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  • 7/25/2019 Salomon Paz Democratica

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    L

    DEBATE SOBRE

    LA

    PAZ DEMOCRTICA.

    UN

    APROXIMACIN CRTICA

    (*)

    Por

    MNICA SALOMN

    SUMARIO

    LOS FUNDAMENTOS EMPRICOS

    DE LA TESIS DE LA PAZ

    DEMOCRTICA:Lasexplicaciones de la

    paz

    democrtica.

    LAS

    DEBILIDADES DE LA TESIS DE

    LA

    PAZ DEMOCRTICA: a)

    La insufi-

    ciencia

    de

    as explicaciones,

    b)

    Los problemas de procesamiento

    de

    os datos estadsti-

    cos,

    c)

    Las reacciones a lascrticas.LA DIMENSIN PRESCRIPTIVA DE LA TESIS DE LA PAZ

    DEMOCRTICA.LOS FUNDAMENTOS KANTIANOS

    DE

    LATESIS

    DE LA

    PAZDEMOCRTICA.

    CONCLUSIN.REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS.

    ldebate sobrelatesis

    de

    lapaz democrtica

    ha

    hecho correr ros

    de

    tinta

    en

    losltimos aos, sobre todo, aunque no exclusivamente,

    en

    elmbito acadmico es-

    tadounidense

    de

    las Relaciones Internacionales (1). Tradicionalmente, los autores

    li-

    beraleshan sealadolaexistencia

    de un

    vnculo entre democraciaypaz. Desde hace

    unosquince aos,

    un

    grupo bastante numeroso

    de

    acadmicos

    ha

    pasadoasostener

    que

    ese

    vnculose

    ha

    podido demostrar empricamente.

    Se ha

    afirmado,enconcre-

    to ,quesecuenta con slidas pruebasdeque

    los

    Estados organizados democrtica-

    mente

    son

    en

    virtud, precisamente,

    de sus

    instituciones

    y

    polticas democrti-

    cas ms pacficos que los Estados no democrticos

    en

    sus relaciones internaciona-

    les...

    o almenos

    en

    sus relaciones internacionales hacia otros Estados democrticos,

    (*) Este articulohasido realizadoen elmarcodelproyectodeinvestigacin n.PB98-0864: La

    nueva conflictivadad internacional: polticasdeprevencinygestinenEuropa (MinisteriodeEduca-

    cin, Cultura y Deporte. Programa Sectorial dePromocin General delConocimiento).

    (1) Algunas

    de las

    principales revistas estadounidensesyeuropeas dedicadasa

    las

    relaciones inter-

    nacionalesengeneral,a laseguridady alanlisis del conflictos(International Security, Journal ofPeace

    Research. Journal ofConfiict Resolution, European Journal

    of

    International Relations)

    han dedicado

    n-

    meros extraordinariosaldebate sobrelapazdemocrtica. Tambinhanaparecido numerosos artculos

    sobrelacuestinenInternational Studies Quaterly, American Political Science Review, ReviewofInter-

    national Studies yMillennium, entre otras publicaciones.

    7

    Revistade Estudios Polticos

    (Nueva poca)

    Nm. 113.Julio-Septiembre2001

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    MNICA SALOMN

    por lo que la democracia se presenta como una casi perfecta condicin suficiente

    para la paz (Gleditsch, 1995: 297). Los m s entusiastas presentan el hallazgo como

    lo ms cercano a una ley emprica que tenemos en Relaciones Internacionales

    (Levy, 1988: 662), insisten en el consenso que ha generado es el argum ento so-

    bre el que todos los analistas estn de acuerdo (Rothstein, 1991: 47) y hacen

    alarde de sus races kantianas (Doyle, 1983a; 1983b; 1997).

    Hay numerosas versiones y formulaciones de la tesis de la paz democrtica,

    pero las variantes fundamentales son dos (Elman, 1997; Chan, 1997). La primera, o

    tesis mondica, sostiene que las democracias son ms pacficas en sus relaciones

    con los dems Estados que los Estados no democrticos. Esta versin de la tesis de

    la paz dem ocrtica tiene una larga tradicin en el pensam iento histrico-filosfico

    liberal. Payne, Rousseau, Kant, Wilson, Angel y Schumpeter se cuentan entre sus

    valedores. Tiene tambin clebres adversarios, empezando por Tocqueville y si-

    guiendo con los autores pertenecientes a la escuela realista de las Relaciones Inter-

    nacionales, como Morgenthau, Kennan o Lippman. En su formulacin actual, la te-

    sis ha provocado cierto debate p ero no ha obtenido el consenso que s ha logrado su

    rival, la tesis didica.

    Esta segunda variante no sostiene que las democracias sean menos violentas en

    sus relaciones internacionales qu e los Estados no dem ocrticos; lo que afirma es que

    las democracias nunca (o raramente) ha cen la guerra a otra democracia.sta es la

    versin que apoyan la mayor parte de los defensores actuales de la tesis de la paz de-

    mocrtica. Aunque se la ha vinculado al pensamiento de Kant, su sustrato histri-

    co-filosfico es ms bien incierto. De todos modos, su poder de conviccin no re-

    side en l sino en un hallazgo puramente emprico al que dicen haber llegado los

    defensores de la tesis: el de que las democracias (definidas segn determinados cri-

    terios que consideraremos ms adelante) nunca o rara vez han mantenido guerras

    (tambin de acuerdo a una determinada definicin de guerra) entre s.

    En el ltimo lustro, las objeciones a la tesis de la paz demo crtica se han m ultipli-

    cado. Sus crticos la han cuestionado desde varios ngulos: algunos han sealado la

    implausibilidad de las explicaciones que intentan dar cuenta de la supuesta ley,

    otros la existencia de serios problemas en la recoleccin y clasificacin de los datos

    con que se ha intentado demostrar (emp ezando p or las propias definiciones de demo -

    cracia y guerra), mientras que otros han concluido que slo es vigente para un pe-

    rodo histrico muy restringido. En menor medida, los crticos han sealado lo forza-

    do que es recurrir al pensamiento d e Kant en apoyo de la versin didica de la tesis.

    A continuacin presentaremos el debate sobre la paz democrtica desde una

    perspectiva crtica. Si la intensidad y actualidad del debate justifican, de por s, una

    exposicin ms o menos detallada de su evolucin sobre todo teniendo en cuenta

    la escasa atencin que se le ha prestado en nuestro m edio (2) otros argumentos re-

    (2) Hasta donde sabem os, las nicas incursiones que se han hecho desde Espaa en el debate de la

    paz democrtica son las de PEAS(1997) yVECINO(1999), a las que debe sumarse la traduccin al espa-

    ol de un artculo del politlogo italiano DMELE ARCHIBUGI (1997).

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    EL DE BATE SOBRE

    L

    PAZ DE MOCRTICA

    UN

    APROXIMACIN CRITICA

    fuerzan

    la

    pertinencia

    de

    este esfuerzo.

    Uno es que el

    debate sobre

    la paz

    democrti-

    ca ilustra

    muy

    adecuadamente

    el uso

    exagerado

    y

    poco riguroso

    que se

    hace

    en oca-

    siones

    de las

    tcnicas cuantitativas

    en las

    ciencias sociales

    en

    general

    y en

    R elacio-

    nes Internacionales

    en

    particular (3). Otro

    es que la

    tesis

    de la paz

    democrtica

    es

    uno

    de los

    referentes declarados

    de la

    poltica exterior

    de la

    recin concluida admi-

    nistracin Clinton.

    Un

    tercero,

    por

    ltimo,

    es la

    vinculacin

    de la

    tesis

    con las

    inte-

    resantes

    (y, a

    nuestro entender,

    en

    gran m edida vigentes) propu estas

    de

    orden inter-

    nacional

    de

    Immanuel Kant.

    Procederemos

    de la

    siguiente m anera.

    En

    primer lugar,

    nos

    referiremo s

    a las ba-

    ses emp ricas

    de la

    tesis

    de la paz

    demo crtica.

    En

    segundo lugar, pasaremos revista

    a

    las

    deb ilidades

    de la

    tesis

    a la luz de las

    crticas

    que se han

    hecho.

    En

    tercer lugar,

    abordaremos

    la

    cuestin

    de las

    im plicaciones

    y el uso

    poltico

    que se le ha

    dado.

    Por

    ltimo, consideraremos lapertinenciade lavinculacinde la versin didicade la

    tesis

    con la

    propuesta kantiana

    de

    orden internacional.

    LOS FUNDAMENTOS EMPRICOSDE LATESISDE LA PAZDEMOCRTICA

    Los primeros datos estadsticos

    que

    postulaban

    una

    correlacin positiva entre

    regmenes polticos democrticos

    y

    ausencia

    (o

    menor intensidad)

    de

    con flictos

    ar-

    mados interestatales

    se

    dieron

    a

    conocer

    a

    partir

    de la ola de

    estudios cuantitativistas

    que domin

    la

    investigacin

    en

    Relaciones Internacionales

    en la

    dcada

    de los se-

    senta

    (4). Sin

    embargo,

    el

    m rito

    de

    haber defendido

    en

    primer lugar

    la

    proposicin

    de

    que las

    dem ocracias

    no

    comb aten entre

    s no

    corresponde

    a

    ningn autor vincula-

    do acadmicamentealcampode las Relaciones Internacionales sinoa uninvestiga-

    dor independiente

    que

    trabajaba para

    la

    agencia

    de

    control

    de

    narcticos

    del

    Estado

    de Nueva York, Dean Babst.

    En 1964

    B abst public

    un

    breve estudio

    en el que ana-

    lizaba

    la

    correlacin entre democracia

    y

    guerra (Babst, 1964).

    En l se

    empezaba

    por identificar los Estados democrticos existentes desde la Revolucin Francesa

    para luego considerar

    su

    nivel

    de

    participacin

    en

    guerras internacionales. Para

    dar

    contenido

    a la

    categora Estado democrtico, Babst

    se

    serva

    de

    cuatro indicado-

    res:

    1)

    poder legislativo

    con

    control

    de las

    finanzas nacionales, elegido mediante

    voto m ayoritarioen unproceso electoralen el queparticipanalmenosdospartidos

    polticos;

    2)

    poder ejecutivo elegido

    por

    voto may oritario;

    3)

    elecciones secretas

    y

    libertad

    de

    prensa

    4)

    pas independiente. Para establecer

    el

    nivel

    de

    conflictividad

    (3) Elpredom iniode la metodologa cuantitativistaes uno de losrasgosque msconspicuamente

    distinguen

    en la

    actualidad

    a la

    academia estadounidense

    de la

    europea

    en la

    disciplina

    de las

    Relaciones

    Internacionales

    (WAEVER, 1998; JORGENSEN, 2000).

    (4)

    Las

    referencias

    a

    esos trabajos aparecen

    en

    RAY

    (1995:

    11).

