Saki, El Marco

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El marco (cuento de Saki) –La jerga artística de esa mujer me cansa –dijo Clovis a su amigo periodista–. Tiene la manía de decir que ciertos cuadros “brotan de uno”, como si se tratara de una especie de hongo. –Eso me recuerda –dijo el periodista– la historia de Henri Deplis. ¿Nunca se la conté? Clovis negó con la cabeza. –Henri Deplis era nativo del Gran Ducado de Luxemburgo. Tras madura reflexión se convirtió en viajante de negocios. Sus actividades lo obligaban con frecuencia a atravesar los límites del Gran Ducado, y se encontraba en una pequeña ciudad del norte de Italia cuando le llegó la noticia de que recibiría una herencia de un pariente lejano recientemente fallecido. No era una suma de dinero importante, aun desde el modesto punto de vista de Henri Deplis, pero lo impulsó a permitirse algunas extravagancias aparentemente inocuas. En particular, a patrocinar el arte local representado por las agujas de tatuaje del Signor Andreas Pincini. El Signor Pincini era, quizá, el más brilante maestro del arte del tatuaje que haya conocido Italia, pero la pobreza se cotntaba por cierto entre las circunstancias de su vida, y por la suma de seiscientos francos aceptó complacido cubrir la espalda de su cliente, desde el cuello hasta la cintura, con una deslumbrante representación de la Caída de Ícaro. La composición, una vez finalizada, decepcionó ligeramente a Monsieur Deplis, quien suponía que Ícaro era una fortaleza tomada por Wallenstein durante la Guerra de los Treinta Años. De todos modos se sintió más que satisfecho con la ejecución de la obra, que fue aclamada por todos los que tuvieron el privilegio de verla, como la obra maestra de Pincini. Fue su mayor y último esfuerzo. Sin esperar siquiera que se le pagara, el ilustre artesano, dejó esta vida y fue sepultado bajo una ornamentada tumba cuyos alados querubines no hubieran ofrecido campo suficiente para el ejercicio de su arte favorito. Quedaba, sin embargo, la viuda de Pincini, a quien se le debían seiscientos francos. Y fue entonces cuando se produjo la gran crisis en la vida de Henri Deplis, viajante de negocios. La herencia, tras numerosas y pequeñas acometidas, quedó reducida a proporciones muy

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El marco (cuento de Saki) La jerga artstica de esa mujer me cansa dijo Clovis a su amigo periodista. Tiene la mana de decir que ciertos cuadros brotan de uno, como si se tratara de una especie de hongo.

Eso me recuerda dijo el periodista la historia de Henri Deplis. Nunca se la cont?Clovis neg con la cabeza.

Henri Deplis era nativo del Gran Ducado de Luxemburgo. Tras madura reflexin se convirti en viajante de negocios. Sus actividades lo obligaban con frecuencia a atravesar los lmites del Gran Ducado, y se encontraba en una pequea ciudad del norte de Italia cuando le lleg la noticia de que recibira una herencia de un pariente lejano recientemente fallecido.

No era una suma de dinero importante, aun desde el modesto punto de vista de Henri Deplis, pero lo impuls a permitirse algunas extravagancias aparentemente inocuas. En particular, a patrocinar el arte local representado por las agujas de tatuaje del Signor Andreas Pincini. El Signor Pincini era, quiz, el ms brilante maestro del arte del tatuaje que haya conocido Italia, pero la pobreza se cotntaba por cierto entre las circunstancias de su vida, y por la suma de seiscientos francos acept complacido cubrir la espalda de su cliente, desde el cuello hasta la cintura, con una deslumbrante representacin de la Cada de caro. La composicin, una vez finalizada, decepcion ligeramente a Monsieur Deplis, quien supona que caro era una fortaleza tomada por Wallenstein durante la Guerra de los Treinta Aos. De todos modos se sinti ms que satisfecho con la ejecucin de la obra, que fue aclamada por todos los que tuvieron el privilegio de verla, como la obra maestra de Pincini.

Fue su mayor y ltimo esfuerzo. Sin esperar siquiera que se le pagara, el ilustre artesano, dej esta vida y fue sepultado bajo una ornamentada tumba cuyos alados querubines no hubieran ofrecido campo suficiente para el ejercicio de su arte favorito. Quedaba, sin embargo, la viuda de Pincini, a quien se le deban seiscientos francos. Y fue entonces cuando se produjo la gran crisis en la vida de Henri Deplis, viajante de negocios. La herencia, tras numerosas y pequeas acometidas, qued reducida a proporciones muy insignificantes, y una vez pagada una urgente cuenta de vinos y varias otras deudas, haba para ofrecer a la viuda poco ms que cuatrocientos treinta francos. La dama se sinti justamente indignada, no slo, segn explic abundando en detalles, por los ciento setenta francos que faltaban, sino porque se pretenda depreciar el valor de la reconocida obra maestra de su marido. Al cabo de una semana, Deplis tuvo que disminuir su oferta a cuatrocientos cinco francos, circunstancia que torn la indignacin de la viuda en la ms viva furia y la indujo a cancelar la venta de la obra de arte. Unos das despus Deplis se enter con cierta consternacin de que la haba donado a la municipalidad de Brgamo, que la acept agradecida. Deplis abandon el vecindario tan discretamente como pudo y se sinti sinceramente aliviado cuando, en razn de sus negocios tuvo que ir a Roma, donde abrigaba la esperanza de que se perdiera de vista su identidad y la del famoso cuadro.

Pero llevaba en sus espaldas el genio del difunto artista. Al presentarse un da en el corredor de un sauna debi vestirse de prisa forzado por el propietario del lugar oriundo del norte de Italia que se negaba enfticamente a permitir que la celebrada Cada de caro se exhibiera en pblico sin autorizacin de la municipalidad de Brgamo. El inters pblico y la vigilancia oficial aumentaron a medida que el caso fue difundindose, y Deplis ya no poda darse el ms breve bao en el mar o en el ro, aun en las tardes ms calientes, a no ser que vistiera ropa que lo cubriera hasta la nuca. Tiempo despus, las autoridades de Brgamo pensaron que el agua salada poda resultar perjudicial a la obra maestra y lograron que se emitiera una ordenanza que prohiba al acosado viajero baarse en el mar cualquiera fuere la circunstancia. Deplis, por tanto, se mostr fervientemente agradecido cuando sus empleadores le encontraron un nuevo campo de actividades en la zona de Burdeos. Su dicha, sin embargo, ces abruptamente en la frontera franco-italiana. Un importante despliegue de fuerzas oficiales impidi su partida, y se le record severamente la estricta ley que prohbe la exportacin de obras de arte italianas.

Entre los gobiernos de Italia y Luxemburgo tuvo lugar un entredicho diplomtico, y por un tiempo la situacin europea se vio ensombrecida por la posibilidad de una contienda. Pero el gobierno italiano se mantuvo firme; se neg a librar la menor accin a la suerte y aun a la vida de Henri Deplis, viajante de negocios, pero se mostr inconmovible en su decisin de impedir que la Cada de caro (del difunto Pincini, Andreas), propiedad de la municipalidad de Brgamo, saliera del pas.

La agitacin ces palatinamente, pero el desdichado Deplis, que era retrado por naturaleza, se convirti unos meses ms tarde en centro de una furiosa controversia. Un alemn experto en arte, que haba obtenido de la municipalidad de Brgamo permiso para inspeccionar la famosa obra maestra, declar que se trataba de un falso Pincini, probablemente la obra de algn discpulo suyo contratado durante sus aos de decadencia. El testimonio de Deplis careca de valor, pues durante el largo proceso de tatuado, haba estado sometido a la influencia de los narcticos habituales. El editor de un peridico de arte italiano refut los argumentos del experto alemn y se propuso demostrar que su vida privada no se ajustaba a ninguna de las normas modernas de decencia. Toda Italia y toda Alemania se vieron envueltas en la disputa, y el resto de Europa no tard en participar de la misma. Hubo discusiones acaloradas en el parlamento espaol y la Universidad de Copenhague otorg una medalla de oro al experto alemn (despus de haber enviado a una comisin para que examinara sus pruebas in situ), mientras que dos estudiantes polacos se suicidaron en Pars para mostrar lo que ellos pensaban al respecto.

Entre tanto, no mejor la suerte del desdichado marco humano y no es sorprendente que se incorporara a las filas de los anarquistas italianos. Cuatro veces por lo menos fue escoltado hasta la frontera como extranjero indeseable y peligroso, pero lo traan siempre de vuelta como la Cada de caro (atribuida de Pincini, Andreas, principios del siglo XX). Hasta que un da, durante un congreso anarquista que tuvo lugar en Gnova, un camarada, en el calor del debate, le rompi sobre la espalda un pequeo frasco lleno de un lquido corrosivo. La camisa roja que llevaba mitig el efecto, pero el caro fue daado hasta el punto de que ya no era reconocible. El atacante fue reprendido severamente por agredir a un camarada y recibi la pena de siete aos de prisin por arruinar un tesoro artstico nacional. No bien pudo Henri Deplis dejar el hospital fue obligado a cruzar la frontera como extranjero indeseable.

En las calles ms tranquilas de Pars, cerca del Ministerio de Bellas Artes, suele encontrarse a veces a un hombre deprimido y ansioso que habla con ligero acento luxemburgus como puede advertirse al entrar en conversacin con l. Abriga la ilusin de ser uno de los brazos perdidos de la Venus de Milo y espera persuadir al gobierno francs de que lo compre. En todo lo dems, creo, es moderadamente cuerdo.

