Romano La Leccion de Anatomia

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Carlos Alonso; cultura visual argentina en la década del '60; pathosformel

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    La leccin de Anatoma de Carlos Alonso. Un captulo en el devenir de la frmula

    del sufrimiento a fines de los sesenta1

    Por: Mgter. Carolina Romano

    1. Cmo podemos explicar que ciertas configuraciones formales (lejos de constituirse

    como lugares anacrnicos donde sus sentidos histricos se fosilizan) vuelvan a la vida

    adquiriendo sentidos inditos? Qu variables sociales, culturales y estticas hacen que

    ciertas frmulas iconogrficas elaboradas en un pasado remoto sean significativas y, por

    ello, reelaboradas por los artistas para referirse a su contingencia?2 Las cuestiones

    mencionadas son el zcalo de partida de este escrito que constituye una primera

    aproximacin a una serie de trabajos realizados por Carlos Alonso a partir del topos

    rembrandtiano de la leccin de anatoma a fines de los aos sesenta y durante la primera

    parte de los setenta.

    Si el modo en que circulan las imgenes, las causas por las cuales ciertas

    representaciones remotas se reeditan en contextos culturales especficos o la reflexin

    acerca de la posibilidad de utilizar las representaciones iconogrficas como fuentes

    histricas tienen un peso medular en la investigacin que se desarrolla3, el conjunto de

    obras de Alonso al que aludimos constituye un caso de excepcional inters. Primero

    porque fue motivado por uno de los acontecimientos de mayor densidad significativa

    para el contexto poltico latinoamericano de esos aos. Segundo, porque Alonso realiza

    ese grupo de obras a partir de otra cuestin clave que es la mediacin, resultante en este

    caso de los registros fotogrficos que esa muerte motiv y de la posterior difusin

    masiva que tuvieron. Tercero, porque el acontecimiento de la muerte del Che y las

    imgenes que se exhibieron en la prensa fueron referidos por Alonso como el resultado

    1El presente texto es una versin resumida del captulo: ROMANO, Carolina, La leccin de Anatoma

    de Carlos Alonso. Un captulo en el devenir de la frmula del sufrimiento a fines de los sesenta, en BARANDARIN, Luciano et. Al., Ensayos sobre vanguardias, censuras y representaciones artsticas en

    la Argentina reciente, Tandil, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, 2010, pp. 94-104.

    2 La formulacin de estas preguntas se estructuran considerando los diversos trabajos de Warburg

    centrados en el anlisis del problema de las relaciones entre morfologa e historia y, particularmente en

    los modos de transmisin de ciertas frmulas en la mediana y larga duracin. Entre otros trabajos del

    autor puede consultarse: Warburg, Aby, El renacimiento del paganismo. Aportaciones a la historia

    cultural del Renacimiento europeo, Alianza Editorial, Madrid, 2005.

    3 Cfr., Warburg, Aby, Op. Cit.

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    de la superposicin, no homognea, de formas y sentidos histricos que reactualizaron

    la frmula del sufrimiento adicionando a la misma aspectos inditos. Esa confluencia

    tuvo, desde nuestro enfoque, un potencial crtico y comunicativo cardinal en un

    contexto donde las relaciones entre arte y poltica fueron especialmente imbricadas y

    densas.

    2. Permtasenos comenzar refirindonos brevemente al modo en que se efectuaron los

    registros fotogrficos de Guevara muerto. El diez de octubre de 1967 Freddy Alborta,

    junto a una veintena de periodistas, camargrafos y fotgrafos, es transportado en un

    avin de la Fuerza Area Boliviana a Vallegrande. En esa localidad, cercana a la

    Higuera, estaban los cadveres de los guerrilleros Chino, Willy y Che Guevara,

    asesinados por orden del general Ovando mientras eran prisioneros del Ejrcito

    Boliviano. Los tres cuerpos son exhibidos ante la prensa en la lavandera del Hospital

    Nuestro Seor de Malta. En esas circunstancias Alborta toma las clebres fotografas

    donde el Che, inerte, aparece rodeado de militares y periodistas4 -Imagen I-.

    4 A pesar de ser el creador de unas de las fotografas periodsticas ms difundidas y dramticas del siglo

    XX, por muchos aos su autora fue prcticamente desconocida. Recientemente el artista, escritor y

    realizador Lenadro Katz ha producido un ensayo documental El da que me quieras y un libro Los

    Fantasmas de ancahuaz donde es posible reconstruir el trabajo documental de ese acontecimiento realizado por Alborta.

    Imagen II. Harmennsz van Rijn

    Rembrandt, La leccin de anatoma del

    doctor Tulp, 1632. leo sobre lienzo.

    169,5 x 216,5 cm. Coleccin Museo

    Mauritshuis.

    Imagen I. Freddy Alborta # 33. 1967

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    Las imgenes tomadas ese da tuvieron inmediata repercusin como radiofoto y fueron

    exhibidas en los peridicos de todo el mundo a manera de prueba fehaciente del final

    del Che. Segn ha explicado John Berger, en el texto Che Guevara Dead que escribi

    en octubre de 1967, aunque el efecto buscado fue la constatacin de la derrota de los

    movimientos guerrilleros de Amrica Latina, poner fin a una leyenda, su sentido no se

    restringi al previsto por los ejecutores5. Berger plantea en esta nota cmo muchos de

    los comentaristas de la noticia incurrieron en el reduccionismo de equiparar la figura de

    Guevara con su capacidad militar o sus estrategias revolucionarias y plante cmo el

    Che represent y representar mucho ms que los pormenores de su proyecto6. Es en

    esta nota donde compara las fotografas sacadas en Vallegrande con el Cristo Muerto de

