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Comienza a normalizarse el creciente grado de poli- tización social. Éste se manifiesta no sólo en el aumento de la participación en acciones colectivas, en el carácter político de sus contenidos, en la recons- trucción del debate público sobre nueva agenda polí- tica, sino también en las urnas (como pusieron de manifiesto las elecciones europeas de 2014). Unos han saludado este cambio de conducta política mien- tras que otros andan preocupados por la alteración del orden que ello podría suponer. Lo cierto, y lo evi- dente, es que en los últimos meses, y al calor de los resultados electorales de las elecciones al parlamento europeo, las percepciones sobre la política han cam- biado y todos los actores reparan en ese hecho procu- rando dotarse de instrumentos para afrontar futuras convulsiones en el orden social vigente emanado de la llamada transición, cuyo cuestionamiento ha sobrepasado el ámbito de la minúscula izquierda extraparlamentaria para adentrarse en territorios hasta ahora vetados de la opinión pública y el senti- do común. Una de las claves que podrían ayudarnos a encua- drar este cambio de actitud de la ciudadanía es el tránsito de una Conturbación Social Endógena (Déniz, 2014) 1 a una Conturbación Social Expresa, consistiendo lo determinante del hecho en descubrir las claves del tránsito. Son diversos los factores que han contribuido a esta novedosa situación que comienza a bautizarse como el fenómeno Podemos. Pero es quizás su dimensión estatal y el enorme eco mediático lo que llama más poderosamente la aten- ción: el contagio y propagación de la necesidad repentina de expresar políticamente el descontento y malestar generalizado, que ha sorprendido a sus pro- pios inspiradores y, por supuesto, a sus oponentes. Eso es a nuestro juicio lo verdaderamente novedoso de esta irrupción, porque situaciones parecidas se han dado en otros ámbitos locales, en otros espacios, otros tiempos y con otros actores, pero orientados en un mismo sentido: la reconstrucción de un espacio político crítico y alternativo que redefina, entre otras cosas, el modelo de Estado. Es el caso de Alternativa Sí se puede por Tenerife (actualmente Sí se puede), una organización socio- política de ámbito canario gestada en 2006 que surge de la confluencia de pequeñas organizaciones de la izquierda canaria, del ecologismo político y del acti- vismo social que coinciden en las grandes luchas tinerfeñas del comienzo del milenio. A continuación desglosamos las claves del surgimiento de esta orga- nización, que tiene en el municipalismo uno de sus parámetros básicos, para entender lo que impulsó la recuperación del sentir crítico ciudadano, convirtién- dose en una referencia ideológica y política en Canarias. El objetivo de las tres ‘erres’: redistribución, rehabi- litación y regeneración) Ya en Lanzarote se había iniciado el camino hacia la recuperación y construcción de un espacio de izquierdas similar al que Sí se puede pretendió poco después. Allí, el desmoronamiento de los criterios de legitimidad del modelo Construcción-Turismo- Instituciones, alertó a todos los canarios de lo que iba a suceder en el resto del País, un fenómeno que des- pués resultó extendido al conjunto del Estado. Para entender la conformación de este espacio político alternativo en las Islas, es necesario indicar que, en los territorios donde se ha planteado alguna vez la resolución de la contradicción nacional, donde ha habido fuertes reclamaciones nacionalistas de 1 Por Conturbación Social Endógena entendemos un descontento generalizado poco explícito, que no se expresa de manera total, ni siguiendo los canales institucionales al uso, sino que busca salidas a su energía potencial, a veces de manera desesperada, a veces de forma colectiva, a veces individual, o del clan, pero siempre de forma disruptiva, brusca, repentina, con altas dosis de impredecibilidad y de difícil canalización. El escenario de esta Conturbación Social Endógena se desarrolla normalmente en ámbitos cercanos a lo privado, aunque a veces pisa la arena de lo público, y en rarísimas ocasiones el ámbito político. Déniz, F.; Escrache y legitimidad. En Betiko Fundazioa, fundacionbetiko.org. 22, Abril 2014, p. 12. ISBN: 1885-477X YOUKALI, 17 página 10 MUNICIPALISMO SÍ SE PUEDE. Y SE DEBE por Francisco Déniz

