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La geografía ¿Disciplina escolar y/o ciencia social? (1869-1920) Catherine Rhein CNRS Paris Decididamente, la geografía no encontrará el beneplácito de los sociólogos: en 1904 François Simiand le reprocha carecer de objeto específico y la acusa de no ser una ciencia. En 1980, Pierre Bourdieu la caracteriza como una “ciencia dominada y llevada a contentarse modestamente con lo que se le asigna, acantonándose en la región que las disciplinas m|s “ambiciosas”, sociología y economía, le impartieran, es decir, lo pequeño, lo particular, lo concreto, lo real, lo visible, la minucia, el detalle, la monografía, la descripción…” 1 . Finalmente, en el marco de las investigaciones sobre la historia de las ciencias sociales en Francia, a comienzos de siglo, V. Karady asigna a la geografía un lugar ambiguo: como disciplina de carácter utilitario, no habría gozado m|s que de un “prestigio intelectual muy reducido” 2 ; o lo contrario, “la geografía humana y regional debía […] su integración a los cursos de las Facultades de Letras al prestigio adquirido por la escuela de Vidal de la Blache, lo mismo que la psicología experimental la debía a la acción de Théodule Ribót. 3 En otra parte, ser| evocado “el prestigio interdisciplinario” del que goza la escuela vidaliana: si a pesar de sus debilidades teóricas, la geografía dispone entonces de una posición institucional más sólida que la sociología (durkheimiana), es porque “satisface la demanda pública de investigaciones empíricas y descriptivas formuladas tanto por el legislador (por razones en parte militares) como por la clientela erudita extra-universitaria4 . Esta crítica y la cuestión que plantea carecen de importancia, sin por ello ser fundamentales en la historia de las ciencias sociales. Por cierto, el lugar de la geografía entre estas disciplinas es problemático aún en la actualidad. Los trabajos recientemente consagrados a la historia de la concepción y el desarrollo de la geografía universitaria francesa a partir de 1870 echan luz, por una parte sobre la importancia de determinantes distintos de los estrictamente “epistemológicos” y, en segundo lugar, sobre la existencia de problemas contradictorios alrededor de la geografía y su enseñanza. 5 Publicado originalmente en: Revue française de sociologie. 1982, 23-2. pp. 223-251. 1 “L’identité et la represéntation. Elements pour une reflexión critique sur l ’idee de región”. Actes de la recherche en sciences sociales, núm. 35, 1980, p. 63. 2 Karady, V. “Stratégies de réussite et modes de faire-valoir de la sociologie chez les durkheimniens”, Revue francaise de sociologie¸20 (1), 1979, p. 70. 3 KARADY, V. “Durheim, les sciences sociales et l’Université: bilan d’un demi-échec”, Revue francaise de sociologie, 17 (2), 1976, pp. 277 y 271. 4 KARADY, V. “Durheim, les sciences…”, cit., p. 276 5 En particular, BERDOULAY, V. La formation de l’ecole francaise de géographie -1870-1914, Comité de Historia de las Ciencias, París, Biblioteca Nacional, 1981. BROC, Broc, Numa “L’etablisement de la

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La geografía ¿Disciplina escolar y/o ciencia social? (1869-1920) Catherine Rhein

CNRS – Paris

Decididamente, la geografía no encontrará el beneplácito de los sociólogos: en 1904

François Simiand le reprocha carecer de objeto específico y la acusa de no ser una

ciencia. En 1980, Pierre Bourdieu la caracteriza como una “ciencia dominada y llevada

a contentarse modestamente con lo que se le asigna, acantonándose en la región que

las disciplinas m|s “ambiciosas”, sociología y economía, le impartieran, es decir, lo

pequeño, lo particular, lo concreto, lo real, lo visible, la minucia, el detalle, la

monografía, la descripción…”1. Finalmente, en el marco de las investigaciones sobre la

historia de las ciencias sociales en Francia, a comienzos de siglo, V. Karady asigna a la

geografía un lugar ambiguo: como disciplina de carácter utilitario, no habría gozado

m|s que de un “prestigio intelectual muy reducido”2; o lo contrario, “la geografía

humana y regional debía […] su integración a los cursos de las Facultades de Letras al

prestigio adquirido por la escuela de Vidal de la Blache, lo mismo que la psicología

experimental la debía a la acción de Théodule Ribót.3 En otra parte, ser| evocado “el

prestigio interdisciplinario” del que goza la escuela vidaliana: si a pesar de sus

debilidades teóricas, la geografía dispone entonces de una posición institucional más

sólida que la sociología (durkheimiana), es porque “satisface la demanda pública de

investigaciones empíricas y descriptivas formuladas tanto por el legislador (por

razones en parte militares) como por la clientela erudita extra-universitaria”4.

Esta crítica y la cuestión que plantea carecen de importancia, sin por ello ser

fundamentales en la historia de las ciencias sociales. Por cierto, el lugar de la geografía

entre estas disciplinas es problemático aún en la actualidad. Los trabajos

recientemente consagrados a la historia de la concepción y el desarrollo de la

geografía universitaria francesa a partir de 1870 echan luz, por una parte sobre la

importancia de determinantes distintos de los estrictamente “epistemológicos” y, en

segundo lugar, sobre la existencia de problemas contradictorios alrededor de la

geografía y su enseñanza.5

Publicado originalmente en: Revue française de sociologie. 1982, 23-2. pp. 223-251. 1 “L’identité et la represéntation. Elements pour une reflexión critique sur l’idee de región”. Actes de la recherche en sciences sociales, núm. 35, 1980, p. 63. 2 Karady, V. “Stratégies de réussite et modes de faire-valoir de la sociologie chez les durkheimniens”, Revue francaise de sociologie¸20 (1), 1979, p. 70. 3 KARADY, V. “Durheim, les sciences sociales et l’Université: bilan d’un demi-échec”, Revue francaise de sociologie, 17 (2), 1976, pp. 277 y 271. 4 KARADY, V. “Durheim, les sciences…”, cit., p. 276 5 En particular, BERDOULAY, V. La formation de l’ecole francaise de géographie -1870-1914, Comité de Historia de las Ciencias, París, Biblioteca Nacional, 1981. BROC, Broc, Numa “L’etablisement de la

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El análisis que proponemos aborda, en primer lugar, un punto un poco dejado de lado

por esos trabajos, esto es los factores ideológicos institucionales que dan cuenta de la

introducción de la geografía como disciplina escolar en la enseñanza primaria y

secundaria a fines del siglo XIX, y más precisamente en los años 1860 y 1870. En

segundo lugar mostraremos cuáles son los obstáculos con los que tropezó la

institucionalización de la disciplina en el seno de las Facultades de Letras. Esto

permitirá matizar y precisar los análisis de V. Karady que se refieren a la geografía,

aunque recurramos extensamente al marco general de análisis definido por ese autor

a lo largo de este trabajo.

Por último no propondremos una reinterpretación, sino una simple relectura del

debate que opone en los años 1900 a ciertos sociólogos durkheimianos con los

geógrafos y la geografía vidaliana. Esta relectura fundada en el análisis previo de los

determinantes de la concepción de la geografía como disciplina escolar y universitaria

evitara el escollo de la “reconstrucción intelectualista”6

Las tres etapas de la constitución de la geografía como disciplina escolar y

universitaria

Del cuerpo de conocimientos identificados como “geogr|ficos” y del puñado de

nombres –eruditos y diletantes– designados como geógrafos en los años 1850, a la

constitución de la disciplina escolar y universitaria en los años 1890, y al contenido

ismo dado a esta disciplina y a sus objetos transcurren pocos años, pero las

transformaciones que afectan ese contenido y las profesionales con él vinculadas son

tales que apenas parece que se trate de la misma disciplina y de los mismos objetos de

investigación.

Antes de cualquier examen sobre las condiciones socio-políticas e ideológicas de la

institucionalización de la geografía como disciplina en el aparato escolar, debe

insistirse en la importancia considerable y a menudo ignorada de las adquisiciones

científicas7 que representan para la geografía la existencia de coberturas cartográficas

géographie en France (1870-1890)”, Annales de geéogrphie, núm 459, 1974, pp. 545-568; Claval, Paul “Essai sur l’evolution de la geographie humaine”, Annales littéraires de l’Université de Besançon, vol. 67, 1964 y “La naissance de la géographie humaine”, en Mélanges Meynier, Saint-Brieuc, Presse Universitaires de Bretagne, 1972, pp. 355-376; André MEYNIER Histoire de la pensé geographique, Paris, PUF, 1969; Chartier, Roger “Science sociale et découpage regional”, Actes de la recherche en sciences sociales, núm. 35, 1980, pp. 27-36. 6 La expresión pertenece a V. Karadi (“Durheim, les sciences…”, cit., p. 267). Es muy nítida en Ann BUTTMER, “antropogeography and social morphologie”, en Society and milieu in the French Geographic tradition, 1971, e implícita en Berdoulay, “The vidal durkheim debate”, en Humanistic Geography, Maarofa Press, 1981. 7 Así lo destaca VIDAL DE LA BLACHE, “La conception actuelle de la geographie”, Annales de geographie, 1905, p. 198 y “Les conditions géographiques des faits sociaux”, Annales de Géographie, 1902, p. 14.

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–topográfica y geológica– del territorio francés, así como el mejoramiento cuanti y

cualitativo de los datos climáticos, hidrológicos, demográficos, todos adquiridos

durante los años 1870.

Estas adquisiciones hacían posibles procedimientos, problemáticas y métodos

radicalmente nuevos. Sin embargo, no los implicaban: ninguna necesidad de orden

puramente, idealmente “científica” poda conducir a la constitución de una geografía

universitaria sin el concurso de factores institucionales y políticos, tales como las

demandas sociales a veces contradictorias, una inserción preexistente pero limitada

en el aparato escolar primario y secundario, y una inserción menor y dominada por la

historia en las facultades de Letras.

1.2 Las ciencias geográficas a mediados del siglo XIX: un cuerpo heterogéneo de

conocimientos

El estado de las ciencias geográficas a mediados del siglo XIX es difícil de aprehender. En tanto disciplina escolar, parece prácticamente ausente de los diferentes niveles de la enseñanza.8

En 1884, Jean-Baptiste Paquier, profesor de historia y de geografía subraya que:

“Si antes de 1870, se sabía en Francia un poco de geografía, esto era en el ejército, entre los oficiales salidos de St-Cyr, donde Dussieux y Lavallée habían dejado tradiciones tan dignamente continuadas por el Comandante Bureau”9

¿De qué geografía se trata? ¿Cuáles son en ese entonces los límites de la disciplina? En 1863, Louis Vivien de St-Martin indica las subdivisiones de la geografía –como disciplina escolar–, tal como debe ser presentada en los “manuales de uso entre los jóvenes”, que reciben una instrucción secundaria. Distingue cuatro grandes rubros:

“La geografía histórica”: bajo esta forma y sólo bajo esta forma la geografía se enseña a los futuros profesores de historia, alumnos de la Escuela Normal Superior: figura como “ciencia de erudición”, anexa de la historia y aparece, pues, simultáneamente como dependiente de la historia pero integrada, por ese motivo, a la tradición letrada.

“La geografía astronómica”, constituida por la geofísica y la física del globo, y también por la astronomía propiamente dicha, subsistirá bajo la forma muy simplificada de un capítulo introductorio en todo manual de geografía.10

8 La única cátedra de geografía se crea en 1812 en la Facultad de Letras de París y será detentada hasta 1898 por historiadores. 9 “L’étude et l’enseignement de la géographie, progres acomplis depuis de 1870”, REvue pedagogique, 1884, t. IV, p. 10 En 1893, Maurice Viguier, doctor en ciencias, publica un panfleto que es una crítica meticulosa de los capítulos de geografía astronómica de los manuales escolares de geografía publicados por Marcel Dubois, Pierre Foncin, Vidal de la Balche y Camena d’Aleida. Su severa conclusión se apoya en un

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“La geografía matem|tica”, constituida por la topografía y la cartografía topográfica, es de hecho enseñada esencialmente en las escuelas militares y practicada por el servicio geográfico de las Fuerzas Armadas.

