Ricento-planificación4

11
PERSPECTIVAS HISTÓRICAS Y TEÓRICAS EN POLÍTICA Y PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA Thomas Ricento Universidad de Texas, San Antonio INTRODUCCIÓN En este artículo me propongo examinar la evolución de la política y planificación lingüística (PPL) como un área de investigación cuyos inicios se remontan a la Segunda Guerra Mundial aproximadamente. Consideraré los importantes desarrollos de las diferentes áreas de las ciencias sociales y humanas que han influenciado y contribuido a moldear los tipos de preguntas, métodos, resultados y controversias que han animado los estudios de política lingüística. Analizando la literatura de la PPL, se encuentran tres tipos de factores que han sido decisivos en la configuración del campo, es decir, que han tenido influencias sobre los tipos de interrogantes, las metodologías adoptadas y los objetivos perseguidos. Los reúno en tres grupos: 1. el macro sociopolítico, 2. el epistemológico, 3. el estratégico. El macro sociopolítico se refiere a los eventos y procesos que se obtienen en el nivel nacional o supranacional, tales como la formación (o desintegración) de estados, las guerras, las migraciones, la globalización del capital y las comunicaciones, y similares. Los factores epistemológicos están vinculados con los paradigmas de conocimiento e investigación, tales como el estructuralismo y el posmodernismo en las ciencias sociales y humanas, la teoría de la elección racional y el neo-marxismo en ciencias económicas y políticas. Los factores estratégicos remiten a los fines hacia los cuales la investigación es conducida: son los motivos explícitos o implícitos por los cuales los investigadores emprenden investigaciones particulares. Ejemplos de tales propósitos podrían incluir: revelar las fuentes de la desigualdad socioeconómica estructural, demostrar los costos o beneficios económicos de determinadas políticas lingüísticas, o justificar la implementación de una lengua en particular en las políticas de educación. No comparto la idea de que las investigaciones no estén conectadas con propósitos estratégicos y coincido con Cibulka (1995: 118) en que “la línea entre la investigación política y el argumento político es muy delgada”. Estos factores nos sirven como dispositivos heurísticos que permiten reconstruir la historia intelectual de la PPL. Como en toda reconstrucción de historia intelectual, habrá desacuerdos entre categorías y líneas de tiempo y en la importancia relativa de las variables. Es claro que hay una interacción entre estas tres aproximaciones y la continuidad de temas en estas tres “etapas” del desarrollo de la PPL. En lo que sigue, identificaré algunos de los factores macro sociopolíticos, epistemológicos y estratégicos más sobresalientes que han influenciado las investigaciones de PPL, que comenzaron en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial y que continúan en la actualidad. Reconozco que los eventos y las ideas que describiré tienen, por lo general, antecedentes que se extienden en el pasado y, en algunos casos, por algunos siglos; cuando sea apropiado, estos vínculos serán mencionados. Concluiré con algunos pensamientos sobre posibles direcciones de futuras investigaciones. La discusión ofrecida posee la intención de ser ilustrativa más que inclusiva. 1. PRIMEROS TRABAJOS: DESCOLONIZACIÓN, ESTRUCTURALISMO Y PRAGMATISMO Los tres elementos centrales en esta primera etapa en el trabajo de PPL son: 1. la descolonización y la formación de estados (macro sociopolítico), 2. el predominio del estructuralismo en las ciencias sociales (epistemológico), y 3. la creencia persuasiva, por lo menos en el Occidente, de que los problemas del lenguaje se podrían resolver a través de la planificación, especialmente, dentro del sector público (estratégico). 1

Transcript of Ricento-planificación4

Page 1: Ricento-planificación4

PERSPECTIVAS HISTÓRICAS Y TEÓRICAS

EN POLÍTICA Y PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA

Thomas RicentoUniversidad de Texas, San Antonio

INTRODUCCIÓN

En este artículo me propongo examinar la evolución de la política y planificación lingüística (PPL) como un área de investigación cuyos inicios se remontan a la Segunda Guerra Mundial aproximadamente. Consideraré los importantes desarrollos de las diferentes áreas de las ciencias sociales y humanas que han influenciado y contribuido a moldear los tipos de preguntas, métodos, resultados y controversias que han animado los estudios de política lingüística.

Analizando la literatura de la PPL, se encuentran tres tipos de factores que han sido decisivos en la configuración del campo, es decir, que han tenido influencias sobre los tipos de interrogantes, las metodologías adoptadas y los objetivos perseguidos. Los reúno en tres grupos: 1. el macro sociopolítico, 2. el epistemológico, 3. el estratégico. El macro sociopolítico se refiere a los eventos y procesos que se obtienen en el nivel nacional o supranacional, tales como la formación (o desintegración) de estados, las guerras, las migraciones, la globalización del capital y las comunicaciones, y similares. Los factores epistemológicos están vinculados con los paradigmas de conocimiento e investigación, tales como el estructuralismo y el posmodernismo en las ciencias sociales y humanas, la teoría de la elección racional y el neo-marxismo en ciencias económicas y políticas. Los factores estratégicos remiten a los fines hacia los cuales la investigación es conducida: son los motivos explícitos o implícitos por los cuales los investigadores emprenden investigaciones particulares. Ejemplos de tales propósitos podrían incluir: revelar las fuentes de la desigualdad socioeconómica estructural, demostrar los costos o beneficios económicos de determinadas políticas lingüísticas, o justificar la implementación de una lengua en particular en las políticas de educación. No comparto la idea de que las investigaciones no estén conectadas con propósitos estratégicos y coincido con Cibulka (1995: 118) en que “la línea entre la investigación política y el argumento político es muy delgada”. Estos factores nos sirven como dispositivos heurísticos que permiten reconstruir la historia intelectual de la PPL. Como en toda reconstrucción de historia intelectual, habrá desacuerdos entre categorías y líneas de tiempo y en la importancia relativa de las variables. Es claro que hay una interacción entre estas tres aproximaciones y la continuidad de temas en estas tres “etapas” del desarrollo de la PPL. En lo que sigue, identificaré algunos de los factores macro sociopolíticos, epistemológicos y estratégicos más sobresalientes que han influenciado las investigaciones de PPL, que comenzaron en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial y que continúan en la actualidad. Reconozco que los eventos y las ideas que describiré tienen, por lo general, antecedentes que se extienden en el pasado y, en algunos casos, por algunos siglos; cuando sea apropiado, estos vínculos serán mencionados. Concluiré con algunos pensamientos sobre posibles direcciones de futuras investigaciones. La discusión ofrecida posee la intención de ser ilustrativa más que inclusiva.