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Comienza a normalizarse el creciente grado de poli-tización social. Éste se manifiesta no sólo en elaumento de la participación en acciones colectivas,en el carácter político de sus contenidos, en la recons-trucción del debate público sobre nueva agenda polí-tica, sino también en las urnas (como pusieron demanifiesto las elecciones europeas de 2014). Unoshan saludado este cambio de conducta política mien-tras que otros andan preocupados por la alteracióndel orden que ello podría suponer. Lo cierto, y lo evi-dente, es que en los últimos meses, y al calor de losresultados electorales de las elecciones al parlamentoeuropeo, las percepciones sobre la política han cam-biado y todos los actores reparan en ese hecho procu-rando dotarse de instrumentos para afrontar futurasconvulsiones en el orden social vigente emanado dela llamada transición, cuyo cuestionamiento hasobrepasado el ámbito de la minúscula izquierdaextraparlamentaria para adentrarse en territorioshasta ahora vetados de la opinión pública y el senti-do común. Una de las claves que podrían ayudarnos a encua-drar este cambio de actitud de la ciudadanía es eltránsito de una Conturbación Social Endógena(Déniz, 2014)1 a una Conturbación Social Expresa,consistiendo lo determinante del hecho en descubrirlas claves del tránsito. Son diversos los factores quehan contribuido a esta novedosa situación quecomienza a bautizarse como el fenómeno Podemos.Pero es quizás su dimensión estatal y el enorme ecomediático lo que llama más poderosamente la aten-ción: el contagio y propagación de la necesidadrepentina de expresar políticamente el descontento ymalestar generalizado, que ha sorprendido a sus pro-pios inspiradores y, por supuesto, a sus oponentes.Eso es a nuestro juicio lo verdaderamente novedoso

de esta irrupción, porque situaciones parecidas sehan dado en otros ámbitos locales, en otros espacios,otros tiempos y con otros actores, pero orientados enun mismo sentido: la reconstrucción de un espaciopolítico crítico y alternativo que redefina, entre otrascosas, el modelo de Estado.

Es el caso de Alternativa Sí se puede por Tenerife(actualmente Sí se puede), una organización socio-política de ámbito canario gestada en 2006 que surgede la confluencia de pequeñas organizaciones de laizquierda canaria, del ecologismo político y del acti-vismo social que coinciden en las grandes luchastinerfeñas del comienzo del milenio. A continuacióndesglosamos las claves del surgimiento de esta orga-nización, que tiene en el municipalismo uno de susparámetros básicos, para entender lo que impulsó larecuperación del sentir crítico ciudadano, convirtién-dose en una referencia ideológica y política enCanarias.

El objetivo de las tres ‘erres’: redistribución, rehabi-litación y regeneración)

Ya en Lanzarote se había iniciado el camino hacia larecuperación y construcción de un espacio deizquierdas similar al que Sí se puede pretendió pocodespués. Allí, el desmoronamiento de los criterios delegitimidad del modelo Construcción-Turismo-Instituciones, alertó a todos los canarios de lo que ibaa suceder en el resto del País, un fenómeno que des-pués resultó extendido al conjunto del Estado.

Para entender la conformación de este espaciopolítico alternativo en las Islas, es necesario indicarque, en los territorios donde se ha planteado algunavez la resolución de la contradicción nacional, dondeha habido fuertes reclamaciones nacionalistas de

1 Por Conturbación Social Endógena entendemos un descontento generalizado poco explícito, que no se expresa de manera total,ni siguiendo los canales institucionales al uso, sino que busca salidas a su energía potencial, a veces de manera desesperada, aveces de forma colectiva, a veces individual, o del clan, pero siempre de forma disruptiva, brusca, repentina, con altas dosisde impredecibilidad y de difícil canalización. El escenario de esta Conturbación Social Endógena se desarrolla normalmenteen ámbitos cercanos a lo privado, aunque a veces pisa la arena de lo público, y en rarísimas ocasiones el ámbito político. Déniz,F.; Escrache y legitimidad. En Betiko Fundazioa, fundacionbetiko.org. 22, Abril 2014, p. 12.IS

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diverso grado, siempre ha existido una significativaimplantación de la izquierda soberanista. EnCanarias siempre ha tenido mucha raigambre esteespacio político y mucha gente se reclama de él. Estecomponente está muy presente en los inicios del pro-yecto. Además de la izquierda soberanista, formanparte inicial del proyecto el ecologismo político muyactivo en el Archipiélago, así como personas indigna-das de todo tipo (antes de que se popularizara esteconcepto para referirse a gente con una motivaciónpolítica concreta). También se incorporan otras per-sonas desencantadas de la socialdemocracia, activis-tas de movimientos vecinales, sectores juveniles muyactivos en sus municipios, dando cuerpo a la organi-zación.

