Ruinas

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Ruinas Hay momentos en la vida en los que todo parece estar perdido: el despido de un trabajo, la pérdida de un familiar o de un gran amor. Son momentos difíciles de entender; estamos tan inmersos en la destrucción total de nuestro mundo, que lo último que queremos es entender. Al principio, no creemos que esté pasando, el mundo pierde toda realidad y nos negamos a creer que sea verdad; cuando no hay más opción que aceptarlo, vienen las preguntas, una tras otra ¿por qué? ¿Qué hice mal?; y luego viene esa nociva creación de mundos hipotéticos y si no hubiera hecho esto… y si, de pronto… el silencio es cruel, la soledad también, y la mente inquieta busca mantenerse ocupada. Pasan los días y ese vacío en el pecho no se va: nos despertamos en la madrugada a contemplar la oscuridad y recrear el pasado; deseamos con tal fuerza revivir nuestros días, que vemos rostros familiares en desconocidos, dibujamos siluetas ante algún lugar con historia o nos congelamos completamente ante algún olor. Y pasan los días, y eso es lo único que pasa, porque después de algún tiempo de tranquilidad, cualquier día nos despertamos como si fuera el primero después de la catástrofe, como si el tiempo, la distancia y el silencio no hubieran curado nada. Y estamos allí, en pleno huracán, pasmados viendo cómo el mundo se hace pedazos, y no sabemos si queremos salir de él o no. No sabemos si algún día terminará aquel tiempo sin tiempo en el que no pasa nada. Y nos miramos al espejo, y no reconocemos el rostro que vemos, al punto en el que nos sorprendemos cuando una carcajada natural y sincera rompe el silencio en el que vivimos. Y la utopía se adueña de nuestras vidas a tal punto que no vivimos el presente, por estar recreando un pasado feliz; pero tampoco seríamos capaces de volver a vivir ese pasado, porque el peso de la memoria no nos dejaría en paz; y el futuro es el único camino posible, un futuro nuevo, en una dimensión diferente: no en el futuro que planeamos en nuestros días felices del pasado, porque ése ya no será; un futuro aún no pensado, sin un camino trazado.

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Reflexión sobre el devenir y la perseverancia

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Ruinas

Hay momentos en la vida en los que todo parece estar perdido: el despido de un trabajo, la prdida de un familiar o de un gran amor. Son momentos difciles de entender; estamos tan inmersos en la destruccin total de nuestro mundo, que lo ltimo que queremos es entender. Al principio, no creemos que est pasando, el mundo pierde toda realidad y nos negamos a creer que sea verdad; cuando no hay ms opcin que aceptarlo, vienen las preguntas, una tras otra por qu? Qu hice mal?; y luego viene esa nociva creacin de mundos hipotticos y si no hubiera hecho esto y si, de pronto el silencio es cruel, la soledad tambin, y la mente inquieta busca mantenerse ocupada. Pasan los das y ese vaco en el pecho no se va: nos despertamos en la madrugada a contemplar la oscuridad y recrear el pasado; deseamos con tal fuerza revivir nuestros das, que vemos rostros familiares en desconocidos, dibujamos siluetas ante algn lugar con historia o nos congelamos completamente ante algn olor.

Y pasan los das, y eso es lo nico que pasa, porque despus de algn tiempo de tranquilidad, cualquier da nos despertamos como si fuera el primero despus de la catstrofe, como si el tiempo, la distancia y el silencio no hubieran curado nada. Y estamos all, en pleno huracn, pasmados viendo cmo el mundo se hace pedazos, y no sabemos si queremos salir de l o no. No sabemos si algn da terminar aquel tiempo sin tiempo en el que no pasa nada. Y nos miramos al espejo, y no reconocemos el rostro que vemos, al punto en el que nos sorprendemos cuando una carcajada natural y sincera rompe el silencio en el que vivimos. Y la utopa se aduea de nuestras vidas a tal punto que no vivimos el presente, por estar recreando un pasado feliz; pero tampoco seramos capaces de volver a vivir ese pasado, porque el peso de la memoria no nos dejara en paz; y el futuro es el nico camino posible, un futuro nuevo, en una dimensin diferente: no en el futuro que planeamos en nuestros das felices del pasado, porque se ya no ser; un futuro an no pensado, sin un camino trazado.

