Ruben Dario y La Literatura Infantil

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  • RUBN DARO Y LA LITERATURA INFANTIL POR

    CARMEN BRAVO-VLLASANTE

    Nicaragua es tierra de poetas. No exagerarnos si decimos que antes de Rubn Daro ^1867-1916), el gran poeta nicaragense, no haba nada en la literatura infantil, y despus, todo. Los poetas como Rubn Daro son de tales dimensiones, que su sombra se proyecta sobre la tierra que le cri, cobijando toda la poesa.

    nicamente el folklore nicaragense, alegre y pintoresco como todas las manifestaciones populares iberoamericanas, exista para los nios. El nio Rubn, sin duda, escuch los cantares y corridos de su pas, y oy tambin la literatura que transmitan los viejos a los jvenes, y guard en el recuerdo los relatos de Juan Bueno y Juan Bobo, hasta que empez a leer los libros espaoles y se entusiasm con los versos de Zorrilla y los poemas de Espronceda, y ms tarde, con Campoamor y Nez de Arce, maestros de su juventud y de muchos nios nicaragenses, que adems se haban instruido con las fbulas de Iriarte y Samaniego.

    En el libro de La vida de Rubn Daro escrita por l mismo, entre los recuerdos del poeta est el de su to-abuelo el coronel Ramrez. Por l aprend pocos aos ms tarde a andar a caballo, conoc el hielo, los cuentos pintados para nios, las manzanas de California y el champagne de Francia. Todo ello extraordinario, al parecer del pequeo, porque si no haba visto nunca el hielo, ni las hermosas manzanas o la bebida exquisita, tampoco le era familiar literatura infantil impresa tan divertida como la de Rafael Pombo, al que, sin duda, hace alusin en los de cuentos pintados.

    Y poco despus aade, al hacer inventaro de sus lecturas infan-tiles y de los relatos que oy: Me contaban cuentos de nimas en pena y aparecidos los dos nicos supervivientes: la Serapia y el indio Goyo, y refiere cmo la madre de su ta-abuela le hablaba de un fraile sin cabeza, de una mano peluda, que persegua como una araa. To-dos le infundan miedos con tradiciones y consejas extraas, que le producan pesadillas.

    En un viejo armario encontr los primeros libros que leyera. Eran un Quijote, las obras de Moratn, Las mil y una noches, la Biblia;

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  • los Oficios, de Cicern; la Carina, de madame Stal; un tomo de comedias clsicas espaolas y una novela terrorfica de ya no recuerdo qu autor, La caverna Strozzi. Extraordinaria y ardua mezcla de cosas para la cabeza de un nio. Como el champagne y la literatura in-fantil.

    El nio precoz que fue Rubn Daro haca versos, que encerraba en una granada, y cuando pasaba la procesin del Domingo de Ramos de Semana Santa, la granada se abra y caa una lluvia de versos. A los catorce aos ya era conocido en las repblicas de Centroamrica como el poeta nio. El mismo nos dice cmo por esta poca escriba ar-tculos polticos en el peridico La Verdad, de Len, y cmo se en-cantaba con la cigarrera Manuela, que, manipulando sus tabacos, me contaba los cuentos del prncipe Kamaralzamn y de la princesa Ba-dura, del Caballo Volante, de los genios orientales, de las invenciones maravillosas de Las mil y una noches... Yo escuchaba atento las lindas fbulas, en la cocina, al desgranar del maz.

    Los relatos de Las mil y una noches deslumhraron a l n i o poeta, al nio prodigio, que jams olvidara la magia oriental de estas na-rraciones fantsticas. Todava en su artculo titulado ((Parisina, Joli Paris Rubn confiesa el descubrimiento asombroso de este libro:

    Uno de los primeros libros que despertaron mi imaginacin de nio: Las mil y una noches. Uno de los preferidos libros que actual-mente releo con invariable complacencia: Las mil y una noches. All conceb primeramente la verdadera realeza, la absoluta, la esplendo-rosa. All se me aparecieron, ally en los "nacimientos" o "presepios", con Melchor, Gaspar y Baltasar, los verdaderos reyes, los reyes de los cuentos que empiezan: "Este era un rey..." Reyes de Oriente, magos extraordinarios; reyes que tienen jardines donde vagan, libres, leones y panteras, y en que hay pjaros de dulce encanto en jaulas de oro.

