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21 21 Colombia COOPERATIVA en las cooperativas y el manejo de libranzas ORIENTACIÓN SOCIAL DEL CRÉDITO ACTUALIDAD Por Tatiana Serna Jaramillo SUBDIRECTORA GREMIAL ASCOOP Luis Heberto Páez ASESOR EMPRESARIAL ASCOOP D esde el origen del coopera- tivismo colombiano hacia 1935, el objeto social de las cooperativas y de entidades afines como los fondos de empleados ha sido el mejoramiento de la calidad de vida de los asociados y su grupo familiar. Y, como elemento clave de ese objetivo, el crédito ha permitido solucionar necesidades vitales de las personas y contrarrestar el agiotismo en los presupuestos familiares. Muchas cooperativas y fondos na- cieron con un vínculo cerrado, la- boral o productivo: cooperativas de empresas, regiones, actividades productivas y otros afines. Esto hizo que se pudiera tener como garantía de los préstamos la autorización expresa del empleado para que le descontaran de su sueldo las sumas debidas, lo que vino a conocerse como libranza, instrumento que no constituye un título valor. El “problema de las libranzas” no es de las libranzas, instrumento valioso para el desarrollo personal y familiar a lo largo de toda su historia; ni de las cooperativas, que por décadas lo manejaron adecuadamente. El problema es el uso indebido de los pagarés de respaldo por actores con ánimo de lucro, al convertirlos en título negociable y objeto de especulación. Así se desarrolló el crédito cooperati- vo hasta que, hacia los años sesenta, almacenes de vestuario y electrodo- mésticos, para impulsar sus ventas y no mermar su capital de trabajo, propiciaron la creación de algunas pseudocooperativas que financiaban esas compras, sin mayores exigencias en el vínculo asociativo y con tasas muy interesantes que les permitían un buen margen, además de contar con la “garantía” del descuento por nómina. El embate del capitalismo “financiero” En los años noventa llegó la globa- lización y el giro de las economías hacia el neoliberalismo: todo en función de las fuerzas del mercado y sus indicadores de eficiencia, sacrificando la orientación social de la economía. Así surge la finan- ciarización 1 de la economía: todos los recursos puestos al servicio del capital financiero, tendencia faci- litada por el Estado con normas e instrumentos que promovieron la expansión de las entidades finan- cieras lucrativas y la potenciación del capital (titularización de activos, factoring, leasing). 1 Término y concepto tomados del artículo de Pierre Salama, “Financiarización excluyente de las economías latinoamericanas”, en el libro Crisis Fiscal y Financiera en América Latina, editores: César Giraldo, Jorge Iván González, Pierre Salama y Oliver Mora. Tercer Mundo editores, Bogotá D. C. 1998. ¡Por ver los árboles… no vemos el bosque! El apetito inversionista por mayores rendimientos generó un auge de los créditos de libranza, con participación de la banca tradicional (ahora interesada en el nicho de ingresos bajos y medios) y nuevos actores

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Colombia COOPERATIVA

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Colombia COOPERATIVA

en las cooperativas y el manejo de libranzasOrientación sOcial del créditO

ActuAlidAd

Por Tatiana Serna JaramilloSubdirectora Gremial aScoop

Luis Heberto Páez aSeSor empreSarial aScoop

D esde el origen del coopera-tivismo colombiano hacia 1935, el objeto social de las

cooperativas y de entidades afines como los fondos de empleados ha sido el mejoramiento de la calidad de vida de los asociados y su grupo familiar. Y, como elemento clave de ese objetivo, el crédito ha permitido solucionar necesidades vitales de las personas y contrarrestar el agiotismo en los presupuestos familiares.

Muchas cooperativas y fondos na-cieron con un vínculo cerrado, la-boral o productivo: cooperativas de empresas, regiones, actividades productivas y otros afines. Esto hizo que se pudiera tener como garantía de los préstamos la autorización expresa del empleado para que le descontaran de su sueldo las sumas debidas, lo que vino a conocerse como libranza, instrumento que no constituye un título valor.