La clave que explica la confluencia de los sectorescitados en Sí se puede en Tenerife en el año 2007 seencuentra en el resultado lógico de las intensas, sos-tenidas y masivas movilizaciones acontecidas en laIsla desde el comienzo del milenio. El ciclo de movi-lizaciones se inició en apoyo al pueblo de Vilaflorcontra la instalación de torres de alta tensión en esemunicipio, y desembocó en las luchas contra unpuerto industrial en el litoral de Granadilla, pasandopor un cuestionamiento profundo de los planesgenerales de ordenación del territorio y de las políti-cas antipopulares de la época de la burbuja inmobi-liaria anterior a la crisis. Todas estas experiencias cur-tieron a un sector significativo y muy activo de la ciu-dadanía que construyó nuevas estructuras de partici-pación y nuevos contenidos para la protesta (Déniz,2006). Cuando ese ciclo iba llegando a la curvaturaque marcaba su cenit, un grupo de personas vincula-das a organizaciones del movimiento social observa-ron la oportunidad y la necesidad de dar una salidapolítica a la demanda ciudadana.

Pero no era sencillo: el temor a una nueva edicióndel enésimo fracaso de la reorganización de lasizquierdas impuso el respeto escrupuloso a la deci-sión de las asambleas como metodología básica, y unacuerdo entre sus fundadores para funcionarmediante consensos sin forzar decisiones mientrasno hubiera acuerdos claros. De ahí que el carácterprofundamente asambleario fuera determinantepara la supervivencia del proyecto que hoy cuentacon veinte concejales y una alcaldía en Buenavista delNorte.

En realidad, los objetivos explícitos del proyectono eran transformar profundamente la sociedad. Setrataba, nada más y nada menos, de levantar unosmínimos democráticos deteriorados tras el paso delhuracán neoliberal. Por eso Sí se puede hablaba de la

Redistribución de la riqueza y los recursos, laRehabilitación del territorio y el cuerpo social, y laRegeneración de la Democracia y la vida política2.Con ese esquema para la acción comenzó su anda-dura.

Recuperar y construir anclajes sociales

Mientras que algunos diagnosticaban la falta deanclajes sociales como algo físico, otros, además,entendían que el discurso de la izquierda llevabamucho tiempo a la deriva, y también necesitaba denuevos anclajes teóricos en las propuestas y, sobretodo, en el diagnóstico de la situación. Por lo tanto,desde este punto de vista, y con el objetivo de poneren pie el espacio político izquierdista absolutamentedeteriorado, la reconstrucción del discurso ha sidoun elemento clave.

Todos los análisis que hacía esta incipiente forma-ción política dictaminaba la falta de anclajes socialesreales de los grupos de izquierda. Se concluía en ladebilidad de los núcleos tradicionales del movimien-to obrero y sus aledaños, así como en la escasa cohe-sión y significación social de los existentes, lo quedebilitaba profundamente las expectativas, no sólode crecimiento electoral sino, también, de legitima-ción social. La fuerte presencia en Canarias de losgrupos nacionalistas liberales y liberal-conservado-res en significativos ámbitos sociales fue tenida encuenta para diseñar una estrategia de implantaciónsocial perdida. Recuperar los anclajes, insertándose,o creando nuevos núcleos proclives a las nuevasideas era entonces, y lo es aún, una tarea prioritaria.Por ello, en esa fase anterior al inicio ‘oficial’ de la cri-sis, con un bagaje considerable en los movimientossociales, y al final del ciclo álgido de movilizaciones,se plantea, como no podía ser de otra manera, la tesi-tura de asaltar las instituciones convirtiendo enopción electoral toda la energía acumulada. En efec-to, eran muchas las presiones del sector movilizadopara que se diera este paso, pero partiendo de un res-peto escrupuloso al discurso que se había ido articu-lando y a las reivindicaciones que habían alentadoese ciclo de movilizaciones. Reivindicaciones con unmarcado acento local y territorial, por lo que no fuecasualidad que en el primer párrafo de su primerCongreso se leyera:

Sí se Puede: un proyecto que se construye de abajohacia arriba en las ideas y en el territorio. Debemosenfatizar el carácter municipalista de izquierdas denuestro proyecto; la necesaria articulación comarcal;

2 Alternativa Sí se puede por Tenerife; Construyendo el programa. Propuesta de bases programáticas. Tenerife, Mayo, 2006.