1. PRIMEROS TRABAJOS: DESCOLONIZACIÓN, ESTRUCTURALISMO Y PRAGMATISMO

Los tres elementos centrales en esta primera etapa en el trabajo de PPL son: 1. la descolonización y la formación de estados (macro sociopolítico), 2. el predominio del estructuralismo en las ciencias sociales (epistemológico), y 3. la creencia persuasiva, por lo menos en el Occidente, de que los problemas del lenguaje se podrían resolver a través de la planificación, especialmente, dentro del sector público (estratégico).

1

Page 2: Ricento-planificación4

La confluencia de varios factores contribuyó al desarrollo de la PPL como un campo identificable al comienzo de los ’60. La pericia de los lingüistas se había demostrado en varias partes del mundo a través de la confección de gramáticas, sistemas de escrituras y diccionarios de lenguas indígenas. La planificación del corpus (creación de sistemas de escritura, estandarización, modernización) presentaba desafíos teóricos y prácticos al campo. Especialistas entrenados en la lingüística estructural con intereses en tipologías lingüísticas y sociolingüística (en particular problemas de dominio y función, que condujeron al desarrollo de modelos de planificación lingüística) se dieron cuenta del gran potencial que existía, lo que permitiría el avance de la teoría lingüística y de la exploración de las relaciones lengua-sociedad a partir de nuevas maneras. Fishman explicó estas posibilidades de una forma bastante explícita:

Precisamente porque el desarrollo de las naciones está en una fase temprana en su desarrollo… los problemas y procesos de la construcción nacional son más evidentes en esas naciones y sus transformaciones, más discernibles para el investigador. Como resultado, el desarrollo de las naciones (nuevas naciones) se ha convertido en un gran interés para aquellos sociolingüistas que se han interesado en las transformaciones de la identidad grupal en general así como para aquellos interesados en el impacto social (gubernamental y otros) en el comportamiento lingüístico y en el lenguaje en sí mismo. (Fishman 1968a: 6)

Fishman pensó que las naciones en desarrollo eran “lugares indispensables y verdaderamente intrigantes para el trabajo de campo de un nuevo tipo genuino de sociolingüistas” (1968a: 11)Dadas las necesidades percibidas de estas “nuevas naciones”, gran parte de estos tempranos trabajos se centraron en tipologías y enfoques sobre planificación lingüística. El modelo de planificación lingüística de Einar Haugen (1966) y la tipología de multilingüismo de Heinz Kloss tuvieron una gran influencia en este período. Investigaciones representativas se pueden encontrar en Fishman, Ferguson and Das Gupta (1968) y Rubien y Jernudd (1971). El foco en la planificación sobre el estatus se centró en la selección de una lengua nacional para propósitos de modernización y construcción nacional. Una mirada consensuada, por lo menos entre los sociolingüistas occidentales, era que una lengua europea mayor (por lo general, el inglés o el francés) debía ser usada para dominios formales y especializados, mientras que las lenguas locales (indígenas) podrían tener otras funciones. Esta solución –diglosia estable- era evidente en la mayoría de los estados africanos ya establecidos (y en otras partes) y se consideró que se debería probar, también, en las nuevas naciones africanas. Una visión mayoritaria entre los sociolingüistas occidentales- occidentalizados de este período era que la diversidad lingüística presentaba obstáculos para el desarrollo nacional, mientras que la homogeneidad de las naciones se asociaba con la modernización y occidentalización. Fishman (1968b: 61) se preguntó retóricamente si era posible “que el considerable nivel de homogeneidad lingüística (y cultural) hubiera facilitado la “occidentalización” del Occidente”. La fórmula aproximada para una construcción nacional exitosa implicaba la unidad cultural/étnica dentro de fronteras geográficamente definidas (Estado) y una identidad lingüística común entre los ciudadanos de una polis. Además, solo las lenguas “desarrolladas” (o aquellas que fueran capaces de desarrollarse) eran las adecuadas para cumplir con el rol de lengua “nacional”; las lenguas desarrolladas tenían escritura, estaban estandarizadas y se adaptaban a las demandas de los desarrollos tecnológicos y sociales. En otras palabras, el ideal de una nación/una lengua nacional (estándar), difundido en los trabajos de von Humboldt (en particular en On the National Character of Languages) en los comienzos de 1820 en Europa, pero que continúa observándose en la actualidad, era el modelo que tenía influencias –en algunos casos implícitas– sobre la planificación lingüística en los estados descolonizados de África, Asia y el Medio Oriente.

