Clarín Deportivo 16 11/5/2002 SAN LORENZO: UN EQUIPO INOLVIDABLE QUE DEJO LA MARCA DE LA CALIDAD Y LA EFECTIVIDAD EN ARGENTINA Y EN EUROPA

Explosión del buen gusto Farro, Pontoni y Martino, el Trío de Oro, fueron los delanteros emblemáticos de ese San Lorenzo campeón. Y además, estaban el arquero Blazina, ese fantástico defensor que fue Basso y otra leyenda como el vasco Zubieta. -------------------------------------------------------------------------------- Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. A San Lorenzo lo bautizaron El Ciclón por su estilo arrollador. Pero en 1946, la incorporación de dos jugadores, le cambiaron la fisonomía: perdió pujanza, ganó en belleza y se convirtió en uno de los equipos con mayor brillo del fútbol argentino. La contratación de René Pontoni, quien llegó desde Newell''s, con su enorme categoría de jugador fino y elegante, encontró en Armando Farro, adquirido a Banfield, la dinámica creadora para que juntos se asociaran a Rinaldo Martino, otro jugador cargado de una inteligencia superlativa y conformaran lo que entró en la historia como El Trío de Oro. Los tres delanteros centrales arrancaban desde atrás ( Farro era quien más bajaba) y llegaban a través de lujosas paredes hasta posiciones de gol. De los 90 tantos que convirtió San Lorenzo en 1946 —con un espectacular promedio de 3 por partido— entre los tres se repartieron 55 conquistas. Pontoni marcó 20, Martino 18 y Farro 17, 10 más de la mitad que señaló todo el equipo. Los tres geniales delanteros tenían acompañantes de jerarquía. Oscar Basso fue un zaguero central de excepcional calidad y un ejemplo de caballerosidad. Era quien guiaba a una defensa, con característica diferentes al resto de los equipos. Félix Daniel Frascara, un maestro del periodismo deportivo, señaló hace más de medio siglo como se ordenaba tácticamente la zona defensiva: "No fue siempre Oscar Basso el hombre que marcó al centre forward ni tuvo Salvador Greco, eje del equipo, una residencia fija. La colocación de Colombo, dependió, en todo caso, de la que adoptara Basso. Y si José Vanzini, casi invariablemente, cuidó al puntero izquierdo, fue como consecuencia de que a Zubieta se le permitió jugar de acuerdo con sus preferencia: algo adelantado, con mucho campo de acción y recostado sobre el centre half ". Una síntesis formidable de Frascara sobre el funcionamiento defensivo de aquel San Lorenzo. Inolvidable. En el arco, Mierko Blazina se caracterizaba por su serenidad. Muchas veces criticado por sus goles "de biógrafo", como se decía en ese tiempo, fue decisivo en la obtención del título por sus atajadas espectaculares en los últimos partidos. Los punteros Antonio Imbellone, sobre la derecha y Oscar Silva, en la izquierda y Francisco De la Mata, hermano de Vicente, alternando en las dos posiciones, llegaron a complementarse casi de memoria con el terceto central. El equipo tuvo un comienzo irregular. Terminó la primera rueda en el tercer lugar, detrás de River y Boca. Pero en la segunda, la campaña fue extraordinaria: ganó 12 partidos (con River y Boca) y perdió sólo 1 (Estudiantes). Consiguió varias goleadas con lujos y contundencia. Le convirtió 7 goles a Rosario Central, 6 a Atlanta y 5 a Lanús, Racing y Platense. Ganó el torneo con 46 puntos, aventajando a Boca por 4 puntos y a River por 5. Catorce días después de finalizar el campeonato de AFA, comenzó una gira por España y Portugal, que dejó un recuerdo que aún perdura. Debutó el 22 de diciembre de 1946 frente a Atlético Aviación (Atlético de Madrid), puntero del torneo español, y brindó una exhibición, ganó 4-1 y los 50.000 espectadores lo despidieron arrojando los sombreros al aire. El día de Navidad, después de una trasnochada Nochebuena, perdió el único encuentro frente a Real Madrid por 4-1. Después, comenzaron los resultados

basquetbolísticos. Dos enfrentamientos con la selección española, en Barcelona, primero y en Madrid, después, dejaron cifras increíbles: 7 a 5 y 6 a 1. En el País Vasco, el capitán Angel Zubieta fue ovacionado en su tierra cuando frente al Athletic Bilbao empataron 3-3, en uno de los partidos considerados inolvidables en el fútbol español. Después, dos empates con Valencia (1-1) y La Coruña (0-0) y enseguida, las dos presentaciones en Portugal con marcadores increíbles: 9-4 al Porto y 10-4 a la selección portuguesa. El 6 de febrero de 1947 cerró la gira en tierra andaluza con un partido de exhibición: empató 5-5 con un combinado de Sevilla. Fueron 10 partidos, ganó 5, empató 4 y perdió 1, con 46 goles a favor y 28 en contra. Pontoni y Martino señalaron 12 tantos cada uno, más del 50 por ciento del total. Con el sello del Trío de Oro y la belleza de su juego, San Lorenzo del 46-47 fue un canto al buen gusto futbolístico.

La cifra -------------------------------------------------------------------------------- 18 GOLES Hizo Rinaldo Martino en el torneo del '46, seis en las últimas cinco fechas. Los dos que le hizo a Vacca, de Boca, fueron considerados entre los mejores del año. Martino fue un jugador hábil, inteligente y extraordinario. Ese año brilló tanto como Pontoni. En el Ciclón jugó 223 partidos (1941-48) y marcó 142 goles.

/// Clarín Deportivo 20 18/5/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DE LA HISTORIA: UNA FORMACION ATRAPANTE QUE SUPO SUCEDER A LA FASCINACION DE LA MAQUINA

La herencia de la magia River y el fútbol argentino vieron brillar a Alfredo Di Stéfano, un jugador excepcional, y a Néstor Rossi, un volante central que se volvió emblema. Ambos fueron determinantes al juntarse con talentos como Labruna y Loustau. -------------------------------------------------------------------------------- Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. A principios de 1947, los hinchas de River recibieron noticias desalentadoras: tres de sus grandes figuras quedarían fuera del equipo. Adolfo Pedernera, el estratega de La Máquina y quien impuso el estilo de ese equipo, cambiando su posición y convirtiéndose en centrodelantero, fue transferido a Atlanta en la suma récord de 140.000 pesos. El puntero derecho Juan Carlos Muñoz sufrió una seria lesión jugando para la Selección un amistoso frente a Paraguay, en Asunción y, por último, Angel Labruna sufrió una aguda hepatitis, que lo postró por meses y que planteó dudas sobre la continuidad de su carrera. River buscó reemplazantes: uno era del club, Alfredo Di Stéfano, quien sería una de las grandes figuras del fútbol mundial. Había ido a préstamo el año anterior a Huracán, que no hizo uso de la opción. Llegaron el puntero derecho Hugo Reyes, de Racing, y el entreala Francisco Rodríguez, de Atlanta. Si bien la deserción de las tres figuras conformaba un signo negativo, por otro lado, el regreso al equipo de José Manuel Moreno, ocurrido el 28 de julio de 1946, tras dos años de ausencia, provocó un interés inusitado y al jugar su equipo frente a Atlanta, en cancha de Ferro, se vendieron 30.00

