Sangre Joven. Javier Sinay. Tusquets Editores. Capitulo 6

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    SANGRE JOVENMatar y morir antes de la adultez

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    JAVIER SINAYSANGRE JOVEN

    Matar y morir antes de la adultez

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    6El pibe millonario.

    Homicidio y misterio en Chascoms

    El estruendo de un tren cada vez ms cercano. El sol delmedioda, ardiente. Y una pelota que se precipita hacia las vas,seguida de cerca por un nio que no la quiere dejar ir y queno le presta atencin a nada ms. Los otros nenes, que juegancon l, advierten que la locomotora viene, impetuosa y fatal,pero no pueden hacer nada para salvar a su amiguito de su

    destino.O: el estruendo del tren y el sol, pero sin la pelota y sin los

    otros nios jugando. Slo l, tratando de treparse a alguno deesos vagones de carga que estn pasando lentamente. Pisa mal,resbala y se cae en medio de dos vagones.

    Es el ao 1996. El escenario es una va por donde el trenpasa pocas veces, muy cerca de la estacin de Ranchos, una pe-quea ciudad de la provincia de Buenos Aires que en la pocadel esplendor ferroviario haca de empalme para otras, ms im-portantes: La Plata con Brandsen y Brandsen con Tandil. El tren

    carguero lleva la piedra que va a servir para asfaltar la ruta 2, quepasa por Chascoms, la ciudad madre de Ranchos.Algunos ven el accidente, y ms tarde cuentan que cuando

    el tren alcanz a frenar, el chico intentaba salir de entre susruedas: logr sacar una pierna, pero la otra qued atrapada.Las consecuencias en su cuerpo sern claras, pero lo que nun-ca se sabr es cmo sucedi el accidente: l le contar a sus fa-miliares que estaba solo cuando ocurri la tragedia, pero lagente que andaba por ah lo vio jugando con una docena de

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    fiesta. El Peugeot 206 azul que maneja es una pequea couptuneada con guardabarros, spoiler y un equipo de audio impo-nente, que despierta a los dormilones y les advierte quin estllegando.

    Mauricio Ponce de Len, alias Perico, suele llevar el cabelloteido de rubio, o con claritos, y elige ropa de marca que com-

    pra en Buenos Aires. Se ha convertido en uno de los persona-jes ms populares de la ciudad: es carismtico, anda por todoslados en muletas de aluminio y tiene una pequea fortuna quegan en el juicio que sus padres le hicieron a la aseguradoradel ferrocarril.

    Corre el ao 2004, Mauricio tiene 19 y una novia de 15 ala que visita todas las tardes, que es la envidia de unos cuan-tos. Muchas chicas han pasado por su auto y por sus brazos.Ante la mirada de ellas, aprendi a compensar la prtesis quelleva por debajo de la rodilla izquierda y las muletas que loayudan a andar, con una sonrisa encantadora y un auto bien

    cuidado, que es casi una extensin de s mismo. Pero ahoraque tiene novia, Mauricio, que se sabe fachero y mujeriego,decide ser hombre de una sola mujer. Est enamorado.

    Su vida est rodeada de delicias, pero tambin hay visitasperidicas al mdico que supervisa su ortopedia, voces por de-trs que lo sealan como el rengo o el pata de palo y mu-chos amigos que slo lo acompaan por inters. Ellos se entu-siasman cuando lo ven abanicar los billetes de cien en la mano:Vamos, che, cul es el problema ac, que estn todos tan ba-joneados?, arenga Mauricio, y los lleva a comprar zapatillas y

    celulares. Otros no esperan y lo encaran sin demasiada corte-sa. l se cansa de escucharlos en las discotecas, persiguindo-lo como moscas y gritndole por sobre el ruido de la msica:Perico, dame plata para comprar una cerveza, dale, dame algonoms. Mauricio les convida de su billetera a todos: para l,hasta los ms codiciosos son amigos.

    Cuando cae el sol, Mauricio y sus amigos pasan por el AllSports Caf para ver y hacerse ver: el Sports es el punto clavedonde empieza el fin de semana. Tiene en sus paredes algunas

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    amiguitos. Sin embargo, el nio nunca nombr a ninguno. Yninguno de ellos se acerc a contar que haba estado con l.Ms tarde habra un juicio contra la aseguradora del tren decarga Ferrosur Roca, y aunque muchos vecinos declaren y cuen-ten que vieron a otros pequeos, no podrn aportar nombreso detalles, porque todos estaban a unos cuantos metros del lu-

    gar. Una seora que viva a dos cuadras de la estacin asegurque cuatro o cinco chicos la cruzaron, corriendo muy rpido,pero no alcanz a verle la cara a ninguno.

    El nio se llama Mauricio Ponce de Len y le dicen Peri-co, y aunque nunca cuente los detalles de la historia, sus ci-catrices atestiguarn para siempre el accidente que tuvo a los11 aos. Primero le fueron amputados un pie y los dedos delotro. Despus, la gangrena horrible y voraz trep hasta lle-varse por completo su pierna derecha y slo se detuvo por de-bajo de su rodilla en la pierna izquierda. El nio atraves 25das de coma farmacolgico y operaciones en un hospital de

    La Plata, la capital de la provincia. Su padre lo esperaba afue-ra, en una casa rodante donde reciba los partes pavorosos dela infeccin gangrenosa y los otros, ms consoladores, que in-dicaban que su hijo saldra adelante. Una psicloga lo visitabamientras permaneca adormecido por los frmacos. Ella le ha-blaba en susurros, directo a su inconsciente, cuando los mdi-cos le bajaban las dosis, y le contaba sobre su familia y susamigos. l, desde algn lugar de su mente, balbuceaba pala-bras de un sentido confuso. Pronto despertara, y comenzaraa vivir una nueva vida, donde la angustia se conjugara con la

    superacin personal y la compasin de los dems quedaraopacada ante los desafos que l mismo se impondra para de-mostrarse, y demostrarles, que el tren no lo haba vencido.

    Si en su auto entran cuarenta amigos, l lleva a los cuaren-ta. Si van a bailar a la ciudad de Castelli, que queda a unoscuantos kilmetros de Chascoms, y no entran todos en unsolo viaje, l es capaz de ir y volver para que nadie se pierda la

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    nena que todava jugaba a las muecas. Compaa aburrida,en todos los casos.

    Mabel conversa conmigo en el comedor de su casa. Laspersianas estn bajas: afuera quema el sol. Los vecinos duer-men la siesta. Ella, en cambio, tiene visita. Y es que Mauriciomuri asesinado. Cmo? Por qu? Al calendario del ao

    2008 le quedan pocas vueltas, y yo estoy sentado delante deMabel, en la ciudad de Chascoms, dispuesto a encontrar larespuesta a esas preguntas.

    Mabel fue como una segunda madre para Mauricio mien-tras vivieron juntos. La ta repasa lbumes de fotos familiares yme cuenta algunas ancdotas felices: la peregrinacin que hizoMauricio con su padre en una bicicleta de doble comando has-ta Lujn, a un ao de haber sufrido el accidente; las medallasdoradas que gan en 2003 y 2004 en lanzamiento de clava, enlas olimpadas escolares de los Torneos Bonaerenses; la tardeque conoci a un surfer que le prest su tabla para barrenar

    una gran ola con un grito de felicidad que sus tos escuchabandesde la orilla; las travesuras en kayak en la gran laguna deChascoms, que atrae a los porteos que vienen escapando delhormign desde all lejos aunque no tanto: a poco ms decien kilmetros.

    Mabel vive en Chascoms desde que tena 19 aos, pero esoriunda de la ciudad de Ranchos, como Mauricio. Su abueloera un indio pampa y su abuela, una espaola; y ya en esa po-ca andaban por la zona. Ranchos era (y es) un pueblo calmo, yMauricio era un nene que andaba de casa en casa, acompaa-

    do de su mejor amigo, el pequeo Flavio. Tal vez fuera uno delos habitantes ms conocidos, cree Mabel: es que eran apenasdiez mil. Uno de ellos fue el que le puso el apodo de Pericoa Mauricio. El tipo tena un kiosco, y se sorprenda con esenene de tres aos que le peda de todo. Sos un perico man-guero vos, che!, le deca con cario. Mauricio creci en un ho-gar de clase media: su padre, el hermano de Mabel, tena un ca-min de reparto de vinos y jugos. Muchos aos despus devivir las ancdotas del pueblo chico, Amrico as se llama es-

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    camisetas de ftbol autografiadas y un par de trofeos locales.Hay pool, pizza y goles en pantalla gigante. El Sports estsobre la calle Libres del Sur, la principal de Chascoms, y tie-ne mesas en la vereda. Ocupa la planta baja de un edificio queen su primer piso tuvo una discoteca en la que se bailaba cum-bia (cuando se llamaba Lennon) o rock (bajo el nombre de

    Bolivian Blonde, con bandas en vivo, como Los Villanos).Para Mauricio, el edificio del Sports y de la discoteca, que enrealidad pertenece al Club de Empleados de Comercio de Chas-coms, es una mina de oro. Sus padres, y especialmente su taMabel, le han aconsejado sobre su pequea fortuna: invert enpropiedades, le dijeron. l acepta la sugerencia para vivir derentas en el futuro y compra algunas casas, pero el edificio de lacalle principal es un proyecto mucho ms ambicioso. Por eso,decide ofertar cuando se entera de que una hipoteca mal paga-da lo lleva a remate, aunque sabe que sus administradores no es-tn dispuestos a desprenderse tan fcil. An as, Mauricio se ilu-

    siona con abrir su pista de bowling en el primer piso y conentrar al Sports como si fuera su propia casa. Tiene casi 20 aos.A esa edad, quin no so con cambiar el mundo?

