S. Senz: «“En un lugar de la ‘Mancha’”... Procesos de control de calidad del texto, libros...

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    Hubo un tiempo en que los responsables editoriales acometan su labor imbuidos de un inexcusable sentido del deber paracon el lector y el autor y consagrados a su papel de adalidesde la cultura. Caminaban por su particular Mancha, la del texto impreso, flanqueados por una hueste de fieles escuderos y pertrechados de un saber ancestral que les permita salir airosos de cualquier avatar.

    Pero lleg un da en que ejrcitos de brbaros mercenariosasolaron esa tierra rica y frtil, donde se molan las miesesde la cultura, y trocaron los molinos en gigantes, y a quienesresistieron su rampante avance, en diezmados baluartes deuna misin quijotesca: preservar el arte de difundir el cono-

    cimiento y seguir oficiando el culto a la belleza y las fosublimes de representacin de la palabra...

    1. El arte de editar: mito, leyenda y realidadValga esta introduccin pica como licencia retrica para

    empezar a adentrarnos en un terreno an envuelto en un halode romanticismo a ojos profanos, pero recubierto de espinaspara quienes lo pisan a diario. Los que viven la dureza dela labor editorial reconocern al instante en esos smiles ca-ballerescos una realidad que algunos expertos y autores delmedio empiezan a mostrar ya en toda su crudeza: la acelerada

    descomposicin del delicado arte de hacer libros y el desmo-

    En un lugar de la Mancha...Procesos de control de calidad del texto,

    libros de estilo y polticas editorialesSilvia Senz Bueno *

    * Editora de mesa, correctora y traductora. Sabadell (Barcelona, Espaa). Direccin para correspondencia:[email protected].

    Resumen: El sector editorial ha sufrido en los ltimos quince aos profundas transformaciones estructurales, que han repercu-tido de forma decisiva en los procesos de produccin de impresos. La concentracin editorial en grandes grupos y los nuevoimperativos de productividad y competitividad que rigen las actuales polticas editoriales han dado como funesto resultado unreduccin generalizada de costes y plantillas, un creciente empobrecimiento de la oferta editorial y una extrema simplicacidel proceso de produccin.

    Excepcin hecha de algunas editoriales cientcas o de libro de texto, procedimientos tan necesarios como la preparacin ycorreccin de originales, que requieren personal interno especializado, en contacto directo con el autor o el traductor, y una ciertinversin de tiempo y dinero, se realizan ya cuando no se obvian externamente, sin control interno alguno y sin ms criterque el que impone el libro de estilo de la casa, a menudo plagado de incongruencias y arbitrariedades.

    La calidad de las obras impresas y el propio prestigio de la editorial entre sus lectores se resienten gravemente de ello, por loque va hacindose perentoria una actitud menos negligente entre los editores, que pasa sin duda por ingeniar y aplicar nuevos mtodos de trabajo que respondan a criterios de excelencia y ecacia y por plantearse seriamente la creacin de una norma estnday un sello ocial de control de calidad de los procesos de edicin, que restaure y avale la buena prctica editorial .

    In a place in La Mancha... Text quality control processes, style manuals, and editorial policy Abstract: In the past fteen years, the publishing sector has undergone profound structural changes that have had a decisive impact on print production processes. The concentration of publishers through large mergers and the new demands in productivitand competitiveness that drive current publishing policies have deleteriously resulted in widespread budget cuts and staff reductions, an increasingly impoverished supply of publishers, and extremely simplied production processes.

    With the exception of a few publishers of scientic materials or textbooks, processes as essential as preparing and correctinoriginal manuscripts, which call for specialized in-house staff in direct contact with the author or translator as well as an invest

    ment in time and money, are already being performed by outsiders, if at all, with no internal control and with no guidelines othethan the house style manual, which is often plagued with inconsistencies and arbitrary rules.Because of this, the quality of printed works and a publishers prestige among readers are severely undermined, to the exten

    that it is becoming imperative for publishing houses to adopt a less negligent attitude and to come up with and apply new wormethods in accordance with quality and effectiveness standards, and to seriously consider creating a norm and an ofcial seal oquality control in editorial processes that will restore and validate good editorial practice.

    Palabras clave: excelencia editorial, control de calidad editorial, procesos de edicin y produccin de impresos, correccin,edicin, edicin cientca, estilo editorial, libros de estilo, polticas editoriales, concentracin editorial, normalizacin, certicacin.Key words: editorial excellence, editorial quality control, editing and production of printed materials, copyediting, editing,scientic editing, editorial style, style manuals, editorial policy, publishing mergers, standardization, certication.Panace@ 2005; 6 (21-22): 355-370

    mailto:[email protected]:[email protected]
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    ronamiento de la cultura de excelencia y divulgacin del saberque llevaba aparejada.

    Durante siglos, el oficio de impresor, y el de editor luego,ha tenido por tcnica, pero tambin por espritu muchoms de arte que de oficio, de artesana que de industria, dedevocin que de negocio. Los impresos, y entre ellos los librosespecialmente, se cocinaban a fuego lento, con mimo y conrespeto reverencial a todos los pasos que la receta requera.Se haca as porque los fogones y la utillera no permitan unacoccin ms rpida, pero tambin porque se amaba lo que sehaca. Jos Martnez de Sousa resume muy bien este sentimien-to en sus memorias ( Antes de que se me olvide, Gijn: Trea,2005, pgs. 36-38), hablando de su ingreso en un taller de cajasdonde se inici como aprendiz el 1 de octubre de 1950:

    Los operarios que all trabajaban, fueran oficiales oaprendices, amaban apasionadamente lo que hacan. Tra-bajaban con uncin. El original que se reproduca (laimprenta siempre reproduce un original, sea textual oicnico) se respetaba al detalle. En principio, el autortena siempre la razn, y la imprenta deba reproducir suoriginal con total respeto a sus decisiones. Sin embargo,en algunos casos las cosas no estaban tan claras. Antelas dudas, los aprendices consultaban con el jefe detaller, hombre ducho y experimentado que siempre tenauna solucin para el problema planteado. Para el casovala tambin la consulta con cualquiera de los oficia-les, y uno se sorprenda grandemente de lo que aquellaspersonas saban, de la experiencia que demostraban,

    del conocimiento que tenan de todos los recovecos dela cultura... y de su inmensa paciencia para responderuna y otra vez a las zozobras, a veces ingenuas, de losaprendices. Las dudas venan marcadas por la ortografa,la gramtica, la ortotipografa, la tipografa, adems,claro est, de la grafa de la escritura manual que in-tervena en el original, enrevesada e incomprensible.Para todas ellas haba siempre una respuesta acertada yconvincente.

    Entonces, cuando comprob este afanoso trfago,comprend por qu haba elegido un oficio, por qu es-te oficio era el de la imprenta y por qu, dentro deella, prefer el taller de cajas; en definitiva, por ququera sercajista tipgrafo (o simplementecajista osimplementetipgrafo ), trminos desconocidos para m hasta ese momento. A falta de una carrera universitaria,impensable en la poca y en aquellas condiciones [...],lo que ms se le pareca era el noble oficio de componerlibros, para lo que se necesitaba un cmulo inmensode conocimientos (ortografa, tipografa, ortotipografa,gramtica, incluso lingstica si uno quera arrebaartodos los conocimientos que a la profesin le resultabantiles).

    Y contina ms adelante:

    Cuando entr por primera vez en el taller de la escuelade artes grficas del Hogar de San Fernando de Sevilla

    me di cuenta de que entraba en un templo. Cada operariotena su propia capilla particular en la que, a su manera,en religioso silencio, renda culto al dios de la cultura,del bien hacer, de la obra bien empezada y bien acabada,coherente y unificada...

    En efecto, desde que la imprenta naciera para facilitar la

    labor de los copistas y con ella se hiciera ms accesible elconocimiento, la letra impresa y la propia construccin dellibro han ido siempre de la mano de la nocin de divinidad, deun acto sacro, de una liturgia durante siglos respetada. No essino hasta fecha muy reciente, con la aparicin de la edicindigital, cuando elementos profanos y advenedizos irrumpen enesos templos de la cultura, atrados por la rapidez y el benefi-cio inmediato que permite la autoedicin, y convierten lo queen inicio era un proceso de transformacin de los sistemas deproduccin material del impreso en un acelerado declive, quebien puede ocasionar la extincin de un arte secular si no se lepone freno. En un artculo aparecido en la Revista Espaola de

    Bibliologa hace apenas ocho aos (mayo de 1997), el propioMartnez de Sousa levanta acta de este hecho funesto:

    Desde 1886 hasta la dcada de los cincuenta del presentesiglo, la composicin manual fue cediendo el pues-to, despacio pero ineluctablemente, a la fotocomposicino composicin fotogrfica. Esta vena pugnando porintroducirse desde 1896 [...] hasta que en torno a 1950 sehizo viable lo que despus se llam primera generacin defotocomponedoras [...]. En torno a 1984 comienza la que

    se conoce como quinta generacin de fotocomponedoras,y precisamente en 1985 se inaugura la autoedicin graciasa la feliz combinacin de un programa de compaginacin,el PageMaker de Adobe; un lenguaje de descripcin depginas, el PostScript, tambin de Adobe, y una impresorade lser, la LaserWriter, de Apple. Prcticamente en unageneracin, cuando ms en dos, en el Viejo Continentese ha pasado de la composicin manual y linotpicadel texto a la autoedicin, con un breve paso por la fo-tocomposicin. Es decir, de la galaxia Gutenberg a laconstelacin Marconi...; un cambio tan profundo e im-portante, que los directamente afectados por l an no lohan asimilado.

    El ordenador, con toda su compleja tecnologa,arrinconaba cualquier otro sistema de formacin de pginas(composicin y compaginacin) y pasaba a convertirseen el centro de todas las preocupaciones de composito-res, compaginadores, tcnicos editoriales y editores. Losadelantos en estas nuevas tecnologas, especialmenteen los programas de composicin y compaginacin, sedan en espacios de tiempo inverosmiles, de forma quecuando an no se ha conseguido asimilar una versin [...]aparece otra que deja obsoleta la anterior y que obliga auna nueva puesta al da, y as sucesivamente.