LA TICA PROTESTANTE Y EL ESPRITU DEL CAPITALISMOJUREZ RODRGUEZ MIGUEL NGEL.CONTENIDOCONFESIN Y ESTRUCTURA SOCIAL ESPRITU DEL CAPITALISMOCONCEPCIN LUTERANA DE LA PROFESINCONCLUSIONES.BIBLIOGRAFAWEBER, MAX(Erfut, 1864-Munich, 1920).Socilogo, economista y filsofo alemn. Su familia, muy culta, profesaba la religin calvinista: Estudi Derecho en la Universidad de Heidelberg, Gollinga y Berln.Desde muy pronto se sinti atrado por los problemas econmicos y sociales. En 1890, llev a cabo una interesante encuesta sobre las condiciones de vida de los campesinos alemanes.En 1893 fue nombrado catedrtico de Economa Poltica de la Universidad de Friburgo, ocupando posteriormente la misma ctedra en la Universidad de Heidelberg, pero una enfermedad nerviosa le hizo apartarse de la docencia.Sin embargo, no abandon por ello la actividad cientfica; en esta poca escribe sus libros ms famosos: Economa y sociedad y sobre la tica protestante y sobre el espritu del capitalismo.Enemigo de la poltica de Guillermo II, no le impidi luchar como voluntario en la Primera Guerra Mundial. Al final de ella tom parte de la delegacin alemana que firm el tratado de Versalles y fue uno de los miembros que redact la Constitucin de la Repblica Alemana, conocida por la Constitucin de Weimar.En sus ltimos aos desempe la ctedra de Sociologa en las Universidades de Viena y Munich. La gran originalidad de Weber en el campo de la Sociologa fue el haber comprendido que las estructuras sociales, econmicas y polticas han estado siempre, y an lo est, impregnadas de las convicciones religiosas de cada pas, de sus pueblos, y que dejar de lado este aspecto capital en el estudio de las sociedades es mutilar la Sociologa y condenarse a no entender el fenmeno de la Cultura.Segn Weber, hay que estudiar profundamente las conexiones entre capitalismo y protestantismo: la gnesis y formacin de una determinada postura econmica circunstanciada por una postura existencial religiosa, el calvinismo, y dando lugar ms tarde al capitalismo.En s, no es la economa la que crea una religin, sino que una forma determinada de religin origina una determinada forma de economa.En su obra Sobre la tica protestante y sobre el espritu del capitalismo, analiza la moral del calvinismo que cree en la predestinacin; la prueba que Dios ha elegido para salvarse la tiene ya en esta vida y esta prueba se presenta en forma de xito econmico.Por ello, el medio para llegar al xito es la riqueza con el trabajo y su racionalizacin, realizando trabajo se acumula capital, y esto queda santificado, al convertirse en una misin sagrada, ejecutando la voluntad divina.Segn la moral calvinista, el hombre de negocios no es un explotador, sino una instrumento de la voluntad de Dios, que se enriquece, pero a la vez crea trabajo y riqueza para otros, smbolos de la benevolencia de los designios de Dios. Pero Weber llega tambin a la conclusin desoladora de que la sociedad capitalista, con su desarrollo tcnico y burocrtico, ha barrido del mundo el mismo espritu religioso que fue la razn de su nacimiento, quedando el hombre moderno sin asidero espiritual.CONFESIN Y ESTRUCTURA SOCIAL.Tesis I. El carcter eminentemente protestante tanto de la propiedad y empresas capitales como de las esferas superiores de las clases trabajadoras, especialmente del alto personal de las modernas empresas, de superior preparacin tcnica o comercial.Comprobacin el hecho obedece en parte a motivos histricos que tienen sus races en el lejano pasado y en los que la adscripcin a una determinada confesin religiosa no aparece como causa de fenmenos econmicos, sino ms bien como consecuencia de los mismos.a) En el siglo XVI los territorios del Reich Mejor favorecidos por la naturaleza y por su ubicacin geogrfica, y con un mayor desarrollo econmico se inclinaron a la confesin protestante. La razn que lo explica es que la guerra de Reforma no se realiz nicamente para romper el control de la Iglesia tradicional sobre la existencia. Tambin la modificacin substancial de un poder demasiado condescendiente con los feligreses.En el ao 1517 se vendieron en nuestra regin indulgencias (quise decir se promulgaron) por el lucro ms ignominioso. Yo era entonces predicador y joven doctor en teologa, como se dice, y empec a disuadir a las gentes, y a amonestar las que no prestasen odio al clamor de los mercaderes de indulgencias, dado que tenan cosa mejores que hacer. Yo estaba seguro de que en esa contaba con la proteccin del Papa, confiaba plenamente en l, por que en sus decretos condenaba con toda claridad a la inmodestia de los quaestores.b) Es aparentemente paradjico que en el mismo siglo XVI en Ginebra y en Escocia, la mayor parte de los pases bajos e Inglaterra y Nueva Inglaterra del siglo XVII las clases medias burguesas ascendientes aceptaron y defendieron la tirana calvinistas contra la laxitud eclesistica de Roma. Jean Cauvin (1509- 1564) fue despus de Lutero uno de las autoridades ms significativas de la Reforma escribi Instituciones de la Religin cristiana en donde admite la unidad del Antiguo y Nuevo Testamento, en contra de la tesis tradicional cristianas. Para Calvino Dios es omnipotente e inescrutable. Establecido en Ginebra su labor fue la de reglamentar la vida civil y religiosa persiguiendo durante los 20 aos que dur su poder poltico a todos aquellos que renegaron de su doctrina. La tica protestante se resume en cinco proposiciones del texto la confesin de West ministen de 1617. 1. 1. Existe un Dios absoluto, trascendente que ha creado el mundo y lo gobierna pero que es inapreciable para el espritu finito de los hombres 2. 2. Ese Dios todo poderoso y misterioso a predestinado a cada uno de nosotros a la salvacin o a la condenacin que mediante nuestras obras podamos modificar un decreto divino dictado previamente.3. 3. Dios ha creado el mundo para su propia gloria.4. 4. El hombre que debe ser salvado o condenado, debe trabajar por la gloria de Dios.5. 5. Las cosas terrenales, la naturaleza humana y la carne pertenecen al mbito del pecado y la muerte, y para el hombre la salvacin solo puede ser un don totalmente gratuito de la gracia divina. Max Weber para confirmar la presencia de los protestantes en la posesin del capital y en la diligencia de la moderna economa seala un fenmeno en el mbito educativo tomando como ejemplo las ciudades de Baden, Baviera o Hungra en ello observa: 1) el tipo de educacin que recibieron los hijos de los confesionistas protestantes en relacin a los catlicos.2)La inscripcin de los jvenes tanto en el ciclo de bachillerato como en la preparacin tcnico-comercial no corresponde a su proporcin demogrfica. Siendo menor en ambos casos la cantidad de catlicos. La razn argida es la tendencia de los hogares catlicos por una enseanza humanista clsica y de menor participacin en la vida capitalista. En cuanto a su desenvolvimiento en la fbrica. Los catlicos prefieren establecerse como maestros en el oficio mientras los protestantes luchan por conseguir los opuestos superiores del proletariado ilustrado y la burocracia industrial. No podan explicarse estas diferencias por las ventajas de una riqueza heredada, sino por el carcter de la educacin y los valores religiosos que los dos grupos recibieron de sus hogares y comunidades respectivos. Lo que ms sorprenda a Weber con respecto a la pequea proporcin de catlicos en la vida empresarial moderna era como minora que sufra ciertas restricciones polticas deberan de haberse lanzado a la actividad econmica como hicieron otras minoras sobre todo los Judos No obstante los catlicos no asumieron las pautas del racionalismo econmico an cuando se les persiguiera, al contrario de los protestantes fueran mayora o minora, de ascendencia superior o no.La causualidad de tal conducta no es posible atribuirla al carcter extraterrenal del catolicismo, ni a la orientacin opuesta materialista del protestantismo.Los casos siguientes ilustran que es otra la razn que explica el fenmeno mencionado: - Pietismo donde los fieles muestran una rgida observancia. - Centros parroquiales convertidos en impulsores de empresas capitalistas - Iglesias francesas hugonotas los proslitos estaban formados por monjes e industriales. - En Austria se importaron fabricantes protestantes. - Alemania la confesin Luterana benefici el desarrollo del capitalismo. Todava es ms curiosa, y basta eludir a ella, la conexin existente entre la minuciosa reglamentacin religiosa de la vida y el desarrollo ms intenso del espritu comercial, precisamente en gran nmero de aquellas sectas cuyo alejamiento del mundo es tan tpico como su riqueza; nos referimos principalmente a los cuqueros y mennonitas.De todo lo anterior se concluye que determinadas manifestaciones del espritu y la cultura capitalista protestante no tiene su origen en superficiales actitudes ascticas o profanas sino ms bien en sus rasgos puramente religiosos.EL ESPRITU DEL CAPITALISMO.Una vez expuestos en el captulo I, confesin y estructura social consideraciones fenomenolgicas e histricas concernientes a los grupos sociales que profesan la religin catlica o protestante el autor pasa a problematizar acerca del concepto espritu del capitalismo. Proponiendo los siguientes aspectos metodolgicos a) a) Buscar un objeto al que se le pueda asignar la definicin espritu del capitalismob) b) Hacerlo a partir de la delimitacin individualidad histrica entendida como: un complejo de conexiones en la realidad histrica.c) c) No determinar a priori una definicin general en abstracto, que no respeta la reconstruccin histrica.d) d) Solo al final de la investigacin ser posible dar una definicin, que no excluye otros puntos de vista. Donde se concentra este objeto de estudio que permita analizar los rasgos o caractersticas del espritu del capitalismo lo encuentra Weber en advertencias necesaria a los que quieren ser ricos , de Benjamn Franklin, escrito en 1736. (1706-1790) Benjamn fue el nmero quince entre los diecisiete hijos de un pobre fabricante de velas radicado en Boston. Solo asisti a la escuela durante un ao y a los doce entr como aprendiz en la imprenta de su hermano James... El muchacho se procur una basta cultura autodidacta... Franklin llenaba los espacios libres de su almanaque con proverbios de su propia cosechaWeber se vali de su mtodo de tipo ideal para constatar la adhesin de Franklin a la laboriosidad, la frugalidad, al trabajo duro y la puntualidad.Cuyo objetivo no era hace dinero por el dinero mismo, sino como la idea del deber del hombre para aumentar su capital, sin exentarlo de un fin utilitario, Franklin obedeca a un mandato divino producto de su estricta educacin Calvinista. Si bien el texto no contiene todo lo relativo al espritu del capitalismo, si es una muestra bsica. Adems no es una tcnica es una propuesta tica. As la virtud del trabajo que conduce a la ganancia legal que da sentido a la organizacin econmica es el eje central de esta tica capitalista la idea del deber profesional de una obligacin aunque no es nueva, ni tampoco es condicin de la existencia del capitalismo, Tiene que permear en un grupo de hombres como una concepcin reguladora de su profesin para vencer otras y se convierta en la esencia del capitalismo. El concepto de seleccin le permite a Weber a explicar el fenmeno histrico del capitalismo y es precisamente en Massachusetts patria de Franklin donde se gest ese espritu del capitalismo. (En 1632 registran quejas contra la especulacin y explotacin econmicas.A continuacin Weber reserva una serie de hechos histricos sucedidos en diferentes pases y perodos confrontndolos con la ideologa de Benjamn Franklin tipo ideal para el desarrollo del espritu capitalista y con ello mostrar el por qu aqu si fue factible el fenmeno histrico aludido.I I Las economas precapitalistas y la conducta de los hombres no tendan al racionalismo econmico ni al sentido tico del trabajo, este tradicionalismo fue un obstculo para aceptar posteriormente la incorporacin de norma y pautas de conducta:II II La necesidad exigida por la produccin capitalista condujo a los empresarios a pagar por destajo aumentando los salarios, la idiosincrasia del obrero no correspondi con un aumento en intensidad de trabajo.III III Para el desarrollo de la organizacin capitalista no basta con aumentar o bajar los salarios sino un proceso de convencimiento IV IV Los grupos de personas con una formacin religiosa que jerarquiza la obligacin por el trabajo y una moderacin en su