    Segn

    RAY,

    el

    estmulo para

    mu-

    chosdeellosfue laaparicin del influyente artculodeJAMES ROSENAU Pre-TheoriesandTheoriesof

    Forcign Policy

    (ROSENAU,

    1966)

    en el que se

    sostena

    que el

    tamao,

    la

    riqueza

    y el

    tipo

    de

    rgimen

    po-

    litico explicaban,

    ms que

    otras ca ractersticas,

    las

    diferencias entre

    las

    distintas polticas e xteriores.

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    MN1CA SALOMN

    internacional de los Estados democrticos el autor usaba la lista de guerras interna-

    cionales incluida en la prestigiosa investigacin de Quincy Wright

    A Study of War

    (Wright, 1942). Cu riosamente, ninguno de los Estados clasificados por B abst como

    democrticos haba librado nunca una guerra (segn los datos de Wright) con otro

    Estado igualmente clasificado como democrtico. Babst interpretaba el hecho como

    una tendencia y sostena que, de mantenerse, el nivel de conflictividad interestatal

    descendera a medida que la democracia se extendiera en el mundo.

    Aparentemente el artculo de Babst pas desapercibido para los estudiosos de

    las Relaciones Internacionales. Pero cuando lo volvi a pub licar unos aos ms tar-

    de (Babst, 1972), los investigadores Melvin Small y David Singer lo descubrieron,

    sometieron a verificacin sus tesis y publicaron sus conclusiones en un artculo que

    s tuvo bastante repercusin (Small y Singer, 1976). Small y Singer cuyas inten-

    ciones eran rebatir las tesis de B abst concluan que, si bien las democracias bur-

    guesas (5) casi no haban com batido entre s en el perodo que analizaban

    (1816-1965), ello no era atribuible a su condicin de dem ocracias sino al hecho de

    que las guerras suelen librarse entre Estados vecinos y a que las democracias, hist-

    ricamente, han compartido pocas fronteras. En lo que s insistan era en que, de

    acuerdo con los datos disponibles, las democracias haban participado en tantas gue-

    rras internacionales como cualquier otro Estado y en que las guerras en que haban

    participado las democracias tenan en promedio la misma duracin y causaban el

    mismo nm ero de vctimas que las guerras internacionales en general (Sm all y Sin-

    ger, 1976: 206).

    Teniendo en cuenta el escepticismo de Small y Singer, llama poderosamente la

    atencin que sus datos sirvieran de fundamento al trabajo que ms influy en la pro-

    pagacin de la tesis de la paz democrtica: el largo artculo de Michael Doyle publi-

    cado en dos partes en 1983 (Do yle, 1983a y 1983b) cuyas conclusiones estaban

    ms bien en lnea con las tesis de Babst.

    El objetivo del artculo de Doyle era demostrar contra la opinin escptica de

    diplomticos y representantes de la tradicin realista en Relaciones Internaciona-

    les que las instituciones y los principios liberales llevan a que los Estados libera-

    les tengan una poltica exterior diferente de la de los Estados no liberales (6). Segn

    Doyle, si bien la poltica exterior liberal no se caracteriza por ser inherentemente pa-

    cfica como tantos representantes de la tradicin liberal han sostenido los Esta-

    dos liberales tienden a promover polticas exteriores menos beligerantes en sus rela-

    (5) Las dem ocracias burguesas se definan a partir de los siguientes criterios: 1. Cele bracin pe-

    ridica de elecciones en las que los partidos de la oposicin tienen posibilidades reales de llegar al go-

    bierno; 2. Derec ho al voto de al meno s el 10 por 100 de la poblacin adulta; 3. Un parlame nto qu e contro-

    la el poder ejecutivo o que disfruta de paridad con el.

    (6) Ntese que

    DOYLE

    no se refera a democracias sino a Estados liberales, definidos como

    aquellos que cumplen con cuatro condiciones: 1. Economa de mercado; 2. Autonoma en poltica exte-

    rior; 3. Derechos jurdicos para los ciudadanos y 4. Gobierno representativo y separacin de poderes

    (DOYLE, 1983a: 212).

    4

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    EL

    DEBATE SOBRE LA PAZ DEMOCRTICA UNA APROXIMACIN CRITICA

    ciones con otros Estados liberales que con los Estados no liberales. As, mientras

    que en las relaciones entre Estados liberales el liberalismo ha alcanzado un xito

    extraordinario, en las relaciones entre Estados liberales y Estados no liberales, el li-

    beralismo ha contribuido a una confusin excepcional (Doyle, 1983a: 206). Lo

    demuestra el que,a pesar de que los Estados liberales han participado en guerras

    internacionales con la misma frecuencia que los dems Estado s, no han entrado

    nunca en guerra en tre s.En apoyo de esa contundente afirmacin, Doyle argum en-

    taba que ninguno de los Estados que l clasificaba como liberales haban mantenido

    nunca una guerra con otro E stado clasificado como liberal. Era el mismo argumento

    de Babst y se basaba en datos similares: la lista de guerras internacionales elaborada

    por Quincy Wright y examinada posteriormente por Melvin y Singer y una lista de

    Estados que satisfacan o haban satisfecho en algn m om ento los criterios ne-

    cesarios como para considerarlos liberales.

    Doyle reforzaba su argumentacin vinculndola al pensamiento kantiano. Para

    Doyle, las relaciones internacionales liberales conforman una unin pacfica,

    equivalente a la federacin de paz o

    foedum pacificum

    que Kant propuso en su

    opsculo

    So bre la paz pe rpetua

    (Kant, 1795) como una de las condiciones necesa-

    rias para llegar a la paz mundial. Ms adelante analizaremos la conexin entre los

    postulados de Kant y la tesis de la paz democrtica. Por ahora baste decir que la vin-

    culacin de la tesis a los argumentos kantianos contribuy sin duda de manera fun-

    damental a la propagacin de la misma.

    Poco despus de la publicacin del artculo de Doyle, Rudolph Rummel (el

    principal defensor de la llamada tesis mondica de la paz democrtica) public

    los resultados de una investigacin en la que conclua que los Estados libertarios

    (polticamente libres) eran

    inherentemente pacficos

    (Rummell, 1983) (7). La publi-

    cacin de los dos artculos dio lugar a cierto debate y se realizaron distintos anlisis

    estadsticos que comparaban las probabilidades de entrar en guerra de, respectiva-

    mente, un par cualquiera de Estados y de un par de democracias (Chan, 1984; Wee-

    de, 1984). Los resultados de esos anlisis confirmaban las dos tendencias ya obser-

    vadas por Small y Singer: por un lado la similar propensin a la guerra de las demo-

    cracias y de los Estados no demo crticos y por otro la tendencia de las dem ocracias

    a no com batir entre s. Fue a partir de entonces (m ediados de la dcada de los ochen-

    ta), que la proposicin segn la cual

    las democracias

    aunque igualmente belico-

    sas que las no democracias

    tienden a no combatir entre si

    pas a considerarse

    parte del saber convencional en Relaciones Internacionales y que Jack Levy plas-

    m esa conviccin en su muy citada afirmacin de que la ausencia de guerra entre

    demo cracias es lo ms cercano que tenem os a una ley emprica en Relaciones Inter-

    nacionales (Levy, 1988: 662).

    (7) En realidad,

    RUMMEL

    ya haba desarrollado extensamente sus argumentos en su obra anterior de

    en cinco volmenes (RUMMEL, 1976-1981) pero slo cuando pub lic el articulo de 1983 surgi el debate.

    RUMMEL sigue siendo el principal defensor de la tesis mondica de la paz dem ocrtica, qu e tiene m uy po -

    cos adeptos.

    241

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    MNICA SALOMN

    A partir de entonces se realizaron estudios especficamente orientados a verifi-

    car la validez de la tesis didica de la paz democrtica. Los principales son el de

    M aoz y Abdolali (1989) y el de B remer (1992). Esos trabajos, y prcticamente todos

    los anlisis estadsticos de la paz democrtica, se basaron en la misma base de datos

    sobre regmenes polticos, la llamadaPolity II codificada por Ted Robert Gurr para

    Freedom House(Gurr, 1974). En ella se distinguen tres categoras de rgim en po lti-

    co:

    dem ocracias, anocracias y autocracias (8). En cuanto a las guerras internaciona-

    les, los anlisis se basan mayoritariamente en la codificacin de Small y Singer

    (proyectoCorrelates ofWar (Small y Singer, 1982) segn la cual una guerra inter-

    nacional es un choque que involucra a uno o ms participantes y que provoca un m -

    nimo de m il vctimas. Maoz y A bdolali (1989) analizaron estadsticamente las rela-

    ciones bilaterales entre todos los Estados en el perodo 1816-1976. Identificaron 332

    pares de Estados (democrticos o no) que haban participado en guerras durante ese

    perodo. Los Estados clasificados com o dem ocrticos haban participado en guerras

    en una proporcin semejante a la de los Estados no democrticos. Segn la ley de

    probabilidades, un 5 por 100 de esas guerras tendran que haber sido libradas entre

    Estados demo crticos. Sin emb argo, los datos manejados p or M aoz y Abdolali indi-

    caban que ninguna de las 332 guerras haba enfrentado a dos democracias. stas

    slo haban luchado contra Estados clasificados como no democrticos. Ese 5 por

    100 (la diferencia entre las 0 guerras entre democracias y las que les habra corres-

    pondido segn la ley de probabilidades) es un porcentaje pequeo pero de todos

    mo dos significativo desde el punto de vista estadstico. Por su parte, B remer (1992)

    analiz el perodo 1816-1965 controlando los posibles efectos de otras variables (ri-

    queza, pertenencia a alianzas militares y presencia de un Estado hegemnico, entre

    otras). Concluy que, si la democracia no tuviera el efecto pacificador postulado, o

    que si no hubieran existido Estados democrticos entre 1816 y 1975, se habran li-

    brado nueve guerras internacionales ms de las que efectivamente tuvieron lugar.

    Con estos anlisis se dio por ampliamente demostrada la solidez de la base em-

    prica de la tesis didica. En el contexto del optimismo liberal despertado por el

    colapso sovitico y el fin de la guerra fra la tesis de la paz demo crtica suscit gran

    entusiasmo, sobre todo entre aquellos estudiosos de las Relaciones Internacionales

    que ansiaban acabar con la hegemona terica del realismo-neorrealismo en la disci-

    plina (Russett, 1995: 164). El problema era que no se contaba an con una teora

    de la paz democrtica. La correlacin estadstica, en efecto, no bastaba para de-

    (8) Los Estados clasificados co mo dem ocracias en esta base de datos son los sistemas en que 1. Los

    individuos pueden expresar preferencias de manera efectiva sobre polticas y lderes alternativos. 2. El

    poder de los lderes est limitado por mecanismos institucionales 3. Los derechos civiles estn garantiza-

    dos.