    Desde entonces Rubn comienza a usar el adjetivo miliunano-chesco, neologismo de su invencin; habla de una voluptuosidad miliunanochesca, de hechizos miliunanochescos, y el adjetivo es si-nnimo de algo extraordinario, refinado, exquisito, ntimamente unido al libro que le fascina, y cuando se dirige a los nios, siempre hijos de sus amigos, rememora el acento de Las mil y una noches para sus cuentos e historias mgicas.

    La literatura infantil para Rubn Daro siempre es fantasa y ma-gia, mundo fabuloso que viene del Oriente.

    En Un cuento para Jeanette, el poeta, como un viejo mago, ad-vierte a la nia que es un cuento crepuscular que debe escuchar en silencio, pues si intentas abrir los labios, volarn todos los papemo-

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  • res del cuento. Con este conjuro para concitar la atencin de la nia, equivalente a los matutines chilenos cuentsticos o a las frmulas ini-ciales propiciatorias de todos los narradores del mundo, Rubn, que ha asombrado la imaginacin infantil con esos raros e inusitados pa-pemores, comienza el relato, al estilo de Las mil y una noches, y evoca la historia del rey de Belzor, en las islas Opalinas, ms all de la tie-rra de Camaralzamn. La hija es la princesa Vespertina, el lucero de la tarde, que desea casarse con el prncipe rojo, el Sol. Cuando la prin-cesa va al encuentro del prncipe y se junta con l, ella desaparece, ya que el lucero vespertino cede a la luz del da luminoso.

    Es natural que Rubn Daro sintiese la fascinacin de los relatos orientales. En Las mil y una noches estaban todos los elementos caros a los poetas modernistas: fantasa sin lmites, exotismo, belleza de gema, aristocratismo, y la extraeza de lo fabuloso: cuento de hadas y de genios, maleficio y hechizo.

    La literatura infantil era para Rubn un relato portentoso, aven-tura maravillosa o milagro religioso. La literatura infantil en el crcu-lo mgico del poeta modernista se alimentaba de hadas, elfos, encan-tadores, reyes, prncipes y princesas y acontecimientos extraordinarios. Lo vulgar y lo prosaico estaban desterrados de esta literatura, y el poeta se diriga a sus pequeas amigas como oyentes o lectoras que podan comprender mejor que nadie toda la maravilla de sus pala-bras y figuraciones. Al mismo tiempo, Rubn hallaba en los cuentos antiguos de nios tanta cosa comn con su credo artstico, que ms de una vez aprovechaba el material que sos le ofrecan para la crea-cin literaria de adultos. La Bella durmiente del bosque, la Cenicien-ta, frases de Barba Azul, aparecen frecuentemente en sus relatos.

    Como Rubn haba ledo tanto, las nuevas lecturas se combinan con la primitiva impresin del gran libro de Las mil y una noches. El mismo dice que a los catorce aos, al darle un empleo en la Biblio-teca Nacional, se dedic vorazmente a la lectura: All pas largos meses leyendo todo lo posible, y entre todas las cosas que le, horrendo referens!, fueron todas las introducciones de la Biblioteca de Autores Espaoles de Rivadeneyra y las principales obras de casi todos los clsicos de nuestra lengua; de tal modo que, mucho ms tarde, puede aadir con razn en la Historia de mis libros: Al escribir Cantos de vida y esperanza, yo haba explorado no solamente el cam-po de poticas extranjeras, sino tambin los cancioneros antiguos, la obra ya completa, ya fragmentaria, de los primitivos de la poesa espaola...

    El arte oriental de Las mil y una noches, transvasado a Europa e injertado en las narraciones clticas de los libros de caballeras, sin

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  • duda debi de atraer al joven lector, y har que despus, cuando se dirija a la infancia y a los jvenes, siga usando la frmula nlhina-nochesca, aunque ya unida a la caballeresca medieval.