comportamiento contribuyen notablemente a crear las condiciones para el espritu capitalista.V V Existieron empresas, empresarios, mercado inversin, trabajadores y comunidades capitalistas que no encajan en lo que definimos como estrictamente espritu capitalista por seguir siendo tradicionistas.VI VI La fuerza impulsora de este nuevo orden econmico no resida entonces en formar partes articuladas de una estructura econmica generadora de una renta. Fue necesario un espritu capaz de lograr un racionalismo econmico que rompa el tradicionalismo.El tipo ideal de empresario capitalista encarnado en algunos nobles ejemplares nada tiene que ver con este tipo vulgar o afinado de ricachn. Aquel aborrece la ostentacin, el lujo intil y el goce consciente de su poder; le repugna aceptar los signos externos del respeto social de que disfruta, por que le son incmodos. CONCEPCIN LUTERANA DE LA PROFESIN.Tesis I. Tal era la consecuencia inevitable del sentido, por as decirlo, sagrado del trabajo, y lo que engendr el concepto tico religioso de profesin.Lutero dio un concepto nuevo, indito en la tecnologa cristiana el beruf palabra alemana que significaba la realizacin de una tarea moralmente establecida por Dios. Con esta connotacin empez a aparecer en las traducciones protestantes de la Biblia significando para los feligreses de esta misin un sentido religioso a sus labores cotidianas y terrenales. As Martn Lutero haba valorado ante la sociedad la importancia de la vocacin.Si sigues preguntndoles si lo tienen tambin por buena obra cuando ejercen su profesin, caminan, estn de pie, beben, duermen y realizan cualquier clase de trabajo para la alimentacin del cuerpo del bien comn; y si creen que Dios tiene contentamiento en ellos por estas tareas notars que dirn que no y que de lasbuenas obras tienen un concepto tan estrecho que lo limitan al orar en la iglesia, al ayunar y al dar limosnas. Consideran que las dems obras son vanas y que Dios no las aprecia.Tesis II. Ante todo, apenas es necesario recordar que no se pueden sealar afinidades- ntimas entre Lutero y el espritu del capitalismo.La condena de Martn Lutero a la usura, el inters y el quehacer capitalista en general as como su alineamiento al lado de los principales cuando se dieron las rebeliones campesinas ensean a un predicador defensor del orden establecido que invocaba a la voluntad de Dios para aceptar las cosas tal como son. Siendo el significado de su doctrina tradicional y poco propicio al desarrollo del capitalismo.Por ello tambin algunos de los comerciantes han despertado y han advertido que en su comercio estn en uso algunas prcticas malas y artimaas perjudiciales, y es de temer que suceda lo que dice el eclesistico que es difcil que los comerciantes estn sin pecado El amor al dinero es la raz de todos los males... Ms no puede negarse que comprar y vender es algo necesario de lo cual uno no puede prescindir.La implicacin para el caso especfico de la profesin que es el aspecto de la concepcin luterana trascendente para Weber es la idea del destino. As cada individuo tiene que aceptar el mandato divino para permanecer dentro de su quehacer.Tesis III. Lo que ocurre es que no se le puede derivar directamente de la posicin adoptada por Lutero y su iglesia ante el trabajo profesional y sobre todo no es tan clara como otras formas de protestantismo.Que si vinculan la actitud religiosa con la actividad prctica. Y es precisa mente con los calvinistas, a quienes hasta los luteranos aborrecieron, que puede encontrarse una fundamentacin para explicar el espritu capitalista, el cual como acota Weber no es un propsito de estas congregaciones el crear una tica del capitalismo. La salvacin del alma y solo esto era el eje de su vida y su accin.Finalmente el socilogo alemn culmina el captulo con varios sealamientos de su investigacin.I. I. Conocer los aspectos esenciales con que la reforma influencia a la etapa capitalista.II. II. La reforma no es producto de transformaciones econmicas.III. III. El surgimiento y sobrevivencia de nuevas iglesias solo es atribuirle a distintas causas histricas.IV. IV. El capitalismo como una organizacin econmica racional no es un producto de la reforma religiosa.Dada la variedad de recprocas influencias entre los fundadores materiales, las formas de organizacin poltico-social y el contenido espiritual de las distintas pocas de la reforma, la investigacin ha de concentrarse a establecer si han existido, y en que puntos, afinidades electivas entre ciertas modalidades de la fe religiosa y la tica profesional.CONCLUSIONESMax WeberAlgunas de las Tesis tericas ms importantes de la presente investigacin son:1. 1. La racionalizacin formal tiene lugar exclusivamente en el mundo occidental moderno donde diversas esferas de la vida han logrado su autonoma: racionalismo econmico, Estado racional con una administracin estado racional con una administracin burocrtica, ley racional formal.2. 2. La realizacin de un anlisis histrico comparativo entre los crculos culturales variados. La conducta de las religiones, su comparacin en cuanto a la tica econmica que cada una de ellas ha asumido.3. 3. El trabajo profesional no es ya la base de un fe religiosa, sino un proceso de racionalizacin del cual la humanidad occidental no se puede sustraer.4. 4. En cuanto al texto, la tica protestante y el espritu del capitalismo caben ciertos comentarios.Weber refut la concepcin de que la Reforma fue resultado histrico necesario de procesos econmicos.Neg que el capitalismo fuera creacin de la Reforma.Aunque aprecia la influencia del factor econmico, explora, explica su gnesis a travs de otras influencias, como no es posible asignarle un peso exacto a ninguno de ellos, considera abordar el mismo problema desde varios puntos de vista y perspectivas. En consecuencia el capitalismo se form de la conjuncin de varios factores; la empresa racional permanente, contabilidad racional. Tecnologa racional y el derecho nacional, la racionalizacin de la conducta en la vida en general, y una tica econmica racionalista.OBJECIONESCon el propsito de ubicar los alcances que las aportaciones Terico- histricas de Max Weber tuvieron en las Ciencias Sociales en general y en la sociologa. En particular me parece pertinente citar las tesis sobre el protestantismo y capitalismo del texto de Irving Zeitlin, ideologa y teora sociolgica.Zeitlin retoma al historiador Kurt Samuelson para cuestionar las interpretaciones Weberianas, por ejemplo con respecto a Lutero y Calvino, los pases bajos y los Distritos del norte y el oeste de Alemania se dice que ya tenas caractersticas econmicas de gran auge; existan manufactura y comercio de textiles en Holanda y Flndes, fundaciones de hierro, secaderos de sal y comercio internacional en las regiones hanseticos. A su vez Inglaterra viva un gran dinamismo. Todo esto por la poca en que nacieron los idelogos del protestantismo con un antecedente de tres o cuatro siglos.Los pases bajos al concluir el siglo XIII dominaban en el comercio y la manufactura textil de lo que se infiere la nula influencia del calvinismo, en su desarrollo. Amsterdam en el siglo XVII era un prspero centro comercial previo al predominio de la religin calvinista. Aqu las clases ms pobres se acogieron a la nueva religin. En Inglaterra del siglo XIII el crecimiento tcnico, industrial y econmico era evidente, lo cual sucedi con antelacin a la Reforma, logrando su madurez posteriormente a ella, por lo que no es coherente sostener la correlacin religin-economa.En Suiza la patria de Calvino dispona de situaciones ventajosas como centro del comercio entre Italia y las parte septentrionales y occidentales de Europa, donde ganarse la vida como agricultor resultaba difcil adems el temprano debilitamiento de los feudos con las ciudades libres que subsistan del comercio y la industria. No hay indicios de un acelerado desarrollo econmico durante la reforma o inmediatamente despus.En Alemania de igual forma no es plausible validar la relacin religin economa. Independientemente de las condiciones religiosas en algunas regiones haban depsitos de hierro y carbn del Oeste, rutas comerciales a lo largo del Rin, extensin y rendimiento en el Este y Sur. En Essen la mitad de la gente era catlica. Dsseldorf dos terceras partes. Polonia aproximadamente tres cuartas partes. En el periodo de industrializacin la presencia mayoritaria de los catlicos fue notoria. De lo que ser infiere que los ms prominentes industriales, comerciantes y banqueros fueron catlicos y/o venan de familias cuya riqueza y ttulo nobiliario se remontaba varias generaciones, en las que su cosmovisin de la vida no concordaban con lo expuesto por Max Weber.Para los pases bajos, Inglaterra, Escocia, los distritos alemanes del mar del norte y del Bltico, Suiza, tenan una caracterstica en comn, sus costas ocenicas que utilizaban desde 100 aos antes de la Reforma; el desplazamiento definitivo del centro de gravedad del comercio europeo al mar del norte y el Atlntico, a consecuencia de los grandes descubrimientos y del bloqueo por parte de los rabes de las rutas mediterrneas, la continua imposibilidad de la ganadera y agricultura para brindar suficientes alimentos.Punto medular de los cuestionamientos hechos por el historiador Samuelson son las conclusiones de Weber respecto a las estadsticas a cerca de la escolaridad y vocacin profesional de la poblacin catlica y protestante. Los cuadros tomados de Martn Offen Bacher son engaosos porque el clculo no se hace en trminos de la poblacin total, sino de los habitantes de distritos, en los que existan las respectivas categoras de escuela no hay diferencias que valgan la pena mencionar. Las proporciones de escolares clasificados por fe religiosa con casi exactamente las mismas que las proporciones correspondientes a la poblacin total del distrito. Que el hecho de que los protestantes de Baden, en conjunto, revelan una mayor que la parte que les corresponda en la poblacin adjunta, obedeca totalmente al hecho de que vivan ms protestantes que catlicos en los distritos en que haba. Realgymnasien, Hhere Brgeschulen y Realschulen, si se hace el clculo, no en trminos de la poblacin total, sino de los habitantes de distritos en los que existan las respectivas categoras de escuelas, no hay diferencias que valga la pena mencionar.No hay diferencias en las proporciones demogrficas por distrito catlicas y protestantes guardan similar propensin a la escolaridad.En Carolina del Sur, Nueva York y Filadelfia por mencionar algunas ciudades el capitalismo profesional se invirti en consolidar un estatus social, a travs de actividades no productivas, (fines del siglo XVII) en el caso de Nueva Inglaterra la apologa del ascetismo no coincide con el desenfrenado hedonismo. Los comerciantes importaban ron de Las Antillas. La mayora de las colonias y de sta en especfico; la embriaguez era uno de los vicios dominantes. Cualquier acontecimiento social, bautizos, funerales, etc. se aprovechaba para beber. Lo que contradice la visin weberiana del modo de produccin- capitalista de Nueva Inglaterra es el concepto de capitalismo poltico y especulador basados en el trueque y buena parte del comercio colonial debido a la poltica mercantilista britnica que era tcnicamente ilegal. An cuando Weber exclua la posesin de tierras y la especulacin como no capitalista, las cuales redituaban grandes beneficios. La contratacin de sirvientes y no trabajadores libres mostraba otro rasgo no considerado por Weber. Al menos la mitad de la poblacin total de las trece colonias lleg como mano de obra contratada. Desde un principio Massachusetts reglament la contratacin de sirvientes.La figura del tipo ideal personificada por Benjamn Franklin muestra caractersticas no conocidas o ignoradas por el autor de la tica protestante. Franklin derroch dinero en bebidas, mujeres, deportes, teatro. Tuvo un hijo legitimo. Se retir de las actividades comerciales a los 42 aos. Escribi una carta de como elegir amante. Mientras fue embajador americano en Francia dej a su mujer en la patria y tuvo amoros con otras mujeres. Podra admitirse que Weber diera mayor relevancia a alguna de las caractersticas de Benjamn Franklin para lo cual hubiera sido necesario a los fines de su mtodo del tipo ideal, que los otros aspectos fueran insignificantes los no ascticos. En resumen Weber muestra el escaso conocimiento de los puritanos de Nueva Inglaterra y de Benjamn Franklin.

