió sin gloria.

Ángel e Isabel Parra intentarán después resucitar la Peña de losParra, la transformarán en museo de Violeta Parra, pero sin éxito. Lacasita de muros blancos, la música abundante de esos años, hasta lanarrativa del realismo mágico, habían sucumbido a los años ochenta.Aunque músicos y grupos por sí mismos, como Los Jaivas o EduardoGatti, prosiguieran construyendo sólidas trayectorias.

Un lugar único, por música, artista visual, recopiladora de folclorchileno, lo ocupa Violeta Parra. Una solitaria, provinciana modesta,que a los diecisiete ya andaba en Santiago cantando con su hermanaHilda –Las Hermanas Parra– en circos y quintas de recreo de barrio;también en El Patio Andaluz y en boites. En algunas radios –la mejorcompañía de la mujer por décadas– encontró apoyo. Sus cantos a lodivino y lo humano comenzarían a tener auditores aumentando losencuentros con cantores populares, incluso con largas giras al extran-jero donde tendrá más resonancia que aquí. En los años cincuenta al-canza una fuerza original, única, de mayor temperamento que el fol-clor tradicional; lo hace vigente, actual, creativo, un lenguaje de Chileque se expande a sus arpilleras y se acoge en la universidad, las feriasde artes, los centros culturales, los encuentros de escritores. En 1964 esla primera latinoamericana (también el primer latinoamericano) queexpone individualmente en el Museo del Louvre. De vuelta instalaráuna carpa en la esquina de La Cañada con Toro Zambrano, donde laMunicipalidad de La Reina le facilitó el uso del terreno. Atacada poruna neurosis depresiva, se suicidó dos años después, en 1967. Se sentíasola. Ojalá se materialice el proyecto de destinarle la casa del Forestal,frente al Bellas Artes, porque si hay un patrimonio intangible vivo ypoderoso, propio y en toda la Región, es el canto popular a lo humanoy lo divino, canto de gracias a la vida y al misterio de la muerte.

LOS RAMBLERS, LOS JAIVAS, LOS PRISIONEROSY LOS TRES

El rock tendría una larga vida. Mal que mal nació con buena estrellacuando el comité organizador del Campeonato Mundial de Fútbol 1962encargó su canción oficial a Los Ramblers. Esta banda produjo un éxito

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tan pegajoso, que se lo aprendió todo el país, vendido como ningúndisco anterior; su vocación masiva quedó asegurada. Uno tras otro apa-recieron los grupos, con nombres más o menos ingleses, que se encar-garían de avivar el ambiente musical.

Antes de terminar la década, 1969, una banda de signo distinto sepresentó modestamente en el Parque Bustamante Los Jaivas. Aunqueel público apenas sobrepasó los cien espectadores e incluso tuvieronque financiar ellos mismos su primer disco, otro fenómeno masivo ve-nía en camino; su siguiente disco, “Todos juntos”, vendió ciento veintemil copias sólo en el año 1972. El éxito internacional los llevaría aFrancia, Italia, Estados Unidos, a los principales escenarios del mundo.Grandes protagonistas de los años setenta.

Pioneros en su fusión de sonidos e instrumentos autóctonos conotros electrónicos, capaces de hacer vivir la Amazonia y los Andes enun mismo escenario, con la notable gráfica del dibujante René Olivaresen sus carátulas y afiches, abiertos a la generación anterior al rendirhomenajes musicales a Violeta Parra y Pablo Neruda, creativos y es-pontáneos y por lo mismo difíciles de clasificar, fueron la mejor expre-sión de un sentimiento de América Latina que corrió por esos añosdesde el Río Grande a la Patagonia disolviendo las fronteras.

“La voz de los ochenta” será asumida por una banda de tres jóve-nes de San Miguel, Los Prisioneros, cuyo humor áspero y radical y sudesesperanza ante la realidad del país logró sintonizar con miles deseguidores. Sus giras también congregarían miles de adolescentes, sutrayectoria igualmente les abriría las puertas de escenarios internacio-nales. Era la voz de la juventud urbana de clase media, de los jóvenesescépticos ante el Chile del presente y del futuro.

Bastó que tres compañeros del Liceo 6 de San Miguel se reunieran,dueños de sendos talentos –González, Narea y Tapia–, para que esarealidad sumergida aflorara gracias a un amigo, Carlos Fonseca, quecreyó en ellos y los impulsó a hacer una carrera profesional. Era el rocklatino, un reguero que también atravesó toda la América Latina ya sinlos sueños mesiánicos de Neruda y los años treinta y cuarenta, sin laesperanza de los años sesenta. Nada nuevo que esperar, vamos “Pa-teando Piedras”, según el título de su segundo disco en 1986, un men-saje que el aparato de gobierno intentaría vanamente acallar. Las gi-gantescas concentraciones de la Campaña del No en 1988, en la AvenidaVicuña Mackenna, en la carretera Norte-Sur, les darían toda la reper-cusión posible. Les siguieron Los Tres, banda dirigida por Álvaro Hen-ríquez y con el mismo sello amargo e irónico de sus compañeros degeneración, el espíritu ochentero.

El arte más popular encarnó así los momentos del país, el estado deánimo de cada década, desde la ilusión latinoamericanista y visionaria,esperanzada de Los Jaivas, capaz de llamar a un mundo unitario (“Para

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qué vivimos separados, si la tierra es una sola no más”) hasta la pro-funda decepción vital de una generación que no reconocía ningún lla-mado, mensaje o discurso que la agitara.

Luego vendrán las muertes inesperadas en el seno de Los Jaivas,pero quedan sus monumentos, especialmente el “Alturas de MachuPicchu” que iluminó el sombrío Chile de fines de los setenta. Y lasguerras verbales de Los Prisioneros, Jorge González versus Claudio Nareay el país ya no será el mismo pero habrá una generación que se sintióviva y presente, aquí y ahora, gracias a su áspera propuesta. Y se re-cuerda el himno del mundial de Los Ramblers, simple e ingenuo, comotestimonio de un país que se movía en esos parámetros en los días enque, por primera vez, sonó un rock en las radios chilenas. Ya habíanhecho historia, todos.

EL SEÑOR DE LOS HUACOS

El país conoció a Sergio Larraín García Moreno cuando, gracias a suscolecciones de arte precolombino, se pudo abrir el museo respectivoen el Palacio de la Real Aduana, en Bandera esquina Compañía. Perosu relevancia era mucho mayor y anterior a ese gesto, su trascendenciaen diversos campos lo tenía, hace rato, transformado en personaje cul-tural.

Pero no en relación al mundo del pasado americano sino en laconstrucción del futuro con huellas europeas. Es uno de esos chilenos,como Roberto Matta y Vicente Huidobro, capaces de llegar a París,Berlín, y dialogar sin ambages con las mayores personalidades del vie-jo continente. En los años veinte –su familia huyó de Alessandri Pal-ma, de la revolución que se anunciaba en Chile en 1919– llega a laspuertas de la Bauhaus, el principal centro arquitectónico mundial delmomento y se relaciona con Marcel Breuer. En París visita a Le Corbu-sier, varias veces. Volverá a Chile convencido de que la modernidad seconstruye diferente en cada lugar, que América es otra realidad, conotros parámetros y desafíos. Cuando regresa, 1929, años de la dictadu-ra de Ibáñez, pocos podían sintonizar con esa mirada. Tendrá la fortu-na de contar con un primo arquitecto y exitoso, Jorge Arteaga, que leconfía la tarea de hacer un edificio grande y céntrico: el Oberpaur en laesquina de Huérfanos con Estado, el primero moderno de Chile, elprimero también con escaleras mecánicas. El siglo XX llega a la arqui-tectura local.

Elegido regidor por Santiago como representante del Partido Con-servador, lo visita Neruda para que, como cristiano, se una a los comu-nistas contra el avance nazi en Chile. Organizador eficiente tendrá ofi-cinas, diario, espías; el gobierno inglés lo nombra agente encargado delServicio de Inteligencia Británico en toda América del Sur. En todo

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destaca, intelectual y eficiente; pronto es el presidente de la Sociedadde Amigos del Arte, esa que funcionó en la Posada del Corregidor ydonde Neruda leyó obra inéditas. También será socio fundador de laAcademia Chilena de la Historia, el N° 1, aunque, como él dijera, porsu formación europea ni supiera “quién era Bernardo O’Higgins”.

Nunca perdió el contacto con el viejo mundo e incluso armó unaempresa para que los cineastas franceses, limitados por la ocupaciónalemana, filmaran aquí. Alojados en el Hotel Crillón gastaron miles depesos a su cuenta. Tras el armisticio partió a Francia y encontró quetodo era casi gratis por la posguerra. Compró un Dalí, un Picasso, unaescultura de Giacometti. Estarán en su casa de la Avenida Providenciaal llegar al canal San Carlos, mítica casona de miles de libros, obras dearte, piano y piscina, que recordará Jorge Edwards en sus crónicas,porque ahí conoció a Neruda, a Acario Cotapos, las personalidades in-telectuales del Chile de 1950.

Líder nato, es elegido decano de Arquitectura de la UniversidadCatólica el año 1952. Podrá influir en varias generaciones al sumarquince años en el cargo, incluso trayendo un profesor como Josef Al-bers, pionero mundial de las vanguardias artísticas del siglo XX. Tam-bién firma convenios en Estados Unidos, con la Fundación Fulbright yla Fundación Ford para intercambiar docentes de ese país. De esos con-tactos surgirá la fundación del Centro Interdisciplinario de DesarrolloUrbano, entidad relevante en el mundo profesional chileno a la horade pensar y planificar ciudades. También promueve la compra de LoContador para instalar ahí la facultad.

Hombre universal, será uno de los promotores en Chile de la insti-tución “Cristianos para la Ciudad Nueva”, un camino para vivir lasenseñanzas de Cristo de un modo real y concreto, en medio de la so-ciedad y según los signos de los tiempos. La cultura y la ciudad comomedios de ser una mejor persona; el Padre Hurtado era siempre espe-rado en su casa y la familia suscribiría todos sus proyectos sociales.

Nombrado embajador ante el Perú por el gobierno de Frei Montal-va, sus años limeños lo acercarán directamente a ese legado precolom-bino que le pasara cerca a lo largo de la vida. Luego vive en Ecuadordonde su bisabuelo Juan José Flores fuera el primer presidente y unhermano de su abuelo García Moreno otro más, logrando un nuevoacceso.

No es casual su interés en lo precolombino; observó una sabiduríamayor en la creación espontánea de los pueblos que en mucho de loque después será “la civilización”. Adolescente compró la primera pie-za, un vaso de Nazca, sin saber porqué. Nadie hablaba de arte preco-lombino en Chile. La virtud de su museo es hija de su mirada; si los deMéxico y Perú, Colombia y Bolivia, son extraordinarios, este es el úni-co que ofrece un panorama de todo el continente. Su amigo y herede-

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ro en la gestión, Carlos Aldunate, sigue a cargo de este orgullo nacio-nal. Es un museo al revés: muestra el pasado pero, por su vocaciónamericanista, anuncia un futuro cultural común a toda la América La-tina. Es una piedra fundacional del continente.

Así es como en 1982, un año después de inaugurar el Museo Chi-leno de Arte Precolombino y con un grupo selecto de arquitectos, ar-tistas e intelectuales, funda el “Taller América” que tendrá posturas ypropuestas de alcance latinoamericano.

La ciudad está tatuada de sus obras de arquitectura, casi siemprecon arquitecto asociado: el de la Sociedad Nacional de Arquitectura alcostado del Municipal, el notable Edificio Santa Lucía junto al cerro, elPlaza Bello en diagonal al Bellas Artes, el Centro Comercial Dos Cara-coles, el edificio de la Chilena Consolidada en Huérfanos con Bandera,el colegio Verbo Divino, el edificio del Teatro Astor, el Seminario Pon-tificio, el colegio Compañía de María, el colegio Alianza Francesa, al-gunas torres de la Remodelación San Borja...

Ser moderno, ser santiaguino, ser cristiano, ser latinoamericano,ser ciudadano, ser chileno: todo en uno.

ARQUITECTOS EN LA CIUDAD

La aparición de las Bienales de Arquitectura marcó un antes y undespués a fines de los setenta, luego de décadas de creación ensimis-mada y no muy comprensible para el público: la ciudad es el tema querestablece las comunicaciones, el descubrimiento de Santiago Ponien-te, las propuestas de intervenciones urbanas para una ciudad que erademolida sin contemplaciones al tiempo que se asfixiaba por los siste-mas de transporte.

Grandes edificios, ahora con un lenguaje más cercano al público,agregan interés a este mundo. Después de esas décadas, en que apenasse conocía a Emilio Duhart y Fernando Castillo Velasco, algunos nom-bres comenzaron a reconocerse; Cristián Boza, Cristián de Groote, Cris-tián Fernández Cox, Eduardo San Martín, Víctor Gubbins, Enrique Brow-ne, Cristián Undurraga y Ana Devés, Hernán Duval, Mario Pérez de Arce,Jorge Iglesis y Leopoldo Prat, Sergio Alemparte y Ernesto Barreda, BorjaHuidobro, Jorge Swinburn y Álvaro Pedraza, Teodoro Fernández, Gui-llermo Hevia, Hernán Precht, José Cruz y Germán del Sol, a los queluego se sumarían otros como Gonzalo Mardones, Mathias Klotz, JuanSabbagh, Luis Izquierdo y Antonia Lehmann, Cazú Zegers...

Al principio por búsqueda desde América Latina, en ese procesoque Fernández Cox llamó “la modernidad apropiada”, en su doble sen-tido de apropiarse de la modernidad pero también de escoger una con-temporaneidad apropiada al clima, las trazas urbanas, las ciudades pro-pias, y más tarde sin sello latinoamericanista y con más libertad,

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creadores y público comenzaron a compartir esa cultura que reconoceen la ciudad la mayor creación colectiva del ser humano.

Además de los urbanistas que debían asumir el desafío por profe-sión, y de los arquitectos que comenzaron a reconocer entornos y con-textos, también surgió un auge en la investigación de los patrimonioslocales, urbanos y arquitectónicos. Hernán Rodríguez Villegas, JorgeAguirre Silva, Patricio Gross, Humberto Eliash y Manuel Moreno,Montserrat Palmer, Cristián Boza, Miguel Saavedra y Gustavo Carras-co, abrirán espacios donde llegarán historiadores, René León Echaíz yArmando de Ramón; escritores como Jorge Edwards, Roberto Merino,Pedro Lemebel, Alberto Fuguet y Carlos Franz; periodistas como Ser-gio Paz, todos los cuales aportarán al transformar la ciudad en tema dehistoria, literatura y crónicas. El diario El Mercurio abre un espacio cla-ve en la década cuando la editora de la revista Vivienda y Decoración,Aura Barrenechea, crea varias secciones relacionadas y la modestapublicación crece a más de cien páginas semanales, fenómeno que seráregistrado por otros diarios importantes de Sudamérica y del país, asícomo por revistas que incorporan reportajes o directamente se dedicanal ámbito de la arquitectura y la ciudad; el mismo diario tendrá enEnrique Lafourcade un lúcido observador y vigía de la ciudad, cadadomingo y año tras año.

Se genera un protagonismo del público, que se hace presente enlas Cartas al Director en la prensa e incluso se congrega en más de unadocena de agrupaciones relacionadas; Ciudad Viva la principal, quesurge como movimiento contra la Costanera Norte y termina en insti-tución estable con revista propia, sitio informático y edición de libroscomo La ciudad se mueve, donde diversos especialistas evalúan y hacenpropuestas sobre el transporte en la ciudad.

La Corporación del Patrimonio Cultural, fundada por el empresa-rio Eugenio Heiremans y de gestión a cargo de Cecilia García Huido-bro, se transforma en puntal de las principales iniciativas de recupera-ción obteniendo fondos de empresas locales o entidades internacionalespara restaurar obras tan significativas –la Iglesia de San Francisco– oimpulsar la creación de un museo tan importante como el de La Mer-ced o la creación del Jardín Botánico Chagual que se está formando enel Parque Metropolitano, sector Vitacura, en treinta hectáreas que exhi-birán los ecosistesmas centrales de Chile; o la creación de un sitio web,nuestro.cl de más de doscientas mil visitas mensuales, que ha recibidovarios premios internacionales. Abierta a patrimonios diversos como lasbordadoras de Conchalí o El Barrero en Huechuraba, al canto popularde personalidades como la cantora popular Rosita Alarcón de Lo Pra-do, a la promoción de la cultura en colegios y liceos, al turismo cultu-ral, Cecilia García Huidobro fue reconocida como honoraria del Cole-gio de Arquitectos y recibió el Premio al Mérito Turístico Sernatur 2000.

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Entre escritores, poetas, fotógrafos, historiadores, periodistas y en-tidades diversas, los arquitectos ya no están aislados en su relación conla ciudad. También empresas como Enersis con su iluminación de igle-sias históricas, o Philips en la de edificios patrimoniales, están adqui-riendo un compromiso adicional con ella. CMPC financia la restaura-ción de cuadros del Museo Histórico Nacional, apoya al Teatro Municipaly a los Amigos del Arte que con su sala y gestiones de Mary Rose Mc-Gill y Enrique Meneses han tenido una persistente labor de décadas enexposiciones y publicaciones.

Es así como la Bienal de Arquitectura ha adquirido un protagonis-mo cada vez más evidente, liderando los arquitectos el proceso de unatransformación que, envuelta en normativas y planes viales, intendentesy alcaldes, ingenieros de transporte y empresarios de este rubro, final-mente supone el espacio, el escenario de vida de la inmensa mayoríade los habitantes del país; es la construcción de una cultura urbana queahora se amplía al territorio, a toda la Región.

Mirando el año 1977, al inicio de este cambio, Santiago tiene hoymás actores y más amigos. Se vive hoy el comienzo de una nueva eta-pa: habitar la Región Metropolitana, articular su territorio, potenciarsus asentamientos, proteger sus entornos, potenciar sus recursos.

EL AMIGO DE BEETHOVEN

Fernando Flores, músico viñamarino, lleva medio siglo pensando enChile. Y es que por su sangre corre sangre de servidores públicos, la delilustre marino don Lautaro Rosas que fue como el Vicuña Mackennade Valparaíso, el creador del Museo Naval y Marítimo en el puerto(1917), el fundador de la Mutual de la Armada, el alcalde de Valparaí-so en los años veinte a quien la ciudad despidió dándole su nombre a lacalle más hermosa del Cerro Alegre. Ahora la gente baila tangos, oyeboleros y canta en la calle Lautaro Rosas.

Apenas adolescente, se dio cuenta Fernando que el país necesitabaarte y cultura, ciencia y tecnología, buscar el conocimiento. La vidapolítica absorbía las inquietudes de la mayoría de los jóvenes, está en-tonces en minoría, pero de esos sueños con un pequeño grupo alterna-tivo de amigos quedará una obra concreta: el colegio Patmos de Viñadel Mar.

La música lo posee. A los catorce años había vendido su coleccióncompleta de estampillas para comprar dos discos, uno de Beethoven yotro de Bach. Le permiten sentir el poder curativo de la música, suespiritual sanación, además de ofrecerle visiones ultraterrenas, asomosmás allá de la realidad. Comenzó a preguntarse por qué la gente norecurre a ella, no consume más de esa música, la que eleva y transpor-ta. A ello dedicará su vida.

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Su entusiasmo no cesa, hasta hoy. Vive buscándole cauce en misio-nes tan contundentes que bastaría una sola para copar la vida de unapersona común; organizar el Departamento de Música de la Católicade Valparaíso; fundar la Orquesta de la Universidad Católica de Santia-go –con la que viajaría como director por medio mundo–; crear la Agru-pación Beethoven con sus temporadas que se volvieron indispensablespara la ciudad de Santiago; sacar al aire la Radio Beethoven con su redde amigos; crear programas de divulgación musical en televisión; im-pulsar la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile y laOrquesta Sinfónica Nacional Juvenil con más de ciento veinte instru-mentistas...

Existían nueve de esas orquestas cuando comenzó la tarea, hoyson ciento cuarenta repartidas por todo Chile y son cientos los jóvenesque, como él en su momento, se asoman a las visiones, sensaciones yestados que provoca el arte musical.

Se ha demostrado en Alemania y Estados Unidos, países donde to-car un instrumento es tan común como hacer deportes –es parte de laformación general–, que su práctica enseña a concentrarse, trabajar enequipo, mejora el rendimiento escolar, el desempeño afectivo y social; esun camino de desarrollo personal. Como ha dicho el propio Rosas, lamúsica es un espacio de encuentro pero también ayuda a encontrarsecon uno mismo, experiencia fundamental en la compleja adolescencia.

Rosas aglutinó varias empresas auspiciadoras para financiar las tem-poradas de la Agrupación Beethoven en el Teatro Oriente, innovadoraspecto de gestión cultural que era tan indispensable como el cultivode los instrumentos o de la dirección orquestal. Ha hecho historia enSantiago, una ciudad donde ser músico era sinónimo de irse fuera,vivir en la miseria o perseguir algún modesto sueldo universitario. Hizohistoria como Jorge Peña Han en La Serena, Arturo Medina en Con-cepción, Carlos Poblete en Valparaíso y Flora Inostroza en Frutillar.

SALVAR LOS RESTOS DEL NAUFRAGIO

La ciudad se venía deshaciendo, año tras año, cuando comenzó elrescate de los últimos restos de su pasado. Fueron las universidades, laCatólica con Lo Contador, la de Chile con el Regimiento Cazadores, laMayor en el Claustro del Novecientos, la Diego Portales en el BarrioEjército, la Sek en Peñalolén, pioneras en restauraciones, reciclajes ypuestas en valor.

También las municipalidades, de Santiago –Casa Colorada, Palaciode la Real Audiencia, Palacio de la Real Aduana, Edificio Consistorial–;la de Providencia con su Instituto Cultural en Pedro de Valdivia, centrocultural Montecarmelo en Bellavista, Palacio Falabella; Las Condescon sus Casas de El Rosario como centro cultural y el proyecto de Lo

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Gandarillas para Las Condes Sur; Macul con su edificio consistorial, yasí sucesivamente.

Un alcalde de Santiago, Patricio Mekis, fue la figura más visible delcambio. Luego de la crisis 1970-1973 que demuele la convivencia so-cial, a la hora de recoger los pedazos se descubrió que había al menosun pasado común, algunos edificios patrimoniales con los cuales ini-ciar la reconstrucción del país y de la ciudad.

El joven arquitecto Hernán Rodríguez Villegas es nombrado Con-servador del Museo Histórico Nacional en 1977 con el encargo de tras-ladarlo desde su oculta ubicación de la época, en el estrecho costadoOriente de la Biblioteca Nacional, al muy visible Palacio de la RealAudiencia en plena Plaza de Armas.