    El tpico del rey y las princesas que tienen que elegir pretendientes aparece repetidas veces en los cuentos de Rubn Daro. En el relato titulado Este es el cuento de la sonrisa de la princesa Diamantina, dedicado a mademoiselle J. ... [ser acaso la misma Jeanette de Un cuento para Jeanette (?)], las princesas ven desfilar prncipes y caba-lleros esplendorosos ante el trono y eligen maridos aristocrticos y po-derosos. nicamente la menor, la princesa Diamantina, queda hechi-zada ante la presencia luminosa de Heliodoro, el poeta, que escoge como esposo.

    La magia de la poesa del lenguaje de Rubn, el poeta, pertenece al mundo mgico de los cuentos de hadas, de la ferie oriental pasada por Francia y por el Medievo espaol y un Flos Sanctrum, que entronca con los relatos de los cdices. As nace el Cuento de Na-vidad. Historia prodigiosa de la princesa Psiquia. Segn se halla escrita por Liborio, monje, en un cdice de la abada de San Hermancio, en Iliria. Escrito en un arcaico lenguaje medieval, al estilo de las narra-ciones e historias de caballeras, con una enorme influencia de Las mil y una noches, Rubn Daro nos hace la Descripcin de la beldad de Psiquia y de cmo su padre inici a la princesa en los secretos de la magia y De los varios modos que el rey emple, para averiguar la causa de la desolacin de la princesa, y cmo llegaron tres reyes vecinos.

    Ya no sabemos si Rubn Daro escribe para los nios, para los adultos o para s mismo Lo cierto es que se recrea en el maravilloso relato, tpico de la literatura infantil tradicional: el rey con la hija triste, a la que hay que consolar dndole marido, que ha de venir desde lejanas tierras. El fragmento que copiamos a continuacin puede dar idea de la reelaboracin rubeniana del tema:

    Y como el soberano pensase ser cosas de. amor las que tenan ab-sorta y desolada a la princesa, mand a cuatro de sus ms fuertes trompeteras a tocar en la ms alta de las torres de la ciudad, y hacia el lado que nace la aurora, cuatro sonoras trompetas de oro... Y poco a poco fueron llegando. Primeramente, un prncipe de la China, en un palanqun que vena por el aire y que tena la forma de un pavo real, de modo que la cola, pintada naturalmente con todos los colores del arco iris, servale de dosel incomparable, obra todo de unos esp-ritus que llaman genios. Y despus, un prncipe de Mesopotamia, de gallardsima presencia, con ricos vestidos, y conducido en un carro lleno de piedras preciosas, como diamantes, rubes, esmeraldas, criso-berilos, y la piedra peregrina y brillante dicha carbunclo. Y otros prncipes del pas de Golconda, tambin bellos y dueos de indescripti-

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  • bles pedreras, y otro de Ormuz, que dejaba en el ambiente un suave y deleitoso perfume, porque su carroza y sus vestidos y todo l estaban adornados con las perlas del mar de su reino, las cuales despiden aro-mas excelentsimos como las ms olorosas flores, y son preferidas por las hechiceras, nombradas fadas, cuando hacen como madrinas, pre- . sentes en las bodas de las hijas de los reyes orientales. Y luego, U prncipe de Persia.,.

    La tristeza de la princesa no proviene de amor profano, sino de amor divino, y slo el santo Toms le susurra el nombre del verdadero Dios, y la princesa muere feliz conociendo el secreto.

    Esta historia, que comenzaba oriental, Rubn la desva, entrecruza, con su enorme capacidad para lograr hbridos literarios, el que es discpulo de mltiples influencias, hasta convertir en un relato de amor mstico.

    La magia del hechizo oriental cede el paso al milagro del cristia-nismo en el Cuento de Nochebuena, con reminiscencias de las Can-tigas de Alfonso X. Es la historia del hermano Longinos de Santa Ma-ra, que el da de Navidad estaba en la aldea y se le hizo tarde. Como al regresar equivoque la senda y se encuentre ante el pesebre del Naci-miento con los tres coronados Magos con sus ofrendas, ej pobre clrigo, desde el fondo de su corazn, ofrece al Nio sus lgrimas y sus ora-ciones, y el milagro resplandece cuando los reyes de Oriente ven brotar de los labios de Longinos las rosas de sus oraciones y los brillan-tes de sus lgrimas, por obra de la magia del amor y de la fe.