    Yo no s qu conocs vos de los chicos, pero no debe ha-ber cosa ms hiriente. Mauricio se vino de Ranchos porqueno se senta cmodo con sus amiguitos, y eso que se criaronjuntos desde el jardn de infantes. Pero en la adolescencia lecostaba mucho estar all. Tal vez vea que todo le pasaba muy

    por al lado, no s, pero busc venir a Chascoms y vivi connosotros durante dos aos. Mabel Ponce de Len es una se-ora alta y corpulenta, vehemente en sus palabras y tierna a lahora de recordar a su sobrino Mauricio. Fue peluquera yaprendi algo de contabilidad a la fuerza, cuando l la desig-n para que le diera una mano con la administracin de susbienes. Ella era la madre de sus dos primos preferidos: Euge-nio y Agustn, con quienes comparta ms aventuras que consus hermanas, dos mujeres que andaban por los treinta y una

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    prtesis. Algunos meses despus, su ta le pregunt cmo le es-taba yendo. No s, porque nunca escrib nada, le respondi l.Era pleno julio, y las vacaciones de invierno estaban cerca. Yaera hora de replantearse las cosas: Mir, Mauricio, o buscs unacarrera que te interese para cursar en el futuro y estudiar de ver-dad, o no vayas ms, porque ests sufriendo, le propuso ella de

    mala gana. Y entonces, su sobrino dej de nuevo el colegio.En esa poca, Mauricio andaba con una prtesis bsica,que haba conseguido gracias a la pensin que tena como dis-capacitado en la obra social. Una pensin mnima, lastimosa,que no superaba los 200 pesos. Todava no haba cobrado eldinero del juicio por el accidente: el pequeo tesoro estuvo untiempo largo bajo siete llaves. El juicio fue prolongado y des-pus la plata qued capturada en el Corralito, cuando la cri-sis econmica del ao 2001 llev a pique a la Argentina. Parasuperar los estorbos judiciales y hacerse con la indemnizacin,sus padres lo emanciparon cuando cumpli 18 aos, siguiendo

    el consejo de un abogado. As logr sacar su dinero, pero loque recibi fueron unos cuantos fajos de billetes devaluados:antes del crack la suma ascenda a 400.000 dlares (o su equi-valente en pesos, cuando un dlar costaba un peso) y, luego dela devaluacin del ao 2002, finalmente se redujo a 725.000pesos, lo que, con un cambio generoso, se traduca en unos250.000 dlares. An as, no era poco.

    Con el dinero en la mano, los das de Perico cambiaron.Lo primero que hizo fue encargar una nueva prtesis, de sili-cona con pie de titanio. La diferencia se notaba, y mucho,

    evoca Mabel. Con la otra, l tiraba una patada y se le sala lapierna. En algn momento sigui un nuevo consejo de su tay de sus padres y mont una boutique: compraba ropa al pormayor en Buenos Aires y la revenda. Pero se aburri rpidodel negocio. Despus, comenz a gastar su dinero en pequee-ces: se daba todos los gustos con los que haba soado desdeque tena 11 aos.

    La cuenta que abrieron en una sucursal del Banco Provin-cia qued a nombre de Mauricio y de Mabel, que trataba, cada

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    tacion el camin para siempre: el triste destino de su hijo loalej del reparto y le dio la tranquilidad de vivir de rentas, gra-cias a las propiedades que compr Mauricio con su indemniza-cin. A l le qued, desgraciadamente, una buena posicineconmica, se amarga Mabel.

    Despus del accidente, Ranchos dej de ser un lugar tranqui-

    lo para Mauricio, y el mundo pequeo y buclico de diez milalmas slo sobrevivi en sus recuerdos, porque sus compaeri-tos comenzaron a burlarse de l con crueldad. Tanta, que unavez que se estaban por meter a la pileta todos juntos, le tiraronal agua la prtesis que l llevaba en la pierna. De a poco, Mau-ricio se fue alejando de ellos y prefiri empezar una vida enChascoms. Comenz yendo los viernes: volva del colegio, ti-raba la mochila y se iba lo ms rpido que poda a sacar el bo-leto para viajar (aunque, en realidad, siempre lo dejaban pasargratis porque en la estacin le festejaban todas sus travesuras).En la casa de su ta lo esperaban sus primos, que le llevaban uno

    y dos aos, y que andaban con l para todos lados. Lo nicocon lo que tuvo que negociar fue con los lmites que Mabel lequiso poner. Esta es mi casa: ac mando yo y no vos, le adver-ta la ta, pero saba que para Mauricio era muy fcil (y muy di-vertido) ir al fondo, buscar una bicicleta y salir a dar una vueltapor ah, sin pedir permiso ni avisar a nadie. Como en Ranchos.

    Mabel lo recuerda con tanta vehemencia que pareciera quela batalla todava no ha terminado: El tema de la responsabili-dad era muy difcil con l, repite una y otra vez. Al principio,le pidi a Mauricio que anduviera siempre con sus primos.

    Cuando l se instal definitivamente en su casa, Mabel insistipara que se anotara en el colegio secundario. Perico tena 17aos, pero no haba aprobado ni siquiera primer ao. No legustaba estudiar. l no quera obligaciones ni nada que lo deja-ra encerrado en un lugar: a l le gustaba ir y venir todo el tiem-po, dice su ta. Al final lo convenci por cansancio: en Chas-coms, Mauricio consigui una vacante en un colegiosecundario nocturno al que iba en bicicleta, pedaleando con unpie, que no slo era el nico que tena, sino que adems era una

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    que pusiera los 230.000 pesos que necesitaba para que el jui-cio de la hipoteca no se llevara adelante, y con eso le dejabala parte de abajo a l, recuerda Mabel. El presidente del Club,un ex diputado provincial del Partido Justicialista, cont encambio que Mauricio fue el que le propuso el negocio. Comosea, Mauricio fue a ver a su abogado, el mismo que le haba

    liberado su indemnizacin, en busca de consejo. l le confir-m que poda ir al remate y hacer una compra legal sin sub-dividir el inmueble. Mauricio no se anim a ir en persona aver caer el martillo a su favor, sino que mand a su ta. Ellavolvi con una buena noticia: haba gritado la mejor oferta.Pero pasara ms de un ao de apelaciones judiciales hastaque recibieran la llave. Cinco das antes del homicidio, se laentregaran al padre de Mauricio. El inmueble es hoy uno delos ms caros de la ciudad.

    En el ao 2004, algunos meses antes de recibir la llave deledificio del Club, Perico volvi a vivir con sus padres. No eli-

    gi regresar a Ranchos, como ellos le pedan, sino que los lle-v a Chascoms, y se mudaron los tres a un chalet de su pro-piedad. Las cosas haban cambiado muy rpido para l y talvez encontr algo de calma tenindolos cerca, pero Mabel loduda: Cuando Mauricio estaba esperando ser mayor de edadpara disponer de su indemnizacin tena muchos proyectos,pero se encontr amo y seor de ese dinero antes de lo previs-to, y aparecieron dos cosas muy dispares: por un lado, tenatodo resuelto a nivel econmico; pero a la vez, todo ese dine-ro no le devolva nada. Creo que en muchas cosas le cambila vida, pero en lo principal lo confundi ms.

    Un kilo de carne picada. Medio de colita de cuadril. Cua-tro chorizos. El Bal va y viene detrs del mostrador de lacarnicera cortando, pesando y embolsando la carne que losvecinos se llevan con regocijo este sbado al medioda. Cuan-do el reloj marca la una, cuelga su delantal y sale con su bi-cicleta. Camino con el carnicero sin rumbo por las calles se-

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    vez que poda, de ponerle algn lmite a sus antojos. Pero lestaba emancipado. Ya era un hombre. Y los hombres no lepreguntan a la ta en qu deben gastar la plata. Yo no le po-da decir que no a sus deseos, pero a lo sumo le poda aconse-jar que se comprara algo ms chico de lo que tena en mente,cuenta Mabel. Porque en un momento estaba ilusionado con

    comprarse un camin Scania, como el que tena Maradona.Mantuvieron una de esas discusiones cuando Perico quisocambiar su auto. Mabel estaba en la cocina, picando cebolla, yl entr, entusiasmado. Quiero cambiar ya el auto, le dijo.Ella saba que era otro de sus antojos, de esos que lo arrebata-ban con ansiedad. Se tom su tiempo para contestarle y lohizo con frialdad: Ah. Y eso por qu. Se imaginaba lo quevena: Perico haba pasado por la concesionaria de autos y elvendedor lo haba tentado con todas las ventajas del nuevomodelo del Peugeot 206, que vena con techo corredizo. La tadiscuti y sugiri alternativas, pero al final no lo pudo evitar:

    Mauricio se compr un 206 negro, impecable, cero kilmetro.Al lado, su 206 anterior, que haba comprado usado, era untrasto viejo.

    Mauricio se entusiasm con el techo corredizo y no escu-ch el consejo que, una vez ms, le repeta su ta: Vos tensque manejarte con mucho cuidado, porque la gente sabe quetens dinero, pero no sabe cunto; no tens que andar osten-tando, sino con perfil bajo. Cuando lo vieron en la calle, to-dos notaron el cambio. El veloz ascenso del chico invlido quehasta haca poco andaba en bicicleta, pedaleando con un solopie, y que ahora cambiaba un 206 usado por uno nuevo contecho corredizo, llam la atencin de algunos vecinos que noconocan los detalles de la historia de Perico, pero que aprecia-ban sus imgenes ms evidentes.

