SANACIÓN A TRAVES DE LA MISA 1. INTRODUCCION II de ...misa... · Dios, y curaba a los que tenían...

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1 SANACIÓN A TRAVES DE LA MISA Basado en el libro Curación a través de la misa de Robert de Grandis y en investigación complementaria en fuentes que se citan desde Internet "La Eucaristía es "fuente y cima de toda la vida Cristiana" -Lumen Gentium 11 1. INTRODUCCION II de crónicas 5, 11-14 Los sacerdotes salieron del Lugar Santo. Todos los sacerdotes que estaban presentes se habían purificado sin atenerse a los turnos en que estaban repartidos. Todos los levitas cantores, Asaf, Hemán y Jedutún, junto con sus hijos y demás parientes, estaban de pie, al este del altar, vestidos de lino. Tenían platillos, salterios y arpas. Con ellos había ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas. Entonces todos unidos se pusieron a tocar las trompetas y a cantar a una voz para alabar y dar gracias al Señor, haciendo sonar las trompetas, los platillos y los otros instrumentos musicales mientras se cantaba: “Alaben al Señor, porque es bueno, porque su amor es eterno.” En aquel momento, el templo del Señor se llenó de una nube, y por causa de la nube los sacerdotes no pudieron quedarse para celebrar el culto, porque la gloria del Señor había llenado el templo. Esta cita muestra que donde Dios estaba presente ese era un lugar santo y de curación. Cuando tomamos conciencia de ello, empieza el proceso de curación. Si esto ocurría en un lugar donde habían elementos que eran representativos de Dios, ¿cuánto más ocurre en el templo, donde permanece la presencia sacramentada de Dios mismo? Nuestros templos son lugares de sanación y lamentablemente no somos consientes de ello. La bendición que hay en nuestros templos y en la eucaristía es una realidad sobrenatural. La misa, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia: Jesucristo, que asocia a su Iglesia, y a todos sus miembros, a su sacrificio pascual, ofrecido una vez por todas en la cruz al Padre; y, por medio de este sacrificio, derrama la gracia de la salvación sobre su Cuerpo que es la Iglesia. Cuando entramos a la iglesia, lo primero que hacemos es hacernos la señal de la cruz nosotros mismos con agua bendita, la cual está bendita en nombre de la iglesia para sanar y echar fuera demonios. 2. ESTRUCTURA DE LA EUCARISTÍA 2.1 Rito 1 de introducción: 1 Se denomina rito (del latín ritus) a un acto religioso o ceremonia repetido invariablemente, con arreglo a unas normas estrictas. Los ritos son las celebraciones de los mitos, por tanto no se pueden entender separadamente de ellos. Tienen un carácter simbólico, expresión del contenido de los mitos. La celebración de los ritos (ritual) puede consistir en fiestas y ceremonias, de carácter más o menos solemne, según pautas que establece la tradición o la autoridad religiosa.

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SANACIÓN A TRAVES DE LA MISA

Basado en el libro Curación a través de la misa de Robert de Grandis y en investigación complementaria en fuentes que se citan desde Internet "La Eucaristía es "fuente y cima de toda la vida Cristiana" -Lumen Gentium 11

1. INTRODUCCION II de crónicas 5, 11-14 Los sacerdotes salieron del Lugar Santo. Todos los sacerdotes que estaban presentes se habían purificado sin atenerse a los turnos en que estaban repartidos. Todos los levitas cantores, Asaf, Hemán y Jedutún, junto con sus hijos y demás parientes, estaban de pie, al este del altar, vestidos de lino. Tenían platillos, salterios y arpas. Con ellos había ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas. Entonces todos unidos se pusieron a tocar las trompetas y a cantar a una voz para alabar y dar gracias al Señor, haciendo sonar las trompetas, los platillos y los otros instrumentos musicales mientras se cantaba: “Alaben al Señor, porque es bueno, porque su amor es eterno.” En aquel momento, el templo del Señor se llenó de una nube, y por causa de la nube los sacerdotes no pudieron quedarse para celebrar el culto, porque la gloria del Señor había llenado el templo. Esta cita muestra que donde Dios estaba presente ese era un lugar santo y de curación.

Cuando tomamos conciencia de ello, empieza el proceso de curación. Si esto ocurría en un lugar donde habían elementos que eran representativos de Dios,

¿cuánto más ocurre en el templo, donde permanece la presencia sacramentada de Dios mismo? Nuestros templos son lugares de sanación y lamentablemente no somos consientes de ello. La bendición que hay en nuestros templos y en la eucaristía es una realidad sobrenatural. La misa, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia: Jesucristo, que asocia a su Iglesia, y a todos sus miembros, a su sacrificio pascual, ofrecido una vez por todas en la cruz al Padre; y, por medio de este sacrificio, derrama la gracia de la salvación sobre su Cuerpo que es la Iglesia.

Cuando entramos a la iglesia, lo primero que hacemos es hacernos la señal de la cruz

nosotros mismos con agua bendita, la cual está bendita en nombre de la iglesia para sanar y echar fuera demonios.

2. ESTRUCTURA DE LA EUCARISTÍA 2.1 Rito1 de introducción:

                                                            1 Se denomina rito (del latín ritus) a un acto religioso o ceremonia repetido invariablemente, con arreglo a unas normas estrictas. Los ritos son las celebraciones de los mitos, por tanto no se pueden entender separadamente de ellos. Tienen un carácter simbólico, expresión del contenido de los mitos. La celebración de los ritos (ritual) puede consistir en fiestas y ceremonias, de carácter más o menos solemne, según pautas que establece la tradición o la autoridad religiosa. 

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La misa comienza con la señal de la cruz, una expresión de nuestra fe, de que estamos reunidos en el nombre de la Trinidad. Tertuliano hablaba en el Siglo IV de El Persignarse, este acto proviene de Ezequiel 9,5-6 y Apocalipsis 7,3 que los que estén signados con la Cruz serán salvos2 Ezequiel 9,5-6 Luego oí que le decía a los otros hombres: Vayan tras él a recorrer la ciudad y, comenzando por mi templo, maten sin ninguna compasión a ancianos, jóvenes, muchachas, niños y mujeres. Pero no toquen a nadie que tenga la señal Apocalipsis 7,3 ¡No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, mientras no hayamos puesto un sello en la frente de los siervos de Dios! Reflexión sobre porqué se empieza con la señal de la cruz y no con otro gesto religioso. La señal de la Cruz. Gesto sencillo lleno de significado. Esta señal de la Cruz es una verdadera confesión de nuestra fe: Dios nos ha salvado en la Cruz de Cristo. Es un signo de pertenencia: al hacer sobre nuestra persona esta señal es como si dijéramos: estoy bautizado, pertenezco a Cristo, El es mi Salvador, la Cruz de Cristo es el origen y la razón de ser de mi existencia cristiana. El repetir el gesto nos recuerda que estamos salvados, que Cristo ha tomado posesión de nosotros, que estamos de una vez para siempre bendecidos por la Cruz que Dios ha trazado sobre nosotros. Desde el bautismo estamos signados con la Cruz de Cristo como señal de pertenencia, con el compromiso de conocerle y seguirle y como prueba de que Cristo nos fortalece con la señal de su victoria3 Reflexión sobre la historia de la persignación4 Tertuliano escribe que los cristianos se persignaban durante todas sus ocupaciones, ante cada movimiento: cuando salían o volvían a su casa, cuando se vestían y se calzaban, al entrar al baño, al sentarse a la mesa, al encender las lámparas, al comenzar una conversación, al acostarse, etc. Se signaban siempre con la mano derecha aunque de distinta manera, al principio lo hacían con un dedo signando la frente, la boca y el pecho. Esto se llamaba la pequeña cruz. Luego se persignaban tocando con la mano la frente, el pecho, el hombro izquierdo y después el derecho. Con el tiempo comenzaron a poner tres dedos juntos al persignarse, con lo que recordaban la Santísima Trinidad, y los dos dedos restantes los apretaban contra la palma como símbolo de las dos naturalezas de Cristo. Así fue evolucionando hasta nuestro tiempo. Como católicos, estamos totalmente seguros que como el Apóstol Pablo lo dijo: para nosotros la cruz es poder de Dios. La misa empieza diciendo: En el nombre del Padre, nuestro Padre amoroso que misericordioso, nos ama y envió a Jesús para redimir y sanar. “Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo”.. Juan 3, 16-

Reflexionar en Dios como Padre amoroso. Cuál es la idea que tenemos de padre?

                                                            2 http://www.ewtn.com/vexperts/showmessage.asp?Pgnu=4&Pg=Forum24&recnu=78&number=414694 3 http://www.ciudadredonda.org/subsecc_ma_d.php?sscd=168&scd=8&id=1553 4 http://www.defiendetufe.org/Cruz.htm 

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Juan 5, 35-36 Juan era como una lámpara que ardía y alumbraba, y ustedes quisieron gozar de su luz por un corto tiempo. Pero tengo a mi favor una prueba mejor que la dada por Juan. Lo que yo hago, que es lo que el Padre me encargó que hiciera, comprueba que de veras el Padre me ha enviado Lucas 4, 18-21 “El Espíritu del Señor está sobre mi, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor.” Luego Jesús cerró el libro, lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los que estaban allí seguían mirándole. El comenzó a hablar, diciendo: Hoy mismo se ha cumplido está Escritura delante de ustedes. No importa el tipo ni la dimensión del problema que tengamos delante o encima de

nosotros, yo creo que Dios, que es Padre bueno y amoroso, oigamos bien esa palabra, Padre amoroso, quiere darte la libertad, libertarte de aquello que oprime tu corazón, tu mente, tu vida, tus sentimientos, tu voluntad, tu cuerpo. El quiere curar tu ceguera emocional, espiritual, intelectual y aún la física, para abrir tus ojos y que veas tus circunstancias como las mira Él.

Nosotros tenemos un Padre amoroso que quiere liberarnos en cuerpo, mente y espíritu. Mateo 7, 11 Pues si ustedes, que son a los, saben dar cosas buenas a su hijo, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a quienes se las pidan!. Otras citas bíblicas que reflejan el amor curador del Padre revelado a través de las obras de Jesús son: Mateo 4, 23 Mateo 4, 24 Mateo 8,16 Mateo 9,35

Mateo 12, 15 Mateo 14, 14 Mateo 15, 30 Mateo 19, 2

Mateo 21, 14 Marcos 1, 33-34 Marcos 3, 10 Marcos 6, 5

Lucas 4, 40 Lucas 6, 18-19

Lucas 9, 11 Pero las gentes lo supieron, y le siguieron; y él, acogiéndolas, les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. (Nueva biblia de Jerusalén) El Padre quiere curarnos en todas las formas. Cuando yo menciono la curación me refiero a la curación completa en cuerpo, mente y espíritu. No hay tal cosa como sólo el cuerpo, sólo la mente, sólo el espíritu. El ser humano es una totalidad. El padre quiere curarnos de nuestras heridas, de la culpa, el miedo, el odio, las tendencias al suicidio, de la falta de esperanza, de ilusión y del sin sentido frente a la vida. El quiere curarnos de haber obligado a alguien a hacer algo, de la entrega a los vicios, curar el corazón, la artritis, el cáncer, la migraña, los dolores de espalda… los imposibles médicos. El quiere que le entreguemos nuestras necesidades espirituales, psicológicas y físicas.

Reflexión sobre ¿Qué cosas pueden hacer que le tengamos miedo a Dios? En el nombre del Padre que mandó a Jesús para curarnos; en el nombre del Hijo, Jesús el curador; que le dijo a sus discípulos que predicaran el Evangelio y curaran a los enfermos.