entradas. El público superó largamente la capacidad del estadioy muchos espectadores se ubicaron dentro del campo. Ganó 5 a 1, con tres goles del Charro, como lo llamaron a partir de entonces. Pero lo más importante fue que mantenía su excepcional categoría. También pesó la consolidación de Néstor Raúl Rossi como un centromedio de gran calidad. Ambos fueron claves para conformar un equipo que no tenía la estética de La Máquina, pero que fue una expresión de contundencia, como lo demuestran los 90 goles que convirtió en ese 1947, la misma excepcional cifra que había marcado el año anterior el San Lorenzo de Farro, Pontoni y Martino. Las dudas que había generado River en la pretemporada —tuvo una decepcionante actuación en un torneo internacional disputado en Montevideo— se borraron apenas iniciado el torneo cuando goleó como visitante a Lanús 5-1 y el domingo siguiente, en Núñez, cuando repitió el resultado ante Platense. Pero en la tercera fecha perdió con Boca en La Bombonera 2-0. El título lo disputaban Independiente y Boca. Al finalizar la primera rueda, el equipo de Avellaneda encabezaba las posiciones con 25 puntos, seguido por Boca y River, con 23. Labruna se recuperó de la hepatitis y regresó al equipo. La duda se planteó: ¿un goleador como Labruna podría jugar con otro de las mismas características, como Alfredo Di Stéfano? No sólo que podían jugar: se constituyeron en una dupla letal. Tanto que River modificó su esquema (el técnico era José María Minella) y por primera vez un equipo jugó en la Argentina con doble punta de lanza. El funcionamiento del equipo se apoyaba en la solvencia y la personalidad de Ricardo Vaghi como zaguero; en el talento de Moreno; en el panorama de juego que tenía Pipo Rossi; en Félix Loustau, quien recorría todo el lateral izquierdo- -en sus comienzos fue marcador de punta—y la salida del equipo por esa zona; en el auxilio que le brindaba con su regularidad José Ramos a Moreno y Rossi. Por la derecha, la marca implacable de Yácono y por la izquierda Luis Ferreira, un buen marcador del puntero derecho rival. En ataque, Di Stéfano y Labruna imponiendo su velocidad y Reyes, quien justificó su compra acoplándose al puesto que había dejado Muñoz. En el arco, Héctor Grisetti, un arquero atajador, arriesgado en las salidas: se lo denominó "el arquero suicida". En la segunda rueda, River arrasó. Se desquitó de la caída ante Boca de la primera rueda: le ganó 2-1, con goles de Labruna y Reyes. También pudo con San Lorenzo, en Boedo: 3-1, con tantos de Labruna y Di Stéfano (2). Y con Independiente, en un partido memorable: 3-2 (Moreno, Di Stéfano y Reyes). Dio la vuelta olímpica en el Monumental, con una exhibición: venció a Central 4-0, con goles de Di Stéfano, Labruna, Loustau y Joaquín Martínez, que esa tarde reemplazó a Moreno. Di Stéfano, en su mejor versión como velocista y goleador (luego se transformó en uno de los jugadores más completos de la historia) y la aparición de Rossi como emblema del centrojás de antes, fueron fundamentales para un equipo que, por mérito propio, fue el sucesor de la inolvidable Máquina.

La cifra -------------------------------------------------------------------------------- 90 goles son los que marcó River en el torneo. Un promedio de tres por partido, igualando la marca de San Lorenzo en 1946. Di Stéfano fue el goleador, con 27. Lo siguieron: Labruna, 16; Loustau, 13; Moreno, 10; Reyes, 8; Francisco Rodríguez, 5; Ramos, 4; Rossi, 3; Coll y Joaquín Martínez, 1. Y 2 goles en contra.

/// Clarín Deportivo 16 25/5/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DE LA HISTORIA: CON GUILLERMO STABILE COMO ENTRENADOR Y GRANDES JUGADORES, RACING FUE UN LUJO

El honor del primer "tri" Tuvo que esperar bastante tiempo Racing para conseguir su primer título profesional. Pero llegó en el 49, con un equipo que combinaba una técnica exquisita con un poder de gol envidiable. Y luego obtuvo el tricampeonato. -------------------------------------------------------------------------------- Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Racing, el histórico sucesor de Alumni, había tenido una brillante actuación en el amateurismo, con nueve títulos (7 en forma consecutiva entre 1913 y 1919 y en 1921 y 1925). Pero en el profesionalismo debió esperar casi un cuarto de siglo para ganar un título, aunque cuando lo consiguió, en 1949, completó un ciclo histórico, que concluyó con el primer tricampeonato de la era profesional, al ganarle el desempate a Banfield, el 5 de diciembre de 1951, en el Gasómetro, tras un 0-0 en el primer partido. En realidad el gran equipo de Racing comenzó a gestarse en 1948, cuando adquirió a Huracán tres jugadores de excepcional calidad: Juan Carlos Salvini, Norberto Tucho Méndez y Llamil Simes. En la transferencia pasaron al club de Patricios el arquero Ricardo, Uzal, Filgueiras, Caserio y Waldino Aguirre, el Torito. Además, desde Lanús llegaron el arquero Antonio Rodríguez, el zaguero Filippo y retornó Higinio García, también zaguero, quien había jugado a préstamo en Tigre y Atlanta. A los atacantes que provenían de Huracán los acompañaron El Maestro Rubén Bravo, un exquisito en el manejo de la pelota y gran cabeceador y Ezra Sued, un puntero veloz y habilidoso, conformando una delantera inolvidable. En el medio, la gran figura era Ernesto Gutiérrez, El Rey Petiso. Con esa base y como técnico Guillermo Stábile (también

conductor de la Selección), Racing se encaminaba al título, pero el domingo 31 de octubre de 1948, cuando se jugaba la 25 fecha, los jugadores desobedecieron a la AFA y realizaron un paro simbólico. Los dirigentes suspendieron el torneo, que se reanudó con jugadores amateurs. Con ellos se jugaron las cinco fechas que faltaban. Racing no pudo mantener el primer puesto y no se presentó a jugar los dos últimos partidos. Independiente fue campeón. Como consecuencia de la huelga se produjo un éxodo sin precedentes en nuestro fútbol. Se fueron los mejores futbolistas, pero Racing pudo mantener el mismo equipo y muchos lo atribuyeron a los favores que recibió de funcionarios del gobierno, de manera especial el responsable de Hacienda, Ramón Cereijo y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, mayor Carlos Aloé. Pero, independientemente de esa posibilidad, Racing tenía un equipo de altísimo nivel y un entrenador de lujo. La gran campaña de 1948 y 1949 tuvieron el mérito adicional que, como su estadio estaba en construcción, debió jugar sus partidos como local en otras canchas: en 1948, en San Lorenzo y en 1949, en la Bombonera, donde dio la vuelta olímpica, consiguiendo 49 puntos, aventajando a River y Platense por seis. El equipo: Antonio Rodríguez; Higinio García y Palma; Fonda, Rastelli y Gutiérrez, Salvini, Méndez, Rubén Bravo, Simes y Sued. Con la misma formación —con la excepción de la aparición de García Pérez en lugar de Palma y el regreso de Italia de Mario Boyé, se consagró nuevamente campeón en 1950—, pero esta vez con ocho puntos de ventaja sobre Independiente y Boca. La vuelta olímpica pudo darla en su estadio, inaugurado el 3 de setiembre de ese 1950, con un triunfo por 1-0 frente a Vélez, con gol de Llamil Simes. No le fue fácil a Racing ganar el tricampeonato. Debió luchar hasta la última fecha con Banfield, un equipo modesto que fue sensación en esos años. Llegaron con el mismo puntaje y debieron jugarse dos partidos de desempate en San Lorenzo. En el primero le anularon un gol a Manuel Blanco, quien junto a Ameal y el arquero Héctor Grisetti alternaron en el equipo. En el segundo, un golazo de Mario Boyé, quien definió con un bombazo de derecha, le dio el título y el primer tricampeonato del profesionalismo a Racing, un equipo equilibrado: talento y lucha. Con individualidades desequilibrantes: un goleador como Simes; un eximio jugador como Rubén Bravo; Tucho Méndez, una leyenda del fútbol nacional; la potencia del Atómico Boyé; las gambetas de Sued y la avasallante personalidad de Ernesto Gutiérrez.

