Rodriguez Aisa Maria Luisa - El Cardenal Goma y La Guerra de Espana

285

description

Una síntesis acerca del papel desempeñado por la Iglesia española, y en particular del Cardenal Gomá, en los años de la guerra civil, fundamentado en investigaciones directas en el archivo del cardenal.Este libro es muy difícil de encontrar en la actualidad.

Transcript of Rodriguez Aisa Maria Luisa - El Cardenal Goma y La Guerra de Espana

El tema de la Iglesia y la guerra espaola sigue siendo de actualidad dentro de esa etapa dolorosa de la vida de nuestro pueblo y nunca podr soslayarse a no ser que se renuncie injustamente a entender el fondo ideolgico del conflicto. Y dentro de este tema la figura del cardenal Primado Isidro Goma, arzobispo de Toledo, alcanza particularsimos relieves por el importante papel que le toc asumir frente a los mltiples, complejos y delicados problemas que plante la contienda. El Instituto Enrique Flrez incorpora hoy a su coleccin de Monografas de Historia Eclesistica esta obra de la que es autora Mara Luisa Rodrguez Aisa, doctora en Ciencias Polticas y profesora de la Universidad Complutense. El trabajo, eminentemente histrico, destaca en especial uno de los aspectos ms interesantes y a la vez menos conocidos de la Iglesia espaola contempornea: el del comienzo de sus relaciones con el Estado nacido a raz del 18 de julio de 1936. Situndose en el terreno de una autntica investigacin en el sentido ms riguroso del trmino, la autora basa su estudio en una abundantsima documentacin, indita y desconocida muchas veces, procedente del archivo personal del cardenal Goma, del que se reproducen en el Apndice setenta y seis documentos originales. Huyendo de la polmica fcil y del anlisis superficial, el libro de la doctora Rodrguez Aisa aporta nuevos datos y enfoques que contribuyen decisivamente a iluminar esta parcela tan controvertida y a menudo tan desconocida de la historia ms reciente de la Iglesia espaola. Se trata de una obra seria, rigurosa y profunda de la que no podr prescindir ningn historiador de la Guerra Civil espaola.

EL CARDENAL GOMA Y LA GUERRA DE ESPAAAspectos de la gestin pblica del Primado 1936-1939

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTFICASINSTITUTO ENRIQUE FLREZ

MARA LUISA RODRGUEZ AISA

MONOGRAFAS DE HISTORIA ECLESISTICAVol. X

EL CARDENAL GOMA Y LA GUERRA DE ESPAAAspectos de la gestin pblica del Primado 1936-1939

INSTITUTO

ENRIQUE

FLREZ

C. S. I. C. M A D R I D 1981

Ir

A la Iglesia espaola que acept dar testimonio en uno de los momentos ms difciles de su historia.

ISBN 84-00-04838-5 Depsito Legal ZA 125 - 1981

Editorial C.S.I.C. Instituto Enrique Flrez Serrano, 123 - MADRID-6

Imprime: Benedictinas, Carretera Fuentesaco, Km. 2, ZAMORA.

PRESENTACINLa Iglesia catlica deca Po XII el da 7 de septiembre de 1955, en su discurso al X Congreso Internacional de Ciencias Histricas es ella misma un hecho histrico; como una poderosa cordillera atraviesa la historia de los dos ltimos milenios; cualquiera que sea la actitud adoptada respecto de ella, es cierto que es imposible no encontrarla en el camino. En efecto, el mensaje de Cristo y la accin de la Iglesia han influido de forma decisiva en las instituciones, en el derecho, en la tica, en las costumbres, en el arte y en todas las manifestaciones de la vida humana y social. En la vida poltica de los pueblos ha sido el cristianismo el que ha suscitado bsicamente el problema de las relaciones entre la Iglesia, comunidad religiosa, y el Estado, comunidad poltica. Al transferir Cristo a la Iglesia la direccin religiosa y moral de los hombres, que antes ejerca el Estado precristiano, se rompe el viejo monismo jurisdiccional y desde entonces segn frase de Po XII existe una historia de las relaciones entre la Iglesia y el Estado, y esta historia ha cautivado fuertemente la atencin de los investigadores. Mara Luisa Rodrguez Aisa, profesora en la ctedra de Relaciones de la Iglesia y el Estado de la Facultad de Ciencias Polticas de la Universidad Complutense de Madrid, ha sido uno de esos investigadores fuertemente cautivados por el apasionante tema de la historia de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Tema que si es siempre sujestivo, lo es, especialmente, en la vida e historia de Espaa donde la presencia e influjo del cristianismo, en su forma catlica, han sido, sin duda, ms profundos y trascendentales que en otros muchos pases. En la citada ctedra de Relaciones de la Iglesia y el Estado se vienen realizando, de acuerdo con un plan conjunto y sistemtico, una serie de trabajos monogrficos de investigacin acerca de los problemas de las relaciones entre la Iglesia y el Estado espaol desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad. Especial atencin, dentro de ese marco, mereca toda la problemtica poltico-religiosa de la Guerra Civil de los aos 1936 a 1939. Los estudios se vienen realizando con toda objetividad y rigor, acudiendo directamente a una documentacin todava, en gran parte, indita e incluso desconocida. En este contexto hay que colocar el trabajo realizado por la profesoraIX

Rodrguez Aisa, que se plasm en una tesis doctoral que tuve el honor de dirigir y que mereci la mxima calificacin acadmica. La obra pues, que presentamos, no es un libro de divulgacin o de sntesis de otros estudios previos, sino un trabajo original de autntica investigacin en el sentido ms riguroso del trmino. La abundantsima documentacin, indita y desconocida muchas veces, a que ha tenido acceso la Dra. Rodrguez Aisa especialmente los archivos del cardenal Goma le han permitido aportar nuevos datos y nueva luz sobre los hechos y temas estudiados. Por otra parte, la absoluta objetividad de la investigadora, su capacidad para ordenar los datos, su rigor en el anlisis, valoracin e interpretacin de los documentos, unido a su equilibrio y ponderaciajle juicio, han dado como fruto una obra seria, rigurosa y profunda de la que no podr prescindir ningn historiador de la Guerra Civil espaola. El trabajo lleva como ttulo: El cardenal Goma y la guerra de Espaa. Aspectos de la gestin pblica del Primado 1936-1939. No es, pues, una biografa del cardenal Goma, figura sumamente interesante y polifactica de la Iglesia espaola contempornea. La Dra. Rodrguez Aisa limita y centra su estudio en un aspecto muy concreto de la vida y actividad del cardenal Goma: su gestin mediadora, de informacin y poltico-diplomtica, entre la Santa Sede y las autoridades polticas y militares del incipiente nuevo Estado, desde comienzos de la Guerra y especialmente desde su nombramiento como representante confidencial y oficioso de la Santa Sede ante el Gobierno espaol. Con el establecimiento de relaciones diplomticas normales entre la Santa Sede y el Gobierno espaol y el nombramiento, en octubre de 1937, de Mons. Antoniutti como Encargado de Negocios, termina propiamente la gestin oficiosa y confidencial del cardenal Goma. Su posterior colaboracin a ttulo personal y como Primado de la iglesia espaola con los representantes diplomticos de la Santa Sede ante el Gobierno espaol, Monseores Antoniutti y Cicognani, caen ya propiamente fuera del trabajo central. La Dra. Rodrguez Aisa le dedica, sin embargo, una parte final que enriquece su obra con una visin de conjunto y coherente de toda la actividad mediadora ejercida por el cardenal hasta su muerte el ao 1940. No quiero hecha la presentacin de a autora y de su obra y dado testimonio de la seriedad y rigor de la investigacin aadir ningn otro comentario de fondo. Me limito a invitar al lector a introducirse directamente, con la clarificadora ayuda de la Dra. Rodrguez Aisa, en este apasionante y doloroso captulo de la reciente historia espaola.JOS GIMNEZ Y MARTNEZ DE CARVAJAL

PROLOGOYacen los restos del cardenal Goma en su tumba de la catedral de Toledo, ante a cual millares de espaoles que conocen la historia reciente de Espaa se detienen con respeto y veneracin, conscientes de la grandeza de esa figura insigne de la Iglesia y de la patria espaola. En el sepulcro los restos, y en el archivo del Arzobispado documentos escritos por l o a l dirigidos desde muy diversas instancias, que sirven para conocer determinados acontecimientos de una poca, de corta duracin en el tiempo, pero de enorme trascendencia e intensidad en la vida de nuestra nacin. Pocas veces se han dado juntos a la vez tanto afn de destruccin y tan ardiente deseo de un porvenir mejor. Estoy hablando de los tres aos de la guerra espaola de 1936 a 1939, de la Cruzada, del enfrentamiento blico entre hermanos, de la sublevacin de un pueblo contra los poderes constituidos, de la lucha entre las diversas clases sociales de Espaa. De todo hubo en aquel doloroso conflicto en que nada fue pequeo: ni el odio ni el amor, mezclados ambos sentimientos, para que la tragedia fuese ms viva, en los mismos corazones y en las mismas almas de los que lucharon y murieron de un lado y de otro. Concretamente el tema de la Iglesia y la guerra espaola sigue siendo de actualidad dentro de esa etapa de la vida de nuestro pueblo y nunca podr soslayarse, a no ser que s renuncie injustamente a entender el fondo ideolgico del conflicto. Es un tema del que se ha hablado mucho, pero que se ha estudiado poco. Predomina la polmica sobre el juicio sereno y abundan ms los anlisis superficiales y subjetivos que las exposiciones documentadas. Por lo mismo es necesario acercarse a l sin prejuicios, sabiendo situarse en el tiempo y circunstancias en que los hechos se produjeron, convencidos de que no se necesita apologa ni diatriba sino sencillamente estudio y aportacin de datos exactos, huyendo de todo tpico fcil y por consiguiente ahistrico. XI

Catedrtico de Relaciones de la Iglesia y el EstadoX

ste es precisamente el intento del trabajo realizado por Mara Luisa Rodrguez Aisa que ahora ve la luz. Pacientes investigaciones llevadas a cabo en el archivo del cardenal Goma, al que ha tenido acceso directo con la debida autorizacin de quienes podan darla sin infringir disposiciones testamentarias del cardenal, le han permitido elaborar esta tesis doctoral que alcanz justo reconocimiento en la Facultad de Ciencias Polticas de la Universidad Complutense. Es el suyo un estudio objetivo y sereno que ilumina aspectos diversos de la relacin entre la Iglesia y la Patria y concretamente de la actuacin durante la guerra del insigne Primado de la Iglesia Espaola, cardenal Goma.LA FIGURA DE GOMA EN LA GUERRA ESPAOLA