Era y es un edificio de valor indiscutible, obra de Juan José deGoycoolea, “el primer arquitecto chileno”, donde se había proclamadoa Fernando VII y donde abdicara el último gobernador español. Desdeese monumento se gobernó el país en el siglo XIX, allí tuvieron susoficinas Diego Portales y Vicuña Mackenna, epicentro del esplendorcolonial y también el mejor símbolo del Chile unitario y progresista delsiglo XIX. Historia viva, el mejor lugar para el Museo Histórico Nacio-nal. Con una imagen tan poderosa la palabra patrimonio, tan olvidada,comenzó a cobrar significado. Ahí en la plaza misma, ante el kilómetrocero del país.

Esa era la cultura oficial. Pero también hubo una obra fundacionaldel mundo privado, de los empresarios Manuel Santa Cruz y HugoYaconi: la Plaza del Mulato Gil de Castro, el año 1981 en el BarrioLastarria.

En parte reconstruyendo una vivienda popular de altura, típica delos años treinta, el Café de la Pérgola, la librería de Enrique Lafourcade,galerías y talleres de arte, cursos de arte contemporáneo, un pequeñomuseo de arte precolombino, harán del lugar un polo de los años ochen-ta, de reconstrucción de un ambiente cultural luego de la crisis de 1973.Escritores, dramaturgos y actores reiniciarán ahí una interacción inte-rrumpida por largos años de toque de queda.

Además de la Plaza del Mulato, el cine El Biógrafo de productoresde cine nacionales y el Café del Biógrafo, en la esquina de Lastarria conVillavicencio, dan vida a un barrio y a un ambiente cultural en recons-trucción. Cine y café tuvieron su origen en los cineastas locales, pero laescasez de lugares urbanos de encuentro atrajo una diversidad de artis-tas, intelectuales, periodistas, políticos, muchos de ellos retornados deexilios vividos en países con larga tradición de cafés y bares, de tertu-lias espontáneas.

Multifacético, el gastrónomo, cineasta y periodista Douglas Hübnerhizo de cabeza del proyecto –había tenido un restorán en Berlín, “LaBatea”, de encuentro de exiliados latinoamericanos– y también parti-

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cipan cineastas como Eduardo Tironi, Ignacio Agüero, Sergio Trabuccoy Juan Enrique Forch. Tuvieron la suerte de que el “Comando del NO”se instalara en el barrio por lo que el retorno de la vida política y lacelebración del triunfo en el plebiscito “contra Pinochet” lo tuvieronde centro de operaciones en esos meses; allí llegarían los simpatizantesde Europa, Víctor Manuel y Ana Belén, Yves Montand, Franco Nero,Fito Páez tocando en el piano del lugar.

Al otro lado del río nació “la Cultura de Bellavista”, tratando depasar inadvertida, de un ambiente opositor a Pinochet. Un matrimo-nio, Mario Navarro y Marjorie Kusch, comenzó sus actividades en elCafé Ulm de la Alameda, al lado del Cine Arte Normandie que tambiénera un lugar de encuentro opositor en su mayoría, hasta que se sintie-ron capaces de tener un lugar propio y a su estilo; será el Café del Cerroen Bellavista, en una casa en la que llegaron a entrar cuatrocientossetenta asistentes a un espectáculo musical. Arrendaban la cuarta par-te de una casa, en una esquina a una cuadra de Pío Nono, en tanto elresto lo ocupaban los talleres de danza de Patricio Bunster, Joan Tur-ner –viuda de Víctor Jara–, talleres de pintura, una sala de ensayos delgrupo musical Santiago del Nuevo Extremo... Crecieron gracias a unpúblico estable que llegaría los fines de semana sin preguntar quién sepresentaba.

Muy profesional, Navarro se transforma en representante de artis-tas variados como Eduardo Gatti y el Grupo Mazapán, y en organiza-dor de giras a provincias con un rigor que le evitaría problemas con lasautoridades. Artistas que estaban prohibidos en televisión, especial-mente cantautores, géneros poco masivos como el jazz, dan movimientoa una cartelera en momentos en que la ciudad de Santiago, una décadadespués del 11 de septiembre, carecía de eventos alternativos. Por en-tonces el gobierno militar suspendió el toque de queda, ese que obliga-ba a no salir de noche o, por el contrario, a hacerlo toda la noche hastaque llegara el amanecer y se pudiera transitar. Pero apareció un inven-to, “la restricción de desplazamiento nocturno”; se podía salir, cami-nando. No en vehículo. Al anochecer, entre las nieblas del Mapochoen invierno, débilmente iluminados y fantasmagóricos, cruzaron elpuente de Pío Nono los adictos a la nueva canción chilena o al jazz deRoberto Lecaros.

También hay un uso artístico temporal de la ciudad de esos años,destacando las instalaciones “políticas” de un connotado grupo enca-bezado por Nelly Richard y las pioneras obras de Francisco Brugnoli.Por entonces vino un artista francés invitado, Georges Rousse, quienabandonó la ciudad apenas pudo por considerarla “tan gris, tan oscura,tan sin historia y sin espacios espirituales...”. En lugar de tres meses sequedó una semana. Es cierto, no era mucho lo que había, sólo lugaresaislados, pero eran hijos de esfuerzos titánicos.

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COMBATIR EL GRIS DE LA VIDA

En la Plaza de Armas descubrió Claire Duhamel a Andrés Pérez. Laagregada cultural francesa se conmovió con la fuerza, el color, la vita-lidad de ese teatro callejero electrizante –todo en 15 minutos, antes deque llegaran los carabineros– y lo invitó a trabajar en Francia.

Pérez llegó a París. El niño tímido y enfermizo de Punta Arenas,ese que aprendió a leer a los tres años gracias a su padre obrero de unastillero naval, ese que anduvo de puerto en puerto –la familia emigróa Tocopilla– y que allá en el Norte creció en contacto con idiomas,marineros, prostitutas, un medio que aprendió a querer. Quiso ser santoy estar con los pobres, así llegó a Santiago a un seminario para sersacerdote católico pero luego de tres años volvió al Norte. Fue allá unalumno brillante, de 6.8 promedio, la mejor prueba de Física del NorteGrande, aceptado en Ingeniería Comercial, pero andaba en otra.

Desde las puestas en escena en su parroquia que le rondaban lastablas, en 1971 asume su destino. El medio universitario era militante,politizado, en esos años en que aprende a actuar y bailar; era “el artis-ta”. Casado con Rosa Ramírez su hijo nace el 11 de septiembre de 1973.

Es su década formativa. Para 1981 ya está listo, funda el TeatroUrbano Contemporáneo, ese que conoce la francesa Duhamel en laPlaza de Armas. Con percusión y zancos, maquillajes coloridos y “mi-rando los ojos del público para que no se fuera”, su sentido del espec-táculo ya tiene una personalidad. Era un arte hijo de la pobreza: “Cuan-do vienes saliendo de la hospedería o de un hoyo en el metro, ateridode frío (...), quieres combatir el gris de la vida, moverte, buscar ca-lor...”. Así en la obra La consagración de la pobreza.

Francia fue una suerte. Trabajar en el Théâtre du Soleil, conocerlas artes orientales, el teatro callejero catalán de los años de Franco, lasdanzas de Bali, para su genio creativo fueron más que inspiradores.Protagonista de La Indiada sobre Gandhi –lo que lo hizo célebre enFrancia– y con un lugar ya propio en la escena europea, en siete añosalcanzó su plenitud.

Ya se sabe el resto. Vino de paso, Willy Semler le mostró unas déci-mas de Roberto Parra sobre una prostituta de San Antonio llamada “lanegra Ester” y a Pérez se le vino la vida encima, sus puertos y prostíbu-los de origen, la música de la noche, su país de pobres. Decidió quedar-se, fundar el Gran Circo Teatro, preparar La Negra Ester.

Eran los años finales de Pinochet y se sentía el hambre de un tiem-po nuevo; Pérez trajo color y alegría a un país ansioso de reencontrarseconsigo y con su historia. La obra apuntó medio a medio, el mundo deParra, el del Chile de antes que se quería recobrar; venía con un len-guaje fresco y con una energía contemporánea. Un puente entre dosépocas, en Puente Alto se estrenó el 8 de diciembre de 1988.

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Como un bálsamo reparador estuvo en el Cerro Santa Lucía dondeel público llega en romería, luego en carpas, calles, galpones, al airelibre en San Antonio con sirenas de barcos atrás, todo Chile y luego elmundo, el mayor suceso teatral de la segunda mitad del siglo XX.

Willy Semler, Rosa Ramírez, María Izquierdo, Boris Quercia, AldoParodi, Ximena Rivas, una generación de actores fue tocada por el fe-nómeno. La voz y guitarra de Los Tres, Álvaro Henríquez, aporta losuyo a una fiesta que parecía emerger del fondo de la identidad nacio-nal, misteriosamente real. El centro emotivo chileno, hermético, fueautorizado a mostrar alegría y ternura. Su teatro de máscaras hizo caermáscaras, a un millón y medio de espectadores que simbolizaron elsacudón interno del país.

La sutileza, la profundidad, el humor y la energía de la propuesta noeran casuales. En Punta Arenas, Tocopilla o París, mundos cosmopolitas,Pérez nunca dejó de sintonizar su percepción de lo chileno. Se pulíacada vez más hasta culminar en La Negra Ester que se volvió patrimonionacional desde el día del estreno. Él mismo lo dijo al hablar de su pro-yecto profesional: “Tendría que decir que estoy a favor de reclamar elrespeto a las tradiciones, lo cual significa ser innovador en Chile”.

No las tradiciones oficiales, sino las populares, masivas, callejeras.Con sensibilidad de niño que quería ser santo construyó un espejo y selo mostró al país: Chile podría ser así de humano, luminoso.

Murió a los cincuenta años este genio, grande fue la fiesta de des-pedida en el Teatro Providencia la noche del 3 de enero de 2001 ymiles los pétalos que cubrieron su bus al pasar por los puestos junto alMapocho; mal que mal, entre tanto que hizo, había sido el director dela reposición de La Pérgola de las Flores. Casi no conoció el siglo nuevopero fue suficiente lo que hizo en el XX, darle un final vibrante, sensi-ble, alegre. Quedó la fiesta en el aire, pero ya no sería la misma; semurió el director.

¿Qué sería de la capital sin sus provincianos? La ciudad es unacreación colectiva, un producto de Chile entero. Así como su parro-quia de barrio, cada centro cultural de provincia, o comunal en lasgrandes urbes, es una posibilidad de dar espacio a una vocación trans-formadora, creadora.

PUNTAL DEL ORIENTE

La Disquería Fusión en el Bulevar Drugstore, que abrió en 1981 juntoa la Librería Altamira y el Café Tavelli en el mismo lugar, contribuyó acrear un punto central de Santiago Oriente, un encuentro de artistas eintelectuales luego de varios años sin presencia urbana.

El lugar tenía algo del resplandor de los sesenta cuando fuera em-blemático epicentro del hipismo de Providencia, los años de Palomita

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Blanca. Con capital familiar, un joven Carlos Fonseca de diecinueveaños abre esa disquería: una pantalla gigante en la vitrina transmitien-do videos de conciertos célebres anuncia su presencia, especialmentetrabajos de Led Zeppelin y The Doors –de los que trajo los catálogoscompletos– para recuperar el público sesentero.

La disquería hizo historia, cambió tendencias, avivó un escenariomuerto. Fonseca organizó giras de los grupos rock chilenos de los ochen-ta, despertó un ambiente dormido luego de varios años de canciónpopular neutra y comercial. La revista Mundo Diners, dirigida por suhermano Mario le permite a Carlos aumentar su presencia con unacolumna mensual: será el rostro del nuevo rock chileno de los ochentaal abrirle grandes espacios para su difusión creando un público estable,un espacio donde junto al rock se dan a conocer el New Age y la NewWave.

La llegada del Tavelli en 1983 se sumó a ese enclave urbano de en-cuentro, junto a la Librería Altamira de Jorge Edwards, haciendo delDrugstore un foco cultural para todas las comunas de Santiago Oriente,Providencia, Las Condes, Vitacura, La Reina... Raúl Zurita, Bororo, SamiBenmayor, Cristián Warnken, Julio Jung, David Turkeltaub, Marco An-tonio de la Parra... Las columnas de Alberto Fuguet en El Mercurio, conun personaje santiaguino joven, tienen ese entorno como escenario.

El Tavelli expandió la cultura del café hacia Santiago Oriente, conese local dirigido por uno de sus dueños, Livio D’Alessandri, un italia-no que llegara joven a Chile. Su local, frente al Teatro Municipal en eledificio del cine, una venta de motonetas y bicicletas de su país –Lam-bretta, Vespa, Legnano...– fue célebre en los años sesenta. Al advertirla escasez de helados se instalaría con la marca Savory, también deéxito con sus chocolitos y creminos, empresa que luego le compraríauna cadena internacional. Entonces apostó a la cultura del café, tantradicional en su tierra, con socios compatriotas, los Tavelli.

RINCONES VISUALES

Los años setenta también desnudan la escena de las artes visuales. Lacrisis cultural se hace obra después de 1973 en cuerpos yacentes, vísce-ras, materiales de desecho, metáforas que exhiben algunas galerías comoCarmen Waugh, Época y Cromos. Al mismo tiempo emerge un cre-ciente apoyo de empresas privadas que, además, inician concursos do-tados de premios importantes, fenómeno inédito en el país: Colocado-ra Nacional de Valores, Fundación del Pacífico, Banco Hipotecario...Luego Cervecerías Unidas, Minera La Escondida, CMPC, Banco Edwards,Banco Santander, Chiletabacos, Copec, Nestlé, Almacenes París, Tele-fónica Chile y Parque Arauco, entre otras, proceso que irá en aumentoy que en 1999 se acerca a los diez mil millones de pesos en auspicios al

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arte y la cultura, siendo las artes visuales las más favorecidas. El proce-so culmina cuando Seguros Cruz del Sur y Telefónica Chile incorporanespacios de arte en sus edificios corporativos.

Francisco Javier Court, desde su cargo directivo de la CorporaciónCultural de Las Condes, encabeza la acción más abierta y sostenida dela época, comenzando en 1978 con una exposición de la PinturaContemporánea de Chile que se abre a Claudio Bravo, Guillermo Núñez–que había sido expulsado del país en 1974–, José Balmes, Gracia Ba-rrios. La Galería Época de Lily Lanz, con Nemesio Antúnez, GermánArestizábal, Carlos Ortúzar, es otro espacio indispensable.

Se consolidan nombres importantes, sólidos, como (por nombraralgunos) Alfredo Jaar, Eugenio Dittborn, Mario Toral, Benito Rojo,Benjamín Lira, Gonzalo Díaz, Arturo Duclos, Gonzalo Cienfuegos, Car-men Aldunate, Patricia Israel, a los que se sumarán Carlos Maturana(Bororo), Matías Pinto D’Aguiar, Adolfo Couve, Pablo Domínguez,Sami Benmayor, Francisco Smythe, Carlos Montes de Oca y Jorge Ta-cla, una constelación que emerge en los años ochenta con una fuerzaque por primera vez se expande ruidosamente por los medios de co-municación, lo que permite la aparición de un número relevante degalerías de arte.

También entre los escultores los nombres consagrados se multipli-can, desde Marta Colvin, Lily Garafulic, Federico Assler, Mario Irarrá-zabal, Francisco Gazitúa, Aura Castro, Sergio Castillo, Vicente Gajardo,Osvaldo Peña, Juan Egenau, Matilde Pérez, Raúl Valdivieso, MatíasVial, Francisca Cerda, Gaspar Galaz, hasta figuras nuevas donde resaltala presencia femenina, Romagnoli, Ovalle, Echavarri entre otras.

Es una vitalidad que impide hasta la enumeración de sus cultoresmás importantes. Tras la denuncia y la experimentación desesperadareaparece el color en la pintura, manchas deslumbrantes o la sereni-dad de lo clásico, camino de una reconstrucción espiritual, además deintuiciones del territorio y del hombre de Chile. Pedazos vitales y útilespara retornar a la vida luego de años sombríos, una libertad conquista-da por los propios artistas que, reconocidos, comenzarán a tener lugarempresas, viviendas, incluso en calles y plazas.

Cuando culmine la década, en 1990, con la entrega del PremioNacional de Arte a Roberto Matta, y se exponga parte de su obra en elMuseo Nacional de Bellas Artes, el ciclo habrá terminado.

EL CAFÉ Y SU CULTURA

En los noventa se multiplican los cafés del centro, cultura que, aun-que de antigua data en Santiago, había languidecido tras la desapari-ción de los que sustentaran las vanguardias de los años treinta y cua-renta: el Goyescas, La Novia, el Rex o ese Café Miraflores, donde Israel

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Roa, Neruda, Acario Cotapos, Luis Oyarzún, Francisco Coloane, asícomo los refugiados españoles, le dieran enorme animación.

En los sesenta había sido igualmente célebre el Café São Paulo en lacalle Huérfanos, donde convivirían Enrique Lafourcade, Claudio Gia-coni, Braulio Arenas, Martín Cid o Luis Sánchez Latorre, pero la cos-tumbre moriría en los años siguientes. Sobrevivieron pocos en esos años,como El Bombón Oriental gracias a su estratégica ubicación junto al Tea-tro Ictus, pero falto de espacio para cobijar una tertulia importante.

En los en años noventa vuelven en majestad: El Café del Parque condiarios de varios países, El Viejo Farol en Ismael Valdés Vergara, El cafédel Bellas Artes dentro del museo, el Café de la Plaza en la Plaza del Mu-lato –que generó tertulia y parroquianos entre actores y escritores–, elCafé Escondido en la calle Pasaje de Rosal, recientemente el de CristiánWarnken y Danitza Pavlovic con librería en la calle Mosqueto, el queinstalaran Alsina y Camiruaga en la Biblioteca Nacional, el del año 2003en el Teatro Municipal, el Café Santiago en José Miguel de la Barra con DJ

en vivo, el Café Fábula en Merced, son parte de una explosión cada vezmás sofisticada con café de diversos países, mezclas y agregados.

No todos logran tener una clientela artística o intelectual estable,con tertulia en vivo, pero la mayoría genera un ambiente de conversa-ción, la tradición mediterránea, distinta al bar. Un lugar de ocio, inclu-so en la mañana, idealmente con terraza a la calle, lugar para estar soloo encontrarse; lugar urbano por excelencia en Turquía, los países ára-bes, España, Italia, Francia, en general en torno al Mar Mediterráneo,y que aporta uno de los tipos de espacios más ricos de una ciudad. Unmundo que alcanzara su apogeo cultural con los cafés literarios de Pa-rís, cultura que exitosamente cundiría en la América del siglo XIX. Aquíse multiplican en torno al Bellas Artes, en el barrio de ambiente másafrancesado de la ciudad con sus calles irregulares y arquitectura histo-ricista, testimonio de la cultura del Novecientos cuando Santiago sepreparó para recibir el Centenario de 1910 con un ambiente europeo.

En este retorno del Centenario para el Bicentenario destaca comoun símbolo la reapertura del más longevo de todos, el Café Torres en elPalacio Íñiguez de la Alameda esquina de Dieciocho, hogar de parro-quianos de numerosas generaciones que allí se forjaron y convivierony que, con su reapertura, le da vigencia a ese pasado que se remonta ala llegada de Rubén Darío a Santiago, sus tertulias de artistas e intelec-tuales pensando América, América Latina, Chile, la región, la ciudad.

NOCHE DE MUSEOS

Al mes de enero le estaban faltando eventos. Mes en que el calor delas tardes invita a no moverse, de noches largas, las horas después delcrepúsculo llaman a salir a la calle. Esta señal climática tiene cada vez

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más respuestas, desde el Teatro a Mil y el Festival de Cine de la Univer-sidad Católica hasta los bares de Bellavista que contratan músicos, losque así han nutrido a un público cada vez más masivo.

La Noche de los Museos, iniciativa del Museo de Artes Visuales conel Bellas Artes, el de Arte Contemporáneo, el Precolombino y el deSantiago Casa Colorada, con el apoyo de la Municipalidad de Santiago,abiertas sus puertas y con actos en vivo, es una nueva tradición.

En un siglo XXI marcado por el ciberespacio, con millones de nau-tas navegando al unísono por las supercarreteras de la información yen que el territorio físico comienza a ser desplazado por la velocidad,toda iniciativa que lleve público a las calles, al espacio público, es unaporte a la cultura urbana.

Aunque se anuncien territorios y ciudades sin espacio físico, sinexperiencias reales en favor de un mundo puramente virtual, el serhumano se resiste. Si le quitan el mundo real es capaz de sentarsefrente a un televisor, todos los días, para observar el mundo real deotros... El reality show satisface una necesidad, por eso existe y se pro-paga sin cesar.

Pero también aumenta la cultura de salir a la calle, entrar a unmuseo del casco histórico –cada vez mejor iluminados en sus facha-das– ver su muestra nueva, asistir a un espectáculo, demorar el regresoen el consumo conversado de un restorán, asistir al espectáculo depersonas reales caminando por la vereda.

Sirvió el toque de queda para valorar la calle. La espera indefinidaa lo largo de mil noches silenciosas en que sólo era viable el paso deljeep militar, del camión militar, incubará el hambre del espacio urba-no, en bien de las ciudades. Cuando termine saldrá el santiaguino a lanoche, estirando su cuerpo, soltando los pasos, como las fieras tras ellargo invierno al advertir las primeras tibiezas de la primavera, a aus-cultar el mundo, la ciudad, qué ha quedado luego de los hielos y laslluvias torrenciales, reconocer, aprender a caminar de nuevo por estenuevo territorio. Luego emergerán tribus urbanas, nómades adoles-centes, subcentros, una diversidad con complicidades de vestimentas,de músicas, de ciertos lugares, que Santiago de Chile jamás había co-nocido. En el toque de queda, silencioso como un útero, se incubó lametrópoli. Aparecerán cronistas como Pedro Lemebel de esos nuevosimaginarios, esos nuevos resquicios, intentando rehilar los residuos dequienes van “navegando calmos, por el deterioro de la utopía social”(La esquina es mi corazón).

SIGLO XXI

El gobierno de Ricardo Lagos, más que los de Pinochet, Aylwin y FreiRuiz Tagle, posicionó el tema cultural en la agenda pública; al inicio de

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su mandato anunció nueva institucionalidad cultural, sede en Valpa-raíso, la creación de grandes centros culturales en las principales ciu-dades, recuperación de espacios públicos como lugares de encuentro yrecreación, mejoras en la gestión del arte y la cultura, estímulos paralas creaciones de los pueblos originarios, más recursos estatales, Plande Infraestructura Cultural, previsión de los artistas, nuevo TeatroMunicipal para Santiago...