La cifra -------------------------------------------------------------------------------- 61 goles fueron los que marcó Llamil Simes durante el tricampeonato. En los tres torneos el delantero jugó 31 partidos y marcó 26 en 1949, 20 en 1950 y 15 en 1951. "Gol, gol, goool... Simes, Simes, Simes", coreaba la hinchada de Racing. En Racing convirtió 106 goles (3° en la historia) en 179 partidos (1948-55).

/// Clarín Deportivo 20 15/6/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DE LA HISTORIA: PESE A LA IMAGINACION, BUEN GUSTO Y CONTUNDENCIA DE SUS ATACANTES, EL EQUIPO NO FUE CAMPEON

Una delantera fabulosa Micheli, Cecconato, Lacasia (luego Bonelli), Grillo y Cruz deslumbraron y golearon. Eran delanteros con diferentes características, que se complementaban a la perfección. Y provocaron un hecho inédito y jamás repetido al ser convocados juntos a la Selección. -------------------------------------------------------------------------------- Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Independiente de los primeros años de la década del cincuenta provocó un caso excepcional en el fútbol argentino: no fue campeón, pero entró en la historia con una delantera fabulosa, llena de imaginación, buen gusto y contundencia, que produjo un hecho inédito y jamás repetido: los cinco atacantes (Rodolfo Micheli, Carlos Cecconato, Carlos Lacasia y luego Ricardo Bonelli , Ernesto Grillo y Osvaldo Cruz) fueron convocados por el técnico Guillermo Stábile para conformar el ataque de la Selección que enfrentó a Inglaterra (Grillo convirtió dos goles, uno considerado histórico, en el 3-1) y España (1-0, gol de Grillo) en 1953, en River. Los cinco delanteros aparecieron por primera vez juntos en la primera fecha del torneo de 1952. El conductor y cerebro era el cordobés Lacasia. Daba la impresión de ser lento, pero tenía una increíble velocidad mental y una enorme lucidez para elaborar jugadas impensadas. Carlos Cecconato era el motor, el insider que transitaba el sector derecho con calidad y dinámica. Micheli aportaba la cuota de oportunismo. Cruz, una velocidad punzante para recibir los pases en profundidad y Ernesto Grillo era el arquetipo de la habilidad, del talento. Los cinco eran distintos, pero se complementaban a la perfección. En 1954 Lacasia le dejó el puesto a Ricardo Bonelli, que tenía otras características porque en lugar de inteligencia, aportaba ingenio y malabarismo. El funcionamiento de la delantera tenía todas las variantes posibles: el juego corto en la mitad de la cancha, con Lacasia arrancando desde atrás y juntándose con Cecconato y Grillo para meter punzantes pases en profundidad para los piques de Cruz o Micheli. La llegada colectiva por el medio para la definición de Lacasia, la gambeta endiablada de Grillo, capaz de dejar en el camino a varios defensores y concretar en el último intento. Nada le faltaba al repertorio del quinteto inolvidable. Con Lacasia como centrodelantero jugaron 30 partidos. Veintisiete para Independiente y 3 para la Selección. Marcaron 53 goles, a un promedio de 1.96. Con Bonelli, actuaron juntos en 50 encuentros y señalaron 104 tantos (2.08 por partido) y en la Selección 4 con 14 goles y un formidable promedio de 3.50. Sobre las razones de la falta de títulos en esos cuatro años con un equipo de gran nivel, en el que se destacaba la calidad de su ataque, apoyada por una defensa que también tenía importantes individualidades, hubo varias versiones, la mayoría vinculadas a la tirante relación entre jugadores y dirigentes, considerados entonces como un ejemplo de austeridad y coherencia en las decisiones institucionales que, a veces, iba en desmedro de los futbolistas. De todos modos, hubo también razones futbolísticas. Independiente debió luchar con un excepcional equipo de River que ganó cinco títulos en seis años entre 1952 y 1957 y se encontró con un conjunto sólido como el Boca de 1954. En 1952 fue tercero a 5 puntos de River. Cuando todos suponían que 1953 sería el año, el Tribunal de Disciplina suspendió por diez fechas a Cecconato y Grillo, y el equipo que había ganado la primera rueda se resintió y finalizó cuarto detrás de River, Vélez y

Racing. En 1954 fue subcampeón a cuatro puntos de Boca, con la particularidad de haber perdido 9 puntos con los cuatro últimos de las posiciones (3 con Tigre, 3 con Gimnasia, 2 con Huracán y 1 con Banfield). Paradójicamente ganó 15 puntos de los 16 que disputó con los equipos grandes (sólo empató con River 0-0). La gira de 1954 por Europa fue inolvidable. Debutó con un 6-0 al Real Madrid de Alfredo Di Stéfano, en el Santiago Bernabeu ( 2 de Grillo, 2 de Cecconato, Micheli y Bonelli). Después le ganó a Valencia 3-0, a Atlético de Madrid 5-3 y a Celta de Vigo 2-1; en Portugal, al Sporting 8-1 y al Benfica 2-1; en Austria, a Wiener 3-0 y en Holanda, 3-1 a Amsterdam. Perdió 5-2 con el Athletic Bilbao, y 3-2 con Ruán de Francia y Huddersfield Town de Inglaterra. Acompañaron a la gran delantera, en defensa Abraham y Simonetti, Barraza y Arrigó o Mousegne; Arias, José Varacka, Britos y Emilio Varacka. Alternaron Amaya, Violini, Juárez, Zorzenón, Cervino y Maldonado. Todos demostraron que se puede hacer historia sin ganar títulos.

La cifra -------------------------------------------------------------------------------- 88 por ciento Es el porcentaje de goles que convirtió la delantera sobre el total del equipo. En esos cuatro años, Independiente hizo 233 goles y 204 fueron marcados por seis jugadores. Con este detalle: Grillo 51, Micheli 42, Bonelli 38, Cecconato 28, Lacasia 24 y Cruz 21. En cada año, hubo un goleador diferente: Lacasia (17), Grillo (14), Micheli (16) y Bonelli (16).

/// Clarín Deportivo 16 4/5/2002

/// Clarín Deportivo 16 27/4/2002 LOS GRANDES EQUIPOS: LOS TRES TITULOS DE BOCA EN LA MITAD INICIAL DE LA DECADA DEL CUARENTA HABLAN DE UNA POTENCIA DEL FUTBOL

Esa actitud, esa calidad Una combinación de riqueza técnica y disposición ganadora le permitió a Boca ser campeón en 1940, 1943 y 1944. Así le peleó la supremacía a La Máquina de River. Los boinazos de Severino Varela hicieron historia. -------------------------------------------------------------------------------- Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Durante cuatro temporadas (desde 1936 a 1939) Boca atravesó un período de transición. No obtuvo ningún título. Pero en 1940, con la incorporación de Bernardo Gandulla, Raúl Emeal y, fundamentalmente, Jaime Piraña Sarlanga, que llegaron desde Ferro, se formó un equipo que le peleó de igual a igual la hegemonía del fútbol argentino durante seis años nada menos que a La Máquina de River, que para entonces estaba en formación. Boca se consolidó como un equipo compacto. Era sólido en defensa (Juan Estrada era el arquero y los zagueros Segundo Ibáñez, llegado desde Platense, y Víctor Valussi, quien había sido campeón en 1935). En el medio, exhibía inteligencia y ductilidad en Ernesto Lazzatti, acompañado por el uruguayo General Viana y el veterano Pedro Arico Suárez. Y, adelante, el talento los aportaban Sarlanga y Gandulla. Piraña era un jugador elegante, hábil y fino creador de jugadas. El Boca de 1940 arrastraba multitudes. En la primera rueda perdió con Independiente 7-1, pero se recuperó y fue adquiriendo una notable eficacia. Ese año se inauguró su estadio y el mejor homenaje a su hinchada fue ganarle el primer clásico a River 3-1 en La Bombonera, además de mantenerla invicta y consagrarse desquitándose de la goleada de Independiente (5-2). Fue campeón con 55 puntos, 8 más que Independiente y 13 más que River y Huracán.