'S^Don Isidro Goma vino a Toledo en 1933. Haba sido obispo de Tarazona desde 1927 hasta ese ao. No dej de causar cierta sorpresa su nombramiento para Toledo en donde vena a sustituir al cardenal D. Pedro Segura. Sin embargo la autoridad moral de que gozaba era ya muy grande, sobre todo por los mltiples escritos pastorales, catequticos, bblicos, teolgicos, filosficos que haban brotado de su pluma. Tambin sus cartas e Instrucciones Pastorales como obispo de Tarazona fueron documentos muy notables en aquella poca en que no faltaban los obispos de slida formacin cultural eclesistica. Pero era sobre todo un hombre de carcter, claro en sus juicios, enemigo de toda confusin, intrpido en la defensa de la Iglesia, de su misin en la sociedad, de sus derechos frente a quienes por sectarismo o por ignorancia queran negarlos. Cuando llega a Toledo el 2 de julio de 1933, cumplidos los 63 aos, la Iglesia sufra ya las consecuencias de una legislacin laicista apasionada y rencorosa. La pequea ciudad, por cuyas piedras hablaba la antigua historia, era ya, como tantos y tantos lugares de Espaa, foco de desrdenes y tumultos continuos. La misma toma de posesin fue accidentada y doloroso. Nombrado cardenal por el papa Po XI en 16 de diciembre de 1935 al despacho del Primado en Toledo o al Palacio de la Cruzada en Madrid llegaban continuamente visitas, informes y consultas. Y todo fue en aumento cuando, a partir de las elecciones de febrero de 1936, la vida nacional se convirti en un alud incontenible de tensiones de toda ndole que hacan presagiar la gran tormenta que pronto se desencadenara. El cardenal no tuvo nunca conocimiento de lo que se vena tramando, y s nicamente la presuncin de que, tal como iban las cosas, la gran explosin se producira inevitablemente. Tena, si se quiere, ms informacin que otros muchos esXII

paoles para presentir la tragedia que se avecinaba, pero nada ms. Su ausencia de Toledo cuando se produjo el Alzamiento del 18 de julio se debi pura y simplemente al compromiso asumido haca mucho tiempo de ir a Tarazona a consagrar al que haba de ser su obispo auxiliar Dr. D. Gregorio Modrego. A ll estaba el 18 de julio y ya no pudo volver a Toledo hasta que se produjo la liberacin de esta ciudad y de su A Iczar por las tropas nacionales el 27 de septiembre de 1936. Declarada la guerra y partida en dos la vida y la geografa de Espaa, desde el primer momento apareci el factor religioso como elemento importantsimo de la nueva situacin, o como aglutinante de estmulos y reacciones para la lucha por parte de unos o como objeto de persecucin devastadora y odio impo por parte de otros. Goma fue el que entendi que no poda permanecer indiferente. Asumi con dolor, porque l tambin era el cardenal de la paz, todas sus responsabilidades, ernormemente delicadas, complejsimas, difciles y pas a ser, sin l quererlo, la figura clave de la Iglesia espaola durante la guerra no slo en la zona nacional, sino por consecuencia y derivaciones de sus actos, tambin en relacin con la Iglesia que viva o mora en la otra parte y con las instancias superiores de la misma. Fue figura clave en la guerra: Como cabeza de la Iglesia espaola, la cual, con rarsimas excepciones, form un bloque slido y compacto; Como representante, aunque meramente oficioso, de la Santa Sede durante casi un ao. Y como exponente de una postura clara en relacin con el Estado que surga y en sus juicios sobre a naturaleza sustancial del conflicto y las implicaciones del mismo en el orden social y religioso. Qu extrao es que muy pronto, y sobre todo aos despus haya pasado a ser una figura controvertida y, ms an, combatida por muchos Triste destino triste o glorioso segn se mire el de aquellos hombres que, sin buscarlo, se encuentran en un momento dado sumergidos en las tinieblas de la noche, teniendo que hacer sobrehumanos esfuerzos para encontrar caminos que permitan vislumbrar mejores horizontes para la Iglesia y para la patria amada en el fragor de la tormenta! Son ms cmodas otras actitudes. Lo difcil es mantener con firmeza convicciones que se estiman justas y proclamarlas en nombre de una fe que tiene sus exigencias y cuenta con la experiencia histrica de tantos y tantos dramas humanos en el decurso de la civilizacin, tambin la que llamamos cristiana. El cardenal Goma ha sido muy combatido; hora es ya de que sea profundamente estudiado, teniendo a la vista documentos fehacientes a travsXIII

de los cuales puedan conocerse los matices de su gestin, lo que afirm y rechaz, los motivos que le inspiraron y los lmites ms all de os cuales ni pas l ni quiso que pasara nadie en cuanto se refera a lo que el hecho religioso mezclado con el poltico, social, blico, etc., sin que l lo hubiera buscado significaba o demandaba en tan difciles circunstancias. Fuera del libro de su secretario D. Anastasio Granados, apenas se ha escrito nada serio sobre su figura y actuacin. Todo han sido repeticiones de los primeros juicios de aproximacin, las mismas alabanzas, los mismos ataques y, por supuesto, las mismas fciles contraposiciones con otros protagonistas de la vida civil o eclesistica, que tambin sufrieron y actuaron de modo distinto, segn se lo aconsejaba su conciencia y el ambiente en que se movieron. Decir de l que fue el cardenal belicista es simplemente una calumnia; aadir que para explicar el fondo de su espritu hay que acudir a su anhelo de restaurar una iglesia constantiniana en el sentido peyorativo de la palabra, es ignorancia crasa. Hay que examinar con detenimiento los papeles de su archivo, todos los que se conservan, en los cuales se refleja con sinceridad su posicin ante los problemas que le toc afrontar. Y, desde luego, no empearnos tercamente en juzgar con criterios de hoy lo que sucedi entonces. Lo que decimos en un intento de explicacin de tantas incomprensibles posturas de hoy, a saber, que en cuarenta aos ha evolucionado mucho el mundo actual, hemos de aplicarlo tambin al hecho que comentamos.ALGUNOS RASGOS DE SU GESTIN

sobre Libertad Religiosa sobre el deber de las sociedades en relacin con la verdadera religin. ; ..Esta conviccin le movi a trabajar cuanto pudo, dentro del Rgimen Poltico que naca del 18 de julio, en favor de una legislacin que sobre todo en materia de enseanza reparase los estragos causados durante la Repblica. Su juicio sobre los valores que estaban enjuego en nuestra guerra fue clarsimo y firme, y nunca dud en manifestarlo as, convencido honestamente de que su responsabilidad pastoral de Jefe de la Iglesia espaola se lo exiga. De ah, su rotunda legitimacin del Alzamiento del 18 de julio y su empeo en que esta actitud suya fuese conocida, a la vez qu las razones que la avalaban, en el extranjero y sobre todo en Roma, lo cual no signific nunca la aprobacin sin ms de la poltica concreta del Estado naciente. Como el obispo de Salamanca, Dr. Pl y Deniel, ms tarde sucesor suyo en Toledo, Gom ncufudmJlamar Cruzada al doloroso conflicto, y ello no por presin extraa alguna sino porque as lo estimaba en su conciencia. En sus relaciones con el Generalsimo Franco y con las dems autoridades polticas y militares, mantuvo su independencia y libertad, lo que le llev en ocasiones a tener que sufrir graves tensiones cuando pensaba que en algn aspecto no se respetaba la necesaria autonoma de la Iglesia. Habl a tiempo ante quien deba hacerlo del peligro de ciertas corrientes ideolgicas que podan ser daosas para la vida de la Iglesia y del pueblo espaol o llevar a Espaa por caminos ajenos a su historia (nazismo, socialismo, autocratismo, injerencia excesiva del poder poltico, etc.). Deseoso de favorecer lo ms posible el acercamiento entre el Vaticano y la Espaa nacional, trabaj incansablemente por el establecimiento de relaciones oficiales, exponiendo sus opiniones con toda lealtad y sinceridad ante ambas partes, teniendo que experimentar dolorosos incomprensiones de unos y de otros. El cardenal pensaba que los roces con el nuevo Estado se deban a la ausencia de acuerdos legales entre el mismo y la Iglesia. La dificultad principal estribaba en las diferencias entre el Vaticano y el Estado espaol respecto a la reinstauracin de los antiguos privilegios concordatarios, sobre todo en el nombramiento de obispos. Su vida se fue agotando en medio de tantos trabajos y sufrimientos y poco ms de un ao despus de terminada la guerra entreg su alma a Dios en su sede de Toledo con la misma grandeza de sentimientos con que haba vivido siempre, lleno de paz y confianza en el Seor a quien se haba conXV

Para la historia quedan, y lo importante es que se ofrezcan con exactitud, los aspectos fundamentales de su gestin; lo que hizo o dej de hacer; las ideas que guiaron su conducta; sus reacciones ante el curso de los acontecimiento; sus juicios sobre el momento y sus previsiones del porvenir. Esto es lo que la autora de este estudio nos presenta con fidelidad que se apoyaen documentacin rigurosamente analizada. i jr". El cardenal Goma defendi siempre la independencia de la Iglesia en ss^felaciones con las autoridades polticas o militares] y luch para que fueran reconocidas la dignidad y prerrogativas de su condicin de Primado, tanto en el interior de la Iglesia como en sus gestiones con el Estado. Se opuso siempre, como lo haba hecho toda su vida, al laicismo entendido como ausencia o negacin de Dios en la vida socia~ por lo cual propugn ardorosamente un confesionalismo catlico en la vida pblica de Espaa cuya alta orientacin poltica deseaba fuese informada por los principios cristianos tantas veces proclamados por la doctrina catlica, la cual el propio Concilio Vaticano II estimaba vlida al hablar en el DecretoXIV

sagrado, y deseando para Espaa das ms venturosos que los que l tuvo que vivir. Lejos ya del fragor de la contienda, quiz su pensamiento en los ltimos meses, en esa hora en que una mente lcida contempla lo que va quedando de las cosas y examina las races profundas de los hechos vividos, volvera con frecuencia a meditar en lo que haba sido su preocupacin pastoral ms noble y honda en lo que se refera a la Iglesia en su patria espaolas, pero particularmente en las ms enardecidas por la pasin nacionalista, atribua gran parte de los males que la Iglesia hubo de sufrir. El cardenal Goma se lament toda su vida de los fallos del catolicismo espaol, de la fe rutinaria y puramente emocional de gran parte del pueblo, de la falta de preocupacin social en las clases ms acomodadas, de la deficiente formacin de los sacerdotes a cuya injerencia en asuntos polticos con claros matices partidistas de signo contrapuesto en todas las regiones espaolas, pero particularmente en las ms enardecidas por la pasin nacionalista, atribua gran parte de los males que la Iglesia hubo de sufrir. En el diagnstico que hizo de la vida religiosa de Espaa y en los trabajos que realiz para renovarla tanto como escribi y habl a lo largo de su vida apunt certeramente a este objetivo fundamental: la formacin espiritual e intelectual del clero. Pensaba l sin necesidad de esperar al concilio Vaticano II que si esto se lograba se remediaran muchos otros males que secularmente haban venido influyendo sobre el catolicismo espaol, puesto a prueba tan dolorosamente en la dura guerra en que l tanto tuvo que sufrir. l haba amado la paz y la concordia sin dejar de servir nunca a la verdad. l no quiso la guerra. Sencillamente, cuando estall, se vio envuelto en el conflicto segn fue ste evolucinando, y trat de cumplir con su deber. Am a la Iglesia y a Espaa y este doble amor le acompa en su agona hasta que se extingui su vida.+ MARCELO GONZLEZ MARTN

