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EN LA LITERATURA ESPAÑOLA

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EN LA

LITERATURA

ESPAÑOLA

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LA ROMA DE LOS PAPAS QUE CONTEMPLÓ LA “PUTTANA” ANDALUZA

La Lozana Andaluza (1528), de Francisco Delicado (¿Córdoba?, h. 1480-¿Venecia, 1534?), relata cómo una joven cordobesa se instala en el barrio romano del Pozo Blanco para ejercer la prostitución, consiguiendo los favores y la admiración de los más importantes estamentos de la ciudad, especialmente del alto clero. El autor pretende mostrar la corrupción y el vicio de Roma, lo que justificaría el castigo divino que sobrevino a la ciudad con el saqueo de 1527 por parte de las tropas imperiales de Carlos V.

En el mamotreto XII, Rampín, criado y amante de la Lozana, le va enseñando la ciudad de Roma:

LOZANA.- Pues hacé una cosa, mi hijo, que, por do fuéramos, que me digáis cada cosa qué es y cómo se llaman las calles.

RAMPÍN.- Esta es la Ceca, do se hace la moneda, y por aquí se va al Campo de Flor y al Coliseo, y acá es el puente, y éstos son los banqueros.

LOZANA.- ¡Ay, ay! No querría que me conociesen, porque siempre fui mirada. RAMPÍN.- Vení por acá y mirá. Aquí se venden munchas cosas, y lo mejor que en

Roma y fuera de Roma nace se trae aquí. LOZANA.- Por tu vida, que tomes este ducado y que compres lo mejor que te

pareciere, que aquí jardín me parece más que otra cosa. [...] RAMPÍN.- Por esta calle hallaremos tantas cortesanas juntas como colmenas. LOZANA.- ¿Y cuáles son? RAMPÍN.- Ya las veremos a las gelosías. Aquí se dice el Urso. Más arriba veréis

munchas más. LOZANA.- ¿Quién es éste? ¿Es el obispo de Córdoba? RAMPÍN.- ¡Ansí viva mi padre! Es un obispo espigacensis de mala muerte. LOZANA.- Más triunfo lleva un mameluco1. RAMPÍN.- Los cardenales son aquí como los mamelucos. LOZANA.- Aquéllos se hacen adorar. RAMPÍN.- Y éstos también. LOZANA.- Gran soberbia llevan. RAMPÍN.- El año de veinte y siete me lo dirán. LOZANA.- Por ellos padeceremos todos. RAMPÍN.- “Mal de munchos, gozo es”. Alzá los ojos arriba, y veréis la manifatura

de Dios en la señora Clarina. Allí me mirá vos. ¡Aquélla es gentil mujer! LOZANA.- Hermano, “hermosura en puta y fuerza en bastajo”. RAMPÍN.- Mirá esta otra. LOZANA.- ¡Qué presente para triunfar! Por eso se dijo: “¿Quién te hizo puta? El

vino y la fruta2”. RAMPÍN.- Es favorida3 de un perlado. Aquí mora la galán portuguesa, LOZANA.- ¿Qué es, amiga de algún ginovés? RAMPÍN.- “Mi agüelo es mi pariente, de ciento y otros veinte4”. LOZANA.- ¿Y quién es aquella andorra que va con sombrero tapada, que va

culeando y dos mozas lleva?

1 Mameluco: Soldado de la guardia personal de los soldanes de Egipto; a pesar de su

condición de esclavos comprados para pelear, los mamelucos eran sumamente altivos y belicosos, de manera que se les temía y mandaban como señores.

2 ¿Quién te hizo puta? El vino y la fruta: Al parecer se trata de un refrán; el vino y la fruta son causa y símbolo del pecado.

3 Favorida: Favorita, favorecida. 4 Mi agüelo... y otros veinte: Con este refrán, Rampín quiere indicar que la portuguesa no es

mujer de un solo hombre, sino de muchos.

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RAMPÍN.- ¿Ésa? Cualque cortesanilla por ahí. ¡Mirá qué traquinada d’ellas van por allá, que parecen enjambre, y los galanes tras ellas! A estas horas salen ellas desfrazadas.

Tras comer y yacer ambos, en el Mamotreto XV continúa la descripción del paseo por la ciudad de Roma:

LOZANA.- ¿Por dó hemos de ir? RAMPÍN.- Por aquí, por Plaza Redonda, y verés el templo de Panteón, y la

sepultura de Lucrecia Romana5, y el aguja de piedra que tiene la ceniza de Rómulo y Remo, y la Colona labrada, cosa maravillosa, y veréis Setemzonéis6, y reposarés en casa de un compaño mío que me conoce. [...] Aquí es el aduana, mirá si querés algo.

LOZANA.- ¿Qué aduanaré? Vos me habéis llevado la flor. [...] ¿Qué plaza es ésta?

RAMPÍN.- Aquí se llama Nagona7, y si venís el miércoles veréis el mercado que, quizá desde que nacistes, no habés visto mejor orden en todas las cosas. Y mirá qué es lo que queréis, que no falta nada de cuantas cosas nacen en la tierra y en el agua, y cuantas cosas se pueden pensar que se han menester, abundantemente, como en Venecia y como en cualquier tierra de acarreto.

LOZANA.- Pues eso quiero yo que me mostréis. En Córdoba se hace los jueves, si bien me acuerdo. [...] ¿Qué predica aquél? Vamos allá.

RAMPÍN.- Predica cómo se tiene de perder Roma y destruirse el año del XXVII, mas dícelo burlando. Este es Campo de Flor, aquí es en medio de la cibdad. Estos son charlatanes, sacamuelas y gastapotras, que engañan a los villanos y a los que son nuevamente venidos, que aquí los llaman bisoños.

Y en el Mamotreto XVI se refiere cómo llegan a la judería de Roma: LOZANA.- Decíme, ¿qué es aquella casa que tantos entran? RAMPÍN.- Vamos allá y vello hés. Esta es sinagoga de catalanes, y ésta de abajo

es de mujeres. Y allí son tudescos, y la otra franceses, y ésta de romanescos e italianos, que son los más necios judíos que todas las otras naciones, que tiran al gentílico y no saben su ley. Más saben los nuestros españoles que todos, porque hay entre ellos letrados y ricos y son muy resabidos. Mirá allá donde están. ¿Qué os parece?

Francisco DELICADO: La Lozana Andaluza, edición de Bruno Damiani, Madrid, Editorial Castalia, 1969 (Clásicos Castalia, 13), págs. 61-63 y 79-84.

5 Lucrecia Romana: Habiendo sido violada por Sexto Tarquino, hijo del rey de Roma Tarquino

el Soberbio, se dio muerte públicamente después de explicar el atropello, lo que provocó la sublevación popular que derrocó la monarquía e instauró la república en Roma.

6 La aguja de piedra: Seguramente el obelisco de la Plaza de San Pedro, en cuya cúspide se creyó falsamente que se hallaban las cenizas de Julio César.

La Colona labrada: La Columna de Trajano, en el Foro. Setemzóneis: Edificio construido por el emperador Lucio Septimio Severo (146-211), estaba

rodeado de siete órdenes de columnas. 7 Nagona: Se refiere a la Plaza Navona.

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EL SACO DE ROMA (1527), VISTO POR UN ERASMISTA

Alfonso de Valdés (Cuenca, h. 1490-Viena, 1532), el autor del Diálogo de las cosas acaecidas en Roma, fue secretario del Emperador Carlos V y el más destacado defensor de las ideas erasmistas en la España de su época. En el Diálogo justifica el saqueo de Roma por las tropas imperiales en 1527 como un castigo que Dios permitió para expiar los pecados de la Iglesia y abrir a la cristiandad un camino de reformas que la llevaran a conseguir mayor pureza y autenticidad evangélicas. En la obra dialogan Lactancio, un humanista cristiano en quien se personifica el propio autor, y un arcediano, que representa a la Iglesia corrupta e hipócrita. El arcediano viene de Roma y refiere a Lactancio los pormenores del ataque a la ciudad, donde el capitán de los ejércitos imperiales, el Condestable de Borbón, había muerto en la batalla. Refiriéndose al asalto que este encabezó, dice:

LATANCIO.- Para eso le distes vosotros causa, y él era obligado a defender el reino de Nápoles, pues lo había el Emperador hecho su lugarteniente general en Italia, y también él no iba a ocupar las tierras de la Iglesia, sino a prohibir que el Papa no ocupase las del Emperador y a hacer que viniese a concordia con su Majestad.

ARCIDIANO.- Allá se avenga8. Pues, tornando a nuestro propósito, el ejército del Emperador estaba tan deseoso de entrar en Roma, unos por robar y otros por el odio muy grande que a aquella Corte romana tenían, y otros por lo uno y por lo otro, que los españoles y italianos, por una parte, a escala vista9, y los alemanes por otra, rompiendo con vaivenes10 el muro, entraron por el Burgo, adonde, como sabéis, está la Iglesia de Sanct Pedro y el Sacro Palacio. [...]

LATANCIO.- Y de los vuestros ¿cuántos murieron?

ARCIDIANO.- Ya sabéis vos cómo siempre suelen en caso semejante añadir. Quieren decir que seis mil hombres; pero, a la verdad, no pasaron de cuatro mil, que luego se retrujeron a la ciudad. Y dígoos de verdad que yo tuviera esta entrada por muy gran milagro, si no viera después aquellos soldados hacer lo que hacían. Por do me parece no ser verisímile que Dios quisiese hacer tan gran milagro por ellos.

LATANCIO.- Estáis muy engañado; sé que Dios no hizo el milagro por ellos, sino por castigar a vosotros. [...] Pues veamos, señor: el Papa ¿dónde estaba estonces?

ARCIDIANO.- En su palacio sin ningún temor; tan seguro, que faltó muy poco que no fuese tomado. Mas como él vio el pleito mal parado, retrújose al castillo de Sanct’Angel con trece cardenales y otros obispos y personas principales que con él estaban. Y luego los enemigos entraron en el Palacio y saquearon y robaron cuanto en él hallaron, e lo mismo hicieron en todas las casas de cardenales y otras gentes que vivían en el Burgo, sin perdonar a ninguno, ni aun a la mesma Iglesia del Príncipe de los Apóstoles. En esto tovieron harto que hacer aquel día, sin que quisiesen probar a entrar en Roma, donde alzadas las puentes del Tíber, nuestra gente se había fortalecido. [...] Luego los capitanes del Emperador determinan de combatir la ciudad, y esta misma noche, peleando

8 Allá se avenga: Frase que significa “Me da igual” o “No es de mi incumbencia”. Es una

expresión familiar con la que el personaje indica que se desentiende del problema. 9 A escala vista: A la luz del día, a la vista de todo el mundo. 10 Vaivenes: Arietes, artefactos militares para derribar los muros.

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con los nuestros, la entraron; y el saco turó más de ocho días, en que no se tuvo respecto a ninguna nación ni calidad ni género de hombres.

LATANCIO.- ¡Válame Dios! Y los capitanes, ¿no podían remediar tanto mal?

ARCIDIANO.- Ya hacían cuanto podían y no les aprovechaba nada, estando la gente encarnizada en robar como estaba. ¡Viérades venir por aquellas calles las manadas de soldados dando voces! Unos llevaban la pobre gente presa; otros, ropa, oro, plata. Pues los alaridos, gemidos y gritos de las mujeres y niños eran tan grande lástima de oír, que aun ahora me tiemblan las carnes en decirlo. [...] ¡Pues es verdad que tenían respecto a los obispos o a los cardenales! Por cierto, no más que si fueran soldados como ellos. Pues ¿iglesias o monesterios? Todo lo llevaban a hecho, que nunca se vio mayor crueldad ni menos acatamiento ni temor de Dios. [...] Y agora conosco haber Dios permitido esto para que nosotros vengamos en conocimiento de nuestro error. Más os contaré. Los cardenales que estaban en Roma y no se pudieron encerrar con el Papa en el castillo fueron presos y rescatados11, y sus personas muy mal tractadas, y traídos por las calles de Roma a pie, descabellados12, entre aquellos alemanes, que era la mayor lástima del mundo verlos, especialmente cuando hombre13 se acordaba de la pompa con que iban a Palacio y de los ministriles14 que les tañían cuando pasaban por el castillo.