En 1941 y 1942, La Máquina de River domina el panorama de nuestro fútbol. Pero durante esos dos años, Boca hace modificaciones que redundan en la conformación de un equipo histórico. Claudio Vacca es el arquero; José Perico Marante, un zaguero de gran calidad, reemplaza a Ibáñez. Aparecen Carlos Lucho Sosa, un exquisito, con una habilidad descomunal y una fina pegada para enviar los centros para los cabezazos de Mario Boyé o Severino Varela; Natalio El Leoncito Pescia, batallador inclaudicable; Mario Boyé, potencia y gol, y Pío Corcuera, un jugador trascendental en el bicampeonato por su dinámica y regularidad. Desde Montevideo, ya veterano, se incorpora Severino Varela, quien con sus boinazos escribe una página inolvidable para los boquenses. Sin embargo, Boca empieza mal ese 1943. Pierde 3-1 en el Monumental en la primera rueda y hasta el final es un duelo entre los dos grandes del fútbol argentino. En la revancha, Félix Loustau pone en ventaja a River. Pero un tiro libre ejecutado por Sosa —para muchos el mejor defensor del fútbol argentino de todos los tiempos— superó a todos y en el segundo palo aparece una boina blanca para zambullirse en el área y meter la pelota en la red. Es el más célebre de los boinazos de Varela. Después, en el segundo tiempo, el uruguayo vuelve a aparecer y desata el delirio de los hinchas. Boca le saca a River un punto de ventaja, que su rival no lo puede descontar. En cancha de Ferro, en la última fecha, con dos goles de Sarlanga en los minutos finales y da la vuelta olímpica. En 1944, con los mismos jugadores y el mismo fútbol, mezcla de potencia y calidad, Boca y River repiten el duelo del año anterior. En la primera rueda empatan 1-1, en La Bombonera y Varela vuelve a marcar con otro boinazo fantasmal. La definición queda para la segunda rueda. A los 43 minutos del segundo tiempo, el goleador uruguayo aparece justo y desvía la pelota con otro cabezazo. Gana 1-0. Faltaban diez fechas, pero Boca ya se sentía campeón. Pero empata dos partidos consecutivos, con Platense en La Bombonera (por incidentes le clausuran el estadio), y con Central, en Rosario. River se acerca a dos puntos. En la última fecha, Boca debe recibir a Racing. Con su estadio cerrado, va a jugar como local en el Monumental. A los 15 minutos, Pío Corcuera convirtió el primer gol. A los 20 del segundo, Marante marcó el segundo, de penal, y cerca del final, nuevamente Corcuera puso el 3-1 definitivo. Boca se dio el gusto de dar la vuelta olímpica en el estadio de su rival de toda la vida. Ese Boca de los primeros años de la década del cuarenta fue una perfecta combinación de la actitud ganadora —una marca registrada en sus equipos de todos los tiempos— y la capacidad individual de una gran mayoría de sus futbolistas. Ganó tres campeonatos en cinco años y le peleó la supremacía a La Máquina de River. Nada menos...

/// Clarín Deportivo 16 20/4/2002 GRANDES EQUIPOS DE LA HISTORIA: UN EQUIPO DE INDEPENDIENTE EXTRAORDINARIO SUMO DOS TITULOS SEGUIDOS Y 219 GOLES EN DOS TEMPORADAS

El fútbol en estado puro Pocas veces las canchas argentinas vieron una expresión de tanta riqueza técnica. Las gambetas de Vicente De la Mata, el arte y la contundencia de Arsenio Erico, y el talento de Antonio Sastre fueron los puntos sobresalientes. -------------------------------------------------------------------------------- Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. El Independiente campeón de 1938 y 1939 jugaba al fútbol en estado puro. Era la síntesis de la belleza y la contundencia. Y a tal punto llegó esa conjunción superlativa que mereció el elogio de todos los amantes del buen fútbol, hinchas o no del equipo. Tuvo una delantera que entró en la historia, con 219 goles en esas dos temporadas, con un promedio de más de tres goles por partido y una formación sensacional: Maril, De la Mata, Erico, Antonio Sastre y Zorrilla, que se constituyó en la continuidad de otro ataque antológico en el amateurismo: Canaveri, Lalín, Ravaschino, Seoane y Orsi. Independiente deslumbró en la década del treinta (fue, además, subcampeón en 1935, 1937 y 1940), con un excepcional trío atacante: Vicente De la Mata, llegado desde Central Córdoba de Rosario; Arsenio Erico, el paraguayo que llegó a la Argentina para convertirse en el máximo goleador de la historia, y Antonio Sastre, en la opinión de varios de los jugadores de su época aquí y en Brasil (donde terminó su campaña), uno de los más completos futbolistas de todos los tiempos. Sastre, a quien llamaban Cuila o Sastrín, comenzó a jugar en los potreros del barrio La Mosca de Avellaneda. De muy pibe aprendió los códigos de la calle. Dueño de una inteligencia natural, la volcó para jugar y ser conductor en la cancha. Actuó en todos los puestos, incluído el de arquero (frente a San Lorenzo y un amistoso con Peñarol y no le hicieron goles).

Cuila Sastre era el conductor de un equipo que tenía el respaldo en el arco de Fernando Bello, uno de los mejores en un tiempo en que en cada equipo había un arquero de Selección. En el medio, el uruguayo Juan Carlos Corazzo se sostenía con un juego vistoso y elegante. El Vasco Lecea y el grandote Sabino Coletta eran los backs. En la zona media, Franzolino y Celestino Martínez y los dos punteros Maril o Vilariño, a la derecha, y Zorrilla, a la izquierda, le imprimían velocidad y cambio de ritmo al equipo lujoso. Vicente De la Mata había llegado de Rosario con 17 años para jugar en la Selección, en el Sudamericano de 1937. En la final, en un violento partido frente a Brasil, entró por Varallo y Sastre se acercó para decirle: "Pibe, ponete a mi lado que juntos hacemos capote". Esa es una de las versiones de su apodo; la otra, el gol que le convirtió a River el 12 de octubre de 1939. Tras recibirla de su arquero Bello, De la Mata tomó la pelota, gambeteó a Moreno, a Minella y a Vasini. Eludió a Santamaría y a Cuello. Con poco ángulo, sacó el remate, que se metió entre el arquero Sirni y el primer palo. Como en el tute, hizo capote. Erico fue la plasticidad dentro de un campo de juego. Si muchas veces se dijo que el fútbol es arte, Erico fue un artista genial. Sus saltos acrobáticos eran estética pura. Independiente ganó el torneo de 1938 con dos puntos de ventaja sobre River. El paraguayo fue el goleador con 43 tantos, que pudieron ser más, pero se quedó en esa cifra para ganar un premio que había instituído una marca de cigarrillos. Al año siguiente, Independiente le sacó seis puntos de ventaja a River y Huracán. Erico señaló 40, sumando 83 en las dos temporadas. En total, en el fútbol argentino, señaló 293 goles. Es el máximo goleador de la historia. Independiente bicampeón del 38 y 39 fue el equipo récord con 219 goles, con un promedio de 3,59 por encuentro el primer año y poco más de 3 en el otro. Ganó doce partidos consecutivos, 10 en la segunda rueda de 1938: 2-1 a Gimnasia, 5-0 a Talleres (RE), 3-2 a Racing, 4-1 a Huracán, 2-0 a Vélez, 9-2 a Chacarita, 4-0 a Boca, 5-0 a Platense3-1 a Estudiantes y 8-2 a Lanús y los dos primeros de 1939: 2-0 a Boca y 4-1 a Estudiantes (fue récord del profesionalismo hasta 2001 cuando lo superó San Lorenzo con 13). También en 1939, estuvo invicto en diez partidos como visitante: le ganó 4-1 a Tigre, 5-2 a Atlanta, 1-0 a Estudiantes, 2-1 a Lanús, 3-1 a Vélez, 3-2 a River , 5-0 a Gimnasia, 3-1 a Argentinos (Q), 3-0 a San Lorenzo y 2-0 a Platense. Fue el mejor modelo de fútbol ofensivo. Cuando los tres delanteros centrales entraban en juego, era una fiesta. Un deleite para la vista. La gambeta de De la Mata, la enorme inteligencia de Sastre , la velocidad de los punteros y las acrobacias de Erico. Un recital de fútbol, con el gusto de los argentinos, hinchas o no de Independiente. Bien a la nuestra.