El “problema de las libranzas” no es de las libranzas, instrumento valioso para el desarrollo personal y familiar a lo largo de toda su historia; ni de las cooperativas, que por décadas lo manejaron adecuadamente. El problema es el uso indebido de los pagarés de respaldo por actores con ánimo de lucro, al convertirlos en título negociable y objeto de especulación.

Así se desarrolló el crédito cooperati-vo hasta que, hacia los años sesenta, almacenes de vestuario y electrodo-mésticos, para impulsar sus ventas y no mermar su capital de trabajo, propiciaron la creación de algunas pseudocooperativas que financiaban esas compras, sin mayores exigencias en el vínculo asociativo y con tasas muy interesantes que les permitían un buen margen, además de contar con la “garantía” del descuento por nómina.

El embate del capitalismo “financiero”

En los años noventa llegó la globa-lización y el giro de las economías hacia el neoliberalismo: todo en función de las fuerzas del mercado y sus indicadores de eficiencia, sacrificando la orientación social de la economía. Así surge la finan-ciarización1 de la economía: todos los recursos puestos al servicio del capital financiero, tendencia faci-litada por el Estado con normas e instrumentos que promovieron la expansión de las entidades finan-cieras lucrativas y la potenciación del capital (titularización de activos, factoring, leasing).

1 Término y concepto tomados del artículo de Pierre Salama, “Financiarización excluyente de las economías latinoamericanas”, en el libro Crisis Fiscal y Financiera en América Latina, editores: César Giraldo, Jorge Iván González, Pierre Salama y Oliver Mora. Tercer Mundo editores, Bogotá D. C. 1998.

¡Por ver los árboles… no vemos el bosque!

El apetito inversionista por

mayores rendimientos generó un auge de los créditos de libranza,

con participación de la banca tradicional (ahora interesada en el nicho de ingresos bajos y medios)

y nuevos actores

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consumidores o usuarios y propiciar barreras de entrada en perjuicio de las entidades cooperativas y soli-darias que durante mucho tiempo hicieron bien la tarea.

Adicionalmente, y ante la avalancha de entidades operadoras que se fondeaban con recursos de inver-sionistas vía venta de cartera, la mencionada ley reglamentó por ex-cepción para esos pocos y “nuevos” agentes las operaciones de venta de cartera e incluso las titularizaciones, instrumentos que no usan las coo-perativas y fondos de empleados como mecanismo de fondeo, porque se apalancan en aportes y ahorros de los asociados y recursos propios capitalizados, además de que no los requieren porque el crecimiento de su servicio de préstamos es racional y armónico con las necesidades de los asociados.

En ese ambiente de crecimiento desaforado, la Supersolidaria ex-pidió la Circular Externa 008 de julio 9 de 2014, mediante la cual fijó

2 Basado en el libro de C. K. Prahalad, La oportunidad de negocios en la base de la pirámide, en el cual se recomienda desarrollar productos y servicios para las comunidades más pobres los cuales, por el número de personas, llega a ser interesante.

reglas para la adquisición o venta de cartera de crédito, que buscaba garantizar sobre todo el derecho a la información y transparencia de las partes interesadas, pero no tuvo incidencia en la prevención de esas operaciones de fondeo. En el mismo sentido de la Ley 1527 y ante la magnitud del problema gene-rado, se expidió el Decreto 1348 del 22 de agosto de 2016, por la cual se reglamentó la revelación de informa-ción y la gestión de riesgos en la ven-ta y administración de operaciones de libranza efectuadas al amparo de la ley 1527 de 2012 (resaltado propio para llamar la atención sobre el objeto de la reglamentación).

Los árboles

Los nuevos actores del mercado de libranzas, ajenos a la economía solidaria y exponentes del ánimo de lucro desmedido, crearon un esce-nario de riesgo y especulación en el cual usaron a algunas cooperativas y la figura cooperativa como fachada para alimentar el apetito de acu-mulación y ganancia. Irónicamente esta situación ha sido utilizada de manera tendenciosa para estigma-tizar una vez más la gestión de las cooperativas y los fondos de emplea-dos, gestión que con su orientación social ha servido para mejorar de manera solidaria el nivel de vida de los asociados y sus familias a lo largo de 80 años.