LATANCIO.- Por cierto, recia cosa era ésa; pero habéis de considerar que ellos se lo buscaron, porque consentían que el Papa hiciese guerra al Emperador, y después de hecha la tregua con don Hugo15, sofrían que en nombre del Colegio16 se rompiese y se hiciesen las mayores abominaciones que jamás fueron oídas. ¿Y cómo? ¿Pensábades que Dios no os había de castigar?

Alfonso de VALDÉS: Diálogo de las cosas acaecidas en Roma, edición de Rosa Navarro Durán, Madrid, Editorial Cátedra, 1992 (Letras Hispánicas, 357), págs. 153-167.

11 Rescatados: Obligados a pagar un rescate para dejarlos en libertad. 12 Descabellados: Con los cabellos sueltos, sin peinar, desarreglados. 13 Hombre: Alguien, alguno. Hombre tenía valor de indefinido en el castellano del siglo XVI. 14 Ministriles: Instrumentos musicales de viento, “como chirimías, baxones y otros semejantes”

(Diccionario de Autoridades). 15 Don Hugo: Hugo de Moncada, militar español que llego a ser virrey de Nápoles y Sicilia.

Combatió contra los franceses y, bajo el mando del Condestable de Borbón, sitió y atacó a Roma en 1527.

16 El Colegio: Colegio Apostólico o Cardenalicio, corporación compuesta por los cardenales de la Iglesia Romana y encargada de regir la política vaticana.

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EL PASADO DE ROMA, CONTEMPLADO POR UN HUMANISTA DEL RENACIMIENTO

El humanista sevillano Pedro Mejía (1497-1551), que fue cronista de Carlos V y uno de los autores más leídos en Europa durante los siglos XVI y XVII, con frecuencia se refiere a Roma en su Silva de varia lección, obra miscelánea de carácter enciclopédico. Aquí y allá brotan constantemente en sus páginas cuestiones relativas a la historia, a las costumbres, a las artes, a los hechos famosos de las celebridades que vivieron en la ciudad imperial y a múltiples y variadas curiosidades relacionadas con Roma y con los papas.

Por ejemplo, en el capítulo IX de la primera parte, relata brevemente la inusitada historia de la papisa Juana:

Fue, pues, una muger, natural de Ingalaterra, la qual en su mocedad tuvo desonesta conversación con un muy grande hombre en letras; del qual siendo muy amada y él della, tomando ábitos de hombre, llamándose Juan, dexó su patria y naturaleza y fue con él a la ciudad de Atenas, en Grecia, en la qual avía en aquel tiempo grandes academias y general estudio; donde, con su buen ingenio y mucho estudio, aprendió y supo tanto, que, venida desde algunos años en la ciudad de Roma y todavía en hábitos de hombre, tuvo cátedra y enseñó públicamente. En lo qual y en las públicas disputas llegó a tanta estimación, que fue tenida por el más docto hombre de su tiempo, y alcançó tanto favor y autoridad entre todos, que, vacando después la silla apostólica por muerte de León, quarto deste nombre17, en el año del Señor de ochocientos y cinquenta y dos, fue elegida, creyendo ser hombre, por sumo pontífice de Roma y papa universal en la Yglesia de Dios; y assí presidió en aquella silla dos años y treynta y tantos días. Y como, aun en aquel trono puesta, no guardasse castidad, tuvo ayuntamiento con un esclavo suyo muy privado, en quien mucho se fiava, del qual se hizo preñada, y lo encubrió con gran diligencia, que otra persona, sino aquél, no lo sabía. Y como Dios no quisiesse permitir que tan gran mal durasse más tiempo, acaesció, assí, que un día, yendo ella con la solemnidad que solían a visitar a sant Juan de Letrán18 y fuesse el tiempo que avía de parir llegado, del pecado secreto plugo a Dios de hazer público castigo. Llegando a cierto lugar entre la yglesia de sant Clemente y el teatro, que impropiamente llaman Coliseo19, con graves dolores parió una criatura, con espanto desigual20 de los que allí estavan, y juntamente murió allí súbitamente, y fue enterrada sin honrra ni pompa alguna.

Por este caso tan estraño que en aquel lugar passó, es común opinión que, quando los sumos pontífices, después acá, van al lateranense templo, en

17 León, quarto deste nombre: León IV ocupó la sede pontificia en el año 847 y la dejó

vacante en el 855. Hay en esta última fecha, por consiguiente, una diferencia con la que Mejía aporta (852) y que correspondería al periodo de mandato de la hipotética papisa Juana.

18 Sant Juan de Letrán: O el “lateranense templo”, como más adelante se le cita, es una conocida basílica romana, fundada por el papa Melquíades (311-314) sobre un antiguo palacio de los Plaucios Lateranos (contemporáneos de Nerón), cuya propiedad estaba en manos de Fausta, esposa del emperador Constantino, cuando la cedió a la Iglesia. Esta basílica fue la primera sede papal y es todavía la catedral de Roma. Fue también antigua residencia de los pontífices.

19 Coliseo: Nombre del anfiteatro Flavio de Roma, construido en tiempos de Vespasiano y Tito, ante el cual existía una gran estatua de Domiciano. Dado que el nombre le viene de esta descomunal escultura o coloso, siendo verdaderamente un anfiteatro, es por eso, sin duda, por lo que Mejía dice que a este edificio “impropiamente llaman Coliseo”.

20 Desigual: Excesivo, extremado, desproporcionado.

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llegando cerca de allí, tuercen su camino y no passan por aquel lugar, en detestación de tan horrible caso; y que también, porque otra muger, tal como la dicha, por ventura no pudiesse hazer semejante engaño, ay oy día una silla en el palacio sacro, abierta por lo baxo, para que se pueda ver encubiertamente si es hombre el que se elige. Esto de la silla, aunque lo escriven algunos, ninguno lo affirma; antes, dize Platina21 que la tal silla debe ser hecha de aquella hechura como las suelen hazer para las necessidades comunes, porque en tanta prosperidad se acuerde ser hombre el elegido.

En los capítulos XXX y XXXI de la primera parte de la Silva, Mejía hace relación de las diferentes ocasiones en que Roma, pasado su esplendor imperial, fue asediada y saqueada a lo largo de los siglos. El autor intenta con ello mostrar cómo, al igual que había ocurrido en 1527 con las tropas de Carlos V, la ciudad de los papas había sido reiteradamente castigada de esta manera por sus pecados. Describe, así, cómo los godos la arrasaron en el año 410 y los vándalos en el 455, los hérulos en el 476, y después los ostrogodos (con Totila a la cabeza) y los longobardos, en varias ocasiones, durante los siglos VI y VII. En el siglo IX la destruyeron varias veces los musulmanes. Y en el siglo XI los ejércitos del emperador germánico Enrique IV, enfrentado con el papa Gregorio VII, se apoderaron de Roma en 1083, a causa de lo cual también los normandos, instalados en el sur de Italia, devastaron la ciudad:

Passados todos estos infortunios, después de algunos tiempos, sucedió el papa Gregorio, séptimo de este nombre22, y tuvo gran dissensión y guerra con Enrrico23, emperador de Alemaña que a la sazón tenía el Imperio; el qual Enrrico, en prosecución de su enemistad, vino con exército y cercó al papa en la ciudad de Roma; y, defendiéndose animosamente los romanos y él insistiendo con grande pertinacia, duró mucho tiempo el cerco. Y al cabo la tomó por fuerça de armas y el papa se retruxo al castillo de Santángelo, donde, estando cercado, vinieron en su socorro grandes gentes de los normandos, que señoreaban la Pulla y Calabria; y el emperador no los osó esperar, pero, destruyendo muchos edificios de Roma, él se fue, dexando la mejor de su gente en ella, que la deffendiessen, sin muchos de los naturales que tenían su opinión. Llegados que fueron los normandos con la otra gente que tenía la boz del papa, pudieron entrar en la ciudad y, dentro en ella, pelearon ambas parcialidades muchas vezes. Y fue tanto el estrago que de una parte y de otra se hazían, que fue quemada la mayor parte de la ciudad; señaladamente los normandos todo quanto tomavan y ganavan a los contrarios quemavan y derribavan, y assí fue tornado a quemar el Capitolio, que se avía reparado y se avían en él fortificado los de la parte de Enrrico. Y, acabados de quedar por señores y vencedores los

21 Platina: Bartolomeo dei Sacchi (1421-1481), humanista e historiador italiano, a quien el

papa Sixto IV designó en 1478 para dirigir la Biblioteca Vaticana. De todas sus obras, la más famosa fue In vitas Summorum Pontificum opus (Venecia, 1479), traducida pronto al italiano, al alemán y al francés.

22 El papa Gregorio, séptimo de este nombre: Gregorio VII fue papa de 1073 a 1085. Tuvo numerosos enfrentamientos con el emperador Enrique IV, motivado por la “querella de las investiduras”, esto es, por el derecho que los dos poderes, el eclesiástico y el civil, pretendían arrogarse para nombrar obispos y abades, piezas claves en el sistema feudal imperante por entonces. En 1080 Gregorio VII excomulgó a Enrique IV, por lo que este puso sitio a Roma, que cayó en sus manos en junio de 1083, haciéndose coronar como emperador el 31 de marzo de 1084 por el antipapa Clemente III, que él mismo había mandado nombrar. Gregorio VII, refugiado en el castillo de Sant Angelo, reclamó la ayuda de Ricardo Guiscardo (h. 1015-1085) y sus normandos, que eran vasallos del papa y habían conquistado prácticamente la totalidad de la Apulia y la Calabria, en el sur de Italia. Los normandos liberaron al papa, pero arrasaron la ciudad y la sometieron a pillaje en 1084.

23 Enrrico: Enrique IV, emperador de Alemania de 1056 a 1106.

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normandos y la parte del papa, acabó de quedar destruyda y derribada Roma por el suelo; tal, que nunca más se restauró ni restaurará lo de entonces. Y también affirman los hystoriadores que Totila ni otras ningunas naciones, godos ni bárvaros, nunca hizieron en ella daño que ygualasse con éste. Y oy día ay viñas y huertas y otras heredades donde entonces estavan templos y cosas muy singulares. Lo qual acaesció en el año del Señor de mil y ochenta y quatro años. Donde, quien bien huviere mirado, hallará que casi no huvo nación ni gente, de quantas Roma sojuzgó en los tiempos passados, que no la aya a ella sojuzgado y hollado.

