San Juan de Payara, apuntes para su historia (Oldman Botello)

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En las presentes páginas, se esbozan los preliminares y la fundación del pueblo de la misión de Payara, va dirigido especialmente a las nuevas generaciones de payareños y estudiantes. San Juan de Payara es el tercer pueblo fundado en Apure (antes estuvo San Carlos del Meta, que no prosperó y San José de Leonisa de Cunaviche en 1768) Todos fundados por los misioneros capuchinos españoles.

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SAN JUAN DE PAYARAapuntes para la historia

Oldman Botello

Fundación Editorial El Perro y La RanaRed Nacional de Escritores de Venezuela

Imprenta de Apure 2010Colección: El Apure de siempre / Serie Roja - Crónica

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San Juan de Payara, apuntes para la historia©Oldman Botello

Colección El Apure de siempre, Serie Roja - Crónica

©Fundación Editorial El perro y la ranaSistema Nacional de Imprentas

Red Nacional de Escritores de Venezuela ISBN: 978-980-14-0Depósito Legal: lf-4022010

Edición: Sistema Nacional de Imprentas - Capítulo Apure

Diagramador: Juan Carlos VillotaOperario: Arturo F. RodríguezCorrección: Felix Pérez

Portada: Panorámica

[email protected]

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“A veces saltaban payaras sobre la embarcación: largos colmillos para el susto

de no morder a nadie. Pero nos sentíamos orgullosos de ser

payareños con ese tótem-pez, con ese tótem-río que nos convertía

en hombres a través de las olas en cada remolino y en los peligros

que se vencían metro a metro, en la certeza de esa pequeña victoria

sobre las aguas turbulentas”.

Palabreus

José Vicente Abreu

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Oldman Botello

Introducción

El Bajo Apure es la porción de esa entidad llanera ve-nezolana donde van a drenar con rumbo hacia el Ori-noco la mayoría de los grandes ríos y caños que nacen en la cordillera Andina. Zona inundable en el período lluvioso es inmensamente rica en tierras planas y con suficiente agua para la cría vacuna y de otras especies.

Los ríos que discurren por esa zona son el Apure, Arauca, Capanaparo, Cunaviche, Meta, Río Claro, Pa-yara y otros menores que convierten a los pueblos ribe-reños en una Mesopotamia. Los pobladores españoles, desde 1765 comenzaron una tozuda actividad para re-conocer, conquistar y poblar esos llanos bajos apropia-dos para la ganadería. Vencieron o redujeron a los indí-genas de las etnias Yaruros, Guajibos, Otomacos y otras. Pionero de esa actividad fue un español de Burgos, don Sebastián Sánchez Veles de Mier y Terán, a quien apo-daron desde entonces y hasta nuestros días El Rubio, que llegó hasta los confines del Meta. Pero también se debe poner de relieve la intrepidez de un capuchino, fray Gerónimo de Gibraltar; se internó por su cuenta y riesgo hacia el Meta al que pensó haber llegado primero pero no fue así. El Rubio anduvo primero. Desde 1758 comenzó la formación de los primeros latifundios en esa zona apureña, primero Mier y Terán y luego una gran cantidad de hateros venidos de Calabozo y de San Jaime, antiguo pueblo barinés que fue “cabeza de playa” para la penetración a los llanos del otro lado del Apu-re. San Juan de Payara es el tercer pueblo fundado en Apure (antes estuvo San Carlos del Meta, que no pros-peró y San José de Leonisa de Cunaviche en 1768). To-dos fundados por los misioneros capuchinos españoles.

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San Juan de Payara, apuntes para la historia

En las presentes páginas esbozamos los preliminares y

la fundación del pueblo de misión de Payara, dirigido fun-damentalmente a las nuevas generaciones de payareños y apureños en general y a los estudiantes. Sea patente la pala-bra de agradecimiento al artista José Gregorio González y a los integrantes de la Imprenta Regional de Apure por acep-tar incluir en su colección este modesto trabajo; al licencia-do Elisur Lares Bolívar, Cronista de Achaguas, por la gentil colaboración y al periodista José Aloise Abreu Rincones.

Maracay, diciembre de 2008

OLDMAN BOTELLO

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Oldman Botello

CAPITULO I

Aspectos geográficos y político-administrativos

San Juan de Payara, cabecera municipal forma parte de la zona llamada Bajo Apure. Cercana a varios ríos y ca-ños como el Payara, el Cotayo y otros que han permitido en todos los tiempos el asentamiento humano en la zona. San Juan de Payara estuvo adscrito al antiguo distrito San Fernando hasta su autonomía y le correspondieron como parroquias los pueblos de Cunaviche y Puerto Páez.

Situación astronómica:

Latitud Norte 07º 38’ 56’’ Longitud Oeste 67º 36’ 14’’Altura 47,54 msn/m medidos en la plaza BolívarSuperficie: 512 Km 2

Clima: El clima del área en estudio es tropical de sabana con temperaturas medias de 27.5º C comunes a los llanos del sur.

Límites. La parroquia San Juan de Payara tiene los siguien-tes límites:

Norte: Con el municipio San Fernando por el caño de La Piedra, aguas abajo, desde el hito situado en el sitio donde lo cruza el camino que une a los fundos Los Caños y Los Cujíes hasta encontrar un brazo que une el caño La Piedra con el río Payara, en el sitio denominado Paso de Piedra y donde existe un hito; continúa por dicho brazo hasta el río Payara, por el cual sigue aguas abajo hasta el hito situado al sur de la laguna La Crinuda.Sur: Limite con la parroquia Cunaviche por el lindero nor-

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te de la misma, comprendido dicho lindero entre la des-embocadura del caño Cañafístola en el río Arauca y la bifurcación del mismo río Arauca para formar los caños Boralito y Caño del medio.

Este: Limita con el municipio San Fernando, con una línea recta y rumbo suroeste, que partiendo desde el hito…..Pa-yara al sur de la laguna La Crinuda, siguiendo hasta llegar a la desembocadura del caño Cañafístola en el río Arau-ca.