Así que el “problema de las libranzas” no es de las libranzas (instrumento valioso para el desarrollo personal y familiar a lo largo de toda su his-toria), ni de las cooperativas; el pro-blemas es el de unos inversionistas que con ánimo especulativo buscan

opciones sin límite para poner a ren-dir sus recursos sin medir el riesgo.

¡Ver el bosque!

Al mirar bien el bosque se entiende que el problema no se generó en el mecanismo de las libranzas, ni mucho menos en las cooperativas. Se generó en el uso indebido de los pagarés de respaldo, al convertirlos en título negociable y objeto de es-peculación, lo cual no concuerda con la filosofía del crédito cooperativo ni con modelo de empresa cooperativa y solidaria. En estas entidades, por su naturaleza, el crédito responde a solucionar necesidades de las perso-nas (banca ética) y no a generar un endeudamiento de los asociados per se con fines distintos a los del bienes-tar de los mismos asociados ni mucho menos para propiciar rendimientos a grupos de interés cuyo único afán es el lucro.

Esta coyuntura permitirá revalidar las bondades y la eficacia del mo-delo cooperativo apoyado en bue-nas prácticas generadores de valor social. En síntesis, hacer evidente y aplicar la identidad que caracteriza a las verdaderas cooperativas. No en vano, en una historia que supera los ochenta años, las cooperativas a través del servicio de crédito, en gran parte de libranzas, han permi-tido a muchas familias (más de siete millones de colombianos) mejorar sus condiciones de vida de manera equitativa.

La cooperativa me permitió, vía

préstamos que me descontaban de la

nómina, comprar mi casita y pagarle

los estudios a tres hijos. No sentí a qué

horas pagué esos préstamos

Luis Niño, pensionado, asociado de una cooperativa

de un Ministerio

La mentalidad especulativa y el afán de crecimiento sin medida llevaron a que el ánimo capitalista se saliera de madre: crisis financieras recurrentes, burbujas especulativas y pérdidas de capital cada vez mayores de los menos protegidos: los pequeños ahorradores.

En ese entorno especulativo y efi-cientista el capital buscaba sin cesar alternativas para multiplicarse a la vez que grandes empresas empeza-ron a mirar los negocios en la base de la pirámide2 , logrando del Estado mejores condiciones de prestación en ese nicho (ejemplo: creación de una tasa de usura especial para los microcréditos). Y en busca de mayor rentabilidad los inversionistas pro-

piciaron la constitución de entida-des paralelas que les garantizaran retornos de la inversión y mayores rendimientos.

Ley 1527 de 2012, vía libre

El apetito inversionista por mayores rendimientos generó un auge de los créditos de libranza, con participa-ción de la banca tradicional (ahora interesada en el nicho de ingresos bajos y medios) y nuevos actores, algunos de ellos bajo la figura coope-rativa, sin serlo y con una orientación lucrativa ajena al bienestar común propio del cooperativismo.

Los nuevos actores, en el afán de lograr rendimientos mayores para satisfacer a los inversionistas (no a los asociados como en las cooperati-vas), colocaron préstamos con tasas de interés al tope máximo permitido y en un volumen creciente que no podía ser apalancado por recursos propios, lo cual condujo a negocia-ciones permanentes de cartera, tras-ladando de paso el mayor margen a sus inversionistas. Ese crecimiento inusitado llevó al Estado a regla-mentar la operación de libranza, que había sido bien manejada a lo largo de setenta años; pero a juzgar por el saldo de firmas intervenidas o en liquidación, resultó peor el remedio que la presunta enfermedad.

La Ley 1527 fijó parámetros de ope-ración que ya eran practicados con bastante experticia por las cooperati-vas, los fondos de empleados y algu-nos bancos, sin menoscabo alguno para las partes interesadas. Además de institucionalizar unas condiciones ya conocidas y aplicadas en la activi-dad crediticia, se implantó el registro de operadores de libranzas, que buscaba dar mayor información a los

En mi familia todo se compraba con

libranzas en la cooperativa de la

ETB: el mercado, la ropa de diciembre,

los útiles de enero, los electrodomésticos

GLoria Chaves, hija de asociado, asociada a dos cooperativas