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(Marcos 3, 14); y en el nombre del Espíritu Santo que nos da poder para hacer la obra de Jesús (Juan 20, 12-23) Tratemos de estar abiertos al amor de Dios Padre, a la acción de Jesús que obra por el poder del Espíritu Santo en nosotros. Abramos nuestro corazón a la gracia divina y dispongámonos a seguir a Jesús en su pasión y muerte, para entrar con él en la alegría de la resurrección 2.2 Acto penitencial Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión; por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa. Por eso ruego a la bienaventurada Virgen María, a todos los ángeles y santos y a ustedes hermanos que intercedan por mí ante Dios nuestro Señor. Que Dios Todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. La importancia de la penitencia radica en que estamos preparando nuestros corazones, limpiando nuestros corazones para recibir a Jesús. El perdón es fundamental en nuestro proceso de sanación, por lo tanto, ésta es una de las

partes de mayor curación en la misa, porque parte de la base de que el Padre Celestial nos perdona sin condiciones. (Lucas 15, 11-32 parábola del hijo pródigo).

Sólo la acción del Espíritu Santo en nuestros corazones y nuestra voluntad puede llevarnos al momento en que podamos decir “creo realmente que el Padre me perdona por todo el mal que he hecho”. Con esto estamos aceptando el obrar del Espíritu Santo y permitimos que su amor nos permita aceptarnos como somos. Es aquí donde nos abrimos para recibir el perdón del Señor y más importante aún para perdonarnos unos a otros y para perdonarnos nosotros mismos.

No puede ser salvado, según el Evangelio, sino el que se reconoce necesitado de la misericordia de Dios - Lucas 19,10 - “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.

Mateo 5, 23-24 Así que si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar a presentar tu ofrenda. Nuestra habilidad para perdonar es limitada. Perdonar completamente es una acción divina

que necesita la ayuda de Jesús. Según buscamos su ayuda, nuestra capacidad para poder recibir su perdón y aceptación aumentará, entonces el que nosotros perdonemos y aceptemos a otros también aumentará.

El perdón que se recibe y que se da antes de la parte de la Misa en la que nos ofrecemos nosotros mismo al Señor y le ofrecemos nuestras vidas.

Reflexión sobre el perdón en la misa5

                                                            5 http://es.catholic.net/aprendeaorar/32/398/articulo.php?id=23140 

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Mateo 18, 21-55 nos evidencia la gran deuda que el Señor nos ha perdonado, sin mérito alguno por nuestra parte, y sólo porque nosotros le pedimos perdón. Y Él generosamente nos lo concedió: “El Señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda”. Así es Dios, perdonador, misericordioso, clemente, compasivo. Es el atributo más hermoso de Dios. Ya en el Antiguo Testamento hay atisbos de esa misericordia de Dios, pero en general regía la ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente. En la misma misa comenzamos con un acto de misericordia, el acto penitencial (“Reconozcamos nuestros pecados”). En el Gloria: “Tú que quitas el pecado del mundo...”. Después del Evangelio dice el sacerdote: “Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados...”. En el Credo, decimos todos: “Creo en el perdón de los pecados...”. Después de las ofrendas y durante el lavatorio el sacerdote dice en secreto: “lava del todo mi delito, Señor, limpia mis pecados”. En la Consagración, “...para el perdón de los pecados”. “Ten misericordia de todos nosotros. . .” En el Padrenuestro: “perdona nuestras ofensas. . .”. “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Por tanto, la misa está permeada de espíritu de perdón y contrición. La eucaristía nos invita a nosotros al perdón, a ofrecer el perdón a nuestros hermanos. La escena del Evangelio (cf Mt. 18, 21-55) es penosa: el siervo perdonado tan generosamente por el amo, no supo perdonar a un siervo que le debía cien denarios, cuando él debía cien mil. El perdón es difícil. Tenemos una naturaleza humana inclinada a vengarnos, a guardar rencores, a juzgar duramente a los demás, a ver la pajita en el ojo del hermano y a no ver la traba que tenemos en nuestros ojos. Perdonar es la lección que no nos da ni el Antiguo Testamento ni las civilizaciones más espléndidas que han existido y que han determinado nuestra cultura: la civilización grecolatina. Sólo Jesús nos ha enseñado y nos ha pedido perdonar. 2.3 El Gloria Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Dios rey celestial, Dios Padre Todopoderoso, Señor hijo Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestras suplicas, tú que estás sentado a la diestra del padre ten piedad de nosotros, porque solo tú eres santo, solo tu Señor, sólo tu altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén. Qué es alabar? Definición del Diccionario Word-reference: Elogiar, celebrar con palabras Alabanza y Adoración6

Es importante ver que la alabanza y la adoración tienen un origen celestial, por ello vemos que Dios tiene seres que le alaban y adoran (Ap. 4:8; Lc. 2:13-14). La Escritura relata que Luzbel estaba encargado de la música y las alabanzas en el cielo (Ez. 28, Is. 14; Is. 14:12); su nombre se origina de la raíz halal que significa alabanza y celebrar. Fue creado en medio de alabanza (Ez. 28:13), los ornamentos de su vestidura celestial eran tamboriles, flautas y arpas (Is. 14:11). Existen varias palabras hebreas y griegas que engloban el concepto de alabanza, pero Salmos 22:3, nos habla que Dios habita en medio de las alabanzas de su pueblo, por lo que

                                                            6 http://www.escuelasbiblicas.org/material/109‐AlabanzaYAdoracion.pdf 

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se manifiesta en ella. La alabanza es la forma de expresión de los cristianos para darle la gloria y la honra al Señor. A través del cuerpo se alaba a Dios danzando, remolineando, gritando de júbilo, saltando, aplaudiendo, cantando, etc. Por otro lado, la alabanza es la expresión que lleva a la presencia de Dios; también es una estrategia de Dios para obtener victorias, como lo fue para Israel que, bajo la guía del Espíritu Santo, en medio de la alabanza se derrumban los muros de Jericó (Josué. 6:5).

La primera vez que aparece la palabra alabanza en la Biblia es en Génesis 29:35, cuando Lea dio a luz el cuarto hijo de Jacob, dijo ésta vez alabaré a Jehová, y por esto llamó su nombre Judá, por lo cual, en la Biblia encontramos que Judá, una tribu guerrera, iba al frente de la formación del pueblo para conquistar territorios enemigos (Jue. 1:1-2). De esta tribu desciende David, el dulce cantor de Israel y el mismo Señor Jesucristo, el León de la tribu de Judá (Ap. 5:5). David fue el hombre más prolífero en la alabanza por varias situaciones: tocaba los instrumentos que interpretaba (1 S. 16:18), ministraba con música (1 S. 16:23), cantaba (2 S. 23:1), inventó instrumentos musicales (2 Cr. 7:6), estableció ministros que continuamente alababan al Señor (1 Cr. 25:1) a Asaf, Hemán y Jedutún, y designó cantores, con instrumentos de música para alabanza a Dios (1 Cr. 15:16-28) llevando el arca del pacto. David tiene una importancia clave en la alabanza de este tiempo, porque Dios prometió (Amos 9:11; Hch. 15:16), restaurar el tabernáculo de David, que está íntimamente ligado con la alabanza. Expresiones de alabanza: Se habla de expresiones de alabanza, indicando que éstas deben de empezar en el espíritu, motivadas por el Espíritu Santo (Fil. 2:13), luego trascienden al alma (Sal. 103:2), para mostrarse finalmente en el cuerpo (Sal. 63:3), es decir dar tributo al Rey de Reyes y Señor de Señores con el ser integral. Algunas de ellas son: a) Fruto de labios: El fruto de labios, habla del instrumento que se posee para confesar su majestad, su grandeza, etc. La Biblia dice que de la boca puede proceder bendición y maldición (Stg. 3:8-10) enseñando con esto, el poder que Dios ha dejado en la boca, en los labios. El fruto de labios no es necesariamente cantar una canción que fue aprendida, sino un canto espontáneo y que brota de un corazón agradecido. Isaías 57:19 dice “Yo soy el que crea fruto de labios”, esto muestra que el fruto de labios es una creación nueva que Dios esta inspirando al corazón y por consiguiente a la boca (1 Co. 2:9). b) Grito de Júbilo: El grito de júbilo viene de la palabra hebrea terua significa clamor, esto es, una aclamación de júbilo o de un grito de batalla, especialmente un clamor (sonido vibrante y prolongado) de trompeta como una alarma (Strong 8643). Es un grito con entendimiento donde se expresan verdades (Jue. 7:20). c) Cántico nuevo: El que ha conocido al Señor Jesús como Señor y Salvador personal, posee un cántico nuevo porque ha pasado de muerte a vida, ha experimentado el profundo amor de Dios, adquiere un valor incalculable porque vale la sangre preciosa de Cristo (1 P. 1:18). ¿Qué es la adoración? Es rendir un culto sagrado, reverenciar con sumo honor a Dios. Según el hebreo y el griego, podemos añadir que es postrarse, inclinarse, reverenciar, servir, obedecer. La primera vez que la palabra adoración aparece en la Biblia es en el Antiguo Testamento, cuando Abraham va a entregar a su hijo para ofrecer adoración a Dios (Gen 22:5). En ningún momento encontramos música en este pasaje, esto quiere decir que adorar más que incluir instrumentos musicales implica obediencia a Dios, es una forma de vida dispuesta a hacer la voluntad de Dios. Por otro lado, en Lucas 4:7 el enemigo le pide al Señor Jesús la máxima manifestación que el hombre puede darle a cualquier otro ser, si postrado me adoras. Aquí la palabra griega es proskuneo significa adorar, besar la mano

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(como un perro lame la mano de su amo), caer sobre las rodillas y tocar el suelo con la frente como una manifestación de la reverencia profunda, arrodillarse o postrarse para dar homenaje o hacer reverencia. Por lo tanto, la adoración es la actitud o la intención interna del corazón del hombre para Dios, entendiéndose la obediencia, el servicio, la rendición, el amor, etc. Es decir, la adoración no implica un tiempo específico del culto a Dios sino una forma de vida, un estilo de vida de una persona que tiene comunión con Dios. Por ello, el Señor anda buscando adoradores en espíritu y en verdad porque es el Espíritu Santo el que preparará nuestra vida para adorar a Dios de esa manera, operando en nuestro espíritu humano. Debemos recordar que la forma en que Dios nos permite tener comunión con Él es de Espíritu (de Dios) a espíritu (humano; Jn. 4:24).

En el contexto religioso:

- Se alaba a Dios por lo que Él es: Salmo 136 tiene tres partes; en la primera exalta a Dios como el gran Yahveh: Salmo 136:1-9 ¡Alabemos a Dios, porque él es bueno! ¡Dios nunca deja de amarnos! ¡Alabemos al Dios de los dioses. ¡Dios nunca deja de amarnos! ¡Alabemos al Señor de señores! ¡Dios nunca deja de amarnos! Solo Dios hace grandes maravillas. ¡Dios nunca deja de amarnos!. Dios hizo los cielos con sabiduría. ¡Dios nunca deja de amarnos!. Extendió la tierra sobre el agua. ¡Dios nunca deja de amarnos!. Hizo los astros luminosos. ¡Dios nunca deja de amarnos!. Hizo el sol para alumbrar el día. ¡Dios nunca deja de amarnos! Hizo la luna y las estrellas para alumbrar la noche. ¡Dios nunca deja de amarnos!.

- Se alaba a Dios por lo que Él ha hecho por ti: Salmo 136:10-15 En Egipto hirió de muerte al hijo mayor de cada familia. ¡Dios nunca deja de amarnos! Sacó de Egipto a Israel. ¡Dios nunca deja de amarnos! Allí mostró su gran poder. ¡Dios nunca deja de amarnos! Partió el dos el mar rojo. ¡Dios nunca deja de amarnos! Hizo que Israel cruzara el mar. ¡Dios nunca deja de amarnos! Hundió en el mar al faraón y a su ejército. ¡Dios nunca deja de amarnos!

- Se alaba a Dios por lo que Él ha hecho por ti: Salmo 136:16-26 Guió a Israel por el desierto. ¡Dios nunca deja de amarnos! Derrotó a reyes poderosos. ¡Dios nunca deja de amarnos! Quitó la vida a reyes famosos. ¡Dios nunca deja de amarnos! Hirió a Sihón, el rey amorreo. ¡Dios nunca deja de amarnos! Hirió a Og, el rey de Basán. ¡Dios nunca deja de amarnos! Entregó a su pueblos, las tierras de esos reyes. ¡Dios nunca deja de amarnos! Esa fue la herencia de Israel. ¡Dios nunca deja de amarnos! Dios no se olvidó de nosotros cuando nos vio derrotados. ¡Dios nunca deja de amarnos! Nos libró de nuestros enemigos. ¡Dios nunca deja de amarnos! Alimenta a toda su creación. ¡Dios nunca deja de amarnos! ¡Alabemos al Dios del cielo! ¡Dios nunca deja de amarnos!