Y finalmente, agora, en nuestros tiempos (por pecados de los hombres y, por ventura, de los moradores della), el exército imperial, españoles y alemanes, por secreto juyzio y ordenación de Dios, contra la voluntad e instrucción del emperador, nuestro señor, que dello le pesó notablemente, sus capitanes y exército, siendo yrritados y offendidos del papa Clemente24, que no quiso venir en ningún medio bueno de paz, fueron a la ciudad de Roma, que estaba muy apercebida y puesta en armas, y la combatieron y tomaron en espacio de solas tres horas, aunque avía dentro grande deffensa y gente de guerra, y siendo, el capitán general nuestro25, muerto en el combate. Después de su muerte dél, la ciudad se entró26 y la gente, suelta por falta de capitán, hizieron muchos robos y otras fuerças y agravios dentro, pero no que se llegasse a quemar templos ni edificios, como otras gentes avían hecho, y tampoco que matassen los vencidos ni rendidos, ni que llevassen captivos ni despoblassen la tierra. Para lo qual todo, no faltavan enxemplos de otras victorias ni aparejo para poderlo hazer; pero plugo a Dios (porque en aquella ciudad, según se dize, se avía usado el avaricia), que en los bienes y riquezas, que tanto se procuravan, solamente pagassen. Como quiera que sea, los que esta justicia executaron yo no los alabo ni creo que dexaron de pecar; porque necessario es que aya escándalos, pero ¡ay de los que lo hazen!27

Pedro Mexía, Silva de varia lección, edición de Antonio Castro Díaz, Madrid, Editorial Cátedra, 1989-1990 (Letras Hispánicas, 264 y 288), 2 volúmenes, tomo I, págs. 238-240 y 440-445.

24 El papa Clemente: Julio de Médicis, que ocupó la sede pontificia de 1523 a 1534 con el

nombre de Clemente VII. Fue enemigo jurado de la política imperial de Carlos V, si bien se le hubo de someter tras ser hecho prisionero después del saco de Roma (6 de mayo de 1527), firmando con el monarca español la paz de Barcelona (1529) y coronándolo como emperador en Bolonia (1530).

25 El capitán general nuestro: Carlos de Montpensier (1489-1527), duque de Borbón, conocido como el Condestable de Borbón, militar francés que, tras serle reclamados sus dominios feudales por el rey Francisco I, se puso al servicio del emperador Carlos V, cuyas tropas capitaneó en el asalto de Roma. Murió en esta acción bélica, herido de un arcabuzazo que le disparó el famoso artista Benvenuto Cellini; lo cual no impidió el saqueo de la ciudad. Pedro Mejía intenta exculpar al emperador de haber tenido responsabilidad en el saco de Roma, que escandalizó a toda Europa y que todavía estaba en las conciencias cuando él escribe estas páginas, en las que carga las culpas del hecho a la intrigante política del papa Clemente VII y a la licenciosa inmoralidad y públicos pecados de los romanos, que propiciaron ese providencial castigo divino.

26 Se entró: Se tomó o conquistó. 27 Frase tomada del Evangelio de San Lucas, XVII, 1: “Es inevitable que haya escándalos; sin

embargo, ¡Ay de aquel por quien vengan!” (Sagrada Biblia, ed. Nácar Colunga, Madrid, BAC, 1963, pág. 1085).

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LA ROMA QUE CONTEMPLÓ UN VIAJERO DE MEDIADOS DEL SIGLO XVI

En el Viaje de Turquía, obra anónima de mediados del siglo XVI, Juan de Voto a Dios y Mátalascallando dialogan con Pedro de Urdemalas, que ha estado prisionero de los turcos en Constantinopla y acaba de regresar a España tras un largo y accidentado viaje. Mátalascallando pregunta a Pedro por cómo vestían los muchos cardenales que había en Roma, y este le contesta:

PEDRO.- En la proçessión unas capas de coro, de grana, y bonetes28 de lo mesmo. A palacio29 van en unas mulaças30, llenas de chatones31 de plata; quando pasan por debajo del castillo de Sant Ángel les tocan las cherimías32, lo que no hazen a otro ningún obispo ni señor; fuera de la proçesión, por la çibdad, muchos traen capas y gorras, con sus espadas.

JUAN.-¿Todos los cardenales?

PEDRO.- No, sino los que pueden servir damas, que los que no son para armas tomare33 estánse en casa; algunos van disfraçados dentro de un carro triumphal, donde van a pasear damas, de las quales hay muchas y muy hermosas, si las hay en Italia.

MATA.- ¿De buena fama o de mala fama?

PEDRO.- De buena fama hay muchas matronas en quien está toda la honestidad del mundo, aunque son como serafines34; de las enamoradas, que llaman cortesanas35, hay ¿qué tantas pensáis?

MATA.- No sé.

PEDRO.- Lo que estando yo allí vi por experiençia quiero deçir, y es que el Papa mandó haçer minuta de las que había, porque tiene de cada una un tanto36, y hallóse que había treçe mill, y no me lo creáis a mí, sino preguntadlo a quantos han estado en Roma, y muchas de a diez ducados por noche, las quales tenían muchos negoçiantes echados al rincón de puros alcançados37, y haçiendo mohatras38, quando no podían simonías39; yo vi a muchos arçidianos, deanes y priores, que acá había conosçido con mucho fausto de mulas y moços andar allá con una capa llana y gorra comiendo de prestado,

28 Bonetes: Especie de gorras o sombreros de cuatro picos, que usaban los clérigos y

colegiales. 29 A palacio: Al Palacio Sacro, donde tenía su residencia el papa. 30 Mulaças: Mulazas, esto es, mulas fuertes y grandes. 31 Chatones: Tachones o galones de adorno, en este caso, de plata. 32 Cherimías: La chirimía es un instrumentos musical de viento, hecho de madera y parecido

al clarinete. 33 Para armas tomare: Alusión a los cardenales viejos, que ya no están para mantener

relaciones con mujeres. 34 Serafines: Hermosas como ángeles o serafines. 35 Enamoradas... cortesanas: Eufemismos con los que se designaban a las prostitutas. 36 Porque tiene de cada una un tanto: Quiere decir “porque obtiene de cada prostituta un

porcentaje de ganancia”. La Iglesia ingresaba con frecuencia beneficios de la prostitución, por ser propietaria de las casas de lenocinio o por otros motivos.

37 Alcançados: Sin dinero, arruinados. 38 Mohatras: Fraudes y engaños. 39 Simonías: Ventas de bienes espirituales o cargos eclesiásticos.

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sin moço ni haca40, medio corriendo por aquellas calles como andan acá los çitadores41.

Preguntando por la ciudad de Roma, dice Mátalascallando a Pedro: MATA.- ¿Es tan grande como diçen, que tenía quatro leguas de çerco y siete

montes42 dentro?

PEDRO.- De çerco solía tener tanto, y hoy en día lo tiene; pero mucho más sin comparaçión es lo despoblado que lo poblado. Los montes es verdad que allí se están, donde hay agora huertas y jardines. Las cosas que, en suma hay, insignes son: primeramente, concurso de todas las naciones del mundo; obispos de a quinçe en libra43 sin quento. Yo os prometo que en Roma y el reino de Nápoles que pasan de tres mill obispos de doçientos a ochoçientos ducados de renta [...] Las estaçiones en Roma de las siete iglesias es cosa que nadie las dexa de andar, por los perdones que se ganan.

JUAN.- ¿Quáles son?

PEDRO.- Sant Pedro y Sant Pablo, Sant Juan de Letrán y Sant Sebastián, Sancta María Mayor, Sant Lorençio, Sancta Cruz. Bien es menester, quien las tiene de andar en un día, madrugar a almorçar44, porque hay de una a otra dos leguas; al menos de Sant Juan de Letrán a Sant Sebastián.

JUAN.- Calles, ¿quáles?

PEDRO.- La calle del Pópulo, la plaza In agona, los Bancos45, la Puente, el Palaçio Sacro, el castillo de Sant Ángelo, al qual desde el Palaçio Sacro se puede ir por un secreto pasadiço.

MATA.- ¿Es en Sant Pedro el palaçio?

PEDRO.- Sí.

JUAN.- Sumptuosa cosa será.

PEDRO.- Soberbio es por çierto, ansí de edifiçios como de jardines y fuentes y plaças y todo lo necesario, conforme a la dignidad de la persona que dentro se aposenta.

MATA.- ¿Caros valdrán los bastimentos por la mucha jente?

PEDRO.- Más caros que en Nápoles, pero no mucho.

MATA.- ¿Tiene mar Roma o no? Esto nunca se ha de olvidar.

PEDRO.- Çinco leguas de Roma está la mar, y pueden ir por el río Tíber abajo, que va a dar en la mar, en barcas y en bergantines, que allá llaman fragatas, en las quales traen todo lo neçesario a Roma.

JUAN.- Cosa de grande magestad será ver aquellas audiençias. ¿Y la Rota46?

40 Haca: Jaca, caballo, cabalgadura. 41 Çitadores: Personas que en las hermandades iban avisando a los cofrades para que

asistieran a los entierros. Por extensión, “criado, persona de escasa importancia”. 42 Siete montes: Se refiere a las siete colinas que circundan Roma: Aventino, Palatino,

Capitolio, Viminal, Quirinal, Celio y Esquilino. 43 Obispos de quinçe en libra: Obispos escasos de dinero, por comparación con la libra

castellana que no llegaba a sus dieciséis onzas. 44 Almorçar: Verbo utilizado antiguamente con el significado de “desayunar”. Almorzar es

“comer por la mañana temprano qualquiera cosa la primera vez” (Diccionario de Autoridades, s.v.).

45 La plaza In agona, los Bancos: Se refiere a la Piazza Navona, lugar de encuentro de charlatanes y pícaros, y los Banchi, la gran calle comercial de la Roma renacentista.

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PEDRO.- No es más ni aun tanto que la Chançillería y el Consejo Real47. Ansí, tienen sus salas donde oyen. De las cosas más insignes que hay en Roma que ver es una casa y güerta que llaman la Viña del papa Julio48, en donde se ven todas las antiguallas prinçipales del tiempo de los romanos que se pueden ver en toda Roma, y una fuente que es cosa digna de ir de aquí allá a sólo verla; la casa y huerta son tales que yo no las sabré pintar, sino que al cabo de estar bobo mirándola no sé lo que me he visto; digo, no lo sé explicar. Bien tengo para mí que tiene más que ver que las siete marabillas del mundo juntas.

JUAN.- ¿Qué tanto costaría?

PEDRO.- Ochoçientos mill ducados, diçen los que mejor lo saben; pero a mí me paresçe que no se pudo hazer con un millón.

JUAN.- ¿Y quién la goça?

PEDRO.- Un pariente del Papa; pero el que mejor la goça es un casero, que no hay día que no gane más de un escudo a sólo mostrarla, sin lo que se le queda de los banquetes que los cardenales, señores y damas cada día hazen allí.

JUAN.- Pues ¿cómo no la dexó al Pontificado una cosa tan admirable y de tanta costa? Más nombrada fuera si siempre tuviera al Papa por patrón.

PEDRO.- No sé; más quiso faboresçer a sus parientes que a los ajenos.

MATA.- [...]¿Qué más hay que ver, que se me escalienta la boca y no quiero más hablar?

PEDRO.- El Coliseo, la casa de Vergilio y la torre donde estuvo colgado49; las termas y un hombre labrado de metal encima de un caballo de lo mesmo50, muy al bibo y muy antiguo [...]; los edifiçios buenos son, pero mejores los hay acá. Sant Pedro de Roma se haze agora con las limosnas de España; pero yo no sé quándo se acabará, según ba el edifiçio51. [...] Y no se os olvide, si os preguntaren de la aguja que está a las espaldas de Sant Pedro52, que es de una piedra sola y muy alta, que será como una casa bien alta, labrada como un pan de açúcar quadrado.

ANÓNIMO: Viaje de Turquía, edición de Fernando García Salinero, Madrid, Editorial Cátedra, 1980 (Letras Hispánicas, 116), págs. 342-349.

