Ricoeur. Educac. y Polit. CapIII

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CAPITULO 11I LA HISTORIA COMUN DE LOS HOMBRES La cuestión del sentido de la historia &r hablamos de la vida jndividual, de la vida de cada uno de no- sotros, como de una historia que debe ser narrada. Inclusive intentamos caracterizar la vida como una historia en busca de narrador. J:i.Qy hablare- mos de la..b..ist.ariaG.Q!I1M, la de un Rueblo, de una~ón v:J;ór último, la de la humªnlQ.ad considerada como un único actor de la historia. Pero ~ Zqué significa la.!lalabra historia? ¿y qué es Rensar históricamente? Súbi- tamente nos sentimos sorprendidos por esta anomalía importantedel len- guaje; a saber, que designamos con la misma palabra, his,toria, tanto el.nt.. lata oral O escritQ de los acontecimientos pasados, cuanto eJ.cQoiunto de ~~9S mismos aconte<;lmimt~,-EJl ell2dmeLCa,m, h~ significa historio- grafía. en la medida en que hablamos sobre-todo de la. historia tal como la escriben los historiadores. En el segundo_caso, denominamos bistoria a ) todo aquello que_~ucede o, más exactamente:- a todo aquello que 10sl!.2.!!!.- ~ prQYQ.c-ª-!:l Y todo aquello que padecen V sufren_en virtud de la acción k~e los ~ h~s. Quisiera decir algunas palabras, en primer lugar, so- bre la historia en el sentido debistorioara[ía, a fin de consagrar más tiern- lI,(;poal segundo sentido de. la palabra historia: la bistQ[ja como el conjunto de los acontecimientos que surgen de la acción humana. ¿Qué sucede, entonces, con la historia de los historiadores? 1. la historia de los historiadores Por mi parte, me he interesado por tres niveles de p.IQbkmª~n un pJjlIJer nivel, uno puede preguntarse qué -:;ticiones subsisten en los histo- 59

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CAPITULO 11I

LA HISTORIA COMUN DE LOS HOMBRESLa cuestión del sentido de la historia

&r hablamos de la vida jndividual, de la vida de cada uno de no-sotros, como de una historia que debe ser narrada. Inclusive intentamoscaracterizar la vida como una historia en busca de narrador. J:i.Qy hablare-mos de la..b..ist.ariaG.Q!I1M, la de un Rueblo, de una~ón v:J;ór último,la de la humªnlQ.ad considerada como un único actor de la historia. Pero

~ Zqué significa la.!lalabra historia? ¿y qué es Rensar históricamente? Súbi-tamente nos sentimos sorprendidos por esta anomalía importantedel len-guaje; a saber, que designamos con la misma palabra, his,toria, tanto el.nt..lata oral O escritQ de los acontecimientos pasados, cuanto eJ.cQoiunto de~~9S mismos aconte<;lmimt~,-EJl ell2dmeLCa,m, h~ significa historio-grafía. en la medida en que hablamos sobre-todo de la. historia tal comola escriben los historiadores. En el segundo_caso, denominamos bistoria a

) todo aquello que_~ucede o, más exactamente:- a todo aquello que 10sl!.2.!!!.-~ prQYQ.c-ª-!:lY todo aquello que padecen V sufren_en virtud de la acción

k~e los ~ h~s. Quisiera decir algunas palabras, en primer lugar, so-bre la historia en el sentido debistorioara[ía, a fin de consagrar más tiern-

lI,(;poal segundo sentido de. la palabra historia: la bistQ[ja como el conjuntode los acontecimientos que surgen de la acción humana.

¿Qué sucede, entonces, con la historia de los historiadores?

1. la historia de los historiadores

Por mi parte, me he interesado por tres niveles de p.IQbkmª~n unpJjlIJer nivel, uno puede preguntarse qué -:;ticiones subsisten en los histo-

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riadores modernos entre la historia tal como ellos ~crit:ién y las histo-rias que se cuentan en los cuentos, las epopeyas, los dramas, las novelas,cte. A primera vista, la historia de los historiadores no mantiene una re-Iaciónestrecha con las historias que se narran. La historia pretende ser unadisciplina científica y crítica basada sobre testimonios, documentos, ar-chivos; y, sin embargo, uno podría preguntarse si la historia seguiría dife-renciándose de las otras ciencias humanas si careciera de toda relación,por más indirecta y lejana que sea, con la competencia para narrar y paraseguir una historia, competencia que se ve en acción en los dos mil gruposétnicos y culturales registrados en todo el mundo. En efecto, parece queIn aptitud para comprender lo que es una historia constituye, en el sentidode Wittgenstein, un "juego de lenguaje" totalmente distinto y perfecta-mente delimitado. Aristóteles fue el primero en elaborar la teoría sobre eltorna en su Poética. Llama fábula o intriga (en griego muthos) a un conjun-to de incidentes sucesivos que forman un todo a la vez uno y completo.Yo he conservado el término intriga para designar la unidad de una historia narrada. Entre todos los rasgos distintivos de la intriga se puede retener,por una parte, su carácter inteligible y, por la otra, su carácter temporal.Lo que comprendemos, en efecto, en una historia es, en primer lugar, quereúne, que "unifica" factores tan heterogéneos como las circunstanciasexternas, las intenciones, las interacciones, los medios, las casualidades, losresultados no deseados. En este sentido, la inteligencia narrativa consisteen hacer una s fntesis con todos estos factores heterogéneos que se puedenresumir, con el historiador francés Paul Veyne, como un conjunto de cau-sas, casualidades e intenciones. No obstante, el aspecto temporal de la in-triga no es menos interesante. Una intriga, en efecto, logra extraer unaconfiguración de una sucesión. Con ello quiero decir que una mera suce-