Hasta aquí hay una visión de la alabanza y la adoración desde el antiguo testamento. Sin embargo en el nuevo testamento, el primer ser humano al que Jesús impactó es un ejemplo de

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alabanza y adoración. La adoración de María, manifiesta en el amor y la aceptación incondicional de la perfecta voluntad de Dios, se hace evidente en Lucas 1, 28-38 y en Lucas 1, 46-55. De quien podemos aprender la docilidad para dejarnos guiar del Espíritu Santo si no es de la mamita del cielo? Quien como María nos da ejemplo de abandono en el Espíritu Santo para mantenernos en oración, para alabar y adorar a Dios con toda nuestra vida? Hacer introducción a la consagración al Inmaculado Corazón de María. Estos son ejemplos de consagración a la virgen María y ella se encargará de enseñarnos a alabar y adorar a Dios http://www.consagracionamaria.com.ar/jd_b030%20-%20myfreetemplates.com/index,%20comienzo.html Aparición de la Virgen en Cova de Iría – Portugal / Nuestra Sra. de Fátima El 13 de Mayo de 1917 la Virgen se aparece a tres pastorcitos y entre otros requerimientos solicita la Consagración como medio de salvación. Aparición de la Virgen en Medujorje - Ex-Yugoslavia / Nuestra Sra. Reina de la Paz El 24 de Junio de 1981 la Virgen se aparece a 6 adolescentes, en estos mensajes repite incansablemente: oración, sacrificio, penitencia, conversión y consagración... Aparición de la Virgen San Nicolás – Argentina / Nuestra Sra. del Rosario El 25 de Setiembre de 1983 la Virgen se aparece a Gladys Motta, entregándole mensajes instándonos, a nosotros sus hijos a la conversión y a la consagración a su corazón inmaculado Otros ejemplos de alabanza y adoración se expresan en las siguientes citas bíblicas: Lucas 2, 13-14 “En aquel momento aparecieron, junto al ángel, muchos otros ángeles del cielo, que alaban a Dios y decían: Gloria a Dios en las alturas. ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor” En el acto penitencial empezamos a abrir el corazón para Dios y a través de la alabanza del Gloria, continuamos abriendo nuestro corazón, saliéndonos de nosotros mismos para centrarnos en Dios. Nosotros continuamos y repetimos las alabanzas en el Gloria porque es en esta parte de la misa cuando elevamos nuestros corazones, alabando, adorando y dando gracias a Dios. Salmo 34, 7 “El Ángel del Señor protege y salva a los que honran al Señor”. Hebreos 13, 15 Por eso debemos alabar siempre a Dios por medio de Jesucristo. Esta alabanza es el sacrificio que debemos ofrecer. ¡Alabémosle pues con nuestros labios! Oseas 14,2 Vuélvanse al Señor llevando con ustedes esta oración:”Perdona toda nuestra maldad y recibe con benevolencia las alabanzas que te ofrecemos”.

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San Agustín dijo que Dios son necesita alabanza, nosotros la necesitamos. Nosotros necesitamos alabanza para abrir nuestros al Espíritu Santo. Sin embargo, como buenos católicos preferiríamos volver a pedir solamente. Si solamente pedimos en nuestra oración, entonces nosotros nos convertimos en el centro de nuestra oración en lugar del Señor. Estamos presentándole nuestras necesidades al Señor, pero cuando alabamos a Dios estamos enfocando totalmente a Jesús, haciendo que Jesús sea el punto central. La oración de alabanza, el Gloria, es grandemente curadora porque confirma lo que enseña la Escritura, “Dad y se os dará” (Lucas 6, 38). Sírvele al Señor y El te servirá a ti. Es al dar alabanza que recibimos curación. Es al morir nosotros mismo que nacemos a la vida eterna. Por tanto, alabar en la Misa es extremadamente poderoso. Muchas personas pueden recibir curación en la Misa del domingo con sólo participar cantando canciones y haciendo oraciones, tales con el Gloria. Dar Gloria es ensalzar, es dar honra y reconocimiento a Dios. Ese mismo término se usa en el teatro, cuando se levanta el telón para recibir los aplausos del público. Un punto con el que quiero finalizar este tema en la adoración eucarística. Centralidad de la Eucaristía7 Desde el principio del cristianismo, la Eucaristía es la fuente, el centro y el culmen de toda la vida de la Iglesia. Como memorial de la pasión y de la resurrección de Cristo Salvador, como sacrificio de la Nueva Alianza, como cena que anticipa y prepara el banquete celestial, como signo y causa de la unidad de la Iglesia, como actualización perenne del Misterio pascual, como Pan de vida eterna y Cáliz de salvación, la celebración de la Eucaristía es el centro indudable del cristianismo. Normalmente, la Misa al principio se celebra sólo el domingo, pero ya en los siglos III y IV se generaliza la Misa diaria. La devoción antigua a la Eucaristía lleva en algunos momentos y lugares a celebrarla en un solo día varias veces. San León III (+816) celebra con frecuencia siete y aún nueve en un mismo día. Varios concilios moderan y prohiben estas prácticas excesivas. Alejandro II (+1073) prescribe una Misa diaria: «muy feliz ha de considerarse el que pueda celebrar dignamente una sola Misa» cada día. Reserva de la Eucaristía En los siglos primeros, a causa de las persecuciones y al no haber templos, la conservación de las especies eucarísticas se hace normalmente en forma privada, y tiene por fin la comunión de los enfermos, presos y ausentes. Esta reserva de la Eucaristía, al cesar las persecuciones, va tomando formas externas cada vez más solemnes. Las Constituciones apostólicas -hacia el 400- disponen ya que, después de distribuir la comunión, las especies sean llevadas a un sacrarium. El sínodo de Verdun, del siglo VI, manda guardar la Eucaristía «en un lugar eminente y honesto, y si los recursos lo permiten, debe tener una lámpara permanentemente encendida». Las píxides de la antigüedad eran cajitas preciosas para guardar el pan eucarístico. León IV (+855) dispone que «sólamente se pongan en el altar las reliquias, los cuatro evangelios y la píxide con el Cuerpo del Señor para el viático de los enfermos».

                                                            7 http://www.mercaba.org/FICHAS/Devociones/adoracion_eucaristica_01.htm 

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Estos signos expresan la veneración cristiana antigua al cuerpo eucarístico del Salvador y su fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía. Todavía, sin embargo, la reserva eucarística tiene como fin exclusivo la comunión de enfermos y ausentes; pero no el culto a la Presencia real. La adoración eucarística dentro de la Misa Ha de advertirse, sin embargo, que ya por esos siglos el cuerpo de Cristo recibe de los fieles, dentro de la misma celebración eucarística, signos claros de adoración, que aparecen prescritos en las antiguas liturgias. Especialmente antes de la comunión -Sancta santis, lo santo para los santos-, los fieles realizan inclinaciones y postraciones: «San Agustín decía: "nadie coma de este cuerpo, si primero no lo adora", añadiendo que no sólo no pecamos adorándolo, sino que pecamos no adorándolo» (Pío XII, Mediator Dei 162). Por otra parte, la elevación de la hostia, y más tarde del cáliz, después de la consagración, suscita también la adoración interior y exterior de los fieles. Hacia el 1210 la prescribe el obispo de París, antes de esa fecha es practicada entre los cistercienses, y a fines del siglo XIII es común en todo el Occidente. En nuestro siglo, en 1906, San Pío X, «el papa de la Eucaristía», concede indulgencias a quien mire piadosamente la hostia elevada, diciendo «Señor mío y Dios mío» (Jungmann II,277-291). Primeras manifestaciones del culto a la Eucaristía fuera de la Misa La adoración de Cristo en la misma celebración del Sacrificio eucarístico es vivida, como hemos dicho, desde el principio. Y la adoración de la Presencia real fuera de la Misa irá configurándose como devoción propia a partir del siglo IX, con ocasión de las controversias eucarísticas. Por esos años, al simbolismo de un Ratramno, se opone con fuerza el realismo de un Pascasio Radberto, que acentúa la presencia real de Cristo en la Eucaristía, no siempre en términos exactos. Conflictos teológicos análogos se producen en el siglo XI. La Iglesia reacciona con prontitud y fuerza unánime contra el simbolismo eucarístico de Berengario de Tours (+1088). Su doctrina es impugnada por teólogos como Anselmo de Laón (+1117) o Guillermo de Champeaux (+1121), y es inmediatamente condenada por un buen número de Sínodos (Roma, Vercelli, París, Tours), y sobre todo por los Concilios Romanos de 1059 y de 1079 (Dz 690 y 700). En efecto, el pan y el vino, una vez consagrados, se convierten «substancialmente en la verdadera, propia y vivificante carne y sangre de Jesucristo, nuestro Señor». Por eso en el Sacramento está presente totus Christus, en alma y cuerpo, como hombre y como Dios. Estas enérgicas afirmaciones de la fe van acrecentando más y más en el pueblo la devoción a la Presencia real. Veamos algunos ejemplos. A fines del siglo IX, la Regula solitarium establece que los ascetas reclusos, que viven en lugar anexo a un templo, estén siempre por su devoción a la Eucaristía en la presencia de Cristo. En el siglo XI, Lanfranco, arzobispo de Canterbury, establece una procesión con el Santísimo en el domingo de Ramos. En ese mismo siglo, durante las controversias con Berengario, en los monasterios benedictinos de Bec y de Cluny existe la costumbre de hacer genuflexión ante el Santísimo Sacramento y de incensarlo. En el siglo XII, la Regla de los reclusos prescribe: «orientando vuestro pensamiento hacia la sagrada Eucaristía, que se conserva en el altar mayor, y vueltos hacia ella, adoradla diciendo de rodillas: "¡salve, origen de nuestra creación!, ¡salve, precio

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de nuestra redención!, ¡salve, viático de nuestra peregrinación!, ¡salve, premio esperado y deseado!"». En todo caso, conviene recordar que «la devoción individual de ir a orar ante el sagrario tiene un precedente histórico en el monumento del Jueves Santo a partir del siglo XI, aunque ya el Sacramentario Gelasiano habla de la reserva eucarística en este día... El monumento del Jueves Santo está en la prehistoria de la práctica de ir a orar individualmente ante el sagrario, devoción que empieza a generalizarse a principos del siglo XIII» (Olivar 192). Aversión y devoción en el siglo XIII Por esos tiempos, sin embargo, no todos participan de la devoción eucarística, y también se dan casos horribles de desafección a la Presencia real. Veamos, a modo de ejemplo, la infinita distancia que en esto se produce entre cátaros y franciscanos. Cayetano Esser, franciscano, describe así el mundo de los primeros: «En aquellos tiempos, el ataque más fuerte contra el Sacramento del Altar venía de parte de los cátaros [muy numerosos en la zona de Asís]. Empecinados en su dualismo doctrinal, rechazaban precisamente la Eucaristía porque en ella está siempre en íntimo contacto el mundo de lo divino, de lo espiritual, con el mundo de lo material, que, al ser tenido por ellos como materia nefanda, debía ser despreciado. Por oportunismo, conservaban un cierto rito de la fracción del pan, meramente conmemorativo. Para ellos, el sacrificio mismo de Cristo no tenía ningún sentido. «Otros herejes declaraban hasta malvado este sacramento católico. Y se había extendido un movimiento de opinión que rehusaba la Eucaristía, juzgando impuro todo lo que es material y proclamando que los "verdaderos cristianos" deben vivir del "alimento celestial". «Teniendo en cuenta este ambiente, se comprenderá por qué, precisamente en este tiempo, la adoración de la sagrada hostia, como reconocimiento de la presencia real, venía a ser la señal distintiva más destacada de los auténticos verdaderos cristianos. El culto de adoración de la Eucaristía, que en adelante irá tomando formas múltiples, tiene aquí una de sus raíces más profundas. Por el mismo motivo, el problema de la presencia real vino a colocarse en el primer plano de las discusiones teológicas, y ejerció también una gran influencia en la elaboración del rito de la Misa. «Por otra parte, las decisiones del Concilio de Letrán [IV: 1215] nos descubren los abusos de que tuvo que ocuparse entonces la Iglesia. El llamado Anónimo de Perusa es a este respecto de una claridad espantosa: sacerdotes que no renovaban al tiempo debido las hostias consagradas, de forma que se las comían los gusanos; o que dejaban a propósito caer a tierra el cuerpo y la sangre del Señor, o metían el Sacramento en cualquier cuarto, y hasta lo dejaban colgado en un árbol del jardin; al visitar a los enfermos, se dejaban allí la píxide y se iban a la taberna; daban la comunión a los pecadores públicos y se la negaban a gentes de buena fama; celebraban la santa Misa llevando una vida de escándalo público», etc. (Temi spirituali, Biblioteca Francescana, Milán 1967, 281-282; +D. Elcid, Clara de Asís, BAC pop. 31, Madrid 1986, 193-195). Frente a tales degradaciones, se producen en esta época grandes avances de la devoción eucarística. Entre otros muchos, podemos considerar el testimonio impresionante de san Francisco de Asís (1182-1226). Poco antes de morir, en su Testamento, pide a todos sus