    Mantenga y la Leccin de Anatoma del Doctor Tulp de Rembrandt Imagen II-

    enfatizando como el cuerpo del Che preparado por los militares bolivianos que lo

    lavaron, peinaron y dejaron con sus ojos abiertos- para ser exhibido ante los reporteros

    adquiere una fuerza imprevista7. La analoga establecida por Berger entre la fotografa

    y la obra de Rembrandt se fundamenta no slo en sus similitudes formales sino,

    tambin, en la funcin que desempean:

    la funcin de las dos imgenes es la misma: en ambas se muestra un

    cadver siendo formal y objetivamente examinado. Ms an, ambas apuntan

    a hacer de los muertos un ejemplo: en una para el avance de la medicina; en

    la otra como una advertencia poltica. Existen miles de fotografas de

    muertos y de vctimas de masacres, pero en raras ocasiones se trata de una

    5 BERGER, John, Che Guevara Dead, Aperture, Vol. 13, n 4, 1968. Hemos tomado como referencia la traduccin al espaol del texto original Che Guevara muerto publicada en KATZ, Leandro, Los fantasmas de ancahuaz, Buenos Aires, La Lengua Viperina, 2010. .

    6 BERGER, John, Op. Cit. p. 27.

    7 Una fuerza imprevista para sus captores que haban preparado el cadver as solo para su

    reconocimiento. Ante eso, sin embargo, muchos de los periodistas y lugareos que asisten al suceso como

    el pblico que posteriormente accede a los registros ven en esas imgenes tensiones irresueltas. Son muy

    interesantes en este sentido las declaraciones que Alborta efecta al ser entrevistado por Katz: El cuerpo del Che Guevara me impresion mucho. La mirada, porque estaba con los ojos abiertos, daba la impresin no de un cadver sino de una persona viva [] Tena la impresin de estar fotografiando un Cristo. En realidad en ese contorno me mov. [] Le han mantenido los ojos abiertos yo pienso que con la intencin de identificarlo, para que nosotros lo identifiquemos mejor. Pero a m me ha servido no para

    fotografiar un cadver corriente sino una persona que pareca viva. Y creo que no es solamente la

    impresin ma sino de mucha gente que la ha comparado as, como un cadver de Cristo en KATZ, Leandro, Los fantasmas de ancahuaz, Buenos Aires, La Lengua Viperina, 2010,pp. 37-41. Tambin

    coincide con la percepcin de Alborta y la de Berger Castaeda cuando afirma: El ejrcito boliviano cometi su nico error de campaa una vez consumada la captura de su mximo trofeo de guerra.

    Transform al revolucionario resignado y acorralado, al indigente de la quebrada de Yuro, vencido en

    todas las de la ley, envuelto en trapos y con la cara ensombrecida por la furia y la derrota, en la imagen

    crstica de la vida que sigue a la muerte en CASTAEDA, Jorge, Muero porque no muero, Cinmas de Amerique Latine, n 6, Touluse, 1998. .

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    demostracin formal. El Doctor Tulp est mostrando como ejemplo los

    ligamentos del brazo del cadver, y lo que l dice es aplicable al brazo de

    cualquier hombre normal. El coronel est mostrando como ejemplo el

    destino final decretado por la divina providencia- de un reconocido lder

    guerrillero, y lo que dice apunta a hacerse extensible a todos y cada uno de

    los guerrilleros del continente8.

    La semejanza detectada por Berger9, va a ser trabajada en la plstica argentina por

    Carlos Alonso que reelaborar la obra de Rembrandt para referirse a la muerte del Che.

    Aunque los trabajos de Alonso son singulares porque privilegian la relacin que

    mencionamos, no son los nicos referidos a la muerte del Che. Entre muchos otros

    podemos mencionar los de Castagnino quien va a jerarquizar el paralelo entre la imagen

    del Che y la iconografa religiosa del Cristo yacente, el Velo de la Vernica y la

    Crucifixin (respectivamente en las obras: Che, 1971, Variante de homenaje al Che,

    1967 y Octubre Cartel homenaje-, 1970), poniendo en primer plano la tensin entre el

    cuerpo mstico-cristiano y el cuerpo del guerrillero. Tambin podemos resear los

    trabajos de Berni quien privilegiar el tratamiento de la imagen del Che junto a sus otros

    compaeros guerrilleros muertos con l interpelando la representacin del guerrillero

    como individuo excepcional- y problematizar el propio estatuto de la imagen

    fotogrfica y su circulacin meditica al presentar, mediante el collage, la dimensin de

    la reproductibilidad tcnica de la imagen difundida (Sin ttulo, ca. 1971).

    3. Para hacer esta aproximacin hemos considerado un corpus de abordajes que, con

    mayor o menor nfasis, consideraron las representaciones sobre el Che muerto y los

    sentidos desplegados por ellas10

    . No obstante, la referencia ms importante es el

    8 BERGER, John, Op. Cit. p. 26.

    9 Son relevantes en este punto las declaraciones de Alborta que asegura desconocer las obras de

    Rembrandt y Mantegna cuando toma las instantneas. La explicacin de las convergencias formales sin haber sido mediadas por contactos directos es, desde nuestro enfoque, una de las cuestiones ms

    problemticas pero no por eso menos productiva- de la indagacin a partir de las frmulas del pathos. Volveremos sobre esto ms adelante.