Oeste: Con el municipio Achaguas por una línea recta con rumbo norte, que partiendo del nacimiento de los caños Boralito y Caño del Medio, termina en el caño La Piedra, en el sitio donde es cruzado por el camino que une a los fundos Los Caños y Los Cujíes y el cual está indicado por un hito, punto de partida.Población en los censos de 1873 a 2001 Los diversos censos oficiales registrados en el país han asignado a San Juan de Payara, bien sea como distrito, municipio, parroquia y finalmente municipio autónomo, así como a su capital, la siguiente población:

AÑO MUNICIPIO PUEBLO 1873 1.059 Había 180 casas 1926 1.436 1936 2.403 1941 2.541 294 1950 2.697 492 1981 11.435 3.654 1990 19.616 6.729 2001 23.324 8.976

Fuente: Censos Oficiales

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Se determina entonces el sostenido crecimiento del muni-cipio y del pueblo a través de los años. Casi sesenta años atrás, en 1950 apenas había en el pueblo 492 habitantes, treinta años después subió a 3.654 en el Censo de 1981 y en el último de 2001, continuó el ascenso hasta situarse en la cifra de 8.976 habitantes.

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CAPÍTULO II

Las culturas prehispánicas: Otomacos y Yaruros.Conquista y ocupación del Bajo Apure.

Los primeros hatos.

El Bajo Apure, hasta el Capanaparo y el Meta fue ob-jeto de una incesante exploración por los conquistadores primero y luego por los misioneros capuchinos andaluces que iban en procura de los indigenas dispersos para redu-cirlos a centros poblados. No obstante, los fundados más allá del Cunaviche, hacia el sur, no prosperaron por diver-sas circunstancias, no así los ubicados al sur del río Apure como San José de Leonisa de Cunaviche, San Fernando de Apure, San Rafael de Atamaica, Santa Bárbara de Acha-guas, Santa Bárbara de Arichuna. Otros, como San Carlos del Meta y San José de Arauca no se consolidaron a pesar de la importancia del primero como punto de enlace de los viajeros hacia Rio Negro o Amazonas venezolano.

Los Otomacos, Yaruros, Guamos y Taparitas no fueron presa fácil para ser reducidos. Se mostraron remisos y fue-ron violentos para defender el territorio que les dejaron sus mayores. Pero paulatinamente fueron despojados de la tierra mientras españoles y mestizos avanzaban Apure adentro para fundar hatos mientras los evangelizadores hacían lo propio con la religión que trataban de inculcar a los indígenas obligándolos a olvidar sus costumbres an-cestrales.

La toponimia indígena está de manifiesto desde el

nombre del pueblo y sus inmediaciones: Payara (nom-bre de pez), Cotayo, Yuca (La), Arauca (viene de aruco o arauco, como le dicen el llano colombiano a esta ave), Apure (Apuresequito), Bucaral (caño; formación

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de árboles de bucare), Atamaiquita, Caujaral (congrega-ción de árboles de caujaro), Ceiba (La), Cunavichito, Guires (Los).

La incursión de blancos en el Bajo Apure

Hacia la quinta década del siglo XVIII se produjo la pri-mera incursión de blancos en lo que es hoy llamado el Bajo Apure. Fue el emprendedor cuanto tiránico Sebastián Sán-chez Vélez de Mier y Terán (a) El Rubio el primero en aven-turarse sin temor a los indígenas que habitaban a orillas de ríos y caños llaneros. Un documento hallado por el autor de este libro en el Archivo General de Indias en Sevilla lo expre-sa claramente: “antes del año de mil setecientos cincuenta y ocho emprendieron a su propia costa y con riesgo evidente de sus vidas y haciendo la pacificación y descubrimiento de las tierras del otro lado del Apure, así a la parte del Orinoco los que no se habían pisado hasta entonces por español al-guno...” (AGI. Caracas (399): 34v-35; Botello. 1998:14) In-mediato al caño La Yuca, en tierras araucanas y payareñas instaló el primer hato dentro de lo que constituiría poste-riormente el municipio Pedro Camejo. Lo llamó Belén de La Yuca, hoy La Rubiera (existe también otro hato fundado por él en el Guárico, La Cruz de Guariquito, La Cruz Rubiera o La Rubiera). En 1756, luego de su primera incursión perso-nal, envió a su gente a los nuevos territorios descubiertos: el capitán José Apolo Hurtado con varios peones y provisiones para continuar la exploración hacia el sur; a ésta siguió otra incursión en 1758 al mando del capitán Francisco Alvarez, Francisco de Silva, Juan Rodríguez y peones suficientes para continuar adelante. En 1759 son mensurados los terrenos de Belén de La Yuca: “...al poniente hasta donde se juntan los montes de Payara y Apure, donde sale el río Payara o se separa de dicho Apure, al oriente el médano de Palmasola. Total 27 leguas y 200 varas y de dicho médano no se pudo

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reconocer si el río de Payara está en el Apure, de donde salió porque el dicho Apure y también Payara corren al naciente por término de 16 leguas...” (Ibídem; Botello, 1988: 15)

Don Sebastián Sánchez fue el primero de su estirpe en llegar a Venezuela, donde cobró fama y leyenda. De espíritu emprendedor y aventurero, se hizo de una gran cantidad de tierras en los hoy estados Guárico, Apure y Barinas. El Rubio había nacido en Ruente (Burgos) a co-mienzos del siglo XV11I y murió en Caracas en 1773. Se opuso a la fundación de San Fernando de Apure alegando que la misión estaba dentro de su territorio.

Otros exploradores se fueron adentrando hasta las tie-rras del Arauca, Capanaparo, Cinaruco y Meta. Ocuparon la tierra, instalaron hatos, tuvieron esclavos, fomentaron la cría vacuna trayendo reses del Guárico, Barinas y Coje-des formando junto con El Rubio los primeros latifundios del Bajo Apure. Las tierras resultaron extraordinarias para la cría y a la vera de los hatos fueron progresando las misiones - que también tuvieron los suyos bajo la admi-nistración directa de los sacerdotes, no dejando de sur-gir irregularidades- a pesar de que algunos se oponían y obstaculizaban las misiones porque supuestamente per-judicaba sus intereses; querían estar solos en el territorio llanero para hacer lo que les antojase con los indígenas.No obstante debemos señalar que don Sebastián Sánchez no dejó de contribuir con sus propios caudales a la funda-ción de la misión de la Purísima Concepción de Payara.

