RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo...

15
confabulario 23 confabulario ROBERTO BAÑUELAS* a seis pies, sufriendo en cada vals, polka o danzón, la falta de más piernas bailables. Algunos, auxiliados por el Don Juan que llevan dentro, pudieron bailar con dos damas a la vez, y ellas, las pioneras de la inminente emancipación, bailaron abrazadas a dos hombres cohibidos que no encontraban tema de conversación. Conquista matriarcal -Recuerden, señoras, que el clima de intolerancia se acentúa siempre por una falta de equilibrio que la vida sufre entre los anhelos y los satisfactores. Cuando las abuelas, como un símbolo solidario de emancipación, conquistaron el derecho a montar y conducir bicicleta, se aceptó su lucidez y dinámica como un bene- ficio social y humano; si somos consecuentes con una aspiración de felicidad que nos incluya como reflejo derivado, no podemos negarles ahora el derecho a conducir veloces motocicletas con la condición, quedando entendido y protocolizado, de que respeten las rutas y los horarios, lejos de centros escolares y de trabajo y, desde luego, que no ingieran bebidas alcohólicas. Las voces del árbol –Cuando se acercaron los hombres empuñando afiladas hachas, el árbol centenario sintió que se le congelaba su largo corazón y que su fin sería el de morir para ser transformado en toscos mue- bles o de terminar quemado como un pobre iluminado acusado de herejía contra el imperio de la verdad dogmatizada. Fue cortado y pulido en láminas vibrantes hasta quedar convertido en familias de instrumentos de cuerda que cada día cantan en ensayos y conciertos, como transmigración organizada de asociación de pájaros canoros que durante varias generacio- nes se habían posado en las torres de sus ramas. Identidad repetida El imperativo categórico de una vejiga llena hasta los bordes de ese límite en el que el ser se aisla de toda perspectiva exis- tencial para encontrar el descanso supremo de descargar el envío disciplinado de los riñones, me hicieron correr escaleras arriba en busca del aparatado de caballeros angustiados. Al acto del desahogo siguió, ante testigos desconocidos, La mejor curación N uestro gobierno, en defensa de la economía y la justicia, no gastará más dinero en casos de salud sospechosa ni en construcción de manicomios; en virtud de lo antes expuesto, será inútil que vagos y fracasados se hagan pasar por locos subversivos con el fin de ser apre- hendidos y alimentados con cargo a las reservas del Estado. A partir de hoy, se decreta la total libertad de morir de hambre a los agitadores que amenacen la estabilidad de las institu- ciones que han procurado el bienestar y progreso de la clase trabajadora Si algún país, en su hipócrita defensa, expuesta a título de “derechos humanos (para gente inhumana), acepta hacerse cargo del presente superávit de parásitos sociales, este gobier- no concederá documentos y garantías para una perfecta y reglamentada emigración El desencato de un vals Era un hermoso y sencillo vals para ser escuchado junto a la mujer que pudiera ser la primera esposa. La segunda vez que escuché la pieza en compás de ¾, fue ejecutada a cuatro manos por dos hermanos mellizos que se divertían a costa del público que los confundía en cada concierto. La tercera ocasión en que escuché el obsesivo opus, éste había logrado hincharse en densas armonías y crecer en arpegios y escalas cromáticas que asfixiaban la inicial esbeltez de la melodía Debido a que no fue posible conseguir una orquesta con los fondos reunidos, se optó por contratar a tres pianistas para que nos abasteciesen de música en el baile de aniversario de “Comandos defensores del medio ambiente”. Todos, en la música multiplicada por tres, sentíamos la obligación de bailar

Transcript of RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo...

Page 1: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

conf

abul

ario

23

confabulario

RobeRto bañuelas*

a seis pies, sufriendo en cada vals, polka o danzón, la falta de

más piernas bailables.

Algunos, auxiliados por el Don Juan que llevan dentro,

pudieron bailar con dos damas a la vez, y ellas, las pioneras de

la inminente emancipación, bailaron abrazadas a dos hombres

cohibidos que no encontraban tema de conversación.

Conquista matriarcal

-Recuerden, señoras, que el clima de intolerancia se acentúa

siempre por una falta de equilibrio que la vida sufre entre los

anhelos y los satisfactores. Cuando las abuelas, como un símbolo

solidario de emancipación, conquistaron el derecho a montar y

conducir bicicleta, se aceptó su lucidez y dinámica como un bene-

ficio social y humano; si somos consecuentes con una aspiración

de felicidad que nos incluya como reflejo derivado, no podemos

negarles ahora el derecho a conducir veloces motocicletas con la

condición, quedando entendido y protocolizado, de que respeten

las rutas y los horarios, lejos de centros escolares y de trabajo y,

desde luego, que no ingieran bebidas alcohólicas.

Las voces del árbol

–Cuando se acercaron los hombres empuñando afiladas hachas,

el árbol centenario sintió que se le congelaba su largo corazón y

que su fin sería el de morir para ser transformado en toscos mue-

bles o de terminar quemado como un pobre iluminado acusado

de herejía contra el imperio de la verdad dogmatizada.

Fue cortado y pulido en láminas vibrantes hasta quedar

convertido en familias de instrumentos de cuerda que cada día

cantan en ensayos y conciertos, como transmigración organizada

de asociación de pájaros canoros que durante varias generacio-

nes se habían posado en las torres de sus ramas.