“La geografía descriptiva de las regiones del globo” se reduce desde el punto de vista pedagógico, a una nomenclatura, a enumeraciones de datos demográficos, principales tipos de producción agrícola e industrial, grandes vías de comunicación.11

El camino disciplinario cubierto por la geografía escolar es, pues, heterogéneo: incluye elementos salidos de las ciencias naturales, de las ciencias aplicadas, así como de las disciplinas de inspiración cameral12 en el caso de la geografía descriptiva. Incluye finalmente esta geografía histórica que, antes de 1870, es la única que tiene carta de ciudadanía en la enseñanza superior como materia de examen y como área de investigación dado que sólo ella ha surgido de la tradición letrada, como ciencia auxiliar de la historia.

Sea como fuere, la geografía se enseña a un número muy limitado de alumnos y estudiantes. Es enteramente dependiente de la historia, dado que los futuros docentes de historia y de geografía son esencialmente historiadores y estarán a cargo de la enseñanza de disciplinas como la geografía descriptiva y astronómica para las cuales no habrán recibido ninguna formación específica. Así se aclara y se interpreta la observación de J. B. Paquier citada más arriba.

La disciplina escolar se basa en la ciencia geogr|fica o m|s bien en las “ciencias geogr|ficas” de contenido también compuesto. Es compuesto también el cuerpo de geógrafos: existen pocas relaciones entre la obra de Cassini, Buche, Delisle, Hennequin, cartógrafos-topógrafos de los siglos XVIII y XIX, con la de Humboldt y la de Ritter,13 historiadores-naturalistas-geógrafos, y con esos “geógrafos de reunión” autores de informes, relatos, memorias de viajes y de exploraciones. En este vasto dominio de conocimientos, Vivien de St-Martin sólo distingue muy pocos esfuerzos hacia:

“las generalizaciones de las teorías [gracias a las cuales la cinesia] se vincula con la historia del espíritu humano y a los desarrollos de la civilización.”[ VIVIEN DE ST-MARTIN,Louis “De l’état des sciences…”, cit. p. 19.]

relevamiento sistemático de errores e inconsistencia por lo demás, esta parte de la disciplina será progresivamente integrada a la enseñanza de las ciencias naturales. Cf. La géographie dans les chaires de l’Université. 11 VIVIEN DE ST-MARTIN,Louis “De l’état des sciences géographiques et de l’enseignement de la géographie en France et en Allemagne”, L’Anné géographique, 1863, p. 18. 12 Ciencias del Estado y su administración cuya historia y factores de introducción en la enseñanza de la geografía quedan por analizar. Hay que señalar, incidentalmente, que si las ciencias camerales han conocido un gran desarrollo en el siglo XVIII, su concepción fue esbozada en Francia pro Turgot (autor de Essais de géographie politique, escritos hacia 1745) pero no desarrollada. 13 Reconocidos por los escasos historiadores-geógrafos franceses de mediados del siglo XIX como los maestros de la geografía científica y universitaria: la referencia a la ciencia alemana tiene, pues, una larga historia en geografía.

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No niega, sin embargo, la utilidad de las ciencias geográficas:

“Es el gran mérito de los estudios geogr|ficos y de las exploraciones con ellos vinculadas suministrar a los estudios históricos y económicos los mejores datos y su punto de partida asegurado […] No hay uno solo de nuestros saberes que no tenga su punto de contacto con el estudio de la tierra y de sus habitantes; también es cierto decir que por todas partes y siempre los conocimientos geográfico de una época han estado en relación con su civilización.”[VIVIEN DE ST-MARTIN,Louis “De l’état des sciences…”, cit. pp. 25-26.]

1.3 La apropiación de la geografía pro la doctrina liberal a mediados del siglo XIX

Aunque no son explícitas en este texto de Vivien de St-Martin, que data de 1863, dos referencias fundamentales para nuestra posición figuran en esta cita: la situación de la geografía como “proveedora de datos” a la historia y a la economía política, por una parte, y por otra, la evocación de una problemática del desarrollo de la civilización y de las relaciones entre el avance de las ciencias (entra las cuales se encuentra la ciencia geográfica) y el desarrollo de las civilizaciones. Estas referencias no son ni fortuitas, ni gratuitas en la pluma de un representante tan eminente de la tradición letrada como Vivien de St-Martin. Constituyen otros tantos índices de la transformación, apenas comenzada entonces, de la concepción misma de las relaciones entre las ciencias y, de manera general, los conocimientos y el nivel de desarrollo económico y social de la nación.

Este problema no es tratado entonces de manera puramente teórica como lo trataría la filosofía; se trata de una preocupación de orden socio-político e ideológico, que se desarrolla entre ciertos representantes de la escuela liberal “optimista”14, pertenecientes o próximos a la Academia de Ciencias Morales y Políticas.15 Entre 1840 y 1860, estos hombres proceden a dar forma a una doctrina derivada del industrialismo sansimoniano,16 la doctrina que pone el acento en la importancia del desarrollo económico de las naciones, y por lo tanto del desarrollo industrial, como factor y consecuencia del desarrollo moral de las naciones. Al adoptar posiciones eclécticas en el análisis de los procesos de desarrollo económico, y al vincular este análisis a la problemática moral,17 este grupo logra transformar un corpus de hipótesis y de teorías relacionadas estrictamente con el origen de la economía política en una doctrina relacionada con las ciencias morales y políticas y con la historia de las civilizaciones, vinculándola así a la tradición letrada. No podemos examinar aquí esta doctrina en sus múltiples articulaciones. Es central en ella la idea de civilización, de la que Molinari propone la definición siguiente:

14 Su optimismo se funda en una creencia en la libertad humana. Uno de sus representantes más conocidos es Frédéric Bastiat, autor de Harmonies industrielles (1850). 15 Fundada en 1832. 16 Allix ha demostrado cuanto debe este último al traité d’économie politique de J.-B. Say publicado en 1803. Cf. ALLIX, “J.-B. Say et les origines de l’industrialisme”, Reveue d’economie politique, 1910, pp. 302-313. 17 Que conduce sistemáticamente a la apología del cristianismo.

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La civilización consiste en el conjunto de procesos materiales y morales que la humanidad ha realizado y realiza todos los días. Estos progresos tienen su origen en la facultad del hombre de conocerse a sí mismo y conocer el medio en el que vive, de capitalizar sus conocimientos y transmitirlos y combinarlos; así, el progreso material proviene del conocimiento cada vez más extendido que la observación nos da de los recursos naturales de nuestro planeta y de los medios de explotarlos; el progreso moral se desarrolla asimismo por medio de nociones cada vez más justas, cada vez más completas que la observación no sugiere sobre nuestra naturaleza, sobre la sociedad y sobre nuestros destinos.18

Esta doctrina está fundada en un racionalismo cientificista, una verdadera fe en el progreso conjunto de la ciencia, la economía y la sociedad. Es pacifista, en la medida en que la guerra es costosa, destructora de bienes y de hombres. El desarrollo económico es concebido como una valorización de los territorios mediante la aplicación de las “fuerzas productivas”. Este objetivo alcanza todos los territorios del planeta, excepto aquellos cuya valorización no puede encararse, porque se choca con obstáculos naturales insuperables.

Se trata de una perspectiva cosmopolita, fundada en el pacifismo y fundadora del colonialismo pues, en el marco de la división internacional del trabajo y de una solidaridad entre países y pueblos encarada a nivel mundial, es justo que los pueblos más civilizados19 lleven la civilización a los pueblos menos desarrollados.

No podemos aquí examinar las inconsistencias de esta doctrina. Desde el punto de vista de un liberalismo ortodoxo, el colonialismo es incompatible con esa libertad de las naciones que supone la perspectiva cosmopolita y librecambista.

La definición de la nación de “civilización” que da Molinari ilustra bien el lugar importante que ocupa, en esta doctrina, una problemática geográfica muy globalmente formulada y sin grandes relaciones con la geografía escolar de entonces; esta importancia constituye otra particularidad de este cuerpo de doctrinas. Tampoco aquí se plantea (ni puede plantearse) la cuestión de la validez teórica; el punto esencial es el papel de primera importancia que hacen jugar estos economistas liberales a los factores llamados “geogr|ficos” en ese cuerpo de doctrinas.20 Esta

18 Cf. De Molinari, el artículo “Civilisation”, en Dictionnaire d’economie politique (1852), editado por Guillaumin, Paris, p. 370. Varios de los colaboradores de la obra pertenecen a estos círculos liberales, en particular Hyppolite Passy, Henri Baudrillart, Charles Coquelin y Léon Say. Ninguno de ellos figura en el panteón de maestros de economía política constituido en la obra de Charles RIST y Charles GIDE sobre Histoire des doctrines economiques, 1944. 19 Que son los de los de la zona templada. 20 Esta argumentación se desarrolla en los textos siguientes: PASSY, Hyppolite Des causes qui ont influé la marche de la civilisation dans les diferentes contrées du globe, conferencia pronunciada en 1843-44 en el Instituto Real de Francia y publicada por Firmin-Didot, París, 1847, del mismo autor, artículo “Climats” en Dicctionarie d’economie…, cit., p. 380-2; en el mismo libro, artículo “Production” por Charles DUNOYER; Henri BRAUDRILLART, “De l’influence des climats et des lieux sur les faits économiques”, discurso de apertura del curso de economía política del Colegio de Francia, diciembre de 1856, publicado en Etudes de philosophie morale et d’economie politique, Paris, Guillaumin, 1858;

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cuestión de las relaciones entre el hombre y la naturaleza es importante en nuestra indagación por el tipo de argumentos utilizados.

Muy próximo a Molinari, Braudrillart, economista, concluye:

La influencia de las circunstancias locales que, de una manera precisamente inversa a la que propone Cabanis, se hace menos absoluta a medida que nos elevamos en la escala de los seres, es también menos imperiosa en la medida que el hombre se eleva a sí mismo en la escala civil.

La influencia de los climas en los hechos económicos es indiscutible pero limitada. Es mayor cuanto menos desarrollado está el hombre como ser moral y cuanto menos poderosa es su industria. Los climas se nivelarán, por así decirlo, cada vez más frente a la acción humana a medida que la civilización se extienda y se haga común a las diferentes ramas de la familia humana. [Henri BRAUDRILLART, “De l’influence des climats…”, cit., pp. 98 y 100.]

La idea de desarrollo es menos marcada en Duval, pero cierto “posibilismo” también es nítido en este autor:

“La geografía enseña a no limitar la virtualidad productiva de cada país a lo que produce espontáneamente o con poco trabajo en un momento dado de la historia. Esta disciplina comprueba, por el contrario, la existencia en pueblos y lugares de múltiples facultades en germen van desarroll|ndose.”

Las lecciones [de la geografía] enseñarán a la industria el empleo útil de las leyes el respeto por las grandes armonías del mundo. Armonías preciosas –agregaría con confianza– porque de la solidaridad entre todos los elementos de la tierra provienen, como una consecuencia consoladora, el deber y el interés de la paz entre las naciones.” [DUVAL, Jules Des rapports entre…, cit., pp. 97 y 100.]

Finalmente, Levasseur retoma por su parte una argumentación muy próxima a la desarrollada por Braudillart en la presentación que hace de los nuevos programas de enseñanza de la geografía en la Academia de Ciencias Morales y Políticas en 1871.