La crisis de 1998, que se prolonga por varios años, paralizará eseempuje. Habrá algunos avances, a pesar de todo, comenzando por lapropia apertura del Palacio de la Moneda al público. Se recupera laPlaza de la Constitución como espacio artístico. En el año 2003 se cele-bra un gran concierto de cierre de temporada de dieciséis orquestasjuveniles e infantiles de Santiago, cierre a cargo de la más grande or-questa de Chile, la Sinfónica Estudiantil de la RM, ciento veinte músi-cos, formada por becados que viven en la región, de entre doce y die-ciocho años y por los más destacados de las juveniles e infantiles deSantiago; dirigidas por Felipe Hidalgo interpretarán a Mussorgsky, Ra-vel, Holst... Luego será una masiva fiesta tecno, de varias horas y milesde jóvenes asistentes y sin desórdenes, lo que permitirá insistir en lainiciativa

En el año 2003 el Centro Cultural Estación Mapocho tuvo ocho-cientos mil asistentes a sus espectáculos y congresos, más de cuatro milpersonas diarias, testimonio de la necesidad de espacios en la ciudad.Para una temporada de teatro ya consolidada –Estación Teatro–, unnúmero internacional de calidad como Mayumaná, conciertos popula-res de música como el de la Electric Light Orchestra, ballets y concier-tos gratis, Bienales de Arquitectura y Ferias del Libro.

El año 2004 se inicia con un Centro Cultural Matucana 100 bienconsolidado; cine de trasnoche, cine familiar, teatro, IV Festival de Dra-maturgia, conciertos, ópera electrónica, exposiciones fotográficas rele-vantes –BIG Magazine, Deseo–, Danza Teatro, Danza y Teatro Familiar.

Santiago Oriente ha descubierto Santiago Poniente, el Parque Fo-restal, la vida urbana, las nuevas generaciones se desplazan sin barre-ras a Matucana, a San Miguel, a cualquier galpón de fiestas o evento;también tras el comercio de ropa usada o música envasada se cruzanbarrios; desde el camino a Farellones para ver la ciudad hasta los baila-bles en el camino a la costa, desde el tour del Cementerio General porel Norte a las fiestas del camino al Sur.

Dentro de la generación más urbana, la que tuvo en la Zona deContacto de El Mercurio una primera aparición pública, emergió –luegode las décadas de toque de queda y debilitamiento de la vida nocturna–, laansiedad y el encuentro de un Santiago mucho más complejo, rico ydiverso que el oficial, con todos esos lugares y personajes que regis-trará con éxito Sergio Paz en su bestseller Santiago bizarro. Algunos

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sobrevivientes a la crisis como El Rey de los Tallarines de familia italia-na, de los años cincuenta; un lugar popular de la calle Franklin conuna pinacoteca propia de más de doscientas telas y la mejor chicha dela ciudad según algunos; el pub “La Fuga” donde los privados son cel-das dentro de una arquitectura de inspiración medieval; el Aníbal TroiloTango Club de la calle Cumming que parece extraído de los años cua-renta; el Ciro’s Bar que abre a las ocho y media de la mañana pararecuperarse de una noche larga con caldos y pailas; los martes femeni-nos del centro de Eventos Kayman en Vicuña Mackenna; el Nautilusdonde nadan sirenas humanas en un acuario cerca de la Plaza Baque-dano...

EL NUEVO SIGLO

Aumentan las disciplinas artísticas e incluso en las tradicionales au-mentan las escuelas universitarias, los cultores, los espacios. Movimien-tos, tendencias, generaciones. Si la Región atrajo latinoamericanos enlos años treinta, cuarenta y sesenta, nuevamente está recibiendo, ade-más, jóvenes o cultores de otros países.

El mismo Catastro Cultural de la Región deja ver que, aun cuandola metrópoli es un imán irresistible para los habitantes de las demásprovincias, hay en ellas innumerables grupos musicales, talleres de ar-tes visuales, artesanos, grupos literarios y, en general, una dinámicaautónoma.

Aunque la infraestructura es claramente insuficiente, hay más es-pacios, oportunidades, becas y concursos que hace un cuarto de siglo.También ha crecido el peso de algunas instituciones en el mismo perío-do, como es el caso del Teatro Municipal que, conducido por AndrésRodríguez, es un referente indiscutible y cuyo éxito deja en evidenciala necesidad de construir un nuevo espacio para completar la oferta deconciertos, óperas y similares. No hay, por ejemplo, un espacio para lamúsica de los compositores locales contemporáneos.

La Feria Internacional del Libro también es una tradición consoli-dada, más o menos acertada en la elección de figuras extranjeras perosiempre presente en la Estación Mapocho a fines de cada año, con mi-les de visitantes que esperan calmar en esos días su sensación perma-nente de que el precio de los libros es muy alto para un bolsillo medio:lo que se traduce en la escasez de librerías e incluso en su ausenciatotal en muchas comunas de la Región.

Esa realidad ha hecho aumentar la demanda de bibliotecas, la apa-rición de bibliotecas móviles. El año 2004 se inaugura un excelenteespacio en Matucana 151, el antiguo complejo de la Dirección de Apro-visionamiento del Estado totalmente reciclado como nueva Bibliotecade Santiago. Aunque el extenso espacio de más de diez mil metros

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cuadrados, modernizado, abre con ciento cincuenta y cinco mil volú-menes, tiene el propósito de llegar al Bicentenario con el doble de ellosconstituyéndose en un servicio a toda la Región Metropolitana. Suubicación es óptima ya que está a pocas cuadras del que será el princi-pal centro intermodal de transportes de la región, ubicado este en Ma-tucana esquina de Catedral y donde confluirán el sistema Metro y unterminal de buses a escasa distancia de la Estación Central que se abrea la zona Sur de la Región.

El cine vive un nuevo ciclo positivo en la producción local, inaugu-rado por Ricardo Larraín con “La Frontera” cuya calidad recobró laconfianza del público en el cine chileno. Tras ella han sido varias lasque han obtenido miles de espectadores: “Sexo con Amor”, “El Chaco-tero Sentimental”, recientemente “Machuca”, antes también “JohnnyCien Pesos”, “Gringuito”, “Be Happy”, entre otras. Sigue casi ausenteel cine latinoamericano y europeo en las salas convencionales, casiúnicamente distribuidoras de las producciones de Estados Unidos.

La radio, siempre de gran influencia en Chile, ha conquistado pú-blico y nuevos horarios, muy segmentada, con una oferta amplia degéneros musicales, conversaciones a la hora del taco, opinólogos, ser-vicios de utilidad pública, transformándose en uno de los ámbitos máseficientes y masivos de la Región. El medio televisivo también tienemás señales y se abrió a la competencia privada; sin embargo, escasa essu oferta de espacios para el arte y la cultura destacando el nacimientode la señal TV 13 Cable orientada a este nicho. Un fenómeno ha sido elde las entrevistas de Cristián Warnken, un espacio que, sin ningunafarándula ni efectos, sin escenografía ni concesiones, entrega una horade conversación sólida con entrevistados que pasan por todo el espec-tro de la filosofía, la literatura, las artes visuales, la antropología, lasciencias, en los años recientes también con personalidades internacio-nales. Espacio que, a pesar de los prejuicios del medio, conquistó pú-blico de todos los niveles educacionales. Antes que Warnken hubo otrasfiguras que también demostraron las posibilidades del medio: JorgeDahm, Nemesio Antúnez, Hernán Precht, Claudio di Girolamo... Unanueva señal es la aparición de un canal privado en la población LaLegua, testimonio de un posible futuro para muchas comunas graciasal menor costo de los equipos de grabación y producción.

SEÑALES OPUESTAS

El año 2003 será recordado por dos noticias determinantes de la acti-vidad artística y cultural. Por una parte, se modifica la Ley Valdés o Leyde Donaciones Culturales, la que impulsara el senador Gabriel Valdésen 1990 y que ha canalizado más de veintisiete mil millones de pesosen este breve período, un apoyo que superó por lejos toda la actividad

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de auspicios de empresas de las décadas anteriores. Es una ley quecambió la realidad nacional en este ámbito.

Ella permitía que una empresa donara hasta el 8% de su rentalíquida imponible, lo que muchas comenzaron a hacer financiando unaenorme cantidad de actividades y productos culturales. La nueva Leyde Donaciones no sólo rebaja al 4,5% los eventuales aportes; además,el arte y la cultura compartirán ese porcentaje con los aportes que lasempresas hagan al deporte, entidades sociales –como el Hogar de Cris-to que vio disminuir drásticamente sus colaboraciones–, la educación ylos partidos políticos.

Más aún, la ley prohíbe las contraprestaciones; la empresa ya nopodrá repartir entradas a los espectáculos que auspicia o entregar gra-tuitamente ejemplares del libro que financió. Por lo tanto, el beneficioque recibía en su imagen corporativa, como empresa que promueve elarte y la cultura, su principal estímulo directo, desaparece.

La actividad se paralizó de inmediato e incluso el Comité de Dona-ciones Culturales dejó de entregar, por completo, los certificados a lasempresas. Numerosos proyectos se suspendieron, comenzando por lavenida de Plácido Domingo al Parque Forestal.

No hubo, desde el Ministerio de Hacienda o de Impuestos Internos,diálogo previo ni explicación posterior. El propio senador que impulsa-ra la ley original, Valdés, preguntó públicamente: “Si el gobierno per-mite la participación de privados en infraestructura, en educación, ensalud, ¿por qué no en cultura, que es un área tan importante y que elEstado no puede financiar solo?”

Es efectivo que algunas universidades abusaron de los beneficiosde la ley, así como también ciertas empresas en relación a las contra-prestaciones. En lugar de sancionarlas se eliminó esa notable apuestalegal que financió una cantidad de iniciativas nunca antes vista en elpaís. Como dijera el director de la Corporación Cultural Estación Ma-pocho, Arturo Navarro, “pagaron justos por pecadores”.

En cambio, se creó con rango ministerial un Consejo Nacional dela Cultura y las Artes. Aquí sí se abrió espacio a la sociedad civil alincluir, en cada Región y en cada Consejo Regional, ocho miembrosrepresentantes de la ciudadanía junto a los tres del sector público, ade-más de crearse Consejos Consultivos también abiertos.

En esta institucionalidad, responsable de generar políticas cultura-les culmina un proceso iniciado por el gobierno de Patricio Aylwin, elaño 1992, con los Fondart. Estos fondos, también generadores de re-cursos muy superiores a los del pasado, al año 2004 habían aportadocuarenta y siete millones de dólares; más o menos dos tercios de lacartelera teatral (que significa ciento sesenta obras anuales los últimosaños), un porcentaje similar de la producción cinematográfica (son unosdiez los estrenos anuales recientes), la mitad de los montajes coreográ-

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ficos anuales (en la actualidad unos cuarenta, cifra relevante para unadisciplina de data reciente y debida a la llegada de extranjeros, ErnestUthoff, Andrée Haas, Kurt Joos, Karen Connolly...) y así en las demásdisciplinas. Se agregaron iniciativas específicas, como el Día del Patri-monio Cultural abriendo edificios patrimoniales al público, y las Fies-tas de la Cultura gratuitas en espacios públicos, que de paso dejaron ala vista la escasez de lugares adecuados para eventos multitudinarios.

A ello se fueron sumando el Consejo Nacional de Libro y la Lectu-ra, una institucionalidad para la música, una ley del cine, protecciónlegal para los artistas en su desempeño laboral, todo ello centrado aho-ra en el Ministerio cuya sede se estableció en Valparaíso; del que seespera pueda revertir la modificación de la Ley Valdés para que estosaportes públicos se sumen a los privados.

La Intendencia Regional y el Gobierno Regional han asumido, den-tro de las Bases de su Estrategia de Desarrollo, una reflexión global delterritorio y sus atributos, cuya fase final fue encargada a un equipointerdisciplinario de la Universidad Católica. Hay conciencia de que sila Región quisiera posicionarse a nivel internacional, sea como centrofinanciero, de negocios y/o de eventos, requerirá infraestructura, imá-genes más claras de sí misma, eventos que potencien su identidad anivel subcontinental, más arte y más cultura tanto para sus habitantescomo para consolidar una deseada “vocación internacional”.

Esta empresa tiene una asociación natural dentro de la nueva ins-titucionalidad, con el Consejo Regional Metropolitano de la Cultura ylas Artes. Esta alianza, inédita y funcional a la escala de un territoriocapaz de gravitar en el subcontinente, tiene un particular desafío; lavitalidad regional ya es muy significativa tanto en el arte como en lacultura, en casi todos los niveles; pero, por alguna razón, no es visiblepara sus habitantes ni para los turistas que llegan a ella en númeroscrecientes.

HACER CIUDADES EN EL TERRITORIO

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HACER CIUDADES EN EL TERRITORIO

... y luego la ciudad ardía, crepitabacomo una estrella,

y que se sepa que sus rayos prepararon mi entendimientola ciudad era un barco verdey partí a mis navegaciones...

PABLO NERUDA, Extravagario

EL OTRO SOÑADOR

Después de Benjamín Vicuña Mackenna destaca Carlos Carvajal en-tre los grandes visionarios de Santiago, autor de La ciudad lineal delCentenario, plan que abría diagonales desde el casco histórico para faci-litar una rápida conexión con los barrios. Poco respetuosas de la tramade la ciudad, caras por los costos de expropiación involucrados, esasvías eran difíciles de aplicar.

Pero el proyecto tiene aspectos más interesantes, incluso de ordenterritorial y, de haberse construido, la capital sería una urbe descollan-te en la historia de las ciudades. Incluía una colonia agrícola linealdesde la Plaza Italia hasta los Baños de Apoquindo, una Gran Pobla-ción Lineal Jardín desde el Zanjón de la Aguada a San Bernardo –quepresentó en la Sociedad de las Naciones y fue considerada para trazarla carretera hacia esa ciudad– y una tercera hasta Maipú, como granacceso occidental a la capital.

Esos tres brazos ordenarían el crecimiento de la ciudad concen-trando las poblaciones, que ya manchaban sus bordes, articulando laexpansión con parcelas que, de quinientos metros de ancho a cadalado de una carretera central, harían respirar a la ciudad con sus huer-tas. Era el inicio de un gran proyecto para organizar la actual RegiónMetropolitana a lo largo del sistema férreo.

Dentro de la ciudad habría un anillo de parques que, con el mismoconcepto y similar trazado, hoy plantea recuperar el actual proyectodel Anillo Interior del Bicentenario. La diferencia es que unía la PlazaItalia al cerro San Cristóbal con un área verde que lo bordeaba y, luegode un giro para pasar frente al Cementerio General y rodear el cerroBlanco, unía Santiago Norte al casco central. Lamentable es que no sehaya hecho entonces, con acceso a terrazas-miradores en los cerros,privilegio que ofrece la topografía de la capital. También Santiago Sur

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habría alcanzado una dignidad urbana que estuvo lejos de lograr en elsiglo XX, al urbanizar el Zanjón de la Aguada.

La revista española Ciudad Lineal, inspirada en los postulados delmás relevante urbanista español, Arturo Soria y Mata, le siguió la pistaal chileno desde 1912 a 1928 reproduciendo sus ideas al igual que otraspublicaciones europeas. Era uno de los urbanistas latinoamericanosmás citado en esos años por responder su propuesta a los temas crucia-les del momento; expansión de la ciudad, mejoría de la calidad de vidacon espacios verdes, soluciones para la escasez de vivienda social yrespuestas a las demandas del transporte público motorizado.

Aunque seguidor de Soria en sus avenidas lineales, Carvajal se dis-tinguió por unirlas a ese anillo interior, tal vez inspirado en el Caminode Cintura propuesto por Vicuña Mackenna. La revista española lodescribe así: ...“esta Avenida del Centenario será una gran vía de se-senta metros de anchura, con doble línea de tranvías eléctricos en co-municación con los del centro de la ciudad; con anchos andenes, debi-damente pavimentados, con amplias y cómodas aceras, con plantaciónde varias hileras de árboles y macizos de arbustos y flores”... A amboslados se venderían sitios a largo plazo, donde los propietarios construi-rían sus viviendas “saludables, felices, confortables, rodeadas por jardi-nes y árboles...”.

La revista Zig-Zag, N° 398, de 1912, también celebró la Ciudad delCentenario o Proyecto de Transformación de Santiago de Carvajal. Incluso,publica una caricatura del urbanista en que este aparece junto al Ba-rón Haussman, quien, como autor del plan de París, era en Chile lafigura mundial más reconocida. Arte y Arquitectura, revista chilena, en1929 le dedicó otro reportaje: “Carlos Carvajal Miranda, la Transfor-mación de Santiago”.

El Madrid de Soria de 1882 tampoco se concretó más que en cincocuadras, en una época en que las autoridades no imaginaban lo ne-cesarias que serían para las ciudades del futuro las avenidas para el trans-porte motorizado y las áreas verdes. En 1906 conoció Soria al chileno –seespecula si los vincularon logias masónicas– y se mantuvo en estrechocontacto hasta 1920, año en que murió el célebre impulsor español delas ciudades lineales.

Poco después el grupo francés Ascoral planteó en un congreso deurbanismo (CIAM) la idea de “las ciudades rutas”, lo que inspirará aCarvajal, en 1929, para entregar una propuesta que uniera Santiagocon Puerto Montt por un eje vertebrado por el ferrocarril que impulsa-ría el desarrollo agroindustrial del país y, en 1939, una Colonia Agríco-la Lineal de Santiago a Concepción.

Revistas europeas y de Estados Unidos siguieron sus propuestascon un interés muy superior al que despertaron en las autoridadeschilenas, mientras Santiago seguía creciendo como una mancha, sin

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vías articuladoras, con poblaciones sociales dispersas, falto de grandesvías y espacios verdes. Sólo el Plan Intercomunal de 1960, que recupe-ra la necesidad de anillos –y que tampoco se aplicó como fue ideado–,y el actual Anillo Interior Central del Bicentenario, intentarán organi-zar esta explosión urbana.

LA SOMBRA DEL CREADOR

El que vive en una ciudad marcada por el signo de la belleza vivemejor. Encuentra placer en su recorrido, está conforme con el destinoque lo hizo nacer en ella; el propio Pedro de Valdivia quiso que Santia-go fuera una ciudad “deleitosa a la vista”. Eso bastaría para que la tareade embellecer la ciudad fuera una labor específica, asumida por susautoridades y vecinos. Después de todo, en palabras de Gabriela Mis-tral, “belleza es la sombra del Creador sobre la tierra”.

Como en los pueblos precolombinos ante la naturaleza, se recono-ce que el contacto con lo bello eleva al hombre, lo pone en sintoníacon lo mejor de sí mismo, lo vincula al misterio, al espíritu. El hombreantiguo, el de caseríos, pueblos y ciudades pequeñas, vivía aún inmer-so en el paisaje natural, gozaba de su irradiación, tocaba la belleza decerca. Pero en la ciudad del siglo XX, en la megalópolis, le correspondeal hombre asumir esa tarea, reemplazar la belleza del entorno naturalya distante por la belleza interna de la propia ciudad; crear sus escena-rios.

Esa tarea y desafío, el impacto sobre la población, han sido vasta-mente reconocidos a lo largo de la historia, y así es como el PapaJulio II en Roma, o Luis XIV, Napoleón III y recientemente Miterranden Francia –quien anunció el inicio de una “civilización de la ciudad”–han buscado, intencionadamente, alcanzar una imagen urbana inde-leble. Sus obras constituyen un patrimonio común, espacios de la vidapública que derrotan la soledad de los habitantes, oportunidades deacercarse al arte y la cultura, condensadores de tradiciones históricas,son un desafío para los arquitectos y artistas.

Nuestra ciudad ha ido creciendo con esfuerzos célebres en ese sen-tido, como la Alameda diseñada por Bernardo O’Higgins y recreadacon su culminación en el Cerro Santa Lucía por Vicuña Mackenna. Laobra del gran intendente había sido la única intervención integral dela ciudad luego de trazarse la cuadrícula fundacional; el Camino deCintura, a lo largo de la avenida que lleva su nombre, las avenidasMatta y Matucana y el Mapocho ampliaron el casco céntrico, trazaronun nuevo escenario más vasto y dejaron sobre la mesa la tarea de orga-nizar la vialidad, las áreas verdes, el transporte dentro de ese perímetro;así como, además, el transporte periférico mediante un ferrocarrilde circunvalación que uniría las estaciones Mapocho, Central, Yungay,

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Providencia, Franklin, lo que efectivamente se fue haciendo –salvo launión de las estaciones Providencia y Mapocho– para vincular la re-gión y el resto del país con la ciudad capital. Y con una imagen urbanacoherente, incluso magnífica en algunos hitos.

Eso estaba claro en el Santiago del Centenario hace un siglo. En lasobras que completaron el cerro Santa Lucía con la notable escalinataSur Poniente, el Parque Forestal con el Museo de Bellas Artes, el iniciode la construcción del gran palacio para la Biblioteca Nacional, la ar-quitectura de la Estación Mapocho. En todos ellos leemos con lucidez,voluntad de hacer una ciudad dotada de belleza. Lo mismo sucedía enlos proyectos locales: la construcción del barrio en torno a la AvenidaPedro de Valdivia con sus casonas pintorescas y algunas palaciegas, oen el Llano Subercaseaux.

En los años treinta y cuarenta del siglo XX fueron la Plaza Baque-dano, el Parque Balmaceda, el Barrio Cívico, al fin una nueva visión dela ciudad como un todo luego de medio siglo y más desde el impulso deVicuña Mackenna, donde nuevamente fue necesaria una visión –queahora corrió a cargo del urbanista Karl Brunner– y de un político eje-cutor como el ministro de Hacienda Gustavo Ross. Al valorizarse elterreno céntrico, y en forma decreciente a medida que se alejaban deél, organizó una jerarquía para la ciudad con el Barrio Cívico comonúcleo monumental y moderno, desde el cual se irradiaría la secuen-cia, visión propia de un Estado fuerte tal como los que se promovíanen la Europa de la época.

Después vino la explosión urbana, se perdió la escala, se confun-dieron las metas ante las urgencias, se privilegió el automóvil, la circu-lación. Esto, en todo el mundo, al decir del Premio Nobel y etólogoKonrad Lorenz, es “uno de los diez pecados capitales del hombre contem-poráneo”, el de la pérdida de la belleza en el entorno humanizado. Santia-go fue parte de esa decadencia, se empobrecieron sus parques, sufrió laaparición de barrios industriales carentes de diseño urbano –monóto-nos y agresivos en su falta de belleza–, la multiplicación de edificiosque solucionaban la escasez de suelo pero ensombrecían las calles yrompían el tejido urbano.

Llegó entonces lo que Richard Sennett llamó el miedo al caos, laurgencia planificadora por controlar el desorden, la congestión, la su-ciedad y la delincuencia, alentando el deseo de un orden perfecto, tec-nológico, sin resquicios, virtualmente inhumano por su vocación dic-tatorial y controladora, dando por olvidada la ciudad medieval y susiglesias, mercados, teatros y calles donde nobles y plebeyos se mezcla-ban en una comunidad que compartía el mismo Dios; y dando tambiénpor olvidado el Contrato Social de Rousseau que sería ahora imposibleal no haber contacto social, según denunciaran Edward Blakely y MaryGail Schneider en 1998.

