Rockrose-Hoja Etnobiologica 15 Los Hongos Yesqueros

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La yesca, proporcionada por hongos, líquenes y plantas y elaborada con ingenio y maña permitió el milagro de controlar el fuego, elemento poderoso y transformador.

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  • Para nuestra admiracin, la Cultura Popular ha conservado memoria de prcticas que nos llegan encapsuladas en el tiempo desde, nada menos,

    que la Prehistoria. En los albores de la Nanotec-nologa, la energa de fusin o los ordenadores cunticos, nuestros mayores an conservan usos

    antiqusimos transmitidos generacin tras gene-racin y que han llegado, milagrosamente, hasta nuestros das.

    Algo tendrn estos conocimientos que han superado el devenir de los siglos y de las culturas. Una de estas joyas etnogrficas son los

    hongos yesqueros. Usados desde el Paleoltico como yescas para encender fuego con chispa, su eficacia ha mantenido vivo su empleo hasta,

    prcticamente, la llegada de las cerillas o el mechero de gas. (Arcaicos, 2015) Nuestro prota-gonista principal se llama Fomes fomentarius

    (L.:Fr.) Fr.y es comn en nuestros rboles planifolios. Todos lo hemos visto alguna vez creciendo en algn tronco, sin prestarle demasia-

    da atencin. Es el material usado como iniciador o yesca, mas antiguamente documentado.

    Un poco de historia

    Existen muchos hallazgos en yacimientos arqueo-

    lgicos del centro de Europa (Blgica, Francia, Suiza, Alemania) donde se han encontrado res-tos seguros de este hongo yesquero asociado a

    ocupaciones humanas, generalmente en grutas. Estos restos se asocian cronolgicamente al Pa-leoltico Superior encontrndose los restos data-

    dos ms antiguos, de hace unos 32.000 aos. Con similares dataciones, se han encontrado, en esos entornos arqueolgicos, restos tambin de

    sulfuros de hierro (FeS2) como la pirita o la mar-casita, necesarias para producir la chispa. As pues, nuestro ancestro Homo sapiens ya se serva

    de un ingenioso sistema para producir controlada-mente el fuego, hace decenas de miles de aos.

    Introduccin

    Figura 1: Aspecto tpico de un Fomes Fomentarius

    Aun as, se tiene constancia del uso del fuego desde el Paleoltico inferior, por restos carboniza-dos encontrados en hogares de asentamientos

    humanos de hace 400.000 aos, como es el caso del yacimiento arqueolgico de Terra Amata, en Francia. Se le considera el resto ms antiguo con-

    sensuado por los cientficos, como ejemplo de fuego domesticado.

    El fuego cambi la vida de la Humanidad.

    Podramos decir que somos Hijos del Fuego ms all del mito clsico de Prometeo, quien rob el

    secreto del fuego a los dioses y se lo ense a los humanos. El fuego arrop a nuestro Gnero des-de muy antiguo. El fuego ilumin tambin las no-

    ches, cocin los alimentos, nos dio calor, protegi nuestro refugio de depredadores y fue herramien-ta para transformar otros materiales.

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  • Es entendible que viajara con los Humanos por los

    Continentes y se arraigara en su memoria como el

    ms preciado de sus conocimientos. La necesidad de

    producir fuego controladamente, es crucial para so-

    brevivir en un entorno natural del que extraes todos

    los recursos para cubrir tus necesidades, volvindo-

    se imprescindible. El fuego, sin duda, era conocido

    por los fenmenos naturales como rayos, volcanes o

    incendios espontneos, pero otra cosa era

    producirlo a voluntad.

    Primero fue la chispa

    Quizs, en algn momento observaran en el interior

    oscuro de las cuevas, esas chispas al manipular el

    curioso y pesado ndulo de marcasita o la forma

    cbica y brillante de la piritas, que tras impactos

    fortuitos intentaran repetir buscando curiosear con

    el fenmeno. Como cualquier fuego produce chis-

    pas, aquello les tuvo que llevar en algn momento a

    asociar ambas cosas, chispa y fuego. As pues, solo

    faltaba recoger esa fugaz chispa incandescente.

    Figura 2. Brasa en Inonotus Hispidus

    Con seguridad prospectaran todo el entorno en bus-

    ca de algn material que fuese propicio. Todos los

    recursos vegetales seran testados de forma ex-

    haustiva. De hecho son numerosas las especies ve-

    getales que tienen el nombre de yesca, yesqueras,

    cardo yesquero, etc. (Echinops spp., Phagnalon sa-

    xatile (L.) Cass., Ptilostemon hispanicus (Lam.), y

    tambin, ciertos hongos y lquenes con sus curiosas

    formas y texturas interiores (Pardo de Santayana,

    2008). Tal vez observaron algn fomes seco, consu-mindose sobre un tronco, tras la cada de un rayo.