En la lucha continua de la humanidad libra desde el comienzo de los siglos contra la miseria, la ignorancia y la inmoralidad, es decir contra el mal, cada pueblo tiene por auxiliares o por enemigos a las mismas fuerzas de la naturaleza, según haya sabido plegarlas a sus designios a fuerza de inteligencia y de trabajo o, por imprevisión y pereza, las haya abandonado a ellas mismas: tal es la conclusión ultima a la que llega la geografía. [Citado por LEVASSERU La geographie dans les Ecoles et l’Univeristé, 1895, p. 22.]

DUVAL, Jules Des rapports entre la géographie et l’economie politique, Paris, 1864. Jules Duval funda, en 1861, L’economiste francais, “órgano de las colonias, de la colonización y de la reforma social mediatne la asociación y el mejoramiento del destino de las clases pobres”, que dirige hasta su muerte en 1870. L’economiste francais, cuya importancia en la formación de la “idea colonial” en Francia ha demostrado R. Girardet, es retomado en 1873 por Leroy-Beaulieu. Cf. R. Girardet, L’idée coloniale en France (1871-1962), París, La Table Ronde.

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El autor es más tajante aún en un texto de 1883:

El hombre tiene la última palabra, la tiene no sólo porque él es el obrero, el agente activo e inteligente de la producción y porque por su ciencia logra aprovechar para su uso las fuerzas de la naturaleza que antes ignoraba o descuidaba, sino porque elige hasta cierto punto los lugares en los que ejerce su actividad, ya sea que se dirija voluntariamente por emigración a la región de su elección, ya sea que se multiplique más rápido. [LEVASSEUR, De l’importance de la geographie physique pour l’etude des forces productives des nations, lección inaugural del curso de historia y de geografía económica en el Colegio de Francia, 3 de diciembre de 1883, p. 11.]

La cuestión de la coherencia y la validez teórica de los argumentos es fundamental; es incluso muy secundaria, ya que este cuerpo de doctrinas no está destinado a funcionar como una teoría en la economía política sino más bien como instrumentos ideológicos de legitimación de prácticas económicas y políticas21 aplicadas por las clases dominantes poco coherentes a veces con los principios mismos de la economía política liberal.22 Este cuerpo doctrinal, aunque provisto de todos los atributos de legitimidad académica, se encuentra, pues, de algún modo desplazado respecto de estas teorías: esta particularidad no había escapado a expertos tan eminentes como Charles Gide y Charles Rist:

El gran mérito del liberalismo (francés de mediados del siglo XIX) ha sido el de preparar las vías a la política de liberación y de libertad necesaria para el progreso de la gran industria, y de ser así el intérprete de las grandes corrientes económicas de su tiempo. En esta tarea exclusiva, había perdido poco a poco toda originalidad científica y descuidado la elaboración teórica de la economía, así como el rigor de razonamiento indispensable a todo sistema de ideas. [Charles Gide y Charles Rist Histoire des doctrines, p. 501.]

De todos modos, este movimiento social y el cuerpo doctrinal del que es portador constituyen un elemento determinante en la historia de las ciencias sociales en Francia. En efecto, esta doctrina servirá de fundamento, de referencia y de justificación a la reivindicación, formulada por estos representantes de las clases dominantes, de una difusión más amplia de la instrucción elemental en las clases populares y de una mejor iniciación de las capas sociales ascendentes23 a la economía política. En los años 1860, esta reivindicación se precisa y se hace tanto más urgente cuanto que parece ser considerada cada vez más favorablemente en las esferas

21 Por las funciones de las que está investido y por la posición de los grupos conceptores y difusores (que gozan simultáneamente de legitimidad académica y de gran audiencia política, detentando las posiciones clave en las instituciones académicas y universitarias y en los principales órganos ideológicos), este cuerpo de doctrina debe distinguirse de la “teoría de los climas” de Montesquieu, cuya dimensión mitológica es demostrada por P. Bourdieu en “Le Nord et le Midi: contribution a une analyse de l’effet Montesquieu”, Actes de la recherche en sciences sociales, núm. 35, 1980, pp. 21-27. 22 Que es, supuestamente, una teoría del desarrollo económico congruente con los fundamentos mismos de la sociedad tal como la conciben las elites liberales e industriales. 23 Es decir, la pequeña burguesía urbana (artesanos y comerciantes)

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gubernamentales.24 Así, una de las estrategias a las que recurren sus partidarios consiste en demostrar que esta reforma es más fácil porque sólo implica una modificación del contenido de la enseñanza de la geografía. Esta anexión, por parte de la economía política, de una disciplina hasta entonces dependiente de la historia es fácil debido a que la geografía escolar se encuentra en ese momento en un estado ya conocido cuya renovación es justificable. Ahora bien, esta demanda de “renovación”, de reforma de la geografía escolar es tomada a cargo por hombres que pertenecen a los mismos círculos y comparten las mismas convicciones pero ocupan posiciones diferentes. Unos, como Levasseur, pertenecen al medio académico y a la alta administración universitaria, y se vuelven propagadores de eta nueva geografía como ciencia del globo y disciplina escolar. Otros, como Leroy-Beaulieu, Prévost-Paradol, Jules Duval influyen por sus escritos y sus artículos sobre esta “demanda” que se conoce como “la oferta” se sabe que será más congruente si está, aunque sólo en parte determinada por intereses académicos.

El primer proyecto que incluye a la educación elemental, sólo es implementado después de 1870. Por cierto, las nuevas condiciones políticas e ideológicas, sobre todo la importancia del carácter laico y del nacionalismo, conferirán entonces a la historia y a la geografía en tanto que disciplinas escolares, un rol particular. Pero el proyecto, en tanto que tal, preexiste al establecimiento de la III República.

Del mismo modo, el segundo proyecto que incluye la iniciación de algunos de la enseñanza secundaria a la economía política es esbozado bajo el Segundo Imperio y constituye una de las primeras tareas del ministro Simon (1871-1872). Tal como la concibe Levasseur en especial en el programa de 1872, está iniciación a la economía política se hace por medio de la geografía. Levasseur lo especifica en el texto de presentación de los programas escolares de 1872:

La geografía enseñada como lo indicamos, es una preparación a los estudios económicos propiamente dichos, que deberían tener un lugar en nuestra clase de filosofía. La geografía recibe de la economía política la luz de los principios con ayuda de la cual a veces ella ilumina y agrupa los hechos y, a su vez, le hace a la economía política el favor de poner a su disposición la experiencia de las naciones que viven sobre la tierra y de producir, una clasificación analítica y adecuada para facilitar las comparaciones de una multitud de hechos, de donde, por reciprocidad, puede surgir una viva luz hasta en los principios.” (L’etude et l’enseignement de gégraphie, 1972, p. 54)

La concepción de la geografía –considerada esta vez como ciencia– que tiene Levasseur está explicitada en otro texto:

Si el hombre es el artesano de la riqueza y si la mayor parte vuelve en la obra de la creación económica, el artesano tiene la necesidad de la materia para trabajar y casi siempre la dirección que da a su actividad está en relación con

24 El nombramieno de Victor Duruy, historiador, en las funciones de director de la enseñanza constituye un indicio de esto: los proyectos de creación de la enseñanza especial y su comienzo de implementación a partir de 1866, pueden considerarse como verdaderas pruebas.

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las condiciones del suelo sobre el que vive. Es bueno enseñar en la educación secundaria un poco de estos útiles conocimientos y abrir así el espíritu de los jóvenes al sentimiento de las leyes naturales de la economía política (citado en La géographie dans les Ecoles et a l’Université, 1885, p. 20.)

Así, pues, más que geógrafo,25 Levasseur es ante todo economista o historiador de la economía. Es también el principal artesano de la reforma de la enseñanza de la geografía, evocada más arriba. Es, finalmente y sobre todos, uno de los representantes más eminentes de la economía política liberal en Francia en la segunda mitad del siglo XIX.

Por su acción de reformador, Lavasseur inscribe, en la estructura misma de los nuevos programas y en su articulación, una concepción renovada de la geografía. Pero se trata menos de una innovación radical que de una actualización y de una reorganización del contenido de la disciplina.

Como Vivien de St.-Martin, Levasseur distingue cuatro divisiones de la disciplina; sólo la “geografía matem|tica” subsiste como tal. La geografía “astronómica” se transforma en “física”, y se acerca considerablemente a las ciencias naturales (geología, geomorfología, climatología, hidrología). La geografía “política”, “apoyada en la historia [estudia] al hombre en su pasado y su presente, en las migraciones de las razas, las revoluciones de los imperios, las circunscripciones actuales de los Estados y en las divisiones administrativas” (Op. Cit., 1985, p. 22): al insistir en el tiempo presente, Levasseur actualiza la vieja geografía histórica, ciencia de erudición exclusivamente vuelta hacia el pasado.

Finalmente, en su enunciación al menos, Levasseur otorga una problemática a esta “geografía descriptiva de las regiones del globo” transform|ndola en una “geografía económica, apoyada en la economía política, que estudia los relaciones del hombre con la naturaleza en la agricultura, en las minas y en la industria en el comercio, y se preocupa por la condición de los pueblos, resultante de la acción del hombre sobre la naturaleza y sobre sí mismo.”26

Por lo tanto, Levasseur no hace de la geografía tomada en su conjunto una disciplina anexa a la economía política. Sin embargo, porque es menos abstracta que esta última, la disciplina presenta ventajas pedagógicas evidentes. Además, la concepción que propone Levasseur de la geografía económica y de la geografía política coloca netamente a estas dos ramas de la disciplina en dependencia teórica respecto de la economía política. Ahora bien, por una parte, la geografía matemática es relativamente poco enseñada, o incluso no es enseñada en absoluto. Por otra parte, Levasseur considera a la geografía física como “la clave” de las geografías política y económica (id.) Pero lejos de ver en ello un argumento a favor de la autonomía de la disciplina, Levasseur llegará a ubicar la geografía física en dependencia teórica de la economía política: en efecto, esta geografía ¿no introduce al “estudio de las fuerzas

25 Cf. J.-P. Nardy, “Levasseur, géographe”, Annales litteraires de l’Université de Besancons, vol. 93, 1968. 26 LEVASSERU La geographie dans les Ecoles et l’Univeristé, 1895, p. 22.

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productivas de las naciones”, que es un rama de la economía?27 Así justifica su posición:

El hombre produce la riqueza poniendo en práctica las fuerzas de la naturaleza y los materiales del suelo: es importante conocer estas fuerzas y estos materiales para saber qué elementos encuentra el hombre cerca, a su disposición, en la región donde vive (Levasseur La géographie dans…, cit., p. 3)

De hecho, la geografía física está entonces poco desarrollada aún en tanto ciencia; en tanto disciplina, se reduce a descripciones. Por lo tanto no es difícil para Levasseur operar esa anexión.

El desarrollo y la “renovación” de la geografía como disciplina escolar, operados en los años 1870, ponen a éstas en una situación en definitiva ambigua, situación de la que le será difícil salir.

En efecto, si el espíritu de esta reforma pone a la geografía escolar en dependencia bastante fuerte con respecto a la economía, la disciplina sigue siendo, en el plano institucional, dependiente de la historia. Así, los profesores a cargo de la enseñanza de esta nueva geografía –la de Levasseur– continuarán siendo formados en las Facultades de Letras, sin recibir ninguna formación en economía política. En cuanto a los economistas que enseñan en las Escuelas de Derecho, no tendrán razones para preocuparse por una disciplina anexa cuyos maestros no serán formados por ellos, al menos en parte.

El análisis de los textos de Baudrillart, de Duval y de Levasseur ha demostrado cómo esta concepción de la geografía como “materia preparatoria a los estudios económicos”, como “arte cuya ciencia es la economía política”, es el fruto de la reflexión colectiva de este grupo de economistas liberales. Ahora bien, este movimiento no tiene por objetivo el establecimiento de una ciencia económica (y social), sino más bien la difusión más amplia posible de cierto número de nociones y de ideas relacionadas con el orden productivo.

En este sentido, Levasseur habr| llenado la función tanto de “apoderado” como “pensador” de la geografía.