    Ms tarde Rubn volver a tratar el mismo motivo en su conoci-dsimo poema, o leyenda religiosa, La rosa nia, que se transform en rosa para ofrendarse al Seor, dedicada a mademoiselle Margari-ta M. Guido. Las bellas leyendas hagiogrficas atraern al poeta por lo que tienen de elemento sobrenatural y milagroso, junto con la belleza de la espiritualidad. Los motivos del lobo, que relatan un episodio de la vida de San Francisco de Ass, y que es lugar comn de las recita-ciones infantiles escolares, nos trasladarn a un mundo lleno de posi-bilidades milagrosas, donde el ms all toma formas de realidad. As hay que clasificar La leyenda de San Martn, patrono de Buenos Aires, que el poeta ha tomado al vagar por los jardines ureos de Jacobo de Vorgine.

    Rubn Daro escribe explcitamente para los nios, mejor dicho para las nias, a Jas que dedica sus poemas y bajadas. Es una forma galante de dedicatoria, en aquel tiempo en que era costumbre escribir en los lbumes y en los abanicos. A las nias, pequeas mujercitas, dulces nias amigas suyas, el poeta las adora, y tiernamente quiere

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  • entretener. Para la nia Margarita Debayle, hija de su amigo, el doctor Debayle, Rubn escribe el poema refulgente de orientalismo y fantasa. Y el Pequeo poema infantil, dedicado a Carmencita Caldern Go-mar, es un prodigio de temas infantiles que hallaran fcil resonancia en la nia maravillada.

    A este poema puede aplicarse el comentario que el mismo Rubn Daro hizo a su cuento El velo de la reina Mab: Mi imaginacin encontr asunto apropiado. El deslumbramiento shakesperiano me po-sey y realic por primera vez el poema en prosa. Ms que en ninguna de mis tentativas, en ste persegu el ritmo y la sonoridad verbales, la transposicin musical, hasta entonceses un hecho reconocidodes-conocida en la prosa castellana, pues las cadencias de algunos clsicos son, en sus desenvueltos perodos, otra cosa.

    Titania, Obern y, sobre todo, el duendecillo Puck britnico entran a formar parte del squito de la Fantasa, con sus hadas. Pero sobre todo en la Balada de la bella nia del Brasil, Ana Margarida, es donde vemos el total conocimiento que Rubn Daro tena de todos los clsicos y figuras de la literatura infantil, pues hace alusiones a los pequeos protagonistas de El pjaro azul, de Maeterlmck, obra teatral destinada a los nios, y a la famosa ilustradora inglesa de libros infantiles:

    para m es Ana Margarida, la nia bella del Brasil. Dulce, dorada y primorosa, infanta de lrico rey, es una princesita rosa que amara a Katy Grenaway. Buscar por la eterna ley l pjaro azul de Tyltil,

    La capacidad cuentstica de Rubn se manifiesta en otros cuentos que pueden servir para la infancia por su brevedad y su intencin didctica. As El nacimiento de la col, publicado en La Tribuna, de Buenos Aires, en 1893, en el que se opone la belleza de la rosa al utili-tarismo de la berza, y el poeta lucha contra la vulgaridad de lo prosaico, y el cuento titulado Las prdidas de Juan Bueno, que vio la luz en 1892 en El Heraldo, de Costa Rica. Este cuento, inspirado en el folklore, nos da idea de la variedad narrativa de que era capaz Rubn, desde el relato maravilloso de fantasa hasta el cuento popular, si bien sta no fuese la clase de cuento adecuado a su estilo.

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  • Rubn Daro, como Mart, Gabriela Mistral, Horacio Quiroga, Jua-na de Ibarbourou y tantos grandes escritores de Iberoamrica, enri-queci la literatura infantil al poetizar y cantar para los nios. El, dueo de la mayor riqueza verbal que haya podido poseer nunca un poeta, sencillsimo tambin cuando quiere despojarse de pompa ret-rica y hablar muy claro, demuestra al escribir para las nias, sus amigas, que es un verdadero poeta, como aquella verdadera princesa del guisante del cuento de Andersen, de tan extraordinaria sensi-bilidad.

    CARMEN BKAVO-VILLASANTE Avenida de Amrica, 10 MADRID

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