    En el extremo opuesto, las autocracias son sistemas con 1. Fuertes limitaciones a la participacin

    poltica; 2. Ejecutivo seleccionado exc lusivam ente po r una lite poltica; 3. El papel del lder no est lim i-

    tado por las instituciones. GURR construy una escala de diez puntos para medir el grado de democracia

    de los Estados ao a ao. Los Estados que alcanzaban una puntuacin intermedia se definieron como

    anocracias.

    4

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    EL DEBATE SOBRE LA PAZ DEMOCRTICA UNA APROXIMACIN CRITICA

    mostrar la relacin de causalidad entre democracia y paz. Muchos de los autores en-

    tusiastas con la tesis eran conscientes, en efecto, de que si no se puede explicar de

    manera convincente el mecanismo causal que subyace a la paz democrtica, no po-

    demos estar seguros de que la paz es genuina. Puede ser un epifenmeno, el resulta-

    do de otras variables causales (Owen, 1994:88) Era imprescindible, por lo tanto,

    encontrar explicaciones plausibles a la paz demo crtica y encontrarlas en las carac-

    tersticas de las democracias, no en otros factores. En ello se centraron a partir de

    entonces los esfuerzos de los investigadores. Sin embargo, el consenso que haba

    suscitado el enunciado de la tesis no cristaliz en torno a ninguna de las explicacio-

    nes propuestas.

    En 1993 Bruce Russett public un libro en el que expona la tesis de la paz de-

    mocrtica: Grasping the Democratic Peace. (Russett, 1993; 1995) Hasta ahora, la

    obra de Russett es la exposicin ms desarrollada y la defensa ms enrgica de la

    versin didica de la tesis.

    En la formulacin de Russett, la tesis consiste en lo siguiente:

    1.

    Los sistemas polticos organizados demo crticamente actan, en general,

    bajo restricciones que los hacen ms pacficos en sus relaciones con otras democra-

    cias. Sin embargo, las democracias no son necesariamente pacficas en sus relacio-

    nes con otras democracias.

    2. En el sistema internacional mo derno, las demo cracias tendern menos a

    usar violencia letal contra otras democracias que hacia Estados gobernados autocr-

    ticamente o que los Estados gobernados autocrticamente entre s. Adems, no hay

    casos claros de guerras entre democracias soberanas estables en el moderno sistema

    internacional.

    3.

    La paz relativa entre demo cracias es, fundamentalmente, co nsecuencia de de-

    terminados rasgos de la dem ocracia, y no se debe exclusivamente a las caractersticas

    econm icas o geopolticas co rrelacionadas con la demo cracia (Russett, 1995: 11).

    Russett admita que la cuestin de qu rasgos de la democracia son los que ex-

    plican la paz democrtica era objeto de debate entre los defensores de la tesis. De

    hecho, hasta hoy stos no se han puesto de acuerdo sobre las posibles exp licaciones

    de la ley emprica: o sea por qu las democracias son pacficas en sus relaciones

    mutuas y en cambio no particularmente pacficas en sus relaciones con los dems

    Estados.

    Las explicaciones de la paz democrtica

    Las explicaciones que se han postulado son de dos tipos: las que se apoyan en

    las caractersticas institucionales de la democracia (explicacin estructural-institu-

    cional) y las basadas en las normas y principios democrticos (explicacin normati-

    vo-cultural). Algunos autores defienden una de estas explicaciones frente a la otra.

    Otros entienden que la paz democrtica es un efecto combinado de principios e ins-

    tituciones democrticos.

    43

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    8/30

    MNICA SALOMN

    Las explicaciones que buscan en las instituciones dem ocrticas las razones de que

    las democracias no libren guerras entre s se basan en el argumento de que, cuando un

    Estado democrtico se ve envuelto en un conflicto internacional, los controles demo-

    crticos a los que se ve som etido el ejecutivo, el temor del jefe de gobierno a perder su

    cargo a causa de una actuacin po co popular p ara los electores o el peso de la opinin

    pblica, entre otros factores, limitan las posibilidades de que ese conflicto se convierta

    en guerra (M aoz y Russett, 1993: 626; Siverson, 1995: 48 3; B ueno de M esquita y Si-

    verson, 1995). As, si dos Estados dem ocrticos entran en co nflicto, la tesis de la paz

    democrtica predice que el conflicto no desembocar en una guerra. El problema es

    que as no se explica por qu los Estados democrticos entran en guerra con Estados

    clasificados como no democrticos con la misma frecuencia que los Estados clasifica-

    dos como no democrticos entre s. Russett ha sugerido una explicacin que resulta,

    sin embargo, m uy poco co nvincente. Segn ella, cuando tiene lugar un conflicto e ntre

    Estados democrticos (y por lo tanto institucionalmente limitados para entrar en gue-

    rra) y Estados no democrticos, el temor, por parte del gobierno democrtico, de un

    ataque sorpresa del contrario (temor fundado en que el gobierno no democrtico no

    tiene las mismas restricciones institucionales que el suyo) le empujara a iniciar l

    mismo un ataque disuasorio (Russett, 1995: 40).

    Las explicaciones normativas de la paz democrtica, por su parte, parten del su-

    puesto de que los Estados tienden a aplicar en su poltica exterior los mismos princi-

    pios que en su poltica interna (Russett, 1995:40). Las polticas exteriores de las de-

    mocracias estaran fundadas en la bsqueda de soluciones pacficas a las diferencias

    con otros Estados, por lo que sus conflictos internacionales tenderan a no escalar. Los

    Estados no democrticos, en cambio, se veran envueltos en guerras con mayor facili-

    dad por la ausencia de principios democrticos en su poltica exterior. Igual que en el

    caso de las explicaciones institucionales, las explicaciones normativas no explican la

    alta frecuencia de conflictos armados entre Estados democrticos y no democrticos.

    Por otra pa rte, algunos autores han insistido en que en este tipo de e xplicacin lo que

    cuenta no es el carcter objetivo o cuantificable de las democracias sino si las

    percepciones que los encargados de la toma de decisiones, las lites y la opinin p-

    blica en general tienen sobre la naturaleza de los regm enes p olticos con los que m an-

    tienen un conflicto (Hermann y Kegley, 1995). Los autores constructivistas han insis-

    tido especialmente en este aspecto (Risse-Kappen, 1995; Peceny, 1997).

    LAS DEB ILIDADES DE LA TESIS DE LA PAZ DEMOCR TICA

    Aunque la tesis de la paz democrtica ya haba sido cuestionada con anterioridad

    a la publicacin del libro de Russett, fue sin duda la aparicin de esa obra en 1993 lo

    que dio lugar a una avalancha de crticas. A continuacin pasarem os revista a esas cr-

    ticas; distinguiendo entre

    a)

    las que, sin cuestionar la existencia del fenmeno de la

    paz democrtica (o sea, la tendencia de las democracias a no combatir entre s), se

    centran en la falta de explicaciones convincentes para el mismo y

    b)

    las que ponen en

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    9/30

    EL

    DEBATE SOBRE LA PAZ DEMOCRTICA UNA APROXIMACIN CRjTICA

    duda la existencia del fenmeno a partir, sobre todo, del cuestionamiento al procesa-

    miento de datos estadsticos que han hecho los defensores de la tesis.

    a) La insuficiencia de las explicaciones

    Empezando con las crticas a las explicaciones basadas en las constricciones

    institucionales de las democracias, se ha cuestionado, en primer lugar, su propia

    existencia. De hecho, en situaciones de crisis susceptibles de desembocar en guerra

    la toma de decisiones suele realizarse, aun en democracias, en grupos cerrados y en

    secreto (Galtung, 1995: 54). En segundo lugar, se ha apuntado que, de haberlas, las

    constricciones institucionales afectan tambin a las decisiones de los gobiernos de

    los Estados no dem ocrticos. stos estn limitados en sus decisiones sobre la guerra

    y la paz, si no por parte del electorado, s por parte de los grupos de poder a los que

    estn vinculados (Mo rgan y C amp bell, 1991: 191). Una tercera critica es que, a dife-

    rencia de lo que suponen los defensores de la paz democrtica, la opinin pblica no

    es necesariamente una fuerza mo deradora ni pacfica. Es ms, en no pocas o casiones

    la opinin pblica ha dificultado que un lder moderado opte por la paz (Mearshei-

    mer, 1990: 185). Adem s, se ha argumentado que, en todo caso, el papel m oderador

    de la opinin pblica podra explicar la propensin de las democracias a no entrar en

    ninguna guerra (la tesis mondica), pero no es vlido en apoyo de la tesis didica

    (Layne, 1994: 12).

    Pasando a los problemas que suscitan las explicaciones normativas, las criticas

    parten del cuestionamiento del supuesto del que stas parten. Es harto discutible, en

    efecto, que los Estados (democrticos o no) tiendan a aplicar las mismas reglas en

    sus relaciones internacionales que en sus polticas internas. En el caso de las demo-

    cracias, se ha sealado que acciones tales como la venta de armas al tercer m undo, la

    exportacin de empresas contaminantes y, sobre todo, las acciones encubiertas de

    desestabilizacin de otros gobiernos (cualquiera sea su rgimen poltico) contradi-

    cen este supuesto: recordemos que el gobierno democrtico de los Estados Unidos

    particip en acciones desestabilizadoras hacia otros gobiernos democrticamente

    elegidos en nu merosas ocasiones: los casos de las intervenciones contra Irn (1953),

    Guatem ala (1954), Indonesia (1957), B rasil (desde 1961), Chile (1973) y Nicaragua

    (desde 1984) son los ms relevantes (9). Asimismo, las guerras de conquista colo-

    nial y las guerras de descolonizacin son tambin conductas q ue contradicen la idea

    de que las demo cracias tienden a aplicar las mismas normas en su interior que en sus

    relaciones internacionales (10).

    (9 ) CHARLES KEGLEY y MARGARET HERMANN contaron quince casos, desde 1975 a 1995, de inter-

    vencin militar con uso de la fuerza por parte de democracias estables contra otras democracias estables.

    Ocho de ellas corresponden a intervenciones militares de los Estados Unidos (KEGLEYyHERMANN, 1996:

    309-322).

    (10) DANIELE ARCHIBUGIha argumentado en esta linea y ha propuesto un test para medir el carcter

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    MNICA

    SALOMN

    Tambin se ha rebatido el supuesto implcito en las argumentaciones de los

    defensores de la tesis de la paz democrtica de que los gobiernos de Estados de-

    mo crticos aplican las mismas normas no demo crticas que siguen en su poltica in-

    terior y que por lo tanto los Estados no demo crticos son m enos pacficos en sus re-

    laciones internacionales que las democracias. La prueba de que ello no es as es que

    existen zonas de paz en reas no necesariamente democrticas. La ms evidente es

    la de Amrica del Sur, donde apenas han habido conflictos internacionales en este

    siglo (C ohn, 1994: 215). A partir de esta constatacin es razonable sup oner que hay

    factores comunes (una combinacin de factores culturales o estratgicos, por ejem-

    plo), diferentes del rgimen p oltico de los Estados participante s, que explican la

    existencia de las distintas zon as de paz, dem ocrticas o no (11).