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hermanos que participen siempre de la inmensa veneración que él profesa hacia la Eucaristía y los sacerdotes:} «Y lo hago por este motivo: porque en este siglo nada veo corporalmente del mismo altísimo Hijo de Dios, sino su santísimo cuerpo y su santísima sangre, que ellos reciben y sólo ellos administran a los demás. Y quiero que estos santísimos misterios sean honrados y venerados por encima de todo y colocados en lugares preciosos» (10-11; +Admoniciones 1: El Cuerpo del Señor). Esta devoción eucarística, tan fuerte en el mundo franciscano, también marca una huella muy profunda, que dura hasta nuestros días, en la espiritualidad de las clarisas. En la Vida de santa Clara (+1253), escrita muy pronto por el franciscano Tomás de Celano (hacia 1255), se refiere un precioso milagro eucarístico. Asediada la ciudad de Asís por un ejército invasor de sarracenos, son éstos puestos en fuga en el convento de San Damián por la virgen Clara: «Ésta, impávido el corazón, manda, pese a estar enferma, que la conduzcan a la puerta y la coloquen frente a los enemigos, llevando ante sí la cápsula de plata, encerrada en una caja de marfil, donde se guarda con suma devoción el Cuerpo del Santo de los Santos». De la misma cajita le asegura la voz del Señor: "yo siempre os defenderé", y los enemigos, llenos de pánico, se dispersan» (Legenda santæ Claræ 21). La iconografía tradicional representa a Santa Clara de Asís con una custodia en la mano. Santa Juliana de Mont-Cornillon y la fiesta del Corpus Christi El profundo sentimiento cristocéntrico, tan característico de esta fase de la Edad Media, no puede menos de orientar el corazón de los fieles hacia el Cristo glorioso, oculto y manifiesto en la Eucaristía, donde está realmente presente. Así lo hemos comprobado en el ejemplo de franciscanos y clarisas. Es ahora, efectivamente, hacia el 1200, cuando, por obra del Espíritu Santo, la devoción al Cristo de la Eucaristía va a desarrollarse en el pueblo cristiano con nuevos impulsos decisivos. A partir del año 1208, el Señor se aparece a santa Juliana (1193-1258), primera abadesa agustina de Mont-Cornillon, junto a Lieja. Esta religiosa es una enamorada de la Eucaristía, que, incluso físicamente, encuentra en el pan del cielo su único alimento. El Señor inspira a santa Juliana la institución de una fiesta litúrgica en honor del Santísimo Sacramento. Por ella los fieles se fortalecen en el amor a Jesucristo, expían los pecados y desprecios que se cometen con frecuencia contra la Eucaristía, y al mismo tiempo contrarrestan con esa fiesta litúrgica las agresiones sacrílegas cometidas contra el Sacramento por cátaros, valdenses, petrobrusianos, seguidores de Amaury de Bène, y tantos otros. Bajo el influjo de estas visiones, el obispo de Lieja, Roberto de Thourotte, instituye en 1246 la fiesta del Corpus. Hugo de Saint-Cher, dominico, cardenal legado para Alemania, extiende la fiesta a todo el territorio de su legación. Y poco después, en 1264, el papa Urbano IV, antiguo arcediano de Lieja, que tiene en gran estima a la santa abadesa Juliana, extiende esta solemnidad litúrgica a toda la Iglesia latina mediante la bula Transiturus. Esta carta magna del culto eucarístico es un himno a la presencia de Cristo en el Sacramento y al amor inmenso del Redentor, que se hace nuestro pan espiritual. Es de notar que en esta Bula romana se indican ya los fines del culto eucarístico que más adelante serán señalados por Trento, por la Mediator Dei de Pío XII o por los documentos pontificios más recientes: 1) reparación, «para confundir la maldad e insensatez de los herejes»; 2) alabanza, «para que clero y pueblo, alegrándose juntos, alcen cantos de alabanza»; 3) servicio, «al servicio de Cristo»; 4) adoración y contemplación, «adorar,

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venerar, dar culto, glorificar, amar y abrazar el Sacramento excelentísimo»; 5) anticipación del cielo, «para que, pasado el curso de esta vida, se les conceda como premio» (DSp IV, 1961, 1644). La nueva devoción, sin embargo, ya en la misma Lieja, halla al principio no pocas oposiciones. El cabildo catedralicio, por ejemplo, estima que ya basta la Misa diaria para honrar el cuerpo eucarístico de Cristo. De hecho, por una serie de factores adversos, la bula de 1264 permanece durante cincuenta años como letra muerta. Prevalece, sin embargo, la voluntad del Señor, y la fiesta del Corpus va siendo aceptada en muchos lugares: Venecia, 1295; Wurtzburgo, 1298; Amiens, 1306; la orden del Carmen, 1306; etc. Los títulos que recibe en los libros litúrgicos son significativos: dies o festivitas eucharistiæ, festivitas Sacramenti, festum, dies, sollemnitas corporis o de corpore domini nostri Iesu Christi, festum Corporis Christi, Corpus Christi, Corpus... El concilio de Vienne, finalmente, en 1314, renueva la bula de Urbano IV. Diócesis y órdenes religiosas aceptan la fiesta del Corpus, y ya para 1324 es celebrada en todo el mundo cristiano. Celebración del Corpus y exposiciones del Santísimo La celebración del Corpus implica ya en el siglo XIII una procesión solemne, en la que se realiza una «exposición ambulante del Sacramento» (Olivar 195). Y de ella van derivando otras procesiones con el Santísimo, por ejemplo, para bendecir los campos, para realizar determinadas rogativas, etc. Por otra parte, «esta presencia palpable, visible, de Dios, esta inmediatez de su presencia, objeto singular de adoración, produjo un impacto muy notable en la mentalidad cristiana occidental e introdujo nuevas formas de piedad, exigiendo rituales nuevos y creando la literatura piadosa correspondiente. En el siglo XIV se practicaba ya la exposición solemne y se bendecía con el Santísimo. Es el tiempo en que se crearon los altares y las capillas del santísimo Sacramento» (Id. 196). Las exposiciones mayores se van implantando en el siglo XV, y siempre la patria de ellas «es la Europa central. Alemania, Escandinavia y los Países Bajos fueron los centros de difusión de las prácticas eucarísticas, en general» (Id. 197). Al principio, colocado sobre el altar el Sacramento, es adorado en silencio. Poco a poco va desarrollándose un ritual de estas adoraciones, con cantos propios, como el Ave verum Corpus natum ex Maria Virgine, muy popular, en el que tan bellamente se une la devoción eucarística con la mariana. La exposición del Santísimo recibe una acogida popular tan entusiasta que ya hacia 1500 muchas iglesias la practican todos los domingos, normalmente después del rezo de las vísperas -tradición que hoy perdura, por ejemplo, en los monasterios benedictinos de la congregación de Solesmes-. La costumbre, y también la mayoría de los rituales, prescribe arrodillarse en la presencia del Santísimo. En los comienzos, el Santísimo se mantenía velado tanto en las procesiones como en las exposiciones eucarísticas. Pero la costumbre y la disciplina de la Iglesia van disponiendo ya en el siglo XIV la exposición del cuerpo de Cristo «in cristallo» o «in pixide cristalina». Las Cofradías eucarísticas

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Con el fin de que nunca cese el culto de fe, amor y agradecimiento a Cristo, presente en la Eucaristía, nacen las Cofradías del Santísimo Sacramento, que «se desarrollan antes, incluso, que la festividad del Corpus Christi. La de los Penitentes grises, en Avignon se inicia en 1226, con el fin de reparar los sacrilegios de los albigenses; y sin duda no es la primera» (Bertaud 1632). Con unos u otros nombres y modalidades, las Cofradías Eucarísticas se extienden ya a fin del siglo XIII por la mayor parte de Europa. Estas Cofradías aseguran la adoración eucarística, la reparación por las ofensas y desprecios contra el Sacramento, el acompañamiento del Santísimo cuando es llevado a los enfermos o en procesión, el cuidado de los altares y capillas del Santísimo, etc. Todas estas hermandades, centradas en la Eucaristía, son agregadas en una archicofradía del Santísimo Sacramento por Paulo III en la Bula Dominus noster Jesus Cristus, en 1539, y tienen un influjo muy grande y benéfico en la vida espiritual del pueblo cristiano. Algunas, como la Compañía del Santísimo Sacramento, fundada en París en 1630, llegaron a formar escuelas completas de vida espiritual para los laicos. Su fundador fue el Duque de Ventadour, casado con María Luisa de Luxemburgo. En 1629, ella ingresa en el Carmelo y él toma el camino del sacerdocio (E. Levesque, DSp II, 1301-1305). Las Asociaciones y Obras eucarísticas se multiplican en los últimos siglos: la Guardia de Honor, la Hora Santa, los jueves sacerdotales, la Cruzada eucarística, etc. Atención especial merece hoy, por su difusión casi universal en la Iglesia Católica, la Adoración Nocturna. Aunque tiene varios precedentes, como más tarde veremos, en su forma actual procede de la asociación iniciada en París por Hermann Cohen el 6 de diciembre de 1848, hace, pues, ciento cincuenta años. La piedad eucarística en el pueblo católico Los últimos ocho siglos de la historia de la Iglesia suponen en los fieles católicos un crescendo notable en la devoción a Cristo, presente en la Eucaristía. En efecto, a partir del siglo XIII, como hemos visto, la devoción al Sacramento se va difundiendo más y más en el pueblo cristiano, haciéndose una parte integrante de la piedad católica común. Los predicadores, los párrocos en sus comunidades, las Cofradías del Santísimo Sacramento, impulsan con fuerza ese desarrollo devocional. En el crecimiento de la piedad eucarística tiene también una gran importancia la doctrina del concilio de Trento sobre la veneración debida al Sacramento (Dz 882. 878. 888/1649. 1643-1644. 1656). Por ella se renuevan devociones antiguas y se impulsan otras nuevas. La adoración eucarística de las Cuarenta horas, por ejemplo, tiene su origen en Roma, en el siglo XIII. Esta costumbre, marcada desde su inicio por un sentido de expiación por el pecado -cuarenta horas permanece Cristo en el sepulcro-, recibe en Milán durante el siglo XVI un gran impulso a través de San Antonio María Zaccaria (+1539) y de San Carlos Borromeo después (+1584). Clemente VIII, en 1592, fija las normas para su realización. Y Urbano VIII (+1644) extiende esta práctica a toda la Iglesia.