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La inserción del modelo norteamericano, pero sin un orden urba-no sino a medida que los inversionistas inmobiliarios ofrecían suelosurbanizados, no tuvo orden ni planificación. Más que los barrios y sec-tores de la ciudad triunfó la lógica funcionalista del automóvil. Hacerciudad era construir avenidas, calles, autopistas que permitieran unacirculación rápida de un sector a otro. Lo que se hiciera en estos yacorrespondía a la iniciativa privada. Los grupos más influyentes se tras-ladaron hacia el Oriente, los menos debieron buscar vivienda social,allí donde se les ofreciera, en los demás puntos cardinales. Los subur-bios, sin la cantidad de automóviles por vivienda de Estados Unidos,impulsaron la aparición de una densa red de microbuses que atestaríalas calles para trasladar población desde y hacia sus lugares de trabajos,por largas distancias.

No hubo liderazgos para ordenar la transición ni tampoco respaldoal mundo profesional, lo que se refleja en la ausencia de arquitectosurbanistas a la cabeza de ministerios relacionados o de municipalida-des. Una excepción fue el arquitecto y alcalde de Santiago, ManuelFernández, quien ya en 1958 planteó la necesidad de un GobiernoMetropolitano que, al margen de lo pasajero de las autoridades, fueraun organismo supraterritorial, supraministerial y supratemporal que pu-diera enfrentar a mediano y largo plazo los desafíos de la ciudad en símisma y dentro de la región, necesidad que siempre ha sido postergadapor el gobierno de turno que, obviamente, no simpatiza con la apariciónde un poder tan relevante en un país férreamente centralizado.

EL GONZÁLEZ OLVIDADO

Hubo arquitectos urbanistas que plantearon estrategias pero no fue-ron oídos en los cenáculos del poder. En congresos, en la prensa, en elgremio –Ricardo González Cortés presidió su asociación– así como Di-rector del Instituto de Urbanismo de Chile, muy informado de lo quese estaba haciendo en las grandes urbes del mundo –fue un viajerofrecuente–, este pionero trabajó por impulsar un tema que el mediopolítico chileno estaba lejos de valorar. También lo intentó desde elPartido Liberal para que la Municipalidad de Santiago asumiera en 1946la misión, avalada por decreto alcaldicio, de “dar a la ciudad de Santia-go dignidad de capital de la república”. Integró una comisión ad hono-rem de excelencia, con los arquitectos Sergio Larraín García Moreno,Fernando Márquez de la Plata, Juan Martínez y Tomás Reyes Vicuña,el escritor Joaquín Edwards Bello, el Padre Alberto Hurtado y el escul-tor José Perotti entre otros notables de la época.

Con fuerza combatió González Cortés para difundir la cultura ur-bana y el urbanismo, que no eran “capricho de meras suntuosidades”como parecían pensar sus coetáneos, asociándolos a la arquitectura

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refinada y al ornato urbano, sino a un “espíritu social-económico”que debía desarrollarse tanto en la clase media como en la obrera queconstituían “una raza tan sufrida como llena de esperanzas”, las quemerecían que las municipalidades contrataran profesionales del pla-neamiento. En caso contrario, los santiaguinos tendrían que irse a losextramuros de la ciudad, o terminar “colgados en los faldeos cordille-ranos”. Promovió un municipio socialmente vivo, dedicado a la reha-bilitación urbana, práctico y eficiente; un poder local independientede la política nacional, ideario que sigue pendiente en la vida políticachilena.

Será vicepresidente del Comité de Congresos Panamericanos deArquitectos. En los congresos, decía, se conocen y adoptan planes urba-nos sin interesar la ideología de los autores. La política, pensaba –aun-que presidiera la Asamblea Liberal de Santiago– tiene otros fines. Ter-minó redactando proyectos de ley para que no se arrasara la ciudadantigua en nombre de las necesidades del momento y para que lasreformas aprovecharan lo ya construido cuando era de calidad.

En todas sus obras arquitectónicas, tanto en sus grandes edificiospersonalizados por detalles artísticos como en las poblaciones obreras,las formas, texturas, ladrillos, buhardas, rejas, tejas holandesas, el dise-ño de las puertas, todo enriquece el conjunto a pesar de su bajo costo.Siempre logró “hacer ciudad”; incluso en sus conjuntos obreros no haydos viviendas iguales. Tejados salientes, accesos de luz, óptima ventila-ción, sutiles diferencias de techos, altura de los espacios, todo se orga-niza para conformar poblaciones que, más allá de su obvia dignidad,brindan belleza urbana.

En el actual Barrio Cívico, en diagonal al propio Palacio de La Mo-neda, su Edificio del Seguro Obrero –actual sede del Ministerio de Jus-ticia– quedó escoltado por otros dos del mismo González Cortés, cons-tituyendo un conjunto majestuoso, armónico, significativo de lamodernidad nacionalizada (recientemente fue demolido el que enfren-taba la Plaza de la Constitución). Fue el primer paso en la conforma-ción de un Barrio Cívico moderno y monumental, de “rascacielos”medianos en su altura, que luego sería completado por otros de acuer-do al Plan Brunner, ya con un lenguaje más abstracto y funcional. Fuesu pionero, el hombre de la transición.

Hay entonces un puente directo entre González Cortés y Brunner:“La sostenida campaña para la transformación de la ciudad y la cele-bración de los primeros Congresos Panamericanos de Urbanismo (Mon-tevideo, 1920; Santiago, 1922 y Buenos Aires, 1926) habrían llevadoal gobierno a la convicción de que debía contratarse a un técnico con lamisión de asesorar al Departamento de Urbanismo del Ministerio deObras Públicas. El profesional elegido fue el profesor Karl Brunner,arquitecto austríaco que se había destacado como organizador en Vie-

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na, en 1924, de un Seminario de Urbanismo”1. Si los gobiernos habíanpromovido el carácter historicista afrancesado que enriqueció la capi-tal con obras numerosas desde Vicuña Mackenna al Santiago del Cen-tenario, que se prolonga varios años más dándole forma y jerarquía ala urbe, él inaugura un segundo momento, el de la modernidad delBarrio Cívico.

Al decir de Humberto Eliash, hay un nutrido grupo de arquitectosdestacados que lleva esos principio de la ciudad a obras de arquitecturaque los representan; “...los trabajos de Ricardo González Cortés, deAlfredo Benavides, de Luciano Kulczewski, de Costabal y Garafulic,son la base de un discurso arquitectónico clave para entender el origeny desarrollo de la modernidad en Chile”2.

Entre ellos Ricardo González Cortés es el mejor exponente del ArtDeco, su más fiel representante y también uno de los primeros en elmundo, ya que este estilo vive su apogeo recién entre 1930 y 1940.Para él esta tendencia, que asimila en varios viajes a Chicago, lenguajede transición frente al dogmatismo de los maestros modernos, expre-saba mejor a un país como Chile, latino y marcado por las Beaux Artsde París, menos enemigo del pasado grecolatino que los germanos ysajones que estaban tan ansiosos por saltar al futuro. Los materialesfinos, los bronces, los detalles decorativos estaban todavía vigentes enuna ciudad como Santiago.

Su sensibilidad ante la historia de Santiago lo salva del dogmatis-mo fanático de muchos europeos de esos años, lo integra a la ciudadexistente sin negarla y, por lo mismo, obtiene una mejor recepción delpúblico. Será el arquitecto de varios hitos de esa transición, como laCaja de Crédito Hipotecario en la esquina de Huérfanos con Morandé–ahora del BancoEstado–, donde aplica cobre y maderas chilenas comotestimonio de “una época de búsqueda de una expresión nacionalistaen la arquitectura”3, y dos que están muy relacionados con las activi-dades de su hermano Exequiel, la Caja de Accidentes del Trabajo enCompañía 1288 (de 1932) y el Edificio del Seguro Obrero, el único deellos protegido como “Inmueble de Conservación Histórica”. La ciudadle debe mucho; así como en años recientes –desde los años sesenta–crece la valoración de Luciano Kulczewski, otro notable de esa genera-ción, está pendiente el redescubrimiento de González Cortés.

1 Martínez Lemoine, René. “La teoría y la práctica del urbanismo en Santiago”, enDe Toesca a la Arquitectura Moderna 1780-1950, Centro de Arquitectura, Diseño yGeografía, F.A.U., Universidad de Chile, 1996.

2 Eliash, Humberto. “Art Deco en Chile, una bisagra entre la academia y la moderni-dad”, ponencia en Prefeitura de Rio de Janeiro, Congreso de Art Deco na AméricaLatina, 1999.

3 Universidad de Chile, Facultad de Arquitectura y Urbanismo y Ministerio de Vi-vienda y Urbanismo, 2000.

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BUSCAR LA PERSPECTIVA

Los incas crearon una ejemplar mirada de Sudamérica desde la Cordi-llera de los Andes, cerca del Sol y en sintonía con el espinazo geográfi-co principal. Tan claro tuvieron ese sentido que demolieron todas lasaldeas en diez kilómetros alrededor del Cuzco para darle realce en elentorno. Ese realismo se complementa con una visión espiritual tra-zando meridianos, “ceques”, que sintonizaban los trazados geográficoscon el territorio espiritual; Cuzco era el epicentro de ambos.

Lo mismo hicieron ellos en este valle al escoger el macizo de ElPlomo que, en lo alto de la Cordillera de los Andes, domina físicamen-te la región; además, lo sacralizan como epicentro espiritual al alinearel pucará de Chena, sus vanos, para que el primer rayo de Sol del sols-ticio de invierno, en el día del año nuevo, ingrese a través de sus ven-tanas. El pucará cumplía además con una ubicación impecable en es-trategia militar. Los incas tenían un orden.

También lo tuvo Pedro de Valdivia. Si La Serena es su puerta alNorte, ciudad tras la cual se despliegan los desiertos y los caminos queconducen hacia las ciudades del Virreinato, Santiago será su puerta delSur. Más allá del Maipo se desenrolla el extenso Valle Central que con-duce al corazón de este territorio, que para él estaba en la actual Nove-na Región; allí donde comienzan los lagos y el Chile austral. Tambiéntenía un orden que fue alterado por la Guerra de Arauco.

El centro se desplazará hasta aquí, más protegido. AmbrosioO’Higgins asume esa realidad e impulsa el camino al puerto de Valpa-raíso, funda el puerto terrestre de Los Andes como ciudad que abre laCordillera y traza el camino que cruza el macizo andino hacia Argenti-na: despeja la región al Este y al Oeste, ordena el territorio regional.

El Estado de Chile va a fortalecer esta centralidad. Contra las ten-dencias federalistas, contra los ímpetus de Concepción en el Sur y Co-piapó en el Norte, explora desiertos y territorios australes, consolida lasoberanía en las zonas extremas, enfrenta guerras en función de eseproyecto unitario y centralizador al que luego Vicuña Mackenna seencargará de darle imagen urbana, visión que culminará con las obrasdel Centenario y los barrios residenciales de Ejército y Dieciocho. Lacapitalidad tomó forma de ciudad.

Ese Estado tuvo siempre una particular vocación ilustrada. Creyóen la educación como viga maestra y sus liceos, repartidos por la com-pleja geografía nacional, irrigaron un sentido de nación. Tal como losincas con sus caminos visibles y sus ceques espirituales, los liceos ta-tuaron la geografía con una malla cultural relacionada, junto a los rie-les de ferrocarril, integradores físicos.,

A su amparo crecerá una clase media que, protegida por AlessandriPalma, Ibáñez del Campo, Aguirre Cerda y Ríos, será la protagonista

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del siglo XX; el Barrio Cívico es su imagen urbana, central y unitaria,disciplinada y homogénea, civilmente ordenada en torno al Palacio dela Moneda. Ñuñoa será el baluarte de sus artistas e intelectuales, SanMiguel emergerá portadora de las demandas populares, Recoleta eIndependencia conservarán los signos del siglo XIX, mantendrán vivoel hilo histórico que une la ciudad con su pasado, Brasil atraerá a losmás exitosos de las clases emergentes con el resplandor de su pasadoseñorial.

El éxito del modelo se sustentó a lo largo de esas décadas en elimpulso industrializador de los inmigrantes, con sus empresas moder-nizadoras y generadoras de miles de puestos de trabajo, desde el cueroy calzado de los vascos franceses y vascos españoles, los molinos de losvascos navarros, hasta las grandes textileras de los árabes y las fábricasde pastas de los italianos.

Pero al mediar el siglo el modelo entrará en crisis. Ante las crisis delnitrato y del agro, una vez más tomará el timón el poderoso Estado conun proyecto país encabezado por CORFO para electrificar el país, desa-rrollar el acero y la siderurgia, buscar gas y petróleo, crear grandesindustrias competitivas, impulsar la industria pesquera y forestal conasesoría norteamericana, alzar grandes hoteles para impulsar el turis-mo asociado al ferrocarril. Aun cuando todo ello permitió mantener laeconomía a nivel de flotación y evitar el desastre, no fue suficiente.

El segundo gobierno de Ibáñez del Campo enfrenta un país pobre.Miles de cesantes del Norte y jóvenes campesinos llegan a la capital.También los hijos de las familias más progresistas de las provincias arri-ban en busca de educación superior. La ciudad también entra en crisis.De servicios, de vivienda, de salud. Emerge una megalópolis a la que sele pide todo, miles de manos golpean las puertas de los cenáculos delpoderoso Estado. Los bajos precios de los productos chilenos, fijadospor los países aliados durante la Segunda Guerra Mundial como con-tribución de guerra, aumentarán la pobreza.

Santiago crecía en comunas, devoraba miles de hectáreas, se ex-pandía en áreas carentes de vialidad, de alcantarillado, de planes regu-ladores. Urbanizar y lotear, urbanizar y lotear. Los sectores acomoda-dos, los hijos de los inmigrantes industriales, los profesionales de laclase media, inician su desplazamiento más allá de la Plaza Baqueda-no, al Oriente: Providencia, Las Condes, Vitacura. A barrios jardín ale-jados de la congestión, del esmog, de la ciudad misma. El suburbio delos barrios jardín, no una ciudad jardín, porque carecía de centros nue-vos y propios.

Ibáñez del Campo tendrá el tino y el tiempo de pensar en la ciudad.Sin recursos planificadores propios, sin aparato burocrático disponible,pero muy ejecutivo, apoya el proyecto de tres jóvenes arquitectos que,en proceso de titulación, han propuesto un orden para la región com-

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pleta y, en su interior, para el Gran Santiago. Los recién titulados seincorporan al servicio público de inmediato, y con todo el poder delpoderoso Estado; Vialidad, Obras Sanitarias, Áreas Verdes, Transpor-tes, todo quedará supeditado a su proyecto de desarrollo.

La región queda en manos de esos tres jóvenes, Pastor Correa, JuanHonold y Jorge Martínez Camps, quienes para concretar su propuestahan estudiado los planes del Gran Londres, de París, de las principalesmegalópolis de la época. Trabajan con Ibáñez del Campo y luego conJorge Alessandri, a lo largo de los años cincuenta, hasta culminar conel Plan Intercomunal de 1960, de Honold con otro joven urbanistacoetáneo, Juan Parrocchia, quien, además, diseñará el plan del sistemaMetro.

Su horizonte es de veinte años, 1980 en perspectiva, con áreas deexpansión previstas para una megalópolis de cinco millones de habi-tantes hasta ocupar cuarenta mil hectáreas, espacio regional que, alobservar los planos, se explicaba por sí solo: el área de cerros ocupagran parte de la región, los llanos son limitados. Estaría rodeada de uncinturón verde más allá de su máxima ocupación.

Previeron que los enclaves más cercanos serían absorbidos por elcrecimiento: Quilicura, Maipú, San Bernardo y Puente Alto. Más alládel cinturón verde se debía desarrollar una red de satélites naturalesque absorberían los crecimientos posteriores: Melipilla, Lampa, Coli-na, Buin, Paine y Talagante. Una propuesta para habitar la Región;aunque por entonces el régimen administrativo era provincial, traba-jaron con los asentamientos de las cuencas del Mapocho y del Maipohasta la Cordillera de la Costa, y con el cordón de Chacabuco por elNorte y Angostura del Paine por el Sur, prácticamente el mismo terri-torio que años después se asignó a la Región Metropolitana.

La vialidad estructurante era central en el proyecto. Plantearon loque hoy se conoce como Circunvalación Américo Vespucio, un eje or-denador de la circulación. No era un límite de la ciudad como se creyóposteriormente, ya que incluso había sido superado hacia el Orientepor el Barrio San Pascual. Era vialidad urbana. El costo no fue altoporque la mitad poniente atravesaba tierras agrícolas cuyos dueñoscedieron el espacio necesario a cambio de que una vía fuera pavimen-tada y les facilitara la salida de su producción. La ciudad crecía a un 4%anual lo que implicaba un 40% en una década, un movimiento incon-trolable y caótico a futuro; la circunvalación, imposible años más tardepor los eventuales costos de expropiación, ordenó el futuro.

En segundo lugar plantearon un Anillo Cuadrado, forma resultan-te de la trama histórica de la ciudad, la que no quisieron violentar conanillos circulares o diagonales, porque correría al interior. Avenida Vi-cuña Mackenna por el Oriente, Costanera Andrés Bello por el Norte, laactual Avenida General Velázquez por el Poniente y el Parque Isabel

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Riquelme por el Sur. La Costanera corría por el Norte del Mapocho ensu tramo Oriente pero en la parte más céntrica, por la densidad urba-na, ocupaba parte de la caja del río. A lo largo de décadas, hasta elpresente, se fue completando.

Luego plantearon un Anillo Intermedio: trazado por una AvenidaDepartamental por el Sur, la Avenida Las Rejas por el Poniente, PedroDonoso por el Norte y Avenida Los Leones al Oriente.

El segundo gran tema, luego de la vialidad, era el de la localiza-ción industrial. La industria manufacturera, importante por entoncescon cinco mil empresas de mediano o gran tamaño, ocupaba grandesterrenos, era muy contaminante en sus procesos y se ubicaba en to-das las comunas y en cualquier lugar de ellas. Se hizo un catastro desu localización y se procedió al despeje de las zonas centrales orien-tando su emplazamiento asociándolo a grandes ejes viales: cordón Vi-cuña Mackenna, cordón Cerrillos, Panamericana Norte...

Hasta entonces la industria había estado muy ligada al Anillo deHierro, al tendido férreo urbano que se completara a principios delsiglo XX, excepto en su tramo Norte que unía la Estación Pirque y laEstación Mapocho mediante un trazado subterráneo bajo el ParqueForestal, el que finalmente no se hizo. Los demás tramos son los queactualmente busca recuperar el proyecto del Bicentenario llamado delAnillo Interior.

El tercer gran tema, luego de estructurar la vialidad y estableceruna zonificación industrial, era el de las áreas verdes. Todos los gran-des parques del siglo XIX estaban siendo invadidos por obras, se redu-cía cada vez más la Quinta Normal, los proyectos no se detenían. LaUniversidad de Chile tenía aprobadas unas residencias universitariasen los faldeos del cerro San Cristóbal, con muy buena vista, proyectoque alcanzó a detenerse. Se rigidizó y normó la condición de las áreasverdes existentes y se estableció una obligatoriedad porcentual en lasnuevas urbanizaciones.

Las comunas se multiplicaban, la ciudad se expandía, pero siemprebajo un modelo monocéntrico. Comercio, bancos, edificios públicos,bibliotecas, todo estaba en la comuna central y específicamente en sucentro congestionado y contaminado. En la calle Ahumada cruzabantranvías, microbuses, paseaban los caballeros en sus estrechas veredas,las señoras de compras, los auxiliares en trámites. Se planteó una seriede centros intercomunales, en puntos que atendieran dos o tres comu-nas, asociados al Anillo Américo Vespucio y apuntando hacia los en-claves que se preveían serían anexionados por la ciudad: San Bernar-do, Maipú, Quilicura y Puente Alto.

Como los incas, como Pedro de Valdivia, Ambrosio O’Higgins y Vi-cuña Mackenna, era un orden. Su realización, concreta y especificada,la que definió en gran medida la estructura de la ciudad hasta hoy,

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culminó con el Plan Intercomunal de 1960 de Juan Honold y JuanParrocchia.

Honold será distinguido medio siglo más tarde, en 2003, por quin-ce agrupaciones ciudadanas que le otorgan el Premio de la Ciudadaníapor su larguísima trayectoria. El coautor del plan, Parrocchia, recibiráel primer Premio Nacional de Urbanismo también varias décadas des-pués, cuando se crea el galardón en 1996, como jefe de la aplicacióndel plan hasta 1964 y luego Director de Planeamiento y Urbanismo delMOP, además de planificador del plan Metro –luego de visitar todas lasciudades del mundo que lo tenían. Impulsor además de la AvenidaKennedy, Parrocchia también se había iniciado en 1952 con un estudio–Santiago, una gran ciudad–, para la planificación de la metrópoli.

Desde entonces, luego de estos cuatro preclaros urbanistas, no hahabido otra visión estratégica en que el orden, las jerarquías, las políti-cas para escalar la ciudad de acuerdo a una trama unitaria, tengan unespacio.

Hay que hacer un reconocimiento a los inspiradores, los maestrosque formaron a estos urbanistas. Por supuesto, el austríaco Karl Brun-ner, en Chile entre 1929 y 1934, el primero en planear la metrópoliintegral considerando además su entorno geográfico, verdadero padredel urbanismo moderno en el país; y Luis Muñoz Maluschka, promo-tor de la contratación del europeo y quien en los años cincuenta intro-ducirá la idea de operar por regiones promoviendo la planificación te-rritorial del país completo y dentro de él dividiendo Chile en regionesque tendrían su propia planificación, impulso que lleva a determinar-las en esa década. La Metropolitana nació más grande, una RegiónCentral que incluía las cuencas del Aconcagua, del Mapocho y del Maipohasta la costa, dejando en ella, por lo tanto, los puertos de Valparaíso ySan Antonio. Para muchos, así debió permanecer, con salida al océanocomo las demás.

Debe destacarse que tanto Muñoz Maluschka como los cuatro jó-venes adoptaron una postura urbanística moderada no dogmática, nosometida al funcionalismo progresista, sino más acorde con una cultu-ra urbana iberoamericana de origen grecolatino. Seguirán a los teóri-cos Patrick Geddes y Lewis Mumford que abrieron mundialmente estecampo teórico para las metrópolis del siglo XX, con una postura huma-nista que reconoce el patrimonio histórico, la estética urbana, la inte-gración a la naturaleza, la región completa como espacio de interven-ción; y muy de cerca al francés Gastón Bardet, profesor en Bruselas yde la misma orientación, líder de la escuela católica francesa y, además,místico cristiano que en la Biblia encontrará un orden trino del mundoque intenta aplicar. También en ese momento fueron relevantes losmodelos del Plan de París, el Plan de Londres y el Plan de Moscú comoreferentes. La ciudad todavía era un organismo.

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Se ha polarizado la ciudad desde entonces, segregada en barrio alto,barrios bajos y barrios marginales de muy distinta condición. El alto seha disparado en su desarrollo con barrios cerrados y centros de ofici-nas, y sólo el comercio, con sus malls ha tendido una red integradora.Es una ciudad archipiélago que ofrece muy distintos estilos de vida,deseables o no, lo que obliga a enfrentar el futuro en varias escalas.

