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  • A L G U N A S PERVIVENCIAS EPICAS MEDIEVALES EN LOS "ROMANCES

    VULGARES" DEL R O M A N C E R O GENERAL

    Por

    ANDRES SORIA

    Universidad de Granada

  • El concepto de "hroe pico" ha de considerarse, en el dilatado proceeo de la poesa narrativa, como un concepto mudable, no fijo, sometido a esa variabilidad que es, seg-n Todorov, "indicio propio de la historia de la lite- ratura".

    Son muchos e importantes 110s estudios que, dentro de la pica francesa, i lust~an la evolucin de sus hroes (1). A pesar de su tendencia a cristalizarse en determinados comportamientos, circunstancias internas y externas los mo- difican. La tipologa de los hroes de los cantares de gesta es diferente y en- traa una evolucin. Son como hmmanos muy poco parecidos en sus faccio- nes, aunque todos de igual origen.

    Junto a la tradicin gloriosa y secular de la pica francesa, hay otra, ms reciente, la del Romancero, extendido desde Castilla a toda la Pennsula y luego a los pases de habla hispnica. En estas breves notas trateremos de examinar algunos aspectos de la evolucin heroica dentro de este vasto siste- ma potico que, en cierto modo, pralonga, en dominio lingstico distinto, la producida en la epopeya francesa.

    1. En un momento dado surgen, en la diversidad del Romancero, los ele- mentos heroicos que se han venido a l l a m a ~ "anti-hroes". Este vocablo, expresivo y de gran fortuna, fue utilizado, en principio, para designar a los personajes de la novela picaresca, que planteaban y siguen planteando toda- va, problemas estticos y socioilgicos (2). Aqu habilitamos el trmino para

    (1) Citamos, entre otros, aparte del conocido trabajo de Reto R. BEZZOLA, De Roland a Raoul de Cambray (Ml. Hoepffner, Pars, 1949, pgs. 195-213), a P. LE GENTIL, Ogier le Danois, hros pique, en Ro., LXXVIII, 1957, pg. 233, y P. LE GENTIL, Reflexions sur le theme de la mort dans les chansons de geste, en Ml. Lejeune)), Gembloux, 1969, 11, p- ginas 801-809.

    (2) A Frank W. Chandler (1899), ilustre historiador de la novela picaresca espaola en su contexto europeo, se debe la palabra anti-hroe, para designar a los protagonistas de estas novelas. Vase Pedro SALINAS, Ensayos de Literatura Hispnica, Madrid. 1961, especialmente

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    aplicarlo a otros personajes cuyas hazaas no son los "altos hechos" de la pica, sino, por el contrario, aociones totdmente opuestas a lo que siempre un general consenso ha considerado incluible en el campo de lo propiamente ''heroico".

    Puede sealarse, a partir de fechas imprecisas, la presencia de anti-hroes (e incluso "anti~heron~s") en el Romancero, coino antes haban immpido en la novela y el teatro. El mismo aliento pico que durante siglos se reservaba a unos ~ersonajes heroicos, aparece ahora impulsando a los que no lo son. Hay que proceder a examinar, primero, las condi'ciones internas que lian podido motivar esta aparicin en el acervo pico y, despus, las presiones del entorno social e histrico, cuyo resultado es esta nueva escri- tura heroica.

    Antes de establecer esta trama de relaciones hay que ahondar en la silva del Romancero. Por su ndole, e l corpus roman'cstico se ha ido formando por agregacin e imitacin de unos gneros primitivos (las distinciones entre romances "viejos" y "nuevos" son muy antiguas). La nocin de modernidad es correlativa de la marcha histrica a par;ti~ del llamado Nuevo Ronian- cero.

    La enorme vitalidad y dinamicidad de los romances (dependientes en gran medida de su estructura fundamental, transmisin oral y alianza muy estrecha con la msica) los hace muy flexibles. Esto, que ya h a sido sealado para el Romancero, podra relacionaarse con la va~iabillidad -dentro de su gnero- que Jean Ryohner ha visto para los fabliuux, tambin orales en su base, para la literatura medieval francesa ( 3 ) .

    En el Romlanicero, y en poca tarda, hay una bifurcacin: por un lado, romances artstilcos, de n'ueva creacin, en la que intervienen todos o casi todos los grandes nombres de la literatura; por otra, romances vulgares.