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La procesión eucarística de «la Minerva», que solía realizarse en las parroquias los terceros domingos de cada mes, procede de la iglesia romana de Santa Maria sopra Minerva. Las devociones eucarísticas, que hemos visto nacer en centro Europa, arraigan de modo muy especial en España, donde adquieren expresiones de gran riqueza estética y popular, como los seises de Sevilla o el Corpus famoso de Toledo. Y de España pasan a Hispanoamérica, donde reciben formas extremadamente variadas y originales, tanto en el arte como en el folclore religioso: capillas barrocas del Santísimo, procesiones festivas, exposiciones monumentales, bailes y cantos, poesías y obras de teatro en honor de la Eucaristía. El culto a la Eucaristía fuera de la Misa llega, en fin, a integrar la piedad común del pueblo cristiano. Muchos fieles practican diariamente la visita al Santísimo. En las parroquias, con el rosario, viene a ser común la Hora santa, la exposición del Santísimo diaria o semanal, por ejemplo, en los Jueves eucarísticos. El arraigo devocional de las visitas al Santísimo puede comprobarse por la abundantísima literatura piadosa que ocasiona. Por ejemplo, entre los primeros escritos de san Alfonso María de Ligorio (+1787) está Visite al SS. Sacramento e a Maria SS.ma, de 1745. En vida del santo este librito alcanza 80 ediciones y es traducido a casi todas las lenguas europeas. Posteriormente ha tenido más de 2.000 ediciones y reimpresiones. En los siglos modernos, hasta hoy, la piedad eucarística cumple una función providencial de la máxima importancia: confirmando diariamente la fe de los católicos en la amorosa presencia real de Jesús resucitado, les sirve de ayuda decisiva para vencer la frialdad del jansenismo, las tentaciones deistas de un iluminismo desencarnado o la actual horizontalidad inmanentista de un secularismo generalizado. Congregaciones religiosas Institutos especialmente centrados en la veneración de la Eucaristía hay muy antiguos, como los monjes blancos o hermanos del Santo Sacramento, fundados en 1328 por el cisterciense Andrés de Paolo. Pero estas fundaciones se producen sobre todo a partir del siglo XVII, y llegan a su mayor número en el siglo XIX. «No es exagerado decir que el conjunto de las congregaciones fundadas en el siglo XIX -adoratrices, educadoras o misioneras- profesa un culto especial a la Eucaristía: adoración perpetua, largas horas de adoración común o individual, ejercicios de devoción ante el Santísimo Sacramento expuesto, etc.» (Bertaud 1633). Recordaremos aquí únicamente, a modo de ejemplo, a los Sacerdotes y a las Siervas del Santísimo Sacramento, fundados por san Pedro-Julián Eymard (+1868) en 1856 y 1858, dedicados al apostolado eucarístico y a la adoración perpetua. Y a las Adoratrices, siervas del Santísimo Sacramento y de la caridad, fundadas en 1859 por santa Micaela María del Santísimo Sacramento (+1865), que escribe en una ocasión: «Estando en la guardia del Santísimo... me hizo ver el Señor las grandes y especiales gracias que desde los Sagrarios derrama sobre la tierra, y además sobre cada individuo, según la disposición de cada uno... y como que las despide de Sí en favor de los que las buscan» (Autobiografía 36,9).

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Es en estos años, en 1848, como ya vimos, cuando Hermann Cohen inicia en París la Adoración Nocturna. En el siglo XX son también muchos los institutos que nacen con una acentuada devoción eucarística. En España, por ejemplo, podemos recordar los fundados por el venerable Manuel González, obispo (1887-1940): las Marías de los Sagrarios, las Misioneras eucarísticas de Nazaret, etc. En Francia, los Hermanitos y Hermanitas de Jesús, derivados de Charles de Foucauld (1858-1916) y de René Voillaume. También las Misioneras de la Caridad, fundadas por la madre Teresa de Calcuta, se caracterizan por la profundidad de su piedad eucarística. En éstos y en otros muchos institutos, la Misa y la adoración del Santísimo forman el centro vivificante de cada día. Congresos eucarísticos Émile Tamisier (1843-1910), siendo novicia, deja las Siervas del Santísimo Sacramento para promover en el siglo la devoción eucarística. Lo intenta primero en forma de peregrinaciones, y más tarde en la de congresos. Éstos serán diocesanos, regionales o internacionales. El primer congreso eucarístico internacional se celebra en Lille en 1881, y desde entonces se han seguido celebrando ininterrumpidamente hasta nuestros días. La piedad eucarística en otras confesiones cristianas Ya hemos aludido a algunas posiciones antieucarísticas producidas entre los siglos IX y XIII. Pues bien, en la primera mitad del siglo XVI resurge la cuestión con los protestantes y por eso el concilio de Trento, en 1551, se ve obligado a reafirmar la fe católica frente a ellos, que la niegan: «Si alguno dijere que, acabada la consagración de la Eucaristía, no se debe adorar con culto de latría, aun externo, a Cristo, unigénito Hijo de Dios, y que por tanto no se le debe venerar con peculiar celebración de fiesta, ni llevándosele solemnemente en procesión, según laudable y universal rito y costumbre de la santa Iglesia, o que no debe ser públicamente expuesto para ser adorado, y que sus adoradores son idólatras, sea anatema» (Dz 888/1656). El anglicanismo, sin embargo, reconoce en sus comienzos la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Y aunque pronto sufre en este tema influjos luteranos y calvinistas, conserva siempre más o menos, especialmente en su tendencia tradicional, un cierto culto de adoración (Bertaud 1635). El acuerdo anglicano-católico sobre la teología eucarística, de septiembre de 1971, es un testimonio de esta proximidad doctrinal («Phase» 12, 1972, 310-315). En todo caso, el mundo protestante actual, en su conjunto, sigue rechazando el culto eucarístico. En nuestro tiempo, estas posiciones protestantes han afectado a una buena parte de los llamados católicos progresistas, haciendo necesaria la encíclica Mysterium fidei (1965) de Pablo VI: En referencia a la Eucaristía, no se puede «insistir tanto en la naturaleza del signo sacramental como si el simbolismo, que ciertamente todos admiten en la sagrada Eucaristía, expresase exhaustivamente el modo de la presencia de Cristo en este sacramento. Ni se puede tampoco discutir sobre el misterio de la transustanciación sin referirse a la admirable conversión de toda la sustancia del pan en el cuerpo de Cristo y de toda la sustancia del vino en su sangre, conversión de la que habla el concilio de Trento, de modo que se limitan ellos tan sólo a lo que llaman transignificación y transfinalización.

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Como tampoco se puede proponer y aceptar la opinión de que en las hostias consagradas, que quedan después de celebrado el santo sacrificio, ya no se halla presente nuestro Señor Jesucristo» (4). Las Iglesias de Oriente, en fin, todas ellas, promueven en sus liturgias un sentido muy profundo de adoración de Cristo en la misma celebración del Misterio sagrado. Pero fuera de la Misa, el culto eucarístico no ha sido asumido por las Iglesias orientales separadas de Roma, que permanecen fijas en lo que fueron usos universales durante el primer milenio cristiano. Sí en cambio por las Iglesias orientales que viven la comunión católica (+Mysterium fidei 41). En ellas, incluso, hay también institutos religiosos especialmente destinados a esta devoción, como las Hermanas eucarísticas de Salónica (Bertaud 1634-1635). 2.4 Oración Oremos es la invitación que hace el sacerdote junto con la comunidad para dar comienzo a

la oración de entrada de la Misa, la Oración. Mientras el sacerdote ora con sus brazos extendidos, él reúne o junta las oraciones y necesidades de la congregación y se las presenta al Señor. El sacerdote dice abiertamente: Oremos, con lo cual él está diciendo, “Vamos a participar hoy de todo lo que proviene de nuestra vida de oración, reuniendo y presentando nuestras oraciones a Dios nuestro Padre”.

Hay poder en la oración en comunidad ante el Santísimo sacramento, especialmente cuando las personas presentes han estado orando durante la semana y entonces todas juntas se ponen en oración. Si tú has estado en oración todos los días, entonces durante la Misa tú estás dando más de lo que tú estás recibiendo, porque tú estás dando lo que proviene de la acción del Espíritu, lo cual has recibido en la oración diaria. Si uno no está en oración diaria uno solamente se remoja y recibe, pero tiene poco que dar espiritualmente, nosotros venimos no solo para recibir sino también para dar.

Una forma en que podemos continuar la Misa en nuestra vida diaria es teniendo un tiempo

de oración. La vida de oración tiene tres patas: - La oración comunitaria, por ejemplo la Misa misma o un grupo de oración en el cual

nuestra adoración y alabanza es hecha por toda la comunidad. - La oración en pequeños grupos: que nos permite compartir unos con otros nuestra fe

cristiana - La oración individual:

Mateo 6, 6 “Pero tu cuando ores entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí a solas contigo. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio.” Versión Dios habla hoy “Cuando algunos de ustedes ore, hágalo a solas. Vaya a su cuarto, cierre la puerta y hable allí en secreto con Dios, su Padre, pues Él da lo que se le pide en secreto” Versión sociedad bíblica Colombiana, traducción lenguaje actual a petición de la Conferencia Episcopal Colombiana 2008 “Tú en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Versión Nueva Biblia de Jerusalén

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Nosotros que decimos tener, que creemos tener una espiritualidad diferente al común de las personas, estamos llamados a desafiar a las personas abiertamente en esta área, llamándolas a una profunda oración personal. La mayoría de nosotros vemos las noticias locales y nacionales durante al menos media hora al día, pero no dedicamos veinte minutos a orar, leer la escritura y meditarla. A través de esta oración individual, frecuentemente usted va a ser el intercesor de su casa; va a ser el canal a través del cual el poder de curación de Dios va a derramarse en su familia. (Lucas 11,9 “Pedid y se os dará, buscad y hallareis; llamad y se os abrirá”)

- Cuando las personas se entregan a la oración diaria, ellas reciben una gran cantidad de curación. Mateo 8, 1-4 En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme." Extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Quiero, queda limpio." Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: "No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés."

Esta generación está buscándole respuestas a los problemas de la vida metiéndose en

medio de ellos. Muchas personas jóvenes se están comprometiendo a hace meditación diaria, la cual la están haciendo en una forma no cristiana. Estos movimientos espirituales y estos cultos están floreciendo hoy día.

En nuestra tradición católica, se están dando muchos seminarios de “oración centrada”, la cual es una oración de contemplación, una oración de tranquilidad. Las personas que oran son personas más felices y con mayor habilidad para lidiar con los golpes duros de la vida.

Es muy difícil pensar que los cristianos puedan rechazar la atmósfera pagana que hay alrededor de ellos a no ser que ellos se entreguen a la oración diaria permanentemente.

Una hora santa diaria es una forma de tener más tranquilidad en cuerpo, mente y espíritu. “De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? ( Mateo 26, 40).

Como católicos necesitamos darnos cuenta de esa obligación tan importante que tenemos de hacernos personas de oración. Nuestra oración transforma el mundo y nuestras circunstancias y a nosotros mismos. Orar no es una pérdida de tiempo. No hay ningún moribundo que se arrepienta de haber gastado su tiempo orando pero si de no haberlo usado en oración

Hagamos un ejercicio mental básico: Imaginemos por un segundo que todos los católicos del mundo hace una hora diaria de oración ¿Cuál sería el efecto de esto en la misa del domingo?

Cuando el sacerdote dice oremos, estamos compartiendo todo lo que proviene de nuestra vida de oración, el haber estado con el Señor privadamente, en pequeños grupos y ahora como una comunidad completa.

2.5 Lectura de la Escritura / El Evangelio 2 Timoteo 3, 16-17 “Pues toda Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y consumado en toda obra buena”

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Para los judíos, una palabra es más que la emisión de un sonido. Una palabra es tan activa que realmente hace cosas. Esta percepción viene de la creación misma del mundo, porque ellos tienen claro que fue a través de la palabra que se creó todo cuanto existe.

Las lecturas son palabra que Dios trae a nuestras vidas y que siempre, siempre, siempre, nos hablan personalmente. De ahí la importancia de que escuchemos y respondamos cuidadosamente a lo que Dios nos habla. Por ello es tan importante la respuesta que damos en el salmo responsorial, después de la primera lectura.