    Como es natural, la falta de solidez de las explicaciones institucional y normati-

    va ha llevado a postular otras explicaciones al fenmeno de la paz democrtica.

    Algunos estudios recientes han explorado, por ejemplo, la hiptesis de que las de-

    mocracias tienden a ser Estados satisfechos con elstatus quo imperante en el siste-

    ma internacional, por lo que slo se muestran agresivas con aquellos Estados ma -

    yoritariamente no democrticos que amenazan el orden internacional existente

    (Kacowicz, 1995; Lemke y R eed, 1996). En general, sin embargo, los defensores de

    la tesis rechazan explicaciones alternativas a las explicaciones institucional y nor-

    mativa. Ello es as porque, evidentemente, si el supuesto fenmeno de la paz dem o-

    crtica acabara explicndose en alguna caracterstica com partida por los E stados de-

    mo crticos pero no inherente a su condicin de dem ocracias (como el nivel de bien-

    estar o la pertenencia a determinadas alianzas, por ejemplo) la paz democrtica

    dejara de ser tal (12).

    Sin una explicacin convincente, la conexin estadstica en que se apoya la tesis

    de la paz democrtica no basta para disponer de una teora de la paz dem ocrtica. En

    los mismos datos, en efecto, se pueden fundamentar otras tesis. As, por ejemplo

    por qu no suponer, en base a los mismos datos estadsticos, que es la paz lo que fa-

    vorece la democratizacin y no viceversa? En apoyo de esta idea se ha apuntado que

    la mayor parte de los Estados que se convirtieron en democracias durante el si-

    democrtico de la poltica exterior de un Estado. Entre otros elementos se podra considerar la participa-

    cin directa e indirecta en conflictos armados, la implicacin en acciones encubiertas, el porcentaje del

    PNB que se asigna al gasto militar, la cantidad de armam ento exp ortado a otros pases o la ayuda destina-

    da al tercer mundo.ARCHIBUGI reconoce que algunas democracias occidentales (Suiza, Holanda o los pa-

    ses nrdicos) s podran pasar este test (ARCHIBUGI, 1997: 108-109).

    (11) Un reciente estudio de caso sobre los pases del M ercosur ha concluido que la paz y la coope ra-

    cin en la regin no est vinculada a la democracia sino ms bien a la homogeneidad poltica y cultu-

    ral de los pases integrantes (REMMER, 1998).

    (12) De hecho, BRUCK RUSSETT S consider en su obra algunas e xplicacione s a lternativas a la paz

    democrtica, tales como la pertenencia a organizaciones internacionales, la pertenencia a alianzas milita-

    res y la estabilidad poltica. Descart estas explicaciones por considerar que ninguna de ellas, por s sola,

    era capaz de explicar la paz entre democracias (RUSSETT, 1995: 29). Pero Russett slo consider la plau-

    sibilidad de las distintas explicaciones una a una y no conjuntamente.

    246

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    EL DEBATE SOBRE LA PAZ DEM OCRTICA UNA APROXIMACIN CRITICA

    glo xix y principios del xx lo hicieron en el interior de unas zonas de paz relativa-

    mente protegidas de los avatares de la anarqua internacional. Esas zonas de paz se

    crearon de diferentes maneras, pero sin duda los factores geopolticos (como por

    ejemplo la presencia de actores polticos hegemnicos fuera de la zona) resultaron

    fundamentales (Thompson, 1996).

    b) Los problemas d e procesamiento de los datos estadsticos

    El segundo grupo de crticas que se han hecho a la tesis de la paz democrtica

    cuestiona la existencia de la conexin estadstica entre democracia y paz. Entre las

    numerosas crticas que se han hecho a la manera en que los defensores de la tesis

    han procesado los datos usados para los anlisis estadsticos destacamos las que a

    nuestro entender son las cinco principales.

    En primer lugar, se ha cuestionado la codificacin previa al procesamiento es-

    tadstico de las variables democracia, Estado liberal y guerra. Las defini-

    ciones de democracia (o de Estado liberal) de las que parten los distintos estu-

    dios que defienden la validez de la tesis son variables y sesgadas. Eso es crucial,

    puesto que la definicin que se use de democracia determinar qu naciones se in-

    cluyen en las muestras y por lo tanto la significacin estadstica del fenmeno de la

    paz democrtica (Spiro, 1995). De hecho, no hay coincidencia, por ejemplo, entre la

    lista de regmenes liberales elaborada por Doyle y la que usan la mayora de los es-

    tudios posteriores que dieron por vlida la tesis didica, basados los datos de Polity

    II.As, por ejemplo, los datos de Maoz y Russett para el perodo 1946-1982 estn de

    acuerdo sobre diecinueve Estados, pero tienen discrepancias sobre los aos en que

    dieciocho de los Estados considerados eran dem ocracias o no y estn en desacuerdo

    total sobre otros veintin Estados. Por otra parte, algunas de las clasificaciones que

    se hacen a partir dePolity II llaman poderosamente la atencin: Francia, por ejem-

    plo,no es considerada una democracia entre 1981 y 1986 sino una anocracia, pero

    El Salvador s figura como democracia en el mismo perodo.

    Tamb in la definicin de guerra es crucial para determ inar la significacin es-

    tadstica del fenmeno. Como ya hemos indicado, la mayora de los autores parten

    de una m isma base de datos (la del proyecto Correlates ofWar que define la guerra

    internacional como un choque armado entre dos contendientes (de los que al menos

    uno representa a un gobierno) y que causa al menos mil vctimas o la prdida de ms

    de cien soldados en el campo de batalla. No se incluyen por lo tanto las intervencio-

    nes encubiertas ni las guerras que provocan menos vctimas.

    Adems de alterar la significacin estadstica del fenmeno, las definiciones de

    democracia, Estado liberal y guerra permiten que los defensores de la tesis

    descarten ciertos casos que los crticos sealan com o, al m enos, dudoso s (13).

    (13) Entre ellos, cabe citar los siguientes: la guerra de 1812 entre EE.UU . y Gran B retaa; la guerra

    24 7

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    MNICA SALOMN

    Dado que, como vimos, el margen de la significacin estadstica del fenmeno

    (la diferencia entre las guerras que les habra correspondido librar entre s a las

    democracias y las que efectivamente libraron) no es muy amplio (slo de un 5 por

    100),

    el hecho de que se acepten unos pocos casos dudosos como guerras entre de-

    mocracias puede acabar con la supuestamente slida base emprica de la tesis.

    Un segundo problema que se ha sealado es que pocos anlisis estadsticos han

    tenido en cuenta cul es el Estado agresor y cul el agredido. E sto puede llevar a re-

    sultados como el siguiente:

    En el siglo XX, el par B lgica-Holanda ha sido pacfico, pero el par B lgica-Ale-

    mania ha sido proclive a la guerra. Esto no es porque la demo crtica B lgica fuera ms

    proclive a la guerra en sus relaciones con la autoritaria Alemania que con la democr-

    tica Holanda; Blgica no inici ninguna guerra contra esos Estados sino que fue inva-

    dida dos veces por Alemania (Rousseau e.a., 1996)

    De todos modos, cabe sealar que los anlisis que s intentaron investigar si las

    democracias o Estados liberales tienden a iniciar menos guerras que los Estados no

    democrticos no llegaron a resultados concluyentes (Chan, 1997: 68).

    Un tercer problema apuntado es el de la ausencia de criterios, en los anlisis es-

    tadsticos, para medir el grado de violencia de las guerras. Segn Rummel, su tesis

    (mondica) de que los Estados libertarios son inherentemente pacficos no ha

    sido an demostrada como invlida porque los crticos que la han descartado estu-

    dian la incidencia del conflicto, no su intensidad. Falta investigar si, por ejemplo, las

    dem ocracias (o los Estados libertarios) limitadas en su uso de la fuerza por con-

    sideraciones normativas o estructurales causan guerras con ms vctimas que los

    Estados considerados com o no pertenecientes a esta categora (Rum me l, 1985: 426;

    1995).

    La cuarta crtica que queremos destacar no cuestiona la validez de la tesis pero

    s la acota. Se ha apuntado que las dem ocracias recientem ente con stituidas tienden a

    ser particularmente inestables y proclives a la guerra. A esas conclusiones llegaron

    Edward Mansfield y Jack Snyder tras realizar un anlisis estadstico basado en las

    mismas bases de datos que usan los defensores de la paz democrtica. Segn ellos,

    los Estados en vas de dem ocratizacin son ms proclives a la guerra que los clasifi-

    cados como autocracias en la base de datosPolity II.En los diez aos po steriores

    al establecimiento de un rgimen democrtico los Estados tienen el doble de proba-

    bilidades de ir a la guerra que los clasificados com o au tocracias. Los au tores no li-

    mitaron su anlisis a los Estados productos de la ltima ola de demo cratizacin sino

    de 1849 entre la Repblica Romana de un lado y las Dos Sicilias, Francia y Austria-Hungra de otro (la

    Repblica Rom ana y Francia podran ser definidos, segn algunos autores, como liberales o dem ocrti-

    cos);

    la guerra entre Ecuador y Colombia de 1813; la guerra franco-prusiana de 1870; la guerra hispa-

    no-estadounidense de 1898; la guerra de los Boers de 1902; la primera guerra mundial (se ha sealado

    que Alemania no era menos dem ocrtica o liberal que sus oponentes); la segunda guerra mundial (en

    la que Finlandia, un Estado dem ocrtico, particip del lado del eje); los enfrentamicntos entre Lbano e

    Israel de 1948 y 1967; las guerras de Per y Ecuador de 1981 y 1995.

    24 8

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    EL DEBATE SOBRE LA PAZ DEMOCRTICA UNA APROXIMACIN CRITICA

    que lo aplicaron tambin a democracias en vas de consolidacin en el siglo pasado

    o principios de ste. As, por ejemp lo, sealaron que la Gran B retaa victoriana pos-

    terior a la

    Reform Act

    de 1832 o la Francia de Napolen III fueron particularmente

    belicosas (Mansfield y Snyder, 1995).

    Si los cuatro problem as planteados anteriormente p onen en entredicho la signifi-

    cacin estadstica de la tesis de la paz dem ocrtica, hay un quinto que, a nuestro en-

    tender, tiene consecuencias demoledoras para con ella. Se trata de los resultados de

    un test que demu estra que

    la correlacin entre paz y democracia slo es estadstica-

    mente relevante para el perodo posterior a la Segunda Guerra Mundial.