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Un documento de 1775 menciona los hatos establecidos en la jurisdicción de Payara, al norte del Arauca: Sitio PropietarioSanta Lucía Francisco Sánchez Payara Esteban GutiérrezEl Toro Sebastián de Mier y TeránBelén Sebastián de Mier y TeránBegoña Fernando Domínguez San Francisco “ de los Delgado” San Juan Juan Mirabal San Félix “ herederos de Bernardo Mijares” El Socorro Antonio y Pedro Norberto MirabalFuente: Archivo General de la Nación. Diversos (XLVI)

En suma, se registraban 47 sitios de hatos grandes y pe-queños; añade el documento que había otros pequeños no incluidos en la relación estadística “...y se estaban fundando con ganados todos llevados de la banda norte del río Apu-re...”. (Ibídem)

Desde el año 1758 comenzaron a instalarse los hatos en el Bajo Apure y por ende a desarrollarse la actividad agrope-cuaria. Anota un escritor contemporáneo: “ La conformación del latifundio llanero estuvo asociada a la práctica de la ga-nadería extensiva, la cual requiere de vastas extensiones de tierra y rebaños numerosos de forma tal que el terrateniente puede asegurar una cantidad de animales capaz de garanti-zar cierto beneficio económico”. (Carvallo, 1985: 20)Se estaba fomentando desde mediados del siglo XVIII lo que constituiría la principal base de sustentación de la economía de Apure en todos los tiempos: la ganadería.

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La fundación de la Purísima Concepción o San Juan de Payara.

Una vez fundado San José de Leonisa de Cunavi-che, era imprescindible la reducción a centro poblado, a misión, de un notable grupo de indios gentiles, es de-cir, idólatras, que habitaban las riberas del río Payara y caños inmediatos como se observaba cuando los misio-neros y los españoles aposentados con sus hatos en el área se dirigían a sus respectivas fundaciones pecuarias.

Para la fundación del pueblo se escogió primeramente la orilla del río. Fue en 1769, a principios del año, en plena estación seca. No hay un documento de fundación sino las menciones en la correspondencia de los misioneros ca-puchinos andaluces que fueron los principales pobladores del Bajo Apure, instalando misiones, aprovechando la nu-merosa congregación indígena y la cercanía de los ríos de donde obtenían el sustento porque no eran agricultores.

El primero de esos documentos es una carta de fecha 26 de diciembre de 1769 enviada a España por el gober-nador de Venezuela don José Solano y Bote a don Julián de Amaga y allí le explica: “Viendo que en esta provincia ya no hay gentilidad, pues el pueblo más nuevo tiene veinte y siete años de reducción, resolví que el Padre Prefecto de los religiosos capuchinos andaluces enviase algunos de su comunidad a la reducción de la mucha gentilidad que hay del otro lado del río Apure, y en efecto se logró reducir y congregar a cuatro pueblos que se nombran: la Humildad y Paciencia en Camaguán, Atamay (sic por Ata-maica), San José de Cunaviche y la Purísima Concepción de Payara, de considerable número de gentiles”. (Archi-vo General de Indias. Caracas: 222 y Carrocera, 1972 (I) Cuando dice provincia, se refería Solano a la provincia de Venezuela, que gobernaba después de una exitosa admi-

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nistración en la gobernación de Guayana, contribuyendo a la fundación de numerosos pueblos en el actual estado Amazonas (el pueblo de Solano se llama así en su recuerdo).

Dichas fundaciones fueron aprobadas por Real Cédu-la fechada en San Lorenzo de El Escorial el 15 de octubre de 1770 y enviado algún dinero para contribuir a su soste-nimiento. (Ibídem: 1811) En otro documento que data de 1812, una carta del Arzobispo de Caracas Narciso Coll y Prat al Procurador de los capuchinos fray José Francisco de Caracas, le remite una lista de los pueblos de misión exis-tentes y señala: “La misión de la Purísima Concepción en el sitio de San Juan de Payara tiene de fundación cuarenta y seis años, por haberse fundado en el de 1769”.

¿Pero cómo fue la fundación? Correspondió el estableci-miento de la misión a fray Alonso de Castro, un joven de 33 años de edad y 6 en las misiones en Venezuela. Con 547 in-dígenas otomacos, yaruros, taparitas y guaranaes que logró re-unir se instaló a orillas del río Payara con tan mala suerte que el río creció hasta el médano donde se levantaba el pueblo y destruyó la misión y a la iglesia, después de los trabajos que costó traer la madera para su fábrica desde lejos, acompañado el sacerdote de los pobladores. En el templo subió el agua una vara cuando ya estaban construidas las paredes y el techo listo hasta la mitad. Pero no se arredraron. Los indígenas querían asentarse y cuando las aguas bajaron volvieron con su sacer-dote al mismo sitio y este aceptó a regañadientes la imposición de los naturales “[...] porque ellos a estas incomodidades y a otras muchas, casi opuestas a la racionalidad, se acomodan muy bien y el pobre misionero precisado a pasar por todas con el santo fin de civilizarlos y del que no se pierda la mayor parte de sus almas”. (Carrocera (I): 168) Pero en 1771 volvió a crecer el Payara y nuevamente se disolvió el pueblo que debió reins-talarse más retirado del río, en su actual emplazamiento.

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Presencia aborigen

Es significativa la presencia de los otomacos en la ma-yoría de los pueblos fundados en el Bajo Apure (Cuna-viche, San Juan de Payara, San Rafael de Atamaica); los etnólogos han establecido su presencia desde el Apure al Meta, al Orinoco y más allá, hasta el Guainía, en lo que hoy corresponde a territorio colombiano. Los tapari-tas también forman parte de su área de influencia al de-cir del etnólogo aragüeño Miguel Acosta Saignes (Acosta Saignes, 1961:49); los otomacos fueron pescadores, más que agricultores o recolectores, valerosos, muy guerreros y se recuerda que se enfrentaban sin miedo, los únicos, a los Caribes. Se opusieron con decisión a los españo-les que intentaban colonizarlos y catequizarlos. El padre Carvajal, en su relación del descubrimiento del río Apure en 1747 menciona al otomaco Tavacare a quien describe de la siguiente manera: “...cuerpo agigantado, delgado de cintura, muslos, piernas y pies formados con perfección, espalda robusta, nariz bien labrada, primoroso y lindo encaje de rostro, pequeña boca, ojos grandes y negros, frente ancha” (Carvajal, 1956:163) Dormían en la arena en la temporada seca y en la lluviosa en enramadas que levantaban en los árboles, muy tardíamente fue cuando construyeron sus viviendas con techo de palma, jugaban a la pelota y masticaban terrones de tierra rica en sales.

En cuanto a los yaruros, Acosta Saignes, citando al pa-dre Ramón Bueno señala”…son del mismo color y horri-bilidad de los otomacos: viven revueltos; gastan el mismo vestuario, ñopo y sacrificio de lengua cruento para sus hijos y más tenaces para existir en las playas...” (Acosta Saignes: 96; Bueno, 1933: 73) Los yaruros son los únicos sobrevivientes puros de estas etnias que habitaron el Bajo Apure.