    10 Hemos considerado los trabajos de: BERGER, John, Che Guevara Dead, Aperture, Vol. 13, n 4, 1968; JOLY, Martine, La imagen fija, Buenos Aires, La Marca Editora, 2003; KATZ, Leandro, Los

    fantasmas de ancahuaz, Buenos Aires, La Lengua Viperina, 2010; GRNER, Eduardo, Una cuestin de detalles, Che (A manera de prlogo); SKOLLER, Jeffrey, Recuerdos de la revolucin, el cine como trabajo de duelo, los dos ltimos tambin incluidos en el trabajo de Katz ya citado y KUNZLE, David, Che Guevara: Icon, Myth and Message, UCLA, Los Angeles, Museum of Cultural History, 1997 y FRANCO, Jean, Baile de fantasmas en los tiempos de la guerra fra en MORENA, Mabel (Editora), Nuevas perspectivas desde/sobre Amrica Latina: el desafo de los estudios culturales, Cuarto Propio, Chile, IILI, mayo de 2000, fundamentalmente aunque no exclusivamente.

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    sugerente trabajo realizado por Mariano Mestman La ltima imagen sacra de la

    revolucin latinoamericana. En este artculo Mestman analiza las fotografas que se

    tomaron del Che muerto y la circulacin que tuvieron en distintos mbitos de la cultura

    nacional diferencindolas de otras imgenes de Guevara, fundamentalmente la realizada

    por Korda, donde prevalece el aspecto heroico del revolucionario. Desde su perspectiva,

    la fotografa del Che muerto al mismo tiempo que cumple una funcin probatoria,

    despliega una fuerte potencia evocativa11

    . Si seguimos su planteo estas imgenes estn

    signadas por tensiones que de ningn modo podran resolverse12

    . Las fuerzas

    antagnicas que las constituyen son problematizadas y puestas en relacin con el

    anlisis de representaciones elaboradas en los mbitos de la plstica, el cine y la

    narrativa argentinos. En cada uno de estos espacios el sentido de la imagen del Che

    muerto va a dirimirse en una coyuntura:

    donde la significacin de esa imagen sera disputada entre el mpetu insurreccional de la revolucin latinoamericana y las necesidades represivas

    de las fuerzas de seguridad continental13

    .

    Para indagar sobre la circulacin social de la fotografa en el momento de su aparicin

    Mestman observa especialmente las elaboraciones efectuadas por Fernando Solanas y

    Octavio Getino en la pelcula La hora de los hornos, los apuntes inconclusos que John

    William Cook escribi sobre los acontecimientos de la Higuera y las representaciones

    que Carlos Alonso hizo sobre la Leccin de anatoma. Las observaciones de Mestman

    sobre los trabajos de Alonso constituyen, desde nuestra perspectiva, el trabajo ms

    productivo elaborado sobre el asunto. Los aciertos interpretativos de Mestman se hallan

    vinculados a tres cuestiones. La primera reside, como ya adelantamos, en que analiza la

    fotografa como espacio de sentido tensionado espacial y temporalmente. De tal suerte

    la foto, lejos de ser un coto autnomo de significacin, es redefinida por el dilogo que

    establece con las sucesivas reelaboraciones y apropiaciones que suscita. Para establecer

    los sentidos en pugna desplegados, Mestman construye una pesquisa sobre las

    11 Cfr. MESTMAN, Mariano, La ltima imagen sacra de la revolucin latinoamericana en KATZ, Leandro, Los fantasmas de ancahuaz, Buenos Aires, La Lengua Viperina, 2010.

    12 Para definir estas polaridades Mestman toma en consideracin los planteos de Joly, Mangieri y Sontag.

    De Joly retoma el planteo de que la representacin del Che condensa la ambivalencia entre sacrificio y diseccin. De Mangieri, los postulados de que en la imagen estn presentes el cuerpo mstico-cristiano, el cuerpo mdico anatmico y el cuerpo de la cacera. De Sontag la advertencia de que en la foto

    conviven la denuncia poltica anclada en su historicidad y el potencial de convertirse en una imagen

    atemporal y consecuentemente, despolitizada.

    13 Cfr. MESTMAN, Mariano, Op. Cit., p 144.

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    circunstancias especficas de produccin y circulacin de las representaciones

    resultantes. La segunda cuestin es atinente a su afirmacin de que estas

    representaciones pueden pensarse como la ltima imagen sacra de la revolucin

    latinoamericana. Nuestras indagaciones coinciden plenamente con esa afirmacin en

    tanto esas representaciones podran pensarse como el cierre de un proceso de

    secularizacin de la representacin cristiana de la muerte que tiene como anverso

    paradjico un proceso creciente de reapropiaciones de la imagen religiosa por parte de

    artistas vinculados con la militancia de izquierda14

    . Finalmente, el trabajo de Mestman

    realiza la sugerencia, sumamente productiva, de pensar la repercusin de las imgenes

    producidas por Alonso sobre la Leccin de anatoma posibilitada y, al mismo tiempo,

    condicionada por la censura de la que fueron objeto en repetidas circunstancias.

    4. Alonso elabora este grupo de obras a partir de 1969 y, la mayor parte de las mismas,

    es realizada entre ese ao y 197115

    . Para comenzar el anlisis de estas pinturas,

    acuarelas y dibujos podemos referirnos en primer lugar a la actuacin profesional de

    Alonso en esos aos. A comienzos de 1969 Alonso exhibe los dibujos para la Divina

    Comedia y realiza en una produccin compartida con otros artistas el mural Hambre,

    basta, que se expone en la SAAP. En la misma institucin participa de las exposiciones

    Villa Quinteros tambin es Amrica y Malvenido Rockefeller -que ocasiona importantes

    disturbios- y realiza la obra La censura16

    . Podemos convenir que los antecedentes ms

    14 Cfr. ROMANO, Carolina, La representacin del obrero muerto. Arte y poltica en la plstica moderna argentina en CD de Anais do IV Congresso Latino-americano de Ciencias Sociais e Humanidades IV Imagens da Morte, Editado por UNIVERSO y UADY, Niteroi, Brasil, 2010.