/// Clarín Deportivo 16 23/3/2002 SAN LORENZO LOGRO EL PRIMER TITULO PROFESIONAL CON UNA FORMACION PODEROSA

Los Gauchos de Boedo La sociedad del brasileño Petronilho de Brito con Diego García construyó un fútbol de ataque capaz de superar todos los obstáculos. Definió el campeonato con una impactante serie de éxitos en el último tramo del torneo. Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Después del gran éxito que había logrado River con la contratación de Bernabé Ferreyra, en 1933, la mayoría de los clubes quiso tener un artillero, con características similares a las del Mortero de Rufino. Independiente contrató a Hugo Lamanna, de Talleres de Remedios de Escalada; Racing, a Evaristo Barrera; y Vélez, a Agustín Cosso. La excepción fue San Lorenzo, que trajo desde Brasil a un centrodelantero exquisito: Petronilho De Brito. Lo acompañaron dos compatriotas: Teixeira y Ramón, que jugaron apenas unos partidos. También a dos paraguayos: Brizuela, quien había actuado en Chacarita, y Achinelli, incorporado luego de haber actuado las primeras cinco fechas para Atlanta. Con Diego García, quien venía del amateurismo, como hábil conductor de la línea atacante, que completaban Gabriel Magán, Genaro Canteli y Arturo Arrieta, se conformó un equipo de gran jerarquía que le dio a San Lorenzo el primer título profesional y que recibió el bautismo de Los Gauchos de Boedo. No fue fácil el comienzo del torneo para San Lorenzo. En la primera fecha, que deparó un récord para el fútbol profesional con una recaudación total que superó los 72.000 pesos, el equipo apenas pudo empatar con Lanús, en El Gasómetro de Avenida La Plata 1-1. Y peor fue la goleada que recibió en el partido siguiente frente a River por 7-1, en Avenida Alvear y Tagle, con 4 goles de Bernabé. Pero a partir de la tercera fecha ganó dos clásicos consecutivos y comenzó la recuperación: el primero frente a Racing, como local 2-0, la tarde en que Petronilho marcó su primer gol en el fútbol argentino; y el segundo, ante Huracán, como visitante, por 2-1, con tantos de Magán y Diego García. De todos modos, el camino al título fue muy complicado porque ya asomaba El Expreso de Gimnasia y Esgrima La Plata como equipo sensación. Al finalizar la primera rueda, El Expreso lideraba las posiciones con 27 puntos, perseguido por los cinco grandes: San Lorenzo a dos puntos, River y Boca, con 23 y Racing e Independiente, 22.. La declinación de Gimnasia comenzó con algunos fallos polémicos de los árbitros. En la 28a fecha San Lorenzo y Gimnasia jugaban un partido decisivo en la lucha por el título. El árbitro Rojo Miró, con dos fallos polémicos (un claro penal favorable a los platenses lo cobró afuera y convalidó un gol para San Lorenzo cuando la pelota no había traspuesto la línea), fue el factor de desencadenante de un hecho histórico en el fútbol argentino: los jugadores de Gimnasia se sentaron en la cancha y se limitaron a sacar del medio cada vez que un rival convertía el gol. El juez lo paró cuando iban 7-1. En la 32a. fecha se enfrentaban San Lorenzo y Boca en el Gasómetro, en un encuentro que podía ser decisivo. Esa tarde se registró una concurrencia excepcional y hubo récord de público (45.441 entradas vendidas; 39.521 oficiales y 5920 populares) y de recaudación: 51.569 pesos. Con goles de Petronilho y Canteli ganó San Lorenzo 2-0. Pero en la fecha siguiente, perdió con Independiente 1-0 en el último minuto, en tanto que Boca superaba 3-1 a Lanús. Faltando una fecha, Boca estaba puntero y San Lorenzo, segundo, a un punto. San Lorenzo le ganó a Chacarita 1-0, con un gol de Diego García, pero debía esperar que terminara el clásico River-Boca, en la cancha de

Avenida Alvear, donde dos años antes los boquenses habían dado la vuelta olímpica. River se había puesto en ventaja con un gol de Bernabé, y a los 15 minutos, Nolo Ferreira puso el 2-0. Pero apenas iniciado el segundo tiempo marcó un gol de Boca, del zaguero Cuello en contra. Los hinchas de San Lorenzo se quedaron sufriendo, prestándole más atención al tablero de la revista Alumni que a lo que se estaba disputando en el campo. Bernabé hizo el tercero y el festejo se prolongó hasta la madrugada. Luego se conocieron los detalles de aquel clásico en el que River se vengó de su rival histórico. Ferreyra marcó a los 3 minutos y enseguida River se quedó con un jugador menos por una fractura que sufrió el defensor Basílico. Peucelle pasó a jugar de back y fue la figura de la cancha. San Lorenzo logró el primer título profesional con un estilo pujante y una célebre delantera con dos formidables talentos: Petronilho de Brito y Diego García, complementados por Magán, Canteli y Arrieta. Un equipo que hizo historia.

/// Clarín Deportivo 16 13/4/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO: APARECIERON MORENO Y PEDERNERA, DOS GRANDES ENTRE LOS GRANDES, Y RIVER FUE BICAMPEON

Dos títulos, puro fútbol Fue una doble consagración en la que se combinó la riqueza técnica de dos jóvenes que llegaron para quedarse con la capacidad goleadora del gran Bernabé Ferreyra, la sapiencia de Carlos Peucelle y el valor de Renato Cesarini. -------------------------------------------------------------------------------- Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Carlos Roldán es un nombre que muy pocos recuerdan en River . Si embargo, fue fundamental en el engrandecimiento del club. Pariente del poeta Belisario Roldán y apasionado por el fútbol, fue llevado por Carlos Peucelle para que se hiciera cargo de las divisiones inferiores al principio del profesionalismo, cuando los juveniles no eran tenidos en cuenta por los clubes poderosos. De hecho, River había comprado al propio Peucelle y un año después, en 1932, ganó el mote de Millonarios pagándole 35.000 pesos a Tigre por La Fiera Bernabé Ferreyra. Y esa temporada ganó su primer título con los goles de Bernabé y la inteligencia de Peucelle, un auténtico director técnico dentro de la cancha. La política de realizar grandes contrataciones continuó, pero a partir de los jóvenes que fue modelando Roldán aparecieron futbolistas excepcionales y River cambio la imagen institucional y sus inferiores se convirtieron en modelo en el mundo. En 1935, en una gira por Brasil, debuta en primera José Manuel Moreno. Y luego, el 28 de julio, es ascendido frente a Ferro (1-1), con apenas 16 años, Adolfo Pedernera, dos de los mayores talentos que dio el fútbol argentino en su historia. Con ellos se conformó una delantera increíble: Carlos Peucelle, Renato Cesarini, Bernabé Ferreyra, José Manuel Moreno y Adolfo Pedernera.