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El fundador fray Alonso de Castro

Andaluz, cordobés del pueblo de Castro del Río fue el fundador de San Juan de Payara, fray Alonso de Castro, miembro de la orden franciscana y nacido en 1736. Recién ordenado sacerdote fue enviado a las misiones en Venezuela arribando al puerto de La Guaira el 18 de marzo de 1764 junto con otros trece misioneros, entre otros fray Tomás de Castro, fundador de Camaguán y de Guayabal y Juan de Má-laga, también fundador de pueblos en los llamados “llanos de Caracas”. Fue hermano de fray José Antonio de Castro igualmente misionero en los llanos venezolanos y en 1780 en Turén. El padre Alonso de Castro primero fue enviado a la misión de Aguablanca (Portuguesa) en 1764 y el mismo año, en diciembre pasó a las duras misiones del Orinoco y Río Negro con base en San José de Maipures (hoy desafor-tunadamente en territorio colombiano por el injusto Laudo Arbitral de 1891) donde sólo estuvo tres meses pues aque-jado de paludismo, debió salir de la zona amazonense en marzo siguiente. Pasó a la misión de San Jaime importante pueblo que fue cabeza de playa para las misiones del Apu-re; posteriormente se le envió a Aguablanca y a Tinajas. De esta última población fue enviado al Bajo Apure y le co-rrespondió fundar la misión de la Purísima Concepción de Payara permaneciendo allí seis meses, tiempo en el cual le correspondió construir la iglesia de la comunidad. Luego fue trasladado a San Antonio de Barinas, población ribereña del Apure, pero con cierta frecuencia, si lo permitía el tiempo, iba a San Juan de Payara que había quedado sin sacerdote.

En 1775 fundó la misión de Santa Bárbara de Achaguas donde permaneció hasta 1780 y le correspondió recibir al obispo Mariano Martí en su visita pastoral. Se le vio muy dinámico defendiendo a su fundación de Achaguas de las pretensiones del terrateniente de San Carlos Francisco Anto-

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nio Villasana quien pugnaba por establecer o revitalizar un hato suyo en esa zona considerada la mejor de ese sector de Apure.

De fray Alonso de Castro se expresa el obispo Mariano Martí: “...parece hombre formal; trabajador, de buena vida [...] parece hombre de espíritu...” El fundador de la Purísi-ma Concepción o San Juan de Payara falleció en sitio no establecido de Venezuela en el año 1791 a los 55 años de edad y 27 de misionero en esta parte de América.

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CAPÍTULO III

Evolución de la Purísima Concepción de Payara

Los primeros informes y censos

Un informe de los religiosos capuchinos en 1777 revela que San Juan de Payara (ó la Purísima Concepción como aún se le menciona) es un pueblo “[…] ordenado y arre-glado...’’’ con su iglesia y casa del sacerdote “...bien orde-nada y decente...” con sus ornamentos, vasos sagrados y campana. (Carrocera, III, 227) En 1770 la población alcan-zó a 547 habitantes según el prefecto de los capuchinos, padre Cortes y en otra lista de poblaciones, en el mismo año le asignan igual número.

En 1778 se describe a la iglesia del pueblo “...iglesia bien adornada, ornamentos., vasos sagrados y campa-nas...”. (Dorta, 1967: 1778)

En 1781 su población ascendió a la cifra de 975 ha-bitantes, la comunidad tiene 70 casas, en sesenta de las cuales residen 97 familias indígenas que en total suman 798 personas. Es muy significativo que ya conviven blan-cos y negros en la comunidad. En 10 casas se albergan 17 familias de españoles y gente de color que seguramente laboraban en los hatos cercanos. Suman 177 almas.

Un informe remitido por el obispo Martí al rey donde solicitaba el 27 de septiembre de 1781 reformas al régi-men de los capuchinos en Venezuela, señala que la misión de Payara cuenta con 791 indígenas y 119 españoles de ambos sexos. (AAC. Episcopales. Monseñor Martí, 1781) En 1788 ha descendido notoriamente la población indíge-na con relación a 1781, pues un informe del prefecto de

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los capuchinos fray Buenaventura de Benaocaz desde la recién fundada San Fernando de Apure sitúa la población en 416 indígenas repartidos en las mismas 70 casas con 93 familias y 78 españoles en 13 casas.

La iglesia es de bahareque con techo de tejas. (Carro-cera, III: 344) Tuvo la población un leve repunte en 1791, asciende a 478 habitantes y a 534, indígenas y españoles en 1792. Un informe señala que la iglesia tiene joyas muy valiosas.

Posee ahora 79 casas. A los 19 años de fundada, en 1788 la población y sus castas se describen en el siguiente cuadro estadístico:Blancos: 177Indios y gentiles: 1230Zambos y negros libres: 177 Esclavos: 40Total: 1624

La matrícula la elabora el nuevo sacerdote fray Salva-dor de Cazalla (AAC. Matrículas No 38. San Juan de Paya-ra. 1798) Llama la atención que el 16 de marzo de 1801, la matrícula organizada por fray José de Canillas presenta una población de 134 almas, aparentemente una drástica reducción. El informe no especifica otros datos. (Carroce-ra, III: 400) Debió ser algún error de transcripción porque la matrícula del padre Cazalla en 1802 registra la siguiente población:Blancos: 171 Indios: 507Pardos libres: 295Negros libres: 58Esclavos: 44Total: 1075

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El número de niños es muy superior a la población to-tal de San Juan de Payara que le asigna el padre Cani-llas erróneamente, donde en 1802 había 166 pequeños. (AAC. Matrículas No 38. San Juan de Payara) y en 1804 tuvo un repunte, como se observa en otra matrícula del padre Cazalla:Blancos: 228Indios: 513Pardos libres: 346Negros libres: 70Esclavos: 68Total: 1225

Añade la matrícula que “...locos, párvulos e indios bár-baros...” sumaban 626 personas (Ibídem).

Las labores en el hato llanero que se había regulari-zado en el Bajo Apure seguían siendo un atractivo para los migrantes. Las misiones fueron llenándose de blancos españoles o criollos y muchos mestizos atraídos por el mejoramiento de sus economías. A pesar de que las rea-les disposiciones impedían la conjunción de indígenas y blancos, negros o mestizos, en Apure fue letra muerta y desde sus mismos inicios los pueblos de misión se vieron colmados por foráneos. Pero los pobladores indígenas de San Juan de Payara estaban muy lejos de ser sumisos y pacificados.