Identidad repetida

El imperativo categórico de una vejiga llena hasta los bordes

de ese límite en el que el ser se aisla de toda perspectiva exis-

tencial para encontrar el descanso supremo de descargar el

envío disciplinado de los riñones, me hicieron correr escaleras

arriba en busca del aparatado de caballeros angustiados.

Al acto del desahogo siguió, ante testigos desconocidos,

La mejor curación

Nuestro gobierno, en defensa de la economía y la

justicia, no gastará más dinero en casos de salud

sospechosa ni en construcción de manicomios; en

virtud de lo antes expuesto, será inútil que vagos y fracasados

se hagan pasar por locos subversivos con el fin de ser apre-

hendidos y alimentados con cargo a las reservas del Estado. A

partir de hoy, se decreta la total libertad de morir de hambre

a los agitadores que amenacen la estabilidad de las institu-

ciones que han procurado el bienestar y progreso de la clase

trabajadora

Si algún país, en su hipócrita defensa, expuesta a título

de “derechos humanos (para gente inhumana), acepta hacerse

cargo del presente superávit de parásitos sociales, este gobier-

no concederá documentos y garantías para una perfecta y

reglamentada emigración

El desencato de un vals

Era un hermoso y sencillo vals para ser escuchado junto a

la mujer que pudiera ser la primera esposa. La segunda vez

que escuché la pieza en compás de ¾, fue ejecutada a cuatro

manos por dos hermanos mellizos que se divertían a costa

del público que los confundía en cada concierto. La tercera

ocasión en que escuché el obsesivo opus, éste había logrado

hincharse en densas armonías y crecer en arpegios y escalas

cromáticas que asfixiaban la inicial esbeltez de la melodía

Debido a que no fue posible conseguir una orquesta con

los fondos reunidos, se optó por contratar a tres pianistas

para que nos abasteciesen de música en el baile de aniversario

de “Comandos defensores del medio ambiente”. Todos, en la

música multiplicada por tres, sentíamos la obligación de bailar

Page 2: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

24

El

h

Juan Román del Prado

el ritual absurdo del lavatorio de las manos. Frente al espejo,

en una representación que no requería de rangos ni apellidos

–lejos de todo narcisismo estéril-, reconocí al portador de

una edad, ideales, ambiciones, amores, fracasos y penas que

conducían a ese momento y a esa conclusión del héroe invicto

de mí mismo.

Trono vacío

-Sé cuánto has soñado con un heredero varón que se haga

cargo de tu apellido compuesto y de tu fortuna acrecida en

la corrupción; pero ne me culpes de que, por quinta vez haya

nacido otra niña: eso es lo que tú sembraste… ¡¡¡Ya basta!!!

Curso de castidad

Abrumado por las prédicas moralizantes y la mística ecológica,

acepté inscribirme en un curso intensivo de castidad. Confiado

por el desgaste producido en la batalla existencial, por la suma

de sexenios sin beneficios y por la colección de frustraciones

eróticas, me creí con deterioro y voluntad suficientes para

absolver la prueba con diploma y honores.

Todo casto militante se gratifica ante las negativas que

responden a sus requerimientos para dejar de serlo. Resultó,

en oposición a mi anhelo legítimo de combatir los apetitos

carnales, que una compañera de curso me invitó a desafiar

la tentación de no caer. Juntos, como furibundos apóstatas y

fervientes iconoclastas, con nuestro ejemplo escandaloso estu-

vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de

rencorosos e impotentes.

Para librarse de nosotros, el director del seminario ofre-

ció restituirnos los costes de la inscripción y de las lecciones,

incluyendo las que faltaban para completar el método del

absurdo y del engaño. Ante nuestra negativa ardorosa y febril,

fuimos expulsados entre la furia de los ingenuos perversos que

hubiesen obtenido mayor satisfacción en regalar ese dinero

para actos de beneficencia sin tener que engañarse, confun-

diendo el presente inútil con un pretérito consumido.

Seis meses después, en este retiro de lujuria inventada

oigo, con suavidad lisonjera, la voz amiga de una castidad

espontánea.

Deshinibidos, S.A.

Agotado el abrevadero alcohólico, todo el personal de la com-

pañía se despojó de sus trajes con un desenfado que inutilizaba

en todos sus ángulos el concepto del pudor. Todos, prematura-

mente envejecidos, se sentaban perniabiertos y mostraban, sin

proponérselo o sin importarles, los hombres su falo marchito

y las mujeres su pubis calvo o encanecido.

La sensación de náusea me despertó antes de que diera

principio la frustrada orgía.

* Del libro inédito Los inquilinos de la Torre de Babel.

Page 3: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

conf

abul

ario

25

RobeRto lópez MoRenoGritamos su nombre con el puño en alto,

entre la lágrima y la rabia.

Sé lo que ayer viste, sentiste.

Yo también ya supe lo que es despedir a un camarada

con el fuego recorriendo el cuerpo.

Recibe un abrazo.

A Roberto López Moreno

Roberto,

ayer murió tu amigo Fausto Trejo.

Lará larálaralaraaaala lará laralaralaráaaaa

una página más -frágil calendario-

te acerca +,+… +x+…

Pero antes el retintado 68

la calle zigzag del fósforo

laringe ensangrentada

multitudes cercadas

siquiatra frente al hondo vacío orangutano

“un minuto de silencio en honor de los masacrados”…

Mc Gregor, el juez, odia terriblemente.

