Saber Escuchar

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¿Qué es escuchar? 1 Entre todas las habilidades lingüísticas, escuchar es la que suele despertar menos interés en la vida cotidiana. Podemos afirmar elogiosamente de alguien que es un buen orador, que escribe muy bien, o incluso que es un buen lector, pero decir de la misma manera que escucha bien o que es un buen oyente, resulta, como mínimo, extraño. En cambio, son más corrientes las expresiones referidas a la falta de comprensión oral: alguien que no sabe escuchar o que tiene poco oído y demasiada lengua, etc. Posiblemente, la imagen más popular de alguien que está escuchando es el auditorio silencioso de una conferencia, que presta atención a lo que se dice. Sin embargo, la comprensión oral no es, en la mayoría de ocasiones, una actividad pasiva o silenciosa, ni tampoco un parlamento formal es la situación más habitual. Penny Ur (1984) explica las características más relevantes del escuchar cotidiano, que son bastantes reveladoras: Escuchamos con un objetivo determinado (obtener información recibir una respuesta, entender algo) y con expectativas concretas sobre lo que vamos a oír (tema, tipo de lenguaje, estilo, etc.). Esta capacidad de predecir lo que vamos a oír nos prepara para el proceso de comprensión. Muy raramente escuchamos algo sin ninguna intención ni conocimiento previos; quizá solamente cuando ponemos la radio o cuando escuchamos inesperadamente parte de un dialogo por teléfono o la conversación de unos vecinos (e incluso en estos casos, gracias al conocimiento que tenemos sobre el tipo de programas que se emitan, sobre los vecinos o sobre las conversaciones telefónicas, podríamos prever bastantes cosas). En la mayoría de ocasiones en las que escuchamos podemos ver a quien habla. Esta copresencia física permite el feedback inmediato, la ruptura del discurso y el aprovechamiento de las pistas contextuales. También nos brinda información no verbal. Mientras escuchamos, se nos exige constantemente que respondamos o que ofrezcamos feedback o retroalimentación a la persona que habla. Quien habla necesita saber si seguimos bien sus intervenciones o si es necesario que se detenga o repita alguna cosa. Nuestra respuesta puede ser verbal o, a menudo, no verbal (mirada, gestos, vocalizaciones: mmmmmm, ssssssssi, ah…..). En la comunicación oral, el intercambio de papeles entre emisor y receptor es constante. Como consecuencia de estas respuestas continuas, pero también de los cambios de turno en la conversación, o del parlamento del orador (pausas, gestos, cambios de ritmo o entonación, etc.), el discurso pronunciado se fracciona en fragmentos breves que se escuchan por separado. Es decir, no escuchamos una exposición de diez minutos, sino veinte o más fragmentos de treinta segundos. Además del discurso verbal, otros estímulos sensoriales (ruidos, olores, aspecto visual, tacto, etc.) nos dan información que utilizamos para interpretar el texto. En una exposición oral puede existir esquemas o diagramas en la pizarra; en una conversación informal, códigos no verbales, objetos o apretones de mano. 1 Adaptado de Cassany, Daniel y otros (2008) Enseñar lengua. Barcelona: Grao, 100-103. COMPRENSIÓN ORAL Lic. Manuel Cardoza Sernaqué Página 1

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¿Qué es escuchar?1 Entre todas las habilidades lingüísticas, escuchar es la que suele despertar menos interés en la vida cotidiana. Podemos afirmar elogiosamente de alguien que es un buen orador, que escribe muy bien, o incluso que es un buen lector, pero decir de la misma manera que escucha bien o que es un buen oyente, resulta, como mínimo, extraño. En cambio, son más corrientes las expresiones referidas a la falta de comprensión oral: alguien que no sabe escuchar o que tiene poco oído y demasiada lengua, etc. Posiblemente, la imagen más popular de alguien que está escuchando es el auditorio silencioso de una conferencia, que presta atención a lo que se dice. Sin embargo, la comprensión oral no es, en la mayoría de ocasiones, una actividad pasiva o silenciosa, ni tampoco un parlamento formal es la situación más habitual. Penny Ur (1984) explica las características más relevantes del escuchar cotidiano, que son bastantes reveladoras: Escuchamos con un objetivo determinado (obtener información recibir una