II- 1. La geografía como caballo de Troya

Iniciada antes de la derrota, la reforma de la geografía escolar es concluida en 1872. Todo parece ocurrir como si la derrota hubiera permitido a los reformadores liberales lograr un verdadero abuso de autoridad: el de introducir en la enseñanza primaria y secundaria una disciplina de vocación eminentemente “pr|ctica” y orientada hacia “las realidades sociales y económicas” contempor|neas. A largo plazo, esa reforma debe llevar a un desarrollo de la geografía como disciplina universitaria. Ahora bien, a comienzos de los años 1870, la cosa parece inaceptable para los miembros de la 27 Cf. E. LEVASSEUR, De l’importance de la géographie physique poru l’étude des forces productives des nation. Lección inaugural del cuero de historia y de geografía económicas en el Colegio de Francia, 3 de diciembre de 1883.

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enseñanza superior y para los historiadores universitarios, en particular. Es por eso que la reforma Levasseur carece de partidarios entusiastas en esos medios. Así, Desjardins, después de haber deplorado la precipitación con la que fue concebida esta reforma, concebida “no sólo por geógrafos de ocasión y especuladores”, sino también por “hombres eminentes que gozan de legítima autoridad en otras ciencias exactas” (“Las ciencias geogr|ficas en Francia y el extranjero” Revue des Deux Mondes, 1874, p. 176)

Después de haber subrayado el enciclopedismo y el eclecticismo que, a su entender, caracterizan a esta reforma y la destinan al fracaso, Desjardins concluye:

“Pero he aquí el economista, m|s exigente que todos los otros, pues ha emprendido la tarea de persuadirnos de que la descripción de la tierra se reduciría a una estéril nomenclatura sin su concurso, y de que la ciencia geográfica se encontraba lógicamente encadenada al estudio de los intereses y de las necesidades de la gran familia humana” (id., p. 176)

Diez años más tarde, puede leerse una crítica más desarrollada de esta reforma, debida a la pluma de Paqueir, profesor de historia y de geografía:

“[Levasseur] ha exagerado, si no en la exposición de su sistema, al menos en sus libros, la importancia de la geografía económica […] Aceptamos perfectamente que la joven población de nuestros liceos y de nuestros colegios deba sobre todo llevarse, al final de sus estudios, nociones precisas que, más tarde, servirán al industrial, al comerciante o al agricultor sobre la naturaleza misma de las riquezas de Francia, las salidas abiertas a su comercio, los lugares de procedencia de los productos coloniales o exóticos que entraron al consumo general, las grandes líneas de navegación… Pero ¿no hay un límite razonable para estas nociones? ¿No hay que temer superar un límite razonable para estas nociones? ¿no hay que temer superar el objetivo si queremos seguir siendo pedagogos, es decir proporcionar los detalles al conjunto, establecer una justa medida entre las diferentes partes de una ciencia, no pretender abarcar demasiado, enseñar poco para enseñar bien? Historiador, geógrafo, economista y estadístico, Levasseur mira desde lo alto, desde demasiado alto tal vez, para la enseñanza primaria y secundaria (op. cit., p. 340)

Este abuso de autoridad de los reformadores, que constituye la introducción de la geografía en los programas escolares, puede así considerarse como una etapa determinante de la introducción de las ciencias sociales en el aparato escolar y las universidades. La geografía parece haber desempeñado el papel de un Caballo de Troya introducido en el seno del sistema de enseñanza por los reformadores liberales, menos preocupados por el desarrollo de una geografía verdaderamente científica que por la difusión de sus doctrinas en todas las etapas de la sociedad. No por eso concluimos que Levasseur haya propuesto en 1872 una concepción no “científica” de la geografía: su concepción es rigurosa, incluso “científica”, si se admite que Levasseur se refiere a los cánones de cientificidad en vigor en las ciencias económicas de su tiempo. Por lo demás, esta referencia a la cientificidad eventual de las disciplinas que

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pertenecen a las ciencias sociales parece anacrónica en los años 1870, y sólo es establecida, con dificultades y progresivamente, a partir del desarrollo de las Facultades de Letras, es decir en los años de 1880. En el seno mismo de las Facultades, se opera una división del trabajo y de los campos de investigación: más que los geógrafos, los sociólogos durkheimnianos contribuirán, muy activamente pero sólo a partir de los años 1890s., a este proceso, mediante sus interpelaciones.

II- 2. La difícil gestación de la geografía como disciplina universitaria y como ciencia

La gestación de la geografía está marcada por dos paradojas. La primera de ellas procede de Levasseur, considerado a justo título como el padre fundador de la economía escolar, jamás se interesó, al parecer, por el desarrollo de la geografía universitaria. Pero la paradoja sólo es aparente. Si bien Levasseur es, como lo serán Pierrre Foncin (1841-1916), Paul Vidal de la Blache (1845-1918) y Ludovic Drapeyron (1839-1901), normalista e historiador, pertenece a una generación diferente, puesto que es, junto a Octave Gréard, Prévost-Paradol y Taine, de la promoción 1849, en tanto que los primeros geógrafos universitarios son respectivamente de las promociones 1860, 1863, 1859. Además, catedrático y doctor en 1854, Levasseur enseña historia en el secundario hasta 1868, pero su muy abundante bibliografía28 revela que sus intereses y competencias se relacionan más con la economía política que con la historia universitaria de entonces. Son precisamente esas preocupaciones y esas obras las que le valen a Levasseur su elección en la Academia de Ciencias Morales y Políticas en 1868 y las que hacen de él un miembro moderado pero operativo de los reformadores liberales. Así, Levasseur no desempeña ningún papel personal y directo en la formación de los futuros profesores de geografía de las Facultades de Letras, dado que las posiciones que ocupa a partir de 186829 no se lo permiten. Si enseña efectivamente, pero en parte solamente, geografía económica en el Colegio de Francia es porque esta disciplina es considerada allí como un anexo de la economía política. Ya se ha señalado cómo esta concepción de las relaciones entre geografía y economía está ligada a la concepción misma que tienen los reformadores liberales de las definiciones respectivas de la economía política y de las geografías, esta última como disciplina escolar, aquella como ciencia.

Así, coexisten en esos años 1860, dos concepciones diferentes de la geografía en el seno mismo de las instituciones universitarias: la geografía como “ciencia de erudición, ciencia de los textos”, anexo de la historia, y la geografía como “arte cuya ciencia es la economía política”. Una tercera concepción de la geografía es la de una

28 Levasseur publica su tesis de historia, Recherches historiques sur le systéme de Law en 1854 La question d’e l’or en 1858, su monumental Histoire des clases ouvrières en France en 1854 y 1867, La France industrielle en 1789 en 1865, L’imprévoyance et l’epargne en 1866, Rôle de l’intelligence dans la production en 1867, La France avec ses colonies en 1868, Cours d’economie rurale, industrielle et commerciale en 1869. 29 Tuvo a su cargo el cuero de historia de los hechos y doctrinas económicas en el Colegio de Francia de 1868 a 1872, luego fue profesor de historia, geografía y estadísticas económicas en el Colegio de Francia a partir de 1872.

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geografía puramente práctica y estrictamente utilitaria, puesta al servicio de los intereses comerciales y la causa colonial: esta concepción es evidentemente borrada de las instituciones académicas y universitarias, pues es esencialmente la que las Sociedades de Geografía practican. Ahora bien, si la reforma de la enseñanza de la geografía de1872 introduce la disciplina en el aparato escolar, esta no reposa, ya lo hemos visto, en una concepción muy firme de la geografía como ciencia. El eclecticismo de esta concepción hace de la obra escolar de Levasseur una herencia muy pesada. Este eclecticismo no produce demasiados problemas en la perspectiva de una geografía encarada como disciplina escolar pura y simple: por ser –precisamente– el fruto de un compromiso entre diferentes concepciones excluyentes entre sí de la geografía como disciplina escolar no puede desarrollarse como ciencia sin transformaciones profundas. Así, la tarea que deja Levasseur a los eventuales geógrafos universitarios es ingrata y tanto más pesada cuanto que se chocará con innumerables obstáculos institucionales e importantes oposiciones y conflictos de intereses en el seno de la Universidad.

Las perspectivas de carrera en la geografía universitaria siguen siendo casi nulas hasta 1872, en las inexistentes pero sin embargo muy poco numerosas entre 1872 y fines de los años 1880. Así, el profesorado y (eventualmente) la cátedra de historia constituyen a fines de los años 1860, las únicas perspectivas de carrera de Vidal, Drapeyron y Foncin. La reforma de la enseñanza de la geografía de 1872 parece desempeñar un papel en el despertar casi simultáneo de las vocaciones de geógrafo30 de estos tres historiadores, porque abre nuevas perspectivas de carrera. Pero estas perspectivas siguen siendo muy limitadas. Proponer en 1872 un “programa de geografía pura” como lo hace Vidal de la Blache, recién nombrado responsable del curso de historia y geografía de la Facultad de Letras de Nancy,31 constituye una apuesta. La reforma, ya lo hemos visto, es en efecto mal recibida por los historiadores universitarios, guardianes atentos de la tradición letrada.

Nada aclara tanto las contradicciones en las cuales y a partir de las cuales nace y se desarrolla la escuela geográfica francesa universitaria como un análisis comparado de los comienzos de estos tres historiadores que se orientaron hacia la geografía en 1872: Vidal de la Blache, Drapeyron y Foncin. Cada uno de ellos encarna, de algún modo, una geografía particular del que se hace portador y promotor.

Así, una segunda paradoja reside en el hecho de que el futuro maestro de la escuela geográfica universitaria francesa es uno de los historiadores más brillantes y calificados de su generación, ya que, catedrático en 1866, Vidal pasa el período 1867-1870 en la escuela de Roma y defiende sus tesis de historia en 1872. Desde 1872, a la edad de 27 años, Vidal accede, pues, a la enseñanza superior como historiador, y hubiera sin duda llevado a cabo una carrera y una obra de historiador a continuación si la guerra de 1870 no lo hubiera decidido a inclinarse sobre “el presente, las

30 BOURGEOIS, Notice sur la vie et les travaux de M. Vidal de la Blache, Institut de France, 1920, n° 21, p. 14. 31 E. de MARTONE “Notice necrologique de Vidal”, Anuaire de l’Amicale de secours des anciens eleves de l’ENS, 1918-1919, p. 30.

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realidades políticas y económicas”, por la geografía y a tomar a su cargo; sobre bases sólidas, esta tarea de deconstrucción reconstrucción del “legado de Levasseur”. Vidal de la Blache parece haber tenido, desde esta época, una concepción mucho más firme de lo que podía y debía ser una geografía científica, con respecto a las que tenían Drapeyron y Foncin. También parece haber podido evaluar mejor los obstáculos y reticencias diversas que habría de afrontar, los compromisos que tendría que concluir con los historiadores universitarios en particular.

Así, a diferencia de Drapeyron, Vidal se procurará una cultura geográfica importante y se formará solo en etnología y en ciencias naturales. Desde 1874, Vidal sale de viaje de estudios por Alemania, donde existe, desde hace tiempo, una geografía universitaria que puede calificarse de “científica” y que parece como tal a los geógrafos-historiadores franceses por el lugar que acuerda a las ciencias naturales. Garante de esa cientificidad necesaria, el recurso a las ciencias naturales provee también a Vidal un argumento de peso, frente a los historiadores para afirmar la especificidad de la geografía como ciencia natural y reivindicar así su autonomía en el nivel universitario.