    [...]

    La cuestin que nos preocupa no tiene [...] nadaque ver con los ordenadores ni con los programasque en ellos corren. Estos nos permiten obtener sin

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    esfuerzo alguno verdaderos refinamientos tipogrficoso bibliolgicos. Un viejo tipgrafo como yo no dejade asombrarse da tras da de que sea tan fcil obteneraquello que artesanalmente era tan difcil.

    [...]Llegados a este punto, seguramente surgir la

    pregunta: si todo es tan bello, tan fcil, tan maravilloso,dnde radica el problema?; por qu esa reticencia queparece subyacer en todo lo expuesto hasta el momento?Pues bien: el problema es el hombre, como siempre.El problema radica en que la mquina es maravillosay los programas que en ella se utilizan son asimismomaravillosos, pero el hombre que los maneja solo sabe,desde el punto de vista bibliolgico y tipogrfico, eso:manejar la mquina y los programas. [...]

    Tradicionalmente, la formacin de un cajista, deun corrector tipogrfico y de otros profesionales dela tipografa y del libro llevaba un mnimo de cincoaos de aprendizaje antes de permitir que se lanzasesin paracadas a desarrollar su oficio. Actualmenteesa formacin no existe prcticamente o ha quedadomuy restringida. [...] A mi ver, los gremios de editorese impresores deberan tomar cartas en el asunto conmucho ms inters que hasta el momento. Y, sobretodo, los gobiernos, responsables ltimos de la calidadformativa de sus ciudadanos, deberan programar ciclosde formacin profesional con vocacin de continuidad.[...].a

    Nos encontramos, pues, en un momento delicado de

    la evolucin de las tcnicas del impreso y del escrito. [...]Hemos alcanzado [...] el grado de ignorantes ilustrados.Nos falta [...] el conocimiento humanstico; en muchoscasos hemos llegado directamente al ordenador y noshemos puesto a formar impresos sin conocer la historiade la letra, del escrito, de la imprenta, del libro. [...] Lahistoria no nos perdonar la indiferencia hacia nuestrospredecesores y el desprecio que ello supone por tcnicasy procedimientos aureolados por ms de cinco siglos deprctica, dedicacin y estudio. [...]

    Hay otro aspecto que no quiero pasar por alto: elmundo editorial. Los cambios tecnolgicos, que noha sabido asimilar, le han afectado de tal manera que,de no asentar su existencia sobre nuevas bases quesean racionales, corre serio peligro de perder el norte.Los nuevos editores pretenden ofrecer un productocompetitivo no solo en el precio, sino tambin en lacalidad, pero sin calidad. Las nuevas empresas edi-toriales, que han venido a ocupar el lugar dejado porlas editoriales clsicas, hoy hundidas, quebradas oabsorbidas por otras ms fuertes, carecen de personalsuficientemente formado y responsable para hacersecargo de las tareas de edicin. [...] Los equipos deespecialistas que se formaban en torno al departamen-to de redaccin (muchas veces procedentes de la uni-

    versidad) se han diluido en la nada y ya no ejercensu benfica influencia sobre el editor y, en definitiva,sobre la cultura volcada en los libros.

    Y concluye este eminente biblilogo con una frase que esun aldabonazo para las conciencias de muchos de los actualeseditores:

    Puede parecer un panorama desolador, pero no hay queengaarse: es, en efecto, un panorama desolador. Estepanorama es el que se contempla hoy en las nacionesllamadas desarrolladas, como Espaa y otras de la UninEuropea.

    Sin duda, estas palabras de alguien que conoce el libro y elsector de la edicin como la palma de su mano no mueven aduda; bien al contrario, invitan a reflexin. Una reflexin, porotra parte, necesaria y que nadie que tenga como herramientasde trabajo la palabra, la letra, la tinta y el papel puede sosla-yar. Porque analizar las causas de esta desesperante situacin,ver hasta qu punto es consecuencia de la repercusin en laspolticas editoriales de un acontecimiento en principio tanfeliz como la ductilizacin, agilizacin y simplificacin delos procesos de produccin material de impresos, es la nicava para hallar tablas de salvacin a las que puedan asirse losnufragos de este barco zozobrante: los editores de vocacin ysus colaboradores.

    Este trabajo nace precisamente de una observacin ma-cerada de la realidad del gremio editorial, del efecto que unamala digestin de la revolucin digital ha tenido en todo tipode publicaciones y muy particularmente en las cientficas, ypropone al lector algunas claves para cobrar conciencia deesta dramtica situacin, que a menudo slo palpa subliminal-

    mente en prrafos mal construidos, en grafas discordantes, enelementos del texto o de la pgina que chirran incluso a losodos menos avezados.

    Precisamente porque entendemos que no hay mejor mues-tra de los drsticos cambios que est sufriendo el texto impresoque aquella que es visible para cualquier lector mnimamenteinstruido, en los prrafos que siguen nos centraremos en des-cribir exclusivamente aquellos procesos que condicionan lacalidad del texto impreso, en desgranar las prcticas que con-ducen a su deterioro y en proponer mtodos de trabajo quepermitan ponerle coto.

    2. Procesos de control de calidad del texto: mtodos tradi-cionales, mtodos ideales

    Pese a los profundos cambios tecnolgicos que ha padecidola produccin de impresos a lo largo de su historia, los proce-dimientos de control de calidad han variado muy poco en sus-tancia. Si bien es cierto que los avances en los sistemas y herra-mientas de composicin e impresin han permitido simplificar yacelerar algunos pasos y han supuesto importantes modificacio-nes metodolgicas, la esencia y el objetivo de cualquier procesode control de calidad del texto siguen siendo los mismos:

    1) Auxiliar a un autor que presenta carencias estilsti-cas ms o menos relevantes.

    2) En el caso de las traducciones, dar al lector garantasde integridad y fidelidad en la traslacin de un textode un idioma a otro.

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    3) Adecuar un texto a una serie de convenciones quepersiguen facilitar su lectura y comprensin al lectora quien va destinado.

    4) Conferir al texto un nivel de correccin y depuracinlingstica que lo haga ms eficaz como vehculo deun mensaje.

    5) Dar al texto, mediante la aplicacin de pautas esti-lsticas propias de cada editorial, un sello especficoque lo distinga de otros.

    6) Generar con todo ello una imagen de prestigio y ca-lidad ante el lector, de la que se beneficiarn tanto elpropio autor como la casa editorial que hace pblicosu trabajo.

    Estas seis metas pueden fcilmente resumirse en cuatropalabras clave, que concentran la esencia del control de cali-dad de un texto que va a editarse y publicarse:estilo, eficacia,excelencia y prestigio.Veamos con detenimiento cul ha sido el camino tra-dicional para lograr estos objetivos y hasta qu punto seha mantenido, transformado o corrompido por efecto de larevolucin tecnolgica e industrial que vive hoy el sector dela edicin.

    2.1. El control de calidad textual como garanta y marcaestilsticas

    En edicin, y especialmente en edicin literaria y especia-lizada, la palabraestilo corresponde a diversas nociones, queconviene precisar:

    1) Desde un punto de vista retrico, se entiende porestilo la manera peculiar de escribir de un escritor, esdecir, la eleccin que este hace entre una serie de re-cursos lingsticos y retricos a su alcance, en raznde una voluntad comunicativa, y tambin esttica ycreativa en los textos literarios.

    2) En el mundo del impreso se llama asimismoestilo a la forma particular de hacer de un taller de artesgrficas, un medio de comunicacin o una empresaeditorial, generalmente establecida por normas detrabajo internas de carcter preceptivo, que persi-guen unificar convenciones (tipogrficas, ortogr-ficas, gramaticales...) y asentar mtodos de trabajoy normas deontolgicas en bien de la eficacia, lacoherencia, la calidad del producto y el respeto alautor y al lector.

    3) En edicin cientfica y acadmica se denominaestiloal conjunto de normas de escritura cientfica y depresentacin de trabajos, que recogen generalmenteprincipios de tica cientfica, y estndares redaccio-nales, grficos y terminolgicos de una determinadarea de conocimiento, comnmente aceptados por lacomunidad cientfica que la desarrolla.

    Segn la primera definicin de estilo, podemos consi-derarlo un atributo presente en cualquier texto. Lo que preo-cupa, pues, en el proceso de control de calidad del texto no

    es tanto el estilo en s, sino sus cualidades, es decir, que laforma peculiar de escribir de un autor se revele o no com-petente.

    La diferencia entre un estilo competente y un estilo in-competente radica en el nivel de eficacia del texto, es decir,en el grado de consecucin de los objetivos que el autor se hamarcado, que a su vez depende:

    de su nivel de conocimiento del cdigo escrito; de una seleccin y un manejo adecuados o inadecua-

    dos de los recursos del lenguaje que el autor conoce.

    En funcin de esos conocimientos y habilidades que elautor despliega al escribir, podemos caracterizar el estilo com-petente como la suma de tres cualidades fundamentales:

    1) correccin gramatical (observacin de las reglas dela gramtica oracional, ortogrficas y dominio delcorpus lxico de un idioma);

    2) depuracin estilstica (manejo de las estrategias re-tricas y estilsticas que permiten aportar belleza yoriginalidad a un texto),

    3) y correccin textual o eficacia discursiva (dominiode las habilidades y estrategias de redaccin quepermiten elaborar textos adecuados a un entorno co-municativo y coherentes).

    Generalmente es el propio escritor (o el propio traductorcomo pseudoautor) quien, consciente de sus carencias, revi-

    sa una y otra vez su obra, hasta donde se le alcanza, antes dedar el texto por definitivo. En el mundo editorial cada vez esms corriente exigir al propio autor/traductor que proporcioneoriginales impecablemente presentados, listos para producir yque apenas precisen mejoras. Tradicionalmente, sin embargo,la editorial ha apuntalado el trabajo del autor con dos clasesde apoyos encaminados a optimizar el texto y a garantizar allector la excelencia del producto final:

    1) la supervisin del escrito por parte de diversos pro-fesionales especializados;

    2) una serie de normas dirigidas a autores, personal edi-torial y colaboradores externos, que sirven de pautaa la hora de tomar ciertas decisiones metodolgicas,redaccionales, terminolgicas y ortogrficas.