respuesta, entender algo) y con expectativas concretas sobre lo que vamos a oír (tema, tipo de lenguaje, estilo, etc.). Esta capacidad de predecir lo que vamos a oír nos prepara para el proceso de comprensión. Muy raramente escuchamos algo sin ninguna intención ni conocimiento previos; quizá solamente cuando ponemos la radio o cuando escuchamos inesperadamente parte de un dialogo por teléfono o la conversación de unos vecinos (e incluso en estos casos, gracias al conocimiento que tenemos sobre el tipo de programas que se emitan, sobre los vecinos o sobre las conversaciones telefónicas, podríamos prever bastantes cosas).

En la mayoría de ocasiones en las que escuchamos podemos ver a quien habla. Esta copresencia física permite el feedback inmediato, la ruptura del discurso y el aprovechamiento de las pistas contextuales. También nos brinda información no verbal.

Mientras escuchamos, se nos exige constantemente que respondamos o que ofrezcamos feedback o retroalimentación a la persona que habla. Quien habla necesita saber si seguimos bien sus intervenciones o si es necesario que se detenga o repita alguna cosa. Nuestra respuesta puede ser verbal o, a menudo, no verbal (mirada, gestos, vocalizaciones: mmmmmm, ssssssssi, ah…..). En la comunicación oral, el intercambio de papeles entre emisor y receptor es constante.

Como consecuencia de estas respuestas continuas, pero también de los cambios de turno en la conversación, o del parlamento del orador (pausas, gestos, cambios de ritmo o entonación, etc.), el discurso pronunciado se fracciona en fragmentos breves que se escuchan por separado. Es decir, no escuchamos una exposición de diez minutos, sino veinte o más fragmentos de treinta segundos.

Además del discurso verbal, otros estímulos sensoriales (ruidos, olores, aspecto visual, tacto, etc.) nos dan información que utilizamos para interpretar el texto. En una exposición oral puede existir esquemas o diagramas en la pizarra; en una conversación informal, códigos no verbales, objetos o apretones de mano.

1 Adaptado de Cassany, Daniel y otros (2008) Enseñar lengua. Barcelona: Grao, 100-103.

COMPRENSIÓN ORAL

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Finalmente, el tipo de lenguaje que se utiliza en la comunicación cotidiana es bastante diferente del escrito y del oral utilizado en contextos más formales (escuela, trabajo, conferencias, etc.). Suele ser espontáneo (no preparado, con frases inacabadas, pausas, cambios de ritmo y de entonación, repeticiones, etc.), con un grado elevado de redundancia y también de ruido (cualquier aspecto que estorbe la comprensión: ruido ambiental, errores en la pronunciación del emisor, falta de atención del receptor, etc.).

En definitiva, escuchar es comprender el mensaje, y para hacerlo debemos poner en marcha un proceso cognitivo de construcción de significado y de interpretación de un discurso pronunciado oralmente. La persona que desarrolla la capacidad de escuchar es capaz de lograr y demostrar de manera eficiente:

Los procedimientos constituyen las diversas estrategias comunicativas que utilizamos para descifrar mensajes orales. Los conceptos son los mismos que las habilidades de hablar, leer y escribir, es decir: el sistema de la lengua, las reglas gramaticales y textuales que vehiculan los discursos. Por último. La columna de las actitudes apunta los valores, las opiniones subyacentes y las normas de comportamiento que se relacionan con el acto de escuchar. El proceso de comprensión oral implica una respuesta constante. Este hecho es aún más acusado en textos como el diálogo o la conversación. El que escucha no tiene un papel pasivo o silencioso, sino que suele ser muy activo: colabora en la conversación y ofrece un feedback. Da a entender al que habla, de una u otra forma, que sigue y comprende su discurso. Cualquier texto, cualquier proceso de comunicación, se construye necesariamente entre el emisor y el receptor; ambos colaboran de forma activa en la elaboración del mensaje. ¿Es posible hacer entender algo a alguien que no muestra ningún interés en escuchar, en entender? Estrategias del buen receptor