En el año 1805 el padre Salvador de Cazalla, desde la comunidad informaba al Arzobispo de Caracas monseñor Francisco de Ibarra que en algún momento los indígenas, malquistados con él lo mantuvieron media hora tomado por las barbas y amenazado por una turba armada y el día de Santa Rosa, el 30 de agosto de 1805, pudo decir la misa protegido por los españoles y sus armas porque ha-

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bían anunciado “...matar todos los vecinos racionales y a mi llevarme atado...” , vinieron refuerzos de San Fernando para evitar males mayores. (Carrocera, (III): 401).

La población en 1805 continuaba en aumento como se aprecia en este cuadro:

Blancos: 286Indios: 552Pardos libres: 410 Negros libres: 90Esclavos: 89Total: 1427

Se puede observar que el número de pardos, negros li-bres y esclavos ya es muy superior al de indígenas. El mes-tizaje en pleno proceso para configurar al apureño con la mezcla racial: indios, negros y blancos. Sobre el mestizaje ha dicho el sociólogo Carlos Siso: “El proceso de integra-ción de los elementos étnicos agrupados en el territorio venezolano, para formar con ellos un conglomerado que pudiera ser considerado como copia o reflejo de la socie-dad española, se efectuó laboriosamente, por la manera anormal como se había creado y por la forma artificial en que se iniciaron las instituciones fundamentales”. (Siso, 1986 (II): 341) Añade la matrícula de 1805 que “... los locos, párvulos e indios bárbaros...” sumaban 690. (AAC. Matrículas No 38. San Juan de Payara) Indios bárbaros lla-maban los misioneros a los que permanecían sin sujeción a la comunidad y continuaban con sus costumbres y ritos heredados de los mayores.

La evolución de San Juan de Payara se acentuó en el nuevo siglo. En 1806 y 1807 se aprecian los siguientes resultados del censo elaborados por el padre Cazalla:

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Año Año 1.806 1.807Blancos 289 314Indios 553 570 Pardos libres 412 448Negros libres 90 82Esclavos 89 81Total 1433 1495Fuente: Archivo Arquidiocesano de Caracas. Matrículas de San Juan de Payara.

La descripción de San Juan de Payara en las estadísticas de 1875.

En el Censo Oficial de 1873, San Juan de Payara te-nía rango de distrito adscrito al departamento Bajo Apure del estado Apure. En 1875 se publicaron los Apuntes es-tadísticos del estado Apure por orden del general Guzmán Blanco y vamos a retranscribir literalmente la interesante descripción que hacen de San Juan de Payara en el citado texto:

“Distrito San Juan de Payara. El pueblo se halla situado sobre un alto médano que está en la ribera Norte del río Cotullo [sic por Cotayo] distante una legua del río Payara. Tiene una buena iglesia, cubierta de tejas, recientemen-te construida y las casas son, como las de San Rafael, con techo de pajas, palma de sombrero y gamelote. Las calles están cortadas en ángulos rectos y son muy secas, por la situación del pueblo. Tiene también un buen cementerio situado al suroeste de la población. Hay varios establecimientos mercantiles permanentes, aunque el negocio más frecuente es situar casas transito-rias para hacer compras de ganado, queso, cuero de res y

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de venado, carne, pescado salado y maíz. En las costas de los ríos Apure-Seco, Payara, Cotullo [sic por Cotayo] Bucaral, Arauca y Atamaica se cultiva toda clase de frutos menores. En jurisdicción de este Distrito tuvo lugar la célebre acción de San Juan de Dios del paso real de Arauca. También se encuentra el caño La Piedra, que tiene la particularidad de ser el punto donde en el Bajo Apure se reúne mayor número de caimanes y tembladores”. (Apuntes…., 1875: 81-82)

Muerte del “Chingo” Olivo en el paso Arauca

El suceso al que se refiere en el Paso Arauca fue el combate o desastre sufrido en enero de 1872 por las tro-pas facciosas del general godo Adolfo Antonio Olivo, el legendario Chingo Olivo, quien murió junto con la ma-yoría de sus hombres al lanzarse a las aguas del Arau-ca en el Paso Real, sitio llamado San Juan de Dios. Eran perseguidas de cerca por el ejército del general Guzmán Blanco. La acción en el lugar fue librada por el general Joaquín Crespo y una conseja desde esos tiempos señala que Olivo se hundió con una maleta repleta de dinero. Murió ahogado o devorado por los caimanes y caribes al igual que su tropa. Recordemos que era comerciante y hombre de pro en la sociedad de Maracay donde tenía un establecimiento frente a la plaza Girardot, en el mismo lugar donde estuvo a comienzos del siglo XX la residencia del general Juan Vicente Gómez y hoy Parque Bicente-nario. Era casado con al maracayera Laura Jordán, quien después de su muerte, por razones que se desconocen estaba residenciada en San Fernando de Apure.

Al referirse a los límites de entonces del distrito San Juan de Payara, los Apuntes estadísticos referido señalan:

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“Por el Sur, el río Arauca; por el este, los límites con el distrito San Rafael [la línea que partiendo de la boca del nacimiento de ‘Cañafístolo’ en el mismo río Arauca, con-tinúa hasta encontrar el río Payara, frente al lugar deno-minado Matapalar, pasando por la Boca de La Tigra en el río Atamaica]; por el Norte el río Payara y por el Oeste, la línea que partiendo del lugar denominado en este, Boca Gutierreña, vaya hasta encontrar en el río Arauca el frente de la Boca de Cogollal, pasando por donde desemboca, en el río Apure Seco, el caño Riecito”. (Ibídem: 27)

Ese mismo censo le otorgó al distrito San Juan de Payara 1.059 habitantes, de los cuales 556 hombres y 503 muje-res. Había en la jurisdicción 180 casas. (Ibídem: 46)

Un curioso itinerario de San Fernando a Cunavi-che por San Juan de Payara está contenido también en el citado registro estadístico señalando las distancias, las características del camino, horas de marcha por jor-nadas, etc. Debieron ser de mucha utilidad en su mo-mento y dichas características fueron enviadas a Ca-racas a la Dirección del Censo por quienes desde San Fernando y pueblos del estado coordinaban las accio-nes de empadronamiento y demás datos requeridos por las autoridades del Censo y del ministerio de Fomento:

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Parajes 

Calid

ad 

Temp. 