“desaparecieron cientos de cadáveres”

???????????????????????????????

Prisión tortura destierro

Tu amigo Fausto -huérfano Roberto- tu compañero

de calle y codo, de calle y hombro.

Tu amigo, ya no más.

Sombras. Un latido en el centro de la ergástula.

Ahora en la libertad abierta.

Persianas… postes que fuman vahos… H2O a sal dúa.

Y otra vez el latido.

Bandera roja filos dentados mango y contundencia

“Hasta la victoria siempre, camarada Fausto Trejo”.

El río Tula crece… y la Plaza que fue… la que es…

A Iván Leroy

Iván, muchas gracias por la atención de avisarme.

Se nos fue un compañero irremplazable.

Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros.

Te mando un abrazo afectuoso,

recíbelo como si con ello

de alguna manera nos reencontráramos con él.

A Alejandro Zenteno

A Alejandro Zenteno

Alejandro, ¡Qué gran poema el tuyo!,

digno de Fausto, el que luchó

y seguirá luchando en los que vienen.

Es cierto, nos deja bastante huérfanos,

huérfanos de su combate,

de su fuego compañero,

huérfanos de su hermandad.

Gracias por tu poema

porque en él nos haces hablar a todos

en este adiós sin adiós al camarada

A Alejandro Zenteno (segundo mensaje)

Lástima Alejandro de que no pude estar ahí.

Conoces mi situación.

No pude estar pero con el alma en vilo lo imagino,

porque así de emotivo fue el adiós que le dimos

al pintor José Hernández Delgadillo,

un adiós en el que también estuvo Fausto.

Dijimos palabras alusivas a su partida.

Dijimos poemas.

Entonamos cantos de la tradición revolucionaria.

Page 4: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

26

El

h

Rafael luvianoCerrar la puerta

Allá, más allá del miedo de tus ojos,

del cuerpo desnudo,

del cielo triste de nubes

del sueño intenso,

de los barcos que lloran cuando se van,

viven las flores amarillas de los muertos,

sí, los muertos con sus flores en las manos.

Más allá de la estatura de una cordillera

más allá de los sueños y el olvido,

en el fuego subterráneo,

en un estado de gracia

vive la serenidad de lo sagrado.

De la bruma surge una nota sostenida,

lejos, más allá de las despedidas,

algo arrastra al enigma de Dios

con su lenguaje celeste:

Música hecha un ruiseñor

antes de cerrar la puerta.

Pequeña historia

La libélula se mira en el espejo

para beber urgencia. No sabe que

terminará en un libro, plegada

como trofeo murmurante..

Peregrinos

En el ventanal de la memoria,

miro volar los pájaros.

La luna dibuja en la obscuridad.

Esta noche el asombro

se ha vuelto un arrecife.

Estalla un blues

que eriza la piel de nuestra muerte.

Sueños

Y el viento aullaba

entre arbustos sombríos de silencio;

la noche: adulta negrura sueña.

Del bosque emerge la bruma

culpígena, inquietante,

en llamaradas.

Un sendero de ceniza:

fantasmas,

sólo fantasmas.

El tiempo, un susurro:

todo cambia:

el silencio, la palabra.

El olvido, ese muro

de sollozo, ese tigre, esa luz

que devora.

Saliendo de la sombra

nada es isla: todo es labio

para salvar de hambre al mundo.

Todo cambia

Todo cambia

en las calles, hasta

el nombre.

La duda y su larga oscuridad,

la historia de la nostalgia,

la lengua y su palabra

hasta perder los dientes.

Page 5: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

conf

abul

ario

27

Tardes que adornaba la lluvia

llenando las habitaciones vacías,

las horas cautelosas,

tardes para plantar señales, palabras,

sueños, verbos, ilusiones aladas.

Tardes que encendieron

este santuario de la vida..

Como si fuera ayer

Las tardes eran redondas.

El espacio, la memoria:

una lluvia que abate los tejados.

La casa de aquellos tiempos

era de breves estancias.

Breves también los secretos.

Pepe Maya

Page 6: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

28

El

h

RobeRto bRavo

lengua. Movía sus manos dando a sus relatos un énfasis de

encantador de serpientes. Su voz era cálida, la afinaba con

tragos de Guinness y vodka que nunca faltaron en su mesa.

Cuando le hablaban atendía, pero cuando empezaba él a

contar una historia callaba la cháchara de los parroquianos

y lo escuchaban. Se casó con Nelly, la guapa Nelly, una pai-

sana suya; hicieron una familia de seis hijos; todos, hombres

y mujeres, trabajadores y respetados. Ahora Big Barney está

muerto, alimentando a la tierra, las palabras que lo habitaron

han callado para siempre.

Deslicé hacia el cantinero mi copa vacía para que me sir-

viera preguntándole.

-¿Cómo se llamaba Big Barney?

-McBride, Bernard McBride.

El cantinero dándome el Glasgow Herald me dijo

-Es de hoy.

Cogí él diario, mi copa recién servida, y la hoja y fui a sen-

tarme en la silla donde lo hacía Big Barney. El cantinero me vio

serio haciendo un ademán negativo con los dedos:

-Acordamos que la silla donde se sentaba Big Barney va a

estar vacía este día por las tardes por tiempo indefinido.