    Cualquiera que conozca sus propiedades, sabe lo

    bien que mantiene la brasa en su interior, durante

    horas.

    En algn momento annimo en la Historia de la Hu-

    manidad, alguien lo consigui por primera vez. Por

    ensayo y error, percutiendo una y otra vez sobre

    estos sulfuros, alguna chispa alcanzara la suave

    trama interior de nuestro hongo yesquero, para pro-

    ducir el milagro de transformar una chispa en una

    prometedora brasa y, finalmente, en una clida ho-

    guera. As pudo nacer el fuego por percusin.

    Piritas y marcasitas

    Aunque en nuestro pas hay una gran zona llamada

    Faja pirtica ibrica en el suroeste de Andaluca y Portugal, curiosamente no se han encontrado, hasta

    el momento, restos de estos sulfuros en yacimientos

    arqueolgicos, que pudieran asociarse a su empleo

    como material para producir fuego en la Prehistoria

    peninsular.

    En el ao 1991 aparecieron los restos de un hom-

    bre de la Edad del Bronce, congelado en los Alpes.

    tzi, el llamado Hombre de los Hielos tena entre sus pertenencias una rionera de piel con un trozo

    de Fomes fomentarius en su interior. Al analizarlo,

    se encontraron restos de sulfuro de hierro entre sus

    fibras. Este hallazgo acredita sin lugar a dudas, que

    hace cinco milenios, estos materiales formaban par-

    te de los adminculos del hombre prehistrico (Nora

    et al, 2015).

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  • Tanto la pirita como la marcasita (polimorfo de

    la pirita con cristalizacin rmbica) producen una tenue chispa al ser impactadas con cierto

    ngulo, por alguna roca dura como el slex, la cuarcita o el basalto. Tambin producen chispa si son golpeadas contra s mismas o combina-

    das.

    Figura 3. Marcasita partida por la mitad

    El impacto de alguna de estas rocas contra el

    sulfuro de hierro, aporta la energa necesaria para que se desprenda una diminuta porcin

    incandescente, por efecto de la combustin del compuesto qumico, en presencia del oxgeno atmosfrico. Se sabe por el color de esa incan-

    descencia, que la chispa alcanza sobre unos

    800 grados, aproximadamente.

    Con suerte y tcnica podemos dirigir la chispa eyectada por el impacto, hacia una materia to-mentosa (que tiene aspecto algodonoso) o sus-

    tancia pulverulenta, que al recoger la chispa, consiga extender la brasa con facilidad. La du-

    racin de la incandescencia es de apenas unas dcimas de segundo, pero suficientes para que impacte en la yesca. Esta debe ser ptima, pa-

    ra que el fenmeno se produzca.

    Fomes fomentarius: La mejor yesca

    Si abrimos uno de estos yesqueros por la mi-tad, distinguimos tres partes a simple vista.

    Una zona germinal, con forma esfrica, una zo-na central compactada pero esponjosa, de tac-

    to suave y una tercera zona que corresponde a los llamados poros (himenio), por donde se li-

    beran las esporas del hongo.

    Es la zona central, la que nos interesa. La mi-croscpica trama de fibras entrelazadas muy

    finas que la conforma, son el secreto que per-mite la combustin fcil. La mejor opcin con-siste en raspar esa trama hasta formar un pe-

    queo montoncito de esta especie de pelusa parduzca. La compactaremos muy someramen-

    te para que tenga por donde extenderse la bra-

    sa, si es que la chispa acierta a caer sobre ella.

    Figura 4. Corte transversal de Fomes fomentarius

    Debido a su estructura microfibrosa y al ox-

    geno presente en los intersticios, permiten a la chispa anidar y luego crecer con cierta facili-dad, sin necesidad de ayudarla soplando. Si es-

    to ocurre, el sortilegio del fuego habr tenido

    lugar.

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  • En determinadas condiciones, es posible tam-

    bin utilizar de la misma manera algn hongo similar ms, como es el caso de Phellinus ignia-

    rius (L.) Qul. o de otro ms comn, Inonotus hispidus (Bull.) P. Karst, frecuente incluso en

    muchos parques de nuestras ciudades.

    Estos hongos, debido a su lenta combustin, se hacen muy propicios para transportar el fuego

    en su interior a modo de brasa controlada. El citado tzi, portaba un bote de corteza de abe-dul con hojas de arce en su interior donde pro-

    bablemente transportara este hongo en com-

    bustin.