EL PRAGMATISMO DE LAVÍN

Si Jaime Ravinet será el alcalde emblemático en la Concertación porsu perfil de hombre ejecutor, en una alcaldía de Santiago donde Patri-cio Mekis, Guzmán Mira y Carlos Bombal ya habían establecido unmodelo de eficiencia e innovación, desde la alianza opositora emergeráen Las Condes la figura de Joaquín Lavín como nuevo paradigma.

El descrédito de los partidos políticos, la idea de que la demagogia,la politiquería y el ideologismo eran culpables del subdesarrollo, con-forman una cultura persistente en Chile desde los años cuarenta conJorge Prat Echaurren. El triunfo electoral del ingeniero Jorge Alessan-dri en 1958 lo había capitalizado y, por supuesto, fue un argumentoasumido y reiterado por el general Pinochet desde 1973.

El gremialismo, movimiento universitario formador de la UDI, elpartido de Joaquín Lavín, tendrá la misma distancia y recelo frente alos partidos políticos y el mismo norte de diseñar una nueva forma dehacer política. Muchos de sus líderes, con postgrados en la Universidadde Chicago en Estados Unidos, tendrán un espacio en el gobierno mili-tar gracias a su acogida en la Armada; tanto en el diseño de políticaseconómicas de responsabilidad del almirante José Toribio Merino, perotambién del oficial (r) Roberto Kelly, quien, como director de ODE-PLAN, les proveerá una escuela de formación donde se acercan al mun-do urbano popular y a la necesidad de políticas para paliar la extremapobreza. Varios tendrán roles en municipios populares, lo que incre-menta su conocimiento de este mundo que es el mayoritario en Chiley el que decide finalmente las elecciones.

La UDI creará un programa funcional al mundo urbano popular,masivo en Santiago, Valparaíso y Concepción, las grandes ciudades;con el retorno de la democracia se posicionará en las populosas comu-nas de la capital, Conchalí, Recoleta, San Ramón, Renca, Huechuraba.Allí donde están las grandes masas que más directamente padecen lasconsecuencias del desempleo, la delincuencia, los problemas de accesoa la salud y la vivienda. Los pobres que no pueden esperar, los querequieren soluciones concretas y no discursos; “hechos y no palabras”,según el lema de Jorge Alessandri.

Joaquín Lavín, además de obtener un master en Economía en laUniversidad de Chicago, había cursado algunos estudios de periodismo

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y a su regreso a Chile fue editor de Economía y Negocios en El Mercu-rio; conocía el poder de los medios de comunicación en la sociedadcontemporánea. En 1992 será elegido alcalde de Las Condes, una co-muna con recursos que le permite aplicar un modelo de gestión que,eventualmente, debía hacerse en todo el país.

En un país desencantado con el accionar de los partidos políticos,con las cupulares disputas del poder “a espaldas de la gente”, la comu-na es el espacio natural para inaugurar una mayor participación ciuda-dana: consultas, encuestas... En un país cansado de quebrantos políti-cos que no modificaban el escenario del subdesarrollo, el economistaLavín actuará como un gerente de empresa, dividiendo el accionarmunicipal en dieciocho temas específicos para luego diseñar líneas detrabajo para cada uno, lo que será aplicado en muchas otras comunasdel país. Su vocación mediática se traducirá en que cada acción searegistrada públicamente. Fortalece su convicción, y la de muchos, deque la hora del Estado poderoso ha terminado, que el cambio y lostiempos implican que es hora, bajo un esquema de economía neolibe-ral, de pasar a un Estado de rol subsidiario. Ricardo Lagos lo derrotópor muy poco en la elección presidencial siguiente y Lavín quedó posi-cionado como carta de la Alianza.

El Presidente Lagos, de perfil ejecutor también, avanzará en su pe-ríodo con un respaldo creciente. Pero sin que ese apoyo se expanda ala Concertación de partidos que lo apoya. Ahora, todos quieren “oír ala gente”. Sus éxitos a partir de la mitad de su período renovarán laconfianza de su sector en el rol del Estado, la otra cultura.

Pero muchos de quienes estamos en la otra vereda, la de la socie-dad civil, tenemos la sensación, la clara convicción en realidad, de quelos males de la política siguen vivos. Que la Alianza por Chile, pordoctrina, recela de un Estado capaz de impulsar un ordenamiento te-rritorial así como de gobiernos regionales que tengan el poder de esta-blecer reglas para el uso del suelo o, en general, de determinar las re-glas del juego a la inversión inmobiliaria. Esto, aunque en los paísesmás desarrollados, incluso en aquellos emblemáticos de la economíaneoliberal, se reconozca que la planificación del territorio y la urbanason desafíos que requieren poder político, estrategias, planes a largoplazo. Y que la Concertación, por tradición, recela de la participaciónciudadana a nivel regional, provincial, municipal, escalas donde ella escreciente en muchos países en pos de una democracia efectiva; pruebade ello es que en catorce años de gobierno no se han abierto canalespara que ella sea efectiva.

Es cierto que la política de libre mercado a ultranza, que el gobier-no militar estableció con la Política Nacional de Desarrollo Urbano de1979, con lo cual aumentó el fenómeno de expansión como “manchade aceite”, retrocedió más tarde con la de 1985 que reconoció la esca-

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sez del suelo y la necesidad de que el Estado asuma “la planificacióndel desarrollo urbano” y ejerza una “intervención orientadora”. Tam-bién es cierto que la Concertación impulsó en 1994 un Plan ReguladorMetropolitano de Santiago ”para controlar el crecimiento, favorecer ladensificación y ‘hacer ciudad’”. Ni una ni otro han modificado las ten-dencias, “la cultura urbana” prevaleciente de expansión sin policen-tros nuevos, suburbios informes disgregados que carecen de expresióncívica formal y vitalidad cívica participativa.

Hay divisiones administrativas, pero todavía no comienza “la cons-trucción de la región”, de las provincias, de las comunas. Todavía no lepertenecen “a la gente” que se limita a observar una ciudad donde lasinversiones inmobiliarias, las soluciones viales y las del Ministerio deTransportes diseñan el espacio urbano.

El Gobierno Regional ha asumido ese rol a través de diversas ini-ciativas y alianzas, con la Red Universitaria de Ordenamiento Territo-rial, con el programa de Ordenamiento Territorial AmbientalmenteSustentable (OTAS), con el Programa de Descentralización y DesarrolloRegional, con un seminario 2004 que trajo expertos de varios paísesdel mundo, para inscribir el desarrollo urbano dentro del territorial.

LAS CUATRO ESCALAS

Sigue creciendo Santiago, más de mil trescientas hectáreas anuales enlos años noventa, más de doce mil hectáreas en una sola década. Lejosy atrás quedó la ciudad mediterránea compacta, la de perfiles defini-dos. Los sistemas viales se expanden a suburbios distantes de baja den-sidad, a veces aislados morfológicamente, de límites imprecisos. Es unarealidad que debe ser asumida. Colina, Lampa, Zapata en Curacaví,Entrerríos en Talagante, Santa Rosa en San Pedro, Pirque, El Canelo deSan José de Maipo –estudios de Jorge Ortiz y Soledad Morales, RevistaEure, diciembre 2002– ya son parte de “la ciudad”.

Hay una Macrorregión en que Santiago es un polo de desarrolloque irradia su influencia desde la Cuarta Región a la Sexta, pasandopor la Quinta, obligando a una vialidad estructurante y a interactuarcon satélites a mayor distancia, asociados por carreteras, pero tambiénpor sistemas de metros, trenes y metrotrenes. Es un polo de desarrollode interés continental, su suerte está ligada a la de los países vecinos,su planificación incluye variables internacionales.

Si no tiene una dinámica interna en el mundo globalizado, es muyposible que los malls del futuro, los centros de oficinas, los parquesrecreativos, incluso colegios y universidades, pertenezcan a transna-cionales. Las nuevas metrópolis extendidas, en que se habitan territo-rios más que ciudades, tal como se ha demostrado en los países demayor desarrollo, requieren de una estrategia propia que les permita

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conservar y asegurar el control de su futuro. Y no por nacionalismo,sino para que el desarrollo económico esté trenzado con los propiosparadigmas culturales e inserto en los proyectos país propios.

Hay una escala regional donde siguen pendientes las posibilidadesde desarrollar los enclaves propuestos en 1952: Melipilla, Lampa, Coli-na, Buin, Paine y Talagante como nuevas centralidades de crecienteautonomía, pero complementarias. Los proyectos inmobiliarios sonautónomos; miles de obreros viven en Puente Alto, Padre Hurtado, LaPintana, comunas que no tienen industrias. También aparecen par-ques industriales en comunas sin vivienda social, demostrando la au-sencia de planes estratégicos regionales. El Estado ya no es poderoso.Sin embargo, en este mismo mundo globalizado, desde Singapur alPaís Vasco, o de Seattle a Hong Kong, los gobiernos están generandoestrategias de gran escala para facilitar tanto como orientar el desarro-llo de sus territorios. El Estado, aunque menos poderoso nacionalmen-te, es capaz de ceder la iniciativa y recursos a los gobiernos regionalespara que sean más eficientes en la escala global.

Se dice que la ciudad la hacen los ciudadanos, el Estado y el merca-do. En Chile ha fallado el Estado, que no ha podido generar estrategiasregionales y locales, que no ha cedido poder político y económico a losniveles regionales y locales, que no ha sabido encauzar la participaciónde la sociedad civil. El Estado, el padre de la nación al decir de MarioGóngora, no está siendo padre generoso con sus hijos. El puro merca-do, lo que no sucede ni en Estados Unidos ni en Europa, es el que estáhaciendo las ciudades.

Pero el Estado, como siempre en Chile, conserva poderes. Las Se-cretarías Regionales Ministeriales, las direcciones regionales de Vivien-da y Urbanismo, de Obras Públicas, de Transportes, la misma CONAMA,controlan la construcción de autopistas, la localización de extensas áreasde viviendas sociales, el impacto ambiental de las industrias. Los go-biernos regionales poseen también herramientas; son los responsablesde la planificación regional en todos sus aspectos urbanos, ambienta-les, económicos, infraestructura, incluso culturales; pero de ellos re-cién está surgiendo una visión estratégica determinante, un impulsocapaz de equilibrar, con planes de mediano y largo plazo, las fuerzascortoplacistas del mercado.

El gran desafío inmediato está en el refortalecimiento del Estadoen este ámbito específico, y en la creación de canales que permitan laexpresión de la sociedad civil para que el impulso dinamizador, e in-dispensable del mercado, se oriente hacia una región cuyas caracte-rísticas satisfagan culturalmente a los habitantes de la Región Metro-politana.

El empresariado es un gran protagonista de las ciudades más desa-rrolladas. Partícipe de los gobiernos regionales, colaborador de iniciati-

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vas locales, filántropo social y cultural, educacional y deportivo, tantoen el ámbito de gestión de la ciudad como en la realización de obras deadelanto no tiene competidores. Nuevamente, es el Estado el que debecrear las condiciones para su participación. Ciudades enteras, comoSeattle recientemente, han logrado un salto en su desarrollo gracias aeste género de colaboraciones privadas asociadas al gobierno local. Y esque, en la economía global, el futuro empresarial depende de la com-petitividad del territorio en el que opera. Ahí es donde le interesa cola-borar, en su planificación a mediano y largo plazo. El Estado y las fuer-zas del mercado se necesitan, también son complementarios.

Luego está la escala del Gran Santiago como entidad visible, me-gápolis de escala americana, donde sus aeropuertos, oferta cultural yconstrucción de recintos feriales y de congresos son indispensables parala competitividad de una ciudad que aspira a ser centro de negocios yfinanzas en el Cono Sur, escala hoy carente de una autoridad respon-sable que esté política y económicamente respaldada. De ahí que laIntendencia Metropolitana haya asumido ahora el liderazgo para lacreación de un megacentro ferial y de congresos, de importancia sud-americana.

Esa dimensión económica debe tener una dimensión paralela so-cial. A principios de los noventa la comuna más pobre, La Pintana,tenía ingresos y gastos de un séptimo de la más rica; al final aumentó ladiferencia, bajó a un décimo; no hay escala de competencias actual-mente, frente a esa realidad que se asocia a ausencia de plazas, centrosculturales, deportivos, de recreación. Falta la escala capaz de impulsarun desarrollo equilibrado, coherente y funcional, y por ello la necesi-dad de fortalecer las competencias de los Gobiernos Regionales quetienen esa misión.

El Área Metropolitana es un concepto muy abstracto, administrati-vo, ojalá se utilizara más el término Gran Santiago para referirse a lastreinta y dos comunas de la provincia más las dos conurbanas, SanBernardo y Puente Alto; este tiene una dimensión física, real, más sus-ceptible de generar pertenencia y arraigo, una identidad que estimulaa la acción proactiva en relación a su territorio.

Región Metropolitana tampoco es un nombre feliz, hubo mejoresaciertos en los de otras regiones. Región Capital tendría más resonan-cia. Las provincias metropolitanas ya están asociadas a la capital, Cor-dillera, Chacabuco, Maipo, Talagante y Melipilla están recibiendo in-versiones, obras de infraestructura, población creciente, todo productode su posición en la región capital. Ya estamos todos embarcados en elmismo territorio y con los mismos signos. La estructura de esta regióntan urbana, su forma física, su sustentabilidad ambiental, su vialidad,todo es común en la actualidad. Pero falta el punto de quiebre, haydistancias mentales que se conservan, hechos que impiden la cohesión

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social y el sentido de pertenencia en las demás provincias. Es Santiagoy el resto, Santiago y sus alrededores, Santiago y su territorio; el nom-bre de Región Capital nos incluiría a todos

En la escala de las comunas, estas carecen de poder para generarsus propias estrategias de desarrollo, cautelar sus patrimonios, creceren oferta cultural y recreativa, construir los parques y plazas necesa-rios; sólo tres o cuatro, las más ricas, tienen medios adecuados. Si lastres primeras escalas son decisivas para el futuro económico de la re-gión, para su sustentabilidad, la comunal es el paradigma de la calidadde vida, el espacio donde el individuo es persona, donde es posible elarraigo, la participación ciudadana en la construcción de un ambienteurbano progresivamente mejor.

Vivir en Peñalolén, en San Miguel, en Pirque, en Colina, en el Ba-rrio Brasil, ya no es solo un vivir en Santiago; define una subcultura,un proyecto social, una imagen de sí misma en cada familia que deter-mina su ubicación. Es lógico que esa opción se canalice en un proyectocívico, participativo, en el que el modelo de vida que ofrece una comu-na se complete y perfeccione; ahí se hace realidad el ser ciudadano.

Todas las escalas son complementariamente importantes. La Re-gión, cuya imagen es tan notoria en el contexto nacional, por la cen-tralización del esquema de poder imperante, es vulnerable. Fue la se-gunda más afectada por la crisis de 1975 y la más vulnerable por la de1981. Como su aporte al PIB bordea el 50%, su futuro hace frágil el delpaís entero. Chile necesita una Región Capital planificada.

SANTIAGO SUSTENTABLE

El de 1977 fue un año decisivo. En Francia se promulga la Ley sobre laArquitectura declarándola de interés público, nuevas corrientes urba-nas remecen la idea de ciudad en todo el mundo; en Chile se celebra laPrimera Bienal de Arquitectura que también la ubica en el escenario.Son ecos de los años sesenta. Escepticismo ante las teorías y planesabstractos, deseos de que la calidad de vida, el entorno, lo concreto,pasen a encarnar los sueños que abundaban en las páginas de los li-bros, al mismo tiempo que se demolían barrios históricos y se taladra-ban otros con agresivas autopistas.

Comienza una nueva cultura urbana en Chile, se toma concienciade los impactos ambientales, del deterioro del centro histórico, de lacongestión, de la contaminación. La Región se hace presente como tema,la cuenca del Maipo Mapocho, la precordillera devastada, las quebra-das construidas y las inundaciones derivadas... Así irán naciendo pro-yectos de conservación y goce de la naturaleza regional, en el Santua-rio de Yerba Loca, en la reserva Forestal de río Clarillo, en la laguna deBatuco, en los Altos de Cantillana junto a la laguna de Aculeo. Más

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tarde se agregan el Proyecto Protege en la precordillera, la creación delParque Cerro Manquehue en la amplia quebrada que en lo alto con-serva su vegetación nativa, la construcción del Sendero de Chile en laprecordillera con la visión del valle, la creación del Bosque de Santiagoy del Jardín Botánico en el Parque Metropolitano.

En 1990 se plantea, desde el Ministerio de Vivienda, la necesidadde la gestión de Santiago; un gobierno regional eficaz e independiente,capaz de enfrentar planes de mediano y largo plazo. Ante el eternoproblema político, que lleva al gobierno de turno a rechazar un pode-roso Alcalde Mayor, se propone comenzar con un Consejo Coordina-dor Metropolitano de carácter técnico, que al menos proveería de in-formación sistemática e integral a autoridades, vecinos, serviciospúblicos, inversionistas, idea que no prospera.

Al mismo tiempo se intenta crear un orden del territorio, de sugestión y planificación, mediante un Comité Interministerial de Infra-estructura que impulsa el ministro Carlos Hurtado, de Obras Públicas,y que cuenta con un cuerpo asesor donde es relevante por años elaporte del urbanista Marcial Echenique.

Especial énfasis se hace en el desarrollo necesario de la Macro ZonaCentral, con polos Oriente-Poniente de Santiago a Quintero, Valparaí-so y San Antonio; se hace evidente que sus mejores tierras, de Colina aSan Fernando, desaparecen con la expansión urbana de Colina, Lam-pa, Santiago, Talagante, Melipilla, Buin, Graneros, Rancagua, Rengo,Santa Cruz y San Fernando.

En los años noventa aumenta la revalorización de Santiago Po-niente con bonificaciones a quienes construyeran en él, medida de doscaras; disminuye el abandono de este amplio sector vecino del centro,bien construido y equipado, atrae nueva población, pero no realiza uninventario de hitos patrimoniales ni de calles que debieron habersetratado con políticas especiales por su calidad, apareciendo torres dealtura y troceando un área que tenía una de las mejores calidades ur-banas de toda la ciudad.

La tasa de motorización –en los noventa se duplicaron los automó-viles del Área Metropolitana– exigirá necesarias inversiones viales op-tándose por autopistas que, tentacularmente, saldrán de la ciudad endirección a los nuevos polos de desarrollo. Con razón el año 1995 elpresidente de la X Bienal de Arquitectura preguntó si queremos unSantiago como São Paulo o Los Ángeles, privilegiando el uso del auto-móvil, o una ciudad como Boston y Barcelona, donde es posible cami-nar y disfrutar de la vida en comunidad en un casco central proporcio-nado, ciudad del automóvil o del peatón, del transporte privado o delpúblico, de alta o baja densidad, extensa o concentrada, monocéntricao policéntrica, pública o privada... Son definiciones y opciones básicassin instancias que articulen las respuestas.

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El año 1998, con mayor cultura ambiental en Santiago, se firmóun convenio con la Agencia de Cooperación Canadiense para lograrun “Santiago Sustentable”, asesorando expertos de ese país la utiliza-ción de buses a gas natural en Las Condes, creación del concepto de“comunidades verdes” en La Florida para acceder gradualmente a susustentabilidad, localización de un centro cívico en La Pintana... Lascomunidades verdes suponen una organización vecinal que, revisandoel consumo energético, reciclando materiales, produciendo compost apartir de desechos domiciliarios y asesorando en la disminución de usode agua potable actúan como monitores para comunidades más sus-tentables, modelo que la Corporación de Desarrollo de Santiago am-plió a otras finalidades: que las mismas propongan y colaboren con lacreación de áreas verdes, de espacios públicos en general. Crece la cul-tura del espacio público.

Afortunadamente, tal como lo ha demostrado el diseño urbano enestas últimas tres décadas, hoy se pueden transformar las ciudades, noexisten las ciudades irremediablemente “feas”, las tecnologías permitensu metamorfosis. Berlín es un notable ejemplo, la ciudad sobre la cualllovieran setenta y cinco toneladas de explosivos y cuarenta mil tonela-das de obuses, arrasada, que será capaz de reconstruirse sin monotonía,sin marchas forzadas, sin nostalgias perversas, buscando la armonía delo diverso, aceptando contrastes y contradicciones, pero sin olvidar laciudad total, jugando con las escalas y conciliando la historia con elpresente, construyendo desde sus raíces una identidad nueva, aunquemuchos se desconcertarán al ver su centro poblado de grandes edificioscorporativos de transnacionales, monumentos a la economía global.

Y es que los valores están en juego tras cada opción. La urgenciapor lograr la belleza, entornos armónicos no es sólo un arma contra ladelincuencia y un aporte a la calidad de vida. Si revisamos lo que ob-servara el arquitecto chileno Isidro Suárez en la V Bienal de Arqui-tectura en Santiago, en relación a los valores fundamentales del serhumano, su expresión implicará un vasto desafío a la ciudad en elsiglo XXI: “...la libertad, la privacidad, la soledad, la comunicabilidad, ladiferenciación, la belleza, la armonía, la tranquilidad, la expansión, laposesión de sí mismo, la dignidad, el respeto, la intimidad, el saber, lafantasía, la permanencia, el amor, la seguridad, la salud, la alegría deltrabajo, el horizonte, el contacto con la naturaleza, el contacto con losotros, la sencillez...”.

Las tendencias actuales, en busca de imágenes poderosas, ya no selimitan a calle, plaza y parque; exploran la invención de espacios, com-plejos y sorpresivos, en principio porque los edificios han demostradoser capaces de brindar, con sus lobbies, paseos peatonales circundantes,incluso miradores de altura, muchos más rincones que los que puedeofrecer un municipio en forma tradicional, aportando la creación de

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“lugares” para la comunidad... Obras aisladas también han demostradoser capaces de renovar barrios completos e incluso ciudades, tal comolo fue el Centro Pompidou en París, el Museo Guggenheim del PaísVasco en Bilbao o el Museo Judío de Berlín, todos inscritos en planesglobales de reforma urbana que los usan de gatillo. Otras, en cambio,vía reciclaje de estaciones de ferrocarril, mercados, fábricas, han dadotestimonio de que toda obra de interés es capaz de seguir vigente si sele da la oportunidad.

Es en la ciudad donde los chilenos, en una inmensa mayoría, bus-camos vivir esos valores, como escribió Mimí Marinovic en Espaciali-dad humana y arte; porque “...en el espacio las personas adquieren suidentidad, realizan sus proyectos de vida, se encuentran con los otros ytrascienden...”.

LAS BELLEZAS LOCALES

El espacio cambia de cultura en cultura y de persona en persona. Sondistintas las necesidades como la advierte la proxémica que ha descu-bierto, por ejemplo, que la distancia social requerida por los ingleses declase alta y los japoneses es mayor que en los norteamericanos, y la deestos superior que entre los árabes, los rusos o los españoles. A mayordistancia social menor es el volumen de voz y mayor la necesidad deprivacidad; los santiaguinos, pareciera, estamos entre los más necesita-dos. El Instituto Marcel Rivière de Francia estudió las variables persona-les, las necesidades que tenemos de cuatro tipos de espacio, el íntimo, elpersonal, el social y el público, registrando que, tal como todos posee-mos ciertos rasgos paranoicos o esquizoides, cada uno va a requerir, enun parque, por ejemplo, espacios más o menos sociales o privados, sen-tarse en la cercanía de otros o aislarse en medio de los árboles.

