¿No has cerrado los ojos alguna vez y te has lanzado a la aventura gozosa y libre de volar?

Esta experiencia la hemos sentido todos y, nos ha ayudado a conocernos mejor y a saber cuáles son nuestros sueños. Así nos vamos preparando para cuando tengamos que realizar cosas importantes y más difíciles.

Juana de Lestonnac hizo muchas cosas y tuvo muchas dificultades en su vida, pero siempre le ocurrían nuevas ideas para seguir adelante. Nunca replegó sus alas.

Su experiencia puede animarte a ti también…….

… en Francia, a principios del s. XVII, las escuelas de Juana de Lestonnac hicieron realidad el mismo sueño que hoy hacen las escuelas de la Compañía de María: que, en ellas, las chicas aprendan una nueva forma de ser y de estar en la sociedad.

Es el año 1556. Francia está dividida por las guerras de religión entre católicos y protestantes. Las familias de Burdeos tienen discusiones por esta causa.

Sucede lo mismo en la casa de Ricardo de Lestonnac y Juana Eyquen de Montaigne, los padres de Juana. Opinan de diferente modo y discuten. Cada uno quiere enseñar a su manera a la hija y ella sufre por este desacuerdo.

Juana estaba desconcertada. Su padre, que era católico. Le enseñó a rezar a la Virgen. Desde entonces MARÍA es como una luz que orienta su vida.En los encuentros con su tío Miguel de Montaigne disfruta y ensancha el espacio de sus intereses y curiosidades.Y así va creciendo Juana.En silencio se hace una pregunta que la va a acompañar siempre:

«¿Qué debo hacer, Señor?»

Ha cumplido ya 17 años. Sus padres, siguiendo las costumbres de la época, la comprometen en matrimonio con Gastón de Montferránt Landirás con quien se casa el año 1573.Juana y Gastón forman un matrimonio cristiano. Quieren tener hijos, pero estos tardan en llegar. Esperan con paciencia y, por fin, llega el primero. Tras él llenaron de alegría el hogar Francisco, Marta, Magdalena y Juana. Los padres acompañan, escuchan y ven crecer a sus hijos. Esta experiencia de educar a sus hijos ayudará más tarde a Juana, cuando, un día, abra ella misma una escuela.

Después de 24 años felices de matrimonio, aparece la oscuridad: La muerte de seres tan queridos como su padre, su esposo Gastón y su hijo mayor llenan de tristeza su corazón.Los demás hijos son ya mayores y toman responsabilidades. Están en la edad de independizarse.En el corazón de Juana, como una llamita encendida, sigue la pregunta que siempre iluminó sus decisiones:

«Señor ¿cuál es tu voluntad?»

Decide entrar en el convento de las Fuldenses de Toulouse, religiosas cistercienses para quienes MARÍA es el modelo de mujer creyente y comprometida en el seguimiento a Jesús.

Reza la salve a la Virgen al terminar cada jornada. A Ella le pide que el Señor acoja sus anhelos de encontrarse plena y definitivamente con lo que Él quiere.

La austeridad de vida enferma a Juana. Desolada por el diagnóstico del médico, la superiora le aconseja abandonar el convento.Juana recurre a la oración. Y en el silencio de la noche reza así:

«Señor, ¿tengo que salir de la casa a la que Tú mismo me has conducido? ¿Me he engañado cuando he querido seguir tu voluntad o tienes otros planes sobre mí? Dime dónde estas y allí volaré sin descanso. ¡ Qué asombro para mí no encontrarte donde creía que me esperabas! Si estas junto a los que buscan, no abandones a quien está atenta a tu Palabra. Habla, Señor, que tu sierva escucha».

Cuando terminó su oración sintió un consuelo inmenso, y tuvo más fuerte inspiración. Como en las narraciones de la Biblia, la noche brilló con luz radiante de Pascua. Eran los días de Navidad, cuando la Virgen nos da a su Hijo, Luz del mundo. Juana vio una luz intensa y como un gran número de jóvenes vivían desorientados y se perdían sin saber el camino que debían recorrer.Comprendió que era ella quién debía tenderles la mano, y decidió abandonar el convento. Pero seguía haciéndose la pregunta que, desde sus primeros años, la mantenía vigilante:

«¿Cuál es tu voluntad, Señor?»

La peste invadió Burdeos y Juana estuvo allí presente para cuidar a los enfermos. Ayudando en esta tarea conoció a varias chicas jóvenes a quienes les comunicó su proyecto educativo.A partir de entonces ya no estuvo sola: formaron un grupo, como una bandada unida con la misma entrega y generosidad.Será una nueva familia que se llamará COMPAÑÍA DE MARÍA, que vivirá con sencillez las actitudes de María.

Juana de Lestonnac veía cómo nadie enseñaba a las niñas y que éstas andaban por las calles sin ninguna educación . Lo que Juana quería era que las jóvenes de su época volasen tan alto como podían hacerlo entonces los chicos de la misma edad.Ella había tenido la suerte de aprender a leer y a escribir muy bien. Por eso sabía que es más feliz y vive más libre quien tiene cultura y puede decir mejor lo que piensa.Y, de esta manera, se le ocurrió abrir una escuela para tender la mano a la mujer.

Las clases empezaron en 1609. Juana estaba contenta por el éxito obtenido en la ciudad. Tan alegre estaba que necesitaba dar gracias al Señor.El 21 de noviembre, Presentación de María en el Templo, reunió a todas las alumnas en una gran sala. Una novicia habló de la Virgen a las niñas. A continuación salieron a la calle en procesión. Una alumna con la imagen de María iba la primera y la seguían todas las demás. Después entraron en la iglesia y celebraron la Eucaristía.Muchas personas acudieron curiosas para ver lo que pensaba y comentaban sorprendidas la idea de Juana.Para las alumnas fue un día de fiesta grande en el colegio. Y desde entonces siempre se celebra a la «niña María»

Ahora nos parece normal, pero en el siglo XVII no era costumbre que las niñas aprendieran junto a las demás compañeras en la escuela. Por eso la noticia, como un viento fesco, corrió por el sur de Francia y pasó a España.

La expresión de los padres a sus hijas cada mañana «id a que os enseñen», hizo que a las monjas se las conociera por las de «la enseñanza».

Juana de Lestonnac, maestra de la juventud, nos dice que se aprende si se mira con ojos atentos lo que ocurre a nuestro alrededor para colaborar así, donde haya más necesidad.

Ha vivido mucho, tiene ya 80 años. Mira satisfecha su proyecto y escribe cómo hacer posible que las monjas de la COMPAÑÍA DE MARÍA tengan también el don de volar y, como vigías atentas orienten a su vez el vuelo de los jóvenes de hoy