46 La Rota: Tribunal de la Sede Apostólica romana y que juzga como tribunal de apelación las

causas eclesiásticas de todo el orbe católico (DRAE, s.v.). 47 La Chancillería y el Consejo Real: En ambos casos, se trata de tribunales superiores de

justicia en la España de los siglos XVI y XVII. 48 La Viña del papa Julio: Se trata de la Vigna o Villa di Papa Giulio, palacio de recreo

mandado construir por el papa Julio III. 49 Una leyenda cuenta que el poeta Virgilio fue víctima de una broma por parte de una

mujer a la que pretendía. Esta concertó una cita nocturna con él: para subir a los aposentos de la dama, el poeta debía ser izado en una cesta. Pero la dama lo dejó colgado a medio camino y por la mañana todo el mundo pudo verlo en tan vergonzosa estacada. Nuestro Arcipreste de Hita se hace eco de este episodio en su Libro de buen amor.

50 Un hombre labrado de metal encima de un caballo de lo mesmo: Aunque los autores antiguos se refieren a esta estatua con el nombre de “Caballo de Constantino”, los modernos estiman que debe tratarse de la estatua de Marco Aurelio, originariamente colocada ante el Palacio Laterano.

51 Las obras de la basílica de San Pedro duraron desde 1506 hasta 1626. El proyecto estaba, pues, en ejecución cuando se escribió el Viaje de Turquía.

52 La aguja... de Sant Pedro: Probablemente el obelisco Vaticano o el situado en San Juan de Letrán. Se le conocía como Aguglia Sancti Petri.

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LA ROMA DE CERVANTES

A finales de 1569, Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547-Madrid, 1616) se traslada a Roma con el séquito del cardenal Acquaviva, a cuyo servicio ha entrado. Probablemente, la causa de este viaje a Italia esté en que la justicia lo perseguía por haber herido a un hombre, Antonio de Segura. Hacen verosímil esta suposición las coincidencias del nombre del buscado y la fecha de la provisión real. Sin embargo, se desconocen los motivos de la reyerta y si el Miguel de Cervantes que figura en el escrito corresponde al de nuestro escritor. Como quiera que ello fuese, el hecho es que Cervantes debió de permanecer en Roma algo más de un año, pues es bien sabido que en 1571 participó heroicamente en la batalla de Lepanto, donde recibió heridas que le dejaron inútil el brazo izquierdo. Vuelve a Italia, donde se recupera de sus heridas, e instalado en Nápoles, participa en diversas acciones militares. De vuelta a España, es apresado por los piratas berberiscos y sufre cinco años de cautiverio en Argel, antes de ser rescatado por los padres trinitarios cuando ya iba a ser enviado a Constantinopla.

La estancia de Cervantes en Italia, y especialmente en Roma, dejó su impronta --más o menos profunda, según los casos-- en las numerosas obras que compuso. Así ocurre, por ejemplo, en El Licenciado Vidriera, una de sus novelas ejemplares, en la que el protagonista, Tomás Rueda, se vuelve loco y se cree hecho de cristal. Pero antes de esto, tras haber acabado sus estudios en Salamanca, decide enrolarse en el ejército y correr mundo:

Despidióse Tomás del capitán de allí a dos días, y en cinco llegó a Florencia, habiendo visto primero a Luca, ciudad pequeña, pero muy bien hecha, y en la que, mejor que en otras partes de Italia, son bien vistos y agasajados los españoles. Contentóle Florencia en estremo, así por su agradable asiento como por su limpieza, sumptuosos edificios, fresco río y apacibles calles. Estuvo en ella cuatro días, y luego se partió a Roma, reina de las ciudades y señora del mundo. Visitó sus templos, adoró sus reliquias y admiró su grandeza; y, así como por las uñas del león se viene en conocimiento de su grandeza y ferocidad, así él sacó la de Roma por sus despedazados mármoles, medias y enteras estatuas, por sus rotos arcos y derribadas termas, por sus magníficos pórticos y anfiteatros grandes; por su famoso y santo río, que siempre llena sus márgenes de agua y las beatifica con las infinitas reliquias de cuerpos de mártires que en ellas tuvieron sepultura; por sus puentes, que parece que se están mirando unas a otras53, que con sólo el nombre cobran autoridad sobre todas las de las otras ciudades del mundo: la vía Apia, la Flaminia, la Julia, con otras deste jaez. Pues no le admiraba menos la división de sus montes dentro de sí misma: el Celio, el Quirinal y el Vaticano, con los otros cuatro54, cuyos nombres manifiestan la grandeza y majestad romana. Notó también la autoridad del Colegio de los Cardenales, la majestad del Sumo Pontífice, el concurso y variedad de gentes y naciones. Todo lo miró, y notó y puso en su punto.

53 Unas a otras: Se refiere a las puentes, término que en la época de Cervantes se empleaba

como femenino. 54 No consta el Monte Vaticano como una de las siete colinas tradicionales de Roma,

constituidas por los montes Aventino, Capitolino, Celio, Esquilino, Palatino, Qurinal y Viminal.

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Y, habiendo andado la estación de las siete iglesias55, y confesádose con un penitenciario56, y besado el pie a Su Santidad, lleno de agnusdeis y cuentas57, determinó irse a Nápoles; y, por ser tiempo de mutación58, malo y dañoso para todos los que en él entran o salen de Roma, como hayan caminado por tierra, se fue por mar a Nápoles, donde a la admiración que traía de haber visto a Roma añadió la que le causó ver a Nápoles, ciudad, a su parecer y al de todos cuantos la han visto, la mejor de Europa y aun de todo el mundo.

Desde allí se fue a Sicilia, y vio a Palermo, y después a Micina59; de Palermo le pareció bien el asiento y belleza, y de Micina, el puerto, y de toda la isla, la abundancia, por quien propiamente y con verdad es llamada granero de Italia. Volvióse a Nápoles y a Roma, y de allí fue a Nuestra Señora de Loreto, en cuyo santo templo no vio paredes ni murallas, porque todas estaban cubiertas de muletas, de mortajas, de cadenas, de grillos, de esposas, de cabelleras, de medios bultos de cera y de pinturas y retablos, que daban manifiesto indicio de las inumerables mercedes que muchos habían recebido de la mano de Dios, por intercesión de su divina Madre, que aquella sacrosanta imagen suya quiso engrandecer y autorizar con muchedumbre de milagros, en recompensa de la devoción que le tienen aquellos que con semejantes doseles tienen adornados los muros de su casa. Vio el mismo aposento y estancia donde se relató la más alta embajada y de más importancia que vieron y no entendieron todos los cielos, y todos los ángeles y todos los moradores de las moradas sempiternas60.

Más adelante, cuando Tomás se vuelve loco y cree estar hecho de cristal, los chiquillos lo persiguen y mortifican, corriendo tras él y arrojándole objetos:

Cercáronle luego los muchachos; pero él con la vara los detenía, y les rogaba le hablasen apartados, porque no se quebrase; que, por ser hombre de vidrio, era muy tierno y quebradizo. Los muchachos, que son la más traviesa generación del mundo, a despecho de sus ruegos y voces, le comenzaron a tirar trapos, y aun piedras, por ver si era de vidrio, como él decía. Pero él daba tantas voces y hacía tales estremos61, que movía a los hombres a que riñesen y castigasen a los muchachos porque no le tirasen.

55 Las siete iglesias: Peregrinación tradicional, que se solía hacer en un día, y que consistía en

visitar estos siete templos de Roma: San Pedro, San Pablo, San Juan de Letrán, San Sebastián, Santa María la Mayor, San Lorenzo y Santa Cruz.

56 Penitenciario: Sacerdote “que tiene la obligación de confesar a los penitentes en una iglesia determinada” (DRAE, s.v.).

57 Agnusdei: “Objeto de devoción consistente en una lámina de cera impresa con alguna imagen, bendecido y consagrado por el Papa” (DRAE, s.v.).

Cuentas: Seguramente se refiere a las cuentas de perdón. Una cuenta de perdón “es una cuenta a modo de las del rosario, a quien se dice que el Papa tiene concedida alguna indulgencia a favor de las ánimas del purgatorio” (Autoridades, s.v.).

58 Tiempo de mutación: Tiempo de cambio de estación dentro del año, circunstancia que se consideraba peligrosa para la salud por las alteraciones climatológicas. Aquí, concretamente, parece referirse a los días caniculares, que son los de mayor calor del año.

59 Micina: Mesina, ciudad en la isla de Sicilia, al sur de Italia, situada en la costa occidental del estrecho de su mismo nombre.

60 En la basílica de la ciudad italiana de Loreto, del siglo XV, se conserva la llamada “Santa Casa” de Nazaret, que, según una piadosa leyenda, fue transportada milagrosamente hasta allí por unos ángeles. La tradición dice que en esa casa vivía la Virgen cuando tuvo lugar la Anunciación, que es “la más alta embajada y de más importancia”, a la que aquí se refiere Cervantes. En la basílica de Nuestra Señora de Loreto se venera a la “Madonna Nera”, virgen negra que suscita desde muy antiguo una gran devoción por sus milagros, como también en tiempos de Cervantes, a juzgar por los numerosos exvotos que el Licenciado Vidriera contempló en aquel lugar.

61 Extremos: Gritos, aspavientos, “manifestaciones exageradas y vehementes de un afecto del ánimo, como alegría, dolor, etc.” (DRAE, s.v.).

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Mas un día que le fatigaron mucho se volvió a ellos, diciendo: -¿Qué me queréis, muchachos, porfiados como moscas, sucios como

chinches, atrevidos como pulgas? ¿Soy yo, por ventura, el monte Testacho62 de Roma, para que me tiréis tantos tiestos y tejas?

Por oírle reñir y responder a todos, le seguían siempre muchos, y los muchachos tomaron y tuvieron por mejor partido antes oílle que tiralle.

En el capítulo VIII de la segunda parte del Quijote, ponderándole don Quijote a Sancho la fuerza que en el hombre tiene el deseo de adquirir fama, aunque sea de forma poco recomendable, le refiere este curioso episodio que le ocurrió al emperador Carlos V en el Panteón de Roma:

Quiso ver el emperador aquel famoso templo de la Rotunda63, que en la antigüedad se llamó el templo de todos los dioses, y ahora, con mejor vocación64, se llama de todos los santos, y es el edificio que más entero ha quedado de los que alzó la gentilidad en Roma, y es el que más conserva la fama de la grandiosidad y magnificencia de sus fundadores: él es de hechura de una media naranja, grandísimo en estremo, y está muy claro, sin entrarle otra luz que la que le concede una ventana, o, por mejor decir, claraboya redonda que está en su cima, desde la cual mirando el emperador el edificio, estaba con él y a su lado un caballero romano, declarándole los primores y sutilezas de aquella gran máquina65 y memorable arquitetura; y, habiéndose quitado de la claraboya, dijo al emperador: “Mil veces, Sacra Majestad, me vino deseo de abrazarme con vuestra Majestad y arrojarme de aquella claraboya abajo, por dejar de mí fama eterna en el mundo”. “Yo os agradezco --respondió el emperador-- el no haber puesto tan mal pensamiento en efeto, y de aquí adelante no os pondré yo en ocasión que volváis a hacer prueba de vuestra lealtad; y así, os mando que jamás me habléis, ni estéis donde yo estuviere”. Y, tras estas palabras, le hizo una gran merced. Quiero decir, Sancho, que el deseo de alcanzar fama es activo en gran manera.

Y prosiguiendo en esta misma conversación, un poco más adelante le dice don Quijote a Sancho:

--Los sepulcros de los gentiles fueron por la mayor parte suntuosos templos66: las cenizas del cuerpo de Julio César se pusieron sobre una pirámide de piedra de desmesurada grandeza, a quien hoy llaman en Roma La aguja de San Pedro67; al emperador Adriano le sirvió de sepultura un castillo tan grande como una buena aldea, a quien llamaron Moles Hadriani, que agora es el castillo de Santángel en Roma; la reina Artemisa sepultó a su marido Mausoleo en un sepulcro que se tuvo por una de las siete maravillas del mundo; pero ninguna destas sepulturas ni otras muchas que tuvieron los gentiles se adornaron con mortajas ni con otras ofrendas y señales que mostrasen ser santos los que en ellas estaban sepultados.