. sión de incidentes, acontecimientos, episodios, no conforman una intrigasi no hay un acto coufiqurante que; transforma esta simple sucesión en untodo temporal que denomino aquí una configuración narrativa. Una con-

. secuencia epistemológica importante de esta estructura de la intriga esque siempre resulta posible. componer intrigas diferentes con los mismosacontecimientos o, antes bien, ya no son los mismos acontecimientos enla medida en que el acontecimiento mismo se .convierte en una variablede la intriga, ya sea porque inaugura una historia o porque determina sucurso, convierte la buena fortuna en desgracia o, por último, porque p,:mefin a la historia. En este sentido, acontecimiento e intriga son nociones

- . correlativas.Un segundo nivel dé problemas puede retener nuestra atención sin

que abandonemos todavía la historia de los historiadores. Uno puede pre-

quntarse qué diferencias aporta el espintu científico de investigación,de pruebas documentadas, entre la historia-ciencia y las historias que senarran. La pregunta gira alrededor de la lógica de la prueba en las cien-cias históricas. No me detendré mucho en esto pues deseo extendermemás sobre el segundo sentido de la palabra historia, la historia que hace-mos y padecemos en tanto agentes responsables. No obstante, es impor-tante destacar desde ahora que la historia más científica no se eleva ja-más a! nivel de la racionalidad demostrativa que se encuentra preferen·ternente en las ciencias de la naturaleza. ·Inclusive si se habla de leyes dela historia, ello no vale sino para disciplinas bien delimitadas como la de-mografía, la historia económica, etc. La historia de un pueblo, de una na-ción, integra esas Ieves en una comprensión narrativa cuya característi-ca más notable es que siempre se aplican a un curso único de aconteci-mientes. Esto no significa que la historia permanece siempre como unahistoria de batallas, tratados, etc. Inclusive la transformación de un sis-tema de producción efl otro no se produce sino de una forma única enuna comunidad jíeterrninada, y este curso único es lo que la constituyeen un objeto histórico y no económico, sociológico, etc. Inclusive si sehace actuar a ciertas leyes en el curso de la investigación serán, de algu-na manera, interpoladas en una explicación que no deja de ser, como losugirió Max Weber y luego Raymond Aran, una imputación causal sin-gular. En este sentido, la historia-ciencia pertenece a Ila misma razón ló-gica y epistemológica que las disciplinas que apelan ~ la argumentación,como la jurisprudencia y las otras ciencias jurídicas. !No diré más nadasobre esta pertenencia de la historia a la lógIca arqurnentativa antes que ala demostrativa. ' _. ; ¡

Me detendré un poco más en el tercer problema, que también esde la incumbencia de la epistemología de, la historioqrafía, pero que nospuede servir de transición hacia el tema principal de nuestra meditación.Uno puede preguntarse sobre qué trata la historia e~ última instancia.¿Puede acaso reducirse la acción colectiva atribu ida ¡ a un pueblo, unanación, una clase, un Estado, a una multitud de acciones individuales?Me parece muy poco plausible. No es exclusivamehte porque olvida-mos el detalle de las interacciones y resumamos una ¡mUltitud de accio-nes subordinadas en nociones tales como "hacer la I guerra", "hacer lapaz", etc., que podremos pretender reducir la acción histórica a la de losindividuos que componen las comunidades analiz.adas! Pero eso tampoco.significa, en sentido inverso, que todas las abstracciones construidas por.los historiadores tales como "feudalismo", "renacimiento", etc., desiU·nen realidades. Antes bien, yo pensaría que, para toda investiqación da-