Distanc

ia 

Jorn

ada 

Hor

as de 

March

 

Descripción del 

camino 

De Sa

n Fd

o. 

a Sa

n Ju

an 

de Pay

ara 

Parroquia  cálido sano 

6  6  9        

Paso 

Atamaica 

Casas  cálido sano 

1/6  6  9  Sabana abierta con grandes gamelotales,  y   algunas matas; se pasan dos caños que   conservan  agua.   

Paso Cau

jaral 

Casas  cálido sano 

5/6  6  9  Se pasa el río Atamaica, que  en verano da  vado y por camino de sabana baja y llena de  gamelotales se llega al Arauca 

Cand

elaria 

(La) 

Hato  cálido sano 

1  6  9  Sabana rápida con algunos esteros  después   de haber pasado el río Arauca en canoa 

Mata  

Las 

Mulas 

Desierto  cálido sano 

1   3/6  6  9  Sabana baja y rápida con esteros. 

Cuna

vich

Parroquia  cálido sano 

1   5/6  6   2/6 

10  Se pasa el monte del  Congrial y por médanos se llega a la parroquia, en donde hay excelente agua y pasto; hay leña 

DIAGRAMACION
Nota
Fuente: Apuntes estadísticos, 1875
DIAGRAMACION
Nota
Marked definida por DIAGRAMACION
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El comercio minorista y ambulante según el Indio Figueredo

Ignacio “Indio” Figueredo fue un reconocido arpis-ta oriundo de Algarrobito, “ejidos de Cunaviche” como gustaba decir cuando se lo preguntaban. Nació el 31 de julio de 1900, día de San Ignacio de Loyola y murió en San Fernando de Apure el 3 de septiembre de 1995. De niño vivió en San Juan de Payara con su padre el músico Pancho López, apureño y doña María Luisa Figueredo, de Arismendi, Barinas. En una entrevista publicada en una re-vista caraqueña explicaba que de pequeño, residiendo en San Juan de Payara “[…] comerciábamos por lados de El Yagual, de Gua-chara, de Cunaviche. Todos esos rumbos los conocíamos. Embarcábamos el arpa y el aguardiente que era de seis damesanas costaba seis bolívares cada una […] En esa época comerciábamos a la par de mi mamá. Vendía-mos el dulce a ocho bolívares, la carga de cien panelas; el café a real y medio el kilo; el queso costaba tres lochas el kilo. Lo más caro entonces era el cuero de ganado. Usted vendía una res y le daban 30 bolívares, pero usted desollaba la vaca salada, la carne y se la comía y entonces el cuero lo vendía por lo menos en 60 bolívares. Cuando uno mataba una res y un bonguero que estaba muy lejos lo sabía, corría para que no le vendieran a otro el cuero. También cuando Gómez, la libra de plumas de garza blan-ca llegó a costar tres mil bolívares. Al que cazaba garzas le echaban plomo, porque Gómez ponía mucho celo en eso”. (Revista Venezuela Gráfica, recorte sin fecha, aproxi-madamente de 1973)

La fecha de esas transacciones que relata el Indio Figue-redo debió ser hacia 1915 aproximadamente. Debemos decir que la actividad musical de esta figura indiscutible del arte popular venezolana comenzó en 1911 en San Juan

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de Payara, donde realizó su primera presentación pública según su propio testimonio.

San Juan de Payara en la actualidad

Para quien conoció a San Juan de Payara hacia 1968, como el autor de estas notas, vemos la diferencia abis-mal con aquellos tiempos de calles polvorientas, plazas abandonadas y reses caminando al lado de la gente. Una carretera infernal y un precario transporte, aunque en esto la diferencia no es mucha tampoco con la actualidad.

La población es numerosa, viva, dinámica. Hay buenas casas junto a las más sencillas aún de barro y cañamarga. Algunas avenidas, centros asistenciales, educacionales, servicios públicos aunque no tan eficientes como se re-quiere. Consejos comunales y gremios que forman parte del dinamismo de la nueva ciudad y su condición de mu-nicipio autónomo del cual dependen dos parroquias más, Cunaviche y Puerto Páez y esa extensa franja de territorio de sabanas que se orienta hacia el oeste, hasta cerca del municipio Rómulo Gallegos, pasando al sur de los mu-nicipios Achaguas y Muñoz, que nadie sabe cómo se la asignaron en la Legislatura.

San Juan de Payara siempre. La “Flor de Cotayo”. ó del Payara.

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CAPÍTULO IV

Negro Primero y José Vicente Abreu dos Ilustres Hijos de Payara

Entre las resaltantes figuras de todos los tiempos en San Juan de Payara se distinguen dos en el universo de pa-triotas, profesionales, artistas, educadores, etc., el teniente Pedro Camejo, o Negro Primero, prócer de la indepen-dencia y una de las figuras más populares de la guerra magna y el intelectual y político José Vicente Abreu, cuyas semblanzas biográficas anotaremos a continuación.

Teniente Pedro Camejo.

Figura legendaria en la guerra de emancipación fue el teniente Pedro Camejo. La tradición señala que nació en San Juan de Payara, aun cuando gente de edad avanza-da nos ha manifestado que nació en Las Tapias, al sur de Cunaviche, según referencias de sus mayores. Lo cierto es que este llanero nació en el Bajo Apure y se metió en la historia con su valentía y arrojo pero también con el pin-toresquismo y como para pasar definitivamente al Olimpo de los próceres murió gloriosamente en la batalla de Ca-rabobo.

A Pedro Camejo, a quien se le llama el Negro Primero por su ac-tuación en los campos de batalla se le representa artísticamente con todas las características del negro puro de la costa y nada más aleja-do de la realidad. Negro Primero fue un mestizo típico, con mucho de indio, oscuro de color, tal vez

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otomaco o yaruro. Cuando ingresó al ejército, muy joven –habría nacido hacia la novena década del siglo XVIII- se desempeñaba como peón del latifundista Vicente Alfonso de quien fue esclavo y lo entregópersonalmente para que sirviera al rey, pues tenía algunas prevenciones contra él, entre ellas su amor por la libertad personal “...sobrado ce-loso de su dignidad...” como afirma el general José Anto-nio Páez en su autobiografía.