    Perico disfrutaba de esas mieles cuando eligi participardel remate del edificio del Club de Empleados de Comercio;o sea, el del All Sports Caf. Fue una decisin arriesgada:Mauricio me dijo que el presidente del Club, que conoca ala madre de una chica con la que l haba salido, le plante

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    t que no iba a poder tatuarlo en una parte de su cuerpo. Eltatuador le dijo que poda tatuarlo donde fuera. Pero Perico selevant el pantaln y le seal la pierna ortopdica y, obvio,le gan el tatuaje gratis.

    Cuando se pele con su viejo, el Bal se fue de casa. Y Pe-rico lo recibi en el chalet donde viva con sus padres. Para el

    Bal fue una poca de oro: andaban juntos desde que se des-pertaban hasta que se acostaban. Tal vez por eso se fastidiacuando le pregunto por todos los amigos que rodeaban a Peri-co. Perico casi no tena amigos. Esos eran conocidos, le caanbien y listo. Lo que pasa es que ac a cualquiera se le diceamigo. Y la palabra amigo es grave, es importante.

    Aparte del Bal, hay cuatro personas que conocieron me-jor que nadie a Perico. Ninguna tena ms de 21 aos cuandol muri. El mayor era su primo Agustn. Eugenio, el herma-no de Agustn, tena 20 aos. Ellos dos haban tratado siem-pre a Mauricio como un hermano ms y lo haban integrado

    en la vida social juvenil de Chascoms. La muerte de Pericoles dej un triste vaco en su rutina. Ni siquiera quieren ha-blar conmigo cuando los visito, aunque ocasionalmente sequedan escuchando desde lejos la charla que mantengo conMabel, su madre.

    En su ltimo ao de vida, Perico se enamor. Y recorrims veces que nunca los sesenta kilmetros de la ruta a Cas-telli, el pueblo de ocho mil habitantes donde viva Marina,una morocha bonita de medidas generosas. Se haban conoci-do el 28 de febrero de 2004 en Unin, una bailanta de Chas-coms. Ella estaba pasando las vacaciones en la ciudad. l ha-ba festejado ese mismo da su cumpleaos nmero 19 y salacon sus amigos a bailar cumbia y a conocer chicas. Cuando lovi, me flashe, admite Marina. La novia habla rpido y sonreante los recuerdos. Me pareci re lindo, aunque le faltaba unapierna. Eso fue, en realidad, lo que hizo que le prestara aten-cin. Si no, era uno ms. Esa primera noche slo cruzaronunas palabras, y el primer beso lleg al da siguiente, en otroboliche, La Torre.

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    renas de Chascoms, surcadas por algunos ciclomotores.Mauricio era un amigo de verdad, y un amigo no se consi-gue todos los das, dice el Bal antes de que formule mi pri-mera pregunta.

    El Bal, que se llama Daniel, fue el mejor amigo de Perico.Se haban conocido un tiempo atrs, en Ranchos, donde vi-

    van. El Bal recorri un millar de kilmetros en el Peugeot206 de su amigo: l era su copiloto de cada da. Juntos fuerona comprar ropa a la feria de La Salada, en Lomas de Zamora;viajaron a La Plata, donde Perico vea a su psiquiatra; y seduje-ron a mil chicas en los boliches de Castelli, Lezama y Ranchos,los pueblos cercanos de Chascoms. No hay mucha gente querecuerde que Perico estuviera acomplejado por su discapaci-dad, pero en esos boliches el Bal fue testigo de algunos mo-mentos inusuales de flaqueza, cuando la gente le saltaba enci-ma a Mauricio o lo chocaba, y l se tena que alejar.

    Si el Bal habla de Perico, sus ojos se nublan. Lo extraa.

    Y recuerda con nostalgia cuando manejaban juntos la camio-neta Ford Transit del to de su amigo: l pasaba los cambioscon el embrague y yo aceleraba con el pie izquierdo. Esaancdota es el mejor ejemplo de una amistad que funcionabade ida y vuelta: el Bal ayudaba a Perico con los mandadosque implicaban cierta movilidad; y Perico le pona un pocode estilo a la vida de aquel. Yo aprend a vestirme con ondagracias a l, que era un loco de las pilchas. Antes yo usababombachas de gaucho y alpargatas, confiesa el Bal. Ademsdel glamour, Perico lo convenci de crear una cuenta de e-mail (que es la que todava usa) y hasta se haca pasar por lpara recomponer por chat una relacin acabada. Yo te voy aenderezar, le deca Perico al Bal, y despus le prometa flo-res a la chica, en nombre de su amigo. Perico tambin quisoconvencer al Bal de que se tatuara, pero no lo consigui. Al los tatuajes ya se le haban hecho rutina: en su piel convi-van una iguana con un lobo que le aullaba a la luna; y unasletras chinas con un diseo tribal. Una vez le gan uno gra-tis al tatuador, recuerda el amigo con una sonrisa. Le apos-

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    go patas cortas, o si no se pona la pata al revs, y el que nolo conoca se quera morir!

    Sin embargo, el nimo de Perico era cambiante, y as comose rea, tambin se pona de mal humor. Marina recuerda quefue su ta la que le recomend ir ver a un psiquiatra en La Pla-ta. Las secuelas psicolgicas del accidente pronto afloraron co-

    mo un tema puntual de trabajo en las sesiones. Y aunque l seesforzara por ser uno ms, quedaba claro que haba tenido queaprender a vivir siendo diferente, discordante, en un lugar don-de todos eran iguales. La novia lo acompa a La Plata algu-nas veces. A l le gustaba. Y aprovechaban para pasear e ilusio-narse con estudiar juntos ah. Mauricio prometi que iba aterminar el secundario y se iba a anotar en la carrera de Con-tabilidad o de Martillero Pblico para, en cualquiera de los doscasos, administrar sus bienes sin depender de nadie. Ella siem-pre haba practicado deportes: quera estudiar Educacin Fsi-ca. En el ao 2006, Marina cumpli su parte de la promesa.

    Hay una persona ms en la lista de los amigos ms ntimosde Perico: Juan, uno de los primeros aliados que hizo Mauri-cio cuando empez a ir a Chascoms, mucho antes de cobrarsu indemnizacin. Se conocieron en el local de videojuegosFuturama. Juan, que tena la misma edad que Perico, trabajabaen el negocio de su viejo, a pocas cuadras del centro.

    Aparezco en el negocio y compruebo que Juan todava andapor ah. Una gorra cae graciosamente sobre el cabello revueltoque corona su mirada prudente cuando, en medio del trabajo,recibe mi visita inesperada. El motivo de la entrevista lo sor-prende. Dice que nunca habl del tema en pblico y que lo ha-ce poco en privado. Pero admite que no era uno ms entre losconocidos de Perico: por el contrario, asegura que l era elamigo. Y me propone que averige si todos los dems que hoyse lucen como compinches de Perico viajaron alguna vez a dedoo si, en cambio, se subieron siempre a su auto, con o sin invi-tacin. De eso, de los amigos por inters, ya escuch una y otravez. Pero Juan no quiere contar ms. Quiere seguir trabajandoy se excusa, no sin antes aclarar que ahora es otro, que su vida

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    Despus del primer fin de semana, Mauricio pis el acele-rador: durante los das que siguieron viaj a Castelli para ver-la, y una semana despus conoci a sus padres. Muy prontolos novios empezaron a hacer ms espordicas las salidas consus amigos para pasar juntos ms tiempo. Los fines de semanaiban al club de Castelli, donde Perico sorprenda a toda la fa-

    milia de su novia (y a su novia) demostrando su destreza en te-nis, paddle y ftbol: Con una muleta paraba la pelota y des-pus le pegaba con todo!, relata ella, admirada. De nochepasaban por All Sports Caf y despus iban a bailar. Ella loconvenci de que cambiara las bailantas por las discotecas, ycomenzaron a frecuentar la Castelli News. l acept, pero se-gua escuchando en su casa la cumbia de La Base, La Rama yLa Clave Nortea. De vez en cuando la celaba: no le gustabani siquiera que saliera con las amigas, y eso a Marina, que aho-ra hace una mueca de disgusto, no le gustaba. Pero admite quetambin lo celaba a l.

    Vivimos todo muy rpido. Fue un ao en el que anduvi-mos de ac para all, viajando un montn: fuimos a San Nico-ls, a Mar del Plata, a Caril y a Pinamar. Todo lo que hicimosno se hace ni en cuatro aos, calcula Marina. Mauricio pascon ella sus ltimas vacaciones. Se fueron juntos entre el 12 yel 23 de febrero de 2005 a visitar a los primos de Marina a SanNicols, donde comieron helados de dulce de leche, jugaron albowling y se empacharon en un restaurante de tenedor libre dela ciudad de Rosario, que no quedaba tan lejos.

    Los novios no necesitaron demasiado tiempo para corrersede la pose y mostrarse tal cual eran: cuando Mauricio se que-daba a dormir en la casa de Marina, dejaba de lado las mule-tas y la prtesis, y ella lo alzaba para llevarlo al cuarto. Mari-na! Qu hacs con el chico as?!, le dijo su viejo la primeravez que la vio. Despus se fue acostumbrando, y al final acep-taba que Mauricio anduviera caminando con las manos, arras-trndose o haciendo la vertical. Yo vea que el tema de su dis-capacidad lo tena muy superado, seala la novia. Hacachistes sobre la pierna que le faltaba: Yo soy la Mentira, ten-

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    se fueron, y los amantes avanzaron lo suficiente como paradescubrir eso que enfriara definitivamente sus planes y ensom-brecera la tarde ntima y perfecta que iban a pasar: un cuerpoinmvil yaca en medio de los rboles, con los brazos extendi-dos, maltratado hasta la muerte. Las moscas revoloteaban ensu cara sanguinolenta. El tipo fue el primero que reaccion y

    le tap los ojos a ella: era demasiado chica para asomarse a esteinfierno. El cuerpo tena varias lesiones, y la remera Bilabongy el pantaln Kosiuko que vesta estaban agujereados y man-chados: Perico haba tenido un cruento final.