A l entrar en Morrison´s miré la mesa a donde esa hora

y ese día siempre encontraba la figura imponente de

Big Barney. La silla estaba vacía y la mesa desocupa-

da. Después de pedir pregunté al cantinero por él:

-Sin Big Barney, esto parece un barco sin tripulación, se

siente frío.

-A Big Barney lo puedes visitar en el cementerio si lo

deseas, hace tres días fue sepultado.

Vi el whisky en la copa como si fuera vinagre, lo bebí de

un golpe y puse el vaso en la barra para que me sirviera otro.

Luego de dar un trago al agua volteé hacia la silla vacía. Si a

alguien admiraba fue precisamente a Big Barney, me hubiera

gustado decírselo. Sus manos enormes, su espalda de gigan-

te, su apostura y gentileza te aseguraban que era un hombre

correcto, sin doblez. Su imagen la percibía como la bondad

personificaba; verlo cuando llegaba y era saludado con respeto

y camaradería por los demás, hacía que sintiera fe todavía en

el género humano. No hablé con él jamás, lo que sabía de su

persona lo escuché de comentarios de otros. Había llegado

joven procedente de Irlanda, de Donegal, trabajó en la acería

durante muchos años, finalmente se retiró como empleado

de los ferrocarriles. Venía un día a la semana a pasar la tarde

con sus amigos irlandeses en el bar, a quienes escuchaba con

atención, decían chismes de su tierra y él los embelezaba

con historias que conoció y vivió o que le dijeron y contaban

cuando fue niño. Tenía en Donegal una casa frente al mar a la

que iba a pasar sus vacaciones, una o dos veces al año. Todos

sus amigos esperaban su regreso para escuchar las noticias

que les traía. Como los antiguos celtas semejaba un Druida,

en él moraba la palabra, era una casa impresionante para la Guillermo Ceniceros

Page 7: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

conf

abul

ario

29

Rocio GaRcía Rey

II

Las fronteras cubrieron cada cuerpo

cada noche

cada luna

y en cada eclipse una ciudad sitiada por espejos.

Esta noche beberé mi sangre

sangre circular

henchida de recuerdos.

Ahora un viento frío despeina mi locura

las ramas de los árboles

murmuran mi silencio.

Una noche creí que el otoño

borraría fronteras.

III

Tu cuerpo cayó a la noche

tu voz tejió el palimpsesto del mar.

Los vagones quedaron solos

única luz la de tu barco anclado a la nostalgia.

IV

Llegaron los sonidos

la noche en que mi cuerpo abrió

la última ventana.

Noticias de la mujer exilio

Silenciada

Un poco remota en el tiempo de cruces sin camino

la mujer exilio alterna su nostalgia con las sobras del fuego.

Una voz

secreta huida

un pueblo en ruinas

y la mujer exilio no es del mar ni de la tierra

la arena del desierto cubre la danza del amor.

El baúl del mar almacena los expedientes del destierro

las pirámides tienen un color de gelatina oscura

la mujer exilio avanza

come salamandras/ bebe lágrimas

ahora ni un abrazo para cubrir el derrumbe

la lluvia inunda los colores de la ausencia.

Hay puertas para nunca más salir

hay cementerios con imágenes de lunas olvidadas.

Ella toca sus labios mientras pronuncia la muerte.

La mujer exilio sube al barco que le aguarda

su cuerpo se convierte en alga

a excepción de una fotografía en tonos luna

toda ella danza en forma de marea.

La última Ventana

I

Esta confrontación con la noche

no es para nombrar la luz

quizá un poco de los nombres rotos.

Se abren cicatrices.

Alguien creyó que el amor podía beberse en la taza del olvido

alguien creyó que el otoño borraría distancias.

Daniel Zamitiz

Page 8: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

30

El

h

leonaRdo coMpañ Jasso

Tenía una sonrisa extraña, peculiar, aún recuerdo:

mostraba la calma de la mar, en noches de luna

clara. Sin embargo, su calidez era lejana, distante,

como si el fulgor de sus ojos dijera: <<ahí quédate, no te

acerques>>. Cruzaba una mano sobre otra, reposadamen-

te, mientras el paisaje ambarino liberaba sus llanuras y sus

campos, su verdor y sus árboles, atrás de ella, habitando el

horizonte. Jamás me dijo su nombre, pero algunos la llaman

“Mona Lisa”.

Tenue aroma despedía el clavel en sus cabellos, negros como

la noche oscura, dispuesta al amor y los secretos, dichos al

oído, bajo sábanas olorosas a jazmín y azucena. Cuando la

miró el pintor, la recostó y pintó vestida… pero también des-

nuda. Entonces, entre el escándalo de los siglos, la nieve de

su piel llegó a mis ojos.

Apuró el vino del dolor hasta descubrir la poesía del tulipán y

el perfume del hueledenoche. Sepultó sus triunfos y fracasos

y una mañana, muy de mañana, cuando aún el rocío olía a

luna y estrellas, emprendió el camino por la vida para desha-

cer entuertos con lanza, locura y nobleza.

Allá, en tierras lejanas, donde las ramas de los árboles crecen

hacia los cuatro puntos y se entrelazan en frescas sombras

para conceder reposo y alivio, quedó su corazón en el vuelo

de las mariposas y el agua de los arroyos.