La noción de belleza también es cambiante. La clásica del Centena-rio no es la de hoy, marcada por la desorientación ante el futuro, elescepticismo ante los valores. Antes se buscaba “la perfección”, hoy sesospecha de lo perfecto; al decir del autor de Caos, James Glieck, el caoses parte de la noción de belleza en nuestros tiempos, “...las nubes noson esferas, ni los montes conos, ni el rayo fulmina en línea recta...”.Una ciudad perfectamente planificada sería hoy dudosa; la ciudad sealimenta de sorpresas, de lo irregular, de rincones.

Los signos de identidad, de cómo se construye la identidad, tam-bién cambian. Con ironía, el arquitecto Jorge Moscato anotaba, en unaconferencia en la VIII Bienal de Arquitectura, que “...el obelisco, quees un paradigma y símbolo mayor de la argentinidad, es en realidadegipcio y sólo tiene cuarenta años. Además, no es una forma ligada a laColonia ni a nuestros ancestros hispánicos ni itálicos... y hay pocosegipcios en Buenos Aires...”.

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Hay variaciones dentro de la misma ciudad. Podríamos decir queen Santiago Poniente se intenta “construir el pasado”, que en SantiagoCentro se busca “construir el presente” y que en el Sanhattan los ar-quitectos y urbanistas, además de los inversionistas en primer lugar,asumieron la misión de “construir el futuro”.

Si una ciudad como Santiago padece de patrimonios deteriorados,y repartidos en una zona amplia sin conformar una trama densa carga-da de historia, como sucede en Europa o Asia, esos mismos vacíos,huecos, intersticios, son una invitación a crear espacios nuevos capa-ces de dialogar con los restos del pasado... ¿No fue esta la opción delJapón para sobrevivir a su derrota en la Segunda Guerra Mundial?¿No fue esta la opción de la clase política chilena una vez que el gene-ral Pinochet entregó la banda presidencial? En ambos casos, no se po-día volver atrás. En ambos casos, sumirse en el dolor, la rabia, la nos-talgia, bloqueaba el futuro.

Lo mismo sucede con Santiago, no se puede soñar un Santiagoutópico que desconozca el Santiago real, el que existe, para bien y mal.Que sea difícil construir utopías del futuro, idear una imagen urbanaconsistente y precisa que oriente el desarrollo no debe implicar la de-molición del pasado; no es este el que está débil, es el presente el inca-paz de imaginar un futuro. El pasado, por lo contrario, es lo únicosólido. Como dijo alguien, el pasado es lo único que vemos, lo tenemosante nosotros; el futuro está atrás, es lo desconocido.

No es fácil hablar de identidad en nuestras urbes de hoy, especial-mente cuando aumentan los barrios que se desprenden del caso histó-rico, de la trama, que reniegan de la historia urbana, en esos “simula-cros de ciudad” como se han llamado y que el argentino Alberto Petrinadefinía en el V Seminario SAL como “...clubes de campo, centros decompra, centros deportivos, barrios cerrados con policía propia, o si setrata de ambientes de trabajo, torres de vidrio con ambientes acondi-cionados desde donde la ciudad puede verse como un paisaje ajeno ylejano...”. Es otra ciudad la que emerge, con otros símbolos, como ladescribía el argentino Francisco Liernur: “...la autopista y sus estacio-nes de servicio, los grandes estacionamientos y mercados, los termi-nales de trenes, ómnibus o subterráneos y aeropuertos constituyen,sobre todo con sus vacíos, los monumentos de las metrópolis contem-poráneas...”.

¿Podemos darle la espalda a la ciudad de la plaza, del casco históri-co, de la Alameda? Es imposible, es la matriz, el útero del que nacimos,ahí está el origen de nuestro ADN. En palabras del escritor José Donoso,nuestro origen está en “este lugar preciso que es la Plaza, este limodonde nació todo lo que somos, nuestro sentido de acción comunita-ria, de sociabilidad, de trascendencia, del bien al que todos tienen de-recho, del embellecimiento de la vida”.

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Sólo en un ambiente plenamente urbano, como lo es el casco histó-rico de Santiago, se cumple la visión del gran arquitecto y poeta LouisKahn: “...la ciudad es el lugar donde un niño, caminando, puede veralgo que le diga lo que quiere hacer toda su vida”. Sólo ahí está ladiversidad completa, el panorama de todas las búsquedas del hombre,lo cívico y lo financiero, los museos históricos y la mezcla de nivelessociales... Se puede vivir en el suburbio, pero si este todavía mantieneel lazo, el vínculo, con la urbe que lo alimenta y le da su significado. Elproyecto Bicentenario del Anillo Interior de Santiago apunta a esa re-construcción.

Habrá que creer en el individuo. Si lo hace la democracia al con-fiarle el voto, si lo hace la economía social de mercado al asignarle elcontrol a través del consumo, ¿por qué no la ciudad? Roma no es obrade un equipo urbano ni tampoco Nueva York. Son iniciativas aisladas,de distintas épocas, que se deslumbraron unas a otras, en interacción ydiálogo, formando muro a muro, espacio a espacio, una cultura urba-na. También con espacio para el arte, porque a veces primó el genio yno el orden. Es más, muchas veces el genio alteró el orden como locomprueban las ácidas críticas que han recibido todas las obras quemarcaron puntos de quiebre en la historia. El antagonismo entre arte ycultura, la tensión, el choque entre los opuestos, están en la matriz delsexo y la vida; de la política y la economía. ¿Por qué no en la ciudad,que es su escenario?

Se requiere el diálogo. Los años ochenta y noventa en Santiago sonun buen ejemplo. En la comuna de este nombre el crecimiento econó-mico atrajo inversiones, en torno a la Plaza Almagro –que se remode-ló–, la calle Lira, Portugal, los tradicionales Barrios Yungay y Brasil;pero los edificios fueron indiferentes a sus entornos históricos. En Peña-lolén se levantaron condominios, conjuntos de viviendas, pero las áreasverdes llegarían tarde y también los supermercados y bancos, sin confor-mar polos ni articular áreas. Ñuñoa y Providencia se densificaron conedificios medianos pero también con torres que quebrantaron su escala.Lo Barnechea y Huechuraba crecieron a pedazos, por proyectos, sin es-queleto vial, comercial o físico, sin plan. Sin diálogo urbano.

Es necesario apostar por los espacios públicos porque, encuesta trasencuesta, crece en Santiago un sentimiento de inseguridad que aleja alsantiaguino de las calles, que le impide el tránsito por determinadosbarrios; aunque las tasas delictuales no sean superiores a las de otrasciudades de la región sudamericana –por el contrario, está entre lastres mejores– este sentimiento corroe gravemente todo proyecto deciudad. Es más, despierta el deseo de un gobierno fuerte, incluso demano dura y represivo, capaz de disminuir esta sensación de temor enlas calles de la ciudad. Tolerancia cero en su máxima expresión.

Iniciativa modelo y pionera fue la fundación en 1985 de la Cor-poración para el Desarrollo de Santiago cuyo municipio, luego de en-

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cargar un diagnóstico a la Facultad de Arquitectura de la UniversidadCatólica, en 1990 inicia un plan de desarrollo y renovación urbana conel propósito de “refundar Santiago” como centro metropolitano mo-derno, capaz de ser sede de servicios financieros y culturales pero tam-bién de repoblar y poner en valor sus históricos barrios. Invitando a laparticipación ciudadana; dieciséis mil vecinos opinaron sobre su cua-dra, el sector, el barrio y la comuna, de donde nació un impulso a laescala de los barrios y se inicia entonces el programa de Repoblamien-to de Santiago con sus logros y sus errores. Pero es un camino iniciado.

Una corporación similar debiera existir en cada comuna de la capi-tal, en cada ciudad de la Región, como “lugar de encuentro y de forourbano en el que las universidades, los bancos, las empresas, las cáma-ras gremiales, el gobierno local, los colegios profesionales, las coopera-tivas y los ciudadanos organizados en sus barrios, se reúnan, se pongande acuerdo, se asocien e impulsen numerosas y diversas obras e inicia-tivas para que Santiago progrese, se renueve y posicione como un asen-tamiento humano visionario, solidario y competitivo”, según la defi-niera Jaime Cataldo, su director ejecutivo.

Para involucrar a la ciudadanía en la gestión de los barrios de San-tiago-comuna se fundaron seis Comités de Adelanto en los años 1993y 1994; República, Concha y Toro, Brasil, Yungay, Franklin y Huemul,varios de los cuales, al margen de su participación en proyectos, daríanorigen a semanas del barrio, revistas, diversos signos de identidad. Lasplazas techadas para el Persa Bío-Bío, la rehabilitación del Teatro No-vedades, la Rehabilitación de Cités en el Barrio Yungay, el programa dePintura de Fachadas, la Plazuela Agustinas, el paseo Peatonal Sóterodel Río, el Paseo República, el Paseo Peatonal Huérfanos, correspon-den a esta política de desarrollo, así como el centro de Creación deEmpresas “Santiago Innova” con fondos de la Unión Europea y el cen-tro de Capacitación Laboral (OTE).

Dos iniciativas que demuestran la posibilidad de revitalizar secto-res, a fines de los noventa, son el entorno de la Cárcel junto a la Aveni-da Balmaceda y la remodelación del barrio Santa Isabel. Los barrios,aún los más degradados, se pueden revitalizar, la gestión urbana esuna necesidad, el ordenamiento urbano es posible. Son frases que laciudadanía debiera asumir y exigir a sus autoridades y a los operadoresinmobiliarios: ¿qué le están ofreciendo a la ciudad, ¿qué ciudad estánconstruyendo?

EXPANDIR LO EXPANDIDO

A mediados de los noventa el Plan Regulador Metropolitano planteólimitar la expansión de la ciudad y apostar a su densificación; de pocomás de noventa habitantes por hectárea a ciento cincuenta. De inme-

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diato se criticó que ello elevaría el precio del suelo y, por ende, de lavivienda urbana. Que ello iría en contra de la tendencia de Santiago aatraer migrantes, a crecer con nuevos barrios, impulsos que se veríanfrustrados al encontrarse con costos superiores. La discusión se centróen la provincia de Chacabuco que, con doscientos sesenta mil hectá-reas y polos en Chicureo, Lampa y Til Til, encarnó el proyecto ministe-rial de evitar una nueva zona de parcelas y allí intentar “hacer ciudad”con todas sus condicionantes. Habría zonas diferenciadas, establecidasy reguladas, suelos agrícolas y suelos urbanizables por definición.

La discusión volvería en 2003, al incorporarse en condiciones simi-lares varios miles de hectáreas, principalmente al Sur y Poniente de laciudad; antes que dejar crecer las parcelas, el Ministerio de Viviendapropone asumir que la ciudad crecerá y que debe entonces aportarvialidad, infraestructura, polos cívicos.

El crecimiento ha sido la constante, el santiaguino busca casa conjardín más que edificios urbanos, quiere suburbio verde y no ciudadeuropea. Como en Estados Unidos, crear suburbios que imiten los ca-seríos, las ciudadelas del pasado, con sus casas de uno o dos pisos, enmedio de arboledas, casi el mundo agrícola del siglo XVIII cuando lasciudades estaban creciendo. Pero con los medios de transportes del pre-sente, autopistas que, a riesgo de perforar y destruir la ciudad tradicio-nal, lo lleven con rapidez a sus lugares de trabajo o al aeropuerto. Sedice que al limitar la expansión de Santiago las industrias se alejaránde ella al no poder financiar el pago de suelos urbanos, la ciudad per-dería competitividad, los santiaguinos eventualmente se alejarían dondesí puedan encontrar casa con jardín. En ambos casos, es lo que puedenofrecer Melipilla, Casablanca, Talagante, polos residenciales e indus-triales, ciudades satélites atractivas. La población de Santiago se estáduplicando cada veintisiete años: ¿dónde se irán los habitantes nuevosque surgirán de 1993 a 2020?, ¿cómo y en qué dirección se duplicaránuevamente Santiago?

Se ha hablado de ciudades satélites pero no ha habido señales cla-ras que se favorezcan inversiones en ese sentido, planes de desarrolloterritorial de la región, donde aeropuertos, vertederos, zonas de indus-trias y de residencias obedezcan a una visión integral y de largo plazo,sustentable y competitiva, dirección que al fin se ha buscado en estosúltimos años con los Estudios de Bases para el Desarrollo Estratégicode las regiones, rol que están asumiendo los Gobiernos Regionales.

Lamentablemente, se encuentran trabados por su gestión: ¿quiénasumirá el liderazgo cuando el gobierno nacional, los gobiernos regio-nales, las seremis y las municipalidades se traslapen y ninguno de ellospueda asumir la coordinación responsable y central que pueda aclararel futuro para los inversionistas? ¿Dónde está la participación ciudada-na que le dé transparencia y viabilidad a las opciones escogidas? ¿Cuál

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es el escenario donde se discuta cómo priorizar las inversiones públicasen Santiago o en regiones y de acuerdo a qué jerarquizaciones? ¿Cómotrazar la anunciada Vía Orbital de doscientos kilómetros que articula-ría Santiago con el resto de la región?

Mucho se tardó en reconocer, por ejemplo, el majestuoso patrimo-nio de la precordillera de los Andes, a pesar de congregar tantas comu-nas: San José de Maipo, Puente Alto, La Florida, Peñalolén, La Reina,Las Condes, Lo Barnechea, iniciándose un Plan Protege por el MINVU

en 1994, el que llega a un diagnóstico previo en 1998. De ahí salió el“Santiago Contrafuerte” proyecto que define Senderos de Montaña yun parque asociado, desde Puente Alto al cerro Provincia con sietesenderos de penetración en esta área de parque natural y reserva eco-lógica ubicada más allá de la cota 1 000 que se intenta dificultosamentemantener como límite urbano en Lo Barnechea y Las Condes, y la cota900 para las restantes.

Proyecto de avance lento, porque más allá de la ganadería y mine-ría del sector habría presiones en cuanto a que ese congelamiento de laprecordillera impediría crear desarrollos turísticos que atrajeran la po-blación a ella más allá del montañismo, el trekking, el senderismo y elexcursionismo. Por el momento, los senderos ya habilitados han per-mitido que cientos de santiaguinos se acerquen a la precordillera a co-nocer un glaciar en San José de Maipo, caídas de agua y cóndores des-de La Reina, culminando con el proyecto Cumbre de Santiago en elcerro de Ramón, área protegida y que sería parque, donde se preser-van cerca de quinientas especies de flora y fauna.

En 2000 la Municipalidad de Santiago y la Corporación de Desa-rrollo Municipal anunciaron el proyecto PROCENTRO para darle otracara al triángulo céntrico, con apoyo de empresas privadas y amplian-do el horario comercial, optando por cuatro programas en esa direc-ción, seguridad ciudadana, actividades culturales y eventos, promo-ción inmobiliaria y reciclajes, marketing del sector céntrico. Con el 55%de la capacidad hotelera del país, el 60% de las colocaciones financie-ras, una población flotante de dos millones de personas, los mejoresmuseos, no es sostenible que esté subutilizado, que no sea un polocultural y de esparcimiento de miles de personas cada fin de semana.Pero su trayectoria no se ha consolidado; el desafío sigue en tabla, pen-diente, aunque también hay un camino iniciado con diversas activida-des en plazas, calles y museos.

EL GIGANTE EGOÍSTA

El urbanismo no es fácil en una ciudad donde, en sucesivos estudios,cerca del 95% de la población prefiere vivir en una casa y no en undepartamento. Hacia el Bicentenario se calcula habrá una gigantesca

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ciudad de casi ochenta mil hectáreas, incorporando suelos de las pro-vincias de Chacabuco, Talagante y Melipilla, modificando las deman-das al crecer el estrato alto, aumentar el medio y disminuir el bajo,haciendo la vivienda accesible a miles de nuevas familias. Los propósi-tos del MINVU, de favorecer la densificación hasta 150 hab/ha no hanresultado. Mejores ingresos y mayor demanda por más metros cuadra-dos son la tónica. No se preocupan los urbanistas porque la densidad esmenor en muchas ciudades, Nueva York 44, Londres 40, Berlín 43,incluso Tokio 97 y Buenos Aires 84, superada Santiago solamente porotras de la región: Ciudad de México con 155, São Paulo 160, o extre-mas como Calcuta con 220, El Cairo 375. Pero son las ciudades delsubdesarrollo.

Caso especial es Chicureo, a veinte minutos de Américo Vespuciocon Vitacura, amplio valle que se despliega al Poniente del cerro Man-quehue donde tres empresas, en una escala nunca antes vista en San-tiago, están construyendo una “ciudad” en un área de cuatro mil hec-táreas. Comenzaron la Inmobiliaria Hispano-Chilena que plantea unmodelo en uso en los alrededores de Madrid y la familia Rabat que yaen Santa María de Manquehue y El Golf de La Dehesa aplicara unmodelo inspirado en los alrededores de Barcelona pero incorporandoelementos de los suburbios de Estados Unidos. Esta misma familia, conel inversionista Julio Antonio Bouchon, desarrollará otro complejo, alo country argentino, con canchas de polo, tenis y paddle tenis. Mega-proyectos contemporáneos, incluyen cableados subterráneos. No de-jan de crecer aunque la crisis de 1998 paralizara a varios temporal-mente. Santa Inés, Santa Cecilia, Las Canteras, Chamicero, Los Mimbres,vienen en camino.

En 1992, ante proyectos privados de construir una autopista sobreel Mapocho, el ministro Carlos Hurtado reavivó el proyecto vial Orien-te-Poniente de 1960, lo que mantuvo el ministro Ricardo Lagos en elgobierno siguiente. En el camino se modificó el trazado ante la primeragran movilización urbana de Santiago, la de los opositores a la Costa-nera Norte del Barrio Pedro de Valdivia Norte, Barrio Bellavista y Ba-rrio Vega Central, quienes lograron se trasladara hacia la caja del río eltramo correspondiente.

La vialidad está siendo sometida a presiones cada vez más podero-sas. Según la Consultora Atisba, en un estudio de 1998, cuando aún nocomenzaba la recesión, la demanda inmobiliaria ya presionaba comu-nas como Providencia, Ñuñoa, San Miguel, Santiago Centro, QuintaNormal y Las Condes donde la oferta se concentra en edificios de altu-ra por el valor del metro cuadrado. Al mismo tiempo aumenta la dis-tancia para ofrecer viviendas aisladas, ahora en La Dehesa, Quincha-malí, San Carlos de Apoquindo, Huechuraba, Peñalolén, La Reina odirectamente parcelas de agrado en Pirque, Calera de Tango, Buin,

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Malloco, Chicureo, este favorecido por nuevas vialidades que compi-ten ventajosamente frente a los demás enclaves de parcelas. Para sec-tores de menor valor se dispara una ciudad nueva hacia el Norte, de almenos medio millón de habitantes, en Lampa, Batuco, Colina y Til Til.También hacia el Poniente otra ciudad, conurbando Maipú con Peña-flor, Padre Hurtado y Talagante y promoviendo la necesidad de un trensuburbano para Melipilla.

Aparecen los centros empresariales especializados, el más notoriola Ciudad Empresarial de Huechuraba, al 2000 con veinte edificios ter-minados y terrenos para otros ochenta en sus cuarenta hectáreas conseis kilómetros de vialidad interna; también los parques industriales(treinta y cuatro en la RM). Los edificios corporativos inteligentes semultiplican en el polo Apoquindo-El Bosque entre los cuales destaca,paradigmático, el Consorcio Nacional de Seguros, obra de Huidobro,Browne y Chemetov en la Avenida El Bosque, que compitió como unade las mejores obras de arquitectura de América Latina en los añosnoventa por el Premio Mies van der Rohe, obteniendo el segundo lu-gar luego de Televisa de México.

Los 30 km/h de velocidad de avance lograrían mantenerse, a pesarde tales expansiones y densificaciones gracias a las concesiones urba-nas: Norte Sur, Costanera Norte, Anillo Vespucio, Anillo Orbital, pene-tración de rutas 68 y 78, Acceso Sur, Acceso al aeropuerto, nuevaslíneas de Metro, vías exclusivas para buses, ferrocarriles suburbanos aRancagua, Til Til y Melipilla y aparición de ciudades satélites.

La Dehesa es un paradigma nacional. Por su modelo suburbano decalles amplias y curvas, cableado subterráneo, seguridad propia. Ahorauniéndose hacia el Norte hasta Chicureo, pasando por lo que fuera deLos Trapenses.

La ciudad explota siendo La Florida una de las comunas simbólicasdel “nuevo Santiago” con su boom de los ochenta y comienzos de losnoventa, multiplicándose seis veces el precio del suelo en esos años,recibiendo una línea de Metro, gigantes centros comerciales, educa-ción técnica y superior, profesionales y técnicos que ocupan mandosmedios en empresas, polo del Chile emergente cuando una nueva cla-se media puede aspirar a una casa con jardín, automóvil, vacacionesfuera del país. Los condominios, los edificios de departamentos conclub house y piscina, serían nuevas opciones a menor precio una vezque ya se disparó este sector que, con las comunas aledañas del Sur,conforma un polo de un millón quinientos mil habitantes. La Floridaaspira a ser “la capital de Santiago Sur” ahora que servicios públicos, laLínea 4 del Metro además de la 5, un centro global de servicios o sub-ciudad que no tardará en ser cabeza de unos tres y medio millones dehabitantes, extendiéndose incluso al pie andino más allá de la AvenidaTobalaba con conjuntos de casas de estándar medio alto.

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Fue pionero Pirque en el mundo de las parcelas de agrado, con sufuerte presencia rural y vegetación que todavía definen su carácter,más de quince proyectos inmobiliarios que atrajeron población –espe-cialmente de matrimonios jóvenes para los que se abrieran colegios–,destacando el loteo Parque Las Majadas por su cerro y centenario par-que, con el riesgo del valle del Principal, separado del sector clásico,con trescientas hectáreas, cancha de polo y golf, de una escala quealterará la paz del lugar.

La construcción del tramo La Pirámide de la Avenida Américo Ves-pucio acercó y cambió la vocación de la comuna de Huechuraba, que,de lejano rincón agrícola e incipiente barrio industrial, se transformóen polo industrial efectivo en algunos sectores cercanos a la Panameri-cana y potencial barrio residencial de calidad ambiental; en dieciochoaños la valía de los terrenos se multiplicó treinta veces; es otro proyec-to particular, entre la Avenida Américo Vespucio y los cerros de Colina,de cuatro mil cuatrocientas treinta hectáreas que comenzaron comosector industrial y viraron a lo residencial con grandes proyectos comoEl Carmen de Huechuraba que reinvindica el origen rural, vivir en elcampo, las cuarenta y ocho hectáreas de la antigua Viña Conchalí aho-ra sede de la comunidad cristiana Fundaciones del Mundo Nuevo y laCiudad Empresarial que aspira a tener hotel, mall, bancos y restauran-tes, y donde ya no se anuncian malls y supermercados para darle auto-nomía de subcentro.