Kant: Qu es Ilustracin?

La ilustracin es la salida del hombre de su minora de edad. El mismo es culpable de ella. La minora de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la direccin de otro. Uno mismo es culpable de esta minora de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisin y nimo para servirse con independencia de l, sin la conduccin de otro. Sapere aude! Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aqu la divisa de la ilustracin.

La mayora de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrs de conduccin ajena (naturaliter maiorennes), permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobarda. Por eso les es muy fcil a los otros erigirse en tutores. Es tan cmodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por m, un pastor que reemplaza mi conciencia moral, un mdico que juzga acerca de mi dieta, y as sucesivamente, no necesitar del propio esfuerzo. Con slo poder pagar, no tengo necesidad de pensar: otro tomar mi puesto en tan fastidiosa tarea. Como la mayora de los hombres (y entre ellos la totalidad del bello sexo) tienen por muy peligroso el paso a la mayora de edad, fuera de ser penoso, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de tomar sobre s semejante superintendencia. Despus de haber atontado sus reses domesticadas, de modo que estas pacficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de las andaderas en que estn metidas, les mostraron el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande, pues despus de algunas cadas habran aprendido a caminar; pero los ejemplos de esos accidentes por lo comn producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior intento de rehacer semejante experiencia.

Por tanto, a cada hombre individual le es difcil salir de la minora de edad, casi convertida en naturaleza suya; inclusive, le ha cobrado aficin. Por el momento es realmente incapaz de servirse del propio entendimiento, porque jams se le deja hacer dicho ensayo. Los grillos que atan a la persistente minora de edad estn dados por reglamentos y frmulas: instrumentos mecnicos de un uso racional, o mejor de un abuso de sus dotes naturales. Por no estar habituado a los movimientos libres, quien se desprenda de esos grillos quiz diera un inseguro salto por encima de alguna estrechsima zanja. Por eso, slo son pocos los que, por esfuerzo del propio espritu, logran salir de la minora de edad y andar, sin embargo, con seguro paso.

Pero, en cambio, es posible que el pblico se ilustre a s mismo, siempre que se le deje en libertad; incluso, casi es inevitable. En efecto, siempre se encontrarn algunos hombres que piensen por s mismos, hasta entre los tutores instituidos por la confusa masa. Ellos, despus de haber rechazado el yugo de la minora de edad, ensancharn el espritu de una estimacin racional del propio valor y de la vocacin que todo hombre tiene: la de pensar por s mismo. Notemos en particular que con anterioridad los tutores haban puesto al pblico bajo ese yugo, estando despus obligados a someterse al mismo. Tal cosa ocurre cuando algunos, por s mismos incapaces de toda ilustracin, los incitan a la sublevacin: tan daoso es inculcar prejuicios, ya que ellos terminan por vengarse de los que han sido sus autores o propagadores. Luego, el pblico puede alcanzar ilustracin slo lentamente. Quiz por una revolucin sea posible producir la cada del despotismo personal o de alguna opresin interesada y ambiciosa; pero jams se lograr por este camino la verdadera reforma del modo de pensar, sino que surgirn nuevos prejuicios que, como los antiguos, servirn de andaderas para la mayor parte de la masa, privada de pensamiento.