Las aves cantan a la mañana y el crepúsculo, pues duermen

durante la noche y vuelan en el día. Y es que no hay vuelo en

el canto ni canto en el vuelo.

Teje, con gozo, el andar y extravíate; no busques, ya la tierra

dará sus frutos y ortigas. En lo superior, no hay riqueza ni

pobreza, sino destino.

Bajo un ciprés, descansaba el caballero de tanto andar.

Los ojos, cerrados; la espada, recargada al árbol; la lanza, a

sus pies y el caballo, atada la cuerda a un tronco. Reposaba su

fatiga y hacía mal, pues la muerte lo sorprendió descuidado.

Y el mendigo soñaba viandas, acompañadas de vino tinto,

pero despertó.

Nadó en camello el desierto hasta morir de sed. Buscaba un

oasis y sólo halló espejismos.

De tanto mirar al cielo se convirtió en árbol y quedó a merced

del talador.

Posó sus labios en la piel del durazno y probó que el beso

también es mordisco.

Un día de días descubrió que la invención es la capacidad

humana para ser insecto. Su castigo fue ignorar que la crea-

ción es la aptitud divina para serse dios.

Nutría con tiempo sus pensamientos hasta que el tiempo lo

desnutrió. Se ajaron sus mejillas, le creció la barba y dedicó

el resto de sus días a pedir limosna.

Leía al fondo de su bacín de plata, alrededor del ojo labrado

“te estoy viendo”, antes de dejar correr el oro de su soledad.

Después, volvía al lecho y se soñaba princesa.

Bajo la lupa, las hormigas marchan como soldados.

El brillo de su rosa de rubíes perfumaba la luna con el fuego

intenso del amor hecho piedra. Para honrarlo la doncella

tomó su daga de fina hoja labrada en plata y le ofrendó la

sangre de su corazón.

<<De grande seré militar>> escribió cuando era niño. <<Y

conquistaré un imperio…>> siguió escribiendo y describien-

do hasta que acabó siendo escritor. Pero usó la pluma como

espada.

-Caballero… ¿dónde está tu caballo?

-Bajo mi corazón.

-¿Y tu corazón?

-Montado en mi caballo.

Desde el ojo de la catedral, miraba el Reino de Dios. Y, mara-

villada, dos lágrimas de orín rodaron por sus mejillas de

gárgola.

Liberó al viento lo único que le quedaba: el nombre.

Se alimentaba con luz y trabajaba durante muchas horas,

con tal eficiencia que produjo un corto circuito. Como era de

esperarse, acabó en la basura.

Page 9: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

conf

abul

ario

31

JoRGe villaRRuel Topsy

Solamente las paredes blancas me conocen y me platican

Todas las noches de todos los que han visto llegar hasta aquí

—Cuervo de Poe, Paredes Blancas

La encontré vagando temblorosa por los inmensos corredores.

Le gusta escaparse de todo aquello que la atemoriza, pues

entre paredes blancas no sólo escucha las voces, sino que

también las puede ver.

Cena de Navidad

Papá, Mamá, Hermano Mayor, Hermana Intermedia, Hermana

Menor. La cena se sale de control al acusarse todos sus culpas,

hasta que Mamá arroja al suelo la caja de esferas que sobró,

luego, Hermano Mayor toma unas esferas del árbol y las

rompe contra la mesa, seguida de Hermana Intermedia, que

aplasta los regalos a sillazos; Papá y Hermana Menor arro-

jan figurillas del nacimientos contra la pared; Mamá levanta

sobre su cabeza la figurilla del niño Jesús, y la arroja contra el

suelo. Al final, todos juntos la emprenden a patadas contra los

fragmentos del niño y ríen. Ha sido una buena cena familiar.

Repitámosla el año que viene; y la próxima vez, traigan a los

niños.

El gato en la bolsa

Un hombre vagabundea con una bolsa de plástico. En la bolsa,

un gato. El hombre golpea la bolsa con un palo. El gato chilla.

El hombre tiene razón: su mujer amaba más al gato.

Plumas

Caminaba sobre Reforma. Eran cerca de las tres de la madru-

gada y ningún taxi se atrevió a detenerse. Hacía frío, pero me

Let them sleep who do not know

The final day is here

The very last

And we leave at dawn

Laibach; B Mashina

Perdida

Sigo frente a la ventana, sucia de moscas, cerrada, sin

aire en la habitación, mirando el camino que va lejos

de aquí, por donde Jordán se fue hace varios meses,

con un rifle de caza, a luchar por las tierras.

Llevo dos horas de este día sentada frente a la ventana

sucia de moscas. Ayer estuve veinticuatro horas continuas sin

moverme, un día antes también. Siete días enteros así, espe-

rando a que venga Jordán o la muerte.

Llevo todo este tiempo sin parpadear, sin comer, sin ori-

nar, sin beber y sin moverme, mirando por la ventana sucia

de moscas, esperando que alguien venga de regreso por ese

camino que sólo va y no viene nunca, y que se pierde lejos

de acá.

Así llevo desde hace no sé cuántos días, mirando por la

ventana sucia, llena de moscas, con los ojos bien agarrados

al camino, esperando que algo pase, que sobrevenga Jordán o

la Muerte y yo pueda proseguir mi existencia. Y ya empiezo a

cansarme. Y me he sentido cansada desde hace no sé cuántos

días, no sé cuántas tardes, no sé cuántas noches, desde que

recibí el telegrama ése: “Señora Clotilde Arriaga de Caire.