Vidal accede a la enseñanza superior en 1872, es decir cuatro años antes que Foncin32 cuya tesis trata del ministerio de Turgot, lo que revela el interés por la economía política: Foncin parece tener una concepción de la geografía muy próxima a la de Levasseur. Pero la coyuntura política y el contexto universitario se han transformado sensiblemente: como Drapeyron, Foncin ve en el entusiasmo del gran público por la geografía33 un factor favorable para el desarrollo de la geografía como ciencia universitaria. A diferencia de Vidal, ni Foncin ni Drapeyron intentan profundizar de manera constante y constructiva su formación original, ni procurarse esa cultura científica que Vidal adquiere y que, agregándose al carácter científico de sus obras, le permite hacer ceder, muy lentamente, la viva oposición de los historiadores de la autonomización de la geografía universitaria. Ahora bien, esa oposición que Vidal parece haber evitado temporalmente en su justo valor es más viva porque la geografía está de moda en los años 1870. Es verosímil que esa moda, lejos de servir a la geografía, haya complicado y retardado su institucionalización en la universidad y su autonomización, en la medida en que reforzaba la oposición de los historiadores.

Mientras Vidal se formaba pacientemente y hace una obra de geógrafo, Foncin y Drapeyron adoptan estrategias muy diferentes, menos costosas en tiempo y en esfuerzos, más inmediatamente visibles, en definitivas, más comprometidas.

Ludovic Drapeyron es, sin duda, el geógrafo universitario de notoriedad más precoz. Funda, en efecto, la Sociedad de Topografía en 187634 junto con el cartógrafo

32 Drapeyron nunca accederá, aunque defendió su tesis en 1869. 33 Ese entusiasmo de los años 1870 es certificado por varios autores, entre ellos el propio Vidal de la Blache. “La conception actuelle de l’enseignement de la géographie”, annales de géographie, 1905, 195-299.; Vincent BERDOULAY, op. Cit. 1980, p. 82; Raoul GIRARDET op cit, en especial pp. 39-44; Numa BROC “l’etablissement de la géographie en France: diffusion, institutions, projets. 1870-1890”, Annales de geographie, n. 459, 1974, en especial, p. 550 ss. 34 Sociedad que cuenta con 900 miembros en 1882.

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Hennequin, luego será director-fundador de la Revue de Géographie a partir de 1877.35 La concepción que tiene de la geografía y las reformas que propone implementar –una Escuela Nacional de Geografía y la cátedra de geografía– son inaceptables para los historiadores universitarios.36 Además, Drapeyron está sostenido en su obra de propaganda por hombres como Agéror Braoux.37 ¿Ganó su público gracias a la amistad de Bradoux o ganó esa amistad y ese precioso auqneu molesto apoyo gracias a su proyecto? La cuestión sigue siendo oscura.

Sea como fuera, Drapeyron parece desacreditado desde 1866. Si bien continúa cumpliendo la dirección de la Revue de Geographie, ésta tiene una seria competencia, a partir de 1891, en los Annales de Geographie, fundada y dirigida por Vidal de la Balche y Marcel Dubois. El aviso al lector incluido en la primera entrega de los Annales no deja lugar a dudas proponen desarrollar, ni sobre la opinión que tienen de las revistas de goegrafía ya existentes, ya se trate del bulletin de la Societé de Géographie de Paris, o de la Revue de Geographie (que se abstienen de citar.)

Así, el debate sobre la creación de una Escuela de Geografía y de una cátedra no debe considerarse como una etapa de la formación y de la institucionalización de la geografía universitaria, sino como un combate de retaguardia, en la medida en que Drapeyron se apoya en el “legado de Levasseur”.38 Además, Drapeyron es profesor en la escuela secundaria, posición muy práctica para la implementación de las reformas que propone. En efecto, en los años 1880, la jerarquización de la enseñanza, y por lo tanto de los docentes, se inclina con nitidez. Es el resultado de la reforma de la enseñanza superior emprendida por Jules Ferry y sus colaboradores: este factor institucional cumple un papel importante en la estructuración misma de las disciplinas. Al parecer, a partir de este periodo, una innovación pedagógica o científica sólo tiene chances de difundirse en la medida en que emane o esté apoyada o garantizada por los miembros de la enseñanza superior. Este cambio parece haber escapado totalmente a Drapeyron.

35 Aparece de 1877 a 1934; Drapeyron muere en 1901. 36 A partir de 1880, algunos de ellos, Lavisse y Himly en especial, ocuparán posiciones clave en la alta administración universitaria. 37 Según, V. Berdoulay, op. Cit., 1980, p. 229. 38 Se trata de una interpretación diferente a la propuesta por N. Broc en “L’etablissement de la goegraphie”, cit, 1974, interpretación retomada por Giblin en “La géographie, discipline asservie”, Hérodote, n° 20 – 1980. En 1884, en una carta al secretario general de la Facultad de Letras de París, Drapeyron expone su posición en términos que dan una idea del personaje y de los argumentos en juego “LAvisse quiere una geografía inofensiva […] una geografía inofensiva no me basta; la quiero benefactora, es decir capaz de comprender y explicar, en su maravillosa armonía, el mundo donde vivimos y los acontecimientos de los que ha sido escenario […] Diría que la geografía no es el “vasallo” sino el “soberano” de la historia, la política, la estrategia, comercio, etc., es el principio y fuente de todas las ciencias políticas, económicas y militares”. Nada menos. En 1886, Lavisse califica a la reforma propuesta por Drapeyron de “gran sistema solemne compuesto por piezas magníficas” y lo condena estimando que la “geografía así engalanada, jam|s habría pasado por las puertas” (Cf. Lavisse, alocución pronunciada en ocasión de la inauguración de las conferencias en la Facultad de Letras. Revue itnernationale de l’enseignement, vol. 12, 1°-15 de noviembre de 1886, p. 379) El geógrafo M. Dubois retoma los mismos argumentos que Lavisse en “L’avenir de l’enseignement géograhique” (Revue internationale de l’enseignement, vol. 15, 1888, pp. 449-477).

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Vidal de la Blache fue nombrado temporalmente por los historiadores en el cargo de conferencista en la Escuela Normal Superior en tanto representante de una geografía suficientemente próxima de la tradición letrada para que pudiera confiársele la formación de historiadores normalistas, y suficientemente “científica” para que pudiera ser reconocida y emprendida la autonomización relativa de la disciplina con respecto a los estudios históricos clásicos.

Mientras que Drapeyron parece ser considerado como un rival de Vidal de la Blache,39 Foncin abandona en 1879 la enseñanza de la geografía en la Facultad de Letras de Burdeos para dedicarse a la administración universitaria. Su interés por la economía política, su gusto por las actividades extrauniversitarias de carácter militante,40 su compromiso abierto en la causa colonial, todas estas características lo oponen a Vidal, del que podría haber sido un rival más serio que Drapeyron, y que lo descalifican a los ojos de los historiadores universitarios.

Así, a través de los itinerarios comparados de estos tres geógrafos la institucionalización de la geografía y su desarrollo en el seno de la Universidad parece ser efectuado sin el apoyo de las Sociedades de Geografía y de los círculos liberales pro-coloniales. Esto explica la descalificación de Foncin y Drapeyron, portador de una geografía demasiado economicista en el caso del primero, demasiado práctica en el caso del segundo. Ahora bien, la geografía universitaria no pudo establecerse sobre la base de estas concepciones. Recordemos que Boutmy funda en 1872 la Escuela Libre de Ciencias Políticas;41 que la economía política está oficialmente instalada como materia de enseñanza en las Escuelas de Derecho en 1878; que finalmente es creada, en 1889, la Escuela Colonial. La geografía universitaria está, pues, investida de una función que no es la de la formación práctica o técnica de personal destinada a las carreas de administración económica de la metrópolis y sus colonias. Esta es asegurada por instituciones ya existentes, como las Escuelas de Derecho y por esas escuelas recién creadas.

39 En 1902, aparece Le libre d’or de la géographie de Lemosoff, es un repertorio de los geógrafos de todos los tiempos y países, publicado bajo la égida de la Revue de Géographie, por lo tanto apoyado por Drapeyron. Ni Vidal de la Blache ni Gallis figuran en él, en tanto son mencionados Drapeyron y Dubois. La actitud de Drapeyron particularmente ridícula, ya que para ese entonces Vidal es profesor de la Sorobona y es dueño de una reputación indiscutible. Por su parte, al menos retrospectivamente Vidal no parece haber considerado a Drapeyron como un rival. Criticará las posiciones de Drapeyron veinte años después de ese famoso debate y cuatro años después de la desaparición de Drapeyron. “Se presenta aquí el espíritu de un nombre que quiero pronunciar con toda la simpatía que merecen a favor de la enseñanza de la geografía, su error fue partir de una noción insuficiente de la ciencia que defendía, hipnotizarla de algún modo en una preocupación demasiado exclusiva de la historia” (“Notice necrologique Annales de Geographie, 1904, p. 196.) 40 Foncin es cofundador en 1883 de la Alianza Francesa. A partir de 1894, se compromete en otra causa, el regionalismo, publicando varias obras, entre ellas Les pays de la France (1894), Questións du temp présents: les pays de la France, Project der fédéralisme administrative (1898). Atmbiie´n será miembro del Concejo de administración de la Escuela Colonial fundada en 1889. 41 Cf. P. Favre “Les sciences d’Etat entre determinismo et liberalisme. Emele Boutmy (1835-1906) et la création de l’École Libre de Sciences Politiques”, Revue Française de sociologie, 22 ()3, 1981, pp. 429.

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II- 3. La formación de la escuela vidaliana

Una comparación de las escuelas vidaliana y durkheimniana revela, más allá de ciertas similitudes en los modos de reclutamiento y de funcionamiento, ciertas diferencias sensibles en las posiciones institucionales y los tipos de prácticas científicas. Estos dos elementos, como veremos, deben clasificarse entre los factores más determinantes de la imposibilidad de ese debate.

En efecto, la institucionalización de la geografía como disciplina universitaria es relativamente tardía, respecto de otras ciencias sociales; y no parece exacto que:

“Aparte de otros logros a veces importantes, la geografía humana y regional debía su integración a las currículas de las facultades de Letras al prestigio adquirido por la escuela de Vidal”42

Esta integración no es posterior a la formación de la escuela de Vidal: le es estrictamente contemporánea. Algunos datos sobre la carrera de Vidal permiten demostrarlo; en efecto, Vidal es nombrado Maître de Conferences en la Ecole Nórmale Supérieure en 1877, a los 32 años. Ejercerá esa función durante 22 años y recién accederá a la cátedra profesoral en 1898, a los 54 años. Ahora bien, Durkheim, 13 años menor, que había entrado a la E.N.S. en 1879, será nombrado profesor titular en 1902 a los 44 años. En otras palabras, los historiadores le harán pagar caro a Vidal la elección que hizo en 1872. En efecto, la “función de Maître de Conferences en la ENS le confiere una posición clave en la orientación eventual de los jóvenes estudiantes de historia hacia la geografía y en su formación; en otras palabras, en el reclutamiento de los miembros de la escuela de Vidal. Pero recién a partir de 1898, es decir desde su titularización, Vidal podría dirigir tesis.43

El año 1898 marca, pues, la autonomización de la geografía pero desde el estricto punto de vista de la investigación y la enseñanza superior, dato que la agregación sigue siendo una agregación de historia y geografía hasta 1944.44 Durante los 22 años durante los cuales Vidal enseña en la ENS, 21 estudiantes de historia se orientan hacia la geografía; tendrán todos a Vidal como docente y maestro, pero no todos serán “vidalianos”. Entre los 14 historiadores45 ingresados en la ENS entre 1876 y 1891 que se orientaron hacia la geografía, seis46 cuatro de ellos en geografía histórica y tres de

42 V. Karady “Stratégies de réussite…”, cit., p. 70. 43 Respecto de la “influencia tir|nica de Himly” historiador y titular de la c|tedra de geografía general en la Sorbona hasta 1898, CF. A Meyner, op. Cit., 1969, p. 30. 44 Cf. G. Chabot, “La génese de la agregation de géopgraphie”, Annales de Géographie, num. 469, pp. 333-340. 45 Auerbach y Dubois (promoción 1876), Malavalle (1879), Gallois (1881), Camena d’Almenda y Girbal (1883), Gautier (1884), Ravenau y Gallouédec (1885), Ardillon (1887), Brunhes (1889) Zimmermann, Privat-Deschanel y Valaux (1891). 46 Gallois defiende su tesis complementaria sobre “Los geógrafos alemanes del Renacimiento” en 1890, Dubois sobre “La geografía straboniana” en 1891, Camena d’Almeida sobre “Los pirineos: desarrollo del conocimiento geogr|fico de la cadena” en 1893. Ardaillon sobre “La mina del Laurión en la Antiguiedad” en 1897. Auerbach con la tesis sobre “La meseta Loren” defendida en 1893, y Gautier, sobre “La geografía física de Madagascar defendida en 1902, será la excepción.