    Los responsables del experimento, Henry Farber y Joanne Gowa, repitieron los

    test de probabilidades estadsticas usando las mismas muestras de datos que la ma-

    yor parte de los defensores de la teora de la paz democrtica para los aos 1816a

    1980 (Farber y Gowa, 1995; Gow a, 1999). Cu ando co nsideraron la muestra de todos

    los pares de Estados clasificados como dem ocrticos de todo el perodo (1816-1980)

    llegaron a los mismos resultados que los defensores de la tesis: a saber, que los Esta-

    dos clasificados com o dem ocracias haban participado propo rcionalmente en el mis-

    mo nm ero de guerras que los dems E stados pero que las democracias haban com -

    batido entre s en una proporcin menor y que poda considerarse significativa desde

    el punto de vista estadstico.

    En cam bio, cuando Farber y Gowa fragmentaron el perodo 1816-1980 en cinco

    perodos diferentes (el de antes de la Primera Guerra Mundial, el correspondiente a

    la Primera Guerra Mundial, el perodo de entreguerras, el de la Segunda Guerra

    Mundial y el perodo posterior a la Segunda Guerra Mundial) y los analizaron por

    separado, descubrieron q ue, en realidad, el nico perodo en que la correlacin entre

    democracia y paz era significativa desde el punto de vista estadstico era el ltimo:

    el posterior a la Segunda Guerra Mundial. Considerados uno a uno y no globalmen-

    te ,

    los perodos anteriores no mostraban una correlacin estadstica lo suficiente-

    mente fuerte entre paz y rgimen democrtico como para que la ausencia o la

    escasa frecuencia de las guerras libradas entre democracias pudiera considerarse

    significativa.

    Qu significa ese descubrimiento? Invalida la tesis de la paz democrtica? No

    exactamente. Que no se demuestre estadsticamente que las democracias no han

    combatido menos guerras entre s que las que proporcionalmente les habra corres-

    pondido en el perodo 1816-1945 no significa que el fenmeno de la paz democrti-

    ca no exista. Sin embargo, hay dos razones que llevan a pensar que los resultados

    obtenidos por Farber y Gowa asestan un golpe m ortal a la idea de que las dem ocra-

    cias no combaten entre s.

    La primera razn es obvia: es el hecho de que los defensores de la tesis de la paz

    demo crtica la propusieron precisamente a partir de la supuesta relevancia estadsti-

    ca de un fenmeno que, por otra parte, nunca consiguieron explicar de m anera con-

    vincente. La segunda es que para explicar la correlacin estadstica fuerte entre de-

    mocracia y paz que s se observa en el perodo posterior a la Segunda Guerra Mun-

    dial contamos, en la literatura de Relaciones Internacionales, con alternativas

    249

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    14/30

    MNICA SALOMN

    diferentes a la tesis de la paz demo crtica y qu e estn m ucho m s desarrolladas que

    ella.

    Un tipo de explicaciones alternativas son las de los autores realistas o neorrea-

    listas (que son las que sostienen tambin Farber y Gowa). Segn ellas, la larga

    paz (Gaddis, 1987; 1991) es el resultado de la estructura bipolar del sistema inter-

    nacional, de la presencia de armas nucleares y del papel desem peado por los E sta-

    dos U nidos en Europa. En este mom ento, sin em bargo, las explicaciones de los rea-

    listas (sobre todo las que predijeron un rpido enfriamiento de las relaciones entre

    las democracias occidentales a consecuencia del fin de la guerra fra) (Mearsheimer,

    1990) no son las que gozan de mayor crdito.

    Pero adems de las realistas, hay otras posibles explicaciones de esa ausencia de

    guerras entre democracias constatada desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

    Una de ellas es la que caracteriza a las democracias occidentales com o pertenecien-

    tes a una o varias comunidades de seguridad (aquellas cuyos miembros tienen la

    certeza de que sus problemas no se resolvern mediante el uso de la fuerza) de tipo

    amalgamado o pluralista, segn la clsica definicin acuada por Karl Deutsch

    (Deutsch, 1957: 5-6). Las comunidades de seguridad amalgamadas consisten en

    la fusin formal de dos o ms unidades previamente independientes en una sola

    unidad. Las com unidades de seguridad pluralistas, por su p arte, mantienen la in-

    dependencia legal de los gobiernos, poseen una compatibilidad de valores funda-

    mentales derivadas de instituciones comunes, accesibilidad mutua y un sentido de

    pertenencia, y estn integradas hasta el punto de que tienen expectativas mutua-

    mente dependientes de cambio pacfico.

    Ahora bien, por ms que el mismo Deutsch m antena dudas acerca de qu facto-

    res eran necesarios y qu factores suficientes para la formacin de una comunidad

    de seguridad, lo que s est claro es que la explicacin monocausal de los defensores

    de la paz democrtica no basta para explicar el nacimiento de una comu nidad de se-

    guridad.

    Para Deutsch, las tres principales condiciones para el establecimiento de una co-

    munidad de seguridad pluralista eran los siguientes:

    1.

    Co m patibilidad de los principales valores polticos

    2. Capacidad de los gobiernos y estratos polticamente relevantes de la pobla-

    cin de los pases participantes de responder a los mensajes, necesidades y acciones

    mutuas de manera rpida, adecuada y sin recurso a la violencia.

    3.

    Predictabilidad m utua de los aspectos relevantes del com portamiento polti-

    co,

    econmico y social (Deutsch, 1988: 281). Al referirse a la integracin euro-

    peo-occidental, Deutsch insisti como todos los tericos de la integracin eu-

    ropea en el papel fundamental de la red de instituciones po lticas, econmicas y

    de seguridad en la formacin de la comunidad de seguridad en Europa (Deutsch,

    1988:

    254-255).

    De hecho, no son pocos los autores que han insistido en que lo que en realidad

    sealan los datos en que se apoyan los defensores de la paz democrtica es, ni ms

    25 0

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    ELDEBATE SOBRE LA PAZ DEMOCRTICA UNA APROXIMACIN CRITICA

    ni menos, la existencia de la comunidad de seguridad nord-atlntica que tiene su n-

    cleo en la Unin Europea (Cohn, 1994; Kacowicz, 1995) (14). Los valores demo-

    crticos comunes de los Estados miembros son un factor sin duda crucial para el

    mantenimiento de la comunidad de seguridad, pero, desde luego, no son sino uno

    entre varios factores. Asim ism o, ms de un autor ha defendido la idea de que , si bien

    las com unidades de seguridad de tipo amalgamado o pluralista co mo las planteadas

    por Deutsch requieren que los participantes compartan unos valores democrticos,

    es posible concebir la existencia de otro tipo de comunidades de seguridad en las

    que no estn desarrollados esos valores, por ms que en ese caso la paz sera menos

    slida (Peceny, 1997:416).

    c) Las reacciones a las crticas

    Las reacciones de los autores que sostienen la tesis de la paz democrtica ante

    las crticas a que ha sido sometida han sido de ndole muy diversa. Unos han adopta-

    do una posicin ms bien defensiva y se han aferrado a la validez de la tesis pese a

    todos los argumentos en contra (15). Otros han seguido manteniendo la validez de la

    tesis pero de manera implcita han aceptado que la democracia no es la causa nica

    de la paz y han empezado a considerar otros factores (16). Un tercer grupo de auto-

    (14) Hay que sealar que algunos autores que no se han manifestado exp lcitamente en contra de la

    tesis han sealado la pertinencia de la nocin de Deutsch de comunidad de seguridad para explicar el fe-

    nmeno de la paz democrtica (SORENSEN, 1992;STARR, 1992). Tamb in tiene cierto inters el que Doyle

    haya considerado, en una nota a pie de pgina, la posibilidad de explicar el fenmeno de la paz democr-

    tica a partir del concepto de comunidad de seguridad, para luego descartarla en base al argumento de que

    la comunidad de seguridad es una nocin demasiado acotada geogrfica y temporalmente (DOYLE,

    1983a: 222, n. 20).

    (15) Es la postura que ha adoptado ZEEV MAOZ. Llama la atencin la debilidad de sus argumentos.

    Asi, por ejemplo, afirma: El ltimo recurso de Cohn es sostener que los resultados de la paz demo crti-

    ca slo son vlidos para la comunidad del Atlntico Norte en la post-Segunda Guerra Mundial. Este argu-

    mento es similar al de Farbcr y Gowa. Pero si existe una cultura del Atlntico Norte que impone estabili-

    dad en las relaciones de unos Estados con otros, dnde estaba esa cultura durante las dos guerras mun-

    diales,

    que fueron ms destructivas que cualquier otra guerra en la historia? (...) Es posible que la

    formacin de una comunidad de seguridad colectiva que se enfrentaba a un enemigo comn haya sido lo

    que acab con las rivalidades previas? Si eso es as, por qu la comunidad de seguridad opuesta que

    tambin se enfrentaba a un enemigo comn experiment dos guerras y ms de 25 disputas? (MAOZ,

    1997: 180). No es difcil re spo nde r M aoz: el fenmeno de la integracin europea que implicaba unos

    valores compartidos pero tambin un denso tejido institucional y el apoyo a una interdependencia econ-

    mica equilibrada con polticas redistributivas es lo que marca la diferencia tanto con respecto al pero-

    do anterior como con respecto a la coalicin rival.

    (16) sta pare ce ser la actitud deRUSSETT. Por un lado,RUSSETTsigue defendiendo la validez de la

    tesis [en fechas recientes sostena que (pese a las criticas), las pruebas (de la paz democrtica) son ms

    fuertes que la mayora de las que usamos como fundamento de las polticas pblicas]. Sin embargo, esa

    afirmacin la hacia en un trabajo en el que implcitamente estaba acep tando m uchas de las criticas y titu-

    lado,

    significativamente, A neo-K.antian perspective: democracy, interdependence, and international or-

    251

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    MNICA SALOMN

    res ha ignorado olmpicam ente las crticas y ha seguido buscando explicaciones a la

    tesis (17). Una cuarta reaccin, ms constructiva, ha sido la de aceptar que la tesis

    debera intentar verificarse no a travs de mtodos estadsticos sino mediante el an-

    lisis de estudios de caso histricos (18). En la misma lnea, distintos crticos haban

    apuntado la necesidad de comprobar a travs de estudios de caso si realmente los

    enargados de la toma de decisiones tienen en cuenta el rgimen poltico de los Esta-

    dos con los que mantienen conflictos de intereses importantes en sus decisiones so-

    bre la guerra y la paz. A partir de m ediados de los noventa se haban publicado algu-

    nos estudios de caso en ap oyo o en contra de la tesis (Ray, 1995; Layn e, 1994; Ore n,

    1995; Peterson, 1995).