Nuestro más sentido pésame al notificarle la muerte de Jordán

Caire”.

Page 10: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

32

El

h

Manuel González Serrano

pareció agradable cruzar hasta el camellón central y caminar

bajo los árboles que parecían más despiertos a esas horas.

A unos metros de mí, bajo la pálida iluminación pública,

algo se movió. Me acerqué a inspeccionar. ¿Qué será? Tenía la

forma de un hombre, pero cubierto de plumas negras y grises.

¿Un hombre alado, emplumado?

Di una palmada para llamar la atención de la criatura,

si criatura era (se movía; debía estar vivo), y miles de pájaros

emprendieron el vuelo; ante mí sólo quedaba el cadáver putre-

facto de una persona.

Pop Fantasy Gore

Pedazos de Him y Rasmus flotaban en un charco de sangre

enlodada.

La cosplay-niña se arrancaba el cabello, desesperada, las

lágrimas con sombra de ojos chartreuse, el maquillaje emba-

rrado de rostro.

La cosplay-niña se arrojó al suelo, sobre los fragmentos de

sus idorus. Un dedo, un cacho de pie, un codo, varios dientes,

una nariz y una lengua, pero ningún ojo.

—¡Perdónenme! —gritó la cosplay-niña anegada en llan-

to— ¡No quise hacerlo!

Recolectó los pedazos y los guardó en la bolsa biodegra-

dable de plástico negro, con el resto de pedazos de otros idorus

que había logrado reunir, y se marchó al refugio (Hotel Tokio).

La loly-niña de cabello verde trató de consolar a la cos-

play-niña con un beso en la mejilla llena de rouge. Juanito-

chan se unió al abrazo, y pronto lo siguieron los otros chicos

del club —Fue mi culpa —sollozó la cosplay-niña, secándose

las lágrimas verdes con el borde del vestido bermellón. Su

liguero se había aflojado, y sus camaradas le ayudaron a llegar

al estrado, donde colgaba una cruz podrida sin rastro de dios.

Pero pronto iba a dejar de estar vacía.

Crónica de una Luna de Miel

—¿Lo hacemos?

—Sí, hagámoslo.

Y cometieron suicidio.

Oleaje

Una noche, cuando ya no quedaba ningún ser humano en el

mundo, los mares golpeaban con fuerza las playas. Las aves

y reptiles que vivían en ese desolado planeta no conservaban

recuerdo alguno del paso del hombre por la Tierra.

Y los mares mantenían su característico movimiento, tan

continuo que parecía vivo. Y esa noche, las olas arrastraban

entre la espuma una botella de coca-cola.

jorgevillarruel.blogspot.com.

Page 11: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

conf

abul

ario

33

HéctoR Ávila ceRvantes

I. INCHIOSTRO.

A mi padre.

Un copia tras otra quedaba manchada en su esencia magnífica,

Primero la prueba se hacía con extremo cuidado, sin manchas,

Registros perfectos y tonos adecuados, se miraba con los ojos

Del sol y una vez alcanzado el cielo, se humedecía el plúmbico.

Un folio tras otro cual torre de marfil, ciudad amurallada

Con hambre de guerra, sedienta de las marcas sobre

[su superficie

De hueso; carmín, cerúleo, púrpura, olivo, tostado y noche,

El plano repleto de cicatrices y heridas aún húmedas, olor

[a tinta.

El tiraje en creciente y las armas en escasez también, ambas

A ritmo de tiro con la esperanza de dejar una huella indeleble,

Una marca en la faz terrena por la conquista lograda en minutos,

Victoria celebrada por el impresor en su afán de trascender.

Todos tendidos sobre una mesa esperan que alivien sus lesiones,

En el espacio sólo aquellos penetrados profundamente por

[el hierro

Podían sobrevivir, los que sanaban o eran invulnerables eran

[aplastados

Por una mano divina, omnisciente, ojo afilado, decisión del

[creador.

II. EXCHIOSTRO.

Una vez consumado el rito de iniciación, los elegidos fueron

[trasladados,

Algunos a lugares de extensiones infinitas, otros a rincones

[oscuros,

Todos ellos plenos de riqueza, donde la lluvia de oro cubría

las tardes Más aciagas y deliciosos perfumes recubrían la ventisca

[nocturna.

Bodegas de volúmenes diversos resguardaban aquellos grandes tesoros,

De esta forma en esos espacios oscuros, donde la calma parecía

[ gobernar,

En los instantes de soledad los pliegos marcados por la placa se

[desnudaban,

El inchiostro surgía de la profundidad más lejana y quedaba libre de

[fibras.

Metamorfosis espontánea, la mancha aquélla, ahora exchiostro, vagaba,

Andaba por los pasillos de las galeras olor a tiempo y olvido, vacío,

Mientras la hojas volaban en la ventisca soberanas de su pureza, ligadas

Tan sólo al gofrado sobre su piel cuya pertenencia se veía a trasluz.

Tinta de seres fabulosos, de historias fantásticas tejidas de invisibles

[filamentos,

Cuentos increíbles y escenas pintadas con una espesura liviana,

Con la minucia indecible con que se hila un capullo de seda, así volvían

A ser uno tan sólo, el blanco y el negro, llave y cerrojo, amantes eternos.