INTRODUCCINDentro de la temtica general de la ltima guerra civil espaola, cuya abundantsima bibliografa cada vez en aumento es uno de los ndices ms expresivos del inters que hoy sigue suscitando, la cuestin religiosa ofrece un campo enormemente sugestivo para la investigacin histrica. Al margen de cualquier postura polmica, el hecho religioso en s supuso un ingrediente sustancial de la misma contienda, corroborado tanto en la literatura propagandstica de ambos bandos, como, y esto le confiere su mayor fuerza, en las experiencias personales vividas por sus protagonistas. En este contexto, no cabe dudar del importante papel representado por la Jerarqua espaola a la que toc vivir con intensidad aquellos aos. De un lado, como sujeto pasivo de la lucha en la que dieron sangriento testimonio varios de sus miembros. De otro, como sujetos activos de la marcha de la Iglesia en Espaa, responsables de un quehacer pastoral y orientador en unos momentos dramticos para todos e impulsores de una determinada configuracin de la sociedad eclesial en sus relaciones con el Estado naciente. Cierto que muchos de los presupuestos, realizaciones y aun de las mismas posturas justificativas en su momento de los portavoces oficiales de la Iglesia espaola tanto en la guerra como en la inmediata postguerra, se encuentran hoy sometidos a una crtica no siempre suficientemente serena y documentada, pero ello no obsta a que su estudio, anlisis y profundizacin sigan siendo inexcusables para la necesaria comprensin de un pasado histrico inmediato que sigue gravitando de manera palpable en nuestro presente actual. Entre los miembros de la Jerarqua cuya influencia fue ms notoria en los aos de la guerra, adquiere un relieve especial la figura del cardenal arzobispo de Toledo, D. Isidro Goma y Toms, cuya especial posicin como Primado le llev a actuar prcticamente como cabeza de la Iglesia en Espaa, a la vez que las circunstancias del momento le convirtieron en uno deXVII

Cardenal Arz. de Toledo Primado de Espaa

XVI

los factores clave de las relaciones entre la Santa Sede y el Gobierno nacional durante gran parte de la guerra. A pesar de este relevante papel, son muy escasos los estudios realizados sobre el arzobispo de Toledo en este perodo. Se limitan a breves alusiones en la historiografa general y a una solo obra monogrfica de mayor alcance, la del fallecido obispo de Palencia, Dr. D. Anastasio Granados, secretario particular del cardenal desde 1934 hasta la muerte del Primado en 1940, primera cota importante en una documentacin hasta entonces indita, pero obra fundamentalmente biogrfica y por tanto necesariamente limitada en la poca que nos ocupa '. Ello nos ha movido a querer profundizar ms en la actuacin del Primado toledano durante los aos de la guerra civil, eligiendo como tema de estudio e investigacin, fruto de los cuales es el tr bajo que ahora presentamos, el anlisis de los aspectos ms sobresalientes de su gestin pblica. Pretendemos con ello colaborar, en la medida de nuestras fuerzas, a la necesaria clarificacin de una etapa que, si bien result decisiva en la configuracin poltica y social de la Espaa del futuro, a la vez constituye una de las claves para una ms exacta comprensin de la postura oficial de la Iglesia espaola ante el Estado iniciado el 18 de julio de 1936 y una ms justa valoracin de las grandes orientaciones religioso-morales que, como proyeccin pastoral de la misma Iglesia, ejercieron un notable influjo en el conjunto de la sociedad espaola de los aos posteriores. Como objetivo fundamental, hemos pretendido ofrecer una panormica suficientemente amplia de la actividad del Dr. Goma a lo largo de la guerra, tomando como punto de referencia la postura de la Iglesia espaola ante el nacimiento y desarrollo inicial de un nuevo rgimen poltico. De acuerdo con este enfoque, hemos seleccionado y ordenado los datos en torno a tres ncleos fundamentales de cuestiones: las relaciones del cardenal con la Santa Sede, tanto en lo referente al envo de informacin y a la solicitud de orientaciones sobre los problemas que iban plantendose, como a la bsqueda de un acercamiento entre Roma y Burgos; los contactos del Primado con las autoridades militares y polticas de la zona nacional, destacando la influencia de las relaciones personales, sobre todo con el Generalsimo Franco, en el enfoque y resolucin de las cuestiones fronterizas Iglesia-Estado; y las tomas de postura ideolgica y fctica en torno a los temas de mximo inters del momento, subrayando los juicios de valor sobre el hecho y significado de la guerra, la afirmacin de la confe-

1. El cardenal Goma Primado de Espaa, Madrid 1969.

sionalidad catlica como base tico-moral del futuro orden poltico y la bsqueda de una zona de independencia de la Iglesia especialmente en los problemas relativos a legislacin, enseanza, nombramientos eclesisticos y compromiso poltico de los sacerdotes. Subyacente a todas estas cuestiones se encuentra un tema que tambin tratamos de resaltar: la exposicin de las lneas bsicas del pensamiento de Goma respecto a la renovacin y reestructuracin de la Iglesia espaola cara al futuro. Con todo, ya desde ahora, queremos sealar algunas de las limitaciones que encierra nuestro trabajo. La primera de ellas, afecta a la misma seleccin de los temas. Hemos apuntado hacia las actividades y gestiones del Primado de Toledo realizadas en el ejercicio de su doble misin ministerial y diplomtica con trascendencia pblica y poltica, eludiendo otros aspectos, tambin interesantes, que ocuparon gran parte de su tiempo, tales como el intercambio y canje de prisioneros, la localizacin de sacerdotes y seglares desaparecidos, la recepcin y distribucin de donativos y la reconstruccin de dicesis devastadas entre otros. Reseamos algunos de ellos a lo largo de los captulos que siguen a ttulo meramente indicativo. Igualmente prescindimos de las cuestiones referentes a una actividad puramente intraeclesial y pastoral que en el caso del Primado resultan de una riqueza, variedad e influjo innegables, excepcin hecha, por su especial relevancia en el campo que nos ocupa, de las dos reuniones de metropolitanos celebradas en noviembre de 1937 y mayo de 1939. Tenemos que advertir en segundo lugar, que los temas seleccionados se analizan desde la perspectiva de la actuacin que en ellos incumbi al cardenal Goma. Ello comporta de un lado, la ausencia consciente de la compleja panormica internacional y de su incidencia; y de otro, la forzosa inconclusin de algunas cuestiones que fueron planteadas pero no resueltas en la poca o por el personaje en quienes nos centramos. Finalmente indicamos que hemos desarrollado con mucha ms amplitud el perodo que se extiende desde julio de 1936 hasta la finalizacin de la actividad del Primado como representante confidencial y oficioso de la Santa Sede ante el Gobierno nacional en octubre de 1937. Suponen estos meses la fase lgida de los problemas con que la Iglesia espaola, y en concreto su cabeza ms visible, tuvieron que afrontar la nueva situacin creada por la guerra: toma de postura ideolgica ante el conflicto, continua informacin a Roma sobre la actividad poltica, blica y eclesistica, inicio de los contactos con el Estado, incidencia de la delicada cuestin vasca y esfuerzos por la consecucin de relaciones de iure con el Vaticano. Con el XIX

XVIII

f | ' I

I* j'

nombramiento de Mons. Antoniutti como Encargado de Negocios de la Santa Sede cerca del Gobierno de Franco, cesa la gestin diplomtica del cardenal Goma. Las cuestiones ms relevantes surgidas con posterioridad a estas fechas hasta la muerte del Primado en agosto de 1940, quedan tambien recogidas aunque de forma ms sinttica, como base para futuras ampliaciones. La fuente principal de nuestro trabajo la ha constituido el Archivo personal del cardenal Goma depositado en el Archivo diocesano de Toledo y en gran parte indito, a excepcin de los documentos publicados en la ya citada biografa del Dr. Granados. La abundancia del material existente hace de este Archivo una de las fuentes clave para el conocimiento de la historia de la Iglesia espaola en los aos de la guerra civil, aunque falta en l la documentacin del Primado del perodo 1934-1936 debido al saqueo de que fue objeto en este ltimo ao. Las citas documentales que insertamos, salvo advertencia previa, proceden todas de los originales del Archivo. Complemento de esta fuente lo han constituido los Boletines Oficiales Diocesanos, sobre todo los de Tarazona, Toledo, vila, Salamanca y Burgos; las Colecciones de Documentos pontificios, sociales y polticos; las recopilaciones de Pastorales, Exhortaciones, Mensajes y Discursos tanto del cardenal Goma como del cardenal Pl y Deniel; y las Colecciones de Discursos y Entrevistas del general Franco desde diciembre de 1936. Asimismo hemos consultado parte de la prensa aparecida en los aos de la guerra, acudiendo, en lo que a legislacin se refiere, al Boletn Oficial del Estado y a la recopilacin de leyes y rdenes de la Junta de Defensa Nacional. En las pginas finales, junto con la bibliografa consultada, ofrecemos una relacin ms completa de estas fuentes. En este terreno queremos resaltar de forma especial, los datos proporcionados por D. Anastasio Granados en una serie de entrevistas que mantuvimos con l, interrumpidas por su imprevisto fallecimiento, y que han constituido una valiossima ayuda para nosotros por la proximidad con que vivi junto al Primado todos estos aos clave. A. Mons. Granados se debe la actual ordenacin del Archico del cardenal Goma al que dedic mucho aos de su vida y a l debemos por nuestra parte las primeras y ms importantes orientaciones en nuestro trabajo. Como primer criterio metodolgico hemos adoptado la ordenacin cronolgica que nos ha parecido la ms adecuada para la observacin de las distintas cuestiones paso a paso, dividiendo nuestro estudio en tres partes: La Primera (julio-diciembre 1936) abarca los meses comprendidosXX

entre el inicio de la guerra y el nombramiento de-Gom como representante oficioso de la Santa Sede ante el gobierno de Franco. A partir de una breve introduccin biogrfica completada con la exposicin de las manifestaciones pblicas de la Jerarqua ante la situacin planteada por la 11 Repblica en el terreno religioso, destacamos en los diferentes captulos el anlisis de los informes generales que el Primado comenz anviar al Vaticano dando cuenta minuciosa y detallada de la nueva situacin creada; sus primeras gestiones cerca de los rganos de mando de la zona nacional; su decisivo viaje a Roma en el mes de diciembre donde, a ms de entregar una documentacin amplia y completa sobre los distintos problemas espaoles, realiz una serie de contactos con personalidades de la Curia, Secretara de Estado y el mismo Po XI; su nombramiento como agente confidencial junto con las instrucciones recibidas al respecto; y su primera entrevista oficial con Franco en Salamanca donde se abordaron las principales cuestiones relativas a las relaciones Iglesia-Estado. Presentamos tambin las primeras y fundamentales tomas de postura pblicas de la Iglesia en estos meses sobre la guerra de Espaa, origen y fundamento de todas las posteriores. La Segnta Parte (enero-noviembre 1937) comprende el perodo de gestin diplomtica del Primado, el ms denso en actividad de todos estos aos. Como temas de mayor inters exponemos los relativos a la actividad del cardenal en pro de un reconocimiento de iure del Gobierno nacional por la Santa Sede; las diferentes cuestiones planteadas en sus constantes y numerosas relaciones que, a consecuencia de su cargo, mantuvo con las esferas oficiales, relativas tanto a un mbito interno (legislacin religiosa, enseanza y castrenses sobre todo), como a una panormica de alcance ms vasto; los aspectos ms sobresalientes de la participacin de Goma en el controvertido problema vasco, participacin tambin obligada por imperativos de su misin diplomtica sobre todo y que qued en este perodo sin soluciones satisfactorias y definitivas. Dedicamos una parte especial a la Carta colectiva del Episcopado espaol de julio de 1937 gestacin, consultas, participacin de Franco y contenido del documento por la labor sustancial que en ella incumbi al Primado, y a las resoluciones de la primera reunin de metropolitanos de noviembre de 1937 que afectaron a toda la compleja panormica de la Iglesia en esta poca. La Tercera Parte recoge sumariamente las facetas ms resaltables de la actividad del cardenal Goma desde comienzos de 1938 hasta su muerte en 1940. Desde su puesto de Primado se vio consultado a menudo por Mons. Antoniutti primero y, posteriormente por el nuncio Cicognani sobre la amplia temtica de jurisdiccin mixta: nombramientos episcopales, prerroXXI