    Convencidos de que los datos estadsticos no demuestran gran cosa sobre la

    existencia o no del fenmeno de la paz demo crtica, un grupo de estudiosos (que in-

    clua tambin a autores que anteriormente se haban declarado tanto partidarios

    como detractores de la tesis) se embarc en el proyecto de analizar una m uestra am -

    plia de estudios de caso que incluyera tanto relaciones entre Estados considerados

    democrticos o liberales como entre Estados considerados no democrticos, as

    como las mantenidas entre un Estado considerado democrtico y otro que no lo fue-

    ra. El proyecto se materializ en la obra editada por M iriam F. Elman (Elm an, 1997)

    en la que se recogen trece estudios de caso (19). La principal conclusin a la que se

    lleg a partir del anlisis de esos estudios de caso es que, si bien en algunas oc asio-

    ganizations in building security co mm unities,

    RUSSETT,

    1998: 372). En ese trabajo

    RUSSETT

    explora el

    efecto combinado, en la formacin de comunidades de seguridad, de la democracia, las organizaciones

    internacionales y la interdependencia econmica (que, segn su interpretacin, son equivalentes a los tres

    pilares de la paz perpetua kantiana). Esto significa que, de hecho,

    RUSSETT

    ya ha dejado de insistir en una

    explicacin monocausal para la paz democrtica.

    (17) V ase una lista com pleta de la literatura reciente publicada hasta 1997 sobre la tesis de la paz

    democrtica en

    CUAN

    (1997).

    (18)

    MICHAEL DOYLE

    insisti en que se verificara la tesis a partir de estudio s de caso que incluyeran

    ejemplos de pares liberales, pares liberales-no liberales y pares no liberales, examinando si el liberalismo

    supone una diferencia en la conducta de los Estados

    (DOYLE,

    1995: 181).

    (19) En el proyecto se consideraron cuatro tipos de casos: 1. Casos de Estados previamente seala-

    dos como demo crticos o liberales por parte de los defensores de la tesis y que estuvieron a punto de

    entrar en guerra con otros Estados de rgimen semejante. Se estudiaron los casos de las relaciones fran-

    co-britnicas entre 1830 y 1948 y las relaciones anglo-estadounidenses entre 1845 y 1939. 2. Casos de

    guerras entre Estados que los crticos de la tesis haban sealado previamente como demo cracias o E sta-

    dos liberales. Los casos recogidos en este apartado son los de la participacin de Finlandia en la Segunda

    Guerra Mundial, la guerra entre Mxico y los Estados Unidos de 1845-46 y la guerra de Cuba (entre

    Espaa y los EE.UU.) de 1898. 3. Casos de guerras iniciadas por Estados considerados co mo demo crti-

    cos o liberales contra Estados con credenciales dem ocrticas menos claras. Con estos casos se intentaba

    verificar la tesis mondica de la paz democrtica. Se analizaron los de la guerra de las Malvinas entre

    el Reino Unido y Argentina, las relaciones entre India y Pakistn, la invasin de Israel al Lbano de 1982,

    el enfrentamiento entre Colombia y Per de 1932-33 y el enfrentamiento entre Senegal y Mauritania de

    1989-90. 4. Casos de polticas exteriores de Estados no democrticos. En este apartado se consideraron

    las relacione s de Irn e Irak entre 1975-80, la poltica exterior indo nesia en tre 1956 y 1971 y las polticas

    exteriores de Turqua y de Hungra durante el perodo de entreguerras.

    252

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    EL

    DEBATE SOBRE LA PAZ DEMOCRTICA UNA APROXIMACIN CRTICA

    nes los encargados de tomar decisiones sobre la guerra y la paz tienen en cuenta el

    tipo de rgimen poltico del adversario en consonancia con las afirmaciones de los

    partidarios de la tesis de la paz democrtica, el rgimen poltico es slo uno entre los

    muchos factores que determinan el estallido o no de una guerra. La postura poltica

    e ideolgica de los lderes polticos, el papel de los partidos polticos u otras institu-

    ciones o las relaciones entre civiles y militares, por ejemplo, son factores que los

    distintos estudios de caso dem ostraron com o tanto o m s influyentes en las decisio-

    nes que se toman sobre la guerra y la paz que el tipo de rgimen poltico del Estado

    en cuestin o el de su potencial adversario. Las conclusiones del proyecto Elman

    coinciden asimismo con algunos argumentos apuntados anteriormente por quienes

    cuestionaban las explicaciones institucionales y normativas de la tesis. Algunos de

    los casos estudiados en el proyecto, en efecto, ilustran el argumento de que las insti-

    tuciones polticas de Estados no demo crticos pueden tener efectos m oderadores en

    las polticas exteriores de esos Estados, pero tambin que determinadas instituciones

    democrticas pueden dar lugar a polticas agresivas. De la misma manera, algunos

    de los estudios de caso mostraron que tampoco las normas que llevan a la modera-

    cin en poltica exterior son patrimonio exclusivo de los Estados considerados de-

    mocrticos. En definitiva, la recomendacin de los participantes en el proyecto a

    partir de los resultados obtenidos era la de evitar, en el futuro, las dicotomas simpli-

    ficadoras (democracia = paz) y estudiar el mayor nmero posible de interacciones

    entre factores de conflicto internos e internacionales.

    LA DIMENSIN PRESCRIPTIVA DE LA TESIS DE LA PAZ DEMOCRTICA

    La tesis de la paz democrtica tiene un corolario poltico claro: el de que la me-

    jor manera de mantener un orden internacional en el que reine la paz y la coopera-

    cin es promo ver la democratizacin de los Estados. La dimensin p rescriptiva de la

    tesis (as como los destinatarios de las prescripciones) es patente, adems, en el he-

    cho de que en varias de las publicaciones de sus defensores ms prominentes se in-

    cluyan recomendaciones a las instancias de poder estadounidenses. En ese sentido,

    es significativo que el subttulo de la obra de Russett sea Principios para un mundo

    en la post-guerra fra. Asimismo, no pocos autores han sealado la conexin entre

    la tesis de la paz dem ocrtica y la contro vertida tesis del fin de la historia de Fran-

    cis Fukuyama (entre ellos el propio Fukuyama) (20). Sin embargo, las recomenda-

    ciones polticas de los defensores de la tesis suelen ser ms bien cautas.

    (20) Aunqu e en su clebre artculo Fukuyam a no mencion la tesis de la paz dem ocrtica, si lo hizo

    posteriormente: La relacin emprica entre democracia y paz est bien establecida y no necesita ser de-

    sarrollada aqu.

    MICHAEL DOYLE

    ha demostrado que , en los aproximadam ente 200 aos en que han existi-

    do democracias liberales modernas, no hay un slo ejemplo de que una haya ido a la guerra con otra. De

    ello concluy que todas las democracias tendrn cierto inters en preservar y expandir la esfera de la

    prctica democrtica, aunque recomend prudencia para hacerlo (FUKUYAMA, 1992: 16).

    53

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    MNICA SALOMN

    Las prescripciones de Michael Doyle, por ejemplo, no estaban como podra

    suponerse vinculadas al objetivo de ampliar la zona de paz democrtica que cree

    identificar sino ms bien al de que los Estados liberales (y en especial los Estados

    Unidos) tengan una poltica exterior ms sensata que hasta ahora. Para ello, es bsi-

    co que los Estados liberales apliquen, en sus relaciones con todos los Estados (cua-

    lesquiera sean sus regmenes polticos) unos principios liberales y que eviten alian-

    zas con Estados no liberales, procurando adem s mantener una po ltica prudente ha-

    cia los enemigos poderosos (Doyle, 1983b: 343-349).

    Bruce Russett s recomendaba al gobierno estadounidense que emprendiera po-

    lticas de promocin de la democracia, no slo a partir de la tesis de la paz democr-

    tica (porque tenem os pruebas slidas de que las dem ocracias no se hacen la guerra

    entre s) sino tambin por los propios mritos de la democracia (refleja y promue-

    ve la dignidad humana) (Russett, 1995:X). Recordaba, asimismo, que numerosos

    estudios sobre los procesos de transicin a la democracia insisten en la importancia

    de los factores internacionales en esos procesos y recomendaba brindar ayuda tcni-

    ca y financiera a los Estados en vas de democratizacin. No obstante, sealaba que

    es un viejo error de la poltica exterior estadounidense exagerar el efecto que los

    Estados Unidos pueden tener sobre otros e insista en que no todos los Estados no

    demo crticos son necesariamente agresivos. A simismo , adverta que intervenir m ili-

    tarmente para derribar regmenes no demo crticos es una manera peligrosa de pro-

    ducir un orden mundial democrtico. En todo caso, consideraba que una interven-

    cin a favor de la democracia debera ser apoyada y legitimada por organizaciones

    internacionales importantes, como por ejemplo la ONU o la OEA (Russett, 1995:

    131-136).

    En la misma lnea, James Lee Ray otro de los partidarios de la tesis alert

    sobre el peligro de que el gobierno de los Estados Unidos justifique intervenciones

    m ilitares en el extranjero en base a la tesis de la paz dem ocrtica (Ray, 1995: 210 ).

    Pero el uso poltico que se ha hecho de la tesis no refleja esa cautela. La admi-

    nistracin Clinton no slo ha dado por vlida y demostrada la tesis sino que, como

    se tema Ray, s la ha usado para justificar intervenciones militares.

    El uso de la tesis de la paz democrtica en la retrica de la administracin Clin-

    ton se remonta a la campaa presidencial. Ya entonces el futuro presidente inclua,

    en sus discursos, la afirmacin de que los pases cuyos ciudadanos eligen a sus lde-

    res son ms fiables que otros como socios comerciales y diplomticos, y es menos

    probable que pongan en peligro la paz (21). Una vez en el poder, la administracin

    Clinton elabor su propia doctrina de seguridad. La doctrina Clinton, explicitada

    por primera vez en un documento titulado Estrategia para el compromiso y la am-

    pliacin, est basada en tres pilares: 1. Mantenimiento de la primaca militar global

    de los Estados U nidos, 2. B squeda de la prosperidad econmica sostenida y 3 . Pro-

    (21) Segn el ex subse cretario de Estado

    STROBE TALBOTT,

    Clinton hizo esta afirmacin en uno

    de los primeros discursos de su campaa presidencial, en la Universidad de Gcorgctown (TALBOTT,

    1996: 47).

    54

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    EL

    DEBATE SOBRE LA PAZ DEMOCRTICA UNA APROXIMACIN CRITICA

    mocin de la democracia y el libre comercio en el mundo (22). En numerosos dis-

    cursos e intervenciones, los responsables polticos estadounidenses han vinculado el

    tercer pilar a la tesis de la paz democrtica (23) y se la ha usado para respaldar nu-

    merosas actuacion es, como el apoyo econm ico a Rusia, la amp liacin de la OTAN

    y (como teman R ussett o Ray ) la intervencin militar (24).

