Ricky el orejón

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Ricardo Bugueño

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RICKY EL OREJÓN Ricardo Antonio Bugueño Araya.

01Don Ricardo era parte del paisaje, era parte del barrio como podía serlo el kiosco de la esquina o el viejo álamo de la plaza. Todos lo llamaban “Ricky El orejón” y solía aconsejar a los niños del barrio que obedecieran a sus padres y fueran responsables, luego se daba el tiempo y les contaba la siguiente historia:

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02Un día de verano el pequeño Ricardito de solo tres años de edad, sofocado por el ardiente sol que lo agobiaba, abrió la llave del agua ubicada en el medio del patio de la casa y se puso debajo del refres-cante chorro. Lo malo de todo esto fue que el travieso niño no se sacó la ropa para bañarse. Era tanta su felicidad de jugar con agua que reía, reía y reía todo empapado.

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03Su mamá, al escuchar las risotadas de su hijo, salió rápidamente al patio y parándose en frente de él le dijo con cierto enojo: –Eres un niño rebelde, te acabo de cambiar ropa y otra vez estás empapado con agua. Ya son tres veces en el día que te he cambiado de ropa. –Mamita, mamita, tengo mucho calor, me gusta jugar con agüita- exclamó inocentemente el niño. Su mamá con una mano lo agarró de una oreja y se lo llevó a su dormitorio como castigo.

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04Aburrido de mantenerse dentro de la casa, Ricardito entró a la co-cina y aprovechando que su madre no se encontraba ahí, sacó una fuente con comida que ella había preparado para almorzar. Ricardi-to planeaba dársela a su perrito regalón, como tantas veces lo ha-bía hecho, pero esta vez su plan fracasó porque su mamá lo pilló con las manos en la masa y le dijo enojada:–¡Niño desobediente! ¿Qué estás haciendo ahora?–Mamita, le llevo comida al perrito porque tiene hambre.Su madre nuevamente lo agarró de la oreja y lo llevó al dormitorio.

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05Dentro de su casa, el travieso niño nuevamente comenzó a planificar un plan para escaparse al patio a jugar. Buscó el momento preciso y cuando su mamá se descuidó, Ricardito se arrancó por la ventana y salió corriendo al patio a jugar en busca de aventuras. Esta vez tomó rumbo al gallinero, donde se encontraban encerrados unos patitos chicos de color amarillo, a los que solía mirar mientras juga-ban y tropezaban intentando correr o volar.

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06Una vez en el gallinero el niño agarró uno a uno los patitos y los lle-vó donde estaba la llave del agua. Luego tomó un balde en donde su mamá solía remojar la ropa y lo llenó de agua. Con ganas de jugar, Ricardito metió los cinco patitos en el balde con agua e imaginando que eran submarinos los hundía con sus manos una y otra vez. Los plumíferos amarillos desesperados le hablaban en lengua pato vo-ciferando piedad para que el travieso niño no los ahogara.

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07¡Cua cua, Cua cua, por favor no me ahogues!¡Cua cua, cua cua, no sabes lo que haces!¡Cua cua, cua cua, socorro auxilio!Los patitos le hablaban en su lengua al inocente niño, que no se daba cuenta de lo que hacía. Ricardito hizo caso omiso a sus cua cua, cua cua y los hundía una y otra vez en el agua con el único propósito de jugar con ellos.

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08Después que Ricardito jugó algunos minutos con los patitos en el balde con agua, pensó que ya estaban muy mojados y no halló nada mejor que colgarlos en el tendedero tal como su madre solía hacerlo con la ropa. Sin duda pensó que el fuerte sol sería muy bueno para secar sus plumitas.

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09En ese preciso momento, y gracias a las plegarias que los patitos le hicieron a su dios pato, la mamá de Ricardito salió de la cocina. Fue en-tonces que ella se dio cuenta que su querido hijo tenía a los cinco pati-tos colgando. La señora Tina de un santiamén los descolgó liberándo-los de este peligroso juego. Una vez en el suelo y aterrados de miedo, los patitos corrieron desesperados alejándose del travieso niño.

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10Su mamá estaba tan, pero tan enojada que echaba humo por su ca-beza. Ella no podía comprender cómo su pequeño hijo podía hacer tantas travesuras, en tan poco tiempo. La señora Tina nuevamente lo volvió a agarrar de la oreja y se lo llevó a su dormitorio. Ricardito era muy inquieto y juguetón, y cada vez que hacía una travesura su mamá lo reprendía con un tirón en la oreja izquierda llevándolo hasta su pieza. -Por eso niños-, concluyó Ricky El Orejón, mostrando su inmensa ore-ja izquierda -si no quieren que les pase lo mismo, sean responsables y obedezcan a sus padres-.

FIN

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