Sin embargo, para esa ilustracin slo se exige libertad y, por cierto, la ms inofensiva de todas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un uso pblico de la propia razn, en cualquier dominio. Pero oigo exclamar por doquier: no razones! El oficial dice: no razones, adistrate! El financista: no razones y paga! El pastor: no razones, ten fe! (Un nico seor dice en el mundo: razonad todo lo que queris y sobre lo que queris, pero obedeced!) Por todos lados, pues, encontramos limitaciones de la libertad. Pero cul de ellas impide la ilustracin y cules, por el contrario, la fomentan? He aqu mi respuesta: el uso pblico de la razn siempre debe ser libre, y es el nico que puede producir la ilustracin de los hombres. El uso privado, en cambio, ha de ser con frecuencia severamente limitado, sin que se obstaculice de un modo particular el progreso de la ilustracin. Entiendo por uso pblico de la propia razn el que alguien hace de ella, en cuanto docto, y ante la totalidad del pblico del mundo de lectores. Llamo uso privado al empleo de la razn que se le permite al hombre dentro de un puesto civil o de una funcin que se le confa. Ahora bien, en muchas ocupaciones concernientes al inters de la comunidad son necesarios ciertos mecanismos, por medio de los cuales algunos de sus miembros se tienen que comportar de modo meramente pasivo, para que, mediante cierta unanimidad artificial, el gobierno los dirija hacia fines pblicos, o al menos, para que se limite la destruccin de los mismos. Como es natural, en este caso no es permitido razonar, sino que se necesita obedecer. Pero en cuanto a esta parte de la mquina, se la considera miembro de una comunidad ntegra o, incluso, de la sociedad cosmopolita; en cuanto se la estima en su calidad de docto que, mediante escritos, se dirige a un pblico en sentido propio, puede razonar sobre todo, sin que por ello padezcan las ocupaciones que en parte le son asignadas en cuanto miembro pasivo. As, por ejemplo, sera muy peligroso si un oficial, que debe obedecer al superior, se pusiera a argumentar en voz alta, estando de servicio, acerca de la conveniencia o inutilidad de la orden recibida. Tiene que obedecer. Pero no se le puede prohibir con justicia hacer observaciones, en cuanto docto, acerca de los defectos del servicio militar y presentarlas ante el juicio del pblico. El ciudadano no se puede negar a pagar los impuestos que le son asignados, tanto que una censura impertinente a esa carga, en el momento que deba pagarla, puede ser castigada por escandalosa (pues podra ocasionar resistencias generales). Pero, sin embargo, no actuar en contra del deber de un ciudadano si, como docto, manifiesta pblicamente sus ideas acerca de la inconveniencia o injusticia de tales impuestos. De la misma manera, un sacerdote est obligado a ensear a sus catecmenos y a su comunidad segn el smbolo de la Iglesia a que sirve, puesto que ha sido admitido en ella con esa condicin. Pero, como docto, tiene plena libertad, y hasta la misin, de comunicar al pblico sus ideas cuidadosamente examinadas y bien intencionadas acerca de los defectos de ese smbolo; es decir, debe exponer al pblico las proposiciones relativas a un mejoramiento de las instituciones, referidas a la religin y a la Iglesia. En esto no hay nada que pueda provocar en l escrpulos de conciencia. Presentar lo que ensea en virtud de su funcin en tanto conductor de la Iglesia como algo que no ha de ensear con arbitraria libertad, y segn sus propias opiniones, porque se ha comprometido a predicar de acuerdo con prescripciones y en nombre de una autoridad ajena. Dir: nuestra Iglesia ensea esto o aquello, para lo cual se sirve de determinados argumentos. En tal ocasin deducir todo lo que es til para su comunidad de proposiciones a las que l mismo no se sometera con plena conviccin; pero se ha comprometido a exponerlas, porque no es absolutamente imposible que en ellas se oculte cierta verdad que, al menos, no es en todos los casos contraria a la religin ntima. Si no creyese esto ltimo, no podra conservar su funcin sin sentir los reproches de su conciencia moral, y tendra que renunciar. Luego el uso que un predicador hace de su razn ante la comunidad es meramente privado, puesto que dicha comunidad slo constituye una reunin familiar, por amplia que sea. Con respecto a la misma, el sacerdote no es libre, ni tampoco debe serlo, puesto que ejecuta una orden que le es extraa. Como docto, en cambio, que habla mediante escritos al pblico, propiamente dicho, es decir, al mundo, el sacerdote gozar, dentro del uso pblico de su razn, de una ilimitada libertad para servirse de la misma y, de ese modo, para hablar en nombre propio. En efecto, pretender que los tutores del pueblo (en cuestiones espirituales) sean tambin menores de edad, constituye un absurdo capaz de desembocar en la eternizacin de la insensatez.

Pero una sociedad eclesistica tal, un snodo semejante de la Iglesia, es decir, una classis de reverendos (como la llaman los holandeses) no podra acaso comprometerse y jurar sobre algn smbolo invariable que llevara as a una incesante y suprema tutela sobre cada uno de sus miembros y, mediante ellos, sobre el pueblo? De ese modo no lograra eternizarse? Digo que es absolutamente imposible. Semejante contrato, que excluira para siempre toda ulterior ilustracin del gnero humano es, en s mismo, sin ms nulo e inexistente, aunque fuera confirmado por el poder supremo, el congreso y los ms solemnes tratados de paz. Una poca no se puede obligar ni juramentar para poner a la siguiente en la condicin de que le sea imposible ampliar sus conocimientos (sobre todo los muy urgentes), purificarlos de errores y, en general, promover la ilustracin. Sera un crimen contra la naturaleza humana, cuya destinacin originaria consiste, justamente, en ese progresar. La posteridad est plenamente justificada para rechazar aquellos decretos, aceptados de modo incompetente y criminal. La piedra de toque de todo lo que se puede decidir como ley para un pueblo yace en esta cuestin: un pueblo podra imponerse a s mismo semejante ley? Eso podra ocurrir si por as decirlo, tuviese la esperanza de alcanzar, en corto y determinado tiempo, una ley mejor, capaz de introducir cierta ordenacin. Pero, al mismo tiempo, cada ciudadano, principalmente los sacerdotes, en calidad de doctos, debieran tener libertad de llevar sus observaciones pblicamente, es decir, por escrito, acerca de los defectos de la actual institucin. Mientras tanto hasta que la inteleccin de la cualidad de estos asuntos se hubiese extendido lo suficiente y estuviese confirmada, de tal modo que el acuerdo de su voces (aunque no la de todos) pudiera elevar ante el trono una propuesta para proteger las comunidades que se haban unido en una direccin modificada de la religin, segn los conceptos propios de una comprensin ms ilustrada, sin impedir que los que quieran permanecer fieles a la antigua lo hagan as mientras tanto, pues, perdurara el orden establecido. Pero constituye algo absolutamente prohibido unirse por una constitucin religiosa inconmovible, que pblicamente no debe ser puesta en duda por nadie, aunque ms no fuese durante lo que dura la vida de un hombre, y que aniquila y torna infecundo un perodo del progreso de la humanidad hacia su perfeccionamiento, tornndose, incluso, nociva para la posteridad. Un hombre, con respecto a su propia persona y por cierto tiempo, puede dilatar la adquisicin de una ilustracin que est obligado a poseer; pero renunciar a ella, con relacin a la propia persona, y con mayor razn an con referencia a la posteridad, significa violar y pisotear los sagrados derechos de la humanidad. Pero lo que un pueblo no puede decidir por s mismo, menos lo podr hacer un monarca en nombre del mismo. En efecto, su autoridad legisladora se debe a que rene en la suya la voluntad de todo el pueblo. Si el monarca se inquieta para que cualquier verdadero o presunto perfeccionamiento se concilie con el orden civil, podr permitir que los sbditos hagan por s mismos lo que consideran necesario para la salvacin de sus almas. Se trata de algo que no le concierne; en cambio, le importar mucho evitar que unos a los otros se impidan con violencia trabajar, con toda la capacidad de que son capaces, por la determinacin y fomento de dicha salvacin. Inclusive se agravara su majestad si se mezclase en estas cosas, sometiendo a inspeccin gubernamental los escritos con que los sbditos tratan de exponer sus pensamientos con pureza, salvo que lo hiciera convencido del propio y supremo dictamen intelectual con lo cual se prestara al reproche Caesar non est supra grammaticos o que rebajara su poder supremo lo suficiente como para amparar dentro del Estado el despotismo clerical de algunos tiranos, ejercido sobre los restantes sbditos.

Luego, si se nos preguntara vivimos ahora en una poca ilustrada? responderamos que no, pero s en una poca de ilustracin. Todava falta mucho para que la totalidad de los hombres, en su actual condicin, sean capaces o estn en posicin de servirse bien y con seguridad del propio entendimiento, sin acudir a extraa conduccin. Sin embargo, ahora tienen el campo abierto para trabajar libremente por el logro de esa meta, y los obstculos para una ilustracin general, o para la salida de una culpable minora de edad, son cada vez menores. Ya tenemos claros indicios de ello. Desde este punto de vista, nuestro tiempo es la poca de la ilustracin o el siglo de Federico.

Un prncipe que no encuentra indigno de s declarar que sostiene como deber no prescribir nada a los hombres en cuestiones de religin, sino que los deja en plena libertad y que, por tanto, rechaza al altivo nombre de tolerancia, es un prncipe ilustrado, y merece que el mundo y la posteridad lo ensalce con agradecimiento. Al menos desde el gobierno, fue el primero en sacar al gnero humano de la minora de edad, dejando a cada uno en libertad para que se sirva de la propia razn en todo lo que concierne a cuestiones de conciencia moral. Bajo l, dignsimos clrigos sin perjuicio de sus deberes profesionales pueden someter al mundo, en su calidad de doctos, libre y pblicamente, los juicios y opiniones que en ciertos puntos se apartan del smbolo aceptado. Tal libertad es an mayor entre los que no estn limitados por algn deber profesional. Este espritu de libertad se extiende tambin exteriormente, alcanzando incluso los lugares en que debe luchar contra los obstculos externos de un gobierno que equivoca sus obligaciones. Tal circunstancia constituye un claro ejemplo para este ltimo, pues tratndose de la libertad, no debe haber la menor preocupacin por la paz exterior y la solidaridad de la comunidad. Los hombres salen gradualmente del estado de rusticidad por propio trabajo, siempre que no se trate de mantenerlos artificiosamente en esa condicin.

He puesto el punto principal de la ilustracin es decir, del hecho por el cual el hombre sale de una minora de edad de la que es culpable en la cuestin religiosa, porque para las artes y las ciencias los que dominan no tienen ningn inters en representar el papel de tutores de sus sbditos. Adems, la minora de edad en cuestiones religiosas es la que ofrece mayor peligro: tambin es la ms deshonrosa. Pero el modo de pensar de un jefe de Estado que favorece esa libertad llega todava ms lejos y comprende que, en lo referente a la legislacin, no es peligroso permitir que los sbditos hagan un uso pblico de la propia razn y expongan pblicamente al mundo los pensamientos relativos a una concepcin ms perfecta de esa legislacin, la que puede incluir una franca crtica a la existente. Tambin en esto damos un brillante ejemplo, pues ningn monarca se anticip al que nosotros honramos.

Pero slo alguien que por estar ilustrado no teme las sombras y, al mismo tiempo, dispone de un ejrcito numeroso y disciplinado, que les garantiza a los ciudadanos una paz interior, slo l podr decir algo que no es lcito en un Estado libre: razonad tanto como queris y sobre lo que queris, pero obedeced! Se muestra aqu una extraa y no esperada marcha de las cosas humanas; pero si la contemplamos en la amplitud de su trayectoria, todo es en ella paradjico. Un mayor grado de libertad civil parecera ventajoso para la libertad del espritu del pueblo y, sin embargo, le fija lmites infranqueables. Un grado menor, en cambio, le procura espacio para la extensin de todos sus poderes. Una vez que la Naturaleza, bajo esta dura cscara, ha desarrollado la semilla que cuida con extrema ternura, es decir, la inclinacin y disposicin al libre pensamiento, ese hecho repercute gradualmente sobre el modo de sentir del pueblo (con lo cual ste va siendo poco a poco ms capaz de una libertad de obrar) y hasta en los principios de gobierno, que encuentra como provechoso tratar al hombre conforme a su dignidad, puesto que es algo ms que una mquina. Kant: Filosofa de la Historia. Ed. Nova. Buenos Aires.