En general, esta visión era considerada por sus seguidores como no política (al menos no en el sentido partidario), técnica, orientada hacia la resolución de problemas, y pragmática en sus objetivos. Fishman, comentando sobre los objetivos de la planificación lingüística en relación con

2

Page 3: Ricento-planificación4

las “nuevas naciones” (como opuestas a las “viejas naciones desarrolladas” con grandes tradiciones), reveló una visión mayoritariamente compartida:

Los problemas lingüísticos de las “nuevas naciones” fragmentadas étnicamente presenta un énfasis relativo en la integración política y en una construcción nacional eficiente del que dependen inicialmente. La selección de la lengua es un problema reciente desde que la lingüística ligada a la modernidad tecnológica y política es por lo general no ambigua. Los problemas de desarrollo, codificación y aceptación de una lengua son también mínimos mientras estos procesos sean vistos como procedentes justificadamente y principalmente de los “países metropolitanos…”. Aunque alguna atención deba prestarse a las demandas pedagógicas de la alfabetización inicial (o alfabetización de transición) de los jóvenes… la mejor parte del esfuerzo en la alfabetización y en los recursos está colocada en la difusión de la lengua occidental adoptada para la política actual y… la integración sociocultural. (Fishman 1968c: 492)

Fishman (1968c: 494) creía que los problemas de lengua de las “viejas naciones desarrolladas” diferían de los de las nuevas naciones, principalmente, porque las viejas naciones tenían tradiciones de alfabetización y, por lo tanto, la tarea de los planificadores lingüísticos era modernizar las clásicas lenguas estandarizadas para “hacer frente a las tecnologías y procedimientos occidentales y para apresurar la alfabetización y participación general.” Si los ciudadanos podían hablar la misma lengua modernizada, se sostenía, tanto la unidad (por virtud de tener una lengua nacional) como el desarrollo económico, explicado por la tecnología, el financiamiento y la pericia occidental, eran más factibles. En manera interesante, Fishman creía que sería más eficiente importar una lengua occidental in toto, si era posible, para facilitar el proceso de modernización, pero que una posición de compromiso era modernizar la lengua tradicional, algo destinado a ser resistido por los guardianes de la tradición clásica. A los países que no se ajustaban a ninguna de las dos categorías, los llamados tipos intermedios (por ejemplo, India y Pakistán), se los consideraba como aquellos que presentaban los mayores desafíos para los planificadores, porque ninguna lengua nacional indígena ni un bilingüismo diglósico estable parecían ser viables. Esta última predicción ha resultado tener alguna validez; sin embargo, esta categorización tripartita de las naciones encubre una amplia gama de creencias y actitudes sobre el desarrollo nacional (especialmente las formas en las que el desarrollo ha servido a los intereses económicos occidentales) y el rol de las lenguas en este desarrollo, que no será explorado de manera sistemática por muchas décadas. Mientras los lingüistas teóricos clamaban que todas las lenguas eran creadas de manera similar, varios sociolingüistas y analistas políticos concebían taxonomías lingüísticas de acuerdo a la relativa conveniencia de las lenguas en el desarrollo nacional (por ejemplo, ver Kloss 1968), facilitando, de esta manera, el dominio continuo (o la dominación) de las lenguas coloniales europeas en las áreas de educación, economía y tecnología en los países en desarrollo, una situación que persiste hasta nuestros días.

Para resumir, la literatura especializada en este temprano período de los estudios de política y planificación lingüística pueden caracterizarse de la siguiente manera (cuento con un análisis de numerosos volúmenes contemporáneos editados –especialmente Fishman, Ferguson y Das Gupta 1968; Rubien y Jernudd 1971–, monografías (Haugen 1966), así como también algunas discusiones críticas recientes de Tollefson 1991 y Pennycook 1994):

1. Los objetivos de la planificación lingüística estaban asociados frecuentemente al deseo de unificación (de una región, una nación, un grupo religioso, un grupo político, u otros tipos de grupo), un deseo de modernización, un deseo de eficiencia, o un deseo de democratización (Rubien 1971: 307-310).2. La lengua era caracterizada como un recurso de valor y, como tal, estaba sujeta a la planificación (Jernudd y Das Gupta 1971: 211).3. La planificación sobre el corpus y la planificación sobre el estatus eran vistas como actividades más o menos separadas e ideológicamente neutrales (aunque no sin complicaciones). 4. Las lenguas eran abstraídas de sus contextos sociohistóricos y ecológicos (ahistóricas y sincrónicas)

3

Page 4: Ricento-planificación4

Debe notarse que muchos investigadores de PPL durante este período, tales como Rubien, Jernudd, Fishman y otros, eran concientes de los problemas inherentes a la planificación lingüística y eran a veces críticos de sus contemporáneos. Por ejemplo, Jernudd y Das Gupta (1971) se distanciaban de Tauli (1968), quien desaprobaba lenguas existentes y la irracionalidad de los modelos de surgimiento, clamando que “nuestra (Jernudd y Das Gupta) definición de la planificación lingüística excluye buscar un “significado” lingüístico universal para lograr “resultados” como “claridad”, “economía”, “forma estética” y “elasticidad” (Tauli 1968: 30-42; citado en Jernudd y Das Gupta 1971: 199). Jernudd y Das Gupta también criticaron los tres criterios de Haugen (1966) involucrados en las decisiones lingüísticas, denominados “eficiencia”, “suficiencia” y “aceptación”, en ausencia de valoraciones explícitas de estos términos. La base de estas y críticas similares, sin embargo, eran más técnicas que esenciales, y especialmente se relacionaban con la implementación y la toma de decisión; de esta manera se evitaban temas más complejos y fundamentales concernientes a la elección de la lengua, identidades individuales y grupales, y las estructuras y jerarquías socioeconómicas de la desigualdad.