    15 Decimos esto porque el tpico va a ser retomado por el artista aos despus, por ejemplo en la pintura

    La muerte del Che de 1978.

    16 Aqu debemos pensar en la complejidad de la escena donde Alonso participa y las paradojales

    relaciones entre arte y poltica. En 1967 Alonso se aleja definitivamente del Partido Comunista

    Argentino. Esta retirada es la consecuencia de un prolongado debate sobre la exposicin de Alonso Todo

    Lino donde rinde un homenaje a su maestro que fallece en Unquillo en marzo de 1964. Para sus

    compaeros de militancia, que tienen como principal portavoz a Barletta, la exposicin agravia la

    memoria de Lino Enea Spilimbergo impunemente. Esta perspectiva se fundamenta en el hecho de que

    las representaciones de un Spilimbergo vulnerable, vendado, alcohlico y frgil no eran tiles ni moral

    ni polticamente. Aun cuando Alonso se aleja del Partido, su produccin sigue sosteniendo por una parte

    el lenguaje pictrico y grfico como herramientas privilegiadas para el arte y temticas de clara adhesin

    a un programa que reivindica la militancia de izquierda. Esta conjuncin, la preocupacin por generar

    nuevas poticas a partir de la pintura y la denuncia de la desigualdad social, est presente en las obras que

    mencionamos en el cuerpo del artculo aunque con matices singulares. En 1968 Alonso realiza doscientos

    cincuenta trabajos para ilustrar la Divina Comedia. Dentro de ese conjunto construye un infierno dantesco

  • 7

    especficos para la realizacin de la Leccin son los trabajos de Homenaje a

    Rembrandt, que en 1965 expone en la Galera Nice. Un ao antes, mientras integra la

    comisin directiva de la Sociedad Argentina de Artistas Plsticos (SAAP), organiza

    junto con Ricardo Carpani, Juan Carlos Castagnino y Julio Martnez Howard, la

    muestra El Che Vive. La misma se expone en la SAAP pero es clausurada. Luego de su

    clausura en la Argentina es enviada a La Habana. Si bien Alonso ya haba trabajado

    sobre la figura del Che, es recin en el ao 1969 cuando lo hace a partir de la cita de la

    leccin de anatoma. A fines de ese ao expone en la muestra Panorama de la Pintura

    Argentina 2, organizada por la Fundacin Lorenzutti. Las obras sobre la Leccin de

    anatoma con las que Alonso participa son censuradas por la Subsecretara de Cultura

    de la Nacin. A raz de ese hecho otros artistas participantes retiran sus obras en apoyo

    a Alonso y repudio a la accin de censura.

    Los trabajos mencionados -entre otros- sumados a las investigaciones que Alonso hizo

    en el transcurso de esos aos sobre las circunstancias de la muerte de Guevara,

    posibilitaron una labor densa y compleja sobre el tpico rembrandtiano en el cual la

    articulacin entre arte y poltica se tensa de manera excepcional17

    . Para indagar sobre la

    articulacin referida proponemos una interpretacin donde este conjunto de obras es

    pensado como un nuevo captulo en la frmula del sufrimiento.

    a partir de escenas castrenses contemporneas con referencias puntuales al Holocausto y Vietnam. En la

    exposicin sobre Villa Quinteros, por su parte, se refiere, junto con los otros artistas participantes, a la

    crisis tucumana y sus luchas de resistencia contra el cierre de los ingenios azucareros. En la muestra

    Malvenido Rockefeller como ha referido el propio Alonso, tanto l como los otros expositores estuvieron

    motivados, por la percepcin, como artistas, de una serie de hechos, ligados al colonialismo

    TAFFETANI, Oscar, La memoria como apuesta, La Razn, Buenos Aires, 29 de septiembre de 1985,

    pp. 6-7. Otra cuestin que es importante destacar y le da cabal sentido a su participacin en la SAAP es

    la posicin que, al mismo tiempo que reivindica la pintura como lenguaje, la cuestiona como objeto de

    consumo. Cito en extenso el fragmento de una entrevista que donde Villarino comienza preguntndole:

    -A partir de tu exposicin en Art Gallery hubo un cambio en tu actitud y sin duda habrs llegado a

    algunas contradicciones. S, por ejemplo que trabajar haciendo un cuadro que irremisiblemente se

    convierte en mercanca es intolerable [] Y de qu manera penss que puede lucharse en forma

    efectiva contra eso? Tomando conciencia de que este mecanismo est acabado, que la pintura est

    siendo dominada por su poder de mercanca limitando y desnaturalizando la fuerza de la pintura como

    expresinen VILLARINO, Hctor Mario, Basta del cuadro mercanca. Carlos Alonso, de

    Spilimbergo a Dante en Persona, Buenos Aires, ao 1, n 1, marzo de 1969.

    17 Porque, mientras por una parte, La leccin de anatoma se refiere con fuerza inusitada a la poltica,

    aludiendo a la desigualdad social en el contraste de un desnutrido sobre la mesa de diseccin y un

    ampuloso Dr. Tulp, por otra, la poltica represiva se despliega con notable mpetu cerrando exposiciones y clausurando obras.