gativas y privilegios estatales, e t c . . A la vez tuvo que intervenir directamente y en numerosas ocasiones, cara al Estado, sobre los diversos problemas referentes a la modificacin de la legislacin y a las garantas de independencia en la actuacin de la Jerarqua especialmente. Y aunque en menor medida, trat tambin de mediar para suavizar los roces que se produjeron entre la Santa Sede y el Gobierno espaol, sobre todo a finales del ao 1939 y comienzos de 1940. En una Sntesis final en forma de recopilacin tratamos de ofrecer una visin general de conjunto, presentando tambin un amplio Apndice Documental, casi totalmente indito, procedente del archivo del Primado toledano. A la vez que una acomodacin a la cronologa, hemos credo igualmente necesaria una ordenacin sistemtica de los distintos captulos, agrupando las cuestiones paralelas y separando, en apartados diferentes, los diversos problemas que afectan a un mismo perodo cronolgico, pretendiendo con ello evitar un excesivo abigarramiento y tratando de buscar una mayor claridad en la exposicin, an siendo conscientes de la interdependencia de muchos temas. Nos hemos propuesto tambin como criterio bsico la fidelidad mxima a nuestras fuentes documentales. De ah que la redaccin sirva a menudo como mera introduccin a los documentos de los que insertamos gran nmero de citas textuales, aun a riesgo de resultar premiosos, para poder ofrecer una imagen ms real de los mismos hechos. En la misma lnea, hemos incorporado gran nmero de notas para cada captulo que en unos casos corresponden a ampliacin documental, en otros a observaciones crticas y, finalmente a referencias bibliogrficas, aunque estas ltimas, para no romper la estructura del trabajo, se remiten preferentemente a la lista que al final agregamos. Asimismo, hemos tratado de respetar lo ms fielmente que nos ha sido posible el estilo e incluso el vocabulario mismo de nuestras fuentes que hoy nos pueden parecer anacrnicos, pero que responden al sentir y a las vivencias reales de unos momentos histricos determinados. Desde esta ptica, nuestro trabajo resulta deliberadamente ms expositivo que crtico, como aproximacin a un tema complejo sobre el que queda an mucho que investigar. Por ello, hemos evitado en la medida de lo posible las afirmaciones rotundas y los excesivos juicios personales, prefiriendo concretar nuestras observaciones en notas ms que en el mismo texto. La recapitulacin final cuya extensin resulta obligada por la misma complejidad del. tema se expone como sntesis, abierta a revisin, de XXII

un material documental cuya ordenacin, sistematizacin y seleccin ha constituido nuestro objetivo bsico. Con todo, las cuestiones capitales de este perodo y de la figura que estudiamos creemos que aparecen suficientemente claras a lo largo de los diferentes captulos: Resulta evidente el acuerdo, por lo menos sustancial, de la Iglesia espaola en su inmensa mayora y de su Primado, en el injuiciamiento negativo de la experiencia republicana en el orden religioso; en la concepcin de la guerra como una cruzada en el sentido de lucha por la restauracin de unos valores religiosos despreciados y perseguidos; en el carcter cristiano del Jefe del-Estado y de las principales cabezas del levantamiento y, consiguientemente, en el apoyo prestado al bando nacional. Como programa futuro, el acuerdo es real tambin en el deseo de una vigorizacin de la Iglesia y del catolicismo espaol, procurando superar lacras anteriores, tanto en el terreno de la inconsistencia social de la fe de las masas, como en el de compromisos excesivamente vinculantes con el Estado. En el plano jurdico-poltico, la Iglesia espaola, en concreto su Primado, trat de reivindicar la mxima independencia para su gestin interna, al tiempo que persegua, como situacin juzgada ms positiva, la restauracin de sus ancestrales privilegios en el marco de un confesionalismo acusado. Los problemas presentados por el hecho de la guerra fueron muchos y complejos. Cara al exterior el principal fue el deseo de mostrar el fondo ideolgico de la contienda frente a una propaganda adversa, incluso en medios catlicos. Junto a ello, en otro orden, pero muy relacionado, la bsqueda primero de un reconocimiento oficial del Gobierno nacional por la Santa Sede y, posteriormente,, la materializacin de un status jurdico cara al Estado sancionado por Roma. En sus relaciones con el Gobierno, la Iglesia tuvo que buscar el situarse en el terreno adecuado para una accin que requera a la vez una colaboracin estrecha (muchas veces buscada por el Estado) y una necesaria independencia. La vigilancia sobre corrientes consideradas poco acordes con la tradicin religiosa de la nacin, la complicada situacin vasca, el compromiso poltico de los sacerdotes, la revisin de la legislacin, las expectativas ante la futura configuracin del rgimen, todo ello en el marco de un fuerte apasionamiento ideolgico, fueron los problemas esenciales a afrontar y resolver. En este contexto, la influencia del cardenal Goma, a falta de estudios complementarios que analicen otras fuentes eclesisticas, sobre todo de XXIII

obispos residentes en Espaa, result decisiva para el enfoque y resolucin de estos problemas especialmente en dos aspectos: en el del reconocimiento por parte del Vaticano del Gobierno de Burgos y en el peso de sus relaciones directas y frecuentes con el Generalsimo Franco a lo largo de la guerra, relaciones que le llevaron a la formacin de un juicio sobre su persona y orientacin transmitido a Roma en numerosos escritos y a la presentacin constante de las aspiraciones de la Iglesia espaola ante el propio Jefe del Estado. No entramos ahora a juzgar los resultados finales. Ante el dilema simplista, planteado a veces reiteradamente, de si la Iglesia espaola fue un dcil instrumento al servicio de un rgimen prepotente o, a la inversa, result el Estado el sometido a los dictados de una Iglesia triunfante y triunfalista, creemos necesaria una postura equidistante de respuestas por desgracia demasiado frecuentes apresuradas, aventuradas y, en definitiva, poco acordes con la realidad histrica. Para una valoracin objetiva, y por lo tanto cientfica, de la actuacin del cardenal Goma en la guerra, se hace preciso ante todo partir de sus mismos datos. El Primado no pens nunca que su Archivo saliera a la luz pblica. Por el contrario, al final de su vida se sinti tentado a destruirlo. De ah que sus escritos privados adquieran un valor testimonial nico y resulten absolutamente imprescindibles a la hora de enjuiciar su obra. Modestamente, hemos pretendido con este trabajo esa aproximacin, incluso de las motivaciones ideolgicas personales, para poder ofrecer un material vlido a estudios posteriores y ms ambiciosos que proyecten luz sobre un perodo y una temtica apasionantes.

SIGLAS DE ALGUNAS FUENTES UTILIZADAS ACGT AAS BOAB BOAT BOES BOETA BOEA BOE DPS DPP = = = = = = = = = = Archivo del Cardenal Goma en Toledo Acta Apostolicae Sedis Boletn Oficial Arzobispado de Burgos Boletn Oficial Arzobispado de Toledo Boletn Oficial Episcopado de Salamanca Boletn Oficial Episcopado de Tarazona Boletn Oficial Episcopado de vila Boletn Oficial del Estado Doctrina Pontificia: Documentos Sociales Doctrina Pontificia: Documentos Polticos

XXIV

i

PRIMERA PARTE

LOS PRIMEROS CONTACTOS ENTRE LA IGLESIA ESPAOLA Y EL ESTADO NACIONAL(JULIO- DICIEMBRE 1936)

CAPITULO

1

EL COMIENZO DE LA GUERRA Y EL INICIO DE LA INFORMACIN DEL PRIMADO A LA SANTA SEDE1.1. EL CARDENAL GOMA EN LOS ANTECEDENTES INMEDIATOS DE LA GUERRA

El cardenal Isidro Goma y Toms jiaci en La Riba, provincia de Tarragona el 19 de agosto de 1869, cuarto de una familia de nueve hijos. Su padre era fabricante de papel. Ingres primero en el seminario de Montblanch, pasando luego al de Tarragona, siendo ordenado presbtero el 8 de junio de 1895. Obtuvo los grados de doctor en Filosofa y Derecho Cannico en la Pontificia Universidad de Tarragona y se doctor posteriormente en Teologa por la Universidad de Valencia. Sus primeros cargos fueron de coadjutor de la parroquia del Carmen en Valls y ms tarde de ecnomo en Montbri del Campo. En 1897 pas a ocupar la ctedra de latn en el seminario de Tarragona, siendo nombrado rector del mismo dos aos ms tarde, puesto que desempe hasta 1908. Posteriormente a esta fecha obtuvo por oposicin la plaza de cannigo y desempe tambin el cargo de provisor y juez metropolitano en la curia arzobispal de Tarragona '. En 1927 fue nombrado obispo de Tarazo na, prximo a cumplir los sesenta aos, siendo consagrado por el cardenal Vidal y Barraquer asistido por el administrador apostlico de Solsona, D. Valentn Cornelias, y el entonces obispo de Lrida, D. Manuel Irurita 2.

1. Tomamos los datos biogrficos de la obra de A. GRADADOS, El cardenal Goma Primado de Espaa, Espasa Calpe, Madrid 1969, lOss. Hasta la fecha no existe otra biografa sobre el cardenal. 2. El nombramiento episcopal de Goma, aunque no consta expresamente, sigui los

3

El clima que en el orden religioso se instaura con el advenimiento de la segunda Repblica, influir decisivamente en el camino posterior del Dr. Goma. La primera postura, en cierta forma oficial, de la Jerarqua espaola ante el nuevo rgimen fue tomada en la reunin de metropolitanos que, presidida por el cardenal Segura, Primado de Toledo, se celebr en Madrid el 9 de mayo de 1931 3. Fruto de la reunin fue una Declaracin colectiva dirigida a los fieles espaoles recordndoles junto con el deber ciudadano de conciencia de respetar a las autoridades constituidas, otra serie de deberes derivados de las circunstancias del momento: tomar parte activa en las elecciones a las Cortes constituyentes y unirse en la accin comn para defender los gravsimos intereses de la Religin 4. Eco de esta primera declaracin lo constituy la Pastoral del obispo Goma Los deberes de la hora presente 5. Tras la quema de conventos del 11 y 12 de mayo y ante las medidas tomadas por el Gobierno provisional, el cardenal Segura, desde Roma, hizo pblica el 3 de junio una Exposicin dirigida al Presidente del Gobierno provisional, Alcal Zamora, cuyo texto haba sido acordado en la reunin de metropolitanos de 9 de mayo, aunque en principio no se pensaba destinar a la publicidad: supresin de misas en cuarteles y crceles, anuncio de la secularizacin de cementerios y de la separacin de Iglesia y Estado,