México D.F. a 13 de diciembre de 2010.

Page 12: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

34

El

h

MaRtHa fiGueRoa de dueñasextraños, que lo someten a preguntas y él no sabe la respuesta

de su vida? “Hay quienes dicen que mira con todo su cuerpo y

que al tacto recuerda la piel de durazno”.

Pasado un rato Octavio me dijo: -pero Martha, tu eres la

anfitriona. Me senté. Ahora yo guiaba su mano, la del vaso

hacia la boca. Le daba de comer; qué importaba que la abriera

y siguiera escupiendo partículas que se instalaban sobre su

traje. Qué importaba, ya no estaba abajo, ahora lo veía de

frente, directo, sus grandes ojos blancos que una vez fueron

azules veían más de lo que yo nunca había visto. La amplia

cara sostenía unas orejas considerables, como si a fuerza de

no usar los ojos ellas crecieran. Qué importaba que él no me

pudiera ver, si ahora lo escuchaba, lo veía, lo tocaba. ¡Lo oía

reír! Ya era mío. Mío como lo había soñado, con la ilusión

infantil de un deseo imposible, o una quimera.

Habló de él, de otros, de su madre, de su soledad, de la

ausencia y las ausencias, gimoteó un poco. Analizó los perso-

najes de algunas de sus obras, le pregunté por Sábato y sus

Diálogos; acerca del programa que vino a participar. Habló

con Daniel, con Capistrán. Preguntó por Arreola, por Wimer,

por Rulfo, por Fuentes. Por sus amigos de ahora, de antes,

de siempre. Habló, habló y una luminosidad lo cubría. Ya no

veía la lluvia de su boca. Sólo lo veía a él. No había otro como

él, no habrá otro como él. Bebió, comió, rió, creo que hasta

fue feliz. Reconoció a sus amigos y encontró otros, noche sin

agresiones. Sólo de magia.

Llegó el momento de ausentarse, de dejarnos sin su pre-

sencia que ya sería imborrable. Le tomé de la mano, le pedí

que esa noche fuera yo su lazarillo. Daniel nos acompañó.

Los amigos le abrían paso y aplaudían, volvían a darnos las

gracias.

1 Alejandro Bicorne de Macedonia2 Caravana

No fue fácil llegar hasta él; me abrí paso a empujo-

nes. Los saludos, el beso amistoso y el gracias por

invitarme me detenían. Yo deseaba estar a su lado. Y

sus manos estaban tan lejanas. Por fin cuando llegué, mi sitio

estaba ocupado. Recordé en El Aleph el cuento de “La busca

de Averroes” cuando: Farach preguntó si la ciudad quedaba a

muchas leguas de la muralla que Iskandar Zul Qarnain1 levan-

tó para detener a Gog y Magog. -Desiertos la separan dijo

Abulcásim, con involuntaria soberbia. Cuarenta días tardaría

una cáfila2 en divisar sus torres y dicen que otros tantos en

alcanzarla.

Así sentí la distancia que me separaba de Borges al ver

a su lado derecho a Octavio, del izquierdo, a María. Pero

qué podía hacer, obviamente no iba a levantarlos. Pero ese

momento era mío. Me aproximé lo más discretamente que

pude y me senté en el piso, recargándome en las piernas de

Octavio a manera de respaldo. Atravesé mis manos sobre sus

piernas, para tomar la de él, tibia, regordeta, pulcra. Mano

frágil, ligera, con la magia de ese oficio sólo suyo. Mano

temblorosa siempre en busca de algo, sin recepción, sin entu-

siasmo. Mano frígida. No me era agradable su tacto. Disimulé.

En ésa y por esa ocasión era mía. Yo lo había llevado. Todos

aplaudían lo que él decía; yo no. Yo no escuchaba, sólo oía y

trataba de limpiarme la saliva que salpicaba al hablar. Desde

abajo, lo veía lejano, como a un personaje de sus propios

cuentos fantásticos.

¿Por qué admiraba a ese hombre si me era tan desagrada-

ble? ¿Cuál será su fascinación? ¿Qué me encandilaba de su pre-

sencia? ¿La música de su voz? ¿O su cuerpo tan inerte como sus

manos, despidiendo calor y robándome la energía, la de Paz,

la de María para poder soportar la atmósfera, sin mirarlos, sin

percatarse con todos sus sentidos que estaba rodeado de seres

Page 13: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

conf

abul

ario

35

leonaRdo sevilla

A veces me da miedo el recuerdo

volver cien y mil y una veces a recorrer

cada calle, idea, detalle, extravío

tanto miedo como volver a perder la memoria

tras una imprevista borrachera, sin saber

sí me enamoré o disgusté con alguien

ni cómo ni a qué hora regresé a casa

o si me casé, cansé o dormí por el camino...

A veces el prodigioso olvido alivia

y hasta cicatriza por un tiempo las heridas más hondas

y entonces así reanudo el viaje sin remordimientos

ni recriminaciones –recriminar, ¡qué palabra

tan abyecta, tan pecaminosa y criminal!-

y despacio ando, sin ese peso que no deja

sentir ni pensar, parecido al incesante torbellino

de este insomnio fluido y revelador

en el que unas hermosas yeguas negras cabalgan a lo loco

por la piel y las entrañas de las palabras envolventes

que descargan y vuelven a cargar sus emociones e ideas

en imágenes que cuentan y cantan en poemas

que riman o no, pero que sí rozan y acarician

con su pasión de niñas, flores, lunas, mujeres...