    En la comisara la nica que hay en Chascoms el telfo-no son cerca de las cuatro de la tarde. Del otro lado, un tipodesesperado informaba sobre la aparicin de un cadver en unbosquecillo cerca de la laguna. A los policas no les fue fcil ubi-carlo. Muchos se enteraron ese mismo da que esa zona pocotransitada y resguardada por rboles y arbustos era conocidacomo La Liberata. Y los envoltorios de preservativos tirados en-

    tre las hojas, de todas las marcas y los colores, daban cuenta deque era una Villa Cario con mucho cario.

    Al principio, los policas creyeron que el homicidio se tra-taba de un nuevo captulo, acaso una venganza, en el caso deun comerciante que haba sido atacado por cuatro tipos algu-nos das atrs. Pero la pierna ortopdica que hallaron en el ca-dver era en s misma una marca de identidad. Los peritos hi-cieron un cerco con un radio de quince metros en torno alcuerpo de Perico, y comenzaron con la recoleccin de rastros:encontraron la batera y la tapa de un celular azul, un cordelde nylon, una cadenita de oro y un dije, y una muleta de alu-minio deformada. Todo perteneca a Mauricio. Tambin nota-ron que en algunos rboles haba sangre, que ms tarde descu-briran que era producto del contacto y no de la salpicadura:eso significaba que Perico haba estado reclinado sobre esosrboles.

    Encontraron en su cuerpo ms de sesenta heridas y cortes.Sobresala un feroz tajo en el brazo izquierdo que llegaba has-ta la palma de la mano, tan profundo que dejaba entrever el

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    Durante la noche del viernes anterior al crimen, Claudio yPerico se cruzaron de casualidad en la costanera. Claudio le hi-zo luces con el auto y cuando fue visto, se baj y se arrim alde Perico, para preguntarle si haran el negocio. S, lo hace-mos, maana al medioda, le respondi Perico. En su autoviajaba con dos amigos y su primo Eugenio, que le advirti

    Dejate de joder, qu vas a ir con ese gordo sinvergenza, de-be ser robado el equipo; and y comprate uno nuevo si que-rs. Perico se qued pensando en lo que le deca su primo,pero el precio era muy bueno y le gustaba la idea de ver video-clips en el auto. A la una menos cinco del da siguiente, salipara la casa de Claudio como quien va a hacer un mandado:el almuerzo estaba servido y pidi que le dejaran unas milane-sas para comer a la vuelta.

    Bajo el sol del medioda y a travs de las calles vacas ma-nej treinta cuadras hasta la casa donde viva la familia deClaudio. l lo estaba esperando y sali a recibirlo. Despus,

    subi al auto y arrancaron, con la msica a todo volumen. Fuela ltima persona que declar haber visto con vida a Mauricio.

    A las 13:22, Perico cheque su celular en busca de mensa-jes de voz. An estaba vivo. Dos horas ms tarde, un hombrecasado y una nena que todava no tena 18 aos decidieron es-capar de la ciudad. No era bueno que alguien los viera hacien-do lo que tenan en mente. En especial, no era bueno que losviera la esposa del tipo.

    Anduvieron en bicicleta hasta un bosquecillo a la vera de lalaguna, a doce kilmetros del centro de Chascoms. Se habandesviado de la ruta y haban pedaleado cincuenta metros porun camino de tierra para llegar hasta ah. Sin conocer el lugar,se adentraron con curiosidad hasta que notaron la presencia detres jvenes entre los rboles, a lo lejos. No alcanzaron a dis-tinguir qu estaban haciendo, ni su ubicacin exacta, pero ha-ba algo raro en ellos. Estaban parados en semicrculo, hablan-do y gesticulando. Haba, s, algo raro. Cinco minutos despus

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    que esperaban en la comisara con incertidumbre. Haban esta-do buscando a Perico desde el medioda. A la tarde, Mabel ha-ba llamado a Jos Ignacio Ochoa, su abogado, para contarleque su sobrino no apareca. Ochoa haba sido quien sugiri laemancipacin de Mauricio como estrategia para cobrar la in-demnizacin. Su padre haba fundado en 1968 el estudio de

    abogados ms tradicional de Chascoms y l se haba hechofama liberando el dinero de los ahorristas que haban quedadoatrapados en el Corralito. Mauricio y su familia haban vuel-to a verlo una vez ms, de cara a la subasta del edificio delClub de Empleados de Comercio. El sbado a la tarde, luegode escuchar que al cuerpo hallado en la laguna le faltaba unapierna, Mabel volvi a digitar el nmero de Ochoa, y esta vezera una llamada de urgencia. Mabel, estoy en Mar del Plata devacaciones con mi familia No me pods decir eso, es terri-ble, se preocup el abogado. Y le pidi calma. Si no habanovedades en dos horas, se comunicaran de nuevo. Ante el se-

    gundo llamado, Ochoa habl con el comisario y confirm lanoticia. A pesar del shock, se dijo a s mismo que tena la res-ponsabilidad de seguir defendiendo a su cliente, ahora msque nunca, aunque estuviera muerto.

    El domingo, un da despus del crimen de Perico, declarJuan. Y el lunes lo hara Claudio, pero su situacin era muy di-ferente: le haban allanado la casa y haban encontrado el ce-lular de Perico en un cajn de su habitacin. Claudio ya habapasado a declarar por la comisara durante el fin de semana co-mo un testigo ms, pero ahora lo haban detenido y estabamuy comprometido. Slo un milagro podra correrlo de la mi-ra del fiscal. O una buena coartada.

    Cuando Claudio se sent frente al fiscal y al instructor judi-cial, les cont que Perico fue a su casa a buscar el DVD y que lse acerc al auto con el aparato en la mano. Dijo que lo habacomprado en Paraguay; y que luego haba tenido el DVD en supropio auto. Perico revis el equipo y le pregunt para qu era

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    hueso, pero sangraba poco y dedujeron que haba sido el ep-logo de su suplicio. En la nuca se contaban dieciocho puala-das redondas y pequeas. Una estocada en la espalda acelersu muerte al llegar al pulmn. Al lado haba otra herida, unaquemadura por arrastre, causada por un auto: a Perico lo ha-ban atropellado con su propio 206. En la autopsia anotaron

    que al menos dos puales haban sido utilizados para el horrory se dej constancia de lesiones contusas, cortantes y punzo-cortantes; heridas cortantes, una amplia lesin cortante, mlti-ples excoriaciones, una excoriacin apergaminada y otra lineal.Pareca un compendio de la Medicina Legal, dira la mdicaque lo examin en la morgue.

    Otros peritos y agentes se fueron sumando con el correr dela tarde a las tareas en el bosquecillo. A las siete y cuarto llegel fiscal de instruccin. El paraje se convirti en un herviderodonde los investigadores trabajaron con linternas y faroles has-ta las diez y cuarto de la noche, momento en el que decidie-

    ron irse, dejando una consigna hasta el da siguiente.A esa hora la polica encontr el auto de Perico, su amado

    206 negro, en una interseccin de calles no muy transitada, atres kilmetros del paraje y a ocho cuadras de la casa deClaudio. La cuada de uno de los policas, que viva cerca, lla-m para avisar que haba visto el auto despus de la una y me-dia del medioda, cuando volva de hacer los mandados, y quedesde entonces estaba ah. Otro testigo contara que lo vio en-tre las dos y las dos y cuarto. Ya de noche, cuando comproba-ron que era el de Perico, cercaron tambin esa rea y llamarona los peritos. El auto tena un farol roto y el spoiler abollado.Tambin la chapa patente estaba doblada. Al da siguiente lo le-vantaron con un crique en la comisara y encontraron pelos,tierra y manchas de sangre en la chapa cubremotor y en el para-golpes. En el interior haba barro, huellas y ms sangre: el ecode la pelea daba la pista de que el crimen haba comenzadoadentro del auto, para luego culminar en el bosquecillo.

    El reloj tambin marcaba las diez de la noche cuando ledieron la trgica noticia a Mabel y a los padres de Mauricio,

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    algunos das atrs, declar, Juan lo haba parado y le habacontado que estaba ideando un plan. Un plan aterrador: le di-jo que iba a secuestrar a Perico, y que tambin Ricky, el me-jor amigo del Pepe, iba a participar. Le dijo a Claudio que ha-ban pensado en l porque saban que tena ms relacin conPerico que ellos. Claudio tambin habl de drogas: cont que

    Ricky venda en Chascoms y que Perico estaba empezando avender en Castelli, y que por eso Ricky se haba sumado alplan. Adems, dijo que Juan le haba ofrecido una enormecantidad de dinero por participar. Pero l les dio la espalda:les dijo que no quera saber nada, que no se quera prenderen esa. Sin embargo, no aclar por qu no haba denunciadoesa propuesta.