62 Monte Testacho: Uno de los cinco montículos artificiales existentes en Roma, formado por la

acumulación de cacharros, tejas y ladrillos, de donde le proviene el nombre (en italiano Monte Testaccio, “lleno o formado por conchas”).

63 Templo de la Rotunda: Se refiere al famoso Panteón de Agripa, en Roma. 64 Vocación: “Advocación”, por aféresis. 65 Máquina: “Edificio grande y suntuoso” (DRAE, s.v.). 66 Templos: Aquí, con el sentido de “monumentos en los que se rinde culto a la memoria de

una persona”. 67 La Aguja de San Pedro: Se refiere al obelisco ubicado actualmente en el centro de la Plaza

de San Pedro, en el Vaticano. Fue trasladado a Roma desde Alejandría, en Egipto, el año 37 d.C., y estuvo coronado por un globo de bronce en el que se creía que se hallaban las cenizas de Julio César, hasta que fue sustituido en 1586, durante el pontificado de Sixto V (1585-1590), por un blasón de la familia de este pontífice, al que corona una cruz.

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Finalmente, en Los trabajos de Persiles y Sigismunda, Cervantes relata la larga peripecia de los dos protagonistas, quienes, desde sus países nórdicos de origen, peregrinan hasta Roma, donde finalmente se casan. En el capítulo III del cuarto libro, describe la entrada de la pareja de amantes, con toda su comitiva, en Roma:

En fin, se llegó el día de su partida, y el duque y Arnaldo, cada uno por su parte, entró en Roma, sin darse a conocer a nadie; y los demás peregrinos de nuestra compañía, llegando a la vista della, desde un alto montecillo68 la descubrieron, y, hincados de rodillas, como a cosa sacra, la adoraron, cuando de entre ellos salió una voz de un peregrino69, que no conocieron, que, con lágrimas en los ojos, comenzó a decir desta manera:

¡Oh grande, oh poderosa, oh sacrosanta, alma70 ciudad de Roma! A ti me inclino, devoto, humilde y nuevo peregrino, a quien admira ver belleza tanta.

Tu vista, que a tu fama se adelanta, al ingenio suspende, aunque divino, de aquél que a verte y adorarte vino con tierno afecto y con desnuda planta.

La tierra de tu suelo, que contemplo con la sangre de mártires mezclada, es la reliquia universal del suelo.

No hay parte en ti que no sirva de ejemplo de santidad, así como trazada de la ciudad de Dios al gran modelo.

Rogóle Periandro que le repitiese, hízolo así, alabáronsele mucho, bajaron del recuesto71, pasaron por los prados de Madama72, entraron en Roma por la puerta del Pópulo73, besando primero una y muchas veces los umbrales y márgenes de la entrada de la ciudad santa, antes de la cual llegaron dos judíos a uno de los criados de Croriano, y le preguntaron si toda aquella escuadra de gente tenía estancia conocida y preparada donde alojarse; si no, que ellos se la darían tal que pudiesen en ella alojarse príncipes.

La comitiva de peregrinos entra en la ciudad, despertando la belleza de las damas gran admiración entre las mucha gente que allí había a causa de ser

68 Un alto montecillo: Se trata del Mons Malus, Mons Gaudii o Monte Mario. Este último

nombre es el que ha prevalecido. La vista más espectacular desde este lugar es la cúpula de la basílica San Pedro (1588-1590), que Cervantes no nombra por no haberse construido todavía cuando él estuvo en Roma (1569).

69 Un peregrino: Cabría identificar al propio Cervantes en la persona de este anónimo poeta y peregrino. A continuación dice que había compuesto este laudatorio soneto sobre Roma en contestación a otro, compuesto en vituperio de la misma ciudad por un poeta español, “enemigo mortal de sí mismo y deshonra de su nación”, del que Cervantes no nos da su nombre.

70 Alma: “Vivificante, venerable”. 71 Recuesto: Montículo, pendiente, “sitio o lugar en declive” (DRAE, s.v.). 72 Madama: En la ladera del Monte Mario se halla la espléndida Villa Madama y sus jardines,

palacio considerado como una de las joyas del Renacimiento y así llamado por haber pertenecido a Margarita de Austria, hija de Carlos V, gobernadora de los Países Bajos y casada con Alejandro de Médicis, primero, y con Octavio Farnesio, después.

73 La puerta del Pópulo: Corresponde a la antigua Porta Flaminia, llamada en el siglo X Porta San Valentino y, más tarde, Porta del Popolo, por la iglesia de Santa Maria del Popolo, que allí se encuentra.

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día de estación, es decir, día de visita a Santa Maria del Popolo, por lo cual se recibían especiales indulgencias.

Apenas entraron las francesas damas en la ciudad, cuando se llevaron tras sí los ojos de casi todo el pueblo, que, por ser día de estación, estaba llena aquella calle de Nuestra Señora del Pópulo de infinita gente; pero la admiración que comenzó a entrar poco a poco en los que a las damas francesas miraban, se acabó de entrar mucho a mucho en los corazones de los que vieron a la sin par Auristela y a la gallarda Constanza, que a su lado iba, bien así como van por iguales paralelos dos lucientes estrellas por el cielo.

Tales iban que dijo un romano que, a lo que se cree, debía de ser poeta: -Yo apostaré que la diosa Venus, como en los tiempos pasados, vuelve a esta

ciudad a ver las reliquias de su querido Eneas. Por Dios, que hace mal el señor gobernador de no mandar que se cubra el rostro desta movible imagen. ¿Quiere, por ventura, que los discretos se admiren, que los tiernos se deshagan y que los necios idolatren?

En el capítulo VI del libro cuarto del Persiles, refiere Cervantes una

animada visita de la comitiva de peregrinos por la ciudad de Roma. Concretamente, en la calle de los Bancos, Auristela (nombre fingido de Sigismunda) encuentra en un comercio un retrato de ella misma, quedando sorprendida del hecho:

Las damas francesas visitaron los templos y anduvieron las estaciones74 con pompa y majestad, porque Croriano, como se ha dicho, era pariente del embajador de Francia, y no les faltó cosa que para mostrar ilustre decoro fuese necesaria, llevando siempre consigo Auristela y a Constanza, y ninguna vez salían de casa que no las seguía casi la mitad del pueblo de Roma. Y sucedió que, pasando un día por una calle que se llama Bancos75, vieron en una pared della un retrato entero, de pies a cabeza, de una mujer que tenía una corona en la cabeza, aunque partida por medio la corona, y a los pies un mundo, sobre el cual estaba puesta, y, apenas la hubieron visto, cuando conocieron ser el rostro de Auristela, tan al vivo dibujado que no les puso en duda de conocerla.

Preguntó Auristela, admirada, cúyo76 era aquel retrato, y si se vendía acaso. Respondióle el dueño (que, según después se supo, era un famoso pintor) que él vendía aquel retrato, pero no sabía de quién fuese; sólo sabía que otro pintor, su amigo, se le había hecho copiar en Francia, el cual le había dicho ser de una doncella estranjera que en hábitos de peregrina pasaba a Roma.

Los amantes de Auristela, Arnaldo y el Duque de Nemours, pugnan por adquirir el cuadro y en torno a ellos se van amontonando las gentes, lo cual provoca un altercado que termina, interviniendo el gobernador de la ciudad, con los dos pretendientes en la cárcel. Deshecho el desaguisado, Periandro (esto es, Persiles) se dedicó a cumplir con las obligaciones que le habían hecho acudir a Roma :

74 Las estaciones: Para obtener la indulgencia plenaria del año santo era necesario visitar en

un mismo día las cuatro basílicas mayores de Roma: San Pedro, Santa María la Mayor, San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros.

75 Bancos: La Via dei Banchi Vecchi (o Calle de los Bancos Viejos), muy cerca del Tíber, que se continúa en la Via del Banco di S. Spirito y desemboca en el Castel Sant’Angelo. Allí tenían su asiento comerciantes y banqueros.

76 Cúyo: De quién.

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Aquella tarde, juntándose con otros españoles peregrinos, fue a andar las siete iglesias77, entre los cuales peregrinos acertó a encontrarse con el poeta que dijo el soneto al descubrirse Roma; conociéronse, y abrazáronse, y preguntáronse de sus vidas y sucesos.

La historia culmina, una vez culminada la peregrinación a Roma, con el casamiento de los dos protagonistas y el regreso, convertidos ya en reyes, a sus países de origen:

Persiles depositó a su hermano en San Pablo, recogió a todos sus criados, volvió a visitar los templos de Roma, acarició a Constanza, a quien Sigismunda dio la cruz de diamantes y la acompañó hasta dejarla casada con el conde su cuñado. Y, habiendo besado los pies al Pontífice, sosegó su espíritu y cumplió su voto, y vivió en compañía de su esposo Persiles hasta que bisnietos le alargaron los días, pues los vio en su larga y feliz posteridad.

Miguel de Cervantes Saavedra, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, II, edición de Luis Andrés Murillo, Madrid, Editorial Castalia, 1978, 2ª ed. (Clásicos Castalia, 78), págs. 95-97

Miguel de Cervantes Saavedra, “El Licenciado Vidriera, en Novelas ejemplares II, edición de Juan Bautista Avalle-Arce, Madrid, Editorial Castalia, 1992 (Clásicos Castalia, 121), págs. 111-113 y 118-119.

Miguel de Cervantes Saavedra, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, ed. de Carlos Romero Muñoz, Madrid, Editorial Cátedra, 1997 (Letras Hispánicas, 427), págs. 654-658, 671-672, 676 y 728-730.

77 Las siete iglesias: La visita a las siete iglesias era una piadosa costumbre que cumplían los

peregrinos que llegaban a Roma. El circuito, de unos 19 kms. de extensión, comenzaba en San Pedro y seguía con San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros, Santa María la Mayor, San Lorenzo y Santa Cruz de Jerusalén, terminando en San Sebastián o San Esteban.

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LAS RUINAS DE ROMA COMO REPRESENTACIÓN DEL PESIMISMO BARROCO

Escasos son los poemas que Francisco de Quevedo (Madrid, 1580-Villanueva de los Infantes, 1645) dedicó a la ciudad de Roma y siempre en ellos manifiesta el pesimismo derivado al contemplar el poder destructor del paso del tiempo. He aquí los parcos ejemplos que hemos hallado en su producción poética.

96 RUINA DE ROMA POR CONSENTIR ROBOS

DE LOS GOBERNADORES DE SUS PROVINCIAS78 El sacrílego Verres79 ha venido

con las naves cargadas de trofeos, de paz culpada, y con tesoros reos80, y triunfos de lo mismo que ha perdido.

¡Oh Roma! ¿por qué culpa han merecido grandes principios estos fines feos? Gastas provincias en hartar deseos y en ver a tu ladrón enriquecido.

Después que la romana, santa y pura pobreza pereció, se han coronado tus delitos, tu afrenta y tu locura.

De tu virtud tus vicios han vengado a los que sujetó tu fuerza dura, y aclaman por victoria tu pecado.

104 LAS CAUSAS DE LA RUINA DEL IMPERIO ROMANO

En el precio, el favor; y la ventura, venal; el oro, pálido tirano; el erario, sacrílego y profano; con togas, la codicia y la locura;

en delitos, patíbulo la altura; más suficiente el más soberbio y vano; en opresión, el sufrimiento humano; en desprecio, la sciencia y la cordura,

promesas son, ¡oh Roma!, dolorosas del precipicio y ruina que previenes a tu imperio y sus fuerzas poderosas.

