San Vicente y Santa Luisa. Espiritualidad vicentina.

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SAN VICENTE DE PAÚL Y SANTA LUISA LUISA DE MARILLAC SEMANA DE LA CARIDAD PARROQUIA SAN VICENTE DE PAUL Página 1 SAN VICENTE DE PAÚL Y SAN LUISA DE MARILLAC Vamos a iniciar esta reflexión sobre San Vicente de Paul y Santa Luisa de Marillac con una pequeña entrevista a los Santos. (Se adjunta entrevista) Vicente de Paúl y Luisa de Marillac trabajaron juntos durante 35 años para mejorar las vidas de los que sufrían la pobreza o el rechazo de la sociedad y revelar a todos ellos el gran amor de Dios. Diferencias entre los dos santos: Vicente de Paúl, un campesino gascón, creció en el seno de una familia querida. Vicente de Paúl fue un joven emprendedor. Se lanzó a una serie de iniciativas, intentando promoverse, y conseguir unos ingresos fijos. Vicente de Paúl fue un hombre con un temperamento campesino. Sabía esperar. “Nunca se adelantaba a la Divina Providencia.” Luisa de Marillac, una aristócrata parisina, es rechazada por su familia debido a su nacimiento ilegítimo. Luisa de Marillac, se cría en un convento y en un pensionado y, de joven, buscó la vida oculta en un monasterio de Religiosas Capuchinas. Luisa de Marillac fue una mujer impaciente por llegar a la meta y sin miedo de retar a la Iglesia y a la sociedad: era una Marillac. ¿Cómo fueron capaces de vivir y trabajar juntos cuando su educación y personalidad les hubiese mantenido separados? ¿Cómo llegaron a comunicarse? A la edad de treinta años, ambos han sido confrontados con interrogantes preocupantes sobre Dios, sobre su futuro. Hacia 1613, Vicente de Paúl se siente fuertemente atormentado por dudas acerca de Dios. Toma conciencia del vacío, de la inutilidad de su vida como sacerdote. Luisa de Marillac, hacia 1623, cae en “una noche oscura del alma”, un periodo de depresión. Se interroga sobre su vida, sobre su futuro, y comienza a dudar de la existencia de Dios. A través de estas pruebas, ambos toman conciencia de la bondad de Dios hacia ellos y desean consagrarse a los pobres. Lo que les va a unir es el amor de Dios y de los pobres. Conozcamos frasees celebres de ellos y pongámoslas en común.

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Charla con motivo de la semana de la Caridad. Parroquia San Vicente de Paúl. San Pedro Sula. Honduras.

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SAN VICENTE DE PAÚL Y SAN LUISA DE MARILLAC

Vamos a iniciar esta reflexión sobre San Vicente de Paul y Santa Luisa de Marillac

con una pequeña entrevista a los Santos.

(Se adjunta entrevista)

Vicente de Paúl y Luisa de Marillac trabajaron juntos durante 35 años para mejorar

las vidas de los que sufrían la pobreza o el rechazo de la sociedad y revelar a

todos ellos el gran amor de Dios.

Diferencias entre los dos santos:

Vicente de Paúl, un campesino gascón, creció en el seno de una familia querida. Vicente de Paúl fue un joven emprendedor. Se lanzó a una serie de iniciativas, intentando promoverse, y conseguir unos ingresos fijos. Vicente de Paúl fue un hombre con un temperamento campesino. Sabía esperar. “Nunca se adelantaba a la Divina Providencia.”

Luisa de Marillac, una aristócrata parisina, es rechazada por su familia debido a su nacimiento ilegítimo. Luisa de Marillac, se cría en un convento y en un pensionado y, de joven, buscó la vida oculta en un monasterio de Religiosas Capuchinas. Luisa de Marillac fue una mujer impaciente por llegar a la meta y sin miedo de retar a la Iglesia y a la sociedad: era una Marillac.

¿Cómo fueron capaces de vivir y trabajar juntos cuando su educación y personalidad les hubiese mantenido separados? ¿Cómo llegaron a comunicarse?

A la edad de treinta años, ambos han sido confrontados con interrogantes preocupantes sobre Dios, sobre su futuro.