    Los investigadores estaban mareados: ahora tenan dos ve-ces la misma historia (esa de que fulano le dice a mengano quetiene un plan aterrador para secuestrar y matar a Perico), perocon diferentes actores. Su trabajo era decidir si le tenan que

    creer a Juan o a Claudio. Hacerle tragar sombra al infame fula-no y limpiar de culpa el buen nombre del inocente mengano.Pero si el panorama no era lo suficientemente complejo,

    aparecera una nueva versin de la historia: tres policas atesti-guaron que haban escuchado otra historia de boca de Claudio,en la comisara de Chascoms, cuando le estaban leyendo lasrazones por las que ingresaba al calabozo. El fiscal, que lleva-ba adelante la investigacin y tena que estar al tanto de todolo que se deca, orden tomarle declaracin tambin a esos po-licas. Porque la historia que Claudio haba declarado ante lsu historia oficial desentonaba en algunos detalles con laque los agentes decan haber escuchado.

    Los policas declararon que Claudio se quebr en el despa-cho del comisario, mientras le lean su situacin procesal. Mevan a matar si se enteran de lo que voy a decir, murmur en-tre sollozos, dispuesto a iniciar su defensa. Les dijo que un parde semanas atrs Juan lo haba parado cerca de la laguna y lehaba propuesto un plan. Un plan aterrador, claro: Lo quierohacer cagar a Perico, le dijo. Quera secuestrarlo para pedir un

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    el cable RCA, y entonces Claudio se meti en el 206 para expli-carle, corriendo para atrs las muletas que estaban en el asientodel acompaante. Mientras le mostraba los cables, Perico lo in-terrumpi y le dijo que ya tena alguien que se lo instalara. En-tonces le cambi de tema: Sabs dnde vive Juan? Me dijoque quiere hablar urgente conmigo. Claudio le dijo que saba

    y acept acompaarlo con la condicin de que lo trajera de re-greso a su casa. Cuando llegaron al negocio, Juan los recibi yles pregunt por el DVD que llevaban encima. La charla se alar-g. Y a Claudio se le hizo tarde. Como not que Perico no te-na apuro por llevarlo a su casa, decidi volver caminando. Ha-ba pateado un par de cuadras cuando escuch un silbido y sedio vuelta para ver que Perico se iba con Juan en el auto.

    Claudio cont que tuvo una tarde bastante aburrida: llega su casa, almorz con sus padres y acompa a su madre a vi-sitar a su abuela en un hospital. Despus sali a hacer algunosmandados y a las cinco de la tarde pas a buscar a su novia,

    una chica que viva en Buenos Aires. Juntos llevaron a su her-manito a un cumpleaos y volvieron a su casa. A las siete ymedia salieron de nuevo. Daban una vuelta por el centro cuan-do Juan y otro pibe, el Pepe, le hicieron seas desde el Sportspara que se acercara a ellos. Claudio dej a su novia adentrodel auto y baj. Lo cagamos al rengo, le dijeron. Claudiocont que no saba de qu le hablaban: Cmo que lo caga-ron?, les pregunt a Juan y al Pepe. Lo matamos, lo hicimosboleta, aseguraron. l se preocup: Djense de joder, bolu-dos, se re zarparon. Pero ellos no ahorraron detalles en elrelato: le contaron que lo desvanecieron en el auto y, ya delotro lado de la laguna, lo acuchillaron. Pero sali para el tu-jes: no pudimos conseguir el telfono de su casa, se amarga-ron. Antes de irse, Claudio recibi una advertencia: Mir, actenemos el celular del rengo. Hacelo desaparecer o tu herma-nito caga, le dijo Juan. Claudio lo agarr y lo guard. Pero seolvid de tirarlo y lo meti en su cajn.

    Claudio admiti frente a sus interrogadores que no habapreguntado nada ms, pero dijo que para l estaba todo claro:

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    y le orden que lo hiciera desaparecer, porque sin la batera yano serva. Le entreg, adems, cuatrocientos pesos. Claudioaclar que se guard el celular en el bolsillo y que lo iba a ti-rar por ah, pero que no se anim a hacerlo. Fin de la historia:los policas quedaron boquiabiertos.

    Un testigo aval los dichos de Claudio: era un albail de24 aos que se present en la comisara por su propia volun-tad, para contar que Juan lo haba parado en la calle, aquelmismo sbado a las siete de la tarde, cerca del Sports. Loco,mir, te vendo un telfono, cont que le dijo Juan. Pero l nolo acept y sigui de largo. El albail quiso declarar, segndijo, porque tena miedo de que Juan lo incriminara a l.

    Todas las versiones se contradecan. El fiscal estaba en pro-blemas.

    La historia de vida de Perico haba terminado de la peor

    manera. Y el crimen, lleno de crueldad, conmocionaba a laopinin pblica. Pareca que el horror de Chascoms asustabatambin a los magistrados de Dolores la pequea ciudad don-de estaban asentados los tribunales, ochenta kilmetros ms alsur: el fiscal que tena que hacerse cargo de la investigacinestaba de licencia cuando ocurri el crimen, y sus reemplazan-tes fueron variando sin dar explicaciones en los primeros das.Cuando un hecho de estos no se descubre dentro de las pri-meras 72 horas, es muy difcil llegar a la verdad, evala JosIgnacio Ochoa, el abogado que se hizo cargo de la querella ennombre de la familia de Mauricio. Nosotros pedamos tenerun solo fiscal y no todos los das uno nuevo, que a su vez ve-na con otras diez mil causas, agrega.

    Al final, la solucin lleg a travs del intendente de Ran-chos, Edgardo Uribarri, un peronista que tena lnea directacon el presidente Nstor Kirchner. En dos das lograron seratendidos en la Casa Rosada. El viernes 4 de marzo los padresde Mauricio y su ta Mabel viajaron a Buenos Aires. El Presi-dente le ofreci un abrazo sentido a la madre de Perico (al-

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    rescate de 55.000 o 60.000 pesos, pero como no tena sitio pa-ra esconderlo, lo iba a matar desde el inicio de la operacin.La tarea que le encomendaba a Claudio era buscar un pretex-to para atraer a Perico y entregrselo. Juan hara el trabajo su-cio con dos amigos, Ricky y el Pepe. En esta versin de la his-toria, a Claudio le tocara una suma de 10.000 pesos por suparticipacin.

    Segn los policas, Claudio se sec las lgrimas y continu:dijo que l mismo ide la excusa del DVD para acercarse a Pe-rico. En la historia que le cont al fiscal, Claudio haba nega-do su participacin en el plan. Pero en esta vuelta las cosascambiaban: el viernes anterior al crimen, despus de confirmarla venta para el da siguiente, Claudio se encontr con Juan ala una de la madrugada para decirle que estaba todo listo. Acambio, recibi las coordenadas: la entrega sera en el negociodonde aquel trabajaba. Al da siguiente, cuando Perico apare-ci por su casa, Claudio le indic que iran a buscar el DVD a

    la casa de otro posible comprador, y lo gui hasta el negociode Juan. Claudio no aclar si Perico le hizo entonces algn co-mentario, pero dijo que cuando llegaron, y despus del encuen-tro entre Perico y Juan, l se baj del auto y se fue corriendo asu casa. Relat que, desde lejos, alcanz a ver que Juan se su-ba al auto y se retiraban.

    La historia sigue: ese mismo da a las siete de la tarde, mien-tras el fiscal llegaba a la escena del crimen, Claudio pas por elSports. Iba en su auto, acompaado por su novia. En una me-sa vio a Juan y al Pepe, y se baj para preguntar qu haba pa-sado. Ya est, ya lo cagu, le dijo Juan, y le cont que haballevado a Perico hasta un lugar donde lo estaban esperando losotros dos, listos para liquidarlo. Pero Perico se haba resistido yle tuvieron que dar un golpe en la cabeza para desvanecerlo. Loestaban llevando a un bosquecillo cuando volvi en s. Enton-ces lo intentaron asfixiar y lo acuchillaron. Y al final, ya muer-to, lo abandonaron entre los arbustos y los rboles.

    Claudio continu: les dijo a los policas que despus decontarle todo esto en el Sports, Juan le dio el celular de Perico

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    Juan no le interesaba demasiado meter un buen jabo concebirel uppercutperfecto, pero ah adentro haba que hacer pasar eltiempo de alguna manera. Y si no era con el boxeo, tal vezfuera escribindole cartas a su madre donde le deca que que-ra ayudar a los padres de Perico.

    Aunque cada uno de los cuatro sospechosos contara su ver-sin, todos saban qu esperar de los otros porque se conocanbien: desde siempre se haban visto en la calle, como era nor-mal en un pueblo de las dimensiones de Chascoms. Adems,los vnculos los enredaban como un ovillo: uno de los herma-nos de Juan haba ido al colegio con el hermano de Ricky; du-rante unos meses, el Pepe fue con Claudio; y Juan viva a unacuadra del Pepe. Dos de ellos eran inseparables: Ricky y elPepe. Juan los vea seguido. Claudio y Perico, en cambio, noformaban parte del grupo, pero solan cruzarse con los demsen la calle.

    El Pepe, que haba trabajado como barman en el Sports,

    fue sealado por Claudio como uno de los autores del homi-cidio. l, en cambio, declar que el da del crimen se desperta las cinco de la tarde, porque la noche anterior haba estadode fiesta hasta las siete de la maana en un casamiento. Dijoque a eso de las siete y media pas por el Sports, del que aho-ra era habitu, y ocup una de las mesas de la vereda. Juanpas unos minutos ms tarde, cruzaron unas palabras sobreuna fiesta para esa noche y despus sigui de largo. Luego lle-g Ricky. El Pepe pag y salieron juntos a dar una vuelta en lamoto de su amigo. Pero Claudio nunca apareci.