78 Según González de Salas, este poema está directamente inspirado en la sátira 8 de

Juvenal, desde el verso que dice “Inde Dolabella est...”. 79 Verres: Cayo Licinio Verres, el famoso cuestor de Sicilia, acusado por Cicerón de numerosos

delitos en sus célebres discuros. El propio Verres, después del primer discurso, se desterró durante veintitrés años, en los que no pudo volver a Roma.

80 Reos: Ilegítimos, obtenidos mediante la comisión de delitos y crímenes.

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El laurel81 que te abraza las dos sienes llama al rayo que evita, y peligrosas y coronadas por igual las tienes.

137 ROMA ANTIGUA Y MODERNA

Esta que miras grande Roma agora, huésped, fue yerba un tiempo, fue collado: primero apacentó pobre ganado; ya del mundo la ves reina y señora. [...] Añudaron al Tiber cuello y frente puentes en lazos de alabastro puros, sobre peñascos duros llorando tantos ojos su corriente, que aún parecen, en campo de esmeralda las puentes Argos82 y pavón la espalda, donde muestran las fábricas83 que lloras la fuerza que en los pies llevan las horas, pues, vencidos del tiempo, y mal seguros, peligros son los que antes fueron muros, que en siete montes círculo formaron, donde a la libertad de las naciones, cárcel dura, cerraron. Trofeos y blasones que, en arcos diste a leer a las estrellas, y no sé si a invidiar a las más dellas, ¡oh Roma generosa!, sepultados se ven donde se vieron: en la corriente ondosa. Tan envidiosos hados te siguieron, que el Tibre, que fue espejo a su hermosura, les da en sus ondas llanto y sepultura; y las puertas triunfales, que tanta vanidad alimentaron, hoy ruinas desiguales (que, o sobraron al tiempo, o perdonaron las guerras), ya caducan, y, mortales, amenazan donde antes admiraron. [...] Y cuando pareció que había acabado tan grande monarquía, con los Sumos Pontífices, gobierno de la Iglesia, te viste en sólo un día

81 Laurel: Cuando Dafne, perseguida por Apolo, se transformó en un laurel, este la convirtió

en su árbol predilecto. Con laurel se coronaban los poetas, los vencedores en los juegos píticos de Delfos, ciudad situada en las faldas del monte Parnaso, y “también las sagradas cabeças de los emperadores en sus triunfos y pompas” (Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid, Castalia, 1995, s.v.). Era falsa creencia, pero muy extendida en la Antigüedad, que el laurel nunca era tocado por el rayo.

82 Argos: Príncipe argivo que poseía cien ojos, de los cuales siempre tenía abiertos cincuenta, y a quien Juno encargó la custodia de Io, transformada en vaca. Mercurio consiguió adormecerlo con su flauta y le cortó la cabeza; y entonces Juno sembró sus ojos en la cola del pavo real o, según otra versión, lo transformó en esa ave, aquí designada con el término pavón. Aquí la visión imaginaria se encadena en múltiples metáforas enlazadas con alusiones mitológicas.

83 Fábricas: Edificios de piedra o ladrillo y argamasa.

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reina del mundo y cielo, y del infierno. Las águilas trocaste por la llave, y el nombre de ciudad por el de Nave84: los que fueron Nerones insolentes, son Píos y Clementes. Tú dispensas la gloria, tú la pena; a esotra parte de la muerte alcanza lo que el gran sucesor de Pedro ordena. Tú das aliento y premio a la esperanza, siendo en tan dura guerra, gloriosa corte de la fe en la tierra.

213 A ROMA SEPULTADA EN SUS RUINAS

Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!, y en Roma misma a Roma no la hallas: cadáver son las que ostentó murallas, y tumba de sí proprio el Aventino.

Yace donde reinaba el Palatino; y limadas del tiempo, las medallas más se muestran destrozo a las batallas de las edades que blasón latino.

Sólo el Tibre quedó, cuya corriente, si ciudad la regó, ya, sepoltura, la llora con funesto son doliente.

¡Oh, Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura, huyó lo que era firme, y solamente lo fugitivo permanece y dura.

Francisco de QUEVEDO: Obras completas I. Poesía original, edición de José Manuel Blecua, Barcelona, Editorial Planeta, 1974, 4ª ed. (Clásicos Planeta, 4), págs. 260-261.

84 Águilas... llave... ciudad... Nave: Se confrontan aquí las dos Romas, la imperial y la papal, la

pagana y la cristiana. Águilas y ciudad hacen referencia a las águilas de los ejércitos imperiales y al concepto de ciudadanía y civilización romana, respectivamente. Llave y Nave aluden a las llaves de la Iglesia, otorgadas por Jesucristo a San Pedro, y a la Nave de San Pedro, que es la Iglesia, cuya sede está en Roma.

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ROMA EN LA POESÍA DE UN GADITANO DE LA GENERACIÓN DEL 27

En 1962, Rafael Alberti (1902-1999) abandona Argentina para instalarse en Roma, en donde vivirá hasta su regreso a España, en 1977. Fruto de su encuentro con esta ciudad es el poemario Roma, peligro para caminantes (1968), del que ofrecemos algunos fragmentos:

MONSERRATO, 20 Desciendo la escalera de mi casa, mirado de relieves. ¿Dónde sueño? Dioses del mar y atletas coronados, cabezas de guerreros, bailarinas cimbreadas de finos tallos ágiles, Leda ciñendo al cisne complacida, letras insignes, lápidas y nombres... ¡Oh Roma deseada, en ti me tienes, ya estoy dentro de ti, ya en mí te encuentras! Me agrando o adelgazo por las calles y plazas de este barrio que habito, junto al río, barrio que me recibe embanderado, como una barca, de tendidas ropas, movido en cada puerta por millares de dedos, de los que surgen, mágicos, áureos ángeles, santos, cornucopias, muebles nuevos con gracia envejecidos, multiplicadas imaginaciones... Ya estoy dentro de ti, ya a todas horas en ti me muevo, nueva lengua tuya, Roma en la noche, oscura voz de fuente, Roma en la luz, clara canción del día. Quiero perderme en medio de tu aliento, ser aire popular entre tus aires. Ando buscando compañía, voy entre gatos, columnas asombradas, basuras, muros de potentes hombros, puertas de colosales estaturas, atónito, adorándote, riendo, renegando, regando los rincones, viéndome muerto, peatón humilde, o jubiloso de sentirme a salvo, renacido a la vida a cada instante. [...] Deja, mi Belli85 amigo, que en tus manos te ponga ahora, ya perdido el miedo, sus sonetos romanos un hijo de los mares gaditanos, nieto de Lope, Góngora y Quevedo.

85 Belli: Giuseppe Gioachino Belli (Roma, 1791-1863), citado por Alberti en muchos

encabezados de sus poemas romanos, fue un poeta de ideas liberales y uno de los fundadores de la Academia Tiberina, para regenerar la atrasada cultura local. Escribió numerosos sonetos en los que exalta las virtudes de las gentes sencillas del pueblo, frente a la corrupción e hipocresía de las clases pudientes, utilizando el dialecto romano, una especie de lenguaje plebeyo y subalterno. En este poema inicial de Alberti, el poeta finge encontrarse con el italiano, con el que dice compartir ideas e intereses.

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I LO QUE DEJÉ POR TI

Ah! Cchi nun vede sta parte de monno Nun za nnemmanco pe cche ccosa è nnato. G. G. BELLI

Dejé por ti mis bosques, mi perdida arboleda, mis perros desvelados, mis capitales años desterrados hasta casi el invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida, un resplandor de fuegos no apagados, dejé mi sombra en los desesperados ojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto a un río, caballos sobre el sol de las arenas, dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío. Dame tú, Roma, a cambio de mis penas, tanto como dejé para tenerte.

II ROMA, PELIGRO PARA CAMINANTES

Alma ciudad... CERVANTES E ll’accidenti, crescheno ‘ggni ggiorno. G. G. BELLI

Trata de no mirar sus monumentos, caminante, si a Roma te encaminas. Abre cien ojos, clava cien retinas, esclavo siempre de los pavimentos.

Trata de no mirar tantos portentos, fuentes, palacios, cúpulas, ruinas, pues hallarás mil muertes repentinas --si vienes a mirar--, sin miramientos.

Mira a diestra, a siniestra, al vigilante, párate al ¡alto!, avanza al ¡adelante!, marcha en un hilo, el ánimo suspenso.

Si vivir quieres, vuélvete paloma; si perecer, ven, caminante, a Roma, alma garage, alma garage inmenso.

IV CAMPO DE’ FIORI86

Sonajji, pennolini, ggiucarelli, E ppesi, e ccontrapesi e ggenitali... G. G. BELLI

Perchas, peroles, pícaros, patatas, aves, lechugas, plásticos, cazuelas,

86 Campo de’ Fiori: Plaza de Roma, caracterizada por su tradicional mercado al aire libre, en

donde fue mandado quemar vivo por la Inquisición el filósofo italiano Giordano Bruno, acusado de herejía, en 1600.

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camisas, pantalones, sacamuelas, cosas baratas que no son baratas. Frascati87, perejil, ajos, corbatas, langostinos, zapatos, hongos, telas, liras que corren y con ellas vuelas, atas mil veces y mil más desatas.

Campo de’ Fiori, campo de las flores, repartidor de todos los colores, gracia, requiebro, luz, algarabía...

Como el más triste rey de los mercados, sobre tus vivos fuegos, ya apagados, arde Giordano Bruno todavía.

VII SI PROIBISCE DI BUTTARE IMMONDEZZE

Lui quarche ccosa l’averà abbuscata, E ppijjeremo er pane, e mmaggnerete. G. G. BELLI

Cáscaras, trapos, tronchos, cascarones, latas, alambres, vidrios, bacinetas, restos de autos y motocicletas, botes, botas, papeles y cartones.

Ratas que se meriendan los ratones, gatos de todas clases de etiquetas, mugre en los patios, en los muros grietas y la ropa colgada en los balcones.

Fuentes que cantan, gritos que pregonan, arcos, columnas, puertas que blasonan nombres ilustres, seculares brillos.

Y ante tanta grandeza y tanto andrajo una mano que pinta noche abajo por las paredes hoces y martillos.

IX PASQUINADA

La verità la dico cruda e ccotta... G. G. BELLI

Te quiero imaginar, señor Pasquino88, Como siempre, lanzando puteadas, Siendo hoy el blanco de tus pasquinadas Un tal Alberti que hasta Roma vino.

--Dicen que es español, que es florentino, que de andar las pelotas tiene hinchadas y que expuestas serán y subastadas desde Piazza Navona al Aventino.

87 Frascati: Palabra italiana que significa “cobertizo de ramas”. Se refiere a los numerosos

tenderetes con toldos que ocupan la plaza en los días de mercado. 88 Pasquino: Nombre de una estatua que existía desde muy antiguo en Roma, en la cual

solían fijarse los libelos o escritos satíricos. De este nombre deriva el término pasquín: “Escrito anónimo que se fija en sitio público, con expresiones satíricas contra el Gobierno o contra una persona particular o corporación determinada” (DRAE, s.v.).

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Dicen que viene con las pretensiones de coronarse emperador romano y sentarse en la silla gestatoria.

Y que para evitar aclaraciones anda con una loba en una mano y en la otra mano una jaculatoria.

--Basta, señor Pasquino, porque advierto que lo que me atribuyes es muy cierto.

X ¿QUÉ HACER?

Voi sete furistiere, e nnun zapete Come a Rroma se cosceno le torte... G. G. BELLI

Roma te acecha, Roma te procura, a cada instante te demanda Roma, Roma te tiene ya, Roma te toma preso de su dorada dentadura.