Poema Isla Famosa de Jos Mart

Aqu estoy, solo estoy, despedazado.Ruge el cielo: las nubes se aglomeran,Y aprietan, y ennegrecen, y desgajan:Los vapores del mar la roca cien:Sacra angustia y horror mis ojos comen:A qu, Naturaleza embravecida,A qu la estril soledad en tornoDe quin de ansia de amor rebosa y muere?Dnde, Cristo sin cruz, los ojos pones?Dnde, oh sombra enemiga, dnde el araDigna por fin de recibir mi frente?En pro de quin derramar mi vida??Rasgse el velo; por un tajo amenoDe claro azul, como en sus lienzos abreEntre mazos de sombra Daz famoso,El hombre triste de la roca miraEn lindo campo tropical, galanesBlancos, y Venus negras, de unas floresFtidas y fangosas coronados:Danzando van: a cada giro nuevoBajo los muelles pies la tierra cede!Y cuando en ancho beso los gastadosLabios sin lustre ya, trmulos juntan,Sltanles de los labios agorerasAves tintas en hiel, aves de muerte.

El rey burgus

Rubn Daro

Amigo! El cielo est opaco, el aire fro, el da triste. Un cuento alegre... as como para distraer las brumosas y grises melancolas, helo aqu: Haba en una ciudad inmensa y brillante un rey muy poderoso, que tena trajes caprichosos y ricos, esclavas desnudas, blancas y negras, caballos de largas crines, armas flamantsimas, galgos rpidos, y monteros con cuernos de bronce que llenaban el viento con sus fanfarrias. Era un rey poeta? No, amigo mo: era el Rey Burgus. Era muy aficionado a las artes el soberano, y favoreca con gran largueza a sus msicos, a sus hacedores de ditirambos, pintores, escultores, boticarios, barberos y maestros de esgrima.Cuando iba a la floresta, junto al corzo o jabal herido y sangriento, haca improvisar a sus profesores de retrica, canciones alusivas; los criados llenaban las copas del vino de oro que hierve, y las mujeres batan palmas con movimientos rtmicos y gallardos. Era un rey sol, en su Babilonia llena de msicas, de carcajadas y de ruido de festn. Cuando se hastiaba de la ciudad bullente, iba de caza atronando el bosque con sus tropeles; y haca salir de sus nidos a las aves asustadas, y el vocero repercuta en lo ms escondido de las cavernas. Los perros de patas elsticas iban rompiendo la maleza en la carrera, y los cazadores inclinados sobre el pescuezo de los caballos, hacan ondear los mantos purpreos y llevaban las caras encendidas y las cabelleras al viento. El rey tena un palacio soberbio donde haba acumulado riquezas y objetos de arte maravillosos. Llegaba a l por entre grupos de lilas y extensos estanques, siendo saludado por los cisnes de cuellos blancos, antes que por los lacayos estirados. Buen gusto. Suba por una escalera llena de columnas de alabastro y de esmaragdina, que tena a los lados leones de mrmol como los de los tronos salomnicos. Refinamiento. A ms de los cisnes, tena una vasta pajarera, como amante de la armona, del arrullo, del trino; y cerca de ella iba a ensanchar su espritu, leyendo novelas de M. Ohnet, o bellos libros sobre cuestiones gramaticales, o crticas hermosillescas. Eso s: defensor acrrimo de la correccin acadmica en letras, y del modo lamido en artes; alma sublime amante de la lija y de la ortografa! Japoneras!Chineras! Por moda y nada ms. Bien poda darse el placer de un saln digno del gusto de un Goncourt y de los millones de un Creso: quimeras de bronce con las fauces abiertas y las colas enroscadas, en grupos fantsticos y maravillosos; lacas de Kioto con incrustaciones de hojas y ramas de una flora monstruosa, y animales de una fauna desconocida; mariposas de raros abanicos junto a las paredes; peces y gallos de colores; mscaras de gestos infernales y con ojos como si fuesen vivos; partesanas de hojas antiqusimas y empuaduras con dragones devorando flores de loto; y en conchas de huevo, tnicas de seda amarilla, como tejidas con hilos de araa, sembradas de garzas rojas y de verdes matas de arroz; y tibores, porcelanas de muchos siglos, de aquellas en que hay guerreros trtaros con una piel que les cubre hasta los riones, y que llevan arcos estirados y manojos de flechas. Por lo dems, haba el saln griego, lleno de mrmoles: diosas, musas, ninfas y stiros; el saln de los tiempos galantes, con cuadros del gran Watteau y de Chardin; dos, tres, cuatro, cuntos salones? Y Mecenas se paseaba por todos, con la cara inundada de cierta majestad, el vientre feliz y la corona en la cabeza, como un rey de naipe. Un da le llevaron una rara especie de hombre ante su trono, donde se hallaba rodeado de cortesanos, de retricos y de maestros de equitacin y de baile. -Qu es eso? -pregunt.-Seor, es un poeta.El rey tena cisnes en el estanque, canarios, gorriones, censotes en la pajarera: un poeta era algo nuevo y extrao.-Dejadle aqu. Y el poeta: -Seor, no he comido. Y el rey: -Habla y comers. Comenz: -Seor, ha tiempo que yo canto el verbo del porvenir. He tendido mis alas al huracn; he nacido en el tiempo de la aurora; busco la raza escogida que debe esperar con el himno en la boca y la lira en la mano, la salida del gran sol. He abandonado la inspiracin de la ciudad malsana, la alcoba llena de perfumes, la musa de carne que llena el alma de pequeez y el rostro de polvos de arroz. He roto el arpa adulona de las cuerdas dbiles, contra las copas de Bohemia y las jarras donde espumea el vino que embriaga sin dar fortaleza; he arrojado el manto que me haca parecer histrin, o mujer, y he vestido de modo salvaje y esplndido: mi harapo es de prpura. He ido a la selva, donde he quedado vigoroso y ahto de leche fecunda y licor de nueva vida; y en la ribera del mar spero, sacudiendo la cabeza bajo la fuerte y negra tempestad, como un ngel soberbio, o como un semidis olmpico, he ensayado el yambo dando al olvido el madrigal.He acariciado a la gran naturaleza, y he buscado al calor del ideal, el verso que est en el astro en el fondo del cielo, y el que est en la perla en lo profundo del ocano. He querido ser pujante! Porque viene el tiempo de las grandes revoluciones, con un Mesas todo luz, todo agitacin y potencia, y es preciso recibir su espritu con el poema que sea arco triunfal, de estrofas de acero, de estrofas de oro, de estrofas de amor. Seor, el arte no est en los fros envoltorios de mrmol, ni en los cuadros lamidos, ni en el excelente seor Ohnet! Seor! El arte no viste pantalones, ni habla en burgus, ni pone los puntos en todas las es. l es augusto, tiene mantos de oro o de llamas, o anda desnudo, y amasa la greda con fiebre, y pinta con luz, y es opulento, y da golpes de ala como las guilas, o zarpazos como los leones. Seor, entre un Apolo y un ganso, preferid el Apolo, aunque el uno sea de tierra cocida y el otro de marfil. Oh, la Poesa! Y bien! Los ritmos se prostituyen, se cantan los lunares de la mujeres, y se fabrican jarabes poticos. Adems, seor, el zapatero critica mis endecaslabos, y el seor profesor de farmacia pone puntos y comas a mi inspiracin. Seor, y vos lo autorizis todo esto!... El ideal, el ideal... El rey interrumpi: -Ya habis odo. Qu hacer? Y un filsofo al uso: -Si lo permits, seor, puede ganarse la comida con una caja de msica; podemos colocarle en el jardn, cerca de los cisnes, para cuando os paseis. -S, -dijo el rey,- y dirigindose al poeta:-Daris vueltas a un manubrio. Cerraris la boca. Haris sonar una caja de msica que toca valses, cuadrillas y galopas, como no prefiris moriros de hambre. Pieza de msica por pedazo de pan. Nada de jerigonzas, ni de ideales. Id. Y desde aquel da pudo verse a la orilla del estanque de los cisnes, al poeta hambriento que daba vueltas al manubrio: tiririrn, tiririrn... avergonzado a las miradas del gran sol! Pasaba el rey por las cercanas? Tiririrn, tiririrn...! Haba que llenar el estmago? Tiririrn! Todo entre las burlas de los pjaros libres, que llegaban a beber roco en las lilas floridas; entre el zumbido de las abejas, que le picaban el rostro y le llenaban los ojos de lgrimas, tiririrn...! lgrimas amargas que rodaban por sus mejillas y que caan a la tierra negra! Y lleg el invierno, y el pobre sinti fro en el cuerpo y en el alma. Y su cerebro estaba como petrificado, y los grandes himnos estaban en el olvido, y el poeta de la montaa coronada de guilas, no era sino un pobre diablo que daba vueltas al manubrio, tiririrn. Y cuando cay la nieve se olvidaron de l, el rey y sus vasallos; a los pjaros se les abrig, y a l se le dej al aire glacial que le morda las carnes y le azotaba el rostro, tiririrn! Y una noche en que caa de lo alto la lluvia blanca de plumillas cristalizadas, en el palacio haba festn, y la luz de las araas rea alegre sobre los mrmoles, sobre el oro y sobre las tnicas de los mandarines de las viejas porcelanas. Y se aplaudan hasta la locura los brindis del seor profesor de retrica, cuajados de dctilos, de anapestos y de pirriquios, mientras en las copas cristalinas herva el champaa con su burbujeo luminoso y fugaz. Noche de invierno, noche de fiesta! Y el infeliz cubierto de nieve, cerca del estanque, daba vueltas al manubrio para calentarse tiririrn, tiririrn! tembloroso y aterido, insultado por el cierzo, bajo la blancura implacable y helada, en la noche sombra, haciendo resonar entre los rboles sin hojas la msica loca de las galopas y cuadrillas; y se qued muerto, tiririrn... pensando en que nacera el sol del da venidero, y con l el ideal, tiririrn..., y en que el arte no vestira pantalones sino manto de llamas, o de oro... Hasta que al da siguiente, lo hallaron el rey y sus cortesanos, al pobre diablo de poeta, como gorrin que mata el hielo, con una sonrisa amarga en los labios, y todava con la mano en el manubrio.Oh, mi amigo! el cielo est opaco, el aire fro, el da triste. Flotan brumosas y grises melancolas... Pero cunto calienta el alma una frase, un apretn de manos a tiempo! Hasta la vista!