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da, hay en la historia una entidad última irreductible. Sin seguirnecesa·riamente al romanticismo alemán y la filosofía hegeliana de la historia,se puede pensar que los pueblos, las nac~s,4-as clases son entidades duoraderas, sujetas a transformaciones continuas, que aseguran la unidad delobjeto histórico. Lo que distingue a estas entidades durables es que requie-ren de los individuos una pertenencia participativa, que pueden conocero ignorar, negar o reconocer. reinvindicar o disimular. Parece que la no-ción de pertenencia particip1tiva conserva a la ve: el carácter irreductiblede las entidades históricas últimas (siempre con relación a un cierto nivelde investigac.ón histórica) ~ la relación con los individuos. En este sentí-do, la comunidad y el indi~iduo constituyen los dos polos irreductiblesel uno al otro del Ienómeno' histórico. Esto lo aprendimos de los griegos.Herodoto y Tucídides elaboran la historia de la Ciudad: pero no hay Ciu-dad sin ciudadanos, es decir! sin individuos responsables por el destino desu Ciudad. '

No diré nada más sobre el primer grupo de problemas, los que con-ciernen a la epistemología de la historiografía, a fin de consagrar lo esen-cial de mis comentarios al segundo grupo de problemas: el que conciernea la historia corno la totalidad de los acontecimientos, el conjunto de aque-/lo que sucede a :Ios hombres en virtud de la acción humana. Hay una cier-ta continu idad er;'tre este problema y aquel al cual nos referimos antes: enefecto, desde que nos preguntamos de qué manera pertenecemos a la his-toria. nos vemos :"evados aplantear la cuestión de saber qué es un ser his-tórico. Ese es el problema que debe ocupamos ahora.

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11. La historia que hacemos

En lo que a mí respecta, veo tres problemas que responden en elnlano Ont01ógkQ. a los tres problemas que acabamos de discutir en elplano,epistemQlqgi<;.p".

El primer problema: lqué hay del tiempo histórico? Dicho de otromodo: len qué condiciones pensamos eltíempo de la historia, que 119 esni el ~i~p,o. i~e!lº-!'....Su.!?ietivo, personal, privado (o como se lo quiera,llamar), ni el J.:i~po tisi.cn..y, más exactamente, astronómico. Me pareceque lo que caracteriza al tiempo histórico es precisamente su posición J.IJ;.!er[T).e<;fia.entre esas dos perspectivas sobre el tiempo: la perspectiva subje-tiva y la perspectiva objetivo-científica. Perm Itanrne señalar antes quemda la dlterencia. entre estas dos perspectivas. Se puede caracterizar, demanera muy general, al tiempo interior como un tiempo que implica unpresente y, en consecuéñC1a, una dirección pasada y una dirección futu-ra. Por contraposición, el tiem!!!! físico es un tiempo sin pr~s~n..te-Y.iyJio;es una pura sucesión de instantes cualesquiera, cada u-;;-;-de los cuales tie-ne el mismo derecho de llamarse ahora;'hoy:"Ahor¡¡ bien, estas dos pers-pectivas sobre ~I tiempo no han cesado de distanciarse la una de la otra enla historia de-nuestro tiempo. Por una parte, !aJ~n2'!1_énolog(a no ha de-jada de profundizar el se~tid.q_d~1 tiempo in@Q.!' a partir de la primeradescripción que hiciera de él_SanAgl,l_stj~.en_el, libro XI, de las ConfesioSp'1nes. s.ªn...8gL!~tíD es el primero que hizo del presente la'~}(pe~ien~ia fund~~-mental del tiempo: 'tarnbién es el primero en haber descubierto en el in-terior del presente una.dialéctlca, que constituye su aspecto misterioso.Es así ~omo habla de un triple presente: el.p~s.~nte-º~'!~~9P=~ue es la.rT)er:nO[la, el 'p'r:e_sente_.d.eL.t.utur.Q~que es laexQes:!a_tiva, el.presente_de'-¡>r.es~rlte.,.Jlue es la _atención. Esa d¡scorda~ja interna del presente enqen-dra lo que él llama I¡¡ "distensión del alma" tdistentio animi). Sin ernbar-go, ~g~~tí(l fracasó en un punto ,ese';C¡;r~-~ saber, la .d.e!J~a.c.!9n delUffit-120 <;:ósmico de ese tiempo distendido del alma. Creyó que el tiempo delmundo no era sino una .PJRY,~.~si_~n,una .extrapolación, de ese tiempo del

]ilma: aícho de otro modo, que la extensión del tiempo universal deriva- .ba de la distensjó~ riel tiempo del alma. Aristóteles lo habla refutado an-A~,:ticipadamente sobre este tema al defin¡;e¡-=-ti~IDP_Q. como un aspecto delmovimiento. Con ello quiere decir que hay tiempo en la medida en que al-guna cosa cambia en la naturaleza, si bien siempre hará falta un alma pa-ra distinguir los dos instantes, ordenar los intervalos y contarlos (de ahfsu definición del tiempo como la cantidad del movimiento según el antesy el después). Se podría demostrar -pero no lo haré aquí- que lajeno:rn.enRLClg(íl moderna, la dEL.tlm~,~rLY la de Heidegg!:r, Do••ha hecho sino !!.~