    2.1.1. Especialistas y profesionales de la edicin que com- pensan las carencias del escritor (autor o traductor)

    La eleccin de los profesionales adecuados para paliar lasdeficiencias que manifiestan autores y traductores a la horade escribir depender del tipo de impericia que demuestre elescritor, de las caractersticas formales y temticas del propiotexto y del grado de intervencin que el original (texto que vaa ser editado y publicado en forma de impreso) exija. Si bienhay profesionales cuya concurrencia resulta inexcusable (por

    ms que actualmente se obvie), ciertos especialistas slo par-ticipan en el proceso de mejora de un texto en circunstanciasmuy concretas.

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    En cualquier caso, todos ellos intervienen centrando suatencin en aspectos distintos del texto y de forma encadena-da, en un orden el que presentamos a continuacin muyestablecido en la prctica editorial, que refleja los pasos delproceso de creacin y edicin de un texto y que se ha reveladomuy eficaz a la hora de acotar progresivamente los problemasque presenta un texto.

    As, el director editorial y el escritor por encargo partici-pan, junto al autor, en la gnesis del escrito.

    Los revisores de concepto y de traduccin y el corrector deestilo trabajan, por su parte, en la reparacin del texto ya aca-bado (llamado en el mundo de la edicin impresaoriginal detexto ), antes de iniciarse el proceso de composicin (es decir,antes de que el original adquiera forma tipogrfica).

    Los correctores tipogrficos rematan los errores ortogrfi-cos, lxicos y gramaticales que hayan pasado inadvertidos enpasos anteriores y revisan ciertos aspectos del texto ya com-puesto, sobre pruebas tipogrficas.Y, dominando todo el proceso, el editor de mesa o redactoreditorial dirige y supervisa todo los pasos de revisin posterio-res a la creacin de la obra y se encarga de las modificacionesms relevantes.

    2.1.1.1. EL DIRECTOR EDITORIAL, DIRECTOR LITERARIO O EDITOR DE LNEA El director editorial (o director literario en las editoriales

    literarias, o de lnea en las grandes editoriales con mltiplesramificaciones por especialidad) es el responsable intelectualde una obra. En el caso de las editoriales cientificoacad-micas, los directores editoriales suelen contar con el apoyo

    externo de especialistas en las materias que la casa publica,algunos de los cuales no slo les aconsejan como miembrosdel comit editorial que decide la poltica de publicaciones,sino que se encargan personalmente de dirigir coleccionesespecficas.

    Este profesional, indispensable incluso en la editorial msminimalista, trabaja codo con codo con el autor en el proce-so de redaccin y reescritura, ofrecindole sugerencias desti-nadas a perfilar la obra, seleccionar y organizar su contenido,mejorar su forma y adecuarla a una coleccin, un pblico yunos objetivos literarios y comerciales determinados.

    Como veremos ms adelante, en las grandes editoriales eldirector literario consagra la mayor parte de su tiempo a tareasde preedicin (seleccin y contratacin de obras y estableci-miento de un plan editorial y comercial) y suele delegar enun editor de mesa o redactor editorial la responsabilidad deprestar apoyo al autor en la elaboracin de su obra.

    2.1.1.2. EL ESCRITOR POR ENCARGO, O NEGROEDITORIALEl negro editorial es probablemente el ejemplo de que

    ciertas leyendas del mundo cultural e intelectual no slo exis-ten, sino que tienen en l verdadera solera y raigambre.

    Para quien an no sepa a qu se dedica, cabe decir que esun especialista externo que ayuda al autor con conocimientodel tema que trata, pero por lo general con serias deficiencias

    en el dominio del cdigo escrito y de las estrategias y tcni-cas de redaccin, a elaborar sus escritos de forma elegante yeficaz.

    Generalmente es el profesional a la sombra de autoresaccidentales o coyunturales (mediticos): especialistas deun determinado campo del saber o celebridades que pretendendivulgar por escrito sus conocimientos y experiencias, peroque apenas se manejan a la hora de escribir. Tambin es elautor o coautor, a menudo invisible, de fascculos y refritos detemas variados.

    Es de esperar que su presencia en las editoriales cientifi-coacadmicas sea nula!

    2.1.1.3. EL EDITOR DE MESA , O REDACTOR -COORDINADOR -TCNICO EDITORIAL

    El editor de mesa profesional hoy en da no siemprepresente en las plantillas editoriales es el encargado, durantetodo el proceso de preimpresin, de coordinar los pasos que sevan a seguir en la edicin de un texto y pautar y supervisar to-das las tareas, incluidas las de correccin en caso de que estasse realicen externamente. Al mismo tiempo es la persona quever y trabajar el original con mayor amplitud, que resolverlas dudas y los problemas (documentales, lingsticos...) quesus colaboradores no hayan podido solventar, que consultar aleditor y al autor la conveniencia de introducir modificacionessustanciales en un texto (por ejemplo, adaptaciones culturalesen una obra que pueda requerirlo, para facilitar su compren-sin al lector), que tendr, como buen conocedor de la obray profesional tipogrficamente bien formado, voz y voto a lahora de decidir el aspecto grfico que va a darse al texto y quereunir los conocimientos tcnicos suficientes para prepararlopara composicin y supervisar el trabajo del compaginador.

    Si la editorial donde trabaja no recurre a un especialistaexterno para elaborar sus normas de estilo, es el editor demesa (o un equipo de editores de mesa de la empresa) quiensuele encargarse de redactarlas, pues nadie como l conoce lasdudas y necesidades de los profesionales que intervienen en laedicin de un texto ni rene los conocimientos necesarios paraelaborar una obra de referencia de estas caractersticas.

    Es evidente la gran preparacin y especializacin que re-quiere un profesional de este calibre, y resulta perfectamentededucible de sus amplias competencias que ninguna editorialpuede permitirse prescindir de l, pese a lo cual cada vez esms corriente su ausencia de las plantillas editoriales o el re-curso a la subcontratacin de este tipo de editores.

    2.1.1.4. EL REVISOR TCNICO, O CORRECTOR DE CONCEPTOEs la persona especializada que, en obras cientficas o

    tcnicas, se ocupa de detectar y corregir los desajustes e im-precisiones de contenido que aparezcan en el original y deadecuar el registro utilizado. Interviene especialmente en obrascolectivas o sin un autor definido y en obras de traduccin.

    En las editoriales cientificotcnicas se presupone a losautores un dominio suficiente de la materia como para hacerprescindible esta revisin en la obras de autora. Si la obrapresenta deficiencias conceptuales tan graves que hagan nece-saria la intervencin de otro experto, sencillamente no pasar

    la evaluacin previa del comit editorial y de los expertosque lo asesoran y su publicacin no ser aprobada. Los flecosterminolgicos que puedan quedar en una obra cientfica que

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    ha recibido el visto bueno para su publicacin podrn ser re-cortados por el editor de mesa y los correctores de la empresa,con ayuda de las preferencias recogidas por el libro de estilode la casa siempre y cuando, claro est, el autor no hagaprevalecer un criterio ms fundamentado.

    2.1.1.5. EL REVISOR DE TRADUCCIN Es el profesional externo (generalmente, un traductor

    experto de la lengua en que est el original de la obra) querealiza la revisin de contenido de un artculo o un libro tradu-cido cotejndolo con la obra original, con objeto de detectar yresolver problemas de fidelidad en la transferencia del estiloy el significado del texto de origen, de evaluar las solucionesadoptadas por el traductor en aspectos de difcil traslacin y degarantizar la integridad del texto original en la traduccin.

    En las publicaciones cientficas este papel no siempre lodesempea un traductor especializado, sino un especialista conbuenos conocimientos de la lengua origen y la lengua meta(es decir, un revisor de concepto), puesto que se entiende quelos problemas de trasvase afectarn ms al contenido que a laforma del texto.

    2.1.1.6. EL CORRECTOR DE ESTILO EDITORIALEs el profesional del texto, con formacin filolgica y bi-

    bliolgica y cultura enciclopdica, que se ocupa de enmendar,de manera coherente y unificada, las incorrecciones ortogrfi-cas, ortotipogrficas, ortotcnicas, lxicas y gramaticales, as como los problemas de cohesin lineal (ilacin de las frasesy los contenidos en el texto) que presenta un original, sin

    traicionar jams las elecciones legtimas del autor, es decir,sin corregir ni un estilo claramente competente ni un estilovoluntariamente incorrecto (es decir, respetando las licenciaspoticas), y, en el caso de originales de traduccin, sin retradu-cir la obra bajo ninguna circunstancia.

    Por tanto, el corrector de estilo no corrige propiamente elestilo de un escrito, sino slo determinados errores propiosdel mal estilo, o estilo incompetente, y lo hace siempre sobreun original de texto razn por la cual se le suele denominartambincorrector de originales , es decir, sobre el documen-to en el que consta escrita la obra del autor, est presentado enpapel (mecanografiado, manuscrito o impreso) o en soportemagntico. Este proceder obedece a una razn bien sencilla:las modificaciones que puede llegar a realizar un corrector deestilo en el original son tan amplias y profundas que, de hacer-se sobre la obra ya compuesta, implicaran recorridos de textoque obligaran a recompaginar toda la obra y que acarrearanun aumento de los costes y un desajuste del calendario deproduccin.

    Antiguamente elemento imprescindible de cualquier plan-tilla editorial, el corrector de estilo es uno de los principalesdamnificados por las profundas transformaciones estructu-rales que est viviendo hoy el sector: no slo ha sido apartadode los departamentos editoriales sobrevive, como rara avis,en algunas editoriales cientficas y de libros de texto, sino

    que su trabajo, absolutamente ineludible si se pretende unaobra de calidad, suele ser pasado por alto cada vez con mayorfrecuencia.