Hacia 1613, Vicente de Paúl se siente fuertemente atormentado por dudas acerca de Dios. Toma conciencia del vacío, de la inutilidad de su vida como sacerdote.

Luisa de Marillac, hacia 1623, cae en “una noche oscura del alma”, un periodo de depresión. Se interroga sobre su vida, sobre su futuro, y comienza a dudar de la existencia de Dios.

A través de estas pruebas, ambos toman conciencia de la bondad de Dios hacia ellos y desean consagrarse a los pobres. Lo que les va a unir es el amor de Dios y de los pobres.

Conozcamos frasees celebres de ellos y pongámoslas en común.

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Frases de San Vicente de Paúl

“La perfección no consiste en la multitud de cosas hechas, sino en el hecho de estar bien hechas”.

“Denme un hombre de oración, y será capaz de todo”.

“Amemos a Dios, hermanos míos, amemos a Dios, pero que ésto sea a costa de nuestros brazos, que esto sea con el sudor de nuestros rostros”.

“Para morir como Jesucristo, hay que vivir como Jesucristo”.

“A cada enfermo se le dará el pan que necesite”.

“El amor es inventivo hasta el infinito”.

"Para tender a la perfección, hay que revestirse del Espíritu de Cristo”.

“Dios ama a los pobres y por consiguiente a quienes aman a los pobres”.

“No podemos asegurar mejor nuestra felicidad que viviendo y muriendo en el servicio de los pobres”.

“Hacer efectivo el evangelio”.

“La oración es para el alma lo que el alimento es para el cuerpo”.

“Que poco se necesita para ser Santa: Hacer en todo la voluntad de Dios”.

“Señor si tú, estuvieras en mi lugar, ¿qué harías en esta oración?”.

“Ten cuidado contigo, no vayas a deshacer con tu conducta lo que edificaste con tu predicación”.

Frases de Santa Luisa de Marillac

"Vaya en nombre del Señor. Que Dios la acompañe. Que Él sea su fuerza

en el trabajo y su consuelo en las dificultades".

"La educación debe ser: viril y tierna; humana y sobrenatural".

"Dios pide una gran pureza a los que le sirven".

"Bienaventurados aquellos que emplean fuertemente su amor en hacer que el de su Maestro, sea el dueño absoluto de su corazón".

"Para que la obediencia sea tal como Dios nos la pide, es necesario que obedezcamos con gran sencillez y humildad".

"Que mi primer pensamiento, después del descanso de la noche sea para Dios".

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"Estamos llamadas a honrar la cruz, entendida ésta en el sentido de toda clase de sufrimientos".

"Debo emplear todo mi ser en reconocer a Dios en sus obras y reconocerle por amor".

"Tengamos un corazón generoso que no tenga nada difícil por la gloria de Dios".

"Recordemos, hermanas, que el pesebre es el trono del reino de la santa pobreza".

"Cuidad mucho de los pobres. Estad bien unidas entre vosotras y rezad con insistencia a la Santísima Virgen".

"...pidan mucho a la Santísima Virgen que Ella sea su única Madre"

Conclusión

San Vicente y Santa Luisa aprendieron a realizar esta experiencia de fe en

Jesucristo en la lectura y meditación de la Palabra de Dios, escuchando el grito

de las necesidades de los pobres, en la celebración de la Eucaristía, en el

servicio directo y encuentro real con los necesitados, en el seno de los grupos y

comunidades a los que animaban y alentaban para mejorar las condiciones de

vida de los pobres, en la enseñanza del Catecismo, en la Escuela de oración

que ellos fundaron,…

Terminamos esta reflexión con una convicción de Vicente de Paúl: «Nuestra

misión consiste en dar a conocer a Dios a los pobres, anunciarles a Jesucristo,

decirles que está cerca el Reino de los cielos y que ese reino es para los

pobres»

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ENTREVISTA A: SANTA LUISA DE MARILLAC Y A SAN VICENTE DE PAÚL

Con motivo de la Semana de la Caridad de la Parroquia San Vicente de Paul. Periodista: Hola. Estamos reunidos para entrevistar a dos personas muy queridas y de las que tantas veces hemos oído hablar de ellas a nuestros sacerdotes. Hoy podemos escuchar de su propia boca cómo ha sido su vida y conocerles un poco mejor. …………………………………… Periodista: Hola ¿puede decirnos su nombre y contarnos algo de su infancia?