Empezaré por afirmar que la famoso cuestión del sentido de la his-torie !J.O. sereduce necesariamente a una discusión sob~~-i; ~;;Ón en lahistoria en el sentido de Hegel. Sin duela fue He,gel quien nos hizo pres-

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tar at:nción a.lal ~nid¡!~Lde la historia univcrs~I, unidad que permite ea-ractenzar la hlst~na como una singularidad ..colectiva. Hay una sola his-toria de los hOTT)bres que engloba todas las historias de todos los pue-blos. A pesar de :ello, Zpodernos hablar directamente de esta unidad en-globante sin construir de manera artificial un equivalente secularizadode 1;] idea religios<J y tcolóqica de Providencia? Considero que el Iilóso-

~ debe preocuparse más que nada por los supuestos que están disimu-lados en la prcqunta misma y sobre los cuales se pasa por alto con sumarapidez si se discu~e prccozrnente la respuesta misma.

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. fené di . I I . I idcalendario es un enomeno extraor manarnente comp ejo en e senn ode que logra construir un ~cer tiempo ent~e el tiempo psicológico y eltiempo cósmico. De un lado, por intermediolde la.astronomía, está enrai-zado en el tiempo astral. De otro.lado. por su referencia a acontecimientosfyndªººms que le dan un eje de referem:ia,¡ está Jiga.qQ a los comporta-mientos humanos, cuya relevancia asegura. El calendario aparece, enton-ces, a la vez como una uill.de datos para todos los ª-fQ!ltecimlentQs posi-bles, un repertorio de denominaciones (d ía! mes, año, etc.) ,y como unacontecimiento cero a partir del cual se lo puede recorrer en ambos senti-dos, sea para remontarlo, sea para descender. Quisiera detenerme sobre elfenómeno de la datación. Efectivamente, asignar una fecha a un eventosignifica tanto considerar ese evento como relacionado con nuestro presen-te por medio de la memoria individual y colectiva, cuanto, por otra parte,situarlo e.l la lista de todas las fechas posibles con respecto al eventofundador que define el tiempo cero. Es así como una fecha hace coincidirel tiempo referido al presente y el tiempo sin presente de la ciencia astro-nómica. Insisto que una fecha en tanto tal no designa ni el ayer, ni el hoy,ni el mañana. Pero todo acontecirniento es susceptible de recibir una fechaen relación con el calendario. De modo que el acontecimiento históricotiene una doble pertenencia o, si lo prefieren, una doble fidelidad: altiempo de la memoria humana y al tiempo astronómico. La fecha opera lasíntesis de esos dos aspectos del acontecimiento histórico.

b) Les propongo considerar algunas otras conexiones que garanti-zan la lI1Jmi¡;ió.11 entre el tiempo del mundo y el tiempo del .aJ..m.a..Quisie-ra nombrar otra conexión entre el tiempo vivido y el tiempo del mundoque da su amplitud al tiempo histórico, sin quebrar su lazo con la expe-riencia viva de los hombres que actúan y sufren; deseo referirrné a la no-ción de .r¿antinuidEd rk.l!!.~:lE.l}~!~fiºI}~~~Se trata, un~ vez más, de unconcepto mixto: por un lado está poderosamente enraizado en el fenó-meno biológico del nacimiento, el crecimiento y la muerte. Se denomina~rí!ción a la .media.Q~ treinta. ªi1º~que representa e~tad ísticamente eltiempo de reproducción de la especie humana. Este reemplazo incesantede los vivos y los' muertos hace que la IIegada.y I~ partida de los humanosconstituya un intercambio p.cff!1anente. De ello resulta que, en un momen-to dado, una ~de edades otorga determinado ~ la comunidadhumana en la cual varias .gener.akÍQ@, tres, cuatro, a veces, ~n conterTl-poráneas unas de otras. Pero por otro lado, la noción de gen~ac¡p_n tieneun significado cultural. Se habla de la misma generación para de51!¡nar aaquellos que recibieron las mísmas influencias, vivieron las mismas ~-

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J~S, compartieron las mismas ej~J:.2.illª~. Aparte de esto, el rejuvene-,I