    Por otra parte, debido a su labor de unificador y adecuadora las normas, el corrector de estilo es el principal ejecutor delas reglas de estilo que marca una casa editorial. Aunque enotro tiempo el corrector reuna formacin suficiente para apli-car las normas internas con prudencia y ojo crtico, lo cierto esque hoy a menudo se halla completamente subordinado (porsu escasa preparacin o por la prctica de polticas de estiloeditorial abusivas) a una aplicacin mecnica de los mltiplesy variados criterios sin fundamento que inundan muchos pron-tuarios editoriales. Pero de las consecuencias de su omisin enel proceso de control de calidad textual, de la ausencia de unapreparacin acadmica que lo respalden y de su supeditacinal libro de estilo editorial de la empresa hablaremos con exten-sin ms adelante.

    2.1.1.6.1. UNA BREVE DISQUISICIN: LMITES Y DIFERENCIAS ENTRE CORREC-CIN DE ESTILO DE TRADUCCIONES Y REVISIN DE TRADUCCIONES

    El lmite entre las tareas de correccin de estilo de unatraduccin y las de revisin de traduccin es a menudo muyimpreciso y se basa ms en cuestiones econmicas o enhbitos empresariales que en aspectos metodolgicos o com-petenciales.

    Por tradicin, en las editoriales de libros y revistas locorriente es que cualquier traduccin sea revisada (si lo es)exclusivamente por un corrector de estilo, al que precede uncorrector de concepto si se trata de un texto tcnico o cient-fico.

    Si la traduccin presenta graves defectos, su revisin pue-de llegar a encargrsele a un corrector de estilo con ciertos

    conocimientos del idioma original del texto. Raramente seecha mano de otro traductor para que revise la calidad de unaversin, entre otras razones porque no quiere asumirse el costede ese tipo de trabajos que triplican o cuadruplican el de unacorreccin de estilo y porque el hecho de que una traduccinsea poco fidedigna al original tiene en el mundo editorial unaimportancia relativa; para no pocos editores es ms importanteque un texto traducido se lea bien que el que refleje el estiloo las intenciones del autor, e incluso que recoja el originalntegramente. Probablemente este espritu se deba a que losautores traducidos no suelen ejercer el derecho de control so-bre la traduccin de sus obras a otros idiomas, algo de lo quelos editores menos respetuosos se aprovechan.

    La revisin de traducciones es, pues, un proceso fun-damentalmente circunscrito al mundo de las empresas yservicios de traduccin, integrado en procesos generalesde control de calidad y de seleccin de colaboradores. Enprocesos editoriales, la revisin de traduccin se aplica muyocasionalmente y slo a traducciones cientficas o tcnicas oa trabajos de traduccin de calidad muy dudosa y con los queel editor se juega su prestigio. Por otra parte, como ya hemossealado, no siempre la realiza un traductor profesional; amenudo la lleva a cabo un experto en el tema con buenos co-nocimientos de la lengua original o un corrector con forma-cin filolgica y editorial y algn conocimiento del idioma

    del que se ha traducido.Los rasgos que la diferencian bsicamente de la correccinde traducciones son los siguientes:

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    1) La revisin de una traduccin, aun atendiendo tam-bin a aspectos formales, estilsticos y lingsticos,se centra especialmente en estosobjetivos:

    Detectar problemas en la transferencia del sig-nificado, como la falta de fidelidad, integridad yexactitud en la traslacin del mensaje original ouna literalidad injustificada.

    Resolver problemas de mala aplicacin de lasconvenciones de traduccin, que establecen cri-terios sobre qu elementos de un texto han detraducirse y cules no, cules se transcriben, quotros se adaptan y de qu manera. se procede encada caso

    Corregir la ausencia de adaptacin o una adapta-cin deficiente de los usos lingsticos (ortogrfi-cos, ortotipogrficos, gramaticales, lxicos) de lalengua origen a la lengua destino.

    En cambio, la correccin de estilo de una traduccin secentrar fundamentalmente en estos aspectos:

    Acomodar el texto a una normativa reguladoradel uso lingstico, comnmente aceptada por loshablantes y establecida de forma convencionalpor autoridades lingsticas reconocidas. A talfin, localizar y corregir en el original, siguien-do mtodos y tcnicas especficos, errores de laexpresin escrita de tipo ortogrfico lo que

    incluye la ortotipografa y la ortografa tcnica,gramatical (morfosintaxis oracional), lxico ytextual o redaccional (coherencia semntica ycohesin lineal).

    Adecuar el texto a un estilo editorial especficosiempre que no entre en conflicto con la nor-mativa lingstica, que generalmente atae ala solucin de casos dudosos, a la unificacinde criterios en alternancias grficas y a ciertosaspectos ortogrficos y ortotipogrficos (grafay mecanismos de citas, bibliografas, notas,remisiones, usos de signos de puntuacin, demaysculas y minsculas, de clases de letras,etc.).

    En los casos que se presten a ms de una grafao disposicin, unificar los criterios lingsticossiguiendo como pauta la solucin que el autoradopta con mayor frecuencia o, en su defecto,las que proponen el editor o las normas edito-riales.

    Detectar y corregir en la medida de sus posi-bilidades o alertar sobre ellos en caso de nopoder solventarlos lapsos, ambigedades, in-congruencias, omisiones y cualquier gazapo quepueda afectar a la compresin del texto.

    Y, en caso de que el editor se lo requiera, sugerirmejoras estilsticas y redaccionales del texto, porlo que respecta a:

    a) la variedad lingstica y el registro utilizados(cambios arbitrarios de tono o registro yniveles de lenguaje inadecuados al texto o allector);

    b) la estructura global de la obra (desorden orga-nizativo; deficiencias, incongruencias o reite-raciones en la seleccin del contenido...),

    c) y las propiedades retricas del texto, en arasde la claridad y la comprensibilidad.

    Como bien puede verse, la revisin y la correccinde traducciones, aun siendo muy cercanas, centran suatencin en aspectos distintos. Sumar ambos procesos(la revisin primero y la correccin de estilo despus),realizados por profesionales con distinto perfil y prepa-racin, permite, adems, un grado mayor y ms afinadode depuracin del texto.

    2) La revisin de traducciones utiliza comometodolo-ga el cotejo constante entre original y versin.

    En la correccin de estilo de traducciones, encambio, el corrector slo consultar el original encaso de duda sobre el sentido original del texto ode sospecha de omisin o tergiversacin de algnfragmento.

    3) El revisor se vale a menudo deherramientas de tra-duccin asistida, como las memorias de traduccin,para comparar versiones.

    El corrector de estilo suele trabajar bien sobre

    la traduccin impresa, bien sobre el documentodigital de la traduccin elaborado con un programade procesamiento de textos (salvo en el caso de lastraducciones tcnicas, en el mundo editorial el usode herramientas de traduccin asistida no es muycorriente).

    4) El coste de una revisin de traduccin casi cua-druplica el de la simple correccin de estilo de unatraduccin.

    Cabe sealar aqu que el escaso recurso a la revisin delas versiones en obras de traduccin es el nico aspecto de lapoltica tradicional de control de calidad editorial que mereceuna valoracin negativa y cuya prevalencia no puede sostener-se sobre la base de criterios de calidad. Afortunadamente, enlas editoriales cientficas s suelen cotejarse sistemticamentey con detenimiento los originales de traduccin con su ver-sin, por todo lo que implicara, desde un punto de vista dela veracidad y precisin cientficas, cualquier tergiversacinde los datos que una obra de este tipo expone. En este punto,cuestin aparte son, sin embargo, las publicaciones de divul-gacin cientfica.

    2.1.1.7. EL CORRECTOR TIPOGRFICO, O DE PRUEBASEs el especialista hoy externo que, con la experiencia

    y conocimientos necesarios, especialmente en ortografa, orto-tipografa y gramtica oracional (morfosintaxis y sintaxis dela oracin), se dedica a la correccin de pruebas tipogrficas

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    (texto ya compuesto y compaginado) para suprimir cuantoserrores tipogrficos, ortogrficos, lxicos o morfosintcticosqueden pendientes de solucin, comprobar la correcta dispo-sicin de todos los componentes de la pgina y el orden delas partes de la obra, y, en segundas pruebas, las remisiones ycorrelacin de los elementos que en una obra van enumerados.Si las correcciones que se han realizado en los pasos preceden-tes se han hecho sobre papel, ha de comprobar tambin quese hayan introducido correctamente, mediante el cotejo entreoriginal y pruebas o entre pruebas progresivas.

    El corrector tipogrfico es el ltimo eslabn de la cadenade enmiendas y mejoras al texto de un autor/traductor, y elnexo entre el control de calidad del texto y el control de cali-dad del impreso.

    2.1.2. Normas de estilo que sirven de gua al autor y de apoyo a los profesionales que realizan el procesode control de calidad

    Como se ha sealado anteriormente, las editoriales quesiguen procesos tradicionales de edicin apuntalan el trabajodel autor fundamentalmente mediante la supervisin de distin-tos aspectos de su escrito por parte de especialistas diversos.No obstante, y a fin de optimizar la labor de todos los queintervienen en la elaboracin y edicin de un texto, en muchoscasos tambin se valen de guas internas de trabajo, destinadasa orientar al propio autor/traductor y al personal editorial, querecopilan convenciones y formas de hacer especficas del sec-tor y las acomodan a las necesidades y criterios de la propiaempresa.

    Estos compendios de usos y reglas editoriales se llamenlibro de estilo o normas de trabajo tienen primordialmentepor objeto:

    1) Dar pautas redaccionales y metodolgicas a auto-res/traductores y colaboradores editoriales, a fin deorientar su trabajo al tipo de producto impreso enque se convertir una obra y al tipo de lector al queva dirigida.

    2) Lograr la mayor unidad de criterio posible en lasobras publicadas.

    3) Dar solucin a las dudas de escritura o terminolo-ga con las que el autor/traductor y el resto de losprofesionales que intervengan en el texto suelenencontrarse con mayor frecuencia.

    4) Conferir con ello la mxima eficacia al trabajo detodos los que intervienen en la gnesis, revisin yedicin de un escrito.