Lo nico cierto en un momento as es que no podemos volver al pasado, aunque lo anhelemos con fuerza; no soportamos el presente aunque estemos en l; y la nica opcin es dar un paso hacia adelante y dibujar un camino nuevo: sin expectativas, sin fuerza, sin claridad. Y es entonces cuando la historia me invita a pensar.

Nuestro occidente tuvo su semilla en la Media Luna Frtil, en la tierra baada por el Tigris y el ufrates. Luego del peregrinar del hombre durante ms de 5000 aos, un pueblo decidi establecer su morada en un punto fijo; un punto favorable, con ciclos climticos que permitan la agricultura, y con una tierra en la que era posible construir. El fuego, domesticado tiempo atrs, era el mejor amigo de la construccin: la arcilla moldeada se secaba al sol o se coca al fuego, brindando rocas firmes para construir moradas resistentes. La artesana tambin tuvo su origen con esta tcnica y hasta la escritura dej sus primeras huellas sobre la arcilla. Gran cantidad de objetos fueron moldeados gracias a bases circulares, que luego se usaron para transportar, y la rueda dijo presente.

Con comida suficiente, casas resistentes y objetos tiles y decorativos, el pueblo sumerio consolid la base de la organizacin social actual. Y con estas necesidades bsicas satisfechas, algunos curiosos se dedicaron a observar los cielos, registrar la posicin de aquellas luces parpadeantes, y buscar coincidencias. La ms til fue, por supuesto, la relacin existente entre la posicin de las estrellas y la lluvia: siempre que esas luces llegaban a una posicin determinada, comenzaba una temporada de lluvias que se extendera por muchas lunas.

El nombre que recibieron fue estos curiosos fue Sacerdotes, o por lo menos eso es lo que creemos hoy, despus de casi 6000 aos; bien habran podido llamarse lectores del cielo, sabedores, chamanes, taitas, astrlogos o mdicos tradiciones. Estos personajes saban cundo venan las lluvias, e informaban a la comunidad que deban estar preparados para soportarlas. Y, como si protegerse de las fuertes lluvias fuera poco, tambin deban organizarse para controlar las inundaciones de los ros que los alimentaban.

Los sacerdotes determinaron, entonces, quines deban ocuparse de la canalizacin de las tierras para el riego de los cultivos; quines, sembrar y recoger; y quines, construir lugares para guardar la comida. Adems, tras proclamarse intrpretes de los designios divinos, crearon a los dioses que deban ser adorados, a los reyes que seran su representacin en la tierra, y a los militares que protegeran esta organizacin social y sus bienes. As nace el estado.

Con alimentos qu almacenar, empezaron a construirse, ladrillo por ladrillo, los templos ms grandes que haya conocido el mundo de la antigedad. Su primera funcin fue la de almacenar comida, luego sirvieron de vivienda para los reyes, despus como punto de observacin de los cielos y, finalmente, como templos para la adoracin de los dioses. As nacen los zigurat.

Como siempre sucede ante el cambio, el miedo se apoder de Sumeria, y cualquier intento por construir templos con determinada altura era mal visto: una ofensa a los dioses, seguramente era la razn de peso; los hombres debemos vivir en la tierra y no en los cielos, otra. Pero la terquedad de un emperador determina la historia, y para nuestro caso fue Ur-Nammu, el rey de la tercera dinasta Ur, quien decidi construir tantos templos como arcilla hubiera en Mesopotamia. Sin embargo, las inundaciones del Tigris y del ufrates eran inclementes y destruan todo los intentos de construir un templo digno de los dioses.

Fjense que el hombre no ha cambiado en 5000 aos: alguien tiene una idea; otro se opone y pone al pueblo en su contra; el primero, con determinacin lleva a cabo su idea; fracasa; y el segundo infla su pecho y dice se le dijo, se le advirti, para qu se puso?

Para nuestra fortuna, los sumerios no daban ninguna batalla por perdida, as que luego de la inundacin y el fracaso de un zigurat, iniciaban con la construccin de uno nuevo. Y aqu se encuentra el ncleo de este texto, la idea que me llev a escribirlo: en lugar de buscar un lugar ms favorable para la construccin de su templo, los sumerios (y luego los acadios, y luego los babilonios) saban que haban elegido el lugar adecuado, pero que las condiciones an no estaban dadas. As que antes de empezar a construir un nuevo zigurat, dedicaban sus fuerzas a destruir por completo el anterior, a convertir sus ruinas en una base que les permitiera estar un poco ms arriba, y luego s empezaban a construir.