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11' olundizar el descubrimiento de_AgustLn... acerca del triple presente y ladlstcnsión del alma. Nos ayudan a comprender mejor el tiemflO-__~.Ij\lLlio(.()ITlO • una especie de ..spncorQ!lJ}~i.~ discordante. Sin -SLUb'!J:go, los pro-qrv~OS que han generado en la fenomenología del tiempo se pagan a unprecio cada vez más elevado. La Qill'adQja consiste, en efecto, en quetoda sofisticación de la fenomenología tiene como contrapartida una di-ucuttad creciente para dar cuenta de los aspectos yniversales del tiempo.obre la ~de la experiencia privada de la concordancia discordantedcl alma ·humana. Y, efectivamente, por ,gtra parte, el tiempo del cualhablan los especialistas en geología cuando narran la historia de la tie-I! J, en física cuando desarrollan los teoremas de la termodinámica, enmi rof ísica cuando abordan la teoría de los quanta, en astronomía cuan-Ju discuten la expansión del universo, etc., ese tiempo, lIámeselo tiempoI(sico. tiempo cósmico o tiempo universal, se aleja cada vez más del .tíernaovlyido: su amplitud, su estructura, sus paradojas propias, que conciernen a1.1 medida, la dirección, la continuidad, se alejan cada vez más de lo que aca-humos de llamar tiempo del alma. Se llega así a la siquiente paradoia: com-j)drado con el ~o estelar( que se mide en años-luz, el liemQQ..Qe unazi-d,l no sólo parece increfblcrnentebreve, sino, sobre todo, insignificante. Es~~; paradoja porque, por otra parte, es este segmento más insignificantedel tiempo el que constituye la fuente y el ámbito de toda cuestión sobreel sentido. Les ruego me perdonen por haber dedicado quizá demasiadotiempo c. comparar y oponer estas dos perspectivas sobre el tiempo. Sincmbarqo. si creí que era mi deber consagrar tanta atención a este enlqrna,es para hacer resaltar con mayor claridad el carácter ~ del tiempohistórico. Se comprende mejor su función original si se descubre su ~-,--e-nlíe las dos formas de .1f.mporalidad que acabo de mencionar. Cons-tituye en relación con ellos un "entre dos", mejor aún, una mezcla. Fun-iona corno transición y mediación entre el tiempo del~y el tiempo

del mundo.--¿En qué sentido? Puedo intentar demostrar ahora, de una manera

absolutamente concreta, cómc los historiadores ubican el tiempo de lospueblos de las naciones, de las clases sociales, en síntesis, aquello que he-mos llamado las entidades históricas únicas, en la intersección de la pers-pectiva subjetiva y la perspectiva cósmica. El. tiemp-º histórico descansa,n efecto, sobre la ubicación y la puesta en marcha de dispositivos, pro-

cedirnientos, instrumento; del pensamiento, cuya función consiste en ti-rar.ua.nuente cor.encima del abismo que separa al tiempo del ~tícmno del mundo.

a~ Daré un primer ejemplo: el caso del,fi!/endario. En efecto, el

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Cimiento y el ~n_'{ej_eci~i_erLtº_de la sociedad, al eql¡jliliIilrSe, dan lugar aotro intercambio y a otro eq~.ilibrio_ entre el esp.ír.Ct~_de conservación yel e_spJr:üu de renovación sin eT cuaTno habría ni tradición ni renovaciónen la sociedad. Este fenómeno de la continuidad de las generaciones pro-porciona un apoyo a la.J:J:!§nlorig colectiva merced él la coexistencia en el ( Imismo momento de muchas generacionens(~; constituye lo que un 50- SJ,(v'1- 2:ciólogo ha denominado el triple reinado de 10s..conte~iJº!ál1e.ºs,_los prc-.decesores y los sucesores, a medio, camino entre IJ bíOiOgía y la socio-logía. - --

--- el Quisiera insistir sobre una última conexion entre nuestras dosperspectivas sobre el tiempo: se trata del .tenómeno. de la.J]J,LfljJLque es-tá en la base de nuestros documentos y archivos. Un gran historiador hadefinido la historia como uria ciencia por huellas. Inclusive, si se puedeacotar que la historia descansa sobre el testimonio de los contemporá-neos, sigue siendo necesario 6ue esos mismos testigos dejen una huella enun documento. Toda la.crítica histórica se basa sobre layeracidad de esostesJjmonios él través de la confrontación y la crítica documentaria. No obs-tante, este aspecto epistemol6gico del problema no debe disimular el pro-blema filosófico: en efecto,l¿qué testimonian los documentos sino-ª.LgQque !i.\lcedió pero que f:!.Qy ya ha pasado, es decir, que finalmente ha sidoabolido? De manera que debe haber algo en la noción de buella Que per-mite r,?lacionar el..R..aiiiQ.Qque yJ no es con el presente que es lo único queexiste. Ahora bien, una.Quella_también es un fenómeno mixto. De un la-do, es una impronta dejada- p-or el paso de un ¿er vivo .• un vestigio dejadoen el lugar por donde pasó, una m?rca: dejada por una cosa. Háblese deimpronta, de vestigio o de marca, I¡huella tiene un aspecto material so.metido a los azares de la conservación o la destrucción. Una huella uuedeºg!.r:9I~o destru'irs.~ Pero, del ¡¿trQ las!o, la huella tiene algo de inÍDatt-ríill: remite a un~que tuvo' lugar en el)~.3.sado. Es menester seguirla,remo~t~rla, inter?retar signos. Po~ lo tanto, I':.,hue!la i!,eL.tenei;!La dos mo-dos lóqicos: I!S ul') .efecto que remite a una causa y es un signo que remitea un sentido. En ;razón de ello, yo h ablaría de efecto-signo. De ese modo,la huella ~a :dos regímenes de pensamiento. En tanto JJl.i1LC9,se rela-ciona con la noción de fecha, pero en tanto ~ inmate¡¡~i 'remite al~~~~ uf?1 cual es solamente el '.'estigiO:C;¡resto. Es en este scn-tido que se pue?e decir de. la ~LqUC conserva el pasudSl en el prc-jente. ¡