    Ricky era el segundo cmplice del que haba hablado Juan,segn la versin de Claudio. A los 25 aos, ya haba tenido al-gunos problemas menores con la Ley. A sus interrogadores lesdijo que el da del crimen se levant temprano y a las diez ymedia fue a buscar la moto al garage donde la tena guardada.La lav y le ajust las tuercas. Despus volvi a su casa, adon-de estuvo hasta la una y media. A esa hora, Perico chequeabasus mensajes de voz. Ricky, por su parte, se fue a la peluque-ra, pero no pudo ser atendido porque haba mucha gente. Se

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    guien se ocup de que los fotgrafos estuvieran all en ese mo-mento) y luego charlaron durante una hora. Antes de irse, lospadres de Perico y la ta Mabel participaron de una conferen-cia de prensa encabezada por el ministro del Interior, AnbalFernndez. El gobierno nacional va a seguir de cerca la evolu-cin del caso y no va a permitir que se encubra a nadie. Si al-gn funcionario intenta interferir, ser desplazado de su car-go, dijo el ministro. Desde ese momento, se abrieron todas laspuertas, y el caso de Mauricio tuvo un fiscal permanente.

    Adems de Nstor Kirchner, hubo otro presidente que seocup del cruel final de Perico. Fue Ral Alfonsn, vecino deChascoms, que opin que La nica forma en que puedeconcebirse un hecho de semejante brutalidad es que haya dro-ga de por medio.

    En efecto, Claudio haba introducido una versin en la quehablaba de un conflicto de drogas. Pero los investigadores nopodan confiar en l: tena buenas razones para desviar la aten-

    cin de s mismo. Las sospechas en ese sentido tambin po-dan vincularse con el Club de Empleados de Comercio, eledificio del que Perico haba hecho toma de posesin poco an-tes de morir. Segn los peores rumores, en el edificio del Clubno slo funcionaban el Sports y la discoteca Lennon, sino tam-bin un garito clandestino con tragamonedas y ruleta, dondese venda droga. Pero esta versin nunca fue confirmada antela Justicia, y apenas qued como una oscura historia en unmomento en el que todos queran escuchar historias sobre Pe-rico y su circunstancia.

    Juan aprenda boxeo con uno de los presos con los quecomparta el calabozo en la comisara de Chascoms. Habasido detenido luego de que Claudio lo incriminara con su de-claracin, y a los investigadores no les import que l contarade nuevo lo que ya les haba dicho antes. El Pepe y Ricky, queeran los otros personajes que Claudio haba mencionado, tam-bin fueron capturados. Y todas las casas fueron allanadas. A

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    medir distancias. Poda aparecer en un bingo del conurbanobonaerense, en la costanera de Mar del Plata o en la casa de al-gn amigo de Chascoms que tuviera una baraja de cartas amano. La aventura de cada da terminaba con el alba del ama-necer. Perico se dorma a las siete de la maana. Cuando Ma-bel se despertaba, lo vea y saba que ni siquiera un desayunocompleto lo iba a tentar para abrir los ojos. Alguna vez le pre-gunt por qu no se acostaba ms temprano. l le habl desobresaltos, de pesadillas, de sudores: A veces me despierto enel medio de la noche y me parece que estoy muerto, heladodel fro, le dijo. Y eso era miedo: miedo por el tren, sugiereella ahora, descifrando por fin la psicologa de su sobrino. Deda, Mauricio no tena ningn complejo con sus piernas. Perosu problema apareca cuando se acostaba. En la almohada l seencontraba con su realidad. Ah estaba solo y le caa la fichade que la plata no le haba devuelto nada, entonces se desper-taba loco, no quera comer, no quera hacer nada. A Mauricio

    lo peor que le poda pasar era tener una noche de insomnio.La esencia de Perico queda ahora flotando en el aire, entresu ta y yo. Todo tiene sentido a partir de esta posibilidad en supsicologa. La ta contina, y dice que Perico siempre quiso de-jar en claro que era uno ms, tal vez el mejor, a pesar de su in-validez. Haca esas cosas para tapar otras. Era tan avasalladorque cuando entraba todo el mundo se daba cuenta de que ha-ba llegado. Su psiquiatra me dijo que era una persona muy in-quieta: un andariego que iba a todos lados, pero que nunca lle-g a ningn lugar. Todava andaba flotando y era muy difcilhacerle entender que tena que bajar y buscar algo que lo lleva-

    ra a un camino ms definido, para dejar de vivir en el aire. landuvo acelerado kilmetros y kilmetros, y todo lo que hizose esfum. Esa forma de ser lo llev a vivir en peligro y a an-dar sobre el filo de la navaja, se resigna la ta.

    Perico haca lo que nadie ms se animara a hacer, siguien-do un razonamiento que tentaba a la suerte con algo de lgica:Si a m ya me pas, qu me va a pasar? Yo me mando!. Ma-bel confiesa que siempre tuvo miedo de que Perico terminara

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    qued conversando con unos amigos ah mismo hasta las dos,cuando sali con rumbo a la estacin de tren para buscar a sunovia, que llegaba desde Buenos Aires. Con ella volvi a su ca-sa, y a las tres pas de nuevo por la peluquera, pero segua lle-na y no quiso esperar. En pocos minutos, el tipo casado y lamuchachita menor de edad descubriran el cadver de Pericoen el bosquecillo. Ricky volvi a su casa, y a las cuatro probde nuevo, sin suerte, en la peluquera. Al final, se acost a dor-mir solo, con el ventilador prendido. A las ocho de la noche selevant, se lav la cara y los dientes y se fue al Sports a buscaral Pepe. Unos amigos le comentaron sobre la muerte de Pericoa la medianoche, y l decidi pasar por la comisara para con-firmar la noticia. Ah se encontr con Agustn, el primo de Pe-rico: su cara lo deca todo.

    Aparte de ellos tres, y de Claudio, todos los amigos de Pe-rico pasaron a ser sospechosos. En las primeras 48 horas, fue-ron llevadas a declarar ms de cincuenta personas. Las amista-

    des por inters haban sido, finalmente, las que se habancobrado la vida de Mauricio. No s cmo fue que Mauricioempez a juntarse con gente as, se aflige Marina, la novia.Se notaba que los que lo rodeaban estaban en cualquiera.Aparte, lo re usaban para que l les mantuviera la joda. Se redrogaban. Estaban en cosas raras. Y l, que nunca se drog,siempre tenda a juntarse con ellos.

    Mabel tambin los vio a su alrededor. Y supo que no eranbuenas compaas para su sobrino. Pero cada vez que se lo ad-virti (Ese pibe te va a terminar robando algo, tiene mala fa-ma), Mauricio no quiso, o no supo, escuchar (Ya me rob la

    alcanca de mi habitacin, responda con una sonrisa irnica,Dejalo, es un pobre pibe. Adems, para vos todos son ma-los!).

    Mauricio se rodeaba de gente de esa calaa, en realidad,porque eso era lo que ms haba a la noche, un territorio quel habitaba todos los das. Era un vampiro: la noche lo poten-ciaba, apunta Mabel. El corazn de su sobrino lata ms fuer-te a la luz de la luna: el pibe sala en su 206 y conduca sin

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    luch hasta que se desvaneci. Entonces Claudio lo baj delauto, agarr una de sus muletas y lo golpe una y otra vez. Lamuleta de aluminio perdi su forma, pero Perico todava estabavivo, aunque los golpes lo haban dejado en un estado lastimo-so. Para Claudio, no haba tiempo para arrepentirse: se puso alvolante del 206 y lo arroll sin piedad. Cuando baj, Perico yapareca muerto. Claudio le sac la billetera, que tena mil tres-cientos pesos, y el celular, y se escap en el auto. Lo abandonen una calle de tierra unos minutos despus, para completar elcamino a pie. Lleg a su casa y se encarg de su madre: la lle-v al hospital, a visitar a la abuela. En el camino de regreso loasalt la duda: y si Perico estaba vivo? Busc un cuchillo en lacocina y cuando quiso detenerse a hacer el llamado para pedirel rescate, se dio cuenta de que al celular que le haba robado aPerico le faltaba la batera. El plan haba fallado. Pero no podafallar por completo: Claudio decidi volver a La Liberata y con-firmar que Perico estuviera muerto, pero descubri que su vc-

    tima ya no estaba adonde la haba dejado, cerca de la laguna.Se le congel la sangre. Lo busc, desesperado, y lo encontrentre los rboles, recostado sobre un tronco, agnico, pero vi-vo, lo suficientemente vivo como para decirle, con su ltimohilo de voz, Gordo, no me mates, yo qu te hice para que memates?. Claudio no tena respuesta; simplemente, traa la muer-te. Slo para eso haba vuelto. Lo apual dieciocho veces, has-ta que la hoja del cuchillo se rompi y l se qued con el man-go en la mano. Entonces s, decidi darlo por muerto e irse.Pero la duda volvi a aparecer, y una vez ms regres. Esta vez,las moscas sobrevolaban el rostro de Perico.

    Cuando Claudio termin de contar su historia, en el cala-bozo todo fue silencio. Alguien le pregunt qu se le haba pa-sado por la cabeza para hacer algo as, y l contest que que-ra cobrar el rescate y hacerse con los 40.000 pesos. Se quedun rato ms, y despus se fue a su catre a dormir. Este est lo-co, murmuraron los otros tres presos.