  • 8

    5. La hiptesis que planteamos es que estas obras de Alonso pueden concebirse como el

    resultado de la superposicin no homognea de formas histricas que retensionan sus

    sentidos en una nueva configuracin formal. As los trabajos sobre La leccin de

    anatoma remiten a una historia de larga duracin de las civilizaciones occidentales

    donde ha sido representado el sufrimiento y, en especial, a las representaciones del

    Cristo yacente o del Cristo en el sepulcro18

    al reeditar las polaridades muerte-

    resurreccin. A las alusiones del martirio cristiano se yuxtapone una historia local de

    representaciones elaboradas sobre la frmula pattica del sufriente ligada a los

    participantes polticos19

    que renueva la tensin entre el mesas y el militante, as como

    entre la penalidad de la causa poltica y la promesa liberadora que proporcionara.

    Finalmente, como venimos discutiendo, se aadira una tercer referencia: la obra de

    Rembrandt, rehabilitada por el parecido formal de la fotografa de Alborta que

    resignifica los antagonismos del cuerpo como espacio de indagacin cientfica y el

    cuerpo de la presa. Estas correlaciones implican temporalidades mltiples que son

    aprehendidas por Alonso para referirse a la figura del guerrillero, sujeto vulnerado por

    sus victimarios y venerado por sus partidarios. Lo que planteamos justificara una

    interpretacin de la serie de la Leccin de anatoma de Alonso como un nuevo eslabn

    en el devenir de la pathosformel en el sentido que Buruca asigna a esa nocin:

    un conglomerado de formas representativas y significantes, histricamente determinado en el momento de su primera sntesis, que refuerza la

    comprensin del sentido de lo representado mediante la induccin de un

    18 La poca pagana tarda, especficamente para Buruca el siglo III a.C., momento en el que parecera haber despuntado la Pathosformel del sufriente en la historia del Mediterrneo en BURUCA, Jos Emilio, El arte de Juan Carlos Distfano: frmulas de representacin y hermenutica histrica en BURUCA, Jos Emilio y CONSTANTN, Mara Teresa, Juan Carlos Distfano. Obras 1958-2010,

    Fundacin OSDE, Buenos Aires, 2010. Warburg en su proyecto Mnemosyne dedica los paneles 41, 42 a

    y 42 b a esta frmula especfica. Para ello puede consultarse el trabajo de FOSTER, Kurt W. y MAZZUCCO, Katia, Introduzione ad Aby Warburg e allAtlante della Memoria, con la colaboracin de Mnica CENTANNI, Bruno Mondadori, Miln, 2002. Para analizar estas frmulas en el contexto

    latinoamericano es medular el trabajo de SCHENONE, Hctor, Iconografa del arte colonial. Jesucristo,

    Fundacin Tarea, Buenos Aires, especialmente los apartados referidos a la Deposicin, Llanto sobre el

    cadver de Cristo y Cristo yacente.

    19 Nuestro trabajo postula, por ahora, que sentidos inditos que ligan la representacin de la Pathosformel

    del sufriente cristiano con el obrero como sujeto de padecimiento se conforma en la plstica nacional

    durante la dcada del 30 a partir de las escenas del Descendimiento de Cristo. De tal suerte, se construye como una reelaboracin de las imgenes de la Pasin, aadiendo un nuevo sentido vinculado con un

    nuevo protagonista, histrico y mundano: el obrero cado, herido o muerto. En la dcada del 40 las representaciones del Descendimiento van a perder protagonismo y sern ms habituales las de la Deposicin. (Cfr. Romano, 2010).

  • 9

    campo afectivo donde se desenvuelven las emociones precisas y bipolares

    que una cultura subraya como experiencia bsica de la vida social 20

    .

    La categora propuesta por Buruca concibe a la frmula como un espacio que posibilita

    la reconstruccin de los vnculos entre las obras de Alonso y la memoria visual

    colectiva a la que recurri el artista21

    . La identificacin de las analogas formales

    posibilitar determinar las relaciones entre las referencias histricas contenidas en la

    frmula como la descripcin de los elementos inditos adicionados a tales referencias

    para determinar de ese modo su nuevo sentido histrico22

    . Vamos a considerar los

    deslizamientos de sentido producidos por Alonso, que enfatiza ciertos aspectos, omite o

    incorpora otros, en relacin con la obra de Rembrandt a partir de la consideracin de

    tres cuestiones.

    La primera se vincula al tratamiento del cuerpo del Che. Aunque la composicin de las

    obras de Alonso tiene fuertes analogas con la obra del holands, en tanto el cadver

    est rodeado de personas que lo observan, escudrian, sealan, en la obra de Alonso hay

    un cuerpo sufriente y en la de Rembrandt no. Mientras las pinzas del Dr. Tulp pintado

    por Rembrandt se circunscriben en la representacin a una poltica mdica tendiente a

    la identificacin de relaciones anatmicas, a la correspondencia de rganos, a la

    descripcin de una combinatoria de elementos orgnicos para establecer las leyes de

    intercambios de los fluidos y tejidos que las conforman; en las obras de Alonso el

    bistur, las tijeras, las agujas, las mangueras que transportan la sangre del cuerpo hacia

    la pileta son signos de tortura si ste aparece vivo -Imagen III- o, en todo caso, de

    violencia post-mortem. De tal suerte, ante todo el cuerpo del Che es un cuerpo que

    connota un espacio de dolor23.

    20BURUCA, Jos Emilio, Op. Cit., p. 12.

    21Tal reconstruccin no implica, por supuesto, una verificacin para la cual el anlisis formal de la

    imagen considerada debe necesariamente su relacin con otros documentos.

    22Respecto al modo en que se establecen esos vnculos Buruca advierte que no siempre se establecern

    por una derivacin material. Como ha explicado No cabe pensar siquiera en la necesidad de una dependencia mediada por encadenamientos sucesivos, o sea, por una cadena de influencias y ecos que se

    hayan transmitido entre eslabones cercanos o remotos. Tampoco parece razonable postular la existencia

    de huellas inconscientes [] y menos an creer en una suerte de inconsciente colectivo, vade retro en BURUCA, Jos Emilio, Op. Cit., p. 13.