2. LA SEGUNDA ETAPA: FRACASO DE LA MODERNIZACIÓN, SOCIOLINGÜÍSTICA CRÍTICA Y ACCESO

La segunda fase en las investigaciones de PPL, aproximadamente desde los inicios de los ‘70 hasta fines de los ‘80, continuó algunos de los temas de la primera etapa, con algunos nuevos desarrollos importantes también. Algunos han usado el término neo-colonial para caracterizar las estructuras socioeconómicas y políticas que se convirtieron en dominantes en el mundo en desarrollo. En vez de un floreciente “despegue” democrático o económico, para usar los términos de Walter Rostow (1963) de sus etapas de modernización y desarrollo nacional (que se habían convertido en evangelio en la década de 1970), nuevos estados independientes se encontraron de alguna manera más dependientes de sus anteriores amos coloniales de lo que habían sido durante la era colonial. La jerarquización y la estratificación de la población eran temas identificados por los especialistas como dignos de investigación; el rol de la(s) lengua(s) y la(s) cultura(s) en este proceso ha sido bien documentado (por ejemplo, Phillipson 1992; Said 1993; Pennycook 1994). Haciendo frente a esta realidad, algunos planificadores lingüísticos (especialmente académicos) formularon respuestas. Por ejemplo, Cobarrubias (1983b: 41) afirmó que “ciertas tareas de los planificadores lingüísticos, los productores de políticas lingüísticas, educadores, legisladores y otros involucrados en el cambio del estatus de la lengua o de la variedad lingüística no son filosóficamente neutrales”. Fishman (1983: 382), en un modo defensivo, señaló que algunos lingüistas “todavía ven la planificación lingüística como inmoral, no profesional y/o imposible”. Hubo una creciente conciencia entre los especialistas que los tempranos intentos de la planificación lingüística, incluyendo los modelos propuestos por Haugen (1966) y Ferguson (1966), eran inadecuados, puramente desde una perspectiva descriptiva (ver Shiffman 1996 para un análisis retrospectivo). En efecto, Haugen admitió que inclusive la visión revisada del modelo original que él presentó “no asciende a una teoría de planificación lingüística” (citado en Cobarrubias 1983a: 5). Hubo una gran cantidad de factores que condujo a que el campo reconsiderara dónde estaba y para dónde se dirigía. El fracaso de las políticas de modernización en el mundo en desarrollo era claramente un factor (aunque Tollefson 1991: 28, 29 afirma que estos fracasos pueden haber servido para proteger y preservar los intereses económicos dominantes). En tanto se consideraba la teoría de planificación lingüística como una rama de la gestión de recursos, ella estaba destinada al fracaso (este punto está desplegado en Kaplan y Baldauf 1997), dada la complejidad de la tarea, las innumerables e incontrolables variables involucradas, la dificultad de evaluar la efectividad de las políticas y la imposibilidad virtual de una sociedad de ingeniería en naciones con historias coloniales largas y complejas.

4

Page 5: Ricento-planificación4

Desarrollos en lingüística y en las ciencias sociales relacionadas, que comenzaron en la década de 1960 y obtuvieron prominencia en los ’80, también tuvieron un impacto en el pensamiento y las problemáticas especializadas de las investigaciones en PPL (ver Hymes 1996/1975 para una discusión). Entre los desarrollos importantes estaba el desafío continuo de los lingüistas autónomos como un paradigma viable para la investigación en la adquisición, uso y alternancia de lengua, con relevancia directa para el desarrollo de modelos de política y planificación lingüística. Las nociones anteriormente estimadas, tales como “hablante nativo”, “lengua materna” y “competencia lingüística”, fueron cuestionadas, problematizadas (Fasold 1992) y hasta abandonadas (ver, por ejemplo, The Native Speaker is Dead, Paikeday 1985). Todo esto tuvo importantes implicaciones para los estudios de política y planificación lingüística. La noción de la lengua como entidad discreta y finita definida por gramáticas estándar fue caracterizada por varios especialistas como una función de los métodos y valores de la lingüística positiva (por ejemplo Harris 1981; Le Pague 1985; Sankoff 1988; Mühlhäusler 1990, 1996; Fettes 1997). La importación de una noción occidental de lengua más amplia en los estudios de políticas lingüísticas contribuyó a perpetuar una serie de actitudes que se convirtieron en ideológicas (Pennycook 1994). Inclusive el concepto sociolingüístico de diglosia aparentemente neutro ha sido criticado (Woolard & Schieffelin 1994: 69) como “naturalización ideológica de medidas sociolingüisticas”, perpetuando desigualdades lingüísticas (y, por ende, sociales). Pennycook (1994:29) considera a la lengua como “localizada en acciones sociales y a lo que llamamos una lengua no es un sistema dado sino una voluntad de la comunidad”. Lingüistas autónomos, afirma Pennycook, mientras claman por una descripción neutral, en realidad abrazan una posición prescriptiva que Harris (1981) rastrea hasta la Europa pos-renacentista y que refleja la psicología política del nacionalismo y un sistema de educación dedicado a estandarizar el comportamiento lingüístico de los alumnos (citado en Pennycook 1994: 29). Mühlhäusler (1990, 1996) describe el rol que este prescriptivismo ha jugado en lugares como Papua Nueva Guinea, en donde nociones locales de lengua (por ejemplo, donde una lengua termina, otra empieza) contrastan marcadamente con las miradas impuestas por antropólogos y lingüistas (ver Siegel 1997 para una crítica de Mühlhäusler 1996). Como Crowley (1990: 48) afirma, “en vez de registrar una lengua unitaria, [los lingüistas] estaban contribuyendo a formar una.”

Esta crítica a la lingüística se juntó con un análisis crítico más amplio de las posturas en investigación de la planificación lingüística y de políticas lingüísticas por todo el mundo en desarrollo y el mundo desarrollado (por ejemplo Humes 1975/1976; Wolfson y Manes 1985; Tollefson 1986, 1991; Luke, McHoul y Mey 1990; entro otros). Mientras muchos especialistas en el período temprano estaban preocupados por la planificación del estatus y temas relacionados con la estandarización, creación de sistemas de escritura y modernización, durante la segunda etapa varios especialistas se centraron en los efectos sociales, económicos y políticos de las lenguas en contacto. Los trabajos de Wolfson y Manes (1985: ix), por ejemplo, se ocupaban de las formas en las que “el habla refleja e influencia la desigualdad social, económica y política.” En vez de estudiar a las lenguas como entidades con distribuciones y funciones sociales definidas (con algunas lenguas designadas como más apropiadas que otras para algunas funciones de alto estatus), los sociolingüistas se centraron en el estatus y las relaciones de las comunidades de habla en contextos definidos. En este enfoque, las conexiones entre las actitudes de la comunidad y las políticas lingüísticas fueron analizadas para explicar por qué una lengua x tenía un estatus particular –Alto o Bajo–, y las consecuencias de este estatus para los individuos y las comunidades. En resumen, el estatus (y utilidad) de una lengua x, así también como su viabilidad en el corto o largo plazo, fue correlacionada con el estatus social y económico de sus hablantes, y no sólo con el número de hablantes o conveniencia para la modernización. La supuesta neutralidad de la diglosia estable como un medio para el desarrollo nacional y la modernización fue puesta en cuestión; las desigualdades históricas y los conflictos no disminuyeron con la selección de una lengua indígena para las funciones de la variedad baja, y la designación de lenguas europeas para las funciones