Como ya lo habrn imaginado, el segundo zigurat era mucho ms fuerte que el primero: el ladrillo se coca por ms tiempo; tena ms niveles que permitieran tener a salvo la comida, los reyes y los sacerdotes; y el diseo se volva cada vez ms complejo. Es claro que no se volvieron expertos en pirmides escalonadas en un da, un ao o una dcada: pas toda la historia de la antigedad y los zigurat seguan cayendo. Tan es as, que la biblia registra la cada de uno de ellos como la torre de Babel.

Cuntos zigurat cayeron? Es imposible saberlo. Cuntos quedaron en pie? Parece que 32. 32, despus miles de aos de historia en Mesopotamia. Cul fue el primero? Tal vez el de Ur, o el de Uruk o Nippur. Cul fue el ms majestuoso? Sin duda el zigurat babilonio dedicado al gran dios Marduk. Atencin, si decimos que los sumerios llegan a Mesopotamia, aproximadamente, sobre el 5000 a.C., sus construcciones son arrasadas por las inundaciones, una vez tras otra, hasta registrar una de estas inundaciones como el diluvio universal en la historia de Gilgams (2700 a.C.). Luego vienen los pueblos de las montaas: acadios, asirios y caldeos; y luego vienen los babilonios con Hammurabi y su ley del Talin, y despus con Nabucodonosor y su invasin a Israel (que data del 612 a.C.), pues estamos hablando de, por lo menos 4000 aos de historia de la humanidad para construir un gran zigurat, uno solo, un templo tan majestuoso que contara la historia de occidente hasta el final de los tiempos.

Imagino que ya saben para dnde voy. Ciertamente, el mayor representante de esta arquitectura no fue el primero que se construy. As como el primer amor no es el mejor, ni el ms fuerte. Slo el que rompe el silencio, as como el primer zigurat rompa con la perspectiva plana del horizonte sumerio. El primero era maravilloso, porque nunca se haba visto algo as; pero estaba muy lejos de ser el ms fuerte, el ms valioso o el mejor. Para que el majestuoso zigurat de Marduk en babilonia llegar a ser la maravilla arquitectnica que conocemos, fue necesario que muchsimos otros se inundaran, se desplomaran, o se los tragara el tiempo.

La base de todo zigurat est compuesta por restos de otros zigurat, que le permitieron a este ltimo estar en un punto tan alto que lo llevara a ser intocable; no hay ro que se lleve un templo erigido en la cima de una montaa. Pero esa montaa no siempre estuvo all, es la suma comprimida de las ruinas de intentos anteriores que fracasaron, pero que permitieron levantar el terreno para un templo imperecedero.

Seguramente perder un buen empleo es doloroso, la prdida de un ser querido es un pual en el corazn, y el fin de un gran amor es el fin del mundo. Pero los recuerdos bonitos, la experiencia adquirida, las sonrisas que siempre nos sacar algn viaje en el tiempo son las ruinas sobre las que debemos pararnos para volver a empezar a construir nuestro templo inmortal. Y si an no estamos a la altura suficiente, pueden estar seguros de que las aguas derrumbarn todo; vendr la ruina, la destruccin, el mundo volando en mil pedazos a tu alrededor, una vez ms.

Pero la paz debe habitar a aquel que sabe que toda destruccin deja ruinas valiosas que lo acercan a un cielo cada vez ms prximo. Ningn intento fallido se va sin dejarnos nada, no fue tiempo perdido; por el contrario, son la base de una maravilla que durar por la eternidad, y que jams soportara la inclemencia del tiempo si no tuviera bases fuertes.

Construir templos inmortales, como el amor, es un desafo que las mentes cerradas jams enfrentaran; su miedo al fracaso es tan fuerte que prefieren dejarse llevar por el primer vendaval que los visite. No podemos esperar conviccin de las mentes pequeas, ni amor de los corazones endurecidos. Slo aquellos intrpidos, tercos y locos son capaces de hacer obras que desafen a Cronos. El amor, para ser puntual, jams puede entenderse como algo ajeno a nosotros: tienes que ser una construccin que contradiga la opinin del mundo que no concibe la vida ms que en la estepa. Una construccin que se caer diez, cien, mil veces... tantas como sea necesario para que sus bases sean fuertes, firmes y altas; lo suficiente como para que el templo final sea eterno e inmortal.