    La redaccin de estos prontuarios de aplicacin internaque siguen siendo internos a pesar de que, por su calidad,merezcan ser publicados, divulgados y adoptados como mode-lo suele o bien encargarse a un especialista externo, o biena un editor de mesa (o a un equipo de editores de mesa) de laempresa, que es quien mejor conoce las necesidades estilsti-

    cas de las obras que en ella se publican.El contenido de las normas de trabajo editorial, herederasfundamentalmente de los cdigos tipogrficos que regan la

    labor de tipgrafos y correctores de imprenta, suele ser, ex-haustivamente, el siguiente:

    normas de presentacin de originales (de autoray de traduccin);

    formacin y grafa de abreviaciones (abreviatu-ras, siglas, acrnimos, smbolos, etc.);

    medidas y equivalencias; empleo de maysculas y minsculas; grafa de antropnimos y topnimos; normas de transcripcin; gentilicios poco frecuentes; normas de alfabetizacin; grafa de las citas textuales; mecanismo de las citas bibliogrficas; grafa de los lemas, las firmas, las notas, los inter-

    calados, los epgrafes y rotulados, los ndices, lasbibliografas, los glosarios y las cronologas;

    mecanismo de las remisiones; grafa de los folios explicativos; grafa de ttulos y subttulos; particin de ttulos; empleo de signos y smbolos; empleo de los signos de puntuacin en tipo-

    grafa; grafa de las cifras y cantidades; normas de divisin y separacin de palabras; aplicacin de la letra cursiva, negrita, versalita,

    etctera;

    normas de unificacin de criterios (palabras quepueden escribirse juntas o separadas; alternan-cias acentuales, alternancias grafemticas, grafade grupos voclicos, grafa de las palabras com-puestas...);

    signos de correccin tipogrfica; resolucin de las dudas gramaticales ms habi-

    tuales; lista de palabras que se usan con preposicin; lista de verbos irregulares; lista de palabras habitualmente mal emplea-

    das (impropiedades, extranjerismos, latinismos,etc.);

    glosarios especficos del tipo de obras que la edi-torial publica;

    estilo redaccional y estructural de textos espe-cficos, destinados a una seccin (si se trata depublicaciones hemerolgicas), obra o coleccindeterminadas (si se trata de publicaciones biblio-lgicas);

    criterios de traduccin (qu se traduce, qu no setraduce, qu se adapta);

    empleo, traduccin y grafa de extranjerismos ha-bituales en las obras que publica la editorial.

    Las guas para autores, traductores y colaboradores deeditoriales cientficas suelen tener por la complejidad de lostextos que publican y por su supeditacin a criterios de tica

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    y calidad cientfica y a estndares cientficos generales y de lapropia disciplina un contenido tan descriptivo como pres-criptivo y un tono reflexivo, ms propios de un manual que deuna obra normativa. En el caso concreto de los manuales deestilo de las editoriales biomdicas, adems de las cuestionesque generalmente abordan las normas de estilo editorial, sue-len tratar tambin estos aspectos:

    metodologa de la investigacin cientfica; tipos de artculos y comunicaciones cientficos; reflexiones sobre la gnesis y el proceso de redac-

    cin de un texto cientfico; doctrina sobre el trabajo documental, la cita y el

    plagio; normas de tica que afectan al escritor cientfico; aspectos controvertidos propios de la disciplina; normas especficas de redaccin (organizacin y

    construccin del texto) y presentacin formal decontribuciones; normas de retrica cientfica (registro, tono y

    cualidades y defectos estilsticos); normas y proceso de publicacin de la editorial; cuestiones de lenguaje biomdico; estndares cientificotcnicos (establecidos por

    una comunidad de expertos o por organismos re-guladores internacionales) sobre mecanismos ygrafa de las citas bibliogrficas, uso y grafade elementos y trminos especficos de cada es-pecialidad, de expresiones matemticas y esta-

    dsticas, de elementos, compuestos y frmulasqumicos, de smbolos, de unidades de medida yabreviaturas propios, etctera.

    A diferencia de las normas de trabajo de las editorialesgeneralistas, los manuales de estilo de las editoriales cientfi-cas suelen ser de autora colectiva, y en su elaboracin puedeintervenir el comit cientfico editorial de la casa, asesoresexternos por especialidad, el director editorial y los editoresde mesa.

    3. Polticas editoriales torcidas y procesos actuales decontrol de calidad del texto

    Visto est que existe un sistema de control de calidadsuficientemente lubricado y puesto a prueba, de cuya eficaciasiguen dando muestra algunas editoriales cientficas. Qu haocurrido para que dejara de aplicarse de forma sistemtica?

    Regresando a los planteamientos iniciales de este trabajo,parece innegable que las profundas transformaciones quevive el sector de la edicin se inician con la irrupcin de laautoedicin. Parece extrao, sin embargo, que un cambio tec-nolgico que slo presentaba ventajas pudiera acarrear tantosmales. Qu ha podido ocurrir? Cul es la clave que conectaun acontecimiento en principio tan positivo con consecuenciastan nefastas? Martnez de Sousa la daba sin dudar: el factor

    humano. Como siempre ha ocurrido en la historia de la huma-nidad, la tecnologa slo sirve si se pone al servicio del biencomn. Cuando se utiliza para beneficio de una minora, todos

    sus valores y ventajas se pervierten. Y eso es justamente lo queha ocurrido con la autoedicin.

    Pese a la ausencia de estudios que correlacionen anlisiseconmicos, socioprofesionales y sectoriales dispersos, a finde demostrar de forma irrefutable el nexo entre revolucindigital y mercantilizacin del mundo de la edicin impresa,ya hay muchas voces del sector o afines a l que dan algunaspistas sobre esta aparentemente oscura relacin causa-efecto.Estas son, resumidamente, las direcciones a las que apuntan:

    3.1. La repercusin de la autoedicin en la reduccin decostes y en la aceleracin de los procesos de produccin

    Desde la aparicin de la autoedicin en 1985, con la crea-cin del lenguaje PostScript de Adobe, unido a la aplicacinPageMaker de Aldus, la impresora LaserWriter y el ordenadorpersonal Macintosh, la edicin electrnica se impuso rpida-mente en el mundo de la edicin, porque presentaba ventajasrespecto al sistema de composicin que la preceda, la foto-composicin, que la hacan imbatible:

    la maquinaria de autoedicin era mucho ms ba-rata;

    su manejo era fcil, intuitivo y asequible a cual-quiera con ciertos conocimientos informticos,tipogrficos y de compaginacin;

    el sistema era capaz de recuperar sin dificultaddocumentos confeccionados con procesadores detextos;

    como no exiga teclear de nuevo el texto original,

    se evitaban muchos errores mecanogrficos; era capaz de generar directamente pginas tipo-grficas;

    facilitaba y aceleraba enormemente tareas de edi-cin y composicin anteriormente muy labo-riosas;

    gracias a la llegada de las filmadoras lser, sepodan obtener fotolitos de texto e imagen inte-grados.

    Los defectos que presentaban y an presentan los progra-mas de autoedicin son, adems, subsanados con cada nuevaversin. Y los costes de actualizacin del programa y reno-vacin delhardware eran y continan siendo realmentebajos para el autoeditor, en comparacin con lo que suponaadquirir un nuevo sistema de fotocomposicin.

    As, en poco tiempo, todas las empresas de fotocomposi-cin se haban pasado a la autoedicin, y muchas editorialeshemerogrficas incorporaban a sus plantillas a tcnicos enautedicin. Rpidamente, sus ventajas permitieron al editoracelerar el proceso de edicin y reducir sensiblemente tareasy costes. Fcil es deducir cul fue el siguiente paso en estacadena inicial de transformaciones.

    3.2. La repercusin de la autoedicin en el aumento del

    volumen de negocio y de la produccinA cualquier que sepa cules son los pilares de un negociono puede escaprsele la lgica ecuacin que se deriva de una

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    reduccin de costes y un aumento de productividad: menorcoste y mayor productividad = mayor beneficio y competitivi-dad = mayores ganancias.

    Pero el mundo de la edicin es tremendamente complejo,y a un editor no le basta con ampliar su margen de beneficiosde por s reducido en este ramo durante un tiempo. Siquiere perpetuar su nivel de ingresos ha de procurar garantizaruna presencia constante de sus obras en los puntos de venta,y no hay otra forma de alimentarla que producir sin freno y,a ser posible, copar el mercado. Las facilidades que da la au-toedicin para producir mas deprisa y ms barato permitan aleditor modernizado no slo sacar mayor rendimiento de susproductos, sino tambin adelantarse a la competencia en la pu-blicacin de ttulos con visos de comercialidad e incrementarla periodicidad y el nmero de publicaciones sin aumentar lainversin, incluso si eso significaba dar el salto a un tipo deempresa de dimensiones industriales, iniciar una rueda impa-rable de superproduccin y correr el riesgo de sobresaturar elmercado.

    3.3. Y al olor del queso llegan los ratones...Sabido es por la gente del oficio que en el sector editorial

    se gana poco. Como declaraba sir Stanley Unwin en su obra La verdad sobre el negocio editorial (pgs. 246 y 247), Esprobable que quien pueda hacer dinero editando libros ganasemucho ms en cualquier otro negocio. Al principiante que pideconsejo se le puede decir sin miedo a equivocarse: Si buscasante todo dinero, no te hagas editor. Los editores que consi-deran su negocio slo como un medio para ganar dinero nos

    causan la misma impresin que los mdicos slo preocupadosde sus honorarios. El negocio editorial da satisfacciones msgrandes que el dinero. Si dominas la tcnica y ests dotadode la necesaria aptitud, te ganars discretamente la vida, perola labor de tus jornadas ser interminable, y es posible que,cuanto mejor trabajes, peor sea tu recompensa pecuniaria . Yaada ms adelante: Muchos negocios editoriales se nutrende inversiones de gente irreflexiva. Cuando un editor medioarruinado anuncia que admitir capitalista como director ocomo socio, recibe a raudales las ofertas, especialmente deamantes padres que prefieren que sus hijos empiecen comodirectores en vez de aprender el negocio desde abajo.