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la concepción de la Isla como un sistema autónomo;la visión de Canarias como una comunidad unida ydiversa; […]3

Para hacer realidad esa idea, los comités debían darrespuesta a los problemas locales y a las demandasciudadanas reales, no desde las abstracciones de unfuturo mejor, sino desde las alternativas concretas alos problemas particulares. Quizás, debido a ese celopor no separarse de la población, no se observó que,a partir de un momento determinado, el debate polí-tico comenzaba a discurrir por otros derroteros. Undebate que organizaciones como la que nos ocupacoadyuvaron a implementar a través de todo el teji-do social: la crítica profunda del sistema actual y susinstituciones se expandió, entre otros, gracias a pro-yectos como Sí se puede.

Uno de los aciertos de esta organización y de losmovimientos sociales desarrollados en la Isla duran-te la primera década del siglo, y que ha sido recogi-do posteriormente por otros, fue ponerle nombre yapellidos a los destinatarios de las protestas (Rivas,1998, 208)4. Así, el concepto capitalismo, tan denosta-do por añejo, cobraba vida y se renovaba ante lagente. En la creación de ese nuevo marco para laacción colectiva, esa fue una tarea clave que explica,entre otras cosas, la sensación de acoso y posteriordesconcierto de algunos dirigentes de la casta políti-co-empresarial canaria.

Otra premisa básica para construir nuevos ancla-jes sociales fue la firme decisión de abandonar elexclusivismo de los círculos izquierdistas o una ver-sión colonial y adaptada de la Gauche Divine, diversi-ficando y ampliando el público destinatario de suoferta política. Convencidos de que su resonancia –ono– en la mayoría sociológica es la que evaluaría elacierto y la justeza de sus análisis y propuestas, deci-dieron dejar de hablarle únicamente a los ya conven-cidos de sus credos. Buscaron otros criterios para lacohesión social, liberaron otras zonas del electorado ydel debate, y se mimetizaron con algunos barrios ypueblos, convencidos de que la comunidad puede lle-gar a ser en sí misma un valor contra el capitalismo.

En ese postulado no sólo influyó la convicciónradicalmente democrática, pues se insistía en que “larealidad local es la que facilita una democracia de base ver-dadera”, sino también el peso en esta formación delmovimiento ecologista y de defensa del territorio,pues a la vez se indicaba que:

“[…] debido al cenit de los combustibles fósiles[…] será el ámbito local […] sobre el que debere-mos reconstruir sistemas socioeconómicos autó-nomos y coherentes.”5

El discurso

Por otro lado, la redefinición del proyecto pasaba,necesariamente, por una adecuación del discurso alnuevo diagnóstico de la situación. El contacto con lasorganizaciones ciudadanas y la emergencia de nue-vos actores daba al activismo político claves relevan-tes para construir un nuevo tono discursivo. Entreotras cosas, la apropiación del discurso movimientis-ta por el poder político, en sus distintas versionessocialdemócrata, populista conservadora y naciona-lista liberal, imponía una redefinición del mismodesde nuevas bases. Tanto el nacionalismo, el femi-nismo, el ecologismo, como el tan manido conceptode políticas sociales, emblema de la izquierda histó-rica, han sido reelaborados por el neoliberalismodominante durante las últimas décadas. Algunosizquierdistas pugnaron durante mucho tiempointentando convencer al ciudadano de que ese era undiscurso de la izquierda, sin darse cuenta de que losdiscursos son construcciones sociales mediatizadassistemáticamente por el ejercicio de las prácticas, laactividad de los oponentes, la realidad cambiante yla evaluación resultante de un poderoso sentidocomún. Cuando el discurso de la oposición es mime-tizado, engullido y desfigurado por el poder, noqueda otro remedio que actualizarlo desde nuevasbases, nuevas metodologías, reconsiderando susobjetivos. Empeñarse en demostrar la certificación depropiedad del discurso es, no sólo irreal, sino pro-fundamente improductivo de cara a conseguir recu-perar una posición perdida. Eso le ha pasado facturaa una izquierda que ha perdido mucho tiempo enintentar acreditar su patente en el registro de la pro-piedad de los discursos; sin darse cuenta que una vezalcanzan visibilidad en la opinión pública, los discur-sos y las claves interpretativas y las propuestas sonherramientas en manos de los agentes sociales quepugnan por construir una posibilidad política. Nadiees dueño del discurso político: éste es un procesoconstruido en una dura contingencia que consiste enver quién orienta su resultado, qué es lo que quedaen el sentido común. Por lo tanto, en los ámbitos ide-ológicos citados, no cabe duda de que el neoliberalis-