Quieres huir, y Roma te tritura, no ser, para que Roma no te coma, pero Roma te traga, te enmaroma y hunde en su poderosa arquitectura.

¿Qué hacer, qué hacer, oh Roma, en tal estado, ingerido por ti, desesperado, nula la lengua, nulo el movimiento?

Si tanta admiración por tanto arte le sirve a Roma para devorarte, pasa por Roma como pasa el viento.

AMOR El Trastevere vive enamorado. Los muros de las calles y las plazas sueñan de corazones dibujados. Marcella y Mario mueren con dos flechas. Ignazio a Eugenia le dispara cuatro. Antonella y Vittorio, de tanto amor se han puesto juntos los corazones para abajo. Yo los miro en la noche cuando gimen en la sombra los gatos.

LA PUTTANA ANDALUZA (Poema escénico)

Señora, la conozco. ¿Dónde vive? Por Dios, que he visto esos dos ojos negros, esas caderas anchas, esa forma de culear andando, esas dos tetas... ¿Que la ofendí? Perdón. Tanta sonrisa, acompañada de tan claros dientes, prueba que no, señora... ¿Es usted muda? ¿Quiere que lo adivine? Buenos sapos, demonios y culebras

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volaron siempre de su boca... ¡Vamos! ¡Culo de Satanás, no me lo niegue! ¡La puta de mi madre, qué osadía! ¿Qué no la he visto? ¿No compraba usted, la otra mañana, nabos y cebollas, papas, lechugas, huevos y tomates, perejil y alcahuciles en la Piazza della Moretta? ¿Cómo? ¿Que es un invento mío? ¿No estaba usted acaso la otra tarde en la chiesa española, Via di Monserrato, contemplando la tumba de Calixto III y su sobrino, aquel papa Alejandro89 que lidiaba toros y damas con el mismo arte, o tal vez sacudía usted el polvo a las modestas flores de papel, que humillan más la lápida que esconde la osamenta del rey Alfonso XIII? Bueno, bueno, por mí puede seguirse pudriendo donde está... Yo sólo quiero saber en dónde vive, si es la misma que hace ya más de cuatrocientos años se vino a Roma a ser jardín del hombre, el coño puto y el meneo airoso, desde el Campo de’ Fiori hasta Sant’Angelo, curando el mal de Nápoles90 a la misma columna de Trajano y haciendo soñar al Tíber y temblar los puentes... ¿Tendré que preguntarlo a los canónigos, al charlatán que miente en las esquinas, al trapero, al herrero, al carpintero, al que dora los santos y las vírgenes, al barbero, al cestero, al ebanista, a los gatos nocturnos que encandilan sus ojos en el mudo rincón de las basuras? ¿Cómo se llama? ¡Vamos! ¿Me lo dice? Pienso que no ha podido, mi señora, cambiarse de nombre, que es el mismo que, desde León X a Giovanni XXIII91, viene dando amor y gracia y júbilo y desplante a estas calles y vicoli92 de Roma. ¿Lo dice? ¿No lo dice? Ya que así me lo oculta, se lo diré yo entonces, pregonándolo como quien vende nardos y claveles, manzanas y limones,

89 Calixto III y... aquel papa Alejandro: Calixto III fue papa de 1455 a 1458; era de origen

español y con él se instaura en Roma la saga de los Borja o Borgia, famosa por su corrupción y venalidad. Nombró cardenales a dos sobrinos suyos, uno de los cuales ocupó también el solio pontificio de 1492 a 1503 con el nombre de Alejandro VI.

90 Mal de Nápoles: Enfermedad venérea, especialmente la sífilis. 91 León X... Giovanni XXIII: León X fue papa de 1513 a 1521. Juan XXIII lo fue de 1958 a 1963. 92 Vicoli: Término italiano que significa “callejones” o “callejuelas”.

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doradas, caracoles, bogavantes, frutas frescas del mar y de la tierra. ¡Y se acabó el usted, señora mía! Te llamas como siempre y para siempre te seguirás llamando: La Lozana Andaluza.

DIÁLOGO MUDO CON UN VECINO (Poema escénico)

Tú te estabas meando la otra noche en la Via Montoro. Tu meada me persiguió como una larga lengua hasta mojarme los zapatos... Luego, sin importarte un rábano, pasaste silbando junto a mí... ¿Qué no me enoje? ¡Vamos, muchacho! ¿Cómo? ¿Qué eso le da más lustre a mis zapatos? ¡Pues vaya lustre! ¿Dices haberme visto en la carpintería? ¡Cierto, cierto! Es verdad. Tú eres el mismo que me subiste a casa la otra tarde dos sillas y una mesa... y me sacaste, en lugar de unas liras, tres paquetes de cigarrillos norteamericanos... Tener gracia, ya tienes... Y lo sabes. Sí, pero la meada... No te rías. ¡Cómo! ¿Dices que yo también lo hago? Tal vez tengas razón... ¿Qué te perdone? ¿En honor a qué, mozo? ¿A ser el mismo aquel que galleaba, desde el Campo de’ Fiori hasta Navona, con aquella morena de anchas ancas, culata hermosa y fino cuello largo de gran jaca andaluza? Bien te acuerdas, pícaro. Tú fuiste quien le mostraste Roma a su llegada y quien primero la montó, pidiéndole, para que comprobara que no eras capón, decirle dos palabras con el dinguilindón. ¿Estás llorando? ¿Cantas? ¿Te alegra recordar aquellos días con la Tulia, la Imperia, la Lutreca, la Franquilana, la Orificia y otras que sacaban el oro de su cuerpo, pero que viste arder, morir de espanto, en medio del saqueo y la locura? Grita ahora, pregona tus naranjas, clava clavos, reparte leche, sube una bolsa de cal al tercer piso, pellízcale el trasero a le ragazze93, corre bambeteando en bicicleta, méate en las esquinas de los siglos...

93 Le ragazze: Término italiano, que significa “las muchachas”.

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Tú eres Rampín94, bello aprendiz de amante, de todos los oficios, de la pícara gracia inmortal, que ya no tiene nombre. Alza la pata como un perro y silba, sílbame una canción, como esas fuentes que siempre como tú vierten sus aguas y sólo mojan su zapato al viento.

BASÍLICA DE SAN PEDRO Di, Jesucristo, ¿por qué me besan tanto los pies?

Soy San Pedro aquí sentado, en bronce inmovilizado, no puedo mirar de lado ni pegar un puntapié, pues tengo los pies gastados, como ves.

Haz un milagro, Señor. Déjame bajar al río, volver a ser pescador, que es lo mío.

MIENTRAS DUERMO Mientras duermo, las campanas del Trastevere van y vienen por mi sueño.

Ya vienen, ya van. ¡Señor, qué trabajo mueve el sacristán! En cada badajo Repica un carajo Tin ton y tin tan.

Mientras duermo, las campanas del Trastevere vienen y van.

1 Los castaños del Sena han bajado esta noche a ver el Tíber.

2 Pasan tres monjas por el puente. El Tíber ha visto tantas, que ni las refleja.

3 Por los ojos del Tíber pasan hoy todos los muertos de su larga historia.

4 Quieren esta mañana los ángeles del puente volar sobre el castillo de Sant’Angelo.

94 Rampín: Personaje de La Lozana Andaluza, amante y rufián de la prostituta protagonista.

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5 En las aguas del Tíber esta noche lloraba Miguel Ángel.

6 Cae en Roma la tarde. Tres curas colorados pasan bajo los arcos, camino del crepúsculo.

7 Un cura en bicicleta por el puente. Yo ya no tengo bicicleta. ¿Acaso tendré que hacerme cura para tener de nuevo bicicleta?

PREDICCIÓN ¿Yo en el umbral de la vejez? ¡Qué risa! En vísperas alegres de cumplir los 66 años aquí en Roma, soy tan joven y fuerte como Roma, y sólo moriré con toda Roma, cuando el caballo, verde todavía, de Marco Aurelio, vuelva de nuevo a ser dorado.

DIEZ SONETOS

I YA NADA MÁS

Ya nada más entre tus sacros cantos se oyen bocinas, pitos y sirenas y se ven por el cielo más antenas que alas y palmas de ángeles y santos.

Ya por el Tíber no resbalan llantos ni ya sus aguas rompen sus cadenas y las venus ya son menos obscenas que un cardenal rendido a sus encantos.

Ya la invención de tu imaginería bajó a morir en la bisutería que los turistas de pasada abonan.

Mas las victorias de tus capiteles aún alzan sus coronas de laureles... de laureles que a nadie ya coronan.

III ENTRO, SEÑOR, EN TUS IGLESIAS...

Entro, Señor, en tus iglesias... Dime si tienes voz, ¿por qué siempre vacías? Te lo pregunto por si no lo sabías que ya a muy pocos tu Pasión redime.

Respóndeme, Señor, si te deprime decirme lo que a nadie le dirías: si entre las sombras de esas naves frías tu corazón anonadado gime.

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Confiésalo, Señor. Sólo tus fieles hoy son esos anónimos tropeles que en todo ven una lección de arte.

Miran acá, miran allá, asombrados, ángeles, puertas, cúpulas, dorados... y no te encuentran por ninguna parte.

V ARTROSIS (II)

No puedo caminar. Estoy más cojo que el propio don Francisco de Quevedo. Y el gran drama romano es que ni puedo poner ya el pie en el Tíber a remojo.

Las piedras de las calles me dan miedo, y las siete colinas, mal de ojo. ¿Qué sería de mí si un toro rojo escogiera mi barrio como ruedo?

Maldigo rampas, torres, escalones, cúpulas, campaniles95, murallones... Subir me rinde, descender me mata.

Y el ya no caminar tanto me cuesta, que mi solemne conclusión es ésta: No puedo en Roma ni estirar la pata.

X OYES CORRER EN ROMA...

Oyes correr en Roma eternamente, en la noche, en el día, a toda hora, el agua, el agua, el agua corredora de una fuente, otra fuente y otra fuente.

Arrebatada acústica demente, infinita insistencia corredora, cante en lo oscuro, gima bullidora, es su fija locura ser corriente.

Ría de un ojo, llore de unos senos, salte de un caracol, de entre la boca de la más afilada dentadura

o de las ingles de unos muslos llenos, correrá siempre desmandada y loca, libre y presa y perdida en su locura.

Rafael ALBERTI: Roma, peligro para caminantes, Barcelona, Seix Barral, 1977 (Biblioteca Breve de Bolsillo. Serie Mayor, 33), págs. 7-9, 13-14, 16, 19, 21-22, 28-31, 37-38, 43, 54-56, 58, 79, 81, 83 y 88.

95 Campaniles: Término italiano. En español, “campanarios”.

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ROMA Y SEVILLA EN UN POETA DE NUESTROS DÍAS

El poeta sevillano Aquilino Duque, nacido en 1931, residió durante una época en Roma. Fruto de esa estancia es su libro de poemas titulado Aire de Roma andaluza, en el que con frecuencia ciertos espacios de la ciudad imperial le evocan otros tantos lugares parecidos, para él, de Sevilla. Reproducimos aquí algunos de los poemas más representativos del libro.

VERANO EN LA PLAZA DEL PÓPULO Encinas, pinos y palmeras suben revueltos hacia el Pincio; rampas, estatuas, fuentes, jeroglíficos, prismas, arcadas triples, balaustradas dobles y un cielo de palomas y vencejos.

Qué libertad la del verano, qué orden de líneas puras, de aristas limpias, de pilastras fuertes y de cúpulas sólidas. El aire invade la ciudad por la puerta del Pópulo y hay una estrella fija de ocho puntas y lápidas y conchas y linternas y escudos de armas. Todo intacto, resiste al trote de la muchedumbre, a la onda expansiva de los cines, a la insolencia del presente putrefacto y decrépito. Un alud de pancartas anuncia los rigores del otoño. En la botica oscura se prepara la entrada de los bárbaros. Arden las últimas orgías. La plebe pide ácido y bencina. El pescador arroja al Tíber las llaves de la Historia.