    No hay mejores palabras para resumir el trastorno del espri-tu del editor clsico que ocasion el aumento de la rentabilidaddel negocio: las empresas que no soportaron el arranque de lacompetencia y los bruscos cambios que sufra el mercado delimpreso se vieron obligadas a vender. La falsa imagen de rendi-miento que proyectaba el sector atrajo inversores de otros ramosque no saban nada de las peculiaridades de este terreno y que,por supuesto, no se acercaban a l con la expectativa de obtenerotras satisfacciones que las econmicas. Muchos no resistieronlos embates de este tempestuoso negocio y murieron pronto, lle-vndose consigo editoriales de prestigio. Los que llegaron concierto conocimiento del medio o con el apoyo de otros negociosy una decidida disposicin a hacer dinero, siguieron su rumbo

    imparable absorbiendo empresas, reduciendo costes y sobrepro-duciendo, y creando con ello gigantes colosales que proyectabansu sombra ms all de fronteras geogrficas y culturales.

    3.4. Globalizacin y empobrecimientoEn la presentacin de la carpeta 51 de la revista Archipila-

    go, titulada Editar en tiempo de gigantes, Joaqun Rodrguezdefiende las polticas editoriales mixtas, que guardan undelicado equilibrio entre lo comercial y la publicacin de obrasde fondo y que se sitan en mitad de dos extremos opuestos:las editoriales independientes que ignoran la dimensin eco-nmica del proyecto intelectual y los grupos de edicin ycomunicacin que observan un sometimiento incondicional ocnico a los valores estrictamente comerciales y mercantiles.Pero advierte:

    En el campo editorial coexiste esa diversidad y, mientrasuna modalidad no se quiera hacer pasar por la otra oquiera usurpar rasgos o denominaciones que no son lossuyos, todo es legtimo y hasta necesario aunque slofuera porque sin una cosa no se puede designar la otra.Lo malo o incluso perverso ocurre, sin embargo, cuandolos grandes quieren imponer las reglas del juego o juegan,directamente, con varios ases en la mano: el ecosistemadel libro es tan particular y delicado porque el campoliterario y todo lo que tiene dentro: escritores, editores,crticos, libreros naci en buena medida negando oinvirtiendo los principios del inters econmico mstosco, afirmando, como deca Stevenson, que si uno haadoptado un arte como oficio, renuncie desde el principioa toda ambicin econmica. Proclamando esa autonomarespecto a las determinaciones ms descarnadamente co-merciales obligaba a los editores, tambin, por lo me-

    nos a cierta clase de editores, a compartir los valoresinvertidos de la creacin y la difusin artsticas y a con-venir, por tanto, que el negocio del libro no era casi ninegocio o era un negocio cuyos mrgenes de beneficiosiempre escasos estaban sometidos a la subversin dela lgica mercantil. De ah que, cuando hoy los gruposeditoriales adquieren sellos ms o menos histricos ycolocan en sus cargos ejecutivos a personas ajenas porcompleto a la lgica propia del campo editorial y lesexigen cuentas de resultados anuales ms que saneadasu obligan a editores veteranos a admitir y aplicar ms omenos cnicamente, ms o menos crdulamente, mso menos decididamente, los criterios de rentabilidadde una empresa cuya estructura necesita unos ingresoscopiosos y regulares para pervivir, sus principios sedesnaturalizan y la edicin de libros se convierte en unaalocada carrera hacia ninguna parte en Espaa 62 000nuevos ttulos, una media de 170 libros diarios donde laimpactante novedad se come a la novedosa obra maestrade la semana, que se traga al novsimo lanzamiento de lasemana anterior que, por la puerta de atrs, llega devueltoa 90 das por el librero o a superficie comercial y necesitaque otra portentosa o divertida o sesudsima novedadhaya sido lanzada ya al mercado para intentar paliar lasprdidas del primer libro de impacto.

    La rueda de la superproduccin-devolucin masiva y laservidumbre a las leyes del negocio generan, ciertamente, un

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    nuevo efecto de degeneracin cultural: la falta de produccinde obras de fondo, de publicaciones de largo recorrido, y elconsiguiente vaciado de los catlogos editoriales y empobreci-miento de la oferta de publicaciones. Si lo que cuenta es sacarcuantos ms ttulos mejor en una carrera desenfrenada paramantener el ritmo de ingresos, y esos ttulos van a ser rpida-mente sustituidos por una avalancha inmediata de novedadesy devueltos a la editorial en masa, lo que convienen son obrasrpidamente vendibles; lo que hay que buscar, pues, son auto-res estrella y ttulos de impacto. El campo para los editores deobras de fondo queda, as, muy restringido, y la nica va desupervivencia parece ser la especializacin.

    3.5. En pos de El DoradoEn un artculo aparecido en la Red el 13 de abril del 2003,

    titulado Un mundo en transformacin. Los libros de la selva.La industria editorial espaola explica las causas de la crisisdel sector, el periodista y crtico Xavi Ayn comenta: elbeneficio que da el mundo del libro no es muy grande. La me-dia del sector que factur 2607 millones de euros en el ao2001 se encuentra un poco por debajo del 10 %. En el recinaparecido Las redes ocultas de la edicin (Editorial Popular),los franceses Janine y Greg Brmond dicen: Hace veinteaos, la tasa de rentabilidad media era del 3 al 5 % . Hoy, elideal de las corporaciones transnacionales es el 15 %, que nose alcanza nunca, confirma un directivo. Para Jorge Herralde,propietario de Anagrama, el error es la teora ilusoria de quecon los libros se puede ganar mucho dinero.

    Los financieros que llegaron a este mundo en busca de su

    El Dorado parecen, empero, no querer dar su brazo a torcer:si el libro pareca dar dinero, tena que darlo, a toda costa. Ypara que lo diera, haba que poner toda la carne en el asador,exprimir el negocio al mximo. Mtodos no faltaban.

    3.6. El inicio del camino hacia la subproletarizacinCuando un editor con mentalidad financiera y mercantil se

    plantea de qu modo puede reducir los costes de su empresa yampliar el margen, es fcil adivinar qu camino emprender.Xavi Ayn, en al artculo citado, lo seala sin dudar: Los des-pidos se han convertido en algo habitual en los grandes gruposeditoriales. En los ltimos aos, [en Espaa] ms de 500 perso-nas han perdido sus puestos de trabajo, ya sea por las fusiones(de Random House con Mondadori en el 2001), las comprasde editoriales (constantes en Grupo Planeta) o los reajustes(que afectan a todos los grupos). Hace quince aos se dieronlos primeros despidos masivos comenta un veterano delsector, porque realizamos una centralizacin administrativay logstica. En cambio, los despidos actuales son ajustes paraobtener ms beneficios.

    Y esto es slo la punta del iceberg de lo que ha ocurridocon el personal especializado en edicin, interno y externo,que se ha visto obligado a un xodo masivo hacia otros secto-res o condenado a la subproletarizacin. Pero esta cuestin laanalizaremos con detalle ms adelante. Lo que ahora interesa

    sealar es el enorme desequilibrio en la balanza de poderesinternos de una editorial, en favor de los departamentos finan-cieros y de mrquetin, que resulta de este vaciado de plantillas.

    Y, yendo ms lejos, el revelador simbolismo que subyace trasesos despidos masivos de personal (en particular del personaltcnico): la desposesin de los valores que tradicionalmentehan dado vida y sentido al mundo de la edicin (creatividad,pluralidad, pasin por la lectura, por el libro y por el cono-cimiento, respeto al lector, y vocacin por la promocin y ladifusin cultural) y sin los que probablemente no pervivir.

    3.7. xodos masivos, polticas errticasReducir al mximo los costes estructurales no conduce for-

    zosamente al xito. Ni siquera es garanta de nada reinvertir elmargen que deja el ahorro de sueldos y herramientas de trabajoen la adquisicin de ttulos vendibles y promocionarlos portodos los medios. Porque alguien sabe qu es lo que vende?En un medio actualmente tan poco preocupado por el lectorpara el que publica y tan ajeno a sus inquietudes y necesidades,sin duda esa intuicin se ha hecho ms rara que nunca. Comosigue diciendo Xavi Ayn:

    Otro error son las previsiones de ventas de cada ttuloque realizan las editoriales, a menudo poco cercanas a larealidad, lo que provoca un gran nmero de devoluciones(esto es, los volmenes no vendidos que devuelvenlos libreros y que la editorial debe reembolsarles).Una devolucin por encima del 25 % no es buenaexplica un estudioso del sector, y en los grandesgrupos se sita en torno al 40%. [...] Pero por quse equivocan las editoriales en sus previsiones? Estenegocio responde un directivo del rea econmica

    de una multinacional tiene un elevado porcentaje deincertidumbre. Y los editores literarios estn muy subidosa la parra, muy endiosados. Son divos, pero la verdad esque tampoco ellos saben por qu funciona un libro. [...]Otro elemento preocupante para el sector es la escaladade los llamados anticipos (lo que cobra el escritor por sutrabajo, independientemente de las ventas futuras). Porlas memorias de Gabriel Garca Mrquez se han pagadoms de cuatro millones de dlares. Eso sobrepasa mucholo habitual: que el autor ingrese el 10 % del precio deventa de cada libro. Muchas veces confiesa un editorde un grupo importante los libros ms vendidos sonuna ruina econmica, un xito aparente. Los negociosson las novelas sorpresa, casos como el de Javier Cercaso Carlos Ruiz Zafn, que cobraron unos anticipos muyrazonables porque eran poco conocidos..

    Y sobre esta pugna por lo supuestamente vendible aadeAyn:

    La subasta para comprar los derechos de un libro esun invento maligno dice otro directivo. Los librosse compran a ciegas, sin que nadie se los haya ledo.En Espaa, lo extranjero no vende mucho, hablandoen general confirma Jorge Herralde, y se pagan

    enormes sumas en las subastas internacionales porautores menores; el paradigma de la victoria prrica esllevarse a uno de esos novelistas. Las multinacionales

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    sufren ms con este tipo de compras. Por ejemplo,cuando Random House compra en Nueva York losderechos mundiales de un escritor de best sellers, cargaa su filial espaola la parte proporcional, pero encambio se trata de un autor que en Espaa no vende,porque la gente prefiere autores nacionales. Tom Clancyno se puede comparar con Antonio Gala. Cuando nosllamaban de Nueva York para pedirnos la lista deautores que vendan ms de un milln de ejemplares,siempre nos reamos, porque no hay ni uno, revela undirectivo.