El torneo de 1936 sufrió una nueva modificación: se jugaron dos campeonatos (Copa de Honor y Copa Campeonato) y los ganadores se medirían en un partido (llamado Copa de Oro) del que saldría el campeón. San Lorenzo ganó la Copa de Honor y River la Copa Campeonato. En la final se enfrentaron en la cancha de Independiente, con una recaudación de $ 30.742 y con el arbitraje de Bartolomé Macias. Ganó River 4-2, con goles de Cesarini, Pedernera, Bernabé Ferreyra y Chividini en contra. Para San Lorenzo marcaron Pantó y Canteli. River se consagró campeón por segunda vez en el profesionalismo cambiando su actitud institucional. Al año siguiente, por primera vez en el profesionalismo, River no hizo grandes contrataciones. El equipo estaba armado y seguían apareciendo pibes de las inferiores de Roldán, en las que también tenía una gran influencia los consejos siempre atinados de Carlos Peucelle, que siendo jugador ya comenzaba a preocuparse por el destino de los juveniles. Barullo, como le decían a Peucelle, fue uno de los primeros jugadores polifuncionales de nuestro fútbol. En una época en la que no había cambios, cuando un jugador se lesionaba, allí iba Peucelle. Su cancha no se limitaba en la línea de cal. Fue el pionero de los punteros en dejar la raya y volantear para ayudar defensivamente. Renato Cesarini volvía de Italia y en muchos partidos como interior derecho jugó Eladio Vaschetto, un jugador de gran dinámica. Mientras que Renato jugó en casi todos los puestos. En el centro del ataque, El Mortero de Rufino seguía con su fantástica cuota goleadora y Moreno y Pedernera deslumbraban con su habilidad y atrevimiento juvenil. En 1937 la AFA volvió al antiguo sistema de dos ruedas todos contra todos. La campaña de River fue magnífica, de manera especial en la segunda rueda. De los 17 partidos que jugó ganó 15, empató 1 (4-4, con Racing) y perdió 1 (con Huracán 5-2), éstos dos en el Monumental. Pero ganó los ocho encuentros que disputó como visitante. El River de 1937 logró igualar el récord que había conseguido Boca en 1935, conquistando 58 puntos sobre 68, con un promedio de 85,3 por ciento de los puntos en disputa. Aquel River bicampeón era un deleite para la vista. Tenía la enorme jerarquía de sus individualidades. Se apoyaba en una segura defensa y la calidad de José Pepe Minella en el mediocampo y un ataque histórico, con dos de sus jugadores, quienes luego tuvieron una gran importancia en la formación de La Máquina, un equipo revolucionario del fútbol mundial: Renato Cesarini y , fundamentalmente, Carlos Peucelle.

/// Clarín Deportivo 16 6/4/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO: LAS CONSAGRACIONES DE 1934 Y 1935 CERTIFICARON EL LUGAR DE BOCA EN EL FUTBOL NACIONAL

Bicampeón inolvidable Un ataque lujoso fue la clave para celebrar en 1934, con Varallo, Benítez Cáceres y Cherro. En 1935, llegó Domingos Da Guía a la defensa y todo fue brillo. Para muchos, ése fue el mejor equipo del club en la historia. -------------------------------------------------------------------------------- Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Boca tuvo el privilegio de ser el primer campeón de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), cuando se logró la fusión, en 1934, con la Asociación amateur (ya había sido el último del amateurismo y el primero del profesionalismo). La característica de ese equipo de 1934 fue que tuvo un ataque brillante y contundente (marcó 101 goles) y una defensa a la que le convirtieron nada menos que 62 goles. Pero un año después, recuerdan los más veteranos hinchas boquenses, aquel de 1935 fue uno de los mejores equipos de la historia del club. Boca mantenía el poderío que traía del amateurismo. Con un arquero de gran jerarquía: Juan Elías Yustrich, el Pez Volador; una pareja de backs brasileños, Moisés y Bibí quienes no se distinguían por la técnica. Eran expeditivos y recios. En la tercera fecha de 1934, debutó un chiquilín llegado desde Bahía Blanca. Ernesto Lazzatti, a quien apodaron El Pibe de Oro, una de las grandes ídolos de todos los tiempos con la casaca boquense. Se convirtió en el equilibrio del equipo y a favor de su inteligencia permaneció más de quince años como símbolo del club. Con Arico Suárez jugaban casi de memoria en el medio campo. El ataque era demoledor, con un trío excepcional: Francisco Varallo (el máximo goleador del club en toda su historia), el paraguayo Delfín Benítez Cáceres y Roberto Cabecita de Oro Cherro, el gran estratega. Benítez Cáceres llegó por un hecho doloroso que enfrentó a dos países latinoamericano: la Guerra del Chaco entre paraguayos y bolivianos. En 1932 jugó en la primera rueda frente a River, pero pasó casi inadvertido. Sin embargo, en la segunda ronda en el clásico marcó dos goles que le dieron la victoria frente a River, Ese día se recibió de ídolo. Lo llamaron El Machetero, como homenaje a los que abrían picadas en el corazón de la selva paraguaya. También Boquerón, un fortín que resistió heroicamente en la guerra contra los bolivianos. Jugando para Boca marcó 108 goles, lo que lo ubica cuarto entre los primeros goleadores del club. El torneo de 1934 se jugó en tres ruedas, pero la experiencia no dio resultados y al año siguiente se volvió al viejo sistema de partido y revancha. La contratación del zaguero brasileño Domingos da Guía fue todo un acierto. Apenas jugó su primer partido en Boca se convirtió en uno de los jugadores más respetado por la hinchada. Con una depurada técnica, Domingos fue campeón en Brasil con Vasco da Gama y Flamengo, en Uruguay con Nacional de Montevideo, y con Boca, donde fue uno de los backs centrales que mejor recuerdo dejó. Ese mismo año, desde Chacarita, llegó Víctor Miguel Valussi, El Maestro. Con esa pareja de backs, Boca mejoró mucho defensivamente y le marcaron sólo 31 goles.El resto del equipo fue casi el mismo, con Benítez Cáceres (24) y Varallo (23) convirtiendo 47 de los 98 goles del campeón. En el bicampeonato, apenas les faltó un gol para completar los 200. La segunda fecha del torneo de 1935 marcó el enfrentamiento entre San Lorenzo y Boca, en el Gasómetro de la Avenida La Plata. Se recaudaron 50.554 pesos por la venta

de 43.379 entradas y Boca ganó 1-0. En la quinta fecha se disputó el superclásico y fue la confirmación de la paternidad que ejerció Boca esos años sobre River. Con gol de Roberto Cherro, ganó 1-0 y sumó el cuarto triunfo consecutivo. Desde la implantación del profesionalismo, habían jugado 10 partidos, de los que Boca llevaba ganados siete y River sólo uno. Boca luchó hasta el final con Independiente. Empataron en la penúltima fecha en Avellaneda, lo que le permitió mantener a Boca tres puntos de ventaja, que conservó al superar a Tigre y a Talleres en las dos fechas finales. Boca de 1935 fue lujoso y de una gran eficacia. Se convirtió hasta entonces en el equipo récord del fútbol argentino con el 85,29 por ciento de los puntos en disputa: 58 sobre 68. Los viejos boquenses, quienes superaron los 75 años, todavía dicen que fue el mejor de todos.