    La historia es, para Claudio, un fiasco. Siempre la neg. In-cluso, en careos con el camionero y con el remisero. El tercer

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    mal. La traicin que se estaba gestando en torno a l poda pre-sentirse, como las nubes cargadas que anuncian una tormenta.Todos veamos el peligro y no sabamos qu tenamos que ha-cer, dice. Nosotros le hablbamos, le advertamos, pero l noincorporaba nada. Siempre pens que iba a tener un accidenteen la ruta o que alguien se iba a aprovechar de su discapacidad,pero no as como fue, jams. Si lo hubiramos sospechado, deltima, lo atbamos para que no saliera, termina.

    Lean la Biblia en voz alta todas las noches. Trataban de en-contrar algn consuelo a su encierro, o de mantener viva lapoca fe que les quedaba. A veces Claudio los escuchaba. Lohaban trasladado a la comisara de General Belgrano, no muylejos de Chascoms, donde comparta calabozo con un camio-nero cuarentn que estaba preso por robar un auto, y con unremisero algo ms joven, que haba cado por falsificacin. Ha-

    ba otro preso ms, un tipo muy reservado, de esos que pare-ciera que no tienen pasado. Abril transcurra: Perico llevabamuerto ms de un mes y Claudio acumulaba el mismo tiempotras las rejas. La rutina era agotadora y la lectura de la Biblia,montona, y l, repentinamente, se quebr. Yo mat al ren-go, dijo en voz alta, interrumpiendo al camionero, que lea.Los presos se sorprendieron. El camionero cerr el libro. Esta-ba a punto de escuchar la tercera versin sobre el crimen, acasola ms polmica. Y ms tarde l mismo la atestiguara ante losinvestigadores.

    Claudio les cont que Perico fue a su casa en busca del DVD

    y que l vio las muletas en el asiento del acompaante, por esoeligi sentarse atrs. Haba escuchado que Juan, Ricky y el Pepeiban a secuestrar a Perico, y l quera ganarles de mano. Con al-guna excusa, le indic a Perico cmo llegar a La Liberata y enun momento se corri hasta quedar detrs de l. Cuando el au-to fren, a orillas de la laguna, sorpresivamente le pas por elcuello un cable enrollado en sus manos y tir con fuerza, ha-ciendo presin contra el respaldo del asiento delantero. Perico

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    vioso s. Cuando me llamaron a declarar, todos me decan queme asesore con un abogado, pero fui solo, sabiendo que capazterminaba preso por una equivocacin. Adems del fantasmajudicial, el Bal tuvo que enfrentar esos das la mirada de losotros. Ms de uno pensaba que l haba sido amigo de Pericopara vivirlo. O al revs. Mulo!, le gritaron una vez en lacalle, y el asunto termin a las pias. Tuve la mala suerte deque me toc un amigo as, que era de otro nivel, y la diferen-cia se notaba, dice el Bal, amargado. Y jura que ninguno delos que lo insultaron fue al cementerio a dejarle una flor a Pe-rico. l tampoco es habitu: No es que me olvid, pero mehace mal. Cuando voy, vuelvo amargado, y me quedo as du-rante seis, siete das Yo lo quera en serio a Mauricio.

    Marina, la novia de Perico, descubri despus de su muer-te que l haba comprado un par de anillos para celebrar el pri-mer aniversario. Lo iban a festejar en el quincho del Club Atl-tico de Chascoms la noche del lunes 28 de febrero, la misma

    en que l cumplira sus 20 aos. Pero como si fuera una ironadolorosa e insoportable, ese mismo lunes Perico fue sepultadoen el cementerio de Ranchos. La madre de Mauricio encontrlos anillos en su mesita de luz y se los dio a Marina. Ella usdurante un tiempo el de Perico, su primer y gran amor.

    Unos meses despus de la muerte de Perico, Marina empe-z otra relacin, pero no poda dejar de comparar a su nuevonovio con Mauricio. Al otro chico lo quera, era bueno, perola pareja no funcionaba. Y aparte yo viva pensando en Mauri-cio. Por ah estbamos acostados, con la luz medio apagada, yyo lo miraba a l y de repente vea que tena la cara de Mauri-

    cio Senta que me estaba volviendo loca, confiesa, estreme-cida. Con Mauricio haba vivido cosas insuperables: su prime-ra vez en el amor, las vacaciones en San Nicols, las tardes deftbol y tenis en el club. Y todava hoy no puede evitar quelos recuerdos dolorosos aparezcan cuando comienza una nue-va historia.

    El paso de Perico, el andariego que iba a todos lados, peroque nunca lleg a ningn lugar, segn lo haba definido su

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    preso nunca la confirm: dijo que no era ningn buchn yque no iba a mandar en cana a nadie. Si hubiera estado en ellugar del hecho, se habra llevado la batera del celular, explicen los careos Claudio, a modo de defensa. Tambin seal queel camionero sala todas las noches a hablar con el comisario, yque estaba buscando mejores condiciones de encierro a cambiode aportar datos a la causa. Plante, adems, que era llamativoel hecho de que los dos presos compartieran abogado conRicky, otro de los imputados en la causa. La historia, atestigua-da por el camionero y el remisero, se adecuaba, sin embargo, alos horarios que estudiaban los investigadores y coincida en al-gunos detalles que anotaron los peritos en la escena del crimen.

    Mientras la investigacin avanzaba, el clima que se viva enChascoms era de miedo y recelo. Todos saban algo: habacuatro pibes bajo sospecha, que contaron ante los investigado-

    res sus ltimas 48 horas antes del crimen. En esas horas, cadauno de ellos se cruz con unos cuantos amigos. Tambin fue-ron reconstruidos los ltimos pasos de Perico. Ms de cienpibes fueron llamados a declarar para confirmar las historias deaquellos cuatro. Era una enorme causa juvenil que tena envilo a toda la ciudad.

    Despus de que muri Perico se deca de todo, sabs lascosas que me dijeron a m de l! Haba historias para todoslos gustos, cuenta el Bal. Ahora me cago de risa, pero en esemomento no me poda dormir. O soaba que yo iba con l alparaje y lo defenda y lo sacaba de ah. El Bal confiesa que

    qued traumado: el da del crimen iba a ir con Perico a buscarel DVD, pero decidi quedarse en su casa, sin razn. A la tarde,cuando lo fue a buscar, el padre de Perico le dijo que estabapreocupado porque su hijo se haba ido a lo de Claudio y nohaba vuelto. Juntos fueron a tocar el timbre, pero no los aten-di nadie.

    Haba mucha gente que estaba asustada despus del asesi-nato, sigue el Bal. Yo no estaba asustado, pero un poco ner-

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    Nadie sabe a ciencia cierta si Perico conoca este lugar o sialguna vez haba venido con alguna novia. Nadie puede asegu-rar tampoco cmo lleg hasta aqu por ltima vez: si lo traje-ron o si l mismo condujo hasta entrar a la isla de rboles.Pero Claudio s conoca La Liberata. Su novia, la chica que tra-bajaba en Buenos Aires, contara ms tarde que iban seguido aVilla Cario.

    Las declaraciones de ella no le jugaron a favor. Despus dems de dos aos de noviazgo se estaban por casar: haban pe-dido un crdito en el Banco Hipotecario para comprar unacasa, pero an as les faltaba dinero para llegar a cubrir el va-lor total. La chica dijo que Claudio haba vendido su auto pa-ra juntar algunos pesos ms. Se refera a un auto anterior al206, que era, en realidad, de sus padres. Y cuando le pregunta-ron, aclar que en ese auto Claudio nunca tuvo un estreo conDVD como le haba dicho l al fiscal, sino que tena unosimple, con entrada de CD.

    La chica tambin cont que el da del crimen llam a sunovio a la una del medioda, como siempre, para ver qu ibana hacer a la tarde. La atendi Olga, la madre de Claudio, y ledijo que su hijo se haba ido con Perico, pero que volva pron-to. A las 14:08 Claudio la llam desde su casa. Le cont quehaba llevado a Perico a un lugar que no conoca y que se ha-ba vuelto a pie porque aquel se haba quedado charlando conalguien. Su novia no conoca mucho a Perico, y no le interessaber nada ms. A las cinco de la tarde, Claudio la pas a bus-car. Llevaron al hermanito de su novio a un cumpleaos y die-ron un par de vueltas. La novia dijo que era factible que alre-

    dedor de las siete de la tarde Claudio hubiera parado en elSports y hubiera bajado, tal vez a saludar a alguien, tal vez yslo tal vez a Juan y al Pepe. De ser as, ella se haba queda-do adentro del auto, sin prestar atencin a lo que haca Clau-dio. Pero la chica no pudo asegurar si esa parada haba sido elsbado del crimen o el anterior. Por ms que hizo memoria yse esforz, no pudo. Y ese era uno de los pilares de la versinde Claudio.

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    psiquiatra, dej una huella en Chascoms. Su ltimo destinofue vivir en el recuerdo de los pocos que lo quisieron de ver-dad. Y para los otros, queda una plegaria del Bal: Hay genteque andaba con Mauricio por comodidad, para que alguien losllevara y los trajera de bailar. Lo tenan de rems, y todavapiensan que eran buenos con l. Pero yo s que algn da va aquedar claro quin es quin.