5

Page 6: Ricento-planificación4

altas tendieron a perpetuar las asimetrías socioeconómicas basadas en la educación, acceso controlado socialmente por los grupos dominantes (desde el interior), e influenciados por los intereses económicos regionales y globales (desde el exterior).

Podríamos caracterizar la segunda etapa de trabajo en PPL como un período en el que hubo una conciencia creciente de los efectos negativos –y las limitaciones inherentes- de la teoría y los modelos de planificación y una comprensión de que los conceptos sociolingüísticos, tales como diglosia, bilingüismo y multilingüismo, eran conceptualmente complejos e ideológicamente cargados y no podían fácilmente ajustarse a las taxonomías descriptivas existentes. La elección de las lenguas europeas como “medio natural” para ayudar al desarrollo nacional tendía a favorecer los intereses económicos de los países metropolitanos, frecuentemente con efectos negativos para los intereses económicos, sociales y políticos de los hablantes de lenguas minoritarias marginadas. El privilegio de ciertas lenguas y variedades en la planificación de la lengua nacional tuvo el efecto de limitar la utilidad y, por ello, la influencia de miles de lenguas indígenas y de sus hablantes en la (re)construcción nacional. Además, se evidenció que la elección de la lengua no podía ser manipulada para ajustarse a los modelos “iluminados” de la modernidad; el comportamiento lingüístico era un comportamiento social, motivado e influenciado por actitudes y creencias de los hablantes y de las comunidades de habla, así también como por las fuerzas macro económicas y políticas.

3. LA TERCERA ETAPA: EL NUEVO ORDEN MUNDIAL, POSMODERNISMO, DERECHOS HUMANOS LINGÜÍSTICOS

El tercer período de las investigaciones de política lingüística, aproximadamente desde mediados de 1980 hasta el presente, está todavía en su etapa de formación, y es, por lo tanto, difícil de caracterizar. Sin embargo, varios temas y cuestiones muy importantes han sido establecidos en la literatura.

Los eventos globales dominantes durante este período incluyen las migraciones masivas de población, la re-emergencia de las identidades étnicas nacionales (y sus lenguas) que coincide con la caída de la Unión Soviética y la repatriación de antiguas colonias, como Hong Kong, junto con los movimientos antagónicos para forjar nuevas coaliciones regionales, tales como la Unión Europea, en donde las lenguas locales y regionales deben competir con las lenguas supranacionales, como el inglés, el francés o el alemán (en el caso de Europa). Actuando junto con los cambios geográficos y políticos, están las fuerzas asociadas a la globalización del capitalismo, tal como la dominación de los medios por un puñado de multinacionales (Said 1993). Algunos especialistas encuentran que esta centralización en el control y la diseminación de la cultura mundial es una gran amenaza a la independencia como fue el colonialismo:

La amenaza a la independencia a fines del siglo veinte por la nueva tecnología podría ser mayor de la que fue el colonialismo. Estamos comenzando a aprender que la descolonización y el crecimiento del supra-nacionalismo no fueron el final de las relaciones imperiales sino simplemente la extensión de la red geo-política que ha sido tejida desde el Renacimiento. Los nuevos medios tienen el poder de penetrar más profundamente en la cultura “receptora” que cualquier otra manifestación previa de la tecnología occidental. Los resultados podrían hacer inmensos estragos, una intensificación de las contradicciones sociales dentro de las actuales sociedades en desarrollo. (Smith 1980: 176, citado en Said 1993: 291-292)

Estos desarrollos –disolución de la Unión Soviética, evolución de identidades nacionales (y supranacionales) en Europa occidental y oriental, penetración de la cultura y la tecnología occidental, especialmente de Estados Unidos, en el mundo en desarrollo– han tenido consecuencias en el estatus (y en algunos casos, se ha afirmado, en la viabilidad) de las lenguas. Un área en PPL que ha recibido una particular atención es la desaparición de lenguas, especialmente entre las llamadas lenguas “menores” (Hale et al. 1992; Krauss 1992). De las 6000 lenguas aproximadas que se hablan hoy, el 95 por ciento de la población mundial habla 100