    Otras curiosidades

    Existe otra va de utilizacin de estos hongos, que en condiciones controladas, tambin permite en-

    cender fuego. Se trata de utilizar el polvo que se genera por la descomposicin seca (sin pudri-cin hmeda) usndolo como yesca. Con el hongo

    del abedul, el Piptoporus betulinus (Bull.) P. Karst, por ejemplo, es posible conseguirlo al igual que la trama central muy desmenuzada de un

    Inonotus hispidus. Obtener xito de esta manera es ms crtico, pero no imposible.

    Naturalmente estos procesos se facilitan si susti-

    tuimos la frgil chispa de la pirita-marcasita por las producidas por una barra de magnesio-cerio comercial, incluidas en cualquier kit de supervi-

    vencia. Sus chispas alcanzan cerca de los 3000 grados lo que, sin duda, facilita la ignicin de yescas menos eficaces.

    Existe otra posibilidad, llamemos intermedia, que se viene usando desde poca romana, que son los llamados eslabones, por su parecido con los es-labones de cualquier cadena. Se trata de un tro-zo de hierro, rico en carbono (acero al carbono) como el utilizado en una lima, que por impacto

    sobre la arista de una roca dura, tambin des-prende una minscula porcin de metal incandes-cente, sobre los 1200 grados de temperatura.

    Son los mecheros usados por nuestros abuelos an-

    tes de que llegaran los conocidos chisqueros o mecheros de ruedecilla y mecha de algodn. Estos

    se usaban preferentemente, con yesca de cardo

    Echinops ritro L. o de Phagnalon saxatile. Tambin se empleaban lminas de la trama de Fomes fo-

    mentarius previamente cocidas en agua con cenizas

    de alguna madera dura, como el roble (Quercus fa-

    ginea L.) o la encina (Quercus ilex L. subsp. ballota

    (Desf.) Samp.), que las impregna de potasa y que

    una vez secas, favorece la ignicin. Tambin se us

    un bao en una disolucin poco concentrada de sali-

    tre (nitrato potsico KNO3) con el mismo objetivo.

    Artesana del fomes

    En Rumana an pervive de la mano de algunas po-

    cas personas, una artesana que utiliza, precisamen-

    te, la trama interior de este hongo para elaborar

    sorprendentes objetos decorativos. Se ha mantenido

    esta artesana gracias al inters de los turistas. Des-

    pojando al hongo de su corteza con una hoz, cortan

    lonchas de esa trama que estiran luego todo lo que

    permite el material y sobre las cuales estampan con

    calor, adornos geomtricos o figuras de animales.

    Estas mismas lminas se utilizaron con fines medici-

    nales, para contener hemorragias, como apsitos

    antirreumticos o, incluso, como compresas de hi-

    giene femeninas.

    Seguro que al buen lector ya no le pasar desaper-

    cibido el humilde hongo yesquero que crece en

    nuestros rboles.

    Figura 5. Artesana del fomes

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  • Figura 6. Eslabn y fomes

    La yesca, proporcionada por

    hongos, lquenes y plantas y

    elaborada con ingenio y maa

    permiti el milagro de controlar

    el fuego, elemento poderoso y

    transformador.

    Referencias:

    Arcaicos, 2015. www.arcaicos.es. (last access,

    8-12-2015)

    Fajardo, J., Verde, A.-, Rivera, D. y Obn C. 2000. Las plantas en la cultura popular de la

    provincia de Albacete. Instituto de Estudios Al-

    bacetenses. Albacete. 264 pp.

    Pardo de Santayana, M. 2008. Estudios etnobo-tnicos en el Campoo (Cantabria). Consejo Su-

    perior de investigaciones cientficas. 523 pp.

    Nora, P., Kinga, R., Timea, B. and Dor, C. 2015. Ethnomycological uses of Fomes fomen-

    tarius (L.) Fr. and Piptoporus betulinus (Bull.) P. Karst. In Transylvania, Romana. Genetis Re-

    sources and Crop Evolution. 03-November: 1-

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    Tejerina, . 2010. Usos y saberes sobre las

    plantas de Monfrage. Etnobotnica de la co-

    marca natural. Itomonfrage. Cceres.

    Roussel B. 2005. La production du feu par per-

    cusion de la Pierre. Editions Monique Mergoil

    Textos: Antonio Gutirrez Nuo, Jos Antonio Casanova Calvo (Especialistas en Tecnologa

    Primitiva y Tcnicas de Supervivencia en la Na-

    turaleza). Jos Fajardo, Alonso Verde.

    Fotos: Antonio Gutirrez Nuo

    Diseo y maquetacin: Miguel Brotons

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