Para ayudar a comprender, el receptor utiliza un conjunto de estrategias que constituyen el perfil del buen receptor. Algunas de estas estrategias son:

Manifestar comprensión del discurso. Decir: si…. Si…., ya comprendo…., ya

veo….. Animar al emisor a seguir hablando: ¿Y entonces? ¿Estás seguro? ¡No puede

ser cierto! … Anticipar el discurso: ¡Y seguro que después se marchó! Y se acaba aquí,

¿verdad? ….

PROCEDIMIENTOS CONCEPTOS ACTITUDES -Reconocer TEXTO - Cultura oral -Seleccionar -Adecuación - Yo, receptor -Interpretar -Coherencia - Diálogos y conversación -Inferir -Cohesión - Parlamentos -Anticipar -Gramática -Retener -Presentación -Estilística

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Acompañar el discurso con un buen comportamiento no verbal: mirar a los ojos, asentir, sonreír…

André Conquet (1983), en una línea similar y en un libro destinado a la autoformación de adultos, propone un decálogo del oyente perfecto, que recoge algunas de las ideas anteriores. Sus consejos pueden ser más útiles para las situaciones de comprensión más formales (conferencias, exposiciones, etc.):

Para leer más CONQUET. André. Como aprender a escuchar. Barcelona. Hogar del libro. 1983.

El único libro monográfico en castellano sobre el tema de escuchar. GAUQUELIN. Françoise. Saber comunicarse. Bilbao. Mensajero. 1982. Contiene un interesante capítulo sobre comprensión oral.

DECÁLOGO DEL OYENTE PERFECTO

1. Adoptar una actitud activa. Tener curiosidad. 2. Mirar al orador. 3. Ser objetivo. Escuchar lo que dice una persona

distinta de nosotros mismos. 4. Conectar con la onda del orador. Comprender su

mensaje y su manera de ver las cosas. 5. Descubrir en primer lugar la idea principal. 6. Descubrir también los objetivos y el propósito del

orador. 7. Valorar el mensaje escuchado. 8. Valorar la intervención del orador. 9. Reaccionar al mensaje. 10. Hablar cuando el orador haya terminado.

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El arte de saber escuchar2 Escuchar no es lo mismo que oír. Al cabo del día se oyen muchas cosas, pero se escucha poco, apenas prestamos atención a lo que dicen los demás, olvidando que la atenta y amable escucha es la base del genuino diálogo. Sin capacidad de escucha, de atención al otro, el diálogo queda bloqueado. Si todos queremos hablar a la vez y nadie escucha las razones del otro, no hay diálogo, solamente «monólogos yuxtapuestos» estériles y hasta ridículos. Únicamente cuando uno es capaz de escuchar al otro, abre la puerta para que el interlocutor pueda comunicarse con él. Y precisamente esta pueda comunicarse con él. Y precisamente, esta intercomunicación, hecha de escucha respetuosa y de habla adecuada, es la esencia del diálogo. El justo equilibrio entre saber escuchar y saber hablar produce el milagro del diálogo. Y de verdad el diálogo es un milagro de armonía, de respeto y de verdad el diálogo es un milagro de armonía, sinceridad que posibilita la convivencia pacífica. Si dialogáramos más y mejor, nuestra sociedad cambiaría radicalmente y poco a poco iría adquiriendo un rostro más humano. Nuestra sociedad, hoy, presenta un aspecto hosco y crispado porque en ella falla el diálogo. El problema generacional, por ejemplo, se agudiza porque en ambas partes (padres, hijos) hay poca capacidad de escucha. Creceremos en humanidad en la medida en que sepamos dialogar y convivir en paz, trabajando juntos trabajando juntos en la construcción del bien común. Es cierto que a veces hay personas que no hablan porque no saben qué decir o porque resulta más cómodo no decir nada. Pero hoy día el defecto más generalizado es precisamente el contrario: la inflación de palabras, la «incontinencia verbal» de las personas que siempre hablan y nunca escuchan. Extraña enfermedad que consiste en no escuchar y sólo hablar, hablar por vicio, sin atender por dónde va la conversación e interrumpiendo no pocas veces la palabra del otro. Es una especie de patología psicológica que pone muy nervioso al interlocutor. El diálogo exige una actitud silenciosa de escucha atenta. El escritor francés Joseph Joubert afirma: “ Si queréis hablar a alguien, empezad por abrir los oídos». Solo una actitud de escucha atenta hace fecunda la palabra que podemos brindar a nuestro interlocutor. Es difícil poder decir algo válido al que dialoga con nosotros si antes no abrimos de par en par nuestros oídos para escucharle. Saber escuchar, hoy, es más importante que saber hablar. Exige dominio de uno mismo. Es un arte y un gesto de sabiduría. Es verdad que el diálogo está hecho de palabra y de escucha, pero lo que más suele fallar es la escucha. Escuchar es una actitud difícil porque implica atención al interlocutor, esfuerzo por captar su mensaje y comprensión del mismo. Los que solo hablan sin escuchar entorpecen el diálogo y se empobrecen en un monólogo egoísta y fastidioso que no conduce a nada. Aprende a escuchar. Escucha mucho y habla lo necesario. Si escuchas atentamente, siempre aprenderás y nunca te arrepentirás de ello. La