    Detengmonos en esta denominacin. Menndez Pidal considera que en el siglo XVIII se deja de or el canto de romances entre la gente culta. Hay, sin embargo, un auge de nuevos romances, impresos en pliegos sueltos. Parece resurgir un fervor por los romances jugla~rescos, pero su estilo es vulgar, ple- beyo. Menndez Pidal insiste en que deben llamarse as, mejor que "vulgares", pues son destinados al ''pueblo abatido e inculto" (4). Siguen imitando estos el cap. titulado El "Hroe" Literario y la Novela Picaresca Espaola, pgs. 57-61.

    Vase esta correlacin de los sobrenombres heroicos (tipo Fierabras, etc.) con los nom- bres dc antihroes, tomada de un texto religioso:

    Como los capitanes ms bravos, a quien alguna hazaa suele poner nombre nuevo, como ha quedado hoy en Espaa, el nombre de los Machucas. A los cua- les se quieren parecer los rufianes fanfarrones, que se llaman Tripa en Brazo, Fuertes Vellos, Juan del Guante (en Cristbal DE FONSECA, Primera Parte de la Vida de Cristo Seor Nuestro, Toledo, 1596, f. 107 v.").

    (3) Vase Jos F. MONTESINOS: Algunos problemas del Romancero nuevo, en Ro. Phil., VI, 1953, pgs. 231-247, sobre todo pgs. 236-37.

    (4) R. MENNDEZ PIDAL: Romancero Hispnico (Hispano-Portugus, Americano y Sefard), Madrid, 1953, 11, pg. 248.

  • romances a los aiitiguos, pero no a los viejos (es decir, populares o tradicio- nales), ~ i n o a 10s artificiosos del romancero nuevo.

    Mcnndez Pidal seala algo muy interesante. Los asuntos de estos roman- ces soii nuevos. El iiiundo culto y oficial del siglo XVIII los reprueba, como Meiibri(1ez Pidal muesira con abundantes y autorizados testimonios. Esta ac- titud, que el gran maestro comparte --en su visin general e histrica de todo el Romancero--, contina, respecto a los textos romancsticos vulgares, p n - tos de vista iiaciclos en la poca romntica. Agustn Durn, editor del Roman- cero General, enfoca los romances vulgares (que ha recogido y editado) con prejuicios que son cifra de una ideologa y una postura doctrinal muy con- cretas. Forman parte de toda una teora cultural de la "degeneracin" (en la que participaron muchos hombres del XIX) y que se puede resumir as: a partir del XVI, hay una continua regresin y el pueblo espaol, agotado su ingenio, no puede -por la opresin general- abrirse nuevos caminos inte- lectuales. Un fondo de corrupcin moral llevaba a la d g a r i d a d total de los ideale* artrticos (y romancsticos~. Y entonces, precisamente, emergan con gran pujanza estos antihroes ( 5 ) .

    Dnrn vuelve sobrie este motivo en el Apndice de su coleccin, donde jus- tifica todas sus clasificaciones. El conjunto de los romances forma "una ca- dena no interrumpida de progreso intelectual". La demanda del pblico re- ceptor de los romances es decisiva y est determinada por la "civilizacin del vulgo" que los haca o al que se destinaban (6).

    Romances vivos y, claro est, modernos, que al ser incluidos en el apar- tado de vulgares o plebeyos muestran la presencia, muy poderosa, del aspecto social del dilogo, ronstante a lo largo de los siglos entre texto pico y pblico.

    Por sus temas abarcan subgneros ireligiosos, novelescos, erticos). De to- dos modos, es observable que mientras que esquemas de un romance viejo pasan inalterados a otro artstico (del Romancero Nuevo) y slo se vulgarizan en la medida en que se hacen, por ejemplo, pardicos, los romances vulgares ensayan por s mismos esquemas que van a modificar algunos de los tradi- cionales, por exigencia de las nuevas figuras que los animan.

    Poda intensificarse la bsqueda de las races de esta inalinacin a la vul- garidad (atraccin de la sociedad consumidora de los romances, como advirti Durn) y que hace limitado al genero, camino de gran importancia, que ni- camente podemos indicar.

    ( 5 ) A. DuRN: Romancero General, Madrid, BAE, 1, Prlogo, pg. XXXI. La cita de Durn ha sido reproducida -y refutada- en Julio CARO BAROJA: Ensayo sobre la literatura de cordel, Madrid, 1969, pgs. 22-23.

    (6) DURAN, ob. cit., pg. XXXIX.

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    Es preferible sealar cmo, en ciertos romances, coiitinan perdiiraiido las estructuras bsicas picas. Y la primera que nos asalta es la mencin o liga- zn histrica de los aconteceres cantados ( 7 ) . Los romances que vamos a ver procuran destacar, desde los primeros versos del relato, la consistenria hist- rica de sus personajes (nacimiento, filiacin y a veces enfamc~s condensadas). P o d ~ argirse que todo esto parece obvio, porque se ha pasado del plano heroico tradicional a este nuevo (igualmente lieroiro, pero cle niveles y conte- nidos ms bajos) .