¡,

Este últim6 comentario me conduce a la segunda gran proble-mática acerca delrJiflllBg.histÓrico: ese tiempo, queno_~(:_r~dJ-1ce ~li al re-

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<;.LLruI.9 ni a la e.xpgctativa individua!, ni a la simple ~u~esión de instantesdel tiempo universal, ¿tiene acaso una _e...s!pcturapropts que expresa a lavez la dimensión más que humana del cosmos y la calidad humana, dema-siado humana, de la experiencia vivida? Aquí es donde la tentación hege-Uao.ªJesulta más poderosa que cualquiera. ¿No fue HegQ~ ~uien. nos .ense-ñó a hablar de la historia como historia universal, como urnca historia delgénero humano? ¿Acaso no debemos conservar para el espírit~, a cual-quier precio, esta idea de una historia única so pena de convertir a la hu-manidad en una colección de razas? ¿No tiene acaso un significado po-Iítico de alto precio el hecho de mantener la idea de una historia hoy con-vertida en planetaria? ¿Pero cómo pensar esta unidad de la historia hu-mana sin recaer en el espíritu de sistema, insoportable hoy, del hegelia-nismo? Me parece que aquí hay que regresar a la sobriedad kantiana yconservar el estatuto de idea:.!i.'1!.i1El para esta noción de una historiaúnica,' y substituir el_siJ_ter.;;-por la búsqueda de una ,mediaclóJJ, abierta,inacabada~¡mj:i'er,fecta, ElD..H.e, por un lado, la e~p~J¿~ativa de un futuro_com¿n y, por p.1 otro, la [J!cepci9(1_de_lJfJ.J1_as.a_r!{!_tr<Insf!l.f(~doy, ~ntreambos, la 'yivencl~ de un ~ent~ cql1s,tjJ~~,iyo. ~e la contr:mp0ra..neldad.En cierto sentido, reencontramos las tres dimensiones del tiempo .enome-nológico de...sao_8g!-1stín: Iumera, la ~Ql:i.a y la a~n. Pero ahoraaplicamos "esas tres dimensiones en el propio nivel de la historia, tal comoquedó definido en la discusión anterior. Queremos hablar de un futurohistórico, de un pasado histórico, de un presente histórico. Se nos plan-tea la cuestión de saber .CÓmQ.podemos conservar el .carácter histÓrico yno ya privado, subjetivo, personal, de esas tres dimensiones. lQ.y~~·gorías son las más apropiadas aquí?. a) Me parece que no hay que 9..9Il}EllE-ªr por la relación con el pasa-do histórico. sino por la orientación de-ñuestras expectativas colectiyascon respecto al futuro. En este sentido, yo seguida al pensador alemán,Koselleck que ~ desde un comienzo de laJ_~I,(lcj~1! entre lo que "a-~,;,;-;;~. h~'rizonte de expectativa y un espacio de experiencia. Si habla de~ dEl experiencia, para caracterizar lo opuesto del horizonte de ex-pectativa, es porque la. experiencia constituye el tesoro acumulado ~e lahistoria pasada. En este sentido la.OJ.e,t,á!~I.'!del ~acio expresa el ~de espaciamiento y, al mismo tiempo, de integración de esta experienciaacumulada. En cuanto a la noción de expectativas, cubre a la vez la espe-ranza. el anhelo, el temor, el cálculo, la CUriosidad: designa ell!ª~ QIf·.i.ell1e_del.ll.t1YLQ bajo todas sus formas. La noción de:bgrizonte.resulta asítotalmente iustificada para designar el_despliegue de nuestras expectativaspor oposiciÓn a la.reunión de nuestra experiencia. Por otra parte, el hori-

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zonte es ~~~1I0 que 3~IT)Rr:.ELPuede_s~perado mientras que la expe-rThncía adquirida-es limitada. Repito aqu (elaxioma-de-RoseHeck :-·"EI-espacio 'de exe.eriencia no basta jamás para determinar un horizonte de -e_xpe~tativá-:-Co~si;o'nae a la estructura temporal- de--Ia experienciahis-tórica er't1echo de no poder ser reunida sin que actúe el efecto retroacti-vo de" nuestras expectativas sobre dicha experiencia". Esta relación en-tre horizonte de expectativa y espacio de experiencia es tan fundamentalque muchos de los cambios en nuestra relación con la historia misma sepueden explicar por las variaciones que se operan en ella.