Son muchas las citas bíblicas que resaltan el poder y la acción de la Palabra en nosotros: Mateo 4, 4 No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios Hebreos 4, 12-13 Que la palabra de Dios es viva y eficaz y tajante más que una espada de dos filos, y penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta las coyunturas y la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia, antes son todas desnudas y manifiestas a los ojos de aquel a quien hemos de dar cuenta. Romanos 12, 2 No os conforméis a este siglo sino que, sino que os transforméis por la renovación de vuestra mente. Juan 8, 31-32 Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos míos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Proverbios 30,5 Toda palabra de Dios es acrisolada, es el escudo de quien en El confía.

Hay algunos términos que es preciso distinguir en cuanto tiene que ver con la Palabra, estos son logos y rehma. Logos es la escritura. Nosotros leemos la misma palabra, pero a cada uno de nosotros ciertas palabras nos vivificarán nuestro espíritu, son palabras ungidas para nosotros por el Espíritu Santo. Eso es rhema. Comprender qué está en nuestro corazón es rhema.

El logos tiene poder y por ello es importante apropiarnos de la Palabra para que ella transforme nuestra vida y nos renueve en el pensamiento. Hacer referencia a caso de una mujer insegura y temerosa de todo que empezó a transformar su manera de pensar a partir la visualización del salmo 23 y de repetirse Filipenses 4, 13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Hacer reflexión sobre el caso de los discípulos de Emaús que aparece en Lucas 24, 13 -33 y cómo se parece al proceso de sanación interior.

Tal es el poder de la Palabra (logos) que fue justamente Palabra la que Jesús utilizó para responder a la tentación en el desierto. Pero también el logos, sin contexto ni profundización puede ser utilizado para confundirnos. De ahí la importancia de rescatar el estudio y la meditación de la Palabra, y de hacerlo con un texto bíblico apropiado. Filipenses 2, 13 Romanos 8, 28 Hebreos 13, 8

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Pero el propósito de toda escritura es que entendamos cuanto nos ama Dios y que nos dejemos amar. Dios que es amor, a diferencia de nosotros que tenemos amor, se nos entrega en un 100% sin limitaciones de tiempo ni dedicación. Su amor nos puede y quiere transformar con todo lo que ello implica para nosotros: Cambiar nuestra propia percepción y la forma en que vemos a los demás, al mundo y a nuestras circunstancias. También para comprometernos en la misión y comisión que Dios tiene para nosotros.

Lucas 9,2 Y los envió a anunciar el Reino de Dios y a hacer curaciones

Cuando el sacerdote va a hacer la lectura del evangelio, pronuncia en secreto una oración que deberíamos tener presente también nosotros cuando vamos a proclamar. “Dios Todopoderoso purifica mi corazón y mis labios para que pueda proclamar dignamente tu evangelio”.

La Palabra del Señor según la oímos y según respondemos a ella en nuestros corazones, puede ser curación cada vez que asistimos a Misa. Las oraciones, respuestas, salmos y canciones sugeridas para la Misa están enfocadas en las lecturas de la Misa. Todas las oraciones durante la Misa son guiadas hacia ese tema. Escúchenlo cuando asistan a su próxima misa. Dios le está hablando a Su pueblo en una forma poderosa, llamándonos a recibir Su amor curador cada vez que estemos en Su presencia a través de Su Palabra.

2.6 La Homilía 2.7 “Por medio de la homilía los misterios de la fe y los principios que guían la vida cristiana son

interpretados del texto sagrado durante el transcurso del año litúrgico. La homilía por tanto debe ser altamente estimada ella misma como parte de la liturgia” Concilio Vaticano II.

La homilía ayuda a que la palabra que antes era logos, ahora se haga rhema para cada uno. Dar ejemplos de personas que sienten que la homilía fue específicamente para ellos.

Así como el sacerdote hace una oración en privado antes de proclamar el evangelio, nosotros también debemos hacer una oración privada al comenzar la homilía pidiendo que el Señor lo inspire, para que se abra al Espíritu. Debemos orar para que las palabras que diga toquen el corazón de las personas y las desafíen a vivir el evangelio de Jesús con unión.

Teniendo en presente que la homilía puede ser curación qué puedo yo como persona laica esperar de la homilía? La siguiente son sugerencias prácticas para escuchar una homilía:

a) Espere. Las palabras del evangelio son palabras vivas y son palabra para darle vida a todo el que las oiga. Aún antes de que comience la homilía, usted puede confirmar que espera que Dios le va a decir palabra que dan vida: Señor, yo espero y creo que tú me vas a hablar a través de quien hace la homilía y que las palabras que yo oiga van a penetrar en mi entendimiento y en mi corazón. Yo creo que esas palabras me ayudarán a desarrollar nuevas actitudes que me traerán curación y vida nueva.

Isaías 55, 3 Dadme oídos y venid a mí, escuchadme y vivirá vuestra alma Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros

pacto eterno, las misericordias firmes a David (Versión Reina Valera)

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Isaías 55, 10 ,11 Como baja la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá sin haber empapado y fecundado la tierra y haberla hecho germinar, dando la simiente para sembrar el pan para comer. Así la palabra que sale de mi boca no vuelve a mí vacía, sino que hace lo que yo quiero y cumple su misión.

o Cuando escuchen la homilía, háganse ustedes mismo esta pregunta: Que me está

diciendo Dios a mí en este momento en la vida? Que es lo que yo necesito oír hoy? esta semana?. Escuchar es esperar. Esto es independiente de que tan buena nos parece la homilía.

b) Reflexione: Acuérdense de llevar dentro de sus corazones y sus mentes el significado del evangelio y de la homilía durante la semana que viene. Muchas veces durante la Misa una idea particular puede llegar a su pensamiento, pero al poco tiempo esa idea no significará nada. No deje que esa idea o pensamiento se vaya. Su significado puede alguna vez en el futuro revelar algo, si usted lo lleva en su corazón y espera. Hay muchas cosas que no entendemos rápidamente. En el evangelio de Lucas se dice que María meditaba muchas cosas en su corazón como algunas veces nosotros estamos llamados a hacer para crecer espiritualmente.

c) Decida: Santiago 1, 22, 25 Ponedla en práctica y no os contentéis sólo con oírla, que os engañaría; pues quien se contente con sólo oír la palabra, sin practicarla, será semejante al varón que contempla en un espejo su rostro natural, y apenas se contempla, se va y al instante se olvida de cómo era; mientras que quien atentamente considera la ley perfecta, la de la libertad, ajustándose a ella, no como oyente olvidadizo, sino como cumplidor, éste será bienaventurado por sus obras.

2.7 El Credo La congregación se pone de pie durante este momento en el que estamos tomando la decisión de entregarle nuestras vidas a Jesucristo, haciendo un compromiso de fidelidad. Estamos proclamando públicamente que aceptamos a Jesús y sus enseñanzas. El hecho de que nos paremos quiere decir que estamos orgullosos de lo que vamos a decir, y de que nosotros aceptamos el mensaje que se acaba de leer en el evangelio y en la homilía. http://es.wikipedia.org/wiki/Credo El credo es un breve compendio de las creencias fundamentales que todo cristiano, en toda época y lugar, cree. Básicamente, se trata de un esfuerzo realizado por la Iglesia cristiana en sus primeros tiempos para unificar criterios, debido a la preocupación existente, sobre todo durante el siglo III, de que creencias provenientes de tradiciones orales sin fundamento en la ortodoxia estaban permeando la naciente fe cristiana, aparte de que el progresivo ascendiente sociopolítico de algunos obispos empezaba a dar lugar a pugnas de influencia política perniciosas para la unidad de la iglesia. Durante los concilios ecuménicos de Nicea, en el 325 y Constantinopla, celebrado el 381, se enuncia el llamado Credo de los Apóstoles, ya que se considera como el compendio más fiel con respecto a las enseñanzas de los apóstoles. Hay una versión extendida, unión de los credos anteriores, por lo cual es llamado Credo de Nicea-Constantinopla.

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Es a estos dos credos a los cuales adhieren las tres principales vertientes del cristianismo: los católicos romanos, los protestantes y los ortodoxos. Los distintos movimientos, denominaciones y grupos autodenominados cristianos que no observen, enseñen, guarden o crean alguna de las proposiciones contenidas en estos credos, son considerados como Sectas. Las principales verdades en las cuales cree la Iglesia Católica están contenidas en este credo. El Credo de los Apóstoles, conocido también como Símbolo de los Apóstoles, es considerado el resumen fiel de la fe de los apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia Católica Romana. Su gran autoridad proviene del hecho de que es el símbolo que guarda la Iglesia Católica Romana, la que fue sede del Apostol Pedro, uno de los apóstoles, y a la cual él llevó a la doctrina común, según los católicos. El actual Catecismo de la Iglesia Católica afirma: 192 A lo largo de los siglos, en respuesta a las necesidades de diferentes épocas, han sido numerosas las profesiones o símbolos de la fe: los símbolos de las diferentes Iglesias apostólicas y antiguas (cf. DS 1-64), el Símbolo "Quicumque", llamado de S. Atanasio (cf. DS 75-76), las profesiones de fe de ciertos Concilios (Toledo: DS 525-541; Letrán: DS 800-802; Lyon: DS 851-861; Trento: DS 1862-1870) o de ciertos Papas, como la "fides Damasi" (cf. DS 71-72) o el "Credo del Pueblo de Dios" (SPF) de Pablo VI (1968). 193 Ninguno de los símbolos de las diferentes etapas de la vida de la Iglesia puede ser considerado como superado e inútil. Nos ayudan a captar y profundizar hoy la fe de siempre a través de los diversos resúmenes que de ella se han hecho. Entre todos los símbolos de la fe, dos ocupan un lugar muy particular en la vida de la Iglesia: 194 El Símbolo de los Apóstoles, llamado así porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma. Su gran autoridad le viene de este hecho: "Es el símbolo que guarda la Iglesia romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó la doctrina común" (S. Ambrosio, symb. 7). 195 El Símbolo llamado de Nicea-Constantinopla debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros Concilios ecuménicos (325 y 381). Sigue siendo todavía hoy el símbolo común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente.

Símbolo de los Apóstoles Creo en Dios. "Nuestro Dios es el único Señor" (Deuteronomio 6,4;Mc 12,29) Padre Todo Poderoso. "Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios" (Lucas 18,27). Creador del Cielo y la Tierra. "En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra"(Génesis 1,1). Yo creo que existe un Dios que me ha creado a mi y a todo el universo, Yo reconozco que El es lleno de poder, Sabiduría y Amor; El es el autor de todo lo que existe. Creo en Jesucristo. "El es el resplandor glorioso de Dios, la imagen misma de lo que Dios es" (Hebreos 1,3).

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Su único Hijo. "Pues Dios amo tanto al mundo, que dio a su Hijo Único, para que todo aquel que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna" (Juan 3,16). Nuestro Señor. "Dios lo ha hecho Señor y Mesías" (Hechos 2,36). Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Dios altísimo descansará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios" (Lucas 1,35). Yo creo que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios vivo, el Mesía, El ungido, El es el único Hijo engendrado de Dios, eternamente unido a El, El es la Palabra de Dios, hombre verdadero y Dios verdadero, El ha recibido poder sobre toda la creación como "Señor" porque El es nuestro Salvador. Nació de Santa Maria Virgen. "Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: ‘la Virgen quedará encinta y tendrá un hijo, al que pondrá por nombre Emmanuel' (que significa "Dios con nosotros")" (Mateo 1,22-23). Yo creo que la Palabra de Dio se vistió de carne y se volvió hombre para el propósito de nuestra salvación, El fue concebido por el Poder del Espíritu Santo en el vientre de la Santísima Virgen María. Yo creo que Jesús el hijo de María, es el hijo de Dios. Padecio bajo el poder de Poncio Pilatos. "Pilatos tomó entonces a Jesús y mandó azotarlo. Los soldados trenzaron una corona de espinas, la pusieron en la cabeza de Jesús, y lo vistieron con una capa de color rojo oscuro" (Juan 19,1-2). Fue crucificado. "Jesús salió llevando su cruz, para ir al llamado ‘lugar de la Calavera' (o que en hebreo se llama Gólgota). Allí lo Crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado. Pilato mandó poner sobre la cruz un letrero, que decía: ‘Jesús de Nazaret, Rey de los judíos" (Juan 19,17-19). Muerto y sepultado. "Jesús gritó con fuerza y dijo: -¡Padre en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, murió (Lucas 23,46). Después de bajarlo de la cruz, lo envolvieron en una sábana de lino y lo pusieron en un sepulcro abierto en una peña, donde todavía no habían sepultado a nadie (Lucas 23,53). Yo creo que Jesucristo renunció toda su Divinidad para poder sufrir por nosotros, El tomó sobre si mismo el castigo debido por nuestros pecados y murió como cualquier ser humano. Descendió a los infiernos. "Como hombre, murió; pero como ser espiritual que era, volvió a la vida. Y como ser espiritual, fue y predicó a los espíritus que estaban presos" (1Pedro 3,18-19). Yo creo que después de que Jesús murió, El fue al lugar donde estaban todos los espíritus de los muertos, El fue allí para liberar a los cautivos quienes no habían recibido su redención todavía. Al tercer día resucito de entre los muertos. "Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras, que lo sepultaron y que resucitó al tercer día" (1Corintios 15, 3-4).