3 1º Congreso de Alternativa Sí se puede por Tenerife. Noviembre de 2008.4 Rivas, A.; “El análisis de marcos”. En Ibarra, P. y Tejerina, B.; Los movimientos sociales. Transformaciones políticas y cambio cultural.

Trotta, Madrid, 1998.5 1º Congreso… Obra citada.IS

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mo ha sabido ocupar progresivamente ese espacio yreorientarlo hacia sus propuestas políticas y actua-ciones. Entonces, la necesidad de reorientarlo en unsentido progresista pasa por reinventarlo de nuevo.Y esa carencia de aportar algo nuevo al debate ciuda-dano es uno los problemas en que la izquierda haestado sumida durante largo tiempo, y que ahoraparece que comienza a resolver con acierto impul-sando nuevas propuestas.

Esa obsesión por conectar con la ciudadanía, unaciudadanía canaria profundamente despolitizada eincapaz de ubicarse en los discursos y en las prácticaspolíticas, llevó a Sí se puede a emprender estrategiaspara la cualificación de su discurso opositor.Se haceentonces un esfuerzo considerable por abandonar el‘consignismo’ y los argumentos estereotipados queexplicaban ya pocas cosas. Otra realidad, otromomento, demandaba otras formas y otros significa-dos (Déniz, 2006). Conectar con la gente debía supo-ner, al menos, hablar de lo que lo que a la gente lepreocupaba, y no de lo que la organización creía quea la gente debía de preocuparle. En ese contexto, lamoderación en las formas y la radicalidad en los con-tenidos se convirtieron en un dogma para las inter-venciones públicas del colectivo6; lo cual se revelócomo una estrategia acertada dada las característicasde la población.

La participación

En ese logro no cabe duda de que darle la palabra alpueblo ha sido clave. Poner en valor el enorme poten-cial ciudadano para discernir de qué manera se fabri-ca una sociedad más democrática, tiene en la partici-pación su clave principal, pues es ahí donde se des-atan todas las energías creativas y movilizadoras,únicas capaces de reformar los sistemas políticoscuestionando muchas inercias de los partidos clási-cos, para situarlas en un camino que, si bien no esirreversible, augura un largo y prometedor recorrido.Es ni más ni menos que el derecho y el deber de par-ticipar. Y de ahí al derecho a decidir no hay sino unpunto y seguido del mismo párrafo, pues es su con-secuencia más lógica desde una perspectiva demo-crática radical; es decir, desde la perspectiva demo-crática.

Desde los foros mundiales contra la globaliza-ción, hasta las asambleas abiertas en los barrios o enlas diferentes dinámicas sociales, laborales y vecina-les, no hay sino uno cuantos años en que se ha pro-

ducido el contagio a casi toda la izquierda del plane-ta, posibilitando que su argumentario se modifiqueen atención, no sólo a un proceso de autocrítica, sinotambién debido al empuje ciudadano en un contextopolítico y económico caótico y, además, diferente.Ello ha abundado en el cuestionamiento clásico ydicotómico de izquierdas y derechas, para presentaral pueblo o ciudadanía como sujeto, modificandoentonces el cometido clásico de los partidos clásicosde izquierdas.