2 Tomado de Bestard, Juan. Saber escuchar. Consultado el 26 de setiembre de 2011 desde: http://www.dominicos.org/mjd/spip/IMG/pdf/saber_escuchar.pdf

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escucha es una exquisita deferencia para el que habla contigo. Si no escuchas y solamente hablas, te conviertes injustamente en el único centro de la conversación, mutilas el diálogo, no respetas a tu interlocutor y le impones un sacrificio inmerecido. En la vida diaria no solemos seguir la sabia enseñanza de Zenón. Más bien actuamos en sentido contrario: hablamos mucho y escuchamos poco. Hoy, en la sociedad de la prisa, de la hiperactividad y del estrés, existe un gran déficit de escucha atenta y serena. La gente habla y habla, incesantemente. Falla la capacidad de escucha, la capacidad de atender al otro. La escucha es una actitud psicológica difícil porque exige olvido de uno mismo y apertura atenta y gratuita hacia el otro. Escuchar significa dirigir mi atención hacia el prójimo y entrar en su ámbito de interés y en su marco de referencia. La escucha, diligentemente practicada, supone una acumulación progresiva de sabiduría y de enriquecimiento psicológico. Escuchar quiere decir recibir del otro, después de haberle dado lo mejor de uno mismo: la atención afectuosa.

ACTIVIDAD 1. ¿Qué significa escuchar? 2. ¿Cuáles son las diferencias entre oír y escuchar? 3. Explique cada una de las características de escuchar. 4. Explica el significado de aprender a escuchar 5. ¿Qué acciones debemos realizar como buenos receptores en

nuestra formación como profesionales de la administración y los negocios internacionales.

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Expresión Oral

La vida actual exige un nivel de comunicación oral tan alto como de redacción escrita. Una persona que no pueda expresarse de manera coherente y clara, y con una mínima corrección, no solo limita su trabajo profesional y sus aptitudes personales, sino que corre riesgo de hacer el ridículo en más de una ocasión. El comentario irónico que hasta estos momentos se había reservado para los escritos con faltas de ortografía, ya se empieza a aplicar a la persona que por sistema no responde a lo que se le pregunta, a la que se encalla cuando habla, a la que se pierde en digresiones durante una exposición, o a la que comete muchas incorrecciones gramaticales. Evidentemente no se trata de enseñar a hablar desde cero. Los alumnos ya se defienden mínimamente en las situaciones cotidianas en las que suelen participar: conversaciones familiares y coloquiales, diálogos, explicaciones breves, etc., a pesar de que el impacto de la televisión en los hogares está cambiando y reduciendo la comunicación familiar. Lo que conviene trabajar en clase son las demás situaciones: Las comunicaciones de ámbito social: parlamentos, exposiciones, debates públicos,

reuniones, discusiones, etc.; Las nuevas tecnologías: teléfono, radio, televisión, etc.; Las situaciones académicas: entrevistas, exámenes orales, exposiciones, etc.