/// Clarín Deportivo 16 30/3/2002 EL EXPRESO PLATENSE DEJO SU MARCA CON ACTUACIONES MEMORABLES

Un tren lleno de fútbol Pudo ser el campeón de 1933, pero lo perjudicaron claramente los arbitrajes de un tiempo en el que no parecía posible que el título no se lo llevara un equipo grande. Igual, dejó un recuerdo que permanece a través del tiempo. -------------------------------------------------------------------------------- Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Fue uno de los grandes equipos de la historia de nuestro fútbol. Y este reconocimiento se agiganta porque al término de la temporada 1933 ocupó el cuarto lugar, detrás de San Lorenzo, Boca y Racing. Pero a Gimnasia y Esgrima La Plata lo perjudicaron tanto los arbitrajes, de manera especial en la segunda rueda, que declinó no sólo en lo futbolístico: también en lo anímico. Pero la gran calidad de su juego y algunas actuaciones memorables quedaron grabadas para siempre. El diario Crítica lo bautizó El Expreso Platense "porque —señaló el vespertino de Natalio Botana— es un tren que arrasa todo lo que se le pone enfrente y logra encumbrarse con los poderosos". Pero esos poderosos ya manejaban intereses y no les interesaba que un equipo chico fuera campeón en el profesionalismo. El Expreso era un equipo con gran equilibrio y algunos jugadores brillantes. En el fondo, contaba con la gran experiencia de Humberto Recanatini, legendaria figura de la Selección en el amateurismo, que utiliza un gorro blanco denominado Gath & Chaves, el nombre de la tienda que los popularizó. Hacía pareja con Delovo. En la línea media, las tres M: Oscar Montañez, Jose María Minella y el uruguayo Angel Miguens. Minella era un centrohalf de estilo clásico, con buen manejo y mejor técnica. El ataque era comandado por Arturo El Torito Naón, quien en esa temporada convirtió 33 goles, uno menos que Francisco Varallo, el goleador del torneo. Naón era habilidoso y tenía una enorma capacidad goleadora. En la punta derecha, Tomás González. Palomino era el insider derecho y Zoraza el creativo. Morgada era un puntero veloz e inteligente. El equipo debutó con cinco triunfos consecutivos, empató con Ferro sin goles como visitante, siguió la racha con otras dos victorias (Atlanta y Talleres) y en la novena fecha le dio un baile fenomenal a Boca, le ganó 5-2. Dos semanas después se impuso a San Lorenzo 4-2. Finalizó la primera rueda puntero con 27 puntos, dos más que San Lorenzo y cuatro más que Boca y River. Los dirigentes habían prometido un premio si ganaban la primera mitad del torneo, pero no cumplieron y los jugadores se declararon en huelga la semana previa al enfrentamiento clásico con Estudiantes. Ninguna de las dos partes cedió y Gimnasia salió con la Segunda. A 7 minutos del final, Del Prete le dio la histórica victoria a Gimnasia. Lo paradójico fue que a la semana siguiente volvieron los titulares y perdieron con Vélez 2-0. El equipo que dirigía el húngaro Emérico Hirschl siguió ganando y se encaminaba al título. En la fecha 26a. le llevaba dos puntos a Boca y debía enfrentarlo en La Bombonera. A los 23 minutos ganaba El Expreso 2-0, con goles de Morgada y Echevarrieta. Descontó el paraguayo Benítez Cáceres. En el segundo tiempo, el árbitro De Dominicis inventó un penal para Boca, que convirtió Varallo. Y casi enseguida, el juez convalidó el tercer gol de Boca, convertido por Nardini en clara posición adelantada. El juez De Dominicis fue expulsado de la Liga por su lamentable arbitraje. Luego de ganarle a Independiente 2-1, en La Plata, Gimnasia debía enfrentar a San Lorenzo como visitante. Al equipo de Boedo se le presentaba la posibilidad de acceder

al primer puesto por primera vez en el torneo. Más de 50.000 personas colmaron el Gasómetro de la Avenida La Plata. Petronilho puso en ventaja a San Lorenzo y antes de que finalizara el primer tiempo igualó Minella. A los 6 minutos del segundo, Petronilho puso el 2-1. Buscaba el empate el equipo visitante y apareció la figura de otro árbitro: Rojo Miró. En un claro penal cometido un par de metros dentro del área de San Lorenzo, el juez otorgó un tiro libre favorable a Gimnasia, pero fuera de los límites del área. En un contraataque, Diego García remató al arco. Herrera atajó en lo alto. La pelota fue mantenida por el arquero fuera de la línea del gol. Pero ante el estupor de todos, Rojo Miró decretó el gol. Los jugadores de Gimnasia dieron origen a un hecho histórico: se sentaron en la cancha y dejaron que los jugadores de San Lorenzo convirtieran sin oposición. Fue la primera huelga dentro de un campo. El juez paró el partido en 7-1. Gimnasia perdió ocho de los nueve últimos partidos que jugó como visitante. Los poderosos no querían un chico campeón. Pero igual, El Expreso hizo historia.

La cifra -------------------------------------------------------------------------------- 33 goles son los que marcó Arturo Naón en el torneo. El Torito hizo uno de cada tres goles de Gimnasia, que señaló 90. En esa época Naón tenía 20 años y en el Lobo jugó hasta 1934. Luego de pasar por San Lorenzo y Racing, retornó en 1939 hasta 1943. Anotó 95 goles en 97 partidos y es el máximo goleador de Gimnasia en el profesionalismo.

/// Clarín Deportivo 16 16/3/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO: FUERON "LOS PROFESORES" POR SU CALIDAD Y NO NECESITARON SER CAMPEONES PARA QUEDAR EN LA MEMORIA

La cátedra del fútbol Aquel Estudiantes tuvo un juego de alto vuelto basado en atacar levantando paredes y en reivindicar el buen gusto en cada partido. Nunca ganó un título pero dejó nombres históricos como Lauri, Scopelli, Zozaya, Ferreira y Guaita. -------------------------------------------------------------------------------- Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN. Pasaron a la historia como Los Profesores de Estudiantes. No necesitaron ser campeones para ganarse la admiración de los amantes del buen fútbol en la transición del amateurismo a la era profesional. Para el inolvidable periodista Felix Daniel Frascara fue "la mayor expresión de arte colectivo sobre una cancha". Su quinteto atacante lo integraron Miguel Angel Lauri (apodado Flecha de Oro), Alejandro Scopelli (el Conejo), Alberto Zozaya (Don Padilla), Manuel Nolo Ferreira (el Piloto Olímpico) y Enrique Guaita (el Indio). Cada actuación de esa delantera era una clase de cómo jugar al fútbol. Pero también sus defensores (Scandone; Nery y Rodríguez; Viola, Uslenghi y Pérez Escalá o Raúl Sbarra) hacían honor al apelativo. La formidable delantera se juntó en 1930. Scopelli fue el único que se inició en las inferiores. Pronto se le acopló Nolo Ferreira, quien llegó desde Trenque Lauquen. Luego se incorporó Lauri, nacido en Zárate, criado en el Berisso de los matarifes. De