“El hecho de que esto sea así viene explicado por-que las condiciones sociales sobre las que se asen-taba el partido moderno, y su interpretación de lahistoria, han sido transformadas. La unidad declase, y el partido como guía y portador de la ver-dad, sólo existe de manera residual. La heteroge-neidad social lo es también política, de ahí que larepresentación del mundo sea plural. Ha caduca-do la pretensión clásica de representar al conjun-to de las clases sociales subalternas (Garí, 2014).7

Y en este nuevo escenario de oportunidades ya nadiequiere ser miembro de una comparsa. La gente quie-re discutir y decidir, lo que parece ser una tendenciairreversible en esta fase postmoderna. El mismoargumentario a favor de la autodeterminación de lospueblos se está reduciendo al derecho a decidir, pueses un argumento difícilmente rebatible desde la pers-pectiva democrática. El modelo energético, presu-puestario, de ordenación del territorio, etc. son sóloejemplos de objetivos en esta recién inauguradadinámica de construcción del estado democrático.Así pues, si no estamos llegando al fin del modelo derepresentatividad más clásico, desde luego que ésteestá seriamente dañado. Una nueva forma de serjoven y una adultez víctima de los recortes y el neoli-beralismo ramplón, consciente políticamente de loque sucede, no quiere ser representada, quiere deci-dir y ejecutar. No sabemos si estamos ante un nuevosujeto histórico pero, desde luego, la irrupción dediferentes fenómenos participativos autónomosconstruye una nueva visión del sujeto de cambio.

La visibilidad

El carácter artesano y limitado alcance de la prensaalternativa y el ninguneo de los grandes medios debi-do a una gran variedad de sesgos en el tratamientode los movimientos sociales8, ha sido uno de losmayores lastres en la difusión de los proyectos políti-

6 2º Congreso de Sí se puede: Ponencia de estrategia. Una táctica y estrategia canelas. Buenavista, 2012, p. 9.7 Garí, D.; “Sí se puede, podemos, y la política en la era postmoderna”. www.alternativasisepuede.org, julio, 2014.8 La información transmitida por los medios sobre los movimientos sociales padece claros condicionantes de tipo profesional, IS

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cos alternativos. A su vez, la importancia creciente delos medios de comunicación en la conformación delas identidades, el sentido común y la opinión públi-ca constituyen un obstáculo casi insalvable para for-maciones que ansían entrar en el debate ciudadano yllegar a las máximas audiencias partiendo de méto-dos rudimentarios y sin presencia alguna en losmedios de referencia. Quizás un desconocimiento dela obra de Gramsci, quizás el desánimo que producela omnipresencia de los grandes grupos de podernucleados en torno a los grandes aparatos comunica-tivos, quizás todo mezclado, lo cierto es que la preo-cupación por asaltar el mundo de los noticiarios, lastertulias y las ondas sólo era tratado de manera oca-sional, como hecho extraordinario y bajo el miedo alestigma de la espectacularización de algunas accio-nes políticas. En cualquier caso, la batalla final por elasalto a los titulares informativos comenzaba a versecomo tarea prioritaria sin menoscabo de estar con-vencidos de la cantidad de obstáculos a superar. Eranconscientes de ello, además, porque poseían la con-vicción de que lo fundamental de los discursos no seencontraba sólo en su argumentación (históricamen-te estereotipada en exceso, rígida, y llena de tics pan-fletarios) sino en su formato y visualización.

No obstante, la presencia prominente de profesio-nales del periodismo en esta formación y algunasexperiencias anteriores muy interesantes de los gru-pos nacionalistas que participaron en la fundación dela misma, coadyuvaron a que la organización lenta-mente fuera ocupándose profusamente de esta cues-tión. Convencidos de que “somos lo que comunica-mos”, crearon un gabinete de comunicación que con-templara la frescura del discurso y las ideas, y adop-tara nuevos criterios en la forma de comunicar lapolítica. También crearon un grupo de creativos quetuvo grandes aciertos en algunas escenificaciones dela propaganda política. También, y como no podíaser de otra manera, se enfatizó el uso prioritario delas nuevas tecnologías. La página web fue y es uninstrumento esencial, pero también las redes sociales,inundadas con opiniones, llamamientos y controver-sias de toda la militancia.

Sin embargo puede decirse que el saldo no hasido del todo positivo en este aspecto, al menos en loque se refiere a romper el cerco impuesto en los gran-

des medios y en los grandes escenarios del debatepolítico. Quizás, el que Sí se puede no tenga todavíapresencia en el Parlamento de Canarias pesa en losmedios a la hora de conceder espacios, quizás loscitados sesgos que los rigen impongan un veto a ladisidencia, quizás un poco de todo lo anterior; el casoes que sólo se logra entrar con relativo éxito en lasnoticias locales de los diarios impresos y digitales. Yello fue debido al logro de las primeras actas de con-cejales: a partir de ese momento, de manera casi sis-temática ocupan una o dos noticias diarias.