Los edificios residenciales para ingresos medios y altos en determi-nadas comunas y con medidas propias de seguridad, así como los ba-rrios de condominios cerrados se multiplican hacia el Norte y el Sur.Como Peñalolén con su presencia andina y su espectacular vista delvalle de Santiago, aire transparente, poblaciones y condominios de lujomezclados, cinco mil hectáreas donde han llegado proyectos por unvalor superior a los quinientos millones de dólares. El Arboretum delColegio Grange con gran equipamiento deportivo y desarrollo de lavegetación nativa, la Comunidad Ecológica con sus casas autocons-truidas, luego otros de clase media con casas de cien metros cuadradosen sitios de trescientos metros; Casagrande en setenta y cinco hectá-reas en la Avenida Antupirén y que ya incorpora servicios técnicos,club house, restaurante, espacios deportivos, son sólo ejemplos de unvasto operativo.

Este cambio en la ciudad es reflejo del desarrollo económico queinicia Chile a mediados de los ochenta, en el que casi se quintuplicanlas exportaciones entre 1982 y 1997, atrayendo empresas internacio-nales e impulsando las locales algunas de las cuales ingresarán a la listade las 200 mayores de América Latina, según revista Business Week,aumentando el ingreso per cápita de mil trescientos sesenta en 1985 acinco mil cincuenta dólares en 1996, y reduciéndose la pobreza de45,1% en 1987 a 21,7% en 1998 (una década) y la indigencia, en el

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mismo plazo, bajando de 17,4% a 5,6%, lo que culmina en 1999 cuan-do en el índice de Desarrollo Humano aparece como el país de mayordesarrollo relativo en América Latina, al margen de permanecer entreaquellos con peor distribución del ingreso de la zona.

Para las empresas internacionales, según Carlos A. de Mattos4 , quienrecopilara la información previa, el Área Metropolitana de Santiagoserá la de localización preferencial por seis razones: sistemas de comu-nicaciones, actores de equivalente rango jerárquico, fluida comunica-ción directa, servicios especializados, tejido productivo amplio y diver-sificado y ser el mercado más amplio del mercado nacional; con elloSantiago afirma “...su condición de nodo principal de Chile en la redglobal de ciudades...”. Casas matrices de bancos, mercados de valores,sedes corporativas de mayores grupos económicos, servicios al produc-tor, educación superior, servicios relacionados a la nueva economía, es-tablecimientos industriales más dinámicos (60% en número de estable-cimientos y 40% del valor agregado nacional), el empleo mejorremunerado, harán de Santiago “...una ciudad en proceso de globaliza-ción...” o globalizing city, según parámetros Marcuse y Van Kempen (2000).

El mismo estudio determina tres rasgos nuevos de la ciudad a par-tir de este proceso, la suburbanización –de estructura policéntrica queextiende la ciudad en todas direcciones–, la afirmación de una estructu-ra metropolitana polarizada y segregada donde la estratificación socialtiene una perfecta lectura territorial, y la irrupción de nuevos artefactosurbanos que (re)estructuran el espacio metropolitano. Se conforma asíun espacio de Macrozona Central desde San Bernardo, Maipú, PuenteAlto y Quilicura para llegar a ciudades satélites como Rancagua, Meli-pilla, Talagante, Colina o Tiltil, extendiéndose a la costa de Santo Do-mingo a Quintero pasando por el área Valparaíso-Viña del Mar, que-dando conformada una metrópoli región cuya estructura, policéntricay de fronteras difusas, dibuja un archipiélago.

Es una explosión metropolitana que aleja la capital de las regiones,por la concentración de las inversiones en este 1% del territorio nacio-nal, un nicho desarrollado que escapa a los parámetros en que estáviviendo el resto del país. Un ritmo desequilibrante, en un sentido, yuna puerta de ingreso al mundo global, un nodo subcontinental nece-sario, por otra. ¿Alguien duda de la urgencia de establecer un sistemade gobierno para tamaña explosión?

TAREAS PENDIENTES

Se han inaugurado parques nuevos luego de varias décadas, comen-zando por el Intercomunal Padre Hurtado, más tarde el Parque de La

4 “Globalización y transformación metropolitana: el caso de Santiago de Chile”.

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Bandera en un sector muy falto de áreas verdes, el Parque Araucanoen Santiago Oriente, el Parque Almagro que renovó Santiago CentroSur, el Parque de los Reyes al poniente de la Estación Mapocho... Va-rios otros sólo han tenido proyección local, han pasado inadvertidospara el resto de la ciudad a pesar de la extensión y calidad de algunosde ellos: Violeta Parra, Lo Varas, La Castrina, Las Américas en EstaciónCentral, La Paz, Quebrada de Macul, André Jarlan... Son un avancepero, por otra parte, no son más de diez hectáreas al año, no alcanzana modificar la gran ciudad ni cumplen las metas por habitante de laOrganización Mundial de la Salud, de nueve metros cuadrados. Siguependiente el Parque Brasil en La Granja, sigue el cerro Blanco de secopeñón en una comuna como Recoleta falta de áreas verdes; sigue laciudad, en verano, golpeada por el clima semiestepárico, casi desérticohacia el Norte de ella, urgido de frescura y verdor. Faltan millones deárboles, un plan verde del Gran Santiago. Hay uno en camino, iniciadoal constatarse no sólo que los cuatro metros cuadrados por habitante,de parques y jardines, están muy lejos de los que recomienda la normainternacional, sino también porque Santiago, Providencia, Las Condesy Vitacura tienen doce metros frente a comunas como El Bosque –ycon ese nombre– que apenas llegan a cuarenta centímetros. Con elpropósito de llegar a seis o siete metros de aquí al Bicentenario, seseleccionaron el cerro Renca con sus doscientas hectáreas, el Chena deSan Bernardo, el Blanco en Recoleta, cuarenta y tres hectáreas en elManquehue de Vitacura y una plaza, Los Raulíes, en El Bosque.

La magnitud del desafío metropolitano paraliza e inmoviliza, pro-voca nostalgia, por un lado, el deseo de congelar la ciudad para que nosiga desperfilándose o, en su lugar, un impulso planificador, inclusorepresivo y poco flexible para que las fuerzas de desarrollo cuentencon líneas matrices y se ajusten a un orden. Pero cada vez más el urba-nismo evita el congelamiento y también la zonificación fija, optandopor una adaptación permanente a los cambios en las tendencias.

Como la democracia, la ciudad es una utopía, un futuro posible, unhorizonte, y no hay dos sociedades que sigan la misma ruta. Es más,del caos nació la riqueza de la vida animal, no del orden, dicen ahoralas Ciencias Naturales, y también de cierto desorden emerge la atrac-ción de las mejores ciudades.

Para Marcial Echenique, consultor internacional influyente en losúltimos años y partidario de la expansión de las ciudades –los límiteshabrían desencadenado un anillo de parcelas de agrado que serían unobstáculo para el Santiago futuro–, los desafíos son otros: eficienciaeconómica, equidad social y calidad ambiental. En relación con estaúltima variable faltaría arborización por la aridez de la zona, limitar eltransporte público excesivo y completar el tratamiento de aguas servi-das, obligatorio en una ciudad contemporánea.

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El catalán Jordi Borja, consultor de planes estratégicos en ciudadesde Italia, Francia y Portugal en Europa, y de Bogotá, Medellín y Rió deJaneiro en Sudamérica, es una voz que, desde su colaboración con laDirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas en estosúltimos años, también ha aportado “líneas fuerza” para mejorar la ca-lidad urbana de la capital de Chile. Aunque considera débil el centrohistórico por su calidad ambiental y escasos ejes estructurales impor-tantes, nuestro escenario urbano le parece suficiente para insertar in-tervenciones que permitan lograr una imagen propia, atractiva y com-petitiva, dotada de belleza y funcionalidad en un horizonte mediano.Tareas pendientes que le parecen básicas son la recuperación del frentefluvial del río Mapocho, reforzar el eje Alameda, reactivar la AvenidaMatta, revalorar el Parque O’Higgins y la Quinta Normal, construirsobre la Norte-Sur, relocalizar ministerios bajo un signo monumental eincluso lujoso... y avanzar hacia un proyecto global fuerte, hasta ahoraindefinido, porque no hay competencias claras entre las autoridadesresponsables, única forma de que las intervenciones se orquesten deacuerdo a una imagen integrada; que no sea solo agregar fragmentos auna ciudad ya fragmentada.

Para fortalecer el centro histórico se diseñó un necesario Plan Maes-tro de la Edificación Pública del Centro de Santiago, el que se empren-dió en 2000 con miras al Bicentenario, pero la crisis que se iniciara elaño 1998, persistente al iniciarse el nuevo siglo, lo ha demorado en loque se refiere a la transformación del Edificio Diego Portales en Edifi-cio de la Cultura, construcción de un Centro de Arte Contemporáneoen la ribera Norte del Mapocho casi frente al Bellas Artes y unido a élpor una Plaza Puente Loreto, Edificio de la Cancillería al costado Po-niente de La Moneda, Plaza Puente Norte-Sur y Plaza Puente Mapocho.

El Mapocho es una tarea urgente, el curso de agua que atrajo losprimeros pobladores, el que determinó la fundación de Santiago, elque articuló el crecimiento de la ciudad pero que, en un valle de largosmeses secos, es sangrado tan fuertemente que ya al Oriente queda conpoco agua, un caudal disminuido, y en el sector central traslada, másque sus propias aguas, las del río Maipo que le llegan por el Canal SanCarlos; éstas, a su vez, a través de dos canales riegan las desprovistastierras de Huechuraba y Quilicura, los que nuevamente lo sangran.Como entonces recibe las descargas del Zanjón de la Aguada, “la cloacade Santiago”, termina su destino hacia Curacaví y María Pinto, y luegohacia Talagante, El Monte y Melipilla, con un alto grado de contamina-ción que finalmente se reinvierte en su origen, el río Maipo. Ingratodestino para el eje articulador más relevante del trazado de la ciudad...

Por los altos contenidos de cobre con que cruza Santiago Oriente, ypor la cantidad de coliformes fecales que agrega a continuación, en lasúltimas décadas ha sido cada vez más monitoreado y finalmente, gra-

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cias a la inauguración de la Planta La Farfana en 2003, más las obrascomplementarias que se agregarán hasta el 2009, el problema será final-mente zanjado y podrá cambiar de destino a partir del Bicentenario.

En relación a la extensión de la ciudad, en 2003 el Ministerio deVivienda y Urbanismo adoptó una política definida. Sin fijar límites,dictó una resolución que fija las modificaciones del Plan Reguladorcuando transforme suelos agrícolas en urbanos. En teoría toda exten-sión será más cara ya que cada proyecto de expansión, de al menostrescientas hectáreas, deberá asumir los costos de conectividad vial ymedidas para equipamiento de salud (construir hospital o consultoriosegún el tamaño del proyecto), educación (colegio) y comercio, así comodestinar el 5% del suelo a actividades que generen empleo; el 40% delas viviendas debe ser de un costo menor a las 500 UF para “hacerciudad”. El Seremi de Agricultura deberá evaluar el proyecto respon-diendo si afecta o no terrenos de importancia agrícola, y en el caso dehacerlo se deberá compensar cada hectárea con una hectárea y media;a continuación, será el municipio respectivo el que lo apruebe o nosegún su impacto ambiental, urbano y vial. Construir fuera de la ciu-dad será más caro, lo que favorecería la densificación al interior de lamisma o, alternativamente, a otras ciudades de la región o a otras re-giones.

La orientación no ha generado mayor debate, aunque sí los mediospara lograr una expansión más urbanística. En todo caso, el crucialtema se limitó a algunas cartas a la prensa a lo largo de 2003, cuandoclaramente es una política decisiva para el futuro de la región completa.

Lo mismo ha sucedido en 2004 con el envío de un proyecto de leyal Senado que modifica la Ley General de Urbanismo y Construcciónde 1975. Las ciudades del país resultarán también modificadas si seaprueba pero las instancias y el lenguaje no permiten que la ciudada-nía se forme una idea clara de sus consecuencias, tal vez porque el pro-pio proyecto no plantea una imagen de ciudad posible, limitándose aregular la acción de los inversionistas inmobiliarios. Falta un mejor ejer-cicio de las comunicaciones para abrirse a la participación ciudadana.

Como la gran mayoría de las megaciudades están en países en de-sarrollo –catorce de veinte–, y su gestión se anuncia como uno de losgrandes desafíos del siglo XXI, la UNESCO decidió iniciar una línea deaportes hace una década. Seis seminarios regionales de Comunicacióny Ciudad, en Rosario, Argentina (1992); Cuenca, Ecuador (1993); Asun-ción, Paraguay (1994); Medellín, Colombia (1995); Lima, Perú (1996)y San José de Costa Rica (1998) coinciden en la débil comunicaciónurbana. Los ministerios relacionados y los alcaldes no la incorporan ensu administración y planificación, no promueven la participación ciu-dadana, no involucran a los medios de comunicación para incentivarel debate sobre los temas de la ciudad. Plantearon la urgencia de forta-

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lecer el poder local, incorporar la comunicación en la gestión y en laplaneación estratégica de la ciudad, que las alcaldías tengan políticasde comunicación urbana y unidades de comunicación con rango ge-rencial, que se avance hacia la transversalidad en la relación comuni-cativa, asociar programas de comunicación a los programas de desa-rrollo, incorporar los imaginarios a los planes de desarrollo... Laimaginación también tiene un rol, la creación de imaginarios.

Colombia destaca con la creación de postgrados en Comunica-ción Urbana, construcción de ciudadanía, periodismo formador deopinión pública deliberante y participativa. Pero la civilización ur-bana del siglo XXI, el ejercicio del derecho a la ciudad y la democraciaparticipativa siguen siendo subdesarrollados en toda América Latina. Enla mayor empresa de nuestros tiempos, los accionistas no sabemos enqué anda el directorio ni conocemos los planes de los gerentes.

COMUNICADA Y PARTICIPATIVA

El Plan de Transporte Urbano (PTUS), con el apoyo de los académicosde las distintas universidades que imparten ingeniería de transporte,así como de las consultoras especializadas –dividido en doce progra-mas– es el esfuerzo integral más ambicioso de la historia de la ciudad.Reducir los tiempos de viajes, el número de líneas de microbuses, in-sertar ciclovías, facilitar circulación de discapacitados y tercera edad...

El PTUS se incluye dentro de una nueva tendencia en la planifica-ción urbana, esa que reconoce, desde las autoridades políticas a losgrupos económicos, que la tarea de avanzar hacia una ciudad sustenta-ble es un requisito para insertarse en la economía global; es indispen-sable para ser competitivos.

Y esto requiere no sólo planificación sino también desarrollo socialpor el reconocimiento, también, que las ciudades inseguras y sin cohe-sión social no podrán ser eficientes en la nueva economía. Requierenarte y cultura, espacios públicos, museos y actividad teatral, prensadiversa, condiciones básicas para el desarrollo de una cultura fuerte ycapaz de generar y participar en la consecución de diversos “proyectospaís”.

Tony Blair intentó, a pesar de las crisis económicas, invertir en pro-yectos capaces de ofrecer una imagen de Londres que fuera “excitante,experimental e innovadora”, no sólo en beneficio del turismo sino para“tener a la gente unida”, lograr las condiciones para que los conceptosLondres y experimental se fundieran en los oídos del mundo. Lo mismohará Barcelona, en la comprensión de que la imagen de la ciudad es unaimagen-país que, de ser internacionalmente atractiva, sirve tanto parael turismo como para vender muebles o lavadoras. Y, hoy por hoy, paralograr el respaldo de los votantes a la gestión de sus autoridades.

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El alcalde de Santiago en el año 1998, Jaime Ravinet, ejecutivo,pero víctima de la debilidad de los gobiernos municipales, comenzaríaa propugnar la necesidad de un Alcalde Mayor. Es más, hizo notar queera necesario avanzar hacia una Corporación Pública que integrara tresrepresentantes del gobierno, tres de los municipios y tres del sectorprivado –con un presupuesto de quinientos millones de dólares anua-les–, si es que Santiago quería ser una ciudad “sustentable y moderna”.

Por supuesto, habría que encarecer la ciudad: alzas en los permisosde circulación, alzas en las contribuciones de bienes raíces, alzas en loscombustibles derivados del petróleo, alzas en los impuestos corporati-vos de las empresas... Resaltaría que ese año se hizo en Londres unreferéndum para instalar un Alcalde Mayor elegido libre y directamente,propuesta que triunfó con un 72% a favor, quedando sólo dos ciuda-des de más de cinco millones sin gobierno, Caracas de Venezuela ySantiago de Chile.

Reclamaría Ravinet contra un desgobierno que entrega la planifi-cación urbana, el uso de suelos, la pavimentación, la ubicación de vi-viendas sociales, al Ministerio de Vivienda; el recorrido de las micros,el sentido de las calles, la instalación de semáforos al Ministerio deTransportes; las autopistas, puentes, pasarelas y pasos a nivel al Minis-terio de Obras Públicas; el control de fuentes contaminantes, ruidos,emisiones y olores al Ministerio de Salud; el control y prevención de laseguridad ciudadana a los ministerios de Defensa y del Interior me-diante policías que no tienen vinculación alguna con las municipalida-des... Así no se lograrían políticas interdisciplinarias.

Respecto a la Costanera Norte no consideraba Ravinet, desde unaperspectiva más amplia, los efectos positivos y reordenadores que estavía podría tener sobre los territorios aledaños en las más de ocho co-munas que cruzará, en tanto de la Línea 5 del Metro se preguntaba (ElMercurio, 31 de mayo de 1998): “¿Qué autoridad evaluó sus impactosrevitalizadores en su entorno y cómo se están aprovechando sus bene-ficios en las zonas vecinas a su trazado?” Se lamentaba al terminar elartículo: “...al final (...) nadie termina siendo responsable ni por la so-lución de contaminación y por la solución de ninguno de los más im-portantes problemas de Santiago (…), lo que haría necesario que, comoen un Estado moderno, los roles se deben diferenciar...”, el gobiernocentral y sus ministerios fijan las grandes políticas del país, los marcosregulatorios, y deben controlar y supervisar su ejecución. Son las re-giones y los municipios los que, dentro de estos parámetros, adminis-tran sus territorios descentralizadamente.

El ministro de Vivienda de la época, Claudio Orrego, convocó aochenta especialistas para generar propuestas de “Reforma de la Ciu-dad y el Territorio”, allí se planteó la necesidad de un Ministerio deDesarrollo Urbano, modificación y actualización de la Planificación

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Territorial, hacer operable la participación ciudadana e impulsar con-sultas y plebiscitos, fortalecer el liderazgo vecinal, promocionar prácti-cas de participación e identidad local, promover estrategias de espaciospúblicos a nivel local, crear corporaciones de desarrollo en las princi-pales ciudades, promover usos rentables del patrimonio urbano y con-cesiones de áreas verdes.

La generación de poder público local implica, al menos, tener al-caldes con autonomía, asesores urbanos profesionales, participaciónciudadana, consejos económico sociales y comités de adelanto. Supo-ne una cultura urbana que sea incentivo de liderazgos y consensos, yen la que se busque la colaboración público-privada.

Hay que partir por construir un territorio; su infraestructura, polí-ticas ante la expansión, ordenamiento del territorio en cuanto a servi-cios, instituciones y recursos humanos capacitados, y también una ima-gen de la región, identidad de la región, planes de la región, marketingde la región, fuerte gobierno de la región, líderes de la región, hastahacerla visible, real.

Esto requiere creatividad para impulsar liderazgos, obtención deconsensos y legalidad, ya que no hay dos ciudades iguales. Como esalgo nuevo ninguna ciudad del mundo está resuelta, están perfilandosus territorios la Región de Île de France, la Comunidad Autónoma deMadrid, el Condado de Los Angeles USA...

En todas hay problemas de poder. O el central no suelta a las co-munas o estas no lo liberan a la estructura de la ciudad completa, alárea metropolitana; situación crítica, porque los poderes metropolita-nos sin elección directa son vistos como ajenos, mientras el poder locales necesario para construir ciudadanía, cultura cívica, logro de cerca-nía de la gente, participación que sólo allí es posible, en esa escala hu-mana...

¿Cómo avanzar sin un orden administrativo? Planificar polos in-dustriales y de empleo, áreas comerciales peatonales, centros de feriasy exposiciones, eventos públicos, fiestas, conmemoraciones, hitos deturismo cultural restaurados, recuperación de áreas valiosas obsoletas,gestión participativa de la seguridad ciudadana, centros vecinales dearte y cultura, comités de adelanto, infraestructuras cultural y deporti-va y de la recreación y del ocio, requieren funcionarios públicos inde-pendientes del gobierno de turno, así como gobiernos locales con inde-pendencia económica, eficiencia y transparencia.

EL ANILLO INTERIOR

El Anillo que rodeará el casco histórico cruzando trece comunas, fuedividido en cuatro tramos que el ministro Ravinet encargó a sendasuniversidades, Católica de Chile –en su Escuela de Arquitectura surgió

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el proyecto–, de Chile, de Santiago y Central. Calificado como un me-dio para mejorar la calidad de vida en toda la capital, y su competitivi-dad a escala internacional, se inscribe dentro de la política de “crecerhacia adentro”, ya que recuperará doscientas veinticinco mil hectáreasde terrenos obsoletos o subutilizados en torno al centro de la ciudad,casi todos remanentes del cinturón de hierro de los ferrocarriles delsiglo XIX. Será una ancha franja circular de dieciocho kilómetros delargo, con áreas verdes, que incorporará usos recreacionales, cultura-les, de servicios y transporte público, desarrollo inmobiliario y edificiospúblicos, relacionada con el nuevo rol de la Avenida Américo Vespucio yel Anillo Intermedio Dorsal, así como con el Plan de Transporte Urbanode Santiago (PTUS), para disminuir tiempos de viajes y contaminación.

Recorrerá el río Mapocho por el Norte, Parque Bustamante y SanEugenio al Oriente, sectores Zanjón de la Aguada, Matadero, seguirápor Exposición y Matucana, vinculando áreas verdes como el ParqueForestal y la Quinta Normal, a las que agregará la creación de otras dos.

Después del Camino de Cintura de Vicuña Mackenna y la Circun-valación Américo Vespucio, sería el plan más ambicioso para articularla capital como un sistema integrado, supliendo, de paso, la escasez deáreas verdes, recreativas y culturales en Santiago.

Es un esfuerzo por estructurar la ciudad difusa, pero su concreciónaparece titánica dada la organización de Santiago. Las cuatro universi-dades han creado equipos de trabajo para que ese trazado, que algunavez fuera una frontera ferroviaria que limitó el crecimiento de la ciu-dad, sea en el siglo XXI un espacio articulador, incluso de encuentro ytambién circulatorio, constituyendo en su interior un “centro” másamplio y menos lineal que el actual, capaz de sostener la metrópoli.