6

Page 7: Ricento-planificación4

lenguas, y el 5 por ciento habla las miles de lenguas restantes (citado en Mühlhäusler 1996: 272). En Alaska y el Norte Soviético, alrededor de 45 de las 50 lenguas indígenas (90%) están muriendo; en Australia, alrededor del 90 por ciento de las lenguas aborígenes todavía habladas están muriendo (Krauss 1992: 5). En los Estados Unidos, Krauss (1998: 11) informa que solo 20 (13%) de las 155 lenguas nativas existentes son habladas por todas las generaciones incluyendo a los niños. Los partidarios de la conservación de las lenguas establecen paralelos entre la biodiversidad y la diversidad cultural/lingüística, con la suposición que “la diversidad cultural puede acrecentar la biodiversidad y viceversa” (Harmon 1996; Maffi 1996). Críticas a estas perspectivas argumentan que la mayoría de las lenguas (y las especies de animales y de plantas) que alguna vez han existido se extinguieron; en síntesis, las críticas afirman que la evolución cultural (incluyendo la lingüística) es un fenómeno humano “natural”, influenciado por los efectos de contacto, conquista, enfermedades y desarrollos tecnológicos. Ladefoged (1992: 810) encuentra “paternalista que los lingüistas asuman que ellos conocen qué es mejor para la comunidad” (ver Dorian 1993 como respuesta crítica a la posición de Ladefoged). Sin embargo, la dicotomía “beneficios de la diversidad bio/lingüística” versus “la desaparición de las lenguas es natural” es vista como reduccionista por muchos críticos y teóricos posmodernistas, pero por diferentes razones. Los especialistas críticos, como Robert Phillipson, examinan los lazos entre la imposición de lenguas imperiales y el destino de lenguas y culturas indígenas alrededor del mundo. Phillipson (1997: 239) evoca el término “imperialismo lingüístico” como una “abreviatura de una multiplicidad de actividades, ideologías y relaciones estructurales… dentro de una estructura engloba relaciones asimétricas entre el norte y el sur, donde la lengua se traba con otras dimensiones, cultural… económica y política.” En su análisis, la lengua se convierte en un vector y el medio por el cual una división desigual de poder y de recursos entre los grupos se propaga (“lingüicidio”: este término fue por primera vez acuñado por Skutnabb-Kangas 1986), frustrando el progreso social y económico para aquellos que no aprenden la lengua de la modernidad –el inglés– en las antiguas colonias británicas y americanas. Una de las consecuencias de este proceso es la marginación y finalmente la desaparición de miles de lenguas indígenas. Además de la marginación indirecta de lenguas a través de la economía estructural y los medios ideológicos, métodos más directos se han adoptado para suprimir por medio de la legislación ciertas lenguas en la educación y en la vida pública (por ejemplo el catalán, la lengua kurda, las lenguas amerindias, para nombrar algunas pocas). La cura para el “lingüicidio” y el genocidio lingüístico, en este análisis, involucra una activa respuesta política y moral, especialmente la promoción –y aprobación– de los derechos humanos lingüísticos por los estados y los organismos internacionales como principios universales. A pesar de que algunos estatutos y documentos existentes protegen los derechos culturales y sociales, Phillipson (1992: 95) concluye que “las declaraciones internacionales o ´universales´ existentes no son de ninguna manera adecuadas para apoyar las lenguas dominadas”. Críticas al trabajo de Phillipson han provenido de dos direcciones. Algunos han discutido que en su modelo falta evidencia empírica (por ejemplo Conrad 1996; Davies 1996). Otros, la mayoría simpatizantes de muchas de las ideas de Phillipson, han sostenido, sin embargo, que su modelo es demasiado determinante y monolítico en sus suposiciones y conclusiones. Estos especialistas, frecuentemente asociados a posiciones teóricas posmodernistas, han ofrecido descripciones históricas y contextualizadas más matizadas de los eventos y las prácticas en, por ejemplo, India, Malasia y Singapur (Pennycook 1994), y Jaffna, Sri Kanka (Canagarajah 1999). Pennycook distingue entre el “poder estructural” del inglés y los “efectos discursivos” del inglés; el último enfoque revela los “modos en que las ideologías relacionadas al inglés son impuestas, recibidas o apropiadas por los usuarios del inglés en el mundo”. En este enfoque las relaciones entre las políticas lingüísticas y las ideologías del poder son complejas; diferentes medios de alcanzar los mismos objetivos (por ejemplo, el control económico de intereses imperiales) pueden resultar en el mantenimiento o en la restricción de lenguas indígenas, con consecuencias no previstas por los planificadores. Canagarajah usa una metodología discursiva analítica para localizar el uso de la lengua –elección

7

Page 8: Ricento-planificación4

de código y léxico–para explicar los modos sutiles en que las comunidades periféricas han negociado la ideología potencial del inglés en Jaffna, Sri Kanka. En este enfoque, el lugar de análisis es la acción individual, y no las fuerzas ideológicas impersonales.

El rol de la ideología en las políticas lingüísticas ha sido investigado en dominios más específicos también, sea por el contexto (escuelas, lugar de trabajo, tribunales) o tópicos (educación, discriminación en ascenso, metodología de la investigación). James Tollefson (1989, 1991), influenciado por las teorías críticas sociales de Jürgen Habermas, Anthony Giddens, y Michel Foucault, ha explorado las conexiones entre las ideologías del poder en los estados modernos y el desarrollo de las políticas lingüísticas en ocho países diferentes. Terrence Wiley (1996, 1998) explora las ideologías de solo-inglés y el inglés estándar en los Estados Unidos y muestra como estas ideologías se convirtieron en hegemónicas en el siglo veinte, particularmente en relación con las políticas lingüísticas de la educación pública. Otros especialistas que han investigado la conexión entre la ideología y las políticas lingüísticas en educación son Giroux (1981); Tollefson (1986, 1991, 1995); Crawford (1989, 1992); Luke, McHoul y Mey (1990); Darder (1991); Cummins (1994); Freeman (1996), y Ricento (1998). Lippi-Green (1997) examina las ideologías que forman actitudes hacia la lengua, y, por lo tanto, en las políticas lingüísticas, en los Estados Unidos y las consecuencias negativas de esas políticas (frecuentemente no oficiales) para marginar grupos del sistema de educación, los medios, los lugares de trabajo y el sistema judicial. Moore (1996: 485), en un análisis detallado de dos políticas lingüísticas nacionales de Australia (la Política Nacional de Lenguas 1987 y la Lengua Australiana y la Política de Alfabetización 1991), reflexiona acerca de la necesidad de “dar luz sobre los intereses de quienes describen las políticas lingüísticas… tanto en la arena académica como en la política… [en tanto] nuestros intereses como especialistas inevitablemente influencian nuestras elecciones y nuestras interpretación de los datos, los argumentos a los que nuestras descripciones contribuyen y los valores que encarnan nuestros análisis.” En un estilo similar, Ricento (1998) sostiene que la evaluación de la efectividad relativa de las políticas bilingües de educación en la educación pública de los Estados Unidos varía de acuerdo a las suposiciones y las expectativas con las que se trabaja, pero que el objetivo subyacente y casi universalmente compartido de las políticas de educación –la asimilación cultural y lingüística de hablantes que no hablan inglés– refleja ideologías lingüísticas y la identidad americana que se ha convertido en hegemónica, especialmente en el despertar de las campañas de americanización, 1914-1924.