supresin de la enseanza obligatoria de la religin y prohibicin del crucifijo en las escuelas, libertad de culto 6, eran algunas de las medidas de que los metropolitanos se lamentaban. Sin hacer referencia explcita a las medidas oficiales, el obispo Goma, desde Tarazona, protestaba igualmente de los incendios de mayo: Decir de aquellos hechos que son vandlicos, que son una vergenza para el pueblo en que se producen, es poco (...). Pero la leccin ha sido dursima y los poderes constituidos, a los que desde los comienzos de sus funciones la Iglesia, noble y generosamente ha brindado acatamiento y colaboracin, debern apercibirse tenemos de ello la seguridad de que tales fenmenos no se repiten en el seno de una sociedad sin que se conmuevan sus ms nobles cimientos 7. El 15 de junio el Gobierno desterraba de Espaa al cardenal Segura (el 18 de mayo lo haba hecho con el obispo de Vitoria, Mons. Mateo Mgica). El hecho aadi un motivo ms de tensin a los existentes entre la opinin pblica catlica y los dirigentes de la Repblica. El difcil equilibrio del Episcopado espaol que sigui al destierro del Primado, al tratar ste de seguir ostentando desde el extranjero la representacin de la Jerarqua, fue resuelto con la renuncia de Segura a su sede, admitida por la Santa Sede el 1 de octubre. Pero ni este paso, juzgado como un claro intento de apaciguamiento por parte de la Iglesia, ni las tentativas de distensin con el Gobierno protagonizadas tanto por el nuncio Tedeschini como por el cardenal Vidal y Barraquer, pudieron frenar el hostil laicismo de los medios oficiales 8 .6. J. IRIBARREN, Documentos colectivos del Episcopado espaol 1870-1974, 36. Texto completo de la Exposicin en Boletn Eclesistico del arzobispado de Toledo, (1931) 161-163. Tambin en la citada obra de J. Irribarren, pags. 133-135. 7. Exhortacin Pastoral Protesta y ruego: BOETA, 684, (1931)410-413. Reproducida en parte en la Ob. cit. de Granados, pags. 38-40. 8. Como ha sido repetidamente sealado, la acusada personalidad del cardenal Segura hizo acrecentarse las dificultades en el trato, por otro lado poco o nada propicio, con las autoridades republicanas. A ello hay que aadir sus claras diferencias con el cardenal Vidal y Barraquer y, sobre todo, con el nuncio Tedeschini. La relacin de hechos del Boletn del arzobispado de Toledo, 12 (1931) 174-184 da cuenta de los pasos oficiales dados para la expulsin del Primado e incluye igualmente la protesta escrita que ste elev al presidente del Gobierno provisional. Con relacin a este tema, hemos encontrado en el Archivo del cardenal Gom, un Informe, sin fecha ni firma, en que se relaciona directamente la expulsin de Segura con una actuacin concreta del nuncio Tedeschini y de algunos obispos. Segn este Informe, en mayo de 1931 y con objeto de tratar con el Gobierno de la Repblica los asuntos de jurisdiccin mixta, el nuncio nombr una comisin episcopal que lleg a un acuerdo con el Gobierno provisional, suscrito por todos sus componentes excepto uno. Siguiendo las frases textuales del Informe que comentamos los trminos del acuerdo fueron: (...) por parte del Gobierno, se conservaran las asignaciones del clero, de las catedrales y seminarios, dndoles otra

cauces establecidos por el Real Decreto de 10 de marzo de 1924 que creaba una Junta Delegada del Real Patronato, para la proposicin de candidatos durante la Dictadura de Primo de Rivera (Cfr. el artculo de V. M. ARBELOA, El nombramiento de obispos durante la Dictadura y la II Repblica: Revista Espaola de Derecho Cannico 88, separata enero-abril 1975). Entre las primeras pastorales del Dr. GOMA cabe destacar La edificacin de la Iglesia, BOETA, 598 (1927) 705 ss. y Los deberes cristianos de Patria, escrita el 13 de marzo de 1930 a los dos meses de finalizas la Dictadura BOETA, 655 (1930). El tema de esta ltima Pastoral ser muy frecuente en sus escritos a lo largo de la guerra espaola. 3. La primera Junta de metropolitanos, se constituye en el ao 1923, aunque, estrictamente hablando, la Conferencia de metropolitanos no se forma hasta 1946 recibiendo sus Estatutos la aprobacin de la Santa Sede en el ao 1947. Esta organizacin de la Iglesia espaola, cuya presidencia estaba otorgada al arzobispo de Toledo, durar hasta 1965 en que, a consecuencia del Concilio Vaticano II, ser sustituida por la actual Conferencia Episcopal. Sobre la constitucin y evolucin de la Junta de metropolitanos remitimos a la Introduccin de J. IRIBARREN en Documentos colectivos del Episcopado espaol 1870-1974, B.A.C., Madrid 1974, 31 ss. Tambin se aportan datos en Eclesia, I (1958) 97-98. 4. Texto completo en la Ob. cit. Documentos Colectivos del Episcopado espaol 18701974, 130-133. En la reunin de metropolitanos de 9 de mayo de 1931, el cardenal Segura pretendi que la asamblea hiciera suya su propia Pastoral del 1 de mayo que, a pesar de acatar el nuevo rgimen, fue mal recibida en los medios republicanos por el recuerdo elogioso de Alfonso XIII. M. BATLLOR y V. M. ARBELOA, en Archivo Vidal y Barraquer , Iglesia y Estado durante la Segunda Repblica espaola, 1931-1936, Montserrat 1975, 13-45-73 y 83-84, informan sobre los episodios de esta reunin. 5. BOETA 683 (1931) 345-360. 4

5

La reaccin de la Iglesia espaola a la aprobacin de la nueva Constitucin republicana el 9 de diciembre de 1931, fue una Declaracin colectiva de todo el Episcopado a los fieles en el mismo mes y encabezada ya con la firma del cardenal de Tarragona 9. El artculo 26 de la Constitucin estableca el laicismo de Estado, la supresin del presupuesto del clero y la disolucin de las rdenes y congregaciones religiosas que por sus actividades constituyeran un peligro para el Estado. Someta a las rdenes a una ley especial determinando que no podan ejercer industria, comercio y enseanza, las incapacitaba para poseer ms bienes que los destinados a vivienda o cumplimiento de sus fines privativos, obligndolas a rendir anualmente cuentas al Estado y admitiendo la posibilidad de que sus bienes pudieran ser nacionalizados. A la enorme polmica suscitada ya en la discusin y aprobacin de este artculo rechazado por numerosos escritos episcopales, entre ellos los del obispo Goma l0, se una ahora la protesta firme y solidaria de toda la Jerarqua ante una situacin en la que sta sostena que se le negaba a la Iglesia el mnimo de libertad religiosa y se tomaba constitucionalmente una actitud de oposicin agresiva a las exigencias del desenvol-

razn jurdica, compatible con la profesin laica de la Repblica; se hacan adems algunas otras concesiones de derecho a la Iglesia, al culto, a la enseanza, etc. Por parte de la Iglesia, se comprometan los representantes de la Comisin antedicha a lograr la salida de Espaa del cardenal Segura y a su dimisin de la silla de Toledo. Cumpli la Iglesia en evitacin de males mayores en la forma que pasar a la historia; pero el Gobierno de la Repblica no cumpli ni una de las obligaciones contradas. (Archivo del cardenal Goma en Toledo. AGGT, E-II-8, pags. 12-13). 9. Antes del inicio de las discusiones sobre el proyecto constitucional y con fecha de 25 de julio, aunque su salida fue posterior, se publicaba una, tambin colectiva, Declaracin del Episcopado a los fieles, rechazando el laicismo absoluto de proyecto. Este escrito fue iniciativa del cardenal Segura que desde su exilio en Francia haba pedido un voto de confianza a los obispos. El hecho de que el cardenal Vidal rogara, aunque ya tarde, que no se publicara y el que aparecieran dos versiones del mismo, da a este documento un carcter en cierto modo polmico. El Dr. Goma, como el resto de los obispos public la Declaracin ntegra en su Boletn, junto con un comentario en forma de Exhortacin pastoral: Trabajemosy oremos, adhirindose a las lneas bsicas de la misma. BOETA, 670 (1931) 663 ss. 10. Entre los escritos de Goma sobre el Proyecto de Constitucin destacamos; Algo sobre el artculo 26 de la nueva Constitucin, 30-X-I931, protestando del atesmo de Estado y de la probable disolucin de las rdenes religiosas BOETA, 694 (1931) 788-811. Tambin: Por la justicia. Los bienes de la Iglesia, de 29 de noviembre de 1931, Pastoral en la que aborda el tema de la extincin del presupuesto del clero BOETA, 696-697 (1931) 857-954. A su vez, los obispos espaoles en conjunto, firman una Respuesta, el 18 de octubre de 1931, agradeciendo a Po XI el gesto de decir una misa por Espaa y recordando los puntos ms graves de la situacin que se creaba a la Iglesia. El 21 de noviembre del mismo ao, los metropolitanos, publican una Instruccin pastoral sobre mantenimiento de culto y clero, ante la amenaza de la extincin del presupuesto oficial, estableciendo una colecta mensual al efecto e intentando mentalizar a los fieles sobre la necesidad de una cooperacin eficaz. En escritos posteriores a Roma el cardenal Goma se lamentar de la poca eficacia de estas medidas.

vimiento de su misin. Est Declaracin de los obispos ante la nueva Constitucin, extensa, haca la lista de las violaciones de derechos contenidas en el texto aprobado y dictaba una serie de normas concretas para la actuacin del clero y los fieles en unas circunstancias que ya se vislumbraban como difciles ". La declaracin del Episcopado de diciembre no tuvo sin embargo efecto ninguno en la legislacin posterior. El 22 de enero de 1932 se disolva la Compaa de Jess; el 30 del mismo mes se firmaba el decreto de secularizacin de cementerios; el 2 de marzo se aprobaba la ley del divorcio. Como colofn, el 23 de mayo de 1933 las Cortes espaolas aprobaban la ley de Confesiones y Congregaciones religiosas. Los metropolitanos espaoles, presididos de nuevo por el cardenal Vidal y Barraquer, respondan el 25 del mismo mes con una Declaracin colectiva, la ltima antes del comienzo de la guerra, denunciando enrgicamente la injusticia legal cometida contra la Iglesia y la extralimitacin de los poderes estatales que limitaban el ejercicio del culto catlico en sus manifestaciones ms importantes; llevaban hasta consecuencias extremas las normas secularizadoras sobre bienes eclesisticos ya previstas en la Constitucin y daban al Estado la posibilidad de vetar a posteriori el nombramiento de todos los titulares de cargos y funciones eclesisticas 12. A los pocos das, el 3 de junio, Po XI reafirmaba en la encclica Dilectissima Nobis la postura tomada por los metropolitanos espaoles: No hemos dejado de hacer presente con frecuencia a los actuales gobernantes de Espaa (...) cuan falso era el camino que seguan y de recordarles que no es hiriendo el alma del pueblo en sus ms profundos y caros sentimientos como se consigue aquella concordia de los espritus que es indispensable para la prosperidad de una nacin (...). Mas ahora no podemos menos de levantar de nuevo nuestra voz contra la ley, (...) ya que sta constituye una nueva y ms grave ofensa, no slo a la religin y a la Iglesia, sino tambin a los decantados principios de libertad civil sobre los cuales declara basarse el nuevo rgimen espaol 13. La ley de 23 de mayo, en palabras de la encclica, arrojaba sobre las Congregaciones la injuriosa sospecha de que puedan ejercer una actividad11. Texto completo de la Declaracin en la ya citada obra Documentos colectivos del Episcopado espaol 1870-1974, 160-181. 12. Cfr: Declaracin de los metropolitanos a los fieles espaoles, de 25 de mayo de 1933. Completa en la Ob. cit. Documentos colectivos del Episcopado espaol 1870-1974, 189219. 13. Carta encclica Dilectissima Nobis, 3 de junio de 1933, en Doctrina Pontificia II: Documentos Polticos, BAC, Madrid 1958, 624-625.