Fue esencialmente en la época de la Ilustración cuando aparecie-ron tres temas que imprimieron un giro moderno a esta relación entre ho-rizonte de expectativa y espacio de experiencia. En primer lugar, la con,vicción de estar viviendo en tiempos nuevos, sin precedentes (así, enalernán tiempos modernos se dice Neuzeit, es decir, tiempos nuevos).Segundo tema: vivimos en una época de aceleración del cambio en direc-ción hacia lo mejor. Esta segunda convicción está en el origen de nuestrasideas de atraso, de supervivencia, de reacción, por oposición a ese acorta-miento de la expectativa que caracterizaba a la edad moderna. Pero el-ter-cer tema, el más interesante y el más inquietante, es el siguiente: los pen-sadores de la Ilustración fueron los primeros en hablar de la historia comoaquello que está hecho por los hombres. Este tema permitió destacar la1r~sponsa?ilidad .de los hombres con respec,to a la historia pero, al mismotiempo, introdujo una especie de prornetetsrno. de arrogancia, de preten-sión loca, de hybris, como si el hombre sé convirtiera en amo de losacontecimientos y de su sentido. En la actualidad padecemos la des-composición de esas tres convicciones: novedad de los tiempos moder-nos, aceleración del cambio hacia lo mejor, maleabilidad de la historia. Fueas: como perdimos de vista concepciones más antiguas, como aquella dela historia maestra de vida (historia magistra vitae). según !a cual la histo-ria es una colección de ejemplos sin lazos particulares con las ideas de no-vedad y de progreso. Aún más olvidada está la concepción ascatológica dela historia que abre el camino a un desciframiento de las similitudes entrelas grandes figuras históricas o de los momentos más decisivos de la histo-ria en relación con el fin último de la historia, el Juicio Final y el estable-cimiento del Reino de Dios. La substitución de todas las concepciones an-teriores de la historia parla idea de progreso fue tan completa que la dudaque hov nos asalta contra el progreso nos deja totalmente desprotegidos ysin posibilidad de reemplazo. La misma creencia en e! progreso está en elorigen de su propia descomposición: en efecto, cuanto más creemos enla novedad de los tiempos en los cuales vivimos, más retrocsde y más insig-

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nificante resulta el espacio de experiencia disponible. El hombre modernocree que avanza en el vacío, Si la creencia en el progreso se debilita, elvacío abierto detrás de ella por la creencia en el progreso se convierte enel ámbito de nuestra fascinación. La conciencia de crisis que. nos asaltaen la actualidad puede explicarse arrriisrr;o-tie';;p~-p~-;-e¡diStan"'cíamientoaerñOrrzoñ-tEr mismciypor el retroceso del espacio de experiencia. -Estácrisis- nos' lIéÍla- a reflexionar sobre las modal idades nuevas que puedeadoptar la relación entre el horizonte de expectativas y el espacio de ex-periencia. E;s así como nos .vernos impulsados a reflexionar una vez mássobre _la relación-- enú~hace¡- la historia en el futuro y ser afectados por lahistoria i¡añSiñ/iiday-"eclbi¿¡a~ No-hay más sentid-o histórico desde que latensión entre el ho;izonte_ d~ ~:>(pe~~.9livaSjl_ esp-aéi;:;d;-~;;-p~r¡~~Cia'qu;~da abolida, negada, disimulada o rechazada,

b)~liOrablen, ~é .g~.iere_dew se¡-afectado por la historia? A finde tornarlo comprensible, quisiera insistir sobre el error tan corriente se-g6n-el-cual-el-pasado está detrás de nosotros como algo terminado, ce-rrado, de-termi~~do; _olVidamos que siempre está abierto a nuevas i,f!.i:~e.re-taciones, y que, en ese sentido, el pasado, al menos el sentido de] pasado,siempre está inacabado y en proceso de interpretación. La tarea de iií- in-terpretaci6~·c·;~siste en liberar las potencialidades abortadas, impedidas,-'ae-neého.;;-s·i~;d~s, contenidas en el pasado. Enconsecuencia. la idea deque somos afectados por la historia no debe tornarse en un ·sentido pasivo.El pasado debe recibirse de manera activa y se lo debe reinterpretar contr--nuarnerite. Ya han cornprendidc.ustedes que e-sta actitud rige 8rsentidó....; _o,

que otorgamos a la ideade ·:t!..adicl6n.No hay nada más peligroso que laCOJ1.c~RG~ó!1_ge la _tradición coñ-iClLfrí'depósito muerto: tradición significatransmisión, es decir, mediación activa que atraviesa la distancia temporalque nos"sepiira-dei pasador Esta aistañci~ temporal no es un vacío; está re-corrida por todas las "interpretaciones que nos convierten en contempo-ráneos del pasado mismo. Adopto aquí en su totalidad la concepción delfilósofo alemán Gadamer _acerca de lo que él llama la historia efectual (Wir-kungsgeschichte). Si no hacemos la historia, tampoco somos hechos porella. Somos responsables por un pasado recibido, pero baje la corrtiiciónde una transmisión siempre generadora de sentidos nuevos. Señalo aqu íal pasar queel problema que plantea la historia es muy semejante al de !ainterpretación de un texto .. Este paréntesis no nos resulta tan sorpren-dente en la medida en que ei pasado nos llega en gran parte a través de •los textos. En ambos casos la situación es la misma: no hay transmisió~ 1.~sin recepción activa y transformadora. -