En todas las investigaciones mencionadas en esta sección, la influencia tanto de las teorías críticas y posmodernistas como de la metodología de la investigación es evidente. Estos trabajos se distancian claramente de los modelos y de las teorías previas en la literatura de PPL. Mientras los especialistas del primer período de las investigaciones de PPL, como Fishman, eran conscientes de los temas de hegemonía e ideología, ellos no posicionaron estas ideas como centrales en los procesos de planificación y política lingüística, ni exploraron las maneras en que “la política lingüística arbitrariamente le da importancia a la lengua en la organización de las sociedades humanas” (Tollefson 1991: 2). Respondiendo a estas críticas, Fishman (1994: 93) reconoce que la planificación lingüística ha tendido a reproducir las desigualdades socioculturales y econotécnicas y que la planificación lingüística está conectada frecuentemente a los procesos de occidentalización y modernización. Sin embargo, el hecho de que la planificación lingüística “pueda ser usada para propósitos perjudiciales… no podemos negar el hecho de que la planificación pueda ser usada y ha sido frecuentemente usada para propósitos benéficos” (Fishman 1994: 94) Fishman (1994: 97) separa la teoría de la planificación lingüística de su implementación, arguyendo que “las críticas específicas de la planificación lingüística… que corren desde los análisis posestructuralistas y neo-marxistas de la economía, cultura e ideología no diferencian suficientemente la teoría de la planificación lingüística de las prácticas”, añadiendo que “muy pocas prácticas de planificación lingüísticas han sido realmente influenciadas por las teorías de planificación lingüística”. Críticos de la planificación lingüística clásica, tal como Tollefson (1991), objetan esta caracterización (sea

8

Page 9: Ricento-planificación4

de manera explícita o implícita) de la planificación lingüística neutral, por lo general beneficiosa, como una actividad que resuelve problemas; esto es precisamente el tipo de actitud que los críticos posestructuralistas y neo-marxistas identifican como ideológico y hegemónico.

Para resumir, la conjunción de los elementos de la teoría crítica con una ecología de enfoque lingüístico ha conducido a la formulación de un nuevo paradigma. Como Phillipson y Skutnabb-Kangas (1996: 429) lo dicen, “El paradigma de la ecología-de-lenguas incluye construir sobre una diversidad lingüística mundial, promocionar el multilingüismo y el aprendizaje de idiomas extranjeros y garantizar los derechos humanos lingüísticos para los hablantes de todas las lenguas.” Las fuerzas macro sociopolíticas, incluyendo los efectos alegados del imperialismo lingüístico, y los factores estratégicos (el deseo de preservar y revitalizar las lenguas y culturas amenazadas) han influenciado claramente –y determinado– los tipos de datos recogidos, los análisis de datos y las recomendaciones de las políticas elaboradas por los investigadores que trabajan en este paradigma. Si los tecnócratas de PPL en la décadas de 1950 y 1960 han podido ser criticados por sus reclamos ingenuos (o no) de la neutralidad política en sus intentos de auxiliar en el programa de occidentalización y modernización en los países en desarrollo, los partidarios de los derechos humanos lingüísticos de 1980 y 1990 son susceptibles a los cargos de idealización en sus “… sueños de universalidad modernista” (Pennycook en prensa). Otro asunto suscitado por los críticos de los derechos lingüísticos/ ecología lingüística es que las discusiones del estatus de la lengua son formuladas desde la retórica de las ciencias políticas. Por ejemplo, Conrad (1996: 19) afirma que “las teorías de los nacionalismos conflictivos, imperialismos, poderío económico y la competencia por la ideología son productos de un estudio de la naturaleza política de los seres humanos.” Conrad está preocupado que tales teorías han encontrado su camino “más y más hacia una lingüística que está intentando arraigarse en las ciencias sociales… Los estudios de contacto se convierten en teorías de lenguas en conflicto, en estudios de dominación y en exploraciones de lo que Phillipson (1992) ha llamado “lingüicidio”. Como Hymes (1985: VII) advirtió, “aunque no hubiera dominación política o estratificación social en el mundo, habría igualmente desigualdad lingüística…”. Continúa diciendo:

Reparto y jerarquía son intrínsecos. Las inversiones de muchos, quizás hasta inclusive las nuestras, en algunas medidas existentes no deben ser desestimadas. El cambio efectivo en la dirección de lograr una mayor igualdad se obtendrá de manera parcial por los cambios en las actitudes o por la eliminación de la dominación exterior; será inseparable en muchos casos de cambios en el sistema social. (Hymes 1985: VII)

En este sentido, se debe advertir que los mayores desarrollos en las ciencias sociales en los últimos cien años han sido por lo general motivados en gran medida por un deseo de cambiar el sistema social, de validar las políticas y prácticas sociales existentes o contrarrestar las creencias hegemónicas sobre la naturaliza humana. El intento realizado por los críticos de la ecología lingüística/ derechos lingüísticos de separar la “ciencia” del lenguaje de la “ciencia” de la política se remonta a los intentos de fines del siglo diecinueve y principios del veinte en los que se intentaba separar la “ciencia” de la biología de los desarrollos en los estudios culturales, que luego se convertirá en la “ciencia” de la antropología. Explicando la concepción de cultura de Franz Boas y su oposición a la interpretación racial del comportamiento humano, Carl Degler (1991: 82) demuestra de manera muy convincente que “…Boas no llegó a esta posición desde una investigación científica desinteresada a una cuestión confusa y controversial. En cambio, su idea derivaba de un compromiso ideológico que comenzó tempranamente en su vida y en sus experiencias académicas en Europa y que continuó en América para dar forma a su mirada profesional… no hay duda de que él tenía intereses profundos en recoger evidencia y diseñar argumentos que podrían refutar un punto de vista ideológico –el racismo– que él consideraba restrictivo entre los individuos e indeseable para la sociedad.” Tomó más de cincuenta años, desde los tiempo en que Theodor Waitz publicó su primer libro (1858 – On the unitiy of the human species and the natural condition of man [el primero de un trabajo de seis volúmenes]) en el que