6

7

poltica peligrosa para la seguridad del Estado, y con esto se estimulaban las pasiones hostiles de la plebe a toda suerte de denuncias y persecuciones: va fcil y expedita para perseguirlas de nuevo con odiosas vejaciones. Y sobre todo la ley, mediatizando a las rdenes religiosas, las someta a la autoridad del Estado acabando con la enseanza religiosa y secularizando totalmente la formacin de las nuevas generaciones M. En este clima tenso y polmico, en el que el problema religioso se haba ya convertido en bandera de combate presagiando en cierta manera el choque futuro, se produjo el nombramiento del Dr. Goma para la sede de Toledo, vacante desde haca ao y medio 15. El 12 de abril de 1933 el obispo de Tarazona era promovido arzobispo de Toledo, rompiendo la tradicin de que fueran ya arzobispos los elevados a la dignidad de Primado l6. El 2 de julio haca su entrada solemne en la dicesis acompaado del nuncio Tedeschini. Como primera y ms clara manifestacin de su pensamiento y actitud ante las circunstancias del momento, Goma hizo pblica el 12 de julio su primera Pastoral como primado: Horas graves ". Para el nuevo arzobispo la situacin espaola era extrema en el orden poltico, social, moral y econmico, al tratar de eliminarse a Dios de la vida pblica. Pero el sector donde la gravedad se acentuaba con caracteres ms profundos era el religioso 18. Citando las palabras concretas de Po XI en la Dilectissima Nobis, Goma denunciaba duramente la situacin a que haba quedado reducida la Iglesia: De una situacin de privilegio y respeto, se nos ha colocado en condicin14. Ibid. en Ob. cit. supra 634 y 637-638. J. iRiBAft-RENen la Introduccin a la obra Documentos colectivos del Episcopado espaol 1870-1974, comenta as las razones de la encclica: El sectarismo haba llegado al colmo con una ley de congregaciones que tena todo el olor a moho del viejo sectarismo francs: los frailes, peligro nacional. Po XI, con firmeza, denuncia el propsito de desintegracin de la Iglesia oculto en la ley de congregaciones, ley discriminatoria de un estamento de ciudadanos servidores de la Patria, absurda en la exageracin del rencor contra la Compaa, ciega en la supresin del derecho a ensear. El papa advierte a los ciudadanos de su derecho y deber de intervenir en la poltica activa, dentro de la legalidad, para obligar a que el Gobierno rectifique (40). 15. La dicesis estaba regida en calidad de vicario capitular por D. Feliciano Rocha Pizarro, antiguo obispo auxiliar del cardenal Segura. 16. GRANADOS en Ob. cit. 56-57, alega la falta de datos conocidos para explicar este nombramiento y se remite a las palabras del propio Goma al nuncio Tedeschini en su saludo el da de su entrada en la dicesis, palabras que slo ilustran sobre la posicin personal del Primado. 17. Completa en Apndice I de la Ob. cit. de GRANADOS, 277-305, de donde tomamos las citas textuales. 18. Lo ms grave de la hora presente y lo que ms atae a nuestro Oficio Pastoral es la precaria situacin en que ha quedado nuestra religin santsima en nuestra Patria. (GRANADOS, Ob cit. 281). 8

de inferioridad civil y social; y a nuestra actitud ejemplarsima de respeto y benevolencia, hasta llegar a generosos ofrecimientos de colaboracin, se ha respondido con ininterrumpidos agravios. En dos aos se nos ha aislad o c o m o si fuera la Iglesia una institucin daina o antisocial; se ha legislado en materia totalmente nuestra, con grave d a o de la doctrina y de la disciplina de la Iglesia 19.

Junto a las causas externas de la situacin (accin de las fuerzas contrarias a la religin, atesmo o laicismo poltico, con sus secuelas sociales), la Pastoral Horas graves sealaba tambin las causas internas: falta de convicciones religiosas en la gran masa del pueblo cristiano, rutina, cobarda e inconsistencia del pensamiento cristiano, flojedad de los sentimientos y manifestaciones de piedad que no arrancaban de una fe ilustrada y profunda 20, y, especialmente el abstencionismo y la indiferencia de los cristianos en la actividad pblica y apostlico-social:(...) hemos pasado poco ms de medio siglo (...) desaprovechando a lo menos las fuerzas y las coyunturas para el ejercicio del apostolado, entretenidos santamente en el desempeo de nuestras funciones de ministros y administrados, pero sin esta tensin y esta vigilancia espiritual que son condicin indispensable del vigor de la vida cristiana 21 .

La situacin, aun siendo grave, no poda degenerar en slo lamentaciones estriles. El nuevo Primado propona las lneas maestras de una accin futura. Ante todo, se impona en los catlicos el amor a la Iglesia, deshaciendo el error de que sta pudiera constituirse en rival del Estado o de las democracias modernas; amor, que en Espaa deba cobrar especiales

19. Pastoral Horas graves, en GRANADOS, Ob. cit. 282. Para el Primado, esta actitud del Estado adquira mayores proporciones al disponer el poder civil de ms eficaces medios de accin: En estas condiciones los mltiples tentculos del poder estatal han llegado a todas partes y han podido penetrarlo todo, obedeciendo rpidamente al pensamiento nico que le informa de anonadar a la Iglesia, que se ha visto aprisionada en una tupida red de disposiciones legales, prfidamente afinadas por los proyectistas, sacadas a la luz por el peso de una mayora hostil y ejecutadas con frecuencia (...) segn el criterio cerril o cicatero de las autoridades lugareas (Ibid. 282-283). 20. Desde un alto sitial se ha dicho que Espaa ya no es catlica. S lo es, casi toda, pero lo es poco; y lo es poco por la escasa densidad del pensamiento catlico y por su poca tensin en millones de ciudadanos. A la roca viva de nuestra vieja fe ha sustituido la arena mvil de una religin de credulidad, de sentimientos, de rutina e inconsciencia; ha soplado recia la ventolera de la revolucin anticristiana errores, sofismas, leyes, persecuciones y la casa de nuestra religin se cuartea. El miedo, la cobarda, las torpes conveniencias, tal vez la claudicacin han hecho posible el crecimiento de las audacias de nuestros enemigos. (Pastoral noras graves, en GRANADOS. Ob. cit. 288).

21.

Pastoral Horas graves, en GRANADOS. Ob. cit. 291.

9

matices al estar unida la Iglesia a su devenir histrico 22. Amor tambin a la patria, constituida no slo por el solar de nacimiento sino por la sociedad, el Estado como organizacin poltica, la tradicin, la historia 23. En los ltimos aos, se haba planteado problemas en el orden legal que dificultaban los criterios de conciencia al encontrarse muchos catlicos en la alternativa de sacrificar su conciencia o no someterse a la ley. Los criterios propuestos por el arzobispo Goma eran reflejo de lo delicado del momento: Sed profundamente respetuosos con la autoridad, que es garanta del orden social (...) Aprended a discernir, en los que ejercen la autoridad, su poder de su voluntad; este algo divino, que es la potestad de regir, y este algo, que puede llegar a ser diablico, que es la mala voluntad con que pueden atentar contra los intereses de Dios (...). La mala voluntad y la mala ley que de ella procede es lo que debemos rechazar. An en este punto, deberemos proceder con mximo tiento, en discernir la bondad o malicia de una ley, cuyo juicio, en las cosas que ataen al orden espiritual, corresponde a la Iglesia, y en la forma de amoldarnos, de resistir a ella o rechazarla 24. La resistencia pasiva a unas leyes que vulneraban los sentimientos de una gran parte de la nacin, no poda ser interpretada por el poder como desobediencia, sino como obediencia a una ley y orden superior 25. Los fieles espaoles deban estar preparados para cualquier sacrificio, incluso el supremo, que exigiera el obedecer a Dios antes que a los hombres, pero se haca preciso tambin avanzar utilizando todos los medios legales para mejorar el orden y las personas existentes:Si la nacin dio el poder a quienes tal vez lo ejerzan contra el Dios de la nacin, que se lo d, c u a n d o pueda, a otros que legislen segn la voluntad de Dios 26 .

Haba llegado el momento en que los catlicos deban actuar, en lo referente al cumplimiento de sus deberes cvicos, en una lnea de conducta clara y neta: (...) hoy se impone nuestra actuacin en catlico neto en todo cuanto se refiera al cumplimiento de nuestros deberes de ciudadanos espaoles. No tienen derecho a ser gobernados en catlico quienes ayudaron, tal vez, a forjar el instrumento de un gobierno anticristiano 27. Como consigna final de la Pastoral Horas graves, la unin de todos en un esfuerzo comn, dejando aparte las miras particulares, tratando de salvar el momento grave que atravesaba Espaa 28. La toma de postura del Primado, especialmente en lo que se refera a la estrecha relacin del catolicismo con la vida espaola, se reafirmar en todas sus manifestaciones posteriores, pero cobrar un especial relieve en estos aos de la Repblica con ocasin de su estancia en Buenos Aires, como representante de la Jerarqua espaola en el Congreso Eucarstico internacional, celebrado en esta ciudad en octubre de 1934: Que Espaa ha dejado de ser catlica! En la Constitucin s; en su corazn no; y en la entraa llevan los pueblos su verdadera constitucin. Yo respeto las leyes de mi pas; pero yo os digo que hay leyes que son expresin y fuerza normativa a la vez de las esencias espirituales de un pueblo; y que hay otras, elaboradas en un momento pasional colectivo, sacadas con el frceps de mayoras artificiosas manejado por el odio que ms ciega, que es el de la religin, que se imponen a un pueblo con la intencin malsana de deformarlo 29. Adems de la actividad pastoral inherente a su cargo, los aos 1934 y 1935 fueron especialmente delicados para el arzobispo Goma que tuvo que hacer frente a una crisis interna de la Iglesia espaola. A su nombramiento para la sede de Toledo no sigui inmediatamente su elevacin al cardenalato. Nominalmente era Primado de Espaa, pero en la realidad sus derechos como tal (especialmente los referentes a la presidencia y direccin de las Asambleas de metropolitanos y al supremo control de la Accin Catlica),27. Ibid. 299. 28. La divisin y la discordia cuando se trata de los supremos intereses de la religin, de defenderla ante la furia del enemigo o de reconquistar lo que se nos arrebat, sera torpeza imperdonable y crimen de lesa religin. (Pastoral cit. supra, 304). En esta labor comn, et ltimo apartado de la Pastoral que comentamos se dedicaba al deber de los seglares de entrar y potenciar las organizaciones de Accin Catlica para una mejora del orden religioso, poltico y social. 29. Discurso sobre la Hispanidad, en el teatro Coln de Buenos Aires, 12 de octubre de 1934. Completo en Antilaicismo, Rafael Casulleras, Barcelona 1935, 50. 11

22. Decir que la Iglesia es rival del Estado, o una remora para que el poder poltico haga las sociedades fuertes, o una valla que se opone a las reivindicaciones democrticas, es villana calumnia o ignorancia crasa de su esencia, de sus recursos y procedimientos y de su historia. (...) Ms yerran, y ms dao causan a la Iglesia en estos tiempos de democracia, quienes la suponen enemiga de las formas e instituciones democrticas (Pastoral Horas graves, enGRANADOS, Ob. cit. 292 y 293).