    23 Las comillas indican la cita al ttulo del trabajo de Mara Teresa Constantn que se refiere de manera

    minuciosa a los distintos recursos a los que apela el lenguaje alonsiano para representar el dolor Cfr.

    CONSTANTN, Mara Teresa, Un espacio para el dolor en AA.VV., Carlos Alonso. (Auto) biografa en imgenes, RO Ediciones, Buenos Aires, 2003.

  • 10

    Es en este punto donde el martirio laico sufrido por el guerrillero es anlogo al martirio

    de cristiano. La figura herida y lacerada del Che ha sido parangonada con la de

    Jesucristo porque ambos padecen. Esta comparacin24

    ha sido propiciada tanto por la

    imagen fotogrfica como por las asociaciones posteriores que se hicieron de la misma

    con el Cristo Morto de Mantegna y la Leccin de anatoma de Rembrant pero, adems,

    por los procesos de radicalizacin poltica vinculada con la radicalizacin religiosa25

    .

    De hecho, creemos que es plausible analizar la obra Leccin de anatoma (1970)

    Imagen IV- de Alonso como una cita que sintetiza las obras de Rembrandt y Mantegna.

    La cita al primero de los artistas es inequvoca, mientras la alusin al Cristo Morto

    puede pensarse a partir del escorzo frontal del cuerpo del Che, los pies del cadver en

    primer plano, las manchas que representan las heridas, la juventud extinta del cuerpo

    yacente. Si esta interpretacin fuese aceptable tambin se podra comparar esta obra de

    la serie de Alonso con El obrero muerto (1949) Imagen V- realizado por Berni.

    24 Como ya reseamos fue realizada por Alborta, por algunos de los pobladores de Vallegrande que

    presenciaron la escena y por autores como Skoller, Castaeda, Franco, Taibo, Anderson entre tantos.

    25A nivel latinoamericano debemos considerar que en 1967 se elabora el documento de los obispos

    latinoamericanos que hacen su opcin por los pobres y muere Camilo Torres que despliega una serie de representaciones donde se parangona el lder revolucionario al mesas- y en 1968 se realiza la

    Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Medelln. En Argentina desde fines de 1966 se edita la

    revista Cristianismo y Revolucin dirigida por Garca Elorrio y en 1968 se conforma el Movimiento de

    Sacerdotes para el Tercer Mundo. La representacin grfica del Cristo-guerrillero se materializa como

    observ Sarlo, en un dibujo de Cristo con un fusil al hombro publicado en la revista mencionada en 1971 en SARLO, Beatriz, La pasin y la excepcin, Siglo XXI, Buenos Aires, 2003.

    Imagen III. Carlos Alonso, La leccin de

    anatoma. 1969. Tcnica mixta sobre papel. 50 x

    70 cm. Propiedad del artista

    Imagen IV. Carlos Alonso, Carne argentina.

    1970. Dibujo. S/D de dimensiones. S/D

    coleccin

  • 11

    Si seguimos ese derrotero interpretativo estas obras de Alonso podran interpretarse

    como un nuevo eslabn en el desarrollo de la frmula del pathos que reedita el tema

    iconogrfico de la Deposicin, donde las tensiones muerte-resurreccin y contingencia-

    trascendencia perviven. En segundo lugar rehabilitara los sentidos que el nuevo

    realismo impulsado por Berni otorg a esas polaridades en la figura del obrero, para

    finalmente, configurar al Che no slo como sujeto de aniquilacin de las fuerzas

    represivas, sino tambin como sujeto de transformacin social a partir de su

    compromiso con la causa revolucionaria. En esa direccin la yuxtaposicin de los

    sentidos religiosos del sufriente, mediada por las sucesivas citas de la plstica nacional,

    ms que generar una iconografa conciliadora propicia, desde nuestra perspectiva, un

    espacio que genera tensiones inconciliables26

    .

    La diferencia sustancial entre las citas de la frmula aludidas y estas representaciones de

    Alonso radica en que sus obras estn presentes los responsables de la muerte de

    Guevara. En las representaciones anteriores los obreros o los muertos civiles estn

    26 Un aporte medular para estas reflexiones lo constituye el trabajo de Roberto Amigo donde analiza la

    conformacin de las relaciones entre las imgenes de la iconografa religiosa y sus apropiaciones por

    parte de los movimientos polticos radicalizados en el espacio nacional. Cfr. AMIGO, Roberto, Letanas en la catedral. Iconografa cristiana y poltica en la Argentina: Cristo obrero, Cristo guerrillero, Cristo desaparecido en Studi Latinoamericani, n 1, Udine, 2005.

    Imagen VI. Carlos Alonso, Leccin de anatoma.

    1970. Acrlico sobre tela. 210 x 200 cm. Coleccin

    Gloria Argelez, Roma

    Imagen V. Antonio Berni, El

    obrero muerto o El velatorio,

    1949

  • 12

    rodeados por los dolientes y las fuerzas que los vulneran no han adquirido una forma

    iconogrfica. Es cierto que en La muerte del Che Imagen VII- hay campesinos

    bolivianos que son representados, como observa Mestman, entre el lamento y la

    agitacin pero su consternacin est planteada en trminos diferentes, la distancia entre

    esas personas abatidas y el cuerpo del Che es notable. Si hacemos un nuevamente un

    paralelo con El obrero muerto aquello es evidente.