Aunque surgió del mundo universitario con la participación de ar-quitectos, de la sociedad en último término, y a pesar de que su crea-ción, aunque tardara décadas, mejorará notablemente varias carenciasde la ciudad actual, los medios de comunicación y la ciudadanía nohan reaccionado frente a la propuesta, ni a favor ni en contra. Losdoscientos millones de dólares ya asignados en las inversiones inicialesson un monto relevante en la economía nacional y ello bastaría paraque su destino fuera razón de debates.

El Directorio Ejecutivo de Obras Bicentenario le asignó un rol arti-culador, además de varios otros proyectos Bicentenario, invirtiendoprofesionales y funcionarios en su complejo planeamiento. También sebuscó una asesoría experta, contrato que se adjudicó URBE Consulto-res, de larga experiencia de numerosos megaproyectos.

Implicó información geográfica, potenciales inmobiliarios, evalua-ciones ambientales y de transporte, estudio de referentes internacio-nales, diseño de un sistema de gestión integrado, para llegar a un “Diag-nóstico Estratégico y Participativo” y a una “Propuesta Estructural”,

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tras los cuales se integraron las universidades, cada una con un seg-mento, para obtener un Plan Maestro espacial, el que por sus impli-cancias históricas, sociológicas, de diseño urbano, de medio ambiente,transporte, gestión inmobiliaria y de paisajismo fue abordado por equi-pos interdisciplinarios.

La investigación encabezada por el Directorio Ejecutivo de ObrasBicentenario (DEOB), de la consultora URBE y de las universidades, seexpresó en un Plan Maestro Urbano Integrado que se presentó a lostrece municipios que recorrerá el Anillo Interior así como al públicogeneral en un Seminario celebrado en el mes de marzo de 2003.

Poco después, en junio, se estableció el directorio formado por elministro de Vivienda y Urbanismo, el Intendente Metropolitano, elsubsecretario de Transportes y Telecomunicaciones, la directora nacio-nal de Planeamiento del MOP, el alcalde de Santiago y el presidente deINVIA, la filial inmobiliaria de Ferrocarriles del Estado a la cual pertene-cen grandes paños de los que recorrería el Anillo.

Las etapas factibles de construirse de aquí al Bicentenario se esti-maron de un costo estimado en novecientos diecinueve millones dedólares, sobre la base de que los trescientos de inversión gubernamen-tal serían suficientes para gatillar inversiones privadas por un valor delos seiscientos diecinueve restantes.

Por su magnitud es imposible de reseñar pero la publicación de unlibro de ciento cincuenta páginas y gran formato y con amplia infor-mación –Anillo Interior de Santiago, un desafío de gestión urbana estratégi-ca”, Obras Bicentenario, 2003– permite que el público interesado lo co-nozca en detalle con los planos correspondientes.

Mucho más debate ha generado el Portal Bicentenario en el áreadel Aeropuerto de Los Cerrillos, aunque más por las razones esgrimi-das por usuarios de las pistas que por ciudadanos interesados en opinarsobre el proyecto mismo. Es otro megaproyecto, pero si el Anillo Inte-rior estructura la ciudad histórica –actuando sobre el ser de la ciudad–,este plantea una ciudad nueva, una suerte de modelo donde la edifica-ción pública, la vialidad, las áreas verdes, la diversidad socioeconómicase han planificado como un deber ser de la ciudad contemporánea.

El Anillo Interior recupera la historia de la ciudad, la abre y des-pliega a un mejor uso, en tanto el Portal intenta ofrecer un trozo delfuturo. No despierta la misma adhesión, porque la ciudadanía de San-tiago no ha logrado debatir una visión, un horizonte, una imagen ur-bana deseable. El anillo, en cambio, es más permeable, requiere de dostercios de financiamiento y proyectos privados con lo que su expresiónfinal será responsabilidad de todos.

En uno y otro caso sorprenden el silencio, la ausencia de debatecuando se trata de dos proyectos de gran impacto y enormes recursosinvolucrados.

HACER CIUDADES EN EL TERRITORIO

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VIVIRÁS EN UN ARCHIPIÉLAGO

Mucho pensador, mucho arquitecto, mucho artista aboga por la ciu-dad con relación al casco histórico y a Santiago Poniente, sin aceptarlos barrios-jardín cuando estos supieron, como modelo, crear ambien-tes de una excelente calidad de vida y con precios muy diversos.

Se produjo una diversidad sin concierto, hay que reconocerlo, peroque hoy define identidades y caracteriza comunas completas; los ba-rrios-jardín pueden y deben potenciarse como se ha hecho en Provi-dencia. Gradualmente se va descubriendo que Santiago encierra patri-monios muy diversos, desde los históricos del casco antiguo a los másnaturales como Peñalolén y Lo Barnechea en la precordillera, desdelos arquitectónicos cerca del río Mapocho a otros más barriales urba-nos como en Avenida Matta, Recoleta o San Miguel, aflorando así unarica realidad múltiple, la ciudad-archipiélago.

Los distintos sectores de la ciudad han alcanzado una identidadcada vez más definida. Aunque hay movilidad habitacional, en la últi-ma década el santiaguino (Censos 1992 y 2002) tiende ahora a mante-nerse en su zona de origen, sea Maipú, Santiago Oriente o Puente Alto,luego de varias décadas de desplazamiento aspiracional o arribista. Amedida que las familias mejoran sus ingresos, cambian de vivienda,pero dentro de su área, tendencia favorecida por la aparición de con-juntos para mayores ingresos en distintos sectores, como Peñalolén,Huechuraba o Puente Alto, favoreciendo la diversidad social. La ciu-dad está quedando dividida en diez macrounidades definidas: Centro,Poniente, Sudponiente, Sur, Sudoriente, Oriente, Norte, Periferia Nor-te, Periferia Sudoriente y Periferia Norte, cada uno con sus centroscomerciales propios, áreas verdes, colegios, atención de salud.

Es un mapa que convendría aceptar, porque las comunas por sepa-rado difícilmente podrán ofrecer la infraestructura cultural o deportivanecesaria, las áreas verdes correspondientes, pero en la asociación detres o cuatro por macrounidad, sí es posible que crezcan subcentrospoderosos.

Hoy se plantea trabajar cada una de esas diez islas como una ciu-dad en sí misma, con su propia dinámica de desarrollo que, por su-puesto, implica una reforma que permita su gobernabilidad con pro-yectos propios. En Hume, Reino Unido, se estableció que la calle comoespacio social definirá la estructura y no el tráfico vehicular. En unbarrio de Filadelfia en Estados Unidos descendió la criminalidad en un90% al construirse jardines en sus sitios eriazos. En Phoenix, del mis-mo país, al dejar las canchas de básquetbol abiertas hasta las dos de lamañana se redujo la delincuencia juvenil en un 55%. Los holandeseshan renovado sus calles exaltando su rol social, en favor de los peato-nes; sin desnivel de vereda a calzada, con árboles, escaños y jardineras,

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el paradigma de las woonerf ahora se extiende por Alemania y EstadosUnidos. Son innumerables las posibilidades de crecimiento cuando hayuna gestión respaldada política y autónomamente en su orientación.Cuando hay una ciudad policéntrica con varios espacios autónomos degestión.

Parques, plazas, calles ofrecen mejor calidad de vida, nuevos usos,se abren a los discapacitados, mejoran su mobiliario, se iluminan porarquitectos especializados, agregan ciclovías e instalan estacionamien-tos de bicicletas, arborizan sus recorridos con especies más adecuadas,incorporan fuentes de agua y juegos infantiles, espacios deportivos yde eventos artísticos. También se restaura el patrimonio arquitectónicoy se invierte en los símbolos urbanos más propios. Las ciudades globa-les compiten para atraer habitantes, turistas, eventos, negocios y, porsupuesto, para conservar sus residentes. El diseño urbano se reconocecomo una herramienta poderosa de desarrollo.

El fenómeno aún es incipiente en Chile, apenas algunas comunasde Santiago han avanzado en esta dirección. De ahí que la aparición deuna Guía de Diseño del Espacio Público elaborada por Francisco Harrisony Bruce Swain, por encargo de la División de Desarrollo Urbano delMinisterio de Vivienda y Urbanismo, sea una novedad en el país. Hacíafalta un manual para “hacer ciudad”.

En casi quinientas páginas, tema por tema, en un lenguaje claro ypreciso, con abundantes fotografías, los autores no sólo nos sitúan enel momento internacional y nos aportan ejemplos para Chile. Muchomás allá, parten por la historia de las plazas, parques y calles de Chile,reconociendo y valorando una tradición, modos nuestros de usar elespacio público. Dada nuestra diversidad geográfica, se refieren a lasregiones por separado. Lectura obligada para alcaldes y directores deobras, aquí encontrarán formas didácticas de mejorar sus espacios pú-blicos incluyendo detalles: buzones, casetas telefónicas, grifos, jardine-ras, luminarias, basureros, entre otros. Es fácil, y tradicional en Chiledenunciar errores, coleccionar ejemplos de lo absurdo, lo grotesco, lopatético, “el mal gusto” de muchas intervenciones. Pero lo cierto esque la cultura urbana no ha estado en nuestra agenda política, educa-cional o cultural hace varias décadas.

Es un proceso que recién comienza. Algún día, al comprar unapropiedad tendremos derecho a participar en las decisiones sobre elfuturo del barrio en que ella esté inserta. Sólo entonces sentiremos quela ciudad nos pertenece. Sólo entonces será cierto lo que dijo el urba-nista Gastón Bardet: la ciudad es la mayor obra de arte colectiva del serhumano.

CIEN LIBROS DE LA REGIÓN

24301. Martín Rivas, Alberto Blest Gana, La Voz de Chile, Santiago, 1862.02. Historia Crítica y Social de la Ciudad de Santiago, Benjamín Vicuña

Mackenna, Imprenta de El Mercurio, Valparaíso, 1869.03. Transformación de Santiago. Notas e indicaciones. Imprenta de la Li-

brería de El Mercurio, Santiago de Chile, 1872.04. Juana Lucero, Augusto D’Halmar, Imp. y Encuadernación Turín,

Santiago, 1902.05. La verdadera situación de la Ciudad de Santiago, Benjamín Vicuña

Mackenna, Edición de la Librería de Guillermo Miranda, Santia-go de Chile, 1904.

06. Casa Grande, Luis Orrego Luco, Santiago de Chile, 1908.07. Chile en 1910, Eduardo Poirier, Imprenta Barcelona, Santiago de

Chile, 1910.08. El Roto, Joaquín Edwards Bello, Editorial Chilena, 1920.09. La viuda del conventillo, Alberto Romero, Editorial Biblos, Buenos

Aires, 1930.10. Santiago de Chile: su estado actual y futuro, Karl Brunner, Imprenta

La Tracción, Santiago de Chile, 1932.11. Memorias de ochenta años, Ramón Subercaseaux, Editorial Nasci-

mento, Santiago de Chile, 1936.12. Cuatro siglos de la historia de Santiago, varios autores, Empresa Edi-

tora Zig-Zag, Santiago de Chile, 1941.13. Estampas del Nuevo Extremo, Antología de Santiago 1541-1941, Ricar-

do Latcham, Editorial Nascimento, Santiago de Chile, 1941.14. Historia de la Arquitectura en Santiago, siglos XVII-XIX, Manuel Eduardo

Secchi, editado por la Comisión del IV Centenario de la Ciudad,Editorial Zig-Zag, Santiago, 1941.

15. Arenas del Mapocho, Ricardo Puelma, Imprenta y Litografía Cón-dor, Santiago, 1941.

CIEN LIBROS DE LA REGIÓN

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244

16. Cuatro siglos de la historia de Santiago, Carlos Peña Otaegui, Santia-go, 1943.

17. Santiago de siglo en siglo, Carlos Peña Otaegui, Editorial Zig-Zag,1944.

18. El Club de la Unión en sus ochenta años (1864-1944), Guillermo Ed-wards Matte, Editorial Zig-Zag, Santiago de Chile, 1944.

19. La Chimba, Carlos Lavín, Empresa Editora Zig-Zag, Santiago, 1946.20. La Chimba Antigua, Justo Abel Rosales, Editorial Difusión, Santia-

go de Chile, 1947.21. Las Condes, Carlos J. Larraín, Editorial Nascimento, 1952.22. El río, Alfredo Gómez Morel, talleres Arancibia Hermanos, San-

tiago, 1962.23. Hitos de Santiago, Jorge Aguirre Silva, Santiago de Chile, 1963.24. Frutos del País, Julio Barrenechea, Editorial Zig-Zag, Santiago de

Chile, 1965.25. Novela de Navidad, Enrique Lafourcade, Editorial Zig-Zag, Santia-

go, 1965.26. Historia del arte en el Reino de Chile, Eugenio Pereira Salas, Edicio-

nes de la Universidad de Chile, Santiago, 1965.27. Memorial del Viejo Santiago, Alfonso Calderón, Editorial Andujar,

Santiago de Chile, 1966.28. El Cabildo en Chile Colonial, Julio Alemparte, Editorial Andrés Be-

llo, 1966.29. La chica del Crillón, Joaquín Edwards Bello, Editorial Zig-Zag, San-

tiago, 1966.30. Frecuencia Modulada, Enrique Lafourcade, Joaquín Moritz, Méxi-

co, 1968.31. Crónicas del Centenario, Joaquín Edwards Bello, Editorial Zig-Zag,

Santiago de Chile, 1968.32. El obsceno pájaro de la noche, José Donoso, Seix Barral, Barcelona,

1968.33. Un mundo que se fue, Eduardo Balmaceda Valdés, Editorial Andrés

Bello, Santiago de Chile, 1969.34. Santiago a comienzos del siglo XIX, crónica de los viajeros, Guillermo

Feliú Cruz, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1970.35. Cincuenta años de Arquitectura Metálica en Chile, 1863-1913, Montse-

rrat Palmer, Universidad de Chile, Santiago, 1970.36. Cincuenta años de Arquitectura Metálica en Chile, 1920-1970, Univer-

sidad de Chile, Santiago, 1971.37. Ñuñohue, René León Echaíz, Editorial Francisco de Aguirre, Bue-

nos Aires, 1972.38. Crónicas del Barrio Yungay, Fidel Araneda Bravo, Santiago de Chi-

le, 1972.39. Romances de Calles Viejas, Hermelo Arabena, Editorial Nascimento,

Santiago de Chile, 1975.

CIEN LIBROS DE LA REGIÓN

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40. Historia de Santiago, René León Echaíz, Ed. Municipalidad de San-tiago, Santiago, 1975.

41. Santiago: Calles Viejas, Sady Zañartu, Editora Nacional GabrielaMistral, Santiago de Chile, 1975.

42. Visión de Santiago en la novela chilena, Carlos Morand, Editorial Acon-cagua, Santiago, 1977.

43. Historia urbana del Reino de Chile, Gabriel Guarda, Editorial AndrésBello, Santiago, 1978.

44. Crónicas de Providencia, Fidel Araneda Bravo, Editorial Nascimen-to, Santiago de Chile, 1981.

45. Hechos de Chile, Donato Torecchio, Santiago de Chile, 1982.46. Santiago, espacio urbano y paisaje, Patricio Gross, Mario Pérez de

Arce y Marta Viveros, Ediciones Universidad Católica de Chile,1982.

47. Antología de Pirque, Carlos Ruiz Tagle, I. Municipalidad de Pirque,Santiago de Chile, 1982.

48. Origen de las ciudades chilenas, Santiago Schiaffino, Editorial An-drés Bello, Santiago de Chile, 1983.

49. Lumpérica, Diamela Eltit, Editorial Planeta, 1983.50. Santiago, estilos y ornamento, Boza, Castedo y Duval, Editorial Montt

y Palumbo, Santiago de Chile, 1983.51. La Comuna de Providencia y la ciudad-jardín, Montserrat Palmer, Fa-

cultad de Arquitectura, U. Católica, Santiago de Chile, 1984.52. Memorias del tiempo viejo, Luis Orrego Luco, Ediciones de la Uni-

versidad de Chile, Santiago de Chile, 1984.53. Imagen ambiental de Santiago 1880-1930, Patricio Gross, Armando

de Ramón y Enrique Vial, Ediciones Universidad Católica de Chi-le, Santiago de Chile, 1984.

54. Santiago, plan para una ciudad armoniosa, Raúl Irarrázaval, Edicio-nes Universidad Católica de Chile, 1985.

55. Las Condes, un lugar en la historia, Eugenio Ringeling, CorporaciónCultural de Las Condes, 1985.

56. Conchalí, apuntes para una historia, Ángel Guardia, Jorge Parraguezy Roberto Peragallo, Ed. Municipalidad de Conchalí, 1985.

57. Antología de Talagante, Carlos Ruiz Tagle, I. Municipalidad de Tala-gante, 1987.

58. La ciudad jardín como modelo de crecimiento urbano, Santiago 1935-1960, el caso de la Comuna de Providencia, Montserrat Palmer, Fac.de Arquitectura y Bellas Artes, Pontificia Universidad Católica deChile, 1987.

59. El sur de los Andes, Jorge Aguirre Silva, Editorial Andrés Bello, San-tiago de Chile, 1987.

60. Doy por vivido todo lo soñado, Isidora Aguirre, Plaza & Janés Edito-res, 1988.

SANTIAGO. REGIÓN CAPITAL DE CHILE

246

61. Para una historia de los pobres de la ciudad, Vicente Espinoza, Edicio-nes Sur, Santiago de Chile, 1988.

62. Arquitectura y Modernidad en Chile, 1925-1965, Humberto Eliash yManuel Moreno, Ediciones Universidad Católica de Chile, 1989.

63. Santiago, lugares con historia, Miguel Laborde, Editorial Contrapunto,Santiago de Chile, 1990.

64. Visto y vivido en Chile, Luis Alberto Sánchez, segunda edición, Edi-torial Desa, Lima, Perú, 1990.

65. Mala Onda, Alberto Fuguet, Editorial Planeta, Buenos Aires, 1991.66. Santiago de Chile (1541-1991): historia de una sociedad urbana, Ar-

mando de Ramón, Editorial Mapfre, Madrid, 1992.67. Oír su voz, Arturo Fontaine Talavera, Editorial Planeta, Buenos

Aires, 1992.68. La Montaña Mágica, el cerro Santa Lucía y la ciudad de Santiago, Ro-

drigo Pérez de Arce, Ricardo Astaburuaga y Hernán RodríguezVillegas, Ediciones ARQ, PUC, 1993.

69. La prostitución en Santiago, 1813-1831, Álvaro Góngora, EditorialUniversitaria, Santiago de Chile, 1994.

70. La esquina es mi corazón, Pedro Lemebel, Editorial Cuarto Propio,Santiago de Chile, 1995.

71. Santiago, quince escritos y cien imágenes, Pedro Bannen y otros, Edi-ciones ARQ, Escuela de Arquitectura Universidad Católica de Chi-le, Santiago de Chile, 1995.

72. Crónicas recoletanas de ayer y de hoy, Ángel Guardia Espinoza, San-tiago de Chile, 1995.

73. Patrimonio Arquitectónico de la Comuna de Independencia, Anduaga,Duarte y Sahady, Fac. de Arquitectura y Urbanismo Universidadde Chile, Santiago de Chile de 1996.

74. Cien años de Arquitectura Chilena, 1890-1990, Cristián Boza et al.,Santiago de Chile, 1996.

75. Animales literarios chilenos, Enrique Lafourcade, Editorial Sudame-ricana, Santiago de Chile, 1996.

76. El París americano: la oligarquía chilena como actor urbano en el siglo XIX,Manuel Vicuña Urrutia, Edición Universidad Finis Terrae- MuseoHistórico Nacional, Santiago de Chile, 1996.

77. Tinta Roja, Alberto Fuguet, Alfaguara, Santiago de Chile, 1996.78. El Santiago que se fue, Oreste Plath, Editorial Grijalbo, Santiago de

Chile, 1997.79. El Urbanismo en Chile, Conquista y Colonia, Jaime Garretón, Edicio-

nes Universidad de Concepción, Concepción, 1997.80. Santiago de memoria, Roberto Merino, Editorial Planeta, Santiago,

1997.81. Sepultura sagrada, tumba profana. Los espacios de la muerte en Santia-

go de Chile, 1883-1932, Marco Antonio León, Dibam-Lom, Santia-go de Chile, 1997.

CIEN LIBROS DE LA REGIÓN

247

082. La Bella y las bestias, Darío Oses, Planeta, Santiago, 1997.083. Una noche, un pensamiento, una toma. Una población libertaria, varios

autores, Taller de Acción Cultural, Santiago de Chile, 1998.084. La República independiente de San Miguel, Mario Palestro, Lom Edi-

ciones, Santiago de Chile, 1998.085. Voces de la ciudad, historias de barrios de Santiago, varios autores,

Editorial Lom, Santiago de Chile, 1999.086. Las aguas de Santiago de Chile, 1541-1741, Tomo I de Gonzalo

Piwonka, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1999.087. Santiago, plaza capital, editores Mario Fonseca y Sergio Marras, Ilus-

tre Municipalidad de Santiago.088. El sueño de la historia, Jorge Edwards, Editorial Tusquets, Barcelo-

na, 2000.089. Horas perdidas en las calles de Santiago, Roberto Merino, Editorial

Sudamericana, Santiago de Chile, 2000.090. Guía de la arquitectura de Santiago, Gustavo Boldrini y otros, uni-

versidad de Chile-MINVU, Santiago de Chile, 2000.091. Santiago Poniente, Desarrollo Urbano y Patrimonio, Miguel Saavedra

y otros, Dirección de Obras Municipales de Santiago y Atelier Pa-risien d’Urbanisme, Santiago de Chile, 2000.

092. La belle époque chilena, Manuel Vicuña, Editorial Sudamericana,Santiago de Chile, 2001.

093. La Muralla Enterrada, Carlos Franz, Editorial Planeta, Santiago deChile, 2001.

094. Tomando su sitio, el movimiento de pobladores de Santiago, 1957-1970,de Mario Garcés, Lom Ediciones, Santiago de Chile, 2002.

095. Morfología de Chile y sus ciudades, Ricardo Astaburuaga Echenique,Ril Editores, Santiago de Chile, 2002.

096. Santiago bizarro, Sergio Paz, Editorial El Mercurio-Aguilar, Santia-go de Chile, 2003.

097. Luces de modernidad: Archivo Fotográfico Chilectra, prólogo de Arman-do de Ramón, Ril Editores, Santiago de Chile, 2003.

098. Zanjón de la Aguada, Pedro Lemebel, Seix Barral, 2003.099. Secretos de la Cordillera de Santiago, Elizabeth Huyghe y Guy Wen-

borne, Editorial Antártica, Santiago de Chile, 2003.100. Santiago Sur Poniente, Barrio Universitario, Desarrollo Urbano y Patri-

monio, Dirección de Obras Municipales de Santiago, 2004.

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