    Visto est, pues, que el negocio editorial no puede enten-derse desde la exclusiva perspectiva mercantil; salvo, eviden-temente, que se lo instrumentalice y se convierta, en palabrasde Ayn, en una pieza ms del engranaje de los grandes grupos,que incluye medios de comunicacin, productos audiovisua-les, distribuidoras, productoras de cine... Por ejemplo, el grupoBertelsmann (propietario de Random House Mondadori) hadeclarado recientemente en Alemania unos beneficios de 900millones de euros, 125 de los cuales provenan de su divisindiscogrfica BMG. En estos casos, cualquier prctica, cual-quier proceder slo conllevar ventajas. Lo absurdo es quemuchos editores carentes del respaldo con el que cuenta ungigante de la comunicacin se empeen en emular su ejemplo,aun siendo evidente que las polticas de edicin sin editoresson una paradoja insostenible. Se darn cuenta a tiempo deello?

    De momento, y por fortuna, la calidad de las publicaciones

    cuenta todava con una oportunidad en manos de las editorialesespecializadas, de aquellos editores independientes que man-tienen el ancestral compromiso entre la calidad y el negocio,y de los editores (los cientficos y acadmicos, los de literatu-ra de fondo y los de libros de texto) que, por la supeditacinde las obras que publican a ciertos reglamentos y estndares decalidad, no pueden eludir un cierto cuidado aunque no todoel deseable de sus productos.

    3.8. La repercusin de la mercantilizacin del sectoreditorial en los procesos de control de la calidad textual y en los profesionales que los desarrollaban

    Es de pura lgica deducir que cuando se vaca de contenidolos departamentos de edicin de una empresa editorial no hayforma de que esta siga desarrollando su labor (que no es otraque editar y publicar libros) si no es buscando sus recursoshumanos fuera. La reestructuracin cada vez ms extrema delas plantillas editoriales ha hecho que muchos de sus profe-sionales hayan tenido que reconvertirse en autnomos, crearsus propias empresas de servicios editoriales subcontratados,asimilarse a empresas de composicin (hoy, una nueva cate-gora de empresa de servicios de produccin de impresos) osencillamente mudar de oficio.

    Esto ltimo es lo que tuvieron que hacer la mayor parte

    de loscorrectores de estilo y preparadores de originales enplantilla, que fueron las primeras cabezas seccionadas en estamasacre de especialistas, de la que no se libraron ni siquiera

    muchas de las editoriales cientficas. En su caso, la debacle fueespecialmente dramtica: desaparecan de las plantillas en unmomento en que la facilidad para montar pginas directamentea partir del original del autor/traductor haca muy tentador eli-minar cualquier paso intermedio entre original y maqueta, y eneste sentido la correccin de estilo era todo un engorro. De lanoche a la maana el corrector se encontr, pues, no slo fuerade la mayor parte de los departamentos de edicin, sino carentecasi por completo de su fuente de sustento. Los ms viejosse jubilaron prematuramente y los que an andaban lejos dela edad del retiro tuvieron que ingenirselas para sobrevivirhacindose ms verstiles o cambiando simplemente de espe-cialidad. Algunos correctores de estilo, aprovechando el nadacasual florecimiento en Espaa, durante el primero lustro de ladcada de 1990, de todo tipo de costosos posgrados de edicin,se lanzaron a ampliar sus estudios tcnicos para obtener ttulosque les permitieran al menos aspirar a los puestos de los edito-res de mesa, que an mantenan su lugar en las editoriales. Porsu parte, otros aprovecharon sus contactos y sus conocimientosde idiomas para reconvertirse en traductores. La gran mayora,sin embargo, acab realizando su trabajo de siempre (la co-rreccin de estilo) directamente sobre pruebas, con la rebaja detarifas que ello conllevaba y teniendo encima que soportar lacarga adicional de su nueva condicin de autnomos.

    Hacia finales de la dcada de 1990, por fortuna, el sector dela edicin debi de comprobar que, por ms que se presionaraa las empresas de autoedicin para que asumieran los costes dela introduccin masiva de correcciones en pruebas, desplazarun tipo de correccin que puede suponer cambios muy profun-

    dos en un texto a la pgina compuesta conllevaba un importan-te riesgo de descalabro en una fase ms avanzada del procesode edicin y la profusin de erratas y errores de todo tipo, quelevantaban cierto clamor entre los pocos lectores que en estepas recurren a la queja. Para entonces, sin embargo, la mayorparte de correctores de estilo de oficio haban desaparecido. Enaquel momento, cualquier editor de mesa saba perfectamenteque un buen corrector de originales era un tesoro, y guardabalos suyos con celo.

    Algunas empresas de servicios editoriales debieron deadvertir este nuevo cambio en los procesos de control de lacalidad textual y decidieron aprovechar el filn que suponala nueva llamada a filas de los correctores, creando cursosexprs que, en 50 o 60 horas, pretendan suplir los aos deestudio y de experiencia profesional que antao requera uncorrector para dominar su oficio. De este modo se produjo lasegunda consecuencia trgica de la eliminacin de plan-tillas de correctores y de pasos de correccin: el correctorcon solera no slo desapareca, sino que era sustituido porpersonal con una preparacin ms que dudosa, cuya laborpobre e inexperta haca casi vana la tarea de corregir ypermita al responsable editorial abundar en la idea de quecorregir era prescindible.

    As las cosas, la mayor parte del peso de trabajar a fondoun texto recay sobre las espaldas, ya de por s sobrecargadas,

    del editor de mesa. De hecho, este puntal de la calidad de laedicin ha sufrido en los ltimos quince aos descargas cons-tantes de responsabilidades procedentes de otros profesionales

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    de su campo. No slo ha tenido que empezar a desconfiar delbuen hacer de sus colaboradores externos que, adems deestar cada vez peor preparados, trabajan a destajo por una re-tribucin miserable y a dirigir y supervisar con ms atencinque nunca su trabajo; encima ha tenido que asumir la avalan-cha de la actual sobreproduccin de novedades, con constantesbailes de fechas, y la responsabilidad de tener que leer o hacerleer los originales que su director editorial, exclusivamentecentrado en la compra de ttulos, el fichaje de autores, la ges-tin de derechos y la promocin de novedades, volcaba sobresu mesa. Todo ello a costa exclusiva de su tiempo y de acerarsu ingenio para sacar recursos de la nada e inventar nuevosmtodos de organizacin y control. No son pocos los editoresde mesa que no han resistido tanta presin.

    Sin este pilar del control de calidad editorial que, sino abandonaba el barco por propia voluntad, era obligado aabandonarlo y a reconvertirse en servicio subcontratado,los departamentos editoriales quedan ya completamente va-cos y desvalidos a la hora de dirigir y supervisar las edicio-nes. Sin editor de referencia o con editores noveles salidosde los mal proyectados posgrados de edicin, en general depresencia efmera en las editoriales, todo el personal queinterviene en la edicin de una obra navega sin rumbo, y elproducto sigue tambin un camino errtico. Sin nadie quepaute su labor, dnde buscar la gua que necesitan traduc-tores, correctores y revisores? La respuesta est a la ventaen todas las libreras: en los libros de estilo, manuales deedicin y obras de consulta de dudas lingsticas algunasde innegable categora acadmica y otras slo fruto del opor-

    tunismo que pueblan las estanteras. El libro de estilo, lanorma de trabajo editorial, tanto ms imprescindible comoreferencia cuanto menos profesionales cumplan esta labor deorientacin y homogeneizacin, son hoy productos codicia-dos, y por tanto vendibles, que han empezado a dar el saltode la mesa del editor a la estantera de la librera y que, unavez se han exhibido, han pasado a convertirse en un reflejo dela imagen que un sello editorial quiere dar. Veremos ahora dequ forma ese deseo de vender imagen a travs de los librosde estilo ha pervertido su esencia.

    3.9. La repercusin de la mercantilizacin del sectoreditorial en la idiosincrasia de los libros de estiloactuales

    Decamos en apartados anteriores que las obras de estiloeditorial de uso interno persiguen sustancialmente cuatrofines:

    1) Guiar el trabajo de autores/traductores y colaborado-res editoriales.

    2) Lograr la mayor unidad de criterio posible en lasobras publicadas.

    3) Dar solucin a las dudas de escritura o terminologams comunes.

    4) Optimizar con ello el trabajo de todos los que in-tervienen en la gnesis, revisin y edicin de unescrito.

    En este sentido, un ejemplo paradigmtico de lo que hande ser unas normas de trabajo editorial para cumplir con sufuncin lo constituyen las Normas para correctores y com-

    positores tipogrficos encargadas para uso de Espasa-Calpe yfinalmente publicadas por la propia empresa en 1959. Comoreza su introduccin.

    La Editorial Espasa-Calpe encarg a uno de sus correctores[Jos Fernndez Castillo] que presentara una propuestacon objeto de procurar unificar criterios respecto al usode maysculas y minsculas, as como de la cursiva ylas comillas, ya que, por no existir reglas generalmenteaceptadas y precisas que comprendan la gran variedad decasos que pueden presentarse y se presentan, cada compo-sitor y cada corrector se ve obligado a resolverlos, conla mejor voluntad, con arreglo a su criterio, no siemprecoincidente con el de los dems, lo que obliga despus ahacer gran nmero de correcciones con el fin de conseguirla debida uniformidad, con la consiguiente prdida detiempo.

    El operario encargado de confeccionar la propuestase limit a presentar una lista, por orden alfabtico, deaquellas palabras que, segn su experiencia, solan darlugar a dudas, con el objeto de que los dems correctorespresentaran las modificaciones que estimaran oportunas.Estos, a su vez, presentaron un pliego de enmiendas y adi-ciones, al cual contest el autor de la propuesta con unarplica.