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Yo creo que Jesús venció la muerte por el poder de Su resurrección. Los tres días son un signo para los creyentes, una confirmación de la santidad de sus palabras. El destruyó la muerte porque El no tenia pecado y la muerte es el precio por nuestros pecados. El murió para que nosotros podamos vivir eternamente a través de Su resurrección. Subió a los cielos, y esta sentado a la derecha del Padre Todopoderoso. "El Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios" (Marcos 16,19). Yo creo en la fidelidad de Jesús, Quien esta sentado a la derecha de Dios como Rey de Reyes y Señor de Señores, allá El prepara un lugar para nuestras almas y envía el Espíritu Santo para darnos Esperanza y Confianza en El. Desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. "El nos envió a anunciarle al pueblo que Dios lo ha puesto como juez de los vivos y de los muertos" (Hechos 10,42). Yo creo en la segunda venida de Cristo en Gloria, Yo creo que después de que nosotros muramos seremos juzgados y también creo en el Juicio Final para todo el mundo. Creo en el Espíritu Santo. "Porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado" (Romanos 5,5). Yo creo en la tercera persona de la Santísima Trinidad, Quien nos ha hecho templos de su Gloria, Yo creo que el Espíritu Santo es Dios nuestro abogado, maestro y consolador. El es el Espíritu de Amor y de Paz del Padre y del Hijo. Creo en la iglesia que es una. "Para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado".(Jn 17,21; Jn 10,14; Ef 4,4-5) Santa. "La fe confiesa que la Iglesia... no puede dejar de ser santa(Ef 1,1). En efecto, Cristo, el Hijo de Dios, a quien con el Padre y con el Espíritu se proclama 'el solo santo', amó a su Iglesia como a su esposa(Ef 5,25). Él se entregó por ella para santificarla, la unió a sí mismo como su propio cuerpo y la llenó del don del Espíritu Santo para gloria de Dios" (Ef 5,26-27). La Iglesia es, pues, "el Pueblo santo de Dios" (1 Pe 2,9), y sus miembros son llamados "santos" (Hch 9, 13; 1 Co 6, 1; 16, 1). Catolica. "Y yo te digo que tu eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla" (Mateo 16,18). Posee la plenitud que Cristo le da(Ef 1,22-23).Es católica porque ha sido enviada por Cristo en misión a la totalidad del género humano (cf Mt 28, 19) Y Apostolica. El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la plena consumación del Reino. Ante todo está la elección de los Doce con Pedro como su Cabeza (cf. Mc 3, 14-15); puesto que representan a las doce tribus de Israel (cf. Mt 19, 28; Lc 22, 30), ellos son los cimientos de la nueva Jerusalén (cf. Ap 21, 12-14). Los Doce (cf. Mc6, 7) y los otros discípulos (cf. Lc 10,1-2) participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte (cf. Mt 10, 25; Jn 15, 20). Con todos estos actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia.2 Tim 2,2 Yo creo que Jesús fundo Su Iglesia sobre Pedro la roca, y que esta Iglesia todavía esta firme por el poder de Sus palabras a través de sucesión apostólica hasta el día de hoy, Yo creo que

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nosotros debemos de someternos a las enseñanzas del Magisterio de la Una, Santa Iglesia: Católica, Apostólica y Romana. Creo en la comunión de los Santos. "Después de esto, miré y vi una gran multitud de todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. Estaban en pie delante del trono y delante del Cordero, y eran tantos que nadie podía contarlos" (Apocalipsis 7,9). Yo creo que la Iglesia es el cuerpo de Cristo, El es la cabeza y nosotros somos los miembros. Por la Gracia de Dios nosotros permanecemos en su Espíritu y entramos en comunión con las almas de aquellos quienes ya han ido ante él. Yo creo en la Iglesia triunfante del cielo, formada por todos los santos en Cristo, Yo creo en la Iglesia sufriente formada por todos aquellos quienes están siendo purificados en el purgatorio, y Yo creo en la Iglesia militante, formada por todos los bautizados quienes están viviendo sus vidas para Dios aquí en la tierra. El perdón de los pecados. "A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados" (Juan 20,23). Yo creo que todos los pecados cometidos, excepto aquellos cometidos en contra del Espíritu Santo pueden ser perdonados porque Jesús es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Yo creo en el poder de perdonar los pecados dado por Cristo a los Apóstoles y continuado por sucesión apostólica a todos los Sacerdotes Católicos y Ortodoxos, en el Sacramento de la Penitencia donde nosotros somos reconciliados con Dios. La resurrección. "Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales" (Romanos 8,11). Y la vida eterna. "Allí no habrá noche, y los que allí vivan no necesitarán luz de lámpara ni luz del sol, porque Dios el Señor les dará su luz, y ellos reinarán por todos los siglos" (Apocalipsis 22,5). Yo creo en las Palabras de Cristo Quien dijo "Yo te levantaré en el último día." Yo creo en Sus promesas de la vida eterna. Amen. "Así sea. ¡Ven, Señor Jesús!" (Apocalipsis 22,20). 2.8 La Oración de los fieles En esta oración se intercede por la Iglesia, por la autoridades civiles, por esos que están afligidos, por los que tienen alguna necesidad, por toda la humanidad y por la salvación del mundo entero. Es otra oportunidad para ver el amor sanador y el poder de Dios haciendo su obra por medio de las oraciones de las personas que están reunidas en la Misa. Por medio de la oración en conjunto hay un tremendo poder en el Cuerpo de Cristo. Esta es la oportunidad para orar por el sacerdote de su parroquia. El es su padre espiritual y el obra en Usted y su familia profundamente. Tomemos a pecho la exhortación y la oración intercesora de San Pablo: Efesios 6, 18-20

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“Orando en todo tiempo en espíritu y para ello velando con toda perseverancia y súplica por todos los santos y para mí, para que , al abrir la boca, se me conceda la palabra para dar a conocer con franqueza el ministerio del Evangelio, del que soy embajador, encadenado, para anunciarlo con toda libertad y hablar de él como conviene. Como conclusión, la intercesión es la responsabilidad de cada cristiano. En Gálatas 6,2 se nos dice: “Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas, y así cumpliréis la Ley de Cristo” . “Llevar” quiere decir levantar, con la idea de alejar. Otra traducción usa la palabra cargar en lugar de llevar. Por tanto, como intercesores, estamos de acuerdo no sólo en orar por alguien, sino en llevar y en ayudar a llevar la carga del otro hasta que desaparezca. Sin la gracia y el poder del Señor y la ayuda de un cuerpo de personas lleno de amor, sería imposible hacer eso. 3. LITURGIA DE LA EUCARISTIA Al comienzo de la liturgia Eucarística, el pan y el vino que han sido destinados a convertirse en el Cuerpo y la Sangre de Cristo son llevados al altar. Primero que nada, el altar, el cual es la mesa del Señor, se prepara come el centro de toda la liturgia. Entonces las ofrendas son llevadas al altar. Es de un gran significado y muy agradable el que los fieles lleven el pan y el vino; el sacerdote o el diácono los reciben en un lugar convenido y los colocan en el altar. Mientras se hace esto, el sacerdote hace algunas oraciones ya señaladas. Dinero y otros regalos para los pobres de la Iglesia pueden ser recogidos entre los fieles y llevados al altar. Hasta aquí llega la liturgia de la Palabra, en la cual el Señor se manifiesta El mismo como la Palabra y nosotros le recibimos a él en esa forma. A través de las palabras de la escritura, a través del silencio de nuestras propias reflexiones, a través de las oraciones formales de la Misa y a través del mensaje de la homilía, el Señor se reveló El mismo y reveló su amor por nosotros. Entonces como respuesta a su expresión de amor por nosotros, entramos en la Liturgia de la Eucaristía, en la cual nosotros podemos ofrecernos nosotros mismos. Junto con el sacrificio de Jesús, este es nuestro sacrificio. Este también puede ser un momento de entrega y de sacrificio de nuestras vidas y de todo nuestro ser al Señor, “Padre en este momento yo me entrego a ti. Todo lo que soy, todo lo que espero ser y todo lo que yo siempre fui, yo te lo ofrezco a ti. ”Crea o Dios un corazón uro y renueva dentro de mí un espíritu recto”. (Salmo 51, 12) 3.1 El ofertorio Muchas personas creen que el ofertorio, el cual es el comienzo de la liturgia de la Eucaristía es de poca importancia en el rito de la Misa. Hay curación en cada parte de la misa. La procesión del ofertorio simboliza nuestra venida ante el Señor, es un momento para ofrecer regalos de agua, vino y diezmos, pero más que nada un momento para volvernos a consagrar personalmente al Señor. Según entramos en esta parte central de la misa, yo puedo sugerir que una de las intenciones que ofrezcamos sea nuestra imagen-propia rota y torcida. Nosotros podemos traerle al Padre la

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imagen manchada de nosotros que puede haber sido formada por las críticas y las observaciones de otros, y pedirle a él la curación de esta área. Muchas veces nosotros nos conocemos sólo por lo que han reflejado otros de nosotros, lo cual podría ser positivo, sin embargo, muchas veces el mensaje que se nos da puede ser negativo. Si nosotros miramos nuestras primeras relaciones, especialmente con nuestras madres y con nuestros padres, muchas veces podemos ver el origen de los mensajes torcidos. Nosotros necesitamos recordar que nuestras madres y padres han hecho lo mejor que ellos han podido. Sin embargo, como personas heridas, nosotros no podemos por nosotros mismos dar amor, en la forma en que otros, aún nuestra familia lo necesitan. Según la forma en que hayamos experimentado el amor de, así también hemos aprendido a amar y ese amor podemos compartirlo y volver a darlo. Según hayamos experimentado el amor sin condiciones de Dios, así aprenderemos a amar y a dar amor de nuevo. Consideren la experiencia del amor de Jesús por nosotros en el calvario y ¡cómo nosotros somos movidos para volver a amar! Si cuando un niño tiene 5 años todavía no ha recibido amor de sus padres y quienes lo cuidan, entonces la mayor parte de la ida de adulto, ese niño estará buscando amor. La función principal de un padre es comunicarles a sus hijos el concepto de varón siendo un padre amoroso y afectuoso. La función de la madre es comunicarle amor femenino y afecto a sus hijos. Si encontramos que nos falta el amor de esas primeras relaciones, entonces también nos puede faltar el amor de otras relaciones. Por eso le traemos y le ofrecemos al Señor esa parte de nosotros a la que le falta amor, afecto, atención comprensión, calor y seguridad. Nosotros buscamos llenar esos vacíos con el amor de Jesús. Es él quien con su amor nos enseña a amarnos para dar amor a otros, pues es imposible dar de lo que no se tiene. 3.2 Los Diezmos Este es un espacio de sanción económica. Usted puede preguntarse, cómo pueden ocurrir curaciones aquí? Realmente eso parece ser un tema muy delicado para muchos. ¿Cómo puede uno rogar pro curación a través de la colecta? La respuesta está en Lucas 6,38: Dad y se os dará; una medida buena, apretada, colmada, rebosante, será derramada en vuestro regazo. Pagar el diezmo es una forma de sanarse de sus dificultades económicas, sus preocupaciones y sus miedos. Cada persona que yo conozco que paga el diezmo sostiene que ellas han visto curación de sus condiciones económicas. Cuando se pase la canasta para la colecta, considere esto como una oportunidad para curación. Este puede ser un acto de fe y de confianza. No es fácil de hacer. Malaquías 3, 7-10 Yo, el Señor, no cambio. Por eso ustedes, descendientes de Jacob, no han sido exterminados. Desde la época de sus antepasados se han apartado de mis preceptos y no los han guardado. Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes —dice el Señor Todopoderoso—.