    La segunda cuestin se refiere al carcter de demostracin. Primeramente hay que

    destacar que tanto en las fotos de Alborta como en la pintura de Rembrandt La

    Leccin no est destinada slo a los aprendices del Dr. Tulp sino que se efecta de

    modo abierta para el pblico de pago de los sectores favorecidos que quisieran asistir.

    Ese pblico, que excede los personajes del retrato colectivo del joven Rembrandt, es

    sugerido por las miradas hacia afuera del cuadro de algunos de sus aprendices. De

    manera anloga en las obras de Alonso hay siempre personajes mirndonos, conscientes

    de que sus acciones tienen observadores. En algunas ocasiones, incluso, el que est

    mirndonos es el propio victimizado que nos convierte en testigos (como en Carne

    argentina Imagen IV-).

    El segundo rasgo de la demostracin es el que ha observado Berger: ambas son

    formales. A pesar del carcter general de las demostraciones -al que ya nos referimos

    en las citas reseadas de Berger en la introduccin- hay, en estas obras una diferencia

    nodal: mientras el cuerpo de la diseccin de la obra de Rembrandt es importante por su

    anatoma igual a la de sus semejantes, el cuerpo del Che es importante por su

    singularidad. De ah que sea vital su inequvoco reconocimiento y que todos los

    Imagen V. Carlos Alonso, La muerte del Che

    (detalle). 1978. Acrlico y leo sobre tela. 200 x

    200 cm. Propiedad del artista.

  • 13

    dispositivos desplegados en la accin representada no apunten a describir los rasgos de

    su anatoma compartida con todos los hombres sino a corroborar sus peculiaridades.

    Esta cuestin es trabajada por Alonso en Leccin de anatoma (1970) Imagen VI-

    donde hay dos personajes, aprendices del Dr. Tulp, que desarrollan tareas

    identificatorias, en el ngulo superior izquierdo uno coteja una fotografa del rostro del

    Che vivo con su semblante extinto y a la izquierda del cuerpo, otro sostiene una hoja

    con la impresin de sus huellas dactilares. Tambin en Carne Argentina (1970) Imagen

    IV- se repite la accin entre el cotejo de la foto y Guevara, cuestin que se reitera una

    vez ms en La muerte del Che (1978) Imagen VII-. Estas cuestiones, al mismo tiempo

    que humanizan el cuerpo del Che, al cualificarlo, generan una representacin obscena

    de los dispositivos identificatorios.

    La tercera cuestin en la que las obras de Alonso asignan un sentido indito a la

    Pathosformel del sufriente se relaciona con el modo en que han sido representados los

    ejecutores de la muerte del Che. El dilogo que Alonso elabora con la obra de

    Rembrandt y las fotos de Alborta posibilita extrapolar el binomio conformado por el Dr.

    Tulp y sus aprendices a los generales bolivianos y sus subordinados. A partir de

    recursos plsticos que provienen tanto del lenguaje pop como de la nueva figuracin la

    representacin de los victimarios ha sido construida destacando diferentes aspectos. El

    arco va desde el sarcasmo y la irona: el ejemplo paradigmtico de esto lo constituye la

    pintura Leccin de anatoma de 1970 -Imagen VIII-, en donde el discpulo y Tulp

    Imagen VIII. Carlos Alonso,

    Leccin de anatoma. 1970.

    Acrlico sobre tela. 210 x

    200 cm. Propiedad del

    artista

  • 14

    mantienen un dilogo en donde la CIA es identificada como la causa de muerte del Che,

    pasando por el grotesco fantasmagrico como puede observarse en el centinela que

    custodia el cadver del Che en primer plano de la Leccin de anatoma n 2 realizada en

    1970 Imagen IX-, hasta la figura del perpetrador parangonada a la del cazador presente

    en varios de los trabajos que forman parte de la serie -Imagen IV-. Esta dimensin de

    los culpables es medular en tanto implica, como ha sugerido Mangieri, la definicin de

    la vctima en trminos de trofeo de caza27

    . La analoga que Mestman marc entre el

    Che y la presa capturada en la obra Carne argentina (1970) es otro de los sentidos

    histricos inditos que se superponen a la Pathosformel del sufriente. Alonso en ese

    dibujo profundiza, a partir de la figura del Che, la comparacin de las reses y de la

    materia de la carne a secas, con los tpicos de la identidad argentina y sus aspectos ms

    conflictivos y atroces.

    6. Creemos que el grupo de obras elaboradas por Alonso en la Leccin de anatoma es

    sumamente productivo para analizar una serie de aspectos que iluminan las relaciones

    conflictivas y, no por ello menos fructferas, entre el arte y la poltica a fines de los

    sesenta. Por una parte las concernientes a los vnculos que la frmula entraa y los

    contactos a los que apela Alonso. Es evidente que Alonso vio las fotografas tomadas

    en la morgue improvisada de Vallegrande28

    como tambin lo es que conoca muy bien

    27 Aunque no se refiere a la Leccin de anatoma debemos decir que Amigo ha descripto esa cualidad en

    el collage realizado por Berni en 1967 que describe en los siguientes trminos No hay llanto sobre el

    cadver sino exhibicin de un trofeo de caza en AMIGO, Roberto, Op. Cit., 214.