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ellos se convierten en verdaderos lugartenientes de Vidal,47 en particular por las funciones de redactores que cumplen en Anales de Geographie, a partir de 1891. Las grandes tesis de geografía regional de los años 1900 son producidas por la generación de los historiadores-geógrafos que integraron la ENS entre 1890 y 1900.48 Entre ellos se encentran todos los vidalianos. Al parecer desde 1891, Vidal adquiere cierta independencia y aparece como el maestro de la geografía universitaria; la fundación de los Annales de Geographie en 1891, la modificación de las cuestiones de geografía en la agregación de historia a partir de 1894,49 constituyen otras tantas pruebas.

Si bien las dos escuelas tienen un modo de reclutamiento similar, el equipo de los durkheimnianos no tiene la misma estructura y sobre todo se asigna el mismo tipo de tarea que Vidal y sus discípulos.

Para los geógrafos, se trata, ante todo, de una importante tarea de recolección y análisis de los datos de geografía física y humana, tarea poco prestigiosa, ingrata, mal considerada, pero cuya puesta en práctica permite sin embargo un salto cualitativo decisivo.50

De modo general, por su formación en métodos de observación y el trabajo de campo, los geógrafos vidalianos logran trabajar en escalas variadas, articularlas entre sí en sus análisis. Por su formación de historiadores y naturalistas, están habituados a manipular tipos de temporalidad muy diferentes. Más precisamente, la importancia que Vidal y sus alumnos asignan a la geografía física, a la “geografía de la vida” a los “hechos físicos y biológicos” no constituye una innovación en las ciencias geográficas, pero lo es en la geografía universitaria francesa de la época51 así, a diferencia de Levasseur, Vidal ubica a la geografía entre las ciencias naturales y las ciencias sociales y económicas.

47 Camena Gallois y Camena. 48 Se trata de Brinnes Zimmermann (promoción 1891), de Martonne De Mangeon (1892), Vacher (1895), Girardin (1896), Blanchard (1897), Felice (1898) y Sion (1899) 49 Vease Ph. Pinchemel y Maret “L’evolution des questions géographie aux concurs d’agregation des origens { 1914”, en Mélanges Mevier, op. cit., p. 82-85. 50 Desde entonces, los trabajos de los geógrafos universitarios distinguen claramente de los que llevan a cabo geógrafos no universitarios. Así, el trabajo de Demangeon sobre “La Picardie” no tiene ninguna relación con la obra de Roux sobre “Le Bauer de la lande de Lunderbourg” o el de Pinot sobre “La monographie du jura Bernois”, aparecen entre 1887 y 1889, en términos de precisión de datos, de determinación de los niveles de análisis 51 Esta importancia es señalado en los artículos siguientes de Vidal: “Les conditions geographiques des faites soxiaux”, citado, “La geógraphie humanine et ses rapports avec la gógraphiquede la vie”, Reveu de synthese hitorique, 1903, n°20, tomo VII, 219-240; “rapports de la sociologie avec la geographie”, Revue internationale de sociologie, mayo 1904, n° 75, 193/205. Se verifica en la introducción de cuestiones de geografía física en el concurso de agregaduría de historia, a partir de 1894 (Cf. Pinchimel y Marte, cit, nota 49) y en sus críticas de A Lampparent, profesor de geología en la Facultad de Ciencias de París (Cf. “La reforme de l’enseignement géographique”, L’enseignement secondaire, febrero 1898). Lapparent pide que la formación de los docentes de geografía sea confiada a los naturalistas. Le responderán el historiador Malet en L’enseignemnt secondaire, marzo de 1898, pp. 46-48), los geógrafos Dubois (“La geographie et l’education moderne”, Revue internationale de l’enseignement, 15 de marzo de 1898, pp. 233-43) y Gallois (“La geógraphie et les sciences naturelles”, Revue Universitaire, 1899, tomo I, 38-47).

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Esta especificidad asegura a la disciplina cierta autonomía pero, en términos de práctica científica, el estudio de las relaciones de causalidad se vuelve así más complicado. Es lo que expresa Vidal:

El servicio que (la geografía) puede prestar a la sociología como a la historia consiste en poner los hechos humanos en relación con la serie de las causas naturales, detectarlas y concebirlas en su medio físico y biológico.

Para que su testimonio tenga un valor y un sentido éste debe apoyarse en un encadenamiento diferente de aquel que se quiere explicar. La acción de la naturaleza sobre la historia extrae su fuerza del hecho de que no se ejerce de la misma manera que la acción de los hombres. Es una interferencia insensible y compleja que acumula efectos que se totalizan lentamente; una acción continua, que debe potencia a esa continuidad misma.

No era así como se la entendía. Se procedía por ciertos acercamientos sumarios, hechos de una vez por todas. Este método no podía conducir a otra cosa más que aforismos tan generales que terminaron por entrar al arsenal de verdades triviales de donde enseguida pareció inútil extraerlas” (pp. 195-196 cit. 1905)

Por consiguiente, Vidal invita a sus alumnos a un trabajo de desconstrucción –reconstrucción, cuya herramienta adecuada será el análisis regional.

“Si debe temerse este peligro (el de las generalizaciones prematuras), debe recurrirse entonces a preservativos como método adecuado. Yo no podría aconsejar nada mejor que la composición de estudios analíticos, monografías donde las relaciones entre las condiciones geográficas y los hechos sociales sean considerados de cerca en un campo bien elegido y restringido (p. 23, art. Cit., 1902)

El análisis regional constituye, pues, la segunda innovación de Vidal en la geografía universitaria francesa. Pero estos logros metodológicos no serán ni sistematizados ni elaborados teóricamente por el mismo o sus discípulos.

La atención particular que Vidal asigna al análisis regional, como práctica metodológica, lo aleja, y con él a sus alumnos, de una reflexión teórica sobre la sociedad y las estructuras sociales.52 En los textos de carácter teórico, Vidal recurre a ese cuerpo doctrinal, desarrollado por los economistas liberales, y a la concepción de

52 Sobre este punto suscribimos el an|lisis de P. Claval “Esta falta de curiosidad por las fuerzas sociales prohíbe a Vidal presentar, más allá del cuadro coherente de la geografía humana que establecen los Principes, una teoría explicativa del conjunto se contenta con una filosofía social muy general, nunca es sociólogo. En la práctica, se deja guiar por una concepción global un poco difusa del ser social”. “Vidal de la Blache et la geographie française”, Annales litteraires de l’Université de Besançon, 1968, p. 98.) Es esta también una de las conclusiones de M. C. Robic en “La conception de la géographie humanine chez Vidal de la Blache d’aprés les Principes de Geographie humaine”, en Cahiers de Fontenay¸n° 4 sept. 1976, pp. 1-76.

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las relaciones sociales que le subyacen: la concepción poco explícita, poco clara, surgida de la antropología filosófica, pero fundamentalmente alterada.

Así la complejidad de los esquemas de causalidad, puesta en evidencia en y por el análisis regional, y la real dificultad que parece representar para Vidal y sus discípulos, el análisis de los hechos sociales son probablemente los dos factores en razón de los cuales la geografía vidaliana no produce entonces “obra teórica”, en el sentido en que la entienden los durkheimianos. Es inverosímil que el propio Vidal se lo haya prohibido. Pero, entre sus alumnos, Brunhes, por su Géographia humaine (1912) y Vallaux53 intentan una empresa semejante: ésta se revela poco fructuosa; los autores –por razones que no dependen más que de ellos mismos– no logran salir de un empirismo estéril.

Estos dos intentos hacen estallar también la imagen ilusoria de una escuela vidaliana unida y coherente: revelan oposiciones entre los vidalianos ortodoxos Demangeon, Gallois, de Martonne y Brunhes y Vallaux. En el seno mismo del grupo de los vidalianos ortodoxos, existen grupos distintos, el más importante de los cuales, para nuestros fines es el que forman Vacher y Demangeon.

Desde sus años de estudios en la ENS (1895-1898), Vacher es cuestionado por algunos miembros del equipo del Année Sociologique por su condiscípulo y amigo Hubert Borgin. Entre 1900 y 1904, Vacher colabora en Notes Crítiques. Sciences sociales,54 órgano para-universitario de documentación, suerte de “borrador” –comprometido pero de muy alto nivel crítico– del Année sociologique. Después de esa experiencia, Vacher al parecer es admitido para dar notas críticas en la rúbrica de morfología social del Anné sociologique. En esa aventura arrastra consigo a Demangeon.

La escuela vidaliana resulta así relativamente dividida y segmentada; el proyecto científico vidaliano y el modo de reclutamiento de los miembros de esa escuela constituye sus únicos factores de coherencia. Bastante diferente parece ser el principio de formación del equipo del Anné sociologique55: por la naturaleza misma del objeto de la sociología, tal como la concibe Durkheim, este proyecto científico cobra una dimensión política (en el sentido original del término) y es acompañado de un proyecto de institucionalización de la sociología en tanto disciplina y de legitimación en tanto ciencia, en el seno de las Facultades de Letras. La sociología es, en efecto, inexistente tanto que disciplina universitaria, antes de 1890. Aún cuando la posición de los durheimianos pueda parecer más débil que la de los vidalianos en el plano institucional, no heredan ninguna restricción comparable a la que constituye para los vidalianos el legado de Levasseur, es decir una “posición institucional fuerte y una legitimidad científica débil”. La debilidad de la posición institucional de la sociología explicaría por qué los durkheimnianos buscan operar “una puesta en práctica de las relaciones de interdependencia con las ciencias del hombre establecidas en las

53 Les sciences géographiques, 1925 y Géographie sociale: le sol et l’Etat, 1911. 54 Cf. E. Besnard “La formation de l’equipe de l’Année Sociologique Revue Française de Sociologie, 20 (I), 1979, p. 19. 55 El análisis que sigue se apoya en los trabajos de V. Karady, cit., 1974, 1976, 1979 y los de Benard art. Citado, 1979.

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Facultades (historia, geografía, filosofía, psicología) por medio de ofertas de servicios tanto como por una eficaz y radical crítica de sus presupuestos epistemológicos.” (Karady art. Citado, 1976, p. 305).

III- 1. Las dos etapas de la interpelación de los vidalianos por los durkheimianos

Fundada en 1896, la revista Anné sociologique constituye el arma principal de los durkheimianos; a su alrededor se reúne el equipo; a través de sus notas críticas se lanzan las interpretaciones hacia la historia, la geografía; la psicología, por su tenor la sociología durkheimiana se asegura una legitimidad científica. Su estructura es diferente de las de los Annales de Géographie, fundada en 1891. Esta se realiza a la imagen de la tarea de recolección y análisis de hechos y datos que se había asignado Vidal y que éste asigna a sus discípulos: la revista se compone, por una parte, de artículos de información de alto nivel y, por la otra, de una rúbrica bibliográfica muy nutrida. En 1998, esta rúbrica se compone de cinco temas: historia de la geografía, política (en realidad, economía, etnología y demografía), parte regional. Los Annales de Géographie aseguran esencialmente la difusión de un saber positivo; al tiempo que dejan ver los principales campos de interes de la disciplina y las referencias privilegiadas, la organización de las rúbricas bibliográficas y el tipo de revistas despojadas (ninguna de las cuales corresponde a las ciencias “modernas” de entonces, como la sociología, durkheimniana o no) muestran en qué medida los geógrafos vidalianos parecen poco curiosos de los desarrollos de las ciencias sociales desde un punto de vista que no sea el de aporte inmediato de un saber positivo, y poco interesados en los progresos teóricos y metodológicos de una disciplina cercana y eventualmente en competencia como la sociología. Para Vidal, la concepción del estatuto de la disciplina geográfica es de tipo naturalista y no de tipo social.