Walter Benjamin y Pars:Individualidad y Trabajo IntelectualRENATO ORTZDel libro Modernidad y Espacio. Benjamin en Pars, Renato Ortz (Norma, Buenos Aires 2000) Pars capital del siglo XIX es un libro incompleto, una obra inacabada. Mirando este conjunto de anotaciones dispersas y de citas mltiples, el lector, auxiliado por el esfuerzo de montaje de los editores, consigue tal vez tener una idea del esquema de redaccin del autor; mientras tanto, la visin que se tiene de la totalidad del texto es siempre incierta, imprecisa. El margen para duda e interpretaciones es grande; de cierto modo, se puede siempre indagar en qu medida Benjamin nos autorizara, o no, esta o aquella inferencia. La fragmentacin de la escritura, las repeticiones, la superposicin de temas nos encierran en la incompletud de la obra, dejando una sensacin de arbitrariedad que el trabajo criterioso y diligente de los editores no consigue dirimir. Mi intencin no es, sin embargo, hacer un anlisis integral y riguroso del libro, si es que podemos llamarlo as. De l subrayo algunos aspectos que me permiten retomar cuestiones que ya haba abordado anteriormente. Me interesa percibir cmo Benjamin comprende las transformaciones que ocurren durante el siglo XIX y en qu medida el proceso de racionalizacin de la sociedad (para hablar como Weber) incide sobre el propio pensamiento que se inclina para comprenderla.Cabe, no obstante, antes de enfocar la temtica que escog, contextualizar las intenciones del autor. En 1927, fruto de una breve estada en Pars, Walter Benjamin escribe en coautora con Franz Hessel un corto artculo sobre "Los pasajes". El texto, que no fue publicado en la poca, demuestra su curiosidad por este nuevo tipo de arquitectura urbana; entre 1927 y 1929, convencido de la importancia del tema, se dedica a desarrollar una propuesta que denomin "Los pasajes de Pars: una ferie dialctica". El encuentro con Adorno en 1929 extender su horizonte de trabajo; el proyecto se expande y se torna ms ambicioso. Rolf Tiedmann, organizador de la edicin original en alemn (Das Passagen-Werk), considera que la presencia de Adorno y Horkheimer fue determinante: son ellos quienes llevan a Benjamin a aproximarse a los escritos de Marx (Tiedmann, 1989). Eso tendr una influencia decisiva en la elaboracin del esbozo inicial; primero, surgen nuevos temas: haussmannizacin, combate de barricadas, vas frreas, bolsa de valores, historia econmica, adems de las secciones dedicadas a Marx, Saint-Simon y Fourier. Segundo, el propio tratamiento de la problemtica en curso. El concepto de fantasmagora, ampliamente utilizado por Benjamin, deriva de su lectura del carcter fetichista de la mercanca. Entre tanto, a pesar de la apertura de nuevos horizontes, debido a problemas personales y polticos, entre 1931 y 1934 el proyecto se desacelera; solamente cuando Benjamin se exilia en Pars, el ritmo de trabajo se intensifica. l tiene ahora a su disposicin el rico material bibliogrfico de la Bibliothque Nationale. En 1935 cambia de rumbo. La propuesta ya no se titula ms "Pasajes", sino "Pars capital del siglo XIX". En una carta a Scholen, Benjamin justifica el cambio de ttulo ponderando que, anlogamente a su estudio sobre el barroco, en el cual haba desarrollado su pensamiento sobre el siglo XVII a partir de Alemania, le gustara comprender el XIX a partir de Francia. La aclaracin merece una atencin especial porque nos remite al concepto de alegora. Sabemos que la alegora es una figura del lenguaje mediante la cual se dice una cosa para significar otra. Esta tcnica es muy utilizada por Benjamin cuando escribe El origen del drama barroco alemn. Pero cul sera esa "otra cosa" significada a travs del barroco? En sus comentarios a la obra benjaminiana, Sergio Paulo Rouanet, responde: "en esencia, la alegora barroca remite a una cosa ltima, referente unitario que engloba todas las significaciones parciales: la historia" (Rouanet; 1984:38). Esto es, a una concepcin de historia dominante en Alemania durante el siglo XVII. El barroco denota as otra cosa; a travs de l, es posible captar situaciones, una sensibilidad artstica, una manera de "estar en el mundo" caracterstica de un momento histrico. Lo mismo puede ser dicho con relacin a Pars. Tal vez haya sido la proximidad a Baudelaire lo que haya permitido a Benjamin darse cuenta de en qu punto la ciudad, no en su totalidad, se puede constituir en un objeto alegrico. Cito dos pasajes sugerentes a ese respecto: "El talento de Baudelaire, nutrido de melancola, es un talento alegrico: Tout pour moi devient allgorie. Con Baudelaire, por primera vez Pars se vuelve objeto de la poesa lrica () En la poesa de Baudelaire el tema de la muerte se funde con la imagen de Pars. Los Tableaux parisiens, el Spleen de Pars, Excursus, sobre los elementos arquitectnicos de la ciudad de Pars" (Benjamin, 1986:49)Centrar el anlisis sobre la ciudad, sobre su configuracin, sus efluvios, su atmsfera, significa revelar algo que en ella est contenido pero que la trasciende. En este sentido se puede comprender, "a partir de Pars", los mecanismos estructurantes de la modernidad del siglo XIX. Si eso es verdad, queda una duda: por qu el autor abandona la metfora de los pasajes para sustituirla por otra?No es difcil percibir que los pasajes tienen tambin, en diferentes anotaciones a lo largo del libro, un valor alegrico. En las pginas de una Gua Ilustrada de Pars, se puede leer el siguiente comentario: los pasajes forman un "mundo en miniatura" en el cual el flneur puede encontrar "todo" lo que necesita (Benjamin). "Mundo" que contiene elementos diversos, parcelas de realidad para ser decodificadas por la mirada atenta del intrprete. Otra referencia refuerza el aspecto en cuestin. "Balzac asegur la constitucin mtica de su mundo determinndolo a travs de su contorno topogrfico. El terreno de su mitologa es Pars. Pars con sus dos o tres banqueros, Pars con el gran mdico Horace Bianchon, el emprendedor Csar Birotteau, con sus cuatro o cinco cocottes, el usurero Gobseck, el pequeo grupo de abogados y de militares. Lo que cuenta es que los personajes de este circuito son cmplices en las mismas calles, en los mismos ngulos, en los mismos cuartos oscuros. Eso significa que la topografa delinea el espacio mtico de la tradicin, y, de la misma forma como para Pausanias se volvi la clave para la comprensin de Grecia, los pasajes seran la clave de este siglo en el cual Pars se enraiza" (Benjamin). Los pasajes expresaran as "todo" el siglo XIX, constituiran la clave para su comprensin. Creo, mientras tanto, que Benjamin poco a poco se da cuenta de la fragilidad de esta proposicin inicial. La Pars de Balzac es muy distinta de la Pars de Baudelaire. La distancia que se interpone entre ellas es ocupada por las transformaciones urbansticas, por el advenimiento de la luz elctrica y de los tranvas, por la invencin del cinematgrafo y de los nuevos estilos arquitectnicos en hierro y vidrio, estaciones ferroviarias y grands magasins. Con el pasar de los aos Pars se metamorfosea apartndose de su pasado arraigado al Antiguo Rgimen. El esplendor de los pasajes tiene incluso una vida corta confinndose al periodo que va del final de los aos 20 al inicio de los 50 ("Razones de la cada de los pasajes: calzadas grandes, luz elctrica, transformacin de la prostitucin, cultura de reas abiertas", Benjamin). Sera poco plausible elegir como argumento central de anlisis un elemento en decadencia. Benjamin, al renombrar su proyecto, desplaza sus preocupaciones a una totalidad que contiene en s huellas nodales para ser la "capital del siglo XIX", o mejor, un palco en el cual se pondra en escena el drama de la modernidad.Una alegora es, mientras tanto, algo abstracto; para comprenderla es necesario subordinar el anlisis a elementos ms concretos. Benjamin los encontrar en temas como: iluminacin a gas, sistema ferroviario, pasajes, electricidad, fotografa, folletn, magasins de nouveauts, grands magasins, etc. Su eleccin de asuntos aparentemente dispares no es casual; constituyen objetos heursticos que alegricamente expresan una "realidad". Pars se torna as "un mundo en miniatura". La estrategia benjaminiana privilegia, por lo tanto, los "pequeos" objetos. Lo que le llama la atencin es el trazado y los nombres de las calles, de las catacumbas, las edificaciones, cmo se visten las personas, comen y viven. Hay algo de Simmel en esa mirada posicionada al lado de los individuos y del paisaje. Las relaciones sociales son captadas en el fluir del da a da. Se puede entender el estilo de Benjamin como una propuesta de contrapunto a una forma ms abstracta de trabajar las relaciones sociales, punto de vista que privilegiara lo que muchos historiadores denominan actualmente "vida cotidiana". En las ediciones alemana y francesa del libro, Rolf Tiedmann llama la atencin sobre este aspecto de la dmarche benjaminiana. Todo pasa como si l se dejase envolver por un "dulce empirismo", abandonando el pensamiento a la singularidad de los objetos. Visto as, su enfoque se encontrara en la contracorriente de una filosofa ms acadmica (es de esa forma como muchos autores entienden el contraste entre Benjamin y Adorno) o de una perspectiva sociolgica macro cuyo inters focalizara mucho ms las estructuras que propiamente el dinamismo de las interacciones sociales. Mientras tanto, es preciso tener claro que la temtica de lo cotidiano no es slo fruto de una construccin intencional del autor, de su postura filosfica, sino que penetra el propio material por l utilizado. Es suficiente mirar los textos citados a lo largo del libro: Quand j etais photographe (de Nadar, 1900). "La photographie au salon de 1859" (de Figuier, 1989), Histoire de la Publicit (de Datz, 1894), Ce quon voit dans les rues de Paris (de Fournel, 1858). Sin olvidarnos de los diversos escritos de Georges de Avenel sobre "los mecanismos de la vida moderna", que hablan de alimentacin, transformacin del comercio, advenimiento del transporte urbano, publicidad, estaciones de tren, desages, etc. Se trata de un tipo de literatura, de crnica escrita en primera persona, en la cual la ciudad se revela en sus entraas. En ellas se encuentran insertos los individuos con sus modos de vida, sus miedos y deseos. Basta mirar las publicaciones de la poca para percibir hasta qu punto los temas elaborados por Benjamin se superponen a los asuntos por stas descriptos; por ejemplo, en la Revue des Deux Mondes, encontramos artculos sobre el lujo, la distribucin del agua en Pars, las exposiciones universales, el telgrafo sin hilos, la hora legal, la iluminacin elctrica, etc. El ensayismo del siglo XIX moviliza la imaginacin de literatos, periodistas, fotgrafos, filsofos y crticos de arte. Pars, en su da a da, es tematizada en sus mltiples aspectos. La forma de escritura de esos autores se desarrolla en el sabor de la idiosincrasia de cada uno, nada tiene de "universitaria" y difcilmente podra encajarse en las exigencias de una ciencia social que apenas exista (la sociologa y la historia estaban en proceso de estructuracin como campos autnomos del saber). El ensayismo sobre "la vida cotidiana" era el lenguaje dominante en el cual se expresaba la mayora de los escritos de la poca. Benjamin, al reapropiarse de ese legado bibliogrfico, ciertamente lo resignificar, pero es difcil decir que entre su propuesta y el material disponible existe una ruptura, por lo menos temtica. Benjamin bebe de la fuente de la Bibliothque Nationale para, all s, elaborar su interpretacin personal.