Tipos de Texto y necesidades orales Vale la pena esbozar una tipología esquemática de textos orales. En una primera clasificación, J.Badia et al. 1988 distingue tres tipos de situaciones comunicativas, según el número de participantes: Cada tipo de comunicación tiene características específicas y requiere habilidades distintas del emisor. Un conferenciante (singular) prepara y pronuncia su exposición a su aire y solo puede contar con las reacciones no-verbales del público. En cambio, en una entrevista (dual), el emisor interacciona con un interlocutor explorando diversos temas, en una especia de confrontación dialéctica parecida a una partida de ping-pong.

COMUNICACIONES ORALES Singular Duales Plurales

Discurso político llamada telefónica reunión de vecinos

Exposición magistral dialogo de dos amigos debate en clase Canción grabada entrevista conversación de amigos

Comunicación singular: un receptor o más no tienen la posibilidad inmediata de responder y, por lo tanto, de ejercer el papel de emisor. Comunicación dual: dos interlocutores pueden adoptar alternativamente los papeles de emisor y de receptor. Comunicación plural: tres interlocutores o más pueden adoptar alternativamente los papeles de emisor y de receptor.

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Finalmente, una tertulia o u debate (plural) es el resultado de la colaboración espontanea e incontrolada de varios participantes. Adoptando un punto de vista más técnico, se diferencian las comunicaciones autogestionadas (singular) de las plurigestionadas (dual y plural). Las primeras requieren la capacidad de preparación y autorregulación del discurso, mientras que las segundas ponen énfasis en la interacción y la colaboración comunicativa. El siguiente cuadro recoge las diferencias: La autogestión es el arte de la oratoria, de hablar en público, de convencer o simplemente de informar. En cambio, la plurigestión es el arte de conversación, del intercambio y de la colaboración entre interlocutores, de saber conducir un debate o de saber “driblar” ciertos temas como si se tratara de un juego con un balón. Tradicionalmente la búsqueda se ha decantado hacia el estudio del primer tipo de recursos: la comunicación autogestionada, monologada o singular. Desde los estudios de oratoria y de retórica greco-latina hasta los actuales best-sellers para aprender a hablar en público hay un largo camino. Pero moderadamente la lingüística se ha interesado también por los discursos más coloquiales y por la conversación, sobre todo a raíz del análisis del discurso y de la actuación lingüística de los hablantes. Al margen de lo dicho, es curioso constatar como el lenguaje popular ha generado expresiones para designar los errores o los aciertos de los conversadores: Salir por peteneras: decir cosas que no vienen al caso. Hablar por los codos o enrollarse como una persiana: hablar demasiado; Salir por la tangente: no responder a la pregunta, desviarse del tema de la

conversación; Decir la última palabra: hacer la intervención definitiva; Morderse la lengua: no decir algo importante; Explicarse como un libro abierto: saber hablar muy bien.

COMUNICACIÓN ORAL Autogestionada Plurigestionada Exposición, conferencia, diálogo, tertulia, entrevista, Charla, discurso conversación, debate 1. Una sola persona elabora el 1. Varias personas colaboran en la Texto. Hay una sola voz. gestión del texto. Varias voces. 2. El emisor gestiona el texto (tema, 2. Los interlocutores negocian el Tiempo, intervención, tono, etc.) texto (tema, intervenciones, tono) 3. Se establecen turnos de palabra, hay intercambio de roles de emisor- -receptor, encabalgamiento de intervenciones, etc. 4. Modalidad básicamente enunciativa: 4. Cambios frecuentes de modalidad: afirmaciones. preguntas, respuestas, negaciones, afirmaciones, etc. 5. Características lingüísticas más 5. Características típicas de lo oral: re- Cercanas al escrito: gramaticalidad, ducciones, pronombres (tu, el, yo), Descontextualización, elaboración, elipsis, etc. Pronunciación cuidada…

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