9

Page 10: Ricento-planificación4

señaló que todas las personas, negras o blancas, que hayan tenido o no los logros culturales, eran ‘destinados por igual a la libertad’, para que las explicaciones culturales rivalicen y, eventualmente, superen (por lo menos en la literatura especializada) las explicaciones sociales darwinistas de las diferencias en las sociedades. En retrospectiva, las suposiciones, métodos y conclusiones tanto de Darwin como de Boas –aunque imperfectas e incompletas– quebraron una importante tradición, fueron por lo general incomprendidas y mal aplicadas en otros dominios, reflejaron su época y sus historias personales y condujeron a nuevos campos de estudio, como la biología evolucionista y la antropología. Llevará tiempo para que un nuevo paradigma en sociolingüística se desarrolle, un paradigma que pueda tomar en cuenta las dimensiones políticas y económicas tanto como los correlatos sociales y cognitivos en la explicación del comportamiento lingüístico.

CONCLUSIÓN

Pocos campos de estudio son inmunes a las fuerzas macro sociopolíticas; sin embargo, como un campo multidisciplinario e interdisciplinario que involucra a la lingüística, a las ciencias políticas, a la sociología y a la historia, la PPL es especialmente susceptible a estas fuerzas. Los desarrollos de la teoría social crítica, junto con el continuo ataque sobre los lingüistas estructuralistas que empezaron en la década de 1960, han, al menos, revelado una reacción contra las fuerzas y procesos sociopolíticos mayores (construcción de una nación y nacionalismo, globalización de capital, tecnología y comunicaciones, amenazas persistentes a la viabilidad de las lenguas y culturas marginadas, la caída de imperios y los fracasos de “modernización” de diferentes países, la persistencia de desigualdades socioeconómicas e injusticias, etc.). Trabajos importantes en teorías posmodernistas (especialmente en análisis del discurso) han mostrado como lo material y lo cultural están interrelacionados de manera tal que conducen al campo de la PPL más allá de las taxonomías y de las dicotomías que han dominado desde sus comienzos. Los trabajos importantes sobre la ecología y los derechos humanos lingüísticos han cambiado el foco de las investigaciones en los últimos diez años. Claramente, estos avances de la sociología del lenguaje y los estudios de las políticas lingüísticas han penetrado en el pensamiento de los especialistas que se consideraban activos en este campo. Inclusive cuando la preservación de la lengua o los derechos lingüísticos no son el foco de atención, las investigaciones relativas al área educativa, con lenguas de comunicación más amplia para propósitos vinculados con el desarrollo económico y con planificación de corpus para lenguas indígenas, se vinculan con estas preocupaciones (ver, por ejemplo, Kaplan y Baldauf 1999). Ciertamente, muchas de las investigaciones tratan tanto sobre las limitaciones de la planificación lingüística (por ejemplo, Moore 1996; Shiffman 1996; Burnaby y Ricento 1998; Fettes 1998) como sobre la promesa de planificación lingüística para promover el cambio social (por ejemplo, Freeman 1996; Hornberger 1998; McCarty y Zepeda 1998). Si el paradigma de la ecología lingüística emerge como el marco conceptual más importante de las investigaciones de PPL, está por ser visto. Lo que está claro que como un sub-campo de la sociolingüística, la PPL debe tratar con temas de comportamiento e identidad lingüística, y, por lo tanto, deber ser sensible a los desarrollos del análisis del discurso, la etnografía y la teoría social crítica. Parece que la variable clave que separa los viejos enfoques positivistas/tecnicistas de los nuevos enfoques críticos/posmodernistas es la acción, esto es, el(los) rol(es) de los individuos y colectivos en el habla, las actitudes y, por último, las políticas. La pregunta más importante, que sigue sin contestarse y que deben hacerse los investigadores, es “¿Por qué los individuos optan por usar (o dejar de usar) lenguas y variedades particulares en funciones específicas de diferentes dominios, y cómo estas elecciones influencian –y cómo son influenciadas– por las decisiones institucionales en política lingüística (local, nacional o supranacional)?” Esta pregunta conduce a que las investigaciones de niveles micro (la sociolingüística del lenguaje) deban ser integradas a las investigaciones de niveles macro (la sociolingüística de la sociedad) para proveer una

10

Page 11: Ricento-planificación4

explicación más completa del comportamiento lingüístico –incluyendo los cambios lingüísticos– de la que está disponible en la actualidad. Tenemos una mejor comprensión hoy en día de lo que teníamos cuarenta años atrás sobre los patrones del uso de lengua en contextos definidos y los efectos de las fuerzas macro-sociopolíticas en el estatus y en el uso de las lenguas en el nivel social. Lo que se requiere ahora es un marco conceptual (la ecología lingüística o quizás algún otro) para relacionar ambos dos. El desarrollo de tal marco nos conducirá a la próxima –y todavía sin nombre– fase de las investigaciones de política y planificación lingüística.

Ricento, Thomas (2000): “Historical and theoretical perspectives in language policy and planning”, Journal of Sociolinguistics 4/2, pp. 196-213. Traducción realizada por Karina Savio para uso exclusivo de la materia Sociología del Lenguaje, FFyL, UBA, 2007.

11