SecularizacinEstados seculares.La secularizacin es el proceso que experimentan las sociedades a partir del momento en que la religin y sus instituciones pierden influencia sobre ellas, de modo que otras esferas del saber van ocupando su lugar. Con la secularizacin, lo sagrado cede el paso a lo profano y lo religioso se convierte en secular. Un ejemplo claro de secularizacin es, en el caso del cristianismo, la Ilustracin. La secularizacin implica una mundanizacin (sin querer dar a esta palabra ningn sentido peyorativo) de la religin y la sociedad, y sigue siendo tambin un tema de inters filosfico, sobre todo a la hora de plantear las relaciones que debe haber entre la religin, la poltica y la tica.Secularizacin proviene del latn seculare, que significa "siglo" pero tambin "mundo. De ah que secular se refiera a todo aquello que es mundano, por oposicin a lo espiritual y divino. De saeculum tambin deriva la palabra seglar, con la que se designa a los miembros de la Iglesia que no son clrigos. As pues, secular se opone a religioso, como profano se opone a sagrado. El trmino ha servido para designar la prdida de propiedades de la Iglesia y su paso a manos del Estado o de la sociedad civil. Vase tambin: desamortizacin. El trmino secularizacin tambin design la progresiva independencia del poder poltico respecto al poder eclesistico. En este sentido, secular equivale a laico, es decir, a no-confesional. Con la secularizacin el Estado deja de ser confesional, se emancipa de cualquier tutela religiosa y se convierte en un Estado laico. En un tercer sentido, secularizacin se refiere a la prdida de influencia de la religin en la cultura. Si en alguna poca estuvieron sometidas a la influencia de grupos religiosos, con la secularizacin la ciencia, la moral, el arte y otras expresiones humanas recobran su papel al margen de lo religioso. En cuarto lugar, la secularizacin designa la autonoma de la sociedad en general y de sus instituciones (enseanza, sanidad, asistencia social, etc.) frente a las instituciones religiosas que, tradicionalmente, haban tenido mucho ms peso. Finalmente, la secularizacin es una manera de hablar de la decadencia de las prcticas y creencias religiosas que se observa en las sociedades modernas. Origen y progreso de la secularizacinLa secularizacin del Occidente europeo se remonta al inicio de la modernidad (siglos XV y XVI) cuando, por el avance de las ciencias naturales en la explicacin global del mundo, la razn se afirm como instrumento de conocimiento, frente a la religin y la Iglesia. Por otra parte, los movimientos sociales, el desarrollo de la poltica y de la cultura hicieron ver que los asuntos terrenales tenan una dinmica propia, explicable desde los propios condicionamientos humanos.El siguiente paso en este proceso fue dado por la Ilustracin francesa y alemana del siglo XVIII, que estableci claramente los lmites entre la religiosidad y la vida civil, identificando esta ltima con la mayora de edad o madurez del ser humano. Se pensaba que frente a un mundo regido por las creencias y normas religiosas, era posible una sociedad de individuos racionales, guiados por principios laicos y mximamente universales.Desde entonces, la religin ha visto progresivamente reducirse su papel y su influencia sobre las costumbres y la mentalidad de las personas, hasta el punto de que en la actualidad la vida social y poltica, al menos en las sociedades industrializadas de occidente, se desarrolla en una aparente ausencia de religiosidad. La secularizacin es el cumplimiento del ideal kantiano de la "mayora de edad" del hombre. ste "ya no necesita" la tutela de la religin, sino que puede pensar y decidir por s mismo.La influencia de la religin en las sociedades modernas sin duda ha disminuido, pero parece precipitado entender que asistimos al final de la religin. Es cierto que una mentalidad desacralizada y racionalista se ha impuesto en la sociedad moderna, sin embargo no parece que con ella puedan quedar resueltas todas las inquietudes humanas. Ah donde las ciencias no dan explicacin, la religin contina proponiendo la respuesta para millones de personas. No obstante, la inquietud espiritual, no ligada a una religin concreta existe, y como fuerza ms o menos dispersa se manifest en los ltimos aos del siglo XX en la llamada Nueva Era o "new age".

El krausismo espaol [editar]Artculo principal: Krausismo espaolEn efecto, alrededor del ao 1840 un grupo de juristas espaoles y entre ellos Sanz del Ro buscan una doctrina poltica que dentro del liberalismo inicie el proceso regenerador que necesita el pas y contenga en s un elemento espiritual que no se encuentra en la formulacin doctrinaria del liberalismo entonces en boga. Lo encontraron cuando Ruperto Navarro Zamorano, miembro del grupo de amigos de Sanz del Ro, tradujo en 1841 el Curso de Derecho Natural, o Filosofa del Derecho de Heinrich Ahrens publicado en Pars en 1837, donde expone que el fundamento del Derecho consiste en la "condicionalidad": el conjunto de las condiciones exteriores de que depende el destino racional del hombre y la humanidad que ha de desarrollarse sistemticamente como un orden universal de piedad, abnegacin y altruismo. Esta filosofa se resume en la frmula del "racionalismo armnico" o "panentesmo" y en la obra de Krause Ideal de humanidad para la vida (1811).Las implicaciones pedaggicas de la filosofa krausista obligan a poner en contacto directo al alumno con la naturaleza y con cualquier objeto de conocimiento (de ah la importancia de las clases experimentales y de las excursiones), as como a establecer un gradualismo desde los grmenes de cada disciplina de conocimiento hasta la suma complicacin e interconexin de los niveles superiores. Por otra parte, es fundamental en el krausismo la laicidad y la creencia adogmtica en un dios ajeno a reglamentaciones de ningn tipo.Si bien Krause tuvo fieles seguidores en Blgica y en Holanda, fue en Espaa donde se aplic y ejerci un influjo duradero y fecundante en la vida artstica e intelectual entre 1868 y 1936, fecha en que la Guerra Civil dispers a sus miembros ms destacados fundamentalmente en Hispanoamrica.

El Positivismo es una corriente o escuela filosfica que afirma que el nico conocimiento autntico es el conocimiento cientfico, y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmacin positiva de las teoras a travs del mtodo cientfico. El positivismo deriva de epistemologa que surge en Francia a inicios del siglo XIX de la mano del pensador francs Auguste Comte y del britnico John Stuart Mill y se extiende y desarrolla por el resto de Europa en la segunda mitad. Segn la misma, todas las actividades filosficas y cientficas deben efectuarse nicamente en el marco del anlisis de los hechos reales verificados por la experiencia.Esta epistemologa surge como manera de legitimar el estudio cientfico naturalista del ser humano, tanto individual como colectivamente. Segn distintas versiones, la necesidad de estudiar cientficamente al ser humano nace debido a la experiencia sin parangn que fue la Revolucin Francesa, que oblig por primera vez a ver a la sociedad y al individuo como objetos de estudio cientfico.