Que Sí se puede dio importancia a la comunicaciónlo demuestra el hecho de que, incluso se organizancharlas y seminarios al respecto para formar a comu-nicadores y activistas de los medios, haciendo hinca-pié en no cometer los errores comunicativos másusuales de los movimientos sociales9 (ya que, enparte, Sí se puede era y es la expresión política demuchos de ellos).

De la política a la Política

Si entonces se concibió como estrategia válida –y casicomo la única posible– la progresiva y lenta politiza-ción de las reivindicaciones locales y su cuidadosoencuadre en marcos más generales de acción colecti-va (Amplificación de Marcos), sucede que el desvela-miento del deterioro de los pilares básicos del Estadoincrementa la conciencia política ciudadana, abun-dando en el debate cotidiano y acelerando la toma deconciencia local, que se va orientando hacia lo global.Se convence la gente de que lo local y cotidiano es laexpresión de lo global, y empieza a asumir parte dela crítica anti-sistema con franca naturalidad o, por lomenos, otorgándole visos de racionalidad (cosa quelos más viejos del lugar no recordaban que sucedie-ra). Por consiguiente, la situación actual y su sujetoprincipal, la ciudadanía movilizada y hastiada,demanda otro estilo más agresivo, más combativo,más propio de una fase claramente de transiciónpolítica y, por supuesto, más Política (con mayúscu-las). ¿Quiere ello decir que el trabajo político local notiene ya sentido? En absoluto, lo que quiere decir esque éste, debe y puede, sin temor alguno, ir acompa-sado de un discurso que propugne un nuevo proce-so constituyente de Estado para construir otro mode-

comercial, y es objeto de todo tipo de presiones. Además, estas noticias suelen estar marcadas por una tendencia al sensacio-nalismo, lo excitante, el conflicto, los incidentes, y las anécdotas. Por otro lado, las noticias se exponen como si fueran inciden-tes aislados, sin profundizar nunca en sus causas y se prioriza a los líderes en detrimento de la temática y los contenidos delos movimientos.

9 Política de comunicación ausente, no planificada, descoordinada, difusa, sin mensajes claros, desenfocada, endogámica, nointegrada. En www.alasbarricadas.org, 2012 También, en mi opinión, sería un error la politización excesiva del mensaje. Ver tam-bién, Sabucedo, J. M., Rodríguez, M.; Los medios de comunicación de masas y conducta política. Biblioteca Nueva, PsicologíaUniversidad. Madrid, 2010.IS

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lo de convivencia. Esa al menos parece ser unademanda muy sentida por considerables y significa-tivos sectores de la población.

Entonces, a principios del 2000, al igual queahora, en Tenerife se respiraba una sensación inci-piente de que el modelo estaba agotado; de que lasdiferentes hegemonías del Archipiélago se agotabany que debían producirse alteraciones en el bloque depoder isleño. Pero en aquellos primeros momentoslas alternativas no podían perderse en el futuro, lagente las necesitaba para ¡ya! No servían ni debíanestilarse más las promesas de un futuro por fases. Lagente comenzaba a solicitar que se saltasen las etapasprevias del futuro prometido. Y Sí se puede intuyóprematuramente la posibilidad de exigir la aperturade un nuevo proceso constituyente, de ahí que tuvie-ran que radicalizar el discurso, pues la gente movili-zada lo exigía. No era un invento del partido ni elfruto de un programa elaborado a puerta cerrada.Todo lo contrario, el programa se escribía según loque las asambleas y movilizaciones ciudadanas ibandictando. Eran, en gran medida, las OportunidadesPolíticas las que provocaron aquella ola. Pero agobia-dos por la carencia de anclajes sociales y bases sufi-cientes que respaldaran una nueva transición, Sí sepuede decidió comenzar por el trabajo duro y de baseen los municipios, ampliando el punto de mira nosolo a los sectores movilizados y a los intelectuales declase media sino, también, a otros sectores, tanto delpequeño empresariado (pequeño comercio) como desectores subalternos muy alejados de las esferas delpoder (campesinado pobre, víctimas de expropiacio-nes de suelo agrícola, mujeres despedidas en preca-rio, etc.). Hoy, parece que ese trabajo en lo local debey puede presentarse como una dimensión de unatarea global. Casi una década más tarde, en ésas seencuentra la organización.