Luisa: Me llamo Luisa de Marillac. Nací el 12 de agosto de 1591 en Francia. No conocí a mi madre y pasé casi toda mi infancia en un convento. Allí aprendí muchas cosas, hasta latín, que era muy difícil para una mujer.

Periodista: Y Ud., ¿Puede, como Luisa, hablarnos de su infancia? Vicente: Me llamo Vicente de Paúl y nací el 24 de abril de 1.581 en Pouy, (Francia). Mis padres eran campesinos. Viví en un ambiente rural, donde los valores de la honestidad, justicia, fidelidad a la familia y la fe eran muy importantes. Trabajé en el campo y fui a la escuela del pueblo.

Periodista: Luisa ¿qué nos puede decir de su joven y usted?

Luisa: Pues mi vida cambió a los 12 años cuando murió mi padre. Fui a París y estuve en un hospedaje. Allí aprendí a coser, cocinar, hacer las cosas de casa. Esto me sería muy útil, más adelante. Con 20 años quise entrar en el convento de las capuchinas, pero no me admitieron por mi debilidad física. Más tarde me casé con Antonio le Gras y tuve un hijo. Pronto sufrí la muerte de mi esposo. Periodista: Vicente, ¿Cómo fue su juventud?

Vicente: Al ver mis padres que valía para los estudios, me enviaron con los Padres Franciscanos a Dax. Mi padre tuvo que vender una pareja de bueyes para pagar mis estudios. Cuando murió mi padre, decidí montar una hospedaje para hijos de familias pudientes y así poder seguir estudiando. Más tarde fui ordenado sacerdote. Viajé por Francia, fui a Roma. En este momento sólo me gustaba vivir bien y que viviera bien mi familia. Un día me acusaron injustamente de un robo. Ésta fue mi primera experiencia con la injusticia. Más tarde se demostró que yo era inocente.

Periodista: Esta experiencia, ¿cambió su vida?

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Vicente: Mi vida está llena de experiencias. Cuando confieso a un pobre moribundo, me doy cuenta de que la gente necesita distintos tipos de ayuda, y empiezo con mis sermones misioneros para esta gente humilde. Otra experiencia fue un domingo antes de misa, me informaron que una familia se estaba muriendo de hambre. Mi sermón se basó en la ayuda al necesitado. Todo el pueblo respondió positivamente. Me di cuenta que esto era otro tipo de ayuda que necesitaban los pobres. Fundé “Las Cofradías de la Caridad”

Periodista: Luisa, ¿cuándo conoces a Vicente y cómo influyó en tu vida?

Luisa: Al quedarme viuda y tener varios directores espirituales, entré en contacto con Vicente, quien me va haciendo descubrir, la capacidad de olvidarme de mí, para entregarme a Dios a través de los pobres. Me envió a socorrer a los pobres, visitando, organizando y animando las Cofradías de la Caridad.

Periodista: Luisa, yo sé que has hecho más cosas. ¿Nos puedes hacer una pequeña síntesis de ellas?

Luisa: Después, reuní en mi casa a un grupo de muchachas sencillas que deseaban entregar su vida a los pobres, con las que formé la Compañía de la Hijas de la Caridad. A partir de aquí me dediqué a formar y animar a nuestras hermanas a las que intenté transmitir mi pasión por los pobres y a las que enseñé a vivir en total entrega a Dios, en el servicio de los pobres, viviendo en humildad, sencillez en una comunidad de vida evangélica. Hemos llevado a cabo una serie de obras: cuidamos la asistencia a pobres enfermos, atendemos a los niños y ancianos abandonados, servimos a los privados de razón, socorremos a los condenados a galeras… He escrito mi testamento y en él invito a mis hijas a servir a Dios en la forma que Él pide de ellas, y a que tengan gran cuidado del servicio de los pobres.

Periodista: No todos los días tenemos la oportunidad de hablar con personas tan llenas de humanidad, sacrificio y entrega a los demás. Les damos las gracias por su presencia e intentaremos seguir sus enseñanzas y hacer que en nuestras vidas estén presentes las personas necesitadas.