23. Pastoral Horas graves, en GRANADOS, Ob. cit. 296-298. 24. Ibid. 298. 25. Ibid. 298. 26. Pastoral Horas Graves, en GRANADOS, Ob. cit. 299. Prescindimos del anlisis de las relaciones tericas entre el poder civil y religioso, comentadas tambin en esta Pastoral, por caer fuera del mbito de nuestro trabajo. 10

eran discutidos por el cardenal de Tarragona Vidal y Barraquer que contaba con el apoyo del nuncio Tedeschini30. Goma juzgaba que ms que razones histricas de rivalidad entre Toledo y Tarragona, subyacan en el problema implicaciones de tipo personal la tensin entre el nuncio y el anterior Primado, Segura y de tipo poltico como consecuencia del Estatuto de autonoma concedido a Catalua 31. Pensaba tambin que, adems de su sentido tradicional, la Primaca de Toledo era de una gran conveniencia para los negocios de la Iglesia en Espaa en orden a la actuacin general de la misma: (...) es de gran conveniencia (...) que haya quien sugiera o recoja las sugerencias, aune criterios, seale orientaciones, represente al Episcopado en las relaciones con las naciones extranjeras, todo ello dentro de una Primaca que no puede rebasar los lmites de una representacin de honor, de presidencia y de direccin segn las exigencias de la costumbre tradicional 32. La situacin de Goma era delicada precisamente por ser de origen cataln 33, pero se opuso a cualquier intento que en su opinin significara disminuir las prerrogativas de la sede toledana, llegando incluso a escribir al nuncio que estara dispuesto a renunciar al cargo si ello fuera necesario para conservar los derechos primaciales34. Despus de varias e infruc-

tuosas conversaciones con Mons. Tedeschini, resolvi presentar directamente el asunto en Roma 35. La primera ocasin la tuvo en diciembre de 1935 a raz de su elevacin al cardenalato. Como fruto de sus gestiones, fue expedido a la Nunciatura en Madrid u n escrito de la Sgda. Congregacin de Asuntos Eclesisticos extraordinarios, con fecha de 2 de enero de 1936 en el que se insista en conservar en favor del arzobispo de Toledo su cualidad de Primado, primus nter pares, con derecho a la presidencia de las Conferencias de metropolitanos, a dirigir la Accin Catlica, de acuerdo con la comisin de metropolitanos designados para ello y como representante de ellos, y a intervenir en toda la ordenacin eclesistica del pas 36. Posteriormente, dado que en la Nunciatura, se segua difiriendo la resolucin de la Santa Sede, excluyendo al Primado de la Comisin suprema de direccin de la Accin Catlica, realiz otro viaje privado a Roma en abril de 1936. Despus de varias entrevistas en la Curia vaticana con el cardenal Pacelli, Secretario de Estado y con el mismo Po XI, logr que la Santa Sede enviara una nueva carta a Mons. Tedeschini con fecha de 25 de abril, confirmando las atribuciones del ya cardenal Goma: No hay duda de que ahora concierne al Emmo. Sr. cardenal arzobispo de Toledo, convocar y dirigir las Conferencias Episcopales (...). En cuanto a la Accin Catlica (...) siendo l tambin Primado (...) deber asimismo convocar y presidir la citada Comisin de los Emmos. cardenales y de los Excmos. arzobispos 37. En la resolucin definitiva del pleito por la primaca de Toledo, aparte las gestiones personales, es indudable que influy decisivamente el nombramiento del arzobispo de Toledo como cardenal. Fue creado como tal en el Consistorio de 16 de diciembre de 1935, juntamente con Mons. Tedeschini, recibiendo la birreta y el capelo en Roma pocos das despus de manos del papa. A su vuelta a Toledo, Goma hizo pblica una nueva Pasculiares prerrogativas, y a m el dolor de que en m acabase la serie ms que milenaria, de los gloriosos prelados que ostentaron la Primaca de la Iglesia espaola. (Escrito presentado por el Dr. Goma al nuncio Tedeschini, en junio de 1934. Transcrito en parte por GRANADOS, en Ob. cit. 64). 35. Sobre el intercambio de cartas con M o n s . Tedeschini, Granados da una amplia versin en Ob. cit. 63 ss. El Dr. Goma sintetiz su p u n t o de vista sobre esta cuestin en el ya citado Informe La Primaca de Toledo, (ACGT, E-II-8). 36. Informe citado La Primaca de Toledo, (ACGT, E-II-8, pag. 4). 37. Carta de Mons. G. Pizzardo, secretario de la Congregacin de Asuntos Eclesisticos extraordinarios, al pro-nuncio Tedeschini, de 25 de abril de 1936. (Tomada de la copia enviada por Mons. Pizzardo al cardenal Goma y transcrita en el citado Informe sobre La Primaca de Toledo, ACGT, E-II-8, pag. 5).

30. Sobre el problema de la primaca de Toledo en estos aos, la documentacin es forzosamente insuficiente pues, dado que el Archivo del cardenal Goma fue saqueado en julio de 1936, falta la inmensa mayora de los documentos del perodo anterior a la guerra. 31. Ntese que los ataques a la primaca de Toledo, han coincidido con el aumento extraordinario del espritu ms o menos separatizante de algunas regiones y con la desorientacin producida en el campo catlico ante los graves problemas de hecho y de derecho que se han ofrecido estos ltimos aos en el panorama de la vida nacional (...). Nadie ignora que en estos ltimos aos ha habido en algunas regiones espaolas una tendencia poltica que ms o menos las desvinculaba del poder del Estado. Tampoco es desconocido el hecho de que en situaciones semejantes la religin, factor todava poderoso en el alma nacional, ha sido utilizada para fines de orden poltico (...). Es incuestionable que ha habido una tendencia, en algunas regiones, a conformar una especie de estatuto religioso segn las caractersticas del estatuto poltico (Informe del cardenal Goma La primaca de Toledo, en ACGT, E-II-8, pags. 2 y 3). Advertencia: Las siglas que utilizamos para las referencias del Archivo del cardenal Goma sern las siguientes: ACGT, con la especificacin de Secciones (A,B,C, etc.,), nmero de Carpeta (I,II,II, etc.,) y nmero de Documento con paginacin. 32. Informe citado del cardenal Goma La primaca de Toledo, ACGT, E-II-8, pag. 2. 33. GRANADOS, en Ob. cit. 63 reproduce prrafos de una carta del Primado al nuncio escrita el 20 de junio de 1934 confirmando este supuesto. 34. Si el breve tiempo de mi pontificado en Toledo hubiese bastado para demostrar que se enga la Santa Sede al poner en m sus ojos para este cargo, sin pena dejar lo que slo acept con la esperanza de ser til a la Iglesia; y si algn sacrificio esto pudiera constar a mi amor propio, con gusto lo hara si ello haba de ser para evitar a esta sede la prdida de sus pe12

13

toral, fechada el 24 de enero de 1936: Nuestra vuelta de Roma n. Despus de los gobiernos centristas y de centro-derecha del bienio 19341935 39, la convocatoria de elecciones a comienzos del ao 1936, volva a plantear problemas cara a las posibles coaliciones en el campo catlico. La Pastoral del cardenal Primado resaltaba las consignas recibidas del papa en orden a dos aspectos: la intensificacin de la labor de la Accin Catlica y la unin de los catlicos en el campo poltico. Especialmente en este ltimo punto insista el cardenal Goma, desde el enfoque de la defensa del orden religioso frente a actitudes hostiles del sector social y poltico: Si el instrumento forjador de irreligin es el voto de los laicos o una convergencia de partidos polticos de profesin laica o un Gobierno laico, no se puede contrarrestar la acometida, en rgimen democrtico, sino con la suma de votos y de los partidos de afirmacin religiosa, yendo a la conquista del poder poltico para la tutela del orden religioso 40. Derechos de la Iglesia, saneamiento de la escuela y cristianizacin de la familia eran los objetivos que deban cubrirse cara a las elecciones. El Primado, ante unos momentos comprometidos, y difciles para la vida nacional, no juzgaba prudente descender a aplicaciones demasiado concretas y as lo haca constar en su Pastoral. Pero s insista en la necesidad de respetar un orden de valores prioritarios, en los lmites de conciencia en la inscripcin y voto de los catlicos, en la necesidad de sacrificar las particulares conveniencias en aras del bien general y en la caridad mutua: En la actitud poltica que adoptis (...) no olvidis ni ahora ni nunca, que vuestro primer deber es salvaguardar los derechos de Dios en la sociedad (...). Queda pues libre el ciudadano de dar su nombre a cualquiera de los partidos polticos, cuyo programa no sea contrario a las doctrinas de la Iglesia. Pero esta libertad tiene un lmite (...) un tope (...) son los derechos de Dios y los intereses de la religin. Evitad toda violencia. Respetad la libertad de quienes no piensen igual que vosotros 41. El triunfo del Frente Popular el 16 de febrero, trajo consigo el establecimiento de una situacin en que las tensiones se agudizaron en grado su38. Boletn Oficial Episcopado de Toledo, 1 (1936). Completa en Apndice 2 de la Ob cit. del Dr. GRANADOS, 306-317. Nuestras citas corresponden a este Apndice. 39. V. PALACIO ATARD, en Diccionario de Historia. Eclesistica, II, C.S.I.C. Madrid 1972 1179-1184, alude a la negociacin de un Modus vivendi entre el Gobierno espaol y el Vaticano en est etapa. De hecho, una misin espaola, presidida por el ministro de Estado, Pita Romero, se estableci en Roma para entablar relaciones conducentes a ello. Los acontecimientos posteriores frustraron toda esperanza de arreglo. 40. Pastoral Nuestra vuelta de Roma, en Ob. cit. 314. 41. Ibid. 315-316. 14

mo. El Primado haba sido consultado durante el perodo electoral por diversos sectores polticos catlicos, entre ellos por componentes de Accin Espaola, pero pasadas las elecciones juzgaba la situacin con una visin absolutamente pesimista 42. Poniendo en guardia a sus sacerdotes public una Circular dando normas concretas para su comportamiento en las circunstancias presentes, recomendando y mandando se abstuvieran de intervenir en poltica y se mostraran deferentes para con las autoridades civiles fuera cual fuera su actitud "3. Ante las ya claras agresiones de que era objeto la Iglesia u, visit el 1 de abril a Azaa, presidente del Consejo de Ministros para reclamar para las cosas y personas sagradas el respeto y amparo que les son debidos. La entrevista, segn crnica oficial del mismo Boletn de la dicesis de Toledo, fue cordial y el Sr. Azaa ofreci que los derechos reconocidos por las leyes a la Iglesia sern debidamente respetados 45. Hasta el 18 de julio no hubo ms contactos oficiales entre el Primado y el Gobierno. Pasado el mes de mayo, fue nombrado obispo auxiliar de Toledo, D. Gregorio Modrego, secretario de cmara del arzobispado. Goma se propuso trasladarse a Tarazona para consagrarle. El estallido de la guerra echara por tierra estos planes, abriendo un nuevo cauce a la actividad del Primado que pasara a ocupar uno de los puestos clave de la vida nacional espaola 46.

42. Y refirindome ahora al estado general de las cosas en Espaa, lo reputo francamente malsimo, sin que humanamente se vea el remedio de ello. La revolucin triunfante; sin escrpulos en los procedimientos para afianzarse; con la imposibilidad de los gobernantes ante los inauditos atropellos que la Iglesia ha sufrido estas semanas ltimas (...); el desconcierto en los elementos polticos de derechas, desunidos algunos de ellos hasta el rencor; prdida de la tensin espiritual de nuestro cristiano pueblo, efecto de pasados desengaos (...). (Carta del cardenal Goma al P. Ledochowski, general de la Compaa de Jess, 1 de abril de 1936.Citada por GRANADOS, en Ob. cit. 73).