Su iniciación militar al servicio de los realistas fue en la batalla de Araure en 1813; las tropas monárquicas de Ceballos y Yáñez –jefe del payareño- fueron derrotadas por las que comandaba Simón Bolívar el 23 de noviembre de 1813. Pedro Camejo se escondió y permaneció oculto hasta 1816 cuando se le presentó al general Páez en el hato El Yagual (hoy pueblo del mismo nombre) luego de la batalla que se dio en ese lugar y solicitó se le diera de alta en el ejército patriota. Varios de los oficiales y soldados llaneros que acompañaban al caudillo lo recomendaron y Páez lo aceptó de buena gana; escribió acerca de él en sus memorias: “...admitirle en mis filas y siempre a mi lado fue para mí una preciosa adquisición. Tales pruebas de va-lor dio en todos los reñidos encuentros que tuvimos con el enemigo, que sus mismos compañeros le dieron el título de “El Negro Primero”. (Páez, 1987 (I): 193) El mismo jefe patriota contribuyó a acrecentar la fama de Camejo con la amplia relación que aporta en sus memorias, distinguién-dolo dentro del número de sus oficiales y tropa. El propio Bolívar, al saber su muerte lamentó no haber presentado en Caracas “...a aquel hombre que llamaba sin igual en la sencillez y sobre todo, admirable en el estilo peculiar en que expresaba sus ideas...”. (Ibídem)

El 2 de abril de 1819, Negro Primero estuvo entre los participantes de la acción de las Queseras del Medio con-

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tra las tropas de Morillo y formó parte de la legión “...de 150 héroes...” como la llamó el Libertador. Ostentaba en-tonces la jerarquía de teniente de caballería al mando del general Páez y a la cual ascendió por su probado valor en combate. En la jornada apureña de las Queseras se hizo merecedor de la Orden de los Libertadores, un preciado galardón.

Para que se afirme su ascendiente sobre el general Páez, Pedro Camejo junto con el gobernador de Casanare presbítero Trinidad Travieso intercedieron ante el caudillo para salvar de la muerte al entonces teniente José María Córdova (1799-1829), brillante oficial colombiano, luego general de división, héroe de Ayacucho y Boyacá, quien había desertado de las filas patriotas y por orden superior fue sometido a Consejo de Guerra después de capturado y condenado a muerte. Córdova fue perdonado y demos-tró su valor en las sucesivas campañas alcanzando justa fama.

La hoja de servicios del teniente Pedro Camejo, de acuerdo al testimonio del propio general Páez, su jefe inmediato, ex-presa que se incorporó al ejército patriota en 1816 “[…] y que los continuó hasta el de 1821 que murió en el campo de Ca-rabobo por una herida que recibió de arma de fusil en el mo-mento del combate” y añade Páez en su declaración escrita a favor de su amado subalterno que por su valor sobresaliente mereció el ascenso de teniente de caballería “habiendo prin-cipiado su carrera de soldado raso”. ¿Dónde firmó Páez esta declaración? El 13 de mayo de 1846, en entrada de aguas, en Los Borales del Frío, es decir, el famoso hato El Frío. El hato pertenecía a Páez y a su amante doña Barbarita Blanco y Nie-ves (la llaman Barbarita Nieves), al parecer natural de San José de Tiznados y dueña también del hato Laguna de Piedra, en esa misma jurisdicción guariqueña.

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Las diligencias para obtener una pensión o montepío militar las efectuó Andrea Solórzano, viuda del Negro Pri-mero, quien no sabía firmar y lo hizo por ella varias veces como representante C. Gamarra. También testificaron ha-ber conocido al teniente Camejo, el comandante Miguel Pérez, de 51 años y el coronel Juan Antonio Mirabal “de sesenta y pico de años”. Por su parte, el padre Julián de Santos, párroco de San Fernando de Apure certificó en julio de 1846 que en los libros de ese pueblo no aparecía la partida de matrimonio y los de San Juan de Payara que existieron en el archivo parroquial, fueron devorados por los insectos cuando ejercía el curato en ese pueblo el pa-dre Juan Bernardo García.

El 14 de julio de 1846, doña Andrea Solórzano, nece-sitada de dinero por su pobreza, exige al Presidente de la República que le concedan la pensión y la solicitud la fir-ma Manuel Betancourt, notable hombre público apureño. El 29 de marzo de 1847, el presidente Monagas concedió el merecido reconocimiento a la viuda de Negro Prime-ro, por la cantidad de 10 pesos mensuales, actuando de acuerdo a la Ley aprobada el 27 de mayo de 1845. La re-frenda el general José María Carreño, secretario de Guerra y Marina. (AGN. Ilustres Próceres).

No hay acreditado algún documento que demuestra que haya tenido sucesión el teniente Pedro Camejo. En las hojas de servicios de los militares siempre se colocaba quién, luego de haber muerto la viuda, percibiría esos di-neros, pero en la de Camejo que se encuentra en el Archi-vo General de la Nación, no consta ningún descendiente. Pedro Camejo vino a la tierra a cumplir un cometido y quedó nimbado de gloria.

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No se conoce el sitio donde sepultaron sus restos, pero es posible que haya sido en el mismo campo de Carabobo o en Valencia. En la administración del general Juan Vicente Gómez se levantó una columna ática en el lugar donde se estima cayó mortalmente herido. Luego fue colocado un busto en la galería de héroes de esa inmortal jornada en el campo de la acción. No hay un testimonio cierto de que Pedro Camejo haya pronunciado las supuestas palabras de despedida ante el general Páez como se le adjudica. Antes bien, se le atribuyen a un oficial de Napoleón en Europa como fue ventilado en la prensa de Caracas en la ocasión del sesquicentenario de la batalla de Carabobo en 1971.

Múltiples homenajes ha recibido la memoria del tenien-te Pedro Camejo. El municipio donde nació lo tiene como epónimo, instituciones educacionales, calles, cuerpos mi-litares, condecoraciones, etc. llevan su nombre inmortal y la posteridad lo recoge con orgullo y muy especialmente el territorio apureño que lo vio nacer. El escritor Eduardo Blanco, con prosa inflamada al modo de la literatura ro-mántica de su tiempo le consagra hermosas páginas en su celebrada Venezuela heroica. José Vicente Abreu Rincones

Nació en San Juan de Payara en 1927 y murió en Caracas en junio de 1987. Fue hijo del maestro ta-labartero trujillano Gabriel Abreu, natural de Sabana Larga, cerca de Valera y doña María de Jesús Rin-cones, de Guachara, donde nació en 1900; descendía de otomacos. Tuvo dos profesiones, la de perio-dista, graduado en la UCV en la

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Estuvo en las prisiones de Sacupana, Ciudad Bolívar y en Guasina, en el Delta Amacuro, en donde escribió clandestinamente su importante texto testimonial Guasi-na, donde el río perdió las siete estrellas; más adelante Se llamaba SN, donde relata incidencias de la lucha contra la dictadura y radiografía a la policía política del régimen perezjimenista. En 1957 fue expulsado del país y se fue a México y Cuba. Viajó a la Unión Soviética, Checoeslova-quia y Bulgaria. En esas naciones fue profesor de literatura latinoamericana. Posteriormente participó en la insurrec-ción armada contra el violento gobierno de Rómulo Be-tancourt y en 1962 se incorporó al grupo de insurrectos en la rebelión militar de Carúpano. Detenido y sentenciado por una corte militar, salió en libertad por conmutación de la pena por el extrañamiento del país en 1967. Uno de los últimos cargos que ejerció fue el de director de la Imprenta Universitaria de la UCV. Fue autor también de Las 4 letras, Toma mi lanza bañada de plata y de Rómulo Gallegos. Ideas educativas en La Alborada.