    28 Es probable que las fotografas vistas hayan sido las que sac Alborta publicadas en La Razn del da

    11 de octubre de 1967. Relacionado con este punto es muy interesante la referencia de Alonso al medio

    Imagen IX. Carlos Alonso, Leccin de

    anatoma n 2 (detalle). 1970. Acrlico sobre

    tela. 130 x 180 cm. Propiedad del artista

  • 15

    La leccin de anatoma del Dr. Tulp y, posiblemente, el fragmento conservado de La

    leccin de anatoma del Doctor Joan Deyman. La formidable cultura visual de Alonso

    nos autoriza a suponer que tambin conoci innumerables escenas de Cristo en el

    sepulcro o del Jesucristo yacente29

    , no obstante es dificultoso hipotetizar acerca de qu

    obras consider puntualmente. Con el mismo margen de incerteza podemos suponer que

    El obrero muerto de Berni pudo haber sido una referencia de peso, no slo por su tema

    sino tambin por su tratamiento y factura. Los lmites respecto de la posibilidad de datar

    y comprobar las diferentes filiaciones y referencias iconogrficas que intervinieron en la

    conformacin de las obras que constituyen la serie son problema que trae a colacin una

    cuestin observada por Carlo Ginzburg cuando apunta que puede intentar demostrarse

    que existen convergencias intelectuales y, simultneamente, que no hay contactos

    directos aunque como bien lo advierte, el desafo implica una tarea nada fcil 30. Por

    otra, la que concierne al lenguaje elegido para vehiculizar tales referencias. En un

    contexto donde el lenguaje pictrico era, desde muchas perspectivas, considerado

    incapaz de desplegar algn potencial crtico respecto de la acuciante situacin poltica y

    social, postulado que lleva a una gran cantidad de artistas a optar por otros medios

    expresivos e incluso a optar por acciones fuera del lenguaje artstico, Alonso opta por

    una va que lo reivindica como herramienta de interpelacin. Es el lenguaje pictrico y

    grfico el instrumento mediante el cual la frmula del sufrimiento es actualizada a

    travs de operaciones que recuperan y reelaboran significados que, discrecionalmente

    provienen de y se refieren a temporalidades y espacialidades diversas: los vnculos entre

    las representaciones de la figura del guerrillero asociada a un Cristo joven, contestatario,

    rebelde; las filiaciones con las frmulas del sufrimiento del militante poltico elaboradas

    en el espacio local por los nuevos realismos; finalmente, los significados especficos

    que vehiculiz su cita a Rembrandt.

    de circulacin de la imagen cuando en varias obras de esta serie representa la escena dentro de la pantalla

    de un televisor, como hizo tambin Berni. Esto abre dos vas de reflexin posibles para futuros trabajos,

    por una parte la que se pregunta sobre la circulacin de esta imagen en los medios masivos. Por otra la

    que introduce la problemtica de la representacin o presentacin de esa circulacin en estas pinturas,

    tintas y dibujos en particular.

    29Es difcil no pensar aqu en la analoga con el Cristo en el sepulcro de Holbein el Joven.

    30GINBURG, Carlo, El hilo y las huellas. Lo verdadero, lo falso, lo ficticio, Fondo de Cultura

    Econmico, Buenos Aires, 2010, p., 381.

  • 16

    Bibliografa citada

    AMIGO, Roberto, Letanas en la catedral. Iconografa cristiana y poltica en la

    Argentina: Cristo obrero, Cristo Guerrillero, Cristo Desaparecido, en Studi

    Latinoamericani, n 1, Udine, 2005.

    BERGER, John, Che Guevara Dead, Aperture, Vol. 13, n 4, 1968. Hemos tomado

    como referencia la traduccin al espaol del texto original Che Guevara muerto

    publicada en KATZ, Leandro, Los fantasmas de ancahuaz, Buenos Aires, La

    Lengua Viperina, 2010.

    BURUCA, Jos Emilio, El arte de Juan Carlos Distfano: frmulas de representacin

    y hermenutica histrica en BURUCA, Jos Emilio y CONSTANTN, Mara Teresa,

    Juan Carlos Distfano. Obras 1958-2010, Buenos Aires, Fundacin OSDE, 2010.

    CONSTANTN, Mara Teresa, Un espacio para el dolor en VVAA, Carlos Alonso.

    (auto) biografa en imgenes, Buenos Aires, RO Ediciones, 2003.

    JOLY, Martine, La imagen fija, Buenos Aires, La Marca Editora, 2003.

    KATZ, Leandro, Los fantasmas de ancahuaz, Buenos Aires, La Lengua Viperina,

    2010.

    KATZ, Leandro, Entrevista con Freddy Alborta en KATZ, Leandro, Los fantasmas de

    ancahuaz, Buenos Aires, La Lengua Viperina, 2010 a.

    GINBURG, Carlo, El hilo y las huellas. Lo verdadero, lo falso, lo ficticio, Fondo de Cultura

    Econmico, Buenos Aires, 2010.

    GRNER, Eduardo, Una cuestin de detalles, Che (A manera de prlogo) en KATZ,

    Leandro, Los fantasmas de ancahuaz, Buenos Aires, La Lengua Viperina, 2010.

    MESTMAN, Mariano, La ltima imagen sacra de la revolucin latinoamericana en

    KATZ, Leandro, Los fantasmas de ancahuaz, Buenos Aires, La Lengua Viperina,

    2010.

    ROMANO, Carolina, La representacin del obrero muerto. Arte y poltica en la

    plstica moderna argentina en CD de Anais do IV Congresso Latino-americano de

    Ciencias Sociais e Humanidades IV Imagens da Morte, Editado por UNIVERSO y

    UADY, Niteroi, Brasil, 2010.

    TAFFETANI, Oscar, La memoria como apuesta, La Razn, Buenos Aires, 29 de

    septiembre de 1985.

    VILLARINO, Hctor Mario, Basta del cuadro mercanca. Carlos Alonso, de

    Spilimbrego a Dante en Persona, Buenos Aires, ao 1, n 1, marzo de 1969.

  • 17

    WARBURG, Aby, El renacimiento del paganismo. Aportaciones a la historia cultural

    del Renacimiento europeo, Madrid: Alianza Editorial, 2005.