43. Circular de 20 de febrero de 1936, en BO AT, 3 (1936). 44. Entre el 16 de febrero y el 2 de abril de 1936, 142 iglesias o conventos fueron asaltados, incendiados o destruidos en medio de tumultos populares (V. PALACIO ATARD, en el ya citado artculo del Vol. II del Diccionario de Historia Eclesistica de Espaa). 45. Crnica de la visita del Primado al Sr. Azaa en BOAT, 3, (1936). 46. Omitimos los detalles sobre la actividad propiamente pastoral del cardenal Goma en estos meses. Sus mayores esfuerzos se dirigieron a la bsqueda de una mayor eficacia en la enseanza religiosa. Entre las publicaciones ms importantes de esta poca es de resaltar, por su enorme difusin Los Santos Evangelios, (Edicin concordada de los Evangelios, enero 1936). 15

1.2.

EL SIGNIFICADO Y CONTENIDO DE LOS PRIMEROS INFORMES GENERALES A ROMA

El alzamiento del 18 de julio sorprendi al cardenal Goma en Tarazona, donde haba acudido a consagrar a su obispo auxiliar D. Gregorio Modrego, futuro vicario general castrense, consagracin que deba tener lugar el 25 de julio y que tuvo que aplazarse hasta el 11 de octubre. En la imposibilidad de poder trasladarse a Catalua para pasar all unos das de descanso como todos los veranos, el Primado se instal primero en Belascoain, balneario prximo a Pamplona y, posteriomente, a esta ciudad que ser su sede permanente durante casi dos aos 4?. A primeros de agosto comenz Goma a enviar sus relaciones sobre los sucesos espaoles a la Santa Sede, inicio desuna larga mformacin ininterrumpida durante toda la guerra 48. La importancia de estos informes primeros es grande. Ante todo, porque su autor, en aquellas fechas y en ausencia del cardenal Vidal y Barraquer, era prcticamente la mxima representacin de la Iglesia espaola como Primado, tanto cara al interior como al exterior 49. Por otro lado, no existiendo nuncio en Espaa desde la elevacin al cardenalato del anterior Mons. Tedeschini, las noticias de Goma suponan para la Santa Sede la nica va, aunque fuera oficiosa, de informacin desde territorio espaol 50 . Pero especialmente y queremos subrayar este aspecto los47. La residencia habitual del cardenal Goma fue el convento de las Josefinas. Aunquerealiz varias visitas a Toledo, la inseguridad que ofreca su dicesis cercana al frente de Madrid y la necesidad de sus viajes constantes a Burgos y Salamanca a partir de su nombramiento como representante oficioso de la Santa Sede, junto con la mayor facilidad de comunicaciones con el extranjero, hizo que tuviera que permanecer afincado en Pamplona hasta 1938. 48. Mons. ANASTASIO GRANADOS, en su ya citada obra El cardenal Goma Primado de Espaa, cifra en 130 los Informes que sobre asuntos diversos envi el Primado al Vaticano. Consultado el Archivo del cardenal Goma en Toledo, creemos que la cifra es bastante superior, toda vez que el nmero que cita Mons. Granados se refiere slo al perodo en que Goma actu como representante oficioso de la Santa Sede ante el Gobierno nacional, desde diciembre de 1936 a octubre de 1937. 49. R. MUNTANYOLA, (Vidal y Barraquer el cardenal de la paz, Estela, Barcelona 1971) ofrece una relacin detallada de las vicisitudes sufridas por el cardenal Vidal y Barraquer en los ltimos das de julio de 1936: su detencin por la F.A.I., los esfuerzos de la Generalitat por salvar su vida y su expatriacin a Italia donde residi en la cartuja de Farneta cerca de Lucca. El mismo Vidal y Barraquer en carta a Goma el 9 de febrero de 1937, contaba brevemente los momentos vividos hasta su llegada a Lucca. 50. El nuncio, Mons. Tedeschini, haba sido creado cardenal a fines de 1935, aunque continu en Madrid algunos meses ms como pro-nuncio. Fue nombrado para sucederle Mons. Cortesi, pero no lleg a tomar posesin. El auditor de la Nunciatura en Madrid, Mons. Silvio Sericano que estaba al frente de la misma, al llegar el 18 de julio sali pronto de Madrid 16

juicios del Primado en estos primeros momentos de la guerra, van a resultar decisivos a la hora en que la Santa Sede tome postura (ciertamente cautelosa, pero de indudables consecuencias) cara a la situacin espaola. Nos referimos concretamente al nombramiento del cardenal como representante confidencial y oficioso del Vaticano ante el Gobierno nacional, a finales de diciembre de 1936, punto ste que desarrollamos en el captulo tercero. Existe tambin otro factor a tener en cuenta en el anlisis de estos documentos, y es el significado que el hecho de la guerra, con toda su enorme carga ideolgica, tena para el Primado y con l para un gran sector de la Iglesia espaola. Era evidente que al no existir otras instancias superiores, Goma se vio obligado a poner en conocimiento de la Santa Sede el nuevo estado de cosas: Mi propsito no es otro que (...) informar a la Santa Sede de cuanto pueda ayudar a formar juicio exacto del movimiento que hoy conturba a esta Nacin 51. Sin embargo, la informacin no proceda de un punto de observacin extrao y ajeno al problema. La Iglesia espaola no era sujeto activo de la guerra, pero s ciertamente pasivo. El Primado, desde el comienzo mismo, formul su diagnstico: La lucha es cada da ms sangrienta (...), no se prev fin prximo para la guerra, pues ventilndose como se ventilan, ideales diametralmente opuestos no se prev ni tregua ni transaccin. Ambas partes dicen aspirar nada menos que al exterminio de la otra, y es opinin unnime que el triunfo de la una importar el aniquilamiento de la otra. Ahora bien, como al lado del Gobierno de Madrid luchan los elementos marxistas, comunistas y anarquistas (...), de ah el temor de que su triunfo traera consigo la implantacin del comunismo 52. Hasta que se plante el problema de los roces de la Junta de Defensa con el obispo de Vitoria, D. Mateo Mgica, problema del que tratamos eninstalndose en Roma. En el momento de producirse esta situacin, regentaba la Embajada de Espaa ante el Vaticano, D. Luis de Zulueta que tambin abandon Roma. Las relaciones diplomticas entre el Vaticano y el Gobierno de la Repblica quedaron rotas, si no de iure, s de facto. No volvern a restablecerse a pesar de los intentos de M. de Irujo (Ministro sin cartera y de Justicia con el Gobierno de Largo Caballero y posteriormente con el de Negrin), y de la Unin Democrtica de Catalua en 1937 y 1938. 51. Carta del cardenal Goma al cardenal Pacelli, Secretario de Estado, 17 de agosto de 1936 (ACGT, A-I-s.n. pag. 1). 52. Carta del cardenal Goma al cardenal Pacelli, 17 de agosto de 1936 (ACGT, A-I-s.n., pags. 1 y 2). 17

el captulo segundo, no hubo ningn contacto del cardenal Goma con el rgano supremo de mando de la zona nacional. Tampoco lo hubo con el general Franco, una vez proclamado Jefe de Estado, hasta que a finales de octubre de 1936 y de paso hacia Toledo, el mismo Primado solicit una entrevista para tratar la cuestin de los sacerdotes vascos fusilados a la que ms adelante aludiremos " . En cambio, s que hubo contactos entre Goma y la Junta Carlista de guerra, algunos de cuyos componentes le visitaron varias veces en Pamplona 54. Por ello, determinadas noticias y ciertas opiniones, tienen en sus informes como iremos viendo una clara huella de este matiz " . Ello no es obstculo para que Goma expusiera con toda independencia su juicio, condicionado ciertamente al desarrollo de unos hechos que, en sus comienzos, eran todava algo confusos. Insistimos en que la interpretacin sobre el sentido de la guerra especialmente a la vista de la experiencia que el cardenal viva en Pamplona aparece desde el primer momento en los Informes a Roma. Sin embargo su expresin pblica cara a los catlicos espaoles y con resonancia en el extranjero, no se va a formular hasta que el Primado no tenga constancia clara de la postura del Vaticano, que se manifestar en cierta manera en el discurso de Po XI a los refugiados espaoles el 14 de septiembre 56. El Primer Informe enviado al cardenal Pacelli, secretario de Estado, est fechado el 13 de agosto de 1936 y supone una sntesis de las noticias recibidas hasta el momento, apuntando adems los problemas que, a juicio del Primado, podan presentarse tanto en el orden poltico como en el religioso, a raz del levantamiento del 18 de julio 57, Las causas inmediatas del alzamiento (su gnesis como concretaba

el Informe), se enlazaban con la labor desdichada de la Repblica en el orden religioso, civil y econmico durante el bienio 1931-33 58 que se haba acentuado a raz de las elecciones de febrero de 1936, creando una tensin enorme del espritu religioso y patritico que culmin a raz del asesinato dej^r. Calvo Sotelo 59, El estallido del movimiento militar, se consideraba providencial ante la amenaza cierta de un movimiento comunista que, apoyado por Rusia, deba estallar por las mismas fechas, y que hubiera tenido una gran repercusin tanto en la Iglesia como en sectores de la poblacin cmlconsiderados como derechistas 59 bis. ~. La naturaleza y carctej>del reciente movimiento eran juzgados por el "cardenan3m51[7a siguiente forma: En conjunto puede decirse que el movimiento es una fuerte protesta de la conciencia nacional y del sentimiento patrio contra la legislacin y procedimientos del Gobierno de este ltimo quinquenio, que paso a paso llevaron a Espaa al borde del abismo marxista y comunista m. Sin embargo, esta idea general no prejuzgaba los mviles concretos que haban impulsado a todos los protagonistas del alzamiento y que no podan precisarse: Unos se mueven, sin duda, por el ideal religioso al ver profundamente herida su conciencia catlica por las leyes sectarias y laicizantes y por las desenfrenadas persecuciones; otros, por ver amenazados sus intereses materiales por un posible rgimen comunista; muchos, por el anhelo de una paz social justa y por el restablecimiento del orden material profundamente perturbado; otros, por el sentimiento de unidad nacional amenazado por las tendencias separatistas de algunas regiones 61. Junto a la diversidad de mviles, la variedad de las ideologas polticas enjos dirigentes del movimiento, que discurran desde los partidarios de

53. Tambin en nuestro captulo segundo, apartado 3. 54. Aparte los datos encontrados en el Archivo del cardenal Goma, nos atenemos tambin a los proporcionados en varias entrevistas por el que fue secretario particular del primado desde el ao 1934 hasta su muerte en agosto de 1940. Mons. ANASTASIO GRANADOS, antiguo obispo de Palencia, fallecido en 1978. 55. Los escritos e informes de Goma aunque dentro de su peculiar estilo personal, apasionado y sensible no traslucen preferencias personales de tipo poltico y muestran como una cierta frialdad a la hora de exponer al Vaticano los problemas que se planteaban cara al futuro poltico concreto de Espaa. Pero aun sin mantener una direccin poltica determinada, tena simpatas por el tradicionalismo, sobre todo en lo que se refera a la configuracin catlica de la sociedad. Por otro lado, su estancia en Pamplona le hizo, lgicamente, ms accesible a esta influencia. 56. Analizamos pormenorizadamente este Discurso en nuestro captulo cuarto, apartado 2. 57. Ttulo completo: Informe acerca del levantamiento cvico-milita