    No obstante, el nfasis en la historicidad es uiia exigencia de las apetencia* legendarias vulgares. Mientras que los hroes medievales borran su historici- dad - c u a n d o la tienen- por causa de su halo legendario. los hroe* ( o anti- hroes) modernos necesitan esta historicidad para Yubsistir. Si1 piblico la exige. Y la leyenda nace en los detalles, no en la concepcin del conjunto, que es, en todo niomento, histrico, ajustndose a la historicidad ms plena -ms d g a r - , adornada, adems, con los tradicionales "ojos de la historia", geografa y cronologa.

    El comportamiento heroico convencional suma las proezas y las hazaae, en tanto que el nuevo hroe necesita hechos que al referime den en parad- jicos (el "tristemente clebre", con que el argot periodstico califioa a los mal- hechores, la fama conseguida por el resonar de actos criminales, etc.). Las 66 maldades", las fechoras, son equivalentes a las hazaas heroicas (hauts faits, geste). No vamos a hablar de los bandidos, salteadores dc caminos v forajidos, sino de los que son el prembulo y que han recibido un tratamiento y afabu- lacin peculiar: los guapos, la majeza, la matoneria, que se conecta en seguida con la mala vida y el hampa, aunque 7 el matiz es importante- no necesa- riamente.

    La musa pica, antes de llegar al bandido y a su variante idealizada ("ban- dido generoso"), se ha detenido en el g u q ~ o , no slo como personaje ms liin- pio o ms expresivamente anti-heroico, sino tambin como personalje que est al borde y en e3 origen de una vida totalmente temida y perseguida por la sociedad toda entera.

    2. Los intitulados por Durn "romances de valenta, guapeza3 y desafue- ros", han sido objeto de uii profundo estudio moderno en la aniplia visin de conjunto de la literatura vulgar (pliegos de cordel), de Julio Caro Ba- roja 18).

    La sociedad espaola 'de los siglos XVII, XVIII y parte del xtx es la que ha dado lugar al brote de estos anti-hroes, que, respecto a sus orgenes pura-

    (7) El factor histrico (presencia de hechos o personajes histricos en la pica medieval) es fundamental, aunque hoy no se valore tanto. (Vase Paul ZUMTHOR: Essai de Potique Mdivale, Pars, 1972, pg. 456.)

    (8) CARO: Ensayo sobre la literatura de cordel, pgs. 41-70.

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    mente literarios e inmediatos, bien podran venir del teatro de valentone3 v acaso tener precedentes en el genio de Lope de Vega, como destaca Caro.

    La valenta, como rasgo, en que estos personajes son prdigos, extiende su campo semntico y deja de ser valor primero del hroe pico (Ambedui imt mrueillus vmselage [Chamon de Roland, v. 1094]), previo y anterior a cual- quier otro, para desembocar en algo exagerado y antisocial: el valiente de oficio, que ha de ser en todo momen,to fiel a su fama.

    Los personajes oantados por los romances son histricos, como hemoh dicho. El ms famoso de todos, Francisco Esteban el Guapo (9).

    Francisco Esteban, andaluz, natural de Lucena (Crdoba), ha sido (*antado por cinco romances annimos que contienen su vida. Su solar, Lucena; sus padres, "gallegos" (y por tanto, no "moriucos", sino conqiiistadores de Anda- luca. En todo caso, cris'tianos [viejos], limpia genealoga, correlativa con otra gente nueva, villano6 del teatro, etc., que ahora empiezan a despuntar en la literatura). Sus enfances son breves. Pu,esto a aprender el oficio de obra prima, el maestro zapatero le zurra por travieso y l se escapa, apedrendolo. La primera llamada al "ejercicio heroico" aparece con el servicio militar, doii- de Francisco se encuentra: un ascenso por he,chos de armas. Este tema es tpico en el romance vulgar. Es nota de modernidad, por pintarnos un ejr- cito moderno y organizado, colectividad militar, jerarquizada, tal como sub- siste hoy da, en la que el valor personal destaca inmediatamente: Hice tan notables hechos / Que alcanc a pocos das / El empleo de sargento. Y con este tema se enlaza otro, el de la desercin, que Esteb)an cree hoiirosa: Y sobre dos que se huyeron / Me ultraj mi q i t n / Adonde todos lo oyeron. (Pensamos en una prdongacin ms moderna, ms matizada, cuka -no vul- gar- de la pica hispnica, el Martn Fierro, de Jos Hernndez, con su epi- sodio de vida militar y desercin) (10).