Este punto ha sido señalado de manera particular por la teoría lite- J

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Page 7: Ricoeur. Educac. y Polit. CapIII

1 lIío de la escuela de Constanza (W. lser, H. R. Jauss, Pour une Esthéti-1/1/1 de la Réception). Ya sea que se trate del pasado histórico o de textos1I Ibidos del pasado, en ambos casos nos vemos interpelados por un pasa-do transmitido-recibido. La tradición se presenta, entonces, como unaIr In misión mediatizadora que no cesa de apelar a una interpretaciónI 1( adora y responsable. . .-

Este breve meditación sobre la idea de tradición nos remite dialécti-l' irn nte a la noción correlativa de horizonte de expectativa. Es siempre en11I ión con las esperanzas acerca del futuro que somos capaces de vivifi-e 11 I pasado recibido y de hacer de la tradición la transmisión mediatiza-dora que mencionábamos antes. Comprender, como dice también Gada-IlH r. es intentar la fusión de dos horizontes: el que proyectamos nosotros111 tanto seres de deseos, de temores y de esperanzas y el que despliega unII·)(tO, una obra, un monumento recibido del pasado. Al proyectar en el111 turo un nuevo horizonte histórico experimentamos, en la tensión con elhorizonte del presente, la' eficacia del pasado, del cual la tradición es elVI t r.

c) Aquí doy fin a esta meditación sobre el sentido de la historia. Pa-I I concluir, habría que unir las dos mitades del élhálisis. Habría que juntar,

, por ejemplo, nuestra meditación sobre la idea de huella y la que trataba so-IIn lo idea de tradición. Toda la eficiencia del pasado está contenida en sus"¡I( 11S, sus vestigios; sus marcas; pero sus huellas permanecen mudas ymu rtas si no somos capaces de tratarías como tradiciones, es decir, unaVI'l más, como formas de transmisiones mediatizadoras gracias a las cua-I1 I pasado se dedica otra vez a vivificar 'el presente. Segunda conclu-

n: la noción de eficiencia del pasado ilumina una paradoja que despis-rn. a saber, que el pasado, al haber desaparecido, escapa a toda captación

.y, In embargo, en tanto conservado en sus huellas, nos obliga a corregir1" sar las construcciones que elaboramos sobre él a fin de obtener una

1 roximación cada vez más cercana a lo que efectivamente sucedió. Dichod otro modo, el pasado, si bien está ausente de nuestra experiencia pre-'Ie nte, es aquello que motiva al historiador a hacer que sus construccio-nI se asemejen a reconstrucciones. En efecto, es porque nos vemos afee-l dos por el pasado que, al mismo tiempo, estamos en deuda con él; y

.1 ta deuda nos convierte en insolventes.Ultima conclusión: el presente histórico es mucho más que un punto

In 01 tiempo universal. Constituye una verdadera transición, mejor aún,IIn transacción entre el futuro y el pasado. El presente vivo es quien rnan-ti ne la dialéctica entre el horizonte de expectativa y el espacio 'dé expe-rl ncia. Es menester, además, que el presente sea vivo, es decir, que esté

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animado por la convicción de que somos seres de iniciativa, que podemoscambiar algo en el orden del mundo, que podemos asumir la iniciativa yla responsabilidad de los acontecimientos nuevos. En ese sentido, el pre-sente siempre es lo intempestivo del cual hablaba Nietzsche en la SegundaConsideración Intempestiva. Se desprende del peso de la historia (monu-mental, anticuaria). Nos invita a no limitarnos a conservar el pasado, nisiquiera a venerarlo. Nietzsche llegaba hasta la paradoja: "todo pasado me-rece la condenación". Y además "es en razón de aquello que tiene el pre-sente de más grande y de más hermoso que tenéis derecho de juzgar el pa-sado". Y además "solamente la grandeza de hoy reconoce la de antes".Lo que se debe retener de estas bravatas es la idea de que únicamente lafuerza del presente nutre el hálito de la esperanza y el coraje de la reinter-pretación del pasado transmitido. Inclusive esas mismas bravatas no debenocultarnos la indigencia del puro pensamiento de un presente sin horizon-te y sin raíces, así como tampoco la crisis del presente cuando el hori-zonte de expectativas desaparece. __

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