En cambio, Anné sociologique es ante todo un organismo de crítica teórica y epistemológica y la organización de las rúbricas, que cubren el conjunto de las ciencias sociales (identificadas como tales desde entonces), constituye una suerte de plan para una obra de sociología general o incluso de programa: es así como era concebida y como debe ser comprendida. La ausencia sorprendente de posición crítica en los Annales de Geographie debe ponerse a cuenta de un desdén de los vidalianos –o tal vez de una evasión sistemática– hacia las polémicas. De modo que la interpretación no podía provenir de ellos; no habría tenido lugar en los Annales. Proviene entonces del Année sociologique desde su primera entrega.

Esta interpelación se realiza a través de reseñas de obras publicadas en las sucesivas entregas del órgano de los durkheimnianos. Esta no es más que una entre muchas

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otras del mismo tipo. Estas múltiples interpretaciones tienen una función cuya importancia para los durkheimnianos ha recordado Victor Karady.56

III- 2. La interpretación indirecta de la geografía vidaliana a través de la crítica de la geografía ratzeliana

En las cuatro primeras entregas del Année, esta interpretación es esencialmente la obra del propio Durkheim. En efecto, es él quien da cuenta, a menudo extensamente, de las obras de Ratzel57 y el geógrafo alemán entrega al Année sociologique una tesina:58otros tantos índices de cierto interés de parte de Durkheim por los trabajos de antropogeografía, pero también de un cuestionamiento de la geografía como disciplina autónoma. Las notas críticas de este período no pueden considerarse, sin embargo, como ataques tan radicales como los de la segunda etapa. En efecto, al parecer Durkheim no puede permitirse críticas incisivas, en la medida en que su posición en el seno de la Universidad es aún muy problemática.59 Por lo demás, la formulación de las críticas dirigidas por Durkheim a Ratzel queda envuelta en el tono aplacado y deferente.

La tesis de Ratzel se funda en los postulados siguientes: “La sociedad es el intermedio por el cual el Estado se une al suelo” (art. Cit. p. 101), de donde se sigue que: “La extensión progresiva del territorio de los Estados constituye a la vez el carácter esencial y el poderoso motor del progreso” (id. P. 14). Estos merecieron la atención de Durkheim tanto por su contenido como por su forma, puesto que él desarrolla la tesis siguiente en la División del trabajo social: “El aumento del volumen y la densidad de las sociedades determina mecánicamente los progresos de la división del trabajo reforzando la intensidad de la lucha por la vida” (op. Cit., p. 224)

A partir de sus respectivas tesis, que ponen en juego factores de naturaleza similar, Ratzel se propone fundar la antropogeografía, en tanto que Durkheim proyecta edificar una morfología social, rama de la sociología. Las críticas que Durkheim hace de las tesis de Ratzel apuntan a la debilidad de las conceptualizaciones del Estado, las sociedades y el cuerpo social, e incluso a la noción de suelo. Así, Durkheim aprovecha para plantear que el suelo debe ser concebido como:

“Un fenómeno social de primera importancia, un engranaje esencial de la vida colectiva. [Las sociedades] ya no pueden prescindir de él, porque han puesto

56 “(L’année tuvo […] por doble función principal cumplir ese verdadero milagro de acreditar en el campo intelectual francés e internacional la idea de que la ciencia social –disciplina en verdad embrionaria según los cánones desde las ramas de los estudios establecidos– existía plenamente y también que no podía existir otra sociología más que la durkheimniana” Ob. Cit., 1979, p. 74. 57 “Der Staat und sein Boden geographisch beobachtel”, Année sociologique, 1896-1897, pp. 533-539. “Politische geographie”, Anné sociologique 1897-1898, pp. 522-532; “Antropogeographie”, Anné soc. 1899-1900, pp. 565-567. 58 “Le sol, la societé et l’etat”, monographia, Anné soc., 1898-1899, pp. 1-14. 59 Cf. V. Karady, Stratification intellectuelle, rapports sociaux et institutionalization. Enquete socio-historique sur la naissance de la sociologie. Informe de ATP-C.N.R.S., 1974.

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allí mucho de ellas mismas. Pero, desde luego, deja de ser un hecho puramente geográfico y puede ser vinculado mucho más justamente al orden moral, jurídico, económico” (p. 530)

No podemos limitarnos a analizar el conjunto de las reseñas de los trabajos de Ratzel que Durkheim publica en el Année. En cuanto a la preocupación que el sociólogo tiene desde la primera entrega del Année de querer “sociologizar” el campo de los trabajos geográficos, esta es parte integrante de estas estrategias evocadas más arriba. Tal vez, en la elección misma de Ratzel, hay que ver un discreto llamamiento de Durkheim a los geógrafos vidalianos, una de esas “ofertas de servicio” (pero con vistas a una suerte de crítica epistemológica) sobre cuyos fundamentos es posible que los vidalianos no haya tenido muchas esperanzas.

En efecto, desde la segunda entrega del Année, Durkheim explicita sus ambiciones. La breve introducción que dedica a la rúbrica de morfología social es una obra maestra de la retórica.60 En ese texto, Durkheim propone, de entrada, el objeto de la morfología social como “el estudio de la estructura del sustrato de las sociedades y del papel de éste en los fenómenos sociales” (art. Cit., p. 520). Luego, Durkheim demuestra que esa rama (aún fantasma) de la sociología es compartida por disciplinas diferentes. “La geografía estudia las formas territoriales de los Estados; la historia traza la evolución de los grupos rurales o urbanos; a la geografía le corresponde todo lo que concierne a la distribución de la población, etc.” (art. Cit., p. 521)

Ahora bien, los objetos que Durkheim asigna a esas tres disciplinas tienen apenas relación con sus objetos reales; o más bien, se trata de ramas particulares, cuando no menores (como la historia social y urbana, respecto de la historia general, en la época en la que fue publicado ese texto) que Durkheim erige en objetos centrales, constitutivos de estas disciplinas. De allí puede concluir que:

“En nuestra opinión es importante sacar del aislamientos a estas ciencias fragmentarias, y ponerlas en contacto reuniéndolas bajo una misma rúbrica: adquirir|n así el sentimiento de su unidad.” (op. Cit., p 521)

Así, providencialmente, la morfología social unifica estos campos: en ese texto queda al mismo tiempo definida y constituida.

III- 2. La interpelación directa a los vidalianos por Simiand y la posición ambigua de los vidalo-durkheimianos

La segunda etapa de la crítica de la geografía vidaliana se inicia en el Année sociologique en 1903-1904. Esta etapa difiere sensiblemente de la anterior: es guiada esencialmente por ciertos miembros del equipo del Anné, especialmente por Simiand

60 Es uno de los mejores ejemplos de esos “modos de hacer-valer” que analiza V. Karady “Invistiendo (a veces con ideas “verdaderamente reconcebidas) temas de los cuales no eran especialistas por medio de un arte de transubstanciación ostentadora en sus notas críticas (ej. Organización de la materia correspondiente a la geografía humana en su morfología social”) –lo cual podía virar al bluff, cuando no a la superchería– los durkheimianos lograron la hazaña de legislar con fuerza de autoridad en un vasto imperio científico incluso antes de haberlo explorado” (art. Cit., 1979, p. 76)

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y Halbwachs, lleva también las marcas de la colaboración de Demangeon y Vacher, dos geógrafos vidalianos.

Desde 1903, Simiand reabre el debate en Notes Critiques. Sciences sociales, en una nota de método:

“¿Qué diversas categorías de fenómenos reúne (la geografía regional) en su dominio? ¿Qué vinculo supone o establece entre sus diferentes partes? ¿Cuál es la ventaja científica de ese agrupamiento? El agrupamiento que ha sido instituido por los sociólogos bajo el nombre de morfología social, ¿no responder| a un método mejor?” (Art. Cit., p. 51)

A estas convicciones, apenas enmascaradas por la forma interrogativa, Vacher responde, al final de su nota crítica sobre La Valachie de de Martonne:

“De modo que un libro como el de de Martonne es el mejor argumento que se puede oponer a los sociólogos, porque es un argumento de hecho. Ellos pueden comprobar allí que el suelo y el clima, el régimen de las aguas y la vegetación resultantes, son fenómenos de los cuales el hombre no podría sustraerse; conscientemente o no, todo grupo humano recibe su influencia que, a decir verdad, puede limitar por propia reacción. Esta causa no actúa sola ni aisladamente. Se combina con causas históricas de todo tipo. Pero una explicación sociológica, que tiende a ser integral, marcar estrictamente su influencia, síntesis de conocimientos propios de las ciencias naturales y de conocimientos históricos y económicos, y es a este título que tiene derecho a erigirse en disciplina autónoma y de reclamar un rol en el estudio de la vida de los grupos humanos. (id. P. 56)

Esta es la única respuesta conocida como tal, tan explícita, que diera un geógrafo a un sociólogo durkheimiano. Simiand, apenas convencido, no se rinde. La pieza central de esta interpelación es, en efecto, la nota critica de Simiand sobre cinco tesis de geografía regional defendidas en la década de 1900.61 Simiand planta allí tres cuestiones importantes, cuyo interés siempre actual supera el mero enfoque regional62 y pone en tela de juicio la disciplina en su conjunto.

La primera cuestión se refiere a los modos de determinación y “selección” de los hechos geogr|ficos o “localizados” a su especificidad. Para Simiand, no todo hecho localizado es necesariamente geogr|fico; sólo sería “hecho geogr|fico” aquel para el cual la localización es esencial como tal”. Sólo corresponden a esa definición los “rasgos físicos que caracterizan el lugar de la superficie terrestre considerada” (art. Cit., pp. 726-727). Simiand considera, pues, que la geografía es ante todo física o no es,

61 Année sociologique, 1906-1909, pp. 723-732. Allí se analizan La Picardie de Demangeon, La Flandre de Blanchard, Le Berry de Vacher, La Basse-Beretagne de Vallaux, Les paysans de la Normandie Orientale de Sion. 62 Sobre este punto, nuestro análisis difiere del de R. Chartier, art. Cit., 1980, pp. 12-14, n. 5.

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o más bien sería entonces morfología social. La geografía física es evidentemente ajena a Simiand”63

La segunda cuestión se refiere a la naturaleza de los factores en juego en los esquemas de causalidad

“Lo esencial de las explicaciones por la geografía que nuestros autores intentan aportar los hechos o instituciones que consideran, consiste en suma […] en restablecerlos en algunas de sus condiciones técnicas (materias primas, instrumentos de producción…] y mostrar que estas condiciones técnicas se remiten a las condiciones físicas de la región observada o dependen estrechamente de ella. Pero en principio es no percibir cuán distinto suele ser el hecho económico e incluso independientemente de la condición técnica y, en todo caso, cuán lejos está de ser suficientemente explicado por ella […]; y es no ver que el verdadero fenómeno económico (así como nuestras explicaciones) no está en las cosas, sino en la mente de los hombres (con respecto a esas cosas). En segundo lugar, la dependencia del hecho técnico respecto del hecho físico no constituye una verdadera explicación […] El hecho verdaderamente explicativo es humano y psicológico y el hecho físico, como mucho, no es más que una condición” (art. Cit. p. 229)

El debate es tanto más interesante cuanto que Simiand se encuentra en su propio terreno,64 pero a un análisis pasablemente reductor –porque ignora deliberadamente todos los desarrollos históricos contenidos en esas tesis– le sigue una conclusión que habrían suscripto sin reticencias Vidal de la Blache, Levasseur, Baudrillart y Daval, y que encontramos bajo la pluma de Demangeon y Vacher.