    Una de las con'exiones que aparecen como especficas en estos valientes -ilustrada histricamente por Julio Caro- es el contrabando. Esteban lo de- clara: Y despus, por mi provecho / Di en tratante de tabaco ... Sucdense desafos a otros guapos locales de ciudades pequeas y de la corte, con otra serie de hechos 'desaforados, terminndose d relato con la condena a galeras de Esteban (final lgico, que justifica la segunda parte prometida) (11).

    (9) Ensayo ..., pgs. 106 y SS. Caro da muchas noticias sobre este anti-hroe que eclips a otros, tambin mencionados con sus nombres y apellidos, corrigiendo la fecha de su muer- te, que debi ser en 1705 y no en 1605, como dice el ltimo de sus romances (pgs. 106-107).

    (10) Jos HERNNDEZ: Martn Fierro, NI. El Gaucho Martn Fierro, VI, VV. 989-990. (11) Durn, en nota al final de este romance, insiste, con indignacin mal contenida,

    en la prdida de gusto del pueblo: A tal punto de degradacin haba llegado aquel pueblo libre, fiero y caba-

    lieroso, que en tiempos anteriores slo oa y cantaba el herosmo del Cid y otros clebres capitanes ... Qu diferencia de tiempos! En unos se entusiasmaba el pueblo con las historias de Fernn Gonzlez, con las fbulas de Amads de

  • En el segundo romance, Francis'co Esteban es ya formalmente un contia- bandista, que saca un fuerte ,amlijo de An,daluca hacila Aragn. En ewte ro- mame se maneja la "divem,in n,arrativa3', viejo recurso de estilo pico, enfi- Indose diversos hechos -Francilsco, sus hombres, el gobernador- que la narraci'n toma y deja, invitando al pbllico a seguirla. (Este romance es ms m'ovido y dramtico que el primero.) Al final, despus de haber liberado a RUS compa~cros de la crod con un golpe de audacia, &tos lo vitorean y al- canza la apoteosis (-jViva el azote de ~ L L U ~ I O S ! / Viva quien tiene en ~l m u d o / Su,s hechos tan lau,rea$os), repartien,do fraternalmente el dinero y merc,an'ca y adelantndose, como anuncio d'e una tercera parte, y episodio principal, e l hecho de .allanar la morada del presidente de la Ch,ancillera de Granada.

    El tercer ronian'ce c0mienz.a con una invocacin al Cristo de la Luz, invo- cacin piadosa de iipo juglaresco. (Y'a Menndez Pimdal seal'aba este carcter a los romianceii vulgares, siendo los modernos juglares los ciegos cantores.) Despus de rondar a caballo la ciudad 'de Granada, .entra en ella por el Triuii- fo (precisa topografa! y penetra en la casa del presidente, don Pablo Dia-

    m

    ante (12). Y Fran'cisco Esteban ,d,a cuenta de su vi~da, respondiendo a las preguntas del magistrado. Ti'ene padre y su pob,reza le ha llevado a abrazar *u peligroso me,nester. Tiene h,ermanos, que le sirven, y est casado, en Jan, con Mara Josefa, de la que tiene una hija, que desempea / A su padr~ y a su madre / En b hermosa y lo disoreta. Terminada la repui,sitoria (que bien pued'e recordar l'as variadas e,scenas 'picas entre rey y barn o seor y vasallo), el matgistrado propone que hombre de tal valor se enmien'de. Pero Esteban ha recela'do que el despacioso interrogatorio no .sea una trampa ..., aunque, si as es, ha fallado: ... pero dio / Esta vez el golpe en piedra. Un cmplice, en la puerta de la calle, aleja la los mini.stros. Y entonce's el anti- hroe se crece y exige que w d'elito sea borrado, pero lo hace suplicando. Como el magiistrado se lia visto desamp~ara'do de los suyos, cede (con una vaga promesa. Hay intercambio )de armas (otro rasgo remotamente pi'co) y una cena amistosa, tras la que el guapo es i'nvitado a dormir e n a s a . Pero, in- seguro, no se queda,. Llegan de maana los ministros, cuan'do el pjaro ha vola,do. Al lanzarlos en su busca, al magistrado les da su .descripcin g aade: Es u,n segundo Pudgar / que en G r a d a nombre deja. (Es decir, ,lo compara al atrevido Prez del Pulgar, ,que entr en da Granada d'e Boiabdil y plant, en la puerta de la mezquita mayor, una cartela con el "Ave Mar'a", proeza -naturalmente- cantada por el Romancero) (13).