    De todos modos, no debe exagerarse la influencia de la tesis en la poltica exte-

    rior estadounidense, sobre todo porque c om o se ha sealado la promocin de la

    democracia y el libre comercio en el mundo no son elementos originales de la doc-

    trina de com promiso y ampliacin de Clinton sino que ya estaban presentes en la

    estrategia de la contencin anterior (25). De hecho, el propio Doyle ha recordado

    que en 1982, en plena segunda guerra fra, Ronald Reagan anunci, en un discurso

    ante el Parlamento B ritnico, el lanzamiento de una campaa por la libertad y por el

    desarrollo democrtico que justific en la idea de que los gobiernos basados en el

    respeto por la libertad individual ejercen una poltica exterior pacfica (Doyle, 1986:

    1151).

    En ese entonces, la tesis de la paz demo crtica an no se haba pop ularizado.

    Reagan estaba, simp lemente, acudiendo al clsico discurso liberal. Asimismo, la in-

    sistencia en el discurso de los responsables polticos estadounidenses en el carcter

    antidemocrtico del rgimen de Sadam Hussein para justificar la intervencin mi-

    (22) Strategy for Engagement and Enlargem ent,N ational Securiiy Document, United States, PR.

    42.2:

    SE2GPO , stock no. 040-000-00642-7 [0850].

    (23) Clinton y los dem s responsab les de la poltica exterior estadounide nse han vinculado repeti-

    damente su poltica de promocin de la democracia a la tesis de la paz democrtica. En su comunicacin

    Enfrentando los retos de un mundo m s amplio

    CLINTON

    destac que la estrategia de ampliacin demo-

    crtica sirve a los intereses de los EE.UU. porque las democracias raramente se hacen la guerra entre si

    (CLINTON, 1993: 3). El entonces secretario de Estado WARREN CHRISTOPHER afirm asimismo que pro-

    mover la comunidad de naciones democrticas y el respeto a los derechos humanos es congruente con los

    ideales estadounidenses y sirve a nuestros intereses. Las naciones democrticas son mucho menos procli-

    ves a ir a la guerra entre s y mucho ms proclives a respetar el derecho internacional. Son ms proclives

    a promover mercados abiertos y libres y a llevar a cabo polticas que lleven al crecimiento econmico

    sostenido (CHRISTOPHER, 1995: 14-15). En la misma lnea, el subsecretario de EstadoTAI.BOTTha soste-

    nido que las democracias son demostradamente ms proclives a mantener sus compromisos internacio-

    nales, menos proclives al terrorismo o a daar el medio ambiente y menos proclives a hacerse la guerra

    entre s.

    TALBOTT

    cita varios artculos que exponen la tesis de la paz dem ocrtica y a continuacin sea-

    la que esta proposicin (la de la paz demo crlica) es la esencia del fundamento racional de seguridad na-

    cional que lleva a apoyar vigorosamente, a promover y, cuando sea necesario, defender la democracia en

    otros pases (TALBOTT, 1996: 49).

    (24) En el articulo que acaba mo s de citar,

    TALBOTT

    vincula estas actuaciones a la poltica de promo-

    cin de la democracia basada en la tesis de la paz democrtica. Destaca en particular la intervencin mili-

    lar en Hait promovida por los Estados Unidos y, asimismo, justifica retrospectivamente el apoyo de

    la administracin Reagan a la contra nicaragense (TALBOTT, 1996: 51-58).

    (25) La continuidad entre la estrategia de la contencin y la doctrina de la amp liacin de CLINTON

    ha sido sealada, sin ir ms lejos, por

    BRUCE RUSSETT,

    que considera que esa continuidad es un hecho po-

    sitivo (RUSSETT, 1995: IX-X). Pero la doctrina Clinton tambin ha recibido criticas de quienes entienden

    que la post-guerra fra exige una poltica diferente, basada en el multilateralismo (apoyo a las Naciones

    Unidas) y en la confianza hacia otras potencias aliadas (MAYNES, 1993: 3-20).

    55

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    MNICA

    SALOMN

    litar en el Golfo Prsico tampoco estuvo vinculada (al menos de manera explcita) a

    la teorizacin sobre la paz democrtica.

    En todo caso, la tesis de la paz democrtica puede haber prestado cierta legiti-

    macin cientfica a determinadas p olticas (26), pero lo ms probable es que la re-

    trica y las actuaciones hubieran sido las mismas con o sin ella.

    LOS FUNDAMENTOS KANTIANOS DE LA TESIS DE LA PAZ DEM OCRTICA

    La solidez o no de la tesis de la paz democrtica depende muy poco de su rela-

    cin con el pensamiento de Kant. No obstante, es posible que su prestigio s deba

    mucho a sus supuestas races kantianas. Como hemos visto, en buena medida el in-

    ters que despert la correlacin entre democracia y paz fue motivado por la apari-

    cin del artculo de Doyle de 1983 en que expona la tesis y la vinculaba al pensa-

    miento de Kant, en concreto al opsculo Sobre la paz perpetua (Kant, 1795).

    Desde en tonces, la versin m s popu lar de la tesis de la paz democrtica (la di-

    dica) qued indisolublemente vinculada a Kant, y los trabajos de defensores, crticos

    y otros estudiosos ajenos al debate que simp lemente aluden al saber convencional

    de que las democracias no combaten entre s suelen incluir siempre alguna referen-

    cia al filsofo, aunque sea con propsitos meramente ornamentales (27).

    Sin embargo, las ideas que se atribuyen o se vinculan a Kant son, ms bien, las

    ideas de los defensores de la paz democrtica en su versin didica. Ello es el resul-

    tado,

    principalmente, de la interpretacin que hizo Michael Doyle de la obra de

    Kant, asumida tambin por buena parte de los defensores de la tesis.

    Argumentaremos a continuacin que se trata de una interpretacin problemtica,

    por no decir errnea, mo tivo por el que no es lcito afirmar, co mo ha hecho D oyle, que

    enSobre la Paz Perpetua Kant predice la expansin de la unin pacfica liberal, ex-

    (26) El recurso a la tesis de la paz dem ocrtica no es exclusivo del gobierno estadou nidense. Se ha

    sealado que tambin la han usado los opositores israeles al proceso de paz con Palestina. Cuando toda-

    va era lder de la oposicin (en 1993), B enjamn Nctanyahu hizo unas declaraciones a la prensa en la que

    afirmaba que, puesto que la paz slo poda ser concluida de manera segura con otras democracias, Israel

    debera postponer cualquier acuerdo de paz a la democratizacin del mundo rabe. Tambin el general

    Ariel Sharon habra usado ese mismo argumento (COHN, 1994: 223).

    (27) He aqu un par de ejem plos: Estas investigaciones [los estudios cuantitativos sobre la paz de-

    mocrtica] nos dan convincentes razones para creer que, si las actuales tendencias persisten, las nuevas

    olas de dem ocratizacin llevarn a una unin pacifica cada vez ms extendida en el mu ndo de acuerdo

    con las ideas expuestas por primera vez por KANT(1795) en su ensayoSobre la Paz Perpetua (KEGLEY

    y HERMANN, 1996: 309). A fines del siglo xvm , IMMANUEL KANTsugiri que los nicos Estados que no

    iran necesa riamente a la guerra entre s, tarde o tem prano, eran aquellos en los que la constitucin civil

    era repub licana ; es decir con un gobierno limitado e impe rio del derecho (...). La idea sigue siendo fun-

    damental. En el siglo xx las democracias liberales no combaten contra las democracias liberales

    (GARTON ASH, 1990: 22). La primera cita correspo nde a autores que sostienen la validez de la tesis de la

    paz democrtica. La segunda proviene de un popular historiador y periodista, conocido fundamentalmen-

    te por su labor de cronista del hundimiento del ex bloque del este.

    256

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    EL DEBATE SOBRE LA PAZ DEMOCRTICA UNA APROXIMACIN CRITICA

    plica esa pacificacin y al mismo tiem po su giere por qu los Estados liberales no son

    pacficos en sus relaciones con los Estados no liberales (Doyle, 1983a: 225).

    Antes de pasar a la interpretacin de Doyle cabe hacer referencia, aunque some-

    ra, al contenido del opsculo kantiano. ste se inscribe en una larga tradicin que

    arranca en la Edad Media de proyectos de paz perpetua que abordan el problema

    de la organizacin de las relaciones entre los Estados, principalmente las cuestiones

    relativas a la guerra y a la paz y tiene como antecedentes inmediatos los proyectos

    del Abb Saint-Pierre y el de Rousseau (Truyol y Serra, 1979). Su punto de partida

    es la conviccin de Kant de que el hombre es irrevocablemente empujado hacia la

    paz. En realidad, el autntico estado de paz slo se lograra con un Estado mundial y

    cosmo polita regido por un derecho m undial. Este objetivo deseable es, sin em bargo,

    irrealizable, lo que no impide, sin embargo, intentar alcanzarlo. De hecho, la razn

    prctico-moral nos obliga a ello (Kant, 1797: 18). El filsofo tiene el deber de suge-

    rir el camino hacia la paz y los gobiernos el deber de prestarle odo. De ah la pro-

    puesta concreta de Kant, que se materializa en un proyecto (cuya estructura es la de

    un tratado de paz) que contiene seis condiciones preliminares y tres definitivas para

    alcanzar (o tender a alcanzar) la paz perpetua.

    Los seis artculos que plantean las condiciones preliminares son los siguientes:

    1. No debe considerarse vlido ningn tratado de paz que se haya celebrado

    con la reserva secreta sobre alguna causa de guerra en el futuro.

    2.

    Ningn Estado independiente (grande o peque o, lo mismo da), podr ser

    adquirido por otro mediante herencia, permuta, compra o donacin.

    3.

    Los ejrcitos perm anentes

    (milesperpetuus)

    deben desaparecer totalmente

    con el tiempo.

    4.

    No debe emitirse deuda pblica en relacin con los asunto s de poltica ex-

    terior.

    5.

    N ingn Estado debe inmiscuirse por la fuerza en la constitucin y gob ier-

    no de otro.

    6. Ningn Estado en guerra con otro debe permitirse tales hostilidades que

    hagan imposible la confianza mutua en la paz futura, como el empleo en el otro

    Estado de asesinos

    (percussores),

    envenenadores

    (venefici),

    el quebrantamiento de

    capitulaciones, la induccin a la traicin

    (perduellio),

    etc.

    El cum plimiento de estos artculos preliminares (condiciones negativas para al-

    canzar la paz) puede acabar con las hostilidades entre los Estados, aunque no defini-

    tivamente, pues para ello hace falta cumplir tambin con los preceptos de los tres ar-

    tculos definitivos:

    1.

    La constitucin civil de todo Estado debe ser repu blicana .