    Finalmente, el seor [Julio] Casares, requerido por

    Espasa-Calpe para intervenir en el litigio, accedi ama-blemente al requerimiento, y despus de leer la argu-mentacin y razonamientos de ambas partes, dio su opi-nin a ttulo puramente personal. El resultado ha sido untrabajo que esta Editorial ha credo oportuno dar a la luzpblica por entender que desborda los lmites propuestos,ya que trata de pequeos problemas relacionados con lacorreccin tipogrfica que pueden interesar a cuantos sededican a este menester.

    Lo ms curioso de esta obrita es que mantiene la estruc-tura del suculento debate que le dio origen: Propuesta,Pliego de enmiendas y adiciones, Rplica al Pliegode enmiendas y adiciones y Dictamen. Este debateno se ha perdido en crculos de intelectuales y especia-listas de cierta altura; sigue presente incluso en las listasprofesionales de Internet sobre correccin, edicin y lin-gstica. Lo que s ha desaparecido entre los responsableseditoriales es la preocupacin por el buen hacer y el deseode extender su alcance mas all de las propias paredes queilustra la carta que el director de Espasa-Calpe adjunt alos diversos ejemplares de estas Normas enviados a otraseditoriales espaolas competidoras suyas. En esa carta sedice:

    [...] estimamos que han de ser de gran inters para usode correctores y compositores en nuestra Editorial, y nosha parecido que podran serlo tambin para las dems

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    editoriales, imprentas y tipgrafos en general, por lo quenos hemos decidido a publicarlos en un libro, el cual noses muy grato enviar a ustedes adjunto, con el buen deseode que les sea de utilidad [...]. Cualquier sugerencia queustedes deseen aportar ser bien recibida por nuestroscorrectores y por nosotros.

    Si alguno de los actuales directores editoriales, imitandoel generoso gesto del de Espasa-Calpe, tuviera el atrevimientode enviar sus normas de estilo a otras editoriales e inclusoa expertos en materia de edicin, invitndoles a expresarsu opinin sobre ellas, lo ms probable es que le llovieranlas crticas. Desde el momento en que ya no quedaron en laseditoriales tcnicos y especialistas capaces de elaborar unbuen libro de estilo menos an de merecer la opinin deasesores de la talla de Casares esta tarea recay en manosde editores de mesa inexpertos o de directores editoriales quevieron en este tipo de obras una forma de destacarse, de darrienda suelta a una creatividad (sobre todo ortotipogrfica) tandesbordante como desconcertante. De resultas de esta actitudde clara ignorancia, combinada con un esnobismo irrefrenable,han llegado a manos de autores, traductores y colaboradoresnuevas normas cargadas de usos extranjeristas, de recomen-daciones disparatadas y de contravenciones gratuitas a ciertosestndares de grafa cientfica, normas lingsticas y usosortotipogrficos bien asentados y que no requeran reforma nialternativa alguna.

    De estos males no se salvan siquiera las editoriales biom-dicas. En una carta enviada en 1996 por Fernando Navarro a

    la seccin Cartas al director de la revista Medicina Clnica, titulada Correccin de estilo y tica del proceso editorial,aun alabando la habitual calidad editorial de esta publicacinse critican algunos criterios presentes en su libro de estilo, as como su aplicacin de forma mecnica y sistemtica incon-gruente incluso en algunos casos por parte los correctoresde la casa. Particularmente grave y poco tico y le damosla razn en ello le pareca a Navarro el hecho de que loscorrectores de la casa hicieran prevalecer esos criterios (susti-tuyendo ciertos trminos, en este caso) por encima de los ex-presados por el autor, perfectamente vlidos tambin y adop-tados de manera uniforme en todo su artculo; en palabras delpropio Fernando Navarro: Por ltimo, y esto es lo ms grave,tales sustituciones se hicieron despus de que el autor hubieracorregido ya las galeradas, en las que, al igual que en el textooriginal, las palabrasantirretrovrico y bloqueante aparecanas escritas en todas las ocasiones. A nuestro modo de ver,no obstante, el problema tiene otra dimensin: no radica tantoen la falta de respeto que pueda haber mostrado un correctora la integridad del texto de un autor como en las condicionessociolaborales en las que suele trabajar hoy el corrector, en suscarencias formativas y sobre todo en la excesiva trascen-dencia que se da en muchas editoriales al libro de estilo, comomaterializacin de un marchamo propio.

    Un libro de estilo es fundamentalmente una herramienta

    de ayuda y orientacin del trabajo editorial y un instrumen-to de uniformacin. Pero puede tambin entenderse como unaforma peculiar y distinguida de hacer las cosas. Si se sobredi-

    mensiona esta faceta, el afn de distincin fagocitar todas susotras virtudes, y de este modo todos sus dictmenes, acertadoso no, se acabarn imponiendo como criterios incuestionables,se revelen absurdos o acertados. Justo lo contrario, en definiti-va, de lo que mostraba de forma ejemplar el debate recogido enlas normas que encargara Espasa-Calpe hace ms de cuarentay cinco aos.

    4. El delicado equilibrio entre lo viejo y lo nuevo: apuntespara recuperar y asentar la calidad en la edicin sinmorir en el intento

    Como sealaba Martnez de Sousa en una de las citasque encabezan este artculo, el panorama es desolador. A esadesolacin se aade la certeza de que muchos de los cambiosestructurales que hemos apuntado en estas pginas son yairreversibles. Desengamonos: mientras el ritmo de la edicinsiga marcado mayoritariamente por una lgica financiera, lascosas no volvern a hacerse con pausa; las viejas editorialesde prestigio engullidas por la vorgine del mercantilismo exa-cerbado no renacern de sus cenizas; las plantillas editorialesobligadas a una autonomizacin forzosa no regresarn a suspuestos de trabajo.

    Cul es el futuro, pues? Qu esperanza de vida tienela calidad en la letra impresa? Sin duda depender de quetanto los editores vocacionales que mantienen su indepen-dencia como los directivos ms avispados de las grandescompaas tomen conciencia de que preservar ciertos pasosy procederes tradicionales puede serles muy beneficioso.En definitiva: de que comprueben que la calidad puede

    vender y competir, que genera prestigio y cuesta poco. Sise encuentran frmulas que combinen sabiamente la apli-cacin de procesos de control de calidad con las ventajasque ofrecen la actual tecnologa y los nuevos modelos deedicin, produccin, explotacin de derechos y promocin(herramientas de traduccin asistida, de correccin digitaly de edicin de sobremesa, la publicacin electrnica, laimpresin por encargo, las nuevas frmulas decopyright... ),sin duda se obtendrn resultados muy fructferos desde unpunto de vista intelectual y cultural, y econmicamenteasumibles.

    Pero desvelar el secreto de esa panacea es trabajo de otros.Baste aqu con apuntar los ingredientes de la receta milagrosaque conciernen a la calidad del texto y que no son otros quelos que siempre la han garantizado: buenos profesionales, biendirigidos y coordinados, y herramientas de trabajo que au-menten su eficacia. Para adaptar estos elementos a los nuevostiempos bastara con hacer hincapi en dos aspectos de la edi-cin que suelen pasarse por alto: la planificacin y la gestin.Con ambos como premisa, cualquier editorial puede moldearproyectos que combinen eficacia, productividad y excelencia,segn estas pautas:

    1) Mantener en las plantillas editoriales a los profesio-nales ms imprescindibles: aquellos que se ocupan

    de seleccionar las obras, de establecer planes edito-riales y de dirigir y controlar su ejecucin, y hacerque trabajen de manera conjunta y coordinada.

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    2) Desarrollar y aplicar mecanismos de seleccin depersonal colaborador.

    3) Poner el acento en las fases iniciales de evaluacinde un texto, a fin de establecer un proyecto de edi-cin (procesos y normas de trabajo) adecuado a lascaractersticas de cada obra, que permita reducir lastareas a las puramente necesarias y minimizar as loscostes y los plazos de realizacin.

    4) Calibrar con detenimiento el tiempo necesario paraproducir una obra y establecer un calendario de edi-cin pormenorizado y factible.

    5) Crear, dirigir y supervisar equipos externos de edi-cin especficos para cada obra, coleccin o publi-cacin, dotados del apoyo logstico, las herramientasde trabajo y los medios econmicos (acordes a sulabor y a su cualificacin) que precisen para rea-lizar su trabajo en condiciones y comprometerlos(contractualmente si es preciso) con los objetivostrazados en el plan de edicin de la obra.

    6) Calcular un presupuesto que contemple un margenpara cubrir incidencias.

    7) Utilizar y poner al alcance de los colaboradorestodas las herramientas de consulta y de trabajo quepermitan acelerar y rentabilizar el trabajo y optimi-zar sus resultados.

    8) Fomentar, a travs de los gremios, la formacin con-tinuada de los profesionales de la edicin, externos ointernos.

    En definitiva, se trata simplemente de hacer que de nuevoel buen estilo, la eficacia, la excelencia y el prestigio guen lalabor de un editor que persigue la calidad en sus productos. Ysi con el seguimiento de estas pautas el editor pudiera obtenerno slo textos bien editados, sino tambin una certificacinoficial de calidad que imprimiera un sello de garanta a susproductos, sin duda sera este el espaldarazo definitivo paraque las buenas prcticas regresaran a la industria editorial yse asentaran definitivamente. Pero, por desgracia, la tarea decrear una norma y un sello de calidad para la edicin de textosatae slo a organismos internacionales de normalizacin ycertificacin, y su materializacin nicamente depende de lospropios interesados: gremios y federaciones de gremios deeditores.

    Quede ah como propuesta la idea de una certificacin decalidad editorial y valga como modelo la futura norma europeade calidad para los servicios de traduccin impulsada por laEUATC (European Union of Associations of Translation Com-panies/Asociacin Europea de Empresas de Traduccin) y aus-piciada por el CEN (Comit Europen de Normalisation/ComitEuropeo de Normalizacin), que ver la luz el prximo ao.

    Notaa Como eco de esta reflexin, de la lista de distribucin sobre co-

    rreccin y edicin Editexto, albergada en RedIris, surgi un Ma-nifiesto de los Correctores de Espaol que puede calificarse caside llamamiento de auxilio en defensa de la lengua espaola y de la

    actividad de este gremio, y que sigue sumando adhesiones en LaPgina del Idioma Espaol: .

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