    Gaula; en otros con las leyendas de falsos milagros y con los desafueros de Francisco Esteban (Romancero General, 11, pg. 369 a).

    (12) Personaje histrico. Hermano de padre del conocido poeta Juan Bautista Diamante (1625-1687), tambin mozo crudo y pendenciero (CARO, ob. cit., pg. 107).

    (13) Romancero General, 11, nms. 1115, 1116 y 1117. El primero annimo y los otros

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    El cuarto romance celebra otro arresto o hazaa de Esteban. El corregidor de Antequera, noticioso de lo que ha sucedido en Granada, ofrece por 61 dos mil pesos de recompensa. Francisco, dilsfrazado, se dirige a su oasa y le pasa un pliego en el que dice tiene preso al ~ontraband~ista y le ha quitado m ar- mamento. (Esto da pie a otro tpico pico: la descripcin de las armas del anti-hroe, que son distintas a las del oaballero y ya tpicas del contrabau- dista, del bandido o de la mujer bandolera: la charpa con ouatro pistols, el rejn en el cinto, y en la mano, el trabuco) (14). Esteban consigue que el corregidor, convencido a medias por su palabrera, le pague el dinero y le deje marchar, intentando luego devolvrselo por no parecer codicioso, lo que e1 co~regidor no admite.

    El quinto y ltimo romance recopila a los dos anteriores y empieza con un propsito moralizador: la muerte, mxima justiciera, arrebata a los hombres cuando ms descuidados estn. Y as, Esteban, (aun c~ntrabandi~sta, "vivi dos aos gustoso" en su propia tierra, donde no haba cargos contra .1. Sin em- bargo, un tal Juan Komero, mozo de garbo, es el encargado de ucabar con l en tuna de esas peleas finales -semejante a 'las que nos tiene acostumbrado la filmologa del Western-. Frartci8sco Esteban, muerto a tiros, es luego ahor- cado, por escarmiento, de la reja de la crcel lucentina.

    3. Las conclusiones a que puede llegarse, despus de este ligero vistazo a los romances de Francisco Esteban, son varias. He aqu las que nos parecen ms destacables.

    l." El $hroe [decide su vocacin libremente, como compelido por un he- cho de sangre fortuito. Posee una situacin normal, una familia cuya pobreza parece ser la nica circunstancia motivadora de su situacin. Como algunos hroes picos, es casado y tiene hijos que viven apartados del teatro dc sus fechoras.

    2." Las hazaas del heroe pico se ven sustituidas por fechoras, que asa- ban por pliasmrse ms en la intencin que en los verdaderos hechos (el guapo asusta m's que obra). La fama deri'vada d,e sus oc'ciones le precede, pero no para salvar, sino para ai'emorizar.

    3." E,stas hazaas no son muy variadas (ya el romance ouarto repite la del tercero, cambianido localidad y empleo del personaje) y pronto ae hacen dos de Gabriel Lobo Lasso de la Vega. En el primero se compara a Hernn Prez del Pulgar con el fuerte Urge1 (Ogier) con su maza: ejemplo convincente de cmo los hroes y motivos picos saltan a travs de los tiempos.

    (14) Charpa: Faja o banda de las mujeres, de los bandoleros, etc., tomado del fr. charpev. ... l." doc. Vlez de Guevara (m. en 1644) (DCLCE, 1954, pg. 34 a). Rejn: Especie de pual (Dic. de Autoridades, pg. 556). (Enva a Cachetero: Especie de cuchillo corto y ancho.. . Hcense de diversos modos, unos son de especie de rejn con dos cortes ... Usanlo los assassinios ['asesinos'] y gente malvada para dar con l como un cachete, de lo que tom el nombre*; ob. cit., s. v. cachetero, pg. 37 a,)

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    moiitonaa. Son, ante todo, personales y por d l o hacen pesada la narracin, pidiendo, en cambio, la morosidad y el anlisis de la novela.

    4." ;.Se trata de una sub-literatura? Muy relacionado con este tipo de romance est el corrido mejicano (pero ya del siglo XIX y XX), que, desde el punto de vista de su difusin e impacto social, ha sido andinado por Ro- bert Escarpit (15) y que, como los romances vulgares que hemos analizado, continiian, en la poca moderna, esquemas, recursos y motivos de la pica medieval.

    (15) Robert ESCARPIT: Le Corrido Mexicain, en uBull. du Sm. de Litt. Gn. Littrature et SubLi t t t ra ture~, Fascicule X, Bordeaux, 1961-1963, pgs. 42 y ss.