Pero no, que es verano. El aire libre llena los antiguos pulmones de las plazas y salva a la ciudad de morir por asfixia. Aún suenan las campanas en el cielo de Roma.

EL NACIMIENTO Roma, 3 de mayo de 1971

Aguas rompió la noche, aguas anunciadoras sobre el lecho del río, aguas de mayo, y con el alba asomó el sol la cabecita de oro

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entre las tiernas nubes. Tú lloviste del cielo, cabeza rubia de mi sangre. Tú fuiste como el árbol del amor,

rojo de flores ya y aún sin hojas. Flotaba un lábaro96 en el día. Corría la sangre bajo el puente Milvio97.

Qué deshielo, qué vara de virtudes rompió el hechizo que te aprisionaba en la pecera de las nueve lunas.

RAFAEL ALBERTI Y EL CINE DE UNA NOCHE DE VERANO Al cine de verano, alto barco en la playa de la boca del río, con sus dos masteleros y la gran vela cuadra de su blanca pantalla toda llena de islas del sur y bucaneros

una noche de junio que nevaba en el norte abordó en su trineo de caballo marino la reina de las nieves y te hizo rey consorte, a ti, que eras ya rey por derecho divino.

Fuiste mago de ranas, hombre de nieve, gnomo, paje de las sirenas, soldadito de plomo, martinillo del sueño, la vigilia y el frío...

Ojalá que recales de nuevo en las arenas del cine de verano, rotas ya tus cadenas, marinero, hombre libre, capitán de navío.

SEVILLANAS ROMANAS I

(El incendio)

De lo alto de Tarpeya98, por un cristalito verde el infame de Nerón miraba correr la gente.

Ay Roma como se ardía, con lo bonita que era. De Ripa99 a la Pesquería el mármol se derretía igual que si fuera cera.

Dicen las trasteverinas

96 Lábaro: Estandarte que usaban los emperadores romanos, en el cual, desde el tiempo de Constantino y por su mandato, se puso la cruz y el monograma de Cristo, compuesto de las dos primeras letras de este nombre en griego (DRAE, s.v.)..

97 Puente Milvio: Lugar cercano a Roma y que dio nombre a la batalla en la que el Constantino, primer emperador convertido al cristianismo, venció a Majencio y se hizo con el dominio de Italia.

98 Tarpeya: Roca situada en la parte occidental del monte Capitolino, en Roma, desde la cual se precipitaba a los criminales.

99 Ripa: Zona de Roma ribereña con el Tíber (ripa en italiano significa “ribera”).

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saliendo de los corrales: Vámonos corriendo al puente que hay fuegos artificiales.

II (César Borgia100)

Si César llega a ser césar y César se lo propone ahora tuviera Roma la mejor plaza del Orbe.

Si se lo propone César hoy sería el Coliseo la Maestranza de Roma, Santa Sede del toreo.

César pedía las llaves. Se las echaba Lucrecia. Por echar las del toril fue y le echó las de la Iglesia.

III (La judería y Beatriz Cenci101)

Por el Pórtico de Octavia se paseaba un judío contando las moneditas que había pescado en el río.

Que había pescado en el río, que había pescado en la fuente donde los galapaguitos suben a la taza y beben.

Barrio judío de Roma. Sinagoga principal. Beatriz mató a su padre que la quiso deshonrar.

IV (El Trastévere y Triana)

Eres Trastévere en Roma y eres Triana en Sevilla y miras el mismo río detrás de la misma orilla.

En Trastévere vivo. Nací en Triana. Roma y Sevilla juntas salen del agua.

100 César Borgia: Hijo natural del papa Alejandro VI, quien lo nombró cardenal. Fue un

personaje intrigante y pendenciero. 101 Beatriz Cenci: Doncella de extraordinaria belleza, que perteneció a una rica familia

romana. En complicidad con su hermano, hizo matar a su padre, a fin de librarse de los deseos libidinosos de este. El papa la condenó a muerte y fue decapitada públicamente en 1599.

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Bajan del cielo. La llave de mi puerta se cayó al suelo.

V

Al Puerto de Ripa Grande ya no se arriman las barcas, ni la barca de San Pedro ni las galeras del Papa.

Ni griegos ni genoveses, ni la Virgen ni San Juan, ni la nave de Esculapio que era una nave hospital.

Ni al Puerto de Ripa Grande ni al Puerto Camaronero, que el Guadalquivir y el Tíber están quedándose secos.

VI

Que llueva, Madre, que llueva, que llueva y vuelva a llover, a ver si el Tíber se limpia y el Betis vuelve a correr.

Lloran secos como están los ojitos de los puentes porque el Tíber se envenena y el Guadalquivir se muere.

Qué pena que no viniera un diluvio universal y se ahogara del alcalde al último concejal.

VII (Capitolio)

Altozano de Roma qué bien pareces, con gansos que te guardan de los franceses.

Cómo chillaban los gansos, y a Camilo102 lo despertaban.

VIII

Roma tiene su plaza del Altozano y enfrente la columna del gran Trajano.

102 Camilo: Marco Furio Camilo, dictador romano del siglo IV a.C., que venció a los galos e

impidió que estos entraran en Roma por la fuerza. Según la leyenda, los gansos avisaron con sus voces del peligro que se cernía sobre la ciudad.

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Y en la columna un San Pedro de piedra que se derrumba103.

IX

En medio de la plaza del Capitolio Marco Aurelio104 a caballo de verde y oro.

Qué putiferio, si relincha el caballo de Marco Aurelio.

Qué finimondo105, si relincha el caballo de Marco Antonio.

X (Janículo106)

Un disparo de cañón y es el punto de las doce. Como llegó el mediodía llegará la medianoche.

En la Casa del Botijo hay cuatro balas de plomo que las metió Garibaldi sin que se supiera cómo.

Arco de San Pancracio, cuánto plumero, cuánta pajarería sobre el sombrero.

XI (Santa María la Mayor)

En Roma en pleno agosto cayó la nieve. Estas cosas en Roma no son frecuentes.

103 La columna de Trajano, que celebra las victorias de este emperador romano, se

encuentra en el Foro del nombre de este emperador. El papa Sixto V mandó reemplazar la estatua de Trajano que coronaba el monumento por una de San Pedro en 1587.

104 Marco Aurelio: Emperador romano de 161 a 180 d.C., caracterizado por su estoicismo y amor a la filosofía. La estatua del Capitolio representa a este emperador, aunque durante bastante tiempo se la tuvo por una representación de Marco Antonio.

105 Finimondo: Desastre. Literalmente, “fin del mundo”. 106 Janículo: Así llamado por haberse allí encontrado un templo dedicado al dios Jano, es

una zona alta de Roma, situada entre San Pedro y el Trastevere y desde donde puede divisarse una gran panorámica de la ciudad. En este lugar se halla la Plaza de Giuseppe Garibaldi (1807-1882), con el monumento dedicado a este gran luchador por la unificación e independencia de Italia, y el Arco de San Pancracio.

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Avisaron al Papa. Vino volando, con cuatro cardenales protonotarios.

Desde ese día tuvo otra iglesia en Roma Santa María.

Desde esa hora tuvo en Roma otra iglesia Nuestra Señora107.

XII (La lozana andaluza)

Plaza y Campo de las Flores, Palacio Cancillería, una lozana andaluza daba guerra y la pedía.

Nació en la Peña de Martos, le tiraban los manteos, y a Roma fue de romera a ganarse el jubileo.

Mira si tendría salero, mira si sería devota, que traía al retortero al Tribunal de la Rota.

XIII (Cervantes)

Por el Pópulo en Roma entró un romero, se hincó de rodillas y besó el suelo.

Siguió adelante y vio la media luna sobre levante.

Manco volvía. Lo prendieron corsarios de Berbería.

107 En el siglo IV, el papa San Liberio mandó construir en el monte Esquilino un templo,

antecesor de la actual basílica de Santa María la Mayor, como consecuencia de la milagrosa nevada caída en pleno verano del año 352 en aquel emplazamiento. Por este motivo se conoce también a la iglesia con el nombre de Nuestra Señora de las Nieves.

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XIV (El Saco108)

Ya llegaron al puente los imperiales, y el Papa en el castillo del Santo Ángel.

Ángel, dame tus alas, ya que las tienes. Mira que son de bronce, Papa Clemente.

Qué algarabía. Cómo truena en el cielo la artillería.

XV

Bienvenido el florentino apunta con un cañón y deja muerto de un tiro al Condestable Borbón.

El sol del Papa se pone. Sale la luna del César. Perseo le corta de un tajo A Medusa la cabeza.

Florentino orgulloso, no hay quien te hable desde que cayó muerto tu Condestable109.

EN LA PLAZA NAVONA A S.E.R. José María cardenal Pemán y Pemartín, a pie enjuto y sin birrete en tiempos de cola corta.

Una fuente anudando cuatro ríos, un obelisco y cuatro continentes, una fiesta de estatuas y de fuentes, aletazos, zureos, voletíos.

Las carrozas fingiéronse navíos. Hubo un “presenten armas” de tridentes y el padre Tíber se saltó sus puentes como hace siempre a los primeros fríos.

La barca, el arca de San Pedro hendía la plaza anegadiza y no encontraba fondo a los siete montes capitales.

108 El saco: O saqueo de Roma por las tropas de Carlos V en 1527. El papa Clemente VII se vio

obligado a refugiarse con la curia cardenalicia en el castillo de Sant’Angelo (fortaleza coronada por una colosal estatua de bronce del arcángel San Miguel) y a concertar la paz con el emperador.

109 El famoso artista Benvenuto Cellini (1500-1571), participó en la defensa de Roma durante el saco que las tropas imperiales del emperador –o césar-- Carlos V pusieron a la ciudad en 1527. Él fue quien mató de un arcabuzazo al jefe de las tropas imperiales, el Condestable de Borbón (1489-1527). Su obra más famosa es una escultura de Perseo con la cabeza de la Medusa en una mano y la espada sangrante en la otra.

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Y Olimpia Doria, en otros tiempos pía, desde el balcón, impía, recortaba las largas colas de los cardenales.

JAZZ EN EL AVENTINO (Accademia Nazionale di Danza)

Toda la gracia de este mundo levanta la cabeza, la ladea, sonríe, junta las manos, da con una en el suelo e invita a un ángel invisible a sentarse a su vera. ¿Qué te ha dicho ese ángel al oído que así brillan tus ojos? ¿Qué has visto tú que los demás no vemos? ¿Qué signos, qué destellos, qué presencias lees en esa música que ves y los demás tan sólo oímos? Ya vuelves a engarzarte en la guirnalda de la pureza, el jazz no es lo que es en esas manos juntas, en ese aire de escuchar el aire ladeando levemente la cabeza, de llevar el compás del corazón y de la estrella que le corresponde. Por ver lo que tú has visto para olvidarlo luego, por oír lo que creo que has oído qué no daría yo, que busco en vano ese golpe de gracia, ese segundo de lluvia interna, ese compás, ese aplomo, esa lumbre con que tú encierras en el hueco de tus manos una estrella, una flor, un ave, algo, quién sabe qué, que sabe quién te ha dado antes de alzar de nuevo el vuelo y abandonarte al jazz entre los mirtos.

Aquilino DUQUE: Aire de Roma andaluza, Sevilla, Calle del Aire, 1979 (Suplementos de Calle del Aire, 2), págs. 27-28, 34-35, 37-51 y 53-55.