Uno de sus últimos textos publicado en 1985 es el her-moso libro con visos autobiográficos Palabreus, dedicado a su madre María de Jesús Rincones “quien me hizo nacer dos veces”. Allí escribió memorioso sobre su padre don Gabriel: “Mi papá es andino que siempre nos caen mal a los llaneros. Lo aceptaron porque venía de las guerrillas.

primera promoción de la Escuela de Periodismo en 1949 y la de profesor de castellano y literatura. Egresado del Ins-tituto Pedagógico de Caracas en 1950. Ejerció la docencia y el periodismo. Como oficios alternos en su juventud tuvo los de talabartero como su padre, zapatero y tipógrafo de chivalete. Fue dirigente político, activó contra el régimen perezjimenista lo que le causó persecuciones y encarcela-miento.

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Y se hizo hombre con un tiro de máuser en el hombro. No sabía leer cuando llegó a Guachara y lo alfabetizaron para poderse casar con María de Jesús. Talabartero: los cueros se convertían en bellezas en sus manos y se destacaban más puros en la vitola conjunta del caballo y el hombre”. (Palabreus, 1985: 47)

El escritor y educador José Vicente Abreu fue casado en primeras nupcias con Beatríz Catalá, hija del notable editor portugueseño José Agustín Catalá Delgado, con su-cesión Juan José, Manuel Vicente, José Agustín y Amanda Beatríz Abreu Catalá y en segundas con la escritora y pro-fesora universitaria de origen guayanés, nacida en Ciudad Bolívar, Lyl Barceló Sifontes.

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FUENTES CONSULTADAS

DocumentalesArchivo General de Indias. Secciones: Caracas y Santo DomingoArchivo General de la Nación: Secciones: Diversos y Go-bernación y Capitanía General.Archivo Arquidiocesano de Caracas: Secciones: Episcopa-les, Parroquias y Matrículas.

BibliográficasABREU, José Vicente. Palabreus. (1985). Caracas, Vene-zuela: Ediciones Centauro.ACOSTA SAIGNES, Miguel. Estudios de etnología antigua de Venezuela. 2ª ed. (1967). Caracas, Venezuela: Univer-sidad Central de Venezuela.Apuntes estadísticos del estado Apure. (1875). Caracas, Venezuela: Imprenta de La Opinión NacionalBOTELLO, Oldman. Historia de la Villa Real de San Fer-nando de Apure. (1988). Villa de Cura, Venezuela: Edito-rial Miranda.( ). Apuntes para su historia. San Juan de Payara. (1998). Cunaviche, Venezuela: Publicaciones de la Alcaldía del municipio Pedro Camejo.Cardozo, Lubio y Pintó, Juan. Diccionario general de la literatura venezolana (1974), Mérida, Venezuela: Centro de Investigaciones Literarias, Universidad de los Andes.CARROCERA, fray Buenaventura de. Misión de los capu-chinos en los llanos de Caracas. (1972). Caracas, Vene-zuela: Biblioteca de la Academia Nacional de la HistoriaCARVAJAL, Fray Jacinto. Descubrimiento del río Apure. (1972). Caracas, Venezuela: Editorial Edime.CARVALLO, Gastón. El hato venezolano (1900-1980). (1985). Caracas, Venezuela: Fondo Editorial Tropykos, Se-rie Agricultura y Sociedad, 2.

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Censos Oficiales 1873-2001DORTA, Enrique Marco. Materiales para el estudio de la cultura en Venezuela. (1967). Caracas - Madrid, Venezue-la, Madrid: Fundación Jhon Boulton.MARTI, Monseñor Mariano. Relación de su visita pastoral de la Diócesis de Caracas. (1969). Caracas, Venezuela: Bi-blioteca de la Academia Nacional de la Historia( ). Relación de la visita general.(1929). Caracas, Vene-zuela: Parra León Hermanos Editores. Vol IRUMOR, Gabriel. “El Indio Figueredo, maestro del arpa criolla” (1973). Caracas, Venezuela: Revista Venezuela Gráfica, Circa

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Imágenes de San Juan Payara

Paso Arauca, escenario de combates General Joaquin Crespo

Iglesia de San Juan de Payara Virgen de la Candelaria San Juan Bautista

Escultura ecuestre de Pedro Camejo Don Francisco Montoya,

a la entrada de San Juan de Payara “El Tigre de Payara”

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ÍNDICE

Introducción

Capitulo I / 8Aspectos geográficos y político-administrativos Población en los Censos de 1873 a 2001

Capítulo II / 11Las culturas prehispánicas: otomacos y yarurosConquista y población del Bajo Apure. Los primeros hatosLa incursión de blancos en el Bajo Apure Fundación de la Purísima Concepción de Payara Presencia aborigenEl fundador fray Alonso de Castro

Capítulo III / 20Evolución de la Inmaculada Concepción de PayaraLos primeros informes y censosLa descripción de San Juan de Payara en las estadísticas de 1875El comercio minorista y ambulante según el Indio Figue-redo San Juan de Payara en la actualidad

Capítulo IV / 30Negro Primero y José Vicente AbreuDos ilustres hijos de Payara Teniente Pedro CamejoJosé Vicente Abreu Rincones

Fuentes consultadas / 37

Imágenes de San Juan de Payara / 39

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Edición del Ministerio del Poder Popular para la Cultura

Diagramación: Juan Carlos Villota

Operador: Arturo F. Rodríguez

Corrección: Felix Pérez

Diseño de portada:Juan C. Villota

Los 500 ejemplares de este titulo

se imprimieron durante el mes de Abril de 2010

en el Sistema Nacional de Imprentas Regionales-Capítulo Apure

San Fernando de Apure/Venezuela

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