Finalmente, la última cuestión se refiere al análisis regional: Simiand les reprocha a los geógrafos confundir “terreno” y “objeto” y estima que el an|lisis regional puede ser “como m|ximo el término de la ciencia” (art. Cit., p. 732), posición opuesta a la de Vidal.

La crítica de Simiand es, pues, sin concesiones, a tal punto que el radicalismo de sus argumentos debilita su alcance y los vuelve menos convincentes. Por lo demás, el autor trata esos textos como obras programáticas, lo que no tiene ni la ambición ni la vocación de ser.

63 Es además un rasgo que se observa en otros durkheimnianos. Así, el propio Durkheim, al término de una crítica de la “exclusividad geogr|fica”, concluye: “Sin duda, las evidencias técnicas est|n lejos de ser desdeñables, pero no parecen tener el tipo de preponderancia que se asigna” (“Note crítique sur l’Antropogeografie de Ratzel”, L’anné sociologique, 1898-1899, p. 557) y Mauss afirma con seguridad: “La geografía se ocupa hasta hoy de asuntos de fronteras, de vías de comunicación, de densidad social, etc. ahora bien, no son estas cuestiones de geografía, sino de sociología, porque se trata de fenómenos cósmicos sino de fenómenos que dependen de la naturaleza de las sociedades” (Cf. Artículo “Sociología”, La Grande Encyclopedie, 1907) 64 Cf. P. Besnard “The epistemológical polemic: Fançois Simiand” en P. Besnard (ed.) The sociological domain, Cambridge, Cambridge University Press, 1982.

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Los autores de esas tesis no habían elegido, si no el marco geográfico de sus trabajos, al menos el tema mismo, es decir la región. Este último es determinado por Vidal de la Blache y se inscribe en el proyecto de investigación del maestro. Esa elección corresponde a una estrategia evocada más arriba, permite a la geografía universitaria distinguirse de la historia de las ciencias naturales. Apunta a una actualización de los conocimientos geográficos entonces enseñados en las Facultades de Letras y en los liceos.

Ahora bien, una de las funciones principales de las disciplinas universitarias, histórica, geográfica en particular, es la formación de los maestros: este imperativo pedagógico deja poco espacio a investigaciones de tipo especulativo. Se asigna prioridad al saber positivo, puesto que los programas de enseñanza de estas disciplinas en las escuelas y liceos están concebidos de ese modo. A diferencia de la sociología universitaria, la investigación geográfica se desarrolla menos según su propia dinámica que en referencia a ese imperativo. De modo que esta determinación pesa enormemente tanto sobre la definición misma de los temas de tesis como sobre su contenido. ¿Simiand no lo tendría en cuenta deliberadamente en sus críticas?

Las notas críticas de la segunda etapa no son tan incisivas como la de Simiand. Pareciera incluso haber una lógica de atribución de las reseñas, fundada en la toma en cuenta de las personalidades y de las posiciones respectivas de los autores y de quienes elaboran las reseñas. Así, es verosímil que, aun dejando a Simiand65 emprenderla contra la geografía vidaliana pero sólo por la obra de los discípulos de Vidal, Durkheim haya intentado no herir las susceptibilidades y limitar los riesgos de confrontación. Así, no sólo Vidal de la Blache no será atacado personal y directamente por los durkheimnianos, sino además Durkheim hace una reseña elogiosa del artículo de Vidal sobre Ratzel y su Antropo-geographie;66 y es tal vez él quien confía la nota de Tableau de la Géographie de la France a Vacher, cuya reseña es un homenaje un poco llano, una defensa e ilustración tímida de la obra del maestro.67 Asimismo, Vacher se desquita de la nota de La Valachie de Martonne menos vigorosamente en el Année sociologique que en Notes critiques. Sciences sociales.68

Por último, los trabajos de runhes y Vallaux, vidalianos hterodoxos, son objeto de notas más críticas y muy firmes de parte de sus respectivos reseñadores, Durkheim69 y Demangeon.70

La no-replica de los geógrafos vidalianos

65 Como la emprende con la historia en “Méthode historique et science sociale”, Revue de synthèse historique, t. VI, 1903. 1-22 y 129-157. 66 “La geographie politique”, Annales de Geographie, n° 32, marzo de 1898, 97-111, y su reseña en année sociologique, 1897-1898, p. 532. 67 Tableau de la geographie de la France (1903), cuya reseña aparece en el Année sociologique, 1903-1904, pp. 613-614. 68 Année sociologique 1903-1904, 621-623 y Notes critiques. Sciences sociales, n° 22, 1903, 818-821. 69 La geographie humaine (1912), cuya nota crítica aparece en Anné sociologique 1909-1912, 818-821. 70 Géographie sociale. Le sol et l’etat, 1911, cuya nota crítica aparece en Anné sociologique 1909-1912, 814-818

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Frente a los reiterados ataques de los durkheimnianos, los vidalianos parecen no responder. Pero ¿era posible solamente una réplica, in fine, era este el objeto de esa interpretación? Para los durkheimnianos, en realidad, no podía haber respuesta aceptable, habida cuenta del modo mismo en que consideran la organización de las ciencias sociales.

Si, a pesar de todo, los vidalianos hubieran decidido responder, ¿qué habría sido una respuesta aceptable? Esta hubiera exigido una sistematización de los esquemas de causalidad que intentaban especificar: hubiera supuesto también la elaboración –por parte de los vidalianos– de una teoría de lo social, ya sea propia, ya sea que se la tomara en préstamo de los durkheimnianos. En el segundo caso, habría significado al mismo tiempo hacer de la geografía humana una morfología social similar, término a término, a la de los durkheimnianos. En el primer caso, habría sido sus obras de ambiciones teorizantes. En este sentido, puede considerarse que estas dos obras, la Geographie humaine y La géographie sociale constituyen intentos de respuesta, o incluso de réplica.

Pero, por una parte, el desafío institucional parece, si no inexistente, al menos poco importante. Por otra parte, la forma misma de los ataques conducidos por los durkheimnianos, en definitiva, parece determinar la ausencia de respuesta y de defensa de sus adversarios. El sistema de argumentación de Simiand es desde este punto de vista ejemplar, muy articulado, ampliamente fundado; se apoya, sin embargo, en una concepción relativamente simplista de la realidad y en un conocimiento algo sumario de la disciplina considerada. Pero su claridad y su rigor son sorprendentes, a diferencia de las complicadas explicaciones de Vidal a propósito de las “relaciones de la sociología y la geografía” (art. Cit. 1904)

Por último, la contribución de Vacher y Demangeon, menor, en suma, al Anné sociologique, su relación con ciertos durkheimnianos no hacen avanzar en el debate –de todos modos, sin salida– de manera sensible. Del mismo modo, L. Febvre no obtiene mejores resultados en La terre et l’evolution humaine (1922) su versión, muy reconstruida, de esa interpretación tiene una función estratégica del mismo orden que aquella de al que proviene la interpelación original de los durkheimnianos. En otros términos, Febvre utiliza –en su propio beneficio– esta interpretación con el objetivo de ocupar, investir un campo de la historia. Pero esto está ya fuera de nuestro propósito, puesto que atañe a la historia y su historia.

Conclusión

Si la geografía humana sobrevive a la desaparición relativa de la morfología social, esta perennidad se debe ante todo a la posición institucionalmente fuerte de la geografía en el aparato escolar y universitario. El imperativo pedagógico parece haber conferido a la disciplina sus características de “cuestionario abierto”, de “investigación a la vez multiforme” e “integrada”, de “investigación concreta, inscripta en una región,

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en grupos humanos, en un paisaje.”71 Y no a la inversa: no puede ni debe ser reducido, en el análisis, ni el estado de factor de orden puramente institucional, ni al de determinante de orden esencialmente científico. Allí se sitúa la diferencia fundamental con esta morfología social, en definitiva muy dependiente teóricamente de un paradigma durkheimniano que cumple también función de programa disciplinario, y que será superado antes de ser alcanzado. En este movimiento constante de transformación, de enriquecimiento, especificación del objeto y, por ello mismo, del campo de la sociología durkheimniana, la morfología social, que Durkheim concebía como una rama importante de la sociología, en los comienzos y especialmente en La División del trabajo social y en Las Reglas del método sociológico, parece desaparecer poco a poco como problemática y como campo específico de investigación, de las principales preocupaciones de Durkheim y su equipo. Esto se debe tal vez al hecho de que lo que es identificado, o incluso apropiado, como “sociologizable” por el equipo de los durkheimnianos se revelará demasiado extenso para un equipo en suma poco poderoso.72 Por otra parte, al parecer la eliminación de ciertas ramas –entre ellas la morfología social– podría ponerse en relación con una estrategia deliberada de legitimación científica de la sociología. Ahora bien, habida cuenta de la disciplina de origen de los durkheimnianos y de la jerarquía implícita de las disciplinas73 en las Facultades de Letras a comienzos de siglo, esta estrategia apunta prioritariamente a la filosofía y los filósofos: con respecto a ella se sitúan los sociólogos tanto en la forma misma de sus obras como por el nivel crítico en el que se ubican de entrada: el juego retórico constituye sin embargo, en esta estrategia, un elemento no desdeñable. En efecto, los sociólogos durkheimnianos deben a la vez afirmarse como filósofos y como teóricos y desprenderse del campo de la filosofía: la morfología social pagará el costo de ese doble objetivo; por ser demasiado concreta, por estar demasiado vinculada a disciplinas ya existentes y menos prestigiosas, como la estadística, e incluso a corrientes de ideas, como el higienismo,74 está desprovista del prestigio del que gozan de entrada otros campos de investigación sociológica, como la sociología de las religiones y la sociología del conocimiento.

En definitiva, lo que diferencia la morfología social de la geografía humana es ante todo la lógica de constitución de cada una de sus disciplinas: la primera se constituye o más bien es constituida con respecto a la estrategia de apropiación de los objetos de investigación sociológica que se forma alrededor de ésta, pero parece luego autonomizarse y desaparecer, en tanto que esta estrategia se modifica y se opera una jerarquización de los campos de investigación en función de las instancias respecto de las cuales esta estrategia es determinada es decir, respecto de la filosofía universitaria. La geografía humana vidaliana tiene –por oposición– una doble determinación:

71 Tal como la describe J. Revel en “Histoire et sciences socailes: les paradigmes des Annales”, en Annales ESC, 1979, p. 136. 72 Por un trabajo considerable de investigación y de examen bibliográfico del que da cuenta el contenido del Anné sociologique 73 En cuya cimase ubicaría la filosofía. 74 Halbwachs, en 1906-1909, formula la pregunta de fondo de las representaciones sociales relacionadas con la higiene pública en una perspectiva comparativa, a propósito de la hipótesis “ecológica” desarrollada por Bauer (Cf. Année sociologique, 1906-1909, p. 583)

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pedagógica y científica. Hecho rarísimo en la historia de las ciencias, aparentemente, la determinación pedagógica prevalece, porque la disciplina ha sido institucionalizada en principio en la enseñanza primaria y la enseñanza especial, y sólo pudo autonomizarse, en el nivel de la enseñanza superior y de la investigación, veinte años más tarde y gracias a la referencia naturalista; no pudo hacerlo más que en los límites asignados por esta primera determinación. La puesta en evidencia de estas contradicciones tenía por objeto, evidentemente, resolver la cuestión: sin embargo, clarifica un debate cuya actualidad no puede desmentirse.