    Kant entenda por constitucin republicana aquella que establece un gobierno

    representativo y una separacin de poderes. Adems de ser la mejor forma de go-

    bierno, la constitucin republicana resulta perfectamente adecuada para alcanzar la

    paz perpetua porque

    57

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    MNICA

    SALOMN

    siesprecisoelconsentimientode losciudadanos (comonopuedeser deotro modoen

    esta constitucin), para decidirsidebe haber guerrao no,nadaes msnaturalque se

    piensen mucho

    el

    comenzar un juego

    tan

    maligno, puesto que ellos tendran que decidir

    parasmismos todoslossufrimientosde laguerra (como combatir, costearlosgastos

    de

    la

    guerra con

    su

    propio patrimonio, reconstruir penosamente

    la

    devastacin que deja

    trass laguerra)y, porltimoypara colmodemales, hacerse cargode lasdeudasque

    se transfierena la pazmismay que nodesaparecern nunca(pornuevasyprximas

    guerras) (Kant,1795: 18)

    2. Elderechodegentes d ebe fundarseen unafederacindeEstados libres.

    Las repblicas establecern progresivamente

    la paz

    entre

    s por

    medio

    de la fe-

    deracin

    de la

    paz

    (foedum pacificum), un

    tratado

    de las

    naciones entre

    s,

    regu-

    lado

    por el

    derecho internacional

    que

    debe extenderse p aulatinam ente

    a

    todos

    los

    Estados, conduciendo

    as a la paz

    perpetua. Kant

    no

    explic

    qu

    forma institucio-

    nal asumira

    la

    federacin, p ero

    en una

    obra posterior,

    Lam etafsicade lascostum-

    bres

    (Kant,

    1797:

    191), propu so

    una

    frmula confederal equiparable

    a la

    Asamblea

    de

    los

    Estados Generales

    de La

    Haya

    de la

    primera mitad

    del

    siglo xvni.

    La

    federa-

    cin

    de

    paz sera

    un

    sucedneo negativo

    del

    verdadero rem edio,

    el

    Estado

    de pue-

    blos

    (civitas gentium)que

    acabara

    por

    abarcar

    a

    todos

    los

    pueblos

    de la

    tierra

    y su-

    pondra

    la

    existencia

    de

    leyes coactivas (Kant,

    1795: 28).

    3. Elderecho cosm opolita debe limitarsea lascondicionesde lahospitalidad

    universal.

    El derecho cosmopolita,

    una

    innovacin conceptual introducida

    por

    Kant

    a par-

    tir

    de su

    nocin

    de

    cosmopolitismo (obligacin moral

    de

    promover

    el

    derecho

    uni-

    versal

    de la

    dignidad hu mana) (Nussbau m, 1997),

    fue

    tam bin definido

    enLameta-

    fsica...

    como aquel que conduce

    a la

    posible unin

    de

    todos

    los

    pueblos

    con el

    propsito

    de

    establecer ciertas leyes universales para

    su

    posible com ercio

    [commer-

    cium

    (28)7 (Kant,

    1797: 192). El que el

    tercer principio definitivo est formulado

    negativamente

    se

    debe

    a que no

    pue de utilizarse para justificar

    la

    co lonizacin

    ni el

    pillaje. Kant alude,

    en

    concreto,

    a la

    conducta inhospitalaria

    de los

    Estados civili-

    zados

    de

    nuestro continente, particularmente

    de los

    com erciantes hacia

    el

    resto

    del

    mundo (Kant,

    1795: 28).

    El tercer artculo, pues, establece lmitesalcontenidodel derecho cosmopolita.

    Para acercarsea la pazperpetua,enefecto,elderechode hospitalidad, esdecirel

    que tienen los extranjeros recin llegadosnodeber extenderse ms allde las

    condicionesde posibilidad para intentaruntrfico con losantiguos habitantes.El

    derecho cosmopolitanoautorizaaimponeresetrfico. C om ose hasealado,al res-

    tringirelderecho co smop olita Kant estaba estableciendounadistincin entrelas re-

    (28) Ntese

    que

    este

    commercium

    o

    Verkehr

    debe entenderse

    en el

    sentido

    ms

    general

    de la

    pala-

    bra Verkehn>

    (TRUYOL

    y

    SERRA,

    1979: 57). En la versin espaola (a cargo de

    ADELA CORTINA)

    deLa

    metafsicade lascostumbres,seentiendecommerciumcomo equivalenteainteraccin fsicaengene-

    ral,

    y no

    slo

    a

    intercambios comerciales.

    25 8

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    EL

    DEBATE SOBRE LA PAZ DEMOCRTICA UNA APROXIMACIN CRTICA

    laciones susceptibles de promover la paz (econmicas u otras) de la conquista y el

    imperialismo (Friedrich, 1948: 47; Huntley, 1996: 51). Aunque Kant no desarroll

    el contenido concreto del derecho cosm opolita, hay un consenso bastante importan-

    te entre los estudiosos de la filosofa poltica (y sobre todo entre los neokantianos)

    acerca de que, de alguna manera, el derecho cosmopolita prefigura la actual norma-

    tiva sobre la proteccin universal de los derechos humanos (Bohman y Lutz-Bach-

    man, 1997; Archibugi, 1992; 1995; Held, 1995; Mccarthy, 1997).

    Pasando ahora a la interpretacin que hizo Doyle de

    La Paz Perpetua,

    detecta-

    mos en ella dos grandes tipos de problemas. Un primer tipo de problemas tiene que

    ver con el significado que dio Doyle a la federacin de paz kantiana (en trminos

    de Doyle,

    pacific unin,

    que es como se suele traducir el

    foedum pacificum

    al in-

    gls).

    Un segundo tipo de problemas tiene que ver con la afirmacin de Doyle de

    que Kant habra sugerido los motivos por los cuales los Estados liberales no son pa-

    cficos en sus relaciones con los Estados no liberales.

    Con respecto a la primera cuestin entendemos, en primer lugar, que la afirma-

    cin de que la unin pacfica o federacin de paz postulada por Kant

    e xiste en la ac-

    tualidad es una distorsin importante del pensamiento kantiano. Para Doyle, en

    efecto, el

    foedum pacificum

    no es otra cosa que la mera coexistencia de los Estados

    liberales y que no necesita, para materializarse, ninguna base contractual (Doyle,

    1983a: 227). Segn D oyle, la federacin de paz se habra crea do ya a fines del siglo

    XVIII, cuando surgieron los tres primeros Estados que el autor clasifica como libera-

    les:

    Suiza (en realidad alguno s cantones suizo s), Francia y EE .UU . y se habra ido

    extendiendo hasta alcanzar, en 1983, cuarenta y nueve integrantes (29). Pero la in-

    terpretacin de Doyle es contradictoria con la formulacin de Kant que, como ya in-

    dicamos, s tena en mente un esquema organizativo concreto para su federacin de

    paz, aunque limitado a las funciones de mantenimiento de la paz. Para Doyle, en

    cambio, la existencia y expansin de la unin pacfica se infiere exclusivamente a

    partir del hallazgo de que los Estados liberales no combaten entre s y que su nme-

    ro aumenta progresivamente, con lo que confunde y mezcla el contenido del primer

    artculo definitivo (constitucin republicana) y el del segundo (federacin de Esta-

    dos libres). En segundo lugar, Doyle identifica federacin de paz (interpretada

    como conjunto de Estados con constitucin republicana) con paz perpetua cuando

    la primera es slo

    una

    entre nada menos que

    nueve condiciones

    para la segunda.

    Doyle ignora, en particular, la existencia de las condiciones de paz preliminares (en-

    tre ellas la no injerencia en asuntos internos y la paulatina desa paricin de los ejrci-

    tos) y por lo tanto evita responder a la pregunta si los Estados miembros de la

    unin p acfica actual las cum plen o no (30).

    (29) Esto llev a

    DOYLE

    a calcular qu e, entre el 2101 y el 2113 la unin pacifica se habra extendido

    a la totalidad del planeta (DOYLE, 1983b: 352).

    (30) Tam bin es bastante problem tica la interpretacin de DOYLE del contenido del derecho cos-

    mopolita, que equipara a interdependencia econmica y social

    (DOYLE,

    1983a: 231-323).

    259

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    SALOMN

    As, pues, la identificacin de la federacin de paz kantiana con los Estados li-

    berales que hace Doyle descansa, exclusivamente, en la condicin liberal de stos

    (en trminos kantianos, en la de Estados con constitucin republicana). E s evidente

    que con esto se est forzando muchsimo la interpretacin del proyecto kantiano.

    Segn la interpretacin de D oyle, en efecto, Kant habra acep tado que la simple de -

    mo cratizacin (o liberalizacin) de todos los Estados (apoyada po r la interdepen-

    dencia econmica) llevara a la democratizacin del sistema internacional, cuando

    est claro que su concepcin del orden internacional pacfico no se basaba mera-

    me nte en los sistemas polticos de los Estados sino tamb in en vnculos instituciona-

    les y jurdicos slidos (Archibu gi, 1995: 430). Para Kant, la paz perpetua dependa

    a

    la vezde los vnculos establecidos segn el derecho poltico de los hombres en un

    pueblo, de los vnculos establecidos segn el derecho internacional de los Estados

    en sus relaciones mutuas y de una constitucin segn el derecho cosmopolita que

    considerara a hombres y a Estados (...) como ciudadanos de un Estado universal de

    la hum anidad (Kant, 1795, 14-15) (31).

    Todava menos se sostiene la afirmacin de Doyle de que Kant sugiere por qu

    los Estados liberales tienen una poltica exterior diferente hacia los Estados que es-

    tn fuera de la zona de paz (no liberales) de la que aplican hacia los Estados que es-

    tn dentro de ella (liberales). De hecho, ni en Sobre la Paz Perpetuani en el resto de

    su obra se refiere Kant a la conducta de las repblicas integrantes de la federacin de

    paz hacia el resto de E stados. En toda su argumentacin sobre la doble conducta e x-

    terior de los Estados liberales Doyle slo hace una referencia concreta a Kant:

    Incluso Kant consideraba que la actitud de los pueblos primitivos apegados a

    una libertad sin ley era ..., incivilizada y una degradacin animal de la humanidad.

    Cuando los Estados rechazan el derecho cosmopolita de acceso (un rechazo que los

    Estados autoritarios o comunistas, ya sean dbiles o poderosos, pueden a m enudo con-

    siderar ventajoso y, sin duda, necesario para su seguridad), Kant declara que violan el

    derecho natural (Doyle, 1983b: 325).

    Sin embargo, a rengln seguido Doyle admita que Kant rechazaba explcita-

    m ente la conquista y la intervencin imperial (a la que en cam bio s se han dedicado

    los Estados liberales de la zona de paz de Doyle). No hay razones, por otra parte,

    para suponer que Kant previera que la federacin pacfica que propona estuviera

    formada por repblicas (un ideal prcticamente inexistente en su momento) que

    mantuvieran las prcticas imperialistas de las potencias coloniales de su poca ni

    que formaran un bloque ideolgico enfrentado a otro. De ah que resulte m uy forza-

    da la sugerencia de Doyle de que Kant habra considerado una violacin al derecho

    cosmopolita de acceso la autarqua del bloque del este (Doyle, 1983b: 325).

    (31) Autores como

    JO