    El camino hacia el paraje La Liberata es breve, aunque, adecir verdad, todas las distancias en Chascoms son breves.La camioneta Ford Transit blanca que conduca Perico con laayuda del pie izquierdo del Bal ahora es manejada por Ma-rio, el esposo de Mabel. Ella tambin viaja. Yo completo elcuadro. Los tos de Perico me quieren mostrar cmo es el lu-gar donde muri su sobrino. El camino de circunvalacin querodea la laguna es una ruta de doble mano, de la que hay que

    desviarse unos metros para llegar a la isla de rboles dondemataron a Perico. Una cruz enorme que construyeron ellosmismos en su memoria marca el sitio exacto. El acceso es uncaminito de tierra en forma de U. Adentro hay rboles disper-sos y arbustos tupidos, de todos los tamaos. Desde afuera nose ve nada. Yo siempre me preguntaba por qu Mauricio nohaba pedido auxilio, dice Mabel. Pero cuando vine ac porprimera vez, un ao despus del crimen, entend que era im-posible salir.

    Ni el sol ni el canto de los pajaritos hacen que el lugar seamenos escalofriante. Aunque los autos en la ruta pasan a unos

    metros, el sitio est apartado de todo. Si estos rboles habla-ran, se resigna la ta. Adentro, la orientacin pierde la br-jula: slo hay verde sobre verde, en todas las direcciones. Mau-ricio estuvo tirado aqu mismo, en un da como este: presientouna marca invisible de horror que todava oscurece la zona.Siempre pienso que en el momento en que se dio cuenta delo que le estaba pasando, seguro que todas nuestras adverten-cias le pasaron por la cabeza, se amarga la ta.

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    sido uno de los primeros amigos que hizo Mauricio en Chas-coms. Dijo que fueron con Mauricio para el negocio de Juan,pero hay un testigo que viva frente de la casa de Claudio yvio salir el auto de Perico con direccin hacia el paraje, quequeda para el otro lado. Ese testigo conoca bien a Perico, por-que fue novio de una de sus hijas. Lo que no pudo asegurar essi Claudio iba a dentro. Si l estaba adentro, podra haber es-tado en el asiento de atrs. De acuerdo a las pericias, Perico fuegolpeado adentro del auto, y posiblemente ahorcado ah mis-mo. Por otro lado, Claudio minti cuando dijo que ese sba-do haba visto en el All Sports Caf a los otros dos. Era men-tira que Juan le hubiera ofrecido un celular al albail. Y laprueba ms contundente contra Claudio era que ese mismocelular fue encontrado en su habitacin, habiendo hallado latapa y la batera en el lugar del hecho.

    Sin embargo, era difcil que Claudio hubiera matado solo,sin la ayuda de nadie, a Perico de una manera tan trabajosa,

    con ms de sesenta heridas; y en tan poco tiempo, teniendo encuenta que a las 13:22 Perico cheque sus mensajes de voz y alas 14:08 Claudio llam a su novia. Era difcil, pero no impo-sible: el auto de Perico haba aparecido a ocho cuadras de sucasa y podra haberlo abandonado ah, en caso de haber vuel-to conduciendo desde el paraje La Liberata. Los que creen queClaudio mat a Perico, se basan en la historia que contaronlos presos que lean la Biblia, en la que Claudio regresa a sucasa y, asaltado por la duda, toma un cuchillo y vuelve para li-quidar a Perico. Tal vez, cuando pas por su casa eran las dosde la tarde y llam entonces a su novia.

    Pero hay quienes sostienen que Claudio podra haber sidoapenas el entregador y que otros hicieron el trabajo sucio. Lapareja de amantes que descubri el cadver de Perico haba ha-blado de tres personas en la escena del crimen. Juan, Ricky yel Pepe? No parece ser posible: ellos demostraron estar enotros lugares en el momento del hecho y fueron sobresedospor la Justicia. Los que se inclinan por esta hiptesis creen queal menos algo de todo lo que declar Claudio es verdadero.

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    Luego de pasar dos meses presos, Juan y Ricky fueron libe-rados. Al Pepe lo haban largado antes. Claudio fue el nicoque qued adentro, con coartadas que no se podan compro-bar. Para peor, el testigo que avalaba su historia, aquel joven al-bail que haba contado que Juan le haba ofrecido en la calleel celular de Perico (Loco, mir, te vendo un telfono), tam-bin conoci la sombra cuando se comprob que menta. Losinvestigadores sospechaban que lo podra haber enviado el pa-dre de Claudio. Y, por si faltaba algo, el estreo con DVD noapareci en ninguno de los allanamientos que se realizaron.Para Claudio, sus das a la sombra tenan un futuro incierto.

    Despus de dos aos, cuando consider que la investiga-cin estaba acabada, el fiscal hizo una elevacin a juicio con-tra Claudio. Jos Ignacio Ochoa, el representante de la familiaPonce de Len, la apoy. Y antes de que comenzara el juicio

    contrat a Alejandro Bartoletti, un abogado que haba estadoviviendo durante unos aos en Nueva York, y que volva aChascoms con la cabeza fra y sin tener idea de todo lo quehaba pasado. Para Ochoa, Bartoletti era una pieza ideal en suequipo: todos los dems miembros estaban contaminados conlos dimes y diretes que se haban escuchado en cada esquinade la ciudad durante los dos aos que dur la investigacin.Bartoletti ley todo el expediente que alcanz ms de veintecuerpos y sac sus propias conclusiones.

    Ahora, en una oficina del estudio, Bartoletti enumera losmotivos que incriminaban a Claudio: Intencionalmente le

    ofreci a Mauricio un bien, el DVD, que no se prob que tu-viera. Le coment a Juan la idea de matar a Mauricio e inclu-so le ofreci ser partcipe y llevarse plata por cavar el pozo.Fue la ltima persona que vio a Mauricio vivo, cuando se fue-ron juntos de su casa. Minti sobre el lugar al que fueron jun-tos, diciendo que haban ido para el negocio de Juan, cuandootros testigos dijeron que nunca pas por ah. Adems, dijoque Mauricio no saba ir hasta lo de Juan, cuando este haba

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    do, anotaron los jueces del Tribunal en lo Criminal Nmero 2de Dolores. A pesar de que ellos situaron a Claudio fuera delbosquecillo, decidieron condenarlo a prisin perpetua comoco-autor de un homicidio agravado por alevosa (es decir, porhaberse aprovechado de la confianza de Perico). Su defensa ape-l la condena y pidi un cambio de la calificacin por encubri-miento agravado. Es que, aun con todas las pruebas que se jun-taron, no qued claro dnde haba estado Claudio despus dela una del medioda. As, la historia oficial qued con finalabierto.

    Pero la historia extraoficial se hace preguntas. Fue Claudioel idelogo total del plan y l mismo lo llev a cabo sin ayu-da de nadie? Y si escuch que Perico iba a ser secuestrado yse rob la idea? Qu tal si fue contratado por alguien paraparticipar de un homicidio por encargo? Tuvieron un prop-sito en comn los cuatro sospechosos en algn momento? Lahistoria extraoficial se hace preguntas, pero no encuentra res-

    puestas.En la terminal de mnibus de Chascoms hay una fila degente esperando el micro que va a Buenos Aires. Muchos sonestudiantes que deben volver a estudiar sus apuntes porteos.Hay una pareja de judos ortodoxos y algunos turistas espao-les. La hilera se completa con gente que slo acepta la catego-ra de normal. Yo tambin formo fila: mi trabajo est termi-nado y yo estoy listo para subir al mnibus, que acaba dellegar. Minutos despus, el micro abreviar las callecitas de laciudad y saldr a la ruta 2. En el viaje de regreso, las voces delos pibes con los que habl harn ecos inconexos en mi men-

    te, a veces dialogando, a veces contradicindose, y mientrastanto los autos irn y vendrn por la ventanilla, acelerados.Pronto caer la noche y las luces de la ciudad se adivinarn alo lejos, titilantes, por ltima vez.

    Buenos Aires, febrero de 2009

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    En ese caso, adems, habra que buscar a alguien que quisieramuerto a Perico. Tal vez, repasando sus negocios aparecera al-gn nombre.

    La ta Mabel prefiere ya dejar de pensar: Si Claudio nodice nada ms, nosotros no podemos probar que fue una muer-te por encargo o algo parecido. Pero lo que s sabemos es quesi l no hubiera participado, Mauricio no estara muerto.

    Pueblo chico, infierno grande, repiten los entrevistadoscuando charlamos. En especial cuando les pregunto si en Chas-coms alguien ech a correr la voz de que Perico tena tantaplata. No fue necesario que nadie dijera nada: con verlo, alcan-zaba; responde cada uno a su manera. Todos ellos tienen enclaro que el paso de la bicicleta al primer 206, y luego a un206 superior fue algo que llam la atencin de los ms codi-ciosos en la ciudad. Pueblo chico, infierno grande, entonces.

    Como en todo pueblo, las versiones de las historias varan yse desdibujan segn quin las cuente. De vez en cuando setien de fantasa y se desprenden de sus bases reales, pero a ve-ces, y aunque parezca extrao, las versiones abren nuevos reco-vecos para la verdad. En Chascoms, las versiones sobre el cri-men de Mauricio Ponce de Len fueron renovndose durantelos dos aos que dur la investigacin y al final quedaron en elolvido, debajo de algunos temas con mayor actualidad y menorespanto: se hablaba de la sequa que haca retroceder a la lagu-na; de los accidentes de micros que se extendan como una epi-demia de verano en la ruta 2; y de la campaa en los torneos

    internacionales de tenis que desarrollaba Carlos Berlocq, un ve-cino de la ciudad. La rutina se impona, como siempre.

    Pero las especulaciones sobre el homicidio de Perico resur-gieron con esplendor luego del 8 de julio de 2008, el da que sedio a conocer la sentencia sobre Claudio. El imputado no seencontraba en el lugar del hecho al momento de serle inflingi-dos los tormentos a Mauricio. Por lo tanto, no est acreditadoque conociera y quisiera el modo en que el joven fue ultima-

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