A veces tomo la pluma y el papel

y levo anclas y velas con la imaginación

por al ardiente azul del mar y el cielo

y me dejo caer en la cama, con la mente en blanco

voy, deslizándome más allá de la muerte y sonrío

mientras el corazón lleva el compás

con el cuerpo y el alma volando

a veces a contrarritmo con el tiempo

trascendiendo las rutinas y reglas del mundo

y de nuevo soy el soñador desencadenado

que hasta despierto sueña que vive, ama, escribe...

A veces la vida pasa o se detiene de improviso

e incluso retrocede con la ayuda del ingenio

dentro del genio que en el oleaje se columpia

dentro de una botella mientras vacía su elíxir

sorbo a sorbo, de instante a instante

el universo y la semilla afloran

y con su titileo las estrellas nos recuerdan

el sutil abrazo intenso del infinito fugaz...

Pepe Maya

Page 14: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

36

El

h

edwin luGonos negamos a aceptar, soberbia humana

que el hombre es limo, y sin conciencia, ni alma,

son estériles su saber y sus poderes,

y sin el soplo de Dios ¡Su lucha vana!

Cuántos hay que vamos ciegos por la vida,

con el espíritu inmerso entre la sombra,

y añadimos a la obsesiva sordera, la miopía

y no escuchamos al Cristo que nos nombra

¡Quién con una sola palabra quitaría

a nuestros ojos la venda que le estorba!

Cuando ya no te espere

Cuando ya no te espere y recuerdes

aquellas tardes que llegaste hasta mi puerta,

porque ya no esté allí, no más te apenes,

muerte es la única democracia cierta.

No te afanes por vetusto cementerio,

donde mis huesos calcinados queden,

mas piensa adorada en el misterio

que afirma sabio que las almas vuelven.

Búscame en un pájaro obstinado,

con un canto de pasión que siempre elige,

el que aprendieron los que sí han llorado

y que trovador, heraldo apasionado,

sea cual eco mensajero del pasado

¡Con la estrofa de amor que no te dije!

El lamento del ciego

Era dulce. Era bello. Era inmenso y sencillo,

con Sus ojos profundos y Sus pies polvorientos,

con Su túnica blanca y Sus largos cabellos.

Eran miel sus palabras. Sus miradas consuelos,

Sus amigos los pobres, cortesanas y el pueblo.

Su virtud la esperanza y la fe Su Evangelio.

Iba el bien predicando, el amor y el cielo.

Los enfermos curando; y la paz extendiendo,

con su Sola presencia reviviendo los muertos.

Y había un ciego andrajoso de miserias cubierto,

con los ojos cerrados, los oídos abiertos

que oyó de los milagros del Rabí del desierto.

Se acercó presuroso, se abrió paso a lamentos

e imploro: ¡Haz que vea! Y Ella dijo: Ve luego,

y sus ojos se abrieron, y lloraron y vieron.

¡Cuántos hay que cargados de egoísmo,

ciegos de ambición, de ira, de envidia,

nadamos entre un mar de escepticismo

entre una oscuridad que nos suicida!

Cuántos hay que engolfados en la ciencia,

Page 15: RobeRto bañuelas - René Avilés Fabila · vimos a punto de hacer fracasar el curso con cupo completo de ... Una figura inolvidable en la vida de los todos nosotros. Te mando un

conf

abul

ario

37

Unidos

Estamos separados, pero unidos,

estamos distantes, pero cerca,

y somos para el mundo dos amigos,

más eres mi pasión sincera y cierta.

Traspasa la distancia el pensamiento,

mas en ti se posa como pasa el ave,

y con fuerza virtual el sentimiento

dulce te llama entre los ecos suave.

Mañana que la muerte nos separe,

mi espíritu y el tuyo irán unidos,

como una antorcha que infinita arde

más allá de la muerte y los sentidos.

Día lluvioso

El día amaneció triste. La lluvia escucho…

Imposible salir. Cumplir deberes,

Excepto uno; ¡Qué te quiero mucho!

¿Qué cosa harás tú? ¡El tiempo es largo!

¿Y que cosa haré yo?... pues adorarte.

Tatuarme en la memoria tu retrato.

Y en silencio, mientras llueve recordarte.

Llueve. Todo es gris esta mañana desabrida.

Mas al pensarte, una suave languidez

Se apodera de mi alma estremecida.

Y por la vehemencia que lleva mi querer.

Siento que llega hasta mi tierna amiga

¡y quisiera que no dejara de llover!

La aparición

Cual una aparición hecha de nubes,

tu dulce rostro se asomó sonriente

y se disiparon en tropel mis penas

cuando mis labios acerqué a tu frente.

Llegaste rubia y tu cabello de oro,

caía en tu cuello, inmaculado armiño,

y tu cuerpo grácil, celestial tesoro,

era más blanco que inviolado lirio.

Pasaste cauta tu ligera planta,

me pareció que flotabas luminosa,

eras un ángel con figura humana

o del Olimpo prestigiada diosa

que en un cielo de tul se recortara,

yo quise detenerte mientras pasas,

y corrí jadeante a entregarte el alma

cuando empezaste a desplegar las alas..

Rocco Almanza