»Pero ustedes replican: "¿En qué sentido tenemos que volvernos?" »¿Acaso roba el hombre a Dios? ¡Ustedes me están robando! »Y todavía preguntan: "¿En qué te robamos?"

»En los diezmos y en las ofrendas. Ustedes —la nación entera— están bajo gran maldición, pues es a mí a quien están robando. »Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde. Exterminaré a la

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langosta, para que no arruine sus cultivos y las vides en los campos no pierdan su fruto —dice el Señor Todopoderoso—. Entonces todas las naciones los llamarán a ustedes dichosos, porque ustedes tendrán una nación encantadora —dice el Señor Todopoderoso—.

3.3 Preparación de las ofrendas “Por el signo de esta agua mezclada en el vino concédenos participara de la divinidad de Jesucristo, que quiso compartir nuestra humanidad” Antes de que se diga la oración sobre el vino que va a ser ofrecido, el sacerdote agrega gotas de agua al vino que está en el cáliz. Este acto simboliza nuestro último fin, la transformación en Cristo… “Y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí…” Gálatas 2, 20. Esto es algo muy real . Cuando las gotas de agua caen en el cáliz para mezclarse con el vino, a nosotros se nos recuerda que la transformación en Cristo es nuestro verdadero fin. Nosotros somos absorbidos en Cristo como el agua es absorbida en el vino, lo cual se traduce en que aceptamos que se haga su voluntad entregándonos para hacer lo que el Señor quiere que hagamos, cuando El quiera que lo hagamos y como El quiere que sea hecho. Puede ser que esta obra de Cristificación no esté terminada cuando yo muera, pero a través de algún tipo de experiencia, yo experimentaré una unión con el Señor hasta que yo esté perfectamente purificado para entonces ir directamente a la gloria y verlo a El cara a cara. 3.4 Lavatorio de las manos “Lávame Señor de mis culpas; quede limpio yo de todo mi pecado”. Esta es la oración que en secreto hace el sacerdote al lavarse las manos. Oren hermanos para que este sacrificio mío y vuestro sea agradable a Dios Padre Todopoderoso. El Señor reciba este sacrificio para alanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. 3.5 La consagración “Tomad y comed todos de él, porque este es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros” “Tomad y bebed todos de él, porque esto es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna” “Haced esto en conmemoración mía” La consagración en la misa debe ser vista considerando las lecturas del evangelio de Juan 14., 15 y 16. Estos son unos de los capítulos más hermosos del Nuevo Testamento. Nosotros no sólo somos llamados para el servicio sino también para la consagración. Dios nos ama. Juan 14, 2-3.. “En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo diría, porque voy a prepararos el lugar. Cuando me hay ido y os haya preparado el lugar, de nuevo volveré y os tomaré conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros”.

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Juan 14, 26 Pero el abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese os lo enseñará todo y os traerá a la memoria todo lo que yo os he dicho Según el pan y el vino son transformados en el cuerpo y la sangre de Jesús, hay una transformación espiritual en cada una de las personas que están presentes. En la alianza nueva y eterna se renueva el sacrificio de Cristo, la entrega de su Sangre para la absolución de los pecados y para dar vida al mundo, para consumirnos en su fuego devorador, con la esperanza de que todas las huellas de nuestro pasado sean borradas y que las profundas raíces del pecado en nosotros sean reemplazadas por un nuevo movimiento de la vida eterna yde la resurrección de Dios. Hebreos 9, 15,25-28 15 Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de los pecados cometidos bajo el primer pacto. 16 En el caso de un testamento, es necesario constatar la muerte del testador,17 pues un testamento sólo adquiere validez cuando el testador muere, y no entra en vigor mientras vive.18 De ahí que ni siquiera el primer pacto se haya establecido sin sangre.19 Después de promulgar todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, Moisés tomó la sangre de los becerros junto con agua, lana escarlata y ramas de hisopo, y roció el libro de la ley y a todo el pueblo,20 diciendo: «Ésta es la sangre del pacto que Dios ha mandado que ustedes cumplan.»21 De la misma manera roció con la sangre el tabernáculo y todos los objetos que se usaban en el culto.22 De hecho, la ley exige que casi todo sea purificado con sangre, pues sin derramamiento de sangre no hay perdón. 23 Así que era necesario que las copias de las realidades celestiales fueran purificadas con esos sacrificios, pero que las realidades mismas lo fueran con sacrificios superiores a aquéllos.24 En efecto, Cristo no entró en un santuario hecho por manos humanas, simple copia del verdadero santuario, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora ante Dios en favor nuestro.25 Ni entró en el cielo para ofrecerse vez tras vez, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. Hebreos 12, 29 29 porque nuestro «Dios es fuego consumidor De todos los sacramentos, la Eucaristía es la culminación, porque en ella Jesucristo, la perfecta imagen del Padre, se entrega a sí mismo y vence por su perfecta inmolación en la cruz y por su amor el pecado y la muerte existente en cada uno de nosotros. El uso de la imaginación es de gran ayuda en el proceso de la transformación. Durante la consagración en la misa, yo he encontrado que es de una gran ayuda cerrar los ojos e imaginarme a Jesús elevando su Cuerpo y elevando su Sangre. Yo me imagino una luz blanca que viene del Cuerpo de Cristo y de la Sangre de Cristo y que penetra en mi corazón, ablandándolo y llevándome a mí a la curación en mi relación conmigo mismo. Según vamos por la vida seremos heridos y esas heridas de la vida se van haciendo más pesadas en nuestros corazones, van siendo en él como cubiertas de goma. Después de un tiempo nuestros corazones se endurecen y se enfrían. El Señor quiere ablandar nuestros corazones, los cuales están cubiertos por el resentimiento, la amargura y por ser negativos. El

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quiere darnos corazones de carne. Imaginándonos que la luz blanca que viene del Cuerpo y de la Sangre de Cristo penetra en nuestros corazones, este proceso puede empezar. Esto puede sonar poético pero hay muchísimos casos de uso positivo de la imaginación en medicina, psicología, etc… De hecho San Ignacio de Loyola decía que al meditar en el evangelio convenía ponernos en escena. En la consagración cierre sus ojos y vea esa luz blanca descendiendo y tocando su corazón, ablandando esas áreas de dureza y de falta de perdón. Véase usted mismo siendo liberado, y recibiendo un corazón de carne lleno de amor, perdón y aceptación. Véase a usted mismo como Jesús lo ve a Usted; una persona valiosa, hermosa, redimida, lavada con su sangre, aceptada, alimentada con su cuerpo y con su sangre, con María como madre, con Jesús como hermano, con el Espíritu como compañero y siendo todos uno en el cuerpo de Cristo. 4. RITO DE COMUNION 4.1 oración del Señor La oración del Señor es la oración perfecta que Jesús nos dio a nosotros. 4.2 Comunión http://es.catholic.net/temacontrovertido/609/1755/articulo.php?id=29214 “Eucaristía” proviene del griego y significa “acción de gracias”. Con esta palabra significamos las gracias enviadas del Cielo por el amor de Cristo. Tanto en el plano místico como en el humano es el máximo regalo, es el sacramento más sublime; por ello se le llama el “Santísimo Sacramento del Altar”. La Eucaristía puede entenderse sencillamente como un alimento sobrenatural. Pues así como el cuerpo absorbe el alimento natural sin darnos cuenta y lo aprovecha, así ocurre con la nutrición sobrenatural, que nos dirige a la santidad. De tal manera, comulgar en pecado mortal es una gran sacrilegio. Para que una falta sea pecado mortal se requiere: que la falta sea grave, que se conozca y que se cometa con pleno consentimiento. Ante el pecado tenemos el remedio en la confesión; sin embargo algunos no comulgan por negarse, porque no conciben arrodillarse ante un humano o porque dicen que van a volver a pecar. Pero así como cuando caemos nos levantamos lo más pronto posible, así también si pecamos hemos de acudir a la penitencia, pues Dios perdona a quienes confiesan llanamente sus pecados y una vez perdonados, podemos acercarnos a la Sagrada Comunión dignamente y para nuestra salud espiritual. En la Sagrada Eucaristía ocurre un milagro que se llama transubstanciación, el cual es un milagro metafísico, no visible, que se da en cada Misa, por lo que podemos afirmar que el Milagro Eucarístico es un hecho sobrenatural que ha ocurrido constantemente. Ciertamente el milagro no es necesario, pero Dios lo hace para los no creyentes y para quienes han perdido la Fe. Los Milagros Eucarísticos son muchos y se ordenan en cuatro grupos:

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Milagros Eucarísticos Históricos: en estos no interviene la ciencia pero se documentan en la historia; por ejemplo, el milagro de Tolosa en 1225, donde San Antonio de Padua consagró una hostia que fue adorada por un burro y así se convirtió el pueblo entero. Otro ejemplo es el de Santa Clara de Asís, quien estando enferma y desesperada usó la custodia para defender a su convento de los invasores musulmanes. De esta custodia salieron rayos de luz cegadores que vencieron a los atacantes. Milagros Eucarísticos Apologéticos: en este grupo se ubican los Milagros Eucarísticos que permanecen hasta hoy, que pueden verse y que han sido estudiados por la ciencia. Son hostias consagradas sin corromperse. La más antigua está en Zamora, consagrada en 1159 y sigue tan blanca hoy como en aquel día. En Siena, Italia, fueron profanadas algunas hostias el 15 de Agosto de 1730 al ser robado un copón. Estas hostias fueron iluminadas y encontradas por sacerdotes tres días después y hoy en día siguen intactas como cuando fueron robadas. En el tercero y cuarto grupo se ubican los Milagros Eucarísticos sucedidos a Sacerdotes que han perdido la Fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo y que en sus manos la hostia se ha convertido en carne y el vino en sangre. La multitud de Milagros Eucarísticos hace imposible presentarlos todos durante un breve artículo, pero hemos de señalar la gran cantidad de milagros sucedidos en toda Europa que muestran la constancia de la Gracia que Nuestro Señor desea hacernos para afirmar nuestra Fe. 4.3 Rito Final Oración final y bendición de los asistentes http://www.mercaba.org/FICHAS/SACRAMENTOS/EUCARISTIA/624_misa_11.htm  Nuestra eucaristía concluye con un nuevo signo de la cruz e invocación trinitaria. Pero esta vez, al final de la celebración tiene signo distinto. No es marca, sino bendición. Por tanto, hemos de recordar lo dicho sobre «bendecir» a propósito del ofertorio=beraka. Cuando el hombre bendice a Dios, reconoce y agradece; cuando Dios bendice al hombre, pronuncia una palabra eficaz, otorga bienes. Es importante permanecer en la Eucaristía hasta cuando ésta finaliza. Muchas personas salen antes de la bendición, despreciando el precioso regalo que es ésta. Salir de la Eucaristía antes de la bendición final, es el equivalente del desprecio de Esaú por la bendición de la primogenitura cuando la cambió por un plato de lentejas (Génesis 25.29-34). Cada quien puede tener diferentes argumentos para salir (que equivaldrían a diferentes excusas o “platos de lentejas”), pero seguramente, si se tuviera conocimiento de la inmensa riqueza de la bendición final, las personas permanecerían hasta que terminara la misa.