Entre Ríos llegaron Zozaya y Guaita. En el último torneo amateur fueron subcampeones y en el primero profesional salieron terceros, detrás de Boca y San Lorenzo. "No fuimos campeones por los malos arbitrajes", se quejó años después Alejandro Scopelli, con el tiempo uno de los técnicos argentinos con mayor repercusión en Europa, autor de "Hola Míster", uno de los libros pioneros de la bibliografía del fútbol. En ese 1931 tuvo la delantera más goleadora, con 104 tantos y máximos artilleros: Zozaya señaló 33 goles y Scopelli 31. En 1932 finalizó sexto, con un gol menos que River, que fue el campeón. Eran tiempos de goleadas (7-0 a Chacarita, 8-0 a Lanús y a Ferro, 6-1 a Atlanta) y batacazos (5-2 a Independiente y 4-1 a Boca). El cerebro del equipo era Nolo Ferreira. Lo llamaron "El Piloto Olímpico" porque ocupó el puesto de centrodelantero en los Juegos de Amsterdam, en 1928. Inteligente dentro del campo, era el referente de todos sus compañeros. Cuando se retiró ejerció el periodismo y fue enviado de Clarín al Mundial de 1954. "Era el verdadero director técnico. Ordenaba y creaba jugadas que luego ensayábamos en los entrenamientos", dijo Zozaya de él. Con Scopelli, Don Padilla ensayaba combinaciones que luego se llamaron paredes. "Puede asegurar que nosotros no solamente la levantábamos sino que las revocábamos" recordó Zozaya de sus encuentros en el área con el Conejo. Para Ferreira, su compañero Zozaya fue "uno de los grandes cabeceadores de todos los tiempos. Al principio tuvo dificultades porque tenía una táctica distinta a la nuestra, Poco a poco se fue adaptando y se convirtió un goleador excepcional". Lauri era un puntero veloz, que desbordaba y siempre metía el centro preciso. Guaita era potencia y velocidad. La delantera se desintegró cuando Lauri, Scopelli y Guaita se fueron a Europa. El Indio fue campeón como oriundo con la selección italiana en 1934 y Scopelli también jugó en la azzurra. Lauri ganó un título en el fútbol francés con Souchaux. Zozaya pasó a Bella Vista de Montevideo por un breve lapso y finalizó su campaña en Racing. Fue director técnico de Benfica de Portugal. Nolo Ferreira fue el único que no jugó en el exterior, pero actuó dos temporadas en River, en tiempos de Carlos Peucelle, Bernabé Ferreyra y Renato Cesarini, nada menos. Nunca fueron campeones. En 1931 les faltó regularidad. Perdieron con Tigre, Argentinos Juniors y Atlanta -que iba último- partidos increíbles. Pero igual pasaron a la historia como un gran equipo con una de las delanteras más brillantes de todos los tiempos. Cada presentación era una cátedra y por eso los llamaron Los Profesores.

/// Clarín Deportivo 16 9/3/2002 LOS GRANDES EQUIPOS DEL PROFESIONALISMO: EL CAMPEON QUE TRAJO EL FUTBOL DEL AMATEURISMO

El primero de la historia Rodeado de una popularidad inmensa, Boca se llevó el primer título del profesionalismo con una formación en la que se mezclaban un símbolo como Tarasconi, un estratega como Cherro y un goleador como Varallo. -------------------------------------------------------------------------------- Pedro Uzquiza y Oscar Barnade. DE LA REDACCION DE CLARIN Boca puede mostrar con orgullo haber sido el último campeón del amateurismo y el primero de era profesional. Y no fue casual. Desde su regreso de gira por Europa, en 1925, ganó una enorme popularidad y sus equipos eran admirados por la calidad de su juego y la técnica de sus jugadores. Fue campeón en 1926 y, tras la unificación al año siguiente, comenzó a competir con los todos los grandes (hasta ese momento su rival de jerarquía era Huracán). En 1930 fue brillante campeón con una estadística para el asombro: jugó 35 partidos, ganó 29, empató 3 y perdió los 3 restantes. Logro 113 goles a favor (3,23 por partido) y sólo 33 en contra. Con la instauración del profesionalismo, Boca reforzó el equipo. Quería continuar con los éxitos logrados en la década del 20. Llegaron Domingo Fosatti, el arquero quien tenía la obligación de ser el sucesor de Américo Tesoriere; Armando Dedovich, Cataldo Spitale, Juan Evaristo, el cordobés Florentino Vargas y, desde Gimnasia y Esgrima La Plata, Francisco Pancho Varallo, que con el tiempo se convertiría en el máximo goleador de la historia boquense. Se agregaron a quienes habían logrado el último título amateur: Alejandro Mena, Ludovico Bidoglio, Ramón Mutis, Luis Strada, Gerardo Moreyras, Manuel Fleitas Solich, Pedro Arico Suárez, Cayetano Silenzi, Arturo Beghe, Donato Penellas, Miguel Angel Nardini, Domingo Tarasconi, Manuel Trujillo, Esteban Kuko, Roberto Cherro, Mario Evaristo y Antonio Américo Alberino. Con esos nombres se armó el primer gran equipo del profesionalismo. Sin embargo, la iniciación del campeonato no fue auspiciosa. En la primera fecha, frente a Chacarita, Boca había despertado una gran expectativa. Apenas pudo empatar sin goles. Y en la segunda tuvo que viajar a La Plata para enfrentar a Gimnasia. Perdió 3-2. Pero a partir de esa derrota la actitud del equipo cambió. Francisco Varallo recordó en una charla con Clarín que "el factor decisivo de la transformación del equipo fue una sugerencia de Roberto Cherro. A mí me habían llevado como goleador, pero en los primeros partidos me pusieron de insider derecho. Me costaba llegar al área. Roberto, que era un jugador excepcional y una gran persona, me dio esa posibilidad y comencé a marcar goles". En la cuarta fecha, ante Lanús, El Cañoncito Varallo marcó su primer gol en Boca. Aquel campeón de 1931 tenía la solidez un casi legendaria pareja de backs: Bidoglio y Mutis.En la línea media, Juan Evaristo o Moreyras eran los half derechos; Spitale, primero, y Silenzi, después, los centrehalf y Pedro Arico Suárez, un formidable jugador nacido en España, a quien apodaban "La Gallega", y había integrado la Selección que jugó el Mundial de 1930, el half izquierdo. El ataque era contundente. Roberto Cherro era el gran estratega, Tarasconi fue un símbolo y Varallo un goleador implacable. El enemigo fue Estudiantes, equipo al que denominaban "Los Profesores", que lo goleó en La Plata 4-0, la tarde en que además de la goleada en contra los boquenses tuvieron la amargura de que uno sus ídolos: Ludovico Bidoglio, al chocar con Zozaya, sufrió una lesión, que lo marginó definitivamente de las canchas.

Boca se dio el gusto ese año de ganarle los dos clásicos a River, el primero en el Tribunal (se suspendió cuando iban 1-1) y el segundo, con el doble halago de golearlo 3-0 (Alberino, Mutis y Varallo) y darle la vuelta olímpica en el estadio de su rival de siempre, en Avenida Alvear (hoy del Libertador) y Tagle. Para hacer más historia.

La cifra: 27 goles -------------------------------------------------------------------------------- Francisco Varallo fue el goleador del campeón, pero los 27 goles no le alcanzaron para quedar primero en la tabla de goleadores. Fue superado por Alberto Zozaya (33) y Alejandro Scopelli (31), los dos de Estudiantes. Sin embargo, Pancho con el tiempo se convertiría en el máximo goleador de la historia de Boca, con 180 goles.