Otro hallazgo importante en ese proceso de bús-queda referido fueron las personas como sustento dela unidad de las izquierdas. Ya sea por su carácter

asambleario, ya por el convencimiento de que lasopiniones personales no siempre coinciden con lasde sus partidos; o, en fin, porque las siglas no podíansuplantar a las mayorías, lo cierto es que Sí se puedeentendió, también prematuramente, que la unidadde las izquierdas, más que juntando siglas, debeconstruirse juntando personas que respalden esosproyectos. Por eso recorrió y recorre la accidentadageografía canaria buscando personas y grupos con lacapacidad de aunar voluntades que den un vuelco almodelo dominante.

Otro tiempo

Hoy, las consecuencias de las circunstancias socioe-conómicas y, creemos que en cierta medida, el quemuchas plantillas de profesionales del periodismopadezcan directamente esta situación, ha producidouna mayor permeabilidad de los medios de comuni-cación hacia la disidencia política. Y, qué duda cabe,en la base de algunas respuestas políticas y electora-les se encuentra la enorme visibilidad que los discur-sos políticos disidentes y sus dirigentes tienen en sig-nificativos medios de comunicación. Bien para cono-cerlos un poco más, bien para vilipendiarlos, el casoes que comienzan a formar parte de la parrilla deopciones preferentes de los receptores. Es decir, elcontexto actual de crisis y de profundas desigualda-des y dramas que afectan a tantas personas y colecti-vos, ha producido una mayor democratización de lainformación política ciudadana, produciendo signifi-cativos cambios en buena parte de la opinión públicaque, en diverso grado, pasa a cuestionar el modelo deEstado. Como ya apuntamos en otro lugar:

Esta nueva situación de pobreza in extremis tieneen el suicidio asociado a la situación de empobre-cimiento (pérdida de empleo, de vivienda, sepa-ración de hogares, vuelta a los hogares paternosy/o maternos de familias enteras, etc.) y, sobretodo, al aumento de los intentos de suicido tam-bién asociados a dicha situación, su referenciamás simbólica, más dramática, más cruel. Sonestas imágenes, elevadas circunstancialmente a lacategoría de noticias principales en muchosmedios de comunicación relevantes, las que hanprovocado dos fenómenos en la población; en pri-mer lugar, ira y rabia que lleva a la paralización,al miedo y podríamos afirmar sin temor a equívo-cos, a un terror paralizante, un temor que se cro-nifica y que inmoviliza; y por otro lado, a unaindignación que ha llevado a muchas gentes afec-tadas y no afectadas a solidarizarse y a empren-der las acciones ya conocidas. Ambas sensacionesestán presentes en la sociedad.

La ola de protestas que ha conducido al Estadoespañol a un relativo ciclo álgido de movilizacio-nes ha propiciado también que muchas reivindi- IS

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Page 7: SÍ SE PUEDE. Y SE DEBE - Youkali · comienza a bautizarse como el fenómeno Podemos. Pero es quizás su dimensión estatal y el enorme eco mediático lo que llama más poderosamente

caciones sectoriales se sumen a la misma bajo elparaguas de la indignación generalizada.”(Déniz, 2014)

Pero, además, asistimos al retorno de la radicalidadde las formas, contradiciendo en parte lo aprobadoen el segundo congreso de Sí se puede. Hoy, el deterio-ro social y político y el descrédito tan enorme de lasinstituciones de la Transición, ha incidido en la vueltade la Política y legitima la radicalidad de las formasy de los contenidos.Sí se puede, por haberse constituido justo antes de lostiempos duros de la crisis, justo antes de la penetra-ción fuerte de la protesta social en el tejido del idea-rio social, quedó atrapada en los medios de comuni-cación en las secciones locales. Pero es desde ahídesde donde concibió su asalto a las portadas de losmedios, a las instituciones para, posteriormente asal-tar la Política con mayúsculas. En todo caso, nuevasoportunidades aparecen en el horizonte.

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